Post on 25-Apr-2015
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELAMINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN
ESPECIALIZACIÓN EN GESTIÓN JUDICIALESCUELA DE LA MAGISTRATURA
UBV
GRUPO N.° 5
INTEGRANTES:
ESCALONA SANDRA FLORES JOSÉ
GARCÍA JOHALY GONZÁLEZ JOEL
GUTIÉRREZ ÁNGEL GUTIÉRREZ DARÍO
HERNÁNDEZ NEIDA
Maracaibo, 23 de Febrero de 2013
CONTENIDO:
INTRODUCCIÓN
1.- CONCEPTO DE SENTENCIA
CLASIFICACIÓN DE SENTENCIA
2.- REQUISITOS INTRÍNSECOS Y EXTRÍNSECOS DE LA SENTENCIA.
3.- MOTIVACIÓN DE LA SENTENCIA O DERECHO A UNA SENTENCIA
FUNDADA.
LOS VICIOS DE LA SENTENCIA.
LA INCONGRUENCIA NEGATIVA Y POSITIVA.
EXTRAPETITA,
CITRAPETITA
ULTRAPETITA.
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL
4.- LOS MODOS ANORMALES DE TERMINACIÓN DEL PROCESO.
CONVENIMIENTO
CONCILIACIÓN
TRANSACCIÓN
DESISTIMIENTO
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL
5.- EFECTOS DE LA SENTENCIA.
CONDENATORIA EN COSTAS.
6.- LA COSA JUZGADA
FORMAL Y MATERIAL
CRISIS DE LA COSA JUZGADA
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL.
7.- IMPUGNACIÓN DE LA SENTENCIA
RECURSOS ORDINARIOS Y EXTRAORDINARIOS
CONCLUSIÓN
1.- CONCEPTO DE SENTENCIA
La palabra sentencia, proviene del latín “sententia” y representa, según la
Enciclopedia Jurídica OPUS (1994), en el ámbito procesal “el más importante de
los actos del órgano jurisdiccional, porque en el mismo y en virtud de la
apreciación de lo alegado y probado en juicio, el Magistrado administra justicia,
mediante la aplicación del Derecho invocado por las partes. (p 659)
También señala que la sentencia contiene distintos ingredientes sicológicos
y es, al mismo tiempo, declaración de voluntad, juicio lógico y experticia jurídica,
bajo ese aspecto, el juez, en lo que se refiere a los fundamentos, según la doctrina
tradicional, no está autorizado para revisar si esa declaración es equivocada, si
ese juicio es ilógico o si esa experticia es errónea, solo le toca verificar si la
sentencia está razonada y si ciertamente existen los fundamentos de hecho y de
derecho; en cambio tiene el deber de controlar la regulación jurídica, la
declaración de certeza que emana del fallo como ley entre las partes.
En el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (2000), por
ser un compendio de significados verbales, pueden hallarse variedad de ellos para
una palabra, en su contenido se encontró que la sentencia se define como una
“Declaración del juicio y resolución del juez”, o también como “Aquella en que el
juzgador, concluido el juicio, resuelve finalmente sobre el asunto principal,
declarando, condenando o absolviendo” (p 1864)
El Diccionario de Derecho Usual (1998), por su parte expresa en su
contenido que “la sentencia proviene del latín sentiendo, que equivale a sintiendo,
por expresar la sentencia lo que siente u opina quien la dicta. Por ella se entiende
la decisión que legítimamente dicta el juez competente, juzgando de acuerdo a su
opinión y según la ley o norma aplicable. Igualmente sostiene que, “es la más
solemne de los mandatos de un juez o tribunal, por oposición a auto o providencia”
(p. 372).
En la doctrina extranjera también se manejan algunas definiciones de
sentencia, bastante similares a lo señalado anteriormente y a la de algunos
autores venezolanos, por ejemplo DEVIS ECHANDIA (1985), sostiene que la
sentencia “es el acto por el cual el juez cumple la obligación jurisdiccional derivada
de la acción y del derecho de contradicción de resolver sobre las pretensiones del
demandante y las excepciones de mérito o fondo del demandado. (p. 457).
Dentro de los doctrinarios extranjeros, se encuentra también COUTURE E,
(1979), quien en su obra Estudios de Derecho Procesal Civil, estableció que la
sentencia “es, en primer término, un acto jurídico. El acto jurídico consiste en que
tres agentes del poder público, en el ejercicio de sus facultades y de sus deberes,
aúnen sus voluntades en el sentido de determinada solución: la confirmación, la
revocación, la reforma o la anulación del fallo recurrido (p.307).
Por su parte, Liebman (1980), opina que la sentencia “es conceptualmente
e históricamente el acto jurisdiccional por excelencia, aquel en que se expresa de
manera más característica la esencia de la jurisdictio: el acto de juzgar”. También
expresa que la palabra sentencia, etimológicamente, “quiere decir solamente
opinión, parece, ha sido asumida para indicar, en un significado técnico, el acto
final del proceso con el cual el juez formula su juicio” (p. 181).
En ese mismo sentido, opina carnelutti (1944, 319), en su obra sobre la
existencia de una diferencia de efectos entre la sentencia y el dictamen, cuya
causa se encuentra en la diversidad de naturaleza de ambos actos, por lo que si el
segundo nombrado posee una eficacia menor a la sentencia, es porque la
sentencia posee evidentemente alguna cosa distinta y alguna cosa más, la cual
consiste en que mientras el dictamen constituye solo un juicio, la sentencia es
además un mandato, su naturaleza de mandato es el prius lógico de su eficacia
vinculante: obligación y mandato no son en resulta, sino una misma cosa vista
desde dos lados distintos.
Con respecto a la opinión anterior, se incluye por considerarse relevante,
destacar la diferenciación efectuada por el autor, de dos actos pertenecientes a un
proceso judicial, como lo son la sentencia y el dictamen, por cuanto, en
innumerables ocasiones se confunden los términos y se otorgan significados
erróneos, con dicha inclusión se logra resaltar aún más la importancia de la
sentencia como institución jurídica, por cuanto en la medida en la que se van
estableciendo diferencias y prioridades se va acentuando su jerarquía.
Siguiendo en el mismo orden, y entrando en el ámbito de los doctrinarios
venezolanos, DELGADO (2001, 17), se refiere a la sentencia como una norma
individualizada, siendo dicha norma un producto regulativo regido por un juego de
competencias y procedimientos, resultando que la sentencia es la consecuencia
de un proceso de producción normativo que resuelve un conflicto judicial, el cual
afirma el autor, es el resultado de una relación jurídica integrada por las partes y el
juez, aparte de todos los demás operadores judiciales, incluyendo en esa
numeración a los abogados.
De igual manera, RENGEL (1997), ha definido la sentencia como “el
mandato jurídico individual y concreto, creado por el juez mediante el proceso, en
el cual se acoge o rechaza la pretensión que se hace valer en la demanda”
Considerando a la sentencia como un acto que determina el fin del proceso,
la Sala Constitucional (SC) del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), mediante la
sentencia N° 02-0313 de fecha 13/08/2002, consideró:
… La sentencia como acto de terminación del proceso decida acerca
de la procedencia o no de la pretensión planteada. Tradicionalmente, la
doctrina procesal clasifica la sentencia conforme al fin que en el mundo
jurídico cumple la norma individualizada en que ella se resuelve…
De lo anterior, se desprende que la sentencia también es entendida como el
acto por medio del cual se pone fin a un proceso, que será corto o largo,
dependiendo de cómo haya sido planteada la controversia por las partes, ese
viene a constituirse como la finalidad más trascendente de la sentencia.
Como resultado de todo lo anterior expuesto, puede concluirse que la
sentencia es un acto a través del cual el juez, como rector del proceso, está en la
obligación de dar respuesta expresa y precisa conforme a la pretensión deducida y
en la que forzosamente debe aceptar o desechar los alegatos que se han
establecido en la demanda y cuyo efecto inmediato es el de poner fin a un
determinado proceso.
Se evidencia con cada una de las citas efectuadas de cada autor, sin
importar su país de origen, que manejan los mismos criterios en cuanto a
sentencia se refiere, quedando así demostrada una unidad en el tema de
sentencia que afianza categóricamente la idea de verla como una institución
jurídica, visto que, tanto en el derecho extranjero como en el nacional, se
mantienen y consolida el criterio sobre lo que debe entenderse por sentencia.
CLASIFICACIÓN DE SENTENCIA
La clasificación de las sentencias puede hacerse con arreglo a diversos criterios, a
continuación dos de ellos, que son considerados de interés, no sólo doctrinal, sino
positivo:
Por la oportunidad en que son dictadas:
a) Definitivas: Es la dictada al final del juicio y pone fin al proceso, acogiendo
o rechazando la pretensión del demandante. El juez o jueza dicta dicha
sentencia para decidir el fondo mismo del litigio que le ha sido sometido. En
ella, depuradas y eliminadas todas las cuestiones procesales, se falla el
conflicto que ha dado ocasión al juicio.
La decisión es definitiva, porque pone fin al juicio pero no falla el fondo mismo
de derecho sustancial debatido, es decir, son aquellas que se pronuncian
sobre el mérito de la causa, tanto en primera como en segunda instancia y
contra la cual cabe ejercer los recursos ordinarios y extraordinarios que señala
la Ley.
a.1) Definitivamente firmes: Son aquellas en las cuales se ha agotado la
función jurisdiccional y no cabe ejercer ninguna clase de recursos en su contra
(cosa juzgada).
El artículo 247 del Código de Procedimiento Civil indica que: Las
sentencias definitivas se publicarán agregándose al expediente, en el
cual se pondrá constancia del día y la hora en que se haya hecho la
publicación.
b) Interlocutorias: Son las que se dictan en el curso del proceso para
resolver cuestiones incidentales como las que se plantean en las cuestiones
previas (Art. 346 ordinales 9°, 10°, 11° CPC), acumulación de actos.
b.1) Interlocutorias con fuerza de definitivas: Ponen fin al juicio, como
las que resuelven las cuestiones previas incluidas en los ordinales 9°, 10°, 11°
del Art. 346 del CPC
b.2) Interlocutoria Simple: Son todas aquellas sentencias que deciden
cuestiones incidentales, pero no producen los efectos de la anterior (no ponen
fin al juicio)
b.3 ) Autos de Mero Trámite: Son en realidad sentencias interlocutorias
que dicta el juez por necesidad del proceso, para ordenarlo o impulsarlo, pero
que no resuelven ningún punto controvertido, ni alguna petición de alguna de
las partes, ellas no tienen previsto el recurso procesal de apelación y son
revocables por “contrarío imperio”, es decir, las puede revocar el propio juez
que las dictó (excepción al principio de irrevocabilidad de los fallos, 252 cpc)
constituyen en realidad meros auto de sustanciación, siendo como son,
providencias que pertenecen más bien al impulso procesal. (310 cpc)
b.4) Definitivas Formales: Es la que debe cumplir o cumple con los
siguientes requisitos:
Que sea dictada en la oportunidad aunque deba dictarse la sentencia
definitiva de la última instancia, es decir, ya sustanciado el proceso en su
conjunto.
Que no decida la controversia y ordene dictar una nueva sentencia a la
instancia correspondiente, dejando sin efecto la dictada en la instancia
inferior sobre el fondo del asunto.
Por su contenido:
1) Mero Declarativo: Es aquella en la cual no se pide al juez una resolución de
condena a una prestación, sino la mera declaración de la existencia o inexistencia
de una relación jurídica. No se trata del incumplimiento de una obligación o
transgresión del derecho, sino de la declaración de una relación jurídica que
EXISTE con anterioridad a la sentencia, pero qué se encuentra en estado de
incertidumbre.
2) De Condena: Es aquella en que se pide al juez la condena del demandado a
una prestación, de dar, hacer o no hacer. En estos casos, generalmente el sujeto
activo de la pretensión trata de obtener la satisfacción de un derecho mediante el
cumplimiento de la obligación recíproca que está a cargo del deudor y que ha
quedado insatisfecha.
3) Constitutivas: Es aquella en que se pide al juez una resolución mediante la
cual se crea, se modifica o se extingue una relación jurídica. Este tipo de
pretensiones se debe plantear en dos tipos de situaciones:
En los casos en los cuales la Ley exige que el cambio de ciertas relaciones
o estados jurídicos, no puede ocurrir, sino previa declaración por el
tribunal, de que en determinado caso, se han dado los requisitos que la ley
exige a fin de que ese cambio pueda producirse; en estos casos, la
sentencia es INDISPENSABLE porque aunque los sujetos de la relación
estén DE ACUERDO en la modificación o extinción, la misma no se
produce por acuerdo de voluntades, sino por la sentencia del juez,
ejemplos: nulidad del matrimonio, divorcio, interdicción, entre otros.
Cuando la ley exige que a falta del consentimiento de ambos contratantes,
la relación no pueda modificarse ni suprimirse, sino mediante la
constatación por el tribunal de las condiciones fijadas por la ley para su
modificación o cesación. En estos casos, la sentencia del juez no es
necesaria, cuando los sujetos interesados pueden -de común acuerdo-
lograr la modificación (ejemplo: resolución de contratos por mutuo
consentimiento 1.159 cc) y sólo cuando los sujetos NO PUEDEN
PONERSE DE ACUERDO para que opere el cambio o modificación o
extinción de la relación, es cuando resulta necesaria la sentencia que así lo
declare (por ejemplo: demanda de resolución de contratos por
incumplimiento de una de las partes).
2.- REQUISITOS INTRÍNSECOS Y EXTRÍNSECOS DE LA SENTENCIA
El autor RENGEL (1997, 286) afirma que, para que la sentencia tenga una
exacta correspondencia con la pretensión, necesariamente deberá contener los
elementos de la pretensión utilizados por el juez o jueza al momento de decidir, los
cuales tendrán que ser exactos aportados por las partes en el proceso, por ello
distingue os requisitos de la sentencia desde dos (2) puntos de vista, en
Intrínsecos y Extrínsecos, los primeros relacionados con la forma que debe toda
sentencia, los cuales son:
Artículo 243° del Código de Procedimiento Civil
Toda sentencia debe contener:
1º La indicación del Tribunal que la pronuncia.
2º La indicación de las partes y de sus apoderados.
3º Una síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en que ha quedado
planteada la controversia, sin transcribir en ella los actos del proceso que constan
de autos.
4º Los motivos de hecho y de derecho de la decisión.
5º Decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las
excepciones o defensas opuestas, sin que en ningún caso pueda absolverse de la
instancia.
6º La determinación de la cosa u objeto sobre que recaiga la decisión.
Los segundos, referidos a la sentencia como instrumento, como expresión
externa de la voluntad del órgano que la dicta. Los llamados extrínsecos, están
constituido por las exigencias de forma que se refieren a la sentencia, sin los
cuales no adquiere existencia ni autonomía en el ámbito jurídico, tales requisitos
extrínsecos son los que conducen la decisión del juez a la exteriorización de su
voluntad mediante la utilización de diversos momentos como son:
1. La deliberación, que debe ser un acto secreto, íntimo, reservado a su
conciencia, si el órgano es unipersonal, mientras que, si el órgano es
colegiado, dicha deliberación implica discusión y votación de sus
integrantes.
2. La documentación que no es más que la redacción por escrito de la
sentencia, con la inclusión de la fecha y la firma de los miembros del
órgano jurisdiccional del cual emana.
3. La publicación, que constituye el momento final del proceso de
exteriorización de la sentencia.
3.- MOTIVACIÓN DE LA SENTENCIA O DERECHO A UNA SENTENCIA
FUNDADA.
Es preciso establecer algunas consideraciones sobre el origen de la
Motivación de la sentencia, comenzando fuera de las fronteras venezolanas,
específicamente en Francia.
La obligación de los jueces de motivar las decisiones judiciales, aparece en
el derecho francés (siglo XIII), dicha obligación era limitada a una indicación de las
pruebas, de los hechos y las reglas establecidas por el derecho aplicable, en esa
época la justicia estaba delegada a los tribunales, pero sus decisiones eran
susceptibles de revisión y revocación, en este caso por parte del Rey, quien
poseía y ejercía el poder judicial. Iniciada la revolución francesa en 1787, teniendo
entre sus objetivos el terminar con el antiguo régimen y dar paso a un estado
liberal y destruir las bases de una sociedad burguesa, en el transcurso de ella se
conoce de la existencia de tres textos Constitucionales revolucionarios, la
denominada del año I o la Constitución de 1791; la del año II o Constitución de
1793 y la del año III o Constitución de 1795.
Cabe señalar que, en el año de 1781, se estableció un único orden de
tribunales, definiéndose así las funciones de los jueces como aplicadores de la ley,
se reguló la forma de seleccionarlos y se incluyó además la independencia de su
actuación, luego en el mismo año los jueces tuvieron la facultad de ejecutar las
leyes y de aplicar sus mandatos a los hechos establecidos, con la cual se
garantizaba que los jueces no se excedieran de sus mandatos.
De esa relación de la ley con el juez, naciente en esa época, se impuso que
en las sentencias, debía constar el resultado de los hechos y motivos que hubiese
tenido el juez para dictar cualquier decisión, en otras palabras, con la imposición
de la motivación de las decisiones judiciales, cualquiera fuere su tipo, se dejó
claramente establecido que los jueces no deciden por capricho, sino siguiendo la
ley, cuya adecuación al caso concreto debía hacerse explícitamente.
Por lo antes expuesto, con la proclamación del principio de la separación de
poderes (Incorporada en la llamada Constitución del año III), aunado a la
obligación de los jueces a motivar sus decisiones con referencia a la legislación,
se ubicó en un primer plano a la seguridad jurídica, sometiendo al juez a o
específicamente previsto en la ley, convirtiendo a la motivación de las sentencias
en un integrante básico del sistema de las leyes. Es importante destacar que, la
imposición de motivar las sentencias, trajo como consecuencia la eliminación de la
arbitrariedad decisoria en lo que se refiere a la interpretación del juez, dando el
carácter de derecho a la ida de que cada quien fuese juzgado por la propia ley.
En Venezuela, la obligación de motivar las sentenciad, según la historia, se
conoce a partir de la Constitución del año 1819, al establecer que los tribunales
debían fundamentar sus sentencias con expresión de la ley aplicable al cado
concreto. Constitucionalmente, se reconoce esa obligación desde el año 1819, y
procesalmente a partir de la entrada en vigencia del Código de Procedimiento Civil
el 12 de mayo de 1836, llamado también Código de Aranda, se mantuvo esa
obligación de motivar los fallos en la Ley del 27 de mayo de 1850 y se incorporó
también en el Código de Procedimiento Civil en el año 1873, sin dejar de estar
contemplado en los mencionados textos legales hasta el presente, con la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) y el Código de
Procedimiento Civil (1986).
Desde entonces, existe para los jueces, en el ordenamiento jurídico
venezolano una obligación de fundamentar sus decisiones, es decir, establecer las
razones por las cuales acoge un determinado criterio, sin dejar de lado ninguno de
los hechos o alegaciones pretendidos por las partes en un proceso. En la
actualidad, la motivación de la sentencia se ubica en el Código de Procedimiento
Civil vigente desde el año 1987, en el ordinal 3° del artículo 243, de cuyo texto se
extrae como principio, que toda sentencia debe contener una síntesis clara,
precisa y lacónica de los términos en los cuales ha quedado plantada la
controversia.
La motivación de la sentencia en el ordenamiento jurídico venezolano, ha
alcanzado una importancia relevante como una regla procesal, debido a que para
su elaboración se requiere que el juez, sea consistente, coherente y exacto, para
así producir decisiones judiciales, apegadas a las exigencias de las partes y no
contentivas de arbitrariedades y pretensiones particulares de los jueces, sino que
por el contrario denoten la independencia e imparcialidad de los mismos. Dicha
importancia, le es atribuida además por ser uno de los requisitos exigidos en la
norma jurídica (art. 243 C.P.C) sin cuyo cumplimiento le resta posibilidades a
cualquier fallo de adquirir existencia en la esfera jurídica de los particulares.
En ese sentido y por lo antes expuesto, se puede definir la Motivación de la
Sentencia por varios autores de Diccionarios Jurídicos como lo son:
La Enciclopedia Jurídica OPUS (1994, 504-505), define a la motivación
como “…un conjunto de motivos de un acto voluntario o mecanismo de
funcionamiento de tales motivos…”, específicamente sobre la motivación de
la sentencia establece que es “… el deber de exponer los motivos de hecho
y de Derecho que fundamentan la sentencia…”, aquel conjunto metódico y
organizado de razonamiento que comprende los alegatos de hecho y de
derecho expuestos por las partes, su análisis sobre las pruebas y los
preceptos legales, además del criterio del Juez sobre el núcleo de la
controversia.
Cabanellas (1998, 466) en su Diccionario de Derecho Usual, ha dejado ver
que la motivación es “la explicación de lo hecho o resuelto, proceso
psicológico de iniciación consciente y voluntaria de una acción.
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (2000, 1408), la
motivación se establece como “…motivo, causa de algo, ensayo mental
preparatorio de una acción para animar o animarse a ejecutarla con interés
e inteligencia…”
No obstante, algunos autores como Cuenca (1980, 132) han definido la
Motivación como un conjunto metódico y organizado de razonamiento que
comprende los alegatos de hecho y de derecho expuestos por las partes, su
análisis a la luz de las pruebas y de los preceptos legales y el criterio del juez o
jueza sobre el núcleo de la controversia.
De la Rúa establece que la “Motivación constituye un elemento intelectual
de contenido crítico, valorativo y lógico, que consiste en el conjunto de
razonamientos de hecho y de derecho en que el juez o jueza apoya su
decisión” (1991, 146).
Asimismo, para el autor Zerpa, la Motivación constituye un ejercicio de
persuasión dirigido a convencer sobre la juridicidad de la decisión contenida en
la sentencia y que está formada por los argumentos de hecho y de derecho
que sirven de sostén a la parte dispositiva de la sentencia (1999, 191).
Con cada una de las citas efectuadas, se demuestra que ya sea para los
autores latinoamericanos o europeos, la Motivación constituye la causa
determinante de la decisión que permite a las partes en principio, conocer las
razones y soportes empleados por el juez para alcanzar una conclusión, y que
también satisfaga a la sociedad en general.
LOS VICIOS DE LA SENTENCIA.
Tal como se ha mencionado, toda sentencia es NULA por faltar cualquiera
de los requisitos del art 243 del CPC, o por las causas señaladas en el art. 244
ejusdem, por lo tanto, analizando los requisitos de la sentencia, se puede
establecer los vicios de la siguiente manera:
1. La indicación del tribunal que la pronuncia.
2. La indicación de las partes y de sus apoderados. (DETERMINACION
SUBJETIVA) Vicio: INDETERMINACION SUBJETIVA que no es más
que la falta de indicación de los nombres de las partes y de sus
apoderados.
3. Una síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en que ha
quedado planteada la controversia, sin transcribir en ella los actos del
proceso que constan en autos. (PARTE NARRATIVA) Vicio: FALTA DE
SINTESIS.
4. Los motivos de hecho y de derecho de la decisión. (PARTE MOTIVA)
VICIO: INMOTIVACION
5. Decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a la pretensión deducida
y a las excepciones o defensas opuestas, sin que en ningún caso pueda
absolverse de la instancia. (PARTE DISPOSITIVA o DISPOSITIVO DEL
FALLO) VICIO: INCONGRUENCIA.
6. La determinación de la cosa u objeto sobre que recaiga la decisión
(DETERMINACION OBJETIVA) VICIO: INDETERMINACION
SUBJETIVA
LA INCONGRUENCIA NEGATIVA Y POSITIVA.
La incongruencia es NEGATIVA cuando “la sentencia omite decidir sobre algunas
de las pretensiones procesales” por ejemplo: Cuando se incumple el ordinal 5° del
art. 243 del C.P.C
Se observa que en el ordinal 5º del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil,
se establece que toda sentencia debe contener una decisión expresa, positiva y
precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones o defensas
opuestas, sin que en ningún caso pueda absolverse la instancia.
En ese sentido,el vicio de incongruencia negativa equivale siempre a una
omisión de pronunciamiento por parte del juez que no resuelve sobre todo lo
alegado por las partes. En efecto, la Sala ha señalado en numerosas decisiones,
que hay omisión de pronunciamiento cuando la sentencia prescinde de otorgar o
negar la tutela jurídica solicitada sobre alguna de las alegaciones de las partes, a
menos que por alguna causa legal el juez esté eximido de cumplir con ese deber.
La incongruencia es POSITIVA cuando “la sentencia concede o niega lo que nadie
ha pedido, dando o rechazando más cuantitativamente o cualitativamente de lo
que se reclama”.
EXTRAPETITA:
Extra petita es una expresión latina, que significa "por fuera de lo pedido", que se
utiliza en el derecho para señalar la situación en la que una resolución judicial
concede derechos que no fueron pedidos por una de las partes.
En ese sentido, el vicio de incongruencia admite la siguiente tipología:
SENTENCIA EXTRA PETITA: Es cuando se concede algo distinto a lo
peticionado, introducir cuestiones no planteadas por las partes y ajenas de este
modo a la relación jurídico – procesal.
CITRAPETITA:
La SENTENCIA CITRAPETITA; se presenta cuando se incurre en omisión de
pronunciamiento, dejando de resolver algo de lo pedido y conducente al pleito.
ULTRAPETITA:
La doctrina explica que “Ultrapetita es el vicio de la sentencia que consiste en
haber declarado el derecho de las partes más allá de lo que ha sido objeto de la
pretensión o litigio” (Couture. Vocabulario Jurídico). La Expresión viene del latín
“ultrapetita”, que significa “más allá de lo pedido”.
En el derecho Venezolano, no se define la ultrapetita, pero la pacífica y
constante doctrina de la Sala ha precisado el concepto, que consiste en que el
juez en el dispositivo de la sentencia o en el considerando de una decisión de
fondo se pronuncie sobre cosa no demandada o concede más de lo pedido, ya
que el órganojurisdiccional tiene que limitarse a decidir el
problema judicial sometido a su conocimiento conforme a la demanda y la
defensa, no pudiendo excederse o modificar los términos en que los propios
litigantes la han planteado.
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL:
La Doctrina Jurisprudencial, es el conjunto de los fallos de los tribunales judiciales
que sirven de precedentes. Todas las sentencias conforman la jurisprudencia,
aunque no es una fuente obligatoria de derecho.
En ese orden de ideas, a continuación se presentan dos jurisprudencias de
las Salas del TSJ.
SCC 4-4-2003Ponencia del Magistrado Franklin Arrieche G. Exp. Nº 01-302, dec. Nº 139:Vicios de la sentencia de primera instancia
De conformidad con lo previsto en el artículo 209 del Código de Procedimiento
Civil, es deber del Sentenciador Superior revisar la sentencia apelada y decretar la
existencia de los vicios previstos en el artículo 244 eiusdem, que las partes
hubiesen hecho valer mediante la apelación. Asimismo, establece que la
declaratoria del vicio de forma no será motivo de reposición de la causa, sino que
el juez de alzada debe resolver el fondo del litigio.
En interpretación y aplicación de esta norma, la Sala ha indicado reiteradamente
que si la parte hace valer la nulidad de la sentencia de primera instancia mediante
la apelación y el juez de alzada no se pronuncia sobre ello de forma expresa,
positiva y precisa, ese defecto de actividad no puede trascender a la casación,
porque dicho precepto legal determina que los posibles vicios de la decisión
apelada no serán examinados por la casación y de persistir éstos en la sentencia
del Tribunal de alzada, se debe denunciar la infracción del correspondiente ordinal
del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, como vicio formal de la
sentencia del superior, y no respecto del examen de la decisión de primera
instancia.
En ese sentido, esta Sala se pronunció, entre otras, en sentencia de fecha 29 de
julio de 1994, reiterada el 30 de marzo de 2000, Sentencia No. 81 (Caso: Bertha
Celina Ramírez y otros c/ Fabio German Duque y otra), en la cual dejó sentado:
“...De acuerdo al artículo 209 del Código de Procedimiento Civil, la nulidad de la
sentencia definitiva de la instancia inferior se hace valer mediante la apelación; la
declaratoria del vicio de la sentencia por el Tribunal que conozca en grado de la
causa, no será motivo de reposición, y éste decidirá el fondo del asunto.
En la legislación derogada, tal declaratoria conducía a la nulidad de la sentencia
de primera instancia, y a la consiguiente reposición de la causa, al estado de que
el a quo dicte nueva sentencia. Esta decisión era el contenido de una sentencia
definitiva formal, inmediatamente recurrible en casación. Al modificar el legislador
el sistema, y establecer que la existencia de vicios en la decisión apelada no
conduce a la reposición, restringió la posibilidad de nulidad a la existencia de
quebrantamiento de formas procesales, cometidos en el ínter que conduce a la
sentencia; por tanto, carece de trascendencia en el curso del proceso el examen
que al respecto realiza el Superior.
Si bien, en nuestra legislación, y en la mayor parte de los ordenamientos
procesales, está inmerso en el recurso de apelación el antiguo recurso ordinario
de nulidad, el objeto de la sentencia pronunciada en grado de apelación no es la
sentencia apelada, sino la controversia, de nuevo sometida a decisión de un juez,
por el efecto devolutivo del recurso, y a ello debe referirse la Casación, a menos
que el recurso no se interponga contra una sentencia que resuelva el fondo de la
apelación, sino contra una decisión de reposición al estado de que se vuelva a
practicar alguna actividad procesal, ello dejando a salvo el control de la casación
sobre la reposición preterida.
Por no tener en este caso trascendencia para la resolución de la apelación el
examen de la sentencia apelada, en cuanto a los vicios que ésta pudiese
contener, carecería de propósito útil el examen de esta Corte acerca de la
apreciación realizada por el Juez sobre esa sentencia.
Al establecer el legislador que la nulidad de ésta no impediría a la Alzada
resolver sobre el fondo, quiso poner punto final al examen de los requisitos
de forma de la sentencia apelada, lo cual conduce a que no debe esta Corte
examinar la denuncia planteada...”. (Destacado de la Sala).
La Sala, al reiterar el criterio jurisprudencial transcrito, establece que si la parte
hace valer la nulidad de la sentencia de primera instancia mediante la apelación, y
el juez de alzada no se pronuncia de forma expresa, positiva y precisa sobre los
pretendidos vicios de forma, ello no trasciende a casación, pues el sentenciador
de alzada tiene el deber de reexaminar la controversia sin cometer los alegados
defectos de actividad advertidos en la sentencia de primera instancia, y si en
definitiva incurre en los mismos vicios, éstos pueden ser denunciados en
casación en cuanto a la forma de la sentencia del superior y no respecto del
examen de la decisión apelada.
SCC 22-3-2002Ponencia del Magistrado Carlos Oberto Vélez. Exp. Nº 01-737, dec. Nº 180:Apelación de un auto de mero trámite
En el sub iudice, se constata que la sentencia contra la cual se anunció y admitió
el recurso de casación, es una decisión que confirma el auto dictado por el a quo,
según el cual se ordenó oficiar al circuito judicial penal a los efectos de que
informe si cursa o cursó una causa con ocasión de un homicidio culposo derivado
de accidente de tránsito en el cual resultó víctima el ciudadano Cayetano Rangel
Hoyo.
Esta decisión del Juzgado a quo confirmado por la alzada, se traduce en un mero
ordenamiento del Juez, como director del proceso, en uso de su facultad de
conducir el proceso hasta el estado de sentencia, con lo cual no produce
gravamen alguno a las partes, por no contener decisión sobre el fondo, ya que
responde obviamente al concepto de autos de mero trámite o de mera
sustanciación o de ordenamiento procesal.
Sobre esta materia, la Sala reiteradamente ha precisado entre otras en decisión
de fecha 1 de junio de 2000, con ponencia del Magistrado que con tal carácter
suscribe el presente fallo, caso Moisés Jesús González Moreno y otra contra
Roberto Ortiz, expediente Nº 00-211, sentencia Nº 182, lo siguiente:
“...los autos de mera sustanciación o de mero trámite no están sujetos a
apelación; se trata de providencias que impulsan y ordenan el proceso, y por ello
no causan lesión o gravamen de carácter material o jurídico a las partes, al no
decidir puntos controvertidos. (sent.24/10/87, reiterada en sentencias del 14/06/95
y del 28/11/96).
Con base en esta doctrina, que una vez más, se reitera, es criterio de la Sala que
en razón de que los autos de mera sustanciación o de mero trámite, no son
susceptibles de apelación, tampoco procede contra ellos el recurso de
casación...”. (Subrayado y negrillas de la Sala).
En consecuencia, y en aplicación de la doctrina precedente, si contra dicho auto
de mero trámite o de mera sustanciación no se concede recurso de apelación,
tampoco es revisable en casación la decisión dictada en alzada.
Al respecto, considera la Sala que la apelación interpuesta por la demandante, no
debió ser oída por el tribunal de la causa, ni resuelta por el juez que conoció en
alzada, por oponerse a ello el artículo 310 del Código de Procedimiento Civil. En
casos como el presente, la Sala ha considerado procesalmente inexistente la
decisión proferida, dado que fue dictado por virtud de un recurso no consagrado
en el ordenamiento jurídico para decisiones de esa naturaleza Auto Nº 134, del 13
de julio de 2000, expediente. 00-111.
De las anteriores consideraciones es fuerza concluir, que la decisión que se ha
pretendido cuestionar por vía del recurso extraordinario de casación, no puede ser
recurrida ante esta Suprema Jurisdicción; y por vía de consecuencia, dicho
recurso debe ser declarado inadmisible tal como se hará de manera expresa,
positiva y precisa en el dispositivo de este fallo. Así se decide.
4.- LOS MODOS ANORMALES DE TERMINACIÓN DEL PROCESO.
En la Doctrina suelen distinguirse diferentes medios o formas de
terminación del Proceso, separándose así los medios normales de los
denominados anormales o actos de autocomposición procesal. El medio de
terminación del proceso civil por antonomasia es a través de la sentencia.
Por otra parte, se tienen los medios anormales, tales como la conciliación,
la transacción, el convenimiento y el desistimiento.
Asimismo, la perención constituye un medio autónomo de terminación del
proceso, distinto de la sentencia, que se basa en la presunción de que las partes
han abandonado o perdido el interés en el juicio, derivada de la falta de impulso
procesal, es decir, por no instar el procedimiento mediante el cumplimiento de las
obligaciones o cargas procesales que la misma Ley les impone, tal y como se
desprende de la disposición contenida en el Artículo 267 del Código de
Procedimiento Civil, según la cual:
“Toda instancia se extingue por el transcurso de un año sin haberse
ejecutado ningún acto de procedimiento por las partes. La inactividad del
Juez después de vista la causa, no producirá la perención…”
Si bien la fase cognoscitiva del proceso concluye generalmente por la
sentencia definitiva, también puede terminar anormalmente mediante actos de
auto-composición procesal, estos son, las voluntades unilaterales o bilaterales de
las partes que la ley atribuye eficacia de cosa juzgada luego que queda
definitivamente la homologación del Tribunal, siempre y cuando no traten de
materias en las que estén prohibidas las transacciones, entre las que se hallan:
CONVENIMIENTO:
Constituye la manifestación unilateral del demandado de allanarse a los términos
en que fue planteada la demanda, expresada en la contestación de la demanda,
sin que ello implique a que pueda hacerlo con posterioridad, pero antes de la
sentencia definitiva.
CONCILIACIÓN:
Implica el acuerdo de voluntades tomado por las partes en un acto excitado
previamente por el juez.
TRANSACCIÓN:
Constituye un contrato a través del cual las partes mediante recíprocas
concesiones terminan el proceso pendiente.El denominador común de los actos
de auto-composición procesal es que ponen fin al proceso y tienen entre las partes
los mismos efectos que la sentencia definitivamente firme.
DESISTIMIENTO:
Es la manifestación unilateral del actor de renunciar al procedimiento o a la
demanda, en cuyo caso de efectuarse luego de la contestación de la demanda,
requiere para su validez del consentimiento de la parte demandada.
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL
EL JUZGADO SUPERIOR QUINTO AGRARIO, CIVIL BIENES, DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO MONAGAS CON COMPETENCIA EN LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO DE LA REGION SUR ORIENTAL.Maturín, 28 de Febrero de 2011 200º y 151º Exp. N° 4178
Vista la diligencia que corre al folio 84 del presente asunto, mediante la cual la
ciudadana DOMENICA PASTORA MARIN CORVO, titular de la cedula de
identidad N° 10.832.481, asistida por el abogado OSMAL BETANCOURT inscrito
en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el N° 68.727, consigna
diligencia donde desiste del procedimiento interpuesto en contra del Concejo
Municipal Bolivariano del Municipio Maturín del estado Monagas, asimismo solicita
copia certificada de la homologación del presente desistimiento.
Este Tribunal a los fines de homologar el desistimiento planteado pasa a hacer las
siguientes consideraciones:
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Ahora bien, pasa esta Juzgadora a dilucidar los presupuestos de derecho en lo
que respecta a los modos anormales de terminación del proceso, la cual se define
como Auto composición procesal, el cual tiene la misma eficacia que la sentencia,
que comprende varias especies:
A) Bilaterales que corresponde a la Transacción y Conciliación. Y
B) Unilaterales que se refiera al desistimiento y convenimiento en la demanda.
Teniendo una limitación por cuanto se excluyen en los conflictos sobre derechos o
relaciones indisponibles, como los relativos al estado y capacidad de las personas
y en general, en las controversias que interesan al orden público y las buenas
costumbres. (Según RENGEL ROMBERG, titulada Tratado de Derecho Procesal
Civil Venezolano, tomo II).
Siendo que, el Auto composición procesal referente a la transacción se encuentra
prevista en el artículo 255 del Código de Procedimiento Civil, el cual dispone lo
siguiente: “La transacción tiene entre las partes la misma fuerza que la cosa
juzgada”. Definida por el Código Civil venezolano en el artículo 1.713 que expresa
lo siguiente:
“La transacción en un contrato por el cual las partes, mediante reciprocas
concesiones terminan un litigio pendiente o precaven un litigio eventual”.
Así mismo, la Conciliación encuentra su fundamento legal en el Código de
Procedimiento Civil en el artículo 257 que dispone lo siguiente:
“En cualquier estado y grado de la causa, antes de la sentencia, el Juez podrá
excitar a las partes a la conciliación, tanto sobre lo principal como sobre alguna
incidencia, aunque ésta sea del procedimiento, exponiendo las razones de
conveniencia”, este modo anormal de terminación del proceso tiene como
característica principal que se diferencia de la Transacción en que existe
mediación del Juez, sin la cual no se tiene la conciliación y que no existe
transacción.
Otro medio anormal de terminación del proceso son el: Desistimiento y el
convenimiento en la demanda que tiene como característica la expresión de
voluntad unilateral de una de las partes, la cual es definida por el autor RENGEL
ROMBERG, titulada Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano, Tomo II, que
dispone lo siguiente:
“El desistimiento es la declaración unilateral de voluntad del actor por la cual éste
renuncia o abandona la pretensión que ha hecho valer en la demanda, sin
necesidad del consentimiento de la parte contraria”. Así mismo existe una
excepción en lo que respecta al desistimiento por cuanto su característica esencial
es la expresión unilateral de voluntad del demandante sin el consentimiento del
demandado, pero cuando ésta se produzca después del acto de la contestación
de la demanda, es necesario la expresión de voluntad del demandado, para que
tenga plena validez, según lo dispone el artículo 265 del Código de Procedimiento
Civil.En tal sentido define también el Convenimiento como:
“La declaración unilateral de voluntad del demandado, por la cual éste se aviene o
conforma con la pretensión del actor contenida en la demanda, sin necesidad del
consentimiento de la parte contraria”. Estos tipos anormales de terminación del
proceso encuentran su fundamento legal en el artículo 263 del Código de
Procedimiento Civil el cual expresa:
“En cualquier estado y grado de la causa puede el demandante desistir de la
demanda y el demandado convenir en ella. El Juez dará por consumado el acto, y
se procederá como en sentencia de pasada en autoridad de cosa Juzgada, sin
necesidad del consentimiento de la parte contraria…….”
Por otra parte, este Órgano Jurisdiccional pasa a determinar los efectos que
producen la homologación que le imparte el Juez a los modos anormales de
terminación del proceso:
a) Termina el litigio pendiente.
b) Tiene entre las partes la misma fuerza que la cosa juzgada.
c) Es titulo ejecutivo, en cuanto tenga un contenido capaz de ejecución.
Una vez analizada la argumentación doctrinaria y legislativa referente a los modos
anormales de terminación del proceso mediante la celebración de auto
composición procesal que prevé el legislador en el Código de Procedimiento Civil
concatenado con el Código Civil vigente.
Así mismo, como quiera la dicha solicitud se encuentra debidamente suscrita por
la parte quejosa; cumpliéndose de esa manera con los requisitos exigidos para
que pueda prosperar el desistimiento del presente proceso, de conformidad con lo
establecido en el artículo 264 del Código de Procedimiento Civil; por lo que debe
procederse a homologar el Desistimiento planteado de conformidad con lo
preceptuado el artículo 263 ejusdem y así se declara.
Este Tribunal acuerda las copias certificadas solicitadas por la ciudadana
Domenica Pastora Marín Corvo.
DECISIÓN
Por los fundamentos antes expuestos y en fuerza de los argumentos vertidos y
que los mismo no son contrarios a la Ley, ni a las buenas costumbre y no alteran
el orden público, y constatado como ha sido la voluntad de la recurrente, este
Juzgado Superior Quinto Agrario y Civil Bienes de la Circunscripción Judicial del
Estado Monagas con Competencia en lo Contencioso Administrativo de la Región
Sur Oriental, Administrando Justicia en nombre de la República Bolivariana de
Venezuela y por Autoridad de la Ley, declara: HOMOLOGADO y consumado el
DESISTIMIENTO efectuado por la ciudadana DOMENICA PASTORA MARÍN
CORVO, titular de la cedula de identidad N° 10.832.481 asistida por el abogado
OSMAL BETANCOURT inscrito en el Instituto de Previsión Social del abogado
bajo el N° 68.727, parte querellante en la presente causa, dándole el carácter de
cosa juzgada, se da por terminado la presente Querella Funcionarial (Cobro de
Prestaciones Sociales), en contra del CONCEJO MUNICIPAL BOLIVARIANO DEL
MUNICIPIO MATURIN DEL ESTADO MONAGAS.
5.- EFECTOS DE LA SENTENCIA.
Son los resultados emitidos por un juez o jueza en un caso controvertido durante
el procedimiento dentro de un proceso civil. Es importante destacar que el
Capítulo VI del C.P.C, trata sobre los EFECTOS DEL PROCESO; específicamente
el artículo 274, indica:
A la parte que fuere vencida totalmente en un proceso o en una
incidencia, se la condenará al pago de las costas".
CONDENATORIA EN COSTAS.
La condena en costas es una desaprobación accesoria. Siendo el objeto del
proceso la pretensión que se hace valer en la demanda, el dispositivo de la
sentencia ha de corresponderse con aquella, cualquiera que sea su naturaleza, y
acogerla o rechazarla, según resulte fundada o infundada la pretensión. Pero si
bien ésta es la función propia de la sentencia, la ley procesal ordena al Juez
condenar al pago de las costas a la parte totalmente vencida, creando así la
accesoriedad de la condena en costas, por la relación de medio, a fin de que las
costas se encuentren con la pretensión reconocida en la sentencia.
Es de naturaleza propiamente procesal la norma del Artículo 274 C.P.C.,
cuyo destinatario directo es el juez, a quien la misma impone
determinada conducta (la condena en costas); y la sentencia del juez referente a
las costas es esencialmente constitutiva, porque de ella nace la obligación
concreta del vencido de pagar las costas; de donde no puede concebirse una
condena implícita, no pronunciada expresamente en la sentencia, y la falta de un
pronunciamiento en torno a las costas, constituye una laguna de la sentencia, esto
es, un vicio en su formación.Sin embargo, entre los juristas venezolanos, la
doctrina y la jurisprudencia han venido considerando que el silencio guardado en
la sentencia respecto de las costas, ha de entenderse como condenación implícita.
No obstante, el Artículo 275 establece que:
Cuando hubiere vencimiento recíproco, cada parte será condenada al
pago de las costas de la contraria. Mientras no estén liquidadas las
costas de ambas partes, no podrá procederse a su ejecución. En todo
caso, éstas se compensarán hasta concurrencia de la cantidad menor.
Asimismo, el Artículo 276 indica:
Las costas producidas por el empleo de un medio de ataque o de
defensa que no haya tenido éxito se impondrán a la parte que lo haya
ejercido, aunque resulte vencedora en la causa.
El Artículo 277 nos dice que:
En la transacción no hay lugar a costas, salvo pacto en contrario.
El Artículo 278 ordena que:
Cuando la parte esté constituida por varias personas, todas ellas
responderán de las costas por cabeza, pero cuando cada una de estas
personas tenga una participación diferente en la causa, el Tribunal
dividirá las costas entre ellas según esta participación.
El Artículo 279 demuestra que:
Cuando varios demandados sean condenados en su calidad de
deudores solidarios, responderán de las costas solidariamente.
El Artículo 280 trata sobre:
En los casos de pluralidad de partes, si alguno de los litis consortes
hace uso de un medio especial de ataque o de defensa, los demás no
responden de las costas causadas por el mismo.
Mientras que el Artículo 281indica:
Se condenará en las costas del recurso a quien haya apelado de una
sentencia que sea confirmada en todas sus partes.
El Artículo 282 indica que:
Quien desista de la demanda, o de cualquier recurso que hubiere
interpuesto, pagará las costas si no hubiere pacto en contrario.
Cuando conviniere en la demanda en el acto de la contestación,
pagará las costas si hubiere dado lugar al procedimiento, y si fuere en
otra oportunidad, las pagará igualmente, si no hubiere pacto contrario.
Caso de que las partes estén en desacuerdo respecto de la primera
parte del párrafo anterior, el Juez abrirá una articulación por ocho días
para decidir sobre las costas.
El Artículo 283 indica:
La perención de la instancia no causará costas en ningún caso.
Artículo 284 establece que:
Las costas que se causen en las incidencias, sólo podrán exigirse a la
parte vencida al quedar firme la sentencia definitiva. En todo caso, las
partes pueden solicitar la compensación de estas costas no causará
nuevas costas.
El Artículo 285 establece que:
Las costas de la ejecución de la sentencia serán de cargo del
ejecutado. El procedimiento de ejecución de estas costas no causará
nuevas costas.
Serán igualmente a cargo del ejecutado las costas que produzcan al
ejecutante cualesquiera medios de defensa promovidos por aquél en
la ejecución y que resulten desestimados por el Tribunal.
Artículo 286 establece.
Las costas que deba pagar la parte vencida por honorarios del
apoderado de la parte contraria estarán sujetan a retasa. En ningún
caso estos honorarios excederán del treinta por ciento (30%) del valor
de lo litigado.
Cuando intervengan varios abogados, la parte vencida sólo estará
obligada a pagar los honorarios por el importe de lo que percibirá uno
solo, sin perjuicio del derecho de retasa.
Artículo 287 indica que:
Las costas proceden contra las Municipalidades, contra los Institutos
Autónomos, empresas del Estado y demás establecimientos públicos,
pero no proceden contra la Nación.
6.- LA COSA JUZGADA
Puede definirse la cosa juzgada, siguiendo a Liebman, como "la
inmutabilidad del mandato que nace de una sentencia".La eficacia de la sentencia
señala Liebman debe ser lógica y prácticamente distinguirse de su inmutabilidad.
La sentencia vale como mandato que contiene una voluntad imperativa
del Estado; pero esa eficacia de la sentencia no puede por sí misma impedir a un
juez posterior, investido también él de la plenitud de los poderes ejercitados por el
juez que ha dictado la sentencia, examinar de nuevo el caso decidido y juzgar de
un modo diferente.
NON BIS IN IDEM
El numeral 7 del artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, consagra el principio en referencia al establecer que:
"Ninguna persona podrá ser sometida a juicio por los mismos hechos
en virtud de los cuales hubiese sido juzgada anteriormente".
El Principio rechaza de plano la posibilidad de que una persona pueda ser juzgada
dos veces por el mismo hecho, proscribiéndose la duplicidad de sanciones para un
mismo sujeto por un mismo hecho y por sanciones que tengan un mismo
fundamento o que tutelen un mismo bien jurídico.
También se puede decir que es la cualidad que adquieren las sentencias y
las resoluciones definitivas de los jueces cuando se han agotado todos los
recursos destinados a impugnarlas, y se tornan irrevocables. La sentencia implica
un mandato, que cuando adquiere la autoridad de cosa juzgada, se torna
inmutable. El caso examinado y decidido, ya no podrá replantearse con
posterioridad.
Ahora, como bien lo expresa FERNANDO VILLASMIL B., en su Obra Los
Principios Fundamentales y Las Cuestiones Previas en el Nuevo Código de
Procedimiento Civil, Maracaibo 1986, “La cosa Juzgada en una presunción de
carácter Iuris et de Iure, de que lo que fue decidido por sentencia definitivamente
firme, es verdad definitiva y absoluta y no puede ser discutido ni revisado
nuevamente.”
Esa Presunción legal está consagrada en el Art. 1.395 del Código Civil, que
en su parte final expresa: “…la autoridad de la cosa Juzgada no procede sino
respecto de lo que ha sido objeto de la sentencia. Es necesario que la cosa
Demandada sea la misma; que la nueva demanda este fundada sobre la misma
causa; que sea entre las mismas partes, y que están vengan al Juicio con el
mismo carácter que el anterior…”.
Es lo que se conoce en la Doctrina, como la triple identidad: a ese respecto la
cosa Juzgada solo procede cuando ocurre una triple identidad de sujetos, objetos
y causa petendi, del nuevo proceso, con el que ya quedo resuelto por una
sentencia definitivamente firme u otro acto con fuerza de tal.Tiene que coincidir en
todo, los sujetos y el carácter con que actuaron; el objeto, ósea el interés o
beneficio que se procura mediante el ejercicio de la acción; y la causa a pedir, eso
es, el fundamento legal o convencional de cual se deduce la petición. Si no
concurren esos tres elementos de identidad no hay cosa juzgada.
Varias han sido las posiciones sobre la naturaleza de la cosa juzgada, sin
perjuicio que, en general, ellas se estiman compatibles y complementarias.Para
Ulpiano la cosa juzgada se tenía por verdad, mientras para Savigny era una ficción
de verdad que protegía a las sentencias definitivas.
Según Pothier el contenido de la sentencia llevaba una presunción de verdad,
que es la posición del sistema francés y español.Para la doctrina alemana es una
declaración de certeza con carácter indiscutible y, para la italiana, de imperatividad
y eficacia. Otros autores señalan que es una declaración de eficacia con tres
características: inimpugnabilidad, inmutabilidad o inmodificabilidad y
coercibilidad.
FORMAL Y MATERIAL:
COSA JUZGADA FORMAL:Es aquella que implica la imposibilidad que una
determinada decisión sea recurrida, o sea, la improcedencia o cierre de
los recursos procesales contra ésa. En otras palabras, una resolución judicial que
goza de esa clase de cosa juzgada no puede ser objeto de más recursos. Sus
efectos se producen exclusivamente en el proceso en que se ha dictado la
sentencia, por lo que se considera precaria (pues sus efectos podrían desvirtuarse
en un proceso distinto).
COSA JUZGADA MATERIAL:Es aquella que implica la inaceptabilidad de un
resultado procesal mediante el inicio de un nuevo juicio, al cerrarse toda
posibilidad que se emita una decisión que se contradiga o se oponga a lo antes
dictado. Sus efectos se producen en el proceso en que se dictó la sentencia y en
otros futuros, por lo que se considera estable y permanente (porque es eficaz
dentro y fuera del respectivo proceso).
CRISIS DE LA COSA JUZGADA:
Los autores clásicos, entre otros: CHIOVENDA, CARNELUTTI, CALAMANDREI,
COUTURE, GOLDSCHMIDT, SCHONKE Y ROSENBERG, así como la
generación anterior como: GELSI BIDART, DEVIS ECHANDÍA, VÉSCOVI,
sostuvieron la posibilidad de revisión de la cosa juzgada en aquellos casos de
excepción donde se dieran situaciones de dolo, fraude, colusión o indefensión
de las partes o de los terceros involucrados.
Distintos ordenamientos jurídicos han optado dos valores, el de justicia y el
de seguridad y certeza; y de acuerdo a la preeminencia que se le otorgue a un
valor u otro, variará la posibilidad de impugnar la cosa juzgada y la utilización de
los diferentes mecanismos para atacarla.Lo que sí se puede establecer como
acuerdo generalizado en la doctrina moderna es que la sentencia alcanzada
mediando fraude, simulación, dolo, falta de discernimiento, intención o libertad,
afectando los vicios, no sólo los actos procesales aislados, sino también todo un
proceso, no debe formar cosa juzgada material y en caso de formarse por
cuestiones legislativa, haya la posibilidad de impugnarla.
PEYRANO, manifiesta que “es más la firmeza de la cosa juzgada puede
quebrarse no sólo por el fraude procesal, sino además por los motivos totalmente
ajenos al dolo o ardid de quienes participan en el proceso, sino también por el
cambio de las circunstancias que dieron origen al fallo, por ejemplo, vicios del
decisorio que lohacen intolerablemente injusto. Pueden agregarse también el
cambio de los métodos científicos y el trastrocamiento de los juicios de valor
político o morales”.
La doctrina procesal contemporánea le atribuye a la cosa juzgada un valor
relativo, que, como dice LANDONI, si bien es importante a los fines de la paz, el
orden y la seguridad jurídica en un conglomerado social determinado, de ninguna
manera puede considerársele como absoluto. Sobre esa base se plantea dos
visiones de la relatividad de la cosa juzgada.
La primera, sobre la base de la cosa juzgada fraudulenta; y la segunda, sobre
otros vicios del decisorio, en el cual se incluirá la insuficiencia de prueba.
La cuestión de la cosa juzgada fraudulenta implica una colisión entre los dos
grandes principios a los que tiende todo ordenamiento jurídico, ésos son certeza y
justicia. Cuando hay contradicción entre ellos, debe prevalecer indudablemente
esa última, por cuanto ella constituye la esencia de toda sociedad jurídicamente
organizada y de la misma naturaleza humana. Como COUTURE “lo afirmaba “el
derecho no puede ser inmoral”, o como lo expresa GOLDSMICHT, debemos
procurar que el derecho sea “la más grandiosa especificación de la moral sobre la
tierra”.
Es evidente que en la realidad actual se desprende la necesidad de consagrar
en todo sistema jurídico, en el orden procesal de medios impugnativos que tengan
por fin alcanzar la justicia en cada caso particular, atacando la cosa juzgada
formada en fraude o con fraude a la ley. GELSI BIDART ha elaborado una
definición exhaustiva sobre el concepto de “fraude procesal”, en los siguientes
términos:
“Consiste en la actividad (uno o varios actos) de uno o más
sujetos procesales (fraude uni o bilateral) tendiente a lograr
(causa final mediata), a través de la actividad normal pero de
manera insidiosa, maquinada y, por ende, indirecta, un daño
ilícito que en definitiva se produzca, en perjuicio de un sujeto
pasivo que normalmente será tercero al proceso, pero que
puede ser la contraparte y generalmente también el juez, en
tanto se haga cómplice involuntario del fraude”.
De esa larga definición se infiere que el fraude procesal es toda maniobra de
las partes, de los terceros, del juez o sus auxiliares que tienda a obtener o dictar
una sentencia con o sin valor de cosa juzgada, o la homologación de un acuerdo
procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos o a impedir su pronunciamiento
o ejecución.
Así pues, se entiende por cosa juzgada fraudulenta aquella decisión final de
naturaleza jurisdiccional que ha adquirido la calidad de cosa juzgada de manera
fraudulenta o engañosa, por lo cual deberá ser extirpada del ordenamiento jurídico
y perderá la calidad de cosa juzgada, ya que de lo contrario se estaría
convalidando un acto no acorde con la justicia y la formalidad que el Derecho
busca lograr a través de la expedición de una sentencia.
La doctrina jurisprudencial nacional había mantenido un criterio rígido sobre la
inmutabilidad de la cosa juzgada, no obstante, está consagrado en el artículo 327
del Código de Procedimiento Civil el cual trata sobre el recurso de invalidación. En
sentencias de la Corte Suprema de Justicia de fechas 24 de mayo de 1995 y 18
de diciembre de 1995, se dio inicio a una nueva etapa, cuestión que fue asumida
por el Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia N° 598 de 2 de mayo de 2001,
con ponencia del Presidente del Tribunal IVÁN RINCÓN URDANETA, la cual
establece:
En principio existen ciertamente, derechos de origen
constitucional respecto a los cuales la sentencia puede
quebrantar las reglas del debido proceso y los derechos de
defensa a ser oídos, no puede adquirir la convicción de
definitivamente firme que produce la autoridad de la cosa
juzgada. Son de esa especie los fallos sobre los derechos de
índole no patrimonial vinculados a los concernientes de la
persona humana, su vida, su libertad, su salud, etc. Una
sentencia en la cual resulten quebrantadas las reglas del orden
público sobre la naturaleza y cuantificación de las penas
aplicables por la infracción cometida, sirve como ejemplo para
evidenciar la existencia de un tipo de reglas de orden público
cuya violación en un proceso es siempre susceptible de revisión
mediante la acción excepcional de amparo, con objeto de
restablecer la situación jurídica infringida.
Con esa doctrina se abren las puertas para impugnar sentencias firmes
mediante el recurso de amparo en situaciones de quebrantamiento de derechos y
garantías constitucionales y violación de normas de orden público. En esa doctrina
se inscribe la sentencia obtenida mediante el fraude procesal o litigio simulado. El
primero forma de acción unilateral en detrimento de un justiciable; el segundo,
representa una especie de autocomposición colusiva, con apariencias procesales.
La doctrina jurisprudencial nacional ha definido el fraude procesal como “las
maquinaciones y artificios realizados en el curso del proceso o por medio de ése,
destinados, mediante el engaño o la sorpresa de la buena fe de los sujetos
procesales, a impedir la eficaz administración de justicia, en beneficio propio o de
un tercero y en perjuicio de parte o de un tercero”.
El problema que hay que resolver es indicar cuál es el cauce apropiado
para atacar la cosa fraudulenta. Conforme a la doctrina de la Sala Constitucional
puede implementarse la vía del Amparo Constitucional contra sentencias
definitivamente firmes, lo cual está establecido en el artículo 4 de la Ley Orgánica
de Amparo, siempre que exista la violación de un Derecho Constitucional. Se
señalan algunas circunstancias como: usurpación de funciones o abuso de poder
del tribunal agraviante, que haya violación un derecho constitucional y que se
hayan agotado los mecanismos procesales ordinarios o que éste no sean idóneos
para restituir o salvaguardar el derecho lesionado o amenazado.
También la Sala Constitucional se ha atribuido funciones de revisión de las
decisiones de otras Salas o de revisión de sentencias en cuanto aprecia lesiones
de derechos constitucionales o fundamentales. Puede observarse en la decisión
que se transcribe a continuación de la Sala Constitucional que existiendo violación
de normas de orden público, el tribunal puede anularlo de oficio.Sentencia N° 77,
de 9 de marzo de 2000, magistrado ponente JESÚS E. CABRERA ROMERO, en
expediente Nº 00-0126.
Lo anterior, revela en criterio de esta Sala Constitucional que el
accionante estaba notificado de la medida de embargo decretada
sobre el inmueble que él ocupaba; sin embargo, no existe en autos
recaudo alguno del cual se desprenda que el mismo se haya opuesto
a dicho embargo, en la forma prevista en el artículo 546 del Código
de Procedimiento Civil, ni tampoco se haya opuesto al acuerdo de las
partes de publicar un único cartel de remate, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 554 eiusdem.
Ello así, estima esta Sala que el accionante pretende por la vía de la
acción extraordinaria y especial del amparo constitucional, atacar
actos procesales que adquirieron firmeza definitiva, al no ser
impugnados por él en el momento oportuno, resultando que para la
fecha de interposición de dicha acción de amparo, esto es, el 9 de
noviembre de 1999, habían pasado más de seis meses de la
oportunidad en que se llevó a cabo el acto de remate, esto es, el 23
de febrero de 1999 (folio 92).
En consecuencia, la acción de amparo resulta inadmisible de
conformidad con lo previsto en el numeral 4 del artículo 6 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales,
razón por la cual esta Sala procede a confirmar la sentencia
consultada en los términos expresados en este fallo y, así se
declara.
No obstante lo anterior, esta Sala debe examinar otro aspecto del
caso bajo juzgamiento, y a tal fin observa:
[...]
Teniendo en consideración lo antes expuesto, y habiendo realizado
un análisis exhaustivo del presente expediente, esta Sala
Constitucional observa que, en el caso de autos, la demanda por
cobro de bolívares a la cual se refiere el accionante en su escrito
contentivo de la acción de amparo, fue incoada por la ciudadana
AAA contra la ciudadana BAA, cuyos apellidos hacen presumir la
existencia de un vínculo filial entre ellas.
Igualmente, observa esta Sala que los recaudos que cursan en
autos, referidos a los actos procesales efectuados por las
prenombradas ciudadanas, en el curso de la demanda antes
referida, demuestran que el fundamento de dicha demanda fue la
existencia de dos letras de cambio aceptadas sin aviso y sin protesto
por la demandada; y que, el juicio se tramitó y concluyó, sin ningún
tipo de contención, ante el Juzgado [...].
Así pues, se observa que el apoderado de la ciudadana BAA, una
vez notificada ésta de la demanda interpuesta por la ciudadana AAA,
mediante diligencia de fecha [...], convino en la demanda, en los
siguientes términos:
[...]
Si ambas partes estaban de acuerdo en los hechos y el derecho, y
por ello el convenimiento; no era necesario el remate, ya que la
dación en pago del inmueble se podía hacer extrajudicialmente,
sobre todo si tomamos en cuenta que la deudora fue allanando el
camino para el remate, conviniendo no sólo en un único cartel, sino
en el avalúo. Considera esta Sala que esa falta de contención
significa que el proceso se utilizaba como instrumento a otros
fines, los cuales objetivamente no eran otros que desalojar al
inquilino mediante el artificio del embargo y la entrega material, en un
juicio donde el parentesco del actor y demandado parece evidente
AAA y BAA.
Ello así, considera esta Sala que en el referido proceso, las partes
actuaron con un manifiesto concierto, lo cual de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 17 del Código de Procedimiento
Civil, constituye una conducta contraria a la ética y probidad
que deben guardar las partes en todo proceso, a fin de que con
éste se cumpla la función de administrar justicia, y no se desvíe
el proceso hacia fines perversos, como lo fue en el caso
analizado, el desalojo de hecho del ciudadano CCC, del
inmueble que ocupaba como arrendatario.
En consecuencia, esta Sala por las razones de resguardo del orden
público constitucional señaladas en este fallo, con fundamento en los
artículos 11 y 17 del Código de Procedimiento Civil, procede a
declarar inexistente el proceso relativo a la demanda incoada ante el
Juzgado [...]. Así se decide.
De la decisión transcrita en último término se evidencia que aun fuera de los
límites de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia puede
declarar la nulidad de decisiones o actuaciones judiciales contrarias a la
Constitución y a las leyes de la República. Los tribunales de instancia que
conozcan pueden perfectamente, en casos de fraude procesal o colusión, con
base a los artículos 17 y 170 CPC en correspondencia con el artículo 257 tomar
las medidas pertinentes para evitar se realice el fraude.
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL:
La DOCTRINA JURISPRUDENCIAL, en la sede de Sala Constitucional, en
sentencia Nº 908 de 4 de agosto de 2000 expediente 00-1722, ha dicho:
Antes de la vigencia del actual Código de Procedimiento Civil, la
cuestión del dolo procesal, entendido éste en sentido amplio (lo que
abarca a la colusión, el fraude, la simulación y el abuso de derecho),
carecía en las leyes de una declaratoria general que lo rechazara
(apenas si el artículo 15 de la Ley de Abogados se refería al principio
de lealtad procesal), pero una serie de disposiciones puntuales lo
contemplaban y lo combatían, tales como las multas a las partes
provenientes de la actividad procesal, la condena en costas al litigante
temerario, y hasta la eximente de las mismas, en los casos en que el
actor demandara sin motivo, y el demandado conviniese en la
demanda (situación recogida en el Código de Procedimiento Civil en
su artículo 282).
Pero a partir del vigente Código de Procedimiento Civil, en forma
genérica y no puntual, el dolo procesal y sus efectos aparece recogido
en el ordenamiento procesal, cuando el ordinal 1° del artículo 170 crea
en las partes el deber de veracidad (exponer los hechos de acuerdo a
la verdad), mientras que el artículo 17 al desarrollar el deber de lealtad
y probidad en el proceso por parte de los litigantes, ordena la
prevención de la colusión y el fraude procesal (máximo exponente del
dolo procesal).
Aparece así, como categoría propia y muestra del dolo procesal
(entendido en un sentido amplio), el fraude procesal, resultando
impretermitible establecer, si éste sólo puede ser perseguido “con las
medidas necesarias establecidas en la ley, tendentes a prevenir o a
sancionar”, lo que podía ser interpretado desde un punto de vista
estricto: que su sanción se logra sólo con los medios prevenidos
expresamente para obrar dentro del proceso, o si su interpretación
debe ser más amplia, y el dolo en todas sus manifestaciones puede
ser impedido y enervado con los medios sancionatorios generales,
dispuestos en la ley.
(omissis...) En consecuencia, el fraude procesal (dolo) puede ser
atacado con el fin de hacerle perder sus efectos, sin necesidad de
acudir a especiales supuestos de hecho señalados en la ley, para
específicas situaciones, las cuales de todos modos siguen vigentes.
En esta última forma de fraude (varios procesos), el derecho de
defensa de las víctimas de estas actividades se haría nugatorio, si a
pesar del interés procesal actual que ellos tienen (artículo 16 del
Código de Procedimiento Civil) de evitar el perjuicio que tal colusión
les causa, no pudieran accionar con el fin de que se anularan todos los
procesos fraudulentos, sobre todo ante la reticencia de la jurisdicción
penal de no considerar a estas maquinaciones de variada índole como
tipificadoras del delito de estafa, o en algunos casos del de
prevaricación, como cuando la colusión proviene del apoderado de
una de las partes.
Pretender que la víctima no pueda pedir en juicio ordinario autónomo,
la nulidad de los diversos y concatenados procesos fraudulentos
preparados para perjudicarla, obligándola a pedir la nulidad en cada
uno de ellos, cuando allí no podrá probar el fraude, ni la colusión,
dentro del lapso fijado en el artículo 607 del Código de Procedimiento
Civil, previsto para las necesidades del procedimiento, y el cual tiene
una limitadaarticulación probatoria de ocho días de despacho, es
entronizar el dolo y premiar a los litigantes de mala fe.
(omiussis…)
La utilización del proceso para fines contrarios a los que le son
propios, es de la naturaleza del hecho ilícito, del fraude a la ley y de la
simulación, y cuando se acude a la demanda para su constatación,
ella no persigue indemnizaciones sino nulidades, tal como acontece
en el fraude a la ley o en la simulación; aunque nada obsta para que la
declaratoria de nulidad conduzca a una indemnización posterior.
Acciones que no buscan indemnizaciones a pesar de que la
pretensión se funda en el hecho ilícito –por ejemplo- no son ajenas al
derecho procesal, tal como ocurre en el procedimiento de tacha de
falsedad instrumental por vía principal, donde lo que se persigue es la
declaración de que un instrumento es falso, sin que medie reparación
pecuniaria alguna. Se trata de la falsedad de la prueba para que rinda
un beneficio procesal en la causa donde se la hace valer.
(omissis…)
Pero cuando el artículo 17 del Código de Procedimiento Civil,
considera el fraude procesal como una categoría propia y particular,
proyectada hacia el proceso, lo separa como forma concreta de figuras
con las cuales se conecta y que son más generales, como el fraude a
la ley y la simulación.
(omissis….)
Cuando el dolo procesal estricto es detectado, por aplicación del
artículo 17 del Código de Procedimiento Civil, el remedio es la nulidad
de los actos dolosos, declaración que puede plantearse en el proceso
donde aquél ocurre, o cuya declaración se logra por la vía de la
invalidación, si fuere el caso, como lo prevén los ordinales 1° y 2° del
artículo 328 eiusdem.
Para desenmascarar y evitar el fraude colusivo, que se caracteriza
porque con las maquinaciones se forman diferentes procesos, hay que
interponer una acción contra todos los colusionados, ya que de pedir
la declaración del fraude en cada proceso por separado, sobre todo si
en cada uno de ellos actúan partes distintas, se haría imposible la
prueba de la colusión, debido a que los hechos (artificios y
maquinaciones) referentes a las partes de los otros procesos, no se
podrían dilucidar en un juicio donde ellos no son partes.
(imissis…)
Las figuras específicas del artículo 17 del Código de Procedimiento
Civil (fraude procesal y colusión), no puede pensarse que hayan sido
diseñadas para su aplicación únicamente a los procesos en marcha.
Se trata de un deber procesal amplio que hay que cumplir, y que
mediante el juicio ordinario puede dar lugar a que se declare: la
inexistencia de los procesos fraudulentos y la anulación de los actos o
causas fingidas, ya que ellos no persiguen dirimir controversias en un
plano de igualdad entre partes. Si el juez detecta de oficio el fraude
puede declararlo, tal como lo hizo esta Sala en fallo de fecha 9 de
marzo de 2000 (expediente N° 00-0126), y antes lo había dispuesto
así la Sala de Casación Civil de la extinta Corte Suprema de Justicia,
en fecha 24 de abril de 1998 (caso Andrés AsdrúbalPáez vs.
Constructora Concapsa C.A.); en consecuencia, no hay razón para
que las partes, víctimas del dolo, no puedan solicitarlo.
(omissis…)
La declaratoria de la nulidad, con su secuela: la pérdida de efecto de
los procesos forjados, viene a ser la medida necesaria tendente a
sancionar la colusión y el fraude procesal, a que se refiere el artículo
17 antes aludido, y que si bien es cierto (la nulidad) no está prevista
expresamente en la ley, es ella el resultado lógico y natural de la
sanción al fraude, contemplada en figuras cuya aplicación analógica
es posible, como la invalidación en proceso el civil, o la revisión en el
penal. Mal puede asentarse, como lo hizo una decisión de la Sala de
Casación Civil de la extinta Corte Suprema de Justicia, de fecha 17 de
marzo de 1999, que el citado artículo 17 sólo prevé el fraude procesal
dentro de un juicio y que sólo dentro de éste (endoprocesalmente)
puede plantearse. Tal razonamiento evade la realidad, pues el fraude
puede ser el resultado de varios juicios, en apariencia independientes,
además de que el artículo 17 eiusdem está colocado dentro de las
Disposiciones Fundamentales del Código de Procedimiento Civil; es
decir, dentro de las normas prevenidas para el proceso en general.
Ahora bien, fuera de la jurisdicción penal, la petición de la declaratoria
de fraude y sus efectos: la anulación de los procesos ideológicamente
forjados, tiene que ser el resultado de una declaratoria jurisdiccional,
que conforme al artículo 338 del Código de Procedimiento Civil, debe
obtenerse en juicio ordinario, ya que dicha norma reza: “Las
controversias que se susciten entre partes en reclamación de algún
derecho, se ventilarán por el procedimiento ordinario, si no tienen
pautado un procedimiento especial”.
(omissis…)
Una acción de nulidad de esta naturaleza está contemplada en los
artículos 1.720 y 1.721 del Código Civil, en materia de transacciones,
sin diferenciar si se trata de la transacción judicial o de la extrajudicial
y, aunque remite a casos puntuales, dicha acción está prevista para
dejar sin efecto la transacción, sin importar que haya tenido lugar
dentro del proceso.
El dolo procesal específico, no solo da lugar en algunos supuestos a
acciones autónomas de nulidad que atacan la cosa juzgada, como las
que fundan las demandas de invalidación, sino también al recurso de
revisión penal que procede contra la sentencia firme, como sucede en
materia penal, si la prueba en que se basó la condena era falsa, o si la
condenatoria fue producto de prevaricación o corrupción de uno o más
jueces que la hayan dictado (ordinales 3° y 5° del artículo 463 del
Código Orgánico Procesal Penal).
Si esas actividades dolosas, tal vez de menor cuantía en relación con
las que ocurren en los urdidos procesos fraudulentos, que consumen
el tiempo procesal y la actividad judicial para fines distintos a los que
persigue el proceso, permiten invalidaciones y revisiones, con mayor
razón es viable la acción autónoma tendiente a anular los procesos
fraudulentos que aún no han llegado a la etapa de sentencia con
autoridad de cosa juzgada.
El derecho procesal contempla juicios ordinarios para que se declare
la falsedad de una prueba, tal como ocurre con la tacha de
falsedadinstrumental por vía principal o el proceso de rectificación de
partidas del estado civil cuando resuelve alteraciones dolosas o
culposas; y siendo ello así, ¿cómo se va a negar una acción específica
para eliminar el fraude procesal, de mucha mayor entidad que la
falsificación de una prueba, en los casos en que es imposible debatirlo
dentro del proceso?
(omisssis…)
El fallo de la Sala de Casación Civil de 17 de marzo de 1999, antes
citado, consideró que la acción autónoma de fraude es contraria al
orden público procesal, porque el juez juzgaría en procesos cuyo
conocimiento no le corresponde. No comparte esta Sala tal
concepción, ya que lo verdaderamente contrario al orden público es
permitir el fraude procesal, como lo declaró esta Sala en su fallo de 9
de marzo de 2000. El razonamiento de la Casación Civil en la decisión
señalada lleva a considerar que la acción no existe porque
expresamente no aparece prevista en la ley, desconociendo que basta
tener interés e invocar un derecho, para accionar.
7.- IMPUGNACIÓN DE LA SENTENCIA
Los medios de impugnación son mecanismos procesales a través de los cuales
las partes en unproceso pueden pedir la revisión de las resoluciones
judiciales dictadas, pretendiendo sumodificación o anulación.
Su objetivo principal es el de minimizar el error judicial. El derecho a latutela
judicial efectiva comprende la facultad de invocar los medios de impugnación
previstos por laley; eso quiere decir que el legislador no está obligado a establecer
medios de impugnación peroque, una vez establecidos, la denegación injustificada
del acceso a estos instrumentos de tutela vulnera el derecho constitucional.
RECURSOS ORDINARIOS Y EXTRAORDINARIOS:
Los recursos son actos procesales que impugnan una sentencia o una resolución
judicial que, o bien es gravosa para una de las partes o bien no se ajustan a las
normas de procedimiento.
Esa clasificación de los medios de impugnación de sentencias, es
cuestionada y relativa, pues no existe unanimidad de criterio en doctrina, y surgió
a partir del Código de Procedimiento Civil Italiano de 1865.
Para Rocco, la diferencia entre los recursos ordinarios, como la aclaratoria, la
reposición, la queja, y fundamentalmente, la apelación; y extraordinarios, como la
casación, inconstitucionalidad, la inaplicabilidad de la ley, o la revisión, radica en
que los recursos ordinarios se aplican en la generalidad de los casos por errores o
vicios en las sentencias dictadas en primera instancia, salvo en el caso de
sentencias inapelables, mientras que los extraordinarios son excepcionales, y solo
pueden tener cabida en el caso en que la ley los autoriza, y por cuestiones legales
o de derecho.
Para Fairén Guillén, habría que distinguir la existencia o no de la cosa
juzgada. Los ordinarios se aplican cuando aún no existe cosa juzgada, mientras
que los extraordinarios atacan la cosa juzgada. En ese caso, según Hitters, no
podría hablarse de recurso extraordinario con respecto a la casación, donde aún
no hay cosa juzgada.
Correa Selamé, además de admitir que los recursos ordinarios proceden en
la generalidad de los casos, y los extraordinarios solo en cuestiones específicas
que la ley admite, señala que los recursos ordinarios son en interés de las partes y
menos formales, mientras que los extraordinarios requieren solemnidades que de
no cumplirse resultan inadmisibles, y atienden a razones de interés general.
Además los ordinarios abren una nueva instancia procesal, lo que no sucede con
los extraordinarios.
En el sistema Venezolano los recursos se caracterizan, en primer término,
por la tendencia al efecto suspensivo de la ejecución del fallo definitivo
recurrido.En el derecho comparado es frecuente observar como característica
distintiva entre los recursos ordinarios y los extraordinarios, que la interposición de
los segundos no detiene la ejecución del fallo, salvo en determinados supuestos y,
generalmente, previa caución para responder por los daños causados por el
retardo. En el derecho positivo Venezolano la apelación de la sentencia
definitiva tiene efecto suspensivo sobre el curso del proceso, en tanto que la
apelación de las interlocutorias se oirá en un solo efecto, salvo disposición
especial de la ley;pero no sólo la interposición de la apelación tendrá aquel efecto,
sino que en general los recursos impiden la ejecución del fallo definitivo. Así, la
casación tiene efecto suspensivo sobre el proceso, e incluso, el pronunciamiento
de un fallo favorable que es recurrido en casación, no constituye título para que se
acuerden medidas preventivas.
La oposición de terceros también suspende el curso del procedimiento de
embargo, mientras no sea decidida en primera instancia.Interpuesta durante la
ejecución del fallo, puede el tercero interviniente, ante la decisión adversa, intentar
juicio de tercería, que impedirá la ejecución si aparece fundada en instrumento
público fehaciente, o si el tercero da caución.
El recurso de invalidación, que intenta una de las partes contra una
sentencia definitivamente firme, en el sentido del artículo 524 del Código de
Procedimiento Civil, escapa al principio de suspensión de la ejecución de la
sentencia definitiva; y aun en este caso, puede el recurrente detener la
ejecuciónotorgando las mismas garantías establecidas para acordar o suspender
medidas preventivas.
Al margen de las reglas especiales antes citadas, el artículo 524 del Código
de Procedimiento Civil determina un efecto general suspensivo de los recursos en
nuestro proceso civil, al exigir como requisito para su ejecución que la sentencia
haya quedado definitivamente firme, lo cual no se produce mientras no haya
precluido el lapso para recurrir. Por ejemplo, negada la apelación, no queda firme
el fallo hasta tanto no finalice el tiempo establecido para interponer recurso de
hecho, e intentado éste, la decisión no quedará firme hasta que sea declarado sin
lugar por auto que deberá, a su vez, alcanzar definitiva firmeza.Los mayores
poderes del juez para resolver el recurso constituyen otra característica del
sistema. El principio dispositivo determina la necesidad de la actuación recursiva
de parte, pero una vez interpuesto el recurso, puede el juez, dentro de los límites
característicos de cada medio impugnativo, resolver al margen de los alegatos
recursivos de las partes; o sea, se requiere impulso de parte para llevar a
conocimiento del juez la cuestión debatida, pero una vez cumplidas las
formalidades del recurso, no necesariamente está el juez atado a las razones de
las partes.
A diferencia de la tendencia general en el derecho moderno, la apelación en
el proceso civil venezolano no necesita ser fundamentada, y la casación del fallo
puede ser declarada de oficio por motivos que interesen al orden público, no
denunciados por el recurrente.
De nuevo escapa al sistema el recurso de invalidación, cuyas
características discordantes han generado dudas sobre la calificación legal de ese
remedio procesal.
RECURSOS ORDINARIOS:
En Venezuela, rige el sistema de la doble instancia, que desde 1945 quedó
limitado al doble grado de la jurisdicción, típico del sistema dispositivo y el de la
personalidad que limita al Juez de alzada a conocer solamente de aquellas
cuestiones que le son sometidas por las partes mediante la apelación y en la
medida del agravio causado por la sentencia del Tribunal de primer grado,
haciendo hincapié en la jurisdicción plena que tienen los jueces de instancia para
decidir sobre las cuestiones de hecho de derechos postuladas por las partes; por
ello la apelación devuelve al Superior el conocimiento pleno de las cuestiones
decididas en primera instancia.
La Apelación, es un recurso que se interpone ante el Juez que conoce en
primer grado del proceso para que el tribunal de segundo grado modifique o
revoque la resolución contra la cual aquél se hace valer. En criterio de ALSINA el
recurso de apelación “es el medio que permite a los litigantes llevar ante el tribunal
de segundo grado una resolución estimada injusta, para que la modifique o
revoque según el caso”. En el titulo VII, Capítulos I, II, y III del Libro Primero del
Código de Procedimiento Civil se regula todo lo pertinente a la apelación, la
adhesión a la apelación, el recurso de hecho, y el auto revocatorio.
El término “recurso” explica los medios concedidos por la ley a las partes
para controlar la actividad del juez y tienen por objeto que una providencia judicial
sea modificada o quede sin efecto, se fundamenta en una aspiración de justicia en
razón de que el principio de la inmutabilidad de la sentencia, fundamento a su vez
de la “cosa juzgada” derivado de la certeza para la estabilidad de las relaciones
jurídicas, cede frente al supuesto que una sentencia formalmente legitima sea
injusta, lo que confiere a las partes la posibilidad de fiscalizar lo decidido.
La palabra “recurso” tiene dos sentidos: uno amplio y otro restringido y
propio, en el amplio, significa el medio que da la ley a las partes o al tercero que
han sido agraviados por una decisión judicial para obtener una modificación, sea
que estas últimas se lleven a cabo por el propio funcionario que dictó la resolución
o por un Tribunal superior; en este sentido, son recursos el de revocación y el de
apelación; en sentido más restringido, el recurso presupone que la revocación o
modificación de la resolución este encomendada a un Tribunal de instancia
superior, nuestro ordenamiento –fiel a la tradición clásica- usa la palabra recurso
en el primer sentido.
Es común la confusión en el foro (por abogados actuantes así como
jueces) entre los recursos con los incidentes en general, así como en el de
nulidad. El verdadero recurso supone una decisión válida pero injusta, mientras
que el incidente de nulidad presupone actuaciones o actos procesales nulos sin
tener en cuenta su justicia intrínseca; así entonces; solamente han de
considerarse como recursos los medios de impugnación que propenden aun
nuevo examen del asunto ya decidido por un organismo judicial de categoría
superior al que ha dictado la resolución impugnada. La utilización de un recurso
por una de las partes, o por ambas si fuere el caso o de un tercero si interviniente
en la litis, produce como efecto inicial impedir que la sentencia produzca sus
efectos normales y si bien es un derecho que se tiene para alzarse contra la
decisión adversa, no se les permite hacerlo en forma arbitraria e infundada, por lo
tanto su regulación, bien sea con lapsos de caducidad, para proponerlos,
legitimación de quien lo utiliza, modos de utilizarlo y por su objeto, tiene por
propósito su adecuada utilización; como contrapartida, la potestad del Juez para
decidir sobre el recurso interpuesto no está sujeta a criterios o convicciones
personales sino que está constreñidos por las reglas ordenadoras que le fijan
cómo se admite, cómo de sustancia y como se decide.
Eso conlleva al examen de los recursos en el Código de Procedimiento
Civil, específicamente para el juicio ordinario, lo que conduce a una clasificación:
a).- Recursos Ordinarios y
b).- Recursos Extraordinarios;
Los primeros son los que se interponen contra las sentencias que no han causado
ejecutoria, los segundos, contra la sentencia que ya causó ejecutoria.
En el primer grupo, los “ordinarios” se ubican en:
El revocatorio por contrario imperio y referido a los actos de mera
sustanciación (Articulo 310);
El de aclaratoria o de ampliación de la sentencia (Articulo 252);
El propuesto para obtener la nulidad del fallo (209); bien sea sin reposición
o de nulidad con reposición (Articulo 211);
El de apelación (Articulo 288);
El recurso de hecho (Articulo 305);
Los recursos de regulación de la jurisdicción (Articulo 62);
El de la competencia (Articulo 68); y dentro de ese mismo grupo, pero con
carácter muy especial,
El de queja (Articulo 830), bien sea por denegación de la apelación o
denegación de justicia.
En el segundo grupo, se ubican:
El recurso de Casación (Articulo 312) y
El especial de invalidación (Articulo 327).
El Artículo 288 del Código de Procedimiento Civil fija la regla ductora en materia
de apelabilidad de las sentencias de mérito, siendo éstas aquéllas que deciden
sobre el fondo de la controversia; así como la apelabilidad de las sentencias
interlocutorias; en el primer caso se provee siempre a las partes agraviada con la
facultad de apelar contra dichas sentencias, salvo que exista disposición especial
en contrario; en el segundo supuesto, solamente en aquellos casos que produzcan
gravamen irreparable (Articulo 289).
Igualmente el Código establece la potestad del órgano jurisdiccional para
decidir sobre la apelación interpuesta, debiendo atenerse a tales reglas para
resolver como se la ordena la ley, con la observación expresa que se hace, que tal
potestad no está sujeta a los criterios y convicción personal del juez, sino con
arreglo a los supuestos de hecho que para cada caso le fija la norma; debe -
empero- admitirse que, tratándose de un juicio de valor, la decisión que adopte el
Juez estará en función del examen de los hechos y naturaleza ínsitos (propio y
connatural a una cosa y como nacido en ella) en la decisión dictada y que ha sido
objeto del recurso permitiéndole así establecer si se trata de un mero auto de
sustanciación, o si es una definitiva formal, o si resuelve en forma definitiva la litis,
o si solamente provee a un pronunciamiento para resolver un asunto incidental
surgido en el recurso del proceso.
La ley (el Código de Procedimiento Civil, o leyes especiales que regulan la
materia) establece, ordena, el modo como el Juez se pronunciará oyendo la
apelación interpuesta: oyendo la apelación interpuesta: si se trata de una
sentencia definitiva, debe oír la apelación libremente (en ambos efectos)
suspendiéndose el curso del proceso hasta tanto la decisión apelada quede
definitivamente firme, bien sea con fundamento a lo que resuelva el Juez de
Alzada de de Casación si fuere el caso (290); no suspendiéndose el proceso que
continúa su curso normal.
Se hace menester puntualizar que, por vía de excepción, se dan supuestos
en donde no existe el principio de la “doble instancia” en el proceso limitándose a
una única jurisdicción; citando ejemplos: en los juicios de invalidación (Artículo 371
del CPC), juicios tramitados contra la Nación, sometidos a la sola instancia de la
Sala Político-Administrativo del Tribunal Supremo de Justicia, cuya decisión no
está sujeta a recurso apelativo alguno (Articulo 1º de la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia) estando sujetos solamente a “recursos de revisión” por la
Sala Constitucional previsto en el Articulo 336 de la Constitución Nacional.
En otros supuesto, aún cuando la interlocutoria pronunciada
incidentalmente (como es el caso de las Cuestiones Previas contempladas en los
ordinales 9º, 10º y 11º del Artículo 346 del CPC) al decidirse en incidente previo
declarándolas con lugar dicha, la apelación que se proponga debe oírse
libremente (Articulo 357). Se dan supuestos en donde la sentencia tiene carácter
de definitiva formal en función de que, sin resolver sobre el mérito de la
controversia impiden la prosecución del litigio o causan un gravamen irreparable
(por la definitiva) y como consecuencia la apelación que se interponga debe oírse
libremente; un ejemplo es: la decisión del Tribunal negando la admisión de la
demanda, apelada como sea esta Resolución, debe oírse libremente (Artículo 341
del CPC) con fundamento a que concurren dos efectos perjudiciales para el actor:
no se le permite la continuación del proceso y se le causa un gravamen imposible
de ser reparado por el fallo definitivo en razón de que este no será nunca dictado,
mientras no exista el proceso.
Cuando hicimos referencia a la apelación oída en ambos efectos
(libremente) o en un solo efecto (devolutivo), debe aclararse que éste consiste en
devolver la apelación al Tribunal de Segundo Grado, sea para revisar, modificar,
confirmar o revocar la sentencia apelada, sustituyéndola –en todo caso- de
manera plena y absoluta; sin embargo, tratándose del efecto “devolutivo” (previsto
en el citado Artículo 289 del CPC), el Legislador lo tolera en aquellas sentencias
interlocutorias que produzcan efectos irreparables, siendo aquí oportuno citar las
opiniones contrapuestas que sobre la materia sostienen Marcano y Borjas.
Sostiene el primero.... "Toda interlocutoria que produzca un gravamen
irreparable contiene indudablemente un perjuicio y todo perjuicio es, sin
discusión, gravoso para una de las partes; esto nos revela la equivalencia de
los términos".
Apunta el segundo.... "Las sentencias interlocutorias en cuanto deciden
cuestiones o puntos incidentales y controvertidos, pueden ejercer decisiva
influencia sobre lo que haya de ser resuelto en la sentencia definitiva y el
daño que causan a las partes, o a una sola, es en muchas oportunidades
irremediable en el curso del proceso, sino se da el recurso de apelación".
Puede observarse, entonces, como ambos tratadistas fincan sus criterios -
aún siendo discrepantes- en la vinculación entre la decisión de carácter
interlocutorio y en la sentencia definitiva, considerando solamente de manera
tangencial los efectos que aquella (la interlocutoria) pueda producir, soslayando
las consecuencias inmediatas generadas por la providencia. Se piensa que
cuando el Tribunal se pronuncia sobre una interlocutoria, está emitiendo un "pre-
juicio", una opinión previa sobre un punto incidental surgido en el desarrollo del
proceso; es este "pre-juicio" el que debe someterse a un examen meticulosos por
el Juez, para determinar si sus efectos y consecuencias gravosas, podrán o no ser
reparados pro la definitiva y, consecuencialmente, determinar la viabilidad de la
apelación interpuesta; ello en razón de que la facultad de apreciar las futuras
consecuencias agraviantes para la parte está en función de la soberana potestad
del Tribunal, salvo aquellos casos concretos donde el Legislador ordena
expresamente la procedibilidad del recurso.
Se cree que el concepto de gravamen irreparable no debe vincularse
solamente con las sentencias definitivas, sino con los efectos inmediatos que
emergen de la providencia interlocutoria cuando sea cumplida; la determinación
sobre la reparabilidad del gravamen es materia reservada al Juez de la causa
estando -igualmente- sujeta a revisión por el Tribunal de Alzada. Se vinculan tales
opiniones al criterio de Henríquez La Roche cuando sostiene que: "No basta que
haya habido algún gravamen para alguna de las partes, es menester que ese
gravamen sea irreparable. Ahora bien, el gravamen puede ser reparado por
la sentencia definitiva de instancia, de un modo directo o porque desdiga de
la providencia preparatoria o de mera sustanciación adoptada; o, de un
modo indirecto, al declarar procedente la pretensión o contra-prestación de
la parte agraviada por la interlocutoria".
Oída la apelación libremente se producen dos efectos: devuelve la
jurisdicción al superior, cesando los poderes del Juez inferior quien pierde su
jurisdicción sobre el juicio impidiéndole revisar su propia decisión o revocarla por
contrario imperio: adquiere carácter de definitiva en ese tribunal; y, el segundo,
conlleva la suspensión del proceso en el tribunal de primer grado impidiendo y
deteniendo la ejecución del fallo hasta tanto no se decida la apelación interpuesta,
pero facultando al Juez inferior a continuar conociendo de aquellas incidencias
tramitadas en cuaderno por separado.
En razón de esa jurisdicción plena y absoluta, el Juez de Alzada está
facultado no solamente para resolver sobre lo decidido en primera instancia, sino
sobre la litis principal o incidental y aún sobre puntos no resueltos por el inferior,
potestades éstas consagradas hoy en el Artículo 209 del Código de Procedimiento
Civil; clarificando con un ejemplo: apelada la sentencia definitiva proponiendo el
apelante una reposición, el Juez de Alzada podrá resolver sobre este pedimento;
de admitirlo, le está vedado decidir sobre el mérito de la litis; de considerarla
improcedente no queda limitado a esa decisión sino que queda facultado para
dirimir la controversia de fondo, como consecuencia de lo antes apuntado: la ape-
lación implica la revisión de la causa toda, con la única limitación a la "reformatio in
peuis" a la que antes se hizo referencia.
PROCEDENCIA, TÉRMINO Y LEGITIMIDAD.
Ya se hiso referencia a que la conducta procesal de las partes en el juicio está
sujeta a los modos y formas previstos por la ley que han de cumplirse
impretermitiblemente, lo que se extiende a la actividad del Juez, lo que aparece
expresamente regulado, por los Artículos 292, 293, 294,295, 296,297 y 298 de la
Ley Adjetiva Procesal Civil.
Conforme a esos parámetros sistematizaremos dicha actividad procesal en
los términos siguientes:
a).- La apelación debe interponerse por ante el tribunal que dictó la
sentencia, mediante diligencia o escrito presentado en ese tribunal, por Secretaría
-sin que sea menester ni la presencia ni la firma del Juez- obteniendo su
autenticidad con la sola firma del secretario.
Basta que en la diligencia, o en el escrito, de ser el caso, se haga mención
expresa de que se está utilizando en recurso contra una decisión plenamente
identificada por el apelante, sin que sea necesario extenderse en motivación o
explanar atinente al porqué de su apelación; eso será materia a dilucidarse por
ante el Juez de Alzada. En la intervención de terceros, esos están provistos de
legitimidad para apelar si han sido agraviados por el fallo, en caso contrario tal
legitimación no existe.
El recurso queda legitimado para quien ha sido vencido total o parcialmente
por el fallo, sin que tal medio pueda ser utilizado por quién fue beneficiado
totalmente, ello conforme a la tesis objetiva incorporada hoy definitivamente en
materia de procedimiento civil ordinario. Los efectos de la apelación interpuesta en
cuanto a la conducta que debe asumir el Juez, variarán si se oye en un solo efecto
o en ambos efectos; en el primer supuesto (efecto devolutivo) y en virtud de que el
juicio prosigue su curso normal se proveerán las copias que indiquen las partes y
las que indique el Tribunal; en la segunda hipótesis, en razón del efecto
suspensivo que afecta el proceso, se remitirán los autos al Juez de Alzada, dentro
del tercer día siguiente al pronunciamiento del Tribunal. Cuando se trata de
apelación postulada contra decisión dictada en procedimiento que se tramite en
cuaderno por separado (como ejemplo: tacha de documentos), se remitirá original
el cuaderno separado al Juez de segundo grado.
Admitida la apelación libremente al suspenderse el procedimiento, no puede
el Juez dictar providencia alguna que en forma directa o indirecta produzca
novación o modificación de lo resuelto, hasta tanto no exista sentencia
definitivamente firme sobre el asunto. Fija la ley un lapso de caducidad para
interponer el recurso, bien sea contra la sentencia de mérito o contra una
interlocutoria, lapso éste de cinco días hábiles computados a partir del día
siguiente al último del lapso previsto para sentenciar, si la decisión se dictó en
término; en el supuesto contrario, el lapso comenzará a correr a partir del día
siguiente a la última notificación realizada a las partes, lapso este que ha de
computarse por días de despacho, no por días continuos.
Dentro de esos mismos parámetros, interpuesta como haya sido la
apelación, nace para el Juez el deber procesal de pronunciarse sobre el recurso
postulado, providencia que ha de dictarse al día siguiente del lapso fijado para
apelar debiendo transcurrir totalmente, evitando así cercenarle el derecho a los
terceros quienes no han sido partes pero pueden estar legitimados para apelar e
igualmente al interviniente adhesivo o a los adherentes anómalos habidos en el
proceso; su falta de pronunciamiento dará lugar y fundamento al recurso de queja,
previsto en el Ordinal 4o del artículo 830 del Código.
Igualmente, es deber procesal del Juez al dictar la resolución que provee a
la apelación examinar y decidir sobre las formalidades inherentes a la actividad de
las partes en ejercicio del recurso, si han sido cumplidas o no y con fundamento a
las reglas generales reguladoras de la materia a que antes se hizo referencia,
debiendo tener en consideración las premisas siguientes:
a).- Que la decisión haya causado agravio, sea total o parcial a la parte
apelante y tratándose de una interlocutoria que dicho agravio sea irreparable por
la sentencia definitiva;
b).- Que haya sido propuesta dentro del lapso legal para hacerlo
(tempestividad); y
c).-Que quien interpone el recurso esté legitimado para hacerlo y haya dado
cumplimiento a los requisitos y exigencias de forma para hacerlo.
Ahora bien, siendo cierto que corresponde al Juez examinar dichos
requisitos y con base a su criterio determinar la procedibilidad o no del recurso o
su admisión libremente o en un solo efecto, no es menos cierto que el Juez de
Alzada también está facultado para reexaminar tales supuestos y pronunciarse de
manera diferente a como lo hizo el inferior: revocar la decisión, negando la
admisión o modificarlo ordenando que la apelación se admita de forma distinta a
como lo resolvió el Juez de primer grado.
RECURSO DE HECHO Y ADHESIÓN A LA APELACIÓN.
En el orden de ideas expresado, conforme al régimen procesal subsidiario,
el recurso de hecho garantiza al apelante su derecho a la defensa frente a la
decisión del Juez a que negando la apelación u oyéndola en un solo efecto; es
decir, está dirigido contra el auto del tribunal contentivo del pronunciamiento sobre
el recurso apelativo interpuesto por la parte; a tenor de lo previsto en el Artículo
305 del Código de Procedimiento Civil, esa facultad del apelante procede
solamente en los casos de que sea negada la apelación, o sea admitida en el
efecto devolutivo, y en el supuesto de que la apelación fuese indebidamente oída
no da derecho a la contra-parte a interponer recurso alguno contra dicha
providencia y será ante el Tribunal de Alzada ante quien se formulen los alegatos
pertinentes a esa admisión de la apelación en forma indebida para que sea éste
quien se pronuncie, como punto previo, sobre la procedibilidad o no de tal
apelación; como ejemplo, cuando la ley no conceda recurso alguno contra una
providencia del Tribunal, en el Auto para mejor proveer previsto en el Artículo 401
del Código comentado.
Dados los supuestos de viabilidad del recurso de hecho, quién se hubiese
visto afectado por la decisión, debe acudir dentro de los cinco días (hábiles)
siguientes ante el Tribunal de Alzada, más el término de la distancia si fuere el
caso, requiriendo que se oiga la apelación denegada o que se le admita
libremente acompañando a tal efecto las copias de las actas del expediente así
como las que indique el Juez si lo estima conveniente e igualmente las que
indique la contra-parte para mejor ilustración del Tribunal de Alzada; la
presentación del escrito contentivo del recurso de hecho sin las copias
conducentes, no será óbice para su admisión, correspondiendo al Tribunal de
segundo grado fijar un plazo para que tales recaudos sean presentados por el
interesado; de no hacerlo, deberá resolver teniendo el recurso de hecho como
improcedente (Artículo 306).
El recurso de revisión a que se hace referencia será decidido dentro de los
cinco días siguientes a la fecha cuando se presentó el escrito del recurrente, o a
partir del día siguiente al vencimiento del lapso fijado por el Tribunal para
presentar las copias sino fueron presentadas con el escrito contentivo del recurso
(Artículo 307). Los efectos del recurso que se comentan, se pueden calificar en:
a).- De tipo sancionatorio (Artículo 308) consistente en la multa, no menor
de quinientos ni mayor de dos mil, al Juez remiso en otorgar las copias que se le
soliciten o que en forma injustificada hubiese retardado su expedición, quedando a
salvo del derecho de queja por negación de la apelación a que antes se hizo
referencia; y
b).- El otro efecto tiene carácter procesal: las providencias dictadas por el
Juez de la causa, en ejecución de una decisión apelada y negada por ese Tribunal
o que fue oída en un solo efecto, quedarán anuladas en el caso de que el Tribunal
de Alzada ordenase que se oiga la apelación libremente (Artículo 309).
La adhesión a la apelación no es más que un recurso secundario o
accesorio; diferente al recurso de hecho que, como antes se anotó, es subsidiario
de la providencia del juez sobre la procedibilidad de la apelación en su efecto libre
o en el devolutivo; a tenor del Artículo 299 del Código de Procedimiento Civil, la
legitimidad para adherirse a la apelación corresponde a la parte que no hubiese
hecho a su vez uso del recurso de apelación principal, dado que no tiene sentido
lógico ni procesal apelar de una decisión que nos es parcialmente desfavorable y
al mismo tiempo adherirnos a la principal propuesta por la contra-parte.
El texto procesal comentado, en sus Artículos 300,301, 302,303 y 304,
ordenan las reglas atinentes al objeto de la adhesión, permitiendo al apelante-
adherente proponer la revisión por alzada de la misma cuestión objeto de la
apelación principal, o una diferente y aún opuesta a aquella: como ejemplos,
cuando el Tribunal dicta una sentencia repositorio y ambas partes están en
desacuerdo con ello, coincidiendo el apelante principal y al adherente en el objeto
del recurso; o cuando el objeto es diverso, si el apelante principal se alza contra la
sentencia en razón de que la demanda fue desestimada, pero desechando una
excepción perentoria (falta de cualidad), el adherente a quien se le dio la razón se
adhiere a la apelación para que el Tribunal de Alzada modifique lo decidido sobre
la falta de cualidad; o puede ser diverso, cuando se trata de una condenatoria par-
cial en razón de que el actor demandante agraviado apela por vía principal
estimando que la condenatoria debió ser total; y, por su parte, el demandado
condenado parcialmente se adhiere a la apelación porque considera que la
decisión debió ser desestimatoria de la pretensión del demandante (Artículo 300).
La oportunidad para adherirse a la apelación (Artículo 301) debe formularse
ante el Tribunal de Alzada desde el día en que éste reciba el expediente, hasta el
acto de Informes. Su formalización (Artículo 302) exige al apelante-adherente que
en su escrito o diligencia exprese con toda precisión las cuestiones que tengan por
objeto su adhesión, en caso contrario se le tendrá por no interpuesta.
Por virtud de lo establecido en el Artículo 303, el efecto devolutivo de la
adhesión faculta al Juez a conocer y resolver sobre todos los puntos objeto de la
apelación propuesta por vía principal y la apelación por vía adherente; sin
embargo, para el adherente, la previsión del Artículo 304 marca con precisión el
carácter de accesoriedad de este recurso, ya que está sujeto a la conducta del
apelante principal: si éste desiste de su apelación, la adhesión a la apelación
queda sin efecto alguno, corre la misma suerte de la conducta del apelante
renunciante, aún cuando la adhesión hubiese versado sobre puntos diferentes o
contrapuestos al objeto de la apelación principal.
Tiene su fundamento este recurso accesorio en la utilidad que representa
para la parte vencida parcialmente, y que de ser ratificada la decisión principal por
el Juez de Alzada, declarando estimatoriamente la demanda, o modificándola
considerando que el vencimiento del demandado es total y no parcial, el adherente
no correrá con las costas del recurso dado que no lo utilizó por vía principal, sino
por vía accesoria; pero, como contrapartida, la renuncia o desistimiento de la
apelación de la parte a la cual se adhirió el no-apelante, afectará directamente al
no apelante-adherido quien verá así desistido o renunciado su recurso.
El Código vigente ubica bajo el mismo epígrafe el recurso de hecho y al
revocatorio, siendo conveniente formular una diferencia: los recursos son medios
de impugnación, bien sean ordinarios o extraordinarios diferenciándose por el
objeto y el Tribunal que conoce de los mismos; presuponen siempre un perjuicio y
es por ello que se busca con la impugnación su reparación; pero en ciertos casos
ese perjuicio es consecuencia de errores cometidos por el Tribunal y que está
facultado para corregirlas; a estas anomalías las califica la doctrina como
"remedios"; mientras que los otros, no obstante ser correctos por su forma, el
recurrente se considera agraviado y busca reparación ante un Tribunal de Alzada.
Los Artículos 310 y 311 del Código establecen las reglas pertinentes a la
revocatoria por contrario imperio, la forma y oportunidad de solicitarla; los autos de
sustanciación o de mero trámite, inherentes a la dinámica misma del proceso,
están sujetos a revocatoria, bien sea a pedimento de parte o ex oficio por el
Tribunal, mientras no se hubiese dictado sentencia definitiva; la decisión del Juez
negando la viabilidad de la revocatoria o reforma no está sujeta a apelación, pero
si la declarase procedente dicha providencia estará sujeta a apelación en el sólo
efecto devolutivo; estos autos de mero trámite se caracterizan, conforme al criterio
de Rengel Romberg 135 por pertenecer al impulso procesal... "no contienen
decisión de algún punto, ni de procedimiento ni de fondo, son ejecución de
proceso, y por no producir gravamen alguno a las partes, son inapelables y
esencialmente revocables por el Juez de oficio o a instancia de parte"
contenida en esa facultad de dirigir el proceso y de impulsarla (Artículo 14 del
Código de Procedimiento Civil) está la potestad de revocar o modificar un auto de
sustanciación o una providencia de mero trámite, aún sin pedimento de parte; citar
ejemplos sería imposible por la variedad de situaciones que pueden presentarse
en la dinámica del proceso: la decisión que se dicte afirmativa o negativamente
sobre la impugnación de Honorarios Profesionales del Abogado, dada la apelación
del afectado, puede el Tribunal incurrir en error oyendo dicho recurso en el efecto
devolutivo (un sólo efecto), siendo lo legal admitirla libremente, estando facultado
para revocarlo por contrario imperio -bien sea por propia constatación del Tribunal
o a instancia de parte-, con fundamento al error de sustanciación incurrido en la
providencia referida a la admisión de la apelación.
Para adicionar con otro ejemplo: se considera que los Tribunales están
facultados para revocar por contrario imperio aquellas providencias referidas al
emplazamiento del demandado donde no le concedió término de la distancia o se
le limitó a un lapso menor al fijado por la ley, ejerciendo así la potestad de
revocarlo o modificarlo adecuándole y corrigiendo el error subsanado con ello, en
la sustanciación del proceso, dicha irregularidad de carácter estrictamente
material.
Al comentar el recurso interpuesto y que ha sido oído en un sólo efecto, no
fija el Código vigente lapso alguno para que las partes indiquen las copias
necesarias que complementan la decisión del Tribunal, como sí lo establecía el
Código derogado (Artículo 57), sosteniéndose hoy la tesis, aplicando el Artículo
172 del Código vigente, que las expensas necesarias sean sufragadas por la parte
no apelante a reserva de hacerlas efectivas en el trámite ejecutorio del fallo
(costas del juicio), norma ésta que tiene relativa importancia práctica en función de
la gratuidad de la Justicia contemplada en la Constitución Nacional.
Finalmente, se puede recalcar que dictada la decisión interlocutoria,
interpuesta apelación en su contra y oída la apelación en un sólo efecto, si en el
proceso se produce la perención de la instancia, por consecuencia de que tal
decisión afecta el proceso todo, esa decisión perentoria extinguiendo el proceso,
necesariamente afecta la interlocutoria apelada, dejando sin efecto alguno la
providencia así como el recurso contra ella interpuesto.
DEL PROCEDIMIENTO EN SEGUNDA INSTANCIA
Los Grados de Instancia:
Como antes se explicó, en el sistema procesal venezolano (en el juicio ordinario)
está sujeto a la regla de la doble jurisdicción: es decir, lo que comúnmente
conocemos como la doble instancia; regla ésta de inexorable aplicación, salvo
aquellos casos que por vía de excepción la ley fija una única instancia, a los que
anteriormente se hizo referencia. Ubicando en el desenvolvimiento del
procedimiento referido, atendiendo a la cuantía del juicio, en la estructura vertical
del proceso los Tribunales de Municipio ocupan el primer peldaño de esa escalera
estructuralmente organizada en dicha forma; serían Tribunales de Primera
Instancia para la tramitación en grado de los procesos que por su cuantía, o
disposición expresa de la ley (como caso: los procedimientos regulados por la ley
especial en materia inquilinaria), o, para utilizar una terminología más técnica,
sería Tribunales de Primer Grado a los que se les atribuye la jurisdicción y la
competencia conforme a las reglas que sobre la materia fija el texto procesal civil
(por la Cuantía, por la Materia y por el Territorio), así como las reglas que
modifican la estructura tripartita en el instrumento legal citado.
Esos Tribunales de Primer Grado, actuando como la primera instancia,
están sometidos, en lo relativo al procedimiento ordinario, a las mismas reglas que
lo regulan en el Tribunal que también en primer grado facultades otorgadas por la
ley al Juez para la dirección y sustanciación del conoce del juicio, pero en función
de una cuantía superior (aquella hasta cinco mil bolívares, ésta cuanto exceda de
dicha suma). Su grado de jurisdicción y competencia es idéntico al del Tribunal
que por la cuantía conoce inicialmente del proceso y lo desenvuelve conforme a
dichas reglas; vale aquí repetir la reflexión hecha anteriormente: la jurisdicción civil
corresponde a los jueces ordinarios, salvo disposición especial en contrario
(Artículo Io del Código de Procedimiento Civil); así como la previsión que
igualmente fija el legislador cuando establece la aplicación del procedimiento
ordinario a toda controversia que se suscite entre partes en razón de la
reclamación de algún derecho, y a menos que se paute para ello un procedimiento
especial (Artículo 338 del citado texto procesal).
En dicho orden de ideas, los grados de instancia están vinculados con esa
estructura vertical del proceso: será de Primer Grado, un Tribunal de Municipio
que por la cuantía, materia y territorio tenga atribuida la jurisdicción y su decisión
estará sujeta a revisión por un Tribunal de Segundo grado; el proceso y la
sentencia que correspondan por la cuantía, territorio y materia a un Tribunal de
Primera Instancia, le transforma este en Tribunal de Primer Grado y su decisión
estará sujeta a revisión por el de Alzada, que en este caso será de Segundo
Grado.
Hoy, el Procedimiento Civil vigente, pauta solamente dos instancias: la de
primer y la de segundo grado, quedando así eliminada la tercera instancia, y la
decisión dictada por el Tribunal de Primer Grado, en todo caso, está sujeta a la
revisión del Tribunal de Segundo Grado adquiriendo éste la plena jurisdicción
sobre el proceso como un todo, aún sobre aquellos puntos que constate el Juez
sea necesario resolver sin que hubiese denuncia de la parte apelante; en ese
sentido la opinión de Henríquez La Roche parécenos convincente sobre el
punto..."el efecto devolutivo del recurso se extiende a toda la causa, y por lo tanto
el Juez tiene el deber de examinar todo lo alegado y probado en la primera
instancia, en la medida que tales alegaciones y elementos de prueba sean
pertinentes a la litis..."136. Ratificando nuestro comentario sobre el Artículo 209
del texto procesal, el Juez constatará si se han cumplido los requisitos formales de
la sentencia (Artículos 243 y 244) y de no ser así, entrará a decidir sobre el mérito
de la controversia.
FACULTADES DEL JUEZ DE SEGUNDA INSTANCIA.
Adicional al examen sobre el debido cumplimiento de las formalidades
atinentes a la sentencia apelada, el Tribunal de Segundo Grado debe previamente
examinar la viabilidad de la decisión apelada: si se apeló tempestivamente, si la
decisión objeto del recurso está sujeta o no a apelación, si el apelante o los
apelantes están legitimados para hacerlo, puesto que ello constituye un orden
lógico para entrar a decidir sobre el objeto mismo de la apelación: como caso, la
parte demandante obtuvo sentencia estimatoria reconociéndole totalmente el
fundamento de su pretensión y sin embargo hace uso del recurso aludido, en este
caso su falta de interés impide que el Tribunal de Alzada admita dicho recurso; o,
en otro supuesto: la decisión interlocutoria dictada declarándose con lugar o sin
lugar, una de las cuestiones previas previstas en los Ordinales 2, 3,4, 5,6,7 y 8 del
Artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, no están sujetas a apelación por
mandato del Artículo 357 euisdem: y si el Juez de primer grado oyó indebidamente
la apelación propuesta, el de alzada debe pronunciarse previamente declarándola
inadmisible.
Recibido como sea el expediente (o las copias, si fuere el caso), el
Secretario pondrá constancia de dicha fecha, el número de folios o piezas y dará
cuenta el Juez (Artículo 516); dentro de tales facultades, el Tribunal de Alzada
debe pronunciarse sobre las pruebas admisibles en esta instancia: instrumentos
públicos, posiciones y juramento decisorio, siendo procedentes los primeros hasta
el acto de Informes, salvo que se trate de documentos públicos fundantes de la
acción, y posiciones y juramento igualmente hasta Informes, pero debiéndose
solicitar dentro de los cinco días hábiles siguientes a la recepción de los autos por
el Superior (Artículo 520).
Cabe decir, ésta limitación queda minimizada por la facultad que tiene el
Tribunal de Alzada de dictar auto para mejor proveer conforme a los parámetros
fijados por el Artículo 514 del texto procesal, aplicable igualmente al Tribunal de
Primer Grado.
Contenida en las facultades que corresponden al Juez de Alzada, conforme
a lo antes explicado, estaría la conducta del Juez de Primer Grado cuando oye la
apelación libremente y no en el efecto devolutivo, como se lo ordenan
expresamente los Artículos 289 y 291 del Código, o cuando disposición legal
expresa ordena que en caso de apelación, se oiga en un solo efecto, a los fines de
que se ejecute de inmediato la decisión, como acaece en la oposición al embargo
por parte de un tercero, a tenor de lo preceptuado en el Artículo 546 del Código:
en este supuesto la decisión dictada por el Tribunal de la causa admitiendo o
negando la oposición, si fuese apelada por el afectado, dicha apelación ha de ser
oída en el efecto devolutivo, precediéndose a ejecutar la sentencia haciéndole
entrega de la cosa al tercero-opositor de haber sido declarada estimatoriamente;
en el caso de que el Tribunal oiga la apelación libremente se le estaría cercenando
el derecho que tiene el opositor a que se le devuelva la cosa embargada en
función de que hay una presunción grave que legitima su recurso, como es la
sentencia estimatoria del mismo; no le es dable a ese tercero-opositor (victorioso
en la incidencia) recurrir de hecho ante el superior sino formular ante éste sus
alegatos sobre la ilegalidad de la providencia.
Frente a la práctica común de los Tribunales de no ejecutar la sentencia
estimatoria en el incidente, absteniéndose de hacer entrega del bien objeto del
embargo y subsecuente oposición, surge la interrogante de si el Tribunal Superior
podría ejecutar el fallo con fundamento a la tesis de que es un Tribunal de
Instancia con jurisdicción absoluta sobre el proceso o si queda limitado a revocar
la decisión ordenándole al Juez inferior que ejecute la sentencia y oiga la
apelación en un solo efecto. Es criterio personal que la primera solución está
totalmente divorciada de la interpretación del Artículo 523 de nuestra Ley Adjetiva
Civil que fija en forma clara la competencia que tienen los jueces que hayan
conocido en primera instancia del proceso para la ejecución de las sentencias o de
cualquier otro acto que tenga fuerza de tal, estimando que la vía procesal
adecuada será la revocatoria de la providencia sobre la forma de admitir la
apelación y la orden de que se ejecute la decisión del Juez inferior a favor del
tercer opositor.
Antes se hizo referencia a los requisitos de fondo y forma que deben
cumplirse en la elaboración de la sentencia los cuales deben cumplirse
insoslayablemente por el Juez de Alzada cuando se trate de sentencias definitivas
variando con las interlocutorias no sujetas a dicha previsión. Por ello es pertinente
puntualizar, dentro de las facultades conferidas a los jueces de segundo grado,
recalcar las modificaciones introducidas en el Código vigente en sus Artículos
209,244 y 246, corrigiéndose con ello la práctica viciosa de las reposiciones
inútiles e intranscendentes de muchos jueces. Sobre ese punto es prolífica,
pacífica y reiterada la interpretación judicial de nuestro Máximo Tribunal (en su
Sala Constitucional, Político-Administrativa, Civil y Social) denunciando la violación
de los Artículos 209, 243 y 244 del texto procesal y fijando un criterio de
interpretación uniforme por el sentido de tales disposiciones.
En decisión dictada por la Sala Constitucional (13 de Junio del 2002) se
estableció "que si el superior declara nula la sentencia apelada debe pronunciarse
sobre el fondo de la controversia y al no hacerlo vulneró el Artículo 209 del Código
de Procedimiento Civil y los Artículos 49 y 26 de la Constitución Nacional".
Sustentando idéntico criterio, al resolver sobre la motivación del fallo por el
superior decidió: "que dicha motivación debe ser realizada por el Juez de Alzada
mediante la transcripción de los motivos expuestos por el a-quo a fin de que las
partes conozcan el proceso lógico realizado por el Juez y a su vez, la sentencia se
baste así misma". Sustentando idéntico criterio sobre la obligatoriedad del Juez de
Alzada de aplicar el Artículo 209 frente a vicios constatados y regulados por el
Artículo 244, la Sala de Casación Civil sentenció: "se determina que si el Tribunal
de Alzada al conocer de la apelación de un fallo encuentra y determina que existe
algún vicio de los indicados en el Artículo 244 de nuestra Ley Adjetiva Civil (es
decir, que la sentencia apelada no contenga las determinaciones (sic) indicadas
en el Artículo 243, o por absolución de instancia o bien por ser un fallo
contradictorio, condicional o contenga ultra-petita), deberá esta instancia resolver
el fondo del asunto sin poder dictar la reposición de la causa, en tanto y cuanto
puede conforme a la apelación decidir el juicio, corrigiendo así los vicios o
defectos señalados por el Artículo 244 ya citado".
Procedimientos: Admisión; Informes; Sentencia
Si se hace un recorrido en la etapa ulterior al pronunciamiento del Tribunal de la
causa, dictada como haya sido su decisión dentro del plazo legal para hacerlo
(sea el ordinario o del definimiento) las partes se encuentran a derecho siendo
innecesaria notificación alguna y el lapso para hacer valer cualquier recurso queda
abierto ope-legis, bien sea contra una sentencia definitiva o interlocutoria.
Utilizado como sea dicho recurso -por la parte legitimada para ello-, el Juez
de Primera Instancia deberá providenciarlo en el día siguiente al del vencimiento
del lapso (de caducidad) fijado para ejercerlo; vencido como sea dicho plazo sin
hacerse uso del recurso de impugnación contra el fallo proferido -bien sea por una
de las partes originalmente vinculadas en el juicio o sea por un tercero legitimado-,
el proceso pasa ipso facto a la fase de ejecución.
Si se examina la conducta procesal primaria: apelada como sea la decisión
en forma tempestiva y por quien está legitimado para hacerlo, en su providencia el
Tribunal tiene la carga procesal de decidir como oirá la apelación, sea libremente
(en ambos efectos) en un solo efecto (devolutivo); en el primer caso está
constreñido a remitir el expediente original dentro del tercer día al Tribunal de
Alzada y si este residiere en lugar diferente, por correo con cargo al apelante del
importe postal, quedando la otra parte facultada para sufragarlo a reserva de que
se le reembolse dicho gasto (Artículo 294); en el segundo supuesto, se remitirán
las copias conducentes que las partes indiquen y las que indique el Tribunal; en el
caso de que el asunto se esté tramitando en cuaderno por separado se remitirá
este original al Juez de segundo grado (Artículo 295).-
Admisión:
Si se interpreta el Artículo 516 del Código, la admisión -de los autos, del
expediente o del cuaderno separado- no es más que la recepción material por
Secretaría en el Tribunal de Alzada, determinando con toda precisión número de
folios y las piezas que integran el expediente; aún teniéndose como un acto
simplemente formal, nuestro Máximo Tribunal en sentencia proferida el 29-4-94
estableció que el recibo del expediente debe hacerse mediante auto suscrito por el
Juez y secretario ya que sería la única forma cierta y segura que las partes tienen
para saber la exactitud de las actuaciones y ejercer los recursos que estimen
convenientes. Se abandonó así el criterio que venía sustentándose desde la
sentencia de fecha 24 de Junio de 1992 que consideraba como suficiente la
simple constancia estampada en el Libro Diario del Tribunal.
Fundamentándose en ese criterio, se estima que el punto de partida del
procedimiento en la segunda instancia es la fecha del referido Auto y a partir del
día siguiente de su publicación en el expediente se iniciarán los lapsos pertinentes
en esta instancia: solicitud de constitución del Tribunal con Asociados (Artículo
118), promoción de pruebas (posiciones y juramento decisorio, Artículo 519) y acto
de Informes, veinte días para las definitivas y quince para las interlocutorias, así
como el de ocho días para presentar observaciones y vencido como sea este, el
lapso para dictar sentencia.-
INFORMES:
Los Artículos 517 y 519 regulan todo lo pertinente a la presentación de Informes
en esta instancia y las observaciones, si hubiere lugar a ello a tenor de las
disposiciones citadas anteriormente, quedando diferido en el supuesto de que se
hubiese solicitado constitución del Tribunal con Asociados para decidir sobre la
sentencia definitiva apelada en razón de que las interlocutorias no quedan
incluidas en este trámite; en este caso, el lapso para presentar Informes serán los
mismos veinte días a partir del día siguiente a aquél cuando quede formalmente
constituido el Tribunal colegiado implicando que ha de cumplirse con todos los
trámites exigidos por el Artículo 118 y la omisión de cualquiera de ellas dará lugar
a que el proceso continúe su curso normal (como ejemplos: la falta de consigna-
ción de los estipendios de los Asociados dentro de los cinco días siguientes a su
elección: Artículo 123 del Código).
La forma para computar el lapso para Informes en caso de que solicitada la
constitución con Asociados se incumpliese con alguna formalidad, ha dado
motivos a interpretaciones doctrinales contradictorias: para alguna corriente, el
lapso de diferimiento -en ese supuesto- no puede incluirse; para otros debe
incluirse por lo que el fijado para Informes se contabilizará a partir del día siguiente
al del día cuando se omitió o incumplió una formalidad.
Por lo antes expuesto, se inclina por la primera tesis; en efecto, si la parte
quien ha solicitado Tribunal con Asociados no impulsa el trámite para su formal
constitución (como ejemplo: si se le declara desierto (Artículo 120; o si no
consigna el solicitante los estipendios de los Asociados Artículo 123), su
negligencia o marasmo procesal no puede premiársele extendiendo el lapso para
Informes con inclusión de los días que estuvo diferido el proceso; la nulidad de
cualquier acto posterior, invocada por el solicitante, no podría admitirse por
prohibición expresa del Artículo 214 del Código.
Difiere esa situación de aquella cuando habiéndose constituido formalmente
el Tribunal Colegiado renuncia uno de los asociados y pasa al expediente, por
inhibición del Juez que originalmente conocía del proceso, a otro Tribunal; este
último deberá proseguir con el trámite de sustitución del asociado renunciante y
luego proceder al acto de Informes constituido el Tribunal con Asociados; en ese
sentido se pronunció la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en
sentencia del 24-4-2000 y donde fundamentalmente resolvió: "Cuando el Tribunal
con Asociados ha quedado formalmente constituido si posteriormente por la re-
nuncia de uno de ellos y de la inhibición del Juez titular, el expediente pasa a otro
Tribunal, el Juez no podrá dictar sentencia sin los Asociados". La presentación de
"observaciones" a los Informes de las partes se fundamentan en la existencia de
un precedente procesal, conforme a la interpretación gramatical que ha de dársele
al Artículo 519: presentados Informes por ambas partes, cada una tendrá derecho
a formular las pertinentes observaciones siendo por lo tanto una facultad coetánea
y conjugada; la presentación de Informes de una sola de las partes no permite a
su contra-parte -quien no lo hizo- formular observaciones de las consignadas por
su adversario; así mismo, no presentado Informes por ninguna de las partes no se
abre lapso alguno para observaciones.
Sentencia:
Acudiendo a lo previsto en el Artículo 521 del Código, presentados los Informes (o
cumplido como sea el lapso para dar cumplimiento a lo ordenado por el Tribunal
en el auto para mejor proveer establecido en el Artículo 514) el Tribunal tiene un
lapso ordinario de sesenta días para dictar sentencia así fuese la definitiva y
treinta si se trata de una interlocutoria, puntualizando que esos lapsos comenzarán
a correr a partir del día siguiente del acto de Informes, incluyéndose dentro de
estos lapsos el fijado para observaciones; estas no pueden considerarse como
parte de los Informes, se trata de actos diferentes con tratamiento procesal
separado que se caracteriza por su conjugación y continuidad: se hace depender
el derecho de formular observaciones a las dos partes si hubieren informado, sin
que tal potestad exista para quien si haber consignado Informes pretenda postular
observaciones a los de contra-parte.
En el examen de las premisas conceptuales referentes a la naturaleza y
efectos de la decisión de la segunda instancia, ya se hizo mención a que en
nuestro sistema el Juez de Alzada adquiere la jurisdicción plena de la causa por la
vía del recurso de impugnación que se hizo valer: no se debe considerar como
una simple facultad revisora de la sentencia apelada sino una potestad conferida
por el proceso como un todo con facultades sobre puntos no denunciados por las
partes y que, por estar vinculados al orden público exigen la reposición "ex oficio"
o la nulidad constatada en el fallo que igualmente será declarada oficiosamente.
Si se concatena la continuidad orgánica del proceso se puede afirmar que durante
el lapso de cinco días que se concede al agraviado en primera instancia para
apelar de la sentencia, esta es un acto jurídico cuya eficacia y efectos depende de
la conducta que asuma la parte a quien el fallo perjudicó, en un estado de
suspensión de sus efectos: al no apelarse cesa la etapa de suspensión y se pasa
inmediatamente a la ejecución en virtud de haber adquirido la decisión carácter de
definitiva y ejecutoria; ese estado de suspensión está sometido a plazo y a
condición: el plazo (lapso) el fijado por la ley (cinco días hábiles), la condición que
no se haga valer el recurso y por ello si tal condición no se cumple, el acto se tiene
como puro y simple desde su fecha de realización, regla esta aplicable a todo acto
jurídico pendiente de una condición suspensiva.
En ese orden de ideas, utilizado el recurso de apelación en forma
tempestiva, el estado de suspensión continúa ya que los efectos del fallo de primer
grado están sujetos a la decisión del Tribunal de Alzada; si este confirma la
sentencia del inferior se produce la homologación del fallo apelado por el acto
(sentencia) del Tribunal Superior. Couture, resume de manera precisa y clara ese
criterio, así: "La sentencia de primera instancia es una voluntad jurídica originaria
que puede valer por sí sola sino se introduce el recurso de apelación; pero
introducido el recurso, es una voluntad jurídica originaria sometida a la
confirmación por el superior.
En consecuencia, solo la voluntad originaria a la que se suma la voluntad
confirmatoria produce la cosa juzgada". Se colige de este criterio que el fallo de
primera instancia al ser confirmado por el superior conjuga dos elementos: la
voluntad originaria y la confirmatoria; de no ser confirmatoria, por fallar uno de los
elementos anotados, el acto no produce efectos de cosa juzgada; en ese sentido,
frente a una decisión confirmatoria de la de primer grado la naturaleza jurídica de
esa decisión, así como sus efectos, se generan a partir de la decisión apelada: sus
efectos son "ex-tunc".
Criterio aparentemente disidente sostiene Henríquez La Roche al decir:
"Esta (la decisión de primer grado) no queda en suspenso, sino que queda
eliminada como sentencia y su puesto será ocupado totalmente por la sentencia
de segunda instancia la cual debe bastarse a sí misma: debe contener todos los
elementos formales del Artículo 243". Proferida como sea el fallo de la segunda
instancia, y de ser ello admisible, queda sujeta a la posibilidad de revisión por vía
del Recurso Extraordinario de Casación, correspondiendo la competencia
conforme al régimen regulador de la materia prevista en la ley especial de la mate-
ria (Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia), también regulado por las
disposiciones especiales del Código de Procedimiento Civil, en sus Artículos 522,
312 y siguientes del referido instrumento legal.
Ordena el Artículo 308 del Código que el anuncio del recurso ha de hacerse
dentro de los diez días de despacho siguientes al vencimiento del lapso fijado para
dictar sentencia, sea el ordinario o de definimiento, que necesariamente deben
transcurrir íntegramente. Si el fallo fue dictado fuera de tales plazos procederá la
notificación de las partes y consumada como sea la última dará inicio al lapso para
anunciar el recurso; vencido como sea este plazo, al día siguiente el Tribunal de
Alzada debe proveer sobre el medio de impugnación utilizado pronunciándose
sobre dicho anuncio, por lo que en seguimiento de lo pautado en el Artículo 522
pueden configurarse las situaciones siguientes:
Primer Supuesto: Anunciado el recurso y admitido por el Juez de Alzada se
remitirá inmediatamente al Tribunal Supremo de Justicia en virtud de que el
anuncio suspende los efectos del fallo de la primera instancia.
Segundo Supuesto: El anuncio se formula intempestivamente, siendo válida
aquí la observación que antes se hizo sobre la apelación por anticipado; por
lo que el expediente se remitirá directamente al tribunal de Primer Grado a
los fines de la ejecución.
Tercer Supuesto: El Tribunal niega la admisión del recurso, aún habiéndose
interpuesto en forma tempestiva, considerándose que no está comprendido
en ninguno de los casos previstos en los Ordinales I°, 2°, 3°; y 4° del
Artículo 312 del Código de Procedimiento Civil.
Frente a esas premisas -negativa de admitir el recurso por intempestivo o
improcedente- deberá esperarse que transcurran cinco días de despacho
desde la fecha del auto denegatorio para devolver el expediente al Juez ejecu-
tor, dándole así oportunidad a la parte anunciante que haga uso del recurso de
hecho contra la negativa del Tribunal de Alzada. A diferencia de lo que acaece
con el recurso de hecho interpuesto contra una negativa de admitirse la
apelación en primera instancia, en la actividad procesal ante el Juez de
segunda instancia dicho recurso se anunciará ante el mismo Tribunal que
denegó el recurso de casación, pero su formalización ha de realizarse ante el
Tribunal Supremo dentro de los cinco días siguientes (más al término de
distancia) a la postulación por ante el Tribunal de Alzada y el fallo del Tribunal
Supremo, negando la admisión del recurso de hecho o admitiéndole habrá de
ser dictado dentro de los cinco días siguientes al recibo de los autos remitidos
por el Juez recurrido.