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Episkenion 3/4 (julio 2015)
Nunca es siempre en teatro
issn 2340–4485
Una apuesta (necesaria) de futuro
José RomeRa Castillo (editor), Creadores jóvenes en el ámbito teatral (20 + 13 = 33), Madrid,
Editorial Verbum, 2014, 363 páginas.
Josep Lluís Sirera
Escribo esta reseña en unos momentos
que se me antojan trascendentales para
el futuro de los estudios universitarios
en España: hace unos meses, en efec-
to, se ha anunciado una nueva reforma
(la enésima) de los planes de estudio de
las universidades; una reforma que va
más allá de operaciones más o menos
cosméticas y pretende implantar un
esquema basado en el 3 + 2. Es decir:
tres años de grado y dos de posgrado.
Al reducir el primero su duración en un
año, se condena al grado a un carácter
aún más generalista del que posee en
la acualidad. Y ya sabemos lo que eso
significa a nivel práctico: desaparición
(o pérdida de importancia) de muchas
materias con el consiguiente debilita-
miento de aquellos departamentos que
las impartían y el freno de las carreras
universitarias de los profesores encar-
gados de ellas. Los que hemos estado
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casi cuarenta años en una universidad pública sabemos, además, que la conformación final del
nuevo plan de estudios no dependerá (por lo menos no ha dependido hasta ahora) tanto de las
necesidades objetivas de los estudiantes o de las líneas de investigación prioritarias sino de las
relaciones de poder y de los pactos que se establecerán entre los barones (léase: los catedráticos
pata negra).
¿Están los estudios teatrales lo suficientemente consolidados dentro de las universidades
españoles como para aspirar a hacerse un hueco medianamente relevante en los nuevos pla-
nes? Mucho me temo que no. Al menos de momento, porque es posible que con instituciones
como la recién creada Academia de las Artes Escénicas, o con asociaciones como la igualmente
reciente Asociación Teatro Siglo xx1 (integrada básicamente por profesores universitarios), las
cosas puedan empezar a cambiar a medio plazo.
Mientras tanto, quiero decir: mientras estos cambios no empiecen a hacerse visibles,
tendremos que agradecer cuantas iniciativas traten de mantener el interés por las nuevas escri-
turas dramáticas en nuestras universidades: proyectos de investigación, jornadas y congresos,
etc. Un buen ejemplo de ello es la labor que desde hace años (desde siempre me atrevería a
decir) promueve el profesor Romera Castillo desde la uned. Desde su activo Centro Internacional
de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías impulsa Seminarios Internacionales (este año
2015 llega a su vigesimoquinta edición) en que se tratan temas monográficos. En las últimas, ade-
más, el teatro actual ha ido cobrando un protagonismo creciente al mismo ritmo en que el nuevo
teatro español interesa en las universidades y centros de estudios allende nuestras fronteras.
En el vigesimotercer simposio (2013), en concreto, se trazó un panorama ciertamente
ambicioso del estado de la escritura teatral por parte de autores jóvenes en la presente década.
Las actas publicadas al año siguiente recogieron un total de veinticinco interesante ponen-
cias sobre el tema. Ponencias, y eso parece no solo importante sino esencial, a cargo tanto
de investigadores de diferentes universidades, no solo españolas, como de dramaturgas y
dramaturgos que plantearon, en primera persona y con sobrado conocimiento de causa, los
retos que se les plantean a los dramaturgos jóvenes en estos años, así como su visión sobre la
práctica escénica.
Como suele suceder en este tipo de simposios, las ponencias las podemos clasificar
—además— en diferentes categorías. En primer lugar se encuentran las que aspiran a trazar
un panorama general e inventariar los recursos con que se cuenta y las realizaciones que se
han conseguido. Es el caso de la ponencia de Jerónimo López Mozo, dedicada a estudiar los
premios de teatro como «semillero de jóvenes autores» y la de María Jesús Orozco Vera en la
que se plantea «el impulso renovador planteado por inJuve y taetRo. Más conocida la labor
del Instituto de la Juventud (y sus celebérrimos premios Bradomín) la de Taetro nacida en tie-
rras andaluzas puede ser calificada de más modesta aunque no de menos significativa.
A caballo entre este enfoque más general y la reflexión personal (sin rehuir la subjetivi-
dad) se encuentran otras dos reflexiones sumamente interesantes: la de la dramaturga Diana
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Reseña bibliográficaEpiskenion 3/4 (julio 2015)
Luque se titula significativamente: «Reflexiones sobre la dramaturgia emergente en España:
visibilidad y supervivencia en el contexto de las crisis actuales (más una nómina de jóvenes
dramaturgos españoles)». Un cuidado ejercicio de análisis y reflexión personal que, eso sí,
se ha podido encontrar en anteriores ocasiones: pienso, sin ir más lejos, en la ejemplar Tesis
Doctoral que presentó hace unos años (en 2005 más exactamente) el dramaturgo Xavier Pu-
chades: Renovación teatral en España entre 1984–1998 desde la escritura dramática: puesta en escena
y recepción crítica.
En esta misma línea hay que situar la ponencia de Lola Blasco, que aúna la faceta de dra-
maturga y profesora universitaria; una ponencia aparentemente modesta en sus pretensiones
pero que sin duda propiciaría, como la anterior, un interesante debate de opiniones. En este
caso, el título de la ponencia rezaba: «Sobre el yo generacional en algunas muestras del teatro
español actual».
A caballo entre este primer grupo de ponencias y el segundo se situaban un par que tra-
taban de ofrecer una panorámica —más o menos ceñida— del teatro actual bien en Asturias
(Rubén Chimeno Fernández: «Asturianos y jóvenes: una generación nada espontánea»), en
Galicia (Ricardo de la Torre Rodríguez: «Sobre la escena gallega actual: algunos cultivadores
y su proyección docente») o en Málaga: «Las dramaturgias de Sergio Rubio, Juan Alberto
Salvatierra y Ery Nízar al calor de la nueva vida escénica malagueña» (Miguel Ángel Jiménez
Aguilar). Ya me hubiese gustado a mí, y supongo que a muchos más, disponer de unas cuan-
tas ponencias más en las que se tratasen aspectos interesantes de las nuevas dramaturgias en
otros territorios peninsulares. La ausencia, empero, no hay que atribuirla al coordinador del
volumen y director del Centro Internacional… antes aludido. La realidad es como es y no en
todas partes las dramaturgias emergentes (o como se quiera calificarlas) gozan de una salud
demasiado boyante. Otra cosa, lo reconozco, es que echo en falta algún trabajo dedicado
—por poner un ejemplo muy cercano— a los nuevos autores valencianos solo representados
por un buen estudio sobre Abel Zamora, del que se responsabiliza el profesor de la Universi-
dad de Roma Tres, Simone Trecca. No entro, por cierto, en el siempre problemático engarce
entre los estudios sobre el teatro peninsular en su conjunto (llamarlo teatro español sería un
poco reduccionista) y el teatro catalán. Una falta de conexión que, con toda sinceridad lo digo,
no beneficia ni a unos ni a otros.
Sirva el estudio acabado de citar para hablar del segundo bloque de ponencias, las dedi-
cadas al estudio de la obra y la trayectoria de dramaturgas y dramaturgos concretos. La lista
es larga porque se trata, sin duda alguna, del núcleo mismo de este interesante volumen. Los
autores estudiados son: Diana I. Luque (estudiada por Itziar Pascual), Lola Blasco (por Gio-
vanna Manola), María Velasco (Giovanna Manola y Eileen. J. Doll.), Mariángeles Rodríguez
Alonso (Rosana Fialdini Zambrano), Antonio Rojano (Manuela Fox), el ya citado Abel Zamo-
ra, Antonio Rincón–Cano (Remedios Sánchez García), Jordi Casanovas y Marta Buchaca (Ana
Prieto Nadal), Albert Tola (Olivia Nieto Yusta), Letizia Russo (Marina Sanfilippo), Antonella
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d’Ascenzi (Sara Boo Tomás) o Paulina Picot (Margarita Alfaro Amieiro). Acercamientos plan-
teados con metodologías muy diversas y desde presupuestos teóricos igualmente variados.
Quizá hubiese sido necesario tratar de homogeneizarlos algo para que se pudiesen establecer
estudios comparativos y transversales entre unos autores y otros, entre unas estéticas y otras.
Ausencia de cohesión, sin embargo, comprensible ya que se está trabajando una materia viva
y, por ende, en continua transformación.
Para concluir, quisiera citar una tercera categoría de intervenciones, heterogénea sin duda,
y formada a su vez por dos pequeños grupos de intervenciones; estudia el primero más co-
rrientes y grupos que autorías individuales. Me refiero a las aportaciones de Arianna Fernán-
dez Grossocordon, «Generación Erasmus: de cómo los jóvenes deciden crear en el extranjero»
y Gemma Pimenta Soto, «SinTeticas: la escena como experimento». Ponencias ambas de gran
interés no solo por lo que de informativo pueden tener sino también porque propician re-
flexiones bien interesantes sobre los mismos procesos creativos. El segundo subgrupo, en fin,
lo forman las intervenciones de dramaturgos sobre su propia práctica: Paco Bezerra («Riesgo,
duda y teatro») y Pablo Iglesias Simón («Ideas y apuntes sobre la escritura dramática a propó-
sito de Justo en medio del paralelo 38»). Tengo que confesar que en mi condición de dramaturgo
hubiese deseado más ponencias de este tipo, quiero decir: escritas en primera persona por los
autores. Las reflexiones que surgen de este tipo de ponencias son siempre de gran interés no
solo para enriquecer los estudios sobre los respectivos autores sino para tender puentes entre
las diferentes escrituras que conviven en un mismo tiempo y en un mismo espacio.
Resumiendo, nos encontramos ante un buen volumen, denso y complejo que permite
imaginarse la densidad y el interés de los coloquios posteriores a cada sesión y que, a su vez,
ayudan a que los más remisos acaben por aceptar que los estudios sobre el teatro del siglo xxi
son cada vez más urgentes e imprescindibles.