LIBROS · empar.edados, mientras que Goethe "con ...

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UNIVERSIDAD DE MEXICO 27 . . LIBROS Gaelhe hacia 1765. GOETHE ALFONSO B U ·C· H R EYE S Leipzig, Mm'kplalz Por Emi.lio URANGA Francfa-rl, Romerberg Gaelhe a las 77 mío.' A LEMANIA vive todavía en la per- piejidad. Pese a su brillante, pro- funda y científica tradición, no sabe, literalmente, qué pasa con sus propios temas, qué rumbos toman las cosas. Más aún: está sorprendida por el trabajo de autores extranjeros. Ignoro si circulan ya por Latinoamérica los li- bros;los. Goethe-Biicher, de Barker Fair- lC'jI y H einrich M eyer, canadense uno y norteamericano el otro, que aquí han pro- ,"ocado un verdadero furor. En todo caso el libro de don Alfonso Reyes 1 hace inú- til su traducción. Estos libros son sínto- mas. A'emania enfila decididamente ha- cia el mundo. Purgada de su nacionalis- mo, celebra festi valmente su ingreso en la comunidád de naciones aliadas que ha- ce apenas diez años le propinaron una golpiza fenomenal. Empieza a sentirse una incomodidad radical frente a libros que sólo dan cuenta de lo que piensan los alemanes sobre temas alemanes, y se sa- luda el punto de vista extranjero en lo que tiene 'de inasilili!able a los propios y loca- les puntos de vista. Alemania se debilita en la libertad con que otros pueblos ela- boran sus propios temas, ante todo su im- prescindible Goethe. Al leer estos libros extranjeros sohre Goethe, se siente como un alivio haber escapado de la férrea' dis- l Traveclaria de Gaelhe, Fondo de Cultu- ra EconÓ,{,iéa. Breviarios. NQ lOO. México, D. F., 1954. 178 pp.' Herder ciplina que fue la cultura alemana. En esta dirección hay que situar e! Goethe- Buch de A!fonso Reyes. "Traer buhos a Atenas". Sí, es necesario decir'o, ha traí- do buhos a Atenas. En Alemania hay que saludar éi. este libro como al c:¡-eador de un nuevo Goethe, como 'al autor que ha dado por fin estVlo a lo que aquí se pug-' na· ,por decir. al11,aneradamente, por los profesores; en las' fatigosas conclusiones destiladas al cabo de tratados de impo- nente artificio metódico. Inscrito' en la' corriente que desde el extranjero' viene a vivi ficar la cultura alemana, ha ocurri- do' a la cita con la melodía que hoy está de moda. Los ale111.anes n.o disponen. de un. Bre- viario tan actual como el que don. Alfon- so Reyrs ha errado para los pueblos de habla cspa1l.o1a. Comparado con el que más circula por estas tierras, e! Gorlhc- fluch de Richard Bpt/z. es indudable que le saca una gran ventaja. El librito de Benz, a pesar de su' brillantes U1a!iclades, atiende en demasía a los prejuicios perso- nales y presta poco oído a Jo que sobre Goethe se dice en el mundo y no sólo en Alemania. Todo lo que como elogio se In escrito sobre este ensayo podría repe- tirse también a propósito de! libro de Al- fonso Reyes: "en la rica literatura sobre Goethe faltaba esto: na rrar 10 más im- portante de la vida de Go.ethe en la for- ma más comprimida, senCIlla, clara y ob- jetiva posible; de modo que el libhto es de' desear que se encuentre en las manos de todo discípulo y amigo de Goethe; y, a la vez tan soberbio en el trazado de la y tan señor ?el lenguaje,. que al especialista que d01llma la materia, procura el placer del buen gusto en .d<;clr lo que sabe, y le ofrece, con arte umco,

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UNIVERSIDAD DE MEXICO 27

.. LIBROS

Gaelhe hacia 1765.

GOETHEALFONSO

B U ·C· HR EYE S

Leipzig, Mm'kplalz

Por Emi.lio URANGA

Francfa-rl, RomerbergGaelhe a las 77 mío.'

ALEMANIA vive todavía en la per­piej idad. Pese a su brillante, pro­funda y científica tradición, nosabe, literalmente, qué pasa con

sus propios temas, qué rumbos toman lascosas. Más aún: está sorprendida por eltrabajo de ~os autores extranjeros. Ignorosi circulan ya por Latinoamérica los li­bros;los. Goethe-Biicher, de Barker Fair­lC'jI y H einrich M eyer, canadense uno ynorteamericano el otro, que aquí han pro­,"ocado un verdadero furor. En todo casoel libro de don Alfonso Reyes 1 hace inú­til su traducción. Estos libros son sínto­mas. A'emania enfila decididamente ha­cia el mundo. Purgada de su nacionalis­mo, celebra festi valmente su ingreso enla comunidád de naciones aliadas que ha­ce apenas diez años le propinaron unagolpiza fenomenal. Empieza a sentirseuna incomodidad radical frente a librosque sólo dan cuenta de lo que piensan losalemanes sobre temas alemanes, y se sa­luda el punto de vista extranjero en lo quetiene 'de inasilili!able a los propios y loca­les puntos de vista. Alemania se debilitaen la libertad con que otros pueblos ela­boran sus propios temas, ante todo su im­prescindible Goethe. Al leer estos librosextranjeros sohre Goethe, se siente comoun alivio haber escapado de la férrea' dis-

l Traveclaria de Gaelhe, Fondo de Cultu­ra EconÓ,{,iéa. Breviarios. NQ lOO. México, D.F., 1954. 178 pp.'

Herder

ciplina que fue la cultura alemana. Enesta dirección hay que situar e! Goethe­Buch de A!fonso Reyes. "Traer buhos aAtenas". Sí, es necesario decir'o, ha traí­do buhos a Atenas. En Alemania hay quesaludar éi. este libro como al c:¡-eador deun nuevo Goethe, como 'al autor que hadado por fin estVlo a lo que aquí se pug-'na· ,por decir. al11,aneradamente, por los

profesores; en las' fatigosas conclusionesdestiladas al cabo de tratados de impo­nente artificio metódico. Inscrito' en la'corriente que desde el extranjero' vienea vivi ficar la cultura alemana, ha ocurri­do' a la cita con la melodía que hoy estáde moda.

Los ale111.anes n.o disponen. de un. Bre­viario tan actual como el que don. Alfon­so Reyrs ha errado para los pueblos dehabla cspa1l.o1a. Comparado con el quemás circula por estas tierras, e! Gorlhc­fluch de Richard Bpt/z. es indudable quele saca una gran ventaja. El librito deBenz, a pesar de su' brillantes U1a!iclades,atiende en demasía a los prejuicios perso­nales y presta poco oído a Jo que sobreGoethe se dice en el mundo y no sóloen Alemania. Todo lo que como elogio seIn escrito sobre este ensayo podría repe­tirse también a propósito de! libro de Al­fonso Reyes: "en la rica literatura sobreGoethe faltaba esto: na rrar 10 más im­portante de la vida de Go.ethe en la for­ma más comprimida, senCIlla, clara y ob­jetiva posible; de modo que el libhto esde' desea r que se encuentre en las manosde todo discípulo y amigo de Goethe; y,a la vez tan soberbio en el trazado de labiogTafí~1 y tan señor ?el lenguaje,. queal especialista que d01llma la materia, ~eprocura el placer del buen gusto en .d<;clrlo que sabe, y le ofrece, con arte umco,

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bre la' necesidad de elaborar un lluevoestilo de biografía que Fairley bautizacomo '!interior" o "interna", contrapues­to a !a "biografía-mosaico" favorita de lospositivistas: La imagen olímpica de Goe­the, nos dice Meyer, ha surgido por ha­ber atendido en demasía a las exteriorida­des de la vida de Goethe y por haber ca­lado escasame'nte en el Goethe "desde den­tro". Pero Ortega extremó las cosas ycasi entendió por biografía desde dentrolo que luego Sartre llamaría elucidacióndel "proyecto fundamental", definiciónde un "caráct~r' inteligible" ,que diríaKant previo a los ."accidentes terrestres",apriorístico, ti'ránico, "un jinete anterior

9 b " 'a la ca a!gad'ura y no, maSI prudente-mente, el esclaredmiento deU "carácterempírico", "sensibk". Tiene razón donAl fonso cuando. apostrofa: "tal vez nosea posible dar cuentas tan estrechas dela conducta humana, ni. menos pedirlas",pues como dijo el mismo Goethe, "lo me­jor es el silenció profundo en que, frenteal mundo, .vivo, crezco y beneficio, y queno me podrán arrancar ni con fuego yespada" (Tagebuch, 13-V-1780). De mo­do que 10 medular de esta e:xistenciahemos de aceptar que no encontró nuncaacceso a la palabra, que se quedó trasdel cerco de silencio. Este silencio es enGoethe la contención necesaria del quesabe escuchar, y 'que por atender a larealidad no quiere, por decirlo así, ni res­pirar, por temor a ahuyentar lo revelado.Muy a tenor de su sabiduría de vegetalque progresa en lo lento, que florece enloinexpresado, y a quien el amago delmundo debió herir profundamente; silen_cio que es también una forma de defensao de desdén frente al mundo. Muchas ve­ces Jo hemos de oír decir: "Mi destino esoculto, y los ho;nbres no podrán ni ver,ni oír nad;:¡ ele é'." De modo que mal se 'aviene su vida a una pesquisa biográficaque quiera ir hasta lo último. No me ima­gino que con Goethe pudiera intentarsela majadería que Sartre se ha permitidofrente a Baudelaire. Y, sin embargo, nohay que conformarse con lo que los bió­grafos positivistas se contentan. En estavida hay indudablemente un "carácter",una estructura de contornos fijos que esposible exponer a la luz y revelar. Fair­ley lo ha intentado con mucho acierto ysu imagen de Goethe como "camaJc.-Jn",tan bellamente recordada por don Alfon­so, está 'alli como mode~o. Y desde luegono es nada casual que en Goethe predo­mine lo íntimo frente a lo externo, y. quesu vida sea' pasible de una interpretacióndesde las entrañas. El temple de ánimoexist~ncialista, de que todos participamos,nos· e'mparenta íntimamente con Werther.La en fermeelad elel subjetivismo; la im­posibilidad de abrirl¡l.Os ai mundo exterior,al ob1eto, de deia~ e ~ier intelectuales"despiazados", artistas ociosos de la me­~ancolía; fué también la die Goethe y elanálisis, en su obra, de esa enfermedadestá tan agudamente ejecutado como el deKierkegaard, o el de Rilke, o el de Kaf­ka. Peto en estos no hav salida del "labe­rinto de la soledad", S;110 heroicidad deempar.edados, mientras que Goethe "con­feGcionó" la solución, dió con la clave dellaberinto y se salvó. La exposici'án por­menorizada de esta salvación constituyeel tema central de la más reciente inves­tigación en torno a Goethe. Alfonso Re­yes lo ha expuesto con lJotable claridad.El joven Goethe representa un~ ,emo.tivi-

tenemos que acumular y probar fatigo­san;¡ente, para dar lentamente a luz álgoapenas pasadero, Goethe no tiene sinoque sacudir levemente el árbol y ver comose desprenden los frutos más hermosos,más en sazón y cabales. Es increíble lafacilidad con que ahora recoge los frutosde una vida bien aplicada y de una culturacertera y sólida, todos sus pasos son ahoraseguros y signi ficativos. . .. En la cum­bre en que hoy se encuentra, más ha depensar en dar expresión a la bella formaen que se 113 acuiíado que no en procu­rarse un nuevo asunto, en una palabra,ahora tiene que vivir dedicado po;: enteroa la práctica literaria". Alfonso Reyestiene un estilo y frente a cualquier otracosa lo que en él vale y cuenta es el estilo;ha alcanzado. esa cumbre en que lo queimporta es, a más de. lo que dice, cómo10 dice. Fairley puede dar una idea direc­triz, Jos acervos documentales aportarmucho material, pero todo esto es escalaen un camino cuva meta es la expresión,y la expresión e~ la forma y sóÍo en laforma que don Al fonso Reyes le procura.Por ello, señalar fuentes, filiar inspira­ciones, rastrear ideas, resultaría "emba­razoso" y "desvirtuaría la intención".

He aquí una bi'ografía de Goethe quehubiera hecho las delicias de "Frau Aja",la "inolvidable madre" de Goethe. Hayque estar familiarizado con lo que re­presenta esta singular mujer para ca¡¡-­brar lo que trato de sugerir. Biografíal~ara una sana y jovial "ama de casa",i qué saludable familiaridad, qué atrevi­das rusticidades! El Goethe de AlfonsoReyes es claro, fresco y vivaz como Jofué ~a madre de Goethe. El librillo trasu­da a pueblo, lo impregna un santo "olorde panadería". Muchas veces he interrum­pido la lectura para saborear durante mi­mitos de íntimo regoci io una nalabra, unnombre, un apodo, un juicio. Cultos y za­fio~;se pueden divertir y a mí me ha re­movido las dos posibilidades de mi modode ser. Sólo las páginas finales, en quese habla sobre Byron, están escritas enotro tono, un torio que tiene mucho deaustero y hasta de sombrío, y que con­fieso me han provocado una sensación deinhospitalidad. Habiéndonos habituado anadar risueñamente, y cuando creíamosque hasta el fin sería todo una fiesta, nosvemos de pronto perdiendo el pie y su­mergidos inopinadamente en atmósferasde~templadoras. Por .detrás de estas evo­caciones d~¡ Goethe anciano hay el sub­raYado de tónicas amargas: so~edad, Jaimpertinencia cotidiana de sentirse visi­tado como "monumento público", desave­nencias familiares, dramas sórdidos denietos y parientes. Pero en las últimaslíneas vuelve a aparecer un rayo d'e luzfesti'val y todo se termina con un tono dealegría. Me he bebido el libro de un solotrago, en una sentada. Amena sin medi­da la glosa del viaj'e a Italia, seguro d'ejuicio, enterado de todo, pasajero sin las­treacadél11ico, ligero, ágil; incréíblemen­te sug-estivo. He aquí un Goethe bien di­gerido, he aquí un Goethe que se tamizay espejea en la clara corriente de vida deotro artista.

Uno de los servicios suplementarios aque se aviene el libro de don Alfonso Re­yes es la liquidación de ciertas ideas deOrtega y Gasset sobre Goethe. No sepuede negar que· 10 que Ortega dijo. ensu ensayo "Goethe desde dentro" ha sido

. fértil. Ll~mó, ante todo, la atención so-

una imagen de Goethe aceptable desde la .primera hasta la última letra". Para sermás preciso : lo que faltaba en la lite­ratura sobre Goethe es - haber dado ci­ma, culminación, por obra del estilo, auna imagen de Goethe que en sus con­tornos' venía bocetándose ya en la obrade lo autores extranjeros que antes hemencionado, pues el libro de Benz acuñauna figura de Goethe que no es la últimasino en todo caso la penúltima. Alfonso~eyes pudo también servirnos en su es­h,lpenda vaji~la un Goethe vetusto, unaimagen hoy irremediablemente superaday arrinconada por su olor a viejo; peropor fortuna no ha sido así, más aún, erade e peral' tal limpieza de actualidad enun hombre tan alerta como Reyes.

Séhiller 'escribía en la famosa carta depresentación a Goethe: "Si hubiera ustednacido griego, o siquiera italiano, y si,desde la CWla se hubiera Ud. visto rodea­do de una naturaleza admirable y tU).

a~t~idealista,_la tarea que se ha il1lpu.esto_le hub}era resu.ltado. mucho más leve yhasta mnecesana. Desde la primera in­tuición de las cosas, les hubiera Ud. im­puesto !a forma de la necesidad, y desdesus pnmeros ensayos, hubiera sentidoC1:ecer en sí mismo e! estilo de! arte ex­celso." El estilo de don Alfonso Reyes lees constitutivo, no tiene que ir a buscar­lo -como aquí sugiere Schiller que hizoGoet~e-, sino ~implemente dejar que lapropIa personalidad hab~e libremente, a"c~orro suelto". Indudablemente que ele~!tlo es, en ~na obra literaria, la expre­slon de lo VIVO; una obra sin estilo .~s

una obra que ha nacido muerta, y esteGoethe-Buch de Alfonso Reyes entrañacQn err:inencia las semillas de lo que vive.El estIlo es la meta de la "experiencialiteraria", una cumbre; es la verdad enliteratura y sólo la verdad es fecunda ca-paz de vivir y hacer vivir. '

En este libro de Alfonso Reyes, Goe­the· nos aparece bañado en una atmósfera'festival, es un regocijo leer las Einzelhei­ten de la v,ida de Goethe en esta bella len­gua. Porque lo notable y lo noble es queGoethe no ha sido traducido sino vividoen español, no ha sido necesario traducir-lo sino' pensarlo directamente en nuestralengua y en una lengua que permite, comoa Goethe la contemplación del Apolo deBelvedere, apreciar las ventajas del már­m~1 sobre el yeso, nuestro lenguaje co­mun, y por tanto la importancia de la ma­teria "en que se incorpora el objeto dearte". Todo, hasta los lugares más co­~unes de la in formación goethiana, haSl~O nuevament~ ~cuñado y recibido, porp;l.n¡el-a vez. qUlzas. en español, carta le­gItima de 'cIUdadanía; lo que corría porahí de boca en boca, mal traducido y p'eor'expresado, ha sido por fin llamado ai or­den, e invitado a revestirse con una for­n;a más digna y presentable. Reyes hadl~ho a Goethe en español como nadiehasta hoy; ir a las habituales traduccio­nes después de gustar estas excelenciasprocura una verdadera tortura. La vidade_ Goethe está festivalmente dramatiza­da ]!JQr la simpatía con. que el autor semete a narrarla y sin que nada havadenoveJesco, como añadido fertilizan'te elzurcido de citas ha sido rescatado d~ suinnoble condición, y enaltecido.

En. una carta que escribía Schiller asu amigo Meyen y juzgando sobre el"Germé-n y Dorotea" decía: "A diferenciadeJo que acoXltece <;on todos nosotros, que

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dad sin dominio racional, un herviderode inspiraciones substraí?? al seliorío ~~

la razón. En alguna ncaslOn se le ocurnoacumular una serie de imágenes de. suvida interior, he aquí algunas: "gua;ldade malhechores, cuarto de estudiante, ope­ra cena de univ~rsitarios, cerebro del poe­ta: espectáculo callejero". "L?s versos sele caían de la pluma a la mas leve pro­vocación". Tal es el Judío Errante, "boce­to en que 10 vemos saltar del lecho a me­dianoche acosado por el estro, ansioso dehablarnos; y empuñando un mango de es­coba a falta de cosa mejor, pedir aten­ción y paciencia para sus crudezas". Estelamentable estado culminó en el W.er.­ther. Más allá estaba la locu~a o el SUICI­dio. Goethe pone freno a la subjetividaddevoradora, y en un proceso lento y co_m­plicado consigue salvarse. Son los anosdel "primer Weimar'.'. Agenc!as ~alvado­ras: Carlota von Stem y la ciencia na~u­

ra!. En 1784 escribió el hermoso ,e~saYlto

"Sobre el Granito" en que b tOl1lca. desu vida interior es ya muy otra. Comien­za primero, un poco didácticat¡Jente, porrecordarnos que el granito fue ven~rado

por los antiguos egipc.ios, que lo' vaC1~;onen sus hermosos obeliscos y que el \in ..poten~~ señ.or" de Roma ,~a . le~anta.dotambien haCia las alturas la n\i~,a de L~n

obelisco. "Toda nueva ascenslOn haCl:lmontañas desconocidas,. añade, viene aconfirmar la vieja experiencia, de que lomás elevado, así como lo más p;ofundoque se da en la tierra, lo CO?stltuy: elgranito", de modo que esta piedra e::¡ elfundamento más firme, Grundfeste. lasustancialidad sustante de nuestro plan~­

tao Lo que le llama la atención en .el gral1l­to es el "misterio" de la adherenCIa de suspartes, múltiple en apariencia, colo:eadoen mezclas infinitas. "Así que a nadIe de­be sorprender que haya yo abandona~o elámbito de observación que en otro tle~ll­

po cultivaba, para vo!verme. con :ll?a~I?,­

nado interés hacia este nuevo domll1lO .. Qué le hubiera replicado Sócrates cuan-¿ d'do declaraba que el hombre ha de estu lar

, '? "Na los hombres y no la meteoro.ogla. otemo a la objeción que me dirá que sóloel espíritu de contra?icció~,pudo con~u­

cirme desde la conslderaClon y descnp­ción del corazón humano, de la parte másjoven, múltiple, mov~~iza, al.terable, c~­

rrompible de la creaClOn, haCIa la obse!­vación de la criatura de la naturaleza masvieja, firme, profunda, inamovible, pueshabrá de concedérseme que todas las cos~s

de la naturaleza se encuentran en una ri­

gurosa conexión". Lo que sigue es másinteresante. "Más aún, hahría que desear­me, después de haber pasado por es~s

mudanzas de lo humano, por esos movI­mientos violentos que me han hecho su­frir y han hecho ~ufrir a ?tros, y mehacen sufrir todavla, que disfrutara dela sublime paz que sólo la proximidad dela solitaria y muda naturaleza procura yque quien tenga una sospecha ?e lo queesto es, me siguiera". Estas hneas ~os

permiten no sólo comprender e] sentl,dode esta converción de Goethe, de esta bus­queda de la sustancialidad después d~ ha­ber probado la amargur~ ,de los aCCIden­tes humanos, sino tamblen ent.ender sunecesidad. Efectivamente, el rell10 de :asubjetividad es sufrimiento y la geolo,r¡1Gprocura una tregua y una salud. Con es­tas- reflexiones, nos dice, "me acerqué alm,ás viejo y digno de los monumentos delmundo: el granito",

Schille'/'

y sin embargo, Ortega no quiso enten­der nada de esta conversión, ni siquiera labarruntó, o, en todo caso, se empeñó,muy dentro de su costumbre por ponerla carreta por delante de los bueyes. Enefecto, Weimar es para Ortega el sepul­cro de Goethe, el lugar en que da susespaldas al mundo. Enterrado en su geo­logía y en su botánica deja pasar culpa­blemente a su lado, en Jena, el espíritudel tiempo y rehusa su participación alfuturo del mundo que por entonces sepergeñaba. Esta es la nov,ela, surgida (~e

la ligereza de Ortega, ralz de su gemoy de sus impertinencias a ]a vez. PuesJena, como dice muy bien don ~lfonso,

es campo constante de sus operaCl.ones ynada iguala en inexactitud a esa In;agende un Goethe ajeno a 10 que sucedla ensu propia Universidad.. Al fondo de es­tas peregrinas exageraclo?es hay un p.r?­blema hondo, pero mal ViStO: la relaclOnde Goethe con los filósofos que fue.r0nsus contemporáneos: Kant, Schellmg,Fichte, Hegel y Schopenhauer. Orteg~

parece insinuar la idea de que Goethe fueincapaz de ponerse a la altura de ]0 q.ueel idealismo alemán sugería, que ocasIO­nó un corto circuito de incomprensióncuyo lejano efecto es el desprestigio ac­tual de la sabiduría de Goethe. Actual,es decir, por los años en que Ortega es-

Dibujo de Cae/he

cribió su ensayo, pero inactual en nues­tros días. Pues si hemos dr decir canfranqueza lo que pensmrt'os, tendr'ía'l'Ito.l'que confesar que, precisamente esa sabi­duría para náufragos que Ortega echabade menos en Goethe es lo que ha)' en díase ve con toda, claridad. Goethe represen­ta algo más, mucho más, de lo que el idea­lismo alemán se atrevió a pensar. En unaconversación con su amigo Boisseré, allápor el año de 1818, acuñó lapidariamentesu saludable utopismo: "i Cómo hubierapodido y debido ser fecundo echar a unlado todo lo que desde afuera, desde hacetreinta o cuarenta años, se nos ha venidoencima! i Lo que hubiera resultado i,con algunos amigos, hace treinta años,me hubiera ido a América y no hubieraoído hablar nada de Kant y compañía!"Cuando su pueblo se daba a bucear enlas eiltrañas de la Edad Media, Goetheveía ron mejores ojos que el futuro dellllundo estaba en otra parte y no en elpasado. Porque lo que representa Goethees precisamente el fenómeno más extra­ordinario de contrariedad que pueda ima­ginarse entre un hombre y su pueblo. Esemal humor de Goethe, que a Ortega leparece una verdadera definición de supersonalidad es el efecto de esa luchasiempre frustránea por echar a su patriapor otros rumbos que él consideraba pre­feribles. Y nadie que considere, aunquesea de lejos, lo que ha sido el destino deeste vigoroso pueblo le negará razón. Poruna serie de motivos no del todo clarosAlemania ha sido la tierra predilecta delsubjetivismo. N o es casual que aquí ha­yan surgido el Werther y las Elegía-s delDuino y El Proceso, no es casual tampocoque aquí se impongan tratados de educa­ción tan_ profundos como el WilhelmM eister, la Fenomenología del Espíritu,la M antaño. Mágica. Alemania, más queningún otro pueblo, está necesitada deuna cura de subjetividad, de interioridad,de Innerlichtkeit. y Goethe será siemprela sabiduría de un hombre que aventajasin remedio a la de Stt propio pueblo. Porello tampoco es un misterio la aprobacióncon 'que los marxistas aplauden su obra.El subjetivismo es una enfermedad, perono biológica, sino social. "Buscad al bur­gués" podría ser la divisa de la nueva crí­tica, como en el siglo pasado todo se re­solvía en "cherchez la femme" como clavepara comprender los complejos del escri­tor. La dialéctica de la soledad, de la mar­ginalidad, es el punto de. pa~t!da de unaevolución hacia la reconcdlaclon. Proble­ma del tránsito del "pequeño" al "granmundo" "conversión de los pensamien­tos en ~raxis social" como dice muy bienLukacs. Tanto en Goethe, como en nues­tros días en Thomas Mann, hay ~\l1 mo­mento en que el escritor concibe una no­vela de "educación" en que muestra cómoel héroe subjetivista escapa a sus cadenasy se abre al mundo d~1 se,rvicio. H ~ aquíprecisamente una sab1dun,a pa:a na1!fra­gas. Pero siempre hab:a qUIen pIenseque hubiera sido prefenble que Goethe,como Werther, se hubiera suicidado.. Lafascinación del héroe nihilista ronda siem­pre aunque sea como posibilidad liquida­da. Alfonso Reyes 10 patentiza en el vie­jo Goethe a propósito de su relación conByran. "Byron encarna tod~s aquellastentaciones que Goethe tradUjO en poe­sía ... cuando Goethe se enfrenta con \Indestino que se desenvuelve en línea mag­nética a la de su propio destino, parece

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que lo sacude un temblor profundo.Ante sus ojos atónitos Byran aparececomo la incorporación de UD sueño secre­to ... Parecería que Goethe ha compues­to una música prohibida y Byron la está~jecutando". Pero Goethe no ha sucum­bido frente a la tentación del nihilismo ycomo a Werther, lo condena, "como cria­tura de sortilegio y hechicería", a la "ex­piación del fuego".

Tres in­Impren­México,

que usted se imagina". Fingir un Goetheausente, como quiere Ortega, otro Goetheque no es el que nos ofrece la historia, esmás cómodo para nuestras propias ideas,que, como le gusta repetir al mismo Or~'

tega, "son cosas que se le meten a uno enla cabeza". Alfonso Reyes nos ayuda consu libro a a.1iviarnos de ese dolor de ca­beza. Bienve~ido.

f(oln, Alemania, julio 26 de 1955.

ron -expresa el autor- deque le dedicase un estudio qesta figura, a la que no se h,\llegado a valorar en todo lQque significó en la Españadécimonónica. Torres Bodetle rescata del inmerecido 'ol~

vida en -que ha sido dejadopor sus contemporáneos. to~

do parece haberse conjuradocontra él -se nos dice: stifama de anticlerical y su es­tilo, tan calumníado; su fe­cundidad que resulta difícilde afrontar en todas sus múl~

tiples consecuencias, y sufrialdad aparente, de narra­dor implacable por ohjetivo.La generación del 98 tuvomuchas reservas para con laobra de don Benito, negán­dole su reconocimiento. "SusE pisodios Nacionales -apun­ta JTB- son el relato de unsiglo vivo, en tanto que susllamadas "novelas contempo­ráneas" intentan un corte len­to, pero profundo, en la geo- .logía de lo español". Opina elautor de este libro que se imepone la revisión del juicio so-obre Galdós, por los mérito~

ejemplares de su obra, El va­lor de sus Episodios estribaen que son obra profundamen­te realista: historia del pue­blo, escrita para el puebiü ycontada, también, por eJ: púe­blo, como subraya el autor. Sunacionalismo no fué agresivo,ni una beatificación vanidosade lo español. Su amor por lonacional no fué nunca odiocerril para lo extranjero. Fuéun retratista estupendo de laEspaña del ochocientos. Lasimágenes de que se sirve elnovelista son transferibles yen ello radica su mérito. Lointransferible es lo personal.Mas que "naturalista", la no­velística de don Benito fué"realista". Dominó siempre enél el afán de objetividad y deexactitud. Por eso sus perso­najes están en sus obras co­mo seres de carne y hueso.Apunta Torres Bodet que, pa­ra los Goncourt, la existenciaes un documento; para Zola,un laboratorio: para Dickens,un mito; para Dostoyevski, unpurgatorio de culpas; paraBalzac, el repertorio de una"comedia humana" y paraStendhal una cámara psicoló­gica que sólo deja bríllar l~

linea sutil de los caracteres.Para don Benito, la existenciáes todo eso.

Con sus Tres inventores del'ealidad. Jaime Torres Bodet

mismos. rara él la caridad noera una limosna. sino una ad­hesión. En su obra, por eso,el sufrimiento será una ruta,no un fin. Por eso sus librosserán una victoria estética so­bre el mal. Su hazaña consis­te en que contribuyó en granmanera a despertar el sentidode responsabilidad entre loshombres. Ningún otro escri­tor le aventaja en este sentido.Para Dostovevski no existie­ron las desgracias individ:w­les: siempre obedecieron ellasa fenómenos colectivos. Suhumanidad era tan hermosay grande que se juzgaba res­ponsable de los actos come­tidos por sus hermanos loshombres. Por eso llegó a afir­mar: "Todos somos respon­.J.ables de todo, cmte todos."Para este genial escritor siem­pre la pasión fué intermedia­ria entre el pensamiento y elacto. Una vez confesó por bo­ca de uno de sus personajes(Los hermanos Karamázov)que padecía de lo fantásticoy por eso amaba la realidadterrestre. Vemos pues, cómoen los grandes espíritus fan­tasía y realidad no son anti­nómicas, sino que se comple­mentan v reconcilian en unasola, concreta, esencial dimen­sión. Era un "neurólogo pro­digioso" que alumbraba, consu estupendo arte de claroscu­ros, las conciencias no porfuera, sino por dentro. Fuéel novelísta de la congoja hu­mana. Como Kíerkegaard, éltambién fué "un profesor dellanto". El no creía, como elfilósofo sueco, "que todo gocese acompaña de muerte". Elcreía, ante todo, en la vida.Dostoyevski es un angustiado;Kierkegaard, un desesperado.Su mérito esencial estriba enflue fué un patético amante dela realidad. Para Dostoyevski,la ley primera del arte es lalibertad de inspiración y decreación. La deducción natu­ral -sostiene JTB- del prin­cipio asentado por el escritorruso en materia artística esel reconocimiento de una in­terpretación social -y no só­lo individual- de la libertad.He espigado en algo de lo queme parece más esencial delbrillante escrito de TorresBodet sobre Dostoyevski.

Al eminente novelista rea­lista español Benito PérezGaldós. le estudia el ensayis­ta desde diversos y decisivosángulos. Muchos se extraña-

En una de sus conversaciones con Goe­the se quejaba el amargo Schopenhauer,ante el poeta, de cómo el amigo ausente, esmejor que el de cuerpo presente. "Desdeluego, replicó Goethe, porque el amigo au­sente es usted mismo y sólo exist'e en sucabeza, mientras que el amigo presentetiene su propia individualidad y se com­porta de acuerdo con sus propias leyes,que no pueden del todo concordar con lo

El proceso de la creación ar­tística en Stendhal se recono­ce en nuestra época- con elnombre con que él mismo lafundó: cristalización. Llamóasí a la operación del espíritumediante la cual todo aquelloque se le presenta obtiene unredescubrimiento: se recrea.Para él "La belleza no es sinola promesa de la feli.cidacl."Se enfrentó a la realidad y lametamorfoseó, no desde fue­ra, sino desde dentro. Llevó.a las letras francesas de sutiempo i he allí su importan­cia! las vi rtudes de la desnu­dez. de la ausencia de afeite,de retórica. i Qué lejos deRugo, de Chateaubriand, deLamartine ! Recordemos losconsejos literarios dados a laseñora Gau\lthier: "Urge bo­rrar, en cada capítulo por 1.0menos cincuenta superlati­vos." Además, en Stendhal, laexigencia metódica no seca­ba las fuentes de la pasión.En sus obras condenará a unestado social que no educabaal hombre sino para oprimirlomejor, "como se engorda alganado para mandarlo des­pués al rastro". Nos dice To­rresBodet que lo que enFreud, Adler y Jung es rela­ción objetiva y admirable pa­cit'mcia técnica, en Stendhal esdescubrimiento de la curiosi­dad desinteresada, ¡invenciónconstante.

En cuanto a Dostoyevski,el critico estudia al hombresubterráneo, al, ser interiorque dejó escritas páginas degenial densidad, ele alumbra­miento sin igual de os-curaszonas del alma humana. Alhum;¡nísimo ser que algun;¡v('z ('xpresó que su aspiraciónl'I';¡ SlT "un hombre entre loshombres - y serlo siempre,cualquiera que sean las cír­cunstancias; no flaquear, nocaer' .... eso es la vida; ese esel verdadero sentido de la vi­da'''. Torres Bodet está deacuerdo con la penetrante in­terpretación de Suares: "Loque Stendhal fué para la in­teligencia pura y para la me­cánita del autómata, lo fuéDostoyevski en lo que con­cierne al orden y a la fatali­dad de los sentin;ientos."· Fue­ron los humildes los oue le en­señaron a Dostoyevcki la cien­cia de ser hllniano. Para (J.-apunta JTB- el humildeno es el ser al que hav Cincelevar hasta nuestra ~dtura, si­no aquél hasta cuya :t1tura de­beríamos elevarnos nosotros

JAIME TORRES BODET,

. 'ventores de realidad,t a' Universitaria,1955. 287 pp.

. A Jaime Torres Bodet lecono'cíamos sus afiladas vir­tudes' de poeta, de fino mani­.pulador de sustancias líricas.Ignorábamos hasta qué puntosu oficio de crítico no se que­'da atrás de su don elel canto:su reclente y, elesde tantospuntos valioso libro. Tres in­ventores de realidad, nos lotestimonia palmariamente hoy.'Está dedicado este volumen a:r:ev:elarnos la mecánica crea­elora, - realista, de tres gran­des novelistas : Stendhal', Dos­toyevski y Pérez Galdós.

pueño de una prosa pujan­te, 'arquitectónica, inmersa ensu gozoso equilibrio, TorresBodet se adueña materialmen­te de los escritores él quienesestudia: les trasmite su pro­pio calor, su misma vida, dan­do' por resultado que hallemostambién en él a un auténtico"inventor de realidad¡". Lasimágenes que nos entrega deesos tres genios de la novelallegan a nosotros, por eso, res- .pitantes, desolladas, de can~e

y hueso, poseedoras de su en­trañable y con'tradictoria; mul­tifacética personal idad.. Stendhal (Renri Beyle),uno de los padres de la nove­'lística moderna, pionero de lospsicólogos y profundo revela­'dor de los sutiles mecanismosque norman el comportamien­to del hombre, aparece estu­diado en sus raíces más ínti­mas~ Anticipándose a Freud-nos dice JTB-, aprendióa toca'r, en sus relieves más'finos, la oceanogra fía del sub­consciente. "Anticipándose aBergson, sabe que, en cadauno de nuestros actos, se des­cargan -a veces con brutalvehemencia- los acumulado­res de la memoria. Anticipán­dose a Proust, nos revela, enfin, que los tesoros más lumi­nosos de la memoria son aque­110s que, por espacio ele mu­chos años, el olvido resguarday salva de la deterioracióncotidiana ele los recuerdos."Stendhal fué -se nos dirá­el antídoto más enérgico con­tra el veneno romántico. Pa­ra Torres Bodet, Stendhal ,~s

uno de los espíritus más lúci-'dos de las letras universales.Supo vencer a la elocuenciade 'su tiempo, de pura ceparomántica, con las magistra­les vi rtudes del rigor, de la-implacable y fría observación.