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CENTRO REGIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA DEL SURESTE

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turismo y desarrollo 1 ' Aatonio Beéiaviíes G.

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Ce,

« 0 ^ 5 ^ Antonio Gensvides G.

Coordinador

turismo y desarrollo

man Instituto Nacional de Antropología e Historia

Cuadernos de los Centros Regionales

SURESTE

MEXICO 1980

C O N T E N I D O

INTRODUCCIÓN 7

1. EL TURISMO EN AMERICA LATINA: EL COMERCIO DEL SUBDESARROLLO 9 Rosemary L Lee

2. LA ESPECIALIZ ACIÓN ARTESANAL EN EL CONTEXTO DEL DESARROLLO REGIONAL: EL CASO DE YUCATAN. . 15 Alice Littlefield

3. TURISMO, TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS Y DESARROLLO: EL CASO DE COBA, QUINTANA ROO 23 Margarita Rosales G

4. PLANIFICACIÓN REGIONAL Y ARQUEOLOGÍA EN YUCATAN 29 Antonio Benavidcs C

5. EL IMPACTO DEL DESARROLLO TURÍSTICO EN EL PATRIMONIO CULTURAL: UN EJEMPLO DE COSTA RICA 35 Frederick W I.ange

6. EL TURISMO EN TAOS Y EN PATZCUARO: UNA COMPARACIÓN DE DOS INTENTOS DE DESARROLLO REGIONAL 41 Robert V Kemper

7. PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO EN LA COMARCA DE SAN BLAS, PANAMA 55 Alexander Moore

INTRODUCCIÓN

Dentro de la dinámica propia de toda sociedad existen siempre problemas de diversa indole que requieren solución. Uno de tales problemas que en los últimos años ba venido agudizándose es el rela­cionado con la creación y crecimiento de la industria turística en América Latina. Mas la solución de un problema exige siempre el conocimiento previo de las circunstancias que lo originaron y de los diversos efectos producidos en varios niveles. La obtención de tal información y su procesamiento científico permitirán no sólo definir con mayor claridad y precisión las tendencias primordiales del fenómeno sino incluso conocer las alternativas viables para su modificación

Los documentos aquí presentados se ban reu­nido con el fin de integrar un elemento más de análisis para todos aquellos investigadores sociales interesados en los efectos producidos por el fomento turístico tanto a nivel regional como en los casos de comunidades específicas.

Originalmente los trabajos constituyeron po­nencias expuestas en diversos simposios durante la reunión anual de la Sociedad para la Antropología Aplicada, celebrada del 2 al 9 de abril de 19 78 en la ciudad de Mérida, Yucatán.

Considerando su importancia y la posibilidad de integrar un conjunto de materiales unidos por una temática central que podríamos denominar "turismo y desarrollo", decidimos emprender la tarea de editarlos. La idea es lograr una publicación fácil­mente manejable, de un tema boy día relevante para las regiones que se enfrentan al empuje del turismo y sus beneficios, supuestos o reales, en el amplio renglón del desarrollo de la comunidad.

Una vez reunidos los manuscritos y tras contar con la autorización de los autores, efectuamos, en

algunos casos, ligeras correcciones de índole grama­tical, a fin de proporcionar mayor claridad a las ideas presentadas. Cabe aquí señalar que el trabajo de Littlefíeld constituye prácticamente el capítulo de conclusiones de su libro publicado en 1976. Sólo se tradujeron al español los primeros párrafos de la ponencia no incluidos en tal obra. En cuanto al ensayo de Kemper, su traducción trató de apegar­se lo más posible al manuscrito en inglés.

En términos generales, el orden dado a las exposiciones pretende brindar un panorama general de los problemas planteados por el desarrollo turís­tico en gran escala. Es este un fenómeno perfecta­mente enmarcado en el seno del complejo sistema capitalista imperante en el continente americano, aunque la cobertura geográfica de los trabajos se restringe a casos concretos de México (Mkboacán, Yucatán y Quintana Roo), América Central (Costa Rica y Panamá) y los Estados Unidos (Nuevo México).

Se busca partir de una visión global que quizá no proporcione una imagen completa del tema debido a la brevedad de los trabajos; sin embargo, lo presentado sí puede considerarse como represen­tativo de lo que actualmente sucede en muchas regiones y localidades en las cuales han fijado sus intereses los grandes inversionistas y "planificadores" del desarrollo, a través de la creación y fortaleci­miento de la industria turística.

A nuestro juicio, la tesis central de todo el material reunido es la de demostrar que las divisas económicas no son el elemento clave para solucionar los problemas de atraso o de subdesarrollo. El bienestar social no se logra mediante la derrama monetaria por concepto de infraestructura y cons­trucciones que buscan proporcionar diversos servicios

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turísticos. Esta situación no se traduce en beneficios a escala regional sino mas bien en detrimentos para las poblaciones marginadas y cada vez más empobre­cidas. Las condiciones de existencia de los centros de población involucrados en el desarrollo turístico, no son mejoradas sino empeoradas, porque en reali­dad sólo participan mínimamente de los beneficios y servicios producto de la afluencia de visitantes.

Los planes turísticos no contemplan las nece­sidades sociales, sino aquellas de los grandes inver-

1 sionistas y empresarios. Muchos "promotores del cambio" que luchan tenazmente en pro de una "alianza para la producción "parecen olvidar que no es el dinero lo que transforma a la sociedad sino las contradicciones causadas por la existencia de rela­ciones sociales, en donde la fuerza de trabajo de muchos es pagada con abonos, mientras que el capital y los medios de producción de unos cuantos son remunerados mediante frecuentes viajes a Euro­pa, "todo pagado".

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1. EL TURISMO EN AMERICA LATINA: EL COMERCIO DEL SUBDESARROLLO

Rosemary L Lee

Mexican American Legal Defense & Educational Fund

San Francisco, California

Los países dependientes de América Latina, con su abundancia de materia prima "turística" (atracciones exóticas culturales y naturales, climas cálidos, y mano de obra barata), son considerados por empresarios, tanto extranjeros como nacionales, y representantes de gobiernos locales, como algo natural para el desarrollo turístico. Estos arguyen que la creación de una industria turística en tales países promoverá el desarrollo social y económico a través de ganancias del intercambio con el extran­jero, la provisión de trabajos, la expansión de indus­trias secundarias y la preservación de culturas indí­genas. Sin embargo, lo que yo quisiera demostrar en esta presentación es que el tipo de turismo inter­nacional que éstos intentan atraer, como por ejemplo la industria masiva de servicios que se ha desarrollado dentro de los países capitalistas, se interrelaciona con ciertos aspectos de las sociedades subdesarro-lladas, a fin de mantener y no de mejorar su subde-sarrollo o dependencia.

En los últimos veinticinco años el turismo internacional se ha convertido en la industria más grande de servicios en el mundo. En 1970 solamente se gastó un total de 17 billones de dólares en viajes internacionales (NACLA, 1971: 2). El turismo se clasifica como una industria de servicios porque produce buenos servicios personales directos y no bienes materiales. El turismo pertenece al grupo de industrias de servicio conocidas como industrias de tipo recreativo. Los turistas son gente que, a fin de descansar y recrearse, adquiere el relajamiento, el

placer y el entretenimiento; en otras palabras, compran el trabajo de otros a fin de poder estar libres para jugar. No sería una exageración decir que el turista moderno, de medianos ingresos, estaría adquiriendo el status y el privilegio tan sólo temporario de la clase alta.

Sólo bajo las condiciones de capitalismo monopolista de estado a que han llegado los países capitalistas avanzados, el turismo internacional se ha convertido en una industria de gente de ingresos medios en gran escala. Tradicionalmente, el viajar por placer se limitaba a las élites de las sociedades de clase, y, como su clientela era muy pequeña, la industria turística en gran escala nunca surgió. A medida que el capitalismo se desarrollaba se fueron creando las condiciones que permitieron a sectores públicos crecientes tomar parte en viajes antes reservados solamente para el rico. Una distri­bución más amplia del ingreso real, un incremento y una extensión del tiempo de descanso a sectores más amplios de la población y, ante todo, el desa­rrollo de viajes aéreos comerciales, causaron un desarrollo rápido del turismo entre las clases medias de los países capitalistas avanzados (Gray, 1970:170). Y no por coincidencia los E.U.A., a la delantera del capitalismo mundial, también se han convertido en el generador más masivo de turistas. A pesar de este cambio en el tamaño y la composición social de la clientela, es importante recordar que el turismo internacional aún se restringe mayormente a los sectores sociales más pudientes de los países capita­listas avanzados.

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La fuerza motriz detrás del desarrollo de estas condiciones, y últimamente de la industria turística misma, es el empuje continuo para lograr mayor lucro por parte de los monopolios capitalistas. Esta fuerza ha conllevado a la creación de nuevas indus­trias tales como el turismo, que se basan en la recrea­ción, la formación de monopolios dentro de las diferentes industrias, incluyendo al turismo; las inversiones extensivas en el "Tercer Mundo" o países dependientes, donde las ganancias son elevadas y el capital escasea; las materias primas son baratas y los salarios son bajos; finalmente, la expansión del mercado de consumo tanto en los países desa­rrollados como en los países dependientes, a través de un esfuerzo enorme de ventas que caracteriza las sociedades capitalistas avanzadas. Un aspecto clave de este esfuerzo de ventas es la creación de una necesidad para items de lujo no esenciales, como son los viajes internacionales.

A pesar de las proposiciones contrarias por agencias internacionales de desarrollo y empresa­riales, hay un cierto número de razones específicas al porqué del turismo; tal como ha sido descrito anteriormente, no puede contribuir al desarrollo en los países dependientes.

En primer lugar, el turismo internacional es una industria recreativa a disposición de aquellas clases sociales pudientes de los países capitalistas, que son los únicos que cuentan con el dinero y el tiempo necesarios para disfrutar de tal industria. Debido a que provee servicios personales, principal­mente a los extranjeros adinerados, la industria del turismo prácticamente no contribuye nada a la producción de productos básicos de consumo ni a la industria pesada que se necesita en forma tan vital en países como Guatemala, Haití y México. AI mismo tiempo, el turismo, basado como lo está en trabajos de poca especialización de servicios perso­nales, no produce un adelanto en las fuerzas de producción como lo haría la construcción de indus­trias manufactureras grandes.

En segundo lugar, a pesar de que el turismo es considerada como una industria de mano de obra intensiva, las inversiones que requiere sólo pueden hacerse por miembros de las clases sociales altas o por el gobierno de un país subdesarrollado. Es decir, que aun cuando el desarrollo turístico se inicia a nivel de los intereses locales, el tipo de estableci­miento que requiere para hacerse cargo del turismo

internacional en gran escala, inevitablemente re­quiere un nivel de inversión, tecnología y conoci-

, miento que sólo puede ser provisto por un país desarrollado. Por ejemplo, Cullinan (1969) cita que el precio por cuarto para la construcción de un gran hotel de lujo es de 20 mil dólares. Como mencionó el director del proyecto Cuncún en Quintana Roo, un hotel grande puede costar hasta siete millones de dólares (Interview, abril de 1974). Como conse­cuencia de esto, si se desarrolla un centro turístico en gran escala, la mayoría de las ganancias sobre intercambios extranjeros volverá nuevamente a los inversionistas y acreedores extranjeros. Si la indus­tria turística está controlada por intereses domésticos o extranjeros, la estructura de clases de la población autóctona sólo sirve para concentrar los beneficios de turismo que se reciben a nivel local en las manos de las clases altas; sólo una parte muy pequeña es capaz de alcanzar los otros sectores. Así es como los requerimientos del turismo moderno se interrelacio-nan con la estructura de clases locales, a fin de pre­servar las desigualdades sociales y económicas que el turismo, se dice, trata de aliviar.

Una de las mayores contradicciones dentro de las consabidas habilidades del turismo para promo­ver el desarrollo, es el hecho de que está basada en la continuación ael subdesarrollo mismo. Como el turismo internacional es un item de lujo que se vende competitivamente en el mercado mundial, el es­fuerzo de ventas, que caracterizan a las sociedades desarrolladas de consumo, se ha convertido en una de las estrategias claves para el mercado turístico. Dentro del mercado de turismo, lo importante que define y caracteriza el tipo de ventases lo novedoso, particularmente en el caso de los países subdesarro-llados. Como alternativa "exótica" a Europa, el centro turístico tradicional por excelencia, las tra­diciones, costumbres, la artesanía de las subculturas indígenas dentro de sus límites, se explotan para atraer turistas a los llamados países del "Tercer Mundo".

El subdesarrollo de estos países se mantiene por la expansión externa de los países imperialistas: es decir, precisamente por aquellos países que gene­ran los turistas internacionales en busca de curiosi­dades. Los países del "Tercer Murdo", quienes comparten sólo una parte muy mínima de sus recursos, productos alimenticios y capital para el uso de su gente, continúan con el mismo estado de subdesarrollo, condición que se "vende" como una atracción turística exótica. Es decir que el turismo

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para los países dependientes de Africa, Asia y Ocea­nia, como asimismo América Latina se basa, en parte, en la posibilidad de "vender el subdesarrollo".

Las tradiciones folclóricas, costumbres y arte­sanías que se usan para la venta, son mayormente vestigios de formaciones sociales pre—capitalistas que anteriormente caracterizaban a los países del "Tercer Mundo". Estos aún sobreviven debido al extenso subdesarrollo de estas naciones. Se encuen­tran entre los sectores más subdesarrollados y marginados de la sociedad, como por ejemplo los campesinos y las minorías nacionales (o mayorías, como por ejemplo los pueblos negros tribales de Sudafrica); grupos a los que se les niega la partici­pación en el sector moderno nacional de sus respec­tivos países, a excepción de ser reserva para la mano de obra barata. Estas tradiciones muchas veces se mantienen por los grupos marginados mismos como una forma de resistencia cultural al sistema político dominante.

Cuando las tradiciones folclóricas de los grupos sociales marginados se comercializan para el mercado turístico, surgen ciertos efectos negativos tantoen las subculturas mismas y en sus valores culturales, como para la sociedad en general. La comerciali­zación puede, primeramente, divorciar la cultura de su contexto real, del proceso real de cambio social que lo forma en el primer lugar. Usado en esta manera,

. . . el folclore se convierte en algo exótico y pintoresco, una forma de cultura menor digna solamente de exhibirse en festivales y espectáculos para los turistas en descanso, pero segregado de las grandes corrientes de la civilización contemporánea. Es un museo de curiosidades, un objeto divertido, un fósil "típico" que pertenece a la infra—cultura incapaz de alcanzar la bien llamada "universalidad" de las grandes obras de arte burgués. (Martínez, 1977: 3).

En segundo lugar, la comercialización puede llevar a la generación de una "pseudo—cultura" hecha para satisfacer los gustos de consumo de los extranjeros. Cuando se trata a una cultura como un bien turístico, solamente sus aspectos más vendibles son enfatizados (por ejemplo las imágenes grabadas que se venden en Teotihuacan, los rituales y las danzas que se presentan en los centros turísticos en Veracruz, México). Su capacidad de venta va a depender de la capacidad de satisfacer los valores de los turistas, que son aquéllos de los de una sociedad de consumo avanzada. Como consecuencia, la cultura folclórica original se distorsiona por el pro­

pósito de satisfacer los valores impuestos por un sistema social diferente radicalmente; y que ya no es la expresión viva y auténtica de su propio pueblo.

Como tercer punto, el tratamiento comercial de las tradiciones culturales de los grupos sociales marginados puede servir para perpetuar su aisla­miento y pobreza. En el nombre del turismo se estimula a esta gente a mantener formas pre—capita­listas de producción en vez de participar en el sector moderno. Esto es particularmente claro en el caso de la llamada industria de la artesanía, que es una industria basada en las formas pre—capita­listas de producción. Un ejemplo es la principal artesanía vendida a los turistas de Yucatán: hamacas y huípiles bordados, producidos bajo este sistema de "sacar a la venta". Los comerciantes proveen los materiales a los trabajadores artesanos campesinos, quienes trabajan en sus propios hogares con herra­mientas que les pertenecen. El pago se hace sobre la base de cada pieza artesanal; este sistema de ma­nufactura rural se descubrió en Europa durante la fase de producción pre—capitalista que inmediata­mente precedió al surgimiento del capitalismo industrial y al sistema de manufactura industrial (Littlefield, 1974: 8). Es obvio que de una industria que está basada en esta forma de producción se puede esperar que a duras penas pueda conducir a los campesinos a un sector más elevado de la sociedad; por el contrario, intensifica solamente las desigualdades sociales y económicas y las diferencias entre los grupos marginales que son empleados y los otros sectores de la sociedad.

Es interesante advertir que a la expansión de la industria artesanal se le conoce como una de las contribuciones turísticas importantes al desarrollo económico. Sin embargo, al estar basada en formas pre-capitalistas de producción, la expansión de este tipo de industria no entrega a la población rural ni provee las capacidades necesarias para un empleo en el sector moderno. Tampoco construye el tipo de base industrial que se necesita en un país en desarrollo.

La comercialización de las tradiciones folcló­ricas de un país subdesarrollado tiende a tener un efecto desvastador para la sociedad en general. La industria del turismo casi siempre proyecta las imágenes más primitivas y exóticas del país de la manera que puede, con el propósito de atraer visitantes extranjeros. Los propios turistas general­mente quieren ver a tas personas más primitivas del país en sus lugares primitivos "naturales" y poco

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interés tienen en relacionarse con el resto de la sociedad, a excepción de sirvientes o prostitutas en los hoteles y demás lugares turísticos. No nos debe sorprender que los centros turísticos más impor­tantes del mundo han llegado a ser notorios centros de prostitución, cuando la gente del pueblo es presentada a los turistas como objetos de diversión o para servir sus deseos.

Cuando a un país se le conoce por su '-'primi­tivismo", sus habitantes a menudo van a ser consi­derados como tales. Los otros aspectos de ia cultura popular bajan de valor cuando sólo sus aspectos folclóricos son resaltados como importantes. Por ejemplo, las. nuevas formas de expresión y estilos de vida que han sido contribuidos por los emigrantes a las ciudades y el proletariado a la cultura nacional, son vistos por los turistas, y muy a menudo por el etnógrafo, como la vulgarización de la cultura tradicional "pura".

Al discutir los efectos del turismo en el nivel cultural, uno no debe dejar de considerar el grado al cuál el turismo ayuda a imponer la cultura de las sociedades de consumo más avanzadas en los países del "Tercer Mundo". De hecho, mucho más de lo que se importa culturalmente a través del turismo es exportado. Por otro lado, la llegada de turistas millonarios con ningún otro propósito que alcanzar sus propios deleites y la importación de productos alimenticios especiales y bienes manufacturados para su consumo, estimula a los habitantes nativos a cambiar, imitar y hacer suyos los gustos y los hábitos de las sociedades de las cuales estos turistas vienen. Esto crea una demanda para consumir cosas más caras que tienen que ser importadas desde los países desarrollados, al extremo de aumentar la dependencia económica sobre ellas. Además, los turistas extranjeros presentan un cuadro muy distor­sionado del estilo de vida y de las actividades de la mayoría de las personas de sus propios países. No solamente provienen de los sectores sociales más ricos de los países desarrollados, sino que también están muy por encima de sus propios patrones de vida mientras se encuentran de vacaciones como turistas.

Por otra parte, la tendencia de los turistas extranjeros, como asimismo de las clases nativas de los sectores medios y altos que consideran a la cultura tradicional popular como primitiva o arcaica, cuando se compara con la cultura de consumo de los países avanzados, sirve para imponer aún más rigurosamente esta misma cultura de consumo. En

este sentido, el turismo se puede considerar como un vehículo del imperialismo cultural.

Mientras que el turismo no impone una forma tan severa de dominación cultural como durante la época colonial, tiende a comportarse en el mismo modo. Asimismo, la relación servil de las personas que trabajan en la industria para los turistas extran­jeros, y la necesidad absoluta de mantener una atmós­fera amistosa y hospitalaria si se quiere mejorar la industria, ayuda a perpetuar la actitud servil que se encuentra entre los sectores más explotados de la población. Esta actitud, heredada del pasado colonial, también aminora la resistencia al imperialismo cultural y retarda el desarrollo de una cultura nacio­nal firme, basada tanto en la cultura moderna popular como en la tradicional.

En este trabajo se ha tratado de evaluar la efectividad del turismo como instrumento de desa­rrollo. Primero se examinaron los modos mediante los cuales el turismo, dada su formación bajo el capitalismo de monopolios, refuerza la dependencia para con los países capitalistas avanzados, luego se discutió cómo el subdesarrollo se "vende" como parte de un "producto turístico", fenómeno que sirve para extender el capitalismo. En esta ponencia también se ha tratado de proporcionar un bosquejo general, muy amplio, que podría utilizarse para estudiar el turismo.

Aunque preliminar, este análisis señala la nece­sidad de caracterizar al turismo como una enorme industria internacional de servicios. También se apunta la importancia de considerar a la economía política de aquellos países afectados por el turismo.

Finalmente, dado que esta presentación ha estado basada en un análisis teórico ya revisado, se puede utilizar para contestar de manera más ade­cuada algunas preguntas sobre el turismo que aún no han sido investigadas. Existen dos puntos funda­mentales que considero ofrecen mucho potencial de investigación futura, y estos son: 1) Cómo forma el turismo las imágenes "vendibles", a la vez que se dan reacciones políticas de los países tercermun-distas para con los ciudadanos de las naciones capitalistas avanzadas; y 2) El impacto del turismo cuando se "planifica" a nivel internacional para el bienestar del propio país, como, por ejemplo, el caso de la Cuba socialista. Es muy importante señalar que en Cuba lo que se "vende" o se comercia turísticamente no es su subdesarrollo, sino su desa­rrollo. Entre los países subdesarrollado de América Latina, esta condición per se es lo novedoso.

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REFERENCIAS

CULLINAN, TERRANCE presented at the American Anthropological Asso­ciation Meetings. México.

1969 Tourism in Latin America. Menlo Park Stanford Research Institute.

MARTINEZ FURE, ROGELIO CRAV PFTPR

1977 "Folklore: Another Revolutionary Struggle", en 1970 International Travel, International Trade. Lexington: C « » lita*. II, No. 2. New York.

Heath. NACLA

LITTLEFIELD, ALICE 1971 "Tounsm and Underdevelopment", en North Ame-

1974 "The Hammock Industry of Yucatán". Paper rican Congress on Latm Amenca, V,No. 2. Berkeley.

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2. LA ESPECIALIZACION ARTESANAL EN EL CONTEXTO DEL DESARROLLO REGIONAL:

EL CASO DE YUCATAN

Atice Littlefield Central Michigan University

Tradicionalmente Yucatán ha sido considerado por los etnólogos como una región ecológica y culturalmente homogénea, en donde la especializa-ción artesanal y los mercados han sido relativamente poco importantes al compararlos con las tierras altas mayas. Un ejemplo de tal enfoque es dado por Tax, quien señala:

En regiones homogéneas de las tierras bajas cada familia y comunidad tiende a producir lo que consume. Al mismo tiempo, en zonas de altitud y topografía diversas tiende a haber diferencias locales en cuanto a recursos y por ende en cuanto a la producción. Tales consideraciones generalmente pueden explicar las diferencias entre la vida económica del indígena de Yucatán y la de aquél de las tierras altas de Guatemala (1952: 44).

Redfield (1941) y Nash (1967) tienen puntos de vista similares con respecto a la insignificancia de la especialización artesanal en Yucatán.

Sin embargo, cualquiera que haya sido la situa­ción en el pasado, hoy es evidente que la especiali­zación local de la producción artesanal ha aumen­tado considerablemente en Yucatán durante los últimos años. Algunas comunidades han adquirido relevancia como centros productores de hamacas, huípiles, objetos en cerámica y otros artículos. El propósito de este trabajo es describir brevemente algunos de estos casos, a la vez que se intenta expli­carlos dentro del contexto del desarrollo económico regional.

Actualmente las actividades artesanales más difundidas y de mayor importancia comercial en

Yucatán son la producción de hamacas y la de huípiles bordados. En ambas labores se practica una habilidad tradicional y la producción para consumo continúa siendo la forma más común de satisfacer la demanda regional. No obstante, en los últimos años ambos artículos han sido producidos en gran cantidad para satisfacer los mercados turístico y de exportación que día con día aumentan.

Durante 1971 y 1972 la autora efectuó un trabajo de campo, enfocando la organización de la producción en la industria de las hamacas. Desde hace mucho tiempo las hamacas yucatecas erap hechas de la fibra del henequén (sosquil) que se produce en la zona. La fibra era trabajada por familias campesinas para su propio uso, o bien por productores de artículos que vendían a otros yuca­tecos. Sin embargo, la influencia del turismo y de un mercado norteamericano creciente han propor­cionado un fuerte estímulo para la producción de hamacas de hilo de algodón. Al mismo tiempo se ha organizado un sistema de maquila en el que algunos mercaderes urbanos distribuyen los materiales a los tejedores a través de intermediarios y agentes regio­nales. A los tejedores, en su mayoría mujeres y niños, se les paga por pieza terminada. Los detalles de este sistema de producción han sido ya registrados y publicados (Littlefield, 1976).

El sistema de maquila en la producción de hamacas comenzó a desarrollarse hace unos 25 años entre tejedores rurales de los poblados más pobres de la zona henequenera. Durante los últimos diez años este sistema también se ha extendido a la zona maicera del sur de Yucatán, en donde la construcción de carreteras y el creciente desarrollo de una econo-

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mía de mercado han tenido como efecto la creación de nuevas oportunidades para las actividades de los intermediarios y de una mayor diferenciación de clases.

El sistema de maquila también está difundido ampliamente en la producción de huípiles bordados; en este caso los intermediarios urbanos y de pobla­dos pequeños proporcionan telas e hilos a mujeres que usan sus propias máquinas de coser para produ­cir diseños florales. A principios de la década actual un programa patrocinado por el gobierno del Estado de Yucatán y diseñado para estimular la producción de artesanías, llevó a muchas mujeres de las comuni­dades rurales a adquirir máquinas de coser a través de préstamos garantizados por el gobierno estatal.

Las industrias de hamacas y huípiles en Yucatán revisten una importancia particular por dos razones; en primer lugar porque representan una tendencia creciente hacia la especialización artesanal en una región supuestamente caracterizada por su ausencia, y por otra parte, las relaciones de producción existentes son de un tipo que no ha sido reportado de manera extensa en la literatura etnográfica. Al parecer, los sistemas de maquila cada vez son más comunes en México, debido a la influencia del turismo (Littlefield, 1976; Novelo, 1976).

Quizás por romanticismo, y por el consiguiente afán de encontrar viejas tradiciones prehispánicas inmaculadas de la modernización, es raro que los antropólogos estudien el sistema de maquila. Esta falla también puede ser el resultado de los cambios que en los últimos años se han venido sucediendo en la producción artesanal mesoamericana ante el aumento del turismo.

El sistema doméstico de maquila, poco estu­diado en Mesoamérica, es una etapa bien conocida de la evolución del capitalismo europeo que muchos autores han descrito y analizado. Para los años de 1700, el sistema ya estaba firmemente establecido en la industria textil de Inglaterra. Los mercaderes manejaban la comercialización y proporcionaban a los tejedores los materiales, empleando agentes para distribuir el trabajo (Hammond y Hammond, 1970; Mantoux, 1961). A principios del siglo XIX este sistema era la forma predominante de organización industrial en Inglaterra; abarcaba a los tejedores, los escardadores de lana, los tejedores de medias, los fabricantes de guantes, las tejedoras de encajes, los fabricantes de clavos y de cadenas, los zapateros

algunos alfareros y muchos otros (Thompson, 1963: 260). Con el tiempo muchas de estas indus­trias se incorporaron al sistema fabril, pero en otras como la sastrería, el corte y la confección, las maquilas perduraron hasta el siglo XX.

A finales del siglo XIX el sistema doméstico de maquilas prevalecía también en Rusia. Lenin, que lo llamaba "manufactura capitalista doméstica", describe cómo operaba en la fabricación de telas, fieltro, cuerdas, muebles, talabartería y artículos de piel, calcetas, peines, cepillos, alfarería, cuchillería y otros artículos de metal (1964).

Marx (1967, vol. 1: 466-69), Lenin (1964: 442-44), los Hammond (1970: 47-63), Mantoux (1961: 68-77) y Thompson (1963: 314-49), entre otros, describen cómo el sistema de maquilas expío-taba y empobrecía al trabajador. La fuerza laboral, muchas veces formada por mujeres y niños, tenía que sufrir por las largas jornadas de trabajo, salarios bajos, frecuentemente pagados en provisiones y no en dinero, y la mala salud. Generalmente sus sueldos eran inferiores a los que recibían los obreros fabriles.

Tanto en Rusia como en Inglaterra este sistema se generalizó junto con la comercialización de la agricultura. En Inglaterra las leyes de encercamiento de las tierras y la adopción de prácticas científicas de administración, puso la mano de obra rural a disposición de la industria. El incremento del sistema de maquila fue en parte un proceso que subordinó al artesano independiente, convirtiéndolo en depen­diente del mercader; pero en muchos casos los mercaderes también buscaban nuevos focos de mano de obra barata (Mantoux, 1961).

En Rusia, Lenm señaló el estrecho paralelismo entre la transformación de la agricultura y la de la industria. La abolición de la servidumbre en 1860 contribuyó a la proletarizacíón del trabajador rural. Los campesinos con poca o ninguna tierra se con­virtieron en el proletariado rural empleados como maquiladores; los campesinos prósperos y los kulaks se convirtieron en patrones de trabajadores asalariados no sólo en la agricultura sino también en las artesanías.

La gran incidencia de trabajo casero requiere las condiciones previas: 1) la existencia de una masa de proletariado rural obligado a vender su- fuerza laboral y a venderla barata; 2) la existencia del agricul­tor próspero muy al tanto de la situación local, que

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pueda cumplir la función de agente en la distribución del trabajo (1964: 446).

Paradójicamente, las invenciones mecánicas favorecieron la difusión del sistema doméstico de maquila. Entre 1780 y 1830, como consecuencia de los adelantos técnicos en la industria, el número de empleados en maquilas aumentó enormemente en Inglaterra. Las innovaciones proporcionaban los materiales para dar a maquilar: hilados para los tejedores, alambre para los forjadores de clavos, etc. (Thompson, 1963: 160-61,Mantoux, 1961: 219). En la industria del vestido, el invento dé la máquina de coser estimuló la maquila para producir ropa hecha a finales del siglo XIX (Landes, 1969: 294—96). Thompson opina que el sistema de maquila fue parte integrante de la revolución industrial:

En efecto, podemos afirmar que et abusivo y genera­lizado sistema de maquila está tan indisolublemente unido a la revolución industrial como la producción fabril y el vapor (Thompson, 1963: 260-61).

El sistema de maquila se difundió por dos caminos. En el primero, el mercader capitalista, desde antes comprometido en el comercio a larga distancia, controló poco a poco a los productores mediante mecanismos de crédito y eventualmente mediante la propiedad directa de los medios de producción. En el segundo, el artesano mismo se convirtió en mercader y capitalista, empleando a terceros. El segundo camino, según Marx, fue el verdaderamente revolucionario:

Aunque en gran parte éste [el primer camino'] sirve históricamente como un escalón. . . no puede por sí mismo contribuir al derrocamiento del viejo modo de producción, sino que más bien propende a conservarlo y retenerlo como condición previa. El fabricante. . . era sencillamente un mercader que permitía que los tejedores continuaran en su vieja desorganización y ejercía únicamente un control de mercader, porque en realidad para él trabajaban. El sistema es donde­quiera un obstáculo al verdadero modo capitalista de producción y sucumbe con su desarrollo. Sin revolu­cionar el modo de producción sólo agrava la situación de los productores directos, con virtiéndolos en simples trabajadores asalariados y en proletarios, bajo condi­ciones peores que las de los controlados inmediata­mente por el capital, y apropiándose de la plusvalía de su trabajo en base al antiguo modo de producción. •. La transición de aquí a la industria a gran escala depende del desarrollo técnico de los pequeños esta­blecimientos operados por su dueño.. . (1967, vol. 3: 334-35).

Un importante ensayo de Sweezy, Dobb y Takahashi (1967) t rata de la importancia relativa de los dos caminos en distintos tiempos y distintos lugares. Takahashi apunta que esta cuestión está relacionada con la naturaleza de las estructuras de clases comprendidas en la transición al capitalismo en los distintos países, y declara que aunque el segundo camino tal vez fue el más importante en Europa Occidental, el primero fue más importante en Japón y Prusia (1967: 47-55).

La industria yucateca de las hamacas tiene cierto parecido con la situación que privaba en Europa, aunque en unos aspectos es diferente. Por el amargo cuadro que pintan estos autores, el sistema europeo era más abusivo. Los tejedores de Yucatán no suelen pasarse 12 o 14 horas trabajando en sus telares ni se les paga en provisiones, pero sus salarios son de los más bajos, incluso inferiores a los de los sirvientes domésticos o los jornaleros agrícolas. Los obreros de las fábricas de Mérida ganan entre 6 y 10 veces más. Como en Europa, las mujeres y los niños constituyen buena parte de la fuerza laboral.

Lo mismo que en Europa, el sistema doméstico de maquila en Yucatán ha tenido el estímulo del desarrollo de la mecanización. La producción fabril de hilos de algodón, primero en la ciudad de México y después en Mérida, ha proporcionado material abundante y barato para la expansión de la industria de hamacas, permitiendo al mismo tiempo que unos pocos comerciantes controlen el suminis­tro. Algo semejante ha sucedido en la producción de huipiles bordados: los comerciantes proporcionan la tela y los hilos para el bordado, y la máquina de coser permite una productividad mucho mayor que la que se puede obtener con el bordado a mano tradicional. En los dos casos la expansión de mercados distantes ha fortalecido el poder de los comerciantes.

Probablemente la diferencia principal entre el caso de Europa y el de Yucatán sea el contexto histórico. En Inglaterra, el sistema de maquila fue una etapa transitoria indisolublemente ligada a la acumulación de capital y a la transformación de la pequeña producción mercantil al capitalismo indus­trial. Las industrias implicadas fueron un factor determinante en la transformación de la sociedad inglesa y una punta de lanza para la expansión capitalista, eslabonada a un sistema de imperia­lismo económico.

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Lo mismo que los mercaderes ingleses de los siglos XVIII y XIX, los comerciantes que controlan la producción artesanal en México dependen de los mercados extranjeros. Pero los casos no son iguales; buena parte del comercio exterior británico hacía sus exportaciones de telas y de artículos metálicos, comercio que fue uno de los más efectivos puntales del imperialismo inglés y primera piedra del capita­lismo británico. Los mercados cautivos a todo lo ancho y lo largo del Imperio eran un incentivo para inversiones cada vez más cuantiosas en instalaciones y maquinaria. Sería un absurdo pensar que las arte­sanías cumplen las mismas funciones en el contexto mexicano. México no tiene más mercado cautivo que el que cabe en sus fronteras. Las artesanías que ex­porta no son artículos necesarios ni tienen ninguna utilidad productiva; son novedades y lujos, y aunque importantes, no significan mucho en la economía nacional global si se comparan con las exportaciones de productos agrícolas y materias primas (Novelo, 1976:84-85).

El desarrollo capitalista de México en general y de Yucatán en particular, ha sido en cierto modo un proceso derivado, conforme al patrón de capitalismo dependiente que vemos en otras partes del Tercer Mundo (Frank, 1972; Fernández, 1973). Esto ha tenido consecuencias para la economía y la estruc­tura de clases de la región y ha permitido la acumu­lación y la inversión privada de capital en una esfera relativamente restringida. Desafortunada­mente los estudios históricos sobre el desarrollo económico y la formación de clases en Yucatán durante los siglos XIX y XX no bastan para explicar el problema; la interpretación que sigue pretende establecer los lincamientos generales de ese proceso.

Al consumarse la Independencia, los negocios en Yucatán se animaron (Cline, 1947). Se hicieron grandes inversiones en agricultura comercial, espe­cialmente de caña de azúcar, y se fundaron algunas industrias como la fábrica de hilados y tejidos. Para entonces la competencia de manufacturas británicas baratas ya había comenzado a minar el desarrollo industrial de los jóvenes países hispanoamericanos. Con la Guerra de Castas y el colapso de la industria azucarera, la inversión en Yucatán se desvió hacia el henequén. Con el invento de la segadora McCormick el capital norteamericano favoreció la expansión de la producción henequenera (Raymond, 1971).

Los propietarios de las haciendas formaban

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una clase capitalista por cuanto a que eran inversio­nistas en la agricultura comercial a gran escala, orientada hacia el mercado mundial. Esta burguesía regional, heredera y muchas veces descendiente de la aristocracia latifundista colonial, conservaba rasgos de feudalismo. En lo interno, las relaciones de producción de la hacienda henequenera eran las relaciones amo—esclavo.

En Yucatán, la esclavitud en forma de peonaje por endeudamiento existió al lado del desarrollo capitalista y de hecho le era necesaria; de otro modo no habría suficiente mano de obra para absorber el capital y proveer la materia prima que requería el desarrollo del capitalismo en los Estados Unidos. Por consiguiente, el modo "pre—capitalista" de produc­ción, lejos de ser un obstáculo para la difusión del capitalismo, fue un requisito indispensable en esta etapa de acceso a las materias primas-, pero la servi­dumbre por endeudamiento, necesaria en un princi­pio para la acumulación de capital en la agricultura comercial, fue a la postre un impedimento para el incremento del capitalismo industrial y comercial, que entorpeció la expansión de un mercado interno y de una fuerza laboral libre.

El cambio en Yucatán no ocurrió como con­secuencia de una lucha interna; vino de arriba. No había antagonismo entre la naciente burguesía y la oligarquía latifundista; eran intercambiables y la una se convertía en la otra. Como dice Florestán Fernández, "El aristócrata se aburguesa y el burgués se aristocratiza" (1973: 220). En efecto, el ingreso de los comerciantes prósperos a la oligarquía latifun­dista y la inversión de la riqueza obtenida de la tierra en empresas comerciales eran un proceso que venía realizándose desde la época colonial (Hunt, 1974). La oligarquía terrateniente y la burguesía no solo eran aliadas sino que formaron un solo grupo.

Ya que la burguesía no se formó en contrapo­sición a la aristocracia latifundista, se favoreció así -la persistencia de patrones aristocráticos tradiciona­les que se manifestaban en el paternalismo, el "noblesse oblige" y la estricta división de clases, parecido al sistema de casta entre los grupos étnicos. Sus intereses personales y su supeditación al capital extranjero impidieron a esa burguesía realizar la liberación de la mano de obra que el desarrollo continuado requiere,

Entre tanto, encubierta por la esclavitud gene­ralizada de la población maya y mestiza en las

haciendas, en los pueblos se estaba realizando cierta diferenciación interna con la estratificación del campesinado en clases desposeídas, con pocas tierras, y pequeña burguesía. La naturaleza de las relaciones de clase y el capitalismo dependiente que existían en Yucatán al momento de la revolución, requerían que el gobierno tomase parte activa en el futuro desarrollo de la economía. La liberación de los peones en 1915 y la subsecuente reforma agraria de los años de 1920 y 1930, fueron resultado ante todo de un fíat, de una disposición emanada de lo alto, de los poderes estatales y nacionales, y no consecuencia de una revolución de abajo.

Desde 1912 hasta 1937, cuando se realizó el gran reparto de tierras, los hacendados, los poderes estatales y el gobierno federal lucharon abiertamente por obtener el control de la industria henequenera (Raymond, 1971: 59-66). El rápido y amplísimo reparto de tierras de 1937 sentó finalmente las bases para el desarrollo del capitalismo estatal en Yucatán. De 1938 a 1955, Henequeneros de Yucatán, sociedad organizada por el gobierno del estado, controló la comercialización de toda la fibra producida en los ejidos y en las propiedades privadas, y organizó directamente la producción de todos los ejidos he­nequeneros a través de una jerarquía administrativa.

Durante sus dieciséis años de vida, Henequeneros dirigió el trabajo de unos 50,000 trabajadores, controló el setenta y cinco por ciento de la tierra dedicado a la producción de henequén, y produjo el setenta por ciento de la fibra obtenida (Raymond, 1971: 142—43).

Aunque se expropiaron la mayor parte de las tierras de propiedad privada, los hacendados pudie­ron conservar las plantas desfibradoras. Con esto los particulares pudieron controlar una fase esencial de la producción y conservar una buena medida de control sobre la industria. Mientras Henequeneros tuvo el control, los propietarios de las desfibradoras recibieron la mitad de la fibra que procesaban para los ejidos.

Al parecer, los representantes de los hacen­dados teman mucho poder dentro de Henequeneros de Yucatán, y lo utilizaban en provecho propio. La corrupción y la venalidad eran tan escandalosas que en 1955 el gobierno federal disolvió Henequeneros de Yucatán (Raymond, 1971: 143-46). El Banco Agrario se hizo cargo de la producción y la comer­cialización de los ejidos y los propietarios privados se organizaron por su lado. En este momento el poder pasó de nivel estatal a nivel nacional; los funcionarios del Banco Agrario se designaban direc­

tamente en la ciudad de México.

Entre tanto la burguesía yucateca invertía en el desarrollo de la industria de la cordelería, la única industrialización significativa de Yucatán. Para 1944 las cordeleras locales consumían 33% de la fibra, y a principios del decenio de 1960, más del 80% (Raymond, 1971: 71). Casi todo el producto ter­minado se exportaba a los Estados Unidos.

Con la sobreproducción y la competencia varias de estas cordelerías estuvieron al borde de la quiebra en 1961. El gobierno intervino y reorganizó las plantas, creando en 1965 la empresa paraestatal Cordemex. El gobierno federal, al rescatar la industria, compensó con casi el doble de su valor las propiedades nacionalizadas, a costo de los ejidatarios (Menéndez Rodríguez, 1964).

Ahora, como resultado, el gobierno federal controla en gran medida la principal industria del Estado, tanto en lo agrícola como en lo industrial. En estas circunstancias la burguesía regional ha desviado su capital a otros campos como el turismo, que aparte del henequén, la ganadería y el comercio, es en la actualidad la principal fuente de ingresos del estado. Las inversiones en la industria han sido muy bajas debido a la primacía de las compañías nacionales y las corporaciones transnacionales en la producción de artículos de consumo, así como a la posición subordinada de Yucatán respecto a la ciudad de México y los Estados Unidos.

Estos aspectos del capitalismo dependiente retardan el desarrollo interno de las fuerzas de producción, redundan en la sobre—explotación del trabajador e impiden el crecimiento del mercado interno. Como resultado se retrasa el desarrollo del capitalismo industrial estimulado desde adentro, para sustituirlo por formas dictadas desde afuera, formas que dependen de la sobreproducción de los países desarrollados (v.g. las plantas embotelladoras de Pepsi Cola).

Estas circunstancias se conjugan para impedir el desarrollo de una burguesía independiente en Yucatán, y la "verdadera revolución" que Marx concibe, con la transformación de los pequeños productores a capitalistas industriales, no se ha realizado más que en mínima medida (v.g. la industria del calzado en Ticul). El capital comercial que controla la industria de las hamacas ya ha dado los primeros pasos hacia su transformación en capital industrial con la creación de las dos fábricas de materiales para hamacas. Un proceso semejante

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tiene lugar en la pequeña industria del vestido, con el establecimiento de fábricas de camisas con capital comercial. Es muy significativo que los em­presarios libaneses y otros "nuevos ríeos" sean quienes hayan tomado la iniciativa en la limitada transición del comercio a la industria que se está realizando en la actualidad en Mérida. La posición de estos nuevos ricos ante la burguesía tradicional y la medida en que su ascenso ha transformado la estructura de clases regional en los últimos 40 años, es un tema que requiere más estudio. De momento únicamente podemos indicar que, aunque no se han liberado de las restricciones que su condición subordinada impone al capital local en general, han tenido la energía y la astucia para aprovechar las oportunidades que se presentan en los intersticios que dejan libres el capitalismo estatal y la domina­ción de las corporaciones transnacionales.

Por otra parte, la burguesía tradicional ha utilizado sus conexiones políticas y económicas para integrarse tanto a la estructura del capitalismo de Estado como a la de las transnacionales, opción que generalmente no se da para los sino—libaneses y otros grupos con riqueza recientemente adquirida.

Otro obstáculo para el desarrollo capitalista en Yucatán son las nuevas restricciones sobre la tierra y el trabajo emanadas del programa de reforma agraria. El reparto de tierras ejidales insuficientes para el sostenimiento de la población tiende a redu­cir a las comunidades rurales a la condición de fuente de mano de obra barata, atada a la tierra no por peonaje por endeudamiento sino por la renuencia a cambiar sus derechos ejidales por la incertidumbre de la vida urbana. Lenin encontró una situación semejante en Rusia:

. . . atando al campesino a su dotación, . . amplía artificialmente la esfera de aplicación del trabajo capitalista casero, artificialmente liga al campesino a las peores formas de explotación. Las instituciones obsoletas y un sistema agrario enteramente saturado con el principio de estados sociales ejercen de esta manera la más perniciosa influencia tanto en la agricultura como en la industria, perpetuando formas técnicamente retrógradas de producción lado a lado con el incremento de la servidumbre y de la depen­dencia personal, con la suerte más dura y la posición más desvalida de los trabajadores (1964 446).

México se industrializa con la tecnología avanzada que adquiere en las naciones desarrolladas. En estas condiciones el trabajo tiene una producti­vidad tan elevada que solamente se necesita emplear

una parte muy pequeña de la mano de obra dispo­nible, dejando la demás en el campo.

Todo lo antedicho crea en Yucatán las condi­ciones propicias para el surgimiento de industrias como el tejido de hamacas y el bordado de huípiles, organizadas bajo el sistema de maquilas. El empre­sario sólo necesita ponerse en contacto con los grupos menos favorecidos entre la población rural, para obtener la mano de obra barata que necesita. Esto ocurría en un principio entre el proletariado rural de la zona henequenera, pero con la expansión reciente de la red de carreteras, las comunidades de la zona maicera se incorporan cada día más al proceso. Estas comunidades no están tan proletariza­das como las de la región henequenera. Cerca de Teabo hubo importantes haciendas azucareras, pero en la actualidad ya quedan muy pocas haciendas en la región. No obstante, desde hace tiempo se viene realizando un proceso de diferenciación en el cam­pesino, y con el aumento de la población y las nuevas inversiones en la ganadería y la fruticultura, el acceso a la tierra es ahora más difícil. Se puede pronosticar sin temor a equivocarse, que la región seguirá proporcionando abundante mano de obra rural barata por mucho tiempo. En estas condiciones el problema principal de ht industria de las hamacas y de todas las industrias artesanales de México que dependen en gran medida del mercado turístico, es que son muy vulnerables a las crisis económicas de los países desarrollados. A diferencia de los merca­deres ingleses del siglo XIX, los empresarios mexi­canos no disponen de un sistema de relaciones imperialistas que podrían aprovechar para asegurarse los mercados extranjeros. Otro inconveniente para el desarrollo de la mecanización y la producción fabril, que congelan el capital en instalaciones per­manentes, son las veleidades de la moda en artículos y estilos.

En resumen, el desarrollo de la industria de las hamacas y de otras parecidas, tiene semejanzas con las primeras fases del desarrollo económico en los países industrializados, aunque con señaladas diferencias. Constituye un proceso particular de desarrollo capitalista: el capitalismo dependiente o "desarrollo del subdesarrollo" (Frank, 1969). Hasta el momento, está apenas relacionado con el desarrollo de las fuerzas de producción o el desa­rrollo del mercado interno, y ligado al empobreci­miento de los productores directos. En este presente histórico, ofrece pocas posibilidades de intervenir en un proceso dinámico de desarrollo que beneficie a la población rural de México en general.

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3. TURISMO, TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS Y DESARROLLO:

EL CASO DE COBA, Q. ROO.

Margarita Rosales G Centro Regional del Sureste, INAH

En años recientes la política económica del país ha planteado, como uno de sus principales objetivos, el crecimiento de la industria turística. Con ello se supone se obtendrán divisas externas así como el desarrollo de las regiones en donde se localice. Esta política es particularmente clara en el sureste del país, donde se han realizado fuertes inversiones públicas en complejos turísticos como el de Can Cun y en donde continuamente se inician o se habla de iniciar diferentes proyectos de desarrollo turístico.

Quienes defienden estos proyectos consideran el desarrollo como un problema de crecimiento;es decir, un aumento de la tasa de crecimiento, del ingreso por habitante, del producto nacional bruto, etc., y centran su atención en la obtención de recur­sos internos y externos para solventar un mayor nivel de inversión; esto sin tomar en cuenta, entre otras cosas, la forma de utilización de los recursos humanos y naturales, ni las consecuencias de dichas inversiones sobre las condiciones de vida de la pobla­ción, la distribución del ingreso, la concentración regional de la actividad económica, etc.

Los técnicos en turismo suponen, entonces, que la sola inversión en un complejo turístico y la consiguiente demanda de fuerza de trabajo, de materias primas para su construcción, de productos agrícolas y de servicio que implica, es suficiente para contribuir significativamente al desarrollo de la región involucrada.

No dudamos que se logre un crecimiento eco­nómico considerable y que se dinamicen algunos de

los sectores económicos de la región; pero que ello implique el desarrollo integral de la misma y la participación creciente de su población en los bene­ficios económicos que se obtengan, está muy lejano a la realidad, al dejar dicho proceso al libre juego de las fuerzas económicas; es decir, al dejarlo dentro del marco de una economía de mercado en la cual las decisiones económicas fundamentales son to­madas por los propietarios de los medios de pro­ducción, en este caso de los empresarios turísticos, en función de sus beneficios Darticulares.

Así por ejemplo, las empresas turísticas, espe­cialmente las extranjeras, invierten en grandes hoteles y cuentan con todo tipo de servicios, buscando atraer turismo internacional de altos ingresos y mantenerlo "cautivo". El turista encuen­tra todo lo que necesita dentro del hotel y consi­guientemente las ganancias que se obtienen por concepto de hospedaje, alimentación, transporte, diversión, artesanías, se concentran. Posiblemente sí logren optimizar, los recursos y generar mayor empleo que hoteles más pequeños, pero no en proporción a la inversión realizada.

La totalidad de las consecuencias de este tipo de industria turística que se rige por el criterio de maximizar ganancias en interés de empresarios nacionales e internacionales, y no para lograr bene­ficios sociales, rebasa el ámbito de este trabajo. Aquí nos limitaremos a recalcar la falsedad de la hipótesis que supone que al crecimiento de la industria turística corresponde el desarrollo de la región en la cual se ubica, exponiendo el caso de una de tantas comunidades campesinas cuyo destino

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manifiesto es el turismo, por ubicarse en un impor­tante asentamiento prehispánico.

La comunidad se sitúa en la porción nororiental de la península de Yucatán, en la faja continental del municipio de Cozumel, Q. Roo. Esta se encuen­tra cubierta por una selva mediana poblada por pequeñas rancherías de migrantes mayas de Yucatán. Cinco lagunas de agua dulce en medio de la densa selva fueron suficiente atracción para la erección de un importante centro urbano de los mayas prehispá-nicos. Hacia 1950 campesinos de las cercanías de Valladolid rrtigraron a orillas de la laguna del mismo nombre (Coba), donde moran actualmente unas 40 familias que, junto con otras 30 que se encuentran dispersas en 20 rancherías periféricas, forman la delegación de Coba. En total la población suma aproximadamente 400 personas hablantes de maya y en su mayoría monolingües.

Los más son pequeños campesinos que basan su economía en la agricultura de roza, tumba y quema. El maíz que obtienen lo destinan al consumo familiar y a la cría de animales domésticos. El resto de su alimentación lo obtienen en las pequeñas riendas locales mediante intercambio de aves, puercos, huevos, chicle, ganado o bien de dinero en efectivo obtenido de la recolección del chicle. Se trata de un intercambio desigual en el que los cam­pesinos entregan más de lo que reciben en términos de valor.

Generalmente cuentan con algunas cabezas de ganado que representan un ahorro y que venden para hacer frente a gastos imprevistos como fiestas o enfermedades. Algunas de las familias que habitan los ranchos de los alrededores poseen un mayor número de cabezas de ganado (de 30 a 200), que explotan extensivamente sin adoptar relaciones de tipo capitalista. Estas familias siembran un mayor número de hectáreas de maíz debido a que disponen de más fuerza de trabajo, ya sea de tipo familiar o bien comprada a cambio de maíz. Estas hectáreas las convierten posteriormente en zacatales para ganado.

El campesino encuentra su principal contra­dicción con el exterior, es decir, con la sociedad capitalista que lo domina subordinándolo vía mer­cado o en la compra eventual de su fuerza de trabajo. A manera de síntesis podemos decir que la migración a la selva de Quintana Roo representó una alterna­tiva viable para grupos mayas del oriente yucateco, donde la presión demográfica sobre la tierra había

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originado una baja en la productividad. En Coba se abrieron nuevas tierras y las primeras cosechas pro­dujeron buenos resultados. Además había menos artículos qué comprar o servicios qué pagar, lo cual facilitó el ahorro. Sin embargo, al no alterarse subs-tancialmente las relaciones con el exterior, perdieron lo poco que pudieron acumular al sobrevenir enfer­medades e imprevistos. Las fuentes externas de ingreso cobraron asímás importancia en detrimento de las labores del campo, pues la actividad agrope­cuaria fue insuficiente para abastecer el consumo.

Basándonos en las necesidades locales, podemos plantear entonces que las alternativas de desarrollo* en Coba, en ese momento, estaban en relación con el mejoramiento de sus relaciones de intercambio y el fomento de la ganadería.

Cambio en Coba

Hacia fines de la década de los sesentas Coba atrae la atención gubernamental, no por sus recursos naturales o por la población ahí existente, sino por la importante zona arqueológica susceptible de explotación turística. Cpmo primer paso se pro­movió la construcción de la carretera que la comu­nicaría con la costa.

En 1974 comenzaron los trabajos arqueoló­gicos de investigación y consolidación de las princi­pales estructuras del asentamiento prehispánico. Con ello se creó una fuente temporal de trabajo asalariado que ocupó en 1974 y 1975 a la mayoría de los jóvenes y de los jefes de familia del asenta­miento nucleado alrededor del lago.

El trabajo asalariado sustituyó temporalmente la recolección del chicle como fuente de ingresos monetarios. Además el pago de salarios mínimos en la localidad representó una derrama económica importante, dado que los jornales obtenidos en el campo y en general los ingresos monetarios eran mucho más bajos. Sin embargo, para la comunidad de Coba los trabajos arqueológicos no constituyen una alternativa en la cual poder basar su desarrollo, ya que la demanda de trabajo que ofrece no depende de factores y necesidades internas sino externas. Dicha demanda disminuyó en 1976 y 1977.

* Por desarrollo entendemos el que una comunidad produzca al ritmo creciente de sus propias necesidades, lo que implica la obtención de un excedente acumulabte que le permita incrementar continuamente su producción.

En cuanto a las relaciones comerciales, aumentó la demanda de productos agropecuarios locales (maíz, huevo, pollo) y consiguientemente su precio; no habiendo sucedido lo mismo con la oferta. Parte de la población ha podido adquirir su mercancía al contado, en mejores condiciones que si las adqui­riera fiadas a cuenta de productos. Sin embargo, los salarios altos y la mayor demanda de mercancías propiciaron un alza exorbitante en los precios de éstas, por lo que la mejoría de las relaciones de inter­cambio ha sido muy relativa. La mayoría destinó los ingresos obtenidos en el trabajo asalariado, a satisfacer necesidades de consumo diario o suntuario (grabadoras, bicicletas, relojes, etc.), y en algunos casos a la construcción de cuartos de mampostería. Pocos ejidatarios ahorraron comprando ganado o adquiriendo aparatos para iniciar pequeños negocios (un molino de nixtamal y un refrigerador).

A mediados de 1975 la carretera Tulúm—Coba quedó lista para permitir el acceso de vehículos hasta la orilla del lago. Ello facilitó la llegada de nuevos comerciantes, de camiones de cerveza y de refrescos, y el turismo aumentó paulatinamente.

A principios de 1976 los intereses de la indus­tria turística fijaron su atención en Coba para la construcción de un hotel que vendría a alterar significativamente la vida de la comunidad.

El FONATUR1 programó la construcción de una cadena de hoteles ubicados dentro de zonas arqueológicas. Los hoteles serían alquilados a la empresa turística francesa "Club Mediterraneé", para que los operara con turismo europeo.

El proyecto turístico no consideró a la comu­nidad existente ni el hecho de que losjterrenos donde se edificaría el hotel eran ejidales. Por supuesto no se hizo ningún estudio previo, ya que ni siquiera se conocía físicamente el poblado cuando se decidió construir en él. Sin hacer ningún trámite legal respecto a la tierra, ni pedir autorización alguna a los ejidatarios, la compañía constructora RUAL, S.A. comenzó a delimitar el terreno. La respuesta de la comunidad no se hizo esperar: desalojaron a los topógrafos.

Ante esta situación, varias dependencias guber­namentales al servicio de los intereses turísticos y de la construcción, decidieron "convencer" a la

Fondo Nacional para el Fomento Turístico.

comunidad de los beneficios que les traería el hotel.

Tras suscitarse varios problemas se prometió a los ejidatarios la ampliación del ejido y algunos "regalos" (una cancha de volibol, un autobús, la casa ejidal) de la compañía RUAL para que acep­taran la construcción del hotel. Esta comenzó de inmediato pero no así el cumplimiento de los acuerdos para la comunidad. Aquí cabe señalar lo poco que estos reflejaban las necesidades reales de la comunidad. El camión de pasajeros no ha podido utilizarse por carecer de permiso de circulación y placas, y en cambio no se planteó la perforación de un pozo profundo para la obtención de agua potable como la del hotel.

La Compañía RUAL, S.A. comenzó la cons­trucción del hotel, para lo cual contrató trabajado­res. En Coba encontró peones, pero no suficientes, por lo que hubo que llevarlos de fuera, al igual que a los albañiles y demás especialistas necesarios. Estas nuevas relaciones de trabajo llevaron a los campesinos cobaeños a enfrentar problemas la­borales.

La empresa constructora introdujo a la comu­nidad jornadas y ritmos de trabajo diferentes. En el hotel las actividades se interrumpían para comer y se renovaban por las tardes, impidiéndoles efectuar otras labores en la milpa. Además se les exigía trabajar más horas semanales que las estipuladas en la Ley Federal de Trabajo. Todo lo anterior originó protestas que llevaron a los cobaenses a movilizarse para defender sus derechos.

Ahora bien, ¿qué relación puede tener la "villa arqueológica" y el desarrollo de la región en que se ubica? Apuntemos algunos datos acerca de su infraestructura, aprovisionamiento y personal:

El hotel cuenta con 42 cuartos de lujo, todos ellos con aire acondicionado y frecuencia modulada; con restaurant, bar, alberca, cancha de tenis, biblioteca y tienda de artesanías. Con ello se busca atender a un turismo europeo de altos ingresos y proporcionar todo tipo de servicios, incluso veleros y botes de pedales en el agua. Además, el hotel cuenta con equipos y maquinarias modernos que facilitan su funcionamiento con poco personal. En la cocina encontramos tres grandes frigoríficos que permiten congelar carnes y conservar verduras; molinos de carne, grandes estufas y una lavadora de platos; esta última fabricada en los Estados Unidos.

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También cuenta con lavadoras para la ropa de cama y la mantelería del hotel.

Como la comunidad carece de energía eléc­trica, el hotel cuenta con su propia planta, de fabricación extranjera y cuyo motor se escucha a más de 2 Km, a la redonda.

Coba también carece de agua potable. Los lugareños toman agua muy contaminada del lago o de pozos poco profundos que se encuentran en iguales condiciones. El hotel cuenta con un pozo profundo de 30 a 35 m. y fosas sépticas con trata­miento de aguas que no contaminan el subsuelo.

Encontramos entonces una infraestructura que corresponde a las necesidades e intereses de empresas turísticas nacionales o extranjeras, y que emplea equipo importado o para cuya fabricación se requiere de bienes de capital importados. Esto significa salidas de divisas que se deben restar al calcular lo que el turista deja al país.

La villa arqueológica adquiere sus provisiones en Can Cun, que a su vez se aprovisiona fuera de la región. El monto y la forma que adquiere su demanda de productos agropecuarios no corresponde en modo alguno a la oferta de la comunidad.

El hotel adquiere sus mercancías al por mayor y no está interesado en los pocos productos que esporádicamente ofrecen los pequeños productores. Lo único que ocasionalmente compra en la comu­nidad es carne de venado o de jabalí y uno que otro huípil bordado.

El personal administrativo incluye un jefe de villa, un ecónomo, un administrador, un jefe de cocina, un ayudante y una jefa de protocolo. Todos ellos son franceses excepto el administrador. Se alojan en cuartos del hotel y se les proporciona alimentación.

El personal de servicio está formado por el jefe de servicio, 2 camareras, 2 ayudantes de cocina, 2 meseros, 4 encargados de limpieza y manteni­miento, 2 lavaplatos, 1 velador y 1 jardinero. La mayoría proviene del Estado de Yucatán y se le proporciona alimentos en el comedor de servicio, así como cabanas para alojarse.

El hotel tuvo un costo de 27 millones de pesos (Novedades de Yucatán, 22 de julio de 1977) y generó 21 empleos (no 160 como se dijo), cinco de los cuales fueron para extranjeros, dos para mexi­canos del centro del país, nueve para yucatecos y sólo cinco para habitantes del lugar, que han podido realizar trabajos poco especializados, como servir mesas, lavar platos y cuidar del jardín.

Como podemos observar, ninguno de los dos objetivos que se persigue con la industria turística se logran en el caso de Coba. La captación de divisas extranjeras es muy relativa, dado que se trata de una empresa transnacional. Por otra parte, hasta el momento no existe relación entre el crecimiento de la industria turística y el desarrollo de la región. Nos parece poco probable que en un futuro próximo llegue a haberla sin la condición previa de una planificación regional.

Aquí cabe aclarar que por planificación eco­nómica se entiende no la programación típica de una sociedad capitalista, que no es capaz de modi­ficar la distribución del ingreso, sino la adecuación de la producción a las necesidades sociales, subordi­nando, por tanto, los intereses individuales a los de la sociedad en su conjunto.

Es por esto que consideramos que la industria turística sí puede jugar un papel dentro del desarro­llo de una región, apoyando a la agricultura y a la industria dentro del contexto de una planificación regional, basada en los intereses locales y regionales.

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4. PLANIFICACIÓN REGIONAL Y ARQUEOLOGÍA EN YUCATAN

Antonio Benavides C Centro Regional del Sureste, INAH

La arqueología, esa disciplina que se ocupa de lo antiguo en el ámbito de las ciencias sociales, también puede colaborar en la planificación del desarrollo de una región. En nuestro caso vamos a hablar de la arqueología que se realiza en la penín­sula de Yucatán y de las posibilidades existentes para participar en el desarrollo de las comunidades.

Comenzaremos por especificar cuál es nuestro concepto de planificación y cuál el de desarrollo, pues el no hacerlo podría prestarse a confusiones posteriores. Entendemos por planificación aquella adecuación déla producción a las necesidades socia­les. Esto significa que concebimos el desarrollo de una comunidad como la satisfacción de sus necesi­dades al ritmo que dicta su propia dinámica interna. De aquí se desprende nuestra oposición franca a la imposición de modelos externos sobre las comuni­dades con el afán de "integrarlas a la vida nacional". Es menester respetar la dinámica propia de toda comunidad, dinámica surgida de la búsqueda de satisfacciones de necesidades reales, no creadas.

En cuanto a la planificación, la estructura económica y política del país no permite su existencia (Bettelheim, 1971). En México no hay planificación en el sentido estricto del término. En realidad lo que tenemos es una programación de actividades que buscan mejorar diversos aspectos de las comunidades. Y aquí sí, en esta programación, es donde la arqueología puede insertarse de manera útil.

Es de todos conocido que las labores princi­pales de la arqueología oficial, mexicana son las de

investigar, proteger y difundir todo lo referente al pasado prehispánico del país, aunque en realidad estas acciones se llevan a cabo las más de las veces sobre los vestigios más vistosos del subsuelo nacional. Sabemos también que tradicionalmente la práctica de la arqueología en México ha sido desvirtuada por el Estado para reforzar la ideología oficial, que busca una unidad nacionalista. Un importante efecto colateral ha sido la restauración monumental y la construcción de museos. En fechas más recientes la información referente al patrimonio arqueológico ha comenzado a difundirse a nivel escolar (Gán­dara, 1976).

Es innegable la dependencia directa de la ar­queología con respecto al Estado, Los trabajos arqueológicos se realizan con presupuesto estatal; una parte de ese dinero (en ocasiones buena parte) permite contratar mano de obra (jornaleros y alba-ñiles básicamente) para explorar y restaurar vestigios prehispánicos. El pago de salarios para quien cortó brechas, ayuda a realizar levantamientos topográfi­cos, empuña pico y pala o cucharilla y brocha, retira y coloca piedras y tierra, etc. se distribuye en las comunidades de las cuales proceden los trabajadores. En una palabra, el pago de la fuerza de trabajo se diluye en el ámbito rural.

Pero esta derrama económica es sólo una de otras implicaciones derivadas de los quehaceres arqueológicos. Al crear una fuente eventual de trabajo, un proyecto arqueológico también desata corrientes migratorias y altera patrones de conducta. Entre estos últimos es frecuente la interrupción del ciclo agrícola o la introducción de supuestos mejores

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valores, con la consiguiente mayor pauperización y dependencia de las comunidades rurales.

Por ello las labores arqueológicas de campo tienen consecuencias que forzosamente las inscriben dentro del acontecer socioeconómico de una región, de aquí que tales labores sean susceptibles de tomar­se en cuenta para pensar en la programación del desarrollo económico de dicha región.

Desde luego, somos conscientes de que los trabajos arqueológicos sólo forman una mínima parte de las actividades económicas, más al mismo tiempo conllevan un contenido político e ideológico que también se inscribe dentro del juego de intereses económicos y políticos de los grupos que detentan el poder en una área determinada.

Vemos aquí que de manera consciente o in­consciente, el arqueólogo promueve labores propias de su profesión que participan en mayor o menor grado dentro de una compleja red de relaciones sociales. La arqueología está enredada en el mare-magnum político de la región en donde se ubica; de aquí las dificultades para hacer una arqueología socialmente útil. Es este un perfecto caso de obje­tividad científica versus manipulación política. El no reconocerlo es negar que podemos participar activamente en los cambios que día a día ocurren en la sociedad en la cual vivimos y trabajamos.

Hoy día la "planificación" que se lleva a cabo en un país dependiente como el nuestro no puede modificar de manera profunda las condiciones de producción y distribución del sistema, pero queda abierta la posibilidad de despertar la conciencia en aquellos individuos que directa o indirectamente tienen que ver con la obra del arqueólogo.

Cabe preguntar si somos partidarios de nuestra labor promueva el beneficio individual (ya nuestro, ya de quienes dirigen a la región), o si preferimos que nuestras obras tiendan a satisfacer necesidades sociales. La arqueología que hacemos no está desligada de un sinfín de actividades que ocurren en los alrededores. Formamos parte activa o pasiva, según queramos, délas circunstancias déla región en la que desempeñamos nuestra profesión.

Sabemos bien que al Estado mexicano le inte­resa "promover y desarrollar turísticamente" di­versas zonas del territorio nacional. Permanecer

indiferentes o decir no en la soledad de nuestra cala no nos libera del compromiso político en el que queramos o no estamos inmersos, ni tampoco impide que los programas desarrollistas se lleven a cabo. En las circunstancias actuales del país es casi impo­sible tanto evitar la tendencia capitalista del sistema como hacerse escuchar por los medios de difusión que sólo pregonan declaraciones y noticias de "alto nivel" o bien de "interés nacional". Creemos que si de una forma o de otra las prioridades no derivan de la investigación científica en las diversas discipli­nas, sino de intereses políticos y económicos de los grupos que "planifican" el desarrollo regional, la única alternativa es aquella de intervenir donde se pretende buscar el mencionado desarrollo.

¿Qué ha pasado en el sureste durante los últimos años?

Simplemente un reflejo de lo que acontece en el país. La inversión oficial en el renglón arqueo­logía ha dado prioridad (ya destinando fondos al INAH, ya aportándolos a través de otros organismos) a la ejecución de obras "grandiosas" que refuercen la vieja tendencia del "orgullo por el pasado". Además ahora existe el pretexto de que ello también sirve para beneficiar a la región mediante la capta­ción de las divisas producidas por el turismo.

He aquí algunos ejemplos:

1973-1974 Luz y Sonido en Uxmal 1974—1975 Restauración monumental en

Coba 1976 Restauración monumental en

Cancún 1976—1977 Construcción de las Villas ar­

queológicas de Uxmal, Chichén Itzá y Coba

1977 Iluminación de las Grutas de Loltún

1978 ¿Luz y Sonido en Chichén Itzá?

Por lo pronto en Quintana Roo se habla de cinco millones de pesos para Kohunlich.

¿Cuál ha sido el resultado inmediato? El Centro Regional del Sureste ha sido señalado con índice de fuego por algunos compañeros, por "hacer arqueología para el turismo". Es curioso;en Yuca-

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tan se nos critica precisamente por lo contrario, por negarnos a apoyar planes absurdos de la Secretaría de Turismo o por no ver con buenos ojos eventos como el de Luz y Sombra en Chichén Itzá.

¿Y cuál ha sido el resultado mediato? Una paulatina mayor participación del Centro Regional en los programas de desarrollo de las comunidades. En ocasiones esto se ha traducido en aumentos de tiempo y costo para las obras de determinada dependencia, por concepto de una mayor contrata­ción de trabajadores que a la vez facilita la protección del patrimonio arqueológico.

Creo que la participación del Centro Regional como una voz que comienza a escucharse y a consi­derarse en los comités promotores de desarrollo o en las delegaciones de las diversas secretarías de estado, es importante.

Tradicionalmente la arqueología ha sido encua­drada en el seno del organismo educador oficial, léase S.E.P., y su función básica ha sido aquella de obtener técnicamente los paquetes de información necesarios para fortalecer la unidad nacional en las diversas regiones del país.

Pero la arqueología no sólo puede ofrecer "educación, ciencia y cultura". En manos de los antropólogos que trabajamos con tiestos y planos topográficos también está abierta la posibilidad de participar en la toma de decisiones para obras de mayor envergadura que un simple proyecto de prospección o de excavación arqueológica. Es cierto que esta participación puede parecemos por ahora mínima o nula, mas yo preguntaría si nos hemos esforzado con verdadero interés, con tiempo y energías que muchas veces invertimos en el labe­rinto de los minuciosos análisis del cual por fin salimos felices portando un aburrido estudio arqueo-gráfico. No negamos que las descripciones tengan validez, sino el que sean vistas como la parte final de un proceso de investigación.

Si como antropólogos declaramos o cuando menos pensamos que podemos participar en la vida actual del país, debemos salir de nuestra pirámide restaurada, es decir de nuestra torre de marfil, para coordinar esfuerzos con las diversas dependencias estatales y federales que realizan obras en el campo. Es ahí donde hay posibilidades de participar de

manera más amplia y concreta en el desarrollo de una región.

La sociedad requiere satisfacer necesidades más apremiantes que la de instruirse llenándose de datos oficiales. Las comunidades rurales para las cuales intentan promoverse grandes y costosas obras de beneficio y mejoramiento social, presentan la de­manda urgente de satisfacer sus necesidades básicas, para luego interesarse por temas tan relevantes en nuestro mundito científico como aquellos de la ausencia o presencia de la cerámica Naranja Fina X.

Si sabemos qué grandes cantidades de recursos económicos y técnicos extra—INAH son destinados para crear ciudades turísticas, para hacer grandes restauraciones arquitectónicas o para "embellecer" pirámides con focos de colores, también somos conscientes de que las decisiones tomadas por el sector público para llevar a la práctica estos progra­mas no contemplan el contexto socioeconómico de la zona enfocada. Tales planes pensados detrás del escritorio suponen tener resuelto desde antes todo problema o consecuencia derivado de la ejecución de las obras. Es ahí donde debemos exigirnos nuestra participación como antropólogos, como investiga­dores que frecuentemente discutimos acerca de las carencias y necesidades del campo mexicano. La tarea inmediata es dar a conocer nuestros puntos de vista al respecto y tratar de influir en la toma de decisiones concretas, ya sea para modificar el plan de acción, ya sea para evitar su realización.

La apertura al turismo de una zona arqueoló­gica es, por ejemplo, una obra que puede llevar una fuerte derrama económica a un poblado o conjunto de los mismos, tanto durante las obras de infraes­tructura y de trabajos específicamente arqueológicos como posteriormente por concepto de visitantes que requieren diversos servicios. Sin embargo, la no participación de individuos que enfoquen el proyecto con puntos de vista opuestos a aquellos del sector empresarial, proseguirá dando como frutos un Teotihuacan, un Chichén Itzá, un Tulum, etc., en donde los mayormente beneficiados por la afluencia turística son los viejos prestadores de servicios: cadenas de hoteles, restaurantes, agencias de viajes y transportistas.

Las actividades arqueológicas en la Península de Yucatán requieren de un plan regional de labores vinculado no sólo a las necesidades de los invesriga-

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dores, sino también y preferentemente a las necesi­dades de las comunidades en las cuales va a llevarse a cabo determinada obra.

La intervención de la arqueología en los pro­gramas pro—desarrollo de las comunidades, implica seguir dos caminos: la difusión y la coordinación de actividades.

lo. Difusión de lo que consideramos puede hacer la arqueología, no sólo como rescatadora de elementos de juicio que permiten conocer mejor las sociedades desaparecidas, sino también como una disciplina integrante dei bloque de ciencias sociales cuya mira es la aportación de esos elementos para promover el desarrollo actual de las comunidades.

2o. Coordinación con las dependencias u orga­nismos del sector público, en cuyas manos está la ejecución de programas concretos en diversos ren­glones de actividad.

En cuanto a la difusión, en buena medida hemos heredado un estereotipo que seguimos fo­mentando al no divulgar de manera sencilla nuestros conocimientos. En el plano académico la arqueolo­gía puede aportar, como hasta ahora !o ha hecho, un mayor enriquecimiento de información del pasado, a la vez que mediante publicaciones, exposiciones y conferencias, se divulgue en lenguaje sencillo la pesada jerga técnica que nos caracteriza. Cabe aquí señalar que esta divulgación se halla fuertemente limitada tanto por motivos de formación, o de deformación profesional si se prefiere, como por las circunstancias que imperan en el mercado editorial del país, en donde prolifera la venta de publicaciones baratas de temática irrelevante y mala calidad. De nosotros depende informar sobre lo que hacemos y para qué lo hacemos. Los guías de turistas, las tiras cómicas, las novelas de ciencia—ficción y los

"promotores turísticos", no deben hablar por nosotros,

Por lo que respecta a la coordinación con el sector público, ello facilita y mejora las labores ar­queológicas. En el plano estrictamente científico podemos mencionar el caso de la conjunción de esfuerzos entre el Centro Regional y la SAHOP del Estado de Yucatán. Esta labor ha permitido que las nuevas carreteras que se abren en la entidad respeten las zonas arqueológicas que encuentran, o bien efectuar los salvamentos necesarios. La unión de esfuerzos entre camineros y arqueólogos ha comen­zado a rendir buenos frutos en la ruta del Puuc que une Oxkutzcab, Loltún, Cooperativa, Labná, Xlapak y Sayil con la carretera que va a Campeche.

Por otra parte, la participación del INAH en el Patronato de Luz y Sonido de Uxmal, ha permitido obtener fondos para realizar excavaciones arqueo­lógicas en las Grutas de Loltún, para iniciar el estudio del patrón de asentamiento de Uxmal y para restaurar el juego de pelota del mismo sítio. Además, es pertinente decir que un porcentaje délas entradas (6%) por concepto del espectáculo, es destinado al Municipio de Santa Elena para efectuar obras mate­riales en beneficio de la comunidad.

Para finalizar, creo que la arqueología debe ampliar su campo de acción. De nuestros maestros y asesores no sólo hemos heredado corrientes teóricas y una vasta bibliografía, sino también una sociedad en la cual participar. En términos llanos, el objetivo del arqueólogo debe ser aquel de ayudar a conocer el pasado, pero no para extasiarnos observándolo dentro de una vitrina. No debemos olvidar el presente en una cómoda posición supues­tamente apolítica, sino contribuir al entendimiento del ayer en un compromiso político que permita formular el futuro, formulación que se inicia actuando en los problemas de hoy.

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REFERENCIAS

BETTELHEIM, CHARLES

1971 Planificación y crecimiento acelerado. F C E. México.

GÁNDARA V, MANUEL

1977 La arqueología oficial mexicana. Tesis de maes­tría presentada en la ENAH. México.

ILPES

1977 Discusiones sobre planificación. Informe de un seminario (Santiago de Chile, 6 a 14 de Julio de 1965). Instituto Latinoamericano de Planifica­ción Económica y Social. Siglo XXI. México.

LANGE, OSCAR

1972 Economía Socialista y planificación económica. Rodolfo Alonso Editores. Buenos Aires.

LITVAK K, JAIME

1975 "Posiciones teóricas en la arqueología meso ame­

ricana", en XIII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, celebrada en Jalapa, Ver. México.

LORENZO, JOSÉ LUIS

1976 (Coord) Hacía una arqueología social. Reunión en Teoti­

huacan (octubre de 1975). INAH. México.

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1978 "Los usos de la historia y el partido socialista del sureste", en El Buho, suplemento dominical del Diario del Sureste, Núm 26; 2-8, Mérida, Yuc.

ROSALES G, MARGARITA

1977 "Trabajos arqueológicos y cambio social en Coba", en XV Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, celebrada en Guana­juato, <Jto., México.

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5. EL IMPACTO DEL DESARROLLO TURÍSTICO EN EL PATRIMONIO CULTURAL: UN EJEMPLO

DE COSTA RICA

Frederick W. Lange Museo Nacional de Costa Rice

En las zonas tropicales el desarrollo turístico produce un impacto específico en la preservación de los recursos naturales y culturales, particular­mente cuando los proyectos se realizan en las costas. Tal impacto se da básicamente en sitios nivelados, rellenados o destruidos por actividades de construc­ción. Otro tanto sucede debido a la apertura de caminos de acceso hacia nuevas áreas que conllevan el aumento de concentraciones de población y, a la vez, aceleran la destrucción de sitios precolombinos.

Los museos y universidades luchan por conser­var y estudiar tales sitios arqueológicos. Los diri­gentes de las entidades gubernamentales o privadas que estimulan los proyectos turísticos desean coo­perar, pero, en muchos casos, por razones de orden administrativo no se logra una comunicación efec­tiva para obtener los resultados deseados; ello impide la efectiva conservación del patrimonio cultural. Este trabajo enfoca los problemas del impacto primario y secundario provocados por el desarrollo turístico, y presenta dos ejemplos espe­cíficos en la costa Pacífica del noroeste de Costa Rica.

El proyecto denominado "Polo Turístico de Bahía de Culebra", es el programa más grande del renglón "turismo" en Costa Rica. Su primera etapa tiene un costo de 210 millones de dólares. Este proyecto se basa en un plan maestro con un estudio de factibilidad que financió el Banco Centroameri­cano de Integración Económica (BCIE) por medio de un préstamo al Instituto Costarricense de Turis­mo (ICT). El estudio involucra a un conjunto de empresas integrado en cuaro firmas costarricenses

y dos norteamericanas. Aunque el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) no participan, han expresado interés en el proyecto. La oficina de desarrollo turístico de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha cooperado atendien­do a las consultas que se le han formulado. La decisión para realizar este proyecto fue tomada por costarricenses, pero el apoyo de estos orga­nismos internacionales fue significativo por su supuesta experiencia. Ellos, entonces, también tienen que aceptar la responsabilidad final del éxito o fracaso del proyecto.

La primera etapa, que concluirá en 1981, incluye una nueva carretera, servicios de agua y electricidad, así como mejoras en las comunidades vecinas, que son los centros de población donde viven los trabajadores con sus familias. La construc­ción incluye tres hoteles de 300 habitaciones cada uno, cabanas, museo arqueológico, centros comer' ciales y cívicos, instalaciones para acampar, baños públicos en la playa, canchas de golf y discotecas. También está programada la venta de 300 lotes a particulares. Con el producto de estas ventas y de los servicios se espera recuperar el dinero invertido por el Estado. Desde el año de 1964 el Banco Centroamericano de Integración Económica fijó su política para promover el desarrollo del turismo en el área centroamericana. En 1965 se encargó a la oficina norteamericana Porter International Com­pany, de Washington D.C., un estudio que sirviera de base para un plan maestro de turismo en América Central. En julio de 1965 el resultado del estudio fue entregado al BCIE y éste lo hizo circular a prin­cipios de 1966 entre los organismos que promueven

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el turismo en el área. Después de un lapso de cuatro años, en 1970, el BCIE inició gestiones con la AID para obtener el crédito que le permitiera contratar los servicios áe la firma española Tecniberia, con el propósito de actualizar los estudios existentes y determinar cuál sería el programa promocional y financiero del turismo en América Central.

La primera reunión conjunta del BCIE con los organismo* «^cargados del turismo y las Oficinas de Planificación Nacional, se realizó con el propó­sito de confeccionar el programa regional de desa­rrollo turístico. Esta reunión se efectuó en la ciudad de Guatemalf del 26 al 28 de septiembre de 1972. Debe hacerse notar que en esta época las oficinas de planificacién*ran de reciente creación en América Central, por estipulaciones de AID, para entregar futura ayuda económica. En Costa Rica se creó la Oficina de Planificación (OFIPLAN) como un órgano de consulta y no de coordinación, y sin poder coercitivo en el gobierno. Como indicación de los limítesele la oficina en Costa Rica, el Director Regional de' Ofiplan en Guanacaste (la provincia donde está¿ ubicada la Bahía de Culebra), tuvo el primer conocimiento detallado del proyecto de información gracias a una publicación de un perió­dico fechado el 19 de enero de 1978.

El BCtE buscaba identificar y seleccionar zonas turísticas, y hacer una estimación inicial de su equi­pamiento, con el fin de proveer los recursos econó­micos necesarios para promover el desarrollo turís­tico en el área centroamericana. El fin principal del programa de desarrollo turístico es la atracción de turismo internacional de tipo vacacionaí, y de acuerdo con esto, establecer lincamientos macro— económicoé 8e política turística centroamericana. Muchos de los detalles de las metas del proyecto son de interés histórico, pero no pertenecen al tema de discusión.

Con base en el estudio original de Tecniberia se selecciofcatfon dos lugares: Tela, en Honduras, y Bahía de Culebra, en Costa Rica, como los sitios más adecuados para realizar proyectos turísticos. La Bahía de Culebra fue designada como el mejor de los dos sitios debido a la infraestructura socioeco­nómica de Costa Rica en comparación con la de Honduras.

Aquí se tomó en cuenta la realidad polít ico-histórica de América Central. A pesar de las reco­

mendaciones de los organismos internacionales, los países centroamericanos han mostrado poco interés por promover el turismo en varios países vecinos. Este cambio podría ser de gran beneficio a escala regional; mientras no se eliminen las restricciones para viajar, se limita el desarrollo a dos, probable­mente a un solo lugar, lo que se considera desventa­joso para los países como Costa Rica. Por esto el BCIE decidió respaldar el desarrollo de un proyecto en cada país, pero no a nivel tan grande como se había programado originalmente. Con base en el estudio de Tecniberia, cada país estudió las mejores posibilidades para desarrollar los proyectos que se encuentran en diferentes etapas de progreso. En Costa Rica se decidió continuar con la Bahía de Culebra.

Cuando se tomó la decisión para proseguir con el proyecto de Bahía de Culebra, el Instituto Costa­rricense de Turismo contrató los servicios de un coordinador para el proyecto, que formulara los términos de referencia y estudiara la factibüidad de éste. En abril de 1976 dicho coordinador, cono­ciendo y comprendiendo el valor y la importancia arqueológica del área, estableció relaciones con el Museo Nacional de Costa Rica para discutir los posibles vínculos entre la arqueología de la zona y el proyecto turístico. Es muy importante enfatizar que este contacto fue establecido por la motivación del coordinador del proyecto. En ese momento me encontraba en Costa Rica trabajando en la segunda temporada de estudio de campo arqueológico en la Bahía de Culebra, no para el Museo Nacional, por lo que sólo me enteré de rumores ocasionales de un supuesto proyecto turístico. Se presentó al coordi­nador del proyecto un resumen detallado de la importancia arqueológica de la zona, lo que dio como resultado que fuese incluida en los términos de referencia dados a las empresas concursantes que aspiraban al contrato para el estudio de factibüidad:

Por ser el área una de las principales, si no la principal zona arqueológica del país, se debe definir su protec­ción, correcta exploración y su aprovechamiento como recurso turístico, respetando las leyes que al respecto existen; todo debidamente coordinado con el Museo Nacional, analizando la posibilidad de esta­blecer estratégicamente un museo regional.

Así, en la primera etapa de los lincamientos de planificación del proyecto quedó indicada la necesidad de evaluar los recursos arqueológicos. La

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legislación vigente dio base a la idea de crear un museo como parte integrante del desarrollo turístico. La falta de conocimiento de los antecedentes del proyecto me dejó en una situación desfavorable en ese momento. Varios consorcios que tenían perso­nal bien seleccionado participaron en el concurso para obtener el contrato del estudio de factibüidad. No era posible contratar la investigación arqueoló­gica en forma independiente con el Museo Nacional; sin embargo se pensó que mis proyectos en la zona pudieron haber eliminado duplicación en el trabajo. El Museo Nacional formuló una serie de requisitos para el estudio arqueológico y estableció las normas según los términos de referencia del proyecto turístico.

La preocupación por los recursos culturales de la Bahía de Culebra no es solamente la de detener la destrucción de los sitios arqueológicos, sino también la de evitarla pérdida de la información primaria de una de las zonas arqueológicas más importantes de Costa Rica y, posiblemente, de toda la costa pacífica de América Central. Hay documentos históricos que indican que la bahía fue un puerto de inter­cambio ; esto se confirma con los materiales exca­vados científicamente, así como con otros sacados por huaqueros, los cuales reflejan intercambio con Panamá, América del Sur, el resto de América Central y México, por lo menos desde tiempos del apogeo de Teotihuacan. Como centro de intercam­bio la bahía fue también un centro regional y los estudios indican que existían sitios periféricos a la bahía que participaron en un sistema socioeconó­mico regional.

Estoy preocupado por el impacto primario, es decir por la destrucción de recursos culturales, debido a la decisión de construir un hotel en el lugar donde se localiza un sitio arqueológico, y también por el impacto secundario que ocurrirá en otros sitios debido a los trabajos de infraestructura como caminos, drenajes, etc., que permitirán un aumento de población y el acceso de huaqueros. En la Bahía de Culebra ya ocurrió la destrucción de un sitio importante mediante equipo mecanizado del Ministerio de Obras Públicas y Transporte, no obs­tante acuerdos entre el Museo Nacional, la Oficina de Planificación y dicho ministerio. Ello se debió a una falla burocrática común; la decisión acordada no se comunicó al personal que trabajaba en el campo.

La protección del patrimonio cultural y las leyes de Costa Rica

La Ley Núm 7, del 6 de octubre de 1938, es la que trata específicamente de la protección del patrimonio cultural y limita la explotación y comercio de objetos arqueológicos. El Artículo I o

de la Ley dice que "Son propiedad del Estado todos los objetos arqueológicos. . .", precolombinos y coloniales. El Artículo 11 dice que cuando ocurran hallazgos debe darse cuenta al Museo Nacional. El artículo 17 amplía este punto indicando que cuando hay hallazgos accidentales las autoridades locales deben ser notificadas para proteger el sitio hasta que los representantes del Museo Nacional tengan la oportunidad de visitar el lugar.

El artículo 17 es probablemente el más impor­tante de dicha ley. En él se da al Museo Nacional la posibilidad de paralizar trabajos de construcción, nivelación y alteración de terrenos, si al realizarse estos se destruye el patrimonio cultural. Esta posi­bilidad fue reforzada con el decreto Núm 2892—C, del 8de febrero de 1973, en su Artículo 8. Es nece­sario revisar los acontecimientos desde la creación de la Ley-, en la práctica esta previsión de la Ley no se ha cumplido y es muy dudoso que el Museo Nacional pueda actuar en contra de ciertas presiones políticas que reaccionarían de inmediato en contra de ese tipo de acción. El aspecto de la Ley da el derecho de parar el trabajo, pero no da recursos económicos para efectuar proyectos de rescate y permitir que el trabajo continúe. En la Asamblea Legislativa de Costa Rica ahora se discute un nuevo proyecto de ley para mejorar esta situación y esta­blecer la obligatoriedad de presupuestar un porcen­taje de los costos del proyecto para destinarlo a financiar proyectos científicos. En este momento el futuro de tal legislación es muy incierto. Fue bajo la posibilidad de emplear este artículo 17 que el Museo Nacional presentó los requisitos para el trabajo arqueológico en el estudio de factibüidad es.

Durante los últimos dos años a veces fue difícil observar el desarrollo y la trayectoria del proyecto Bahía de Culebra. Estose debió, en parte, al hecho de que en Costa Rica soy extranjero y no tengo acceso total al "sistema", lo cual tiene importancia para conocer el cómo y el porqué instituciones e individuos toman determinadas decisiones-, también fue difícil por ser éste el primer proyecto de su tipo en Costa Rica. A veces se hicie-

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ron cambios de último momento para responder a los problemas u oportunidades no previstos.

En el caso de la arqueología, las normas esta­blecidas por el Museo Nacional fueron básicamente ignoradas por el consorcio. Esto fue posible porque aún se ignora en Costa Rica lo que es la arqueología y cuáles son los patrones que las entidades científi­cas deben aplicar en las investigaciones de campo. La opinión del Instituto Costarricense de Turismo fue la de que dichos patrones profesionales eran responsabilidad del consorcio: es decir, que el arqueólogo era un subcontratado por un consorcio. El coordinador del proyecto presentó las normas y preocupaciones del Museo Nacional a la parte del consorcio que tenía la responsabilidad, pero no hubo mejoras.

El I.C.T. presentó informes trimestrales sobre el progreso de los estudios, y los representantes de las instituciones gubernamentales (incluyendo al Museo Nacional) fueron invitados para recibir la información. La parte arqueológica era inadecuada para planear las estrategias del estudio, rescate y conservación de los recursos culturales de la zona. Consistió principalmente en el inventario de los sitios que son bien conocidos desde hace más de medio siglo. Faltó ubicar los sitios más pequeños para dar una imagen real del sistema regional de asentamientos.

Los estudios de campo para el estudio de facti­büidad fueron realizados en lugares de fácil acceso en una área de 198 Km2, que es la que corresponde al impacto principal del proyecto. Estos estudios se hicieron en sólo una semana durante el mes de abril de 1977. El equipo de campo estuvo formado por un arqueólogo y dos o tres estudiantes sin preparación en métodos de prospección. Ninguno del grupo poseía más que un nivel básico de cono­cimientos de la arqueología de la zona, y no se hicieron calas de exploración, pruebas con palas, ni se utilizaron otros métodos para conseguir muestras adecuadas.

Se trato de delimitar áreas de concentraciones de concheros grandes (en la mayoría de los casos esta información ya existía), también se efectuó una recolección de cerámica de superficie. Obvio es decir que el estudio arqueológico realizado como parte del estudio de factibüidad era inadecuado para hacer recomendaciones sobre la protección del

patrimonio durante el desarrollo del proyecto. Entonces hablé con el coordinador del proyecto y el arqueólogo representante del B.C.I.E. para pre­sentar las inquietudes del Museo. Debido a que el Museo no tiene poderes antes de la etapa de cons­trucción, me recomendaron no presentar nada en contra del estudio en ese momento. Yo manifesté mi preocupación en cuanto a permitir un estudio no adecuado como parte del informe final, pero tuve que aceptar algunas realidades políticas. Adicionalmente fui informado de que el B.C.I.E. autorizó una suma de 200 mil dólares para estudios arqueológicos vinculados con los desarrollos turís­ticos en Costa Rica, y que parte de esta suma se habría podido utilizar para ampliar estudios en la Bahía de Culebra. Este aporte del B.C.I.E. fue el resultado directo de una .conferencia efectuada en Tegucigalpa en 1975, en la cual se tomaron im­portantes resoluciones con respecto a la necesidad de un programa coordinado de arqueología en América Central. Se busca así proteger el patrimonio cultural en aquellos lugares en donde el B.C.I.E. financia y estimula proyectos turísticos vinculados con la arqueología, como son los que se realizan en este momento en Copan, Honduras.

Con esta información, el Departamento de Antropología e Historia del Museo Nacional de Costa Rica preparó los documentos necesarios para solicitar el dinero al B.C.I.E. para las investigaciones arqueológicas. La obtención de este dinero está en relación directa con los préstamos que otorga dicho Banco al Proyecto Turístico Bahía de Culebra, en el sentido de que si el proyecto no se realiza, o si' el B.C.I.E. no financia el proyecto, los fondos para investigación tampoco se harán efectivos. Esto es lo sucedido hasta hoy. El apoyo al proyecto de Bahía de Culebra por parte del gobierno de Costa Rica y de los inversionistas privados es tan fuerte que sugiere que puede realizarse sin necesidad de acudir a los fondos del B.C.I.E. Por consiguiente, el anteproyecto todavía se encuentra en el escritorio del coordinador del proyecto; lo cual le crea al Museo un problema económico para realizar los debidos estudios en la primera etapa del proyecto. No creo que se trate de un intento por evitar el financiamiento para estudios arqueológicos pues hay que tomar en cuenta que la obtención de los 200 mil dólares para estudios arqueológico—turís­ticos se realiza a través de un préstamo y no de una donación. Lo que se debe hacer es conseguir los fondos necesarios para la primera etapa lo más

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pronto posible, La lentitud de los trámites que exige el B.C.I.E. para otorgar préstamos, incita a la búsqueda de financiamiento por otros medios. Después de consultar con el coordinador del Polo Turístico Bahía de Culebra, se presentó a la consi­deración del presidente de ese país un presupuesto detallado, a fin de conseguir los fondos para realizar el estudio arqueológico de esta primera etapa. Este proyecto con el apoyo del presidente fue remitido a la Asamblea Legislativa, que es el organismo que puede aprobar el gasto necesario. El coordinador del proyecto también me pidió el plano básico para la planta física del museo y la indicación de las zonas de la bahía que deben ser preservadas como reservas arqueológicas. En enero presentó mis recomenda­ciones, pero la oficina del proyecto todavía na me ha entregado una copia del informe final del proyecto. Por esto no tengo conocimiento de si mis sugerencias fueron aceptadas en su totalidad o solamente en parte.

Consideraciones finales.

Existe un número de problemas que podemos identificar con claridad. Algunos, en sus detalles se refieren solamente a Costa Rica, pero, en general, pueden aplicarse por lo menos a toda América Central:

A) Hay escasez de estructuras legales efectivas para promover la administración de recursos culturales. Una futura legislación debe evaluar las prioridades de cada país en proceso de desarrollo. El director regional de la oficina de planificación en Guanacaste me expresó: "Si hay un sitio que se está destruyendo en la Bahía de Culebra, y si ahí también hay 500 personas muriendo de hambre, ¿salvamos a la gente, o al sitio arqueológico? No podemos salvar a los dos". Estos nos indica claramente la necesidad de ubicar los recursos arqueoló­gicos de América Central dentro del contexto de prioridades nacionales y regionales.

B) La arqueología debe ser tomada en cuenta desde la etapa de planificación del proyecto. Ahora sólo se la ve como algo para atrae: turistas por medio de museos o excavacione: que se puedan visitar. No se planifica la reubi­cación de caminos, hoteles, canchas de golf, etc., para evitar la destrucción de sitios arqueo­lógicos o para atenuar el daño al patrimonio. Los arqueólogos deben participar en las etapas de planeamiento de tales proyectos.

C) La investigación arqueológica, en la mayoría de los países de América Central, todavía está en manos de extranjeros, lo que hace difícil aumentar su participación en el planeamiento sin que den la impresión de "imperialismo", "dominación", etc.

D) El coordinador del proyecto Bahía de Culebra ha trabajado con muy buena fe y res­ponsabilidad. No obstante, como no hay leyes ni reglamentos adecuados, no se logra la coope­ración entre instituciones; en este caso, El I.C.T. y el Museo Nacional de Costa Rica. De ahí que no se logre solucionar los problemas aunque existan muy buenas intenciones.

En este momento, El I.C.T. no tiene ninguna obligación legal para financiar investigaciones ar­queológicas, ni el Museo dispone de recursos econó­micos suficientes para hacer las investigaciones en proyectos específicos de desarrollo turístico.

Los problemas derivados del impacto secun­dario son mucho más difíciles de resolver que los relacionados con el impacto primario, porque las decisiones de tipo secundario muchas veces se toman en el campo. Los problemas derivados del impacto secundario podrían resolverse si los arqueólogos tuviéramos más influencia en las diferentes etapas de planificación de los proyectos.

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6. EL TURISMO EN TAOS Y EN PATZCUARO: UNA COMPARACIÓN DE DOS INTENTOS DE

DESARROLLO REGIONAL

Robert V Kemper Southern Methodist University

Dallas, Texas

Introducción

En los últimos años, la abundancia de investi­gaciones sociales relacionadas con el turismo ha hecho que este renglón sea enfocado desde diversas perspectivas teóricas, al analizar el turismo y el desarrollo regional. El énfasis inicial en la acultu-racíón (Núñez, 1963: 347) dio paso a un enfoque de la diferenciación estructural social (MacCannell, 1976: 178) y, más recientemente, a una crítica radical del turismo masivo institucionalizado, visto como una "intrusión, al igual que el neocolonia­lism© y el neoimperialismo, como una fantasía, similar a una nueva arena cultural y a un nuevo sis­tema de plantación" (Matthews, 1977. 28). Estos cambios en el énfasis nos han llevado desde un análisis microscópico de las relaciones huésped—an­fitrión, hasta un campo más amplio, en donde se ve "la forma en la que el turismo está incrustado en la estructura institucionalizada del país anfitrión" (Coben 1972: 180). De hecho, Young (1977: 672) ha señalado que "sea cual sea la forma del turismo, sólo es otra manifestación de la estructura política, económica y social existente".

En este artículo1 trato de examinar el turismo y el desarrollo regional en términos de las distintas

La revisión de este ensayo fue enriquecida por las comentarios da varios estudiantes y funcionarios gubernamentales de Estados Unidos y México. He tenido la fortuna de contar con una exce­lente cooperación de los representantes del sector turístico en el estado de Nuevo México y en la comunidad de Taos, así como de los funcionarios correspondientes en el estado de Míchoacín y en la comunidad de Pátzcuaro- Como es natural, solamente yo soy responsable de los puntos de vista expresados en este artfeulo.

estructuras institucionales de México y los Estados Unidos. Como el enfoque está dado más en el desa­rrollo regional que en el de la comunidad o en el nacional, se examinarán dos regiones turísticas bien conocidas: Taos, en Nuevo México, y Pátzcuaro, en Michoacán, mediante la metodología de compara­ción controlada (Eggan, 1954). Este intento enf atiza similitudes y diferencias en los casos de Taos y de Pátzcuaro, que nos ayudarán a entender sus distintas posiciones para con el turismo y el desarrollo regional. En este contexto el análisis demostrará que, aunque Taos y Pátzcuaro poseen muchas carac­terísticas comunes y sectores turísticos similares, ciertas diferencias fundamentales de las estructuras institucionales, en las que está presente el turismo, conducen a conductas y actitudes muy distintas entre los residentes locales.

Antes de analizar la estructura del turismo en el desarrollo regional, es necesario discutir las seme­janzas y diferencias entre Taos y Pátzcuaro, lo cual constituye la base de esta comparación controlada. En primer lugar esbozaré brevemente un panorama general de cada comunidad y su región, poniendo especial atención en aquellas características rela­cionadas con el turismo y el desarrollo regional. Después describiré brevemente la situación turística actual en Taos y en Pátzcuaro, y por último discu­tiré los vínculos del turismo en estos sitios, con las estructuras institucionales de sus respectivos países, dedicando especial atención a los papeles jugados por las fuerzas de los sectores privado y guber­namental.

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Taos y Pátzcuaro, una comparación controlada

Debido a los numerosos estudios etnográficos e históricos que se han realizado en las regiones de Taos y de Pátzcuaro, solamente proporcionaremos un breve esbozo de sus características respectivas.2

La región de Taos. Situada a una altura de 2 100 m, en las faldas de las montañas Sangre de Cristo, en el norte de Nuevo México, la población de Taos es el centro económico, político y social de un condado de 5 747 Km2. Aunque la región ha sido habitada desde tiempos prehistóricos, el patrón de asentamiento de hoy día es más bien disperso: en 1970 2 476 personas residían en Taos; el área suburbana contaba con otros 10 mil individuos y ei resto del condado estaba ocupado por otros 7 mil habitantes pertenecientes a 24 comunidades rurales dispersas. Una razón de la baja densidad de pobla­ción es que una tercera parte del condado pertenece al Bosque Nacional Carson; otra es que aunque el clima es agradable, cálido en verano y suficiente­mente frío en invierno, como para facilitar la prác­tica del esquí, la región padece de una escasez de agua que limita las labores de agricultura y pastoreo. Una tercera razón que explica la poca población en la región es que mucha gente joven cree que puede encontrar mejores oportunidades económicas en cualquier otra parte. Esto último provoca una fuerte emigración de la población ahí nacida.

La población regional está formada por tres etnias: una mayoría hispano—americana (7 5 %) y dos minorías, inglesa (18%) e indígena (7%). El carácter étnico de la región está bien definido históricamente: Taos Pueblo ha estado ocupado continuamente, al menos desde 1 200 dC; los primeros colonizadores españoles llegaron en 1615 y los comerciantes británicos comenzaron a arribar a principios del siglo XIX. Las tradiciones religiosas y culturales también están bien establecidas: la mayoría de los taoseños son católicos romanos, aunque la influencia reciente de migrantes anglos, jubilados y turistas, ha creado varías congregaciones protestantes. La com­binación de celebraciones indígenas, hispano—ame­ricanas y anglas a lo largo del año, ha creado un rico y colorido ciclo con relevancia histórica y étnica.

Para mayor información sobre la región de Pátzcuaro, véanse a Dinerman, 1978; Kaplan, 1960/Moone, 1969; Novelo, 1976, y t'ietri & Pietri. 1976. Con respecto al área de Taos consúltese a Kemper, 1976, y Scbouten & Osgood, 1975.

El sistema socioeconómico regional está for­mado por una gran población de campesinos, em­pleados y desempleados, un creciente sector medio de comerciantes y una élite relativamente pequeña, compuesta básicamente por familias hispano—ame­ricanas y anglas que han vivido en Taos desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Existe un fuerte contraste en cuanto a riqueza entre las familias más pobres y las más ricas de Taos. En 1970 el ingreso per capita en el condado de Taos fue de sólo la mitad del promedio nacional;más de la mitad de la población del condado era elegible para el Programa de Alimentos por Cupón (Food Stamp Program), y los cálculos de desempleo en el condado iban desde un 10 hasta un 40%. En resumen, el poblado de Taos es el centro económico del tercer condado más pobre en Nuevo México, entidad que también es una de las más pobres del país.

Esta pobreza es también reforzada por el aisla­miento de la región con respecto a los servi­cios nacionales. La población de Taos se halla aproximadamente a una hora de viaje en auto al norte de Santa Fe, capital del estado, sobre la carretera 68, una de las tres principales rutas que corren hacia el norte a Colorado. Aunque Taos cuenta con servicio de autobuses (cuatro diarios) y tiene un pequeño aeropuerto (con un servicio comercial irregular), la mayor parte de la gente de la región viaja en auto o camión privados. Por falta de caminos laterales adecuados, la mayor parte de este tráfico fluye a través del centro de Taos, cortando en dos al poblado y sus suburbios. Además de estos lazos de comunicación con el mundo exterior, en Taos se edita un excelente periódico semanal; existe una estación de radio de AM y otra de FM. Finalmente y por supuesto, la gente de la región de Taos tiene acceso a las redes nacionales de televisión a través de las estaciones de Santa Fe y de Albuquerque.

Si esto fuera todo lo que la región de Taos pudiera ofrecer, atraería a varios turistas interesados en aspectos ambientales, étnicos, históricos y re­creativos. Sin embargo, a diferencia de muchas áreas rurales, Taos también posee una fuerte tradi­ción artesanal. No obstante que las tradiciones artísticas nativas de los indígenas y de los hispano­americanos son respetadas, Taos es más conocido por el arte colonial derivado de los ingleses a finales del siglo XIX, mismo que se conoce como "la escuela de Taos". Durante más de dos generaciones Taos ba estado atrayendo a artesanos y gente intere-

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sada en las artes, de manera que hoy día el poblado posee uno de los más elevados índices de artesanos per capita de cualquier comunidad norteamericana.

La producción y promoción de las artesanías de Taos ha estado básicamente en manos de empre­sarios individuales, aunque en años recientes varias asociaciones civiles (Cámara de Comercio de Taos, Asociación de Artes de Taos y Gremio Artesanal de Taos) se han organizado para fomentar una produc­ción de alta calidad y una mayor distribución.

Este es, entonces, el marco para el turismo y el desarrollo regional existente en la región de Taos. Vayamos ahora a la región de Pátzcuaro, donde veremos varias semejanzas importantes y unas cuantas diferencias significativas con respecto a Taos,

La región de Pátzcuaro. Ocupado desde tiempos prehispánicos por el poderoso imperio tarasco, cuya capital era la vecina Tzintzuntzan, el pueblo de Pátzcuaro ha seguido constituyendo un importante centro de mercado regional, debido a sus fuertes lazos con la tierra caliente y con la meseta tarasca. Pátzcuaro se localiza en la orilla sur del lago del mismo nombre, el segundo lago natural más grande de México, a una altura de 2 130 m sobre el nivel del mar. La región del lago se halla densamente poblada; unas 75 mil personas viven en aproxima­damente 100 poblados y comunidades pequeñas, distribuidas alrededor del lago, y en los valles de las zonas adyacentes. En 1970 la población de Pátz­cuaro ascendía a 17 299, mientras que el municipio del cual es cabecera tenía un total de 37 615 habitantes.

La mayor parte de los pobladores del área depende de la agricultura en pequeña escala y de actividades relacionadas con ésta para su subsisten­cia. La precipitación pluvial del verano permite obtener cosechas a lo largo de la orilla del lago. Sin embargo, las elevaciones mayores han sido taladas (obteniéndose así leña durante varios siglos), y la erosión resultante ha disminuido las posibilidades de tierra cultivable. El lago ofrece buena pesca, pero durante varias décadas ha sido infestado por jacintos acuáticos.

Pátzcuaro es el hogar de la élite socioeconó­mica de la región. Algunas cuantas familias unidas por el parentesco y el matrimonio han conservado cierto control sobre los problemas regionales, aunque desde hace pocos años algunos recién llegados han

tenido éxito en los negocios y el gobierno federal ha comenzado a intervenir cada vez más en los asuntos locales. A diferencia de la concentración de la élite local en Pátzcuaro y sus alrededores, del 10 al 15% de la población de la región (misma que conserva sus tradiciones lingüísticas y culturales de origen tarasco) se distribuye en pequeñas aldeas alrededor del lago y en unas cuantas islas habitables. Estas comunidades tarascas (especialmente la de Janitzio y la de Santa Fe de la Laguna) poseen un status legal como comunidades indígenas,pero no poseen ninguna protección efectiva contra la explo­tación causada por fuerzas externas.

Comparada con las normas nacionales, la región de Pátzcuaro es relativamente pobre y subdesarrollada (Stern, 1967). Además, el estado de Michoacán también está considerado, entre las entidades mexicanas, como poseedor de un bajo nivel de desarrollo económico. No existen industrias en la región del lago y la mayor parte de las manufac­turas es de índole artesanal. Dadas las limitadas posibilidades de movilidad socioeconómica para el grueso de la población, no es sorprendente que la región sufra de una fuerte emigración de sus indi­viduos jóvenes.

La migración y el transporte son facilitados por la localización de Pátzcuaro, a una hora de viaje en auto desde Morelia, la capital del estado, mediante la carretera 15, una de las principales rutas del centro de México entre Guadalajara y la ciudad de México. Los propietarios de automóviles no son muchos y el servicio de autobuses es espe­cialmente bueno (aproximadamente 400 autobuses pasan por Pátzcuaro diariamente). El transporte por ferrocarril también facilita la comunicación (dos trenes corren diariamente por la vía Uruapan—Mo­relia— Estado de México). A pesar de la densa población regional,, el único periódico producido [ocalmente es un pequeño semanario dedicado a la élite social y económica. Los periódicos y revistas nacionales y de la capital del estado también pueden adquirirse en Pátzcuaro, pero no en ningún otro lugar de la región. Pátzcuaro tiene una estación de AM diurna de bajowataje, aunque los programas de radio y televisión difundidos por la ciudad de México, también llegan mediante estaciones repeti­doras de microondas establecidas por el gobierno en las cimas de las montañas cercanas.

La región de Pátzcuaro es famosa en todo el país por la alta calidad y amplia variedad de sus

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artesanías. El éxito de esta producción en los mercados regional, nacional e internacional a partir de la Segunda Guerra Mundial ha sido el resultado del trabajo paciente y competente en las aldeas de la región, además de una campaña de promoción cada vez mayor, realizada por el sector privado y por agencias gubernamentales (Novelo, 1976).

La combinación de una larga tradición de producción artesanal y un floreciente ciclo anual de fiestas y ceremonias derivados de las creencias católico—romanas y populares, proporciona la base para el desarrollo regional del turismo, de tal manera que 'tiene mucho en común con la región de Taos.

Debemos aclarar que las regiones de Taos y de Pátzcuaro comparten muchas características, como la geografía, la historia, la heterogeneidad étnica y los niveles relativamente bajos de desarrollo econó­mico (cada una con respecto a su marco nacional). Difieren básicamente en términos de la densidad y tamaño de sus poblaciones. La combinación de fuertes herencias religiosas y artesanales en ambas regiones ofrece un paralelo particularmente impor­tante en términos de atracción turística.

El turismo en Taos y en Pátzcuaro

A pesar de sus diferencias en cuanto a pobla­ción, las regiones de Taos y de Pátzcuaro tienen sectores turísticos de dimensiones similares. En ambas regiones las actividades turísticas se restrin­gen a unos cuantos puntos focales de interés, y dentro de los pueblos mismos el turismo acude estrictamente a las plazas y sitios específicos principales (Romero, 1977). Como resultado de esto la mayoría de los turistas tiene una visión muy restringida de la vida local, a la vez que la mayoría de los habitantes de la región no trata con los turistas de manera continua. Por supuesto los turistas tienen un impacto per capita menor en Pátzcuaro que en Taos, pero en ambos casos los visitantes tienden a permanecer en un ambiente cuidadosamente preparado de hoteles, moteles, lugares para acampar, restaurantes, tiendas de arte­sanías y otros establecimientos para turistas. El nivel de servicios turísticos es muy similar en Taos y en Pátzcuaro. En 1977 habían 31 hoteles, moteles y lugares para acampar en el área de Taos, mientras que Pátzcuaro tenia un total de 20; había 45 restaurantes en Taos y 44 en Pátzcuaro; Taos con­taba con 111 tiendas de artesanías y Pátzcuaro con

89 en el mercado público. Finalmente, había 45 restaurantes en Taos y 44 en Pátzcuaro; Taos contaba con 111 tiendas de artesanías y Pátzcuaro con 89 en el mercado público. Finalmente, había 45 servicios para automóviles en el área de Taos y en Pátzcuaro solamente 6.3

También parece que Taos y Pátzcuaro reciben aproximadamente el mismo número de visitantes cada año. Las autoridades calculan entre 100 mü y 125 mil turistas al año, ya sea para recorrer breve­mente los sitios de interés o bien para permanecer una o más noches. A diferencia del activo panorama nocturno encontrado en otros centros turísticos como Acapulco, ninguna de las dos áreas ofrece mucha vida nocturna como para atraer turistas. De hecho, la suma de atractivos y actividades común­mente desarrollados en las regiones de Taos y de Pátzcuaro tiende a restringir las visitas a unas cuantas horas del día, aunque un pequeño número de visitantes cada vez mayor comienza a convertirse en residente de verano o de invierno.

Taos atrae poco menos turistas extranjeros que Pátzcuaro, pero aun en este último los visitantes extranjeros (casi todos ellos estadounidenses o cana­dienses) representan un pequeño porcentaje de la afluencia turística total. En esta forma, en ambas regiones la mayor parte del turismo es nacional más que internacional. Ambas áreas dependen básica­mente de las poblaciones urbanas de la clase media y superior para su turismo. En ambos casos los turistas responden a un conjunto similar de motiva­ciones. Para los norteamericanos que van a Taos existen atractivos ambientales, étnicos, culturales, históricos y recreativos. Para los mexicanos (y extranjeros) que van a Pátzcuaro, los atractivos ambientales, étnicos, culturales e históricos son lo principal, mientras que la esfera recreativa apenas comienza a desarrollarse. El Cuadro 1 describe los atractivos turísticos de ambas regiones.

Al resumir esta breve descripción del panorama turístico contemporáneo, observamos que tanto Taos como Pátzcuaro son comunidades con una "cultura turística" (Kemper, 1976; Smith, 1977). Debido a su menor población, Taos depende más del turismo que Pátzcuaro, y esta mayor dependen­cia la hace más vulnerable a las fluctuaciones del

El papel de PEMEX en el sector de las gasolineras se cuenta en el número relativamente bajo de empresas que operan en Pátzcuaro. Sin embargo, en el sector privado existe un próspero negocio de reparación de autos y camiones que es más difícil documentar (Dmerman, 1978, comunicación personal.

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CUADRO 1

TIPOS DE ATRACTIVOS TURÍSTICOS PRESENTES EN LAS REGIONES DE TAOS Y DE PÁTZCUARO

TIPOS TAOS PÁTZCUARO

Turismo étnico Indígenas pueblo Taos y pueblo Picuris; danzas ceremoniales en las comunidades y en los hoteles; artesanía indígena cerá­mica, tejido y joyería.

Indígenas tarascos, Janitzio y Santa Fe-, tianguis o mercado de los viernes, danzas regionales en fiestas y en hote­les, artesanía regional.

Turismo ambiental Montañas Sangre de Cristo, Río Gran­de y Parque Nacional George Carson¡ área desértica de Wheeler Peak.

Lago de Pátzcuaro; mirador en El Estribo y otras montañas.

Turismo cultural Casas de adobe, arquitectura colonial y española, artesanías locales, comidas regionales, fiestas y rodeos, festival artesanal y Galerías de arte.

Arquitectura colonial, artesanías, comidas regionales, fiestas religio­sas, ferias artesanales, fiestas, rodeos, plaza y mercado.

Turismo histórico Taos Pueblo, Museo Kit Carson, Museo Millicent Rogers, Iglesia de St. Francis, Museo del gobernador Bent y plaza de Taos.

Yácatas de Tzintzuntzan, la basilica, monumentos coloniales, Colegio de San Nicolás, convento de Tzintzunt­zan y Biblioteca Bocanegra.

Turismo recreativo Esquí de invierno, alpinismo en verano; balsas por el r ío , golf, tenis, equitación, pesca, campamento, restaurantes ele­gantes.

Caza, pesca, remo, esquí acuático, equitación y campamento.

Fuente: Smitb, 1977:2-3.

mercado turístico nacional e internacional. Esta vul­nerabilidad es particularmente aparente al considerar la mayor proporción de empresas turísticas existen­te en Taos. El sistema económico de los Estados Unidos es lo suficientemente abierto como para que los inversionistas individuales se animen a efectuar pequeños negocios. En cambio, en el caso de México pocas personas cuentan con el capital

necesario para participar en los negocios del sector turístico. El sistema económico de Taos es más abierto que en Pátzcuaro, pero esto también permite que haya más posibilidades de fracaso. En resumen, los sectores turísticos de Taos y de Pátzcuaro, debido a que son más o menos del mismo tamaño, esconden la heterogeneidad exis­tente en Taos, y su potencial para crecer a través de

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empresas individuales, a diferencia de la situación más estable y controlada que encontramos en Pátzcuaro.

El turismo aún es en buena medida una activi­dad temporal en ambas regiones. La mayor parte de visitantes llega a Taos en verano y paulatina­mente la cifra de los visitantes de invierno ha ido creciendo. Hay un fuerte descenso turístico dos veces al año (octubre—noviembre y abril—mayo). En la región de Pátzcuaro la afluencia turística es mayor durante el verano, pero un buen número de visitantes acude a las fiestas y ceremonias religiosas que tienen lugar el resto del año (especialmente la Noche de Muertos, del 31 de octubre; la fiesta de la Virgen de la Salud, el 8 de diciembre; la del Señor del Rescate, a principios de febrero, y la Semana Santa, en primavera). También debemos señalar que en ambas regiones se trabaja activamente para lograr que el turismo sea un negocio durante todo el año. Como veremos en el apartado siguiente de este artículo, los distintos enfoques que se han dado en Taos y en Pátzcuaro para la planeación del desarrollo regional y de la industria turística, reflejan dife­rencias fundamentales en las estructuras institucio­nales de México y los Estados Unidos.

El turismo y el desarrollo regional

Habiendo esbozado las características de las comunidades y de sus sectores turísticos, ahora podemos pasar al tema principal de este ensayo: la relación del turismo con la estructura institucional de los países respectivos. Dadas las limitaciones de espacio y la disponibilidad de otros estudios sobre el sistema global del turismo en México y en Estados Unidos, centraré mí atención en aquellos aspectos de las actividades turísticas promovidas por el gobierno y la iniciativa privada que recaen directa­mente en las regiones de Taos y de Pátzcuaro. Comienzo con una discusión sobre el papel del gobierno, en los niveles federal, estatal y local, y después concluyo considerando el papel de la inicia­tiva privada (en los niveles internacional, nacional y local) en el desarrollo y planeación del turismo.

El gobierno federal. Como asunto de la poli-rica nacional, el crecimiento del turismo en México ha sido promovido fuertemente desde principios de la década de 1960. Hacia esa época "la acción y la intervención gubernamental consciente participaba

escasamente para promover la expansión de la industria" (Jud, 1974:25). Además de los esfuerzos del Departamento de Turismo y del Consejo Nacional de Turismo (ambos establecidos en 1961), muchas otras agencias gubernamentales están invo­lucradas en la promoción de turismo internacional como un medio para ayudar al país a reducir el déficit de su balanza de pagos.* El turismo es tan importante que con bastante certeza ha sido llamado la industria sin chimeneas; sin embargo, las activi­dades turísticas nunca han dominado a todo el país como ocurre en muchas islas del Caribe o del Pací­fico. Los planeadores gubernamentales mexicanos generalmente han utilizado "un polo de desarrollo" para promover centros turísticos costeros (Acapulco, Puerto Vallarta, Cancún, Iztapa—Zihuatanejo) y en las tierras altas del interior (Cuernavaca, Taxco, Chápala y Pátzcuaro). En años recientes el gobierno federal también ha empezado a interesarse por las necesidades de los turistas mexicanos, incluyendo tanto a los sectores trabajadores como a la élite.

En comparación con los esfuerzos realizados en México, en los Estados Unidos'se ha dado relati­vamente poca atención al desarrollo del turismo internacional. Sin embargo, así como la región del Lago de Pátzcuaro aparece ocasionalmente en los Jíluncios turísticos mexicanos enviados a ultramar, de igual manera los pueblos de Taos en ocasiones son presentados como una posibilidad turística a los extranjeros interesados en los indígenas de norteamérica. En general, parece que Taos recibe menos atención de los funcionarios y promotores turísticos del nivel federal que Pátzcuaro en el caso mexicano. A pesar de este desequilibrio de esfuer­zos, ninguna de las comunidades sufre de una baja afluencia turística extranjera. De hecho, existen pocos indicios de que la gente de Taos esté muy interesada en tratar con turistas extranjeros, de manera similar al interés causado por los pocos visitantes norteamericanos que llegan a Pátzcuaro.

El gobierno estatal. En contraste con el bajo nivel de actividad federal, las agencias estatales promueven activamente el turismo en la entidad y en otros estados vecinos. Es notable el interés del gobierno estatal por Pátzcuaro; hace 10 años sólo había una pequeña subdelegación turística y hoy Pátzcuaro cuenta con una gran oficina de informa­ción turística y dos oficinas menores localizadas en

* Otro paso gubernamental que nos habla de la relevancia dada al turismo es la transformación de Departamento en Secretaría de Turismo, suceso ocurrido durante el sexenio 1970-1976 (NdelT)

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áreas de intenso tráfico. La Dirección de Turismo del estado de Michoacan tiene un gran equipo humano con sede en la capital estatal (Morelia), con subdirecciones en centros turísticos importantes, ubicados en varios puntos del estado, entre ellos Pátzcuaro. La oficina de turismo estatal trabaja conjuntamente con las agencias de turismo federal, proporcionando así una amplia variedad de folletos, guías, mapas y carteles de promoción turística, específicamente enfocada hacia Pátzcuaro, conside­rado como el primer o segundo punto turístico más importante de Michoacan (disputando la primacía con la capital del estado).

Sin embargo, más relevante aún es la función de planeación realizada a nivel del gobierno estatal. En 1974 las oficinas de turismo estatal y federal conjuntaron esfuerzos para crear un "programa integral de desarrollo turístico del lago de Pátzcuaro" (Torres Landa y Domínguez R, 1974). Partiendo del enfoque común de los polos de desarrollo, este proyecto propone el desarrollo de la región lacustre como un gran centro turístico, con Pátzcuaro como el polo central de expansión. El programa contempla­ba establecer un circuito turístico alrededor del lago, con un costo de 243 millones de pesos, de los cuales el gobierno aportaría 40 millones para el desarrollo de infraestructura básica; 16 millones para el desarrollo de la infraestructura y 1.5 millones para el desarrollo de los servicios turísticos. Los 186 millones de pesos restantes supuestamente serían aportados por el sector privado para instalaciones turísticas y servicios complementarios.

Dada la magnitud del programa y los problemas financieros del gobierno mexicano durante los últimos años, es notable cómo en 1977 este "circuito turístico del Lago de Pátzcuaro" fue aprobado por la Secretaría de Turismo, a la vez que se establecía en Pátzcuaro un Consejo Regional de Desarrollo Turístico para implementarlo. Orros proyectos esbozados en el programa de desarrollo también se hallan en vías de realizarse: un museo en Tzintzuntzan y otro en el cercano Tzurumútaro, además del mejoramiento de los caminos y auto­pistas del área. Aquí se incluye la construcción de una vía rápida alrededor del congestionado centro de Pátzcuaro, para aquellos que viajan a Santa Clara del Cobre o hacia la zona costera. Para resumir el punto de vista de quienes planean el turismo estatal, podemos citar al gobernador, Lie. Carlos Torres Manzo: "tenemos la convicción de que la actividad turística es primordial para nuestro estado, particu­

larmente si consideramos que al aprovechar el poten­cial de recursos con que contamos, en corto plazo crearemos fuentes de ingresos para miles de michoa-canos" (Memoria, III Informe de Gobierno, 1977). En pocas palabras el gobierno estatal hace honor a la campaña cuyo lema es "el rumbo es Michoacan".

A diferencia de la intensa actividad de promo­ción y planeación turística habida en Michoacan, el estado de Nuevo México hace mucho menos en este terreno. Ubicada dentro del Departamento de Desa­rrollo, la División Turismo cuenta con menos personal que su unidad similar en Michoacan, y supongo que su presupuesto también es proporcio-nalmente menor. Sin embargo, lo interesante es que la oficina de turismo estatal obtiene mucho menos cooperación por parte de las autoridades turísticas a nivel federal que en el caso de México. Mientras que el sistema político mexicano está altamente centralizado, con oficinas estatales necesariamente dependientes de sus correspondientes federales, en cuestión de apoyo para planeación y funcionamiento, el sistema de los Estados Unidos (al menos en el sector turístico) tiende a convertir a los estados en competidores debido al limitado apoyo federal.

En tales circunstancias, la división de turismo estatal carece de recursos humanos y de fondos para desarrollar completamente los recursos turísti­cos, y aún así debe relacionarse con las distintas facciones de la comunidad local en pro y en contra del desarrollo turístico. Como un ejemplo reciente de los esfuerzos hechos por la División Turismo, debemos mencionar varias reuniones regionales efectuadas para obtener las opiniones de los ciuda­danos de Nuevo México con respecto a las necesida­des, objetivos y recomendaciones pertinentes para desarrollar un programa de turismo a nivel estatal. Una de estas reuniones regionales fue celebrada en Taos y su tema principal fue aquél de los puntos de vista de los residentes locales acerca del desa­rrollo turístico.

Al comparar las actividades realizadas a nivel estatal en el sector turístico, he quedado sorpren­dido por la manera en la cual el desarrollo y la planeación turística reflejan la estructura política global del país. En México los estados son relativa­mente poco poderosos y por fuerza deben buscar la ayuda federal. En los Estados Unidos las entidades poseen más poder real, pero en ocasiones carecen de los recursos humanos y financieros para llevar a

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cabo sus planes. Más importante aún es la mayor atención dada por el sistema de los Estados Unidos a la solicitud de opiniones de una amplia gama de ciudadanos, a fin de formular políticas relacionadas con el turismo; en contraste con esto el gobierno mexicano es esencialmente elitista. El estableci­miento de un consejo de desarrollo turístico local es simplemente una manera de formalizar las contri­buciones de !a élite de Pátzcuaro en el proceso de planeación. No es necesario que los campesinos sean miembros del consejo, ni tampoco deben influir en las políticas estatales o federales.

El nivel local. Pasando finalmente al nivel de la comunidad, vemos que la situación de Pátzcuaro está dominada por una élite político—económica en mucho mayor grado que en el caso de Taos. Empero, en ningún caso las estructuras políticas constituidas formalmente son relevantes en la esfera turística. Las actividades de las agencias estatales y federales les han permitido asegurarse de antemano de su propia participación formal. Lo que parece interesar más es la' concurrencia de funcionarios locales en las actividades de alto nivel, así como la coordinación de funciones locales, estatales y federales.

A pesar de que los funcionarios de Pátzcuaro y de Taos realizan aportaciones limitadas en los procesos de planeación y promoción, de hecho juegan papeles importantes en el área del desarrollo de la infraestructura. Por ejemplo, usando fondos del estado durante 1967—1968, las autoridades de Pátzcuaro removieron a los comerciantes de la plaza principal a fin de que esta fuera restaurada y embe­llecida. Varios cientos de campesinos y comerciantes protestaron, pero sin éxito. El proyecto de construc­ción prosiguió a la vez que el mercado fue trasladado a una plaza de menores dimensiones, después a las calles laterales, y finalmente se erigió una nueva plaza y un nuevo edificio para mercado (nueva­mente con fondos del estado). Otro ejemplo del éxito de la élite local al tratar asuntos turísticos es la creación de una feria anual de artesanías que se combina con las celebraciones religiosas del 8 de diciembre en honor la Virgen de la Salud. AI parecer, otras fiestas tradicionales, especialmente las festivi­dades nacionales y religiosas, también son vistas a futuro para su explotación turística. Las decisiones tomadas por la élite y los funcionarios turísticos estatales y federales para comercializar las celebra­ciones de la "Noche de Muertos", raramente incluyen la consulta previa con los indígenas y

campesinos que participan en tal festividad. Muy pronto deberán considerar si la "mercancía cultural" incluida en tales promociones turísticas es antitética al significado ritual de las ceremonias realizadas por los participantes (Greenwood, 1977: 136—137, quien comenta los problemas de la comercialización del ritual de alarde en España).

En contraste con el control elitista de la pro­moción y desarrollo turísticos en el área de Pátz­cuaro, encontramos un desenfrenado separatismo y populismo en Taos. Existe un fuerte grupo de resi­dentes que se opone al desarrollo turístico en las esferas ambiental y étnica, así como también hay mucha gente dedicada al turismo por considerarlo la única "salvación" de una región cuya economía sufre continuos incrementos de desempleo y sub-desempleo. De hecho, cuando menos cada mes ocurre un debate público relacionado con el turismo en las reuniones del consejo de la ciudad o de la comisión del condado.

Entre los que se oponen al desarrollo turístico encontramos una curiosa mescolanza de familias hispanoamericanas ha tiempo establecidas, que se preocupan por los efectos del desarrollo sobre sus derechos limitados con 'respecto al agua y a la ganadería; varios jóvenes chícanos opuestos a una mayor explotación de la tierra y de la gente por fuerzas externas dominadas por anglos;y un grupo de residentes anglos recientemente llegados (todos ellos ex—turistas) que enfatiza el daño causado a la ecología por el desarrollo turístico excesivo. Por otra parte, la. cámara de comercio y la comunidad de empresarios generalmente luchan por el de­sarrollo económico (empleos) siempre que les es posible, siendo el turismo la proposición más frecuente para lograr el desarrollo regional.

En este contexto la situación de Taos se caracteriza por la falta de una adecuada planeación y coordinación entre los funcionarios políticos locales y las varias dependencias formales e infor­males que tratan de participar en la planeación. Las dificultades inherentes a esta estructura institu­cional "abierta" están bien ilustradas por el proyecto de renovación 1975—1976 de la plaza. Mediante la aportación de 200 mü dólares facilitados por un programa federal (Federal Title Job Opportunities Program of the E.D.A.) y 10 mil dólares adicionales aportados por el Comité del Bicentenario, las autori­dades de Taos pensaban renovar y restaurar la plaza principal de la comunidad que desde años atrás se

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hallaba en lamentables condiciones. Se contrató a un arquitecto consultor y se creó un comité para facilitar la planeación. Desafortunadamente, cuando la vieja plaza fue removida y el nuevo diseño empezó a surgir en 1976, la gente de Taos manifestó su inconformidad. Se suponía que la nueva plaza debía tener varios muros altos de concreto y otros elementos que los residentes locales consideraron opuestos al diseño colonial hispano original. Even-tualmente los nuevos muros fueron modificados y se aceptó un diseño más satisfactorio. La plaza fue inaugurada puntualmente en el verano de 1976 como un proyecto del Bicentenario. El pueblo tenía una plaza renovada y además se había resuelto temporalmente el fuerte problema de desempleo de la región.

En suma, debe quedar claro que tanto los eli­tistas de Pátzcuaro como las varias facciones de Taos, dependen de las instituciones políticas exter­nas de más alto nivel para realizar cambios relevan­tes en su comunidad, ya se trate de la infraestructura o específicamente de la esfera turística. La forma en que se realizaron las restauraciones de las plazas de Pátzcuaro y de Taos muestra que un enfoque elitista para el desarrollo permite resultados más rápidos, mientras que el enfoque tendiente a buscar un consenso corre el riesgo de la demora y la inde­cisión. Sin embargo, en el segundo ejemplo el sentido de participación de la comunidad local disminuye un poco su verdadera posición depen­diente de la estructura institucional del estado y de la nación. En la medida en que tiene éxito para salirse del sistema señorial y elitista, también comienza a reducir su papel como un satélite dependiente de la metrópoli externa (Weber, 1974). En la medida en que el elitismo persiste en el proceso de desarrollo turístico, se da también la explotación de la ciudadanía local a través de la estructura insti­tucional vigente.

El sector privado. Al comparar el papel del turismo en el desarrollo regional de Taos y de Pátzcuaro, tal parece que la situación del sector privado es distinta a aquella del sector guber­namental.

En ambas comunidades el turismo comenzó con bases individualistas, fragmentarias, a principios del siglo XX, y de entonces para acá se ha conver­tido en una compleja industria que involucra a una amplia variedad de empresas privadas que van desde las más pequeñas tiendas de artesanías hasta los

establecimientos pertenecientes a las corporaciones multinacionales. Así, es crucial recordar que el papel jugado por el sector privado en la estructura institu­cional en la cual está inserto el turismo, es diverso y cambia constantemente.

El nivel internacional. Debido al relativo aisla­miento de los principales centros turísticos metro­politanos, Taos y Pátzcuaro no reciben tantos ingresos turísticos (nacionales e internacionales) como sería el interés de muchas corporaciones multinacionales al invertir en ellas. Sólo hasta esta década las franquicias de los hoteles, restaurantes y otros servicios turísticos han sido significativas para estas regiones. Para Taos la empresa privada interna­cional sólo está representada por compañías con­troladas por norteamericanos; aquí se incluyen: Holiday Inn, Kentucky Colonel Fried Chicken, Pizza Hut, Safe—way, Sears y Avis. Esta es una pequeña muestra del sector comercial que engloba a unas 400 empresas. En Pátzcuaro no existen cor­poraciones internacionales, pues el hotel principal (Posada de Don Vasco) cambió de propietario, de la cadena Western International a la corporación Hostales de México. Sin embargo, varias firmas internacionales de la industria turística frecuente­mente presentan a Pátzcuaro en su publicidad, es­perando así obtener beneficios de la fama interna­cional de la comunidad, sin efectuar una inversión directa en la región. Por ejemplo, en años recientes Pátzcuaro ha sido incluido en distintas campañas de promoción por American Airlines, Braniff, Sunset Magazine, Better Homes and Gardens, National Geographic y varias otras empresas de la industria turística. En muchos aspectos Pátzcuaro recibe mucho más beneficios (si el incremento de turismo se define como un beneficio) que costos al ser incluido en la publicidad de las firmas multinacio­nales. A diferencia de lo anterior tal parece que Taos tiende más a exportar sus "ganancias" turís­ticas a estas firmas externas a cambio de los empleos creados a nivel local. En cualquier caso, tal parece que a Taos y a Pátzcuaro se les han evitado las peores consecuencias de la participación multinacional en sus asuntos.

El nivel nacional. A este nivel la situación es esencialmente igual a la ya descrita para las firmas internacionales, pues en Taos éstas son norteameri­canas y en Pátzcuaro solamente hay un ejemplo de tal participación directa en la escena turística local. Sin embargo, es muy probable que el desarrollo turístico en ambas regiones dependerá de un papel

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cada vez mayor de las corporaciones nacionales que tienen los fondos y el personal necesarios para lograr un desarrollo turístico extenso. Así, en las circunstancias actuales, al hablar del sector privado ni Taos ni Pátzcuaro han alcanzado el punto irre­versible "en el cual el poder sobre el desarrollo turístico parece comenzar a pasar de las manos de los residentes locales, tanto nativos como extran­jeros, a las grandes compañías y agencias guberna­mentales que poseen las riquezas y el poder suficiente para invertir en empresas turísticas a gran escala como son los hoteles" (Dubisch, 1977: 148). Esto no pretende negar que en los sectores turísticos de Taos y de Pátzcuaro fluye una fuerte inversión exterior, sino hacer hincapié en que la mayor parte de las empresas turísticas locales aún son manejadas por familias locales y no por concesiones de corpo­raciones extranjeras. Quizá lo que es más significa­tivo, especialmente en la situación de Taos, es que muchos individuos que antes no eran residentes locales se han mudado a Taos y se han integrado al sector de servicios turísticos de la economía local. De esta manera han llevado a la comunidad sus habi­lidades a la vez que incrementado la participación local en pro del desarrollo turístico.

El nivel local. Las diferencias principales entre Taos y Pátzcuaro se dan en el nivel local. El gobierno juega un papel activo en muchas de las actividades turísticas del caso michoacano, mientras que el sector privado tiene mucha más participación en la planeación y desarrollo del turismo en la localidad de Nuevo México. Un ejemplo es el siguiente: el desarrollo de la Feria Turística y Artesanal que se celebra en Pátzcuaro cada mes de diciembre, es promovido básicamente por la agencia turística gubernamental. En cambio, el Festival de Artes de Taos es organizado anualmente a partir de octubre de 1975, gracias a la colaboración de la cámara local de comercio, de la Asociación de Artes de Taos y del Gremio Artesanal de Taos.

La ausencia de una amplia participación de los habitantes de Pátzcuaro es entendible dado el proceso histórico de un gobierno elitista y de la explotación del campesinado regional. Los nego­cios de la comunidad puede dividirse en dos sectores bastante diferentes: los servicios y los artículos expuestos en instalaciones permanentes, venus los individuos que compiten en el mercado y en las esquinas de las calles a fin de obtener una partici­pación marginal del mercado turístico. Sin embargo,

en ningún caso existe una discusión pública o un rol activo de la población relacionado con la planeación y el desarrollo del turismo en la región. Como regla general, las decisiones proceden de las agencias gu­bernamentales externas (que tienen nexos con la élite local y discuten los asuntos con ella de manera privada), y la oposición a tales planes práctica­mente carece de importancia (recuérdese el caso de la renovación de la plaza).

En contraste con lo anterior, las acciones de los grupos con base pública de Taos son muchas, variadas y constantes dentro de la estructura insti­tucional. Para citar sólo los ejemplos más impor­tantes, en años recientes se han formado grupos locales para protestar contra los planes del gobierno estatal tendientes a desarrollar el parque estatal Río Grande Gorge; para protestar contra el "desarrollo excesivo y peligroso", producto del establecimiento del establecimiento de la Asociación Tres Ríos, la construcción de una reserva recreativa a través del establecimiento de la Asociación de Tres Ríos, y para protestar contra una nueva ordenanza de señalamiento establecida por el consejo local de la comunidad. En todos los casos las protestas han tenido éxito.

Aparte de estos grupos de acción pública es importante señalar que el sector artesanal de Taos se halla totalmente bajo el control de asociaciones no gubernamentales. El individualismo extremo de los artistas y artesanos tiende a derrotar a la mayoría de los intentos cooperativos, aunque la reciente creación del Gremio Artesanal de Taos muestra un esfuerzo para organizar a los artesanos, a fin de mejorar la calidad de su producción en el área de Taos. Parece evidente que el sector privado conti­nuará constituyendo varias facciones durante el tiempo venidero, dada la naturaleza de la produc­ción artística y artesanal, es decir, debido a una ma­nufactura hogareña en pequeña escala, en lugar de de un sistema industrial que produce masivamente. Además, queda por verse si las altas normas de calidad pueden competir en el mercado ante la creciente cantidad de baratijas y "recuerdos" o souvenirs relativamente baratos y producidos en serie que tanto gustan al creciente número de turistas de la clase obrera. En esta forma, la próxima década puede presenciar la culminación de una división en el mercado de artesanías que ya se halla en proceso: artículos caros, de alta calidad y producidos a mano, orientados hacia la élite turística, mientras

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que los bienes baratos, de baja calidad y producidos en serie serán preparados para el mercado turístico de masas. Una consecuencia de esta corriente que parece irreversible es la deshumanización del pro­ducto final, la carencia de espíritu de su creador. Así, en Taos encontramos pinturas caras que com­piten contra las reproducciones en papel, mientras que en Pátzcuaro vemos objetos laqueados, con oro de 23 kilates, junto a sencillas bateas pobremente poücromadas (Cf Novelo, 1976: 238). Esta tenden­cia es odiosa, dada la importancia de las artesanías para las experiencias turísticas de los visitantes de Taos y de Pátzcuaro.

Al resumir el papel del sector privado, desde las corporaciones internacionales hasta el empre­sario local, tal parece que Pátzcuaro padece un dominio elitista del sector turístico en el nivel local, así como del dominio gubernamental en los niveles superiores. Pátzcuaro recibe una baja inversión directa del sector privado externo, lo cual trae como consecuencia que el nivel local sea dejado en manos de individuos que laboran con muy poco capital y básicamente en pequeña escala. En el caso de Taos el sector privado interviene por completo en el nivel local en la planeación, desarrollo y mantenimiento de los servicios turísticos, mientras que el gobierno juega un papel débil y descoordi­nado en la comunidad. Taos ha empezado a recibir la inversión (y consecuente extracción de ganancias) de las empresas externas que a la fecha representan un pequeño porcentaje del sector turístico en la región. Por lo anterior, al comparar los casos de Taos y de Pátzcuaro, el primero puede caracterizarse como relativamente desorganizado, dado a protestas ad hoc y carente de una planeación coordinada de los intereses del sector privado y de los proyectos gubernamentales. En cuanto a Pátzcuaro, la élite está bien organizada y trabaja unida con los niveles gubernamentales altos en la planeación del desarrollo turístico, más la gran pluralidad de habitantes locales queda completamente excluida del proceso de pla­neación y debe sufrir las consecuencias del desarrollo turístico, con pocas esperanzas de obtener verdade­ros beneficios.

Conclusiones

Dentro de los límites impuestos por nuestra metodología de comparación controlada, de dos casos para analizar el turismo y el desarrollo regio­

nal han surgido varias consideraciones que merecen presentarse:

1. El análisis de la estructura institucional en la que está inserto el turismo nos puede dar mucha información acerca de las relaciones entre el turismo y el desarrollo regional. Esto no se logra concen­trando la atención en las interacciones huésped—an­fitrión.

2. Las semejanzas entre las situaciones de Taos y de Pátzcuaro nos deben recordar que debemos evitar las generalizaciones acerca del rurismo en los países desarrollados o en vías de desarrollo. En lugar de ello debemos fijar nuestra atención en las características de regiones y comunidades específi­cas dentro de una u otra nación, a fin de evaluar sus lazos con la metrópoli.

3. Es importante distinguir los papeles jugados por los sectores gubernamental y privado, así como explicar las actividades de los diferentes niveles del gobierno y de las empresas. Más aún, debemos darnos cuenta de que ambos, empresarios y ciuda­danos, son parte del sector privado y no siempre coinciden con respecto a la dirección del desarrollo turístico.

4. Dentro de un marco regional como el de Taos y el de Pátzcuaro, las funciones distintivas desempeñadas libremente por las agencias guberna­mentales, las empresas y los ciudadanos nos mues­tran que la "explotación" es un concepto relativo. La ciudadanía de la región de Taos ha sido capaz de protestar y rechazar con éxito muchos proyectos promovidos por el gobierno y las corporaciones privadas, en tanto que la gente del área de Pátzcuaro ha permanecido relativamente impotente ante el frente combinado de las agencias gubernamentales y la élite local.

Para concluir, al examinar la trayectoria del turismo y del desarrollo regional en Taos y en Pátz­cuaro, tal parece que la principal diferencia entre ambas comunidades es que la gente de Taos ha sido capaz de tomar ventaja de la estructura institucional relativamente abierta de Nuevo México y los Estados Unidos, para tratar asuntos turísticos que están fuera del alcance de la mayoría de los ciudadanos de Pátzcuaro, quienes deben sufrir los resultados (y disfrutar los beneficios) producto de decisiones en las que tuvieron nula o mínima participación. Así, los casos de Taos y de Pátzcuaro ilustran dos

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enfoques muy distintos del turismo y del desarrollo regional, ambos reflejando las estructuras institu­cionales de sus propios países, aun cuando las carac­terísticas desús regiones y de sus sectores turísticos son muy similares. Si los analizamos en una pers­pectiva histórica, Taos está mucho más adelante que

Pátzcuaro en el camino hacia la obtención del control de su destino ¡ y éste es quizá el aspecto más significativo del "desarrollo" que los científicos sociales a menudo olvidan considerar.4

La traduction de este artículo fue hecha por Antonio BenavidesC.

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7. PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO EN LA COMARCA DE SAN BLAS, PANAMA

Alexander Moore University of Southern Los Angeles, California

Introducción: desarrollo y planificación

Mundialmente el desarrollo es inevitable para las sociedades nacionales.1 Los procesos de moder­nización y de desarrollo han llegado a un momento sui géneris. Este desarrollo mundial se caracteriza por un constante crecimiento de la ciencia y de la tecnología, así como por un igualmente constante crecimiento social, el de los grandes organismos sociales. A la vez, cada centro nacional moderni­zante y creciente tiene que amoldarse a los recla­mos, por parte de los sectores periféricos trabajado­res, minorías étnicas, campesinos y regiones aisladas, de una participación mayor en los bienes y servicios. (Ver Eisenstadt, 1966; la protesta y el cambio son constantes de la vida modernizante). La periferia social quiere gozar de las riquezas modernas, quiere hacerse parte del centro con voz y voto en las dis­posiciones de cómo se utilizan los recursos naturales. A la vez, las grandes organizaciones sociales, las corporaciones privadas o estatales, son los capitanes del crecimiento tecnológico y social moderno. Todos —no obstante el sistema, sea capitalista, mixto o socialista— desean lograr un aumento de creci­miento: en su personal, su planta, su rendimiento, su control sobre materias primas y servicios necesa­rios. El aumento mayor anual se destaca no sólo en

Aun las pocas naciones del tercer mundo que parecen querer aislarse del mundo exterior y su modo de desarrollarse (como por ejemplo Birmania, Camboya, Uganda), tendrin tarde o tem­prano que enfrentarse con las consecuencias de tener en sus fronteras a vecinos modernizados. El mismo Japón trató de mantenerse aislado durante dos siglos, pero al fin entendió que tal política conducía a la ruina ante la perspectiva de la potencia occidental.

cuentas de dinero sino en logros científicos, en exploraciones de nuevos terrenos y en edificaciones.

Estas corporaciones no sólo son las enormes multinacionales, sino las nacionales; no sólo las empresas privadas sino también las burocracias estatales. Los ministerios y los institutos nacionales autónomos son quienes tienen también un papel importantísimo en el desarrollo.

Aunque el desarrollo puede seguir su curso "natural", sin guía ni coordinación, tal curso de crecimiento desenfrenado y desequilibrado trae consecuencias no deseables, tales como el creci­miento explosivo de las poblaciones urbanas a un ritmo más rápido que la creación de empleos y ser­vicios sociales. Para evitar malas consecuencias los gobiernos deben elaborar políticas de desarrollo razonables y equilibradas las unas con las otras. Tal proceso de elaborar políticas armónicas, otorgado a un órgano administrativo, constituye la planificación. Es actividad que ha atraído a varias clases de profe­sionales: arquitectos, ingenieros y economistas, sobre todo. Hay poco suministro de información y técnicas de las ciencias sociales, a excepción de la economía. No suelen intervenir en la planificación ni los sicó­logos, ni los sociólogos, ni los antropólogos.

La República de Panamá tiene un aparato planifícador bien capacitado, pero sus planes nacio­nales hasta ahora han sido de carácter monocentral. Actualmente los planificadores panameños están haciendo el esfuerzo de instituir la planificación regional. Se ha elaborado un plan preliminar de de­sarrollo de la región oriental que oficialmente

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incluye a la comarca de San Blas, reserva indígena de una comunidad de indios cunas. En las palabras del Plan de Desarrollo Nacional, 1976-1980, hablando de esta región, se desea lograr su "coloni­zación e integración; integrarla totalmente al país, en aspectos físicos y económicos como en los cultu­rales, y en este último con especial atención a la comarca de San Blas, manteniendo y respetando sus valores" (I: 484). En este ensayo hablamos breve­mente del desarrollo general de Panamá y de San Blas en particular. Consideramos los efectos de la planificación, hasta ahora monocentral, para San Blas con su población indígena culturalmente dis­tinta a la de la metrópoli nacional. Veremos que la experiencia últimamente registrada señala la necesi­dad no sólo de la planificación a nivel de la región oriental, sino también a nivel de la comarca indígena.

El desarrollo en San Blas

La comarca de San Blas, como parte de Pana­má, se ha desarrollado durante una época de creci­miento nacional (1950—1970). San Blas está cons­tituida en una comarca, reserva indígena con cierta autonomía interna. Sus autoridades son un congreso general cuna y tres caciques generales. A partir de 1972 el gobierno revolucionario instituyó tres representantes de corregimientos.

Legalmente los terrenos de la reserva no se pueden enajenar a personas que no sean naturales de la comunidad. Los indígenas no pagan impuestos nacionales del comercio y su fuente mayor de pro­ducción local es el coco que se vende a barcos colom­bianos, cuyas mercancías importadas no pagan los aranceles ordinarios de aduana.

La comarca está situada a lo largo de la costa atlántica oriental e incluye una franja de costa y sierra en tierra firme y un archipiélago de islas donde vive la mayoría de los indios.

En 1969 Regina Holloman presentó una tesis en Northwestern University, basada en su trabajo de campo en San Blas, llevado a cabo en 1967; se intitula Developmental Change in San Blas. Holloman aclaró que, según una escala de medidas elaborada por las sociólogas Irma Adelman y Cynthia Morris (1967), San Blas había llegado a un nivel intermedio de desarrollo socioeconómico, colocado en un cuadro comparativo mundial. Basándose en los indicadores de Adelman y Morris, Holloman midió

los cambios sufridos en San Blas desde 1903, año de incorporación, nominal a la vida republicana panameña, hasta 1967, año anterior a los cambios radicales que surgieron con el gobierno revo­lucionario.

Holloman notó que ese desarrollo estaba en­caminado hacia el crecimiento continuado y llevado a cabo sin reorganizar a la sociedad cuna drástica­mente. Además, los cunas creían que ellos mismos habían tomado las decisiones que emprendieron la modernización, denominada "la civilización". Se sentían orgullosos de poder civilizarse sin dejar de ser fieles a sus tradiciones, que consideraban una herencia sagrada de sus antepasados. Holloman apunta que aunque los cunas tienen un índice alto de urbanización, este urbanismo se encuentra fuera de la comarca (1969: 33—34), y que la mayor heterogeneidad de la población, con su creciente población con estudios secundarios y universitarios, iba a ser el problema mayor del futuro (Ibid: 41).

El comercio del coco en San Blas

Desde el siglo pasado, los cunas de San Blas han vendido coco a los barcos que visitan sus costas. Tienen más de un siglo de estar participando en una economía de dinero. Hoy día hay varias cosas nota­bles en la producción de coco en San Blas: 1) es de gran escala con una producción de millones de cocos anuales y un rendimiento en efectivo de varios millones de balboas2 para los indios, aunque se carece de una estadística exacta del caso; 2) la producción se exporta a Colombia, en ese sentido San Blas sigue sin integrarse al resto de la nación; 3) la producción no está en desarrollo actualmente, sino que está bajando. Su auge fue anterior a 1950 y está sufriendo los efectos de una plaga de los años sesentas y de la emigración de la mano de obra hacia las ciudades.

En 1960 el número de palmeras se calculó en 2 120 857 (Censos Nacionales, I960: Vol. lXb Población Indígena. Cuadro 3). El censo agropecua­rio, según una hoja de trabajo del MIPPE, ponía la cifra de 1971 en 1 971 574, 6 596 menos que en 1960.

El balboa está a la par del dólar de los Estados Unidos. En reali­dad los billetes utilizados en Panamá son billetes estadounidenses. Hay monedas nacionales, pero en metal nada más.

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El estudio más preciso, aunque preliminar, es un documento inédito de la entonces Dirección de Planificación, del año 1972. Basándose en un muestreo de las zarpas de canoas colombianas registradas en la aduana panameña de Puerto Obal-día, se calculó la suma aproximada de 17 177 400 cocos vendidos a Colombia en 1975, cuyo precio varía entre 5 y 8 centavos cada uno. El estudio ofrece la suma de B/1,040,754, como una aproxi­mación del dinero realizado en su venta.

En 1967 Holloman notó serias bajas en la producción debido a una plaga de palmeras que se estaba extendiendo por toda la comarca a partir de 1957. Ella cita cifras de la misión católica que pondría la producción de la comarca en 180 millones de cocos en 1949, y otro estudio inédito, privado y comercial de un norteamericano que fijo la produc­ción para 1964, de 50 millones, produciendo un ingreso bruto de B/2,750,000 (1969: 121). No aduce evidencia sobre la veracidad de estas cifras y puede que sean comjeturas.

Sea como sea, es evidente que el coco es un comercio secular entre los cunas y que su mayor desarrollo pertenece a las generaciones pasadas que empezaron su cultivo. Es cierto que las palmeras han sufrido depradaciones de la plaga, pero durante mi estancia de más de un año en San Blas no he oído quejas sobre el lamentable estado del cultivo. Es posible que el coco ya no sea la fuente principal de dinero en San Blas.

La población de San Blas

En 1970 la población total de la comarca era de 24 681, de los cuales 23 945 eran indígenas (MIPPE, hoja de trabajo). En 1976 la población oficialmente calculada sumaba 28 090 (Panamá en Cifras, 1977: (431-02) 192). La población ha estado creciendo un 2.29% anual, menos que el ritmo de crecimiento anual nacional. San Blas está sufriendo los efectos de una marcada emigración hacia las áreas metropolitanas de Panamá, pero esa emigración no se ha estudiado. En San Blas se habla de unos 1 800 hombres cunas trabajando en la Zona del Canal de Panamá y en las plantaciones de banano en Changuinola, en las costas atlánticas occidentales. Algunos me han dicho, en conjetura, que hay 5 000 cunas, entre hombres, mujeres y niños, viviendo en'el área metropolitana.

Según Holloman la población total de San Blas, citando el censo de 1960, era de 20 0843 (1969: 88). Con base en el censo de 1970, vemos que la pobla­ción total de San Blas creció en 4 597 personas. Calculando, a base de datos publicados por la demó-grafa Vilma Médica (1974), la población panameña creció en 32.72% durante el decenio, o sea un creci­miento anual de 3.3%. San Blas se asemeja al sector rural panameño en general, en el cual el crecimiento global estaba en 2.2% anual, mientras que las áreas urbanas panameñas crecieron en una tasa de 4% anual (Médica 1974: 13).

Al interpretar estas cifras nos topamos con una dificultad en los censos panameños. Cuentan como indígenas sólo a los habitantes de las áreas indígenas y no a los que habitan en cualquier ciudad. Para el censo, el estar viviendo en la ciudad significa la latinización del indígena emigrante. Tal considera­ción está muy equivocada, sobre todo en el caso de los cunas de San Blas, cuyos emigrantes suelen ser hombres que se espera, tarde o temprano, regresen a sus hogares en San Blas.

Además, en las áreas metropolitanas y en la zona bananera los cunas se organizan en asociaciones de trabajadores como las hay en la Zona del Canal y en Changuinola, y también en "capítulos", aso­ciaciones de "hijos" de comunidades locales. A veces se reúnen los capítulos y ejercen control sobre el comportamiento de los emigrantes y sus familias en la ciudad. Se mantienen en estrecho contacto con el saila (jefe) y el congreso de la comunidad natal. Finalmente, en las afueras de la ciudad de Colón hay una urbanización cuna, organizada como coope­rativa de viviendas. Los cunas urbanos no han dejado de ser indígenas.

En resumen, la población de Panamá está creciendo, pero la tasa de fertilidad está bajando paulatinamente, indicando así una mayor moderni­zación de la población. Según datos proporcionados a la prensa, la tasa bruta de reproducción (el núme­ro promedio de hijas que tendrá la mujer) "para el año 1950 se calculó en 2.88, mientras que para 1975 es de 2.18" (La República, 5 de marzo de 1978, 12A). Panamá carece de una política demo-

Holloman señala un enigma, puesto que el mismo censo, en otra parte, pone la población ind/gena de San Blas en 19 343. Se olvida la población latina de Puerto Obaldfa, la estación fronteriza con Colombia, que está fuera de la jurisdiction de la comunidad indígena.

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gráfica coordinada; la agencia del caso es el Minis­terio de Salud, con su programa de planificación familiar, mismo que señaló en La República, que el Consejo Nacional de Política Demográfica es inoperante.

Educación formal

La población cuna de San Blas muestra una tasa alta de alfabetización; 54.5% de los indios de la comarca son alfabetas, según el censo de 1970. No sólo hay una escolaridad de 68.3% del grupo de edad primaria matriculado en las escuelas, sino que también existen individuos instruidos a todo nivel, entre los dos sexos y cada edad. La instrucción no es monopolio del grupo de edad escolar, ni tampoco de los jóvenes; la instrucción formal empezó en San Blas con la misión católica del Padre Gassó en 1907. Luego se interrumpió y se volvió a establecer en manos católicas en 1928, mostrando un creci­miento lento pero constante que llegó a un momento explosivo a partir de 1967. Sin embargo, la instruc­ción no está difundida igualmente por todas las comunidades. Las "civilizadas" de Narganá y sus partidarios, más cuatro comunidades del sector central, tienenuna primacía educacional, mientras que las comunidades orientales y las del "sector Cartí" son mucho menos instruidas.

La planificación nacional y la planificación para San Blas

Hasta ahora la planificación en Panamá ha sido de carácter monocentral, pues sus metas son globales y enunciadas por sector. Por ejemplo, actualmente una guía es volver al crecimiento anual de 8%, después de un año (1976) de estancamiento, y el crecimiento anual futuro previsto en 5%, lo cual el MIPPE juzga insuficiente, dado el crecimiento de la población (Informe Económico, 1977:34). Los sectores de la planificación del presupuesto nacional son los siguientes: agropecuario, comercio e indus­tria, educación, electrificación, transporte, turismo y vivienda. Sin embargo, con el Plan Nacional de Desarrollo 1976-80 (I: 7-8, 460-540), el MIPPE está comprometido a planificar por regiones y no sólo por sectores.

La razón para emprender la planificación por regiones está claramente expuesta tanto en el Plan Nacional 1976—80 como en un informe del mismo MIPPE, con fecha de diciembre de 1977, preparado

por Herasme y Lagrotta. En resumidas cuentas, Panamá es un país demasiado monocefáheo, con un centro urbano (Panamá—San Míguelíto—La Chorrera—Colón) excesivamente dominante-, unas cifras en el Plan Nacional 1976-80 (I; 460passim) demuestran esto. Entre 1960 y 1970 la población del país creció en 32.8%, mientras que la del área metropolitana creció en 54.8%. En términos absolu­tos, la Provincia de Panamá absorbió 28 269 perso­nas más que las que hubiese absorbido por su propio crecimiento de natalidad. Es decir, absorbió emigrantes en cantidad mayor a la población total de San Blas en la misma época. Además la región metropolitana proporcionó el 68.7% del producto interno bruto y tenía el 46.6% de la población nacional (Herasme y Lagrotta, 1977: 5). La región metropolitana presenta una densidad de 138.4 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que el Darién está en 1.3, y San Blas tiene 7.7. (Según cálculos míos, estimando el área sanblasina en 3 206 Km.2 y utilizando el censo de población de 1970). Además, el desempleo alcanza tasas más altas en el área metropolitana; según Herasme y Lagrotta es de 9.8% y sólo 4.2% para el resto del país (Ibid: 6) (En 1976 el desempleo total estaba en 11%, según el Informe Económico 1977: 123).

No se pueden mejorar los argumentos del mismo Plan Nacional 1976—80, (7—8) y los resumo aquí. La política de desarrollo regional debe ser diri­gida hacia la "explotación más efectiva de los recursos, naturales del país, y la integración de los mercados, la adecuación de las relaciones urbano-^ rurales, el mejoramiento de los patrones de migra­ción, y la incorporación de todo el territorio del país en una sola unidad territorial". Hay que "dirigir el crecimiento urbano del área metropo­litana. . . que no ponga en peligro el desarrollo nacional, y que no resulte en una absorción de recursos que impida el desarrollo del resto del país".

Se desea "establecer un balance entre" el desa­rrollo rural y los nuevos centros urbanos regionales de crecimiento y servicios. Se desea desarrollar los recursos naturales de cada región de manera que favorezca a las personas residentes en la región para lograr reducir el ritmo de emigración hacia el área metropolitana y a la vez integrar las áreas rurales mejor con las urbanas. Se busca ordenar el espacio del país, cristalizando así "un nodo occidental de servicios" y otro "nodo oriental de servicios" (uno a cada lado del eje central de tránsito del istmo).

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Inversiones estatales en San Blas

AI examinar las hojas del MIPPE del presupues­to anual de inversiones, en San Blas por sectores, resaltan varias cosas a la luz. Entre los años de 1974 a 1976 el sector más favorecido por inversiones en San Blas fue el turismo, en enormes sumas dedica­das a estudios de factibüidad y diseños preliminares de un centro de turismo, cuyo costo total se pro­yectaba en 21 millones de balboas. No sabemos cuánto de estos fondos prodigiosos se gastó en el presupuesto, pero la cantidad proporcionada para el año de 1976, B/368,000, representa fondos no gastados del ano anterior. Aparte de los fondos destinados al sector de turismo, el total de inversio­nes estatales destinadas para San Blas va de mayor a menor, de B/490,800 en 1974, a solo unos B/173,000 proyectados para 1978. SÍ agregamos los fondos del malogrado proyecto turístico, el cuadro es peor, los fondos caen de B/1,030,800 en 1974 a la magra suma de B/173,000 en 1978. En otros térmi­nos, los fondos para 1977 representan el 41 % de los fondos del presupuesto real para 1974. Si agregamos lo del turismo en 1974 (del cual algo se gastó) el porcentaje de 1977 en comparación con 1974 está en 19.4%.

Esta caída de inversiones en San Blas ha suce­dido en una época en la que la política nacional intenta fortalecer las inversiones públicas para con­trarrestar los efectos de la recesión mundial y de la desaparición de fondos de la inversión privada (Informe Económico, 1977: 527). Sin embargo,hay que reconocer que entre 1974 y 1977 se han reali­zado algunos proyectos de inversiones fuertes; con resultados deseados y apoyados por los mismos cunas. Por ejemplo, en 1975 se gastaron B/57,000 en la electrificación de tres comunidades indígenas, donde la gran mayoría de las casas ya goza de luz eléctrica. Desde 1973 hasta 1977 se han construido cuatro acueductos (sector Salud); tres de ellos han sido proyectos imponentes (los acueductos de Narganá, Playón Chico y Sasardi—Mulatuppu), cuyo valor en el presupuesto nacional, tanto de 1976 como de 1977, se postulaba en B/289,680.4

Las inversiones en escuelas no sólo han sido bien acogidas por los cunas, sino que las comunida-4

Pero en las hojas de trabajo para San Blas el costo total salió en B/399,300. La diferencia de B/109,620 bien podría representar fondos acumulados de un año al otro, o puede que sea parte de los B/100,000 al año distribuidos por la junta de coordinación de la comarca, cuyos esfuerzos se gastaban en respaldar proyectos emprendidos por el gobierno central.

des mismas han contribuido en una buena parte con la mano de obra y los materiales de las construc­ciones. Los fondos en sí (unos B/290,000 desde 1974 a 1978) sólo representan una parte del valor invertido en las obras.

Turismo y planificación

Ahora hay que considerar la naturaleza de las inversiones en general en Panamá, que no son cosas de pequeña escala, como las de San Blas, aparte del turismo. Al contrario, según un informe de la Comi­sión Bancaria Nacional de 1976 ("Panamá, Centro Financiero Internacional"), el gobierno de Panamá está comprometido con una serie de proyectos de gran magnitud a mediano plazo "a un costo total estimado en B/l,513,100,000". Estas inversiones públicas son respaldadas por instituciones interna­cionales de crédito y la banca privada internacional

Estos proyectos se encuentran por todo el país; algunos ya están realizados. Sólo pude encon­trar datos financieros sobre los proyectos actual­mente en construcción. Los nuevos ingenios de azúcar, en conjunto, valían millones al construirse, la presa del Bayano centenares de millones. Pero actualmente para la provincia de Chiriquí, el Anexo. Presupuesto de Inversiones Públicas, 1977 menciona dos proyectos hidroeléctricos: uno, La Estrella de Panamá—Los Valles tiene un costo total de B/8Ó,222,000, y un desembolso durante 1977 de B/29,552,779 (Ibid: 90). Otro, la hidroeléctrica La Fortuna, un costo total de B/227,900,000 y un desembolso para 1977 de B/12,441,937 (Ibid: 91). El motivo de estos proyectos es el de librar al país del consumo de petróleo importado.

En El Darién, el famoso Tapón, la última etapa de la carretera panamericana tiene un costo todavía de B/131,168,000, con un desembolso en 1977 de B/25,940,OOO (Ibid: 226).

Todavía en el sector transporte, pero más cercano al turismo, está el nuevo aeropuerto inter­nacional de Tocumen para la ciudad de Panamá, con un costo total de B/6 5 millones y un desembolso en 1977 de B/15,475,200 (Ibid: 231-232). En el mismo sector de turismo están el nuevo centro de convenciones, la restauración de Panamá Viejo y del Casco Viejo, todos en la ciudad de Panamá, con un costo total de B/43,000,000, y B/9,685,000 desem­bolsados en 1977 (Ibid: 243). Visto así. un turicen-

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tro para San Blas con un costo total de 21 millones y con desembolsos anuales promedio de B/534,000 en los años de 1973, 1974 y 1975, es un proyecto que parece menos grande, aunque no se puede decir modesto.

Proyecto turístico en San Blas

El proyecto patrocinado por el Instituto Pana­meño de Turismo (IPAT) tiene una historia muy accidentada, y hasta la fecha no se han podido efectuar más que estudios preliminares y diseños teóricos, pues el estudio final de factibilidsd no se ha podido completar debido a la oposición de los cunas.

El proyecto nació como consecuencia de un informe contratado por el IPAT y el entonces Departamento de Planificación en 1970 (Estudios Sectoriales: Potencia de la Industria de Turismo), el cual señaló que Panamá tiene mucho potencial para desarrollar una industria importante de turis­mo. Se señalaron doce posibles áreas de desarrollo de turismo.5

En 1971 se escogieron cuatro áreas de las doce para desarrollar "polos turísticos". Eran la ciudad de Panamá, las playas cercanas al Pacífico, la isla de Contadora en Las Perlas y San Blas. A través de un contrato con una firma consultora extranjera, que a su vez hizo una serie de subcontratos, los cuatro polos se estudiaron a un costo total para el gobierno panameño de B/300,000 en 1973. El resultado fue de siete volúmenes de estudios de posibilidades y no de planes concretos (Falla, 1975: 43). En aquel entonces se hablaba de un proyecto en muy gran escala, unos 686 cuartos, erigidos sobre un cayo relleno y constituido en isla artificial, con toda una infraestructura imponente, En 1975 se redujo la

Estas posibles ireas son: 1. La ciudad de Panamí; 2. Los subur­bios; i. San Blas; 4. Colón; 5. Portobelo—Nombre de Dios; 6. David-Boquete-Vol can; 7. Bocas del Toro; 8. San Lorenzo-Las Lajas; 9. La Palma-Bahía Pinas; 10. Las Tablas—Chitré; 11. Las Perlas; 12. Coiba. Adjuntamos la lista entera para demos­trar el rango de oportunidades recomendadas. En el apéndice sobre los viajes de los "expertos" era evidente que el recorrido a San Blas era de lo más superficial. Hay la anotación, a partir de la página 265, que tanto Narganí como Ailigandf ten/an una pobla­ción indígena junto a una iglesia colonial Evidentemente el investigador confundía a los cunas con los indígenas campesinos del altiplano de países como Perú, donde sf hasta estos días la masa indígena ha sido, no sólo de cristianos sino también de grupos aparentemente dóciles para con las incursiones de los turistas.

escala y se hablaba de solamente 250 cuartos, con un costo total estimado en 21 millones, incluyendo costos de inflación (Anexo Presupuesto de inver­siones Públicas 1976. 288). En el texto de un folleto el IPAT, en 1976, como parte de una cam­paña de "relaciones públicas" para vencer las obje­ciones de los indígenas, declaró que el proyecto iba a tener los siguientes costos: el relleno en los cayos, o sea la isla artificial, 2.2 millones de balboas; el hotel mismo, 5.5 millones;lainfraestructura (aereo-puerto, muelle, servicios de agua potable), 5.7 mi­llones; con un costo total de B/13.4 millones.6

El proyecto de 250 cuartos en 1975 era un complejo arquitectónicamente imponente, con ca­banas y edificios que intentaron, en los dibujos, captar los rasgos de la arquitectura cuna, pero que lograron un indiscutible aire del "Pacífico sur", de Polinesia. El complejo iba a estar repleto de centros para todo tipo de actividades turísticas. Había los siguientes centros: de llegada, náutico (para depor­tes marinos), social, balneario, cultural (con un museo cuna, un salón de bailes típicos, una aldea "típica" cuna, y ¡un laberinto! ).

El proyecto, un poco disminuido, de 1975, tenía una planificación racional bien argumentada (IPAT, 1975). El fin social del proyecto era aportar divisas a la economía panameña en general, generar dinero para el gobierno en impuestos, y proveer a los cunas de empleos. Iba a estimular la economía sanblasina por la compra de los comestibles y la creación de un mercado de artesanías nativas, sobre todo en molas.

En cuanto a la creación de empleos, aun el proyecto de menor escala iba a organizar una verda­dera burocracia hotelera en San Blas, con 740 empleados, dirigida por una junta directiva com­puesta de oficiales del gobierno y líderes de la co­munidad cuna, constituida en una cooperativa. El hotel iba a ser propiedad conjunta del gobierno y la cooperativa, la cual al principio iba a ser dueño minoritario. Con el tiempo la cooperativa iba a comprar las acciones al gobierno, hasta adquirirlas todas (El capital inicial provenía del gobierno y del BID). Los 470 empleados hoteleros llegarían a formar toda una nueva comunidad en San Blas. El proyecto y la infraestructura contemplaban la construcción de viviendas para ellos.

Puede que la diferencia de B/7.6 millones, entre esta cifra y la publicada en el presupuesto nacional, sea debido a costos de la inflación.

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Estos empleados iban a estar divididos entre personal obrero y personal ejecutivo. Para esto se contemplaba reclutar jóvenes entre los "150 univer­sitarios" cunas para entrenarlos y dejarlos entrar poco a poco en posiciones de responsabilidad en la gerencia.7 Sin embargo, el mismo plan nota que algunos puestos claves que necesitan mayor expe­riencia serán reservados para la gente que tenga esa experiencia (es decir, indudablemente, no indios y probablemente no panameños). Pero de todos modos iba a haber un golfo social entre los cunas gerentes y los cunas trabajadores, como lo hay en cualquier organización burocrática, por ejemplo en los ejér­citos entre los oficiales y los soldados.

Del plan preliminar hotelero a grave crisis política

El plan hotelero se presentó con muchos detalles en un congreso general cuna en julio de 1973, en Sasardí—Mulatuppu.8 No se pidió una resolución en su favor, sino que se presentaba como' fait accompli. Después surgieron problemas que resultaron no sólo en el rechazo del proyecto mediante un congreso general cuna en septiembre de 1975 en Narganá, sino que condujo a un cisma a la comunidad indígena a partir del 20 de mayo de 1976. Un congreso general cuna quiso remover a los tres caciques generales de sus puestos y nombrar a otros tres nuevos. Un congreso del mes anterior ya había acordado destituir a los tres representantes de corregimientos, algo que el gobierno nacional no reconoció como legal. La crisis se resolvió después de que el gobierno impuso seis meses de tregua entre los dos bandos, en un congreso general cuna cele­brado en Mamituppu en junio de 1977.

Los hechos sucedieron así: el representante del corregimiento afectado anunció el proyecto en un congreso general cuna en enero de 1973 y más for­malmente en otro congreso de julio de 1973. Entonces, en una reunión celebrada el 30 de octu­bre del mismo año, el gerente del IPAT logró

Cómo se sabía de la existencia de 150 universitarios cunas, cuando el censo de 1970 sólo acusa de un total de 21 personas en la comarca con algún año universitario, no se dijo. Actualmente dirigentes del Movimiento de Juventud Cuna me han dicho que hay posiblemente unos 90 universitarios cunas, pero como todos están trabajando a la vez, el número matriculado en un momento dado es mucho menor.

Ricardo Falla (1975) ha detallado los acontecimientos tal como aparecieron en los actos de los congresos generales cunas en 1969, Ademas me he entrevistado con varios testigos de los sucesos posteriores y observé los de 1977.

obtener las firmas de un permiso de los tres caciques y de los tres representantes para emprender el estudio de factibüidad. En mayo de 1974 el saüa, jefe de la comunidad afectada (Rio Sidra), se quejó al congreso general cuna celebrado en la comunidad de Tigre.

En aquel entonces, después de mucha discusión sobre la validez de las firmas del permiso de los líderes, los representantes del IPAT lograron un permiso del congreso sectorial. Pero de nada les sirvió casi un año después, porque resultó que el congreso sectorial y los líderes carecieron de poder para hacer cumplir su decisión a nivel de la comuni­dad local. En abril o marzo de 1975 los comuneros de Rio Sidra impidieron por la fuerza el descenso de un grupo de ingenieros que arribó en dos aviones (He hablado con un testigo ocular del suceso y me lo contó exactamente como lo narra un informante de Ricardo Falla (1975).

Inmediatamente después, en abril de 1975, el gerente del IPAT llegó a otro congreso general cuna celebrado en Achituppu para reclamar de nuevo su derecho a efectuar el estudio de factibüidad. No invitó a la participación popular, sino que hablaba de beneficios derivados del proyecto y de su licen­cia ya cedida para hacer el estudio. Tampoco se pidió una resolución al congreso, sino una confir­mación por parte de los líderes que habían firmado el permiso.

Pero en septiembre de 1975 un congreso gene­ral cuna, celebrado en Narganá, se negó al proyecto de factibüidad y pidió el retiro del plan. También se presentó el caso de un norteamericano que estaba planeando construir un hotel en la isla de Pico Feo, propiedad de españoles con título ante­rior al establecimiento de la reserva indígena. Acordaron mandar una comisión a Panamá a protestar por el caso, conjuntamente con los representantes. Fue entonces cuando las pugnas entre los comisionados, caciques y representantes, desencadenaron los pasos políticos que terminaron creando el cisma de la comunidad. Entre todas las "vainas" de la comarca, lo del polo turístico se suspendió y el gobierno nacional ha dejado de hablar de él. Es posible que por ahora la danza de los millones haya dejado a un lado a San Blas.

El conflicto desencadenado era sobre ios límites de la autoridad de los tres caciques y de los tres representantes. ¿Hasta dónde podrían ellos comprometer a la comarca entera, y sobre todo a

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una comunidad local, a las actividades del gobierno nacional?

La manera de buscar la participación popular cuna en este plan era muy sencüla. Los representan­tes del IPAT anunciaron el proyecto a los congresos cunas-, pero pidieron el permiso formal a los líderes en bloque aparte. En ningún momento solicitó el IPAT opiniones ni participación activa, salvo en 1975, cuando se empleó a un antropólogo cuna, todavía un estudiante, pero contratado solamente con el propósito de ayudar en el estudio de factibüidad.

La perspectiva de una planificación regional para San Blas

En conclusión, hemos visto que San Blas es una franja de territorio costeño estratégico para la nación panameña, ocupado por una comunidad indígena con fuerte organización social y tradición de desafío e independencia del poder español. Al prestar lealtad a la República de Panamá, los indios evitaban que la comarca siguiera dependiendo de Colombia. Sin embargo, el comercio del coco, el producto interno más importante de la comarca, todavía se realiza en la república vecina con un valor anual de varios millones de balboas. A pesar de ello la producción no ha aumentado en los últimos tres decenios. Al contrario, la creciente población indígena tiende hacia la urbanización de la metró­poli central. En su vida panameña los indios ganaron autonomía a raíz de la rebelión de 1925 y de las negociaciones de los años subsecuentes. Sin embargo, han aceptado inversiones y servicios públicos, ma­yormente en los sectores de educación y salud que fueron aumentando fuertemente a partir de 1967, sobre todo bajo el actual gobierno revolucionario.

La planificación en San Blas, hasta la fecha, ha sido un reflejo de la planificación monocentral, y sus mejores esfuerzos se dedicaron a realizar un grandioso centro turístico. Al no lograr esto, hemos visto que las inversiones públicas en San Blas se han ido precipitadamente para abajo, mientris el pro­yecto queda abandonado. Desde el punto de vista del IPAT el proyecto fue un fracaso; se perdió el dinero invertido en los estudios y no se logró ni terminarlos, mucho menos poner alguna piedra sobre otra en la construcción. Pero el fracaso puede

ser instructivo y éste lo es para todos los que quieren una planificación regional verdadera en Panamá.

Recordamos que el Plan de Desarrollo 1976—80 pide la integración cultural de los indígenas, "con especial atención a la comarca de San Blas mante­niendo y respetando sus valores" (p. 484).

El valor cultural más arraigado entre los cunas es la democracia inmediata y popular. No hay mejor población para lograr uno de los principios guías de Herasme y Lagrotta, hablando de la plani­ficación regional, "aprovechar y reforzar la partici­pación popular". Pero hay que hacerlo desde un principio, a nivel de toda la comarca, presentando argumentos a todos los reunidos en un congreso general. Hay que convencerles de la meta de la planificación. Los planificadores dicen que San Blas está recibiendo toda clase de inversiones de capitales y servicios por parte del gobierno nacional, sobre todo en los sectores de educación y salud, y es hora de que San Blas aporte algo a la economía nacional a través del mayor aprovechamiento de sus recursos nacionales, en beneficio de ellos y de la comunidad nacional.9 Pero una vez presentado eso, hay varios modos de implementar los otros princi­pios de guías d£l desarrollo planificado, como el siguiente de Herasme y Lagrotta: "crear mecanis­mos para aprovecharse de los beneficios de la explo­tación de los recursos naturales".

Se puede preguntar a los mismos sanblasinos ¿qué es lo que ellos quieren hacer de sus recursos naturales? , y ¿en qué y con cuál empezar? ¿Mejo­rar la producción, exportación y venta del coco? , ¿del banano? , o ¿desarrollar el turismo? y, en este caso, ¿en forma de un gran turicentro? o ¿en pequeñas posadas propiedades de las mismas comu­nidades locales, respaldadas, financiadas y aseso­radas por el IPAT?

Hay que pensar, además, muy seriamente y plantear con los cunas las implicaciones de otros principios guías de la planificación regional: "esta­blecer un balance entre el desarrollo integral de áreas rurales y el fortalecimiento de centros urbanos de crecimiento y de servicios. Combinar armoniosa-

Los cunas podrían contestar que ellos apartan el territorio y la población de la nación, y que no hay necesidad histórica de que ellos sean de Panami. Desgraciadamente para los indios conserva­dores partidarios de tal opinión, la adhesión a Panama ya está hecha y no hay alternativas.

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mente la expansión de las actividades en los centros urbanos desarrollados con la creación de nuevas actividades en zonas no incorporadas" (Herasme y Lagrotta, op. cit.). Hasta la fecha las dos comunida­des vecinas de Narganá y Corazón de Jesús han formado tácticamente un centro urbano incipiente de servicios, pues son la sede de las agencias del gobierno nacional en la comarca. Pero sigue a la vez su vieja economía de subsistencia y de comercio de cocos.

Puede que los sailas tradicionales del sector occidental se opusieron al turicentro por intuir que los gerentes cunas hoteleros podrían aplastar la tradición cuna algún día. Además, ellos, como observa Falla, ya gozaron de hoteles en pequeña escala y no sufren de un gran exceso de jóvenes universitarios por colocar en ocupaciones urbanas. Son Uatuppu y Narganá las que tienen a esos jóvenes por colocar. La pregunta que hay que hacer a los cunas es: ¿realmente quieren retener a estos recién instruidos, o prefieren que se vayan a unir con la flor y ñau de las ciudades en otras regiones? Además, ¿se puede técnicamente mante­

ner rural a San Blas?

Finalmente, Herasme y Lagrotta opinan que el mecanismo más apropiado en Panamá para lograr la mayor participación popular es el consejo de coor­dinación provincial (compuesto del gobernador, los representantes de corregimiento y la "junta técni­ca" o los burócratas de las agencias nacionales en la provincia). En San Blas tal consejo tendrá que coordinarse con el congreso general cuna, institu­ción que últimamente, sufriendo una crisis de autoridad, ha salido triunfante frente a los caciques y los representantes, pero tal vez con el costo de su capacidad de tomar decisiones con fuerza en toda comunidad a nivel local. En este momento una comisión del congreso general cuna compuesta de universitarios cunas ya graduados y bien capacitados, en conjunto con líderes tradicionales, está estu­diando un "regimen especial" para armonizar las instituciones cunas con las del gobierno revolucio­nario. Deben considerar también la planificación regional, porque a través de la planificación bien lograda, los cunas pueden aportar su parte justa a la nación y tratar de no perder su particularidad cultural.

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El tiraje de esta publicación se terminó el miércoles 2 3 de julio de 1980

en los talleres del Departamento de Impresiones del Instituto Nacional

de Antropología e Historia de la SEP^Íendo Director General del INAH

el profesor Gastón García Can tú ,y jefe del Departamento el M.A. G.

Humberto Cruz. Salas. Edición 1 mil Ejemplares .

SEP 11131 • Instituto Nacional de Antropología e Historia

MEXICO 1978