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¡Vos, sos un caso perdido! Rayuela Suplemento sabatino de arte y sociedad Rayuela Suplemento sabatino de arte y sociedad 192 Sábado 01 de Diciembre de 2012. Año III.

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¡Vos, sos un caso perdido!

RayuelaSuplemento sabatino de arte y sociedad

RayuelaSuplemento sabatino de arte y sociedad

192Sábado 01 de Diciembre de 2012. Año III.

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Rayuela2 Péndulo de Chiapas | Sábado 01.12.2012pendulodechiapas.com.mx

Simpático, agradable, buen conversador… el Ché Garufas: Ricardo Cuellar Valencia

De la nostalgia

El reconocido poeta colombiano Ricardo Cuellar Valencia, actual catedrático de Lengua y literatura hispanoamericana de la UNACH,

era uno de los asiduos personajes que asis-tían a las cálidas conversaciones en “El ché garufas”. Amigo y compañero de Ulises Mandujano, a quien todos recuerdan con el nombre de su establecimiento u otros epíte-tos afables como “don cenizo” o “el dandi Pérez”. Así recuerda hoy, su amigo Ricar-do, aquellos días de antaño.

“Lo conocí en la cantina que él admi-nistraba, llamada como él: “Che Garufas”. En algunas ocasiones nos leía cuentos de su autoría. Su conversación siempre era gra-ta.”

Los buenos amigos no se olvidan, y Cuellar Valencia lo sabe bien al añorar a su amigo, narrándonos brevemente cómo era su relación con él:

“De simpatía mutua. Iba a su cantina para escucharlo, tenia buen sentido del hu-mor”. Aunque confiesa con simpatía que a la cantina asistía “de vez en cuando”.

De los momentos más entrañables que recuerda en aquella nave donde habitaban los bolonautas nos cuenta:

“Cuando leía sus cuentos y comentaba una y otra anécdota que se convertirían más adelante en temas de sus cuentos, muchos de los cuales escribió.”

El poeta colombiano devela con ingenio fraterno su respuesta a nuestra pregunta de si alguna vez habían compartido secretos o historias:

“Nuestros secretos siempre fueron lite-rarios, es decir, historias, sobre todo de él.”

En sencillas palabras describe cómo fue el entrañable “dandi Pérez” como amigo:

“Simpático, agradable, buen conversa-dor.”

Detrás del amigo había también un gran escritor, y es así como dentro de su sinapsis poética es bien recordado aquel gran indi-viduo:

“Era un hombre que poseía talento na-tural para narrar. Desde el día que lo conocí y escuche leer sus cuentos, se me vino a la cabeza la tarde en que conocí, en la ciudad de Manizale; era una tarde en la que depar-tíamos con Ivan Cocherín en una cantina en los altos de Chipre. Neruda conversaba con mi amigo, que era un escritor de origen popular, sobre los colegas que conocía en

Colombia y el poeta chileno mencionó en-tre diez y quince escritores proletarios que había conocido por toda América Latina. A varios de ellos menciona en sus memorias Confieso que he vivido. El “Che” tenía la enorme ventaja de administrar su propia cantina, lo que le permitía contar con una constante clientela de escritores que llega-ban ahí por múltiples razones, entre otras por conocerlo y escucharlo.

El ideal es un anhelo de pureza que se inscribe en los corazones de cada indivi-duo, y los poetas, amos de la palabra, se ríen con el sueño en notas sencillas como la conferida aquí al pintar los ideales com-partidos entre sí: “El deseo de ser un buen escritor.”

Ulises Mandujano, es recordado hoy. Algunos sueños atrás está esperando don cenizo la llegada de un estado literario y artístico donde el desarrollo intelectual sea respaldado por las diversas instituciones, sin embargo la realidad es otra y el sueño sigue en el aire. Respecto a ello Cuellar co-menta y aconseja:

“En los últimos 15 años ha habido un desarrollo evidente en la escritura litera-ria. Han surgido algunos narradores y, ob-vio unos tantos poetas más. También han ido apareciendo ensayistas. Este proceso es irregular, incierto y cuenta con escaso apoyo de la institución de cultura que debe estimularlos en diversas formas. A los jó-venes que leen esta página les recomiendo leer mucho antes de escribir, ser autocríti-cos antes de declararse poetas o narradores. La literatura es un oficio que se aprende con los años y no solo en las cantinas, aunque estas son muy importantes para socializar todo tipo de derrotas y dolores.

Mientras sonaba un tango de Gardely platicabas del box y las parrandas,

de la voz de Garduño y el error de esa tonta mujer al pre-miar al otro Mandujano,

empecé a escribir la historia de tu vida.Aún recuerdo las veces que lloré

al saberte lejos, enterrado ahí, solito, nadando en tierra desdentada,

sin la voz de Chabela, sin las historias que pensabas contar, caminando en el limbo.En tiempos como estos

duele tenerte en letras y recuerdos,en las parrandas postergadas

que jamás llegarán.Garufas, camarada de arenas y cantos,

aparta un espacio en el mesón donde reencontraremos los pasos, espera la llegada de quienes te tenemos en la mente,

con la risa sardónica que otrora nos unió.Saluda a Quincho y cuéntale que aún tenemos sedientas la manos, que las golondrinas que dejó pintadas en sus versos

aún pululan los parques.Garufas, deja que las parábolas adornen tus recuerdos,

pinta arcoíris con sonrisasy espera, que esta vida

lentamente a donde estás nos lleva.

[Diego Aguilar y Alejandra Calderón]

[César Trujillo]

A Che Garufas, cómplice de letras

Rayuela

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Rayuela 3Péndulo de Chiapas | Sábado 01.12.2012 pendulodechiapas.com.mx

El hombre que llegó y se fue con la ceniza

Al Marqués de Cintalapa, Ché Garufas.

“No logro entender esto, no sé que es, pero algo me preocupa como todos los días cuando al abrir los ojos siento miedo de incorporar-

me de la cama, y esto es porque antes me atreví a dudar si podría hacerlo con esa seguridad de siempre’’ este es el prólo-go que encontramos al inicio de su libro ‘’Don Cenizo y… doce más’’. Ahora, un año después de su partida, del cierre de una larga historia en esta ciudad de cie-gos, este primer párrafo me cosquillea el cuerpo.

Lo vi, y lo vi muchas veces. Pensando –‘’algún día entraré’’-. Ese pequeño lugar que no pasaba desapercibido, tenía algo,

y sí que lo tenía. Tenía una gran historia y a un hombre de muchas voces con ex-periencias. Al observador de sus clientes. Ahí, parado en su puerta, siempre aten-to. Ahora sé, que era el templo sagrado de muchos, pero eso, era de suponerse. Desde afuera, se podía ver paralizada la historia en aquel restaurant familiar con más de 20 años de tradición. Iniciando las anécdotas en una combi y paradóji-camente, cerrándolas a dos cuadras del centro cultural. Pero ahora, también sé, que era ahí donde fraguaban las ideas, donde se daban cita los amigos, era el la-boratorio, el estudio, el gran recinto. El lugar de protección contra la tristeza y el lugar de los amigos.

Me animé, un buen día por fin entré. Esa noche, invitada a la presentación de

unos cartoneros independientes, cono-cería al bohemio más chiapaneca-

mente folklórico urbanistico: Uli-ses Mandujano, mejor conocido como Che Garufas. Sentada en las confesadas y contadas mesas del lugar, aparece él siempre sonriente y observador de sus

clientes. Tras la breve presen-tación de la editorial

cartonera indepen-d i e n t e

‘’La Tinta del Silencio’’. El anfitrión del lugar toma el micrófono preocupado de que la tertulia no podría parar tan abrup-tamente, invitando a todos los presentes a reunirse y arrejuntarse para escuchar sus jocosas narraciones con los gestos particulares de un excelente narrador. Ganándose el silencio y oídos de la gente como faena de torero.

Entre sus anécdotas y la intervención de otras personas con algunas lecturas, pedíamos que no parara de leer. Entre risa y risas, unas bien frías, cuadros ocu-rrentes, caricaturas, notas periodísticas hechas cuadros, muy oportunos, que am-bientan el lugar. Su lugar. Su espacio que hacía sentir cómodo a cualquier extraño. El Conde de Tolán, lo volvía en el recinto con su impecable trabajo de hacer sentir a la gente más a gusto. En ese momento pensé, hemos encontrado un gran lugar hábilmente para hacer pláticas y noches bohemias. ¡Y qué mejor! Estaba ahí, paradójicamente, más abajo del centro rumbo a la Escuela de Artes, y muy lejos de la Facultad de Letras.

Y como era de merecer, antes de par-tir, no podía faltar la despedida y unas buenas galanuras por una auténtica vela-da en el Che Garufas.

Y la verdad, no puedo despedirme, sin dejar de mencionar que Don Ulises Man-

dujano, ya lleva en su haber varios libros con el toque chiapaneco y urbano de na-rrar sus cuentos. Partió y se llevó consigo la esperanza de recibir algún apoyo por parte del CONECULTA, no

había tenido la fortuna de que le publicarán nuevamente, en ese entonces, maniobrado por Marvin Lorena Arria-ga Córdova, para la edición total de sus cuentos en un mismo volumen.

Sin lugar a ningún tipo de dudas, Ulises Mandujano ‘’El Che Garufas’’, ‘’Conde de Tolán y Marques del Valle de Cintalapa’’ es una parte invaluable de la literatura chiapaneca que merece ser bien reconocida y con todas las de la ley. Próximamente, su segundo homenaje.

www.penetracion--cultural.blogspot.com

[Gely Pacheco]

Rayuela

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Rayuela4 Péndulo de Chiapas | Sábado 01.12.2012pendulodechiapas.com.mx

El Ché Garufas: algunas anécdotas

“En la ESTI 79, sí me siento escritor”-solía decir.

[MISAEL PALMA]

Rayuela

Noé Farrera MoralesDIRECTOR GENERAL

PÉNDULO DE CHIAPAS

Noé Juan Farrera GarzónDIRECTOR EDITORIALPÉNDULO DE CHIAPAS

Ángel Yuing SánchezCOORDINADOR Y EDITOR

RAYUELA

Misael Palma, César Trujillo, Ornán Gómez,

Marcelino Champo, Pascual Yuing, Chary Gumeta, Gely Pacheco, Ga-maliel Sánchez Salinas, Juan Carlos

Recinos.CONSEJO EDITORIAL

Paolo Renato LópezEDITOR FOTOGRÁFICO

Inocencio HernándezDISEÑO EDITORIAL

Javier Ríos JonapáPRODUCCIÓN E IMPRESIÓN

LEGALES

Rayuela, suplemento de arte, literatu-ra y sociedad del periódico Péndulo de Chiapas, No. 192. Año III, sábado 01 de Diciembre de 2012. Impreso en 13 Poniente Norte Núm. 639, colo-nia Magueyito. Código Postal 29000, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Teléfono (961) 61 24529. Se prohíbe la reproducción total o parcial de los contenidos sin el consentimiento ex-preso de sus autores.

La redacción no responde por origina-les no solicitados. Los contenidos, así como parte de los títulos y subtítulos son responsabilidad exclusiva de quien los firma y no representan necesaria-mente el punto de vista del periódico Péndulo de Chiapas.

Correspondencia: [email protected]

DIREC

TORIO

“El Ché Garufas” no era una cantina, “era una especie de restaurante artístico con centro ecológico, combinado con zooló-gico y sala de psiquiatría”.

Supe de él cuando una noche fue invitado a leer sus cuentos en la Biblioteca de la UNACH, la que estaba situada a contra esquina de lo que ahora es el Museo Municipal, en el Edificio Ma-ciel; en esa ocasión acudí a revisar libros con un grupo de alumnos de los Talleres Literarios de la Escuela Secundaria Técnica Industrial no. 79 y lo escuchamos –fortuitamente- leyendo sus cuentos; exactamente le oímos leer “El Dandy Pérez”; ahí mismo, en el segundo piso donde estaba una cafetería que siempre conservó un ambiente estirado, formal y adusto…hasta que la invadió Ulises Mandujano y la rescató para beneficio del asombro y de la frescura de la pa-labra, colocando ahí un ring del tamaño de una plataforma petrolera de Ciudad del Carmen o de su Coatza querido:

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Rayuela 5Péndulo de Chiapas | Sábado 01.12.2012 pendulodechiapas.com.mx

“-¡Pelearán 10 rounds…en esta esquina con 54 kilos 10 gramos el Negroooooo Ta-ylor! Un buhhhh se escuchó en toda la arena mi negro…¡En esta otra, con 54 kilos 300 gramos, el Dandyyyyyyy Pérezzzzzzzzzzz…el local casi se venía abajo, los aplausos de la gente que te quiere bien, …en primera fila vi a mis cuates los empleados del banco, también había ido a verme mi cuñado que era dirigente del sindicato petrolero…hasta Doña Pelos estaba en primera fila picho…Y yo, todo vestido de blanco y más blanco…del otro lado vi a un pinche negrito haciendo sombra y pucheros y entonces recordé aquel estribillo de los cuates con su “¡quiere llorar, quiere llorar!”.

-Lo que sea de cada quien, yo le voy al pinche Pérez.

-Le voy al negrito, ¡lo van a madrear!Ideas más ideas menos, así registró mi

memoria la primicia que le escuché.Yo, maestro acartonado, observaba de

reojo el semblante azorado de mis alumnos que por primera vez escuchaban a un escritor irreverente:- “!santo madrazo que te pegó el negrito!”. Pero…el Ché Garufas impuso su estilo lúdico e interactivo sobre mis alumnos y a partir de ahí sus presentaciones y lectu-ras en la ESTI 79 se hicieron cotidianas y obligadas; al inicio de cada ciclo escolar, el Ché abría plaza en la Biblioteca de la escuela donde invariablemente cortaba rabo, 4 orejas a cada toro y vuelta al ruedo; decenas y de-cenas de niños y adolescentes arremolinados le escucharon leer “Don Cenizo “, “el Circo africano”,…”El aplauso de la gente que te quiere bien”, escribió en el “Dandy Pérez” y en verdad en la ESTI no. 79, los estudiantes aprendieron a querer bien a Ulises Manduja-no, -nacido en Tolán-. Indudablemente fue el “Dandy Pérez” quien lo bautizó como narra-dor, creo que el “Dandy” fue su síntesis cós-mica.

“- En la ESTI 79 si me siento escritor”- decía el Ché donde quiera que lo invitaban a leer…”hasta donde sé, es la escuela donde los estudiantes sí leen”-agregaba.

Años después, en una muestra de reco-nocimiento, afecto y confianza, exalumnos de la ESTI 79 lo visitaban en su restaurante turístico del arte; a esos ex, los bautizó como a los Bolonautitas, entre ellos a Javier Gutié-rrez Opón, (hoy activo promotor del arte y uno de los organizadores del Primer Home-naje al Ché), Julio Ignacio Morales (quien era una promesa en la poesía) Carlos M. Palma Santos, quien atesora con cariño un ejemplar que le dedicó el Ché; Conrado Suárez (pro-pietario de la Funeraria La Paz y buen lector),

quien fue el primero en hacerle un entrevista para el periódico “Voz Juvenil”…

“-Dicen que me pegó con la izquierda, yo sentí el golpe en la mandíbula derecha… ¡Ya lo mataron, ya lo mataron!-gritaba Doña Pe-los. Cuando pude recuperarme y recobrar la memoria, alcancé a gritarle al negrito:-¡Me metiste la pata, me metiste la pata desgracia-do!”.

A Ulises Mandujano lo recuerdo como a esos anacoretas que van por la vida dignifi-cando las cotidianas y humildes proezas hu-manas; no buscó ser redentor de la especie humana, pero acudíamos a él y al “Ché Ga-rufas” donde invariablemente nos contagiá-bamos de la catarsis colectiva de los grupos y subgrupos que ahí confluían; pintores, fo-tógrafos, periodistas, militantes, escritores…una marejada no seleccionada por la vida; que de ponernos de acuerdo hubiera concluido en una institución o en un verdadero ejército de la sinrazón común.

Quienes llegamos alguna vez (o sucesi-vas veces) al “Ché Garufas”, sin constancia de compromiso de por medio, y con nuestra gustosa libertad y albedrío, nos convertimos en los hunos de este moderno Atila que aco-metió la vida de la manera más cotidiana y noble que las circunstancias le diseñaron. Su sana picardía la lucía en la parábola de su brazo con platino. Fue simpatizante del mo-vimiento obradorista y no lo ocultaba, fue un severo crítico de las cúpulas oportunistas del PRD sin embargo. Creía en las posibili-dades de un país diferente, sin PRI ni PAN, sin violencia, con democracia y con justicia. Fue congruente con el mosaico de personajes que lucía el sacrosanto local del arte: Zapata, Villa, el EZLN, el Ché Guevara, la Oración

del Bolo… el viejo cascarón de una combi habilitada como barra y la invariable imagen de la pareja bailando tango.

“Nada más compro mi carne y me voy para la escuela”

Ulises Mandujano Nájera, el Ché Garu-fas, nunca rehusó una invitación para leer en la ESTI no. 79; donde invariablemente les de-cía a los niños y jóvenes:-“Yo nunca logré es-tudios superiores, me hice escritor de cuentos si así me pudiera llamar, arando el campo… como ustedes dicen, de manera empírica; por eso les recomiendo que estudien, aprovechen el tiempo, ustedes deben ser mejores que no-sotros los de ahora ¡ah!, y no se anden me-tiendo pendejadas!”

“¡De acuerdísimo, nomás compro mi car-ne y me voy para la escuela…dígale a los chamacos que ahí les caigo!”. Y llegaba pun-tual, con su rostro rubicundo y libro orgulloso bajo el brazo.

Una de sus características –mientras leía- era aparentar que se mojaba tres dedos con los labios y pasaba las hojas mientras sonreía socarronamente, una contorsión muy particu-lar…como disfrutando de antemano el efecto pícaro que segundos después causaría en los niños.

-“Oiga Don Ché, pero si usted es escri-tor… ¿cómo es que tiene una cantina?”- pre-guntó una vez un pequeño estudiante que ol-fateaba una contradicción.

Como si trazara una parábola ágil con su brazo con platino, Ulises disparó la bola de humo:

-“Bueno, te respondo, no es en realidad una cantina, es como un centro ecológico para especies en peligro de extinción, combinado con zoológico y con sala de psiquiatría”.

Rayuela

ULISES MANDUJANO Nájera, nacido en Tolán ¡sos un caso perdido!.

EL CHÉ GARUFAS es un oasis donde baja la mejor ralea cultural y artística del Olimpo-decía.

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Rayuela6 Péndulo de Chiapas | Sábado 01.12.2012pendulodechiapas.com.mx

“Don cenizo” y “Dandy Pérez” vivos para toda la eternidad

Un escritor dejará de existir en la tierra, lo cubrirán las hojas secas de los ár-boles, llegará a sus oídos el silencio canto de las aves, y una trascendencia

inmensa de luz cubrirá su alma, mientras tanto los recuerdos invadirán las mentes de las flores que han quedado, pero mientras su obra viva, el escritor no morirá.

Un escritor chiapaneco que enaltece y mues-tra el orgullo que siente hacia su pueblo es Ulises Mandujano Nájera, un escritor que ha dejado de existir para que su alma trasciende a otro mundo, pero que a través de sus obras y personajes crea-dos permanecerá entre nosotros, aun más allá de la eternidad.

“Don cenizo” es el otro nombre cono-cido de Ulises Mandujano así como la de “Che Garufas”, un gran escritor capaz de crear lengua-je a través de sus experiencias y visiones, por ejemplo su querido Cintalapa, mostrando así que desde el lugar de origen se puede construir una forma de reconocer las tradiciones y sobre todo las historias que se cuentan por medio de la tra-dición oral, que se van dando de generación en generación, es por ello que Mandujano recrea y

crea una nueva visión para sus lectores. “Che Garufas” en su obra Don cenizo

y… Doce más, utiliza un lenguaje popular donde con una muestra de humor nos relata historias, anécdotas, hasta incluso leyendas que han toma-do un nuevo rumbo en su texto, haciendo uso de lo cotidiano para su transformación, en un mun-do de palabras donde significarán aún más de lo significan en la realidad, creando así nuevos se-res y formas de vida. Además es un artista que utiliza el tiempo para contar sus historias desde otro momento, retrocediendo y avanzando para marcar el ritmo de sus relatos, haciendo esto una forma divertida de lectura, se ve que Ulises Man-dujano Nájera no deja a un lado su cultura ni las tradiciones, ya que en sus cuentos retrata entrete-nidamente sus propias experiencias y vivencias, alcanzando la finalidad de acercar a otros a la lectura. Ya que lo cotidiano puede ser una forma de creación artística, y una manera de desauto-matizarse, a través de las imágenes, los olores, los sentimientos y de la creación de nuevos mun-dos, dejando vivo a innumerables personajes que dejarán huellas para recordar a su creador y que permanecerán en la mente de los lectores.

[Sandra Jiménez Gómez]

Rayuela

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Rayuela 7Péndulo de Chiapas | Sábado 01.12.2012 pendulodechiapas.com.mx

2. Manuel Álvarez Bravo, una biografía cultural

Detener lo inasible, hace durar el instante. Xavier Villaurrutia (a propósito de Manuel

Álvarez Bravo)

a Lorena Díaz

Manuel Álvarez Bravo es uno de los fotógrafos mexicanos más conocidos en el panora-ma visual del mundo. Es casi

un lugar común referirse a él siempre que hay una charla fotográfica (si puede existir algo como eso). E. g., quien no sabe nada de fotografía, en el medio de una exposición, con solo mencionar su nombre, parecerá por lo menos un diletante. Sin embargo, más allá de lo puramente estético y de los “usos sociales” de su fotografía, hay aspec-tos poco sabidos de este creador que para los neófitos en fotografía, como yo por su-puesto, son de índole formativa. Elementos que no están en los libros ni en su obra im-presa. Rutas mentales que se pierden en lo

íntimo de sus prácticas culturales. Atender estos aspectos significa entender el trabajo creativo desde otra perspectiva. Ya no la es-tética o crítica, sino la del involucramien-to en la vida intelectiva del artista Álvarez Bravo. Lo que nos conduce, por otro lado, directamente a su obra. En su libro Lo espiritual en el arte Kandin-sky escribió que “el artista tiene una vida compleja, sutil, y la obra surgida de él ori-ginará necesariamente, en el público capaz de sentirlas, emociones tan matizadas que nuestras palabras no las podrá manifestar”. Qué hay en esa vida “compleja y sutil” que permita acercarnos a la creación artística, no con el morbo del fanático, sino con la curiosidad de aprendiz. Quiero decir, hay elementos que son parte del proceso ante-rior al origen de la obra artística, aquellos que configuran la cartografía cultural de los creadores y creadoras. Desde esa pers-pectiva entiendo la exposición que en estas fechas inauguró el Palacio de Bellas Ar-tes: Manuel Álvarez Bravo: una biografía cultural. Más que fotos, o mejor dicho, no solo fotos, son los objetos que integran esta exposición, que nos permite dar un vistazo al mundo cultural de este fotógrafo. Pero,

antes, debo limitar el concepto “cul-tura”. No veo, en lo que nos pre-

sentan de Manuel Álvarez Bravo, un rasgo cultural

desde la escuela norte-americana de antro-

pología, sino más bien, un concepto traído de la vieja tradición fran-cesa: cultivar el espíritu. La exposición

de Álvarez Bravo no es “memorabilia”. Nos encontramos, con el recorrido intelectivo del fotógrafo, del creador, del artista. Co-nocemos sus inicios formales, sus primeras dos exposiciones, su relación con poetas, con muralistas, con otros fotógrafos, sus colecciones privadas de arte. Álvarez Bravo era parte sustancial de la comunidad artís-tica mexicana de principios de Siglo XX, aquella que dio signo al “gusto” mexica-no. Y eso no es poca cosa. Asistimos, con asombro, al interior de la cultura personal de un fotógrafo, de un coleccionista de arte, de un arqueólogo, el “genio” de su época. Vemos sus procesos de búsqueda artística. Ahí, e. g., está una fotografía de 1845, Re-trato de familia, de Talbot o la famosa De-trás de la estación de San Lazaro de Cartier Bresson, dedicada al propio Álvarez Bravo. Ahí están fotografías de Kudelka, Modot-ti, Weston, entre otros. No es menor ver los pocos libros expuestos su biblioteca per-sonal y su breve colección de artesanías y piezas arqueológicas. Pero, uno de los pun-tos cimeros de la exposición, es conocer el gusto que Manuel Álvarez Bravo tuvo por el grabado. Este artista mexicano tenía una pequeña colección de xilografías y agua-fuertes, de inmejorable cariz artístico. La colección gráfica de Manuel Álvarez Bravo contiene lo más representativo de la tradi-ción plástica de occidente. En este sentido, tener acceso a ella, saber del talante crítico del este fotógrafo oriundo de la Ciudad de México, es una oportunidad única. Ya que como escribió Fernando Gálvez de Agui-naga, esta colección “…constituye una de las más importantes revisiones del arte oc-cidental y sobre todo europeo que tenemos en nuestro país, primero porque incluye nombres como Rembrandt, Goya, Dela-croix, Picasso, Matisse o Gauguin, y luego porque las piezas fueron elegidas en gale-rías y subastas por una de las miradas más sensibles que hemos tenido en México”. Si partimos de este comentario, entenderemos la singularidad de esta exposición, que se convierte en dos, en tres, vemos a fotógra-fos (un poco de historia de la fotografía) y un mundo gráfico (historia del arte en gene-ral), que nos retrotrae, como dije más ante, hacia la cartografía cultural de un sujeto que forma parte de nuestro propia constelación visual. Un viaje que “debe” (perdonen esta palabreja horrible) fortalecer en nosotros la crítica a nuestros patrones de búsqueda artística. Situarnos en la idea de que la crea-ción no es un erial virgen, sino un entresijo de procesos intelectivos: formación de un gusto artístico, lectura de afinidades artísti-cas, vivencias, en fin, aspectos que labran nuestra conciencia creativa.

[email protected] Rayuela

El gag humanístico[Raúl Vázquez Espinosa]

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Rayuela8 Péndulo de Chiapas | Sábado 01.12.2012pendulodechiapas.com.mx

LA MÁQUINA HAMLET

Shakespeare en los ojos de Welles

No creo en una historia que tenga pies y cabeza.

Heiner Müller

Mucho se ha hablado de la obra de Orson Welles, impactan-tes piezas como Ciudadano Kane y El proceso se han ga-

nado, a pulso, un lugar honorífico en la his-toria universal de la cinematografía. Sobra mencionar también, su proyecto radiofóni-co de La guerra de los mundos (original de H. G. Wells), donde suscitó un caos en al-gunas poblaciones de los Estados Unidos. Controvertido, apasionado y perfeccionis-ta del oficio, Welles es, sin duda, unos de los imprescindibles en el cine. Pocos en cambio han sido sus reconocimientos en sus adaptaciones Shakesperianas: Otello y Macbeth. Ambas películas realizadas con un apego sorprendente al texto dramático. En los films, Orson Welles ocupa el papel protagónico, nada inusual si se tiene como referencia sus trabajos anteriores. Pulcra y dotada de una agudeza magistral, la mira-da artística de este Actor- Director seduce inmediatamente al público. Con las raíces bien firmes en el teatro, las escenas trans-curren con la profundidad adecuada, nada sobra, todo está colocado de manera astuta para que el universo de Shakespeare llegue al espectador sin ninguna trampa.

En este breve espacio hablare un poco de la adaptación de Macbeth, obra emble-mática del William Shakespeare, y que ha sido pretexto para muchas adaptaciones tanto en teatro como en cine.

Macbeth, hombre tenaz, valiente, gran soldado en batalla e implacable ante la ad-versidad, es tocado por la profecía de las brujas, su futuro se vislumbra en el trono. Pero detrás de esa profecía se oculta la

muerte, el despojo, la mano del asesino y la traición. Con la voluntad guiada por la lengua mortífera de su esposa, Macbeth se quebranta ante la ambición, el deseo des-medido de poder lo guía por el camino de la catástrofe. El rey Duncan es despojado de su reino, Macbeth lo asesina, con él fa-llece la confianza, la justicia se transgrede, la ruina se adueña de Escocia.

No habrá misericordia para la vida de Macbeth, ni en el plano de lo humano, ni en los augurios eternos. Muerte al traidor, derrocad al bandido, matad su casta, eso es lo que pregona el ejercito de Malcolm y Macduff, quienes buscan, a toda costa, des-tronar al tirano. No hay salidas, el futuro de

Macbeth yace en una lucha, de antemano perdida, contra el destino. Se cumple en-tonces la sentencia de Goethe: Todo aque-llo a que nos aferramos y que vemos como irrenunciable, lleva en sí mismo un margen de tragedia.

Welles encarna la maldición de Macbe-th, la lleva hacia puntos álgidos en los que la traición y el odio alcanzan lo sublime. En blanco y negro, la estética de esta pe-lícula nos encamina por los pasillos del reino de Escocia, laberintos pétreos que encierran las palabras inmortales del Bardo de Avon. Macbeth, es sin duda una película que cualquier persona, amante del cine y del teatro, no puede dejar de ver.

[Marcelino Champo]

Rayuela

La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve

a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada.

William ShakespeareMacbeth