08_lenguaje

6
1 LENGUA, NORMA Y HABLA. ACTOS DE HABLA Y MODALIZACIONES DISCURSIVAS LENGUAJE La lengua Es el sistema de signos que usamos como código para comunicarnos y como plantilla de configuración y comprensión de la realidad. La lengua es un órgano complejo que alcanza su total madurez alrededor de los 3 ó 4 años, en condiciones de desarrollo cognitivo normal. Sin embrago, el aprendizaje de una lengua nunca es completo, pues la lengua no está completa en ningún individuo: no existe perfectamente más que en la comunidad de los hablantes, diríamos, parafraseando a Saussure. La lengua es también un conjunto de conocimientos: adquirir un idioma implica tres aprendizajes: a) conocer el conjunto de sonidos que se combinan para construir significantes; b) conocer suficientes signos que hagan referencia a los objetos, acciones, estados, características y circunstancias de la realidad; c) conocer los mecanismos gramaticales para traducir estados mentales en textos. Esto implica conocer una categorización de los signos (morfología) y dominar las estructuras y procesos para su combinación (sintaxis). Así, existe una relación indisoluble entre lengua y pensamiento. El pensamiento es el modo humano de captación y creación de la realidad. La mente entiende los objetos externos por medio de conceptos. Como ya hemos visto, la percepción de árboles ha construido en nuestra mente un concepto de árbol que se aplica a todos los objetos que coinciden con él. Pareciera ser que no hay pensamiento (tal como lo conocemos) posible sin lenguaje verbal, ni lenguaje sin pensamiento. Desde esta perspectiva, se asimilan e igualan el concepto mental con el significado del signo lingüístico: “La lengua es comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido el reverso; no se puede cortar uno sin cortar al otro” , en la formulación de Saussure. La lengua es una realidad social, culturalmente definida, pues constituye la manera como cada grupo cultural hace propia la comprensión lingüística y enfatiza aspectos de la realidad que les son significativos. Se dice que en la lengua quechua hay más de cien palabras para referirse a la papa. Para los inuit existen varios tipos de hielo. Estos hechos demuestran, retomando la idea de arbitrariedad y convencionalidad ya explorada en clases, Lengua: sistema de signos compartido por una comunidad de hablantes. Norma: variable estándar de una lengua que permite la comunicación entre todos sus hablantes. Habla: realización de una lengua por parte de hablantes reales en situaciones concretas.

description

Lenguaje

Transcript of 08_lenguaje

Page 1: 08_lenguaje

1

LENGUA, NORMA Y HABLA.

ACTOS DE HABLA Y MODALIZACIONES DISCURSIVAS

LENGUAJE

La lengua

Es el sistema de signos que usamos como código para comunicarnos y como plantilla de

configuración y comprensión de la realidad. La lengua es un órgano complejo que alcanza su total madurez alrededor de los 3 ó 4 años, en condiciones de desarrollo cognitivo

normal. Sin embrago, el aprendizaje de una lengua nunca es completo, pues la lengua no está completa en ningún individuo: no existe perfectamente más que en la comunidad de los hablantes, diríamos, parafraseando a Saussure.

La lengua es también un conjunto de conocimientos: adquirir un idioma implica tres aprendizajes: a) conocer el conjunto de sonidos que se combinan para construir

significantes; b) conocer suficientes signos que hagan referencia a los objetos, acciones, estados, características y circunstancias de la realidad; c) conocer los mecanismos gramaticales para traducir estados mentales en textos. Esto implica conocer una

categorización de los signos (morfología) y dominar las estructuras y procesos para su combinación (sintaxis).

Así, existe una relación indisoluble entre lengua y pensamiento. El pensamiento es el

modo humano de captación y creación de la realidad. La mente entiende los objetos externos por medio de conceptos. Como ya hemos visto, la percepción de árboles ha

construido en nuestra mente un concepto de árbol que se aplica a todos los objetos que coinciden con él. Pareciera ser que no hay pensamiento (tal como lo conocemos) posible sin lenguaje verbal, ni lenguaje sin pensamiento. Desde esta perspectiva, se asimilan e

igualan el concepto mental con el significado del signo lingüístico : “La lengua es comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido el reverso; no se

puede cortar uno sin cortar al otro”, en la formulación de Saussure. La lengua es una realidad social, culturalmente definida, pues constituye la manera

como cada grupo cultural hace propia la comprensión lingüística y enfatiza aspectos de la

realidad que les son significativos. Se dice que en la lengua quechua hay más de cien palabras para referirse a la papa. Para los inuit existen varios tipos de hielo. Estos hechos

demuestran, retomando la idea de arbitrariedad y convencionalidad ya explorada en clases,

Lengua: sistema de signos compartido por una

comunidad de hablantes.

Norma: variable estándar de una lengua que

permite la comunicación entre todos sus hablantes.

Habla: realización de una lengua por parte de

hablantes reales en situaciones concretas.

Page 2: 08_lenguaje

2

que “la colectividad es necesaria para establecer [los] valores [de la lengua,] cuya única

razón de ser está en el uso y en el consenso generales” (Saussure). La lengua es un conjunto de reglas abstractas que todos sus hablantes comparten. Por

ejemplo, en castellano lo usual es ubicar el adjetivo tras el nombre al que acompaña. En cambio, la lengua inglesa organiza estas unidades de manera inversa: el adjetivo va antes que el sustantivo. Si queremos aprender inglés, debemos aprender esa regla (que para los

hablantes nativos del inglés es cosa perfectamente natural). Hay que tener en cuenta que las reglas gramaticales obedecen a procedimientos que escapan a la lógica corriente. ¿Por qué?

En primer lugar, porque las reglas se pueden infringir, y en segundo lugar, porque muchas veces las reglas gramaticales violan las reglas de la lógica.

La norma

La lengua tiende a ser conservadora y homogénea: de no ser así no podríamos entendernos. Sin embargo, la lengua cambia a cada momento, aunque esas mutaciones no llegan al punto de afectar la dependencia de una variante de la lengua respecto de su

matriz. Si fuera así, significaría que tal variante ha mutado profundamente en su fonética, y/o que creó sus propias reglas independientes. Así, podría adquirir la categoría de lengua,

como ocurrió con el español, que originalmente era sólo una variante del latín. Hay muchos modos distintos de decir las cosas. Los usamos a cada momento. Pero,

¿cuál es la forma correcta? ¿Cuál es la norma o lo normal? Hay tantas normas como

variantes funcionales de la lengua. Vale decir, un enunciado es correcto según la variante que se esté utilizando. Y es que cada uno de nosotros maneja varias normas, que son

funcionales en un determinado ámbito. Hay ciertos factores que determinan las variantes y, por consiguiente, las normas. Son los siguientes:

a) Tiempo (variación diacrónica): la lengua cambia con el paso del tiempo. Hay lugares donde el cambio es más lento (sectores rurales y lugares aislados). Las

palabras cambian y el modo de decirlas también. Desaparecen conceptos (botica, alberca, biógrafo, fenecer) y aparecen otros (zaping, estrés, gogglear). Esto implica una diferencia entre las distintas generaciones de hablantes.

b) Lugar (variación diatópica): es una de las variaciones más evidentes de la lengua.

Somos instantáneamente capaces de distinguir a un cubano de un español, aunque ambos son usuarios del mismo idioma y se entienden mutuamente. Las distintas normas diatópicas reciben el nombre de dialectos. Nuestro dialecto es el español de

Chile, aunque también es posible notar diferencias locales bastante claras entre chilenos. Algunos de los rasgos generales del español de Chile son los siguientes:

- posee veintiún sonidos (el español de peninsular tiene veintitrés); - se percibe un fenómeno de elisión o pérdida de /s/antes de consonante y al final de

plurales; - se percibe un fenómeno de relajación y/o pérdida de /d/ entre vocales y final;

- no utilización del pronombre vosotros; - el sistema deíctico este-ese-aquel se reduce a este-ese (aunque hay excepciones registradas en la literatura en algunas comunidades rurales);

Page 3: 08_lenguaje

3

- los pronombres cuyo, cual y quien reducidos a que, o bien son mal utilizados en

formas ultracorrectivas; - se constata la ausencia de futuro imperfecto (vendré, p. ej.) y formas del

subjuntivo (viniere, hubiere venido, p. ej.) en todos los niveles de habla, excepto en las formas de etiqueta; - uso adverbial de adjetivos (ej. comemos rápido, en lugar de comemos

rápidamente); - uso de elementos lexicales privativos: nomás, al tiro, ya (en lugar de sí), cuestión

(en lugar de cosa); - uso de algunos arcaísmos anquilosados en el léxico común: fierro, alcuza y pararse (ponerse de pie);

- preferencia por extranjerismos respetados en su fonética y escritura original y rechazo de la traducción de voces foráneas.

c) Situación (variación diafásica): aquí es posible distinguir dos estilos, el informal y el

formal, dependiendo, respectivamente, de la simetría o asimetría existente en la

relación entre los hablantes. En la relación entre los individuos, los dos tipos de relación lingüística afectan a diversos aspectos de la comunicación, tales como el

nivel de formalidad, el grado de restricción, el nodo de presentación (estilo), la utilización del léxico, control del lenguaje proxémico y el lenguaje postural y gestual.

d) Estrato (variación diastrática): esta variación nos permite distinguir dos niveles, uno

culto y otro inculto (y variedades intermedias). Si bien, entre ellos, hay incompatibilidades en la pronunciación y selección de palabras, fundamentalmente, la dificultad de la variante inculta de comunicar mensajes precisos y abstractos a

causa de una inconsistencia léxica y gramatical es la característica que proporciona el contraste. Por lo tanto, no es que el lenguaje inculto diga las cosas de otra forma,

sino que es incapaz de expresarse de manera eficaz en contextos no informales. A la variante inculta se la conoce habitualmente como antinorma o marginal.

e) Otras variaciones: hay otros factores menos determinantes, porque afectan sobre todo a la parte más superficial de la lengua, esto es, a la selección de las palabras:

El sexo no es muy significativo como factor de variación en español. El habla de hombres y mujeres es prácticamente similar, aunque las mujeres hablan ligeramente

más rápido que los hombres. Utilizan en su discurso un léxico más expresivo o afectivo.

Hay circunstancias sociales relativas a la profesión, la ocupación y la convergencia de gustos y hábitos (conocidas también como campos), que determinan el uso de

cierto léxico especial. Esto da origen a las jergas, que reflejan la existencia de referencias comunes y específicas entre los hablantes. Por ejemplo, los hábitos

lingüísticos de los adolescentes, que siempre buscan innovaciones que marquen una diferencia social con los adultos, los llevan a la construcción de una jerga juvenil. Esta jerga varía frecuentemente puesto que se desplaza rápidamente a las

Page 4: 08_lenguaje

4

generaciones anteriores. Otra jerga que varía rápidamente es la coa, del ámbito del

hampa. Algunas palabras de la coa han pasado a la norma informal.

Lo anterior hace pensar en cómo tales grupos de interés crean jergas, como sucede en la hípica (placé), el fútbol (córner), internet (chat), computación (placa madre), etc. Los grupos de especialistas en alguna ciencia o alguna tecnología tienen sus

propias jergas, así como los aficionados a determinadas artes, tendencias, ideologías y religiones. Los campos profesionales dan origen a tecnolectos.

En algunas situaciones protocolares o rituales se usa una variante supraformal, caracterizada por su rigidez absoluta e imposibilidad de cambiar formas definidas

por protocolo o formas estereotipadas. Esto ocurre en algunos oficios religiosos, ritos, ceremonias castrenses, relaciones diplomáticas, eventos oficiales de los

gobiernos, etc. Habla. Actos de habla

En el nivel del habla, esto es, en la realización de la lengua por hablantes reales en

situaciones concretas, hay que considerar tanto una visión estructural y lógica del lenguaje, así como una visión pragmática y contextual. La lengua proporciona un código: signos y reglas para la transmisión de significados. Pero el habla concreta implica el

posicionamiento y la percepción integrada, lógica y afectiva del mensaje en un contexto, de modo que el significado comunicado debe interpretarse como un sentido completo.

Cuando hablamos no sólo enunciamos hechos, sino que también realizamos ciertas acciones: describimos, invitamos, aconsejamos, saludamos, felicitamos, discutimos, etc. Así, no sólo importa lo que decimos, sino también cómo lo hacemos y la intención que

subyace a ese decir. Con esto nos referimos a toda una teoría de la performatividad, o sea, a toda una teoría

sobre cómo algunos enunciados constituyen acciones. En otras palabras, determinados modos de decir son actos de habla. Según esta perspectiva, los actos de habla pueden ser directos o indirectos.

a) Directos: cuando se entiende claramente la intención del emisor. Por ejemplo, si un

señor dice a su hijo Pásame el diario, es un acto de habla directo porque queda claramente expresado que es una orden.

b) Indirectos: cuando no se expresa claramente la intención del emisor. Si el mismo señor le dice a su joven hijo Necesito revisar los avisos clasificados del diario, es

un acto de habla indirecto, pues no está diciendo claramente la orden o la petición, pero el otro debe darse por aludido y facilitar el diario. En este caso, se realizó una indirecta, que dentro del contexto se puede entender, pero que en estricto rigor no es

una orden clara.

Un acto de habla “equivale a cumplir una acción, acción que acaso no se podría efectuar de otro modo” (Austin). Ahora bien: si se pide la realización de una acción determinada, la forma más directa es el uso del imperativo, por ejemplo, Apaga la luz. Pero, este enunciado

puede resultar descortés o producir incomodidad, tanto en el hablante como en el receptor.

Page 5: 08_lenguaje

5

De allí que prefiramos utilizar formas indirectas (atenuadas, mitigadas, según otros

teóricos) para asegurar que, por ejemplo, una petición sea cumplida bien y con agrado. Los distintos tipos de actos de habla según la finalidad del enunciado son los siguientes:

1. Asertivos o representativos: el hablante o emisor afirma o niega algo con diferentes

grados de certeza; está comprometido en grados diversos, con la verdad de una

proposición. Hay especial énfasis en dar a conocer una información, por lo tanto, la función del lenguaje más relevante es la función referencial. Algunos actos de habla

asertivos son: afirmar, describir, informar, definir, creer, etc. Ejemplo: La prueba consta de 80 preguntas; El cielo está despejado; Creo que viajaré; La ventana está abierta.

2. Directivos: el enunciatario trata de conseguir que el destinatario efectúe una acción.

Se trata de recibir una respuesta inmediata. En este caso, la función del lenguaje que se destaca es la apelativa. Algunos actos de habla directivos son: invitar, preguntar, ordenar, etc. Ejemplo: Envía un mensaje de texto al 3740 y gana una consola

Nintendo Wii; ¿Dónde se encuentra la sala D-11?; ¡Silencio!

3. Compromisorios: el hablante asume un compromiso. Aquí tenemos actos de habla como prometer, jurar, apostar, etc. Se trata que al decir estos actos da habla, el emisor asume un compromiso, aunque en la realidad no lo cumpla. Algunos

ejemplos son: Me comprometo a pagar mañana temprano; Prometo que iré a tu casa el sábado; Juro que es cierto lo que digo.

4. Expresivos: el emisor expresa un estado afectivo emocional o físico. En definitiva, da a conocer lo que siente. Algunos actos de habla de este tipo son: saludar,

agradecer, felicitar, dar condolencias, quejarse, etc. Algunos ejemplos: Discúlpame, por favor; Es usted muy gentil; Te doy las gracias por el favor que me hiciste; Te

felicito por tu puntaje.

5. Declarativos: el hablante modifica con sus palabras una situación de la realidad. Son

los actos propios de los rituales o de momentos específicos en donde ciertas personas dicen algo que sólo ahí tienen un efecto. Son actos de habla adjudicados a

una autoridad, pues si cualquier persona dice Yo te bautizo, no tendrá ningún efecto particular. Sin embargo, si eso lo dice un sacerdote tiene un efecto concreto: el niño bautizado no será igual a partir de ese momento. Actos declarativos son: fallar (que

un juez emita un fallo o sentencia), bautizar, casarse, orar, etc. Algunos ejemplos son: Los declaro marido y mujer; Desde este momento, la República de Corea del

Norte declara la guerra a Estados Unidos; El acusado deberá cumplir una pena de cinco años y un día en el penal de Punta Peuco.

Las modalizaciones discursivas

Cuando hacemos juicios, damos opiniones o emitimos cualquier enunciado usamos modalizaciones discursivas. A través de ellas insertamos nuestra subjetividad en el discurso. Es posible dar cuenta de un hecho y también es posible opinar sobre ese hecho. A

través de los hechos damos cuenta de la realidad informando acerca de ella. Nuestros actos

Page 6: 08_lenguaje

6

de habla serán más asertivos, daremos una información. La función lingüística más

relevante será la referencial. En este caso, se trata de presentar el hecho tal cual sucede: Vivo en Chillán. Por su parte, a través de las opiniones damos a conocer nuestra

subjetividad, por tanto los actos de habla serán más expresivos o emotivos, con un gran énfasis en la propia visión del cualquier asunto. En la opinión importa lo que uno piensa respecto del hecho objetivo, por ejemplo: No me gusta Chillán porque entre junio y

septiembre el humo de las chimeneas no deja respirar. Obsérvese que el juicio de valor consiste en calificar a una persona, objeto o situación. El juicio contiene una proposición

que corresponde o no a la verdad. Por eso, cuando damos nuestra opinión acerca de algo, es conveniente argumentar, es decir, entregar razones, datos o antecedentes que apoyen lo que estamos afirmando. De este modo, nuestro juicio tendrá mayor consistencia y podrá ser

confrontado con otras opiniones. Centrémonos ahora en las modalizaciones discursivas:

a) Modalidad lógica (certeza y duda). Al expresar un mensaje, el emisor adopta actitudes diferentes con respecto a lo que dice. Si habla con certeza o plantea dudas

sobre lo que enuncia entonces, estaremos frente a la modalidad lógica. Empleará formas adverbiales como necesariamente, ciertamente, no, sí, etc., a fin de imprimir

en la enunciación el carácter de verdadera, falsa, necesaria o posible. Por ejemplo: Necesito viajar a Santiago; Puede que me compre ese televisor; Mañana lloverá. Esta modalidad se emplea en textos periodísticos, especialmente, aquellos

relacionados con el género informativo como: noticias, reportajes, entrevistas, y literarios como cuentos, novelas y crónicas. También, como resultará obvio, en la

conversación cotidiana, cuando contamos hechos relacionados con nuestro diario vivir.

b) Modalidad apreciativa (opiniones). En cambio, si el emisor expresa juicios de valor, estamos frente a la modalidad apreciativa. Es decir, el hablante califica o descalifica

algo. Ejemplos: Es penoso que ocurran estas situaciones; Afortunadamente salvó ileso; Es un niño precioso e inteligente; Te quiero. Esta modalidad es propia de los textos en que se expresan sentimientos o pensamientos, como en editoriales,

columnas de opinión, cartas al director, críticas (textos periodísticos); debate, conversación, discusión, foros, exposición y ensayos.

Así como existen formas adecuadas para introducir opiniones en una conversación,

también hay modos impropios. A través de éstos se intenta descalificar al interlocutor.

Diríase que en ellos no hay una intención comunicativa auténtica. Encontramos, además, otras formas no verbales de comunicación, que resultan ser, a fin de cuentas, tan

importantes como lo que decimos en una conversación. Por ejemplo, elevar excesivamente el tono de voz, sonreír de modo irónico, dar la espalda, emplear un tono autoritario, mirar hacia otro lado y no al rostro del interlocutor, fruncir el ceño, ubicarse a mayor altura,

utilizar silencios desestabilizadores, son formas usuales de manipulación discursiva. Formas que representan un desequilibrio en el necesario sentido de interacción que sostiene

cualquier acto comunicativo, pero, que, a su vez, nos proporcionan valiosas salidas de libreto y nos exigen siempre a reaccionar de forma más inteligente y creativa.