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La Sacra capiLLa de eL SaLvador de Úbeda

eStudio HiStórico-artíStico, iconográfico e iconoLógico

AsociAción culturAl ubetense “Alfredo cAzAbán lAgunA”

1. introducción: obJetivoS.

Esta Memoria de Licenciatura surge como fruto de un esfuerzo realizado durante muchos meses de trabajo, en los cuales he ido seleccionando información sobre este tema de distintas fuentes bibliográficas y docu-

mentales, así como de las fructíferas e interesantes conversaciones mantenidas con diversos especialistas en el tema, especialmente con el profesor Lázaro Gila y el doctor Vicente Ruiz, a quienes sinceramente quiero agradecer su interés, colaboración y ayuda en el presente trabajo, ya desde este momento.

La idea de culminar mis estudios de postgrado con un trabajo de in-vestigación que versase sobre la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, ha sido un hecho que fue madurándose en mi mente durante los dos años en los que acudí a los cursos de doctorado en la Universidad de Granada. No cabe duda que mi nacimiento y estrecha vinculación con Úbeda, ha sido siempre un factor determinante que ha hecho prender en mí el interés por el arte y por tanto, lo que en definitiva me ha motivado a abordar, desde la más profunda admiración, respeto y cariño este trabajo sobre uno de sus más significativos edificios.

Bien es cierto que son numerosos los estudios que existen sobre el pa-trimonio de la ciudad de Úbeda en general y sobre el Salvador en particular, sin embargo, siempre he advertido la falta de una completa monografía sobre esta joya de nuestro Renacimiento, en la que se aportase una profunda visión de esta obra, puesto que en los estudios existentes hasta hoy, o bien se ha-blaba del Salvador como parte importantísima del rico legado de Úbeda sin descender a las profundidades y secretos de la obra o bien de su arquitectura y escultura en publicaciones por separado.

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frAncisco JAvier ruiz rAmos


Así pues, hemos de advertir que este estudio no pretende únicamente hacerse eco de las opiniones que sobre el tema han apuntado diversos espe-cialistas, sino que pretende divulgar y arrojar luz sobre las singularidades que presenta la iglesia del Salvador. Es por ello por lo que este trabajo se presenta como novedoso, en cuanto viene a recoger de una forma integral, en un mismo estudio, todo lo conocido y publicado sobre esta obra, resultando en definitiva y por esta misma razón un trabajo útil, a nuestro entender, que se constituye como una total puesta al día de lo hasta hoy existente referente a este tema, sin desdeñar en ningún momento aportaciones únicas y singulares que vienen a enriquecer el conocimiento que hasta el presente, se tenía sobre este singular templo – panteón.

Por último, el planteamiento sobre el que se desarrolla el trabajo que presentamos, también pretende ser novedoso al intentar acercar el conoci-miento de este edificio al mayor número de personas posible, sin quedar restringido al ámbito de los especialistas.

De esta forma, espero que la visión aportada desde las líneas que a continuación siguen, resulten todo lo útiles e interesantes posible a quienes pretendan acercarse al estudio de esta singular pieza del Renacimiento.

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2. Úbeda en LoS aLboreS de La modernidad

Numerosos son los estudios que, acerca de la ciudad de Úbeda y de su impresionante e importante legado artístico se han realizado en las últimas décadas, sin embargo es conveniente que este tipo de

trabajos sigan surgiendo y aportando luz sobre lo que forma parte de nuestro pasado y se conforma como memoria y piedra angular de nuestro presente, con el objeto de que la precisión en este conocimiento se acentúe y que por tanto nos haga más conscientes de lo que verdaderamente somos y lo que debemos de ser.

Pocos enclaves en nuestro país y en nuestro entorno cultural, ostentan un Patrimonio tan rico y espléndido como el que Úbeda abriga, no en vano sus excelsitudes han sido cantadas desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días, con el propósito de dar a conocer la parte maravillosa que esta zona de la Alta Andalucía posee.

El importante legado arquitectónico y cultural del que la ciudad con-temporánea es heredera y portadora, constituye por sí solo un elemento sintomático para afirmar la inusitada importancia que ésta tuvo durante el siglo XVI. Sin embargo para comprender plenamente la singularidad de la que gozó durante esta centuria, conviene realizar, aunque sea brevemente, un ejercicio práctico de memoria que nos permita vislumbrar con mayor claridad la escala que se alcanzó en la Modernidad.

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2.1. Condicionantes geográficos e históricos.

Geográficamente Úbeda se levanta sobre el valle del Guadalquivir, sobre la loma que lleva su nombre, en el corazón mismo de la provincia de Jaén, desde donde contempla con su pétrea mirada, las magníficas y vetustas sierras de Cazorla y Mágina que surgen colosales de entre un impresionan-te mar de olivos. Su situación, en el extremo oriental de la Depresión del Guadalquivir, propicia que el clima sea el característico de estas latitudes, es decir, un clima Mediterráneo Continental, con inviernos muy fríos y veranos extremadamente calurosos.

Esta singular ubicación geográfica, resultará a la sazón decisiva para comprender la progresiva importancia que adquirirá, como veremos durante el medievo, para finalmente alcanzar su máximo apogeo durante el siglo XVI. Pero para comprender aún mejor esto que acabamos de decir, vamos a pasar sin más dilación a rememorar brevemente lo que ha sido la historia de esta ciudad.

1 Úbeda, vista parcial

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Así pues y a modo de síntesis, tendríamos que comenzar remon-tándonos a la Edad del Cobre (III milenio a. C.) para descubrir los primeros asentamientos humanos en la zona, como han demostrado los vestigios hallados en las excava-ciones realizadas en lo que hoy es conocido como el Barrio del Alcá-zar, entorno a la Colegiata de Santa María. Muchos de estos restos sacados a la luz pueden admirarse hoy en el Museo Arqueológico de la ciudad, más conocido como Casa Mudéjar.

El emplazamiento de la ciudad está íntimamente vinculado, como hemos advertido, a la situación geofísica del lugar ya que, al levantarse so-bre una loma junto al valle del Guadalquivir, se cumplía así dos funciones esenciales en la conformación de un asentamiento humano propio de la Antigüedad: la práctica función defensiva y la proximidad a los recursos que abasteciesen a la población.

La ciudad como tal la encontraremos en época andalusí, ya que sobre el germen anteriormente mencionado, fundaría Abderramán II (822-852) Ubbadat al-Arab en el siglo IX. Sustentada en estos siglos por una economía de base agrícola, debió de predominar el minifundio cerealista y hortícola. Durante los siglos XI y XII fue conquistada sucesivamente por Almorávides y Almohades, que dejarán como legado aún visible, las murallas que circun-daban la antigua medina. Úbeda es de las pocas ciudades en Andalucía que conservan casi íntegramente sus antiguas murallas.1

1 Un estudio interesante y ameno sobre Úbeda es el de TARIFA FERNÁNDEZ, A. Breve historia de Úbeda. Ed. Sarriá. Málaga, 1.999.

2 Casa MudéjarÚbeda

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Durante el siglo XIII se produce, como en otras muchas ciudades de Andalucía, un hecho de significativa importancia para Úbeda, que no es otro que su paso definitivo a manos cristianas. Ubbadat al – Arab, fue definitivamente arrebatada a los musulmanes por Fernando III, el 29 de Septiembre de 1233. Varios intentos anteriores, como el protagonizado por Alfonso VIII de Castilla en 1212, habían resultado infructuosos hasta el definitivo realizado aquel año por San Fernando.

Al contrario de lo que sucedería y sucedió con otras ciudades, Úbeda no fue tomada por fuerza de las armas sino que su paso a manos castella-nas, se produjo tras un largo asedio que propició el desgaste de la medina musulmana, la cual finalmente capitularía. Esta falta de oposición armada por parte de los vencidos, tendrá como resultado el que los vencedores perdonen la vida a los primeros permitiéndoles incluso el quedarse en la ciudad.

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2 GILA MEDINA, L. Arquitectura religiosa de la Baja Edad Media en Úbeda y Baeza. Universidad de Granada. Granada, 1.994. p. 34.

3 Muralla y Puerta de GranadaÚbeda

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A pesar de esto, la maquinaria castellana empezará a actuar en la ciu-dad con el propósito de cristianizarla otorgándole rasgos distintivos que la fuesen desvinculando definitivamente de sus raíces hispanomusulmanas. De esta forma, las mezquitas existentes serán consagradas al cristianismo y los caballeros que formaron parte de la toma de la ciudad se repartieron el tan jugoso y ansiado botín.

Durante estos primeros momentos de la ciudad bajo el dominio cris-tiano, le fue concedido el Fuero de Cuenca conforme al cual se organizó el gobierno de la misma siendo el Concejo, como correspondía a una ciudad de realengo, de carácter eminentemente popular.

Este Concejo se componía de la manera siguiente. Cada parroquia o collación presentaba un determinado número de candidatos y el día de San Miguel, 29 de Septiembre, se elegían los principales cargos, siendo éstos los de Alcaide, Juez, Notario y Almotacén. El Concejo se conformaba segura-mente con dos alcaldes, un alguacil, un escribano, dos regidores hidalgos, otros diez no hidalgos, además de un número determinado de jurados.

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Lógicamente y siguiendo la práctica ejercida por los monarcas ante la adquisición de enclaves musulmanes la ciudad fue repoblada, en este caso por castellanos y leoneses, teniendo una especial presencia los vecinos de Cuenca en cuya memoria y dada la preponderante presencia de estos existía, durante el siglo XVI, en la ciudad un barrio conocido como Barrio de Cuenca.4

La situación estratégica de Úbeda como plaza fronteriza clave entre Castilla y Granada, propiciará que los distintos monarcas la colmen de pri-vilegios y mercedes con el fin de asentar en esta zona un núcleo poblacional estable, cosa harto difícil debido al constante peligro al que la población estaba sometida por las más que frecuentes incursiones y escaramuzas que sus incómodos vecinos musulmanes realizaban en el Santo Reino de Jaén.

3 Ibídem, p. 36.4 ARGOTE DE MOLINA, G. Nobleza de Andalucía. Ed. Facsímil. Riquelme y Vargas Ediciones, S. L. Jaén, 1991. (1ª Ed., 1588), p. 195.

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Aún así, los habitantes de la por entonces villa, colaborarán activamente con los reyes castellanos en la toma de diferentes enclaves de Andalucía; decisiva sería la actuación militar de caballeros de Úbeda en la toma de la Axarquía de Córdoba; de igual forma, sería también relevante la presencia de ubetenses en la conquista de Jaén en 1246, así como en posteriores campañas que irán propiciando, por un lado la ya inamovible presencia castellana en tierras andaluzas y por otro, el afianzamiento de Úbeda como enclave de extraordinaria relevancia en la zona.5

Todo ello va a conllevar el crecimiento paulatino del alfoz jurisdiccional de la villa, en un primer momento con lugares y fortalezas cercanas a esta tales como Torre de Andón -hoy Torreperogil por ser cedida posteriormente a Don Pero Xil-, Torre de San Juan, Villapardillo, la Torre de Santa Olaya, Torre del Jandulilla y Cabra del Santo Cristo en 1245. En época del rey Sabio (1258-1284), hijo del mencionado Fernando III, Úbeda adquirirá

Santisteban del Puerto, los castillos de Huesa, Tíscar y Belerda y ya con Fernando IV y Alfonso XI recibirá Canena, Quesada y el castillo de Albanchez.

Así pues, el dominio de Úbeda alcanzaba un amplio territorio que contemplaba una enorme franja que iba desde Santisteban del Puer-to al norte, a Alicún de Ortega en Granada -a la sazón jurisdicción de Guadix-.

Un acontecimiento importan-te, sin duda, para la localidad fue su cambio de status oficial al ser re

5 RODRÍGUEZ MOLINA, J. El Reino de Jaén en la Baja Edad Media. Aspectos demográficos y económicos. Granada. Universidad, 1.978.

4 Escudo de la CiudadÚbeda

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conocida como Ciudad en tiempos de Enrique II, concretamente en 1369. Este suceso tiene que ver con los ya mencionados servicios realizados en favor de la Corona y es que en una de las frecuentes gestas de armas, con-cretamente en la Toma de Algeciras, doce caballeros de Úbeda vencieron a otros doce musulmanes.

Esta hazaña sería posteriormente plasmada en el escudo de armas de la Ciudad donde puede verse la corona, sobre campo rojo, protegida por una orla con doce leones rampantes. En 1368 y como consecuencia del apoyo de la ciudad al mencionado Enrique II, Pero Xil, junto con la tropa de Muhammad V de Granada, fiel al legítimo rey Pedro I, entrará en la villa arrasando con todo cuanto encontraba a su paso.

Tras la resolución de este conflicto en favor del bastardo, este concede-rá como premio las nuevas Armas así como su nueva intitulación, siendo desde entonces mencionada como “Muy noble, muy leal Ciudad, reparo y ensalzamiento de la corona de Castilla”.6

En la base de este poderío que Úbeda fue paulatinamente adquiriendo, se encontraba una sociedad conformada por cristianos, judíos y mudéjares, con una economía en la que la agricultura y ganadería tendrían una pre-ponderante presencia. La nobleza de tipo fronterizo asentada en la ciudad, echará el resto con sus importantes servicios a la Corona, mas será esta oligarquía la responsable de las luchas y divisiones que mancharán trági-camente de sangre las calles de la ciudad, de igual forma que ocurría en el resto del territorio castellano como consecuencia del debilitamiento de la monarquía y del intento por hacerse con el poder.

En Úbeda, los cargos del Concejo serán pretendidos por las clases dominantes intentando incluso hacerlos hereditarios, de ahí las cruentas luchas que marcarán el final del siglo XIV, el XV y parte del XVI entre los bandos locales: los Trapera y Aranda en un primer momento y los Cueva

6 RUIZ PRIETO, M. Historia de Úbeda. Archivum. Granada, 1999. p. 97. Primer Libro.

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y Molina posteriormente. Los concejos de Úbeda y otras ciudades donde sucedían hechos similares, firmarán distintos pactos durante los siglos XIV y XV con el fin de mantener a raya a esta problemática y levantisca nobleza. Tal es el caso del firmado en 1303 entre los concejos de Sevilla, Córdoba, Jaén, Carmona, Niebla, Yepes y Andujar7.

En diferentes momentos, los monarcas castellanos intentarán poner remedio a estos enfrentamientos, mediante el envío de cartas al concejo y también a través de actuaciones de diferentes Corregidores y Adelantados enviados por la Corona.

Podemos recordar, por ejemplo, la actuación de Per Afán de Rivera, Adelantado de Andalucía, a principios del siglo XV adoptando medidas para imponer la paz como el no permitir que más de cuatro hidalgos se reuniesen, evitando de esta forma la maquinación de planes que pusiesen en peligro la estabilidad política de Úbeda y por extensión del Reino de Castilla. Sin embargo, en este caso concreto de Úbeda, los Traperas intentarán burlar estas medidas fundando una cofradía en la iglesia de San Pablo con el fin de que sus partidarios pudiesen reunirse.

Cuando el Adelantado tuvo noticia de estos acontecimientos, mandó ejecutar al principal instigador y castigó duramente al resto. Ordenó de igual forma que el apellido Trapera fuese eliminado cambiándolo por el de Alcázar; además restituyó a los Aranda, que habían tenido que huir de la ciudad, sus fortunas y haciendas.

A pesar de estos esfuerzos y como hemos dicho, poco se pudo so-lucionar en lo que a las luchas locales se refiere, puesto que el relevo de tales actos será tomado por otras dos familias a las que ya hemos alu-dido, los Cueva y los Molina que, con sus enconados enfrentamientos, marcarán de una forma triste y trágica la historia de la ciudad hasta el siglo XVI.

7 GILA MEDINA, L. Arquitectura religiosa..., p. 38.

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Los Reyes Católicos vendrán a poner paz en todo el territorio peninsular, haciendo lo propio en esta ciudad. Como ya hiciesen sus predecesores, mandarán mediante diferentes cédulas, numerosas ór-denes con el fin de establecer la paz entre los bandos encontrados y eli-minar la corruptela que impregnaba los ámbitos gubernativos locales.

Ya en 1477, habían man-dado una carta al Corregidor de Úbeda concediéndole amplias facultades para la pacificación de la comarca sometida a su jurisdicción, instando a que se castigase con rigor a los delincuentes y se administrase justicia “en manera que todos los escandalos e vocillos cesen en la ciudad e vivan todos en paz y concordia...”.8 Con tal propósito no dudarán en mandar destruir el Alcázar, en 1507, que servía como refugio de los bandos locales durante sus algaradas, si bien quedan en pie algunos fragmentos de sus murallas detrás de la Colegiata de Santa María de los Reales Alcázares.

Finaliza de esta forma la Alta Edad Media en Úbeda para que la ciudad se incorpore al Renacimiento, etapa que sin duda marcará significativamente a la ciudad.

Entramos así pues en el siglo XVI, siglo este en el que la ciudad experi-menta un notable crecimiento y desarrollo justificable fundamentalmente a través de tres hechos esenciales. El primero de ellos se refiere a la potenciación económica de la zona promovida por un aumento de la producción agrícola

8 RUIZ PRIETO, M. Historia de Úbeda..., p. 141. Primer Libro.

5 Muralla del AlcázarÚbeda

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que, basada en la tradicional trilogía mediterránea, crece considerablemente en detrimento de la ganadería.

Este renacer económico de la zona, entronca de una manera directa con la paz urbana, ya aludida, impuesta con el reinado de Fernando e Isa-bel y por supuesto con la situación de optimismo generalizado que se vivió a finales del siglo XV. Como sabemos, 1492 fue una fecha clave para la Historia de nuestro país, así como para la Historia Universal. En este año, dos acontecimientos claves marcarán el porvenir de España, puesto que por primera vez se presenta un territorio unificado bajo el signo de la cristian-dad. La significativa participación en la Toma de Granada de caballeros de Úbeda supuso que estos volviesen a su tierra natal con muchas riquezas y propiedades, es decir, esplendorosamente hacendados.

En cuanto al descubrimiento del Nuevo Mundo, es obvio que también tendrá su calado en Úbeda debido a que, como veremos, importantes hombres

6 Santa María de los Reales AlcázaresÚbeda

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de estado que nacieron en esta ciudad, verán incrementadas considerable-mente sus haciendas con los beneficios provenientes de América. Así pues, muchos de los magníficos edificios levantados en la ciudad a partir de este siglo, se realizan con fortunas que se acrecentaron gracias al preciado metal proveniente del otro lado del Atlántico.

Esta situación de bonanza tuvo su reflejo en un aumento considerable de la población a lo largo del siglo, alcanzándose incluso los 18.000 habitan-tes.9 Anteriormente, las razzias entre las familias encontradas en la ciudad, habían propiciado un progresivo descenso en el número de habitantes de Úbeda, sin embargo la situación toma un giro radical durante el siglo XVI prendiendo así una febril ansia constructiva que se verá materializada en casas, palacios, conventos, escuelas, etc.

En este siglo XVI encontramos en la ciudad once parroquias que, como todos los autores afirman, ya existían desde los primeros momentos del dominio cristiano. Estas serían Santa María, que en el siglo XIII fue transformada en Colegial, San Pablo, San Pedro, Santo Domingo, Santo Tomás, San Lorenzo, San Juan Evangelista, San Juan Bautista, San Millán, San Nicolás y San Isidoro.

El Cabildo de la ciudad, realizará diversas obras con el fin de incrementar y mejorar los servicios prestados a la ciudadanía, construyendo entre otras cosas una Casa de Audiencia y una Alhóndiga para el trigo.10 De igual forma se proyectarán, construirán y repararán durante este siglo, fuentes para el abastecimiento de agua en la población así como se mejorarán las vías de comunicación dentro de su término, a cuyo efecto en 1562 se levantará el Puente de Ariza, excepcional obra de ingeniería canteril a unos pocos kiló-metros al norte de la ciudad trazado por Vandelvira.11

9 AA. VV. Guía de Úbeda. Ceder “La Loma”. Baena, 1995.10 RUIZ PRIETO, M. Historia de Úbeda..., p. 154. Primer Libro.11 GILA MEDINA, L. Y RUIZ FUENTES, M. Itinerarios Vandelvirianos. Junta de Andalucía. Se-villa, 1992. p. 63.

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Una prueba más del crecimiento urbano de la Úbeda del XVI, la consti-tuyen la gran cantidad de órdenes religiosas que se asentaban en ella, teniendo en la ciudad sus casas Trinitarios, Mercedarios, Franciscanos, Dominicas, Mínimos de San Francisco de Paula, Jesuitas, Carmelitas Descalzas y los Descalzos, Hospitalarios, Franciscanos Descalzos, Monjes del Orden III de San Francisco y Dominicos.

También en este siglo hay noticias de más de diez hospitales desco-nociéndose la fecha exacta de la fundación de muchos de ellos; existen noticias a través de la mención que se realiza en diferentes documen-tos y por donaciones testamentarias. Entre otros se encontraban el Hospital de San Antón Abad, el de Pero Almindes también conocido como Hospital de San Jorge, el de los Viejos Honrados del Salvador, el de los Pobres de Jesucristo, el de San Pedro y San Pablo, el de Dios Padre, el de Santo Domingo, San Millán, Santa Ana y el de Nuestra Señora del Rosario.

Parece ser que debieron existir otros hospitales que son mencionados en diferentes documentos existentes en el Archivo Histórico de la ciudad, de los cuales se desconoce su ubicación, fecha de fundación y datos relativos a su his-toria. De todos estos edificios tan solo dos han llegado a la actualidad aunque sin su original función, el de los Viejos Honrados del Salvador y el excepcional Hospital de Santiago que mantuvo sus funciones hospitalarias hasta 1975.

Obviamente, la existencia de tan ingente cantidad de fundaciones de carácter piadoso en la ciudad, tendría su pesada repercusión económica sobre los ciudadanos, puesto que el sostenimiento de estas se realizaba gracias a la caridad de sectores de la nobleza y de la clase popular. A tal estado llegó la situación que el Concejo de la ciudad, en 1595, llega a denegar una funda-ción a frailes de Santo Domingo argumentando que en la ciudad ya existían suficientes conventos de monjas y frailes de todas las órdenes.

Referente al tema de la vivienda urbana, Úbeda presenta un magnífico plantel de casas solariegas y palacios, si bien muchas de éstas edificaciones

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son modificadas a lo largo del tiempo, síntoma sin duda alguna de la época de esplendor que conoció la ciudad durante este siglo y del profundo calado que encontró aquí la estética renacentista, otorgándole a este enclave ese sabor tan peculiar del que goza actualmente y que le ha hecho merecedora de los mayores elogios.

Examinando los edificios más sobresalientes erigidos durante la Época Moderna en Úbeda, podemos realizar un profundo estudio de los diferentes momen-tos estilísticos por los que pasó nuestro Renacimiento. Puesto que no es este el caso que nos ocupa, mencionaremos tan solo algunos ejemplos que merecen la pena ser destacados en el presente trabajo.

Así en un primer momento y bajo formas protorrenacentistas12 se presenta el palacio levantado por Andrés Dávalos, Regidor, Comendador de Úbeda y Caballero de la Orden de Santiago, más conocido como Casa de las Torres. Tras su fachada, de tres cuerpos entre torres donde se entremezclan motivos decorativos de tradición medieval con los primeros intentos de una decoración renacentista, se oculta un diáfano patio de doble galería sobre columnas de mármol.

A un renacimiento pleno pertenecerían el Palacio del Deán Ortega, hoy magnífico Parador de Turismo, o el inconmensurable Palacio Vázquez de Mo-lina el cual se alza majestuoso en la singular e impresionante plaza del mismo nombre. La fachada de este espléndido palacio, actualmente Ayuntamiento de la ciudad, se concibe siguiendo el modelo de un dibujo realizado por el

12 Nos inclinamos por la utilización del término protorrenacentista en lugar de plateresco siguiendo al inolvidable Santiago Sebastián.

7 Palacio de D. Andrés DávalosÚbeda

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italiano Fra Giocondo de Verona en 1511 en su ilustración del tratado de Vitrubio.

Finalmente a los más fecundos planteamientos manieristas pertene-ce el Palacio del Marqués de Mance-ra, residencia que fue de don Pedro de Toledo, primer marqués de Mancera y Virrey del Perú; o el Palacio de los Marqueses de Bussianos, sin olvidar por supuesto la espectacular y bella torre del Palacio de los Condes de Guadiana, levantada ya en el primer tercio del siglo XVII, pero que mues-tra la profunda huella dejada por la estética renacentista en esta ciudad.

Sin embargo y a pesar de tanto lujo y ostentación del que hacía gala la oligarquía ubetense del XVI, a través de sus encargos artísticos y de la erección de palacios y casas como los que más arriba hemos mencionado, políticamente la ciudad seguirá cumpliendo fielmente sus compromisos con la corona, apoyándola en los momentos decisivos y aportando todo lo que de ella se requería para las guerras del Emperador y las de su hijo Felipe13.

A principios del siglo XVII, la situación de la ciudad era similar a la del siglo precedente, guerras, aporte de hombres armados y de suculentas sumas económicas para beneficio de la corona, etc.; sin embargo, a partir del reinado de Felipe IV la decadencia generalizada que se produce en todo el territorio hispano afectará también a Úbeda.

13 Úbeda formará parte de la Confederación de la Rambla (1521), por la que distintas ciudades y villas se comprometieron a ser leales al Emperador Carlos, manteniendo la paz en Andalucía, debido al deli-cado momento por el que atravesaba el país como consecuencia del levantamiento de las Comunidades de Castilla y las Germanías en Aragón.

8 Torre del Palacio de los Condes de GuadianaÚbeda

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Este siglo y los posteriores quedarán marcados por las malas cose-chas, debidas fundamentalmente a la falta de lluvias y a las numerosas plagas y enfermedades, como la peste, que en 1681 acabó con la vida de un gran número de personas, la disminución paulatina de su alfoz jurisdiccional en la independencia de numerosos pueblos y un sin fin de sucesos, en general, profundamente negativos para la localidad que irán deprimiendo a la comarca haciendo su mella en la población ubetense, la cual progresivamente se irá mermando hasta alcanzar cotas realmente bajas, hasta tal punto que en 1815 la población era tan solo de 10.000 habitantes.

A pesar de esto y de los sucesivos desastres que acuciaron a la ciudad en diferentes momentos, siendo especialmente trágicos los ocasionados por la Guerra de la Independencia en el siglo XIX y los de la Guerra de 1936, Úbeda posee un espléndido, rico y numeroso patrimonio artístico y cultural fundamentado sobre la base histórica anteriormente vista y analizada, con-formándose bajo la apariencia de un Renacimiento perfectamente asumido y profundamente imbricado en esta localidad.

La importancia que, como hemos dicho y veremos, adquirirán algunos hijos de la ciudad a ciertos niveles burocráticos, tanto civiles como eclesiás-ticos, durante el siglo XVI así como la presencia de artistas verdaderamente capaces y con la estética surgida de Italia profundamente arraigada, se en-cuentra en el sustrato de tan rico patrimonio. La feliz conjugación de estos factores culmina con lo que tan solo en Úbeda puede apreciarse y disfrutarse, es decir, las más altas cotas del Arte del Renacimiento en nuestro país.

Dicho esto, vamos a ocuparnos en las líneas que más abajo siguen, de una de las realizaciones arquitectónicas privadas más bellas y singulares de las realizadas en Úbeda y en España durante el siglo XVI, la fundación que el ubetense Francisco de los Cobos, Secretario del Emperador Carlos V, realizó en su tierra natal para su enterramiento y el de su esposa María de Mendoza y Sarmiento. Antes, descubriremos que, aunque Cobos sea una figura sin duda alguna singular, formaba parte de un linaje cuyos miembros tampoco limitarán su orgullo de casta para reclamar su lugar en la posteridad.

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