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Pintura barroca en España, Holanda y Flandes

España:

- Las fuentes utilizadas para el conocimiento del arte español, y en concreto, la pintura son básicamente tres: Museo Pictórico y Escala Óptica de Palomino, el Viaje de España de Antonio Ponz y el Diccionario de los más Ilustres Profesores de las Bellas Artes en España de Ceán Bermúdez. - Las características esenciales de la pintura española serían: + Una ideología de la Contrarreforma vinculada al Naturalismo de la primera mitad. Una ideología que promocionaban

las nuevas órdenes religiosas (Jesuitas, oratorianos de San Carlos Borromeo,...) para acercar iconográficamente la historia de los santos católicos a la gente vulgar, a la gente de la calle, de ahí esa representación de los santos sin idealizar y como gente sencilla. + La jerarquía de géneros, claramente marcada en España; a partir de mediados de siglo y como influencia del mundo nórdico e italiano se asiste a una especialización en los géneros entre los pintores1. + Influencia italiana en el Naturalismo (Caravaggio), en el Barroco decorativo (Pietro da Cortona) y la pintura veneciana del siglo XVI, especialmente en su técnica. Por otra parte, en España recibimos una fuerte influencia de Flandes, especialmente de Rubens y de Van Dyck en el Barroco pleno. + Hacia mediados del siglo XVII se produce un cambio "clasicista", en algunos artistas aislados de la Corte y por tanto independientes de la Iglesia católica. Es el caso de Velázquez y de Alonso Cano2. Ahora bien, sus pinturas no se pueden asociar, salvo algunos ejemplos de Velázquez, al clasicismo italiano, sino que está

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inspirado en el propio carácter tranquilo y flemático de los dos artistas. Son dos maestros que recogen la influencia de los venecianos y traduce ese estilo del Cinquecento a las pautas de la España contrarreformista. + Hacia 1660 se intensifica el Barroco decorativo, el dinamismo, los colores sueltos, brillantes y vibrantes, de composiciones escenográficas,... Hay dos factores que influyen: los decoradores italianos, algunos de los más famosos vinieron a España3, en la revitalización de la pintura al fresco en España, con arquitecturas fingidas o "cuadraturas" y personajes "de sotto in su", vistas de arriba a abajo, como si estuviesen por encima del espectador. Por otro lado, existe una fuerte influencia de la pintura de Rubens y Van Dyck, bien a través de los grabados, y por tanto en las composiciones, bien a través de la pincelada de los cuadros de estos maestros que se conservaban en Madrid. NATURALISMO: - El problema del Naturalismo viene a consecuencia de establecer cuál fue el vehículo como se introdujo, es decir, si procede de Italia y del caravaggismo, o si como se piensa parte del Naturalismo español se formó en nuestro país paralelamente al de Caravaggio. De todos modos, lo que se constata es que en España se hace un cierto naturalismo en la ciudad de Toledo, al mismo tiempo que Caravaggio comenzaba a hacer sus primeras pinturas en Roma, en la última década del siglo XVII. Y es que en Toledo, se dan las primeras manifestaciones del Naturalismo español de la mano de artistas de gran calidad como FRAY JUAN SÁNCHEZ COTÁN (1561-1627), FRAY JUAN BAUTISTA MAINO (1578-1647), LUIS TRISTÁN (+ 1624) o PEDRO ORRENTE. El primero de ellos, el más célebre, es conocido por sus bodegones que tanta influencia ejercieron en las naturalezas muertas españolas.

Él era cartujo y pintó casi siempre para las cartujas donde residió, en especial en la

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de Granada4; ello no supuso un obstáculo para que antes de ingresar en la orden religiosa, realizase en los últimos años del siglo XVI una serie de bodegones muy sencillos, plenamente naturalistas, de pocos elementos -a veces como el del Museo de Granada se reducen a un cardo y unas zanahorias- situados sobre una repisa de un ventanuco que queda en penumbra, y que pasaron a denominarse "bodegones de pascua" por cuanto su espiritualidad imprime a esos cuadros un sentimiento místico, casi religioso a la hora de interpretar esa imagen5. Son cuadros que se insertan plenamente en la corriente del Naturalismo, con lo que se piensa que pasó lo mismo que en Italia del Norte; se trataría de una evolución lógica de los presupuestos claroscuristas del último manierismo del norte de Italia, de la Lombardía. Además el otro gran artista toledano, Maino, cuya familia era de origen italiano, antes de ingresar dominico, se forma en los últimos años del siglo XVI en Italia, y más concretamente en Milán (Lombardía), en donde sabemos que su padre tenía parientes. Al regresar le encargan el retablo de las Cuatro Pascuas para el Convento dominico de San Pedro Mártir en Toledo (actualmente en el Prado, Madrid), en el que se ve como maneja perfectamente el naturalismo que se ponía en boga en los comienzos del siglo XVII, sin usar una luz tenebrista, característica esencial de la corriente que surge en Caravaggio. Tras ingresar en los dominicos apenas realizó obras de importancia. Al cabo de sus años se le encargó de la enseñanza de la pintura del príncipe de Asturias, el futuro Felipe IV, y Velázquez le encomendó uno de los lienzos de batallas que debían de decorar el nuevo Salón de Batallas del recién construido Palacio del Buen Retiro. Allí representó La recuperación de Bahía por las tropas españolas (Madrid, Prado) que tras La rendición de Breda de Velázquez es el lienzo más original y destacado. Otro pintor destacado de la escuela toledana es PEDRO ORRENTE (1580-1645) que, formado en Toledo, viajó a lo largo de toda la península -Sevilla, Valencia, Murcia, Madrid,...-. Sus pinturas reciben dos fuertes influjos: por un lado, la mayor parte de su producción son cuadros de pequeño formato, a veces forman series, normalmente con carácter religioso y descritos en grandes espacios campestres y rodeados de una variedad considerable de animales, al estilo de los Bassano de Venecia; por otro, ejecuta lienzos con figuras de considerable tamaño dentro de la mejor doctrina del naturalismo tenebrista, como su San Sebastián (ca. 1615-16,

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Valencia, Catedral). - En Madrid, el naturalismo paradójicamente no penetra en los pintores de la Corte del modo en que lo hizo en la cercana ciudad de Toledo. Es más, hasta la llegada de figuras como Velázquez o Rubens, los pintores madrileños seguían anclados en la estética del último manierismo que había triunfado en El Escorial6. De ahí que no se pueda hablar de un naturalismo en Madrid, sino de una pintura anclada en los modelos de fines del siglo XVI, con alguna novedad aislada. El pintor más relevante fue VICENTE CARDUCHO (1576-1638), auténtico monopolizador de todas las pinturas religiosas encargadas en los conventos en torno a la Corte, y que su fulgurante subida hacia el puesto de Pintor de Cámara de los reyes fue bruscamente interrumpida por la llegada de un joven sevillano apellidado Velázquez, algo que parece no olvidó en su vida puesto que le concede algunas críticas despectivas al quehacer del sevillano en su libro, primer tratado teórico al modo italiano escrito en castellano, Diálogos de la Pintura (1633)7. Otros artistas destacados son EUGENIO CAJÉS y especialmente el bodegonista JUAN VAN DER HAMEN Y LEÓN (1596-1631), célebre por sus bodegones que enriquecieron la estética sencilla de Sánchez Cotán. - En Sevilla, el naturalismo se afianzó posiblemente por la importación de obras procedentes de Roma, por lo que es junto con Valencia el lugar donde nos tropezamos con un estilo más afín a los logros de Roma. Destacan JUAN DE ROELAS (+ 1625), con un colorido muy claro, FRANCISCO HERRERA EL VIEJO (+ 1656), FRANCISCO PACHECO (1564-1654), pintor malísimo y que ha pasado a la Historia por ser el suegro de Velázquez y por haber escrito el monumental tratado El Arte de la Pintura, el primer gran tratado sistemático y completísimo, lo que no debe hacer olvidar su penosa e hiriente para los ojos producción pictórica. Sin embargo, el pintor más importante del naturalismo es FRANCISCO ZURBARÁN (1598-1664), que nace en Fuente de Cantos (Extremadura), pero se forma y se traslada a Sevilla, donde desde muy pronto comienza a ser el pintor que contratan las órdenes religiosas para decorar sus conventos en la ciudad hispalense, y que suponía el hacerse con la práctica totalidad del mercado importante de pinturas en aquel momento en España. Sus pinturas suelen estar mal compuestas, a veces muy mal compuestas. Parece ser que no tenía gran imaginación por lo que recurre constantemente a copiar grabados y estampas manieristas principalmente, de ahí que sus pinturas parezcan arcaicas en cuanto a composición. A veces incluso podemos apreciar en algunos casos, ¡en pleno siglo XVII!, de errores en la perspectiva lineal de sus fondos como si fuese un maestro gótico. A pesar de ello, merece un lugar de privilegio en la historia de la pintura barroca europea porque nadie como él representó a lo largo del siglo la calidad, la realidad, de los objetos cotidianos así como los paños y las telas con las que envuelve a sus santos o a sus Inmaculadas. Fue capaz de describir la textura de los hábitos de los monjes, los diferentes matices de blanco de las telas o los brillos de los vestidos de sus santas con una precisión exquisita. Sus figuras aisladas de santos en oración, en meditación o en éxtasis, sólo fueron igualados, que no superados, por algunos

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cuadros de Ribalta y por las obras tardías de Mateo Cerezo. Todas sus composiciones respiran sencillez, simpleza, religión de convento andaluz en el Siglo de Oro. Hizo multitud de series para los conventos sevillanos y gaditanos, hoy dispersas tras la guerra de independencia por todo el mundo. Milagrosamente su obra maestra permanece completa y en situ la serie para los padres Jerónimos del Monasterio de Guadalupe (Cáceres)8. También son característicos de su producción los bodegones aislados -digo aislados porque sus pinturas religiosas están plagadas de bodegones deliciosos- como el del Prado, y las santas vestidas lujosamente y aisladas como la Santa Casilda (Madrid, Prado; Museo Thyssen). Al final de su vida, a partir de los años 40, su estrella vio apagarse con el ascenso de un nuevo valor de la pintura sevillana, Murillo, con un estilo mucho más moderno que él. Empezó por enviar series de los cuadros que anteriormente había pintado a América (actualmente hay zurbaranes en Méjico, en Guatemala y en Perú) de mala factura y hechos prácticamente por su taller. En 1658 se traslada, lleno de deudas, a Madrid, protegido por su viejo condiscípulo y amigo Diego Velázquez9, con la intención de seguir realizando pinturas en la Corte, y es aquí donde morirá seis años más tarde. - En Valencia, la figura de FRANCISCO RIBALTA (1565-1628) copa toda la producción y el estilo de la pintura valenciana a lo largo del siglo XVII. Es

decir, Valencia se puede considerar que fue el último reducto en España del naturalismo, el cual seguía conservando su vigencia cuando en el resto de la península todas las escuelas realizaban lienzos en la estética del Barroco Pleno. En la figura de Ribalta se pueden ver los aspectos del Tenebrismo caravaggista del modo más perfecto en cualquier artista español. Sin embargo, en sus primeras producciones se ve como conoció perfectamente las obras que se hallaban en El Escorial puesto que copió en alguna ocasión las composiciones de Navarrete el mudo (p.ej. La decapitación de Santiago apóstol). Su pieza más sobresaliente quizá sea San Bernardo abrazado al crucificado (Madrid, Prado), uno de los cuadros más expresivos del

misticismo español y de esa estética que arrancaba de la mismísima Contrarreforma. - Por último, dentro del Naturalismo español habría que considerar la figura aislada de JOSÉ RIBERA (1591-1652). Nació en Játiva (Valencia), aunque muy joven, a los diecisiete años, se traslada a Italia, primero a Roma, donde entra en

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contacto por vez primera con el Tenebrismo de los caravaggistas, y luego en Nápoles, ciudad en la que se establece hasta el fin de sus días. Protegido por las autoridades españolas de la ciudad se convirtió en el auténtico representante de la escuela napolitana durante el siglo XVII, si bien envió muchos lienzos a su tierra natal con lo que ejerció también en España una influencia considerable10. En Ribera su obra se puede dividir perfectamente en dos etapas y sirve de modelo perfecto para ver el cambio que se produjo en la mitad del siglo. Su primera etapa es de un naturalismo tenebrista ortodoxo -fuertes contrastes de luz y sombra, realismo en la representación de personajes,...- como se puede ver en sus lienzos de santos ermitaños en especial sus versiones de San Jerónimo penitente (Madrid, Prado; Praga, Narodni Gallery). Su técnica es espesa, usa mucho color que deja una fuerte textura en las imágenes, que usa para representar con más realismo las arrugas del cuerpo y de la frente de sus santos ancianos. A partir de la década de los treinta su pintura se acerca cada vez más hacia un estilo más colorista, de procedencia veneciana, y sus composiciones se hacen más dinámicas y más claras, abandonando los ambientes de penumbra de su anterior obra. Un ejemplo magnífico lo constituye la Inmaculada de Monterrey (1635, Salamanca, Convento de las Agustinas de Monterrey).

VELÁZQUEZ y ALONSO CANO. - Velázquez nació en Sevilla en 1599 y pronto su padre lo colocó en un taller de pintura. Primero, lo dejó con Francisco Herrera el viejo pero su carácter severo, y a

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veces arisco, decidió al padre que lo dejara para entrar en el taller de Francisco Pacheco. Éste parece que pronto se dio cuenta de los dotes de su pupilo, por lo que lo casó con su única hija. Pacheco no era un buen pintor -de hecho soy generoso llamándole pintor- pero sí tenía cualidades docentes e intelectuales, bagaje que serviría a Velázquez para tener desde muy joven un concepto muy importante de su oficio de pintor. En la casa de Pacheco, sabemos hoy en día, se reunían algunos de los intelectuales más destacados de Sevilla, en torno a una Academia que el propio Pacheco había fundado; poetas, filósofos, teólogos debatían cuestiones de actualidad como la importancia de la idea del artista en el cuadro, o la consideración de la pintura como arte liberal. Fruto de estas disquisiciones fue el tratado que escribió durante varias décadas Pacheco, monumental y exhaustivo en el que se condensaba todo el saber de la época y en el que aparecen las primeras afirmaciones elogiosas de su joven discípulo. Los buenos contactos que mantenía Pacheco con los sevillanos residentes en la Corte -entre ellos el poeta Góngora- sirvieron para que enviara a Velázquez en 1623 a Madrid. Su éxito no fue inmediato y tuvo que regresar a su ciudad natal pero un año después se le reclama de la Corte donde se establecerá definitivamente. En 1628, llega Rubens a España Como embajador de los gobernadores de Flandes y le acompaña en la visita que hace aquél por las estancias de El Escorial donde juntos admiran las obras de Tiziano, Tintoretto y Veronés11. Animado por el flamenco solicita permiso al rey para viajar por vez primera a Italia (1629-31), y en el cual su estilo artística cambia profundamente. En los años siguientes la figura de Velázquez asciende dentro de la Corte a un número cada vez mayor de responsabilidades, incluso alejadas de su oficio de pintor, llegando a ser el Ayuda de Cámara del propio rey. Es en esta época donde se fragua la idea de Velázquez de pedir su ingreso en una orden militar, acceso sólo posible para los que acreditasen su nobleza. Como pintor, Velázquez pertenecía al tercer estado, al artesanado por lo que ejercía un arte manual que no liberal y, por tanto, no tenía derecho a esa orden militar. Tras veinte años de lucha por obtener el título de caballero de Santiago alcanzó sus máximas aspiraciones: elevar el concepto que existía en España del pintor12. En 1649 realizó su segundo viaje a Italia para comprar al rey algunas piezas de escultura clásica y algunos lienzos; allí retrata al Papa Inocencio X que al ver el retrato que le había hecho el sevillano exclamó: "Troppo Vero" (Demasiado verdadero), por su finísima captación del carácter del pontífice. Allí permanece dos años hasta que Felipe IV le conmina a regresar a Madrid13. Regresa y tras varios años pintando en Madrid, decorando el Alcázar y los diferentes escenarios donde discurría la vida palaciega muere muy cansado de unas "fiebres malignas" en agosto de 1660. Fue enterrado en la Parroquia de Santa María cercana al Palacio y hoy desaparecida (actual Plaza de Ramales, en

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la Plaza de Oriente). - El estilo de Velázquez se podría decir que es muy personal. No se encuadra bien en ninguna de las tres tendencias definidas, si bien es barroco, excepción hecha de su etapa sevillana en que su pintura pertenece al Naturalismo. Las posibles influencias que recibió Velázquez se reducirían a tres: la influencia de Rubens; la de los italianos, primero Caravaggio y luego la de ciertos pintores clasicistas híbridos, es decir que mezclan elementos estilísticos del clasicismo con el naturalismo, como Guercino; por último, y quizá lo más importante, la influencia ejercida por los venecianos, en especial Tiziano, Tintoretto y Veronés. Su estilo es plástico en Sevilla, pero a medida que pasan los años en Madrid, en contacto con las enormes colecciones de pintura veneciana de los reyes, su pincelada valora más los efectos coloristas, ópticos, la mancha sobre el dibujo bien delimitado hasta llegar a las obras de su último periodo, auténtica explosión de luz y color. Velázquez tiene varias etapas. La primera (h. 1617-1625), sevillana, su estilo aparece vinculado al Naturalismo. Pinta algún que otro cuadro religioso y algunos retratos pero en su producción destacan los cuadros de género, en los que se sitúan unos personajes en primer plano rodeados de utensilios y de alimentos. Es una pintura plástica, preciosista y en la que la técnica tenebrista predomina. Tal es el

caso de la Vieja friendo huevos (Edimburgo, National Gallery), El Aguador de Sevilla (Londres, Wellington Museum) y La adoración de los Reyes Magos (Madrid, Prado). Tras la relación con Rubens y su primer viaje a Italia su estilo se transforma y su pincelada se hace más suelta, compone mejor y quiere dar a sus pinturas un carácter "más serio", más "clasicista". Sus cuadros jamás olvidarán la lección

naturalista pero busca una pintura que se sitúe fuera de los géneros menores que había cultivado en Sevilla. De este periodo intermedio son importantes La Fragua de Vulcano (Madrid, Prado), La Túnica de José (El Escorial, Monasterio), las dos Vistas de la Villa Medicci (Madrid, Prado), todos ellos realizados en Italia, La Rendición de Breda, mejor conocido como Las Lanzas (Madrid, Prado), y casi todos los retratos de Felipe IV y su familia. Al volver de su segundo viaje a Italia (1651), su estilo se ha transformado en una técnica casi impresionista en el manejo del color, algo que ya había experimentado anteriormente14; podríamos decir que Velázquez se ha liberado de cualquier influencia y camina hacia la genialidad y la

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independencia estilística. De este periodo son ejemplos destacados la Venus del espejo(Londres, National Gallery), el retrato de su criado Juan de Pareja(Nueva York, Metropolitan Museum) y el Papa Inocencio X(Roma, Galería Doria-Pamphili), todos ellos ejecutados en la ciudad romana; y de vuelta a España, La Fábula de Aracne mejor conocido como Las Hilanderas(Madrid, Prado) y su obra maestra Las Meninas(Madrid, Prado), auténtico testamento pictórico del pintor que se autorretrata en un alarde de ilusionismo barroco junto a los reyes que aparecen a través del espejo del fondo.

- ALONSO CANO (1601-1667) fue compañero de Velázquez en el taller de Pacheco y si bien es verdad que no sólo fue pintor sino que fue a su vez escultor o arquitecto, donde en principio destacó fue en el arte de la Pintura. Su estilo, como el de Velázquez es difícil de situar. No conocemos ningún cuadro naturalista, ni alcanza el Barroco pleno. Más bien, es un renacentista, un pintor del Cinquecento italiano, o de la escuela veneciana del XVI. A veces su obra se ha confundido con su compañero de aprendizaje, porque ambos usan frecuentemente una gama de colores similares, así como un estilo sereno, reposado y equilibrado. Suele aplicar el colorido a manchas de tonalidades y grados diferentes. Trabajo la mayor parte de su vida en Madrid, junto a Velázquez, aunque al obtener una canonjía en Granada se trasladó a esa ciudad en los años finales de su vida. Sus obras más importantes son el Milagro del pozo (Madrid, Prado), el retablo de la Parroquia de Getafe (in situ) y la serie de lienzos en la parte superior del altar de la Vida de la Virgen en la Catedral de Granada.

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BARROCO PLENO - En el Barroco pleno las escuelas se reducen a dos: la madrileña y la sevillana. Son pintores que reciben influencias de los lienzos de Pedro Pablo Rubens y su estilo vaporoso, de las decoraciones del Barroco Pleno romano (Pietro da Cortona y Padre Pozzo) y sobre todo de las decoraciones al fresco del momento. El estilo se define por el dinamismo en las composiciones y la pincelada suelta en la técnica. - A mediados del siglo en Madrid existe un número de pintores que sirven de eslabón entre los naturalistas de la primera mitad del siglo XVII y los pintores del Barroco Pleno. Muchos de ellos tienen muchos elementos del naturalismo pero sin embargo sus composiciones se dinamizan y vuelven a introducir lentamente los rompientes de gloria que tan frecuentes serán el periodo siguiente. Casi todos ellos son contemporáneos de Velázquez y éste ejerce su influencia sobre ellos en una pincelada que intenta describir los efectos ópticos, o en los efectos del venecianismo del sevillano. Los más destacados son ANTONIO DE PEREDA (1611-1678), célebre por sus vanitas y sus cuadros de santos penitentes similares a los de ribera pero con una pincelada más fluida (Inmaculada, Madrid, Hospital de la Venerable Orden Tercera), JUSEPE LEONARDO (+ 1653) y FRAY JUAN RIZZI (1600-1681), monje benedictino apodado el "Zurbarán castellano" por sus series monacales para diferentes conventos. - En torno a 1650, el estilo cambia. FRANCISCO RIZZI (1614-1685) pinta la Virgen de los Capuchinos (El Pardo, Convento de los Capuchinos) y en el lienzo percibimos el cambio basado en el estilo de Rubens hacia un mayor dinamismo en la composición. En 1654, FRANCISCO HERRERA EL MOZO (1622-1685) regresa de Italia y se le encarga el Triunfo de San Hermenegildo (Madrid, Prado), verdadero despegue de la pintura barroca española, por su vibrante dinamismo, colores claros y pincelada suelta. Herrera el mozo además, sevillano, regresó a su tierra e influyó decisivamente en el cambio de estilo de Murillo y Valdés Leal. Francisco Rizzi fue el verdadero adalid de la pintura barroca madrileña y maestro o compañero de casi todos los grandes artistas del periodo. Por ejemplo colaboró en muchas decoraciones al fresco con el tercer gran maestro de Madrid, JUAN CARREÑO DE MIRANDA (1614-1685), el cual sucedió como pintor de cámara a Velázquez y sus discípulos durante el reinado de

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Carlos II. Éste último fue quizá el pintor más dotado del grupo e hizo una de las dos obras maestras del periodo la Adoración de la Santísima Trinidad (París, Louvre), cuadro de altar que supone un verdadero resumen de escuela. Por último, el pintor con el que se agota la escuela es CLAUDIO COELLO (1642-1693) y en su obra maestra la Adoración de Carlos II de la Sagrada Forma (El Escorial, Monasterio) en el que continua la perspectiva de la sacristía donde se coloca como si prolongará el espacio real, verdadero heredero del espacio representado de las Meninas. Antes de pasar a la escuela sevillana, y aunque no tenga mucho que ver con la selectividad quisiera indicar que en este momento en Madrid se formó el grupo más importante de maestro de calidad que hubo en toda Europa. Maestros como MATEO CEREZO, JOSÉ ANTOLÍNEZ, JUAN MARTÍN CABEZALERO, JUAN ANTONIO ESCALANTE O ANTONIO ACISCLO PALOMINO, junto con los ya mencionados y otros de menor importancia, llenaron las iglesias del Barroco madrileño de auténticas obras maestras como todavía podemos ver en algunos lugares.

En Sevilla destacan dos maestros BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO (1617-1682) y JUAN VALDÉS LEAL (1622-1695). Murillo nace en Sevilla y se forma con un mediocre pintor, Antonio del Castillo. Sus primeros pasos en la pintura fueron en el Naturalismo que había impuesto el taller y los discípulos de Zurbarán. Pero poco a poco se va independizando de los colores apagados y del contraste de luz y sombra del tenebrismo naturalista. La llegada de Herrera el Mozo a Sevilla en 1656, supuso un punto de inflexión en la estética de Murillo. También tuvo que ser importante el único viaje que hizo fuera de Andalucía, a la Corte madrileña donde pudo estudiar la pintura de Rubens y Van Dyck que tanto le influyeron. Su estilo se hizo más vaporoso, más suelto y sus cuadros se hicieron más coloristas, introduciendo lentamente los rompientes de gloria iluminados y

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disolviendo a ángeles y personajes en la bruma de dicho rompiente. A partir de los años 50 impuso su estilo y su estética convirtiéndose en el verdadero dictador de la pintura sevillana hasta bien entrado el siglo XVIII a través de sus discípulos. Realizó principalmente cuadros religiosos, destacando especialmente sus versiones de la Inmaculada (las tres del Prado, o la del Louvre, o las del Museo de Bellas Artes de Sevilla o de la Catedral, quizá sea ésta la más hermosa) o del Buen Pastor o de San Juan Bautista niño (en especial las versiones del Prado). Son versiones llenas de encanto y dulzura. También pintó algunos cuadros de paisaje pero sobre todo son significativas sus escenas de género, encargadas por mercaderes flamencos residentes en la ciudad sevillana y que admiraban su pintura. Ejemplos de estos cuadros son los cuatro de la Alte Pinakothek de Munich, con niños comiendo fruta o vendiendo flores,... Son cuadros como las pinturas religiosas llenas de encanto y dulzura con una técnica suelta exquisita de una fina sensibilidad. Valdés Leal, por el contrario, es un pintor nervioso, apasionado. Pintaba deprisa y eso supuso que su pintura estuviese llena de incorrecciones. Era un magnífico colorista, no así buen dibujista, más bien pésimo, pero se salvaba con la fuerza de sus obras. Debido a su carácter impulsivo y violento cuando Juan de Mañara decide decorar el santuario del Barroco sevillano, el Hospital de la Caridad, a Murillo le encarga los cuadros de tema más tranquilo, más equilibrado, y a Valdés Leal le ofrece realizar las dos vanitas o Postrimerías, relativos a la caducidad de la vida, plenamente barrocos y llenos de un dramatismo terrible.

Holanda: - Los Países Bajos del Norte adquirieron su independencia del poder español en el siglo XVII después de una larga guerra de liberación, no así el Sur que siguió fiel a España (las actuales Holanda y Bélgica). De modo que se escindieron las dos mitades de los Países Bajos en un Sur católico y un Norte protestante que si hasta ese momento fue la zona deprimida del país a partir de ese instante comenzará un enorme crecimiento económico derivado del comercio y de las nuevas industrias que se crearon. Los primeros treinta años del siglo los Países Bajos del Sur, Flandes, mantuvieron una época de paz que los llevó también a un fuerte impulso económico, impulso que decae al comenzar la Guerra de Treinta años y los ataques de Francia para beneficiarse a costa de la debilidad política española en el reinado de Carlos II. - En Holanda, tanto la arquitectura barroca como la escultura monumental no tuvieron gran desarrollo, entre otras cosas porque no fue frecuente que se construyesen nuevas iglesias y menos en el estilo barroco que asociaban al catolicismo. Por lo que el arte más cultivado fue la pintura. Una pintura que reduce sus dimensiones con respecto a los cuadros de altar, ya que son cuadros para las residencias de una burguesía adinerada que compra sus lienzos en el mercado del arte, acontecimiento importante puesto que supone un traslado del cliente y la

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especialización en géneros de los artistas que compiten en ese mercado. Holanda es uno de los primeros países donde se da un impulso generalizado a la pintura de género: escenas de género, bodegones, paisajes, marinas,... El retrato aparte de ser individual se caracteriza por establecer el retrato de grupo, casi siempre vinculado a los gremios y corporaciones de ciudadanos. - En los comienzos del siglo XVII la tendencia que predomina es el tenebrismo caravaggista, de los artistas que habían trabajado en Roma los primeros años del siglo y que al regresar y establecerse en Utrecht difunden el nuevo estilo, que recogerá y nunca abandonará Rembrandt. A partir de la segunda mitad del siglo XVII los contrastes de luz y sombra se aclaran pero sin llegar un arte plenamente barroco, antes al contrario, la tónica general fue la de recuperar los valores de minuciosidad y detallismo de la pintura flamenca de los siglos XV y XVI hasta el punto de convertirse en los verdaderos herederos de los primitivos flamencos. En la primera mitad suele existir una variedad temática; junto con la pintura de género, todavía se encuentra mucha pintura religiosa; sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo lo que predomina son las escenas de género y la práctica

desaparición de las historias sagradas. Es decir, parece que la escena de vida cotidiana, las escenas de interiores burgueses confortables y limpios predominan sobre las escenas de contenido religioso explícito. - Entre los retratistas holandeses destaca sin género de dudas FRANS HALS (1584-1666), cuyo estilo se define por el uso de una pincelada vigorosa, fluida, de grandes rasgos y con la que pretende captar la personalidad más o menos jovial de sus personajes. Realmente la galería de retratos que pintó el maestro es soberbia. En la pintura de paisaje son importantes JACOB VAN RUYSDAEL, MEINDERT HOBBEMA, AELBERT CUYP; en las escenas de interiores de iglesias reformadas SAENREDAM; en los

bodegones, PETER CLAETZ o WILLEM CLAETZSON HEDA; y en las escenas de género ADRIAEN VAN OSTADE -escenas de taberna-, GERARD TERBOCH, GERRIT DOU, JAN STEEN, PIETER DE

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HOOCH y especialmente VERMEER DE DELFT, el maestro de la luz y de la imagen exquisita de un interior casi fotográfico. - Quizá el pintor más importante de todo el Barroco holandés sea REMBRANDT VAN RIJN (1607-1669). Nacido en Leyden donde da sus primeros pasos en el arte de la pintura con un pintor caravaggista, Pieter Lastman, pronto se dirige a Ámsterdam donde durante un par de decenios va a adquirir un éxito notable de público y de clientela hasta convertirse en el pintor mejor considerado de Holanda; en este tiempo se enriquece de tal modo que se puede casar con una mujer, Saskia, de la alta sociedad comercial de la principal ciudad holandesa. Ella moriría prematuramente algunos años después de su boda, lo que provocó en el pintor un estado de depresión del cual sale al unirse con una criada suya Hendrickje Stoffels, con la que no se casó porque su hijo con Saskia no

perdiera los derechos hereditarios de su madre. A partir de este instante, las deudas se acumulan, tienen que vender su casa en Ámsterdam y se retira a las afueras de la ciudad y su estilo se hace cada vez más dramático y personal. Moriría como casi todos los grandes artistas holandeses, en la más absoluta miseria. Rembrandt nunca abandonó los principios del tenebrismo pero lo convirtió en un estilo muy personal, utiliza el fuerte contraste de luz y sombra, los colores apagados para describir estados del alma,

sonsacar el pensamiento y el espíritu del retratado estableciendo un diálogo directo con el espectador, convirtiéndolo en su cómplice. Sus primeras obras son sin embargo, minuciosas y realizadas con un detallismo y una técnica esmaltada en la mejor tradición flamenca y holandesa. Éste es el caso de obras como la Lección de anatomía (1623, La Haya, Maurithuis) o El cambista (1627, Berlín-Dahlem, Staatliche Museen). Tras su boda (1634) y la posterior muerte de su mujer (1642), su estilo pasa a un estado intermedio, donde ejecuta algunas de sus obras maestras como la célebre Ronda Nocturna (1642, Ámsterdam, Rijksmuseum). A partir de este instante y hasta su muerte su pintura crece en dramatismo, patetismo, su pincelada comienza a ser cada vez más suelta, más pastosa y más rugosa. Son muy

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importantes los Autorretratos que no había dejado e pintar a lo largo de su carrera pero que en este periodo nos describen a un hombre escéptico, amargado y rápidamente envejecido de un dramatismo y patetismo realmente sobrecogedores (como el de Viena, Kunsthistorische Museum o el de la National Gallery de Washington). También de este momento es su último encargo importante, el retrato colectivo de Los Síndicos Pañeros (1662, Ámsterdam, Rijksmuseum).

Flandes: - Similar a su compañera la holandesa por cuanto aumentan considerablemente los pintores especialistas de géneros menores, ahora bien, cuya producción era sin embargo para una clientela más adinerada, la nobleza europea. De ahí que los colores sean más llamativo, el tamaño considerablemente mayor y más opulentos en la descripción de animales, paisajes y naturalezas muertas. Flandes, católico y español, se convirtió en la primera mitad del siglo XVII en el centro de producción de pintura al por mayor más importante de Europa, copando literalmente mercados como el de España, adonde llegaban barcos completos cargados de cuadros de todos los tamaños y géneros para decorar las grandes mansiones señoriales, capillas de iglesias y palacios eclesiásticos, hasta el punto de poder hablar que la colección del Museo del Prado de Madrid posee la colección más rica de estos pintores, ya que los reyes españoles fueron grandes comitentes de este tipo de pintura. Añadido a esto decir que sus mismas figuras principales, Rubens y Van Dyck, fueron grandes viajeros y que extendieron su estilo por muchos países europeos constituyendo auténticas escuelas nacionales como es el caso de van Dyck en Inglaterra y Rubens en Italia y especialmente en España. Por supuesto, en Flandes se representan grandes lienzos de altar, y de asunto mitológico y alegórico dentro de la mejor tradición del mundo católico y en este aspecto tendrá una influencia decisiva en la conformación del Barroco Pleno P.P. Rubens. - Entre los artistas más importantes en Flandes despuntan entre los pintores de género DAVID TENIERS EL JOVEN, en las escenas de taberna y bailes campestres, BRUEGHEL DE VELOURS, en las escenas de paisaje, animales y floreros, JOOST DE MOMPER y GILLIS VAN CONINXLOO en los paisajes, FRANS SNYDERS, PAUL DE VOS o JAN FYT en los bodegones y escenas de caza. Dentro de los discípulos de Rubens entre los géneros mayores JACOB JORDAENS y sobre todo ANTON VAN DYCK, que se especializó en un tipo de retrato de aparato en el que el personaje aparece en una pose elegante y altiva contra un marco arquitectónico o contra un

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paisaje, modelo que difundió primero desde Génova y luego desde Inglaterra, donde ejerció una influencia que perduró hasta bien entrado el siglo XIX. - Pero la figura más destacada es sin duda PEDRO PABLO RUBENS (1577-1640), artista dotado de una finísima sensibilidad para el color así como de una vitalidad extraordinaria, que se refleja en el dinamismo excepcional de sus composiciones. Rubens nació en Siegen, cerca de colonia pero su padre se trasladó cuando era muy niño a Amberes donde vivió el pintor la mayor parte de su vida. Se forma con un pintor local del último manierismo, Otto Venius, el cual probablemente le sugirió, ante las cualidades tan excepcionales de su pupilo que viajara a Italia, donde estuvo varios años, estudiando las innovaciones de los clasicistas, de los tenebristas y de Miguel Ángel y admirando el colorido de los venecianos que tantísima pasión levantaban en su estilo. Regresa como pintor reconocido y los Archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, gobernadores en nombre de España, lo contratan para su servicio. Servicio no sólo pictórico sino también diplomático, puesto que a partir de ese momento va a realizar algunas embajadas en nombre de los Archiduques y del propio rey de España a diversas cortes europeas donde es recibido por sus dotes de negociador y de pintor, solía llevar varios cuadros suyos como regalo o se comprometía a decorar o pintar una serie de lienzos, como le pasó en Londres donde decoró los techos del Palacio de Whitehall, o en París donde la mujer de Enrique IV, Catalina de Mediccis le encomienda la serie de veinticuatro lienzos con la apoteosis de la propia Catalina y de su esposo Enrique IV. También viajó a España en dos ocasiones, siendo a nivel artístico, la más importante la que realiza en 1628 cuando conoce e influye de modo

decisivo a Velázquez. Prolífico y buen hombre de negocios convirtió la ciudad de Amberes en una especie de factoría de lienzos de altar, de asunto mitológico o alegórico de estilo rubeniano, hechos casi en serie donde colaboraban todos los artistas pintando aquello de lo que eran especialistas. A su vez solía grabar sus composiciones y él mismo era un hombre muy trabajador. Su estilo se identifica con los logros del Barroco pleno: dinamismo en la composición, magnífico colorista cuya capacidad

para describir todos los tonos de las carnes o de las telas es absolutamente asombrosa, pincelada suelta,... En Madrid la serie de lienzos de Rubens es excepcional, así como las de Munich y la de Viena.

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NOTAS

1. La jerarquía de géneros de más a menos importante se señala de este

modo: pintura de Historias (Historia, escenas religiosas y mitológicas),

retratos y pintura de género: paisajes, naturaleza muerta y escenas de

género -de escenas de vida cotidiana-.

2. Visto ya como escultor, se forma primero como pintor en el taller de

Pacheco junto con su amigo de toda la vida, diego Velázquez, el cual cuando

se convierte en pintor de cámara de los reyes de España lo reclama para que

le ayude a decorar los palacios reales. Por eso, a veces la pintura de

Alonso Cano nos resulta parecida y confundible con la de su amigo.

3. Es el caso de Mitelli y Colonna, a mediados de siglo y Lucas Jordán a

fines del siglo XVII.

4. La cual conserva in situ un buen número de cuadros religiosos de este

autor.

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5. De hecho, se conservan seis bodegones seguros de su mano: tres en EE.UU.

y tres en España. Hasta 1992 sólo quedaba un bodegón de éstos en una

colección particular madrileña. Pues bien, ¡por un bodegón! el Prado pagó

500 millones de pesetas y organizó una exposición en torno a su nueva

adquisición.

6. Es un fenómeno paralelo a la arquitectura escurialense del siglo XVII.

Las formas que había establecido en todas las artes la construcción del

Monasterio impregnaron toda la vida artística de Madrid durante los

primeros decenios del siglo siguiente. Seguramente porque los arquitectos

fueron aparejadores de el Escorial con Juan de Herrera, o al menos los

hijos de éstos; o porque los pintores más destacados del primer barroco

madrileño fueran parientes de aquéllos que trabajaron en la decoración de

El Escorial. Éste sería el caso de Vicente Carducho, hermano pequeño de

Bartolomé, nacido en Florencia, Félix Castelo, hijo de Vicente Castello,

Eugenio Caxés, hijo de Antonio Caxés,...

7. Precisamente lo que criticaba era el naturalismo de que había hecho gala

Velázquez en su etapa sevillana, él que se había formado en la pintura

intelectual e idealizada del manierismo toscano.

8. Cuando llegaron las tropas francesas para llevarse los cuadros parece

ser que las tropas españolas e inglesas les pisaban los talones; al ver que

las pinturas estaban colgadas a mucha altura y eran de enorme tamaño

desistieron de su intento por lo que se quedaron donde, gracias a Dios, era

su lugar original. No así la serie para la Cartuja de Jerez o para la

Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla (actual sede oficial de la

Expo-92), etcétera.

9. Éste ya había contado con él en 1635 para pintar un cuadro de batalla

como había hecho con Maíno, La defensa de Cádiz (Madrid, Prado) y una serie

de cuadros mitológicos sobre los Trabajos de Hércules(Madrid, Prado).

Posteriormente regresó de nuevo a Sevilla.

10. Sabemos que en uno de sus viajes a Italia Velázquez fue personalmente a

entrevistarse con el artista para conocer de primera mano las impresiones

del valenciano. Por cierto, parece ser que muchos de los pintores españoles

que viajaron a Italia se hospedaron y quisieron conocer personalmente a

Ribera.

11. De esta época son las copias de cuadros de Tiziano de las colecciones

reales que hiciera Rubens.

12. Los documentos del proceso judicial para establecer la nobleza de

Velázquez son realmente interesantes. Muchos pintores mintieron como

bellacos afirmando que nunca había ejercido su profesión de pintor más que

cuando el rey se lo ordenaba, actas que hoy en día se conservan.

13. Hoy sabemos que tuvo un lío de faldas con una mujer romana con la que

tuvo un hijo.

14. Conviene señalar que debido a la modernidad de las dos vistas de la

Villa Medicci se pensó que fueron pintadas en su segundo viaje y no en el

primero. Hoy está confirmado que fueron pintadas en su primer viaje.