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    Los siglos XV y XVI fueron para vila los de mayoresplendor. poca mtica y mstica, plagada de figurasque han transcendido la historia y que an tocan nues-tras vidas. vila era entonces, uno de los centros de lavida poltica y religiosa del reino.

    Mediado el siglo XVII un cmulo de acontecimien-tos harn que esta ciudad, seorial y caballeresca porentonces, comience un largo perodo de decadencia,convirtindose lentamente en una monumental reliquiadel pasado destinada al ostracismo o en el mejor de los

    casos, al recuerdo de pasadas glorias.Esta fortaleza surgi como un acuartelamiento mili-tar. Durante el tiempo que dur y se asent laReconquista tuvo razn de ser. La forma de alcanzargloria y fortuna no era comerciando como en otras ciu-dades del norte, aqu era necesario ser caballero y

    tener mejor linaje para bien subsistir. Cuando ese modode vida dej de tener justificacin, vila se derrumb.Dolorosamente lo cuenta. Snchez Albornoz:

    Al arrullo de sus campanas, vila se durmi unatarde cualquiera del seiscientos. Los nobles abulen-

    ses se trasladaron poco a poco, al cercano Madrid,en busca del favor o los placeres de la corte.Muchos de sus palacios y caserones se arruinaron.Las casas y palacios, sin apenas propietarios que

    residieran en ellos, quedaron en manos de los llama-

    dos renteros, que pedan los alquileres ms altospara sus amos. Los seores, que estaban en la corte nisiquiera llegaron a enterarse de las miserias de susvasallos. Los impuestos y contribuciones eran cada vezms altos, hasta el que tena oficio se vea obligado aveces a comer de caridad.

    Reparto de comida a los pobres en el Covento de Santo Toms.Tarjeta postal. h. 1900.

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    Los mendigos abundan, les obliga y estrecha lanecesidad a mendigar de puerta en puerta, desdeque en la expresada ciudad falt su fbrica de

    paos.Uno de los pocos intentos serios por contrarrestar

    aquella tendencia desoladora, surgi de un grupo deilustrados abulenses que fundaron en 1786 la RealSociedad Econmica de Amigos del Pas de vila. Suprincipal objetivo era evitar la decadencia y casi total

    ruina de las antiguas fbricas de esta ciudad, que ocu-paban en otro tiempo gran nmero de personas en susmanufacturas, evitando as la miseria general de tantoscomo hoy la experimentan. Lamentablemente no tuvie-ron mucho xito en su intento, principalmente por falta

    Las desgracias fueron acumulndose una tras otra,la expulsin de judos y rabes, que hizo desaparecerun gran nmero de actividades y talleres; las epidemias,las crisis agrarias, la creciente despoblacin, la desa-mortizacin del siglo XIX, que provoc un nuevo xodoy agrav an ms la situacin econmica. JosBelmonte, en el libro La Ciudad de vila, hace estaobservacin:

    vila ha tenido gentes de todo el espectro social,pero siempre estuvieron ausentes los creadores y

    emprendedores de riqueza... las reales fbricas, malplanificadas, pronto se arruinaron y terminaron pordesmantelarse. Los seores prefirieron planificar lacaridad a crear fuentes de riqueza. Siguieron entu-

    siasmndoles los entierros de sus mayores, rodea-dos de hileras de pobres, con hachones encendidos

    y la retribucin de un real por vela acompaante;reflejndose la posicin social de los fallecidos por elmayor nmero de pobres en los entierros.El mismo autor cuenta en otro captulo que: Uno

    de los fallos ms lamentables de los abulenses, es queintentaron, y en parte lo consiguieron, luchar contra elmaquinismo y la industrializacin, unindose a l sola-mente en escasas parcelas, que eran aquellas que lesresultaban imprescindibles para la subsistencia.

    Los viajeros, espaoles y extranjeros que, en lossiglos XVIII y XIX pasaron por vila, son unnimes enreflejar la pobreza y despoblacin de la ciudad. Un actadel procurador sndico recoge en 1770:

    Reparto de comida a los pobres en Santo Toms.Tarjeta postal. h. 1900.

    A la puerta del convento.Foto:A. R. Z. h. 1900. Tarjeta postal.

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    La pobreza al amparo de la Iglesia.h. 1875. Grabado de un dibujo de V. Becquer, en el prtico de San Vicente.

    de solidaridad de la propia ciudad. Georges Demerson hizo sobre esta Sociedad Econmica un interesante libro, en elque relata con detalle las obras de todo tipo que emprendieron y las pocas, pero fructferas que lograron llevar a cabo.En un acta de la Sociedad de aquel ao se lee un dato estremecedor:

    De los 1.000 vecinos, poco ms o menos, que tiene esta poblacin, ms de 600 son pobres de solemnidad; lascomunidades eclesisticas, que con sus limosnas, sostienen a stos, se hallan imposibilitadas para hacer ms.Tras varios perodos de interrupcin de las actividades de la Sociedad, en 1803, teniendo noticia de las Sopas

    Econmicas, que varios pases europeos reparten con el nombre de Sopas Rumford, la Sociedad consigue repartirgratuitamente en vila este plato elaborado a base de legumbres secas y harina de patata. La poblacin ms necesi-tada lo agradecer; pero el estipendio durar slo nueve meses, despus de los cuales, los conventos volvieran a dar,cuando les era posible, la llamada sopa boba, un caldo bastante menos nutritivo.

    El reparto de aquellas comidas tena como ltima intencin, claro est, disuadir a los pobres de pedir por las calles;las ordenanzas municipales de la poca, prohiban la agrupacin de mendigos en las plazas y paseos, as comodemandar limosna a los pobres que ostenten lceras o cualquier enfermedad repugnante.

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    Varios relatos de aquella situacin se pue-den encontrar en libros de viaje. El pintor JosGutirrez Solana, en La Espaa Negra (1920)describe una escena contemplada en SantoToms:

    donde forman cola los pobres para comer.Muchos de estos pobres tienen la nariz y la

    boca comidas por un cncer, y se les ven losdientes al aire, enseando media calavera.En estas pobres viejas, por debajo de sus fal-das, asoman las churradas de llevar tantotiempo esperando y no poderse levantar de

    all, para no perder su puesto. Muchas vecesla cola de mendigos se impacienta y llamana los aldabones de la puerta del convento yvociferan para que les abran. Luego, cansa-dos de gritar, caen en un gran abatimiento;

    pero sin perder sus puestos, con gran tena-

    cidad, y no se marcharan de all hasta que noles den de comer.Otro testimonio est tomado del libro Por

    tierras de vila (1912) En l se cuentan lasimpresiones de un viajero bajo el seudnimo deLen Roch, que era en realidad el escritorFrancisco Prez Mateos:

    Sentadas sobre el empedrado suelo,encontramos unas docenas de mujerucas,

    ancianas las ms de ellas, con otras doce-nas de chiquillos, provisto todos de humildescestas, pucheros y cazuelas, esperando

    impacientes. No necesitamos preguntar loque estas pobres gentes esperan. Es el

    reparto de la comida del convento; vamos acontemplar el cuadro castizo de la "sopa

    boba" de los conventos de la Edad Media[...]Por fin, aparece el hermano lego, bajo y

    rechoncho, con cara coloradota y simptica.Los pobres se alborotan, impacientes, y

    arman una regular algaraba. El lego lesimpone silencio, mientras revuelve con elcucharn la bazofia contenida en enorme y

    humeante caldero. Otro lego, seco y esculi-do, saca otras pequeas calderas y vierte sucontenido en el gran depsito de la bazofia,que el cucharn revuelve de continuo.Comienza el reparto por los "huspedes" defuera. Luego pasa, en alocada turbamulta a

    los "convidados" de casa. Puestos en fila, lospobres aprestan sus pucheros y cazuelas,

    con tristes ansias en los ojos, y van desfilando rpidos anteel lego, que en cada recipiente pone dos o tres cucharo-

    nes de bazofia y alguna aadidura de propina. Y a cadapobre que pasa, el lego repite una cantinela que no com-prendemos: Largo!. T ests ya de ms, como el cochede Don Gonzalo. Qu significado tendr este refranete del

    hermano? Desde luego l le tiene en gran estima, porquelo repite de ochenta a cien veces. Al buen lego no se leocurre otra cosa. El espectculo del reparto es amargo y

    apena el nimo. Algn detalle de miseria crispa los nervios.A una infeliz muchacha se le cae y estrella en el suelo sucazuela; otra pobre le ofrece un puchero sobrante, y la nia

    msera recoge del suelo a puados la bazofia, mezcladacon tierra. Tristes gentes, que cifran una suprema espe-

    ranza en la angustiosa comida del convento.

    Una limosna por el amor de Dios.h. 1900.