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SolanoMayo de 1 808

Guión

Rafael MaRín

dibujos

albeRto foche

color: eMilio JoSé doMínGuez

Cádiz, 2009

diputación de Cádiz

Rafael Marín TrecheraAlberto Foche duarteEmilio José domínguez CalvoAlberto Ramos SantanaJosé Joaquín Rodríguez MorenoMelchor Prats González

dirección artística y diseño: Fritz

Editan: Diputación de CádizServicio de PublicacionesCalle San José, 7 dpdo.11004 CádizTel.: 956 808 311 - Fax 956 228 249e-mail: [email protected]

imprime: imprenta Sur - ChiclanaiSBN: 978-84-96654-32-7 depósito legal: CA-318-2009Primera edición: Junio de 2009

RESER VAdOS TOdOS LOS dERECHOS

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La historia, como la vida, no tiene argumento, pero

a veces nos deja episodios a los que casi no hace

falta añadir retoques para convertirlos en relatos no-

velescos al uso. Es el caso que se narra en este álbum,

“Solano”, una historia llena de tintes románticos

donde no es difícil hacer un paralelismo inevitable

entre el héroe individualista y la turba equivocada…

sólo que en la realidad de aquel mayo de 1808 preva-

leció la turba sobre los motivos morales y los deseos

protectores del héroe.

Militar y masón, hombre ilustrado y valiente,

Solano tuvo la desdicha de enfrentarse, antes que a los

ejércitos de Napoleón, a la ira incontrolable de su pro-

pio pueblo. Un intento de razón, en la pasión del mo-

mento, despertó la rabia y el motín, el resurgir de

aquella vieja España inculta y violenta que en toda la

nación se rebelaba contra los franceses… y que, sin

cabezas pensantes, poco habría podido haber hecho

contra la máquina bélica que tenía enfrente.

Gobernador de Cádiz y Capitán General de

Andalucía, con una excelente hoja de servicios donde

las acusaciones de cobardía que tanto tiempo prevale-

cieron no tenían ninguna razón de ser, es inevitable

plantearse la pregunta de cuál habría sido el curso de

la guerra si Solano hubiera sobrevivido a aquel motín

contra su persona.

La historia, como la vida, no tiene argumento,

pero a veces equivoca sus páginas.

Rafael Marín

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Francisco María Solano Ortiz de Rozas(1769-1808), segundo marqués del So-corro, era oriundo de Mariana de Cara-

cas (Venezuela) y fue hijo de José Solano yBote, Consejero de Estado y Capitán Generalde la Armada. Con once años ingresó en el RealSeminario de Nobles, centro de formación delas elites dirigentes dieciochescas, después es-tuvo en la Casa de Pajes del Rey, para terminarincorporándose, como cadete, en las RealesGuardias de infantería Españolas, cuerpo deelite del ejército español, en el que inició unabrillante carrera militar, destacando en la de-fensa de Orán y sobre todo en la Guerra de laConvención contra los franceses, alcanzando,por méritos de guerra, el empleo de Mariscalde Campo. En 1802, ascendido a Teniente Ge-neral, se incorporó al ejército de Napoleón bajoel mando del general Moreau, y un año despuésfue nombrado Gobernador de Cádiz y Capitán

General de Andalucía. Cuando Napo-león decidió el ataque aPortugal, Solano, quehabía advertido al go-bierno español de lasconsecuencias

de autorizar el paso de las tropas francesas porEspaña, fue nombrado jefe de las tropas espa-ñolas que debían colaborar con las francesas.Tras los sucesos del dos de mayo de 1808 re-tornó a Cádiz, donde moriría trágicamente.Cortesano, culto, masón –era Venerable Maes-tro de la Logia integridad nº 7-, de pensa-miento abierto e ideas avanzadas, cuandomurió, antes de cumplir los cuarenta años, erauno de los militares de mayor prestigio en Es-paña y fuera de España.

El segundo volumen de la colección dehistorietas 12 del Doce, narra, con soltura yprecisión, los acontecimientos transcurridos lavíspera y el día de la violenta muerte de Solano,consecuencia de los equívocos sucesos de esosdías.

Como recordábamos antes, el 2 deMayo de 1808 Francisco Solano se encontraba,por mandato superior, colaborando con losfranceses en Extremadura, y obedeciendo unmandato de Murat se dirigió hacia Cádiz, puestodos los militares españoles con mando entropa recibieron instrucciones de la Junta Su-prema de obedecer al nuevo Soberano francés,y por tanto a Murat, su jefe militar.

Según Adolfo de Castro, Solano erauno de los militares españoles que menos con-fianza inspiraban tanto a Napoleón como aMurat, quien pensó que en Cádiz, donde estabala escuadra francesa, estaría bien controlado.No era de la misma opinión el Conde de To-reno, quien no duda en incluirlo entre el sectorafrancesado. También difieren Castro y Torenosobre el comportamiento del marqués del So-corro en Cádiz. Si para el primero cuando So-lano llegó a Cádiz a mediados de Mayo, desdeel primer momento sus palabras y sus actos de-mostraron que las suspicacias de los francesesestaban justificadas, pues mostraba su conven-cimiento de que la guerra contra Francia era in-evitable, para Toreno la actitud vacilante,incierta y titubeante de Solano, pudo acrecentarlas sospechas de su afrancesamiento.

La precipitación de los acontecimien-

Solano¿el afRanceSado?Alberto Ramos Santana

Catedrático de Universidad de Historia Contemporánea

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tos contribuyó a la confusión sobre la actitudde Solano. Tras el levantamiento de Sevilla el26 de Mayo, llegó a Cádiz el conde de Teba,enviado de los insurrectos sevillanos, para tra-tar de provocar la reacción de Cádiz. Pero lasituación en la ciudad era muy difícil, puesademás de los buques de Rosily en la bahía,la flota inglesa bloqueaba la ciudad desde labatalla de Trafalgar, sin que se supiera que ac-titud tomarían. No obstante, terminada la en-trevista con el emisario sevillano, Solanoconvocó una reunión en la que participaronel comandante General del departamentoMarítimo, Juan Joaquín Moreno y prestigio-sos jefes de la milicia como Tomás de Morlao Juan Ruiz de Apodaca, entre otros, quecoincidieron con Solano en lo peligroso queera declararse abiertamente contrarios a Na-poleón teniendo a la escuadra Rosily atenta acualquier contingencia, por lo que acordaron,por una parte, preparar a las tropas para la ac-ción, y por otra, tratar de apaciguar a la po-blación gaditana, publicando para ello unbando el día 28 por la noche.

Pero entre la población reinaba unagran excitación y lo que era una muestra deprudencia se interpretó como traición. Unnumeroso grupo de gaditanos se dirigió a laplaza de los Pozos de la Nieve, donde vivíaSolano, exigiendo la declaración de guerracontra Francia. Mientras que Solano tratabade contemporizar con los congregados antesu casa, otro grupo asaltó la residencia delcónsul francés Mr. le Roy quien logró refu-giarse en la escuadra francesa. Al amanecerdel día 29 Solano reunió a las autoridades ci-viles y la Junta de generales, comunicándolessu disposición para atacar a la escuadra fran-cesa, pero una muchedumbre encolerizada, ydesconfiada, se adelantó a los acontecimien-tos pasando a la acción. Asaltaron el parque

de artillería y, armados, se dirigieron a casadel marqués del Socorro, que no pudo con-vencerlos de su sinceridad. Tras una azarosapersecución, Solano fue detenido por la turbaexcitada, que lo condujo a golpes y empello-nes en dirección a San Juan de dios paraahorcarlo, pero antes de que se produjera elahorcamiento murió apuñalado, al parecer,por su buen amigo Carlos Pignatelli, quequiso evitar que Francisco Solano fuese ahor-cado y, por tanto muriera de una manera des-honrosa e indigna para alguien de su posiciónsocial. Pero ni muerto Solano la muchedum-bre encolerizada se apaciguó, y tuvo que in-tervenir el magistral Cabrera para rescatar sucuerpo y trasladarlo a la catedral nueva, toda-vía en construcción.

Tras la muerte de Solano, fue acla-mado como su sucesor Tomás de Morla, quehabía participado en la Junta que aconsejabaprudencia , quien no pudo evitar que el tu-multo continuara por las calles de Cádiz yotras personas notables de la ciudad sufrieronataques y destrozos en sus propiedades. Paratratar de apaciguar los ánimos, Morla ordenópublicar una proclama que había sido redac-tada por su antecesor, Solano, aceptando laspropuestas de la Junta de Sevilla de sumarsea la insurrección contra los franceses, con loque logró calmar a los revoltosos, y los gadi-tanos se fueron preparando para la batallacontra la escuadra francesa de Rosily.

Rafael Marín y Alberto Foche narrancon soltura y agilidad el episodio de la muertede Solano, regalándonos una excelente histo-rieta en la que, aunque se permiten alguna li-cencia en el desarrollo narrativo de losacontecimientos, en ningún momento faltana la veracidad de lo ocurrido, por lo que sutrabajo se convierte en una buena herra-mienta de divulgación histórica.

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UN iMPERio EN aRMaS

La Revolución Francesa de 1789 marcó eldestino de Francia. Las guerras se sucedie-

ron sin pausa alguna a lo largo de las fronterasde la nación regicida. Francia luchaba sola con-tra toda Europa, y necesitaba a los mejoreshombres, los más capaces, si quería resistir alos ejércitos enemigos.

Jóvenes oficiales que habían comen-zado su carrera jurando lealtad a la monarquíase encontraban, de repente, ascendidos y de-fendiendo un régimen republicano, que noprestaba demasiada atención a la antigüedad nia la familia, sino a la capacidad de los indivi-duos. Uno de aquellos jóvenes oficiales se lla-maba Napoleón Bonaparte, e iba a marcar lahistoria europea del siglo XiX. En apenas ochoaños pasó de ser teniente a general, el másjoven de Europa; posiblemente también el másdotado.

Bajo la sombra de Napoleón, Franciapasó de ser una república revolucionaria a con-

vertirse en un imperio, y de ser un país a la de-fensiva a ser una fuerza conquistadora. En ape-nas una década la revolución parecía haberdespertado de su sopor al pueblo francés, quese las bastaba y sobraba para derrotar y some-ter a las naciones europeas a lo largo y anchodel continente.

Sólo una nación, Gran Bretaña, podíaresistir el poder de Napoleón. Las aguas delcanal de la Mancha y, sobre todo, su poderosí-sima flota de guerra, se habían convertido enuna montaña que ni el más poderoso ejércitopodía escalar.

ESPaña y NaPolEóN, aliaDoS iNCóMoDoS

España era regida desde 1788 por unhombre débil, Carlos iV, que a partir de 1792había confiado los asuntos del reino a Manuelde Godoy, un joven de orígenes nobles quehabía caído en gracia de la reina María Luisa deParma.

Godoy vio en Napoleón al futuro so-

¡ESPAñA EN GUERRA! José Joaquín Rodríguez

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“Los fusilamientos del

2 de mayo”, de Goya,

muestra la cruenta re-

presión de las tropas

francesas contra el

pueblo madrileño

sublevado.

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que la corte se convirtiese en un laberinto deconspiraciones cuyas consecuencias iban amarcar el destino de España y, en menor me-dida, también de Napoleón. Las principalesconspiraciones eran las encabezadas por el fa-vorito del rey, Godoy, que iba dirigida contrael heredero al trono, el príncipe Fernando; almismo tiempo, el príncipe maquinaba contraGodoy y contra su propio padre, Carlos iV.Ambos contendientes buscaban el favor deNapoleón, aunque éste procuraba no decan-tarse, haciendo vagas promesas a ambos. Estejuego de conjuras culminó con el motín deAranjuez en 1808, que sellaba la caída deGodoy y la abdicación de Carlos iV a favor desu hijo, a partir de entonces Fernando Vii.

En la ciudad francesa de Bayona el em-perador francés jugó sus cartas con tremendamaestría. El recién nombrado Fernando Vii sevio obligado a devolver la corona regia a supadre; Carlos iV ya había sido presionado paraque abdicase en Napoleón; éste pasó el cetroreal a su hermano, proclamado José i.

Por aquel entonces las tropas francesasya circulaban libremente por el territorio espa-ñol, merced del Tratado de Fontainebleau, quepreveía la invasión y conquista de Portugal. Lasfuerzas francesas no se habían limitado a tomarposiciones para el futuro conflicto, tambiéndominaban las comunicaciones con la propiaMadrid. Así, cuando las luchas intestinas de lacorona española se intensificaron, Napoleónmovilizó a sus numerosas tropas situadas ensuelo español, controlando rápidamente lasprincipales ciudades y vías de comunicación.

berano de Europa, y sabiendo que España noestaba preparada para seguir chocando contralas fuerzas muy superiores de Francia, procuróuna alianza con el vecino del norte.

En un primer momento, aquellaalianza pareció favorecer a ambos aliados. En1801, los ejércitos franceses invadieron Portu-gal en la que fue llamada Guerra de las Naran-jas, en honor a un ramo de naranjas que Godoyenvió a la reina María Luisa cuando sitiaba laciudad lusa de Elvas. La guerra fue un paseomilitar, que sirvió de castigo a Portugal por noadoptar el embargo continental contra GranBretaña impuesto por Napoleón, pero que ade-más permitió a España obtener algunas conce-siones territoriales. Pero el idilio duró bienpoco, pues la derrota de Trafalgar de 1805, su-mado al agotamiento económico y militar deuna España arrastrada continuamente a gue-rras que nada le aportaban, hicieron dudar a al-gunos de la conveniencia de dicha alianza.

Por su parte, Francia tampoco veía enEspaña un aliado especialmente útil. Era evi-dente que el ejército español no está a la alturade las circunstancias, siendo una sombra de loque había sido en otras épocas. Por si estofuese poco, la monarquía española se mostrabaen ocasiones indecisa y con falta de resolución,atareada como estaba en las intrigas palaciegasy las luchas intestinas.

CoNSPiRaCioNES EN la CoRtE

La debilidad de Carlos iV y la ambi-ción de aquellos que lo rodeaban favorecieron

José i (1788-1844)

abandonó el gobierno del

reino de Nápoles cuando

su hermano lo destinó

a España. Aunque

procuró atraerse a los

ilustrados, su gobierno

sería difícil, pues careció

de legitimidad ante

buena parte de la

población, además de

ser la cabeza visible del

invasor francés.

Carlos iV (1748-1819) fue

un rey falto de carácter,

incapaz de controlar las ambi-

ciones de su hijo, de asegurar los

intereses del país y de plantar

cara a la Francia napoleónica.

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REaCCioNES

Parte de las élites españolas no vieroncon malos ojos la elección de José i como rey,pues sabían de su buena labor como rey de Ná-poles y esperaban que bajo su reinado Españase modernizara; quienes así pensaban fueronllamados afrancesados.

Pero parte de la nación, sobre todo elpueblo llano, vio al nuevo rey como un extran-jero impuesto desde Francia. Así, aunque enun primer momento la confusión existente im-pidió la reacción popular, apenas sí pasaronunos días la noticia de lo ocurrido se extendiócomo un reguero de pólvora. El 2 de mayo de1808 las sublevaciones contra el nuevo mo-narca ya habían comenzado.

Así comenzó el reinado del recién co-ronado José i: luchando contra sus nuevos súb-ditos.

CáDiz ENtRE DoS FUEgoS

En Cádiz, lejos de la corte, la noticiatardó en llegar más que a otros lugares delreino. Sin embargo, la población de la urbe nonecesitaba nuevos motivos para sentirse mo-lesta con los franceses. A fin de cuentas, porculpa de la desastrosa guerra contra inglaterraen la que Napoleón había involucrado al país,la ciudad se encontraba sitiada por la flota bri-tánica.

El sitio era mucho peor de lo que po-dría pensarse, ya que la riqueza de la ciudad de-

pendía del comercio con las colonias america-nas. Por lo tanto, la economía de la urbe sevenía abajo. El pueblo pedía, lógicamente,romper con el aliado francés.

Sin lugar a dudas, al gobernador militarde la ciudad, don Francisco Solano Ortiz deRozas, uno de los generales más jóvenes y bri-llantes de su tiempo, le habría gustado poderromper con los franceses. desde tiempo atrás,Solano venía desconfiando de las intencionesde Napoleón, pero era cauto a la hora de le-vantarse en armas contra ellos. No era cobar-día, pues su hoja militar no tenía tacha alguna:ya había luchado contra los franceses durantela Revolución Francesa, donde sus valientes yacertadas acciones le ganaron ascenso tras as-censo. Luego, cuando los franceses volvierona ser aliados de España, Solano estuvo comovoluntario en el ejército galo. Finalmente, antesde ser nombrado gobernador militar de Cádiz,participó en la guerra contra Portugal, dondenuevamente demostró sus dotes.

¿Qué hacía dudar a Solano de enfren-tarse a los franceses? Por un lado, no podemosolvidar que Solano era noble, y estaba en con-

Una de las representaciones que atacaban a José I, considerándolo borracho,

lo que le valdría el apodo de Pepe Botella. Estos ataques a su persona no

respondían a la realidad, simplemente a la necesidad de desacreditar al

monarca impuesto desde Francia.

Fernando Vii fue víctima de su sed de poder. Confiaba en

que Napoleón no se interesaría por los problemas internos de la

monarquía española, pero sus cálculos fueron equivocados. En

última instancia, la facilidad con la que José I fue proclamado

rey fue consecuencia de sus conspiraciones.

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tra de entregar armas al pueblo, mucho menosde una revuelta popular: para él, la guerra de-bían hacerla los soldados profesionales, másfiables y disciplinados que el pueblo. Además,la flota francesa seguía amarrada en la bahía ga-ditana, y si veían la situación desesperada, po-dían abrir fuego contra la ciudad. incluso en elsupuesto de una victoria, ¿qué harían los ingle-ses? ¿intentarían asediar y conquistar a una de-bilitada Cádiz, la cuál ambicionaban desdehacía tantos años?

El pueblo demandaba intervenir, y seenojaba ante la indecisión del gobernador mi-litar. Solano aceptó adiestrar a tropas volunta-rias, pero la medida no era suficiente. Cuandofinalmente se decidió a luchar contra los fran-ceses, ya era demasiado tarde: el pueblo habíaestallado en ira, las palabras ya no podían cal-marlo, y decidieron acabar con aquel a quieninjustamente creían amigo de los franceses.

Tras una persecución que hoy nos pa-recería de película, Solano encontró la muerteen la hoja afilada de una espada que un amigoclavó en él. No pudiendo salvarle la vida, leahorraron la indignidad de morir en la horca,muerte considerada vil.

ViCtoRia!

El sustituto de Solano, el teniente ge-neral Tomás de Morla, se apresuró a levantar a

la ciudad en armas contra los franceses. Ca-rente de recursos materiales, contando conunas tropas escasas y prácticamente inexpertas,con la ciudad doblemente amenazada, la luchacontra los franceses se dibujaba extremada-mente cruenta.

Sin embargo, el oficial francés almando, Rosily, acabaría rindiéndose junto a lospoco más de tres mil hombres a su cargo trasalgunas escaramuzas. La ciudad se libraba, porlo tanto, de ser bombardeada.

Reducidas las tropas galas, los defen-sores gaditanos encontraron en sus barcos unamás que bienvenida provisión de víveres yarmas (casi medio millar de cañones, sin contarfusiles y munición). La ciudad permanecía in-tacta, la moral bien alta, el orden reinaba nue-vamente y, lo más importante, los ingleseshabían presenciado cómo la ciudad había de-rrotado con asombrosa velocidad a las tropasnapoleónicas.

Los habitantes de Cádiz habían conse-guido lo que los ejércitos de media Europa nohabían podido: derrotar a los ejércitos france-ses. Pero aquella era solamente la primera ba-talla; la guerra, que duraría seis años más,acababa de comenzar.

“El dos de mayo de 1808 en

Madrid” también llamado

“La carga de los mamelucos en

la Puerta del Sol” fue pintado

en 1814 por Francisco de

Goya. Su crudeza es similar

a la de la fotografía de las

crónicas de guerra actuales.

En esta obra no existe una

figura principal, sino que la

acción recae sobre el pueblo de

Madrid que se subleva

espontáneamente.

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Será por algo que a ella la llaman la reina. teresita la reina,

la del Pópulo, la de la casa de Petra. gaditana, guapa, vivaracha,

ni canta ni baila ni tiene tampoco pelos en la lengua.

Superviviente de los años de asedio en Cádiz,

su voz cuenta de primera mano la batalla

contra los franceses en las aguas de la bahía,

la construcción de la Cortadura,

el acoso terrible de las

bombas que sirvieron para

hacer de tirabuzones

y la vida cotidiana del Cádiz

de los periódicos, los cafés,

las tertulias y las Cortes.

PRóXiMo NÚMERo

con laS

boMbaSque tiRan1808-1812

Guión

Rafael MaRín

dibujos

olGa caRMona - fRanciSco

Kalvellido - andi RivaS

ShiRaK