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—No he comprendido de modo suficiente —dijo— eso de que hablas. —Pues lo diré otra vez —contesté—. Y lo entenderás mejor después del siguiente preámbulo. Creo que sabes que quienes se ocupan de geometría, aritmética y otros estudios similares dan por supues- tos los números impares y pares, las figuras, tres clases de ángulos y otras cosas emparentadas con estas y distintas en cada caso; las adoptan como hipótesis, procediendo igual que si las conocieran, y no se creen ya en el deber de dar ninguna explicación ni a sí mismos ni a los demás con respecto a lo que consideran como evidente para todos, y de ahí es de donde parten las sucesivas y consecuentes deducciones que les llevan finalmente a aquello cuya investigación se proponían. —Sé perfectamente todo eso —dijo. —¿Y no sabes también que se sirven de figuras visibles acerca de las cuales discurren, pero no pensando en ellas mismas, sino en aquello a que ellas se parecen, discurriendo, por ejemplo, acerca del cuadrado en sí y de su diagonal, pero no acerca del que ellos dibujan, e igualmente en los demás casos; y que así, las cosas modeladas y trazadas por ellos, de que son imágenes las sombras y reflejos producidos en el agua, las emplean, de modo que sean a su vez imágenes, en su deseo de ver aquellas cosas en sí que no pueden ser vistas de otra manera sino por medio del pensamiento? —Tienes razón —dijo. —Y así, de esta clase de objetos decía yo que era inteligible, pero que en su investigación se ve el alma obligada a servirse de hipótesis y, como no puede remontarse por encima de estas, no se encamina al principio, sino que usa como imágenes aquellos mismos objetos, imitados a su vez por los de abajo, que, por comparación con estos, son también ellos estimados y honrados como cosas palpables. —Ya comprendo —dijo—; te refieres a lo que se hace en geometría y en las ciencias afines a ella. —Pues bien, aprende ahora que sitúo en el segundo segmento de la región inteligible aquello a que alcanza por sí misma la razón valiéndose del poder dialéctico y considerando las hipótesis no como principios, sino como verdaderas hipótesis, es decir, peldaños y trampolines que la eleven hasta lo no hipotético, hasta el principio de todo; y una vez haya llegado a este, irá pasando de una a otra de las deducciones que de él dependen hasta que de ese modo descienda a la conclusión sin recurrir en absoluto a nada sensible, antes bien, usando solamente de las Ideas tomadas en sí mismas, pasando de una a otra y terminando en las Ideas. —Ya me doy cuenta —dijo—, aunque no perfectamente, pues me parece muy grande la empresa a que te refieres, de que lo que intentas es dejar sentado que es más clara la visión del Ser y de lo inteli- gible que proporciona la ciencia dialéctica que la que proporcionan las llamadas artes, a las cuales sirven de principios las hipótesis; pues, aunque quienes las estudian se ven obligados a contemplar los objetos por medio del pensamiento y no de los sentidos, sin embargo, como no investigan remontán- dose al principio, sino partiendo de hipótesis, por eso te parece a ti que no adquieren conocimiento de esos objetos que son, empero, inteligibles cuando están en relación con un principio. Y creo también que a la operación de los geómetras y demás la llamas pensamiento, pero no conocimiento, porque el pensamiento es algo que está entre la simple creencia y el conocimiento. —Lo has entendido —dije— con toda perfección. Ahora aplícame a los cuatro segmentos estas cuatro operaciones que realiza el alma: la inteligencia, al más elevado; el pensamiento, al segundo; al tercero dale la creencia y al último la imaginación; y ponlos en orden, considerando que cada uno de ellos par- ticipa tanto más de la claridad cuanto más participen de la verdad los objetos a que se aplica. —Ya lo comprendo —dijo—; estoy de acuerdo y los ordeno como dices. PLATÓN La República, Gredos Recuerda lo que has estudiado sobre la teoría del conocimiento de Platón. Según el texto, ¿qué ciencias son parte de la dianoia o conocimiento discursivo? ¿En qué imágenes se apoyan los matemáticos para sus deducciones? ¿Qué tipo de razonamiento sitúa Platón en la segunda región de la ciencia? ¿Qué diferencia existe entre las hipótesis de la noesis y la dianoia? ¿Cuál es la dirección del razonamiento dialéctico? 2 1 Platón 6. La teoría del conocimiento DOCUMENTOS 1. El «símil de la línea» 1 UNIDAD

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—No he comprendido de modo suficiente —dijo— eso de que hablas.

—Pues lo diré otra vez —contesté—. Y lo entenderás mejor después del siguiente preámbulo. Creoque sabes que quienes se ocupan de geometría, aritmética y otros estudios similares dan por supues-tos los números impares y pares, las figuras, tres clases de ángulos y otras cosas emparentadas conestas y distintas en cada caso; las adoptan como hipótesis, procediendo igual que si las conocieran, yno se creen ya en el deber de dar ninguna explicación ni a sí mismos ni a los demás con respecto a loque consideran como evidente para todos, y de ahí es de donde parten las sucesivas y consecuentesdeducciones que les llevan finalmente a aquello cuya investigación se proponían.

—Sé perfectamente todo eso —dijo.

—¿Y no sabes también que se sirven de figuras visibles acerca de las cuales discurren, pero no pensandoen ellas mismas, sino en aquello a que ellas se parecen, discurriendo, por ejemplo, acerca del cuadrado ensí y de su diagonal, pero no acerca del que ellos dibujan, e igualmente en los demás casos; y que así, lascosas modeladas y trazadas por ellos, de que son imágenes las sombras y reflejos producidos en elagua, las emplean, de modo que sean a su vez imágenes, en su deseo de ver aquellas cosas en sí queno pueden ser vistas de otra manera sino por medio del pensamiento?

—Tienes razón —dijo.

—Y así, de esta clase de objetos decía yo que era inteligible, pero que en su investigación se ve el almaobligada a servirse de hipótesis y, como no puede remontarse por encima de estas, no se encamina alprincipio, sino que usa como imágenes aquellos mismos objetos, imitados a su vez por los de abajo,que, por comparación con estos, son también ellos estimados y honrados como cosas palpables.

—Ya comprendo —dijo—; te refieres a lo que se hace en geometría y en las ciencias afines a ella.

—Pues bien, aprende ahora que sitúo en el segundo segmento de la región inteligible aquello a quealcanza por sí misma la razón valiéndose del poder dialéctico y considerando las hipótesis no comoprincipios, sino como verdaderas hipótesis, es decir, peldaños y trampolines que la eleven hasta lo nohipotético, hasta el principio de todo; y una vez haya llegado a este, irá pasando de una a otra de lasdeducciones que de él dependen hasta que de ese modo descienda a la conclusión sin recurrir enabsoluto a nada sensible, antes bien, usando solamente de las Ideas tomadas en sí mismas, pasando deuna a otra y terminando en las Ideas.

—Ya me doy cuenta —dijo—, aunque no perfectamente, pues me parece muy grande la empresa aque te refieres, de que lo que intentas es dejar sentado que es más clara la visión del Ser y de lo inteli-gible que proporciona la ciencia dialéctica que la que proporcionan las llamadas artes, a las cualessirven de principios las hipótesis; pues, aunque quienes las estudian se ven obligados a contemplar losobjetos por medio del pensamiento y no de los sentidos, sin embargo, como no investigan remontán-dose al principio, sino partiendo de hipótesis, por eso te parece a ti que no adquieren conocimiento deesos objetos que son, empero, inteligibles cuando están en relación con un principio. Y creo tambiénque a la operación de los geómetras y demás la llamas pensamiento, pero no conocimiento, porque elpensamiento es algo que está entre la simple creencia y el conocimiento.

—Lo has entendido —dije— con toda perfección. Ahora aplícame a los cuatro segmentos estas cuatrooperaciones que realiza el alma: la inteligencia, al más elevado; el pensamiento, al segundo; al tercerodale la creencia y al último la imaginación; y ponlos en orden, considerando que cada uno de ellos par-ticipa tanto más de la claridad cuanto más participen de la verdad los objetos a que se aplica.

—Ya lo comprendo —dijo—; estoy de acuerdo y los ordeno como dices.

PLATÓN

La República, Gredos

Recuerda lo que has estudiado sobre la teoría del conocimiento de Platón. Según el texto, ¿qué ciencias son parte de la dianoia o conocimiento discursivo? ¿En qué imágenes se apoyan los matemáticos para sus deducciones?

¿Qué tipo de razonamiento sitúa Platón en la segunda región de la ciencia? ¿Qué diferencia existe entre las hipótesis de la noesis y la dianoia? ¿Cuál es la dirección del razonamiento dialéctico?

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6. La teoría d

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iento

DOCUMENTOS

1. El «símil de la línea»

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En la obra de Platón se reúnen elementos del pasado, como la mentalidad religiosa o unarecuperación sui géneris de los mitos, con avances formidables en el desarrollo del análi-sis racional de las perplejidades intelectuales. Sus ideas políticas son aterradoras, es posi-ble, pero las expresó de una manera tan fascinante que nuestra tradición intelectualnunca se ha atrevido a desdeñarlas. En sus diálogos se encuentran ecos de un clarorechazo al carácter aristocrático ante la extensión del poder político y de la igualdadlegal a la totalidad de la población. Hasta entonces se había dado por supuesto que lamayoría de los hombres nacían para ser gobernados. ¿Cómo aceptar sin protestas queahora se les tuviese a todos como igualmente aptos y hasta igualmente obligados agobernar? Sin embargo, el propio Platón puso en tela de juicio ese rechazo a la democra-tización de la vida pública en tanto no admitió ningún tipo de aristocracia de la sangre ode la riqueza, sino solo una aristocracia de la virtud. Por eso propuso, en varios textos, unaigualdad no meramente aritmético-cuantitativa y, por lo tanto, no cualitativa, sino unaigualdad que llamaría geométrica o proporcional que diera a cada uno según su necesi-dad y que exigiera a cada uno según su capacidad. Ello no disminuía, a ojos de la nobleza,el escándalo de que gobernaran quienes no nacían destinados a hacerlo.

Eurípides refleja muy bien ese escándalo político en las Suplicantes, cuando el heraldoque viene de Tebas enviado por el rey Creonte pregunta a los atenienses quién es el reyabsoluto al que debe entregar su mensaje y recibe la siguiente respuesta de Teseo: «Estapolis no está sujeta a la voluntad de un solo hombre, sino que es una ciudad libre. El reyaquí es el pueblo, quien con cargo anual se alterna en el gobierno. No le damos un poderespecial a la riqueza; la voz del hombre pobre manda con igual autoridad». El tebano semuestra escandalizado: «La ciudad de la que provengo vive bajo el mando de un hombre,no de una multitud… ¡El hombre común! Si es incapaz del simple razonar, ¿cómo va apoder guiar una ciudad con política sólida? La experiencia nos da un conocimiento másútil que la impaciencia. Vuestro hombre rústico, aun cuando no sea tonto, ¿cómo puedecambiar su mente del arado a la política?».

Algo similar ocurrió, tal como cuenta Platón en Gorgias, en el diálogo entre Sócrates y elaristocrático Calicles. Este último sostiene que es el más fuerte quien debe dominar lapolis por encima de todos, mientras que Sócrates le responde: «Dicen los sabios, amigoCalicles, que la sociabilidad, la amistad, el buen orden, la prudencia y la justicia mantienenunidos cielo y tierra, dioses y hombres, y por esa razón llaman cosmos a todo ese conjuntoy no desorden o intemperancia. Pero me parece que tú, pese a tu sabiduría, no dedicas tuatención a estas cosas, sino que se te oculta que la igualdad geométrica desempeña unpapel importante tanto entre los dioses como entre los hombres y por descuidar la geome-tría, crees que debemos cultivar las prácticas propias de la ambición».

Fernando SAVATER

La aventura de pensar, Debate

¿Qué idea platónica causaba estupor entre sus contemporáneos?

En la democracia ateniense, tan solo los hombres libres mayores de 21 años eran considerados ciudadanos.Ni las mujeres, ni los extranjeros, ni los esclavos, ni los jóvenes podían participar en la vida política de la ciudad. ¿Qué novedades aportaron los planteamientos de Platón?

¿Crees que Platón defendía un gobierno democrático en un sentido actual? Razona tu respuesta.3

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7. Ética y po

líticaDOCUMENTOS

2. Orden y justicia

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—De modo que lo concerniente a los números y a la geometría y a toda la instrucciónpreliminar que debe preceder a la dialéctica hay que ponérselo por delante cuando seanniños, pero no dando a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.

—¿Por qué?

—Porque no hay ninguna disciplina —dije yo— que deba aprender el hombre libre pormedio de la esclavitud. En efecto, si los trabajos corporales no deterioran más el cuerpopor el hecho de haber sido realizados obligadamente, el alma no conserva ningún cono-cimiento que haya penetrado en ella por la fuerza.

—Cierto —dijo.

—No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo —dije—, para instruir a los niños; que seeduquen jugando y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada unode ellos.

—Es natural lo que dices —respondió.

—Pues bien ¿te acuerdas —pregunté— de que dijimos que los niños habían de ser tambiénllevados a la guerra en calidad de espectadores montados a caballo y que era menesteracercarlos a ella, siempre que no hubiese peligro, y hacer que, como los cachorros, probasenla sangre?

—Me acuerdo —dijo.

—Pues bien —dije—, al que demuestre siempre una mayor agilidad en todos estos tra-bajos, estudios y peligros, a ese hay que incluirlo en un grupo selecto.

—¿A qué edad? —dijo.

—Cuando haya terminado —dije— ese período de gimnasia obligatoria que, ya seandos o tres los años que dure, les impide dedicarse a ninguna otra cosa; pues el cansancioy el sueño son enemigos del estudio. Además una de las pruebas, y no la menos impor-tante, será esta de cómo demuestre ser cada cual en los ejercicios gimnásticos.

—¿Cómo no? —dijo.

—Y después de este período —dije yo— los elegidos de entre los veintenarios obten-drán mayores honras que los demás y los conocimientos adquiridos separadamente porestos durante su educación infantil habrá que dárselos reunidos en una visión generalde las relaciones que existen entre unas y otras disciplinas y entre cada de ellas y la natu-raleza del Ser.

—Ciertamente —dijo—, es el único conocimiento que se mantiene firme en aquellos enque penetra.

—Además —dije yo— es el que mejor prueba si una naturaleza es dialéctica o no. Porqueel que tiene visión de conjunto es dialéctico; pero el que no, ese no lo es.

—Lo mismo pienso —dijo.

—Será, pues, necesario —dije yo— que consideres que a quienes, además de aventajara los otros en ello, se muestren también firmes en el aprendizaje y firmes en la guerra yen las demás actividades, a estos los separes nuevamente de entre los ya elegidos, tanpronto como hayan rebasado los treinta años, para hacerles objeto de honores aún másgrandes e investigar, probándoles por medio del poder dialéctico, quién es capaz deencaminarse hacia el Ser mismo en compañía de la verdad y sin ayuda de la vista nide los demás sentidos. Pero he aquí una labor que requiere grandes precauciones, ¡oh, amigo mío!

—¿Por qué? —preguntó.

—¿No observas —dije yo— cuán grande se hace el mal que ahora afecta a la dialéctica?

—¿Cuál? —dijo.

—Creo —dije— que se ve contaminada por la iniquidad.

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3. La educación

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[…]

—¿Y no es una gran precaución la de que no gusten de la dialéctica mientras sean todavíajóvenes? Porque creo que no habrás dejado de observar que, cuando los adolescenteshan gustado por primera vez de los argumentos, se sirven de ellos como de un juego, losemplean siempre para contradecir y, a imitación de quienes les confunden, ellos a su vezrefutan a otros y gozan como cachorros dando tirones y mordiscos verbales a todo elque se acerque a ellos.

—Sí, gozan extraordinariamente —dijo.

—Y una vez que han refutado a muchos y sufrido también muchas refutaciones, caenrápidamente en la incredulidad con respecto a todo aquello en que antes creían y comoconsecuencia de esto desacreditan ante los demás no solo a sí mismos, sino también atodo lo tocante a la filosofía.

—Muy cierto —dijo.

—En cambio —dije yo—, el adulto no querrá acompañarles en semejante manía e imitarámás bien a quien quiera discutir para investigar la verdad que a quien por divertirse hagaun juego de la contradicción; y así no solo se comportará él con mayor mesura, sino queconvertirá la profesión de deshonrosa en respetable.

—Exactamente —dijo.

PLATÓN

La República, Gredos

Según Platón, ¿se debe obligar a los niños a estudiar por la fuerza? ¿Por qué?

A partir de los veinte años, ¿qué tipo de conocimiento se debe enseñar a los jóvenes seleccionados?

¿Cuál es el peligro de enseñar la dialéctica a los jóvenes? ¿Estás de acuerdo con Platón?3

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DOCUMENTOS

3. La educación (CONTINUACIÓN)

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