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  • El Cotidiano 168 69

    Abel Prez Ruiz*

    nnuestropas,eltemaeducativoconcita la intervencin de distintosgruposdeintersconposturasdiver-gentesycontrapuestasentornoalamejorainstitucionaldelosprocesosdeenseanza.LadireccindelEstadoenlosasuntoseducativosseestable-ce cada vezms bajo la presin deagenciasmultilaterales,deorganismosdiversosdelasociedadcivil,ascomodelapropiaorganizacinmagisterial.De este modo, la poltica pblicaorientadaalaeducacinesresultadodedistintosnivelesde interlocucinsobre los cuales se pone en juegounaideadelacalidadenelmarcode

    En los ltimos aos, la llamada modernizacin educativa ha suscitado una reconfiguracin de los arreglos institucionales entre distintos grupos de inters impli-cados en el tema educativo, lo cual ha tenido efectos en el diseo de las polticas orientadas a la mejora de la educacin bsica. En este escenario, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educacin (snte) busca articular su naturaleza corporativa, histricamente constituida, con las demandas y directrices de agentes tanto externos como locales a favor de la calidad de la educacin, sin que esto suponga la renun-cia de su control representativo de intereses en la bsqueda de la distribucin de recursos como parte de su poder de interlocucin con el Estado.

    unasociedadcadavezmscambiante,diversa y compleja.Bajoesta condi-cin,elsnteseconstituyeenunactorcentral con un peso especfico enlatomadedecisionesalrededordelaorganizacinde la enseanzabsica.Supresenciacorporativaincideeneltipo de arreglo institucional llevadoa cabo por el Estado en lamateria,llevandosucapacidaddeintervencinmsalldeloestrictamentelaboral.Entalperspectiva,losplanesyreformaseducativasseconviertenenunasuntode inters gremial sobre la base dedeterminados principios ideolgicosenraizadosencomponentespolticos,socialesyculturalesconstruidoshis-tricamente.Noobstante,alamparode los procesos de insercin globalque vive nuestro pas, el sindicatomagisterialhatenidoquehacerfrente

    *DoctorenEstudiosSocialesporlauam-Iztapalapa.AcadmicodelaUniversidadPeda-ggicaNacional,Unidad098.

    Poltica pblica y sindicalismo magisterial: la bsqueda de la calidad educativa y los nuevos actores

    E alapresindeotros actores, tantointernacionalescomolocales,quienestambinintervienenenladisputadelospropsitos,losfundamentosylasaccionesafavordelamejoraeducativadesdeposturasparticulares.Deahlanecesidaddeanalizarcmoelsntehatratadodearticularsupodercorpora-tivoconlasnuevasexigenciaseduca-tivasderivadas,esencialmente,delosimperativosde la globalizacin.Paratal efecto, el presente artculo estorganizadodelasiguientemanera:unprimerejeexpositivodescansaenlarevisindelcontextosocioeducativopresenteennuestropas,yelsegundo,reside en la reflexin sobre el carcter delapolticaeducativallevadaacaborecientemente enMxico y el tipodeparticipacinpolticadelsnteendichoproceso.

    julio-agosto, 2011

  • El snte y la educacin70

    Los marcos de la accin educativa en Mxico

    Al igual que enmuchos pases, enMxico el temade laeducacinconstituyeunacuestindeprimerorden,cuyaobservanciayseguimientopblicoserevelacomounasuntoimpostergableenunmarcodeprofundoscambiosalentadosporeldesarrollotecnolgico,laintegracindelosmerca-dos, las narrativas emergentes sobre la ideadeprogreso(Sacristn,2002),elavancedelossistemasdeinformacin,laresignificacin de la cultura a nivel global, la reconfiguracin delosvnculossociales,etc.Sobrelabasedeestosprocesos,elpapeldelquehacereducativosearticulaconunanotoriadiversificacin del aprendizaje, al punto de que sus conte-nidosyvaloracionesentranenunacompetenciacontinuaconlaincorporacindenuevosagentessocializadorescomoel Internet, los videojuegos, la telefona celular, etc., cuyadinmicaenladifusindelainformacinhaceapareceralaescuelacomoobsoleta(Tedesco,2004:34),enmediodeunaredefinicin de la realizacin personal.

    Ennuestropas, laspropuestasdecambioeducativollevadas a cabo oficialmente en los ltimos aos no pueden analizarseplenamentesinatenderelcontextosobreelcuallasdistintasinstitucionesescolaresorganizansufunciona-miento.Esdeestemodoquelatareaeducativaseplanteacomoelfundamentoorganizadordelprogresosocialenunmarcodeincertidumbremediadoporlapresenciadelasdesigualdadessocioeconmicas,lasegmentacinenlasoportunidadesdeinsercinlaboral,lavolatilidaddelasocu-paciones productivas, el desencantoo indiferencia hacialasinstitucionespolticasyelincrementodelainseguridadpblica,entreotrosmuchosaspectos.Esbajoestepanoramacomolostrminosdequesloquesedebedeensear,elcmosedebedeaprenderyelpara qu esimportanteadquirirunaformacin,recobranparticularrelevanciaenunasociedadqueexperimentacambiosimportantesensucomposicin.

    Eneseorden, laparticipacindenuestropasenelcircuito global capitalista ha supuesto la reformulacindel sentido de la educacin en alcance directo con lastransformacionesderivadasdelaintegracindelosmer-cados. Esta circunstancia trae consigo la reconfiguracin delmercado de trabajo sobre la base de criteriosmsflexibles en el uso y aprovechamiento de la mano de obra adiferentesescalasproductivas.Deestemodo,elcarcterde las ocupaciones vienemarcado por la necesidad delosempleadoresdeinstituirestrategiasdedesregulacinque les permitan responder a los ambientes inciertos y

    cambiantesdentrodeunesquemademercadosabiertos.Enestaperspectiva,laeducacindebeservir,entreotrospropsitos,alaformacindesujetosconlascapacidadesnecesarias para desenvolverse en contextos diversificados, insegurosycontingentes.

    Deahqueelpapeldelaeducacin,entrminosdesurelacinconlamovilidadsocial,exijaserreplanteadoantelaprecariedadyrezagoocupacionalquedominanlacon-formacindelmercadolaboraldentrodeunesquemademodernizacinproductiva(Ibarrola,2007:302).Lacreacindeempleoseventualesodetiempoparcialbajocondicio-nesdeincertidumbre,juntoconladesvalorizacindelossaberesadquiridos,hacendifcilmantenerlasexpectativasdedesarrollopersonalbasadasenuntrayectoeducativo.Desdeunamiradafuncionalista,alolargodelosaossehainsistidoenlaideadequesloatravsdeunainstruccineducativaformallosindividuospuedenalcanzarunestatussocioeconmicoimportante;sinembargo,enMxiconohay evidencia slida que vincule significativamente el logro acadmico con el nivel de ingresos alcanzado (Llamas,2007:21).

    Elpapeldelaformacinseinscribeasenunentornosegmentadoypolarizadoentrequienestienenlaposibilidaddeincursionarenunempleoformalconciertasgarantaslaboralesyquienes,porelcontrario,sevenexpuestosalascondicionesdeincertidumbreoriesgolaboralenrazndelaprecariedaddelosempleos.Estecarcterambivalentedelmercadodetrabajoimpactadirectamenteeneltipodeconocimientosocialmentevalorado,enespecialaquelquederiva de las posturas gerenciales (y tambin polticas)que ven la necesidad de formar perfiles ocupacionales adaptables a los cambios, conacometimientoplenoa laresolucindeproblemas,conscientesdelatransitoriedadde los empleos y flexibles ante la inestabilidad del escenario productivo.

    Bajo estas condiciones, estadsticas del inegi (vaseCuadro1)muestranquequienes seencuentranecon-micamenteactivosenelpascuentanconnueveaosdeescolaridadpromedio.Estonoshabla,porunaparte,delaincorporacindemanodeobraalmercadolaboralconunnivel de calificacin que llega, por lo general, a los estudios secundarios,locualbuscareforzarseconlaformalizacinde laeducacinsecundariacomoinstruccinobligatoria(MirandayReynoso,2006;Sandoval,2007).Porotrolado,este mismo dato refleja el confinamiento de la continuidad educativa,especialmenteentrelapoblacinjovenquevelimitadapordiversasrazoneslaposibilidaddeproseguirconestudiospost-secundarios.

  • El Cotidiano 168 71

    Cuadro IIndicadores socioeconmicos en Mxico

    (4o. Trimestre 2010)

    Indicador Hombres Mujeres Total

    Poblacin Econmicamente Activa (pea) %

    76.3 41.1 57.8

    Poblacin No Econmicamente Activa (pnea) %

    23.7 58.9 42.2

    Edad promedio de la pea 37.9 37.3 37.7Promedio de escolaridad de la pea 9.1 9.7 9.3

    Ingreso promedio por hora trabajada de la poblacin ocupada 28.8 28.3 28.6

    Fuente: inegi, Encuesta Nacional de Ocupacin y Empleo (enoe), 2010.

    Por su parte, la situacin de crisis por la que atraviesa el pas ha abonado en el incremento en la tasa de desem-pleo entre 2008 y 2009 para aquellos que completaron sus estudios a nivel medio superior. La condicin de los jvenes de entre quince y diecinueve aos de edad, quienes se en-cuentran al margen de una instruccin educativa formal, es ms preocupante en virtud de que cerca de 45% estaban desocupados o no formaban parte de la fuerza laboral durante 2008. A pesar de que nuestro pas ha extendido su sistema educativo y ha comportado un crecimiento de co-bertura educativa en los ltimos aos (vase Cuadro 2), sus efectos en el mercado laboral no han impactado de manera significativa en trminos de una mejora en la calidad de la oferta ocupacional. A esto se suma el hecho de que 42% de los estudiantes mexicanos a nivel superior no llegan a titu-larse (ocde, 2010), truncando la posibilidad de extender su proceso de profesionalizacin a los niveles de posgrado.

    Articulado con esta condicin, el problema de la po-breza contina siendo un asunto pendiente en la agenda nacional. Datos de la Comisin Nacional de la Evaluacin de la Poltica Social (Coneval) sostienen que la crisis econmica propici un aumento en el nmero de pobres durante la primera mitad del ao 2009, de tal suerte que 54.8 millones de mexicanos, es decir, 51.02% de la poblacin total, se encontraban en situacin de pobreza1. Los efectos de esta circunstancia fomentan an ms las tendencias de exclusin y desigualdad socioeconmicas presentes en el pas. En este marco, la desigual distribucin acumulativa influye de manera directa en tres componentes clave del desarrollo como es la salud, los ingresos y, desde luego, la educacin (pnud, 2004).

    Es en este ltimo rubro, en particular, donde el im-pacto de la inequidad marca notorias diferencias en el

    2 Cumbre de las Amricas. Informe Regional: Panorama Educativo de las Amricas. orealc, Ministerio de Educacin del Gobierno de Chile, 2002.

    acceso a las oportunidades a fin de adquirir una formacin educativa formal, ya que una persona de veinticinco aos perteneciente al decil ms rico posee casi seis veces los aos de estudio que una persona de la misma edad pero perteneciente al decil ms pobre. Lo anterior significa que mientras la poblacin agrupada en el 10% ms rico tiene doce aos de estudio en promedio; las personas del 10% ms pobre, en cambio, apenas logran dos2.

    De igual modo, el problema de quienes no saben leer ni escribir sigue constituyndose en una importante traba para el desarrollo social, en especial en aquellos estados del pas con una trayectoria histrica marcada por la marginacin y la pobreza, como son los casos de Chiapas, Guerrero, Oaxa-ca, Veracruz y Puebla, cuyas tasas de analfabetismo se sitan en 19.7, 18.7, 15.9, 13.9 y 12.4%, respectivamente, dentro de una media nacional del orden de 7.8% (sep, 2009b). Todos estos aspectos reflejan cmo las oportunidades de insercin educativa, como un elemento clave del desarrollo de las personas, se distribuyen diferenciadamente en una sociedad como la nuestra, la cual contina experimentando rezagos importantes de variado tipo construidos a lo largo del tiempo.

    La cobertura educativa

    En gran medida, los recursos destinados por un pas a su sistema educativo se fundamentan en el nivel de demanda existente entre la poblacin por recibir una educacin en sus diversos grados y modalidades. Desde hace algunos aos, en Mxico la inversin reservada a este sector ha aumentado significativamente. El promedio de gasto pblico en materia educativa en la actualidad representa 5.7%, al igual que el promedio general de los pases de la ocde. No obstante, ms de 90% de ese gasto se destina a consumo burocrtico y de personal, lo cual deja poco margen de ma-niobra para la incorporacin de otros insumos educativos (ocde, 2010). De igual modo, este monto no ha repercutido an en una capacidad de atencin educativa que responda satisfactoriamente a las necesidades de la poblacin entre los cuatro y los veinticuatro aos de edad, tal y como se muestra en la Grfica 1.

    1 La Jornada en lnea, 20 de agosto de 2009.

  • El snte y la educacin72

    Cuadro 2 Cobertura Educativa a Nivel Nacional

    Nivel 1992 2000 2006

    Primaria 95.2 94.8 94.4Secundaria 67.8 83.8 93.0Media Superior 36.5 48.4 59.7Superior 13.9 20.2 24.3

    Fuente: Coneval. Informe de Evaluacin de la Poltica de Desarrollo Social en Mxico, 2008.

    con las exigencias de un marco global que tienden a rede-finir el carcter de las opciones educativas de cara a nuevos contenidos y referentes culturales que recrean, expanden o cuestionan los mecanismos de transmisin del saber en medio de una marcada heterogeneidad de la sociedad en su conjunto. Desde esta perspectiva, el compromiso hacia la educacin se debate entre un mayor control en los procesos de enseanza por parte de las instancias insti-tucionales tradicionales y el debilitamiento del modelo de pas centrado en la educacin como el objeto privilegiado del progreso.

    La directriz educativa y el snte

    Bajo el panorama anteriormente expuesto, la necesidad de modernizar el sistema educativo mexicano se ha convertido en uno de los puntos clave de la agenda pblica acorde a los imperativos de una sociedad cada vez ms cambiante y diversificada. Esto supone el establecimiento de un nuevo tipo de arreglo institucional entre los distintos actores involucrados, as como una reconfiguracin de las formas de organizacin y prcticas educativas. Con base en ello, las orientaciones polticas apuntan al establecimiento de una dinmica regulada por criterios fincados en la mejora de la calidad en la enseanza, la bsqueda de la innovacin, la rendicin de cuentas, la equidad, la relevancia, la transpa-rencia pedaggica, entre otros aspectos. Sin embargo, tal como lo apunta John Campbell, el alcance efectivo de las innovaciones (en este caso en torno al tema educativo) de-pende de los contextos institucionales locales, de las luchas de poder, del apoyo recibido de los liderazgos, as como de las capacidades reales de ejecucin (Campbell, 2009: 24).

    En razn de este planteamiento es necesario compren-der que el anlisis de los procesos orientados a elevar la calidad en el aprovechamiento educativo no puede despren-derse de un componente relacional. Bajo esta perspectiva, atraemos la consideracin hecha por Mancur Olson en el sentido de que la lgica de accin pblica est vinculada con la creacin de grupos de inters o coaliciones distributivas que se agrupan para alcanzar la distribucin de distintos recursos3 puestos en juego como parte de las luchas de

    Grfica 1 Cobertura educativa y demanda social

    Fuente: sep, Sistema Educativo de los Estados Unidos Mexicanos. Principales Cifras Ciclo Escolar 2008-2009.

    Esta desarticulacin entre cobertura y demanda social, que en algunos estados como Veracruz o Jalisco significa prcticamente que un tercio de las personas entre estas edades se encuentra al margen del sistema educativo, su-giere un panorama problemtico para el Estado mexicano en tanto supone, por una parte, un replanteamiento de las estrategias institucionales en materia de asignacin y dis-tribucin de recursos destinados a infraestructura bajo un carcter mucho ms equitativo entre las distintas entidades federativas y, por la otra, la necesidad de establecer mayo-res acciones encaminadas a brindar expectativas reales de desarrollo regional que articulen efectivamente lo laboral con el avance educativo. Bajo esta dinmica, la complejidad de la realidad socioeducativa en nuestro pas exhibe impor-tantes vacos que limitan la amplitud de las oportunidades y la efectiva democratizacin de la educacin.

    Al amparo de estas insuficiencias, el sistema educativo mexicano se imbrica en procesos que buscan articular, a un tiempo, las necesidades sociales propias del entorno local

    3 Aunque Olson habla fundamentalmente de recursos de carcter material o econmico, creemos conveniente extender esta formulacin al mbito de lo simblico en el sentido planteado por Pierre Bourdieu con base en su idea del campo, es decir, en donde los distintos agentes agrupados en torno a un objeto en comn (en este caso la educacin) se

    1,000,000 2,000,000 3,000,000 4,000,000 5,000,000 6,000,000 7,000,000Matrcula Poblacin 4-24 aos

    Baja California SurColima

    Campeche

    QuertaroYucatnTabasco

    ZacatecasMorelosDurango

    Nayarit

    AguascalientesQuintana Roo

    MichoacnChiapas

    Puebla

    GuerreroOaxaca

    Nuevo Len

    San Luis Potos

    Baja CaliforniaTamaulipas

    SonoraHidalgo

    Coahuila

    JaliscoVeracruz

    Distrito FederalMxico

    Guanajuato

    Tlaxcala

    Sinaloa

    Chihuahua

  • El Cotidiano 168 73

    poder al interior de un colectivo. En funcin del carcter y las consecuencias de estas luchas es como la sociedad puede abreviar o retardar su capacidad para introducir los cambios propuestos (Olson en Montagut, 2000: 85).

    Desde ese presupuesto, las estrategias de moderni-zacin educativa en especial la relativa a la educacin bsica se encuentran articuladas ntimamente con los procesos de apertura e integracin econmica presentes en el pas desde los aos ochenta del siglo pasado. Como parte de los vnculos institucionales agrupados en torno a los problemas de la educacin, el Estado mexicano ha tenido que incursionar en una lgica de accin en el de-sarrollo de las polticas en estrecha relacin con distintos agentes, tanto internos como externos, que impulsan por diferentes vas el tipo de intervencin a seguir en la materia. En medio de esta relacin de fuerzas, el snte se constituye como un actor central en los mecanismos institucionales de negociacin alrededor de los intereses educativos. Es as como el sindicato magisterial se organiza a partir de dos posicionamientos aparentemente opuestos, pero que le han permitido refuncionalizar su poder de cara a la intervencin de otros actores: 1) como un organismo corporativista dispuesto a mantener el monopolio de la representacin de sus integrantes, circunstancia que se nutre fuertemente de liderazgos oligrquicos y grupos de poder exclusivos bajo el reconocimiento de las autoridades oficiales en turno (Muoz, 2008: 378), y 2) como una entidad dispuesta a asumir la directriz modernizadora impulsada por el Estado a fin de alcanzar una educacin de calidad que propicie un mayor desarrollo en el pas a diferentes niveles (snte, 2008).

    En lo tocante al primer punto, es de sobra conocido el tipo de intervencin poltica del sindicato en su actuar pblico, especialmente frente al aparato gubernamental. Desde su formacin en 1944 bajo la administracin de vila Camacho, el snte ha instituido mecanismos de carcter orgnico para procesar las demandas de los docentes bajo un principio de dominacin vertical y autoritario. A lo largo de los aos, este poder le ha permitido constituirse en un actor importante, no slo en lo relativo a la defensa de los intereses laborales de sus agremiados, sino de las propias decisiones educativas. Dada la trascendencia de la educacin

    en el diseo de la poltica pblica, el sindicato ha sabido establecer un esquema de intercambio poltico con la auto-ridad para negociar prebendas de naturaleza variada, tanto adentro como hacia fuera de la propia organizacin. Esta circunstancia hacer ver que los mrgenes entre la funcin sindical y la educativa prcticamente se diluyen por cuanto las decisiones en ambas esferas pasan por los recovecos del magisterio, a tal grado que los directores, supervisores e, incluso, los mismos maestros reconocen obedecer ms a la autoridad gremial que a la propia Secretara de Educacin Pblica (sep) (Santibez, 2008: 421).

    Lo anterior enmarca el carcter de la poltica educativa en nuestro pas al presentarse la educacin no tan slo como un bien pblico, sino adems como un bien intercam-biable en funcin de los intereses puestos en juego desde particulares visiones ideolgicas. Desde este ngulo, el snte administra y moviliza sus distintos recursos frente a las autoridades educativas tanto federales como estatales, ya sea para pugnar por mejoras salariales, por la asignacin o rezonificacin de las plazas, por mayores prestaciones, o bien, para incidir en las polticas de gestin institucional al-rededor del equipamiento de las escuelas, de los materiales disponibles para organizar el quehacer pedaggico o de la certificacin misma de la formacin docente a travs de las escuelas normales4. Estos niveles de influencia sindical son posibles debido a que histricamente el magisterio ha desarrollado procesos de imbricacin o colonizacin (Or-nelas, 2008a) de las estructuras polticas e institucionales a diferentes grados. Dicha accin le ha permitido al snte alcanzar posiciones poltico-administrativas de los estados gracias a la base electoral magisterial ofrecida, a tener injerencia directa en el nombramiento de altos y medios mandos en la sep, a mantener lealtades polticas entre sus agremiados a travs de la distribucin de cargos, a selec-cionar las autoridades educativas en algunas entidades del pas, a tener diputados provenientes del magisterio en el Congreso de la Unin, etctera.

    Todos estos elementos conducen, por una parte, a ad-vertir que la injerencia del magisterio trasciende los lmites

    4 A ese respecto, Carlos Ornelas (2008b: 104-105) advierte que pese a las orientaciones de la sep por vincular ms estrechamente las escuelas normales con las instituciones de educacin superior, existe una fuerte inercia histrica que mantiene a las primeras como los centros fundamen-tales de preparacin y certificacin de los conocimientos de los maestros de educacin primaria, lo cual conduce a un fortalecimiento poltico e ideolgico del gremio por cuanto el snte vigila que las normales de los distintos estados del pas cumplan con los planes y ofrezcan una cierta homogeneidad en la formacin inicial de los docentes.

    disputan propsitos o prerrogativas de variada ndole poniendo en juego diversas estrategias de accin a fin de controlar el manejo material y simblico de lo que es propio de ese campo (vase Bourdieu, 2000).

  • El snte y la educacin74

    de su propia estructura orgnica en tanto sindicato, llevando sus estrategias de accin a esferas de implicacin poltica mucho ms amplias dentro de la compleja red de dispositi-vos institucionales puestos al servicio de la educacin. Por otra parte, se advierte de igual manera que las decisiones educativas, en tanto referentes de una poltica pblica, no son meras ejecuciones basadas en el costo-beneficio bajo un principio de racionalidad instrumentado por el Estado, sino que suelen ser resultado de un entorno poltico en el que se politizan sus contenidos (Canto Chac, 1994: 119) en funcin de ciertos criterios de actuacin factibles mas no necesariamente ptimos, sobre la base de una capa-cidad instalada, de un tipo de organizacin escolar, de los recursos disponibles o de la tecnologa educativa en uso (Aguilar, 2007: 38).

    Con respecto al segundo punto, el snte se ha visto en la necesidad de asumir (al menos declarativamente) como propias las proclamas que ponderan la importancia de la calidad y la modernizacin de la enseanza bsica defendidas desde la sep. Sin embargo, esto ltimo no debe suponer una simple alineacin automtica, desprovista de resistencias o conflictos hacia el interior de la organizacin sindical, lo cual tiene el inconveniente, por lo dems, de ver a esta ltima como monoltica e indiferenciable ms all de las secciones, regiones, niveles de mando, etc. que la componen. Por el contrario, ha supuesto desencuentros de distinta magnitud entre quienes se oponen a ciertos principios ordenadores de la directriz modernizadora y quienes buscan inaugurar una vertiente reformadora adecuada a los nuevos procesos de integracin global (Espinazo Valle, 1997: 136). Lo impor-tante en ambos casos es que ninguna alternativa supone un desprendimiento del esquema corporativo que le da sustento al sindicato, ms bien son expresiones de inters, ya sea por refrendar visiones de la educacin tradicionales, o bien por introducir nuevos referentes de gestin educativa, pero sin alterar gravemente el ordenamiento estructurador del magisterio5.

    Este comportamiento comienza a advertirse desde la introduccin de una serie de reformas educativas en los aos ochenta y noventa del siglo pasado, especialmente durante la gestin de Carlos Salinas de Gortari. Bajo su gobierno, se comienza a gestar un proyecto de moderniza-cin orientado a replantear los mecanismos institucionales que dieron cobijo a la educacin durante aos. Es as como se insiste en la necesidad de la descentralizacin educativa, de la profesionalizacin y actualizacin docente, de los bonos de productividad, de la participacin social en las escuelas, de los proyectos de calidad educativa, de nuevos esquemas de financiamiento, de la revisin de los diseos curriculares, etc. Todo ello dara pie a la conformacin del Acuerdo Nacional para la Modernizacin de la Educacin Bsica (anmeb) en el ao de 1992, antecedente de lo que en 2008 se denominara oficialmente Alianza por la Calidad de la Educacin, documento que, a diferencia del primero, sera suscrito entre el gobierno federal y el propio sindicato de maestros6.

    Si bien estas reformas han buscado la reorganizacin de la educacin bsica en nuestro pas, su alcance se en-cuentra sujeto a negociacin con la parte sindical, pero ms an a toda una cultura instituida a lo largo de los aos en torno al quehacer educativo. Es por esa razn que las necesidades de transformacin escolar promovidas por las autoridades educativas no encuentran homogneamente el mismo inters, entusiasmo o comprensin entre quienes integran al magisterio. Desde esa visin, la poltica educativa ha prestado particular inters en dos ejes programticos fundamentales: 1) la profesionalizacin y 2) la evaluacin docente. Es en funcin de estas directrices como se entre-cruzan distintas valoraciones alrededor del discurso institu-cional basado en la calidad de la enseanza, al tiempo que se ponen en disputa determinadas prerrogativas simblicas acerca del sentido de la educacin.

    Profesionalizacin docente y evaluacin

    En torno al papel de la profesionalizacin de los docentes existe una postura dominante en nuestros das que pugna 5 Esto debe entenderse como resultado histrico de un esquema pol-

    tico, cuyas caractersticas son compartidas en lo general por los sindicatos tradicionales en Mxico, como los afiliados al Congreso del Trabajo (ct) o a la Confederacin de Trabajadores de Mxico (ctm). Desde su nacimiento, estas centrales sindicales estuvieron regidas por un plegamiento hacia el Estado y hacia la figura presidencial en turno, a cambio del mantenimiento de ciertos privilegios gremiales y la promocin poltica de sus dirigencias. En este sentido, el snte forma parte de esa historia corporativa a partir de la cual se ha institucionalizado toda una cultura laboral y sindical que resulta difcil de romper en las circunstancias actuales.

    6 El anmeb fue una poltica diseada e instrumentada de manera unila-teral por Salinas de Gortari como parte de su estrategia por reorganizar la educacin a fin de adecuarla al ambiente de productividad, flexibilidad y libre mercado. Ante esta iniciativa, el snte y particularmente su dirigencia, en manos de Elba Esther Gordillo tuvo que aceptar a regaadientes la poltica salinista a cambio de mantener el aparato sindical para fincar su poder tanto al interior como al exterior de la organizacin.

  • El Cotidiano 168 75

    por la redefinicin de la prctica pedaggica centrada en la idea de la formacin continua o el aprendizaje permanente (Marcelo, 2001; Mella Garay, 2003; Tedesco, 1996). Esto conduce a la necesidad de desarrollar un ethos formativo fincado en la flexibilidad y en la capacidad de atender con atingencia distintas situaciones dentro del entorno escolar. En este marco, las polticas apuntan a la construccin de una nueva institucionalidad orientada a ofrecerles a los docentes una cultura profesional de corte meritocrtico basada en un principio bsico: mayor reconocimiento o remuneracin a los maestros segn su desempeo.

    En un plano retrico, lo anterior se reviste de una re-configuracin simblica sobre la figura del ser maestro, esto es, de un sujeto conductor, altamente directivo y soberano frente a su clase a un sujeto facilitador del aprendizaje, inclu-sivo y proactivo ante las necesidades cambiantes brindadas por el entorno. Esto supone, en consecuencia, reformular distintos ordenamientos de gestin educativa que, a nivel latinoamericano, organismos como la unesco-orealc han establecido en los siguientes trminos:

    Revisar las bases institucionales del sistema educativo para una reforma efectiva de la formacin de los do-centes.

    Mejorar las condiciones de trabajo y empleo de los docentes.

    Redefinir el rol docente tanto en relacin con los procesos pedaggicos como con un nuevo modelo de gestin escolar.

    Modificar el enfoque convencional de formacin do-cente caracterizado por una falta de vinculacin con la prctica y el saber de los maestros, superposicin de conocimientos sin comprensin interdisciplinaria de los procesos educativos, formacin deficiente de los formadores de maestros, modalidades inadecuadas de enseanza, etctera.

    Integrar formacin inicial y en servicio dentro de un nico plan de formacin.

    Crear mecanismos permanentes de superacin profe-sional durante el empleo.

    Asegurar espacios horizontales para que los docentes puedan compartir y analizar su prctica (citado en Torres, 1996: 4).

    En el plano local, estas formulaciones han tenido un procesamiento oficial que hace extensiva esta exigencia de reordenamiento en torno al papel docente expresado en:

    a) la estimulacin de nuevas prcticas pedaggicas en el aula para el tratamiento de los contenidos curriculares, b) el establecimiento de perfiles de desempeo de los docentes en servicio, c) la capacitacin de los maestros para la aten-cin adecuada de la innovacin curricular, en particular la derivada del enfoque por competencias7, d) el desarrollo de programas para la formacin continua y la superacin profe-sional, e) una mayor capacitacin de profesores insertos en escuelas que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, f) la apertura de una nueva fase del programa de Carrera Magisterial8 acorde con las necesidades de actualizacin docente, entre otros aspectos (sep, 2007).

    Por su parte, algunos organismos de la sociedad civil tambin han hecho eco de la necesidad de un mejoramiento de la labor docente a favor de la calidad educativa en un marco de integracin global. Es el caso de la agrupacin Coalicin Ciudadana por la Educacin, que rene a acad-micos, empresarios y ciudadana en general para manifestar una posicin frente al papel que han mantenido tanto las autoridades como el magisterio alrededor de este tema. Dentro de sus exigencias en torno al servicio docente se destacan los siguientes puntos:

    La contratacin, la capacitacin, la promocin, los incen-tivos y la permanencia de todo el personal educativo con base en evaluaciones objetivas, generales, pblicas, supervisadas por instancias de participacin ciudadana de pleno derecho y auditadas por los rganos de fisca-lizacin.

    El nombramiento y promocin de todos los supervi-sores y directores mediante concurso pblico, abierto, sin injerencia de la dirigencia sindical y calificado nica-mente por el mrito profesional de cada docente.

    El uso de la evaluacin para generar apoyos y medios de capacitacin para favorecer el desarrollo profesional

    7 A grandes rasgos, el enfoque por competencias en educacin bsica (impulsado desde el gobierno de Vicente Fox) supone la articulacin entre conocimientos, habilidades, actitudes y valores a partir de contenidos curriculares que apelan a la transversalidad de los campos formativos en los tres niveles, es decir, preescolar, primaria y secundaria, con la finalidad de obtener un perfil de egreso capaz de participar en la sociedad y re-solver problemas de carcter prctico. Dentro de la proclama oficial, la pertinencia del enfoque reside en desarrollar en los alumnos competencias para la vida como una manera de ajustarse a entornos cambiantes, diversos y demandantes (vase sep, 2009a).

    8 La Carrera Magisterial supone un programa de promocin e incen-tivos entre los docentes con base en el mrito personal, lo cual pretende trascender el viejo modelo de escalafn por antigedad.

  • El snte y la educacin76

    de los docentes y el fortalecimiento de la formacin inicial y continua de los docentes.

    La eliminacin de todas las disposiciones que permiten al sindicato controlar las comisiones mixtas, la carrera magisterial, el nmero de plazas, la asignacin de con-tratos, el manejo del escalafn y cualquier otra medida que afecte el derecho de los maestros a recibir las promociones e incentivos que les correspondan.

    La prohibicin de las prcticas de venta y la herencia de plazas en el sistema educativo.

    La creacin de mecanismos de transparencia, acceso a la informacin y participacin ciudadana en las comisiones mixtas9.

    Complementariamente, la evaluacin en la labor docen-te se ha convertido en parte importante de las exigencias institucionales para medir los alcances efectivos de las reformas educativas. A nivel global hay una presin poltica por establecer mecanismos estandarizados de comparacin que permitan diagnosticar las condiciones del sector y as formular polticas encaminadas a obtener mejores desem-peos en el corto, mediano y largo plazo.

    En nuestro pas, el tema de la evaluacin se ha ma-nejado primordialmente a partir de los resultados de las pruebas a gran escala. Estas ltimas han cobrado a lo largo de los aos un especial impulso como parte de una poltica orientada a identificar los aprovechamientos escolares del programa de Carrera Magisterial (Martnez Rizo, 2008). En este sentido, las pruebas enlace10 y Excale11 constituyen los referentes nacionales diseados para determinar la viabili-dad del currculo y, al mismo tiempo, determinar la calidad de la enseanza instrumentada por los profesores. A estas evaluaciones se le viene a sumar la prueba pisa12, proyecto promovido por la Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmico (ocde) con el objetivo de evaluar el resultado de los sistemas educativos entre los pases miembros a travs de la aplicacin estandarizada de pruebas a una gran muestra de alumnos de educacin bsica13.

    Para la ocde, el asunto de la evaluacin docente (y el sentido de la educacin misma) se corresponde de un conjunto de directrices que impacta de manera directa en la configuracin del ser maestro, tal y como se desprende de sus recomendaciones al Estado mexicano donde se requiere:

    El desarrollo de polticas ms coherentes para maestros:

    esto incluye la implementacin de medidas, el estableci-miento de estndares que definan a los buenos maestros

    para ser utilizados por las instituciones de formacin de

    maestros y en los procesos de seleccin, mediante el esta-blecimiento de mecanismos de acreditacin transparentes

    y eficaces, y la manera de asignar a los maestros a fin de

    proporcionar a las escuelas con los mejores maestros y

    directores; y asegurando la formacin continua de alta

    calidad para los maestros (ocde, 2009).

    Al amparo de estas presiones polticas de distinto alcan-ce y magnitud, el papel del snte ha hecho ver que las direc-trices encaminadas a lograr el cambio educativo se sujetan a un escenario de pesos y contrapesos. Para el magisterio, la educacin en tanto objeto en disputa supone refren-dar un modo de actuar y sentir el trabajo de los maestros como parte de una cultura instituida a lo largo del tiempo y, en este proceso, los mecanismos de interlocucin pueden llevar a visiones encontradas, como la escenificada en mayo de 2007 entre la entonces titular de la sep, Josefina Vzquez Mota, y el secretario general del snte, Rafael Ochoa, quien a declaracin expresa de la primera en el sentido de que la evaluacin docente no deba verse como una amenaza, sino como parte de una reforma tendiente a trascender vi-siones limitadas y excluyentes, revir que la sep slo fusila programas anteriores y que si se someten a concurso las plazas docentes, lo mismo habra que hacer con los cargos de secretarios de educacin en las entidades14.

    9 As se establece en la pgina oficial de esta organizacin, la cual puede consultarse en su portal: .

    10 Siglas de Evaluacin Nacional del Logro Acadmico en los Centros Escolares.

    11 Acrnimo de Examen de Calidad y Logro Educativo.12 Siglas de Programme for International Student Assessment.13 Creemos que el uso de estos instrumentos de evaluacin a gran

    escala, ms all de establecer el efectivo aprovechamiento escolar re-portado por los estudiantes, puede llevar a ponderar el rol del maestro

    en funcin del logro alcanzado mediante la certificacin de una prueba estandarizada, as como por las posibles compensaciones que se deriven del buen aprovechamiento escolar reportado por los alumnos. Los efectos de esta situacin abonaran en el incremento selectivo de los estmulos y, por ende, en la segmentacin del personal docente en funcin de las recompensas salariales diferenciadas (Prez Ruiz y Gonzlez, 2010).

    14 La jornada en lnea, 25 de mayo de 2007. Este choque entre la sep y el snte termin con la destitucin en 2009 de Josefina Vzquez Mota por presiones de la dirigencia magisterial, en particular de Elba Esther Gordillo como parte de las facturas cobradas al gobierno de Felipe

  • El Cotidiano 168 77

    No obstante, las confrontaciones discursivas ms all de su componente anecdtico no han evitado que el sindicato deba asumir polticamente estos ordenamien-tos, que ya no derivan nica y exclusivamente del Estado mexicano, sino que son articulados por distintas fuerzas, tanto al exterior como al interior del pas, en el marco de una integracin global. La institucionalidad del magisterio queda de manifiesto as con la aprobacin de la Alianza por la Calidad de la Educacin en los inicios del presente sexenio, bajo la cual el snte asume acuerdos orientados a la modernizacin de los centros escolares a travs de infra-estructura y equipamiento, a nuevas estrategias de gestin y participacin social, a la profesionalizacin de los docentes, a la promocin de las nuevas plazas mediante concursos nacionales, a la certificacin de las competencias docentes, a la aplicacin de la reforma curricular de la educacin bsica, a las jornadas escolares de tiempo completo, a los sistemas de evaluacin docente, etctera.

    En tanto definiciones de una poltica encaminada a lograr una transformacin en la educacin, estos ele-mentos pueden verse como parte de una retrica cuyo dominio simblico reside en vincular distintos grupos de inters a diferentes escalas. Pero, en gran medida, su cabal aplicacin sigue siendo un asunto pendiente en tanto los intereses, prcticas y cultura laboral de los docentes los insten a desarrollar un juego de simulacin y mantener una apli-cacin parcial de la reforma educativa. En razn de esto ltimo, encontramos que los compromisos en torno a la educacin se validan desde posicionamientos diversos, con lo cual se politiza la orientacin educativa y, de manera complementaria, las historias institucionales, las culturas docentes y las prcticas pedaggicas que la envuelven de ordinario.

    Conclusin

    En Mxico, el panorama socioeducativo se inserta en un contexto dominado por la fragmentacin, la desigualdad, el rezago y la precariedad de la oferta ocupacional. Sobre es-tas condiciones, los arreglos institucionales encaminados a mejorar la educacin se articulan desde distintos referentes y bajo la intervencin de actores diversos. Bajo este nuevo

    ordenamiento, el diseo de la poltica educativa ya no es patrimonio exclusivo del Estado mexicano por cuanto se hace presente, con mayor intensidad, la intervencin de grupos de inters que demandan por determinadas vas nuevas orientaciones y nuevas configuraciones simblicas sobre el sentido de la educacin entrado el siglo xxi. Ante esta coyuntura, el papel del snte lejos de diluirse en razn de ser ubicado como un lastre y un obstculo a la modernizacin se ha refuncionalizado a travs de dos rutas de conduccin poltica: como una organizacin burocrtica, centralista y autoritaria con capacidad de negociacin frente a las autoridades educativas en funcin de su poder gremial; y como una institucin dispuesta, en el papel, a asumir el reto de las transformaciones educa-tivas a cambio de mantener su hegemona en cuanto a la representacin de los intereses magisteriales, as como de obtener beneficios polticos y econmicos para la dirigencia en su relacin con el Estado. De ah la gran paradoja de nuestro sistema educativo a nivel bsico: por un lado, la bsqueda por transitar a esquemas de modernizacin de cara a los imperativos de la sociedad global y, por otro, mantener la interlocucin para alcanzar dicho objetivo con una organizacin dominada por un cacicazgo tradicional y patrimonialista enquistado en las estructuras y en las propias voluntades educativas.

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