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Benedicto XVI, en AustriaJóvenes madrileños, en Roma

Peregrinos de la fe

2918-X-2007

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Señor Presidente federal; señor Canci-ller federal; venerado señor cardenal;queridos hermanos en el episcopado;

ilustres señoras y señores; queridos jóve-nes amigos: Con gran alegría vengo por pri-mera vez desde el inicio de mi pontificadoa Austria, país que me es familiar por la cer-canía geográfica al lugar de mi nacimien-to, y no sólo por eso. Le agradezco, señorPresidente federal, las cordiales palabrascon las que me ha dado la bienvenida ennombre de todo el pueblo austriaco. Ustedsabe que me siento muy vinculado a su pa-

tria y a muchas personas y lugares de supaís. Este espacio cultural en el centro deEuropa supera fronteras y aúna impulsos yfuerzas de varias partes del continente. Lacultura de este país está profundamente im-pregnada del mensaje de Jesucristo y de laactividad que la Iglesia ha llevado a caboen su nombre. Todo ello y muchas otras co-sas me dan la viva impresión de sentirmeentre vosotros, queridos austriacos, comosi estuviera en mi casa.

El motivo de mi venida a Austria es el850 aniversario del lugar sagrado de Ma-riazell. Este santuario de la Virgen consti-tuye, en cierto modo, el corazón maternode Austria y reviste, desde siempre, una im-portancia particular también para los hún-garos y para los pueblos eslavos. Es símbo-lo de una apertura que no sólo supera fron-teras geográficas y nacionales, sino que,además, en la persona de María, remite auna dimensión esencial del hombre: la ca-pacidad de abrirse a la palabra de Dios y asu verdad.

Con esta perspectiva, durante los próxi-mos tres días, deseo realizar aquí, en Austria,mi peregrinación a Mariazell. En los últi-mos años se constata con alegría que nu-merosas personas tienen un interés cadavez mayor por la peregrinación. Al estar encamino durante una peregrinación, tambiénlos jóvenes hallan una nueva oportunidadde reflexión meditativa; se conocen unos aotros y juntos se encuentran ante la crea-ción, pero también ante la historia de la fe,que con frecuencia experimentan inespe-radamente como una fuerza para el pre-sente. Considero mi peregrinación a Maria-zell como un ponerme en camino junta-mente con los peregrinos de nuestro tiem-po. En este sentido, dentro de poco, en elcentro de Viena, iniciaré la oración comúnque, como una peregrinación espiritual,acompañará estas jornadas en todo el país.

Mariazell no sólo tiene una historia de850 años, sino que, además, basándose en laexperiencia de la Historia –y sobre todo te-niendo en cuenta que la estatua milagrosaremite maternalmente a Cristo–, indica elcamino hacia el futuro. Desde esta pers-pectiva, juntamente con las autoridades po-líticas de este país y con los representantes

de las organizaciones internacionales, qui-siera hoy echar una mirada a nuestro pre-sente y a nuestro futuro.

Mañana es la fiesta de la Natividad deMaría, la fiesta patronal de Mariazell, un lu-gar de gracia. En la celebración eucarísticaante la basílica nos reuniremos, según laindicación de María, en torno a Cristo queviene a estar con nosotros. A Él le pedire-mos que nos ayude a contemplarlo cadavez más claramente, a reconocerlo en nues-tros hermanos, a servirlo en ellos y a ir jun-tamente con Él hacia el Padre. Como pere-grinos al santuario, en la oración y a travésde los medios de comunicación social, es-taremos unidos a todos los fieles y a loshombres de buena voluntad aquí, en el pa-ís, y mucho más allá de sus fronteras.

Peregrinación no sólo significa caminohacia un santuario. También es esencial elcamino de vuelta hacia la vida ordinaria.Nuestra vida diaria de cada semana co-mienza el domingo, don liberatorio de Diosque queremos acoger y conservar. Así, ce-lebraremos este domingo en la catedral deSan Esteban en comunión con todos los queen las parroquias de Austria y en el mundoentero se congregarán para la santa misa.

Señoras y señores, sé que muchas per-sonas en Austria usan, en parte, el domingo,por ser un día en que no se trabaja, y tam-bién los tiempos libres en otros días de lasemana, para un compromiso voluntario alservicio de los demás. Este compromiso,realizado con generosidad y desinterés porel bien y la salvación de los demás, marcatambién la peregrinación de nuestra vida.Quien contempla al prójimo –lo ve y le ayu-da– contempla a Cristo y lo sirve. Guiados yanimados por María, queremos agudizarnuestra mirada cristiana para descubrir losdesafíos que hemos de afrontar con el es-píritu del Evangelio y, llenos de gratitud y deesperanza, desde un pasado a veces difícil,pero también siempre colmado de gracia,nos encaminamos hacia un futuro rico enpromesas.

Señor Presidente federal, queridos ami-gos, me alegro de estas jornadas en Austriay al inicio de mi peregrinación lo saludo austed y a todos vosotros con un cordialGrüß Gott!

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

No sólo una historia de 850años, sino un lugar de gracia

Ceremonia de bienvenida. Aeropuerto internacional de Viena/Schwechat. Viernes 7 de septiembre de 2007

Una misma comunión e identidad de fe ha unido, en peregrinación, dos recientes acontecimientos eclesiales: la peregrinación delSanto Padre Benedicto XVI al santuario mariano de Mariazell, corazón católico de Austria, y la peregrinación a Castelgandolfo, paraencontrarse con el Vicario de Cristo, de cinco mil jóvenes de las diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid, con su arzobispo

metropolitano, cardenal Rouco Varela, a la cabeza. Aunque, en su día, Alfa y Omega se hizo eco de lo esencial de ambosacontecimientos, por su especial importancia ofrecemos, en este especial Documentos Alfa y Omega, los textos íntegros de los

discursos pronunciados por el Papa, y los textos principales de la peregrinación madrileña a Castelgandolfo

Santuariode Mariazell,corazón maternalde Austria

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Venerado y querido señor cardenal;ilustre señor alcalde; queridos her-manos y hermanas: Como primera

etapa de mi peregrinación hacia Mariazellhe elegido la Mariensäule (Columna de Ma-ría) para reflexionar un momento con vo-sotros sobre el significado de la Madre deDios para la Austria del pasado y del pre-sente, así como sobre su significado paracada uno de nosotros.

Saludo cordialmente a todos los que oshabéis reunido aquí para la oración ante laColumna de María. Le agradezco, queridoseñor cardenal, las amables palabras de bien-venida que me ha dirigido al inicio de la ce-lebración. Saludo al señor alcalde de la ca-pital y a todas las autoridades presentes. Di-rijo un saludo particular a los jóvenes y alos representantes de las comunidades delenguas extranjeras de la archidiócesis deViena, que después de esta liturgia de la Pa-labra se congregarán en la iglesia, dondepermanecerán hasta mañana en adoraciónante el Santísimo. Me han dicho que estánaquí ya desde hace tres horas. Los admiro yles digo: Vergelt's Gott!. Con esta adoraciónrealizáis, de modo muy concreto, lo que enestos días queremos hacer todos: contem-plar a Cristo juntamente con María.

Ya desde los primeros tiempos, a la feen Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado,está unida una veneración particular a suMadre, la Mujer en cuyo seno asumió la na-turaleza humana, compartiendo incluso ellatido de su corazón, la Mujer que lo acom-pañó con delicadeza y respeto durante su vi-da, hasta su muerte en cruz, y a cuyo amormaterno Él, al final, encomendó al discípu-lo predilecto y con él a toda la Humanidad.

Con su sentimiento materno, María aco-ge también hoy bajo su protección a per-sonas de todas las lenguas y culturas, parallevarlas a Cristo juntas, en una multiformeunidad. A ella podemos recurrir en nues-tras preocupaciones y necesidades. Perotambién debemos aprender de ella a aco-gernos mutuamente con el mismo amor conque ella nos acoge a todos: a cada uno ensu singularidad, querido como tal y amadopor Dios. En la familia universal de Dios,en la que cada persona tiene reservado unpuesto, cada uno debe desarrollar sus donespara el bien de todos.

Erigida por la liberación de Viena

La Columna de María, erigida por el em-perador Fernando III, en acción de graciaspor la liberación de Viena de un gran peli-gro, y por él inaugurada hace exactamente360 años, debe ser también para nosotroshoy un signo de esperanza. ¡Cuántas per-sonas, desde entonces, se han detenido an-te esta columna y, orando, han elevado losojos hacia María! ¡Cuántos han experimen-

tado en las dificultades personales la fuerzade su intercesión! Pero nuestra esperanzacristiana va mucho más allá de la realiza-ción de nuestros deseos pequeños y gran-des. Nosotros elevamos los ojos hacia María,que nos muestra a qué esperanza estamosllamados (cf. Ef 1, 18), pues ella personificalo que el hombre es de verdad.

Como hemos escuchado en la lectura bí-blica, ya antes de la creación del mundoDios nos había elegido en Cristo. Él nos co-noce y ama a cada uno desde la eternidad.Y ¿para qué nos ha elegido? Para ser santose inmaculados en su presencia, en el amor.Y eso no es una tarea imposible de cum-plir, ya que Dios nos ha concedido, en Cris-to, su realización. Hemos sido redimidos.En virtud de nuestra comunión con Cristoresucitado, Dios nos ha bendecido con to-da clase de bendiciones espirituales.

Abramos nuestro corazón; acojamos esaherencia tan valiosa. Entonces podremosentonar, juntamente con María, el himno dealabanza de su gracia. Y si seguimos po-niendo nuestras preocupaciones diarias an-te la Madre inmaculada de Cristo, ella nosayudará a abrir siempre nuestras pequeñasesperanzas hacia la esperanza grande y ver-dadera, que da sentido a nuestra vida y pue-de colmarnos de una alegría profunda e in-destructible.

En este sentido, quisiera ahora, junta-mente con vosotros, elevar los ojos hacia laInmaculada, para encomendarle a ella lasoraciones que acabáis de rezar y pedirle suprotección maternalpara este país y parasus habitantes:

Santa María, Ma-dre Inmaculada denuestro Señor Jesu-cristo, en ti Dios nosha dado el prototipode la Iglesia y el modomejor de realizarnuestra humanidad.A ti te encomiendo aAustria y a sus habi-tantes: ayúdanos a to-dos a seguir tu ejem-plo y a orientar total-mente nuestra vidahacia Dios. Haz que,contemplando a Cris-to, lleguemos a ser ca-da vez más semejantes a Él, verdaderos hi-jos de Dios. Entonces también nosotros, lle-nos de toda clase de bendiciones espiritua-les, podremos corresponder cada vez mejora su voluntad y ser así instrumentos de pazpara Austria, para Europa y para el mundo.Amén.

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Un signo de esperanzaEncuentro de oración ante la Columna de María, en la plaza Am Hof. Viena. Viernes 7 de septiembre de 2007

Pongamos nuestraspreocupaciones diariasante la Madre de Cristo,ella nos ayudará a abrirnuestras pequeñasesperanzas haciala esperanza grandey verdadera, que dasentido a nuestra viday puede colmarnosde una alegría profundae indestructible

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Estimado señor Presidente federal; es-timado señor Canciller federal; ilus-tres miembros del Gobierno federal;

honorables diputados del Parlamento na-cional y miembros del Senado federal; ilus-tres Presidentes regionales; estimados re-presentantes del Cuerpo diplomático; ilus-tres señoras y señores:

Introducción

Es para mí una gran alegría y un honorencontrarme hoy con usted, señor Presi-dente federal, y con los miembros del Go-bierno federal, así como con los represen-tantes de la vida política y pública de la Re-pública de Austria. Este encuentro en la re-sidencia de Hofburg refleja las buenasrelaciones, marcadas por la confianza recí-proca, que existen entre su país y la SantaSede, de las que ha hablado usted, señorPresidente. Por eso me alegro vivamente.

Las relaciones entre la Santa Sede y Aus-tria forman parte de la vasta red de rela-ciones diplomáticas, en las que Viena cons-tituye una importante encrucijada, pues aquí

tienen su sede también numerosas organi-zaciones internacionales. Me complace lapresencia de tantos representantes diplo-máticos, a quienes saludo cordialmente. Osagradezco, señoras y señores embajadores,vuestro compromiso no sólo al servicio delos países que representáis y de sus intere-ses, sino también al servicio de la causa co-mún de la paz y el entendimiento entre lospueblos.

Austria

Ésta es mi primera visita como obispode Roma y Pastor supremo de la Iglesia ca-tólica universal a este país, que, sin embar-go, ya conozco desde hace mucho tiempopor mis numerosas visitas anteriores. Paramí –permitidme decirlo–, es realmente unagran alegría estar aquí. Tengo aquí muchosamigos y, como vecino bávaro, el estilo devida de Austria y sus tradiciones me son fa-miliares. Mi gran predecesor, de veneradamemoria, el Papa Juan Pablo II visitó Austriatres veces. Cada vez fue recibido muy cor-dialmente por los habitantes de este país,

sus palabras fueron escuchadas con aten-ción y sus viajes apostólicos han dejadohuellas imborrables.

En los últimos años y décadas, Austriaha logrado grandes éxitos, que incluso ha-ce dos generaciones nadie hubiera soñado.Vuestro país no sólo ha experimentado unnotable progreso económico, sino que tam-bién ha desarrollado una convivencia so-cial ejemplar, que se puede resumir con laexpresión solidaridad social. Los austria-cos, con razón, se sienten agradecidos porello, y no sólo lo manifiestan abriendo sucorazón a los pobres y necesitados de supaís, sino también siendo generosos al mos-trar solidaridad con ocasión de catástrofes ydesastres en el mundo. Las grandes inicia-tivas de Licht ins Dunkel (Luz en la oscuri-dad), antes de Navidad, y Nachbar in Not(Vecino necesitado) constituyen un elo-cuente testimonio de esos sentimientos.

Austria y la ampliaciónde la Unión Europea

Nos encontramos en un lugar histórico,que durante siglos fue sede del Gobiernode un Imperio que abarcaba vastas áreasde Europa central y oriental. Este lugar yeste momento nos brindan una ocasión pro-videncial para dirigir nuestra mirada a todala Europa actual. Tras los horrores de laguerra y las traumáticas experiencias deltotalitarismo y la dictadura, Europa em-prendió el camino hacia una unidad delcontinente capaz de asegurar un orden du-radero de paz y justo desarrollo. La dolo-rosa división que partió el continente du-rante décadas ha sido superada política-mente, pero la unidad está aún, en gran par-te, por realizar en la mente y en el corazónde las personas. Aunque después de la caí-da del telón de acero, en 1989, algunas es-peranzas excesivas quedaron defraudadas,y en algunos aspectos se pueden formularcríticas justificadas contra algunas institu-ciones europeas, el proceso de unificaciónse puede considerar un logro de gran al-cance, que ha traído un período de paz,desde hacía mucho tiempo desconocido, aeste continente, antes desgarrado por con-tinuos conflictos y fatales guerras fratrici-das.

Para los países de Europa central y orien-tal, en particular, la participación en eseproceso es un incentivo ulterior para con-solidar dentro de sus fronteras la libertad, elEstado de Derecho y la democracia. A esterespecto, quiero recordar la contribuciónque dio mi predecesor el Papa Juan Pablo II

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

El cristianismo ha modeladoprofundamente Europa

Encuentro con las autoridades y el cuerpo diplomático. Palacio Real Hofburg. Viena. Viernes 7 de septiembre de 2007

Benedicto XVI,con el Presidentefederal de Austria,Heinz Fischer

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a este proceso histórico. También Austria,como país puente, al encontrarse en el con-fín entre Occidente y Oriente, ha contri-buido en gran medida a esta unión y, ade-más –no debemos olvidarlo–, se ha benefi-ciado mucho de ella.

Europa

La casa Europa, como solemos llamar ala comunidad de este continente, sólo serápara todos un buen lugar para vivir si seconstruye sobre un sólido fundamento cul-tural y moral de valores comunes tomadosde nuestra historia y de nuestras tradiciones.Europa no puede y no debe renegar de susraíces cristianas, que representan un com-ponente dinámico de nuestra civilizaciónmientras avanzamos por el tercer milenio. Elcristianismo ha modelado profundamenteeste continente, como lo atestiguan en todoslos países, particularmente en Austria, nosólo las numerosas iglesias y los importan-tes monasterios. La fe se manifiesta, sobretodo, en las innumerables personas a lasque, a lo largo de la Historia hasta hoy, haimpulsado a una vida de esperanza, amor ymisericordia. Mariazell, el gran santuarionacional de Austria, es también un lugar deencuentro para varios pueblos de Europa. Esuno de los lugares en donde los hombreshan encontrado, y siguen encontrando, lafuerza de lo alto para una vida recta.

En estos días, el testimonio de la fe cris-tiana en el centro de Europa se manifiestatambién en la III Asamblea ecuménica eu-ropea que se está celebrando en Sibiu-Her-mannstadt (Rumania), cuyo lema es: La luzde Cristo ilumina a todos los hombres. Es-peranza de renovación y unidad en Europa.Viene espontáneamente a la memoria el re-cuerdo del Katholikentag centro-europeo,que en el año 2004, con el tema: Cristo, es-peranza de Europa, congregó a numerososcreyentes en Mariazell.

Un tremendo desafío

Hoy se habla a menudo del modelo devida europeo. Con esa expresión se alude aun orden social que combina eficacia eco-nómica con justicia social, pluralismo polí-tico con tolerancia, liberalidad con apertu-ra; pero también significa conservación devalores que otorgan a este continente su ca-racterística peculiar. Este modelo, con loscondicionamientos de la economía moder-na, afronta un gran desafío. La –a menudocitada– globalización no se puede detener,pero la política tiene la tarea urgente y lagran responsabilidad de regularla y limi-tarla para evitar que se realice a expensas delos países más pobres y, en los países ricos,de las personas pobres, y que vaya en de-trimento de las futuras generaciones.

Ciertamente, como sabemos, Europa tam-bién ha vivido y sufrido terribles caminosequivocados. Entre ellos: restricciones ide-ológicas de la filosofía, de la ciencia y tam-bién de la fe; el abuso de la religión y la ra-zón con fines imperialistas; la degradacióndel hombre mediante un materialismo teó-rico y práctico; y, por último, la degenera-ción de la tolerancia en una indiferencia sin

referencias a valores permanentes. Pero Eu-ropa también se ha caracterizado por unacapacidad de autocrítica que la distingue ycualifica en el vasto panorama de las cul-turas del mundo.

La vida

Fue en Europa donde se formuló porprimera vez la noción de derechos huma-nos. El derecho humano fundamental, elpresupuesto de todos los demás derechos,es el derecho a la vida misma. Esto vale pa-ra la vida desde el momento de la concep-ción hasta la muerte natural. En conse-cuencia, el aborto no puede ser un dere-cho humano; es exactamente lo opuesto.Es una profunda herida social, como des-tacaba continuamente nuestro difunto her-mano el cardenal Franz König.

Al afirmar esto, no expreso solamenteuna preocupación de la Iglesia. Más bien,quiero actuar como abogado de una peti-ción profundamente humana y portavoz delos niños por nacer, que no tienen voz. Nocierro los ojos ante los problemas y los con-flictos que experimentan muchas mujeres, ysoy consciente de que la credibilidad demis palabras depende también de lo que laIglesia misma hace para ayudar a las mu-jeres que atraviesan dificultades.

En este contexto, hago un llamamiento alos líderes políticos para que no permitanque los hijos sean considerados una especiede enfermedad, y para que en vuestro or-denamiento jurídico no sea abolida, en lapráctica, la calificación de injusticia atri-buida al aborto. Lo digo impulsado por lapreocupación por los valores humanos. Pe-ro éste es sólo un aspecto de lo que nospreocupa. El otro es la necesidad de hacertodo lo posible para que los países euro-peos estén nuevamente dispuestos a aco-ger a los niños. Impulsad a los jóvenes a

fundar nuevas familias en el matrimonio y aconvertirse en madres y padres. De este mo-do, no sólo les haréis un bien a ellos mis-mos, sino también a toda la sociedad. Tam-bién apoyo decididamente vuestros esfuer-zos políticos por fomentar condiciones quepermitan a las parejas jóvenes criar a sushijos. Pero todo ello no serviría de nada sino logramos crear nuevamente en nuestrospaíses un clima dealegría y confianza enla vida, en el que losniños no sean consi-derados una carga, si-no un don para todos.

Otra gran preocu-pación que tengo esel debate sobre lo quese ha llamado ayudaactiva a morir. Existeel temor de que, algúndía, sobre las perso-nas gravemente enfer-mas se ejerza una pre-sión tácita, o inclusoexplícita, para que so-liciten la muerte o sela procuren ellos mismos. La respuesta ade-cuada al sufrimiento del final de la vida esuna atención amorosa y el acompañamien-to hacia la muerte –especialmente con laayuda de los cuidados paliativos– y no laayuda activa a morir.

Sin embargo, para realizar un acompa-ñamiento humano hacia la muerte hacenfalta reformas estructurales en todos loscampos del sistema sanitario y social, y la or-ganización de estructuras para los cuida-dos paliativos. También se deben tomar me-didas concretas para el acompañamientopsicológico y pastoral de las personas gra-vemente enfermas y de los moribundos, desus parientes, de los médicos y del personalsanitario. En este campo el Hospizbewegung

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Parlamentode la Unión Europea,

en Estrasburgo

La casa Europa sólo serápara todos un buenlugar para vivirsi se construye sobreun sólido fundamentocultural y moral.Europa no puedey no debe renegarde sus raíces cristianas

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está realizando una buena labor. Sin em-bargo, la totalidad de esas tareas no puededelegarse solamente a ellos. Muchas otraspersonas deben estar dispuestas –o ser im-pulsadas a esa disponibilidad– a dedicartiempo e incluso recursos a la asistenciaamorosa de los enfermos graves y de losmoribundos.

El diálogo de la razón

Por último, también forma parte de laherencia europea una tradición de pensa-

miento que consideraesencial una corres-pondencia sustancialentre fe, verdad y ra-zón. Aquí, en definiti-va, se trata de ver si larazón está al principiode todas las cosas yen su fundamento, osi no es así. Se trata dever si la realidad tienesu origen en la casua-lidad y la necesidad y,por tanto, si la razónes un producto casualsecundario de lo irra-cional y si, en el océa-no de la irracionali-dad, se convierte, enfin de cuentas, en algo

sin sentido; o si es verdad, en cambio, loque constituye la convicción de fondo dela fe cristiana: In principio erat Verbum,En el principio era la Palabra, es decir, enel origen de todas las cosas está la Razóncreadora de Dios, que decidió comunicarsea nosotros, los seres humanos.

Permitidme citar, en este contexto, a Jür-gen Habermas, un filósofo que no profesala fe cristiana, el cual afirma: «Para la au-to-conciencia normativa del tiempo mo-derno, el cristianismo no ha sido solamen-

te un catalizador. El universalismo iguali-tario, del que brotaron las ideas de liber-tad y de convivencia solidaria, es una he-rencia directa de la justicia judía y de la éti-ca cristiana del amor. Esta herencia, sus-tancialmente inalterada, ha sido siemprehecha propia de modo crítico y nuevamenteinterpretada. Hasta hoy no existe una al-ternativa a ella».

Las tareas de Europa en el mundo

Sin embargo, por el carácter único de suvocación, Europa tiene también una res-ponsabilidad única en el mundo. A este res-pecto, ante todo no debe renunciar a sí mis-ma. Europa, que desde el punto de vista de-mográfico está envejeciendo rápidamente,no debe convertirse en un continente viejoespiritualmente. Además, será cada vez másconsciente de sí misma si asume la respon-sabilidad que le corresponde en el mundopor su singular tradición espiritual, por susextraordinarios recursos y por su gran podereconómico. Por tanto, la Unión Europea de-be desempeñar un papel destacado en lalucha contra la pobreza en el mundo y en elcompromiso en favor de la paz.

Con gratitud podemos constatar que lospaíses de Europa y la Unión Europea son delos que más contribuyen al desarrollo in-ternacional, pero también deberían hacersentir su importancia política, por ejemplo,ante los urgentísimos desafíos que planteaÁfrica, las inmensas tragedias de ese conti-nente, como el flagelo del sida, la situaciónen Darfur, la injusta explotación de los re-cursos naturales y el preocupante tráficode armas.

Asimismo, los esfuerzos diplomáticos opolíticos de Europa y de los países que la in-tegran no pueden descuidar la situaciónsiempre grave de Oriente Próximo, en don-de resulta necesaria la contribución de todospara promover la renuncia a la violencia,

el diálogo recíproco y una auténtica coe-xistencia pacífica. También deben seguirmejorando las relaciones de Europa con lasnaciones de América Latina y con las delcontinente asiático, mediante oportunos vín-culos de intercambio.

Conclusión

Estimado señor Presidente federal; ilus-tres señoras y señores, Austria es un paíscolmado de bendiciones: una gran bellezanatural que, año tras año, atrae a millonesde personas para sus vacaciones; una ex-traordinaria riqueza cultural, creada y acu-mulada por muchas generaciones; y nume-rosas personas dotadas de talento artísticoy de gran capacidad creativa. Por doquier sepueden ver los frutos de la diligencia y delas habilidades de la población que trabaja.Éste es un motivo de gratitud y de sano or-gullo. Pero, ciertamente, Austria no es unaisla feliz, y no se considera así. La autocríticasiempre es útil y, desde luego, es muy co-mún en Austria. Un país que ha recibidomucho, también debe dar mucho. Puedecontar en gran medida con sus propios re-cursos, pero también debe exigirse a sí mis-mo cierta responsabilidad con respecto alos países vecinos, a Europa y al mundo.

Mucho de lo que Austria es y posee, se lodebe a la fe cristiana y a su beneficiosa efi-cacia sobre las personas. La fe ha modeladoprofundamente el carácter de este país y asu gente. Por eso, todos deben tener la pre-ocupación de no permitir que un día en es-te país sólo las piedras hablen del cristia-nismo. Sin una intensa fe cristiana, Austriaya no sería Austria.

A vosotros y a todos los austriacos, es-pecialmente a los ancianos y los enfermos,así como a los jóvenes, que tienen aún lavida por delante, deseo la esperanza, la con-fianza, la alegría y la bendición de Dios.Muchas gracias.

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Forma parte de la herenciaeuropea una tradiciónque considera esencialuna correspondenciasustancial entre fe,verdad y razón.En el origen de todas las cosas está la Razóncreadora de Dios, quedecidió cumunicarsea nosotros, los sereshumanos

Un momentode la lección magistralde Benedicto XVIen la Universidadde Ratisbona,el 12 de septiembrede 2006

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Queridos hermanos y hermanas: Connuestra gran peregrinación a Maria-zell celebramos la fiesta patronal de

este santuario, la fiesta de la Natividad deMaría. Desde hace 850 años vienen aquípersonas de diferentes pueblos y naciones,que oran trayendo consigo los deseos desu corazón y de sus países, así como suspreocupaciones y esperanzas más íntimas.De este modo, Mariazell se ha convertidopara Austria, y mucho más allá de sus fron-teras, en un lugar de paz y de unidad re-conciliada.

Aquí experimentamos la bondad conso-ladora de la Madre; aquí encontramos a Je-sucristo, en quien Dios está con nosotros,como afirma el pasaje evangélico de hoy.Refiriéndose a Jesús, la lectura del profetaMiqueas dice: «Él será la paz» (cf. Mi 5, 4).Hoy nos insertamos en esta gran peregri-nación de muchos siglos. Nos detenemosante la Madre del Señor y le imploramos:Muéstranos a Jesús. Muéstranos a nosotros,peregrinos, a Aquel que es al mismo tiempoel camino y la meta: la verdad y la vida.

El pasaje evangélico que acabamos deescuchar amplía nuestros horizontes. Pre-senta la historia de Israel desde Abrahamcomo una peregrinación que, con subidas ybajadas, por caminos cortos y por caminoslargos, conduce en definitiva a Cristo. Lagenealogía con sus figuras luminosas y os-curas, con sus éxitos y sus fracasos, nos de-muestra que Dios también escribe recto enlos renglones torcidos de nuestra historia.Dios nos deja nuestra libertad y, sin em-bargo, sabe encontrar en nuestro fracasonuevos caminos para su amor. Dios no fra-casa. Así, esta genealogía es una garantíade la fidelidad de Dios, una garantía de queDios no nos deja caer y una invitación aorientar siempre de nuevo nuestra vida ha-cia Él, a caminar siempre nuevamente haciaCristo.

Peregrinar significa estar orientados encierta dirección, caminar hacia una meta.Esto confiere una belleza propia tambiénal camino y al cansancio que implica. Entrelos peregrinos de la genealogía de Jesús,algunos habían olvidado la meta y queríanponerse a sí mismos como meta. Pero el Se-ñor había suscitado siempre de nuevo per-sonas que se habían dejado impulsar porla nostalgia de la meta, orientando haciaella su vida. El impulso hacia la fe cristiana,el inicio de la Iglesia de Jesucristo fue po-sible porque existían en Israel personas conun corazón en búsqueda, personas que nose acomodaron en la rutina, sino que es-crutaron a lo lejos en búsqueda de algo másgrande: Zacarías, Isabel, Simeón, Ana, Ma-

ría y José, los Doce y muchos otros. Al tenersu corazón en actitud de espera, podían re-conocer en Jesucristo a Aquel que Dios ha-bía mandado, llegando a ser así el inicio desu familia universal. La Iglesia de los genti-les pudo hacerse realidad porque, tanto enel área del Mediterráneo como en las zo-nas de Asia más cercanas, adonde llegabanlos mensajeros de Jesucristo, había personasen actitud de espera que no se conformabancon lo que todos hacían y pensaban, sinoque buscaban la estrella que podía indicar-les el camino hacia la Verdad misma, haciael Dios vivo.

Necesitamos a Dios

Necesitamos este corazón inquieto yabierto. Es el núcleo de la peregrinación.Tampoco hoy basta ser y pensar, en ciertomodo, como todos los demás. El proyectode nuestra vida va más allá. Tenemos nece-sidad de Dios, del Dios que nos ha mos-trado su rostro y abierto su corazón: Jesu-cristo. San Juan, con razón, afirma que «Él

es el Hijo único, que está en el seno del Pa-dre» ( Jn 1, 18); así, sólo Él, desde la intimi-dad de Dios mismo, podía revelarnos a Diosy también revelarnos quiénes somos noso-tros, de dónde venimos y hacia dónde va-mos.

Ciertamente, ha habido en la Historiamuchas grandes personalidades que hanhecho bellas y conmovedoras experienciasde Dios. Sin embargo, son sólo experien-cias humanas, con su límite humano. Sólo Éles Dios y, por eso, sólo Él es el puente quepone realmente en contacto inmediato aDios y al hombre. Así pues, aunque nosotroslo consideramos el único Mediador de lasalvación válido para todos, que afecta a to-dos y del cual, en definitiva, todos tienennecesidad, esto no significa de ninguna ma-nera que despreciemos a las otras religionesni que radicalicemos con soberbia nuestropensamiento, sino únicamente que hemossido conquistados por Aquel que nos ha to-cado interiormente y nos ha colmado dedones, para que podamos compartirlos conlos demás.

✦DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA✦ 7

Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Nuestra fe vence la resignacióndel hombre incapaz de verdad

Misa ante el santuario de Mariazell. Sábado 8 de septiembre de 2007

Una Europasin niños

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De hecho, nuestra fe se opone decidi-damente a la resignación que considera alhombre incapaz de la verdad, como si éstafuera demasiado grande para él. Estoy con-vencido de que esta resignación ante la ver-

dad es el núcleo de lacrisis de Occidente, deEuropa. Si para elhombre no existe unaverdad, en el fondono puede ni siquieradistinguir entre elbien y el mal. Enton-ces los grandes y ma-ravillosos conoci-mientos de la cienciase hacen ambiguos:pueden abrir perspec-tivas importantes pa-ra el bien, para la sal-vación del hombre,

pero también, como vemos, pueden con-vertirse en una terrible amenaza, en la des-trucción del hombre y del mundo.

Necesitamos la verdad

Necesitamos la verdad. Pero ciertamente,a causa de nuestra historia, tenemos mie-do de que la fe en la verdad conlleve into-lerancia. Si nos asalta este miedo, que tienesus buenas razones históricas, debemos con-templar a Jesús como lo vemos aquí, en elsantuario de Mariazell. Lo vemos en dosimágenes: como niño en brazos de su Ma-dre y, sobre el altar principal de la basílica,crucificado. Estas dos imágenes de la basí-lica nos dicen: la verdad no se afirma me-diante un poder externo, sino que es hu-milde y sólo se da al hombre por su fuerzainterior: por el hecho de ser verdadera. Laverdad se demuestra a sí misma en el amor.No es nunca propiedad nuestra, un pro-ducto nuestro, del mismo modo que el amorno se puede producir, sino que sólo se pue-de recibir y transmitir como don. Necesita-mos esta fuerza interior de la verdad. Co-mo cristianos, nos fiamos de esta fuerza dela verdad. Somos testigos de ella. Tenemosque transmitir este don de la misma mane-ra que lo hemos recibido, tal como nos hasido entregado.

Mirar a Cristo es el lema de este día. Pa-ra el hombre que bus-ca, esta invitación setransforma siempre enuna petición espontá-nea, una petición diri-gida en particular aMaría, que nos dio aCristo como Hijo su-yo: Muéstranos a Je-sús. Rezamos hoy asíde todo corazón; y re-zamos, más allá de es-te momento, interior-mente, buscando elrostro del Redentor.Muéstranos a Jesús.

María responde, presentándonoslo ante to-do como niño. Dios se ha hecho pequeñopor nosotros. Dios no viene con la fuerzaexterior, sino con la impotencia de su amor,que constituye su fuerza. Se pone en nues-

tras manos. Pide nuestro amor. Nos invita ahacernos pequeños, a bajar de nuestros al-tos tronos y aprender a ser niños ante Dios.Nos ofrece el Tú. Nos pide que nos fiemosde él y que así aprendamos a vivir en laverdad y en el amor.

Una Europa pobre de niños

Naturalmente, el niño Jesús nos re-cuerda también a todos los niños del mun-do, en los cuales quiere salir a nuestro en-cuentro: los niños que viven en la pobre-za; los que son explotados como solda-dos; los que no han podido experimentarnunca el amor de sus padres; los niñosenfermos y los que sufren, pero tambiénlos alegres y sanos. Europa se ha empo-brecido de niños: lo queremos todo paranosotros mismos, y tal vez no confiamosdemasiado en el futuro. Pero la tierra ca-recerá de futuro si se apagan las fuerzasdel corazón humano y de la razón ilumi-nada por el corazón, si el rostro de Diosdeja de brillar sobre la tierra. Donde estáDios, hay futuro.

Mirar a Cristo: volvamos a dirigir bre-vemente la mirada al crucifijo situado so-bre el altar mayor. Dios no ha redimido almundo con la espada, sino con la cruz. Almorir, Jesús extiende los brazos. Éste es,ante todo, el gesto de la Pasión: se deja cla-var por nosotros, para darnos su vida. Perolos brazos extendidos son, al mismo tiempo,la actitud del orante, una postura que el sa-cerdote asume cuando, en la oración, ex-tiende los brazos: Jesús transformó la Pa-sión, su sufrimiento y su muerte, en ora-ción, en un acto de amor a Dios y a loshombres. Por eso, los brazos extendidos deCristo crucificado son también un gesto deabrazo, con el que nos atrae hacia Sí, con elque quiere estrecharnos entre sus brazoscon amor. De este modo, es imagen del Diosvivo, es Dios mismo, y podemos ponernosen sus manos.

Mirar a Cristo. Si lo hacemos, nos da-mos cuenta de que el cristianismo es algomás, algo distinto de un sistema moral, unaserie de preceptos y leyes. Es el don de unaamistad que perdura en la vida y en lamuerte: «Ya no os llamo siervos, sino ami-gos» ( Jn 15, 15) dice el Señor a los suyos.Nos fiamos de esta amistad. Pero, precisa-mente por el hecho de que el cristianismo esmás que una moral, de que es el don de laamistad, implica una gran fuerza moral, quenecesitamos tanto ante los desafíos de nues-tro tiempo. Si con Jesucristo y con su Iglesiavolvemos a leer de manera siempre nueva elDecálogo del Sinaí, penetrando en sus pro-fundidades, entonces se nos revela comouna gran enseñanza, siempre válida.

Un Decálogo de Síes

El Decálogo es ante todo un Sí a Dios, aun Dios que nos ama y nos guía, que nossostiene y que, sin embargo, nos deja nues-tra libertad, más aún, la transforma en ver-dadera libertad (los primeros tres manda-mientos). Es un Sí a la familia (cuarto man-damiento); un Sí a la vida (quinto manda-miento); un Sí a un amor responsable (sexto

mandamiento); un Sí a la solidaridad, a laresponsabilidad social y a la justicia (sépti-mo mandamiento); un Sí a la verdad (octa-vo mandamiento); y un Sí al respeto delprójimo y a lo que le pertenece (noveno ydécimo mandamientos). En virtud de la fuer-za de nuestra amistad con el Dios vivo, vi-vimos este múltiple Sí y, al mismo tiempo, lollevamos como señal del camino en esta ho-ra del mundo.

Muéstranos a Jesús. Con esta petición a laMadre del Señor nos hemos puesto en ca-mino hacia este lugar. Esta misma peticiónnos acompañará en nuestra vida cotidiana.Y sabemos que María escucha nuestra ora-ción: sí, en cualquier momento, cuando mi-ramos a María, ella nos muestra a Jesús. Asípodemos encontrar el camino recto, seguirlopaso a paso, con la alegre confianza de queese camino lleva a la luz, al gozo del Amoreterno. Amén.

Palabras de saludo del PapaBenedicto XVI a los peregrinosde otros países, en Mariazell

Queridos hermanos y hermanas: Antesdel encuentro con los Consejos parroquialesy antes de entregaros el Evangelio y los He-chos de los Apóstoles, quiero repetir lo que yase ha dicho en las intenciones de la ora-ción. Son muchas las personas que aquí, enAustria, durante estos días están sufriendoa causa de las inundaciones y han sufridodaños. Quiero asegurar a todas estas per-sonas mi oración, mi compasión y mi do-lor, y estoy seguro de que todos los quepuedan serán solidarios con ellos y les ayu-darán.

Asimismo, quiero recordar a los dos pe-regrinos que han muerto aquí, hoy. Los heencomendado en mi oración durante la san-ta misa. Podemos confiar en que la Madrede Dios los haya llevado directamente a lapresencia de Dios, dado que habían venidoen peregrinación para encontrarse con Jesúsjuntamente con ella.

Queridos peregrinos húngaros, conozcovuestra tradicional devoción a la Virgen deMariazell. Invoco su protección sobre todosvosotros. ¡Alabado sea Jesucristo!

Queridos hermanos y hermanas que ha-béis venido de Eslovenia, la Virgen Maríaproteja siempre a vuestro pueblo y a vues-tras familias. ¡Alabado sea Jesucristo!

También os saludo cordialmente a vo-sotros, queridos peregrinos croatas. Que osacompañen la poderosa intercesión y el au-xilio de la santísima Virgen María, para quepermanezcáis siempre fieles a Cristo y a suIglesia. ¡Alabados sean Jesús y María!

Saludo cordialmente a los peregrinos dela República Checa. A todos os encomiendoa la protección materna de la santísima Vir-gen María. ¡Alabado sea Jesucristo!

Asimismo, dirijo un cordial saludo a losperegrinos eslovacos. Queridos amigos, quela Mater gentium slavorum os ayude a per-manecer siempre fieles a Cristo y a la Iglesia.

Saludo a los polacos que han venido aMariazell en una peregrinación de fe y deunión. Por intercesión de María, pido a Diosla bendición para vosotros y para vuestrasfamilias.

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Si para el hombreno existe una verdad,en el fondo no puedeni siquiera distinguirentre el bien y el mal

Europa se ha empobrecidode niños: lo queremostodo para nosotrosmismos, y tal vezno confiamosdemasiado en el futuro

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Venerados y queridos hermanos en elministerio sacerdotal; queridos hom-bres y mujeres de vida consagrada;

queridos amigos: Nos hemos reunido en lavenerable basílica de nuestra Magna Ma-ter Austriae, en Mariazell. Desde hace mu-chas generaciones la gente reza aquí paraobtener la ayuda de la Madre de Dios. Lo ha-cemos hoy también nosotros. Juntamentecon ella, queremos ensalzar la inmensa bon-dad de Dios y expresar al Señor nuestragratitud por todos los beneficios recibidos,en particular por el gran don de la fe. Tam-bién queremos encomendarle a ella nuestrasprincipales intenciones: pedir su protecciónpara la Iglesia, invocar su intercesión paraque Dios conceda buenas vocaciones anuestras diócesis y comunidades religiosas,solicitar su ayuda para las familias y su ora-ción misericordiosa por todas las personasque buscan el camino para salir del pecadoy quieren convertirse, y, por último, enco-mendar a su solicitud materna a todos losenfermos y a las personas ancianas. Que laGran Madre de Austria y de Europa nos ayu-de a todos a llevar a cabo una profunda re-novación de la fe y de la vida.

Queridos amigos, como sacerdotes, re-ligiosos y religiosas, sois servidores y ser-vidoras de la misión de Jesucristo. Del mis-mo modo que hace dos mil años Jesús llamóa personas para que lo siguieran, tambiénhoy muchos jóvenes, chicos y chicas, trasescuchar su llamada, se ponen en camino,fascinados por él e impulsados por el de-seo de dedicar su vida al servicio de la Igle-sia, entregándola para ayudar a los hom-bres. Tienen la valentía de seguir a Cristoy quieren ser sus testigos.

De hecho, la vida en el seguimiento deCristo es una empresa arriesgada, porquesiempre nos acecha la amenaza del peca-do, de la falta de libertad y de la defección.Por eso, todos necesitamos su gracia, queMaría recibió en plenitud. Aprendamos amirar siempre, como María, a Cristo, to-mándolo a Él como criterio de medida; asípodremos participar en la misión universalde salvación de la Iglesia, cuya Cabeza es Él.

El Señor llama a los sacerdotes, a los re-ligiosos, a las religiosas y a los laicos a en-trar en el mundo, en su realidad compleja,para cooperar allí a la edificación del rei-no de Dios. Lo hacen de muchas y muy di-ferentes maneras: con el anuncio, con laedificación de la comunidad, con los diver-sos ministerios pastorales, con el amor con-creto y con la caridad vivida, con la inves-tigación y con la ciencia realizadas con es-píritu apostólico, con el diálogo con la cul-tura de su entorno, con la promoción de la

justicia querida por Dios y, en no menormedida, con la contemplación silenciosa delDios trino y rindiéndole una alabanza co-munitaria.

El Señor os invita a la peregrinación quela Iglesia lleva a cabo a lo largo de los tiem-pos. Os invita a haceros peregrinos con él ya participar en su vida, que también hoy esvía crucis y camino del Resucitado a travésde la Galilea de nuestra existencia. Sin em-bargo, es siempre el mismo e idéntico Señorquien, mediante el mismo y único Bautismo,nos llama a la única fe. Por tanto, compartirsu camino significa ambas cosas. La di-mensión de la cruz, con fracasos, sufri-mientos, incomprensiones, más aún, inclu-so con desprecio y persecución; pero tam-bién la experiencia de una profunda ale-gría en el servicio y la experiencia de lagran consolación que deriva del encuentrocon Él. La misión de las parroquias, de lascomunidades y de cada uno de los cristianosbautizados, como la de la Iglesia, tiene suorigen en la experiencia de Cristo crucifi-cado y resucitado.

El centro de la misión de Jesucristo y detodos los cristianos es el anuncio del reinode Dios. Para la Iglesia, para los sacerdo-tes, para los religiosos, para las religiosas, al

igual que para todos los bautizados, esteanuncio en el nombre de Cristo implica elcompromiso de estar presentes en el mun-do como sus testigos. En efecto, el reinode Dios es Dios mismo que se hace pre-sente en medio de nosotros y reina por me-dio de nosotros.

Por tanto, la edificación del reino de Diosse hace realidad cuando Dios vive en no-sotros y nosotros llevamos a Dios al mundo.Vosotros lo hacéis dando testimonio de unsentido que hunde sus raíces en el amorcreador de Dios y se opone a toda insen-satez y a toda desesperación. Vosotros estáisde parte de los que buscan con gran es-fuerzo este sentido, de todos los que quie-ren dar a la vida una forma positiva. Oran-do e intercediendo, sois los abogados dequienes buscan a Dios, de quienes están encamino hacia Dios. Vosotros dais testimo-nio de una esperanza que, contra toda de-sesperación silenciosa o manifiesta, remitea la fidelidad y a la solicitud amorosa deDios.

Al hacerlo, estáis de parte de los que lle-van la carga de un destino pesado y no lo-gran librarse de él. Dais testimonio del Amorque se entrega a los hombres y así ha ven-cido la muerte. Estáis de parte de quienes

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Testigos de una esperanzaque no defrauda

Vísperas marianas con los sacerdotes y consagrados en el santuario de Mariazzell. Sábado 8 de septiembre de 2007

Benedicto XVI,con jóvenes

sacerdotesy seminaristas

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nunca han experimentado el amor, de quie-nes ya no logran creer en la vida. Así osoponéis a los numerosos tipos de injusti-cia, oculta o manifiesta, al igual que al des-precio de los hombres, cada vez más gene-ralizado.

De este modo, queridos hermanos y her-manas, toda vuestra existencia debe ser, co-mo la de san Juan Bautista, un gran reclamovivo, que lleve a Jesucristo, el Hijo de Diosencarnado. Jesús afirmó que Juan era «unalámpara que arde y alumbra» ( Jn 5, 35).También vosotros debéis ser lámparas comoél. Haced que brille vuestra luz en nuestrasociedad, en la política, en el mundo de laeconomía, en el mundo de la cultura y de lainvestigación. Aunque sea una lucecita enmedio de tantos fuegos artificiales, recibesu fuerza y su esplendor de la gran Estrellade la mañana, Cristo resucitado, cuya luzbrilla –quiere brillar a través de nosotros– yno tendrá nunca ocaso.

Pobreza, castidad y obediencia

Seguir a Cristo –y nosotros queremos se-guirlo– significa asimilar cada vez más lossentimientos y el estilo de vida de Jesús. Eslo que nos dice la Carta a los Filipenses:«Tened los mismos sentimientos de Cristo»

(Flp 2, 5). Mirar a Cristo es el lema de estosdías. Mirándolo a Él, el gran Maestro de vi-da, la Iglesia ha descubierto tres caracterís-ticas que destacan en la actitud fundamen-tal de Jesús. Estas tres características, quecon la Tradición llamamos consejos evan-gélicos, han llegado a ser los componentesdeterminantes de una vida dedicada al se-guimiento radical de Cristo: pobreza, casti-dad y obediencia. Reflexionemos ahora unpoco sobre estas características.

Jesucristo, que poseía toda la riqueza deDios, se hizo pobre por nosotros, nos dicesan Pablo en la segunda Carta a los Corin-tios (cf. 2 Co 8, 9). Se trata de una palabrainagotable, sobre la que deberíamos volvera reflexionar siempre. Y la Carta a los Fili-penses dice: «Se despojó de su rango y se re-bajó haciéndose obediente hasta la muer-te de cruz» (cf. Flp 2, 7-8). Él, que se hizo po-bre, llamó bienaventurados a los pobres.

San Lucas, en su versión de las Biena-venturanzas, nos ayuda a comprender queesta afirmación –el proclamar bienaventu-rados a los pobres– se refiere, sin duda, a lagente pobre, realmente pobre, en el Israelde su tiempo, donde existía una vergonzo-sa diferencia entre ricos y pobres.

Sin embargo, san Mateo, en su versiónde las Bienaventuranzas, nos explica que

la sola pobreza material, como tal, no ga-rantiza necesariamente la cercanía a Dios,porque el corazón puede ser duro y estarlleno de afán de riqueza. Pero san Mateo, co-mo toda la Sagrada Escritura, nos da a en-tender que, en cualquier caso, Dios está cer-cano a los pobres de un modo especial.

Así, resulta claro que el cristiano ve enellos al Cristo que lo espera, esperando sucompromiso. Quien quiera seguir a Cristode un modo radical, debe renunciar a losbienes materiales. Pero debe vivir esta po-breza a partir de Cristo, como un modo dellegar a ser interiormente libre para el pró-jimo.

Para todos los cristianos, y especialmentepara nosotros los sacerdotes, para los reli-giosos y las religiosas, tanto para las per-sonas individualmente como para las co-munidades, la cuestión de la pobreza y delos pobres debe ser continuamente objetode un atento examen de conciencia. Preci-samente en nuestra situación, en la que noestamos mal, no somos pobres, creo quedebemos reflexionar de modo particular encómo podemos vivir esta llamada de modosincero. Quisiera recomendarlo para vuestro–nuestro– examen de conciencia.

Para comprender bien lo que significala castidad, debemos partir de su contenidopositivo. Sólo lo encontramos una vez másmirando a Jesucristo. Jesús vivió con unadoble orientación: hacia el Padre y hacialos hombres. En la Sagrada Escritura lo co-nocemos como persona que ora, que pasanoches enteras en diálogo con el Padre. Alorar insertaba su humanidad, y la de todosnosotros, en la relación filial con el Padre.Este diálogo siempre se transformaba des-pués en misión hacia el mundo, hacia no-sotros. Su misión lo llevaba a una entregapura e indivisa a los hombres.

En los testimonios de las Sagradas Es-crituras no hay ningún momento de su exis-tencia en que se pueda descubrir, en sucomportamiento con los hombres, ningúnrastro de interés personal o de egoísmo. Je-sús amó a los hombres en el Padre, a partirdel Padre; así, los amó en su verdadero ser,en su realidad.

Tener los mismos sentimientos de Jesu-cristo, es decir, estar en total comunión conel Dios vivo y, en esta comunión totalmen-te pura con los hombres, estar a su dispo-sición sin reservas, inspiró a san Pablo unateología y una praxis de vida que respondea las palabras de Jesús sobre el celibato porel reino de los cielos (cf. Mt 19, 12). Los sa-cerdotes, los religiosos y las religiosas noviven sin relaciones interpersonales. Al con-trario, la castidad significa –de aquí queríayo partir– una intensa relación. Se trata deuna relación positiva con Cristo vivo y, através de Él, con el Padre.

Hombres y mujeres de esperanza

Por eso, con el voto de castidad en el ce-libato no nos consagramos al individualismoo a una vida aislada, sino que prometemosde modo solemne poner, totalmente y sinreservas, al servicio del reino de Dios –yasí al servicio de los hombres– las intensasrelaciones de que somos capaces y que re-

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Seguir a Cristo significaasimilar cada vez máslos sentimientosy el estilo de vidade Jesús

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cibimos como un don. De este modo, lossacerdotes, las religiosas y los religiososmismos se convierten en hombres y mujeresde la esperanza: contando totalmente conDios y demostrando así que Dios para elloses una realidad, crean en el mundo espa-cio para su presencia, para la presencia delreino de Dios.

Vosotros, queridos sacerdotes, religiososy religiosas, dais una contribución impor-tante: en medio de la avaricia, del egoísmode no saber esperar, del afán de consumo,del culto al individualismo, os esforzáis porvivir un amor desinteresado a los hombres.Vivís una esperanza que deja a Dios la tareade la realización, porque creéis que es élquien la llevará a cabo.

¿Qué habría sucedido si en la historiadel cristianismo no hubieran existido estasfiguras orientadoras para el pueblo? ¿Quésería de nuestro mundo si no existieran lossacerdotes, si no existieran las mujeres ylos hombres de las Órdenes religiosas, de lascomunidades de vida consagrada, personasque con su vida testimonian la esperanzade una satisfacción superior de los deseoshumanos y la experiencia del amor de Dios,que supera todo amor humano? Precisa-mente hoy el mundo necesita nuestro testi-monio.

Pasemos a la obediencia. Jesús vivió to-da su vida, desde los años ocultos de Na-zaret hasta el momento de la muerte en lacruz, en la escucha del Padre, en la obe-diencia al Padre. Por ejemplo, en la nochedel monte de los Olivos, oró así: «No se ha-ga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22, 42).Con esta oración Jesús asume, en su vo-luntad de Hijo, la terca resistencia de to-dos nosotros, transforma nuestra rebeliónen su obediencia. Jesús era un orante. Perosabía escuchar y obedecer: se hizo «obe-diente hasta la muerte, y muerte de cruz»(Flp 2, 8).

Los cristianos han experimentado siem-pre que, abandonándose a la voluntad delPadre, no se pierden, sino que, de este mo-do, encuentran el camino hacia una pro-funda identidad y libertad interior. En Je-sús han descubierto que quien se entrega, seencuentra a sí mismo; y quien se vinculacon una obediencia fundamentada en Diosy animada por la búsqueda de Dios, llega aser libre. Escuchar a Dios y obedecerle notiene nada que ver con una constriccióndesde el exterior y con una pérdida de símismo. Sólo entrando en la voluntad deDios alcanzamos nuestra verdadera identi-dad. Hoy el mundo, precisamente por sudeseo de autorrealización y autodetermi-nación, tiene gran necesidad del testimo-nio de esta experiencia.

Romano Guardini narra, en su autobio-grafía, que, en un momento crítico de suitinerario, cuando la fe de su infancia setambaleaba, le fue concedida la decisiónfundamental de toda su vida –la conver-sión– en el encuentro con las palabras de Je-sús en las que afirma que sólo quien se pier-de se encuentra a sí mismo (cf. Mc 8, 34 ss;Jn 12, 25). Sin abandonarse, sin perderse,el hombre no puede encontrarse, no puedeautorrealizarse. Pero luego se planteó lapregunta: ¿En qué dirección debo perder-

me? ¿A quién puedo entregarme? Le pare-ció evidente que sólo podemos entregar-nos totalmente si, al hacerlo, caemos en lasmanos de Dios. En definitiva, sólo en Él po-demos perdernos y sólo en Él podemos en-contrarnos a nosotros mismos. Sucesiva-mente, se planteó otra pregunta: ¿Quién esDios? ¿Dónde está Dios? Entonces com-prendió que el Dios al que podemos aban-donarnos es únicamente el Dios que se hi-zo concreto y cercano en Jesucristo. Perode nuevo se preguntó: ¿Dónde encuentroa Jesucristo? ¿Cómo puedo entregarme a élde verdad?

La respuesta que encontró Guardini ensu ardua búsqueda fue la siguiente: Jesúsúnicamente está presente entre nosotros demodo concreto en su cuerpo, la Iglesia. Poreso, en la práctica, la obediencia a la vo-luntad de Dios, la obediencia a Jesucristo,debe transformarse muy concretamente enuna humilde obediencia a la Iglesia. Creoque también esto debe ser siempre objetode un profundo examen de conciencia.

Todo ello se encuentra resumido en laoración de san Ignacio de Loyola, una ora-ción que siempre me ha parecido demasia-

do grande, hasta el punto de que casi nome atrevo a rezarla. Sin embargo, aunquenos cueste, deberíamos repetirla siempre:«Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mimemoria, mi entendimiento y toda mi vo-luntad, todo mi haber y mi poseer; Vos melo disteis, a Vos, Señor, lo torno; todo esvuestro, disponed a toda vuestra voluntad;dadme vuestro amor y gracia, que ésta mebasta» (Ejercicios espirituales, 234).

Queridos hermanos y hermanas, ahoravais a volver a vuestro ambiente de vida, alos lugares de vuestro compromiso eclesial,pastoral, espiritual y humano. Que nuestragran Abogada y Madre, María, extienda sumano protectora sobre vosotros y sobrevuestra actividad. Que interceda por voso-tros ante su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

A la vez que os doy las gracias por vues-tra oración y por vuestro trabajo en la viñadel Señor, pido a Dios que os proteja y ben-diga a todos vosotros, a la gente, en especiala los jóvenes, aquí en Austria y en los di-versos países de los que proceden muchosde vosotros.

De corazón os acompaño a todos conmi bendición.

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

«Tomad, Señor,y recibid

toda mi libertad...»San Ignacio

de Loyola (detalle),de Pedro Pablo Rubens

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Queridos hermanos y hermanas: «Sinedominico non possumus!» Sin el dondel Señor, sin el Día del Señor no

podemos vivir: así respondieron en el año304 algunos cristianos de Abitina, en la ac-tual Túnez, cuando, sorprendidos en la ce-lebración eucarística dominical, que estabaprohibida, fueron conducidos ante el juez yse les preguntó por qué habían celebrado endomingo la función religiosa cristiana, sa-biendo que esto se castigaba con la muerte.«Sine dominico non possumus!»

En la palabra dominicum / dominico seencuentran entrelazados indisolublementedos significados, cuya unidad debemosaprender de nuevo a percibir. Está, ante to-do, el don del Señor. Este don es Él mismo,el Resucitado, cuyo contacto y cercanía loscristianos necesitan para ser de verdad cris-tianos. Sin embargo, no se trata sólo de uncontacto espiritual, interno, subjetivo: el en-cuentro con el Señor se inscribe en el tiem-po a través de un día preciso. Y de esta ma-nera se inscribe en nuestra existencia con-creta, corpórea y comunitaria, que es tem-poralidad. Da un centro, un orden interior anuestro tiempo y, por tanto, a nuestra vidaen su conjunto. Para aquellos cristianos lacelebración eucarística dominical no era unprecepto, sino una necesidad interior. SinAquel que sostiene nuestra vida, la vida mis-

ma queda vacía. Abandonar o traicionar es-te centro quitaría a la vida misma su fun-damento, su dignidad interior y su belleza.

Esa actitud de los cristianos de enton-ces, ¿tiene importancia también para noso-tros, los cristianos de hoy? Sí, es válida tam-bién para nosotros, que necesitamos unarelación que nos sostenga y dé orientacióny contenido a nuestra vida. También noso-tros necesitamos el contacto con el Resuci-tado, que nos sostiene más allá de la muer-te. Necesitamos este encuentro que nosreúne, que nos da un espacio de libertad,que nos hace mirar más allá del activismode la vida diaria hacia el amor creador deDios, del cual provenimos y hacia el cualvamos en camino.

Si reflexionamos en el pasaje evangélicode hoy y escuchamos al Señor, que en élnos habla, nos asustamos. «Quien no re-nuncia a todas sus propiedades y no dejatambién todos sus lazos familiares, no pue-de ser mi discípulo». Quisiéramos objetar:Pero, ¿qué dices, Señor? ¿Acaso el mundono tiene precisamente necesidad de la fa-milia? ¿Acaso no tiene necesidad del amorpaterno y materno, del amor entre padres ehijos, entre el hombre y la mujer? ¿Acaso notenemos necesidad del amor de la vida, dela alegría de vivir? ¿Acaso no hacen faltatambién personas que inviertan en los bie-

nes de este mundo y construyan la tierraque nos ha sido dada, de modo que todospuedan participar de sus dones? ¿Acaso nonos ha sido confiada también la tarea deproveer al desarrollo de la tierra y de susbienes?

Si escuchamos mejor al Señor y, sobretodo, si lo escuchamos en el conjunto detodo lo que nos dice, entonces compren-demos que Jesús no exige a todos lo mismo.Cada uno tiene su tarea personal y el tipo deseguimiento proyectado para él. En el evan-gelio de hoy Jesús habla directamente dealgo que no es tarea de las numerosas per-sonas que se habían unido a Él durante laperegrinación hacia Jerusalén, sino que esuna llamada particular para los Doce. És-tos, ante todo, deben superar el escándalode la cruz; luego, deben estar dispuestos adejar verdaderamente todo y aceptar la mi-sión aparentemente absurda de ir hasta losconfines de la tierra y, con su escasa cultu-ra, anunciar a un mundo lleno de presuntaerudición y de formación ficticia o verda-dera, y ciertamente de modo especial a lospobres y a los sencillos, el Evangelio de Je-sucristo. En su camino a lo largo del mundo,deben estar dispuestos a sufrir en primerapersona el martirio, para dar así testimoniodel Evangelio del Señor crucificado y resu-citado.

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Sólo quien ama halla la vidaMisa en la catedral de San Esteban. Viena. Domingo 9 de septiembre de 2007

Dos niños vienesespresentan las ofrendasal Papa, en la misacelebrada en la catedralde San Esteban

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Aunque, en esa peregrinación hacia Je-rusalén, en la que va acompañado por unagran muchedumbre, la palabra de Jesús sedirige ante todo a los Doce, su llamada na-turalmente alcanza, más allá del momentohistórico, todos los siglos. En todos los tiem-pos llama a las personas a contar exclusi-vamente con Él, a dejar todo lo demás y aestar totalmente a su disposición, para estarasí a disposición de los otros; a crear oasisde amor desinteresado en un mundo en elque tantas veces parecen contar solamen-te el poder y el dinero. Demos gracias alSeñor porque en todos los siglos nos ha do-nado hombres y mujeres que, por amor a Él,han dejado todo lo demás, convirtiéndoseen signos luminosos de su amor. Basta pen-sar en personas como Benito y Escolástica,como Francisco y Clara de Asís, como Isabelde Hungría y Eduviges de Polonia, comoIgnacio de Loyola y Teresa de Ávila, hasta lamadre Teresa de Calcuta y el padre Pío. Es-tas personas, con toda su vida, han sido unainterpretación de la palabra de Jesús, que enellos se hace cercana y comprensiva paranosotros. Oremos al Señor para que tam-bién en nuestro tiempo conceda a muchaspersonas la valentía para dejarlo todo, a finde estar así a disposición de todos.

Pero si volvemos al evangelio, podemosobservar que el Señor no habla solamentede unos pocos y de su tarea particular; elnúcleo de lo que dice vale para todos. Enotra ocasión aclara así de qué cosa se trata,en definitiva: «Quien quiera salvar su vida,la perderá; pero quien pierda su vida pormí, ese la salvará. Pues, ¿de qué le sirve alhombre haber ganado el mundo entero, siél mismo se pierde o se arruina?» (Lc 9, 24-25). Quien quiere sólo poseer su vida, to-marla sólo para sí mismo, la perderá. Sóloquien se entrega recibe su vida. Con otraspalabras: sólo quien ama encuentra la vi-da. Y el amor requiere siempre salir de símismo, requiere olvidarse de sí mismo.

Quien mira hacia atrás para buscarse a símismo y quiere tener al otro solamente pa-ra sí, precisamente de este modo se pierdea sí mismo y pierde al otro. Sin este másprofundo perderse a sí mismo no hay vida.El inquieto anhelo de vida que hoy no dapaz a los hombres acaba en el vacío de la vi-da perdida. «Quien pierda su vida por mí...»,dice el Señor. Renunciar a nosotros mismosde modo más radical sólo es posible si conello, al final, no caemos en el vacío, sino enlas manos del Amor eterno. Sólo el amorde Dios, que se perdió a Sí mismo entre-gándose a nosotros, nos permite ser librestambién nosotros, perdernos, para así en-contrar verdaderamente la vida.

Éste es el núcleo del mensaje que el Se-ñor quiere comunicarnos en el pasaje evan-gélico, aparentemente tan duro, de este do-mingo. Con su palabra nos da la certeza deque podemos contar con su amor, con elamor del Dios hecho hombre. Reconoceresto es la sabiduría de la que habla la pri-mera lectura de hoy. También vale aquíaquello de que de nada sirve todo el saberdel mundo si no aprendemos a vivir, si noaprendemos qué es lo que cuenta verdade-ramente en la vida. «Sine dominico nonpossumus!» Sin el Señor y el día que le per-

tenece no se realiza una vida plena. Ennuestras sociedades occidentales el domin-go se ha transformado en un fin de semana,en tiempo libre. Ciertamente, el tiempo libre,especialmente con la prisa del mundo mo-derno, es algo bello y necesario, como losabemos todos. Pero si el tiempo libre notiene un centro interior, del que provengauna orientación para el conjunto, acaba porser tiempo vacío que no nos fortalece ninos recrea. El tiempo libre necesita un cen-tro: el encuentro con Aquel que es nuestroorigen y nuestra meta. Mi gran predecesoren la sede episcopal de Munich y Freising,el cardenal Faulhaber, lo expresó en ciertaocasión de la siguiente manera: «Da al al-ma su domingo, da al domingo su alma».

Precisamente porque, en su sentido pro-fundo, en el domingo se trata del encuentro,en la Palabra y en el Sacramento, con Cris-to resucitado, el rayo de este día abarca to-da la realidad. Los primeros cristianos ce-lebraban el primer día de la semana comodía del Señor porque era el día de la Resu-rrección. Sin embargo, muy pronto la Igle-sia tomó conciencia también del hecho deque el primer día de la semana es el día dela mañana de la creación, el día en que Diosdijo: «Hágase la luz» (Gn 1, 3). Por eso, en laIglesia el domingo es también la fiesta se-manal de la creación, la fiesta de la acciónde gracias y de la alegría por la creación deDios.

En una época en la que, a causa de nues-tras intervenciones humanas, la creaciónparece expuesta a múltiples peligros, de-beríamos acoger conscientemente tambiénesta dimensión del domingo. Más tarde, pa-ra la Iglesia primitiva, el primer día asimilóprogresivamente también la herencia del

séptimo día, del sabbat. Participamos en eldescanso de Dios, un descanso que abrazaa todos los hombres. Así percibimos en es-te día algo de la libertad y de la igualdad detodas las criaturas de Dios.

En la oración de este domingo recorda-mos, ante todo, que Dios, mediante su Hijo,nos ha redimido y adoptado como hijosamados. Luego le pedimos que mire conbenevolencia a loscreyentes en Cristo yque nos conceda laverdadera libertad y lavida eterna. Pedimosa Dios que nos mirecon bondad. Nosotrosmismos necesitamosesa mirada de bon-dad, no sólo el do-mingo, sino tambiénen la vida de cada día.Al orar sabemos queesa mirada ya nos hasido donada; más aún,sabemos que Dios nosha adoptado como hijos, nos ha acogidoverdaderamente en la comunión con él mis-mo.

Ser hijo significa –lo sabía muy bien laIglesia primitiva– ser una persona libre; noun esclavo, sino un miembro de la familia.Y significa ser heredero. Si pertenecemosal Dios que es el poder sobre todo poder,entonces no tenemos miedo y somos libres;entonces somos herederos. La herencia queÉl nos ha dejado es Él mismo, su amor.

¡Sí, Señor, haz que este conocimiento pe-netre profundamente en nuestra alma, pa-ra que así aprendamos el gozo de los redi-midos! Amén.

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Sólo el amor de Dios,que se perdió a Símismo entregándosea nosotros, nos permiteser libres tambiénnosotros, perdernos,para así encontrarverdaderamente la vida

La multitud congregadaen la plaza de la catedralde San Esteban, de Viena,

escucha la palabrade Benedicto XVI

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Reverendísimo padre abad; veneradoshermanos en el episcopado; queridosmonjes cistercienses de Heiligenkreuz;

queridos hermanos y hermanas de vida con-sagrada; ilustres huéspedes y amigos delmonasterio y de la Academia; señoras y se-ñores: Con placer, en mi peregrinación a laMagna Mater Austriae, he venido tambiéna la abadía de Heiligenkreuz, que no es só-lo una etapa importante en la via sacra quelleva a Mariazell, sino también el más anti-guo monasterio cisterciense del mundo queha seguido activo sin ninguna interrupción.He querido venir a este lugar rico en his-toria, para atraer la atención hacia la direc-triz fundamental de san Benito, según cuyaRegla viven también los cistercienses. SanBenito dispone concisamente que «no seanteponga nada al Oficio divino» (RegulaBenedicti 43, 3).

Por eso, en un monasterio de inspira-ción benedictina, las alabanzas a Dios, quelos monjes celebran como solemne plegariacoral, tienen siempre la prioridad. Cierta-

mente, gracias a Dios, no sólo los monjesoran; también lo hacen otras personas: ni-ños, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres,personas casadas y solteras; todos los cris-tianos oran o, al menos, deberían hacerlo.

En la vida de los monjes, sin embargo, laoración tiene una importancia especial: esel centro de su tarea profesional. En efecto,ejercen la profesión de orante. En la épocade los Padres de la Iglesia, la vida monásticase definía como vida al estilo de los ánge-les, pues se consideraba que la caracterís-tica esencial de los ángeles era ser adora-dores. Su vida es adoración. Esto deberíavaler también para los monjes. Ante todo,no oran por una finalidad específica, sinosimplemente porque Dios merece ser ado-rado. Confitemini Domino, quoniam bo-nus!, Dad gracias al Señor porque es bueno,porque es eterna su misericordia, exhortanvarios salmos (por ejemplo, Sal 106, 1). Poreso, esta oración sin finalidad específica,que quiere ser puro servicio divino, se lla-ma con razón officium. Es el servicio por

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Una teología de rodillasVisita a los monjes cistercienses de la abadía de Heiligenkreuz. Domingo 9 de septiembre de 2007

Fresco con la imagen de san Benito, en el monasterio de Subiaco

Queridos hermanos y hermanas: Esta ma-ñana, ha sido para mí una experiencia

particularmente hermosa poder celebrarcon todos vosotros el día del Señor de mo-do tan digno en la magnífica catedral deSan Esteban. El rito eucarístico, celebradocon el debido decoro, nos ayuda a tomarconciencia de la inmensa grandeza del donque Dios nos hace en la santa misa. Preci-samente así nos acercamos también unos aotros y experimentamos la alegría de Dios.Por tanto, expreso mi gratitud a todos losque, mediante su contribución activa en lapreparación y en el desarrollo de la litur-gia o también mediante su fervorosa parti-cipación en los sagrados misterios, han cre-ado un clima en el que la presencia de Diosera verdaderamente perceptible. Gracias decorazón y que Dios os lo pague.

En la homilía he tratado de decir algosobre el sentido del domingo y sobre elpasaje evangélico de hoy, y creo que estonos ha llevado a descubrir que el amor deDios, que se perdió a sí mismo por noso-tros entregándose a nosotros, nos da la li-bertad interior para perder nuestra vida,para encontrar de este modo la vida ver-dadera.

La participación en este amor dio a Ma-ría la fuerza para su Sí sin reservas. Ante elamor respetuoso y delicado de Dios, que

para la realización de su proyecto de salva-ción espera la colaboración libre de su cria-tura, la Virgen superó toda vacilación y, convistas a ese proyecto grande e inaudito, sepuso confiadamente en sus manos. Plena-mente disponible, totalmente abierta en loíntimo de su alma y libre de sí, permitió aDios colmarla con su Amor, con el EspírituSanto. Así María, la mujer sencilla, pudo re-cibir en sí misma al Hijo de Dios y dar almundo el Salvador que se había donado aella.

También a nosotros, en la celebracióneucarística, se nos ha donado hoy el Hijode Dios. Quien ha recibido la Comuniónlleva ahora en sí de un modo particular alSeñor resucitado. Como María lo llevó ensu seno –un ser humano pequeño, inerme ytotalmente dependiente del amor de la ma-dre–, así Jesucristo, bajo la especie del pan,se ha entregado a nosotros, queridos her-manos y hermanas. Amemos a este Jesúsque se pone totalmente en nuestras manos.Amémoslo como lo amó María. Y llevémosloa los hombres como María lo llevó a Isabel,suscitando alegría y gozo. La Virgen dio alVerbo de Dios un cuerpo humano, para quepudiera entrar en el mundo. Demos tam-bién nosotros nuestro cuerpo al Señor, ha-gamos que nuestro cuerpo sea cada vez másun instrumento del amor de Dios, un templo

del Espíritu Santo. Llevemos el domingocon su Don inmenso al mundo.

Pidamos a María que nos enseñe a ser,como ella, libres de nosotros mismos, paraencontrar en la disponibilidad a Dios nues-tra verdadera libertad, la verdadera vida y laalegría auténtica y duradera. Quiero rezarahora la oración a la Madre de Dios que,en realidad, hubiera querido recitar ante laColumna de la Virgen. Como sabemos, allíse produjo un apagón que lo hizo imposi-ble. Por eso quiero recuperar ahora esa ora-ción a la Virgen:

Santa María, Madre Inmaculada denuestro Señor Jesucristo, en ti Dios nos hadado el prototipo de la Iglesia y el modo me-jor de realizar nuestra humanidad. A ti teencomiendo a Austria y a sus habitantes:ayúdanos a todos a seguir tu ejemplo y aorientar totalmente nuestra vida hacia Dios.Haz que, contemplando a Cristo, lleguemosa ser cada vez más semejantes a Él, verda-deros hijos de Dios. Entonces también no-sotros, llenos de toda clase de bendiciones es-pirituales, podremos corresponder cada vezmejor a su voluntad y ser así instrumentosde paz para Austria, para Europa y parael mundo. Amén.

Queridos amigos, ahora cantemos todosjuntos el Ángelus Domini a la manera aus-tríaca.

El don de la libertad interiorPalabras antes de la oración del Ángelus

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excelencia, el servicio sagrado de los mon-jes. Se ofrece al Dios trino que, por enci-ma de todo, es digno «de recibir la gloria, elhonor y el poder» (Ap 4, 11), porque hacreado el mundo de modo maravilloso yde modo aún más maravilloso lo ha reno-vado.

Al mismo tiempo, el officium de los con-sagrados es también un servicio sagrado alos hombres y un testimonio para ellos. To-do hombre lleva en lo más íntimo de su co-razón, de modo consciente o inconsciente,la nostalgia de una satisfacción definitiva, dela máxima felicidad; por tanto, en el fondo,de Dios. Un monasterio en el que la comu-nidad se reúne varias veces al día para ala-bar a Dios testimonia que este deseo hu-mano originario no cae en el vacío: Dioscreador no nos ha puesto a los hombres enmedio de tinieblas espantosas donde, an-dando a ciegas, deberíamos buscar deses-peradamente un sentido último fundamen-tal (cf. Hch 17, 27); Dios no nos ha aban-donado en un desierto de la nada, sin sen-tido, donde, en definitiva, nos espera sólo lamuerte. No. Dios ha iluminado nuestras ti-nieblas con su luz, por obra de su Hijo Je-sucristo. En Él Dios ha entrado en nuestromundo con toda su plenitud (cf. Col 1, 19);en Él, toda verdad, de la que sentimos nos-talgia, tiene su origen y su culmen (cf. Gau-dium et spes, 22).

Nuestra luz, nuestra verdad, nuestra me-ta, nuestra satisfacción, nuestra vida no esuna doctrina religiosa, sino una Persona:Jesucristo. Mucho más allá de nuestra ca-pacidad de buscar y desear a Dios, ya anteshemos sido buscados y deseados, más aún,encontrados y redimidos por Él. La miradade los hombres de todos los tiempos y detodos los pueblos, de todas las filosofías,religiones y culturas, encuentra finalmentelos ojos abiertos del Hijo de Dios crucifica-do y resucitado; su corazón abierto es laplenitud del amor. Los ojos de Cristo sonla mirada del Dios que ama. La imagen delCrucificado sobre el altar, cuyo original ro-mano se encuentra en la catedral de Sarza-na, muestra que esta mirada se dirige a to-do hombre. En efecto, el Señor mira el co-razón de cada uno de nosotros.

Ora et labora

El alma del monaquismo es la adoración,vivir al estilo de los ángeles. Sin embargo, alser los monjes hombres de carne y sangreen esta tierra, al imperativo central ora, sanBenito añadió un segundo: labora. Según elconcepto de san Benito, así como de sanBernardo, no sólo la oración forma partede la vida monástica, sino también el tra-bajo, el cultivo de la tierra de acuerdo con lavoluntad del Creador. Así, a lo largo de lossiglos, los monjes, partiendo de su miradadirigida a Dios, han hecho que la tierra fue-ra acogedora y hermosa. Su labor de salva-guardia y desarrollo de la creación proveníaprecisamente de su mirada puesta en Dios.En el ritmo del ora et labora la comunidadde los consagrados da testimonio del Diosque en Jesucristo nos mira; y el hombre y elmundo, mirados por Él, se convierten enbuenos.

No sólo los monjes rezan el officium; si-guiendo la tradición monástica, la Iglesiaha establecido para todos los religiosos, ytambién para los sacerdotes y los diáconos,el rezo del Breviario. Es importante quetambién las religiosas y los religiosos, lossacerdotes y los diáconos –y, naturalmen-te, los obispos– en la oración diaria oficialse presenten ante Dios con himnos y sal-mos, con acción de gracias y plegarias sin fi-nalidades específicas.

Queridos hermanos en el ministerio sa-cerdotal y diaconal; queridos hermanos yhermanas en la vida consagrada, sé que serequiere disciplina; más aún, a veces tam-bién es preciso superarse a sí mismo pararezar fielmente el Breviario; pero medianteeste officium recibimos al mismo tiempomuchas riquezas: ¡cuántas veces, al rezarlo,el cansancio y el abatimiento desaparecen!Y donde se alaba y se adora con fidelidad aDios, no falta su bendición. Con razón sedice en Austria: Todo depende de la bendi-ción de Dios.

El servicio principal

Por consiguiente, vuestro servicio prin-cipal a este mundo debe ser vuestra ora-ción y la celebración del Oficio divino. To-do sacerdote, toda persona consagrada, de-be tener como disposición interior no an-teponer nada al Oficio divino. La bellezade esta disposición interior se manifestaráen la belleza de la liturgia, hasta tal puntoque donde cantamos, alabamos, exaltamosy adoramos juntos a Dios, se hace presenteen la tierra un trocito de cielo. No es teme-rario afirmar que, en una liturgia totalmen-te centrada en Dios, en los ritos y en loscantos, se ve una imagen de la eternidad. Delo contrario, ¿cómo habrían podido nues-tros antepasados construir, hace cientos deaños, un edificio sagrado tan solemne comoéste? Aquí ya la sola arquitectura eleva nues-tros sentidos hacia «lo que ni el ojo vio, ni eloído oyó, ni al corazón del hombre llegó, loque Dios preparó para los que le aman» (1Co 2, 9).

En toda forma de esmero por la litur-gia, el criterio determinante debe ser siem-pre la mirada puesta en Dios. Estamos enpresencia de Dios; Él nos habla y nosotrosle hablamos a Él. Cuando, en las reflexio-nes sobre la liturgia, nos preguntamos có-mo hacerla atrayente, interesante y her-mosa, ya vamos por mal camino. O la li-turgia es opus Dei, con Dios como sujetoespecífico, o no lo es. En este contexto ospido: celebrad la sagrada liturgia dirigien-do la mirada a Dios en la comunión de lossantos, de la Iglesia viva de todos los lu-gares y de todos los tiempos, para que setransforme en expresión de la belleza y dela sublimidad del Dios amigo de los hom-bres.

Por último, el alma de la oración es elEspíritu Santo. En verdad, cuando oramos,siempre es Él quien «viene en ayuda denuestra flaqueza, intercediendo por noso-tros con gemidos inefables» (cf. Rm 8, 26).Confiando en estas palabras del apóstol sanPablo, os aseguro, queridos hermanos y her-manas, que la oración surtirá en vosotros

el efecto que una vez se expresaba llaman-do a los sacerdotes y a las personas consa-gradas simplemente Geistliche (personasespirituales). Monseñor Sailer, obispo deRatisbona, dijo en cierta ocasión que los sa-cerdotes deberían ser antes que nada per-sonas espirituales. Me agradaría que vol-viera a usarse la expresión Geistliche. Pe-ro, sobre todo, es importante que se haga re-alidad en nosotros lo que significa esapalabra: que en el seguimiento del Señor,en virtud de la fuerza del Espíritu, seamospersonas espirituales.

Austria es verdaderamente, como se di-ce con doble sentido, Klösterreich: reino

de monasterios y rica en monasterios. Vues-tras antiquísimas abadías, con orígenes ytradiciones que se remontan a siglos pa-sados, son lugares de la preferencia porDios. Queridos hermanos, manifestad cla-ramente a los hombres esta prioridad deDios. Como oasis espiritual, un monasterioindica al mundo de hoy lo más importan-te, más aún, en definitiva, lo único decisi-vo: existe una razón última por la que va-le la pena vivir, es decir, Dios y su amorinescrutable.

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Benedicto XVI,con los monjes

de la abadíade Heiligenkreuz

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No sólo lugares de cultura

Queridos fieles, os pido que consideréisvuestras abadías y vuestros monasterios co-mo lo que son y quieren ser siempre: nosolamente lugares de cultura y de tradición,o incluso simples empresas económicas. Es-tructura, organización y economía son ne-cesarias también para la Iglesia, pero no

son lo esencial. Unmonasterio es, sobretodo, un lugar de fuer-za espiritual. Al llegara uno de vuestros mo-nasterios aquí, en Aus-tria, se tiene la mismaimpresión de cuando,después de una cami-nata por los Alpes,que ha costado sudor,finalmente se puedeuno refrescar en unarroyo que viene deun manantial. Aprove-chad, pues, estos ma-nantiales de la cerca-nía de Dios en vues-tro país, apreciad lascomunidades religio-sas, los monasterios y

las abadías, y recurrid al servicio espiritualque los consagrados están dispuestos a pres-taros.

Por último, mi visita se dirige a la Aca-demia, ya pontificia, que celebra el 205 ani-versario de su fundación y a la que, en sunueva condición, el abad ha añadido elnombre del actual sucesor de san Pedro.Aunque es importante la integración de ladisciplina teológica en la universitas del sa-ber mediante las Facultades teológicas ca-

tólicas en las universidades estatales, esigualmente importante que haya lugares deestudio tan específicos como el vuestro,donde es posible un vínculo profundo entreteología científica y espiritualidad vivida.

En efecto, Dios no es jamás simplemen-te el objeto de la teología; al mismo tiempo,también es siempre su sujeto vivo. Por lodemás, la teología cristiana no es jamás so-lamente un discurso humano sobre Dios,sino que al mismo tiempo es siempre el Lo-gos y la lógica en la que Dios se revela. Poreso la intelectualidad científica y la devo-ción vivida son dos elementos del estudioque, en una complementariedad irrenun-ciable, dependen una de otra.

El padre de la Orden cisterciense, sanBernardo, luchó en su tiempo contra la se-paración de una racionalidad objetivantede la corriente de espiritualidad eclesial.Nuestra situación actual, aun siendo diver-sa, tiene notables semejanzas. En su anhelode obtener el reconocimiento de un rigu-roso carácter científico en el sentido mo-derno, la teología puede perder el aliento dela fe. Pero así como una liturgia que olvidadirigir la mirada a Dios es, como tal, casiinsignificante, de igual modo una teologíaque ya no está animada por la fe, deja de serteología; acaba por reducirse a una serie dedisciplinas más o menos relacionadas en-tre sí. En cambio, donde se practica una te-ología de rodillas, como pedía Hans Ursvon Balthasar (cf. Theologie und Heiligkeit,Aufsatz von 1948, en: Verbum Caro. Sch-riften zur Theologie I, Einsiedeln 1960, 195-224), no faltará la fecundidad para la Iglesiaen Austria y también más allá.

Esta fecundidad se muestra en el apoyoy en la formación de personas que han re-cibido una llamada espiritual. Para que hoy

una llamada al sacerdocio o al estado reli-gioso pueda sostenerse fielmente durantetoda la vida, hace falta una formación queintegre fe y razón, corazón y mente, vida ypensamiento. Una vida en el seguimientode Cristo necesita la integración de toda lapersonalidad. Donde se descuida la dimen-sión intelectual, nace muy fácilmente unaforma de infatuación piadosa que vive casiexclusivamente de emociones y de estadosde ánimo que no pueden sostenerse du-rante toda la vida. Y donde se descuida la di-mensión espiritual, se crea un racionalismoenrarecido que, a causa de su frialdad y desu desapego, ya no puede desembocar enuna entrega entusiasta de sí a Dios.

Una vida en el seguimiento de Cristo nose puede fundar en esos criterios unilate-rales; con entregas a medias, una personaquedaría insatisfecha y, en consecuencia,quizá también espiritualmente estéril. Todallamada a la vida religiosa o al sacerdocio esun tesoro tan precioso, que los responsa-bles deben hacer todo lo posible a fin deencontrar los caminos de formación idóne-os para promover en unidad fides et ratio, lafe y la razón, el corazón y la mente.

Como acabamos de escuchar, san Leo-poldo de Austria, siguiendo el consejo desu hijo, el Beato obispo Otón de Freising,que fue mi predecesor en la sede episco-pal de Freising (en Freising se celebra hoysu fiesta), fundó en 1133 vuestra abadía,dándole el nombre de Unsere Liebe Frauzum Heiligen Kreuz (Nuestra Señora de laSanta Cruz). Este monasterio no sólo tradi-cionalmente está dedicado a la Virgen –co-mo todos los monasterios cistercienses–, si-no que aquí arde el fuego mariano de sanBernardo de Claraval. San Bernardo, queentró en el monasterio junto con treintacompañeros, es una especie de Patrono delas llamadas espirituales. Si ejercía un as-cendiente tan entusiasta y alentador en mu-chos jóvenes de su tiempo llamados porDios, era quizá porque estaba animado poruna particular devoción mariana. Donde es-tá María, allí está la imagen primigenia de laentrega total y del seguimiento de Cristo.Donde está María, allí está el viento de Pen-tecostés del Espíritu Santo, allí está el inicioy una renovación auténtica.

Desde este lugar mariano en la via sa-cra deseo a todos los lugares espiritualesen Austria fecundidad y capacidad de irra-diación. Antes de partir, quiero pedir unavez más a la Madre de Dios, como hice yaen Mariazell, que interceda por toda Aus-tria. Con palabras de san Bernardo, invito acada uno a hacerse confiadamente niño an-te María, como lo hizo el mismo Hijo deDios. San Bernardo dice, y nosotros deci-mos con él: «Mira la estrella, invoca a María.(...) En los peligros, en las angustias, en lasincertidumbres, piensa en María, invoca aMaría. Que su nombre no se aleje de tu bo-ca, que no se aleje de tu corazón. (...) Si-guiéndola, no te pierdes; invocándola, note desesperas; pensando en ella, no te equi-vocas. Si ella te tiene de la mano, no caes; siella te protege, no temes; si ella te guía, note cansas; si ella te concede su favor, llegasa tu meta» (In laudibus Virginis Matris, Ho-milía 2, 17).

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

La vida en el seguimientode Cristo necesitala integración de todala personalidad;con entregas a medias,una persona quedaríainsatisfecha y,en consecuencia,quizá tambiénespiritualmente estéril

Monasterio de SantoToribio de Liébana,en Cantabria

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Honorable señor Presidente federal;reverendísimo monseñor arzobispoKothgasser; queridos colaboradores

y colaboradoras voluntarios y honorariosde los diversos organismos de ayuda deAustria; ilustres señoras y señores; y, sobretodo, queridos jóvenes amigos: He espera-do con particular alegría este encuentro convosotros, que se realiza al final de mi visitaa Austria. Y, naturalmente, se suma tambiénla alegría de haber podido escuchar no só-lo una admirable interpretación de Mozart,sino inesperadamente también a los Niñoscantores de Viena. Os doy las gracias de to-do corazón. Es hermoso encontrarse conpersonas que, en nuestra sociedad, tratande dar un rostro al mensaje del Evangelio;ver personas, ancianas y jóvenes, que ha-cen experimentar de forma concreta en laIglesia y en la sociedad el amor que nos de-be conquistar a los cristianos: el amor deDios es lo que nos hace reconocer en elotro al prójimo, al hermano o a la hermana.

Expreso mi gratitud y mi admiración porel generoso compromiso de tantas perso-nas de diferentes edades en el voluntariadoen este país; a todos vosotros y a los quedesempeñan de forma gratuita un encargoen Austria quisiera expresarles hoy mi par-ticular reconocimiento. Le doy las graciasde corazón a usted, estimado señor Presi-dente; a usted, querido arzobispo de Salz-burgo; y sobre todo a vosotros, jóvenes re-presentantes de los voluntarios de Austria,por las hermosas y profundas palabras queme habéis dirigido.

Gracias a Dios, para muchos es unacuestión de honor comprometerse volun-tariamente en favor de los demás, de unaasociación, de una unión o de determina-das situaciones de bien común. Ese com-promiso significa, ante todo, una ocasiónpara formar la personalidad y para inser-tarse en la vida social con una contribu-ción activa y responsable. Sin embargo, ladisponibilidad a una actividad de volun-tariado se basa a veces en muchas y di-versas motivaciones. A menudo en el ori-gen existe simplemente el deseo de haceralgo que tenga sentido y sea útil, y de abrirnuevos campos de experiencia. Natural-mente, de esa forma los jóvenes tambiénbuscan, con razón, la alegría y activida-des gratificantes, una experiencia de au-téntica camaradería en una actividad co-mún llena de sentido. Con frecuencia, lasideas y las iniciativas personales van acom-pañadas de un amor efectivo al prójimo;así, la persona se integra en una comuni-dad que lo sostiene.

En este momento, quiero expresar migratitud más sincera por la marcada cultu-ra del voluntariado en Austria. Quiero darlas gracias a todas las mujeres, a todos loshombres, a todos los jóvenes y a todos losniños. En efecto, a menudo es notable elcompromiso de los niños en el voluntariado;basta pensar sólo en la acción de los Can-tores de la estrella durante el tiempo navi-deño. Usted, querido arzobispo, ya lo hamencionado. Sobre todo, quisiera dar lasgracias también por los servicios pequeñosy grandes, y por los esfuerzos que no siem-pre llaman la atención.

Muchas gracias, y que Dios os recom-pense por vuestra contribución a la edifi-cación de una civilización del amor, quese pone al servicio de todos y construye lapatria. El amor al prójimo no se puede de-

legar; el Estado y la política, con la solicitud,por lo demás necesaria, por la situación so-cial –como us-ted, señor Presi-dente, ha afir-mado–, no pue-den sustituirlo.El amor al pró-jimo requieresiempre el com-promiso perso-nal y voluntario,para el cualciertamente elEstado puede ydebe crear con-diciones generales favorables. Gracias a es-te compromiso, la ayuda mantiene su di-mensión humana y no se despersonaliza.

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Hay que dar al Evangelioun rostro concreto

Encuentro con el mundo del voluntariado en el Wiener Konzerthaus. Domingo 9 de septiembre de 2007

Comprometerse libremente enfavor de los demás significa,ante todo, una ocasiónpara formar la personalidady para insertarse en la vidasocial con una contribuciónactiva yresponsable

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Y precisamente por eso vosotros, los vo-luntarios, no sois tapagujeros en la red so-cial, sino personas que de verdad contribu-yen a dar un rostro humano y cristiano a

nuestra sociedad.Precisamente los jó-

venes desean que sucapacidad y sus talen-tos sean suscitados ydescubiertos. Los vo-luntarios quieren serinterpelados perso-nalmente: Te necesito;Tú eres capaz. ¡Cuántobien nos hace una pe-tición de este tipo!Precisamente en susencillez humana, nosremite de modo indi-recto al Dios que nos

ha querido a cada uno de nosotros y que acada uno ha dado su tarea personal, másaún, que necesita de cada uno de nosotrosy espera nuestro compromiso.

Dejarse llamar

Así, Jesús ha llamado a los hombres yles ha dado la valentía para llevar a cabocosas grandes, que por sí mismos no se sen-tirían capaces de hacer. Dejarse llamar, de-cidirse y después emprender un camino sinla acostumbrada pregunta sobre la utilidady los beneficios: esta actitud dejará huellassanadoras. Los santos han indicado este ca-mino con su vida. Es un camino interesan-te y apasionante, un camino generoso ymuy actual. El Sí a un compromiso de vo-luntariado y solidaridad es una decisión quenos hace libres y nos abre a las necesidadesde los demás; a las exigencias de la justi-cia, de la defensa de la vida y de la salva-guardia de la creación. En los compromi-sos de voluntariado entra en juego la di-mensión clave de la imagen cristiana deDios y del hombre: el amor a Dios y el amoral prójimo.

Queridos voluntarios, señoras y señores,comprometerse en el voluntariado consti-

tuye un eco de la gratitud y es la transmisióndel amor recibido. «Deus vult condiligen-tes», «Dios quiere personas que amen conÉl», afirmó el teólogo Duns Escoto en el si-glo XIV (Opus Oxoniense III, d. 32, q. 1, n.6). Visto así, el compromiso gratuito tienemucho que ver con la gracia. Una culturaque quiere contabilizarlo todo y pagarlo to-do, que sitúa la relación entre los hombresen una especie de corsé de derechos y de-beres, experimenta gracias a las innumera-bles personas comprometidas gratuitamen-te que la vida misma es un don inmerecido.

Aunque las motivaciones y también loscaminos del compromiso del voluntariadopuedan ser diversos, múltiples e inclusocontradictorios, en resumidas cuentas to-dos se basan en la profunda comunión quebrota de la gratuidad. Hemos recibido gra-tuitamente de nuestro Creador la vida; he-mos sido liberados gratuitamente del calle-jón sin salida del pecado y del mal; nos hasido dado gratuitamente el Espíritu, con susmúltiples dones. En mi encíclica escribí: «Elamor es gratuito; no se practica para obte-ner otros objetivos» (Deus caritas est, 31).«Quien es capaz de ayudar reconoce que,precisamente de este modo, también él esayudado; el poder ayudar no es mérito su-yo ni motivo de orgullo. Es gracia» (ibíd.,35). Transmitamos gratuitamente, con nues-tro compromiso, con nuestra actividad devoluntariado, lo que hemos recibido. Estalógica de la gratuidad está por encima delsimple deber y poder moral.

Sin el compromiso del voluntariado, elbien común y la sociedad no podían, nopueden y no podrán perdurar. La disponi-bilidad espontánea vive y se demuestra másallá del cálculo y de la compensación es-perada; rompe las reglas de la economía demercado. En efecto, el hombre es muchomás que un simple factor económico, que sevalora según criterios económicos. El pro-greso y la dignidad de una sociedad de-penden siempre precisamente de las per-sonas que hacen más de lo que constituyesu deber estricto.

Un servicio a la dignidad del hombre

Señoras y señores, el compromiso delvoluntariado es un servicio a la dignidaddel hombre, que se fundamenta en el hechode haber sido creado a imagen y semejan-za de Dios. San Ireneo de Lyon, en el sigloII, dijo: «La gloria de Dios es el hombre quevive, y la vida del hombre es la visión deDios» (Adversus haereses IV, 20, 7). Y Nico-lás de Cusa, en su obra sobre la visión deDios, desarrolló este pensamiento así:«Puesto que el ojo está allí donde se en-cuentra el amor, siento que Tú me amas.(...) Tu mirar, Señor, es amar. (...) Al mirar-me, Tú, Dios escondido, me permites des-cubrirte. (...) Tu mirar vivifica. (...) Tu mirarsignifica obrar» (De visione Dei, Die Got-tesschau, en: Philosophisch-TheologischeSchriften, hg. und eingef. von Leo Gabriel,übersetzt von Dietlind und Wilhelm Dupré,Viena 1967, Bd. III, 105-111). La mirada deDios, la mirada de Jesús, nos trasmite elamor de Dios. Hay miradas que puedencaer en el vacío o incluso despreciar. Y mi-

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

El Sí a un compromisode voluntariado noshace libres y abre a lanecesidad de los demás;a las exigencias de lajusticia, la defensa de lavida y la salvaguardiade la creación

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

radas que pueden conferir aprecio y ex-presar amor. Las personas comprometidasgratuitamente confieren aprecio al próji-mo, recuerdan la dignidad del hombre ysuscitan alegría de vida y esperanza. Losexponentes del voluntariado son custodiosy abogados de los derechos del hombre yde su dignidad.

Con la mirada de Jesús va unida tambiénotra forma de mirar. «Lo vio y dio un ro-deo», se lee en el evangelio acerca del sa-cerdote y del levita que ven al hombre me-dio muerto a la vera del camino, pero nointervienen (cf. Lc 10, 31-32). Hay quien vey finge no ver; tiene la necesidad ante losojos y, sin embargo, permanece indiferente;esto forma parte de las corrientes frías denuestro tiempo. En la mirada de los demás,precisamente en la mirada de quien necesitanuestra ayuda, experimentamos la exigenciaconcreta del amor cristiano.

Jesucristo no nos enseña una mística deojos cerrados, sino una mística de miradaabierta, es decir, del deber absoluto de per-cibir la condición de los demás, la situaciónen la que se encuentra el hombre que, se-gún el evangelio, es nuestro prójimo. La mi-rada de Jesús, la escuela de los ojos de Je-sús, nos lleva a una cercanía humana, a lasolidaridad, a compartir nuestro tiempo, acompartir nuestras cualidades y tambiénnuestros bienes materiales. Por eso, «cuan-tos trabajan en las instituciones caritativas dela Iglesia deben distinguirse por el hechode que no se limitan a realizar con destrezalo más conveniente en cada momento –tam-bién esto es importante–, sino por su dedi-cación al otro con atenciones que brotandel corazón. (...) Este corazón ve dónde senecesita amor y actúa en consecuencia»(Deus caritas est, 31). Sí, «tengo que llegar aser una persona que ama, una persona decorazón abierto, que se conmueve ante lanecesidad del otro. Entonces encontraré ami prójimo, o mejor dicho, será él quien meencuentre» ( Joseph Ratzinger, BenedictoXVI, Jesús de Nazaret, Madrid 2007, p. 238).

Por último, el mandamiento del amor aDios y al prójimo (cf. Mt 22, 37-40; Lc 10, 27)nos recuerda que es a Dios mismo, me-diante el amor al prójimo, a quien los cris-tianos honramos. El arzobispo Kothgasserha citado ya las palabras de Jesús: «Cuantohicisteis a uno de estos hermanos míos máspequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25, 40).Si en el hombre concreto que encontramosestá presente Jesús, entonces la actividadgratuita puede convertirse en una expe-riencia de Dios. La participación en las si-tuaciones y en las necesidades de los hom-bres lleva a un nuevo estar juntos y actúadando sentido. Así, el servicio gratuito pue-de ayudar a sacar a las personas del aisla-miento e integrarlas en la comunidad.

Por último, quisiera recordar la fuerza yla importancia de la oración para quienesestán comprometidos en la actividad cari-tativa. La oración a Dios es camino para sa-lir de la ideología o de la resignación ante lamagnitud de la necesidad. «Los cristianos, apesar de todas las incomprensiones y con-fusiones del mundo que les rodea, siguencreyendo en la bondad de Dios y su amor alhombre (Tt 3, 4). Aunque estén inmersos,

como los demás hombres, en las dramáticasy complejas vicisitudes de la Historia, per-manecen firmes en la certeza de que Dios esPadre y nos ama, aunque su silencio sigasiendo incomprensible para nosotros» (Deuscaritas est, 38).

Queridos colaboradores voluntarios yhonorarios de las obras de ayuda en Austria,señoras y señores, cuando uno no sólo cum-ple su deber en la profesión o en la familia–y para cumplirlo bien se requiere ya muchafuerza y un gran amor–, sino que también secompromete en favor de los demás, po-niendo su valioso tiempo libre al serviciodel hombre y de su dignidad, su corazónse dilata. Los voluntarios no comprendende modo estrecho el concepto de prójimo;reconocen también en el lejano al prójimoque es aceptado por Dios y al que, connuestra ayuda, debe llegar la obra de re-dención realizada por Cristo. El otro, el pró-jimo en el sentido del Evangelio, se con-vierte para nosotros en un interlocutor pri-vilegiado ante las presiones y las constric-

ciones del mundo en el que vivimos. Quienrespeta la prioridad del prójimo vive y actúasegún el Evangelio yparticipa también enla misión de la Iglesia,que siempre mira atodo el hombre yquiere hacerle sentirel amor de Dios.

Queridos volunta-rios, la Iglesia sostie-ne plenamente vues-tro servicio. Estoyconvencido de que,también en el futuro,los voluntarios deAustria serán fuentede grandes bendicio-nes; os acompaño atodos con mi oración. Imploro para todos laalegría del Señor (cf. Ne 8, 10), que es nues-tra fortaleza. Que Dios esté siempre cerca devosotros y os guíe continuamente con laayuda de su gracia.

La oración a Dios escamino para salirde la ideologíao de la resignaciónante la magnitudde la necesidad

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Benedicto XVI, en Austria✦Viaje apostólico del Papa a Austria con ocasión del 850 aniversario de la fundación del santuario de Mariazell✦

Honorable señor Presidente federal:Al despedirme de Austria, al final demi peregrinación con ocasión del

850 aniversario delsantuario nacionalde Mariazell, repasomentalmente concorazón agradecidoestas jornadas ricasde experiencias.Siento que este paístan hermoso y sushabitantes han lle-gado a ser para míaún más familiares.Doy las gracias decorazón a mis her-manos en el episco-pado y al Gobierno,así como a todos los

responsables de la vida pública y, no porúltimo, a los numerosos voluntarios que

han contribuido al éxito de la organizaciónde esta visita. Deseo a todos una abundan-te participación en la gracia que nos ha si-do concedida durante estos días. En parti-cular a usted, honorable señor Presidentefederal, le expreso con afecto mi agradeci-miento personal por las palabras que meha dirigido en esta despedida, por haber-me acompañado durante la peregrinación ypor todas sus atenciones. Muchas gracias.

He podido experimentar nuevamenteMariazell como un lugar particular de gracia,un lugar que, durante estos días, nos haatraído a todos hacia sí y nos ha fortalecidointeriormente para proseguir nuestro cami-no. El gran número de personas que parti-ciparon con nosotros en la fiesta junto a labasílica, en la ciudad y en toda Austria, nosdebe animar a mirar con María a Cristo y aafrontar llenos de confianza el camino haciael futuro. ¡Qué bien que el viento y el maltiempo no han podido detenernos, sino que,

en el fondo, han aumentado ulteriormentenuestra alegría!

Ya al inicio, con la oración común en laplaza Am Hof, nos reunimos superando losconfines nacionales y comprobamos la ge-nerosa hospitalidad de Austria, que es unade las grandes cualidades de este país. ¡Oja-lá que la búsqueda de una comprensión re-cíproca y la formación creativa de caminossiempre nuevos para favorecer la confianzaentre los hombres y los pueblos sigan ins-pirando la política nacional e internacionalde este país! Viena, según el espíritu de suexperiencia histórica y de su posición en elcentro vivo de Europa, puede contribuir aello, favoreciendo consiguientemente la pe-netración de los valores tradicionales delcontinente, impregnados de fe cristiana, enlas instituciones europeas y en el ámbitode la promoción de las relaciones interna-cionales, interculturales e interreligiosas.

En la peregrinación de nuestra vida devez en cuando nos detenemos, agradecidospor el camino recorrido; y, con vistas al ca-mino que aún tenemos por delante, espe-ramos y rezamos. También yo hice una eta-pa de este tipo en la abadía de Heiligen-kreuz. La tradición cultivada allí por losmonjes cistercienses nos hace remontarnosa nuestras raíces, cuya fuerza y belleza pro-vienen, en el fondo, de Dios mismo.

Hoy pude celebrar con vosotros el do-mingo, el día del Señor –en representaciónde todas las parroquias de Austria–, en lacatedral de San Esteban. Así, en esta oca-sión, me uní de modo particular a los fielesde todas las parroquias de Austria.

Por último, para mí un momento con-movedor fue el encuentro con los volunta-rios de las organizaciones de ayuda, que enAustria son tan numerosas y variadas. Losmiles de voluntarios con quienes me en-contré representan a los miles y miles decompañeros que, en todo el país, con sudisponibilidad a ayudar, muestran los rasgosmás nobles del hombre y hacen reconociblea los creyentes el amor de Cristo.

La gratitud y la alegría colman en estemomento mi corazón. A todos vosotros, quehabéis seguido estas jornadas, que os ha-béis esforzado y trabajado tanto para queel denso programa pudiera desarrollarsesin dificultades, que habéis participado en laperegrinación y en las celebraciones contodo el corazón, va una vez más mi agra-decimiento más sincero.

Al despedirme, encomiendo el presentey el futuro de este país a la intercesión de laMadre de la Gracia de Mariazell, la MagnaMater Austriae, y a todos los santos y Bea-tos de Austria. Juntamente con ellos quere-mos mirar a Cristo, nuestra vida y nuestraesperanza. Con sincero afecto os digo a vo-sotros y a todos un cordialísimo Dios os lopague.

Días de familiar cercaníaCeremonia de despedida. Aeropuerto de Viena. Domingo 9 de septiembre de 2007

En la peregrinaciónde la vida de vez encuando nos detenemos,agradecidos por elcamino recorrido;y, con vistas al que aúntenemos por delante,esperamos y rezamos

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Jovenes madrileños, en Roma✦Peregrinación de los jóvenes de la Provincia Eclesiástica de Madrid protagonistas de la Misión Joven para encontrarse con el Papa✦

Santo Padre: Aquí tiene a miles de jóve-nes peregrinos madrileños de las tresdiócesis de la Provincia Eclesiástica –Ma-

drid, Alcalá de Henares y Getafe– que con suscatequistas, sus sacerdotes y sus obispos quie-ren decirle al Papa: ¡la Misión Joven de Ma-drid, los jóvenes de Madrid, están con el Papa!

Durante el curso que acaba de terminar,muchos de ellos han salido al encuentro desus jóvenes compañeros, en las calles y pla-zas de Madrid, sus lugares de ocio y diver-sión, en los polideportivos y en el Metro, enlos colegios y la universidad..., para anun-ciarles la buena noticia de Jesucristo Salva-dor del hombre, de que sólo Él, como Vues-tra Santidad les ha recordado recientemen-te, «puede colmar las aspiraciones más ínti-mas del corazón del hombre»; de que sólo Él,Jesús, el Señor, «es capaz de humanizar laHumanidad y conducirla a su divinización».Otros se han comprometido en una calladae intensa labor de renovación de la pastoraljuvenil a partir de lo que hemos venido lla-mando las mesas de arciprestazgo. Todos sehan mostrado como testigos valientes y ge-nerosos de Jesucristo, tal como se lo había yapredicho y pedido nuestro inolvidable JuanPablo II en el Encuentro con la juventud deEspaña en el aeródromo de Cuatro Vientos,de Madrid, en la vigilia del tres de mayo delaño dos mil tres. Aplicándoles la palabra delSeñor a sus Apóstoles al ascender al cielo:

«Seréis mis testigos» (Hch 1, 8), les decía:«¡Id con confianza al encuentro de Jesús! Y,como los nuevos santos, ¡no tengáis miedode hablar de Él!... Es preciso que os convir-táis en apóstoles de vuestros coetáneos».

Santo Padre, le podemos asegurar quelo han sido y lo quieren continuar siendo elpróximo curso. ¡La Misión Joven contagia!¡contagia espiritual y eclesialmente! A ella seincorporarán los jóvenes matrimonios ma-drileños el próximo curso. ¡Los matrimo-nios jóvenes católicos de Madrid evangelizana los matrimonios jóvenes!

Querido Santo Padre, los jóvenes de Ma-drid quieren ser entre sus compañeros pre-goneros fieles, vibrantes y gozosos de laperenne y siempre actual confesión de Pe-dro: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vi-vo» (Mt 16,16). Agradecidos en lo más hon-do del corazón por esta audiencia, que conexcepcional afecto paternal nos habéis con-cedido en esta calurosa mañana de vuestrotiempo de descanso, os pedimos, Santo Pa-dre, que nos iluminéis y nos animéis ennuestro compromiso misionero con la ju-ventud madrileña, puesto que sólo en co-munión con el Papa, el sucesor de Pedro,con Pedro, hoy Benedicto XVI, sentida y vi-vida con alegre y plena fidelidad, nuestrotestimonio de amor a Jesucristo será verda-dero y fecundo para la evangelización delos jóvenes de Madrid.

Ha querido acompañarnos en este en-cuentro con el Santo Padre, momento cul-minante de la Misión Joven madrileña, laExcelentísima señora Presidenta de la Co-munidad de Madrid, en un fino gesto desintonía con los jóvenes católicos madrile-ños.

Querido Santo Padre, ¡la Misión Jovende Madrid está con el Papa! ¡Cuente con losjóvenes de Madrid, incondicionalmente!Cuente con ellos para la XXIII Jornada Mun-dial de la Juventud en Sydney. Estoy segurode que hacen suya la petición del mensajede Vuestra Santidad: «Que cada uno de vo-sotros tenga la valentía de prometer al Es-píritu Santo llevar a un joven a Jesucristo, co-mo mejor lo considere, sabiendo dar razónde vuestra esperanza pero con mansedum-bre (cf. 1Pe 3, 15)».

María, la Virgen de la Almudena, Patronade toda la archidiócesis de Madrid, ha sidoy es la Estrella de la Misión Joven y de nues-tra peregrinación a Roma. Quiera santa Te-resa Benedicta de la Cruz-Edith Stein, lasanta del día, la joven testigo de la sabidu-ría de la cruz para nuestro tiempo, hija ex-celsa de santa Teresa de Jesús, intercederpor la Misión Joven de Madrid.

¡Gracias, muchísimas gracias, queridoSanto Padre!

+ Antonio Mª Rouco Varela

Momento culminantede la Misión Joven madrileña

Saludo del cardenal arzobispo de Madrid al Santo Padre. Castelgandolfo. Jueves 9 de agosto de 2007

El cardenal Rouco,arzobispo de Madrid,durante su discursode saludo al Santo Padre,al comienzode la Audienciacon los peregrinosmadrileños,protagonistas de la Misión Joven

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Jovenes madrileños, en Roma✦Peregrinación de los jóvenes de la Provincia Eclesiástica de Madrid protagonistas de la Misión Joven para encontrarse con el Papa✦

Querido Santo Padre: Somos Sara e Ig-nacio, de 26 años. Ambos nacimos en el

seno de una familia cristiana y nos educa-mos en un colegio religioso.

Nos conocimos hace siete años cuandoempezábamos nuestra carrera universitariade Biología. Desde el principio de nuestrarelación, nos dimos cuenta de la cantidad deintereses y valores que teníamos en común.

El pasado 7 de julio –¡por fin!–, tuvimosla gran alegría de contraer matrimonio. San-tidad, esta fecha fue, hasta el momento, eldía más feliz de nuestra vida. Comenzaba,para nosotros, una historia nueva, única,diferente, una posibilidad excepcional queDios había preparado con detalle.

Queremos decirle a usted, Santo Padre,que hemos participado en las actividadesque, con motivo de la Misión Joven, pro-puesta por nuestro cardenal, se han orga-nizado en nuestra archidiocesis. Recorda-mos con mucha alegría nuestra participa-ción en el rezo del Santo Rosario por al-gunas calles de Madrid. Ese día, todosteníamos muy presentes las palabras delPapa Juan Pablo II: «¡No tengáis miedo ahablar de Él! Pues Cristo es la repuesta ver-dadera a todas las preguntas sobre el hom-bre y su destino». Impulsados por estas pa-labras, manifestamos por las calles de Ma-drid que se puede ser joven moderno y

profundamente fiel a Jesucristo. Sin em-bargo, lo que no fue tan fácil era que al-gunas personas de nuestro entorno laboralentendieran nuestro noviazgo. Oíamos al-gunos comentarios como: Si eso ya no se-lleva... En nuestro entorno, cada día sonmás los jóvenes que conviven pública-mente sin contraer matrimonio, civil ni re-ligioso.

Así vivimos el primer año de Misión,siendo jóvenes, siendo amigos, siendo no-vios. Habiendo escuchado la vocación deDios al matrimonio, lo hemos concluidocontrayendo matrimonio ante Dios y la Igle-sia. Y el segundo año de Misión lo empe-zaremos siendo un matrimonio joven.

Ignacio y SaraMadrid

Querido Santo Padre: Me llamo Pedro,tengo 25 años y pertenezco al Camino

Neocatecumenal. Soy fisioterapeuta y tra-bajo como profesor en la Universidad CEUSan Pablo. Soy el cuarto de ocho herma-nos, seis de ellos presentes hoy aquí.

En la Misión Joven hemos hecho el anun-cio del kerigma y de la experiencia de Je-sucristo en nuestra vida a los jóvenes deMadrid en diferentes ambientes. En todoMadrid, hemos sido recibidos en 230 cole-gios, en los que 35.000 alumnos a partir detrece años han escuchado el anuncio de lamuerte y resurrección de Jesucristo.

En mi caso, he visitado diversos colegiose institutos, pasando clase por clase con

dos compañeros, hablando de tres cosasfundamentales: Jesucristo, la Iglesia y la fa-milia cristiana en nuestra vida. Ha sido im-portante para mí poder hablar a los profe-sores y a los alumnos del perdón de mispecados, de la gran ayuda que ha sido Diospara afrontar la castidad, para levantarmede mis caídas, para reconciliarme con mihermano, al que no soportaba, y compar-tir con ellos cómo lo he vivido en la Iglesiadentro de una Comunidad Neocatecume-nal.

Anunciar esto a los jóvenes me ha pare-cido imprescindible, porque yo estaba ensu misma situación, bebiendo alcohol to-dos los fines de semana, con un combatemuy fuerte con la sexualidad y buscandoun sentido a mi vida. Son jóvenes como yo,ni mejores ni peores, y con los mismos pro-blemas, por lo que he pensado que les pue-de salvar la misma predicación que me sal-vó a mí.

A mí la vida me ha cambiado totalmenteen este tiempo; tenía novia y planes de ca-sarme y vivía todo para mí, pero en todoeste tiempo de evangelización, acompañadode visitas al Santísimo para rezar el Rosa-rio, he visto claramente la llamada de Diosa dejar trabajo, familia, proyectos..., y en-trar en un Seminario Redemptoris Mater pa-ra ser sacerdote misionero.

Doy gracias a Dios por haberme hechopartícipe de la Misión Joven, que tanto bienha hecho a nuestra ciudad.

Pedro RivasMadrid

Si eso ya no se lleva...Testimonio de los jóvenes ante el Papa Benedicto XVI. Castelgandolfo. Jueves 9 de agosto de 2007

En las fotos,dos momentosde la peregrinación

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Jovenes madrileños, en Roma✦Peregrinación de los jóvenes de la Provincia Eclesiástica de Madrid protagonistas de la Misión Joven para encontrarse con el Papa✦

Santo Padre: Me llamo Almudena, tengo25 años y soy de la diócesis de Alcalá de

Henares. Si pienso en todo lo que ha su-puesto este año de Misión, me quedo conuna cosa muy personal que el Señor hapuesto en mi corazón: su confianza. Heaprendido a fiarme de Él.

Mi diócesis, Alcalá, es joven y sencilla, ycomprender el verdadero significado de es-tas palabras fue para mí el primer paso detoda la Misión.

Ante nosotros se presentaba un gran re-to: ¿qué manos estaban preparadas para ha-cerlo?, ¿quién había dispuesto? Era casi co-mo un ideal muy bonito, pero inalcanzable.Con ayuda de nuestro obispo, don Jesús,comprendí que la Misión más improtantepara nosotros es abrir nuestra mirada dio-cesana a la Iglesia universal.

¿Qué hicimos? Escoger una comunidadparroquial que necesitara reavivar su fe yentregarnos por completo a ella. Duranteuna semana llamamos a cada puerta, in-vitando a participar en la gran fiesta que espara nosotros la Resurrección, dando, co-mo san Pedro, razones de nuestra fe ymostrando con nuestra vida y con nues-tra alegría la presencia de Cristo resucita-do.

No resulta fácil hoy en día llamar a unapuerta y decir que vienes de parte de la pa-rroquia, porque ¿quién en su casa abre lapuerta a gente que viene a hablar de Jesu-cristo? Con la cruz en la mano llamamos, yunos nos abrieron y nos escucharon, y otrosnos cerraron la puerta. Experimentamos

con Cristo cómo la luz vino al mundo y nola reconocieron.

Los que participamos en esta experienciahemos descubierto que podemos dar testi-monio con nuestra vida. Dios así nos lo pi-de y así nos lo ha confiado. Buscar razonespara dar a los demás nos ha hecho abrirnuestro corazón a las necesidades de laIgleisa.

Quiero seguir enamorándome de Jesu-cristo y poder gritar a todo el mundo que nosoy yo, sino que es Cristo quien vive en mí.

Almudena López de la OssaAlcalá de Henares

Querido Santo Padre: Mi nombre es Sa-bina, pertenezco a la parroquia de San-

to Domingo de Silos, de Pinto, uno de lospueblos de la diócesis de Getafe.

Todo lo que he vivido durante este últi-mo año en la experiencia de la Misión Jovenha consistido esencialmente en abandonar-me en manos del Señor, en dejarle a Él ha-cer en mi vida. Yo sólo me he puesto en susmanos, Él ha hecho el resto.

Muchos, al ver de cerca a jóvenes cris-tianos, se han dado cuenta de que lo quese les ofrecía era lo que les pedía a gritos elcorazón: el vernos unidos, alegres, entu-siasmados por Jesucristo, les ha llevado areplantearse muchas cosas, y ha sido el co-mienzo de no pocas conversiones. ¡Cuán-tos nos han abierto el corazón y nos hanpedido la vida que veían en nosotros, han

entrado después de mucho tiempo en unaiglesia, han acabado ante el sagrario y enla confesión, han vuelto al corazón de Cris-to, al saber que allí estaba el origen de todolo que veían reflejado en nosotros!

Antes eran muchos los jóvenes cristia-nos que vivíamos camuflados, pensandoque éramos pocos y raros; demasiado pa-rados, o viviendo muy intimistamente la fe.Ahora se ve en muchos de nosotros unaosadía y una pérdida de vergüenza, un de-seo de dar la cara por Jesucristo, que sólopuede proceder del Espíritu Santo y ser fru-to de la Misión.

Otro de los frutos importantes de la Mi-sión ha sido el darnos cuenta de la necesi-dad que tenemos de formación para dar ra-zón de nuestra esperanza a los jóvenes quenos la piden, para dar respuestas convin-centes a las muchas preguntas con las quenos abordan.

Mi experiencia de estos meses me ha lle-vado a comprobar que sólo desde la inti-midad con Cristo se puede salir a propo-nerlo a los hermanos. La oración y los Sa-cramentos han sido algo imprescindible pa-ra sentir el corazón latiendo al unísono conel de Cristo, y arder en deseos de llevarlo almundo.

Por todo ello, puedo decir, con María,que mi vida ha sido testigo de las maravillasque el Señor puede hacer con nosotros y através de nosotros.

SabinaPinto (Madrid)

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Jovenes madrileños, en Roma✦Peregrinación de los jóvenes de la Provincia Eclesiástica de Madrid protagonistas de la Misión Joven para encontrarse con el Papa✦

Queridos hermanos y hermanas; que-ridos jóvenes madrileños: Con su-mo gusto os recibo hoy, queridos

jóvenes que habéis participado en la Mi-sión Joven de la archidiócesis de Madrid ylas diócesis de esa Provincia Eclesiástica.Habéis venido acompañados por el señorcardenal Antonio María Rouco Varela, ar-zobispo de Madrid, al que agradezco lasamables palabras que me ha dirigido ennombre de sus obispos auxiliares, y de losobispos de Getafe y de Alcalá de Henares y,naturalmente, de todos vosotros. Habéisquerido manifestar vuestro afecto al Papa,sucesor del apóstol Pedro, así como vuestrocompromiso de entrega y servicio a la Igle-sia de Jesucristo. Os doy mi más cordialbienvenida y os agradezco vuestra presen-cia aquí, tan numerosa, y de modo espe-cial todo lo que hacéis como fruto de esaintensa experiencia eclesial y de fe que ha-béis vivido.

Algunos de vosotros han dado antes unexpresivo testimonio de ella, que he segui-do con atención. He apreciado la intensi-dad con que se ha vivido la condición delmisionero y el colorido que adquieren cier-tas facetas de la vida cuando se decideanunciar a Cristo: el entusiasmo de salir aldescubierto y comprobar con sorpresa que,contrariamente a lo que muchos piensan,el Evangelio atrae profundamente a los jó-

venes; el descubrir en toda su amplitud elsentido eclesial de la vida cristiana; la finu-ra y belleza de un amor y una familia vividaante los ojos de Dios, o el descubrimientode una inesperada llamada a servirlo porentero consagrándose al ministerio sacer-dotal.

Visitando los lugares donde Pedro y Pa-blo anunciaron el Evangelio, donde dieronsu vida por el Señor y donde muchos otrosfueron también perseguidos y martirizadosen los albores de la Iglesia, habréis podidoentender mejor por qué la fe en Jesucristo,al abrir horizontes de una vida nueva, deauténtica libertad y de una esperanza sinlímites, necesita la misión, el empuje quenace de un corazón entregado generosa-mente a Dios y del testimonio valiente deAquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.Así ocurrió aquí, en Roma, hace muchos si-glos, en medio de un ambiente que desco-nocía a Cristo, único Salvador del génerohumano y del mundo; así ha ocurrido siem-pre, y ocurre también hoy, cuando a vuestroalrededor veis a muchos que lo han olvida-do o que se desentienden de Él, cegadospor tantos sueños pasajeros que prometenmucho pero que dejan el corazón vacío.

Os animo a perseverar en el camino em-prendido, dejándoos guiar por vuestros pas-tores, colaborando con ellos en la apasio-nante tarea de hacer llegar a vuestros coe-

táneos la dicha indescriptible de saberseamados por Dios, el único amor que nuncafalla ni termina. No dejéis de cultivar voso-tros mismos el encuentro personal con Cris-to, de tenerlo siempre en el centro de vues-tro corazón, pues así toda vuestra vida seconvertirá en misión; dejaréis trasparentar alCristo que vive en vosotros.

Como jóvenes, estáis por decidir vues-tro futuro. Hacedlo a la luz de Cristo; pre-guntadle: ¿Qué quieres de mi?, y seguid lasenda que Él os indique con generosidady confianza, sabiendo que, como bautiza-dos, todos sin distinción estamos llamadosa la santidad y a ser miembros vivos de laIglesia en cualquier forma de vida que noscorresponda.

La Virgen María, Reina de los Apóstolesy Madre de la Iglesia, fue presentada porel Concilio Vaticano II como «ejemplo deaquel amor de madre que debe animar atodos los que colaboran en la misión apos-tólica de la Iglesia para engendrar a loshombres a una vida nueva» (Lumen gen-tium, 65). Que su intercesión maternal osacompañe y os haga ser fieles a los com-promisos que, dóciles al Espíritu Santo, ha-béis asumido para gloria de Dios y el biende vuestros hermanos. Que os sea tambiénde ayuda la Bendición Apostólica que osimparto con afecto.

Muchas gracias por vuestra visita.

Decidid vuestro futuro,a la luz de Cristo

Discurso del Santo Padre Benedicto XVI. Castelgandolfo. Jueves 9 de agosto de 2007

El Papa Benedicto XVIsaluda, desde el balcón,

a los jóvenes madrileños,congregados en el patio

del Palacio apostólicode Castelgandolfo

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✦DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA✦ 26

Jovenes madrileños, en Roma✦Peregrinación de los jóvenes de la Provincia Eclesiástica de Madrid protagonistas de la Misión Joven para encontrarse con el Papa✦

Ayer celebrábamos la Eucaristía en labasílica de San Pedro, donde el altarhabía sido construido sobre los restos

del apóstol Pedro. Hoy celebramos la Eu-caristía en la basílica de San Pablo Extra-muros, también, situada sobre los restos delapóstol Pablo. Si alguien dudaba de la ver-dad histórica de este hecho, desde hace po-cos meses o pocas semanas, ya no se puededudar. Y entre Pedro y Pablo vemos unahistoria que ha pasado en esta vida. Hemostenido un encuentro esta mañana con Pedrohoy, el sucesor de Pedro, el Papa Benedic-to XVI. Con su palabra, con su presencia,nos ha indicado el camino para continuarcon la Misión Joven en Madrid.

Hoy participamos en la Eucaristía losgrupos de las tres diócesis madrileñas. Sa-

ludo muy fraternalmente al señor obispode Getafe y a su obispo auxiliar, al señorobispo de Alcalá y a los obispos auxilia-res de Madrid. También a todos los sacer-dotes, los vicarios, y los delegados de pas-toral juvenil, un saludo especialmente gra-to y agradecido; y a todos los sacerdotesque os han acompañado en el camino de laperegrinación hasta Roma. Son muchos,más bien jóvenes, casi todos. También te-nemos el honor de que participe en la ce-lebración eucarística la Presidenta de laComunidad de Madrid, y también la Con-sejera para la Educación, que tiene muchoque ver con los jóvenes y la juventud deMadrid. También quiero saludar al ministrode la Embajada de España ante la SantaSede.

Luego, un saludo a todos vosotros, losque habéis caminado a Roma en peregrina-ción para el encuentro con el Papa, pero so-bre todo con la memoria viva de Pedro yPablo, que es la memoria de dos enamora-dos de Cristo, de dos apóstoles de Cristo,que no han tenido miedo de dar testimoniode Cristo ante los hombres, aunque les hu-biera costado la vida, como así fue. La his-toria de la Iglesia en Roma es la historia delos primeros mártires, de la primera sangreque se derrama por el Señor; es la historia,por lo tanto, de los fundamentos más vivosy más auténticos de lo que nosotros hoyqueremos, esperamos, vivimos y amamos.

Porque de eso se ha tratado en esta pe-regrinación y de esto se trata en la MisiónJoven: que los jóvenes de Madrid descu-bran, como decía el Papa esta mañana, quesi hay un amor que no falla, es el amor deDios; y que si hay una prueba de que eseamor no falla, es Cristo; y si hay una prue-ba de que Cristo no nos falla, es la Cruz. Ysi hay una prueba que podemos verificartodos los días sacramentalmente, es el sa-cramento de la Eucaristía. Y si hay una prue-ba eficaz para demostrar al mundo que esoes verdad, es la de nuestras vidas, es la denuestro testimonio, y la de nuestro amor atodos.

El Papa decía muy vívidamente esta ma-ñana: el que descubre a Cristo en su vida,descubre la fórmula más bella para vivirbien; personalmente, en el matrimonio y lafamilia, en la entrega a los demás a través dela vocación para la vida consagrada… Elque lleva a Cristo dentro es un misioneropermanente. Nosotros queremos ser misio-neros permanentes. Todos los cristianos, to-dos los católicos de Madrid deberían serlo,pero en este momento de la historia de laciudad, de la historia de España, es impor-tantísimo que los jóvenes lo sean. Y con ellorecogerán y expresarán lo mejor de nuestrahistoria común.

La Iglesia, como habéis podido apreciar,celebra hoy la fiesta de Santa Teresa Bene-dicta de la Cruz, conocida de joven comoEdith Stein. Una joven judía que buscaba laverdad. Había perdido la fe muy pronto, co-mo explica en un libro autobiográfico queos recomiendo, y se llama Diario de unafamilia judía. Una intelectual clásica, con untalento fuera de lo normal, tanto que ungran profesor, Husserl, es famoso por lasobras que escribió, pero sabemos que selas escribió en gran medida ella, que era suprofesora asistente; sobre todo la que tratade la Fenomenología. Los que habéis estu-diado filosofía sabéis de qué va.

Comunicad a Cristo

Esa chica, que estudiaba filosofía, queha perdido la fe de sus padres y de su fa-

Un amor que no fallaMisa presidida por el cardenal arzobispo de Madrid. Basílica romana de San Pablo Extramuros. 9 de agosto de 2007

Pórtico de la basílicaromana

de San PabloExtramuros

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milia, que en el umbral de la juventud no es-tá contenta, ha perdido el sentido de la vi-da. Tiene experiencias de amor humanolimpias, pero que tampoco le satisfacen; vade fracaso en fracaso. Y llega un día, cuan-do en la casa de unos amigos, por la no-che, encuentra en su biblioteca el Libro dela vida, de santa Teresa de Jesús. Se lo leede un tirón, pasa la noche en blanco. Y alamanecer –cuenta ella– se ve obligada a re-conocer que ha encontrado la Verdad, queha encontrado a Cristo, y que se quiere bau-tizar en la Iglesia católica; más aún, quiereser carmelita, cosa que logró. Unos añosmás tarde entraba en el Carmelo de Colonia.En la persecución nazi contra los judíos,también contra los judíos convertidos al ca-tolicismo, ella muere en Auschwitz. El últi-mo libro que escribe, dentro de una amplí-sima obra de filosofía y teología, lo titulaLa sabiduría de la cruz.

Hoy, en esta basílica, construida sobrelos restos y la tumba de un apóstol que tam-bién pasó por un momento de gran con-versión, decisiva, de su vida, nos encontra-mos con modelos vivos en la memoria de laIglesia, vivos también en la persona del San-to Padre, de que el amor de Cristo revolu-ciona el corazón del hombre, y revolucionala vida de los hombres, de modo que ne-cesitan ser misioneros. Lo decía el Papa es-ta mañana. El que ha encontrado a Cristonecesita ser misionero. Tiene que decirlo,tiene que comunicarlo, tiene que expandir-lo; no puede quedarse callado dentro delcorazón, porque eso brota. Y eso es así, pa-se lo que pase. La persecución no va a fal-tarle. Pensar que puede haber un cristia-nismo, un amor en la vida vivido a fondo,sin cruz, es una gravísima equivocación,una gravísima ignorancia de lo que es elamor. Va a haber cruz, la hay. Pero el queama en Cristo, por Cristo y con Cristo, cam-bia el mundo. Nosotros queremos cambiarel corazón de los jóvenes de Madrid, de losque no ha cambiado todavía, y de los quetenemos que cambiarlo todos los días.

El Papa, al final de sus palabras de estamañana, hacía memoria del amor maternalde la Virgen. Citaba un texto del ConcilioVaticano II que, para nosotros, los mayo-res, es como si lo hubiéramos vivido ante-ayer, pero para vosotros, los jóvenes, meimagino que pertenece a la historia más pa-sada. Sin embargo, está recientísimo, estafresquísimo. Citó un texto muy hermoso so-bre la Virgen. Y en esa cita, el Concilio ha-bla de que María es el modelo del amor ma-ternal para todos aquellos que quieren serapóstoles del amor de su Hijo. A ella, a laque invocamos en Madrid –la Virgen de laAlmudena es Patrona de toda la ProvinciaEclesiástica–, le pedimos esta tarde, en estabasílica, y contando con la intercesión –to-dos nos están mirando desde el cielo– dePedro, de Pablo, de una manera muy espe-cial de Teresa Benedicta de la Cruz, de unaforma especialísima de santa Teresa de Je-sús, que nos acompañe, que nos sostenga,con un tono cada vez más vibrante, más au-téntico, más limpio, más manso, en la Misiónque hemos emprendido.

+ Antonio Mª Rouco Varela

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Jovenes madrileños, en Roma✦Peregrinación de los jóvenes de la Provincia Eclesiástica de Madrid protagonistas de la Misión Joven para encontrarse con el Papa✦

ÍndiceBenedicto XVI, en Austria

No sólo una historia de 850 años, sino un lugar de graciaCeremonia de bienvenida. Aeropuerto internacional de Viena/Schwechat 2

Un signo de esperanzaEncuentro de oración ante la Columna de María, en la plaza Am Hof. Viena 3

El cristianismo ha modelado profundamente EuropaEncuentro con las autoridades y el cuerpo diplomático. Palacio Real Hofburg. Viena 4

Nuestra fe vence la resignación del hombre incapaz de verdadMisa ante el santuario de Mariazell 7

Testigos de una esperanza que no defraudaVísperas marianas con los sacerdotes y consagrados en el santuario de Mariazell 9

Sólo quien ama halla la vida

Misa en la catedral de San Esteban. Viena 12

El don de la libertad interior: Palabras antes de la oración del Angelus 14

Una teología de rodillasVisita a los monjes cistercienses de la abadía de Heiligenkreuz 14

Hay que dar al Evangelio un rostro concretoEncuentro con el mundo del voluntariado en el Wiener Konzerthaus 17

Días de familiar cercaníaCeremonia de despedida. Aeropuerto de Viena 20

Jóvenes madrileños, en Roma

Momento culminante de la Misión Joven madrileñaSaludo del cardenal arzobispo de Madrid al Santo Padre. Castelgandolfo 22

Si eso ya no se lleva...Testimonio de los jóvenes ante el Papa Benedicto XVI. Castelgandolfo 23

Decidid vuestro futuro, a la luz de CristoDiscurso del Santo Padre Benedicto XVI. Castelgandolfo 25

Un amor que no fallaMisa presidida por el cardenal arzobispo de Madrid. Basílica romana de San Pablo Extramuros 26

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