1980 Baigorri Crisis e Ideologia de La Crisis (Transición)

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Hablar, escribir, leer, oir hablar de la cri- sis se está tornando aburrido y monó- tono. Las noticias, comentarios, artícu- los, libros dedicados a este tema que diariamente salen al mercado de las ideas comienzan a precisar de una sec- ción fija en los medios de comunicación más o menos especializados, para gozo y placer de apocalípticos al uso; para gozo y placer, casi diríase más bien, de la burguesía. · Gentes de todos los campos, de todo género y condición, se revuelcan en el término. Como la pertinaz seguía local de otros tiempos, otros ámbitos, la cri- sis se está convirtiendo en la muletilla multinacional que explica --Q al menos cierra a la discusión-- todo lo explicable y lo inexplicable. Sin embargo, y sin mirar "fuera de 18 Artemio ].Baigorri risis casa", el producto nacional, el consumo energético, las ventas de ciQrtos bienes de consumo no perecederos (principal- mente los relacionados con la electró- nica) o el endeudamiento a todos los ni- veles, siguen creciendo,( 1) si bien es cierto que con gran moderación res- pecto a los años 60 (y aún en algunos países, muy pocos, el crecimiento se ha detenido). Lo que baja no es la produc- ción, sino la tasa de crecimiento de la producción. Ante estos hechos cabe la duda. ¿Esta- mos realmente en un momento de CRI- SIS, con mayúsculas, en una crisis cí- clica bastante más seria que una "mala coyuntura", o simplemente el sistema ha llegado a un punto objetivo de má- ximo crecimiento posible y estamos en- trando en el crecimiento cero, y su- friendo sencillamente la momentánea incomodidad (lo que hace lógicamente menos llevadera la congénita incomodi- dad del capitalismo) de las adaptacio- nes pertinentes? Los diccionarios de la lengua definen crisis como "cambio notable en el curso de algo", "momento decisivo en un asunto grave", "punto de inflexión" ... Habrá que ver si nos encontramos en un momento que coincida en sustancia con tales acepciones. Y sobre todo ha- brá que ver --Q tratar de ver-las razo- nes reales de la excesiva preocupación actual por el asunto; el por qué del miedo a la crisis. Y habrá que verlo por- que la crisis, la verdadera crisis, aún no ha llegado, y va a llegar por el lado que menos se esperan los que hablan de la crisis, los que dirigen la crisis.

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Análisis de los procesos de construción social de la ideología de la crisis (Transición. Economía, trabajo, sociedad, nº 25, Oct. 1980, pp. 18-22)

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  • Hablar, escribir, leer, oir hablar de la cri-sis se est tornando aburrido y mon-tono. Las noticias, comentarios, artcu-los, libros dedicados a este tema que diariamente salen al mercado de las ideas comienzan a precisar de una sec-cin fija en los medios de comunicacin ms o menos especializados, para gozo y placer de apocalpticos al uso; para gozo y placer, casi dirase ms bien, de la burguesa. Gentes de todos los campos, de todo gnero y condicin, se revuelcan en el trmino. Como la pertinaz segua local de otros tiempos, otros mbitos, la cri-sis se est convirtiendo en la muletilla multinacional que explica --Q al menos cierra a la discusin-- todo lo explicable y lo inexplicable. Sin embargo, y sin mirar "fuera de

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    Artemio ].Baigorri

    risis

    casa", el producto nacional, el consumo energtico, las ventas de ciQrtos bienes de consumo no perecederos (principal-mente los relacionados con la electr-nica) o el endeudamiento a todos los ni-veles, siguen creciendo,( 1) si bien es cierto que con gran moderacin res-pecto a los aos 60 (y an en algunos pases, muy pocos, el crecimiento se ha detenido). Lo que baja no es la produc-cin, sino la tasa de crecimiento de la produccin. Ante estos hechos cabe la duda. Esta-mos realmente en un momento de CRI-SIS, con maysculas, en una crisis c-clica bastante ms seria que una "mala coyuntura", o simplemente el sistema ha llegado a un punto objetivo de m-ximo crecimiento posible y estamos en-trando en el crecimiento cero, y su-

    friendo sencillamente la momentnea incomodidad (lo que hace lgicamente menos llevadera la congnita incomodi-dad del capitalismo) de las adaptacio-nes pertinentes? Los diccionarios de la lengua definen crisis como "cambio notable en el curso de algo", "momento decisivo en un asunto grave", "punto de inflexin" ... Habr que ver si nos encontramos en un momento que coincida en sustancia con tales acepciones. Y sobre todo ha-br que ver --Q tratar de ver-las razo-nes reales de la excesiva preocupacin actual por el asunto; el por qu del miedo a la crisis. Y habr que verlo por-que la crisis, la verdadera crisis, an no ha llegado, y va a llegar por el lado que menos se esperan los que hablan de la crisis, los que dirigen la crisis.

  • ESTO TIRA O NO TIRA'? sado la expansin, y que ya haban te-nido ciertos problemas en los aos 60

    La realidad es que, en los ltimos aos, (paliados por unas cuantas guerras y pese a breves perodos de recupera- como la del Vietnam). Nos referimos a la cin (en uno de los cuales parecamos industria automovilstica, aeronutica y encontrarnos en 1979) la cada de la petroqumica, a las que pronto se ha-tasa de ganancia en los principales pa- bran de sumar la siderurgia 'y "metalurgia ses industriales ha sido notable. Bste- y en ltimo extremo y por arrastre la nos observar las tablas: construccin naval y el cemento. Tales

    i---E-V_O_L_U_C_I_O_N_D_E_L_A_T_A_S_A __ __, sectores han sido en los ltimos 20-30 ~ ( aos los sectores punta de la economa

    DE BENEFICIOS EN ESPANA partici- mundial. Pero desde finales de los 60 su pacin en el PIB al coste de los factores del "excedente neto de explotacin" situacin ha venido empeorando cons-descontados impuestos y amortizado- tantemente. En la rama del automvil, la nes). Chrysler se mantiene primero gracias a

    las subvenciones que recibe en Inglate-

    .~

    AO

    1965 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979

    %DEL P.I.B. DE CADA

    AO 39,0 35,5 34,7 33,4 32,8 33,1 30,9 30,5 30,3 30,5 30,7

    ti SOBRE AOANT.

    -Q,8 -1,3 -Q,6 +0,3 -2,2 -Q,4 -Q,2 + 0,2 +0,2

    Fuente: Equipo de Coyuntura Econmica, en "El Pas", 24-11-80.

    rra, y ms recientemente en los propios USA; la British Leyland cierra fbricas, teniendo en proyecto despedir a un to-tal de 75.000 trabajadores (ya ha obte-nido la "aprobacin" de los sindicatos para despedir a los primeros 25.000) y entra en un creciente endeudamiento que va a llevarla a la quiebra total; la Ford lleva ya cerradas fbricas con ms de 10.000 obreros despedisos y en 1979 por primera vez en sus historia ha tenido prdidas; en los ltimos aos, firmas francesas como Citroen, y Peu-geot se fusionan para soportar mejor la crisis; la Fat y la Seat inician una marcha atrs imparable. La General Motors ve descender sus ventas notablemente (hasta un 20% en 1979) e intenta apro-1--------------------' vechar los ltimos aos, hasta que la

    Con excepcin del Japn, cuyo com-portamiento econmico no ha entrado en sincronizacin con las otras grandes potencias sino recientemente, parece que 1965 marc el techo al aumento de la tasa de beneficios, que vena cre-ciendo desde la crisis coyuntural de la segunda mitad de los aos 50. A partir de aquel ao; y aunque los PNB siguen creciendo, los capitalistas comenzaron a ver cmo disminua su parte del pastel ao a ao. La culpa la tena la "sociedad ~.del bienestar", el "Estado benefactor";

    en fin, el aumento real del nivel de vida de las clases trabajadoras, quizs no tanto por el aumento de los salarios como por el crecimiento cuantitativo y cualitativo de los servicios y prestacio-nes institucionales (infraestructuras, se-guridad social, educacin, ret[ro, etc ... ). Bien es verdad que, de alguna manera, ese "dficit" de las clases dominantes era pliado mediante la sobreexplota-cin de los pueblos y naciones de la pe-riferia, interior o exterior al sistema. Pero, en cualquier caso, el aumento del bienestar social en los espacios centra-les implicaba una disminucin de los beneficios de los capitalistas. A todo ello se ha sumado la cada en una crisis objetiva de ciertos sectores sobre los que a partir de la segunda guerra mundial (y en gran parte por ra-zones de la propia guerra) se haba ba-

    flor de la industria automovilstica se marchite definitivamente, cerrando plantas en los USA y trasladndolas a pases subimperialistas con mano de obra dcil y gobiernos an ms dciles. Slo las empresas japonesas han con-seguido retrasar la influencia de algunos de los factores depresivos, en parte porque se han dedicado a fabricar mo-delos de pequeo tamao y bajo con-sumo, en parte tambin porque, como en Espaa, su relativo retraso en el "despegu" de postguerra en relacin con los otros pases industriales les ha permitido retrasar algo la llegada de la crisis; pero sobre todo debido a la supe-rexplotacn que la clase obrera japo-nesa soporta. En la aeronutica, primero vendra la quiebra de la industria britnica, y a raz del final de la guerra del Vietnam la en-trada en crisis de la que el affaire Lock-heed fue sin duda slo la punta del ice-berg. El fracaso del proyecto "Con-corde" -mantenido nicamente por la megalomana francesa-- marcara otro' hito. En los sectores relacionados con el me-, tal, de los que Sweezy y Magdoff se han ocupado en ms de una ocasin, hay un hecho cierto y es que "todas y cada una de las principales naciones capitalistas estn intentando hacer frente a un pro-blema comn: un exceso de capacidad

    en la industria siderrgica frente a una demanda mundial estancada" .(2) En mayo del 77, el presidente de la British Steel Corporation declaraba al "New York Times": "Ya tenemos demasiados barcos, suficientes carreteras y puen-tes, y gran cantidad de edificios comer-ciales". Es explicable pues que a partir de 1973 la produccin de acero haya disminuido en todo el mundo, y ms r-pidamente an el consumo. Los proble-mas del sector se han visto luego agu-dizados por el exceso de capacidad productiva acumulado en los ltimos aos de expansin. Un hecho similar ha influido en la petra-qumica. Muchos pases --entre ellos Espaa, cuyo gobierno permite gracio-samente la agl!dizacin del problema al permitir una gigantesca ampliacin a la Dow Chemical en Tarragona-- se han encontrado con un exceso de capacidad de refino de productos petrolferos, para una demanda refrenada, y sobre todo, unos recursos petrolferos limita-dos. No es por ello extrao que las mul-tinacionales del petrleo estn abando-nando el control de numerosas plantas de refino (y tambin en Espaa hemos tenido un reciente ejemplo); ahora el ne-gocio no es tanto manipular el petrleo como simplemente negociar con l. En realidad, el exceso de capacidad pro-ductiva ha terminado por afectar a casi todos los sectores hasta hoy claves. No olvidemos el cemento, la construccin y las obras pblicas, por ejemplo. LA IDEOLOGIA DE LA CRISIS

    Hay, sin embargo, una serie de sectores a los que en apariencia no afecta la "cri-. sis" y que, si bien no desdibujan exacta-mente las lneas generales de la come-dia crtica, desde luego compensan en gran parte los dficits de otros secto-res. As, la industria qumica no derivada del petrleo (y an ciertos subsectores de la petroqumica) ha crecido conside-rablemente a partir de mediados de la fenecida dcada; la minera en todos los campos, y muy especialmente el trfico de minerales- y no slo de los precio-sos-; la electrnica y las telecomuni-caciones; pero, sobre todo, la energa y las instituciones financieras (esto es, las productoras de la energa vital del sis-tema, el dinero). Esencialmente, podra decirse que los sectores en crecimiento estn relacionados a la vez con la base y el vrtice del sistema. Esto es, son de un lado los sectores de ms alta sofistica-cin tecnolgica y de otra parte los rela-cionados con los recursos bsicos (mi-nera de todo tipo, energa, capital, y ciertos alimentos). Puede entonces hablarse de crisis general del sistema cuando numero-sos sectores productivos estn pre-

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  • cisamente en un momento de creci-miento irrefrenable? Gunder Frank y Amin(3) vienen desde principios de la dcada anunciando que a partir del ao 66-f37 el sistema ha en-trado en una crisis estructural de la que las continuas recesiones ("cada vez ms frecuentes, ms prolongadas, ms pro-fundas y ms coordinadas entre los pa-ses", insiste frecuentemente G. Frank) son tanto prolegmenos como parte in-tegrante. Mande! viene pronosticndola desde hace mucho ms tiempo, y califi-cndola como decisiva, y en esta lnea van las tendencias polticas de la IV ln-ternacional.(4) Para Sweezy, Magdoff y el grupo de la "Monthly", la crisis em-pieza en el ao 74 y nos acompaa desde entonces, viendo las perspecti-vas futuras como "un nuevo perodo de depresin a la manera de los aos 30 (algunos prefieren llamarlo estanca-miento)" .(5) En lneas generales, parece que es con estos ltimos planteamien-tos con los que coinciden la mayor parte de los partidos de izquierda rela-cionados con el Poder-como detenta-dores del mismo o como aspirantes. Muy bien. Pero desde el otro lado del economicismo (digamos desde el "eco-logicismo" marxista, aunque el trmino no sea exacto) el asunto no est tan claro, tras el acuerdo general de que es la propia clase dominante quien genera cri-sis, depresiones, recesiones y estanca-mientos con el fin de reestructurar la tasa de ganancia y refrenar los impulsos de las clases trabajadoras vidas de rentas y comodidades, con la diferencia, en el caso especfico de las crisis de verdad, de que la depresin va acompaada de cambios, de reestructuracin del modelo de explotacin interno y a escala mun-dial. Esta vez, sin embargo, lo ms razo-nable que se nos aparece es que nos en-contramos ante un cambio de caballos,

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    EVOLUCION DE LA TASA DE BENEFICIOS (en porcentajes del activo o del valor de la propiedad) ENTRE 1960 y 1975

    EEUU Inglaterra Francia Alema-na Japn

    Bruto Neto Bruto Neto Bruto Bruto Bruto

    1960 15,3 8,5 5,8 2,1 9,5 13,1 1965 18,8 13,1 5,4 3,1 9,2 11,7 11,9 1967 17,6 11' 1 4,8 2,, 9,6 10,9 14,0 1970 14,2 5,3 3,6 1,4 10,0 12.4 14,7 1973 14,7 5,0 3,1 1,3 9,6 , 1,5 10,9 1975 13,5 3,5 2,0 0,9 5,7 10,6 13,0

    Fuente: McCracken: "Towards Fulls Employment and Price Stability", informe para la OECD, citado por G. Frank en "La crisis mundial".

    no de carruaje ni de carretera. Se ve muy claramente, lo hemos sealado, que el sistema est cambiando de sectores punta, como ya lo ha hecho en otras ocasiones, generalmente despus de una crisis. Pero los elementos que caracte-rizan el actual estadio del capitalismo no estn cambiando, solamente se acentan sus contenidos. As la con-centracin monopolista, la intemaciona-lizacin del capital y su concentracin, la explotacin de las reas perifricas (a todas las escalas), la automatizacin, el robustecimiento de la tecno-burocracia (posiblemente la nueva clase ascendente y cuya futura hegemona puede llevar al surgimiento de un nuevo modo de pro-duccin previo al socialista), etc., etc. Casi nada nos induce a pensar seria-mente que lo que est cambiando sea el modelo de acumulacin. Tal cambio es razonable pensar que la clase dominante lo tiene in mente y lo llevara a cabo con la siguiente revolucin tecnolgica (de la que los elementos predominantes po-dran ser la fisin nuclear, las gigantescas centrales solares sostenidas a miles de kilmetros de la tierra, la exploracin es-

    pacial a gran escala en busca de materias primas ilimitadas, la explotacin tambin a gran escala de las posibilidades alimen-ticias de los ocanos... bsicamente lo mismo que tiene in mente la izquierda productivista),(6) revolucin que, adelan- tanda conclusiones, no es muy proba!:~ llegue a darse jams. No es entonces ms cierto probable-mente que nos hallamos ante una simple y llana purga, por la que el sistema se est limpiando la piel de granos, espini-llas y verrugas? En tal caso, a quien sino al sistema le interesara en mayor medida que esto pareciese una crisis grave, por-que slo la gravedad justifica las actua-ciones directas y sin contemplaciones ... Porque la purga, si bien no es una crisis, s que puede provocar momentos crti-cos, que pueden conducir a verdaderas crisis, de las que no siempre puede tener la burguesa la seguridad de que vayan a resolverse a su favor. Y la mejor manera de evitar tales desaguisados es precisa-mente convencer a todo el mundo de que esas situaciones no be~efician a na-die. La mejor defensa de la burguesa frente a posibles crisis es precisamente el miedo a las mismas, lo que llamamos la ideologa de la crisis, que se mar~ fiesta de maneras diversas. No pue .... entenderse de otra forma la actitud de la izquierda de masas, que a la vez que in-tenta convencernos de la gravedad de la crisis pretende que colaboremos a supe-rarla. Son los que piden serenidad para "superar la crisis", precisamente en nombre de la clase trabajadora; y esa se-renidad conlleva aceptacin de bajos sa-larios, de altos precios, de elevadas tasas de paro; son los que por causa de ese mismo miedo, si llega esa cada vez ms posible guerra "depurativa" -mundial o regional, que ms da- empujarn a los trabajadores junto a las burguesas loca-les para destruir a los trabajadores de otros territorios. Esa izquierda miedosa ha asumido a ms y mejor lo que la bur-guesa quera que asumiese: la equipara-cin de crisis = caos = hundimiento = luego hay que hacer. lo que sea para que

  • el sistema siga funcionando, lo que quie~e decir que siga existiendo el mismo sistema. Qu diferencias podemos en-contrar hoy, en lo sustancial (ya deca D. Juan Carlos de Barbn en su mensaje de fin de ao que "hay que lograr una uni-dad en lo sustancial y aceptar las dife-rencias en lo accesorio", como deca el otro) entre los planteamientos que los partidos de masas -de masas grandes o pequeas- tienen para superar la cri-sis y los que ofrece el capital? Cmo puede un revolucionario temer la crisis? De la crisis, de las situaciones lmite, nace lo nuevo. Pero hay otra ideologa de la crisis, la de los "agoreros-optimistas". la escols-tica, la de los que llevan 20 aos anun-ciando la crisis y alguna vez tendrn que acertar. Para stos la crisis actual, la con-tnua crisis que segn sus anlisis tene-"mos en casa, siempre es "la ltima". la definitiva, igual a las anteriores (econo-micismo simple y vulgar, aunque desde luego ms simptico que la otra ideolo-ga), y de ella saldr triunfadora indefecti-blemente la clase trabajadora. Sea.

    parecen esperar todos los investigado- : de concentracin del capital. As, el re-res, organismos y universidades que i lanzamiento, aunque no se quiere as, constituyen el aparato intelectual del terminar precisando de un nuevo crec-sistema, as como los propios polticos miento exponencial, que acortar an que organizan el sistema. Lgicamente ms los lmites del crecimiento, los cua-este relanzamiento slo se notar en los les son ya, quirase que no, la verdadera espacios centrales, y gracias a una m a- naturaleza de la crisis que ha de llegar, o yor explotacin de las periferias. La en la que quizs ya estamos a punto de condicin va a ser que el relanzamiento entrar, porque ese prximo y breve re-no sea un boom, sino que se lleve a lanzamiento perfectamente puede ser cabo mediante moderadas tasas de parte de la crisis. Son esos lmites, las crecimiento, superiores desde luego al otras crisis, los que van a terminar con crecimiento cero que espera la OCDE el sistema, y eso lo sabe la clase domi-para este ao pero no ms elevadas que nante mejor que nadie, y por ello men-las del ltimo quinquenio. Y ah va a es- tras mete miedo al peblo con la crisis tar el problema y la crisis y as debera econmica hace todo lo posible por verse en los anlisis de la izquierda tra- tranquilizarlo a este otro respecto. 01cional. Pero tales anlisis hacen agua otras crisis son, de un lado, la cri-por todos los rincones, sencillamente sis de recursos, cada vez ms acu-por negarse en la mayor parte de los ciante aunque obviada por la izquierda. casos a reconocer y asumir la dialctica La CIA y sus secuaces como la Rand de los hechos nuevos. Corporation o el Hudson lnstitute estn Lo nuevo esta vez es que aunque se lo- en los ltimos tiempos alargando ficti- gre una elevacin de la tasa de ganancia ciamente la duracin de los recursos mediante la sobreexplotacin de los tra- petrolferos para tranquilizar a la pobla-bajadores y los pueblos dependientes, cin, pero por mucho que los "alar-el relanzamiento se plantea problem- guen" los lmites son reales. En el cua-tico a plazo medio, por las otras crisis. dro que sigue aparecen dos estimacio-La produccin, slo ~ID maQ!ener 1]' nes, una hecha por investigadores USA tasa de ganancia, debera crecer paraie- proclives al sistema y la otra por ecolo-lamente a la poblacin, con la cual esca- gistas franceses, sobre el momento en samente se cuenta en los anlisis. D ue se irn agotando los distintos re-otro modo, el paro crece ms rpida- cursos naturales de seguir el actual mente que el relevo generacional, an ritmo de consumo. Tanto en uno como sin crisis grave, o disminuye la tasa de en otro caso aparecen recursos que ganancias al aumentar la composicin pueden durar 500 aos, pero junto a de la clase obrera, tanto por el crec- ellos hay otros, no menos importantes miento vegetativo como por el proceso para la supervivencia del actual sistema

    '

    LA VERDADERA NATURALEZA DE LA CRISIS, O EL UlTIMO EMPUJO N

    Pero no hay que preocuparse. La crisis va a llegar, y seguramente no tardar demasiado. Quiz la veremos, aunque no ahora. Por ahora parece posible un nuevo relanzamiento,. basado en los nuevos sectores punta, y eso es lo que r---------------------------------, social, que pueden agotarse antes de 20

    FECHA LIMITE PARA EL AGOTAMIENTO DE ALGUNOS RECURSOS Al RITMO ACTUAL DE CONSUMO (Estimaciones)

    RECURSO AO APROXIMADO DE AGOTAMIENTO ESTIMACION (A) ESTIMACION (8)

    Carbn 3.000 2.480 .P~trleo 2.050 2.030 Gas natural 2.020 Uranio 2.020 2.010 Hierro 2.500 2.250 Manganeso 2.200 Fosfatos 2.500 Cromo 2.700 Mercurio 1.995 Nquel 2.200 2.120 Molibdeno 2.050 Bauxita 2.120 Tugnsteno 2.020 Cobalto 2.200 Cobre 2.020 2.025 Plomo 1.990 2.000 Cinc 1.995 1.995 Estao 2.000 2.000 Aluminio 2.150

    Estimacin (A), de Cloud en "Realities of mineral distribution", citado por P. y A. Eherlich en "Po-blacin, recursos. medio ambiente". Ed. Omega. Barcelona, 1975. Estimacin (B), de "Les ecologistas, presents par eux memes", vol. colectivo coordinado por Pie-rre Samuel. Ed. Marabout. Verviers (Belg.) 1977.

    aos. Efectivamente, las estimaciones nunca dejan de ser estimaciones y de ah las diferencias sustanciales entre unas y otras en relacin con algunos minerales. Y uno es tan libre de no crerselas como de creerse que nunca estar incluido en las estadsticas de accidentes del ltimo fin de semana. Pero ah estn, desde dos perspectivas ideolgicas dispares, advirtiendo de la necesidad de un equili-brio que desde luego no puede alcan-zarse con fa actual estructura econ-mica. El fin del "bienestar", de "la abun-dancia", es consecuencia de las polti-cas de austeridad que restringen el gasto pblico o es algo mucho ms profundo? Estamos ante una simple crisis de acumulacin de capital o ms bien estamos a las puertas de una crisis del modelo, ms an, quiz del modo de produccin? Es iluso esperar que el pr-ximo relanzamiento funcione. Algo tiene que ocurrir en algn lugar. El capita-lismo se prepara para sobrevivir en la escasez, o va a ser "otra cosa", fruto desde luego de la dinmica de clases, donde los tecncratas, cuyo anlisis pa-rece no !'!Star ya de moda aunque su fuerza es cada vez mayor, seran algo

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  • ms que unos simples esbirros de la clase dominante, pasando a formar parte de la misma, quiz como grupo hegemnico? En cualquier caso, el nuevo modelo --o el nuevo modo-- es-tara basado en la gestin de la escasez, y el primer paso sera sin duda alguna la eliminacin fsica, por el hombre o la guerra, de millones de personas. Al fi-nal, la Historia le va a dar por fin la razn a Marx en uno de sus puntos ms con-testados, pero por el lado que menos pudo prever: los lmites de los recursos son los que van a poner en marcha el proceso acelerado de pauperizacin de las clases trabajadoras. Y de otro lado est la crisis de organi-zacin. La complicacin --opuesta a la complejidad de los economistas natura-les- a que ha llegado el sistema plan-tea problemas irresolubles de satura-cin y bloqueo. Al iguat~que el "crak" econmico (segn han demostrado so-bradamente Hyman Minsky, Paul Sweezy y Harry Magdoff) cada vez es ms sencillo de producirse debido a la saturacin del sistema crediticio, otros cracks son igualmente posibles en cual-

    quier momento y sin previo aviso, como

    ~1 la prctica ha demostrado (apagones gigantescos, desabastecimientos gene-ralizados, guerra final, accidentes millo-narios en vctimas, "parones" de gran-des ciudades, etc.), y a consecuencia de cualquier nimiedad. A pesar de haber

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    Franq!Jismo y lucha de clases (1939-1975) d. Cruz, J. Pou, J. Puig, Pep Subirs Anlisis del cracter, la contradictoriedad y la evolucin de la sociedad espaola bajo el frariquismo. Una historia que conviene no olvidar. 158 pp. 200 ptas.

    Consejos de fbrica, consejosde zona y sindicatos en Italia Centro Operaio di Milano Planteamientos, experiencias, propuestas de intervencin del "sindicalismo de nuevo tipo" en la Italia de los aos 70. 116 pp. 150 ptas.

    la lucha de los trabajadores y la transformacin de la escuela (1872-1936) Colectivo Pau/ Lafargue Cuando la larga crisis del aparato escolar heredado del franquismo es ya irreversible, la recuperacin de la historia de la lucha obrera por la transformacin de la escuela no es un ejercicio erudito sino una necesidad. 72 pp. 100 ptas.

    exceso de infraestructuras y dotacio-nes, stas se bloquean e inutilizan ense-guida. Las grandes ciudades han lle-gado a un grado de complicacin tal que las hace intiles para atender las necesidades de sus habitantes, y esa es la verdadera causa de la crisis financiera, que no es precisamente especfica del

    ado espaol. quin interesa menos que a los capi-talistas esa "nueva Edad Media" que ya lleva diez aos vaticinando R. Vacca(7)? Pero las clases dominantes se preparan para ello, mientras la izquierda sigue atenazada por esquemas que ya no sir-ven para explicar la dinmica social y por alternativas que por extensin tam-poco son ya alternativas. As, la CRISIS en la que estamos a punto de entrar (diez, quince, veinte aos ... ?) puede ser la ltima no tanto por sus as-pecto econmicos como por lo dems. Y si Gunder Frank y otros tuviesen razn en las acusaciones de reaccionarismo que hacen a los ecologistas, nuestra hi-ptesis de que las clases dominantes se preparan para la escasez an estara ms'fundamentada. Slo cambiando el sistema podra la burguesa "absorber" el ecologismo radical, o al menos "con-trolarlo" en su provecho. Montados sobre una tasa de creci-miento, a duras penas estamos lle-gando a la cima. Un poco ms all est el precipicio.

    El amianto mata (Salud y trabajo: el dossier Uralita) Centro de estudios y documentacin socialista (CEDOS) El polvo del amianto llega a ser mortal Los industriales afirman que an no se han encontrado productos adecuados para reemplazarlo y, por tanto, es necesario seguir utilizndolo. Pero es falso. Es el poder inversor de las multinacionales quien decide las prioridades, quien limita las investigaciones alternativas. 128pp. 175ptas.

    Apuntes de didctica de las ciencias /vana Bonissone y otros Una aproximacin histrica y materialista a la produccin y la enseanza de las "ciencias naturales" 104 pp. 150 ptas.

    (1) Este trabajo debe mucho a las discusio-nes mantenidas con amigos y compaeros, especialmente con Mario Gaviria, a quin pertenecen algunos de los argumentos de base contrarios a la idea de que la crisis sea real. En lneas generales, estas pginas viene a matizar las ltimas aportaciones de A. Gunder Frank, tanto en su libro "La crisis Mundial" (Ed. Bruguera. Barcelona, 1979-80) como en sus recientes artculos publica-dos en TRANSICION. (2) P. Sweezy y H. Magdoff: "La siderurgia y la crisis: estancamiento de un sector clave". RM/MR, separata n.0 1, 1980 (el artculo data de noviembre de 1977). (3) Ver de Amin y otros: "La crisis del impe-rialismo" (1975); Amin, Gunder Frank y otros: "Cmo ser 1984" (1975); Amin y Gunder Frank: "Reflexiones sobre la crisis econmica" (1977); G. Frank: "La crisis mundial" ( 1979). En general la totalidad de los trabajos de estos autores inciden en esta lnea. (4) Ver IMPRECOR, n. 0 11 (enero 1980): "Re-solucin del Congreso Mundial del la IV In-ternacional". (5) Ver "La crisis y el imperialismo" n.0 mo-nogrfico de la RM/MR; en casi tods los nmeros aparecidos en 1979 y en los pri-meros de 1980 se abunda en el tema de la crisis. (6) Ver a modo de ejemplo ilustrativo el de-mencial-especial "Viaje al ao 2000", en LA CALLE n.0 100, febrero 1980. (7) Roberto Vacca: "11 Medioevo prossimo venturo. La degradazione dei grandi sis-temi". (Ed. Amoldo Mondadori. Miln, 1972).

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