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Revista gratuita no apta para modernos 04 Septiembre.Octubre 2007

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Revista gratuitano apta paramodernos

04Septiembre.Octubre2007

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E!E!Revista gratuita no apta para modernos Editorial: junto al rompeolas de Sagüés, Txus le dijo

al apóstol Alain y al apóstol Ernesto: «sabed, amigos míos, que aunque el mar es grande no en todas partes abundan los peces, y que estas costas se encuentran esquilmadas por la codicia de pescadores y comensales ansiosos. Podréis estar contentos de sacar un par de truchillas después de un día esperando junto a la caña. Pero, oh, esas truchillas especiadas, con un poquito de limón, ¿verdad que saben bien?» A lo que los apóstoles respondieron: «¡son ricas, pero nos gustaría probar otros pescados!».Txus respondió: «¿queréis entrar en la lonja y robar a los otros pescadores? ¿O acaso que el mar sea más generoso? ¿Queréis que lluevan peces?» Y dijeron al unísono: «¡que lluevan, que lluevan! ¡Ojalá que lluevan peces en la ciudad!»

Después, Txus contó una parábola: «en Oio vivía un jardi-nero sometido a unos papeles, y cada vez que quería abonar o regar debía pedir un permiso. Bien, sus plantas murieron. ¿Qué conclusión sacáis de esto?» «¡Que la vida y los papeles se llevan mal!»

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E-mail: [email protected]

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Agradecimientos: A nuestros colaboradores y patrocinadores; Carlos Rioja, Jose Javier Serrano, Jon Novillo y Jano del Teorema.

Dirección del proyecto: Ernesto Arnáez [email protected] [email protected]

RR.PP:Hernán Ordoñ[email protected]

Corrección:Maria Elena Magnani

Husmee no se hace responsable (por la cuenta que nos trae) de las opiniones de sus colabo-radores.

Queda terminadamente prohibida la repro-ducción total o parcial de cualquier contenido escrito o gráfico aparecido en esta publicación sin la autorización expresa del editor.

SUMARIO

06.10.16.22.30.34.42.

CONTRA LA SERVICIALIDADEnrique Longinotti

BARNETIKMikel A Telleria

HACER PAISAJEIñigo Segurola

PASABA POR AHÍ...Hernán Ordoñez

DE GUSTOS Y PARECERESJesús Arrecubieta

¡AVENTURA MÍSTICA! MUERTE Y MONSTRUOSCarlos Rioja

TRAVESSIA A CACILHASCarlos Albalá

Koldo Mitxelena KulturuneaUrdaneta 920006 Donostiawww.gipuzkoakultura.net

ARTISTABERRIENXLIILEHIAKETAInauguración:9 Octubre

Exposición:9 Octubre10 Noviembre

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Una aclaración preliminar:

Desconfío de los verbos que se gestan a partir de sustantivos: suelen designar acciones irreales. Una palabra-monstruo engendra una pseudo-actividad. En este sentido, no creo que el “verbo” recepcio-nar signifique nada que no pueda cumplir el verbo recibir.

Servir es una palabra difícil en el diccionario de la democracia: todas sus acepciones implican la existencia de un amo, de un dueño, de una jerarquía. Siervos, sirvientes. Servir a un patrón. Servir a Dios.

Servicio, sin embargo, adoptó un aire colaborador, de ayuda. Hay estaciones de servicio, hay un servicio odontológico o sacerdotal de urgencia, etc.

Servicial tiene un sabor ambiguo: puede indicar buena voluntad u obsecuencia. En ambos casos, denota el aspecto o aura del que sirve.

Desearía no escuchar jamás el -por ahora inexistente- término ser-vicializar, pero nunca se sabe en el territorio de los anti-idiomas contemporáneos.

Permítanme neologizar, (¡y perdón, por lo tanto!) con el término servicialidad . Es por una buena causa.

La frase que afirma que “el diseño es un servicio” circula en ciertos ámbitos de nuestras patrias, como una especie de mantra otoñal-capitalista, que pone a los gerentes en armonía con el diseño y a los diseñadores con el mercado. Como a toda frase hecha, le corresponde la mi-sión de esquivar, por no decir evitar, el análisis del lugar común implícito en su formulación. Es comprensible que una profesión “no tradicional” requiera o de-muestra cierta ansiedad por la definición. No es admisible que esta definición pro-venga casi siempre de ámbitos y contex-tos que no son los del diseño, entendido como campo disciplinar.

El diseño entendido como servicio aporta muy poco a la clarificación de cuáles son las competencias específicas que entraña su presencia y su accionar. Se trata, nada más, de un posicionamiento en la escala del capitalismo flamígero, y bastante in-cierto por cierto. Un ejemplo: una em-presa privada ofrece y/o presta servicios a un público de usuarios/clientes/cau-tivos. Un diseñador ofrece y/o presta servicios de diseño a una empresa de ser-vicios. Recuerdo que un industrial argen-tino de cierta trayectoria propuso, alguna vez, la metáfora del vaso de cerveza para

CONTRA LA SERVICIA-LIDAD

E!HUSMEE

Enrique Longinotti

E!IEnrique LonginottiContra la Servicialidad

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AL RESCATE DE LA PROFESIÓN INVISIBLE

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explicar el nivel de industrialización de un país. En esa imagen, los servicios son la espuma.

Servicio del servicio, espuma de la espu-ma, qué destino el de los diseñadores grá-ficos, mayordomos visuales del consumo, perfumadas criaturas serviciales.

No es cierto que la servicialidad garantice el buen diseño. La calidad intrínseca de lo diseñado es una realidad de la cultura, y no el efecto automático de un servicio previsto por la máquina económica. Alguien podrá objetar que esta idea de servicio incluye la exigencia de que se haga buen diseño… ¿Pero quién aplica ese término? Y si in-cluimos en la idea de calidad de diseño, la capacidad transformadora, su potencial in-novador, el talento para sorprender?

La asimetría entre la demanda y el pro-yecto es inevitable. No es un problema de comunicación entre las partes, sino que está inscripta en la misma matriz de lo que fue la invención de las profesiones en el oc-cidente moderno. Y las profesiones de lo proyectual, tienen un carácter propositivo. Nunca el proyecto es meramente “lo solici-tado”. No es la simple respuesta o solución a “un problema”. Esa forma de entender el acto de diseñar sugiere que el diseño es una maquinaria (automática y neutral) que

ofrece lo previsible (y por lo tanto, lo banal) en un ritual en el que el diseñador se lleva la peor parte, y la más chica.

Diseñar no es traducir a la gestualidad del servicio el encargo del comitente. Se trata de una verdadera actividad profesionacon parámetros propios, con un “saber y en-tender” que da sentido y consistencia a su tarea. La profesionalidad no es tanto un parecer, sino una actitud intelectual y ética frente a la propia disciplina, en el entra-mado de la cultura de una sociedad.

No es cierto que el mensaje o la identidad es del que “lo paga”, porque el mensaje acontece, sucede socialmente y, de hecho, no precede a su personificación a través del diseño. No hay verdadero mensaje an-tes de que se efectúe la comunicación. Los diseñadores gráficos, es cierto, no son los dueños de la comunicación ni de la identi-dad, pero son los que imaginan y configu-ran el ecosistema de signos de la sociedad en la que actúan. Tarea no menor, que si bien opera en una red de relaciones eco-nómicas, produce efectos indudablemente culturales y simbólicos. Los diseñadores gráficos son los que escriben la semiósfera contemporánea. En ellos está la pericia es-tética y funcional, la inventiva a través de la tecnología y la capacidad de dar forma, de proponer mundos de visualidad, que se

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E!Enriqe LonginottiContra la Servicialidad

EL DISEÑO GRÁFICO ES, TAL VEZ, LA MÁS INSALUBRE DE LAS PROFESIONES APARENTEMENTE ALEGRES...

Cervecería MonpásPº De Jose M. Barandiarán nº20Tlf: 943277236

convierten en referencias ineludibles de lo contemporáneo.

Los clientes pueden ser los dueños econó-micos de las empresas, los productos o las marcas; los diseñadores construyen la cul-tura comunicacional.

El diseño gráfico es, tal vez, la más insa-lubre de las profesiones aparentemente alegres.. Sometida al riesgo permanente de los que confunden efímero con banal, su identidad (su certeza) cultural, está ex-puesta al malentendido y al menosprecio. Intentemos no atenuar nosotros mismos nuestro honor profesional (que de eso ya se ocupan los otros, en la jungla de los serviciales), y rescatemos el derecho de definir lo que hacemos, lo que haremos y, sobre todo, lo que no estamos dispuestos a hacer, por más que griten y peguen (o paguen, en el mejor de los casos).

Gracias.

Enrique Longinotti

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BARNETIK

Mikel A Telleriawww.mikelatelleria.com

E!HUSMEE

PROCESO ABIERTO,2006

Técnica mixta sobre madera entelada.60x50cm

Barnetik Mikel A Telleria E!

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Barnetik Mikel A Telleria E!E!Mikel A TelleriaBarnetik

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HOPE, 2006

Técnica mixta sobre madera entelada.70x100cm

MULTZO IREKIA, 2006

Técnica mixta sobre madera entelada.65x100cm

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Barnetik Mikel A Telleria E!E!Mikel A TelleriaBarnetik

BCN I, 2007

Técnica mixta sobre madera entelada.60x100cm

LOTURAK II, 2006Técnica mixta sobre madera entelada.

89x116cm

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forma de vida pertenece a un ecosistema concreto dentro del planeta Tierra.

En unos pocos miles de años, los huma-nos hemos pasado de protegernos de una naturaleza acechante, a convertirnos en la forma de vida hostil y amenazadora para el resto de formas de vida que habitan este jardín planetario.

El conjunto del planeta Tierra es el espa-cio de habitación de todas las formas de vida animales y vegetales que conocemos. El Ser Humano es todavía un ser terrenal y pertenece al jardín planetario y es en él donde debe de aprender a vivir en equidad con el resto de formas de vida. Como seres a los que nos ha tocado habitar este jardín en clara decadencia, tenemos el deber de concienciar y proponer nuevos modelos de relación con nuestro entorno.

Además del necesario concepto global de jardín planetario del cual debemos extraer una ética ecocéntrica, necesitamos mode-los concretos de actuación. En este senti-do, propongo el jardín esférico, como un modelo de espacio libre de barreras físicas y mentales, donde poder ir actuando des-de la localidad, proponiendo nuevos mo-delos de relación con la naturaleza.

El paisajismo históricamente ha plasmado en los proyectos de creación de jardines las inquietudes intelectuales del momen-to, ilustrando cómo cada cultura se ha ido relacionando con la Naturaleza. El jardín como espacio acotado y manipulado ha sido el lugar donde plasmar la idea de una Naturaleza a veces contenida y otras veces salvaje.

En la antigua Persia, los primeros jardines se concibieron como espacios cerrados, donde, al refugio de una naturaleza hostil,

PARAISO TERRENALLIBRE DE ACECHOS!!!

E!Iñigo SegurolaHacer Paisaje

llena de peligros, se recreaba la idea utópi-ca de un paraíso terrenal, libre de acechos. Los límites del jardín han ido poco a poco desdibujándose. Los jardines italianos re-nacentistas y barrocos franceses captura-ron las vistas lejanas y el paisajismo inglés insiste en crear una Naturaleza sin mar-cas de humanización evocando el mito de Arcadia.

El concepto de jardín por el que se debe de apostar hoy en día es el del Jardín Pla-netario. Este término, desarrollado por el paisajista francés Gilles Clement, parte de que los límites que históricamente han acotado el espacio físico eintelectual del jardín han de sufrir una severa transfor-mación. Se deben de sustituir las barreras físicas a modo de muros de piedra por la barrera propia que supone la biosfera. Este concepto entiende todo el Planeta como un jardín; un espacio vital donde el papel que le debe tocar ejercer al Ser Humano es el de jardinero protector de toda forma de vida. Un jardinero que trabaja en pro de la Naturaleza asociándose con los pro-cesos ecológicos que suceden en su espa-cio jardín. Se debe desdibujar por tanto el papel del jardinero como manipulador y controlador de la Naturaleza, trabajando contra ella. La ecología nos ha enseñado que todo está interrelacionado, que el ob-jeto aislado no tiene sentido y que toda

EME3BarcelonaEspaña

HACER PAISAJE

E!HUSMEE

Iñigo Segurola17

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HACER JARDÍNValencia España

FIB ARTBenicássim España

HACER JARDÍNValenciaEspaña

Otro ejemplo de concienciación desarro-llado por el colectivo UnoPorCiento fue la instalación Jardín 03 construida para el FIB-Art 06 en Benicasim. Aquí nos mos-traban la aniquilación del paisaje medite-rráneo. Pudimos ver unos naranjos que, a modo simbólico, permanecían en unos islotes o pateras, flotando en el mar y pre-parados para partir a tierras que fuesen capaces de adoptarlos. Éxodo de naranjos desesperados y perseguidos por el incesan-te afán urbanístico de arrasar con todo.

Durante el certamen EME 3 celebrado en Barcelona en el 2005, el colectivo UnoPor-Ciento desarrolló otra intervención clasifi-cable como jardín esférico: en dos solares en desuso de las ciudades de Barcelona y Santiago de Chile se crearon dosjardines muy similares en cuanto a forma y ma-teriales utilizados. Durante el proceso de construcción de cada jardín se proyecta-ban imágenes a tiempo real del otro jar-dín, abordando la temática del tiempo como ocupación temporal. Se creó un jar-dín sin barreras físicas, concebido desde la globalidad, terrenal basado en el tiempo (día/noche, verano/invierno…).

Es el tiempo lo que define y caracteriza la esencia de un jardín. Los cambios de luz, el desarrollo día a día, las estaciones... nos ofrecen un movimiento incesante que de-

La obra Hacer Paisaje, desarrollada por Cé-sar Martínez y Miguel Rael, es un claro ejemplo de un Jardín Esférico que abraza la ética implícita en el concepto de Jardín Planetario. Encerrados en una caja de la-drillos y pisando tierra observamos cómo uno de los muros va desintegrándose, des-apareciendo como barrera física, abrién-dose el espacio hacia un bosque medite-rráneo, y dirigiendo nuestro pensamiento hacia un sueño terrenal en vías ya de ex-tinción.

El concepto de jardín tradicional como espacio intramuros está ya destruido, es un espacio hostil y amenazante. Se han de romper los muros mentales que acotan y contaminan nuestros cerebros y hemos de abrazar la Naturaleza desde una equidad y respeto, descartando los modelos de es-quilmación e imposición.

Hacer Paisaje plantea muchos aspectos de la realidad humana en relación con su propia existencia y coexistencia con la Naturaleza, propias del inicio de este siglo XXI. Construimos muros mentales para protegernos de las agresiones que día a día vemos cómo van destruyendo nuestro en-torno. En el intramuros mental creemos ser felices construyéndonos un jardín estéril sin sentido, ya que en él se rompen las dinámi-cas de interrelación con la vida en general.

E!

Nos quedamos solos sin querer ver que, de-trás de esos muros mentales, existe un mun-do de verdad, que demanda con urgencia el papel del Jardinero Planetario.

Nuestro jardín estéril mental, a modo de refugio, es de esencia endogámica y dis-ta mucho del concepto de jardín esférico, donde si algo prima sobre el resto es la in-terrelación de todas las formas de vida en equidad.

En Hacer Paisaje se nos invita a derribar esos muros mentales y a observar la realidad de nuestro Jardín Planetario. El Paraíso está en todas partes y hoy en día si somos capaces de destruir los muros de nuestro personal jardín mental veremos cómo simplemente abriendo los ojos y observan-do el potencial de vida que nos rodea, el Paraíso está allí donde vamos caminando día a día, sin necesidad de escapar física ni mentalmente.

En el afán de concienciarnos de esta nece-sidad urgente de convertirnos en jardineros planetarios, Hacer Paisaje lanza un mensaje de esperanza. Existe un camino para salir de nuestro encarcelamiento personal, y si se sabe caminar por este camino con la acti-tud propia del jardinero planetario, empe-zaremos a construir jardines esféricos que, en vez de agredir, abracen la vida.

EL CONCEPTO DE JARDÍN TRADICIONAL COMO ESPACIO INTRAMUROS ESTA YA DESTRUIDO, ES UN ESPACIO HOSTIL Y AMENAZANTE

Iñigo SegurolaHacer Paisaje

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ben de estar reflejados en la esencia diná-mica y evolutiva del Jardín Esférico al que nos referimos.

El paisajista proyecta el espacio en colabo-ración con el tiempo. Esta dimensión tem-poral es lo que define el trabajo del pai-sajista. El material con el que proyectamos y construimos está vivo y se crean espacios que van a cambiar y a evolucionar con el tiempo. Son materiales en continua trans-formación, cuyo control resulta imposible. La falta de control absoluto nos obliga a adoptar una actitud humilde en el proceso del diseño, lo que nos guía hacia una ética medioambiental de respeto y fundamento ecocéntrico.

El paisajismo ha encontrado en el arte medioambiental la base estética y ética para el desarrollo de una práctica esfé-rica. Las obras de Richard Long y Andy Goldsworthy, entre otros, son obras inscri-tas en la propia naturaleza. Estas pierden su objetualidad y desarrollan un diálogo con los elementos del entorno en el que se construyen. Son obras sin afán de mo-numentalidad, de pequeña escala y exis-tencia efímera, que nos proponen una relación Ser Humano-Naturaleza basada en el respeto y humildad, con una clara esencia esférica. La obra de arte, al per-der la objetualidad, adquiere la existencia

esférica, naciendo, viviendo y muriendo para dejar paso a la evolución, sin dejar ningún tipo de omnipresencia, material pero si mental.

Hacer Paisaje ha nacido, vivirá y morirá físicamente, pero esperemos que todo el mensaje implícito en este jardín esférico trascienda y procree.

En el afán de con-cienciarnos de esta necesidad urgente de convertirnos en jardineros plane-tarios, Hacer Paisaje lanza un mensaje de esperanza.

Iñigo SegurolaPaisajista

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Iñigo SegurolaHacer Paisaje

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PASABAPOR AHí...

HUSMEE

Hernán Ordoñez

...Y QUE CADA UNO HAGA LO QUE MEJOR SEPA HACER (PREPARANDO EL JUSTO CONTRAATAQUE)...

E!

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ATENDIDO POR SUS DUEÑOS.EZZZZZZZCAPARATE. IN THE BEGINNING.

BEBA CON MODERACIÓN.

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MAMMA MÍA! ¿DÓNDE ESTOY?

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SAUERKIDSRotterdamThe Neatherlands

RESPETE LAS SEÑALESCONFUSSION. VALGA LA REDUNDANCIA.

DELICATESSEN. DESPRECIABLE OFERTA.

PINTXO.

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DE GUSTOS Y PARECERES

E!HUSMEE

Jesús Arrecubieta

El gusto no es una facultad física y mucho menos gratuita; tenemos que formarlo y educarlo, como el oído para escuchar y la vista para mirar. No caigamos en la tentación de creernos iguales a los que se forman y emplean su tiempo en culti-varse, por el sólo hecho de contar con el mismo número de agujeros y de humores en nuestro cuerpo. Convengamos también que, en estos tiempos de bienestar, formar y educar pueden resultar conceptos extra-ños para gran parte de la clase política y de nuestra sociedad actual; demandar o exigir resultarán, desde luego, mucho más familiares.

Así que, Sr. Zubia, considero seriamente que se debe diferenciar la charla de ta-berna o batzoki, en su caso, con la actitud debida a su condición de representante de una buena parte de la sociedad.

Esta sociedad que, de tenerse por sana y capaz, deberá rebelarse contra este tipo de procederes, y exigirá para nuestra cla-se política, para los que nos representan, unas mínimas formación y competencia en los temas que se tratan.

Y cuando no se den, que, desgraciada-mente y según nuestro sistema que premia al aficionado frente al profesional, será casi siempre, sólo exigiremos prudencia.

Corría el año 1957 y Jorge Oteiza acaba-ba de obtener el premio de escultura en la Bienal de Sao Paulo, la cita artística más importante a nivel internacional. Junto a él, Ben Nicholson y Giorgio Morandi fue-ron también premiados.

Unos meses más tarde, sentado a su mesa en la terraza sombreada de La Agrícola de Irun, Oteiza maldecía y bramaba contra el mundo al comprobar que los bultos reci-bidos con las 28 piezas presentadas en la Bie-nal volvían con el marchamo de chatarra.

‘Martínez, clasifíqueme usted este envío, que si no, no pasa!’ O quizá no fue Martí-nez, sino Da Silva, porque bien pudo venir el envío condecorado desde Brasil...

Sea como fuere la situación, un decidido funcionario de aduanas aportó su pare-cer sobre la naturaleza de la mercancía. Expresar su parecer, el parecer de un ig-norante -como el de Martínez o Da Sil-va- puede o no ser trascendente, depende de quién lo exprese. En este caso produjo un serio enfado en el autor, cosa, por otra parte, bastante habitual según los que lo trataron.

Casi 50 años después, Joseba Zubia, se-nador electo por el Partido Nacionalista Vasco, reclamaba para Euskadi la pre-

“Igual su valor estético no es excesivo, salvo porque lo pintó Picasso, pero su valor político es incalculable para nosotros” fue la insólita argumentación del sr. Zubia para cimentar su demanda. EL PAIS, 9 de abril de 2006

E!Jesús ArrecubietaDe gustos y pareceres

sencia del Guernica de Picasso. Como es conocido, esta obra capital del artista ma-lagueño fue encargada por el gobierno de la Republica española en 1937 y se expuso en el Pabellón de España de la Exposición Universal de París, obra de José Luis Sert, en ese mismo año.

“Igual su valor estético no es excesivo, sal-vo porque lo pintó Picasso, pero su valor político es incalculable para nosotros” fue la insólita argumentación del Sr. Zubia para cimentar su demanda –EL PAIS, 9 de abril de 2006-.

Sin entrar en cuestiones políticas, que dejo para los aficionados, el parecer del Sr. Zu-bia merece, al menos, un comentario.

Estética es un vocablo -que no un con-cepto- que aparece habitualmente en las expresiones de los ignorantes, de quienes desconocen absolutamente su significado y su trascendencia. Esos mismos son los que pretenden acomodar gusto con gus-tos, o con pareceres, siempre aplicándose en vaciar las palabras de significado.

Contradiciendo nuestro refranero, debe-mos admitir que los colores no están para complacer gustos y que sobre el gusto hay muchísimo escrito.

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Posdata

Hace unos meses, estando mi vehículo mal estacionado invadiendo la acera, en Hon-darribia, donde vivo, vi acercarse resuelto a un guardia municipal. Inmediatamente hice acopio de una batería de argumen-taciones para tratar de excusar mi falta de civismo.

Casi sin tiempo para saludar, el agente, ya junto a mi coche, me expuso:

-‘Pero hombre de Dios, ¿no comprende que aparcar así es feísimo?’

Silencio.

!Todo el código de circulación recogido es un concepto de belleza!

Ante semejante máxima, mis argumentos técnicos quedaron como ideas pueriles, de tercera división, que, evidentemente, no tuve el valor de exponer.

Simplemente asentí, retiré mi coche y pen-sé: ‘No le gustaría, Sr. agente, ser senador?’

Jesús Arrecubieta

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Contra la Servicialidad

Esta sociedad, de tenerse por sana y capaz, exigirá a nuestros representantes unas mínimas formación y competencia en los temas que se tratan.

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E!Jesús ArrecubietaDe gustos y pareceresE!Jesús ArrecubietaDe gustos y pareceres

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¡AVENTURA MíSTICA!MUERTE Y MONSTRUOS

Carlos Riojawww.bulletrain.net

E!HUSMEE

1. Deseos, oscuridad y la señorita MuerteCuando tenía diez años pensaba que, al tocar las campanas del uno de enero del año dos mil, el mundo cambiaría. Desapa-recerían los coches y en su lugar nos mo-veríamos con pequeñas naves espaciales, silenciosas y limpias. Iríamos a ver estrellas a la cara oculta de la Luna, y de visita a las lunas de Saturno. También viajaríamos al pasado: Creta, Angkor-Vat... Todo sería menos masivo: no habría burocracia, tra-bajos aburridos ni pobreza. Todos seríamos razonablemente guapos y sabios; buenos lu-chadores, buenos conversadores. Tendría-mos poderes chulos, como volar o lanzar rayos. Conoceríamos a sabios admirables. Los robots serían amigos, no esclavos. De hecho, nosotros mismos seríamos cyborgs porque tendríamos siempre un ordenador encima, o dentro. Las ciudades crecerían orgánicamente, se confundirían con todo tipo de verdes, no se ensuciarían sino que tendrían sus ciclos estacionales. Las ca-sas serían pequeñas, cómodas y podrían comprimirse y transportarse en cápsulas, como en Dragon Ball. Pero sobre todo la vida sería una aventura, me rompería y me reconstruiría un montón de veces, pelearía con una miríada de monstruos y encontra-ría tesoros. Llegaría a viejo con una larga barba blanca y ganas de seguir haciendo cosas. No todo ha sucedido así. Todavía. Pero hubo una época en la que pensé que

¡Aventura Mística! Muerte y monstruos Carlos Rioja E!

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ese futuro estaba perdido, y vagué por en-tre las cuevas cymerias, creyendo que don-de habita la verdad no puede darse la vida; y sentía sinceramente que aquella pesadez fantasmagórica me llevaría a alguna parte. Habría terminado perdido en alguna sima retórica o irónica si no hubiera sido por un encuentro inesperado...

– ¡Hola! Soy la muerte.– ¡Ay! ¡Qué pronto!– ¿Estás haciendo algo importante?– Bueno, yo... diseño y... uh... ¿no deberías tener el pelo negro?– ¿No deberías tener algo interesante que contarme?– Mi vida es aburrida.– Pues vente conmigo.– ¡No! Tengo muchas cosas que hacer to-davía...– ¿Y por qué no las has hecho ya?– ¡Soy muy joven!– Si supieras cuántas personas han cam-biado el mundo antes de los veinte años...– ...– ¿Piensas hacer algo con tu vida o vamos a tener esta misma conversación dentro de medio siglo? Porque para eso te vienes con-migo ahora y liberamos recursos para otro.– Dame unos pocos años más y a ver qué puedo hacer.– No es eso. Yo no tengo nada que darte ni quitarte. ¡Es cosa tuya! Simplemente,

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no dejes todo para el final. Estoy aburrida de llevarme a lloricas y a frustrados.

Se fue comiendo pipas sin decir adiós, y ya no me sentía como un preso arrastrando una bola. Vi mi error: el mundo suele ser más sutil y flexible que mi imaginación. Mis poderes nunca serán volar ni lanzar rayos, sino mi inteligencia y mi sensibili-dad, y tendré que luchar por ellos. Culti-varlos. ¡Pero yo soy una mezcla de pastor y de campesino! Sentí que tenía que salir a cazar... y pensé en monstruos. En todas las historias que merecen la pena hay mons-truos, y salí (¿entré?) a buscarlos.

2. Pinchos y arenaLos monstruos son difíciles de agarrar. No son sólo lagartos de ocho metros y brujos de uñas largas y ojos negros; también fan-tasmas, números, metal... existen mons-truos que destruyen por puro placer, pero hay muchos otros que prefieren sangrarte poco a poco. Suelen aparecer con la care-ta de la vida fácil, automática, en el fondo miserable. ¿Cómo desenmascararlos? Lu-chando por ese futuro con el que soñaba de niño. O al menos no dejando de soñar.

El primer monstruo que conocí fue Sorg Dolo, un montón de pinchos y lágrimas que me cerró el paso en el valle del Dra-ga Amo, en el bosque del Teadus Conoc

y en la montaña de la Dashje Volunta. En principio huí, pensando que el mun-do era lo suficientemente grande para los

dos... pero estos bichos psicológicos nunca tienen bastante. En el desierto de Zaslu-ga Des, mientras estaba recogiendo unas hierbas para hacer una especie de té, salió de un agujero y me dio una cornada que me dejó sin aliento. La cabeza me hervía de desesperanza. Súbitamente, recordé aquel lema del disco Walking Wounded de Everything But The Girl: “The only way out is through”. La única salida es a través. Así que cerré los ojos y me lancé contra el monstruo... al principio noté cómo los pinchos se clavaban en mí y mis ojos se deshacían; después, el horizonte se llenó

de un fuego que no quema y me sentí li-berado. Sorg ya no estaba, pero no ven-cí. Sigue asaltándome de vez en cuando (especialmente cuando voy a la dentista) y nunca me acostumbraré a esos pinchos, pero ahora sé que hay algo bueno espe-rando al otro lado.

3. Detrás del solHay montones de monstruos más donde quiera que vayas, y todos son diferentes. Nesat Avari no tiene pinchos sino gemas, placas reflectantes doradas y un embudo. Brilla tanto que es difícil no caer arrodi-llado ante él... y escapar de su embudo. Alcancé a ver su corazón herrumbroso, arrinconado entre cajas y cajas vacías, y su tristeza seca. Detrás del sol sólo hay os-curidad.

4. Estrellas y saposSchtolz Org lleva un collarín larguísimo que sólo le permite mirar hacia arriba. Se pasa el día mirando a las estrellas, tanto que ya debe creerse una, pero más bien parece una pieza de ajedrez. A mí me gusta el cielo, así que fui a hablar con él... pero yo iba mirando el suelo, y su colina no era

sino un montón de desgraciados encolla-rinados sin ojos, que se lamentaban en voz baja. En ese momento, Schtolz, que se había dado cuenta de que yo me había dado cuenta de su oscuro secreto, empezó a lanzarme collarines y estrellas fugaces.

Yo salí corriendo y, unos pocos minutos después, me encontré con un viejo junto a un riachuelo. El viejo oyó que Schtolz se acercaba, convertido en un cohete y me dijo que la única forma de vencerlo era comiendo un sapo. “¿Entero?” “Entero y de una vez”. Ni siquiera me atrevo con los caracoles, pero Schtolz se acercaba y no estaba seguro de que esta vez fuera a funcionar lo de saltar adelante y atravesar al monstruo, así que me tragué el sapo. Schtolz soltó un grito terrible y se volvió a su colina, y yo me quedé tirado junto al riachuelo, con el estómago revuelto y la boca amargada.

5. Bofetadas, bizcochos y vuelta a empezarEl viejo me dijo que esperara junto al ria-chuelo, y al rato se presentó con una pa-reja de policías. Se llamaban Meka Mise y Lala Lux, y empezaron a marearme. Tan pronto Meka me pegaba y me decía que era basura tragasapos, Lala sacaba pas-teles y me daba besos. Llegué a acostum-brarme a eso: Meka me endurecía, Lala me ablandaba, y yo ya no sabía qué estaba bien y qué mal. Estuve bastante tiempo en aquella ducha escocesa, hasta que una noche sentí picores, abrí los ojos y vi a las dos con la boca chorreando sangre. Mía. Otras veces le había echado la culpa a los mosquitos, pero entonces salí corriendo del susto.

Lala: Este chico no es nada cariñoso. Enci-ma que le sacamos la sangre sucia...Meka: Es un blando. ¡No ha aprendido nada!

Con las heridas aún abiertas, casi asfixia-do, me tiré detrás de un arbusto. Estaba desnudo y débil, roto y sucio, ¿adónde po-día ir? Estuve así un día entero, paraliza-do. Tenía que empezar otra vez.

6. La casa puzzleRobé unos huevos de un nido de codor-nices. Me lavé en un pequeño manantial y me tapé con unas hojas de parra. Poco después, me encontré con un panda rojo

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mordisqueando unos tallos de bambú y salió corriendo. Le perseguí y llegué a un claro en el bosque, en el que había una casa de piedra. Era la cosa más vieja que había visto jamás. Sobre la puerta había una cartela en la que se leía “Casa de paz, año I”. Del interior venía un murmullo, y miré por una ventana: allí dentro había un montón de personas en corrillos, con la mirada perdida y parpadeante. No pa-recían peligrosos, así que entré. La puerta estaba medio atrancada, quizá estropeada por su poco uso... El murmullo se redujo y noté cómo unas cuantas miradas se clava-ban en mí. El suelo chirriaba y me fijé en que aquellas personas estaban cubiertas de polvo. Al fondo de la sala había un tro-no donde se sentaba un hombre viejo que sujetaba una botella vacía con una castaña sobre la boquilla. Me acerqué a él y me presenté.

– ¡Buenos días! Me llamo Carlos y vengo de la tierra de Behobia. Salí a derrotar monstruos y me he perdido. ¿Podríais si-tuarme en algún mapa, señor?– ¡Behobia! ¿En qué reino se halla? – dijo el viejo, mientras extendía un enorme mapa en el suelo, sin soltar la botella ni un sólo segundo.– Hasta donde yo sé, es soberana y no rin-de pleitesía a ningún monarca, señor.– ¡Imposible! Toda tierra tiene un dueño

por designio divino. ¿No será Babia? ¿O quizá Bahabia? ¿Bepa? ¿Barabia? – siguió recitando nombres, mientras yo me ma-reaba con aquella retahíla alborotada de minúsculos reinos, satrapías, federaciones, merindades, principados, marcas... de he-cho, hasta los mares y los desiertos estaban troceados y repartidos, como un enorme pastel del que nadie quería privarse, aun-que le tocara un pedazo de mierda.– Aún si no podéis ayudarme os agradez-co mucho vuestro interés, pero partiré de inmediato. Me esperan en casa para la hora de la cena.– Aguardad, infante. Repasemos la Histo-ria para ver si en algún punto encuentro referencia a vuestra tierra. – en este mo-mento, una pareja de sirvientes con ojeras retiraron el mapa y lo sustituyeron por un libro grande como una mula y lo abrieron por el primer cuarto. Suspiré. – Veamos. Aquí podemos leer la historia de Caralis y Xing Hua Ling, dos gloriosas ciudades del siglo XXXII. Xing Hua Ling suena pare-cido a Behobia, ¿no os parece?– ¡No tiene nada que ver!– La transformación es clara: Xing-Hua-Ling, Bing-Hoa-Lina, Bigoaliha, Bihobiha, Behobia. ¡Tachán! ¡Vuestra ciudad tiene un glorioso pasado de más de treinta siglos!– Pero... ¡Eso no tiene sentido! Además, a mí no me importa que en mi tierra vivie-ran grandes hombres hace treinta siglos.

Es ahora cuando hacen falta...– Ay, sois apenas un niño. Vuestros ojos no están acostumbrados al fulgor de la gloria del pasado. Es imposible que existan gran-des hombres hoy, pues vivimos una época pequeña.– Y estoy seguro de que vosotros cono-céis mejor que yo lo que significa la glo-ria, señor. Pero, en verdad, me aburren las glorias pasadas. De hecho, si al buscar las mías tengo que destrozar alguna antigua, lo haré.– ¡Necio! ¡Somos todo pasado! Debí sospe-char de ti cuando te presentaste sin decir al menos tus ocho primeros apellidos. ¡Pren-dedlo! Es un destructor de la tradición, un fantasma del Ávernir – y mientras gritaba, agitaba la botella. Salté, se la quité, y todo cambió de repente. Todos se postraron y el viejo comenzó a sollozar – por favor, por favor, devuélveme la botella. Es un tesoro de valor incalculable, regalo de los dioses, refuerzo de la fe, amuleto que garantiza nuestra supervivencia.– ¿Y esta castaña?– ¡No es una castaña! Es el Poder. Sin él perderemos nuestro poder para ser lo que somos.– ¿Y qué sois?– Somos lo que queremos ser, uttråkad so-beranos.– Jamás había oído hablar de vosotros.– ¡Imposible! Nuestra nación es conoci-

da en todo el Universo. Las hazañas de nuestros cien mil héroes se narran desde el amanecer de los tiempos y nuestra gente es hija directa de los dioses.– Esto es una botella vacía con una cas-taña pegada, y vosotros sois una pandilla de aburridos fofos e inútiles. Rayos, ¡tienes un mapa lleno de países que no existen y un libro con historias falsas! Pero si deseáis seguir así, adelante. Yo estoy buscando mi casa.

Dejé la botella junto al trono y me dispo-nía a salir cuando un par de hombres-pol-vo me agarraron y me arrojaron por una portezuela que había escondida tras el tro-no del viejo. Caí por una rampa y llegué a un cuarto oscuro en el que encontré a un ser peculiar: Samog-Martesë Omb, una

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de D con patas, ya que su cabeza y su pene estaban unidos. Como no podía hablar, es-cribía en una pizarra que llevaba colgada al cuello. Me dijo que era el último hijo de los uttråkad, resultado de demasiadas re-laciones incestuosas. Después me explicó cómo escapar de allí y me pidió que me mezclara con gente diversa. Que entrara en otras personas y que dejara que otras personas entraran en mí, que fuera un río y no un charco de agua sucia. La última vez que vi a Samog estaba tumbado sobre un charco de polvo y alcohol... no sé por qué nunca escapó él mismo.

7. Pequeña lista de la PeñaSalí por una gruta bajo la Peña Aldabe y la luz del día me pareció una bendición. Ya estaba aburrido de monstruos y pensé que debía empezar a buscar tesoros. En ese momento, me pareció oír los pesados pasos de Nesat Avari, y me escondí detrás de un árbol. Vi que había cambiado, y ahora llevaba plata, rubíes, adafracto y un embudo forrado con piel de tigre.

– ¡Nesat! ¡No busco esos tesoros! – y me fui corriendo, porque no me gusta ver llorar a nadie, y menos a un monstruo.

Subí a lo alto de la Peña y, junto a la ermi-ta, encontré una libreta y un lápiz. En la primera página de la libreta estaba escrito: “Uno puede atarse a un cometa o a una piedra, ¿cómo distinguirlos?”. Tendría que afrontar esa decisión pronto. De momen-to, estaba en lo alto de una montaña, con un montón de cosas hermosas y lejanas al-rededor, y me sentía obligado a escribir. Y eso hice. Una lista:

Cosas que complican la vida y son necesarias:

- Autonomía intelectual (y, evidentemente, ética; libertad).- Amar y ser amado.- Romperse y reconstruirse (aprender).- Encontrar una forma de elevar la vida y disfrutar con ella.

Cosas que complican la vida innecesariamente:

- No pensar, ser pura reacción.- Creerse único. No: quererse único, a toda costa.- La fe en la nada, la obsesión por los abis-mos.- Atiborrarse de sucedáneos.- Querer agarrarlo todo.

Agarrarlo todo. ¡Arg! Tenía que dejar de escribir. Dejé el resto de la libreta para el viento y me dirigí al Sur.

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TRAVESSIA A CACILHAS

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