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LA BEBIDA In taberna quando sumus (Carmina Burana, siglo XII) Las delicias y riesgos del vino son celebrados en varias páginas bíblicas, desde la ebriedad de Noé, advertida por sus hijos, hasta el cáliz de la nueva alianza. Hoy, los ambientes juveniles, en especial, exhiben cada semana escenas que orillean el descontrol por los efectos de la bebida, servida en exceso. Jóvenes y adultos necesitamos crear la atmósfera festiva y abandonar por un tiempo la ropa de trabajo y formalidad que las obligaciones exigen. Necesitamos trasladarnos a un mundo de fantasía donde somos ganadores en el amor, libres de los miedos que nos acosan o de las tristezas que nos agobian, amigos de quienes comparten o consumen el mismo elixir. Para los adolescentes se trata, tal vez, de subir desinhibidos por la escalera de la trasgresión al sector reservado de los adultos. Estas ambigüedades se sumergen en el fondo de las copas. Los antiguos sabios y los padres no temen aparecer como aguafiestas y decir: Escucha, hijo mío, sé sabio y compórtate con rectitud. No andes con los que beben vino, ni con los que se hartan de carne; porque borrachos y comilones se empobrecen, y la pereza los viste de harapos (Pr. 23,19-21). 1

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CAPITULO 24 - LIBRO ESPEJOS DEL ALMA - ABEL FERNANDEZ LOIS sdb - LA BEBIDA

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In taberna quando sumus

La bebida

In taberna quando sumus

(Carmina Burana, siglo XII)

Las delicias y riesgos del vino son celebrados en varias pginas bblicas, desde la ebriedad de No, advertida por sus hijos, hasta el cliz de la nueva alianza. Hoy, los ambientes juveniles, en especial, exhiben cada semana escenas que orillean el descontrol por los efectos de la bebida, servida en exceso.

Jvenes y adultos necesitamos crear la atmsfera festiva y abandonar por un tiempo la ropa de trabajo y formalidad que las obligaciones exigen. Necesitamos trasladarnos a un mundo de fantasa donde somos ganadores en el amor, libres de los miedos que nos acosan o de las tristezas que nos agobian, amigos de quienes comparten o consumen el mismo elixir. Para los adolescentes se trata, tal vez, de subir desinhibidos por la escalera de la trasgresin al sector reservado de los adultos.

Estas ambigedades se sumergen en el fondo de las copas. Los antiguos sabios y los padres no temen aparecer como aguafiestas y decir:

Escucha, hijo mo, s sabio y comprtate con rectitud. No andes con los que beben vino, ni con los que se hartan de carne; porque borrachos y comilones se empobrecen, y la pereza los viste de harapos (Pr. 23,19-21).

Las sensaciones se acumulan en forma progresiva: la vista, el tacto, la imaginacin, el mareo, hasta llegar al adormecimiento de la conciencia.

No mires al vino: Qu rojo est! Cmo brilla en la copa! Qu suavemente pasa! Tus ojos vern alucinaciones, de tu interior surgirn incoherencias. Te sentirs como viajero en alta mar, como sentado en la punta de un mstil. Me han pegado y no me ha dolido, me han golpeado y no siento nada. Apenas me despeje, voy a pedir ms (Pr. 23,31.33-35).Lgicamente, la falta de moderacin arrastra consecuencias: peleas, libertinaje, accidentes.

De quin los quejidos? De quin los lamentos? De quin las peleas? De quin los pleitos? De quin las heridas sin motivo? De quin la mirada malintencionada? De los que se divierten bebiendo vino, los que andan saboreando mezclas (Pr. 23,29-30).

El festn del rey Baltasar ilustra la frivolidad y el desenfreno propios de tales situaciones.

El rey Baltasar celebr un gran banquete en honor de sus dignatarios, que eran unos mil, y en el transcurso del banquete bebi vino en abundancia. Excitado por el vino, mand traer las copas de oro y plata que su padre Nabucodonosor se haba llevado del templo de Jerusaln, para que bebieran en ellas el rey, sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas (Dn. 5,1-2).

El hedonismo vaco y pagano se convierte en anuncio de inminente desgracia y ruina general. El hecho bblico inspir obras literarias y artsticas, como el auto sacramental de Caldern de la Barca, el leo de Rembrandt y el oratorio de Hndel.

Desde una perspectiva opuesta al festn de Baltasar, la imagen del banquete acompaa la profeca de los tiempos mesinicos.

El Seor todopoderoso preparar en este monte para todos los pueblos un banquete de exquisitos alimentos, un banquete de buenos vinos, sabrosos alimentos, vinos deliciosos (Is. 25,6).

Justamente, el primer signo de la misin pblica de Jess es la transformacin del agua en vino, en la bodas de Can: fiesta nupcial bendecida por la intervencin de Jess. Es un vino nuevo y de mejor calidad, anticipo de la hora pascual (cf. Jn. 2,1-11). Jess no se presenta con el perfil asctico de Juan Bautista, de ah las crticas y los comentarios:

Viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: Ah tienen un comiln y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores. Pero la sabidura ha quedado avalada por sus obras (Mt. 11,19).

En la intimidad de la ltima cena, se revela el amor extremo de Jess hacia los suyos a travs del cliz de la nueva alianza, en una clara referencia al gozo escatolgico.

Tom entonces un cliz, dio gracias y dijo: Tomen esto y reprtanlo entre ustedes; pues les digo que ya no beber del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios... Y despus de la cena, hizo lo mismo con el cliz diciendo: ste es el cliz de la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes (Lc. 22,17-18.20).

En el vino rojo se fusiona el simbolismo de la sangre, la vida y el amor. Las bodas de Can y la ltima cena manifiestan la correspondencia del amor humano y del amor divino. Igual paralelismo encontramos en el epitalamio del Cantar de los cantares. En dicho texto se comparan las demostraciones amorosas con la degustacin del vino.

Dice la amada:

Que me bese con besos de su boca. Son mejores que el vino tus amores... Condceme, rey mo, a tus alcobas, para alegrarnos y gozar contigo, y gustar tus amores ms que el vino (Ct. 1,2.4; tambin 8,2).

Dice el amado:

Tu boca es un vino exquisito que corre suavemente para m, fluyendo entre mis labios y mis dientes (Ct. 7,10).

Por ltimo, el significado eucarstico del vino encuentra nueva expresin en los brindis; se concentran en ese ritual emociones, valores profundos, deseos compartidos. El libro del Apocalipsis rebasa de augurios e invocaciones, que despiertan la conciencia hacia un nuevo cielo y una nueva tierra; con esta esperanza se vislumbra la fiesta definitiva:

El Espritu y la Novia dicen: Ven! Y el que oiga, diga Ven! Y el que tenga sed, que se acerque, y el que quiera, reciba gratuitamente agua de vida... Dice el que da testimonio de todo esto: S, pronto vendr. Amn! Ven Seor Jess! (Ap. 22,17.20).

Tal vez, necesitemos aprender a festejar; a recuperar el espacio festivo de los acontecimientos, vividos con sencillez y sin artificialidad; a disfrutar el hecho de encontrarnos para celebrar. La comida y la bebida son aspectos imprescindibles en toda fiesta. Por cierto, el descontrol supone un parntesis de ausencia que, una vez pasado, nos sumerge en el sinsabor de algn malestar. Toda fiesta es un anticipo de la felicidad del ms all. Por eso, nuestras liturgias dominicales reclaman, igualmente, explicitar el clima festivo y liberar los sentimientos de fe.

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