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    Tres usos de la mitologa andina: Wiracocha-Tunupa, la no explotacin del Cerro Rico en

    Potos y Tata Santiago

    Por: Huascar Rodrguez Garca

    Introduccin

    Pero el conquistador espaol cuenta con un arma poderosa para consumar laconquista; ms poderosa que los caballos, el hierro y la plvora: el espritucristiano. La cruz que ha desbaratado imperios ms poderosos y ha echado portierra ms slidas fortalezas. La fe terminar lo que comenz la plvora.

    Felipe Cossio del Pomar (El mundo de los incas).

    El siguiente ensayo tiene por objetivo hacer jugar libremente ciertos planteamientos lanzados porManuel Gutirrez Estvez a propsito de la mitologa amerindia.

    El punto de partida es que la nocin de mito, en sus distintas acepciones, es una invencin

    occidental, y por tanto la mitologa amerindia sera el resultado de un artificio colonial creadoinicialmente por los primeros recolectores de relatos indgenas, es decir, por los primeros cronistasespaoles quienes, dicho sea de paso y segn nos recuerda Manuel Marzal (en Pease 1982: 11,12),fueron los encargados de hacer nacer la antropologa moderna. Tal afirmacin quiere decir que,con el paso del tiempo, ciertos relatos antiguos referentes a los orgenes del mundo o a grandessucesos generalmente extraordinariosque los indios ponan en juego al interior de sus relacionesinterlocutorias antes de la conquista, pasaron a constituir un corpus separado de las fuentes oralesprimigenias caracterizadas por la contradiccin y la multiplicidad, diversidad contradictoria que losadvenedizos europeos reordenaron e interpretaron desde su propio bagaje dando lugar a lo quemucho despus se considerara como mitologa amerindia: una variante moderna de anlisis yestudio acadmico dedicada especficamente a los mitos indgenas americanos. Evidentemente nose trata de decir que en Amrica no existen mitos: tenemos que aceptar que en todas partes hay

    mitos, aunque stos sean algo que slo pueda ser definido como aquello que, en cada ocasin ypoca, estudian los mitlogos.

    A modo de corolario dirase que los primeros relatos indgenas recogidos por los cronistas europeosno slo fueron inmediatamente comparados con viejas narrativas mticas occidentalesalgunas deellas contenidas en la Biblia, sino que tambin fueron deformados e incluso inventados condiferentes objetivos, el ms evidente de los cuales parece haber sido la legitimacin del nuevo ordenhispnico. De esta manera, segn afirma Gutirrez Estvez (2001: 338), se intervino sobre el caudaldifuso e ilimitado de la tradicin oral de modo ms o menos consciente para ignorar algunos relatos,sobrevalorar otros, amputar de incoherencias los de ms all y narrativizar todos lo suficientementecomo para poder resistir la prueba de ser escritos o ledos.

    Frente a este paisaje problemtico nuestro autor ha propuesto que, cuando se trata de recolectar ypresentar materiales mticos, se debera atender al uso social de los mismos, pues, desde esta ptica,resultara ms propio hablar de instalacin de material mtico en la accin social que de narracinde textos mticos. Dicho enfoque nos conducira a pasar de la mitologa a la mitografa, o de modoms preciso, a una etnografa del habla mtica, de modo que, cuando se piense en trminos deutilizacin o uso, se tendra que enfocar con ms inters la competencia situacional del enunciador,

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    esto es, su capacidad para poner en relacin un relato, o un fragmento, con una situacin socialdeterminada (ibid: 360, 361)1.

    A partir de esta perspectiva intentar, de forma muy sucinta, presentar tres motivos mticos andinosel mito de Wiracocha-Tunupa, el mito de la no explotacin minera en Potos y el mito de TataSantiago, no para analizar o interpretar sus posibles significados, sino ms bien para poner en

    relieve sus usos, cambios y actualizaciones, resultantes de las relaciones socialesinterlocutorias yde poderestablecidas entre mundos culturalmente distintos. En el primer caso pretendo mostrarcmo la compleja figura de Wiracocha-Tunupa fue utilizada por el cristianismo en funcin de unamejor evangelizacin dirigida a las poblaciones nativas. Sobre el mito de la no explotacin delCerro Rico de Potos, se trata de evidenciar que ste ha sido un invento creado por algunos cronistasespaoles para legitimar las actividades mineras coloniales y finalmente, respecto a Santiago, quieromostrar cmo este personaje, que a un principio jug un rol anti-indio, termin siendo apropiado ytransformado por los indgenas dentro de una tensa trama que vincul las narrativas andinas con laseuropeas y viceversa, facilitando en alguna medida la labor evangelizadora, pero tambinproduciendo efectos inesperados. Debido a la vasta y compleja amplitud de los motivos mticossealados, el presente ensayo se concentra slo en determinados aspectos puntuales de los mismos,pues describir y analizar exhaustivamente cada uno de ellos rebasara con mucho los marcos hartoestrechos que aqu me he propuesto.

    1.Wiracocha-Tunupa

    Desde la noche de los tiempos los diversos pueblos andinos desarrollaron un complejo yheterogneo panorama religioso politesta y animista producto de un largusimo proceso cultural, enel que, segn tradiciones orales, la creacin se dio por ordenacin, es decir, dada la presencia previadel mundo, la actividad de las divinidades se plasm inicialmente en el ordenamiento de algn tipode caos y oscuridad. Es as, que en ese mundo previamente existente aparecieron diferentes diosesy/o hroes civilizadorescuyos nombres varan segn las regiones, pocas y grupos tnicos, dosde los cuales, tal vez los ms difundidos, fueron Tunupa y Wiracocha2. Sin embargo stos no fueron

    los nicos hroes populares antiguos, pues se sabe que existieron muchos otros

    anteriores y1 Esta concepcin de la mitografaentendida como una escritura de los relatos mticos a partir de realidadesy usos sociales concretos analizados etnogrficamente segn los casos, difiere totalmente de la definicin

    propuesta por Lvi-Strauss. Para l, los mitlogos efectan su anlisis en la cadena significante dejndosellevar por los rumbos que imponen los mitos, mientras que los mitgrafos comandaran ellos mismos larelacin de significados, imponindoles la direccin elegida (Lvi-Strauss 1986: 48). Personalmente, me

    parece ms interesante cuestionar a la mitologa en tanto ciencia que estudia los mitos, pues la mitologa,en una de sus acepciones ms difundidas dentro la antropologa y otras disciplinas afines, sera precisamenteeso: algo que es a la vez relato e interpretacin, las ms de las veces con aspiraciones cientficas. Sinembargo, como afirma Gutirrez Estvez (2001: 362) las interpretaciones mitolgicas son la aplicacin delenguajes tcnicos diversos el de cada escuela interpretativa, a otro lenguaje tcnico el del mitomuy diferente. No tienen siquiera un aire de familia, como el que tiene entre s el material mtico de muchos

    pueblos. Es como si se pretendiera explicar en qu consiste un juego utilizando el manual de reglas de otrodistinto. La heterogeneidad entre ambos juegos del lenguaje el mitolgico y el mticono est exagerada por la comparacin anterior si recordamos que uno est formado por textos narrativos y conceptosinterpretativos, mientras que el otro lo est por citas mticas y acciones sociales, sean estas ordinarias, ritualeso de cualquier otro tipo. En definitiva, de un juego de lenguaje, como de cualquier otro juego, a decir deGutirrez Estvez, slo puede hablarse describindolo desde el interior de su prctica.2 Para rigurosos anlisis y delicadas interpretaciones y especulaciones sobre Wiracocha y Tunupa que no seencontrarn aqu vase Armas Asn (2002), Szeminski (1987), Wachtel (2001), Lafone Quevedo (1892), Pease(1973, 1986), Valcrcel (1912), Montes (1999) y Molini-Fioravanti (1986). Los datos de las fuentescompletas de estas sugerencias se encuentran en la bibliografa citada y en la bibliografa complementaria.

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    contemporneos a Tunupa y Wiracochahoy escasamente conocidos o an ya desaparecidos detoda memoria, tales como Pachacamac, Kon (o Con), Usapu, Cachi, Harnava (o Arnauan) yCuniraya, casi todos absorbidos luego por Wiracocha debido a la cronstica colonial.

    Probablemente Tunupa tambin llamado Tuupa, Taguapaca, Taguapica, Tonopa, Tunapa,Tarapac, Ekako, Keko, Kiko o Ekeko3, fue un hroe migrante civilizador aymara, una especie deprofeta y ancestro fundador, e incluso una suerte de divinidad generadora acutica anterior al ciclode Wiracocha, que quiz se remonta a la civilizacin de Tiwanaku (o Tiahuanaco)4. Pese a lo difusode los datos que circulan acerca de Tunupa aparecen pronto algunos rasgos caractersticos:divinidad polimorfa, a la vez seor de las aguas terrestres abre el eje acutico del altiplanoboliviano conformado por el lago Titicaca, el rio Desaguadero, y el lago Poop, as como tambindel fuego y agua celestiales, es igualmente capaz de enviar y detener el rayo, la lluvia, la nieve o elgranizo5. Nos encontramos entonces frente a un hroe cultural, curandero milagroso y predicador dealguna ley moral6.

    Ahora bien, tras el misterioso declive de Tiwanaku y los sucesivos periodos de desarrollo culturalsobrevino el imperio incaico, el cual, en sus versiones mticas de la creacin, integr ciertos

    elementos de una versin aymara, pero sometindolos a una serie de transformaciones. As tenemosque Tunupa fue reinterpretado por los incas y se convirti en un personaje oscuro, casi marginalpues, aparentemente, los nuevos relatos redujeron a este hroe a un papel negativo. Al constituirseen los vencedores de varias campaas guerreras los incas obligaron a los seoros aymaras aintegrarse al imperio siendo algunas tradiciones sujetas a ciertos cambios. De este modo el ancestrofundador aymara fue parcialmente asimilado a Wiracocha, una nueva deidad que, al igual queTunupa, habra ordenado un mundo preexistente sumido en la oscuridad, y habra estado vinculadoal origen mismo de los incas. Adems, Wiracocha tambin es una deidad mltiple, como Tunupa,pues tiene rasgos acuticosdicen que sali del lago Titicaca y que desapareci en el mar, y almismo tiempo est asociado al rayo y a los fenmenos meteorolgicos. Tambin Wiracocha, segnel anlisis de Armas Asn (2002: 206, 207), estara plenamente identificado con un hroe culturalque haca y cuidaba terrenos cultivados mediante acciones rituales relacionadas con los ciclos

    agrarios de produccin.El Wiracocha de los incas fue objeto de culto por mucho tiempo: se le levantaron altares y templos,pero poco a poco, a pesar de que tambin tena caractersticas solares, fue cediendo su rango de

    3 Rigoberto Paredes (1995) seala que Ekeko y Tunupa son divinidades distintas, y que por una confusin aveces se las identifica como una sola.4 Segn Arthur Demarest (en Wachtel 2001: 513) Tunupa podra corresponder al horizonte de Tiwanaku en suetapa de expansin y apogeo, por lo cual es concebible identificar a esta divinidad con la clebre figura quese encuentra esculpida al centro de la Puerta del Sol en Tiwanaku. No obstante, por mucho tiempo, y hastahoy mismo, se ha dicho que la figura central de la Puerta del Sol representa ms bien a Wiracocha.5

    Algunos aymaras actuales an veneran a Tunupa como dios del rayo. En cambio, para la tradicin quechua

    incaica el dios del rayo era Illapa

    o Yllapa

    , quien, segn veremos luego, fue asimilado al apstolcristiano Santiago.6 Desde luego, al igual que en todo relato ancestral transmitido oralmente, circulan varias tradiciones dondeTunupa aparece bajo distintas formas; incluso existen versiones que sealan que Tunupa era mujer: una

    pastora cuyo amor fue disputado por montaas y volcanes (Wachtel 2001: 523,524). Igualmente se debemencionar que al sur del lago Poop se alza un volcn de nombre Tunupa, fuente tambin de diferentesversiones mticas. Por su parte Waisbard cree que Tunupa era un personaje jorobado pues existiranrepresentaciones de este hroe que lo presentan desnudo, con una joroba y con el pene erecto. Los aymaras,segn Waisbard, sienten gran respeto hacia los jorobados a quienes creen dotados de un poder especial sobreel fuego y la lluvia (1975: 90, 92).

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    creador para dar paso al sol como divinidad ms importante. Con todo, Wiracocha segua presenteen la sociedad incaica y el probable significado de su nombre nos da una idea de su relevancia: elquechua wira se puede traducir como sebo o grasa de llama, ingrediente sagrado utilizado enprcticas mgico-religiosas; cocha significa lago, y el conjunto sera lago de grasa o mar desebo, de donde se colige que el concepto puede connotar reserva de sustancia vital o principiogenerador, segn J. Szeminki (en Wachtel 2001: 505). Cossio del Pomar seala que la palabra

    Wiracocha representa a los seres que pueblan el pasado religioso y mtico de la cultura inca: unaespecie de palabra-unidad, palabra-rito, palabra-tradicin. Pero Wiracocha tambin es un personajecapaz de materializarse ante los elegidos: segn una tradicin sobrenatural mencionada por Cossiodel Pomar, Wiracocha se apareci en persona al prncipe Hatun Tupac, durante un retiro demeditacin en un momento de peligros guerreros para el imperio inca. Ms tarde Hatun Tupac seconvirti en el octavo Inca cambiando su nombre por el de Wiracocha con el que pas a la memoriadel imperio (2000: 63-68). En fin, otros nombres atribuidos a Wiracocha forman una suerte deamalgama de seres mticos y le confieren mltiples funciones ligadas a la idea de creacin,conocimiento, orden y sabidura.

    Como fuere, el punto es que la imagen de Tunupa fue desdibujada por las interpretaciones sucesivasa que fue sometida, interpretaciones incas y despus espaolas, y en el caso de Wiracocha sucedi

    un proceso interpretativo similar, aunque con menos filtros. Entonces aqu es donde entran enescena los cronistas coloniales, pues fueron ellos quienes ordenaron los fragmentos dispersosreferentes a dioses y hroes para difundirlos a los propios indios con fines claramenteevangelizadores, dado que era inconcebible que los nativos no tuviesen una nocin de un dioscreador nico. Obviamente el nuevo continente no poda estar al margen del mundo consideradocomo una misma totalidad en la Biblia, y por ello los cronistas esbozaron versiones que hablan deapstoles cristianos en Amrica antes de la presencia espaola; de ah que muchos dioses o hroesfueron revestidos con caractersticas apostlicas para probar que los indios haban alcanzado elconocimiento del Dios Verdadero y que no haban sido excluidos del plan salvfico universal. Comono era posible que el sol o las wakas7 fueran divinidades mximas, entonces tena que haber unams fuerte y poderosa que ellas, tesis que goz pronto de popularidad porque la creencia en un Dioscreador nico se convirti en el argumento clave para extirpar el politesmo y ordenar el caos de los

    innumerables dioses y hroes.

    Es Fernando Armas Asn quien mejor ha planteado esta temtica cuando seala que la mitologaandina es una invencin de la cronstica espaola y mestiza de los siglos XVI y XVII, siendo el msclaro ejemplo de esto el uso que se dio a la figura de Wiracocha, divinidad que no slo aparece en lacronstica como Dios nico, sino como la prueba de que los indios ya estaban al tanto de ciertosfundamentos del cristianismo. Un detalle a tener en cuenta respecto a los relatos recogidos por loscronistas es que sus informantes, las ms de las veces, estaban ya cristianizados, por lo cual no nosdebe extraar que los datos otorgados por stos contengan ya caracteres catlicos.

    En efecto, revisar, aunque someramente, lo que sealan los cronistas nos da una idea de todo esto.As por ejemplo Juan de Betanzos, quien escribi la Suma y narracin de los Incas entre 1550 y

    1551 siendo el primero en registrar una versin sobre Wiracocha, elabor la base de un esquemaque se repetir los aos y dcadas posteriores con ligeras variantes. En su relato Betanzos habla deCon Tici Viracocha, nombre que traduce como Dios hacedor el mundo. Tal personaje era unhombre alto de largas vestiduras blancas que le llegaban a los pies y que traa un libro en las manos,quien sali del lago Titicaca y cre los primeros hombres en un mundo de oscuridad. Luego fue aTiwanaku e hizo el sol, la luna y las estrellas, pero por alguna desobediencia de los hombres losconvirti en piedras. Tras otros varios sucesos, orden a dos de sus ayudantes (tambin entendidos7 El vocablo waka, o huaca, designa en los andes a toda entidad o lugar sagrados y puede incluir adeterminados objetos o seres.

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    como wiracochas) que se dirijan al este y al oeste respectivamente, para que vayan haciendo salira las gentes del subsuelo. Entretanto el propio Con Tici Viracocha se dirigi al Cuzco pero en unlugar llamado Cacha (actual Raqchi) los habitantes lo hostilizaron y entonces hizo llover fuego delcielo. Ante semejante suceso las personas de Cacha le alzaron un adoratorio. Finalmente, y traspasar por otros lugares incluyendo el Cuzco donde impuso a un Seor ordenando que produjese alos orejones8, Con Tici Viracocha lleg a Puerto Viejo, en el actual Ecuador. Una vez all se junt

    con los dos colaboradores anteriormente mencionados y los tres wiracochas desaparecieronfinalmente en las aguas del mar (Betanzos en Pease 1982: 37-43). Pero veamos brevemente como sereproduce este esquema con nuevos aadidos.

    Contemporneos a Betanzos un grupo de cronistas entre 1551 y 1590 Pedro de la Gasca,Cristbal de Molina, Agustn Zarate, Lpez de Gomara y Cieza de Lencoincidieron con la ideade un gran Seor salido del Titicaca que fund el linaje inca 9. En el caso de Cieza de Len steseala que el ser salido del lago era blanco y que, aunque se llamaba Tiseviracocha, tambin ledecan Tuapaca o Harnava, mientras que Joseph de Acosta afirma que a Wiracocha en otras partes lellaman Pachacama o Usapu. Por su parte, el afamado Bartolom de Las Casas escribi, en suApologtica Historia, que Condici Viracocha siempre hay diferencias en como escribieron elnombre del hacedor, tuvo un hijo malo llamado Taguapica, que por contradecirle en todo fueechado al mar.

    Y as, los sucesivos cronistas, que en la mayor parte de los casos escriban por encargo de laadministracin colonial, reproducen lo anotado por Betanzos, pero aadiendo diversos maticescomo gigantes, diluvios, edades y otros. Por ejemplo Sarmiento de Gamboa, en su crnica de 1572,afirma que Wiracocha anunci a los indios, en el momento de su desaparicin martima, que nocreyesen en falsos profetas ya que pronto enviara a sus mensajeros los espaoles? Sarmientotambin dice que Wiracocha era blanco, que traa un libro, y que un tal Taguacapac, pordesobediente, fue atado y puesto en una balsa en el Titicaca rumbo al ro Desaguadero. De estamanera, con la pertinaz difusin de las dichas versiones del origen del mundo andino, el esquemacatequizador en torno a Wiracocha ya estaba afianzado irremediablemente en la mentalidad popular

    de fines del siglo XVI.En la centuria siguiente aparecieron nuevos escribanos coloniales ocupados de las fbulas y ritosindgenas. Uno de ellos, el jesuita Rodrigo de Cabredo, sealaba en un documento indito de 1603:dicen que Jesucristo fue un dios que sus antepasados llamaban Tuupa y asi los uiejos lellamaban Jesucristo Tuupa (cit. en Wachtel 2001: 518).

    Otro sacerdote, Ludovico Bertonio, tradujo la palabra Dios en su Diccionario de la lengua aymara(1612) de la siguiente manera (la cursiva es ma):

    Dios fue tenido destos indios vno a quien llamauan Tunuupa, de quien cuentan infinitascosas, dellas muy indignas no solo de Dios, sino de qualquier hombre de razn, otras tiranalgo a los misterios de nuestra fe [] En otras tierras, o provincias del Per le llamanEcaco (cit. en ibid: 509).

    Ms tarde dos crnicas indgenas escritas por Joan de Santa Cruz Pachacuti y Guaman Poma,ambos indios ladinos y cristianos, reforzaron notoriamente los anteriores relatos. Santa Cruz

    8Orejones fue el adjetivo con el que designaron los espaoles a la nobleza incaica.9 Cabe destacar aqu que estas versiones difieren de otras, tambin muy extendidas entre algunos cronistas,que establecen el origen de los incas en una cueva de Pacaritambo y no en el Titicaca.

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    Pachacuti escribi en 1613 acerca de un hombre barbado y milagroso que tena varios nombres, tresde los cuales eran Tonapa, Tarapac y Viracochanpachayachicachan. Dicho Seor es para estecronista el mismsimo Santo Toms y habra llegado a Pacaritambo, donde reinaba un caciquellamado Apotambo10, justo el momento en el que se celebraban unas bodas. Nadie oy sus predicasexcepto Apotambo, a quien el misterioso predicador le regal un palo a modo de cetro dejndoletambin una suerte de recomendaciones o mandamientos:

    Los viejos modernos del tiempo de mi padre [...] suelen decir que casi casi era losmandamientos de Dios, principalmente los siete preceptos; les faltaua solamente nombre deDios nuestro seor, y de su hijo Jesucristo nuestro seor les faltaua... (Santa Cruz Pachacutien Pease 1982: 46).

    El cronista indio contina su relato sealando que Tunupa sigui un largo itinerario, marcado porepisodios de inundaciones, lluvias de fuego en la localidad de Cachay petrificaciones contrapoblaciones incrdulas o idoltricas, hasta que lleg a los Andes de Caravaya, regin donde hizouna cruz muy grande para transportarla hasta Carabuco. Una vez all el profeta ech agua en lacabeza de la hija de un cacique del lugar, al modo del bautismo cristiano, razn por la que Tunupafue apresado, siendo milagrosamente rescatado por un desconocido joven.

    Guaman Poma, por su lado, escribe sobre un primer milagro prehispnico hecho por Dios a travsde San Bartolom, apstol de Jesucristo, en el pueblo de Cacha. En esta poblacin, afirma, sucedila ya conocida lluvia de fuego, tras la cual San Bartolom se dirigi a Carabuco donde se top conun gran hechicero llamado Anti que viva con su endemoniado dolo en una cueva. Como el dolodel hechicero qued sin poderes frente a la fuerza y santidad de San Bartolom, Anti se convirti,bautizndolo el apstol con el nuevo nombre de Anti Uiracocha, adems de que, en seal de sumilagrosa aparicin el santo dej una cruz en el pueblo. Ms adelante Guaman Poma seala que enel tiempo de los incas tambin existan otros enviados de Dios capaces de ocasionar desgracias yfenmenos meteorolgicos en caso de nos ser escuchados (1992 [1615]: 72-74).

    Posteriormente otro cronista, Ramos Gaviln, en 1621, hace mencin de un hombre blanco que

    descendi del cielo y que transportaba una cruz (en Waisbard 1975: 88,89). Adems este hombre

    haca muchos milagros [...] y le pusieron por nombre (segn afirman algunos indiosantiqusimos) Tunupa, que es lo mismo que decir gran Sabio y Seor. Pues aqueste gloriosoSanto por su predicacin fue perseguido y finalmente martirizado (cit. en Armas Asn 2002:202).

    Ramos Gaviln tambin habla del conocido suceso del fuego areo en Cacha, tras lo que, ya en ellago Titicaca y luego de otros sucesos, Tunupa fue empalado y puesto en una balsa siendo llevadopor los vientos hacia el ro Desaguadero. Respecto a este martirio Waisbard (1975: 90,91), segnaveriguaciones propias, seala que Tunupa, una vez empalado y en la balsa de Totora sobre lasaguas del lago sagrado, abri milagrosamente una especie de canal que ms tarde se conocera con

    el nombre de ro Desaguaderoel cual une los dos grandes depsitos acuticos andinos, el Titicacay el Poop, cuya existencia se atribuye an hoy a la accin sobrenatural de Tunupa.

    Esta fugaz y fragmentaria muestra de algunas crnicas basta para evidenciar cmo la obraevangelizadora se sirvi desde un primer momento de los hroes andinos y de sus itinerarios paraconvertirlos en pruebas de una primitiva presencia cristiana en los Andes. En todos estos escritosaparece un personaje nico que, aunque en algn caso tiene dos ayudanteslo cual por otra parte

    10 En ciertos relatos Apotambo es el padre de Manco Capac, fundador del linaje inca.

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    nos recuerda la idea de la trinidad cristiana, es blanco y barbado, a veces tiene un libro claramente una Bibliay aparte de hacer milagros tambin es castigador. Tal personaje aparececomo Santo Toms, San Bartolom e incluso el propio Jesucristo. En ciertas ocasiones no slo hacey/o transporta cruces, sino que tambin bautiza con agua y es martirizado debido a la incomprensinde sus enseanzas cual Jesucristo fuese efectivamente.

    Estamos evidentemente ante la unificacin de motivos mticos diversos en un esquema en el queTunupa y Wiracocha junto a otras divinidades y/o hroes fueron confundidos, mezclados yfinalmente disueltos en un solo Dios creador, nico y universal, asemejado al Dios cristiano, y/o asu apstoles. Tambin se comprende que, segn se tiene dicho, los esfuerzos de identificacin yfusin de dioses ya venan de los incas, pues stos juntaban o asimilaban las divinidades de lospueblos conquistados con los suyas propias. Pero con el advenimiento de la invasin europea losespaoles, por sus prejuicios religiosos, mezclaron an ms toda la gama de dioses andinosconvirtiendo el politesmo indio en una imitacin borrosa del catolicismo, y confundiendo en lamentalidad indgena a las divinidades prehispnicas con el Dios cristiano y su squito de santos,vrgenes y arcngeles. Ciertamente, Wiracocha y Tunupa son las divinidades que ms han sufridolas consecuencias de este sistema (Paredes 1995: 87).

    Igualmente llamativo es constatar que las tradiciones de Tunupa todava circulaban independientes,por lo que la unin de relatos mticos distintos parece tambin haber buscado, en ciertos casos,anular la popularidad de la que Tunupa an gozaba en el mundo aymara del siglo XVI. Quizdebido a esto Tunupa a veces aparece como un personaje negativo.

    Pero ante todo, est el hecho de que se pretenda establecer un argumento catequizador convincentefrente a la incapacidad espaola de comprender la existencia de un panorama heterogneo de hroesy divinidades. Como seala Armas Asn, ms que ordenar los relatos andinos, en realidad parecieraque los cronistas necesitaban ordenarse ellos mismos para poder realizar su labor catequizadora. Sinembargo cmo explicar que los escritos de los cronistas tenan una buena difusin si tal vez nadie,o casi nadie, los lea en su tiempo? La respuesta est en la accin catequizadora llevada a cabofebrilmente por los sacerdotes, quienes retransmitieron oralmente a los indgenas los lineamientosanotados en las crnicas, creando de este modo el imaginario religioso andino que hoy conocemos.Empero, cabe considerar tambin que tal vez algunos indios aparentaron creer lo que los curas lesdecan sobre un Dios creador y santos milagrosos, completando de esta forma sus propios relatosnativos con aadidos de la recin conocida narrativa bblica, como parte de una tctica indgena deresistencia que no hall otra forma de hacer respetar sus historias sino asemejndolas a lascristianas.

    Un comentario final sobre el instante de la desaparicin martima de Wiracocha por Puerto Viejo,cuando supuestamente anunci la futura llegada de sus mensajeros: tal profeca o promesa deregreso, en caso de haber sido cierta, sera la causante de que los indios, viendo a los espaoles porprimera vez surgiendo del mar, hayan considerado a los extranjeros como wiracochas, dndoles elnombre de su dios. No obstante, aqu es realmente difcil calibrar un anlisis a fondo, razn por la

    que planteo simplemente dos observaciones. Es probable que cuando los indgenas vieron a losespaoles por vez primera, la impresin inicial que habrn tenido es que se trataba de dioses, o mspropiamente de wiracochas en el caso de los incas. En segundo lugar, tambin es lgico pensarque lo escrito por Sarmiento pona un nfasis intencional en el supuesto regreso anunciado porWiracocha, para relacionar la presencia espaola en los Andes con algn tipo de redencin osalvacin divina: de hecho, el vocablo Wiracocha se difundi rpidamente en la temprana sociedadcolonial designando no solamente a la antigua divinidad andina, sino tambin a los propiosespaoles quiz tenidos inicialmente por seres sobrenaturales. Casi sobra decir que los invasores

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    quedaron muy cmodos y satisfechos siendo llamados wiracochas, pues comprendieronrpidamente que se trataba de una designacin divina. An hoy da, en ciertas comunidades rurales,la palabra Wiracocha se utiliza como sinnimo de Seor, para designar respetuosamente apersonas forneas blancas que emanan cierta distincin.

    En sntesis, y a decir de Armas Asn, los indios recibieron a travs de la tergiversacin de sus

    divinidades y hroes el soporte ideolgico para una mejor recepcin de algunos artculos de la fecristiana. Al entrar en contacto con el catolicismo, el pensamiento mtico prehispnico pas asignificar lo especfico espaol: vestido de Dios nico y universal, Wiracocha dej de significar elpodero de lo prehispnico, para representar ms bien el avance del cristianismo.

    2. La no explotacin del Cerro Rico en Potos

    Potos. La sola pronunciacin de esta palabra por s misma evoca riqueza, derroche, esplendor, perotambin codicia, miseria, sangre, muerte, guerra, diablos... Potos, que con su clebre Cerro Ricoaliment la economa colonial durante siglos desde 1545 gracias a sus desmesuradas reservas deplata, por mucho tiempo fue considerado un punto neurlgico del imperio espaol en Sudamrica yse convirti a la vez en una fuente inagotable de relatos descabellados y de historias sobrenaturales,

    una de las cuales, transmitida hasta hoy en calles y aulas, est referida a la no explotacinprehispnica del famoso Cerro. Este relato, como seala Pascale Absi (2000: 138), ha sido legadopor varios cronistas espaoles de los siglos XVI, XVII y XVIII, como Pedro Cieza de Len, Josephde Acosta, Luis Capoche o Bartolom Arzans: todos ellos en sus respectivas crnicas cuentan, de unmodo u otro, el fracaso de los indgenas en su intento de explotar los minerales del Cerro Ricodurante pocas precolombinas. Cronistas como Cieza de Len y Acosta sealan que el Cerro no fueexplotado sino hasta el advenimiento de los europeos y que el sitio era un lugar desolado y carentede poblacin. Pero Capoche y Arzans van ms all, pues supuestamente recogieron un relato quecuenta cmo, antes de la llegada de los conquistadores, una voz poderosa y aterradora emergidesde las profundidades de la montaa ordenando abandonar toda labor a los trabajadores indiosque intentaban sacar mineral, ya que la voz habra dicho que la plata del Cerro estaba reservadapara otros. Segn Arzans, mientras los asustados trabajadores informaban de este increble suceso

    al Inca exclamaron potocsi!para describir el terrible estruendo que en teora sacudi la montaadicindoles que la riqueza no era para ellos sino para otros.

    Frente a esta increble historia casi siempre surge un espontneo escepticismo, pues hasta el sentidocomn induce a dudar de semejante relato: cmo puede ser que las riquezas de Potos esperaban alos conquistadores antes de que stos supieran siquiera de la existencia de Amrica? De hecho,desde principios de la dcada de los 70 del siglo XX nuevas investigaciones han dado cuenta de laexplotacin minera prehispnica: Waisbard, por ejemplo, seala que los aguerridos lupakas11

    trabajaban para el Inca el oro de Chuquiago (actualmente La Paz) y la plata de Potos, enviandoperidicamente los minerales y otros productos al Cuzco y a otras regiones (1975: 62). Msrecientemente algunas investigaciones arqueolgicas e histricas han evidenciado que el CerroRico, considerado desde siempre una waka, era efectivamente explotado antes de la llegada de los

    espaoles: la ocupacin de Potos se habra dado entre los siglos X al XIV de nuestra era,poblamiento que se aceler con la llegada del imperio inca a la regin convertida rpidamente en uncentro importante debido a sus minerales, aunque, desde luego, la explotacin prehispnica de laplata era probablemente a pequea escala y a cielo abierto (Absi 2005: 139). Como sea, tales

    11 Los lupakas literalmente hombres-sol, conformaban un seoro aymara preincaco en los altos parajesdel lago Titicaca. Feroces guerreros, estos legendarios personajes sostuvieron grandes luchas con variosgrupos vecinos hasta el advenimiento y consolidacin del imperio incaico, contra el cual tambin pelearon; noobstante terminaron cediendo y negociando con los poderosos incas para los cuales trabajaron, recibiendo acambio productos de intercambio y algunas prerrogativas (Waisbard 1975: 51-63).

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    evidencias demuestran que los relatos pretendidamente recogidos por los cronistas en relacin a lano explotacin del Cerro Rico y convertidos en mitos, no fueron otra cosa que un intento y uninvento colonial para legitimar la sangrienta y aberrante expoliacin minera de Potos.

    3. Tata Santiago

    Como es sabido, los primeros espaoles que iban rumbo a los Andes ingresaron a Cajamarca a finesde 1532, apresando al inca Atahualpa para darle muerte en julio del ao siguiente. Luego de la tomadel Cuzco lograda a fuerza de diversos conflictos y escaramuzas, los conquistadores decidieronreconocer y coronar a Manco (tambin llamado Manco II) como heredero del trono inca, todocon el fin de facilitar el gobierno espaol y tranquilizar a la conmocionada e inquieta poblacinlocal. Sin embargo la paz dur poco, pues Manco, si bien a un principio colabor con losextranjeros, decidi escapar del Cuzco y organizar una rebelin contra los invasores en mayo de1536. A partir de este momento las fuerzas incas llegadas de distintos confines y compuestas pordecenas de miles de guerreros ya convencidos de que los espaoles no eran wiracochas,comenzaron un esforzado y sangriento cerco al Cuzco que dur ms de cuatro meses: las flechasincas con yesca prendida incendiaron la ciudad, vindose los reducidos espaoles en la obligacin

    de huir de sus casas y formar un crculo en las edificaciones vecinas a la plaza de Aucaypata,resistiendo apenas las piedras y los ataques de los insurrectos. As, el famoso cerco de Manco alCuzco dio origen a una curiosa epopeya, y es que, cuando los agotados y desbastecidos espaolesestaban a punto de ser irremediablemente vencidos, un milagro realizado por la Virgen Mara habrahecho que los refugios de los sitiados no se quemen pese a las flechas incendiarias. An ms, lapropia Virgen apareci echando tierra o alguna sustancia a los ojos de los indgenas cegndolos yatenuando sus ataques. Con todo, en medio de la niebla roja de la guerra los incas tomaron lafortaleza llamada Sacsahuamn, pero los milagros espaoles no cesaban pues de pronto apareciel Apstol Santiago, llamado entre los espaoles Santiago matamoros12, quien montado en sucaballo blanco y blandiendo una gran espada comenz a matar indios rodeado de grandesestruendos que los naturales creyeron truenos. De este modo el desaliento se extendi entre lossitiadores, pese a lo cual el cerco inca continu por un tiempo ms aunque fue perdiendo fuerza y

    eficacia hasta ser finalmente derrotado (Guaman Poma 1992 [1615]: 403-407; Oliva de Coll 1974:215; Pease 2003: 176).

    Veamos la versin recogida y apuntada por Guaman Poma:

    Seor Santiago Mayor de Galicia, apstol de Jesucristo, en esta hora que estaua asercadolos cristianos, hizo otro milagro Dios, muy grande, en la ciudad el Cuzco.Dizen que lo uieron a uista de ojos, que auaj el Seor Sanctiago con un trueno muygrande. Como rrayo cay del cielo a la fortalesa del Inga, llamado Sacsaguaman [...]. Ycomo cay en tierra se espantaron los indios y digeron que aba caydo yllapa 13, trueno y

    12 Segn la tradicin ampliamente difundida en Europa el apstol Santiago, uno de los discpulos de

    Jesucristo, habra visitado Hispania luego de la muerte del redentor. A partir de este ncleo narrativo se creuna extensa y variada trama en torno a este personaje, que incluye sus diversas aventuras, milagros yapariciones durante las guerras de los espaoles contra los musulmanes llamados moros en la

    pennsula ibrica, obviamente siempre a favor de los primeros; de ah el epteto de Santiago matamoros.13 Illapa, como ya hemos visto en los materiales mticos de Wiracocha y Tunupa, fue para los incas ladivinidad del rayo, del trueno y del relmpago, y por tanto tambin de la lluvia y del granizo. Pease (2003:149) seala que Illapa puede ser entendido como un elemento de comunicacin entre los dos planos delmundo que caracterizan la cosmovisin andina: el hanan pacha (mundo de arriba) y el ucu pacha (mundo deabajo, o subsuelo). Pero el rayo no solo conecta la dualidad cielo-tierra, sino que tambin otorga poderesfertilizadores vinculados a la agricultura.

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    rrayo del cielo, caccha14, de los cristianos, fabor de cristianos. Y anc auaj el seor deSanctiago a defender a los cristianos.Dizen que bino encima de un cauallo blanco, que trayya el dicho caballo pluma, suri 15, ymucho cascabel enxaesado y el sancto todo armado con su rrodela y su uandera y su mantacolorado y su espada desnuda y que uena con gran destruycin y muerto muy muchosindios y desbarat todo el serco de los indios a los cristianos que aua ordenado Mango Inga

    y que lleuaua el santo mucho rruydo [...].Y desde entonses los yndios al rrayo les llama y les dize sanctiago, porque el sancto cay entierra como rrayo, yllapa, [...] Y anc los yndios son testigos de uista del seor sanctiago yse deue guardarse esta dicha fiesta del seor santiago en este rreyno como pascua porquedel milagro de Dios y del seor santiago se gan (1992 [1615]: 407).

    Jos Antonio del Busto Duthurburu (2005:114) sugiere que los espaoles, en su desesperacin,llevaron a cabo una suerte de guerra mstica para romper el cerco. Pero cmo entender la nocinde guerra mstica? Tal vez los espaoles apelaron a su pretendida reputacin de seressobrenaturales y de algn ingenioso modo hicieron aparecer a la Virgen Mara, quien cegaba alos indios con alguna sustancia, mientras el apstol Santiago, o un impostor disfrazado y rodeado deexplosiones, apareca matando fcilmente a los guerreros incas presas del pnico y del desconcierto.

    Frente a estos extraordinarios sucesos sera realmente difcil, o quiz imposible, establecer cualquiernivel de veracidad. Lo interesante aqu es que la identificacin indgena de Illapa con Santiagopervive hasta hoy en el imaginario andino. Un afamado amauta16de Tiwanaku llamado PolicarpioFlores Apaza sealaba no hace mucho:

    Por el rayo vivimos en el campo. Sino hubiera rayo, en el campo no podra haber cosecha,no podra haber fruto de la papa, tampoco podra retoar ningn rbol ni cereal. El rayo sque sacude toda la tierra, as he aprendido de los que conocen a la Pacha Mama. Se dice quecuando el Tata17Santiago nos manda un rayo debemos preparar el incienso y ofrecerle. [...]al preparar el incienso debemos pedir con las siguientes palabras: no nos vas a mandarningn rayo, con tu qurawa18 te los vas a amarrar19. Si se quiere ir a pedir perdn o unabendicin del Tata Santiago, hay que ir con la familia [] porque tiene una honda de fierro,

    y con ella manda rayos. Por eso es sagrado cumplir en su da, que es el 25 de julio. [...]Sabe hondear con truenos decan nuestros abuelos (2005: 117).

    Efectivamente, el santo del catolicismo que ms se ha arraigado en la religiosidad indgena ypopular andina es Santiago: se tiene la plena certeza de que forja los rayos y los enva a la tierra, oincluso se considera que es l mismo el que opera convertido en rayo20. Adems, quien es tocadopor la descarga elctrica celestial y sobrevive est destinado a convertirse en yatiri21 o amauta, y loslugares donde ha cado son venerados y tenidos por sagrados. De este modo Santiago pas aconvertirse paradjicamente en una figura central del panten andino, siendo tambin el santopatrono de los yatiris, adems de que su fiesta, realizada todos los 25 de julio, es todava

    14 Sonido onomatopyico del relmpago.15 De avestruz.16Amauta significa sabio y consejero. Viene del vocablo amautaa: saber, sabidura, discernir, pensarinteligentemente, adivinar.17 Padre.18 Honda, arma para lanzar piedras.19 Obviamente Policarpio Flores no est pidiendo a Santiago que deje de enviar rayos sobre la tierra, pues stalos necesita para fertilizarse, sino ms bien que esas descargas elctricas no maten a las personas.20 Para otros anlisis de la asimilacin de Illapa a Santiago vase Gisbert (1980), en la bibliografacomplementaria.21 Literalmente significa el que sabe. Hombre de conocimiento, iniciado, especialista ritual.

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    ampliamente celebrada en varios lugares de Bolivia incluso por ciertos segmentos de las clasesmedias. Sin duda la apropiacin a mediano plazo de la figura simblica del matamoros convertidoen mataindios conlleva esferas ms complejas de anlisis que requieren ser ampliadas en otrolugar. Aqu solamente quiero destacar dos aspectos. En primer lugar, la operacin simblica de loscolonizadores puesta en juego en medio del cerco al Cuzco parece haber contribuido al triunfoespaol, y tambin a la difusin ms amplia del cristianismo a corto plazo en el centro del poder

    incaico. Sin embargo el Santiago adversario de los indios es convertido con el tiempo en un aliadode ellos, lo que evidencia que un mito, en tanto construccin social, es susceptible de giros ycambios inesperados, pues actualmente la invocacin indgena y popular a Santiago en pos defavores diversos parece tener resultados convincentes y efectivos para sus devotos.

    Epilogo

    Como ha sugerido Gutirrez Estvez de manera escandalosa y contra nuestros pre-supuestos desentido comn, los mitos no necesariamente son narraciones en primera instancia. Los mitos puedentransformarse en narraciones mediante dos operaciones sucesivas: nuestras preguntas y nuestraescritura. Es decir que cierta clase de relacin con los otros es la que produce historias o relatosque son susceptibles de ser transcritos y estudiados como mitos. Dicho de otro modo, los mitos

    estn formal y conceptualmente determinados por las relaciones interlocutorias en cuyo seno semanifiestan. O lo que es lo mismo: es el uso diverso de los mitos de cada mitolo que hacevariar su forma y su significado, lo cual sugiere que nuestro inters respecto a los mitos habra dedesplazarse del significado hipottico del texto de la indagacin sobre la diversidad de susinterpretaciones posibles al uso del texto a la descripcin de la diversidad de susactualizaciones efectivas (2003: 357, 360). Con esta ptica he querido mostrar el uso social que losinvestigadores espaoles hicieron de algunos motivos mticos andinos, ya sea convirtiendo aWiracocha en un instrumento catequizador y legitimador del orden colonial, o inventando historiasacerca de la imposibilidad indgena de explotar los minerales de Potos antes del advenimientoeuropeo. Respecto a Santiago, ciertamente es un caso distinto, pero considero que tambin nos sirvepara pensar los usos distintos que se le pueden dar a ciertos mitos, pues vimos cmo la movilizacinespaola de escenificaciones y artilugios psquicos y msticos con fines militares, acab siendoapropiada por los vencidos a travs de la identificacin del apstol cristiano con la deidad del rayollamada Illapa.

    Tambin ha quedado claro que la nocin de un Dios creador no pertenece a la tradicin andina, yque los procesos de yuxtaposicin y asimilacin llevados a cabo por los investigadores europeos sefacilitaron porque los mitos de Tunupa y Wiracocha se prestaban al juego de analogas que losevangelizadores buscaban para corroborar la hiptesis de una predicacin prehispnica. Peroadems las prcticas evangelizadoras tambin perseguan un objetivo ms oscuro: aplacar ytranquilizar a las inquietas poblaciones indgenas, las que, a travs de una conversin alcristianismo, aceptaran de una vez y para siempre, de forma irremediable, la presencia de unosextranjeros sanguinarios y vidos de riquezas a fuerza de servidumbres y explotacin.

    Por lo dems, los distorsionados relatos de Wiracocha heredados de la introduccin del cristianismoestn an hoy entre nosotros tambin gracias a las interpretaciones y difusiones hechas desde lahistoriografa nacional republicana. Si los cronistas sentaron las bases de lo que luego sera lahistoria nacional y regional andina, construyendo la mtica actual de los orgenes indgenas, tambinlos Estados nacionales, a travs de la educacin, se han sumado a esta constante reproduccinutilitaria de motivos mticos ancestrales. Pero esto se constituye en un tema que tendra quedesarrollarse en otro sitio.

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    A modo de conclusin, dirase que los mitos andinos, recreados por los espaoles, se plasmaron noslo en relatos escritos sino ante todo en la accin y en la vida social colonial caracterizada por laservidumbre, la catequizacin, la aculturacin y la guerra. En el terrible escenario social de crisis enque se convirti la regin de los Andes durante los primeros tiempos de la conquista los cronistas yreligiosos lograron establecer los lineamientos generales de la actual mitologa andina, la cual fueproducto, en definitiva, de esas tensas relaciones de poder entre colonizadores y colonizados.

    Finalmente, cabe poner de relieve que la efectivizacin de los usos de los mitos andinos por parte delos evangelizadores se ha materializado hasta hoy en los cambios operados dentro la religinindgena, cambios que se observan en las prcticas rituales, en el arte y en la iconografa. Sinembargo, dentro del universo de yuxtaposiciones resultante de la conquista, aun es evidente que lasfuerzas ancestrales indgenas sobreviven a pesar de todo.

    Bibliografa citada

    ABSI, Pascale2000 Los ministros del diablo. El trabajo y sus representaciones en las minas de Potos.IFEA. Plural. La Paz.

    ARMAS ASN, Fernando2002 Wiracocha, pastoral catlica y mitologa del Titicaca, Consideraciones desde lamitografa y la andinstica. Anuario de Historia de la Iglesia. Universidad de Navarra.Pamplona.

    BUSTO DUTHURBURU, Jos Antonio del2005Los hijos del sol. Fondo editorial de la Pontificia Universidad Catlica del Per. Lima.

    COSSIO DEL POMAR, Felipe2000El mundo de los incas. Fondo de Cultura Econmica. Madrid.

    FLORES APAZA, Policarpio, MONTES Fernando, et al.2005El hombre que volvi a nacer. Vida saberes y reflexiones de un amauta de Tiwanaku .Padem, AOS, Cosude, Plural. La Paz.

    GUAMAN POMA DE AYALA, Felipe

    1992 [1615]El primer nueva cornica y buen gobierno. Edicin de John V. Murra y RolenaAdorno. Siglo XXI. Mxico.GUTIRREZ ESTVEZ, Manuel

    2001 Las diferencias contra la mitologa. En: Motivos de la antropologa americanista. Indagaciones en la diferencia. Miguel Len-Portilla (coordinador). Fondo de CulturaEconmica. Mxico.

    LVI-STRAUSS, Claude1986 Mito y significado. Alianza. Madrid.

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    WACHTEL, Nathan2001 El regreso de los antepasados. Los indios urus de Bolivia, del siglo XX al XVI.Ensayo de historia regresiva. Fondo de Cultura Econmica. Mxico.

    WAISBARD, Simone1975 Tiahuanaco. Diez mil aos de enigmas incas. Diana. Mxico.

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    Bibliografa complementaria

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    MOLINI-FIORAVANTI, Antoinette1986El regreso de Viracocha. En: Bulletin del IFEA. XVI. Nmero 3-4. Lima.

    MONTES, Fernando1999La mscara de piedra. Simbolismo y personalidad aymaras en la historia. Armona. La Paz.

    PEASE, Franklin1973El dios creador andino. Sin editor. Lima1986Notas sobre Wiracocha y sus itinerarios. En: Histrica, vol. X. Nmero 2. Sin lugar de edicin.

    PONCE SANGINS, Carlos1969 Tunupa y Ekako. Estudio arqueolgico acerca de las efigies precolombinas de dorso adunco.Sin editor. La Paz.

    SZEMINSKI, Jan1987 Un kuraca, un dios y una historia. En: Antropologa Social e Historia. Nmero 2. Jujuy.

    VALCRCEL, Luis1912Kon, Pachacamac, Viracocha. Contribucin al estudio de las religiones del antiguo Per . En:Revista Universitaria. Nmeros 1, 2, y 3. Cuzco.

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