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    Sociologias, Porto Alegre, ano 5, n 10, jul/dez 2003, p. 36-98

    JOS BENGOA*JOS BENGOA*JOS BENGOA*JOS BENGOA*JOS BENGOA*

    25 aos de estudios rurales25 aos de estudios rurales25 aos de estudios rurales25 aos de estudios rurales25 aos de estudios rurales

    la Banda de Peaherrera,es la mejor de la comarca

    a los profesores y estudiantes del

    postgrado de Clacso en desarrollo rural.

    Quito, 1977-2002.

    ace 25 aos viva en Conocoto, un pequeo pueblo de lasierra ecuatoriana cerca de Quito. Las calles eran de tierray a lo ms, empedradas, haba algunos almacenes con

    productos locales, un camal donde se masacraba a losanimales, una feria y la Plaza. La gente se conoca. El pueblo se confundacon el campo donde se cultivaba el maz, las habas, las papas y la comidacomn de la gente del pueblo. Aprend all la manera cmo se sembraba yluego se repartan el fruto de la cosecha entre quienes haban puesto latierra, la semilla, el trabajo. En las noches se escuchaban guitarras y tristessanjuanitos en una chichera alumbrada con lmparas de parafina en unaesquina de la plaza. Hace un ao volv a Conocoto sin lograr reconocer el

    pueblo ni siquiera el lugar donde estaba la casa que habitaba. Una grancarretera pasa por el medio, no se ven campos abiertos, se ha llenado decasas de poblacin, y la transformacin del paisaje ha sido completa. Lacuadrcula de la plaza se mantiene an intacta como testimonio de lo quealguna vez, y hace muy poco, fue un pueblo de la sierra.

    Cualquier observador que camine por el campo latinoamericano, en

    * Profesor de la Escuela de Antropologa de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago, Chile.

    HHHHH

    DOSSI

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    estos aos del siglo veintiuno que comienza, y que lo haya conocido breve-mente siquiera, veinte y cinco o treinta aos atrs, convendr que hanocurrido muchos cambios. Probablemente muchas ms transformacionesque en los anteriores cien aos. Los paisajes muchas veces ya no son losmismos y se percibe que la ciudad, con sus bondades y muchas de susmaldades, especialmente, han llegado a regiones y a pueblos que comoConocoto hasta entonces aparecan aislados y viviendo en la quietud y elaislamiento de la vida rural. Los ruralistas, quienes por vocacin, oficio,romanticismo o entusiasmo nos hemos dedicado a estudiar esta parte dela sociedad latinoamericana, estn, y estamos, por lo general sorprendidosy no pocas veces desorientados. Muchos tenemos la impresin de que elllamado objeto de estudio se ha desdibujado cuando no de ha disueltoen el aire, como dicen que dijo alguien. A esta reflexin hemos sido con-vocados por la Asociacin de Estudios Rurales de Amrica Latina, para suprxima reunin de Porto Alegre, lo cual agradecemos como una

    oportunidad seria de levantar algunas hiptesis sobre esta compleja cuestin,la as llamada cuestin rural.

    Quisiera enfocar este breve texto describiendo y analizando los gran-des desplazamientos, a mi entender, que han ocurrido en las cuestionesreferidas a la agricultura y el mundo rural, en los ltimos veinte y cincoaos. Me atrevera a afirmar que como en pocos mbitos del conocimientosocial, los temas referidos a estas reas se han desplazado muy profunda-

    mente en Amrica Latina. Tanto es as que la lectura de textos que fueronde la mayor trascendencia en los aos sesenta hoy en da no son, conexcepciones, otra cosa que asuntos de inters para el anlisis de la historiade las ideas. Al revisar la literatura uno se encuentra ante debates que hoysuenan pasados de moda, sin importancia actual e incluso desmedidos.Ms an la inercia de los estudios actuales conduce a pensar en una faltade renovacin y ausencia de nuevas miradas, por lo que es necesario elejercicio de la crtica.

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    Quisiera afirmar, tambin, con todos los temores de ensayar unahiptesis, que en este perodo se ha producido la prdida de autonomade la cuestin y sociedad rural y que surge, o debiera surgir, una nuevamirada hacia estas temticas en busca de comprender el sentido que antiene y seguir teniendo lo rural en nuestras sociedades. Me atrevo adecir, o a afirmar, en este trabajo, que la cuestin rural sigue siendo impor-tante, y lo ser crecientemente, pero ahora no quiz como sistema deproduccin o como sociedad diferenciada, sino como fuente y fuerza sim-

    blica e identitaria para las sociedades que se encaminan a un proceso deglobalizacin acelerado, anclndolas en sus profundidades culturales.Probablemente ser una referencia a relaciones de convivencia, sistemasde pertenencia, sustrato de relaciones primarias, quiz las nicasproveedoras de sentido frente a la accin colectiva globalizada.

    Porqu 25 aos? No es acaso arbitrario el perodo? No me pareceque as sea. A mediados de la dcada del setenta la cuestin rural jugabaan un papel de la mayor importancia en Amrica Latina. En Chile, por

    ejemplo, se haba acabado la Reforma Agraria junto al proceso polticoque la sustent el 73 y se estaba en presencia de una contrarreforma agrariaen que se perciba una fuerte campesinizacin de la poblacin rural, tantoproducto de las entregas de tierras a ex inquilinos como de la crisiseconmica general del pas. Los militares asentaban poblacin en villorriosy la temtica del desarrollo rural estaba en plena vigencia. En Per, durantela mitad de la dcada del setenta la Reforma Agraria estaba en su plenoapogeo y se construan las SAIS en la sierra y las cooperativas en la Costa,

    llenas de fe en las posibilidades de una institucionalidad democrtica yparticipativa en el campo. En esos mismos aos, con mayor timidez porcierto, pero con importantes resultados, el Ecuador tambin avanzaba enprocesos de reformas rurales, cooperativismo por ejemplo, y se percibaun fuerte movimiento campesino orientado en torno a demandas ruralistas.En Colombia la cuestin rural jugaba un papel central en los debates pol-ticos y se estaba en presencia de uno de los movimientos campesinos demayor fuerza en la regin. En Mxico en esos mismos aos se preparaba y

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    se aplicaba el SAM, sistema agroalimentario mexicano, que superaba concreces al sector rural, pero que se lo perciba como un gran esfuerzo derefundar las relaciones urbano rurales, que amenazaban con la estabilidadeconmica, por las importaciones de alimentos, y poltica del sistema. Nadiepodr dejar de percibir que los fracasos de esas polticas de desarrollorural estn en el origen de las crisis polticas posteriores en ese pas. Final-mente, para no nombrar todos los pases,1 en Centro Amrica las luchaspolticas estaban indisolublemente ligadas a las luchas rurales y en buena

    medida eran de carcter rural: en muchos de esos pases la bandera prin-cipal era an la Reforma Agraria, el reparto de la tierra. Mirados estosprocesos con la perspectiva de los aos, se podra decir que fueron revolu-ciones rurales, sino directamente agrarias las que all ocurrieron, opretendieron ocurrir, en particular Nicaragua y Guatemala.

    No es por casualidad que en esos aos, mediados de los setentas,surge una de las mejores revistas rurales que se han publicado en AmricaLatina, Estudios Rurales Latinoamericanos editada en Colombia, y que

    reuni a buena parte de los investigadores de estas materias. Al mismotiempo en esos aos el tema rural se puso de moda con una gran cantidadde investigaciones y publicaciones. Eduardo Archetti publica a mediadosde los setenta la primera traduccin al castellano de Chayanov,2 que condcadas de distancia viene a insuflar nuevas orientaciones a los estudiosrurales, sobre todo en un momento en que los esquemas marxistas msortodoxos estaban siendo incapaces de analizar y observar la complejarealidad existente.3 La Clacso, por su parte, de gran importancia en las

    Ciencias Sociales del perodo, desarrolla varios programas de postgradoenestudios rurales, en Centro Amrica, en Asuncin y el ltimo en Quito.Van a hacer 25 aos desde la finalizacin de ese curso el ao 1977, que

    1 Una vez ms el autor va a pecar de hispanoamericanismo, dejando fuera en su anlisis a Brasil, no por que lo quisiera sinopor falta de conocimiento detallado de los procesos polticos y sociales que all ocurrieron. Es un pecado del que estoyconsciente pero frente al cual no es fcil reaccionar por la ausencia de relaciones fluidas, intercambios y lecturas entrelatinoamericanos de habla castellana y portuguesa. Consigno la deficiencia.2 Alexander V Chanayov. La organizacin de la Unidad Econmica Campesina. Buenos Aires: Editorial Nueva Visin, 1974.3 Orlando Plaza public un compendio con el ttulo Economa Campesina en Desco, Lima en 1976, que tuvo mucho xito ymuchas ediciones demostrando la vigencia que en ese momento tena la temtica y perspectiva netamente campesinista de ese

    trabajo colectivo.

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    reuni a un importante grupo de agraristas y ruralistas latinoamericanos. Porello un balance de lo ocurrido en las ltimas dos dcadas y media, donde seinvolucran muchas vidas y personas, no pareciera ser absolutamente arbitrario.

    Los desplazamientos de la temtica agraria y rural obedecen a primeravista, a dos asuntos diferentes: por una parte, los cambios objetivos quehan ocurrido en la agricultura y el mundo rural latinoamericano en las tresltimas dcadas y por otra parte, los nuevos enfoques, especialmente laintroduccin de la dimensin etnica y de gnero que ha permitido en

    ciertos casos, observar otro campo en el mismo lugar en que anterior-mente se haban analizado esas situaciones sin considerar esas dimensiones.Por tanto nuestras hiptesis para tratar de comprender estos cambios, vanentramadas en las dos dimensiones: por una parte evidentestransformaciones econmicas, de poblacin, de comunicacin entre lasciudades y el campo. Por la otra parte, y no menor que lo anterior, cambiosen los paradigmas, en las miradas de quienes observan, observamos, elcampo y de quienes son observados y muchas veces se transforman, y sehan transformados, en actores de una enorme trascendencia. Estos dos hechoso procesos complejos, han cambiado no solo la cuestin rural, sino que hanvariado absolutamente el carcter del conflicto rural, desplazndolo la mayorparte de las veces a un conflicto o un problema de carcter nacional.

    No es fcil determinar cul de los elementos ha sido primero, o siexiste una secuencia entre ambos. Lo interesante es sealar que esoscambios en las percepciones y miradas han repercutido tambin sobre lassociedades rurales mismas: ha sido el caso de la cuestin tnica y la cuestinde la mujer. Es que anteriormente no haban ni indgenas, ni mujeres en

    el campo? o, es que la aparicin de la temtica tnica y de gnerocondujera a modificaciones de las realidades tal y cmo las vemos hoy daen las sociedades rurales latinoamericanas? No es fcil responder a estaspreguntas. No me atrevera a mostrar ninguna causalidad en los procesos,pero s a decir que han habido concomitantemente cambios tanto en lassociedades rurales como en los estudios de las sociedades rurales, en lasmiradas que de ellas se han tenido.4

    4 Se ha transformado en una reiterada monserga decir que la cuestin indgena y en particular la aparicin de nuevos discursos

    indgenas es un invento de antroplogos. Si bien es una hiptesis absurda, refleja la relacin existente entre los sistemas depensamiento y los sistemas de accin. Relacin muy compleja que no trataremos siquiera de abordar en este artculo.

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    Pero no cabe duda que el cambio del mundo rural y agrario ha sidomuy grande en este perodo. Tanto es as que si antes nadie osaba hacersela pregunta acerca de la existencia o importancia del mundo rural, hoy dala pregunta es vlida. Hay muchos pases en que el mundo rural ha quedadosometido a una marginalidad enorme, es un sector de peso poblacional endisminucin y por tanto su importancia poltica tambin se reduce. En los25 aos pasados las sociedades rurales latinoamericanas se han urbanizado

    cada vez ms, se han indigenizado tambin, y en no pocos casos son hoyda irreconocibles. En una palabra, podramos decir a modo de hiptesisque el mundo rural en estos 25 aos perdi su autonoma. Autonomacomo espacio social, mbito productivo, ethos cultural, en fin, lo que sedenomina comnmente sociedad rural.5

    Al lado de ello, y de modo paradojal, surge la importancia, separadapor cierto, del mbito agrcola, que no es necesariamente, ni precisamenterural.6 Por ejemplo, la importancia de la agricultura de exportacin enChile, frutas, vinos, bosques, va acompaada de la decreciente importanciadel mundo rural, de la vida rural, de la poblacin propiamente rural. No esdiferente a la situacin mexicana en que el peso de lo rural siempre fuemucho mayor que en los pases del sur. Si bien hay sectores latinoamericanosque siguen siendo rurales per se, hay muchos cambios que deberanconducirnos a pensar las transformaciones ocurridas en estos ltimos 25aos, han ido conduciendo a la prdida de autonoma del mundo rural.

    5 Ciertamente nunca fue absoluta la autonoma del mundo rural, como ha sido analizado mil veces. La sociedad rural detipo comunidad folk, lo sealaba Redfield, se constituye en funcin de la existencia de las ciudades. Es una categora deoposicin. Pero en esa oposicin se desarrollan caractersticas que les son propias y ajenas al mundo urbano. La prdida deautonoma tiene que ver por una parte con la invasin de la vida urbana en el campo y con la prdida de lo especfico o lasparticularidades culturales tradicionales que deben ser redefinidas en la modernidad para continuar estando vigentes. Siantes la tradicionalidad se viva, ahora se debe decir, explicar, en funcin ya no de la vida cotidiana si no de las relacionescon los extraos, los citadinos.6 En varios pases de Amrica Latina disminuye la poblacin rural y aumenta la poblacin agrcola, esto es, trabajadores delas empresas agroindustriales que no viven necesariamente en el campo y que no pueden ser catalogados a esta altura ni decampesinos, ni de poblacin rural.

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    1. Una mirada retrospectivaEl mundo rural se ha observado desde diversos ngulos a lo largo de la

    historia reciente latinoamericana. No es un ejercicio fcil condensar en doso tres ideas estas miradas y puede ser adems un ejercicio peligroso dado elnivel extremo de generalizacin que implica. Tiene el autor a su favor elhecho que le han solicitado realizar una evaluacin de lo que ha ocurridocon el mundo rural, con los estudios rurales y los desplazamientos que ha

    habido en esta temtica en los ltimos 25 aos. Los lectores podrn sacarsus propias conclusiones y podrn adems cotejar si los procesos generalesque aqu se sealan son adecuados a las diversas realidades vividas. El autortiene la experiencia de algunos pases latinoamericanos, en los que ha vivi-do y seguido con cuidado, y no de otros, por lo que el sesgo es y serevidente.

    Observar las miradas o puntos de vista, puede ser de utilidad para la

    comprensin del presente. En la historia de las miradas se encuentra es-condida, nos guste o no nos guste, la historia de la cuestin rural. Ya que apesar de lo que diga la epistemologa, la manera de mirar condiciona enbuena medida la manera de ser. As ha ocurrido con el mundo rural. Hasido observado siempre desde las ciudades, desde las culturas urbanas. Hasido un juego entre observador y observado. El mundo observado se haadaptado la mayor parte de las veces al que le propona el observador.Para quienes seguimos, en el fondo, siendo campesinistas, esto es, partidarios

    an de adoptar una perspectiva desde y por el mundo rural, esa adaptacinsiempre ha sido silenciosa, callada, obligada y ladina. Ladina porque elmundo rural se ha tratado de aprovechar de la manera como lo han mira-do desde la ciudad para sacar provecho de ello. Ha sido, de una u otramanera, su forma de sobrevivir. Ha escondido permanentemente susintereses aceptando las ofertas que le han llegado desde fuera, en lo prin-cipal, desde la ciudad, tradicionalmente desde el Estado y ahora, ms

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    contemporneamente, desde las ONGs, organismos de desarrollo, agenciasde desarrollo rural de todo tipo.

    La historia de las miradas es tambin de una u otra manera, la historiade los ciclos de la vida rural. Porque lo que aparece con claridad al analizarestos aspectos de la sociedad latinoamericana es que se ha transitado pordiversos ciclos rurales, en que diversos aspectos de esta realidad se pusieronen la primera lnea de preocupaciones del conjunto de la sociedad. Y queluego pasaron.

    Pues es cierto, que no sabemos muy bien hoy en da en qu ciclo nosencontramos y qu espacio rural se reconstruir. Lo que nos parece,hipotticamente por cierto, es que estamos frente a un final del ciclo ruralque conocimos en la dcada del sesenta, que estaba marcado por laautonoma de la sociedad rural, que hemos tratado de definir ms arriba, yque se abre un espacio de diversidad diferente. Esa observacin de lasociedad rural como un ente separado de lo urbano, alejado de la

    modernidad, aislado muchas veces, y por ende visto con el estereotiponegativo de atrasado o con el romntico de puro, se termin, o est prontoa terminarse. Este nuevo espacio rural se ha modernizado, cambiado,interconectado y muchas veces se ha resignificado frente al mbito urba-no, a los diversos espacios que antes eran forneos, entre los que el turis-mo no es menor, reescribiendo su identidad rural, replanteando su ruralidaden un nuevo discurso propio de la modernidad globalizada, que se abre

    incluso para la ms remota de las comunidades perdidas en, como habradicho Guillermo Bonfill Batalla, la Amrica profunda.Porque la Amrica profunda ha sido tambin invadida en los ltimos

    25 aos. La experiencia del EZLN en Chiapas ha sido su expresin simb-lica. El mismo da en que Mxico ingresaba al Tratado de Libre Comercio,esto es, al mximo nivel de globalizacin, los encapuchados aparecen dis-parando sus mosquetes en San Cristbal de los altos de Chiapas. Susprimeras declaraciones donde combinaban el tzotzil con el ingls,

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    demostraban que no se trataba de un movimiento de indiecitos o inditoscomo tantas veces haba ocurrido en Amrica. Le Monde Diplomatique setransforma en su principal vocero y las pginas de Internet son un mediomas importante quiz que las armas convencionales. Las demandas desdelas profundidades de la Selva Lacandona se refieren a asuntos que afectana todos los mexicanos. Hay una interrelacin evidente no solo de los dis-cursos sino de los smbolos, de los contextos, de las miradas y gestualidadesque finalmente han disuelto la relacin urbano rural anteriormente exis-

    tente. De estos hechos significativos debiramos hacernos cargo.1.1. Criollismo e indigenismo

    Los estudios agrarios de los aos cincuenta y sesenta estuvieron mar-cados, todos o la gran mayora, por el mpetu del cambio. El concepto dedesarrollo rural contamin todos los estudios en el rea. Los cientficosinvestigaban la agricultura con el explcito objetivo de cambiarla.

    Se haba agotado el criollismo, el indigenismo impresionstico y

    romntico, y las literaturas que vean en el campo un espacio dulce, natu-ral y explotado por las fuerzas desatadas de la naturaleza y de los hombres.Los criollistas latinoamericanos desde la dcada de los treinta pintaron unfalso mundo agrario, cargado de aoranzas y nostalgias. Ellos se haban idodel campo a la ciudad y desde su exilio urbano, miraban con marcadastintas nostlgicas la vida rural, como dicindose nunca debimos abando-nar ese paraso. Unos, los de derechas, embelezaban con adulcoradoscolores los paisajes y los otros, los de la justicia social, criticaban duramen-

    te la vida del campo sealando que la explotacin que all exista era de talnaturaleza que desde esos remotos lugares vendra el cambio o larevolucin.7 En este ltimo espacio se encontraban los tambin indigenistas,literatos o ensayistas en su mayora, que hacan del indio un personajeficticio, irreal, inexistente, cargado de virtudes y dolores. La esencia delsufrimiento americano.

    7 G. Huitzer, holands, gran intelectual especialista en latinoamrica y muy comprometido con sus causas y con sus personasy amigos, lleg a escribir un artculo que se hizo muy famoso titulado El potencial revolucionario de los campesinos

    latinoamericanos, como una forma de oponerse con datos empricos a quienes dudaban de esa afirmacin y confiaban an enel proletariado urbano como fuerza inspiradora de los cambios sociales.

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    Cules eran las fuentes del criollismo y del indigenismo literario? Comoes bien sabido no posean fuentes documentadas, crticas, estabilizadasadecuadamente. Eran las impresiones por lo general, de la vida que habanvivido cuando nios en las haciendas de sus padres. Rosario Castellanos,una de las ltimas representantes del indigenismo literario militante, rela-ta, describe y analiza, a partir de la experiencia en la Hacienda chiapanecade su padre, la vida de los indios. Toda su obra es una suerte de arreglo decuentas consigo misma, con su padre, con su condicin de nia no indge-na viviendo en un mundo profusa y extensamente indgena, como se lopuede comprobar dramticamente hoy en da. Ciro Alegra escribe la gran-diosa obra, El mundo es ancho y ajeno, desde su exilio en Chile, miran-do hacia el norte, su tierra, su altiplano cajamarquino, lugar de susexperiencias infantiles y juveniles. Jos Mara Arguedas es quiz, como loseala en su reciente libro Mario Vargas Llosa,8 uno de los primeros (ypocos) escritores indigenistas que realiza investigacin antropolgica para

    la elaboracin de sus obras, combinndola con sus experiencias personalesinfantiles y las que le toc vivir en su azarosa vida. Tena la extraa ventajaen un escritor indigenista de ser bilingue, quechua castellano, lo que leentreg un campo mucho ms amplio de posibilidades de fuentes prima-rias. En el Zorro de arriba y el zorro de abajo, obra escrita al filo de susuicidio, percibe brutalmente el fin de la vida rural y su traslado a Chimbote,con la carga de confusin y destruccin que expresa en el relato y en el

    lenguaje.9

    La mirada criollista e indigenista se agotar por su incapacidad deproponer caminos alternativos de solucin, procesos de cambio, rupturasde la situacin denunciada. Con la excepcin ya dicha de Arguedas que esun indigenista fuera de tiempo (postindigenista podra decirse), se percibe

    8 Mario Vargas Llosa. La Utopa Arcaica. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1997.9 En otros trabajos hemos planteado que Arguedas es un escritor de transicin entre el indigenismo y la emergencia indgenaque va a ocurrir en Amrica a partir de los ochenta y en particular de los noventas. El zorro de arriba y el zorro de abajo esuna enorme intuicin no terminada, ya que se suicida en autor, del fin de una poca rural, de una literatura rural e incluso

    de una manera de escribir. Ver sobre Arguedas nuestro libro, La emergencia Indgena en Amrica latina. Mxico: Fondo deCultura Econmica, 2000.

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    en los criollistas e indigenistas un trucamiento de la realidad, una mistificacinbasada en la compasin. Esa mirada ocultaba la condicin de productoresde los campesinos, su mundo cultural vivo, su participacin en las luchaspolticas, en fin, se lo describa en una marginalidad explotada susceptiblesolamente del ejercicio de la piedad. Las generaciones de cientistas socialesprofesionales formadas en las Universidades en los aos sesenta criticarnesas miradas como poco serias, desprofesionalizadas y sobretodo, ineficaz-mente ingenuas.

    1.2. Desarrollismo y cambio social

    La reaccin de fines de los cincuenta y sobre todo de los sesentacriticar esa mirada poco cientfica del mundo rural, sin rigor documen-tal. Es por esta reaccin, a nuestro entender, que se privilegiarn los datoscuantitativos para el anlisis de la agricultura y los temas rurales. Coincideesta apreciacin, a lo menos en Historia, con la repercusin en Amrica

    Latina de la historia econmica francesa de la escuela de los Anales, enla que estos autores trataban de encontrar las historias profundas, los datosde larga duracin (Braudel). La economa como disciplina y la historiaeconmica como especialidad, va a desplazar en buena medida a lasantropologas ensaysticas, al derecho y ciencias sociales de l derivadas ya la literatura que haba dominado el campo de los estudios o descripcionesrurales y agrarias de los aos anteriores. Este desplazamiento se observa,por ejemplo, en el libro, clave a nuestro entender, compilado por Carlos

    Delgado,10 sobre la situacin rural y los procesos de Reforma Agraria, querene a los mejores estudios e investigaciones realizadas en los aos ante-riores, y que ser libro de cabecera de quienes trabajarn en las reformasagrarias de los pases latinoamericanos en los aos siguientes. Si se observanlos principales textos de consulta en esos aos se podr ver tambin lapredominancia de la economa como ciencia social de anlisis de la agri-cultura y por tanto de los datos econmicos como fuentes principales y en

    10 Carlos Delgado (compilador). Reformas Agrarias en Amrica Latina. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1962.

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    muchos casos nicas para su conocimiento.11 Domina en esos autores y enestas miradas desde la economa, la idea de que la estructura agraria nopermite el desarrollo de los pases latinoamericanos. Es una visin hoydicha, estructuralista, en el sentido que ve en las estructuras bsicas delcampo latinoamericano la causa del estancamiento econmico generaliza-do y de la falta de desarrollo o modernizacin.

    Con esa perspectiva en ristre los estudiosos de la agricultura y el cam-po en los aos sesenta se dirigen a mirar la estructura tradicional de laagricultura latinoamericana, con el explcito objetivo de cambiarla. Lasfuentes son datos precisos: estadsticas que muestren la concentracin dela tierra en pocas manos, concretamente en el latifundio, datos empricosnumerables que permitan la planificacin del desarrollo rural, cifras depoblacin rural, descripciones demogrficas que muestren que la poblacinrural se encuentra retrasada frente a las poblaciones urbanas, etc...

    Las miradas fueron cambiando. Los socilogos, economistas y cien-

    tistas sociales de los sesenta no usan el aparato intelectual impresionista delos aos anteriores. Los estudios del Comit Interamericano de Desarrollo

    Agrcola (CIDA) dependiente de la Unin Panamericana, serndeterminantes. Se llevarn a cabo estudios en cada uno de los pases quellenarn de datos estructurales las pginas de los libros sobre el mundorural. Nada hablarn de los indgenas andinos y sus aspiraciones de volveral Tawantinsuyo, como lo percibiera Valcrcel12 el viejo maestro cuzqueo,criticado por impreciso, nostlgico, humanista e indigenista y que hoy,

    despus de dcadas vuelve a provocar con su lectura proftica. Los quechuasy aymaras, as como muchos otros grupos, sern subsumidos en lasestadsticas campesinas. Los indgenas sern campesinizados en los aossesenta por las miradas empiricistas de los cientistas sociales desarrollistas.

    11 Uno de los principales libros de cabecera sobre la agricultura en los aos sesenta sern el Tratado de Economa Agrcolade Edmundo Flores (Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1962). Las tesis sobre el carcter social de la agricultura estuvierontambin dominadas por intelectuales de origen economistas como Celso Furtado, Andrs Gunder Frank, T. W. Schultz (Transformingtraditional agricultures. New Haven: Yale University, 1964) Thomas Carrol y muchos otros.

    12 J. Valcrcel. Tempestad en los Andes. Lima: Edicin moderna, 1998.

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    Ellos mismos, los indgenas, y all volvemos a encontrar la paradoja de larelacin estudios, miradas, realidad social, se vern a s mismos comocampesinos. Dejarn sus etnicidades colgadas en la puerta de adentro desus casas y saldrn a la vida pblica como campesinos que luchan por loscambios estructurales, las reformas agrarias. Sus organizaciones sedenominarn Central Campesina del Per, de Bolivia, de Guatemala, deMxico, ponindose a tono con los tiempos que corran, a pesar de que ensus sindicatos y cooperativas se hablase quechua, zapoteco o mapuche.

    Los diagnsticos de esta poca son fuertemente urbano centristas.La pobreza rural es vista como falta de modernidad. El desarrollo rural,como llevar al campo la modernidad urbana; la consigna subyacente es laurbanizacin del campo. Ciertamente existan dos procesos absolutamen-te objetivos que impelan a la accin inmediata: la masiva corrientemigratoria del campo a las ciudades y la lenta respuesta de la produccinagrcola, y alimenticia en particular, frente a las crecientes necesidades de

    la poblacin. Cualquiera que observara la realidad social y econmica delcampo a fines de los cincuenta y en los sesenta se topaba con estos doshechos indiscutibles. Los campesinos abandonaban el campo en busca denuevas oportunidades en pueblos y ciudades. Las ciudades se llenaban depoblaciones callampas, pueblos jvenes, favelas, o como se quisiera deno-minar a los cinturones de miseria y habitacin precaria que en una dcadaacordonaron a nuestras ciudades. El campo no responda a las demandas

    de la sociedad. No retena a quienes all vivan y no produca suficientesalimentos para las masas crecientes urbanas. La explicacin sera sencillaen ese perodo: la estructura del mundo rural estaba periclitada, no eracapaz de dar cuenta de las nuevas exigencias y por tanto haba quecambiarlas. Se impona un cambio de estructuras.

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    1.3 Reforma AgrariaLa mirada de la Reforma Agraria, lo hemos dicho, estuvo presidida

    por la voluntad de cambio, por la cuestin del desarrollo, la modernizacin,la transformacin. Este punto de vista epistemolgico determin losestudios rurales de esos aos. Son muy pocos los trabajos que sedesentienden de esos parmetros prcticos y que indagan por categorasms complejas y propias de los sujetos rurales. Hoy da podramos decirque se produjo una invencin del actor rural.13

    Esta voluntad de cambio era tambin de origen citadino y sobre todoestatal. Desarrollo de la agricultura signific en esos aos, poner al sectorrural en el sentido, en la lnea de las modernizaciones urbanas. Las Refor-mas Agrarias de los aos sesentas fueron totalmente urbanas. No son, adiferencia de las guerras y revoluciones del siglo diecinueve y comienzo delos veinte (con excepcin de Bolivia que es de los cincuenta) movimientosde protesta y cambio que surgieran en las profundidades de las provinciasrurales. No son la imagen del zapatismo subiendo a la ciudad de Mxico yllevando los colores y olores del campo hasta el Palacio presidencial arre-batado. Son movimientos que se instalaron e irrumpieron por necesidadesgenerales de la economa y el desarrollo de los pases, con evidentes fun-damentos en la explotacin rural y el atraso existentes. Mas an, paramuchos pases la Reforma Agraria surgi externamente como consecuenciade las presiones de la Alianza para el Progreso. Los ruralistas urbanos des-de las Universidades y Servicios Pblicos de las ciudades capitales, cuandono desde Washington y las capitales europeas, estudiaron, planificaron y

    ejecutaron el desarrollo rural, de modo de romper las barreras queataban al campo a la vida tradicional , a las estructuras que impedan elcambio en la economa y en la sociedad. Vistos desde hoy fueron en sumayora estudios interesados y no pocas veces extremadamente parciales.14

    13 Con los aos hemos aprendido que todos los actores son fruto de una cierta invencin, en la medida que la vida social esprofundamente ambigua y que se la suele determinar por el discurso que sobre ella, y en ella, se emite. No es menos invencinlo que hoy da ocurre con el neo indigenismo o emergencia indgena en Amrica Latina.14 En un polmico, pero interesante artculo, Orin Starn preguntaba el ao 1992, Porqu los antroplogos que estudiabanlos Andes durante los aos 60 y 70 no fueron capaces de pronosticar la violencia de los aos 80?. Missing the revolution:

    Anthropologist and the war in Per, en: Cultural Anthropology, n. 6, 1991, p 63-91. empecinados en ver a los campesinos

    serranos como prolongacin de antiguas continuidades los antroplogos no tenan ojos para ver en la realidad las condicionesque hacan posible el surgimiento de Sendero. Lo mismo podra decirse de Chiapas en Mxico, donde se realizaban al mismotiempo que se preparaba la insurreccin, numerosas investigaciones y muchos programas de desarrollo rural.

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    Porque el punto de vista de todos esos estudios es esencialmenteurbano. Desde la ciudad se vea el campo estancado, deprimido y depri-mente, los campesinos sufriendo bajo el imperio del latifundio, cada vezcon menos tierras y participando poco o nada en la economa del pas.Solon Barraclough, brillante economista y amigo, de influencia indiscutidaen toda Amrica Latina, demuestra una claridad meridiana al decir:

    Salvo algunas excepciones la situacin agraria en Am-rica Latina se ha tornado mas crtica despus de 1961,

    cuando se inici la Alianza para el Progreso. El nmerode trabajadores sin tierra y minifundistas ha aumenta-do casi en todos los pases. Mas o menos las tres cuartas

    partes de la tierra agrcola cultivable contina contro-lada por los latifundios. La produccin agrcola sigue latendencia de las dcadas pasadas aumentando solo almismo ritmo de la poblacin, mientras las importacionesde alimentos son cada vez mayores. Por otra parte ladistribucin de los ingresos no ha sufrido modificaciones

    sustanciales y la mayora de los campesinos tienetodava escasa participacin en la vida econmica,

    poltica y social. En algunos casos, an menos participacin que antes. Los diversos programas deReforma Agraria iniciados bajo los auspicios de la

    Alianza, han defraudado las esperanzas de sus prota-gonistas.15

    Envidiamos hoy da la capacidad de un diagnstico tan certero, y entan pocas lneas. La actual falta de paradigmas y de estudios globales, nopermite con seriedad, definir en dos lneas las tendencias centrales de laagricultura latinoamericana actual. Yo no me atrevera siquiera a iniciaruna tal tarea.

    La realidad, sin embargo, fue arisca. No se dej aprisionar en undiagnstico tan cerrado. Las reformas siguieron diversos derroteros, peroen general tuvieron efectos prcticos devastadores sobre la estructura agrariay la vida rural. No cabe duda que en la mayor parte de los pases

    15 Solon Barraclough. Notas sobre la tenencia de la tierra en Amrica Latina. Santiago: ICIRA, 1968, p. 5.

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    latinoamericanos esas miedosas reformas agrarias se constituyeron en elinicio de procesos de cambio en la agricultura que sobrevendran en lasdcadas siguientes de manera mucho ms espontnea y salvaje. Sedividieron los latifundios transformndose en casi todos los pases en em-presas agrcolas. En muchos pases, mas de lo que se cree, se entreg tierrasa los campesinos crendose una nueva capa de productores que han se-guido las ms diversas suertes. Se constituyeron en muchas partes, coope-rativas, asociaciones de productores, empresas colectivas, las que se handisuelto en casi todos los casos, produciendo un cambio enorme en lasreas agrcolas, pauperizacin, destruccin campesina, semi urbanizaciny gran destruccin de la antigua vida rural.

    Quiz uno de los aspectos menos estudiados del perodo ha sido laapertura de las tierras de colonizacin. En casi todos los pases con fronterasamaznicas, por ejemplo, se abrieron espacios de colonizacin los quefueron promovidos por los gobiernos como una forma de alivianar la presinsobre la tierra en las reas mas densamente pobladas, las llamadas tierrasaltas o tierra fra. La mayor parte de las veces fue la respuesta de gobiernos

    dominados por el latifundismo (o temerosos de l) a la Reforma Agraria.Campesinos y diversos estratos de aventureros, se internaron al son delmachete16 a las selvas de la vertiente oriental de Los Andes o en Brasil yVenezuela por los ros de esa enorme cuenca. Los resultados de esa aven-tura nadie los pens ni so: hoy da es el espacio de mayor produccinde riqueza del mundo, esto es, de estupefacientes, y ha determinado enbuena medida lo que es Amrica Latina en el inicio del siglo veintiuno. Esun efecto no deseado, ni planificado, de las polticas de reasentamientode poblacin rural en los aos sesenta, marcadas por la manera de ver la

    realidad rural de ese tiempo.17

    16 Ver entre otros, Alfredo Molano. Siguiendo el corte. Relatos de guerras y tierras. Prlogo de Orlando Fals Borda. Bogot:El Ancora Editores, 1989, en que se describe ese gigantesco proceso que hoy es determinante en la situacin de ese pas.17 Esta hiptesis acerca de la responsabilidad histrica de la apertura salvaje, no planificada y destructiva de las tierrascalientes nunca se realiza al discutir el problema de la droga. Las oligarquas le cerraron el paso a las transformacionesagrarias en los espacios tradicionales de produccin, obligando a miles de personas pobres, campesinos muchos de ellos, adejar sus tierras y meterse en la selva. All no hubo apoyo del Estado ni de nadie. Se transformaron en una clientela cautivaa las propuestas de los traficantes y luego a la de grupos armados y mafias de toda especie. Estos cultivos alternativos sonadems una demostracin palmaria que el campesinado, cuando tiene motivaciones productivas y de ganancias, aprendede una manera perfecta a cultivar cualquier producto, utilizar tecnologas altamente complejas, establecer redes decomercializacin sumamente eficaces. Las teoras acerca de la falta de tecnologa del campesinado, su incapacidad para

    cambiar tecnolgicamente, etc.. se estrellan frente a este hecho objetivo. Lo hemos denominado el mayor cambio tecnolgicoque ha habido en la agricultura latinoamericana realizado mediante un sistema de autocapacitacin silenciosa e incoporacinde tecnologa clandestina.

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    1.4 Campesinistas y descampesinistasLas reformas agrarias y los planes de desarrollo rural fueron terminan-

    do poco a poco en medio de una frustracin generalizada. Acabaron porcierto con los gobiernos que les haban dado origen. En el camino habanquedado miles y miles de campesinos, algunos con tierras, muchos otroscon las ganas de haberla obtenido. Los intelectuales trataron de comprenderlos hechos ocurridos. El final de los setenta y el comienzo de la dcada delos ochenta est dominada por la discusin entre campesinistas ydescampesinistas o proletaristas. La Revista Estudios Rurales Latinoame-ricanos, publicada por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales enBogot, Colombia, y de la que Humberto Rojas fue su mentor y entusiastaeditor, copa la discusin durante el perodo. Todo est all. El debate entrequienes pensaban que el campesinado latinoamericano era la estructurade estabilizacin del continente y quienes vean un proceso inevitable dedestruccin de las unidades campesinas y que a la corta o a la larga seproletarizara la fuerza de trabajo rural, migrara a las ciudades y se empobre-

    cera cada vez ms.La presentacin al nmero uno de la Revista Estudios Rurales

    Latinoamericanos reza de la siguiente manera:

    La transformacin de los procesos productivos que ha

    experimentado Amrica Latina en su conjunto durante

    las ltimas dcadas ha dislocado las antiguas relacio-

    nes sociales, induciendo una permanente visin de crisis

    en donde antes la tradicin era identificada con el sen-

    tido comn... El desarrollo de las ciencias sociales en

    Amrica Latina ha formado parte de este derrotero. La

    bsqueda de la transformacin de la sociedad ha ido

    dando tumbos con el ensayo y fracaso de mtodos y

    teoras. Ha sido un penoso pero quiz rpido proceso

    de maduracin. La investigacin social est tratando

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    de llegar al meollo de lo concreto y se est lograndoprofundizar en el conocimiento de lo especfico sin

    descuidar la visin de la totalidad.18

    Brillante la percepcin de crisis y de necesidad de ir a lo concreto yespecfico. Agregan, an, sin abandonar la visin de globalidad. Resabiosde los sesenta y parcialmente de los setenta. En los ochenta se fue abando-nando esa visin global en forma absoluta y en los noventa, en pleno per-

    odo de globalizaciones, todos los estudios son acerca de las particularida-des ms fragmentarias posibles de lo concreto. En esa revista en los 10aos siguientes se publicaron muchos estudios en que se fue sofisticandoel aparataje terico y se ingres crecientemente en el anlisis concreto desituaciones especficas.

    El campesinismo, de una u otra forma, trat de comprender laslimitaciones que en el propio campo o mundo rural, tenan las polticasque se aplicaban desde las ciudades. Es por ello que en el comienzo de lossetenta, la lectura de Chayanov sera tan importante. Se habra la posibilidadde ver la lgica propia de los campesinos, de sus unidades productivas ypor tanto comprender los elementos de resistencia que estos aplicaran alos diseos urbanos. Al hablar de que el campesinado no se rega por la leyde la ganancia sino que posea una otra racionalidad econmica, seposibilitaba una crtica y comprensin de los fenmenos , en particular dela crisis a la que estaban llegando las polticas rurales basadas en los cambios

    estructurales y en las organizaciones campesinas de productores.Quienes miraban desde una perspectiva mas proletarista, afirmaban

    el inexorable proceso de destruccin de la vida rural. Seguan tendenciaseuropeas claramente descritas que finalmente no ocurrieron en Amricalatina. Los campesinos que abandonaron el campo no se proletarizaron.Los que se quedaron tampoco se transformaron en obreros agrcolas. Unextrao proceso econmico y poltico ocurrido en la dcada de los ochenta,

    18 Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 1, n. 1, Enero- Abril, 1978. Presentacin.

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    marcada por la crisis mas generalizada (y an no concluida) condujo a queesas enormes masas de personas humanas no quedaran incluidas en unacategora social claramente detectada por las ciencias sociales. Masas po-bres flotantes entre las ciudades y los campos, trabajadores de tempora-das, semiasalariados, habitantes de poblados semirurales , en fin, una nuevamasa poblacional sobre la cual tenemos muy poco que decir y de la quelos intelectuales y cientistas sociales latinoamericanos sabemos muy pocoya que la tratamos de aprehender con categoras aejas, europeas,norteamericanas, y sin imaginacin sociolgica.

    A finales de la dcada del setenta el tema se haba agotado de talsuerte en que no existan pgiles que combatieran desde el ladocampesinista o descampesinista. El cansancio haba reventado el debate yamistado a unos y otros, sin vencedores ni vencidos. Ni Chayanov, ni Lenincomo escribiera David Lehman, fue la campana que termin con el com-bate y con muchos de sus pgiles.19 Chayanov fue siendo olvidado por lasnuevas generaciones de campesinistas y Lenin cay con el peso de losladrillos del Muro de Berln. La realidad los critic mas fuertemente quelas crticas de las Revistas. Solo en los ltimos aos, fines de los noventa,algunos viejos campesinistas irredentos, hemos vuelto a mirar las ideas delruso de la Escuela de la Agricultura Moderna, muerto en algn lugar delGulag, y vuelto a buscar la utilidad de sus curvas y anlisis empricos, paraobservar lo que queda de campesinado subsistente y resistente en rinconesde nuestros pases latinoamericanos. Fragmentos reticentes a lamodernizacin, unos y otros, estudiosos y estudiados.

    1.5 En busca de los campesinos viables

    A partir de esos debates la cuestin rural comenz a dar tumbos.Vinieron los tiempos de ajustes estructurales, como se les llam de maneraelegante. Dcada perdida decan los organismos internacionales.

    El actor campesino se desdibuj. Las centrales campesinas que sehaban organizado, muchas veces con la accin decidida del Estado, sedesplomaron. Quedaron burocracias vacas que levantaban algunasbanderas y protestaban en declaraciones pblicas. No sabemos muy bienqu ocurri con los campesinos en esos aos. Se perdieron en la crisis de

    19 David Lehman. Ni Chayanov, ni Lenin: notas sobre la teora de la economa campesina. En: Estudios RuralesLatinoamericanos, v. 2, n. 4, 1979.

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    los movimientos sociales.La falta de actores en el campo condujo a algunos a buscar a loscampesinos viables, esto es, los que se podan integrar en los circuitosagrocomerciales y agroindustriales. Un ejemplo tomado del anlisis deBolivia al inicarse los noventas, puede ser un ejemplo de la tendencia querecorra ese perodo:

    La eliminacin de las trabas a las exportaciones puedeser tambin evaluada positivamente. Los campesinos

    pueden de esa manera escoger los cultivos y los mer-cados que mejor convengan a sus intereses. La eviden-cia disponible parece indicar que los campesinos con

    produccin de exportables comienzan a beneficiarsecon esta medida y ya se observa una expansin signifi-cativa. Queda, sin embargo, que las necesidades decompetir externamente no han dado lugar todava a

    saltos en los rendimientos por hectrea. 20

    Por cierto no era fcil ser demasiado pesimista en ese momento ya

    que era evidente lo mal que andaban las cosas en las economas de esosaos. La economa boliviana, al igual que en muchos pases sufra de fiebresinflacionarias, abra sus mercados, privatizaba sus empresas y aplicaba lareceta del ajuste estructural, esto es, la rendicin frente a la situacininternacional que se avecinaba. La receta neoliberal campeaba por Amri-ca Latina y el Banco Mundial andaba buscando campesinos viables que seinsertaran en los nuevos mercados emergentes. Un largo trabajo de la CEPALhablaba de la articulacin de los pequeos y medianos agricultores con elmercado y cifraba esperanzas en esa via farmer, que a la distancia

    analizada por cierto (todos suelen y podemos ser generales despus de labatalla), ya no tena espacio en las ajustadas economas.21

    No quisiera ser pesimista, pero pareciera que fue la ltima primavera

    20 Juan Antonio Morales Ajustes estructurales en la agricultura campesina boliviana. En:Debate Agrario, Julio- Septiembrede 1990, p. 121 y ss.21 Comisin econmica para Amrica Latina. Las relaciones agroindustriales y la transformacin de la agricultura.Santiago de Chile, 1995, Dice: En las propuesta de la Cepal sobre transformacin productiva con equidad, se destaca lanecesidad de mejorar la competitividad de los diferentes sectores esto se traduce muy particularmente en la necesidad demejorar la competitividad de los pequeos y medianos agricultores por medio de la transformacin productiva y el desarrollotecnolgico de sus explotaciones, metas que tienen como requisito el que los agricultores puedan vincularse en buena formaa los mercados y a las fuentes de financiamiento e informacin tecnolgica. La tesis que gua este proyecto es la siguiente:que las relaciones entre los agricultores y las empresas agroindustriales son el instrumento mas idneo para alcanzar estasmetas, como queda de manifiesto en lo mucho que han contribuido estas empresas a mejorar las tcnicas y diversificar lasexportaciones agrcolas.

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    del campesinado. El Banco Mundial y los organismos internacionales que poruna parte apretaban las economas para que se ajustaran a los parmetrosmundiales, por otra parte jugaba a la posibilidad de integracin de loscampesinos en los nuevos mercados. Por cierto que ocurri de un modoparcial en algunos sectores y en algunas pequeas reas de algunos pasesprivilegiados, pero no fue ni la tendencia mayoritaria, ni la ms importante.En Bolivia, como en muchos otros pases andinos, el campesino entregado allibre mercado, se debi aventurar en los cultivos ilcitos, nico sistema

    agroindustrial que ha funcionado a la perfeccin. All hay integracin verticalperfecta, traspaso de tecnologa automtico y alto grado de productividad,por cierto, como todo negocio moderno, de alto riesgo.

    Miguel Murmis, bien conocido ruralista argentino y amigo, ya haballamado la atencin sobre estos asuntos en un artculo de comienzos de losnoventas.

    A muchos nos resulta paradjico el aire de seguridad yconfianza con el que la eliminacin de la pobreza apa-

    rece includa en diversos programas econmico socialesen la era del ajuste, que ha aumentado y profundizadola pobreza en toda Amrica Latina. Esto es particular-mente marcado en programas formulados por organis-mos internacionales.22

    La sospecha de Murmis estaba fundamentada. Analiza los programasy observa que lo que se deca era:

    los problemas del campesinado aparecen destina-dos a resolverse a travs de dos vas: por un lado suacceso como productores a las posibilidades generadas

    por la transformacin productiva, pues ya capas decampesinos han demostrado su capacidad de compe-tir en el mercado y por otro, su acceso comotrabajadores sindicalizados a los beneficios de mayor

    productividad.

    Ciertamente el modelo consista en la adaptacin de la marea neo

    22 Miguel Murmis, Ajuste y pobreza campesina: anlisis de algunas propuestas para Amrica Latina. En: Debate Agrario, n.16, 1993, p. 35 y ss.

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    liberal a la cuestin rural. Habra que evaluar qu ocurri con la propuesta.Un anlisis somero nos muestra que la integracin de los campesinos viablesa los mercados de exportaciones, a las agroindustrias y a los agronegocios,ha sido muy dbil o simplemente inexistente. En 1994 en Chile se plantecon optimismo, el mismo de este paradigma, que en pocos aos loscampesinos manejaran sus cosechas con computadoras. Por cierto que siusan computadoras, cosa que dudo, las utilizan ms para hacer las tareasescolares de sus hijos o para bajar pornografa del Internet. La sindicalizacinde los asalariados agrcolas es otra mercanca que escasea en nuestros cam-pos, siendo mayoritaria la masa de trabajadores de temporada sin ningntipo de organizacin y con escasa o nula seguridad social.23 Segn el infor-me evaluativo de la dcada del noventa de la Cepal, es impresionante elporcentaje de trabajadores asalariados de la agricultura que vive en hogarespobres. Si se toma a los establecimientos que ocupan mas de cinco personasvemos que en Brasil es el 47%, en Mxico del 48% y en Honduras del

    79%. !! Esos son los que tienen trabajo!!!24Pareciera que desde hace unos aos a esta parte la confianza en estas

    propuesta y en particular en la va basada en los productores viables se hadebilitado. Se ha comenzado a ver el modo cmo las agroindustrias y diver-sos agronegocios tratan a los asalariados y a sus clientes campesinos: los

    23 Murmis recomendaba con la sabidura, prudencia y humildad que lo caracteriza: Una mayor atencin a los procesoshistricos a travs de los cuales el agro cambia y las ideas se reformulan debera permitirnos no saltar de modelo en modelo

    y an de estereotipo en estereotipo y acercarnos a la comprensin de los procesos sociales que efectivamente ocurren y delas trabajosas dificultades de efectuar cambios. Pgina 47 del artculo citado.24 Se refiere al porcentaje de ocupados de cada categora que reside en hogares con ingresos inferiores a la lnea de la

    pobreza dice el documento de la Cepal. Esto significa que a pesar de ser asalariados de empresas que ocupan a mas decinco trabajadores, no alcanzan a solventar los gastos de su familia de modo de salir de la situacin de pobreza. Lostrabajadores por cuenta propia esto es, que no trabajan como asalariados arrojan por cierto un porcentaje mayor an demiseria, en Bolivia por ejemplo, el 89%. En Brasil habra bajado en la dcada del noventa desde un 74 a un 55%, en Mxicosubi del 54 al 64% y en Chile del 24 al 21%. En este ltimo pas la pobreza de quienes trabajan como asalariados de laagricultura es igual a los que trabajan solo por cuenta propia, a pesar de que ha bajado la explotacin del trabajo en ladcada segn se puede ver, ya que disminuyeron los hogares pobres asalariados de un 36% a un 21% de los hogares. Estosdatos muestran fehacientemente que la agricultura comercial y de exportacin, la asalariada y empresarial, se fundamentaen buena medida en la explotacin del trabajo, esto es, en la baja de los salarios, la precariedad del empleo y la pobreza delas familias. Panorama Social de Amrica Latina, 2001, p. 229, Cuadro 18.

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    diferentes casos locales se reubican, adecuan, integran, resisten, a esamodernizacin. Decir que el campo se est modernizando es una generalidadsin mayor sentido ni inters, en cambio decir que un sector o rea campesinase retrae del mercado y se resumerge en la subsistencia como reaccinnegativa frente a esas modernizaciones, nos parece mucho mas de inters(y a la vez inteligente). Las miradas han cambiado y tambin por lo tanto losmtodos para analizar esas ocultas realidades. All no sirven, ni tienenutilidad, las cifras acumuladas, los grandes conglomerados, los Censos

    Nacionales y sus cifras globales. Necesitamos hoy en da textos ydocumentacin delicadas, que hablen de las particularidades de los procesosde cambio y modernizacin. As es que podemos ver hoy da que el campolatinoamericano se desglosa en miles de formas diferentes. En esa diversidadest su riqueza presente y futura, a pesar de todos, los que acceden a lamodernidad y los que la rechazan, estn inmersos en los mismosmacroprocesos.28

    No cabe duda que hay campesinos, y agregaramos, los habr pararato. Hace cinco aos iniciamos una investigacin en la Cordillera deNahuelbuta, en el sur de Chile, con diversas hiptesis y entre ellas la de lamuerte del campesinado. El proyecto se denominaba Vivir en lasubsistencia y pretenda comprender la manera cmo los campesinos deesa regin son compelidos a vender sus tierras a las empresas forestales. Alpoco andar por el campo nos arrepentimos de no creer mas en la fuerza dela as tradicionalmente denominada resistencia campesina. Nos encon-

    tramos con sociedades y culturas campesinas mas vivas que nunca en lamedida que estn amenazadas. Nos dimos cuenta que donde haban co-munidades activas y organizadas socialmente, podan resistir y donde sedispersaban, las empresas los cazaban de a uno en uno. Vivir en lasubsistencia es a condicin de tener mucho que decir y contar, muchacultura que compartir y perder, muchas amistad y camaradera, muchosritos comunitarios, mucha sociabilidad.

    28 La modernidad o modernizacin ha afectado al mundo rural pero generalmente en trminos negativos. La pobreza rural ha

    aumentado brutalmente en las ltimas dcadas y la brecha entre las reas rurales y urbanas tambin.

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    Hay pocos sectores campesinos que les va bien con el mercado. Perotambin los hay. Dicen que son nichos los economistas, en una imagenfuneraria que habra que desterrar del lenguaje social. Lo que es si cierto,es que en algunos casos han encontrado un mercado activo, estable y sehan adecuado a l. No veo enriquecimiento. Se observa vulnerabilidad.29

    Habra que ver lo que ocurre en otros pases y situaciones en los ltimos

    aos. Lo que s pareciera claro, es que la mayor parte de estos sectoresproductores agrcolas con algn grado de xito se han desruralizado. Masan, la condicin de xito de sus faenas agrcolas ha sido y es ladesruralizacin, entendida como adaptacin an uevas pautas de mercadode carcter urbano y global y abandono de las pautas rurales tradicionalesde comportamiento. La impresin de campo y en base a los textos que serefieren a estas temticas, es que los sectores agrcolamente exitosos sehan descampesinizado culturalmente.

    No es casualidad por tanto, que la temtica de las identidades y las

    culturas ha dominado el panorama intelectual, no solo en general sino enparticular de quienes se dedican, nos dedicamos, al mundo rural, no cita-dino. Hablar de identidad es conversar acerca de supervivencia, no tantoal nivel de la economa sino sobre todo al nivel de la reconstruccin cultu-ral de la comunidad rural en la modernidad. Y en este campo hay procesosmuy complejos que surgen por doquier, mostrando un desplazamientoimportante de la cuestin rural anterior.

    Ya no es suficiente con sealar que en tal o cual espacio rural haycampesinos en general, comunidades rurales, sociedades campesinas,como se podra haber insinuado hace treinta aos. Hoy en da lasinvestigaciones deben distinguir necesariamente el origen e identidad t-nica de esos campesinos y al mismo tiempo debern decirnos en forma

    29 Realizamos un estudio mediante historias de vida en Chile, a productores pequeos de diversas partes del pas. Es muyinteresante, ya que el mtodo permite conocer y comprender las trayectorias, los anhelos y esperanzas y las frustraciones. Sibien el sector tiene un imaginario de clase media rural, las condiciones de vida son tan estrechas, a pesar de poseer recursosfsicos (tierra, maquinarias) que sus ingresos no le garantizan un nivel de vida coherente con sus aspiraciones e imaginario

    social. Incluso esto ocurre en productores de exportacin. Ver algunas de estas historias en el libroLa desigualdad. EdicionesSur, 2000.

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    clara y separada lo que en cada caso realizan las campesinas y los campesinos.Los desplazamientos de las poblaciones a trabajar a lugares muy distantes,nos conducirn a la necesidad de estudios que den cuenta de la maneracmo esos campesinos se insertan de manera deslocalizada en la modernidady mantienen en su comunidad un espacio de reserva, de acogida, de culto,o simplemente de carcter ceremonial y festivo. Las comunidades ruralesexitosas, y eso lo vemos cada da con mas claridad, son aquellas que tienenun discurso y una misin. Esto es, tienen ideas acerca de quienes son, de suprocedencia, mitologas de origen y sobre todo misin de destino. Estasideas, o ideologas como se las quiera denominar, pueden provenir de largadata, pueden ser recuperadas, o pueden ser reinventadas o simplementeinventadas. Nada de eso tiene que ver ni con la verdad ni con la mentira.Tiene que ver con la superviviencia. Sobrevivir en la modernidad exige unrelato. Un discurso identitario que permita la coherencia interna, ordene elsentido de la accin, tanto individual como colectiva y posibilite un derrotero.

    Percibimos hoy en da que los estudios agrarios requieren de unacombinacin mucho ms audaz de elementos sonsacados de las cienciaseconmicas y de elementos extrados de las ciencias de la sociedad y lacultura. La tendencia actual de los estudios rurales, a mi modo de ver,camina por la huella del encuentro entre economa y cultura Para realizarestudios de economa agraria y rural es imposible desentenderse de losasuntos culturales que son su forma de articulacin y la explican. Las for-

    mas que adquiere la modernizacin en el campo estn dependiendo delos diversos anclajes culturales de sus habitantes. Por otra parte, realizarestudios de la cultura campesina o rural sin comprender los fenmenos demodernizacin y globalizacin, esto es, la esfera econmica, no tiene mayordestino. La construccin de fuentes que den lugar a ambos aspectos de laecuacin es el desafo metodolgico central de estos estudios. Se deberanconstruir bases de datos capaces de ser interpelados desde la economa yla cultura, datos bifrontes, como aquellos por ejemplo que al mismo

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    tiempo muestran produccin/productividad y relaciones de gnero. Si losdatos y las fuentes de obtencin de ellos no son capaces de comprenderesta multidimensionalidad de la agricultura latinoamericana actual, de susociedad rural, no servirn para entender los nuevos procesos frente a losque se est situado.

    2. Los cinco desplazamientos de la cuestin rural

    En los ltimos 25 aos la cuestin agraria se ha desplazado tem-ticamente, producto de los cambios que han ocurrido en la agricultura y dela mirada diferente de quienes observan la realidad rural y de los actores queall operan. Ya hemos comentado que no es fcil distinguir los desplazamientosde las miradas de lo que han sido los desplazamientos de las cosas.

    Los temas se han deslizado desde las viejas preocupaciones a lasnuevas, sin que se haya producido una ruptura entre una y otra. Los gran-

    des problemas de la agricultura latinoamericana probablemente siguen sinresolucin: concentracin de la tierra, condiciones de trabajo de lostrabajadores rurales, calidad de vida de los campesinos e indgenas. Sinembargo sera taparnos los ojos con un pauelo el no observar que hahabido cambios y que por lo tanto requerimos de nuevos enfoques, nuevasinvestigaciones, miradas cada vez ms audaces, para atacar, si as fuere, losviejos e irresolutos problemas del mundo rural.30

    Se habla en los crculos agrarios y especializados de una nuevaruralidaden Amrica Latina. Hay seminarios y documentos que se refierena este tema. La discusin de si es una nueva ruralidad o una antigua cam-biada, modificada, no me parece muy importante y tiene un aspecto untanto nominalista. Hay reas del campo que no han cambiado probable-mente y hay otras, que han cambiado. Hay problemas no resueltos y que

    30 Hay varios trabajos sobre este tema a parte del ya citado de Sergio Gmez. Ver: Norma Garriaca (Compiladora) Una nuevaruralidad en Amrica latina? Coleccin Grupos de Trabajo de Clacso. Grupo de trabajo de desarrollo rural. Buenos Aires:Clacso, 2001. Tengo referencias de varios otros trabajos con este ttulo pero no han llegado a mi poder.

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    no se van a resolver fcilmente. Por ello nos parece que el concepto dedesplazamientos es mas prudente y menos comprometido. Porque afir-mar que existira una nueva ruralidad significara que a lo menos se hanproducido cambios fundantes de importancia, nuevos sujetos, nuevas re-laciones productivas y nada nos dice que aquello ocurra de una manerahomognea y definitiva. Lo nuevo y lo viejo se siguen confundiendo muchasveces de manera curiosa.

    Lo que sigue es una breve revisin de estos cinco deslizamientos odesplazamientos temticos que percibimos tanto en los estudios como enla ruralidad observada.31

    2.1 Primer desplazamiento: de la hacienda a la empresa modernaexportadora

    En la dcada del sesenta con excepcin de Mxico y Bolivia quehaban realizado Reformas Agrarias en medio de procesos revolucionarios,

    los pases latinoamericanos dormitaban a la sombra del latifundio. Patronesde horca y cuchillo, productores de extensivas dimensiones, tecnologastradicionales y obsoletas, mercados internos flojos y corruptos, sistemas detrabajo organizados en base a la servidumbre, a las medieras, a la satrapay la explotacin medieval. Todo eso cambi en estos treinta aos y tenemosla impresin que muy profundamente.

    Antes de adelantar es preferible precisar el concepto de Hacienda, si

    es que no va a tomrselo meramente como sinnimo de latifundio. Deacuerdo con una definicin bien conocida de los antroplogos socialesEric Wolf y Sidney Mintz, hacienda es o era, (las letras son nuestras): (a) lapropiedad rural de un propietario con aspiracin de poder, (b) explotadamediante trabajo subordinado y (c) destinada a un mercado de tamaoreducido, (d) con la ayuda de un pequeo capital. Bajo tal sistema los

    31 Hay un sexto tema que no hemos tratado en este artculo, quiz por desconocimiento o temor. Se trata de la mirada medioambientalista o ecologista de la cuestin rural. Muchos antiguos ruralistas hoy da son eclogos y colocan esa dimensin en

    una alta prioridad. Hay quienes consideran que esa perspectiva permite una renovacin de las miradas del mundo rural. Porignorancia, no podemos decir mucho frente a ello.

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    factores de produccin no solo serviran para la acumulacin de capital sinotambin (e) para asegurar las ambiciones sociales del propietario. Estadefinicin inteligente, culta, que combinaba aspectos econmicos, polti-cos y culturales, se fue imponiendo en el medio acadmico de los ruralistas.Sealaba con claridad y precisin lo que haba sido la estructura deorganizacin agrcola predominante en Amrica Latina durante siglos. En unartculo del profesor sueco Magnus Morner escrito en 1973, donde pasarevista a la cuestin de la Hacienda se ocupa esta definicin, que sirvi paraobservar el mundo rural del continente, fue como se dice hoy da, unparadigma.32

    Segn la definicin anterior acerca de las haciendas, lo quecaracterizaba, podemos decir hoy, a la agricultura de antes de los setentaera esa relacin estrecha (e indestructible), entre produccin y poder,economa y poder local, terratenencia y poltica. Es una unidad econmicocultural que posibilitaba la constitucin de la sociedad rural, como ente

    autnomo. Es por ello que el principio de autonoma, del que estamoshablando, y que segn nuestra hiptesis se ha perdido en la actualidad, sebasaba en la existencia de un sistema productivo, ligado a un sistema soci-al, a un sistema de poder y a por tanto, final de fiesta, a un sistema simb-lico, ritual y ceremonial. La autonoma del mundo rural estaba dada por laexistencia de esta alianza compleja.

    Cules fueron los cambios que llevaron a que esa relacin entre

    economa, poder y cultura, se rompiera en las dcadas siguientes? Notenemos an, creo yo, estudios suficientes que muestren comprensivamente

    32 El libro Haciendas, latifundios y plantaciones en Amrica Latina que di cuenta del Simposio de Roma y organizadotambin por la Conferencia Latinoamericana de Ciencias Sociales (Clacso), coordinado por el maestro Enrique Florescano(Mxico: Siglo Veintiuno Editores, 1975, p. 15, la cita mas arriba de Morner), es quiz el mejor testimonio de los estudiosagrarios de corte histrico durante la segunda mitad de la dcada de los sesenta e inicio de los setenta Ese trabajo expresel paradigma analtico de las haciendas y de la historia de la ruralidad latinoamericana. Es un hito indispensable para lacontinuacin de los estudios histricos de Haciendas y la ruralidad del continente. Habra que decir para ser justos, que esteparadigma es til no en todos los pases de Amrica Latina. Leyendo el interesante e importante libro de Osvaldo Barsky y

    Jorge Gelman. Historia del agro argentino. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX (Grijalbo Mondadori, 2001), sepercibe que el paradigma no es vlido en particular para la enorme regin pampeana. Las subdivisiones de tierras, lacolonizacin y una modernizacin temprana de las faenas agrcolas representan un fenmeno muy diferente al de pases,como los andinos o centroamericanos, donde el modelo hacendal es mas fuerte y consolidado.

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    esa ruptura, ese proceso de modernizacin.33 Los factores, por ciertopueden ser mltiples y ser difcil aislar el de mayor importancia.

    Nuestra hiptesis ha sido que fueron mas las contra y post reformasagrarias que las reformas agrarias mismas las que cambiaron la situacin dela agricultura latinoamericana. En muchos pases, reas o regiones, la Re-forma Agraria fue un asunto dbil, marginal. Sin embargo posterior a esoshechos se produjeron dos tipos de procesos, o contrareformas agrariasque condujeron a polticas de desmantelamiento de los sistemas agrariostradicionales o polticas financieras que destruyeron la propiedad agrariatradicional. Me explico. La Reforma Agraria en muchas partes tuvo mas uncarcter simblico que real. Esa fuerza simblica produjo a menudomovilizaciones campesinas, despertares campesinos, cambios mas en lasconciencias campesinas que en la realidad de sus vidas.

    La des-subordinacin del campesinado fue el motivo suficiente paraque la relacin entre produccin agraria y poder rural se fuera al traste. Esa

    ruptura dio origen a un inmediato proceso de modernizacin, en el queestamos hoy en da. Los movimientos de poblacin, las aspiracionescrecientes de la gente del campo, los cambios en las costumbres, y muchosotros elementos son consecuencia de esa liberacin de las concienciasdel proceso de subordinacin tradicional.

    El despertar indgena de los ochenta y noventa, en especial en pasesrurales y de alto grado de tradicionalismo servil como el Ecuador, estn, anuestro modo de ver, directamente relacionados a este proceso de des

    33 Sera interesante analizar cules fueron las vas latinoamericanas al capitalismo agrario. Los clsicos vieron dos grandesvas, como es bien sabido, la alemana o empresarial y la francesa o campesina, en que los siervos se alzaban y se apropiabande los campos de los seores. El mismo Osvaldo Barsky de la cita anterior en sus estudios acerca de la sierra ecuatoriana,hace ya muchos aos, crey ver una suerte de va empresarial de reconversin interna de las haciendas. Los que mirbamosla Reforma Agraria cremos ver en muchos lugares una suerte de va campesina propiciada por el Estado, estatal campesina.Sin embargo mirado el proceso con ms lejana no pareciera ni lo uno ni lo otro. En Chile por ejemplo, los campesinosfueron la fuerza de choque del Estado y los sectores urbanos que lo controlaban para liquidar a las clases agrarias hacendales.Se les entreg tierras a los campesinos y las perdieron casi en su totalidad. En esas tierras que algn da fueron reformadas,se han producido las nuevas inversiones, las plantaciones de frutales y vias. Los nuevos propietarios son en su mayoraurbanos agrarizados, nuevos propietarios, empresas agrcolas, no pocas veces transnacionales, y en algunos casos hijos odescendientes de los antiguos hacendados, ahora reciclados, modernizados y tecnificados. Es posible ver un proceso derestauracin capitalista en el valle central del pas: viejos apellidos tradicionales transformados en nerviosos productoresmodernos, que combinan su actividad con sus profesiones urbanas liberales. No se ha dado ninguna va clsica, en todo casoy ser necesario emplear la imaginacin para comprender un poco ms el fenmeno de la va al capitalismo en su etapaglobalizada.

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    subordinacin campesina. Los indgenas estaban subsumidos34 en laconciencia de subordinacin, a que los tena sometidos el rgimen patro-nal hacendal. Esta sumisin les impeda o limitaba el desarrollo autnomode la conciencia de pertenencia indgena. Los trabajos de Andrs Guerrero,historiador ruralista ecuatoriano, acerca de los campesinos de la sierra delEcuador y en especial de la zona de Cayambe, muestran con claridad loque aqu estamos sealando. Los concertajes de indios que operaronsimblicamente hasta hace pocas dcadas posean la fuerza cultural de lasubordinacin. Una vez que el concierto se suprimi, podramoshipotetizar, qued liberada la conciencia para sentirse indio, solamenteindio. De all a la organizacin y la bsqueda de nuevas identidades hayun breve paso. Son impensables los actuales movimientos indgenas eindigenistas latinoamericanos si no se hubiese terminado la subordinacindel trabajo, las condiciones del trabajo servil que imperaban en la agricul-tura latinoamericana hasta antes de las Reformas Agrarias.35

    Las polticas de ajuste estructural de fines de los setenta y de los aosochenta, fueron el otro medio, tanto o mas importante que las Reformas

    Agrarias, en la transformacin del campo latinoamericano. Mirado conperspectiva fue demoledor. La agricultura se des-tradicionaliz por ya noser mas rentable. Los terratenientes no tuvieron ya el poder que tenansobre la sociedad para continuar controlando los mercados internos, lossistemas de subsidios, en fin, el monopolio semi productivo de la tierra.

    Haban pasado en los aos sesenta tambin por demoledores procesospoltico culturales, y las sociedades desconfiaban de ellos, de su capacidadeconmica, poltica y de hegemona cultural. Ese fue el motivo por el cualno tuvieron capacidad de mantener funcionando tierras improductivas, y

    34 En la necesidad de comprender estos complejsimos asuntos se llegaron a utilizar feas palabras o palabrotas, como lasubsuncin del campesinado al capital y otras gerigonzas de especialistas.35 Es notable cmo la cultura del concierto andino se repite sin la presencia patronal, lo que muestra la fuerza que posee.En un trabajo reciente Guerrero relata una ceremonia hacendal que se hace en Cayambe, con la ausencia de los patronos.Esa ceremonia ha sido releda, podramos decir en un tono postmoderno, por los actuales indgenas, ex campesinos concer-

    tados de hacienda, y se transforma en una fuente de su propia identidad tnica. Los turistas y visitas van a la ceremonia ycomprenden el nuevo significado que le otorgan los reindianizados campesinos cayambinos.

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    debieron venderlas a nuevos propietarios, las tuvieron que subdividir y fi-nalmente ellos mismos, muchas veces sus hijos u otros, las tuvieron queponer en produccin para los mercados externos o simplemente dejarlas.36

    La estructura de tenencia de la tierra cambi en estos 25 aos. Porcierto que en cada pas existe un sector productivo que se moderniz

    justamente gracias a los dos procesos anteriormente sealados. Tierras debuena calidad, mercados locales y de exportacin principalmente han per-mitido el desarrollo de una agricultura moderna, que tiene ligera semejanzacon las antiguas haciendas, en la medida que el suelo es el mismo. Lastierras marginales o de segunda calidad, en algunos pases han cado enmanos de empresas forestales, o de compaas ganaderas por lo generalSociedades Annimas. Hay bolsones de propiedad latifundiaria tradicio-nal, pero son solamente los rumores del pasado. En no pocos pases lapropiedad latifundiaria tradicional, pero son solamente los rumores delpasado. En no pocos pases la propiedad agraria moderna de recreacin

    crece gracias al narcotrfico y a los negocios extrarurales.37Es por ello que se produce una separacin creciente entre los estudios

    agrarios y los estudios rurales. Estudiar hoy da la agricultura latinoamericanaconduce al anlisis de empresas agrcolas, de sus ventajas y desventajascompetitivas, muchas veces entrelazadas con la agroindustria (integracinvertical), sistemas de exportacin, adquisicin de nuevas tecnologas,

    36 Esta hiptesis permitira comprender no solo la fragmentacin y ruptura agraria sino tambin poltica de muchos pases en

    que la estabilidad del latifundio constitua uno de los cimientos del poder del Estado. No es casualidad que en muchospases la clase dominante agraria y/o rural, fue reemplazada por nuevos grupos emergentes, en algunos casos de ciertaraigambre urbana y en muchos otros lamentablemente, de reciente y aventurera aparicin. Ante el vaco del poder culturaltradicional, frente al desastre de los cambios frustrados e incumplidos de los aos sesenta, y enfrentados a crisis econmicasgalopantes que requirieron ajustes de proporciones, llamados estructurales quiz correctamente ya que en muchos casosmodificaron las estructuras, surgieron, se levantaron, o aparecieron todo tipo de personajes salvadores. Los Fujimoris, Menen,Collor, Salinas y los Pinochets , vinieron a destruir a las viejas oligarquas, ms que las reformas agrarias que pretendansuplantarlas. Habra que analizar con mayor detalle el poder destructivo de los ajustes con corrupcin ya que los grandesfundadores del neoliberalismo latinoamericano han llegado a ser los ms grandes acusados de corrupcin en el continentequiz a lo largo de su historia: Collor, Salinas, Fujimori, Menen, por citar los emblemticos. Las viejas clases propietariassucumbieron en silencio (vergonzoso silencio) ante la inmoralidad pblica, perdiendo todo el prestigio cultural que habanalguna vez ganado entre asados y azotes, con el pueblo.37 En muchos pases latinoamericanos se est produciendo una ecuestrizacin del campo. Las actividades ecuestresadquieren una significacin notable: carreras de caballo, rodeos, fiestas en que se muestran cabalgaduras muy finas yricamente aperadas. En el caso de Brasil se trata de una cultura country a la brasilera, segn lo he podido leer en la prensa

    y en otros casos, como Chile, una suerte de recuperacin de lo que supuestamente sera la tradicin de las haciendas, pero estavez sin haciendas: hacendados sin haciendas, sera el ttulo de esta cancin.

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    mecanizacin total en ciertas reas de las actividades agrcolas, relacinestrecha con el capital financiero y con el llamado agronegocio. El estudiode la agricultura tiene muy poco que ver con el estudio del mundo rural.38

    La definicin de Hacienda, por lo tanto, solo es vlida en trminoshistricos. La realidad de la agricultura actual, de sus empresas, esexactamente lo contrario a la definicin de Wolf y Mintz. Veamos:

    Se ha roto, (a) en primer lugar, la relacin entre propiedad y poder. Escierto que existen muchas reas donde no se ha roto de modo total ysiguen existiendo remedos de seores de horca y cuchillo. pero losverdaderos grandes seores y rajadiablos estn hoy da mas ligados a ladroga, la corrupcin y otras actividades comerciales ilcitas, que a la merapropiedad de la tierra. No est all su fuente de poder, aunque tenganpropiedades, y las muestren....

    Se ha desplazado, (b) en segundo lugar, el carcter del trabajo subor-dinado, desde la servidumbre al trabajo asalariado. Hay reas donde an

    existen siervos de la gleba, de poncho y sombrero en mano que miran alsuelo (o piso) cuando el seor les habla o grita. Cada vez, sin embargo, esms difcil encontrar este caricaturesco campesino subordinado y lo mshabitual es toparse con un muchacho que viste jeans, polera con una con-signa en ingls y zapatillas Nike, fabricadas clandestinamente en algn barriode la ciudad capital. La homogeneizacin en el consumo cultural esexpresin tambin de la falta de autonoma que hemos venido hablando.

    Pero quiz ms importante an, es que se ha profundizado el trabajoasalariado en todos los niveles. El tema hoy da en el campo no es el excesivoprotectorado al que estaba sometido el siervo que le impeda gozar de sulibertad sino el enorme vaco que ha provocado la inseguridad laboral,producto de mercados de mano de obra despiadados y no regulados. En

    38 Es por ello que cuando se le plantean problemas rurales a quienes estn dedicados a actividades econmico productivas enel campo, no saben cmo responder. Es el caso de las empresas forestales en su relacin conflictiva con las comunidadescampesinas y particularmente indgenas. Mi experiencia personal en este sentido con Ingenieros Forestales es muy interesante.No existen categoras de comunicacin. Toda la actividad se rige, al igual que la industrial, por consideraciones de productividad

    y produccin y la presencia de poblaciones aledaas solamente consiste en una molestia, desagrado y elemento distorcionadorde la actividad productiva.

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    esos contextos de inseguridades profundas es donde resurgen las viejasidentidades, los sueos utpicos olvidados, las Tempestades en Los An-des revisitadas cincuenta aos despus.

    En tercer lugar (c) se ha desplazado la caracterstica de mercados detamao reducidos por bsqueda creciente de mercados globalizados.Las agriculturas latinoamericanas buscan los productos de exportacin, nosiempre con xito. La agricultura dinmica est ligada a los mercados ex-ternos o a mercados sofisticados. Producir trigo en el Ro de la Plata, mazen Mxico, arroz en el Guayas y papas en el sur de Chile, conduce alestancamiento, la pobreza y el abandono, salvo las excepciones que siemprese podrn mostrar al incorporar enormes dosis de tecnologas e insumos.39

    En cuarto lugar ha cambiado (d) la ayuda de un pequeo capitalpor la relacin subordinada y estrecha al capital financiero. Los agriculto-res de hoy pasan mas tiempo en las ventanillas y oficinas del Banco Regio-nal que en los establos o cercos de las siembras. La dosis de capital financiero

    requerida para la agricultura es equivalente cada vez mas a la de lasactividades industriales. Esta realidad material del proceso de modernizacinha conducido a un cambio profundo en las mentalidades empresariales,obligando a ingresar al sector agrario personal de mayor sofisticacin tcni-ca y profesional. Las antiguas elites agrarias de sombreros alones y abriga-dos ponchos, dan lugar a empresarios jvenes con estudios y conocimientosde los mercados financieros, camionetas rancheras, telfonos celulares yseguidores atentos de mercados globalizados y cambiantes.

    Finalmente, en quinto lugar, los factores de produccin en la agricul-tura tradicional latinoamericana estaban destinados a (e) asegurar lasambiciones sociales del propietario, cuestin que nadie podra decir quees la caracterstica de la agricultura actual. La modernizacin agrcola haconsistido en lo principal en hacer de los factores de produccin exclusiva-

    39 La teora clsica de la renta de la tierra sigue siendo una buena consejera. Se puede observar que en el capitalismo globalizadoactual, la renta de la tierra se ha internacionalizado, dejando a las tierras de peor calidad fuera de los mercados. La reconversinforestal en muchos pases es un ejemplo de ello. Suelos agrcolas pasaron a convertirse en forestales como consecuencia de este

    proceso. Buena parte de la tierra agrcola ha perdido su vocacin conduciendo al fin del ciclo agrcola ganadero en que se habansustentado por siglos. En el sur del continente el fin del ciclo triguero ganadero es evidente.

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    mente eso, factores de produccin. Se miden por mediciones de suproductividad y capacidad de entregar riquezas, de generar ganancias.Vuelvo a sealar que solamente en la agricultura ligada a actividadescomerciales legtimas o ilegtimas (principalmente) la propiedad tiene unfin social, de prestigio, de proteccin, de lujo y recuerdo de poderes ruralespasados. Lo que sustenta en estos casos, la propiedad no es su produccinagrcola sino el comercio o actividades extraagrcolas a ella ligada. Es laagricultura de nostalgia, que es cada da mas generalizada en el campo

    latinoamericano. Si uno pregunta en cualquier pas a quin pertenece unapropiedad que aparece a la vista como un jardn, prontamente se sabrque proviene de dineros producidos en reas extrarurales, en la corrupcincuando es aparentemente legal o en otros mbitos cuando no lo es tanto,o tantas veces, lamentablemente, combinado. Las ganancias de la drogahan ido a parar en buena medida en haciendas modelos, transformados enespacios seguros o santuarios. Cuando no es as, se trata de una produccinque se valida en s misma, en su productividad, en su capacidad organizativa

    moderna, en su separacin total entre el proceso productivo y los procesossociales colaterales, el poder rural. Las empresas transnacionales productorasde bienes agrcolas no estn ligadas directamente al poder local y muchasveces ni siquiera se refieren a l, ni lo consideran mayormente.

    Este enorme desplazamiento de la temtica agraria hacendal ha cam-biado las perspectivas, los temas de inters y por cierto los mtodos de lainvestigacin del mundo rural. Sin embargo estamos en paales en estosnuevos estudios y tenemos un panorama muy poco definido de lo que es

    hoy da la nueva agricultura latinoamericana, salvo por las cifras de susexportaciones.

    2.1 Segundo desplazamiento. De campesinos a pobres rurales

    Eduardo Archetti, argentino, conocido ruralista y amigo, actual profesorde Antropologa en Oslo, escriba en un famoso artculo de los setenta:

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    El crecimiento en los ltimos aos de los estudios sobreel campesinado ha sido en muchos aspectos, el

    producto del importante rol jugado en la lucha depotguerra por su independencia poltica y desarrollo

    econmico por las naciones con presencia campesina.40

    Alguien seal que en los principios de los ochenta estbamos en ladcada del campesinado. Si se analizan las revistas de ciencias socialesse podr ver que el tema est presente en todas partes. Haban concluido

    las Reformas Agrarias, las economas agrarias estaban transformadas otransformndose, las crisis econmicas azotaban a casi todo el Continente.En ese contexto surgieron nuevos y efmeros imaginarios acerca de unademocratizacin de las sociedades latinoamericanas a partir de unademocratizacin creciente de la produccin agraria y del mundo rural. Allse encontraba la base imaginada (no siempre sealada explcitamente) delos campesinistas. Al igual que lo ocurrido, podramos jugar con las imgeneshistricas subyacentes, en el perodo posterior a la Revolucin Francesa ysobretodo en la Restauracin, el campesinado pequeo productor, lapequea burguesa sera visto como el factor de estabilidad tantoeconmica como principalmente poltico del continente.

    Muchos intelectuales vieron, vimos quiz, en el campesinadolatinoamericano una fuerza cultural de estabilidad. Ya no solo se hablabadel potencial revolucionario del campesinado, como en la dcada delsesenta, sino de su capacidad de sobreponerse a las crisis, a los mercados

    en precios en baja y cambiantes, a los fenmenos de turbulenciaseconmicas y polticas. Las teoras de Chayanov por cierto, venan a mos-trar que esa ilusin utpica era tericamente aceptable y racionalmenteposible.41

    40 E. Archetti. Una visin general de los estudios sobre el campesinado. En: Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 1, Ao1, Enero Abril 1978.41 Orlando Plaza en el Per compil bajo el ttulo de Agricultura Campesina, como ya se ha sealado, d