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27. CONSTRUCCIONES IMPERSONALES NO REFLEJAS. Olga Fernández Soriano, Universidad Autónoma de Madrid / I.U. Ortega y Gasset. Susana Táboas Baylín, Universidad Autónoma de Madrid / I.U. Ortega y Gasset. 27. 1. Introducción 27.1.1. Impersonalidad sintáctica e impersonalidad semántica 27.1.2. Ausencia de sujeto y sujeto tácito 27.1.3. Sujeto gramatical y sujeto l ógico 27.2. Oraciones impersonales de sujeto indeterminado 27.2.1. Oraciones impersonales de infinitivo 27.2.2. Oraciones con sujetos de referencia inespecífica o genérica 27.2.2.1. De segunda persona del singular 27.2.2.2. De 3ª persona del plural 27.2.2.3. Otros casos de interpretaci ón genérica del sujeto. Los locativos 27. 3. Oraciones impersonales por la naturaleza del predicado 27.3.1. Verbos que significan fenómenos naturales

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27. CONSTRUCCIONES IMPERSONALES NO REFLEJAS.

Olga Fernández Soriano, Universidad Autónoma de Madrid / I.U. Ortega y Gasset.

Susana Táboas Baylín, Universidad Autónoma de Madrid / I.U. Ortega y Gasset.

27. 1. Introducción

27.1.1. Impersonalidad sintáctica e impersonalidad semántica

27.1.2. Ausencia de sujeto y sujeto tácito

27.1.3. Sujeto gramatical y sujeto lógico

27.2. Oraciones impersonales de sujeto indeterminado

27.2.1. Oraciones impersonales de infinitivo

27.2.2. Oraciones con sujetos de referencia inespecífica o genérica

27.2.2.1. De segunda persona del singular

27.2.2.2. De 3ª persona del plural

27.2.2.3. Otros casos de interpretación genérica del sujeto. Los locativos

27. 3. Oraciones impersonales por la naturaleza del predicado

27.3.1. Verbos que significan fenómenos naturales

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27.3.2. Las construcciones temporales con hacer

27.3.3. Los verbos parecer y resultar

27.3.4. Los verbos existenciales: Haber

27.3.5. Otras construcciones impersonales con locativos

27.3.6. Verbos que denotan actos o estados psíquicos

27.3.7. Otras construcciones impersonales con dativos

27.3.8. Construcciones impersonales con verbos modales y auxiliares

27. CONSTRUCCIONES IMPERSONALES NO REFLEJAS.

Olga Fernández Soriano, Universidad Autónoma de Madrid / I. U. Ortega y Gasset.

Susana Táboas Baylín, Universidad Autónoma de Madrid / I. U. Ortega y Gasset.

27. 1. Introducción

Las construcciones que se agrupan generalmente bajo el epígrafe de oraciones

impersonales tienen en común el constituir un grupo de estructuras de algún modo

anómalas o defectivas. No todas, sin embargo, presentan el mismo tipo de anomalía. En

efecto, a menudo esta denominación abarca estructuras muy heterogéneas, si bien es

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claro que la impersonalidad está relacionada con (la ausencia de) alguna propiedad del

sujeto.

Al menos en un principio, parece sencillo extraer una distinción que subyace a las

descripciones de la impersonalidad que nuestros gramáticos han elaborado. Resulta claro,

así, que algunas oraciones impersonales lo son por la propia naturaleza del verbo (o del

predicado), mientras que en otras es el contexto gramatical el que determina la

interpretación impersonal. Así, R. Seco (1988) señala que la indeterminación del sujeto

puede proceder de la naturaleza del hecho verbal o bien del desconocimiento del sujeto

por parte del que habla o de la falta de interés en expresarlo. En el primer caso estamos

ante oraciones impersonales naturales, que “no ofrecen propiamente la posibilidad de que

se les atribuya un sujeto gramatical” (o. cit.: 186); y en el segundo ante impersonales

eventuales.

Esto es, de una parte, existen verbos (o predicados) que no incluyen en su

significado la presencia de un argumento con el valor semántico de agente / causante /

productor, generalmente asociado al sujeto gramatical (llueve) y, de otra, en ciertas

construcciones, con independencia del verbo implicado, esa función semántica se atribuye

a un individuo no determinado (llaman a la puerta). De hecho, para algunos autores,

como M. Seco (1989) o la RAE (1973), sólo son impersonales las oraciones que no

tienen posibilidad de tener un sujeto, como las naturales (que son unimembres,

equiparables a ¡Adelante!, sólo que contienen un verbo). Las eventuales presentarían, por

el contrario, un sujeto implícito.

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La primera tarea que hemos de emprender, pues, es la de delimitar el campo y

tratar de clarificar los distintos fenómenos que se cobijan a menudo bajo el término de

impersonalidad.

27.1.1. Impersonalidad sintáctica e impersonalidad semántica

Podemos, pues, establecer una primera distinción clara: existen oraciones en las

que el sujeto (generalmente agente) es indeterminado, no puede identificarse con un

referente concreto y, por otro lado, existen predicados que son, digamos, defectivos, en

tanto que no tienen capacidad de asignar una función semántica o temática. La

impersonalidad en el primer caso viene dada por la creación de un cierto contexto

sintáctico que no permite asignar al sujeto un valor referencial. En el segundo, por el

contrario, la impersonalidad deriva de la especial naturaleza del predicado. Bello (1847:

§728) califica a las proposiciones que contienen estos predicados como “anómalas o

irregulares”, puesto que “en ellas no se expresa ni se subentiende sujeto, [...] no sólo

porque no lo llevan expreso sino porque, según el uso de la lengua, o no pueden tenerlo

o regularmente no lo tienen”. Los ejemplos que damos en (1) y (2) pretenden ilustrar los

dos tipos de oraciones a los que nos referimos (si bien debe notarse que aún no están

incluidos todos los grupos).1

(1) a. Comer con los dedos es de mala educación.

b. Llaman a la puerta.

c. Si comes mucho, engordas.

1 Véase el trabajo de Gómez Torrego (1994) para una clasificación de las oraciones impersonales.

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(2) a. Llueve.

b. Amaneció temprano.

c. Hace {frío / calor}.

d. Hace diez años.

e. Es tarde.

f. Había tres perros en el parque.

Como decíamos, en los casos de (1), la indeterminación del sujeto deriva de las

posibilidades que ofrece la configuración sintáctica para recuperar su contenido. El sujeto

(en general vacío) adopta un valor no referencial. Parece además que la causa de esa

particular interpretación del sujeto hay que buscarla en alguna propiedad de la flexión

verbal (con la que se relaciona y con la que comparte sus rasgos de número, persona,

etc.). Así lo reconoce, por ejemplo, Otero (1986) para las oraciones de (1a y b). Supone

este autor que para que un sujeto vacío se interprete como indefinido es necesario que

los rasgos de concordancia de la flexión estén “neutralizados”. En el caso del infinitivo de

(1a) es la propia naturaleza defectiva en cuanto a la flexión del elemento verbal la que da

cuenta de la interpretación no referencial.2 En los otros casos (1b,c), como veremos

inmediatamente, la especial interpretación del sujeto depende de los rasgos de tiempo,

número y persona de la desinencia verbal, entre otras propiedades de la configuración.

En cuanto a las oraciones de (2), las impersonales “naturales”, se ha supuesto a

2 Bello (1847), por ejemplo, observa que “en el infinitivo todo verbo puede hacerse impersonal: de nada sirve arrepentirse tarde” (o. cit.: §790).

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veces que poseen una especie de sujeto interno sacado de su propia raíz (la lluvia, el

trueno), equiparable a los acusativos internos de verbos de estado como vivir (“una

vida”). La Academia también las equipara con las que contienen objetos internos, aunque

afirma que en ellas “no hay sujeto distinto de la acción misma” (RAE, o. cit.: §357). No

obstante, la característica fundamental de estas construcciones es la de expresar una

propiedad o un evento que no se predica de ningún agente o causante; es este el sentido

en el que se dice que “no poseen sujeto”. En lo que sigue nos ocuparemos de

caracterizar la noción de sujeto y de determinar las propiedades que presentan las

oraciones impersonales.

27.1.2. Ausencia de sujeto y sujeto tácito

Parece claro, en primer lugar, que no es posible identificar ausencia material del

sujeto con impersonalidad. Como es sabido, las lenguas del tipo del español permiten

oraciones sin sujeto expreso si éste puede recuperarse a través de los rasgos de la

desinencia verbal de persona. Así, oraciones como las de (3) no son, naturalmente,

impersonales.

(3) a. Trabajo en una oficina de 9 a 5.

b. Nos vamos de vacaciones.

c. Tienes que trabajar más.

Pero la generalización va también en el otro sentido: pueden construirse oraciones

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análogas en la interpretación a las tradicionalmente consideradas como impersonales que

contienen, sin embargo, un sujeto expreso. Este caso se da en español con impersonales

de sujeto indeterminado como las de (1).3 En efecto, en los ejemplos como (1c) el sujeto

no tiene necesariamente que estar omitido:

3 Existen en español, además, pronombres como el indefinido uno, que tienen precisamente esa interpretación.

(i) Uno no puede hacer eso y quedar impune.

(4) En este país, si tú no ayudas no te ayudan.

Pero en las lenguas que no admiten sujetos fonéticamente nulos, como el inglés o el

francés, existen pronombres expletivos que aparecen con los predicados impersonales del

tipo de (2). Los marcamos en negrita en los ejemplos siguientes:

(5) a. It rains

b. Il pleut

c. There is a man in the garden

d. Il y a un homme dans le jardin.

Así las cosas, las de (1) y (2) arriba no son estructuras sin sujeto, sino que éste

no recibe, por la especial naturaleza del predicado, ningún papel semántico (2), o tiene

una interpretación particular (1). La existencia en español de estructuras como las de (3),

en que el sujeto no aparece expreso salvo que su realización sea necesaria por otras

razones ( EXPRESIÓN Y OMISIÓN DEL PRONOMBRE PERSONAL), explica que en

las oraciones de (2) nunca aparezca un sujeto explícito. Conviene, por todo ello, delimitar

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claramente el concepto de sujeto y el sentido exacto en que las oraciones impersonales

carecen de él.

27.1.3. Sujeto gramatical y sujeto lógico

Podemos, por lo dicho hasta el momento, detectar al menos dos sentidos distintos

para la noción de sujeto: por un lado, el sujeto se asocia con un determinado valor

semántico, una relación con el predicado (es generalmente el agente o causante de la

acción expresada por aquél); por otro, el sujeto es una función gramatical asociada a un

caso (el nominativo) y expresada formalmente por medio de la concordancia verbal. La

primera de estas propiedades implica que el sujeto se relaciona con todo el predicado,

esto es, con el verbo y sus complementos, que forman el Sintagma Verbal. El valor

semántico del sujeto no depende, pues, sólo del verbo, sino del conjunto formado por éste

y sus objetos. Así, el sintagma el niño tiene un papel semántico de experimentante en

(6a) y de posesor en (6b), debido al tipo de complemento que acompaña al verbo:

(6) a. El niño tiene frío.

b. El niño tiene un tren eléctrico.

Por razones análogas, el que podríamos llamar ‘sujeto lógico’ nunca interviene en

la significación verbal, a diferencia de lo que ocurre con los objetos. En las oraciones

anteriores, el proceso o estado expresado por el predicado es el mismo con

independencia del sujeto que elijamos. De los ejemplos anteriores se desprende asimismo

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que no siempre es el de agente o causante el valor semántico atribuido al sujeto: tal valor

depende, obviamente, de la significación verbal y de la naturaleza del predicado. Verbos

que no denotan acciones, como tener o saber, no tienen sujetos agentes y, naturalmente,

no son impersonales. Lo que conviene tener presente, en definitiva, es que las de agente,

causante, productor, etc. son funciones semánticas, no sintácticas, si bien hay una relación

estrecha entre unas y otras.

Varias son las consecuencias que conlleva esta aproximación más minuciosa a la

caracterización del sujeto. La más importante de ellas es la disociación nítida que se

produce entre el argumento del que se predica, generalmente con papel semántico de

agente/causante, y aquel que determina las relaciones de concordancia. En efecto,

ambos elementos no siempre coinciden. Un caso manifiesto es el que presenta el inglés

en oraciones existenciales, donde la concordancia se establece con el elemento

postverbal, mientras que el argumento del que se predica es, en realidad, un lugar, que

aparece expresado en forma de adverbio locativo (there, “ahí”).

(7) a. There is a book on the table.

b. There are nine books on the table.

Esto se debe a que en algunos casos las expresiones referentes a lugares deben

clasificarse como nominales, dado que los lugares pueden tener dimensiones físicas y, por

tanto, se les puede adscribir una propiedad.4 Es lo que ocurre en casos como ahí fuera

está lleno de animales sueltos. Volveremos sobre esta cuestión con detalle.

4 Véase Lyons (1967: 420-421).

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Así pues, del mismo modo que un elemento que aparece en caso acusativo no

necesariamente es un objeto directo (piénsese, por ejemplo en el pronombre acusativo

neutro lo que sustituye a predicados nominales, como en lo es), o que uno en dativo no

es siempre el objeto indirecto (como en el caso de los dativos éticos, LOS DATIVOS),

un elemento en nominativo no siempre será el sujeto lógico. Existe una serie de verbos

intransitivos, tradicionalmente llamados ergativos o deponentes, cuyo único argumento

(con el que concuerdan) es tema o paciente y se comporta como un objeto en varios

aspectos.5 Para nuestros efectos, la propiedad interesante que presentan estos verbos es

que el argumento que determina la concordancia interviene directamente en la significación

verbal, lo que indica que no es, en sentido estricto, el sujeto de la predicación. Veamos

un ejemplo.

Consideremos un verbo como pasar, que puede ser transitivo o intransitivo del tipo

deponente que analizamos y observemos las siguientes oraciones:

(8) a. {Juan / mi hermano / un niño} pasó el examen al compañero.

b. {Juan / mi hermano / un niño} pasó el escrito a máquina.

c. {Juan / mi hermano / un niño} pasó el documento de WP4.2. a

WP5.1.

d. {Juan / mi hermano / un niño} pasó {cinco minutos hablando con su

amiga / cinco años en Estados Unidos}.

e. {Juan / mi hermano / un niño} pasó mucha vergüenza cuando lo

5 Pueden verse, para un análisis de estos verbos, el trabajo de Burzio (1986) y el de Belletti (1987).

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pillaron.

(9) a. Así que pasen cinco años.

b. Ha pasado un tren.

c. Pasó lo que esperábamos.

d. Ya pasará este mal momento.

En el primer grupo de oraciones (8a-e) el tipo de acción varía según el objeto, mientras

que en el segundo (el que incluye la variante ergativa) es el tipo de sujeto el que

determina el (en este caso) proceso de que se trate. Nótese que no es el carácter de

intransitivo (es decir, de no poseer más que un argumento) lo que está en la base de

este fenómeno: verbos intransitivos puros como nadar o hablar se entenderán siempre

como el mismo tipo de actividad, independientemente del sujeto con que se construyan.

Lo que muestran los ejemplos anteriores es que el sintagma nominal que determina

la concordancia verbal no es siempre el elemento del que se predica la acción o proceso

expresados por el verbo, esto es, el sujeto en sentido estricto. Pero no parece que

podamos por ello afirmar que las oraciones anteriores y otras del mismo tipo sean

impersonales, dado que contienen un sujeto gramatical, un elemento en nominativo que

determina la concordancia verbal. Las oraciones que contienen predicados impersonales

se diferencian de las que acabamos de presentar en que no poseen, en sentido estricto,

sujeto gramatical. Un verbo impersonal, como el existencial haber que trataremos en el

apartado 27.3.4, se diferencia de los deponentes en que su único argumento presenta

caso acusativo y no induce concordancia. En otros casos el argumento que aparece con

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el verbo impersonal tiene caso oblicuo (como oler a algo). Por último, otras

construcciones impersonales se caracterizan porque el verbo no posee ningún argumento

(como ocurre con llover).

Pertrechados ya con las distinciones que acabamos de presentar, podremos

establecer más claramente nuestra división inicial entre oraciones con sujeto gramatical

indeterminado y sin sujeto gramatical. En lo que sigue analizaremos los dos tipos de

oraciones impersonales ejemplificados en (1) y (2) arriba. Veremos, en primer lugar, los

contextos que dan lugar a una interpretación indefinida o genérica del sujeto (1) y

posteriormente nos ocuparemos de los casos particulares de predicados sin sujeto

gramatical (2).

27.2. Oraciones impersonales de sujeto indeterminado

27.2.1. Oraciones impersonales de infinitivo

El infinitivo ha sido considerado siempre por los gramáticos clásicos como la forma

nominal del verbo.6 Al ser un “sustantivo verbal”, como, por ejemplo, le llama Bello,

puede comportarse bien como un verbo (que es la raíz sobre la que el infinitivo se

forma), bien como un nombre; de este modo, se distinguen los infinitivos verbales y los

infinitivos nominales (LOS INFINITIVOS. USOS NOMINALES Y VERBALES). Cada uno

6 Cf. Bello (1847: 313 y ss.); RAE (1973: 485 y ss.).

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de estos tipos aparece, respectivamente, en (10) y (11).

(10) Ella intentará alcanzar sus objetivos.

(11) El preguntar no es yerro si el preguntador no es necio.7

De las dos clases citadas de infinitivos, sólo la primera (los infinitivos verbales) puede

formar parte de las oraciones impersonales que nos ocupan, como ilustran los ejemplos

de (12). Naturalmente, ello es así porque sólo los verbos pueden tener un sujeto.

(12) a. Hablar con la boca llena es de mala educación.

b. Aparcar sólo en las áreas reservadas.

7 Para un estudio detallado de estos infinitivos nominales, cf. Demonte y Varela (1997).

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Las características de las oraciones infinitivas de interpretación impersonal están

estrechamente relacionadas con las dos particularidades más importantes del infinitivo.

Estas peculiaridades (que influyen tanto en la aparición como en el comportamiento de

esta forma verbal en las oraciones citadas) son (a) la ausencia de sujeto léxico y (b) su

falta de significado temporal; i.e. su incapacidad para estar flexionado. Ambas

características se condicionan mutuamente: la imposibilidad de flexión (b) guarda una

íntima relación con la falta de sujeto expreso (a). Esta imposibilidad de expresión fonética

del sujeto es la que está detrás de la denominación de “forma no personal” que

frecuentemente se ha adscrito al infinitivo desde la gramática tradicional.8

En lo que respecta a la ausencia de contenido temporal, esta característica del

infinitivo tiene como consecuencia más importante el carácter sentencioso de las oraciones

que forma, que se interpretan como afirmaciones de abarque general, cuya validez

alcanza a un conjunto universal de individuos.9 La naturaleza atemporal de la enunciación

8 Hay que señalar que el español presenta unos datos que parecen contradecirse con la propiedad (a) que son semejantes a los de (i):

(i) a. El decirlo tú me sorprende mucho. b. Al llegar mi hermano todos callaron. c. ¡Ir yo a su casa! d. ¿Hacer nosotros el trabajo sucio?

El ejemplo (ia) aparece en Gili Gaya (1967: 188), Fernández Lagunilla (1987) y Piera (1987) proporcionan oraciones del tipo de (ib); en Hernanz (1982) aparecen casos similares a (ic) (Hernanz, o.cit., 392 y ss.) y a (id) (Hernanz, o.cit., 377 y ss.). Entre las características de estos ejemplos, pueden destacarse la obligatoria posición postverbal del sujeto y la inclusión de la oración infinitiva en un constituyente antepuesto. 9 La relación entre interpretación universal y temporalidad neutra se tratará al hablar de la persona “tú”, en §27.2.2.1.

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que la oración realiza desliga al acto verbal de cualquier relación con un espacio y un

momento concretos. En oraciones infinitivas del tipo de (13), el sujeto no tiene referencia

específica, no se corresponde con un individuo en particular, sino que tiene una

interpretación genérica, equivalente a “la gente”, “todas las personas”, “todo el mundo...”.

(13) Conviene olvidar los rencores.

La interpretación universal que recibe en estas oraciones el sujeto puede

comprobarse en la existencia de versiones de estos ejemplos que contienen el pronombre

reflexivo de 3ª persona: conviene olvidarse de los rencores; no importa tomárselo a broma

(Gómez Torrego 1994: 26).10 En ocasiones, más que poseer una lectura universal, el

sujeto del infinitivo carece de una referencia determinada, lo que permite que, en lenguaje

descuidado, aparezcan ejemplos como los de (14), que contienen pronombres de primera

o segunda persona referidos al sujeto (Gómez Torrego, o. cit.: 27).

(14) a. Conviene lavarnos los dientes tres veces al día.

b. Está prohibido fumarnos un cigarrillo en el aula.

c. No es conveniente marcharte sin despedirte.

Los ejemplos anteriores tienen la misma interpretación que sus correspondientes versiones con subjuntivo:

conviene que nos lavemos los dientes tres veces al día; está prohibido que nos fumemos un cigarrillo en el aula; no

es conveniente que te marches sin despedirte.

10 En este sentido, Gómez Torrego cita una prueba semejante: la aparición de uno como sujeto del infinitivo: no es fácil aceptarse uno como es (Gómez Torrego, o. cit.: 26).

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Dado que en ejemplos como los de (13) la interpretación genérica del sujeto (que

es, recuérdese, inexpresable formalmente) es la menos marcada, en los refraneros

abundan los ejemplos de este tipo, como dar consejos es peligroso y no provechoso; ir de

mal en peor, no hay cosa peor; sacar dinero a un avariento es dar con el puño en el

cielo... etc.

A pesar de que en oraciones como las de (13) el sujeto del infinitivo tiene una

interpretación indefinida, esto no siempre es así. Obsérvense las oraciones de (15) y (16).

(15) a. {Él / Juan / mi madre} quiere solucionar el asunto.

b. (Nosotros) las animaremos a renunciar.

(16) a. No introducir el pie entre el coche y el andén.

b. Chicas, a trabajar.11

c. ¿Viajar en agosto en un coche sin aire acondicionado?

d. ¡Nadar en una playa desierta!

e. Conviene olvidar los rencores.

Existen diferencias claras que separan las oraciones de (15) de las de (16).

Ambos grupos se distinguen con respecto a la referencia del sujeto del infinitivo. En los

ejemplos de (15) el sujeto sobreentendido del infinitivo es correferente con un argumento

de la oración principal: el sujeto en el caso de (15a) y el objeto directo en (15b). La

interpretación de este sujeto es definida en ambas oraciones.

11 Pueden encontrarse ejemplos similares a los de (16a-b) en Gómez Torrego (1992: 27).

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Las oraciones infinitivas de (15) son dependientes de un verbo en forma personal:

quiere (15a), animaremos (15b). Podemos, pues, referirnos a estos casos como infinitivos

dependientes. Esta noción de dependencia tiene que ver tanto con la inclusión de la

cláusula infinitiva en una estructura oracional superior como (y más crucialmente) con la

falta de autonomía referencial del sujeto de dicha oración infinitiva.12

Frente a los ejemplos de (15), los infinitivos de las oraciones de (16a-d) parecen

ser independientes, pues no se insertan en una estructura oracional superior, como

muestra el hecho de que son la única forma verbal presente en la oración.13 Sin embargo,

la independencia de las cláusulas infinitivas de (16a-d) es sólo aparente, como puede

verse en (17).14

(17) a. {Se ruega / rogamos / ordenamos} no introducir el pie entre el coche

y el andén. (16a)

b. Chicas, {poneos / empezad} a trabajar. (16b)

c. {Repito / Confirmo} ¿Viajar en agosto en un coche sin aire

acondicionado? (16c)

d. {Desearía / Quisiera} ¡Nadar en una playa desierta! (16d)

12 De acuerdo con una hipótesis bien conocida en la bibliografía sobre el infinitivo, la de Kiparsky y Kiparsky (1970), la forma verbal infinitiva sólo puede aparecer en oraciones complejas. 13 Dejamos aparte, intencionadamente, el ejemplo (16e), al que volveremos enseguida. 14 Hernanz (1982: 368 y ss.) señala este hecho y denomina a los infinitivos de (16b), (16c) y (16d) como “imperativos”, “interrogativos” y “exclamativos”, respectivamente.

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Debido al hecho que acabamos de observar, podemos denominar a las oraciones

infinitivas de (16a-d) arriba como “aparentemente independientes”: la cláusula infinitiva

está incluida en una cláusula mayor, cuyo verbo (entre paréntesis, en (17)) carece de

expresión léxica. La supresión de este verbo personal tiene que ver con la gran frecuencia

de uso que tienen este tipo de ejemplos, que tienen una función conativa (Gómez Torrego

1994: 27).

Pero, frente a lo que sucede en las oraciones del tipo de (15), el sujeto de las

oraciones infinitivas de (16) recibe una interpretación indefinida. En algunos de estos

casos, el argumento del verbo principal (generalmente en dativo) al que se refiere el

sujeto del infinitivo está sobreentendido y es él mismo indefinido. Es el caso del verbo

convenir de (16e) y de algunos otros verbos que pueden estar seguidos de oraciones

infinitivas (como, por ejemplo, haber que, parecer, resultar, o importar).15 Ya en la lengua

antigua se encuentran ejemplos similares, como los que cita Beardsley (1966: 19, 20): otro conseio te conviene

prender (Berceo, Milagros de Nuestra Señora, 645); val aDios seruir (Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos,

560). En este sentido, pertenecerían al mismo grupo los infinitivos concertados de

oraciones impersonales del tipo de (18) (que trataremos):

15 Ésta y otras características de estos verbos serán tratadas en varios apartados de §27. 3.

(18) a. Siempre llueve antes de nevar.

b. A veces hay mosquitos antes de amanecer.

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Siguiendo con el tema de la dependencia, nótese que, incluso en un caso como el

de (19a), la oración infinitiva no puede ser interpretada aisladamente, sino en relación con

el contexto lingüístico previo (19b), sin cuya intervención no tendría sentido. (De hecho,

(19a) es ininterpretable en abstracto, no puede iniciar discurso).16 Casos como el de (19a)

han sido denominados como “infinitivos-respuesta”, ya que, como muestra (19b), se

interpretan como la respuesta a una pregunta que haya sido formulada previamente.17

(19) a. Ir al Nepal en vacaciones.18

b. (¿Qué quiere tu amiga María?) Ir al Nepal en vacaciones.

Así pues, en lo que se refiere a la dependencia de un marco oracional superior,

los casos de (15) y (16) no son tan diferentes como parecían en un principio: en ambos

puede hablarse de infinitivos dependientes. Pero la diferencia entre ellos estriba en que

unos interpretan el sujeto del infinitivo como definido (15), y otros lo interpretan como

indefinido (16), dependiendo del carácter del argumento que le presta su referencia.

16 Hernanz (1982: 372) caracteriza a este tipo de oraciones como “infinitivos independientes dependientes de un contexto lingüístico previo”, mientras que las de (16a-d) son casos de “infinitivos independientes no dependientes de un contexto lingüístico previo” (Hernanz, o.cit.: 377 y ss.). 17 Cf. Hernanz (1982: 371 y ss). 18 En un uso estándar de la lengua, esta oración no puede aparecer aislada, empezando la enunciación, pero esto sí sería posible en el lenguaje publicitario o periodístico, que, como señalaremos, hace un empleo muy frecuente del infinitivo aislado.

Pese a lo dicho, hay que señalar que, en determinados usos de la lengua, es muy

frecuente el empleo de cláusulas independientes de infinitivo. Esto es así, por ejemplo, en

el lenguaje publicitario, en el que el receptor del mensaje que se quiere transmitir no es

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un individuo, sino una colectividad indiferenciada. Como nota Ferraz (1994: 35), con las

oraciones de infinitivo independientes “se consigue un tono sentencioso, se subrayan los

rasgos esenciales del producto, que se pondera: sentir sobre tu piel la persistente caricia

de Agua Profunda. Aspirar profundamente su nueva fragancia, joven y viva. Vivir en

profundidad tu libertad recién conquistada”. Otros ejemplos similares serían prevenir para

vivir (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, campaña de 1997) o comprar por

comprar, no, pero escuche lo que tengo que ofrecerle (tomado de un anuncio radiofónico).

Este infinitivo aislado también se emplea con profusión en el lenguaje periodístico, en el

que se da primacía a la economía y a la precisión, como en el caso de los ejemplos de

(20).

(20) a. Veletas: diseñar el viento. [ El País Semanal, 10-8-97; 13 ].

b. Emigrantes: Hacer las Américas. [ El País Semanal, 10-8-97; 13 ].

Recapitulando lo dicho hasta ahora, las oraciones infinitivas con interpretación

impersonal engloban un conjunto bastante heterogéneo de ejemplos, que incluyen casos

de oraciones infinitivas aparentemente independientes que contienen un verbo elíptico

(16a-d); casos de subordinadas a un verbo que presenta un argumento (sobreentendido o

explícito) también indefinido (conviene, importa..., (16e)), y oraciones infinitivas aisladas

supeditadas al entorno lingüístico previo (19a). A esto hay que añadir un subgrupo más:

los casos de infinitivos incluidos en estructuras copulativas, del tipo de (21).

(21) a. Nadar es el deporte más completo

b. Nadar es divertido.

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20

c. Escuchar música clásica es descargar las tensiones.

d. Es necesario controlar la ingesta de calorías.

Este grupo de ejemplos es susceptible de presentar una división tripartita: A) La

oración infinitiva precede al verbo copulativo (21a), (21b); B) aparecen sendas cláusulas

infinitivas antes y después de la cópula (21c); C) la oración infinitiva sigue al complejo

formado por [ser + {nombre / adjetivo}] (21d).

En los ejemplos de A), el infinitivo aparece en posición de sujeto preverbal en una

estructura copulativa cuyo atributo es bien un sintagma nominal (el deporte más completo,

en (21a)), bien un sintagma adjetivo (divertido, en (21b)). En el caso de (21a), sujeto y

atributo pueden intercambiarse (22), si bien la apariencia más frecuente (y menos

marcada) de estas oraciones es aquella en la que el infinitivo precede al verbo.19

(22) El deporte más completo es nadar.

El hecho de que puedan intercambiarse los dos constituyentes citados tiene que

ver con la naturaleza de “oración copulativa identificativa / ecuativa” que tienen los

ejemplos semejantes a (21a), como, por ejemplo, mi hermana es la directora ( / la

directora es mi hermana).20

19 LA PREDICACIÓN: LAS ORACIONES COPULATIVAS. 20 Sobre los tipos de oraciones copulativas, cf. Longobardi (1987) y referencias allí citadas.

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21

En las oraciones de B), el verbo copulativo aparece entre dos cláusulas de

infinitivo (21c). Estos ejemplos reciben el nombre de “infinitivos pseudoecuativos” (cf.

Hernanz, 1994) porque, aunque aparentemente podrían considerarse casos de oraciones

atributivas identificativas o ecuativas, presentan características que los separan de éstas.21

En primer lugar, no son auténticas oraciones atributivas, sino que equivalen a oraciones

condicionales, como muestran las versiones de (23), interpretativamente equivalentes a

(21c).

(23) a. Si se escucha música clásica, se descarga las tensiones.

b. Si uno escucha música clásica, descarga las tensiones.

c. Si escuchas música clásica, descargas las tensiones

Que, efectivamente, hay una relación lógica condicional entre las dos cláusulas

infinitivas lo prueba, en primer lugar, el hecho de que pueda sustituirse el verbo copulativo

por verbos como implicar o suponer (24a), lo cual es imposible en una verdadera oración

atributiva, como la de (24b).

(24) a. Escuchar música clásica {implica / supone} descargar las tensiones.

b. *Mi hermana {implica / supone} la directora. (< Mi hermana es la

directora).

En segundo lugar, como las estructuras que tratamos no son atributivas, no pueden

intercambiarse los constituyentes preverbal y postverbal (que, en estos casos, son

21 En este aspecto, seguimos a Hernanz (1994).

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22

cláusulas infinitivas) (25a), a diferencia de lo que ocurre en las oraciones atributivas

identificativas (25b).

(25) a. *Descargar las tensiones es escuchar música clásica.

b. La directora es mi hermana.( < Mi hermana es la directora).

Por último, el constituyente postverbal puede ser la respuesta a una pregunta en el

caso de las oraciones atributivas (26), pero no en el caso de los infinitivos

pseudoecuativos (27).

(26) a. ¿Quién es la directora?

b. Mi hermana.

(27) a. ¿Qué es escuchar música clásica?

b. #Descargar las tensiones.

Puede concluirse, de todo lo dicho en este epígrafe, que las cláusulas infinitivas

que se cualifican como oraciones impersonales comparten todas ellas el carácter deficitario

en cuanto a la flexión que tiene su núcleo verbal (el infinitivo), y esta carencia, a su vez,

influye de modo significativo en la lectura no referencial del sujeto de dicho infinitivo. Esta

falta de referencia suele traducirse, en la mayoría de los casos, en una interpretación

genérica. Por lo que respecta a la autonomía de las oraciones infinitivas, no existe: en el

uso estándar de la lengua, todas tienen carácter dependiente. Sólo en empleos marcados

de los elementos lingüísticos, como los que caracterizan el uso del lenguaje en campos

especializados (como el periodismo o la publicidad), podremos encontrar casos de

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23

infinitivos verdaderamente aislados (o, lo que es lo mismo, de cláusulas infinitivas

auténticamente independientes).

27.2.2. Oraciones con sujetos de referencia inespecífica o genérica

Se ha observado muchas veces que los pronombres (o las correspondientes

desinencias personales del verbo) no siempre reciben una lectura específica que remite a

uno de los participantes en el discurso, sino que en ocasiones refieren a un agente

indeterminado o inespecífico, creando, así, una oración de interpretación impersonal.

Al tratar de estas oraciones, los gramáticos han centrado su atención en los

pronombres de 3ª persona del plural.22 Sin embargo, también las otras personas

(especialmente la segunda del singular) pueden recibir una lectura no con el valor

existencial de “alguien” propio de la tercera, sino con un valor genérico interpretable como

“cualquiera”. En este subapartado profundizaremos en las condiciones que provocan la

aparición de la citada interpretación en la segunda persona del singular, la persona tú, y

pasaremos después a las propiedades de la tercera persona del plural.

22 Así ocurre, entre otros, en Bello (1874), RAE (1973) y Alcina y Blecua (1975). Lo que influye en el desequilibrio entre la 1ª y la 2ª personas, por un lado, y la 3ª, por otro, es el hecho de que se considera a esta última como la “no persona” (distinta de las personas centrales en la enunciación -1ª o hablante/emisor y 2ª u oyente/ receptor-). Por ejemplo, entre otras diferencias, mientras que la 3ª persona puede estar ausente o carecer de referente concreto, la 1ª y la 2ª personas están presentes necesariamente

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24

27.2.2.1. De segunda persona del singular

Veamos cómo es la interpretación que recibe la 2ª persona del singular.

Obsérvense los dos ejemplos siguientes:

en la enunciación.

(28) a. Realmente puedes contar los amigos de verdad con los dedos de una

mano.

b. Cuando descubres que te han engañado durante mucho tiempo, te

enfadas.

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25

En (28a), la referencia de la 2ª persona del singular (puedes) es generalizadora,

universal. No se relaciona con un individuo concreto, con un oyente-receptor en particular,

sino que alude a una generalidad de individuos.23 De hecho, la interpretación de (28a) es

la misma de la correspondiente oración impersonal refleja Realmente se puede contar... o

de una oración con uno: Realmente uno puede contar... 24

Nótese que, en esta lectura totalizadora del “tú”, el emisor-hablante se incluye en

el conjunto de los individuos a los que se refiere la 2ª persona, por lo que se puede

hablar de un uso inclusivo de la persona “tú”. Así, una oración como (28a) podría ser

parafraseada por medio de la de (29), que aparece a continuación.

(29) Realmente, (todos) (nosotros) podemos contar los amigos de verdad con

los dedos de una mano.

En este sentido es natural que, en oraciones como me siento como cuando

descubres que te han engañado durante mucho tiempo, un verbo en 1ª persona del

singular coaparezca con la forma verbal en 2ª persona del singular. Se trata de una

estrategia muy frecuente en las lenguas: la ocultación del “yo”.25 A esta interpretación de

23 Ya la Real Academia observa la posibilidad de esta lectura para la 2ª persona del singular (cf. RAE o.cit., § 2.14.6; pág. 344). También señalan la interpretación citada Coste y Redondo (1965: 213), Hernández Alonso (1970: 95-6) y Llorente (1977), entre otros. 24 Puede verse el trabajo de Hernanz (1990) para un análisis minucioso de estas construcciones, análisis que seguiremos aquí en parte. 25 No debe confundirse esta lectura con un recurso narrativo conocido como “narración en 2ª persona” (cf. Gómez Torrego 1994: 14), en el que el emisor se incluye en el individuo o grupo de individuos al que va dirigida su emisión, como en una especie de diálogo consigo mismo.

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26

tú se ha aludido a veces con la denominación de “yo encubierto”.26

En relación con lo anterior, la 2ª persona del singular con interpretación genérica

puede convivir en su entorno oracional con formas pertenecientes a la esfera de otra

persona: con una 1ª persona del singular -en el ejemplo citado en el párrafo anterior-, e

incluso con la 1ª del plural (30a) o con una 3ª persona -del singular (30b) o del plural

(30c)-. En el caso de la 1ª persona del plural que coaparece con un tú genérico (4a), puede recibir dos

interpretaciones: la puramente referencial de nosotros o una lectura encubierta del “yo”, que se oculta esta vez en

el plural de modestia que puede representar la 1ª persona del plural.

26 Así aluden a este uso de tú, por ejemplo, Fernández Ramírez (1986: 4.: 54) y Gómez Torrego (1994: 13).

(30) a. Creemos que en ese país vives de maravilla.

b. Uno sabe que es entonces cuando tienes que ayudar.

c. Dicen que debes comportarte con dignidad.

Además de coexistir con formas referentes a otras personas, el significado genérico

de la 2ª persona del singular la capacita para compartir el contexto de otros elementos

con el mismo alcance generalizador, como, por ejemplo, (el pronombre) se; esto es lo

que muestran las oraciones de (31).

(31) a. Si estás triste, conviene desahogarse con los amigos.

b. Cuando buscas una cosa en un armario, se encuentra siempre lo más

insospechado.

Esta especie de desdibujamiento de la referencia específica de la 2ª persona no se

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27

restringe a la desinencia verbal, sino que se extiende a otros elementos con contenido de

segunda persona, como, por ejemplo, los pronombres de objeto o los adjetivos posesivos,

como puede verse, respectivamente, en (32a) y (32b).

(32) a. En esos casos, siempre te parece que hay algo mal.

b. Cuando estás así, tu cerebro está abotargado.

Por otro lado, la presencia de un pronombre explícito de sujeto no está vetada en

estas construcciones. En los ejemplos de (33), aparece expresa la forma tú y, no

obstante, la interpretación genérica se mantiene.27

(33) a. Si tú no eres feliz no te ilusionas por nada.

b. Cuando tú compras en esa tienda, estás colaborando con la explotación

de niños en el Tercer Mundo.

27 Cf. Hernanz (o.cit.: 157). Si bien, por su carácter tónico, el pronombre tiene un matiz contrastivo (EL PRONOMBRE PERSONAL, EXPRESIÓN Y OMISIÓN DEL PRONOMBRE PERSONAL).

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28

Hernanz (1990) señala que no toda realización explícita de la 2ª persona del

singular puede recibir una interpretación genérica. Si tú recibe acento contrastivo (que

marcamos con mayúsculas en (34)), no puede ser interpretado como genérico y refiere a

una persona concreta. Por otro lado, si tú se antepone por estar tematizado (generalmente

precedido de expresiones como en cuanto a, respecto a, en lo que concierne a...), pierde

también el valor genérico, como muestran los ejemplos de (35).28

(34) Si TÚ comes dulces, engordas.

(35) a. En cuanto a ti, debes zanjar el asunto enseguida.

b. Respecto a tu casa, hay que fijar la fecha de venta.

c. En lo que concierne al asunto que te interesa, tienes que hablar con

varias personas.

La propiedad más interesante que presentan estas construcciones es que la sola

presencia de la 2ª persona del singular no es suficiente para la interpretación genérica.

Junto a lo observado en ejemplos como los de (34) y (35), ninguna de las oraciones de

(36) contiene una persona tú con esa lectura.

(36) a. Mañana vendrás a la fiesta.

b. Tú has tenido siempre razón.

c. Aquel año te había tocado la lotería.

28 Cf. Hernanz (1990: 171, 172).

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29

A pesar de que la 2ª persona del singular está presente de una forma u otra en todos los

ejemplos de (36), ninguno de ellos puede recibir una interpretación impersonal como la

que hemos señalado en (28). Esto lleva a suponer, por lo tanto, que otros factores

sintácticos distintos de la aparición de la 2ª persona del singular (ya en la desinencia del

verbo, ya en una forma pronominal) serán los responsables de esta lectura especial de tú.

Veamos cuáles son esos factores.29

29 Véase Hernanz (o.cit.: 164-170).

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30

a) El contexto de aparición de la 2ª persona del singular genérica debe ser también

genérico, indeterminado y no debe aludir a un momento temporal concreto. Esta es la

misma lectura intemporal que se encuentra en refranes o máximas como dime con quién

andas y te diré quién eres o cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a

remojar. El presente, por su carácter de “no-tiempo”, es uno de los tiempos más

frecuentes en afirmaciones como las anteriores, de alcance universal. En ellas (conocidas

también como enunciados gnómicos) aparece una interpretación omnitemporal.30 En

contraste con lo dicho, los verbos de los ejemplos de (36) refieren a un tiempo

determinado (vendrás, has tenido, había tocado), y esto impide que el “tú” incluido en los

ejemplos citados reciba una lectura impersonal. Frente a (36), los casos de (37) sí tienen

esa lectura, lo que muestra que, de algún modo, se ha neutralizado en ellos cualquier

alusión temporal concreta.

(37) a. Si comes muchos dulces, engordas.

b. En esas circunstancias siempre tienes razón.

c. Te toca la lotería y te cambia la vida.

El presente es el tiempo que aparece en todos los ejemplos de (37), y su falta de

referencia temporal específica es, como hemos dicho, uno de los factores que influyen en

la pérdida de contenido personal concreto que sufre la 2ª persona del singular. Ésta, por

contra, adquiere un significado generalizador, como el que tiene cualquiera de los casos

de (37). Sin embargo, aunque está clara la influencia del tiempo presente en la

genericidad del contexto, la sola aparición de este tiempo no es suficiente para que el

30 El término ‘gnómico’ aparece en Lyons (1980: §15.4; pág. 615).

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31

entorno adquiera la interpretación citada. Volveremos en seguida sobre este hecho (cf.

b.2.), pero, como muestra de ello, basten de momento los ejemplos siguientes, en los que

no se da una lectura universalizadora de tú.

(38) a. Comes muchos dulces.

b. Siempre tienes razón.

c. Te toca la lotería.

b) Pese a que el verbo, considerado aisladamente, alude a una persona concreta

(la 2ª del singular), la interpretación total de la oración anula esa referencia personal, por

lo que -de acuerdo con Hernanz (1990)- la influencia del contexto (tanto oracional como

discursivo) será decisiva para producir esa lectura genérica. El hecho de que la referencia

de 2ª persona del singular de la flexión verbal quede diluida se debe a veces a la

aparición en el entorno oracional de ciertos elementos que actúan como “transmisores” o

“vehículos” de la genericidad o -usando la terminología de Hernanz (o.cit.: 166)-

activadores de la genericidad. Como veremos a continuación, estos aspectos pueden estar

relacionados con el verbo (b.1.) o con el sintagma verbal y la oración (b.2.).

b.1. El verbo. En relación con el verbo, hay dos elementos que contribuyen a

desencadenar la lectura genérica: el aspecto y la clase semántica a la que el verbo

pertenece.

El aspecto verbal debe ser siempre imperfectivo y no puntual. Como ya se ha

dicho, si el tiempo que influye en la lectura genérica de tú es indeterminado y no puede

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32

referir a un momento temporal concreto, la acción verbal tampoco puede contemplarse

como concluida en un punto específico de la línea temporal (aspecto perfectivo). De igual

forma, la interpretación universal de tú quedará excluida si la acción del verbo se presenta

en un estado de desarrollo (aspecto progresivo/durativo). A este respecto, obsérvense las

oraciones siguientes:

(39) a. Tuviste que ayudar a tus amigos.

b. Estás pensando en tus cosas.

En (39a), el verbo auxiliar (tuviste) de la perífrasis verbal de obligación (tuviste que

ayudar) aparece flexionado en un tiempo de aspecto perfectivo; (39b), por su parte,

contiene una perífrasis de carácter durativo. En ninguna de las oraciones de (39) es

posible la interpretación genérica de tú. La adición al sintagma verbal de ciertos

constituyentes puede aportar genericidad a una oración que, sin la participación de

aquellos, no podría ser interpretada genéricamente. En este sentido, hay una diferencia

significativa entre (39a) y (39b): mientras que en la primera la ausencia de genericidad

no desaparece añadiendo a la oración constituyentes adverbiales que aporten significado

genérico -cf. (40a)-, en la segunda la adición de esos constituyentes contribuye a la

interpretación genérica -cf. (40b).

(40) a. [En esas situaciones] [siempre] tuviste que ayudar a tus amigos. (#En

esas situaciones uno siempre tiene que... )

b. [A menudo] [en lugares así] estás pensando en tus cosas. (A menudo

en lugares así uno está pensando en... )

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33

Merece la pena señalar que sólo en (39b) el primer verbo de la perífrasis verbal

(durativa, en este caso) aparece en tiempo presente (estás), y, debido a las

características ya comentadas de este tiempo, es precisamente en aquel ejemplo en el

que la intervención de los constituyentes de tipo adverbial - entre corchetes, en (40b)-

resulta en una lectura genérica. Frente a esto, en (40a) el aspecto perfectivo del tiempo

verbal (tuviste) bloquea cualquier aporte de genericidad por parte de los constituyentes

adverbiales.

Además del aspecto, otra característica del verbo que resulta significativa para que

la 2ª persona del singular sea interpretada genéricamente es la clase semántica a la que

dicho verbo pertenece: los verbos modales favorecen la lectura universal de tú. Al estar

relacionados con nociones como la necesidad (41a,b) y la posibilidad (41c), este tipo de

verbos desplaza la realización del evento expresado en la oración a momentos distintos

del momento de la enunciación, con lo que la acción puede tener lugar en otros ‘mundos

posibles’.31 Esta capacidad de remitir a estados diferentes del mundo es precisamente lo

que relaciona la aparición de verbos modales como tener que, deber, poder, entre otros,

con el alcance universal de la persona tú.

(41) a. Tienes que acabar los estudios para conseguir un buen trabajo.

b. (...) cada canción debería obligarte a parar en la autopista, si la

descubrieras en la radio de tu coche. [ El País, 23-11-96, Babelia, 7 ]

31 Cf., entre otros, Bach (1981) y Partee (1984), así como Lyons (1980: 155-161) y las referencias por él citadas.

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34

c. En Madrid puedes pasear tranquilo por las calles.

b.2. El sintagma verbal y la oración. Como el aspecto del verbo es imperfectivo y

el contexto oracional es de carácter genérico, para la interpretación universal de la 2ª

persona es de especial importancia la adición de constituyentes de tipo adverbial que

aporten nociones diversas (lugar, tiempo, modo...) al SV.32 La misión de estos

constituyentes es situar la indeterminación temporal de la oración en un marco de

significado general o universal. En (42) aparecen resaltados estos constituyentes.

(42) a. En Canarias, no puedes llevar un abrigo de piel.

b. En verano, debes tener cuidado con la mayonesa.

c. Con este tipo de comida, nunca te quedas satisfecho.

Por lo que respecta a estos sintagmas, contribuyen a la lectura genérica de tú

preferiblemente cuando se encuentran en una posición desplazada de su lugar canónico

en la oración.33 Si, por el contrario, se mantienen en su posición original, que está exenta 32 Cuando se tratan estos constituyentes, conocidos con el nombre de ‘circunstanciales’, es frecuente distinguir entre los que aportan modificaciones al SV y aquellos que afectan a toda la oración en general. Estos últimos, los ‘modificadores oracionales’, son diferentes de los circunstanciales en cuanto que el contenido que aportan no está relacionado con el SV, sino con el modo en que la oración afirma un enunciado; se conectan, por tanto, con la modalidad, y por ello no tienen ninguna influencia a la hora de delimitar las coordenadas espacio-temporales, que están vinculadas al SV. 33 Hernanz (o.cit.: 169, 170), de hecho, considera imposible la interpretación genérica si tales constituyentes no están antepuestos. Sigue en esto a Guéron (1982) y lo relaciona con fenómenos de abarque de cuantificador. Sin embargo, debemos notar que, para algunos hablantes (entre los que nos incluimos), no hay contraste absoluto entre la capacidad de casos como (42) y (43) para ser interpretados genéricamente. No obstante, sí es cierto que, a la hora de recibir esa lectura, son las de (42) las oraciones menos marcadas.

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35

de énfasis, la 2ª persona del singular tiende a ser interpretada con una referencia definida.

Véase, como muestra de lo dicho, el contraste entre (42) y (43).

(43) a. No puedes llevar un abrigo de piel en Canarias.

b. Debes tener cuidado con la mayonesa en verano.

c. Nunca te quedas satisfecho con este tipo de comida.

Los constituyentes citados refieren a un marco espacial y/o temporal en el que el

emisor afirma su creencia en un enunciado de validez general. Como muestra el grupo de

oraciones que aparece a continuación, estos constituyentes -que aparecen resaltados-

pueden tener realizaciones sintácticas diversas (SAdvs (44a), SPs (44b), e incluso SNs

con contenido adverbial (44c)) o ser implícitos (cuando se refieren al lugar y al momento

de habla (45a-b) ).

(44) a. Siempre encuentras cosas en las que pensar.

b. En Estados Unidos te detienen por un cheque sin fondos.

c. Todos los días descubres cosas nuevas en los que te rodean.

(45) a. (Aquí) (Ahora) Tienes que acabar los estudios para conseguir un buen

trabajo. (=41a)

b. (Aquí) (Ahora) Puedes pasear tranquilo por las calles. (=41c)

Por lo que respecta a la oración que contiene una 2ª persona del singular genérica,

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36

es muy frecuente que adopte la forma de condicional lógico y, por tanto, contenga dos

proposiciones relacionadas por los conectores si... entonces, el segundo de los cuales

aparece elidido muy a menudo, como se muestra en (46a-b). Otras expresiones que

también aportan significado condicional a la oración son, entre otras, siempre que, con tal

que, a menos que, a no ser que (46c-f). (LAS CONSTRUCCIONES

CONDICIONALES).

(46) a. Si bebes, no conduzcas (=Si bebes, (entonces) no conduzcas).

b. Si vendes medio millón de copias, la presión te obliga a vender un millón

del disco siguiente (...). (=Si vendes... (entonces) la presión...). [ El País,

23-11-96, Babelia 7 ].

c. Siempre que no hagas ruido aquí te permiten hacer reuniones.

d. No hay problema con tal que hagas lo que se pide.

e. No puedes viajar allí a menos que tengas el pasaporte en regla.

f. No montas una bronca así a no ser que quieras ser despedido.

Como se ha visto, la segunda persona del singular puede recibir una interpretación

no referencial que tiene como valor más frecuente el genérico, tanto en un sentido de

abarque universal como en un sentido de “enmascaramiento” de la primera persona del

singular (del hablante o emisor). Para que esta lectura genérica sea accesible, el entorno

oracional de la segunda persona debe reunir unas determinadas condiciones que

favorecen la transmisión de genericidad. Estas condiciones se relacionan tanto con

características particulares de algunos constituyentes oracionales como con aspectos

generales de la forma de la oración. Entre las primeras, destacan el tiempo y el aspecto

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37

del verbo, así como la clase semántica a la que pertenece. Entre los segundos, tienen

una importancia especial los constituyentes de tipo adverbial (de contenido diverso) que

activan la genericidad de la oración en su conjunto.

El hecho de que los dos grupos anteriores de condiciones tengan la posibilidad de

influir en la “despersonalización” de la segunda persona del plural lleva a suponer que

también podrán actuar sobre la referencia de otras personas. En efecto, como

señalábamos al principio del apartado, también otras personas gramaticales (aunque con

menor frecuencia que la segunda del singular) pueden recibir interpretación genérica.

Damos a continuación algunos ejemplos con la primera persona del singular y del plural:

(47) a. Cuando decimos democracia no siempre aludimos a una situación

perfecta.

b. Si yo me dedico a insultar a todo el mundo, es lógico que se me

revuelvan.

c. Es como cuando nos maravillamos contemplando un rincón conocido

como si fuera la primera vez que lo miramos.

En ninguna de estas oraciones la primera persona tiene una lectura específica,

referida a una persona o conjunto de personas concreto, sino que tiene una referencia

genérica, que viene propiciada por el contexto oracional (cf. nos hemos maravillado

mirando un rincón conocido).

En cuanto a la tercera persona, presenta, como decíamos, unos usos especiales,

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38

que trataremos a continuación.

27.2.2.2. De 3ª persona del plural

La 3ª persona del plural puede adquirir un significado impersonal cuando alude

bien a un sujeto desconocido -como en (48a)-, bien a un sujeto cuya referencia no

interesa expresar -como en (48b)-.

(48) a. Vienen a recoger la ropa usada.

b. Me han instalado el ordenador esta tarde.

Debe notarse que, a diferencia de lo que ocurre con la 2ª persona del singular (cf.

§27.2.2.1), en las oraciones impersonales del tipo de (48) la interpretación de la 3ª

persona del plural no es genérica, no recibe una lectura universal, sino que es indefinida o

indeterminada. Así, una oración que tiene como sujeto una 3ª persona plural usada de

este modo puede parafrasearse por medio de una oración con un sujeto de contenido

existencial como “alguien”. Las oraciones de (49) son equivalentes interpretativamente a

las de (48).

(49) a. Alguien viene a recoger la ropa usada. (= 48a)

b. Alguien me ha instalado el ordenador esta tarde. (= 48b)

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39

Un hecho significativo sobre la 3ª persona del plural, que la separa de otras

personas con lectura impersonal (como, por ejemplo, de la persona “tú” -cf. §27.2.2.1),

es el de la relación entre dicha lectura y la falta de expresión formal. Para carecer de

contenido referencial, la 3ª persona del plural debe obedecer un requisito formal

imprescindible: no tener realización expresa separadamente del verbo. Hasta aquí, todos

los ejemplos citados contienen en la flexión verbal la 3ª persona del plural, que no tiene

autonomía formal, pues no está separada de las desinencias del verbo. Pero si esta

persona aparece realizada explícitamente como pronombre, como ocurre en las oraciones

de (50), no puede surgir la interpretación impersonal.34

(50) a. Ellos vienen a recoger la ropa usada.

b. Ellas me han instalado el ordenador esta tarde.

34 Esta incompatibilidad entre impersonalidad y expresión fonética ya fue señalada por Lenz (1935: 88) y Kärde (1943: 66), que ya en la lengua antigua documentan la imposibilidad del uso impersonal de la 3 ª persona si ésta aparece materializada en un pronombre personal. Entre los estudios más recientes, Jaeggli (1985: 3) también nota este hecho. Por otra parte, recuérdese que la 2ª persona del singular -cf. 27.2.2.1.) puede ser interpretada impersonalmente tanto en su versión implícita como explícita (véanse los ejemplos de (33), arriba).

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40

En relación con los rasgos interpretativos de la 3ª persona en los casos que nos

ocupan, debemos señalar además que la pluralidad de la 3ª persona es puramente formal,

es decir, no aporta el contenido habitual de “más de un/a individuo/entidad” que el

plural tiene. Debido a ello, una oración como la de (48a) puede recibir, junto a la

interpretación indeterminada del tipo de (49a), una lectura como la de (51a), en la que el

sujeto tiene una referencia única.35 Un caso similar, recogido de Bello (o.cit.: 468), es el

que aparece en (51b).

(51) a. Vienen a recoger la ropa usada. Es tu amiga de la asociación.

b. “¡Que me matan!... Así clamaba / una liebre infeliz que se miraba / en

las garras de un águila altanera.” [ Samaniego, Fábulas I, 5 ].

Otra característica de las oraciones impersonales con 3ª persona del plural es que

en ellas ni el emisor ni el receptor participan en la identificación de la citada referencia

personal. El uso de la 3ª persona del plural (sin soporte pronominal) se produce bien

porque el hablante desconoce totalmente el referente de dicha persona -cf. (52a)-, bien

porque no tiene ningún interés en especificarlo, aunque lo conozca (52b). A veces, el hecho

de que el hablante no desee explicitar la referencia del sujeto no se debe tanto a su desinterés como a la influencia

de factores pragmáticos. Así, como señala Kärde (1943: 61-62), en algunos ejemplos el sujeto que el verbo implica

remite a un cierto grupo de personas que son las que, normalmente, ejecutan la acción: le darán el alta mañana,

planean convocar elecciones. En ambos casos, el hecho de que el acto de enunciación se sitúe

en la esfera de la 3ª persona lo aleja tanto del hablante como del oyente.

35 Bello (1847: 468 y ss.), Gili y Gaya (1948: 68) y Gómez Torrego (1994: 17), entre otros, también llaman la atención sobre este hecho.

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41

(52) a. Han mandado un anónimo al programa de televisión.

b. Me han regalado un reloj.36

El hablante, por tanto, no se incluye en la afirmación que hace la oración por él

emitida, y esto es posible gracias al uso no inclusivo del número plural. Es precisamente

esta exclusión del emisor la característica que separa a las impersonales de 3ª persona

del plural tanto de las impersonales reflejas o impersonales con se (que sí contienen al

hablante en su afirmación CONSTRUCCIONES CON SE) como de las impersonales de

2ª persona de singular. Este contraste puede observarse en (53) -(53a) ilustra un caso

de impersonal con se; (53b) es un ejemplo de impersonal de 2ª persona y (53c) incluye

a la 3ª persona del plural-:

(53) a. En esta oficina se trabaja a destajo.

b. En esta oficina trabajas a destajo.

c. En esta oficina trabajan a destajo.

Mientras que la afirmación que hacen las oraciones (53a) y (53b) incluye al

emisor -de hecho, ambos casos pueden parafrasearse como en esta oficina, todo el

mundo (incluido yo) trabaja a destajo-, la proposición que contiene (53c) lo excluye.

36 Este ejemplo aparece citado en RAE (1973: 382) como un caso de “sujeto callado intencionadamente”.

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42

Desde el punto de vista de la sintaxis, la interpretación impersonal de la 3ª persona

del plural sólo se produce en relación con la función sintáctica de sujeto, función que, en

estas oraciones, no puede estar formalmente expresada por medio de un constituyente

con realización fonética. De nuevo a diferencia de lo que ocurre con otras personas (cf.

§27.2.2.1.), la lectura indefinida o existencial no puede darse en conexión con

constituyentes diferentes del sujeto como, por ejemplo, el complemento directo (54a) o el

complemento indirecto (54b).37

(54) a. Supongo que los recomendarán para ese puesto.

b. Les van a entregar un premio.

Aunque los constituyentes resaltados en (54) son ambos pronombres (átonos) de

3ª persona del plural, no pueden recibir una lectura indefinida (supongo que recomendarán

a alguien... (54a); van a entregar un premio a alguien (54b)). Nótese que no es la

condición pronominal del objeto (los, les) la que explica la ausencia de lectura no

referencial. En condiciones neutras, ciertos constituyentes no explícitos como el sujeto de

una oración pasiva (55a) o el de los verbos deponentes (55b) no admiten la

interpretación indefinida ni genérica, como muestra el paréntesis que sigue a los ejemplos

siguientes.

(55) a. Son transportados en cintas móviles. (# alguien/todo el mundo es

transportado...)

b. Llegan cansados de un largo viaje. (#alguien/todo el mundo llega

37 Jaeggli (1985: 4) señala este hecho.

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43

cansados...)

La 3ª persona del plural no puede recibir una lectura impersonal en ninguna de las

oraciones de (55). Estas ejemplifican estructuras cuyos sujetos están relacionados con la

posición de objeto directo: en (55a) estamos ante una oración pasiva (que contiene un

sujeto paciente); en (55b) nos encontramos ante un verbo deponente -llegar-, que tiene

un sujeto con características de objeto.38

38 Sobre esta clase de verbos, ( LA TRANSITIVIDAD).

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44

De lo dicho se desprende que un factor que influye significativamente en la

interpretación de la 3ª persona del plural es el contexto. Si bien, como ya se ha dicho, la

lectura de dicha persona en las oraciones impersonales es en principio existencial, los

constituyentes que la rodean en la oración pueden modificar dicha interpretación, que

puede llegar a ser genérica39, como ocurre en oraciones del tipo de (56):

(56) Hablan español en España = {la gente / todo el mundo / todos...} hablan

español en España.

En este caso, el sintagma preposicional de contenido locativo (en España) sitúa la

acción verbal en un marco espacial general, lo que provoca que la afirmación de la

oración tenga un alcance amplio.40 Si sustituyéramos ese constituyente preposicional por

otro de un tipo diferente (que no localizara a la acción en un entorno genérico),

constataríamos cómo la 3ª persona del plural recupera su interpretación originaria, la

existencial, como puede observarse en (57).

(57) Hablan sin saber ( = {Algunos / alguien...} habla(n) sin saber).

Lo que muestra este hecho es que la 3ª persona no escapa a la generalización

hecha para la segunda en lo referente a la significativa influencia que tienen los

39 Kärde (1943: 64) considera que el valor genérico que puede adquirir la 3ª persona del plural es equiparable al que tiene el artículo definido plural. 40 Ya el trabajo de Kärde (o. cit.: 60) señala el importante papel que tienen las indicaciones de lugar en la restricción de la idea que transmite el sujeto, y cita ejemplos de la lengua antigua que muestran lo dicho, como el siguiente del Poema de Mio Cid (v. 1155): miedo an en Valencia que no saben qué se far.

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45

“activadores de genericidad” (cf. §27.2.2.1, arriba). De este modo, si volvemos sobre las

oraciones de (55), la interpretación genérica es posible si en ellas se incluyen los

requisitos oportunos: esto es lo que muestran los ejemplos de (58).

(58) a. En Estados Unidos, (si tienen prisa), son transportados en cintas

móviles.

b. Cuando en ese pueblo llegan cansados de un largo viaje, suelen dormir

hasta la hora de comer.

En cuanto al contexto oracional de la 3ª persona del plural con interpretación

indefinida, no hay restricciones relativas al tiempo de la forma verbal en la que dicha

persona se incluye como sufijo. Ese tiempo puede tener tanto aspecto perfectivo como

imperfectivo.41 Como muestra de ello, véanse los ejemplos siguientes:

(59) a. Han disparado contra un policía.

b. Montaron una tarima en el patio.

c. Proyectarán nuevas carreteras para la región.

41 Nótese que esto es esperable, en tanto en cuanto la lectura que se da a la 3ª persona del plural en estas oraciones impersonales es existencial y no genérica, y es con esta última con la que se relaciona la falta de libertad en la elección de tiempo y aspecto para el verbo.

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46

Dentro de este conjunto de oraciones impersonales con 3ª persona del plural, hay

que destacar un amplio grupo de ejemplos que comparten una característica semántica:

incluyen “verbos que significan actos propios de personas o seres racionales” (en

palabras de Bello).42 Estos casos contienen afirmaciones que siempre aparecen

introducidas por un verbo de lengua o de pensamiento: dicen que...; comentan que...;

rumorean que...; hablan de que...; anuncian que...; piensan que..., etc. En (60) aparecen

algunas oraciones de este tipo.

(60) a. Dicen que esa actriz ganará el premio.

b. Anuncian que ha habido un descenso en el número de parados.

c. Piensan que no se van a cumplir las previsiones económicas.

Las oraciones anteriores son interpretables de modo equivalente a ciertas oraciones

que contienen la forma se (61), pero no pueden identificarse con ellas, puesto que, como

ya dijimos arriba, aquéllas nunca incluyen al emisor en la afirmación que emiten

(CONSTRUCCIONES CON SE). La interpretación no marcada de las oraciones de (60)

es la existencial: alguien (o algunos) dicen que / anuncian que / piensan que... . 43

(61) a. Se dice que esa actriz ganará el premio. (=60a)

b. Se anuncia que ha habido un descenso en el número de parados.

(=60b)

42 Cf. Bello (1847: 468). 43 En la clasificación de verbos transitivos que hace Cano Aguilar (1981), estos verbos se incluyen en la subclase de “verbos de comunicación verbal”.

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47

c. Se piensa que no se van a cumplir las previsiones económicas. (=60c)

La frecuencia de uso de este tipo de oraciones es tal que en ciertas variedades del

español ha llegado a desencadenar reducciones fonéticas en alguno de los casos citados,

concretamente en dicen que.44 En Hispanoamérica, la forma dizque tiene un uso muy

difundido, y se emplea en lugar de dicen que o se dice que. Del vigor de esta forma da

constancia una amplia gama de variantes como izque, es que, quizque (< que +

izque)...45

44 Este es un hecho que no se produce sólo en las etapas más recientes de la lengua, sino que está documentado desde la época antigua. “También dezimos diz que por dizen, y no parece mal”, escribe Juan de Valdés hacia 1535 (Kany 1969: 290). 45 Cf. Kany (1969: 290-297).

Por último, una característica importante que presenta la tercera persona del plural

en estos contextos de interpretación indefinida es la de tener necesariamente que referirse

a un sujeto no sólo animado sino humano. A ello se debe la anomalía de oraciones como

las de (62), con verbos que expresan actividades normalmente realizadas por animales.

Por la misma razón, la oración de (63a) no puede interpretarse como que el objeto va a

ser víctima de una manada de lobos o de un animal salvaje, sino sólo de uno o más

seres humanos. Igualmente, si bien los libros es un sujeto adecuado para el verbo decir

(los libros dicen cosas interesantes), la interpretación en que “algún libro nos dice cosas

interesantes” está excluida en (63b):

(62) a. ??Ladran por la mañana.

b. ??Pastan aquí.

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48

(63) a. Te van a atacar en cualquier momento.

b. Dicen cosas interesantes.

27.2.2.3. Otros casos de interpretación genérica del sujeto. Los locativos

Quisiéramos poner ahora sobre el tapete un tipo de construcción que conlleva una

interpretación no definida de distintas personas gramaticales. Ha sido señalado desde las

gramáticas tradicionales que nuestra lengua permite que un sujeto definido plural

determine concordancia de primera, segunda o tercera persona. En este sentido, todas las

oraciones de (64) son igualmente posibles, según el SN los españoles contenga en su

referencia al hablante, al oyente, a ambos o a ninguno (véase Hurtado, 1989, para un

análisis de este fenómeno):

(64) Los españoles {son / somos / sois} personas muy hospitalarias.

Lo que nos interesa destacar aquí es que el conjunto de personas a las que se refiere el

sujeto, además de por un SN plural, como en (64), puede estar también expresado por

medio de un SP locativo antepuesto, que se refiere al lugar donde se localiza a un

conjunto no determinado de personas. Este SP locativo no es simplemente un activador

de genericidad, sino que parece funcionar como un sujeto lógico, a juzgar por lo que

muestran los ejemplos de (65):

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49

(65) a. En el colegio {tenemos / tenéis / tienen} problemas.

b. En España {somos / sois / son} muy hospitalarios.

La interpretación de las distintas personas gramaticales se refiere a una

colectividad indeterminada de individuos que se relacionan de diversos modos con un

lugar, que acota de algún modo los referentes posibles. Entre esos referentes se incluyen,

como en el caso de (64), el hablante, el oyente, ambos o ninguno, dependiendo de la

persona gramatical empleada.

De nuevo, si el verbo está en tercera persona, para que se obtenga la

interpretación inespecífica apuntada, es necesario que se refiera a seres humanos. Véase,

si no, cómo en una oración como (66) la única lectura posible es aquella en la que son

los empleados del zoo o de la pajarería los que tienen hambre o comen alpiste, y en

ningún caso el verbo puede referirse a los animales allí encerrados:

(66) a. En el zoo tienen hambre.

b. En esta pajarería comen mucho alpiste.

Estos locativos que analizamos se distinguen en varios aspectos de los adjuntos o

complementos circunstanciales. Una diferencia fundamental entre ambos es que dos

locativos adjuntos no pueden coaparecer en la misma cláusula, a no ser que el punto

espacial denotado por uno de ellos esté incluido en el descrito por el otro, de modo que

lo delimite o lo precise. Es necesario, además, que entre los dos circunstanciales se

produzca una pausa. Tal restricción no tiene efecto, sin embargo, si se trata de locativos

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50

que se relacionan con el sujeto. Sirvan de muestra los contrastes de (67) y (68):

mientras que en las oraciones de (67) aparecen dos complementos circunstanciales, en

(68) un circunstancial coexiste con un locativo relacionado con el sujeto:

(67) a. Fui a París *(,) a tu casa.

b. *Fui a París (,) a Bruselas.

c. Ponlo sobre la estantería *(,) dentro de la caja.

d. *Ponlo sobre la estantería (,) en la mesa.

(68) a. En este país tenemos problemas en el extranjero.

b. En España siempre vamos de vacaciones a Caracas.

c. En este colegio desayunan en el bar de la esquina.

d. En casa nos gusta pasear por el parque.

27. 3. Oraciones impersonales por la naturaleza del predicado

27.3.1. Verbos que significan fenómenos naturales

Los predicados que denotan fenómenos naturales (generalmente meteorológicos)

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51

crean estructuras impersonales, en tanto que no puede atribuírseles un sujeto ni lógico ni

gramatical en el sentido que hemos señalado. Este grupo se subdivide en dos clases, por

lo que respecta a la naturaleza simple o compleja que presentan los predicados. Puede

tratarse, así, de estructuras con verbos auxiliares, vacíos de significado léxico, como estar,

ser o hacer, seguidos de un nombre o adjetivo que hace referencia a un determinado

fenómeno o cualidad natural, como en (69). Alternativamente, existen piezas léxicas

verbales que llevan incluido en su significado un fenómeno concreto; son los casos

conocidos de (70):

(69) a. Está nublado.

b. Es {tarde / primavera / de día}.

c. Hace {frío / calor}.

(70) a. Llueve mucho.

b. Está {tronando / escarchando / lloviznando / diluviando}.

c. Amaneció temprano.

d. Está alboreando.

e. Ya ha oscurecido.

Estos verbos tienen la particularidad de no requerir la presencia de ningún

argumento.46 En este sentido, carecen de sujeto. Para los casos de verbos que denotan

fenómenos meteorológicos se ha hablado de un agente implícito (dioses o fuerzas de la

46 Oca (1914: 460), por ejemplo, afirma que “en los verbos meteorológicos no se afirma de nadie, sino del fenómeno mismo, de su existencia o realización”.

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52

naturaleza) o cognado (la lluvia, la nieve).47 A veces, generalmente en construcciones de

sentido figurado, estos argumentos pueden aparecer explícitamente. En casos como los de

(71a) se trata de un agente/causante, que aparece antepuesto; y en los de (71b) de un

tema o paciente, pospuesto pero que induce, no obstante, concordancia verbal. Esto es,

siendo distintos (sólo el primero de ellos sería un sujeto lógico, en el sentido descrito), los

argumentos que aparecen en (71) concuerdan ambos con el verbo. En el caso de los

temas o pacientes, el sintagma debe ser necesariamente indefinido (71c).

47 Véase, por ejemplo, Bello (1847: §773).

(71) a. Los dioses no llueven.

b. Llueven piedras.

c. *Llueven las piedras.

Una excepción a esta restricción de definitud la constituyen los usos metafóricos

como los de (72). En este tipo de construcción la presencia de un dativo (implícito o

explícito) es imprescindible para que el SN pueda ser definido:

(72) a. Le llovieron las críticas.

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53

b. #Siempre llueven las críticas en esas circunstancias.48

En los casos de uso no figurado, parece que estos verbos describen un evento

que se predica, en realidad, de un argumento espacio-temporal.

(73) a. {Ahora / aquí} {llueve / nieva}.

b. {En verano / aquí} {está nublado / hace frío} a menudo.49

Junto con los verbos meteorológicos, los del tipo amanecer, anochecer y atardecer

presentan también un argumento espacio-temporal (hoy anocheció temprano) pero

generalmente no admiten ningún agente figurado. Sí toleran, sin embargo, la presencia de

un dativo (nos anocheció en carretera). El verbo amanecer, frente a los otros, presenta la

particularidad de que puede construirse en modo personal, generalmente en primera

persona:

(74) a. Amanecimos {temprano / en Huelva}.

b. ?Anochecimos {tarde / en Huelva}.

c. *Atardecimos {temprano / en Huelva}.

El verbo amanecer puede además tener un argumento expreso, a veces antepuesto

y a veces pospuesto, con las mismas restricciones de definitud que en el caso de llover, y

48 Hay que señalar que esta oración es posible sólo si interpretamos un dativo implícito de significado genérico. 49 Autores como Lyons (1967: 422) sostienen que “en toda enunciación de una oración de este tipo siempre hay implícita alguna expresión de lugar, y es ella la que debe identificarse como sujeto subyacente”.

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54

admite predicativos, a diferencia de los otros dos:

(75) a. El día amaneció.

b. Amaneció un día espléndido (vs. #el día espléndido).

c. Amaneció nublado.

d. *La noche anocheció.

e. *Atardeció una tarde agradable.

f. *Anocheció {nublado / lluvioso}.

Una característica que parece indicar que los verbos meteorológicos no carecen

totalmente de sujeto lógico es que todos los predicados de esta clase tienen la posibilidad

de llevar infinitivos subordinados concertados, igualmente impersonales:

(76) a. Siempre llueve antes de nevar.

b. A veces nieva sin hacer frío.

c. Siempre oscurece después de llover.

Por lo que se refiere a las construcciones con V+SN, las que se forman con hacer

tienen en común con las anteriores el hecho de admitir un argumento locativo o temporal

antepuesto, como en (77a). El nombre que aparece tras hacer nunca induce concordancia

(77b)50, si bien, como en el caso de las existenciales (cf. § 27.3.4), en ciertos dialectos

50 En la lengua antigua se daba también esta construcción, que admitía sintagmas que hoy nos suenan extraños. Como muestra de ello, véanse los ejemplos siguientes, que cita Pérez Toral (1988):

(i) a. Fazíe nieve e granizava. [Libro de Buen Amor 964, tomado de Pérez Toral, o. cit.:

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55

se oyen ejemplos como (77c, d):

(77) a. Fuera hace {veinte grados / mucho calor / un día espléndido}.

b. Está haciendo unos calores terribles.

c. Aquel año hicieron unos calores terribles.

d. Cuando hacen veinte grados a la sombra, es mejor no salir a la calle.

También como en el caso de haber existencial, el SN posverbal puede

pronominalizarse con lo, a pesar de ser necesariamente indefinido:

(78) a. Hace frío / lo hace.

b. Hace veinte grados / los hace.51

347]. b.Yo andava la noche que fazía luna et mis compañeros comigo. [Pérez Toral, o. cit.:

328].

51 Kany (1969: 280) señala un uso de hacer con nombres como hambre, sueño, sed en Hispanoamérica. También en la variedad peninsular se encuentran expresiones semejantes: ya hace hambrecilla, ¿verdad?

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c. *Hace los veinte grados.52

d. Hace un día espléndido / lo hace.

e. *Hace el día espléndido.

Estas estructuras con hacer alternan con otras no impersonales, de sujeto en

primera persona del plural, que se construyen con estar y complemento con preposición.

El sujeto, sin embargo, debe ser siempre tácito, como pretende indicar en (79) el

asterisco dentro del paréntesis:

(79) Hace 20 grados / (*nosotros) estamos a 20 grados.

Hacer se construye también con adjetivos, en singular masculino, si bien es estar

el que aparece generalmente en estos contextos (80c).

(80) a. Hace {bueno / malo / oscuro / sereno}.

b. Fuera hacía casi tan oscuro como dentro. [ Palacio Valdés, Papeles del

Doctor Angélico, 160. Citado por Fernández Ramírez o.cit.: 141 ].

c. Fuera está {oscuro / nublado / sereno}.

Las construcciones con ser / estar + complemento temporal alternan también con

52 También de modo análogo a lo que ocurre con los verbos existenciales (ib), los SSNN con artículo definido son posibles tras hacer si van modificados por oraciones de relativo, como en (ia):

(i) a. Hace el mismo frío que hizo ayer. b. Hay los (mismos) libros que había ayer.

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57

una forma personal, que no puede aparecer en forma de pronombre expreso (81).

Coinciden asimismo con las que contienen el verbo hacer en que admiten argumentos

locativos antepuestos (82):

(81) a. Es primavera / (*nosotros) estamos en primavera.

b. Es jueves / (*nosotros) estamos a jueves.

(82) a. Ahí fuera está nublado.

b. En Islandia es de noche durante seis meses..

Estas construcciones con verbos copulativos aparecen a veces en forma de

locuciones verbales de valor aspectual, con se (83a-c). El verbo parecer también funciona

como copulativo en estas estructuras (83d):

(83) a. Se hace de noche.

b. Se (nos) hizo tarde.

c. Se puso nublado.

d. Parece {de noche / primavera}.

De modo análogo a las copulativas regulares, en las impersonales a veces se

produce concordancia con el predicado, como en el caso de (84). No obstante, el

carácter de predicado de los elementos que acompañan a la cópula se manifiesta en el

hecho de que pueden sustituirse por el lo neutro, como se ve en (85):

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58

(84) a. Es la una.

b. Son las dos.53

(85) a. Son las cuatro / lo son.

b. Es primavera / lo es.

c. Está nublado / lo está.

Todos los verbos que hemos tratado en este apartado se caracterizan, pues, por

no expresar fenómenos naturales y no presentar sujeto gramatical. Incluyen todos en su

significación, sin embargo, un argumento espacio-temporal del que se predica el evento

descrito por el predicado. En lo que sigue, trataremos de las construcciones temporales

con el verbo hacer, y analizaremos las propiedades que presentan.

27.3.2. Las construcciones temporales con hacer

53 Frente a lo que ocurre en español, en lenguas como el inglés o el francés no hay concordancia:

(i) a. It is five o’clock b. Il est trois heures.

La falta de concordancia en general de las copulativas con los sintagmas pospuestos se ha relacionado con la imposibilidad de admitir sujetos nulos (cf. Chomsky , 1982).

El verbo hacer, seguido de un sintagma de significado temporal, entra en otro tipo

distinto de construcciones impersonales que indican el punto en el tiempo en que se

produjo una acción o a partir del cual perdura una acción o un estado, en relación con un

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59

momento determinado o con el momento de habla. Esta secuencia puede dar lugar a dos

estructuras. En una de ellas, hacer más el sintagma temporal funciona como

complemento de tiempo de otro verbo (86a) o de un nombre (86b). En este último caso,

hacer va precedido de la preposición de. Cuando hacer es complemento de un verbo,

puede ir precedido de las preposiciones desde y hasta (86c,d).

(86) a. Ocurrió hace veinte años.

b. La película de hace dos años.

c. Estoy aquí desde hace dos horas.

d. No lo supe hasta hace dos días.

En la otra construcción, hacer no es complemento de un verbo o nombre sino que

toma, además del sintagma temporal, una oración o un complemento nominal con de que

denota una acción o evento:

(87) a. Hace veinte años que ocurrió.

b. Hace veinte años de {tu venida / eso}.

Una primera diferencia entre ambas construcciones es que solamente en aquella en

que hacer tiene una oración como complemento el sintagma temporal puede anteponerse

por razones de énfasis. En la otra construcción (86) tal anteposición es imposible, lo que

parece indicar que el complejo hacer+SN forma una locución adverbial donde hace

funciona como preposición.

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(88) a. Dos años hace que no lo veo.

b. Veinte días hacía que lo esperaba.

c. *Tres días hace, vino Juan a visitarme.

d. ??Sucedió veinte años hace.

En ciertas variedades dialectales, el elemento temporal puede inducir concordancia,

como muestran los ejemplos siguientes - los tres primeros tomados de Kany (1969: 260-

262). Por otra parte, esto sólo se da en la construcción en que hacer toma una oración

(o un SN con de), como muestra la agramaticalidad de (89e), lo que, de nuevo, sugiere

que solamente en este caso estamos ante un verdadero verbo.

(89) a. Hacen dos días que estoy aquí.

b. Ya hacen tantos años que pasaron.

c. Hacen tres meses de tu promesa.

d. Hoy hacen, señor, según mi cuenta, quince años, un mes y cuatro días,

que llegó a esta posada una señora en hábito de peregrina. [ Cervantes,

La ilustre fregona, en Novelas ejemplares, Madrid, Espasa Calpe, 1979, 169

].

e. *Llegó hacen dos horas.

Por lo que respecta a la construcción sintáctica, este empleo de hacer admite

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61

sintagmas preposicionales (o nominales con valor temporal)54 (90a-b) y adverbios en

posición inicial (90c):

(90) a. El lunes hará un mes que nos conocimos.

b. {En / por / para} septiembre hizo un año que me gradué.

c. Aún no hace veinte años que nos conocemos.

d. Hoy hace veinte años que nos conocimos

Hacer admite el neutro átono lo, que reproduce no sólo el complemento temporal

sino el complejo formado por éste y la oración. Esto no se da en los casos en que hacer

y el SN temporal funcionan como complemento circunstancial, lo que de nuevo muestra

que se trata de un elemento no verbal.Véanse los ejemplos que damos a continuación:

(91) a. Hace veinte años que nos casamos.

a’. Los hace.

a”. *Los hace que nos casamos.

b. Nos casamos hace veinte años.

b’. *Nos casamos los hace.

54 Es sabido que las expresiones de tiempo, a diferencia de otras con valor adverbial, pueden aparecer en ciertos casos sin preposición:

(i) Llegaré {el lunes / el mes que viene / la primavera próxima}. (Frente a llegaré en primavera).

Puede verse Bosque (1989: cap.10) y referencias allí citadas para esta cuestión.

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62

Para algunos autores, como Pérez Toral (1988: 63) la imposibilidad de sustitución

por lo de la oración que aparece con hacer, dejando atrás al sintagma nominal, constituye

una prueba de que estamos ante una oración de relativo con antecedente temporal.

Parece contradecir este supuesto el hecho de que, como se mostraba en los ejemplos de

(88) arriba, ese sintagma temporal puede anteponerse y quedar separado de la oración,

lo cual es imposible en los casos de antecedente y relativa (cf. *el chico ha venido que

vimos anoche). El sintagma de tiempo y la oración forman una unidad parecida a la que

se da con el SN que sigue al verbo llevar y, en este caso, un adjetivo o adverbio, un SP

o un gerundio:

(92) a. Llevo veinte años {casada / aquí / sin verte / haciendo lo mismo}.

b. Los llevo.

c. *Los llevo {casada / aquí / sin verte / haciendo lo mismo}.

Esta construcción es común en Latinoamérica con el verbo tener (tengo veinte años aquí) (93a). Kany

(1969) señala que en México tener reemplaza no sólo a llevar sino a hacer y recoge ejemplos como (93b).

(93) a. Aquí tengo quince días y todas las noches me sacan. [ O. Lewis, Los hijos de Sánchez,

México, Mortiz, 1965, 372 ].

b. ¿Cuándo fue eso?

- Ya tiene un año.

Según Fernández Ramírez (1986: §20, nota 68) “ese que [que introduce la

oración complemento de hacer] es temporal, equivale al ‘cuando’, ‘desde que’, como el

quod temporal empleado en fórmulas muy semejantes a las españolas en latín antiguo y

en latín de transición: diu est quod... ‘ha tiempo que...’ [...]; y con el que románico ecce

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63

sunt anni quinquaginta et supra que de trans Pado hic me conlocabi (códice diplomático

longobardo, citado por Norberg, Forsch, 238)”.

En la lengua antigua, probablemente hasta el siglo XVIII, era el verbo haber (sin el

y locativo en el presente) el que se usaba en estos contextos:

(94) Años ha que no te veo.

Este uso es común en nuestros días en algunos dialectos de Hispanoamérica. Kany

(1969: 265-266) señala que a veces la forma verbal se funde con la -a final de ahora,

dando lugar a ejemplos como:

(95) a. Ahora poco le robaron. (Argentina).

b. En esos laos cundía eso ahora años. (Colombia).

Otra construcción muy similar a la de hacer con complemento oracional es la

formada con el verbo ir seguido de la preposición para, que es la que introduce el

complemento temporal. Igual que en el caso de hacer, y a pesar de ir precedido de

preposición, en ciertos dialectos el complemento de tiempo, si va en plural, puede

concordar con el verbo (96b,c). Los ejemplos que damos a continuación son de Kany

(1969: 270-271).

(96) a. Ya va para tres años que trabajé aquí.

b. Pa quince días van que no lo agarrás. (Argentina). [ Benito Lynch, El

romance de un gaucho, Buenos Aires, Anaconda, 1930, 12 ].

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64

c. Ya van para los siete años que estamos casados. (Chile). [ Juan

Modesto Castro, Aguas estancadas, Santiago de Chile, 1939, 301 ].

Trataremos en el siguiente apartado las construcciones impersonales con los

verbos seudocopulativos parecer y resultar.

27.3.3. Los verbos parecer y resultar

El verbo parecer crea estructuras copulativas, en las que el predicado,

generalmente adjetival, se sustituye por el pronombre neutro lo:

(97) a. Juan parece cansado.

b. Juan lo parece.

El significado de este verbo, por otra parte, puede referirse a la percepción

sensorial o aludir a un proceso psicológico, a la opinión de un determinado individuo

respecto de algo o alguien. En este último caso suele aparecer un dativo, generalmente

en forma de pronombre ( LA PREDICACIÓN. LAS ORACIONES COPULATIVAS):

(98) a. Juan parece un andrajoso.

b. Juan me parece un andrajoso.

Pero el predicado de parecer puede ser oracional, y en este caso presenta la

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65

particularidad de permitir una alternancia entre una construcción impersonal (99a), y otra

en la que este verbo admite como sujeto gramatical al de la oración subordinada (99b).

(99) a. Parece que Juan trabaja mucho.

b. Juan parece trabajar mucho.55

Como ocurría en los casos anteriores, en lenguas como el inglés o el francés aparece un sujeto expletivo,

vacío de contenido, en construcciones como las de (99a), aunque -como muestran (100c,d)- también son posibles

las correspondientes a (99b) :

(100) a. It seems that John works a lot.

b. Il semble que Jean travaille beaucoup.

c. John seems to work a lot.

d. Jean semble travailler beaucoup.

Al igual que en la construcción con adjetivo, la oración subordinada a parecer

alterna con el neutro átono lo. En este caso, en que parecer funciona como impersonal,

acepta también el tonico neutro eso y el adverbio así. Estos últimos deben, además,

ocupar necesariamente la posición preverbal (101c). Si parecer va precedido del sujeto de

la oración incrustada, tanto el adverbio como la proforma eso son imposibles (102b).

55 Véase, entre otros, Fernández Leborans y Díaz (1990). Esta construcción se conoce con el nombre de ‘Ascenso del Sujeto’ y parece presentar restricciones aspectuales: se requiere un tiempo genérico, presente o imperfecto, pero no se admite aspecto perfectivo, como se ve en:

(i) *Juan {pareció / ha parecido} saber la respuesta. (LA PREDICACIÓN. LAS ORACIONES

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66

(101) a. Parece que Juan trabaja mucho.

b. Lo parece. / Eso parece. / Así parece.

c. #Parece así. / #Parece eso.56

(102) a. Juan parece trabajar mucho.

b. *Juan {eso / así} parece.

c. Juan lo parece

COPULATIVAS) 56 Naturalmente, estas oraciones son buenas si interpretamos así como un complemento modal y eso como un sustituto de un adjetivo, en una construcción copulativa. Hay, por otra parte, restricciones con respecto al tipo de verbo subordinado: no todos admiten la pronominalización (LA PREDICACIÓN. LAS ORACIONES COPULATIVAS):

(i) a. Juan parece trabajar mucho. / Lo parece. b. Juan parece entender bien. / *Lo parece.

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67

Como se ha señalado repetidas veces,57 la posibilidad de conmutación por el

pronombre acusativo indica que la cláusula no es en ningún caso el sujeto gramatical.

Con el parecer que requiere un dativo, sin embargo, la alternancia descrita a

propósito de (99) no se da: si aparece el dativo, parecer no admite a ningún elemento

como sujeto (volveremos sobre esta cuestión) y además es el dativo el que determina la

referencia del sujeto del infinitivo:

(103) a. *Juan me parece trabajar mucho.

b. *Me pareces entenderlo.

c. Me parece entenderlo.

Lo que sugiere este contraste es que el dativo funciona como sujeto lógico del

parecer impersonal, de ahí que no se admita la presencia de un sintagma nominal con

esa función.

Resultar ofrece un comportamiento semejante a parecer, en tanto que admite

alternancias del tipo de la de (99). Esto es, resultar en la construcción con oraciones no

selecciona un sujeto lógico y acepta como sujeto gramatical (con el que concuerda) al

procedente de la oración subordinada (104b). Este verbo, sin embargo, tiene más

restringida esta posibilidad. En concreto, no admite la alternancia descrita a propósito de

parecer más que con un conjunto restringido de verbos (que se reduce prácticamente a

los copulativos).

57 Véase, entre otros, Alcina y Blecua (1975).

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68

(104) a. Resultó que Juan fue el ganador.

b. Juan resultó ser el ganador.

c. *Tu hermano resulta trabajar bien.

d. *Juan resultó haberlo hecho.

Por otro lado, resultar, a diferencia de parecer, no admite construcciones con

neutros o adverbios como las de (101b), como se muestra en (105); ni dativos, salvo en

construcciones con adjetivo como las de (106b).

(105) a. ??{Eso/así} resultó.

b. *Lo resultó.

(106) a. *Juan me resultó ser el ganador.

b. Juan me resulta {antipático / atractivo}.

27.3.4. Los verbos existenciales: Haber

El verbo existencial haber es quizá el más estudiado de los impersonales, en

trabajos de distinta orientación. Este verbo aparece regularmente seguido de un sintagma

nominal con el que no establece una relación de concordancia y que funciona en muchos

aspectos como un objeto. La mayoría de los gramáticos, en efecto, considera a este

sintagma nominal como un objeto directo (y la estructura correspondiente como

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69

impersonal),58 dado que, si aparece como pronombre, toma la forma de acusativo lo / la

/ los / las:

(107) a. Hay {pan / helados / tarta / frutas}.

b. {Lo / los / la / las} hay.

Las construcciones con haber son, de hecho, herederas de las de habet impersonal + acusativo

desarrolladas en latín en época tardía:

(108) Habet in bibliotheca Ulpia librum elephantinum. [ Scriptores Historiae Augustae, Vospicio, Tac. 8,

1. Tomado de Luque Moreno, 1978 ].

Bello (1847: §781) relaciona las estructuras con haber con las transitivas a las que

daba lugar su primitivo significado posesivo.59 Cuervo (1939: §378) señala que el

significado de existencia “proviene sin duda de la fusión de frases sinónimas: hubo

guerras en España nace de fueron guerras en España + España hubo (tuvo) guerras”. En

el Diccionario de María Moliner se afirma que “[haber] antiguamente, se usaba como

transitivo, significando «tener»: Hubo cinco hijos”, y se señala, asimismo, que “todavía se

emplea el participio pasado en relatos de sucesos, con el significado de “encontrado”,

“cogido” o “apresado”: El automóvil que causó el accidente no ha sido habido, los

autores del atentado no han sido habidos. También perdura en algunas expresiones

58 Véase, por ejemplo, Gili Gaya (1961: 70), R. Seco (1988: 187), Alcina y Blecua (1975: 891), entre otros. No faltan, sin embargo, los que consideran al único argumento de haber como un sujeto. Pueden verse los trabajos de Luque Moreno (1978) y García Yebra (1983) para una revisión de los distintos argumentos, fundamentalmente históricos, en uno y otro sentido. 59 De hecho ésta es la primera acepción que figura en la entrada de este verbo en el Diccionario de la

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70

anticuadas como los que han hambre y sed de justicia, que santa gloria haya o en la

frase ¡bien haya...!” 60

RAE. 60 Véase también Seifert (1930).

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71

Sin embargo, el sintagma nominal que aparece con haber existencial presenta

propiedades especiales, que lo distinguen de los objetos directos de verbos transitivos

regulares.61 En ellas nos detendremos seguidamente.

En primer lugar, las estructuras con haber no pasivizan como las transitivas en

general: en español actual son imposibles oraciones como *libros son habidos en esta

biblioteca. En segundo lugar, su único argumento es necesariamente indefinido,

generalmente de interpretación partitiva. Como complemento, haber sólo admite SSNN con

artículo indeterminado (109b), precedidos de numerales y cuantificadores del tipo de

alguno (109c), plurales sin determinante (109d), cuantificadores negativos (109e),

nombres de masa en singular y sin determinante (109f), sintagmas con de de

interpretación partitiva (109g) y relativas sin antecedente (109h).

(109) a. *Hay {los / esos} libros.62

b. Hay un libro.

c. Hay {tres / muchos} libros. (Cf. *hay todos los libros).

d. Hay coches.

e. No hay {nada / nadie}.

f. Hay {pan / leche}.

g. Hay {de eso / de todo}.

61 Véase Roca Pons (1970) para una discusión detallada. 62 Este efecto de definitud se neutraliza cuando aparece una relativa (ia), como ha notado, entre otros, Browning (1987), y en los casos de superlativos (ib), como señala Masullo (1996):

(i) a. (Este año) hay los mismos problemas que había el año pasado.

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h. No hay quien pueda con eso.

Es decir, a pesar de que el complemento de haber puede aparecer en forma de

pronombre, si se trata de un SN léxico, debe ser necesariamente indefinido. Es frecuente

también que haber lleve como argumento un SN cuantificado, que puede indicar distancia.

(110) a. De Madrid a Barcelona hay seiscientos kilómetros.

b. Había cuatro metros desde la mesa hasta el televisor.

En relación con este carácter indefinido del argumento de haber está la peculiaridad

de que no va precedido de a cuando se refiere a personas, como ocurre generalmente

con los objetos directos de verbos transitivos ( EL COMPLEMENTO DIRECTO

PREPOSICIONAL):

b. (En esa tienda) hay el mejor café de toda Colombia.

(111) a. He visto a algunos profesores.

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b. Hay (*a) algunos profesores.63

A veces, además, haber no lleva ningún sintagma nominal, sino que aparece en

construcción con adverbios como bastante o suficiente y un sintagma preposicional:

(112) a. Hay bastante con eso.

b. Con tres más ya habrá suficiente.64

Por lo que se refiere a la significación de haber, la de existencia está ligada

generalmente a una localización. En este sentido, haber alterna con el copulativo estar,

dependiendo del carácter definido o no del SN que lo sigue. Como señala María Moliner

(Diccionario), este verbo “se usa como terciopersonal con el significado de “existir”, “ser

tenido” o “estar” (...) Como esta construcción con haber, al ser terciopersonal, no es

aplicable a la primera ni a la segunda persona, para expresar la misma idea con respecto

a éstas hay que servirse de estar. (Estabas tú solo [estábamos cinco personas] en la

parada del autobús)”.65 De ahí que (113b) sea una respuesta adecuada a una pregunta

63 Sobre la relación entre definitud y presencia de la preposición a personal puede verse el trabajo de Suñer (1993) y los recogidos en la antología de Pensado (1995). Para otras pruebas de la naturaleza de objeto del argumento de haber puede verse el trabajo de Suñer (1982). 64 Posiblemente, esto se relacione con la construcción con tener del tipo de:

(i) Tengo bastante con mil pesetas. 65 Bull (1943: 121) sostiene asimismo que “Haber y estar han llegado a una división casi estable del campo de la locación. La división de función que ahora comparten está basada en el concepto de definitud e indefinitud”. Y Utley (1954: 255) afirma, a su vez, que: “El examen de los usos de estos dos verbos muestra que existe una clara distinción, esto es, que cuando la persona o cosa implicada es definida, se usa el verbo estar; cuando es indefinida, se usa haber”. Bolinger (1954: 334) también señala esta

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74

como la de (113a):

(113) a. ¿Cuántas personas había en la reunión?

b. Sólo estaban Juan, Pedro y María.

diferencia.

Atendiendo entonces a los argumentos que admite el verbo existencial, si

observamos un poco más detenidamente la estructura de las oraciones aquí sobre el

tapete, veremos que la mayoría de ellas se caracteriza por tener, de modo implícito o

explícito, una expresión de significado espacio-temporal a la que denominaremos

simplemente locativo, en aras de la simplificación. No es éste un hecho particular del

español: en muchas lenguas aparece sistemáticamente un elemento locativo con los

verbos existenciales, bien en posición sujeto (como en inglés), bien como parte del verbo,

en forma de clítico locativo (como en italiano o francés) o integrado con los morfemas de

tiempo (como en español). (114a-d) ejemplifican estas posibilidades:

(114) a. There is a man in the room.

b. C’e un uomo nella stanza.

c. Il y a un homme dans la chambre.

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d. Hay un hombre en la habitación.66

Los datos diacrónicos son bastante significativos. En latín, la idea de la existencia

estaba ligada casi siempre a una localización, y se expresaba con el verbo esse, si bien

ya en Plauto aparecen casos como los de (115a), y en latín vulgar se dan con frecuencia

construcciones de haber + acusativo sin sujeto explícito y significado existencial en un

lugar determinado, como la de (115b) (ambos ejemplos están tomados de Moreno Bernal,

o.cit.):

(115) a.Ubi habet? Urbe argone? Hic habet. [Aul.5]

b. In arca Noe habuit homines. [Hier. ep. 123, 9] .

Y en español antiguo y medieval el locativo y aparecía con todos los tiempos de haber

(116):

(116) Algunos d’ellos fizieron lo que plogo a Dios, mas otros y’ ovo que fizieron

yerros. [ Manuscrito Escurialense, 6. Ecl. 48, 18 ] (Citado por Moreno

Bernal , o. cit.).

La idea que surge de los datos es que el locativo es, en realidad, el sujeto lógico

66 Dentro del marco de la gramática generativa, algunos autores consideran, basándose fundamentalmente en los ejemplos del inglés, que el argumento directo y el locativo forman una cláusula reducida en la que el sintagma preposicional o adverbial funciona como predicado. Pueden verse los trabajos de Stowell (1881), Safir (1981), Lasnik (1992), Torrego (1984), Suñer (1982), entre otros, para distintos enfoques desde esta perspectiva.

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de la construcción, en el sentido de que de él se predica la existencia de algo. El lugar

funciona como una expresión referencial de la que se predica la propiedad de poseer o

contener al objeto directo. Esto ocurre también en otros casos, dado que los sintagmas

preposicionales locativos pueden denotar un punto concreto en el espacio al que puede

atribuirse una determinada propiedad, como en debajo de la alfombra no es un buen sitio

para esconder la basura, encima de la mesa está sucio todavía o fuera está siempre lleno

de hojas secas. Esto es, según todos los indicios, lo que ocurre en las construcciones

existenciales (y en otras que veremos en el siguiente apartado).

En relación con esto, hay otra propiedad del sintagma nominal que aparece con

haber que lo distingue de los sujetos: cuando haber está subordinado a parecer, su

argumento nunca puede funcionar como sujeto, concordando con este verbo. Por el

contrario, es el locativo el que aparece en posición inicial en estas construcciones, de

modo análogo a los sujetos de los verbos no impersonales:

(117) a. Parece haber fantasmas en esta casa.

b. #Fantasmas parece haber en esta casa.

c. En esta casa parece haber fantasmas.

Haber tiene también la particularidad de admitir (y de funcionar como) un infinitivo

concertado con verbos impersonales del tipo de los meteorológicos. Parece también en

este caso que es el locativo el que determina la referencia del sujeto sobreentendido del

infinitivo que es, recordemos, también un locativo. Así, no es posible un caso como el de

(118c), en el que un sujeto personal fija la referencia del sujeto del infinitivo:

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(118) a. En este pueblo a veces hay mosquitos después de llover.

b. A veces nieva después de haber tormenta.

c. *A veces encendemos hogueras después de {llover / haber tormenta}.

Por lo que se refiere a la concordancia entre haber y su argumento, parece

necesario hacer una distinción entre el rasgo de número y el de persona. Hay, en este

sentido, variantes distintas: en ciertos registros y en ciertas zonas la concordancia en

número de haber con su único argumento (119a) es la norma. Tal concordancia se

mantiene cuando hay perífrasis verbales, como las de (119b,c):

(119) a. Hubieron muchas discusiones por eso.

b. Siguen habiendo problemas.

c. Pueden haber sorpresas agradables.

En relación con esto, Kany (1969: 257) señala que en el habla rústica de

Argentina se ha creado una forma hayn para el presente de indicativo. Autores como Bello

(1847: §781), Cuervo (1939: §378) o Henríquez Ureña (1940: §92) se hacen eco de la

aparición de este fenómeno en distintas zonas de España e Hispanoamérica; Kany (1969:

255-260) da ejemplos de todos países hispanoamericanos.

En otras variantes (que tienen más que ver con el nivel cultural que con la zona

geográfica), la concordancia se extiende incluso a la primera o segunda personas. En la

primera persona del plural, además, aparece la forma regular habemos y no la irregular

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hemos:

(120) a. En la fiesta {habemos / habéis} veintisiete personas.

b. Debíamos haber cinco mil personas en la manifestación.

Esta disociación entre persona y número se manifiesta también en lenguas como el

inglés que muestran variación en el verbo existencial según el argumento sea singular o

plural (121a,b). En esta lengua, si bien se sienten como marcadas, se admiten oraciones

como la de (121c), pero no como la de (121d), en que la forma verbal está en segunda

persona:67

(121) a. There is a man.

Lit. LOC es un hombre.

b. There are two men.

Lit. LOC son dos hombres.

c. Till there was you.

Lit. LOC hasta que fue tú.

d. *Till there were you.

Lit. LOC hasta que fuiste tú.

En relación con la selección semántica de un argumento locativo por parte de

haber, hay que mencionar la fórmula fija he {aquí / ahí / allí}. Autores como Seco

(1986) rechazan que la forma he, frecuentemente considerada como la segunda persona

67 Sobre esta disociación entre el número y la persona puede verse el trabajo de Rigau (1993).

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del singular del imperativo de haber, tenga relación con este verbo. Este autor considera

(op.cit.: 219-220) que “es un verbo defectivo e impersonal. Expresa la mera existencia de

algo en un lugar, como el impersonal hay, pero se diferencia de éste en que presenta

siempre esa existencia «ante los ojos» del oyente”. Frente a esta opinión, la RAE

(Diccionario, II, 1992, ed. 1996; 1089) considera a he como un adverbio que, “unido a

aquí, ahí o allí, o con los pronombres me, te, la, le, lo, las, los, sirve para señalar o

mostrar una persona o cosa”. Un dato que parece favorecer la adscripción a la categoría

de verbo de este he seguido de adverbio de lugar es precisamente que puede llevar

pronombres átonos enclíticos (hete aquí).

Por último, hay que señalar que en época antigua ser se combina también con y y

con otros locativos para obtener este mismo sentido impersonal, en que el verbo

concuerda con su único argumento. Hanssen (1945: §494) cita el ejemplo (122a) del

Cantar del Mio Cid y Moreno Bernal cita el que aparece en (122b). En español se han

mantenido ejemplos de esta construcción de ser impersonal con locativo, como el tan

citado de Fray Luis de (123a), el de Quevedo de (123b) y en expresiones del tipo de

(123c):

(122) a. Non es omne qui dales pudiese cuenta e todos los otros que y son. [

Cantar del Mio Cid (v. 1998) ].

b. E no es seso ó á amargor. [Ecli. 21,15].

(123) a. Los pocos sabios que en el mundo han sido.

b. Érase un hombre a una nariz pegado.

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c. Érase una vez, en un lejano país...

Estas construcciones con ser presentan una particularidad interesante: en ellas

alterna la aparición de un elemento locativo-temporal y del demostrativo neutro esto, que

funcionaría como sujeto gramatical. Ambos argumentos, no obstante, están en distribución

complementaria, lo que indica que, en efecto, compiten por la misma posición sintáctica

(124b). En algunos dialectos, además, la concordancia con el elemento posverbal se

mantiene aunque el demostrativo neutro aparezca en posición de sujeto, como muestra el

ejemplo de (124c).

(124) a. Éra(se) una vez, en un lejano país, un rey malvado...

b. Esto era (*una vez / *en un lejano país) un rey malvado...

c. Esto eran dos reyes que tenían dos hijas...

27.3.5. Otras construcciones impersonales con locativos

Hay un grupo de verbos que presentan una construcción sintáctica similar a la

descrita para el verbo existencial, en el sentido de que tienen un solo argumento que no

funciona como sujeto gramatical y, a la vez, requieren la presencia implícita o explícita de

un argumento espacio-temporal.

El verbo oler, por ejemplo, se construye generalmente con un locativo y un

complemento con a (125a); otros verbos no tienen preposición en su complemento (con

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el que en ocasiones concuerdan), pero se predican igualmente de un lugar, que aparece

a veces de modo implícito (125b,c):

(125) a. Aquí huele a {quemado / pino / comida}.

b. Aquí {pasa / sucede / ocurre} algo.

c. (Aquí) {sobra / falta} dinero.68

El comportamiento de estos argumentos locativos en estructuras de coordinación

muestra que no tienen las mismas propiedades que los circunstanciales o adjuntos y que

se asemejan más a los que aparecen con impersonales meteorológicas y existenciales:

(126) a. Aquí es donde llueve y faltan paraguas.

b. Aquí es donde no hay sábanas y {sobran mantas / huele a podrido}.

c. Es ahora cuando sobran palabras y faltan hechos.

d. *Es ahora cuando hace calor y habla Juan.

e. *Es aquí donde acampan los turistas y huele a podrido.

f. *Es aquí donde huele a podrido y estudian los niños.

Otro aspecto en el que este argumento se comporta como los que aparecen con

las oraciones impersonales antes estudiadas (y que hace, por tanto, que se asemeje más

a un sujeto lógico) es que también puede aparecer antepuesto a parecer en estructuras

de infinitivo. La construcción en la que es el SN el que se antepone (127b) es, sin

68 En español antiguo muchos de estos verbos llevaban la preposición de:

(i) Acaesçiol de posar en las casas dell obispo. [Primera Crónica General, 712, b2. Tomado de Beardsley 1966: 101].

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embargo, más marcada:

(127) a. Aquí parece (sobrar / faltar / ocurrir} algo.

b. #Algo parece {sobrar / faltar / ocurrir} aquí.

La función decisiva del argumento espacio-temporal (locativo) se manifiesta

también en lo que ocurre con verbos transitivos como los que damos a continuación. En

unos, dicho argumento locativo alterna con un sujeto agente propiamente dicho (128a,b);

en otros, alterna también con sintagmas nominales que pueden concordar con el verbo

(128c):

(128) a. El libro {dice / reza / ??pone} ... 69

b. {En el libro / aquí} {dice / reza / pone } ... 70

c. (Me) {duele / pica / escuece} {el brazo / en el brazo / aquí}.

69 Hay casos similares ya desde antiguo de la construcción con decir, Kärde (1946: 47), por ejemplo, cita el siguiente:

(i) “Pero fincara un rey en la tierra, que non dize en ell estoria so nombre”. [Crónica General, 24a 15].

70 Hay que señalar que esta particularidad no se da con verbos que expresan el modo de decir, como los que damos a continuación. En (i), el signo # quiere indicar que es imposible no interpretar un sujeto personal determinado (“alguien desarrolla algo en el libro”):

(i) #En el libro {señala / describe / desarrolla / expone}...

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83

Por lo que respecta a la concordancia, un grupo de estos verbos presenta

alternancias entre un sintagma con preposición (sobra con tres pesetas) y un sintagma

nominal que puede determinar el número del verbo (sobran tres pesetas), con el

consiguiente cambio de significado. El otro grupo, el de los verbos que no llevan

preposición, concuerda a veces con el sintagma nominal (ocurren cosas estupendas). De

todos modos, esto no siempre es así. Hay ejemplos en distintas épocas del castellano en

los que no se produce concordancia. Los que damos a continuación son de Fernández

Ramírez (o.cit.: §20, nota 77). Las oraciones cooordinadas, por otro lado, nunca inducen

concordancia en estos casos (130).

(129) a. Para los pecadores que son corteses y comedidos, sólo les basta

amenazas. [A. Álvarez, Sylva espiritual, I, 14].

b. Sobraba quienes juraban haber visto las cosas más pecaminosas. [M.

Magdaleno, La tierra grande, 172].

(130) a. *Faltan que te manden la aceptación y que te confirmen el vuelo. (Cf.

Faltan la aceptación y la confirmación).

b. *Ocurrieron que se fue y que su padre no lo encontró. (Cf. Ocurrieron la

ida y el encuentro al mismo tiempo).71

71 En general, las oraciones consideradas como sustantivas de sujeto nunca determinan el número del verbo principal si van coordinadas entre sí o con un pronombre:

(i) a. *Me importan que Juan se pierda y que Luis se equivoque. b. *Son imposibles eso y que se haya olvidado.

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84

Aparte de estos verbos léxicos, los auxiliares ser y estar, seguidos de los adjetivos

bastante, suficiente o del adverbio bien, forman construcciones análogas a las que

tratamos:

(131) a. Es {bastante / suficiente} con tres sesiones.

b. Está bien con dos días más.

Tanto bastar como valer, estar bien, ser suficiente entran en construcciones

imperativas en que aparece el adverbio ya en posición inicial, bien con un complemento

con de detrás del verbo, bien de modo absoluto:

(132) a. Ya {está bien / basta} de tonterías.

b. Ya es suficiente.

c. Ya vale de escapadas.

d. {Ya vale / vale ya}de bobadas.

e. Ya {vale / basta / está / estuvo... }. (México).

Por último, es importante notar que, con algunos de estos verbos, en vez de un

argumento locativo aparece en ocasiones un sintagma personal en dativo, como se ve en

los ejemplos siguientes:

(133) a. {Me / le} basta con eso, con que vengas a verme.

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85

b. {Me / le} sobra con tres días.72

c. Me vale con que lo entiendas.

De hecho, hay un grupo de verbos que crean estructuras impersonales en las que

no aparece un sintagma de lugar (locativo), sino un dativo de persona. En tales verbos

nos detendremos a continuación.

27.3.6. Verbos que denotan actos o estados psíquicos

72 A veces se produce cambio de significado entre las dos variantes, con y sin preposición:

(i) a. Me sobran cien pesetas. b. Me sobra con cien pesetas.

Un gran número de gramáticos, entre los que se cuentan la RAE (1973) y Seco

(1988: 188) considera impersonales las construcciones con ciertos verbos psicológicos

como convenir, importar. Este tipo de verbos, que Alcina y Blecua (1975) denominan

también “seudo-impersonales”, por su significado requieren sistemáticamente sintagmas

con valor de experimentantes / benefactivos (humanos), que pueden aparecer explícitos

o sobreentenderse, como se ve en (134):

(134) a. (Me) conviene que todo salga según lo previsto.

b. No (le) importa que lo detengan.

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86

Cuando el argumento directo no es una oración sino un sintagma nominal, el verbo

concuerda con ese sintagma -cf. (135). No obstante, ciertos hechos parecen indicar que

en algunos casos tal argumento no funciona como sujeto gramatical y que estamos, por lo

tanto, ante construcciones impersonales. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el verbo

gustar, que admite un adverbio (que no puede ser sujeto) en posición preverbal (136).

(135) a. Me pregunto si convienen tales salidas de tono.

b. No importan esos detalles.

(136) Así me gusta, que te portes bien.

Por otro lado, como señala Fernández Ramírez (1986: §19), este argumento va en

muchos casos precedido de preposición, generalmente de, heredada del genitivo latino,73

si bien esta posibilidad se documenta de forma más abundante en español antiguo y

clásico. Tomamos del citado autor los ejemplos de (137a-d) y de Beardsley (1966: 102,

103) los de (137e-h):

(137) a. Me place de veros.

b. No se me importa un pitoche de los tricornios.

c. De los de Babilonia no se le da un ardite.

d. ¿También, dijo Sancho, se le entiende a vuestra merced de trovas? [

Don Quijote, I, XXIII ].

73 Con verbos como miseret, paenitet, piget, pudet, que llevan además el pronombre en acusativo.

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87

e. Conviene de guardarnos. [ Primera Crónica General, 286b 40 ].

f. Conuiene aqui de fablar en el linage de los reyes. [ Primera Crónica

General, 467b 32 ].

g. Nol cumplie de usar destas artes. [ Primera Crónica General, 122a 51 ].

h. Dezidme, cavalleros, cómmo vos plaze de far. [ Poema de Mio Cid 670

]; plazria a sus parientes de veerla transida. [ Berceo, Vida de Santo

Domingo de Silos, 680].

Al igual que ocurría con ciertas construcciones con locativos, además de los verbos

léxicos que acabamos de presentar, los estados psicológicos se pueden expresar por

medio de construcciones complejas. Un ejemplo lo constituye el verbo dar seguido de

nombres como miedo o ganas. La construcción resultante tiene un complemento con

preposición y un argumento en dativo.

(138) a. Me {da / entra} {vergüenza / miedo / lástima / alegría} (de) oírte.

b. Me da(n) {ganas / deseos} *(de) irme.

c. A Juan le ha dado por {el rock / salir / ahí}.

d. Me va dando barruntos que desea tanto tener marido como vos deseáis

veros con el gobierno. [ Don Quijote, 15.v. Tomado de Fernández Ramírez

].

e. No me da la gana (de) decírtelo.

Fernández Ramírez (o.cit.: §20) establece una subdivisión en este tipo de

oraciones. Sostiene que en las construcciones con ganas, deseos, etc. el sintagma con de

funciona como complemento del nombre; mientras que en el caso de dar vergüenza,

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88

miedo... se trata de un complemento con preposición seleccionado por el complejo verbal,

de ahí que haya alternancia entre de + SN y SN sin preposición. Esta alternancia no

existe en el caso de las estructuras con ganas, deseos... (139b).

(139) a. Le dio vergüenza (de) haberlo hecho.

b. *Le {dio / dieron} ganas comérselo todo.

Un ejemplo interesante de verbo de actitud mental es el de pesar, que en este uso

impersonal con dativo -frente al transitivo (140a) y al intransitivo puro (140b)- toma un

complemento con de con el que no establece, naturalmente, relación de concordancia

(Bello, por ejemplo, considera que es impersonal -o.cit.: §779):

(140) a. El empleado de Iberia pesa la maleta.

b. La maleta pesa mucho.

c. Me pesa de mis culpas.

d. Me pesa de todo corazón de haberos ofendido.

Pues bien, este verbo presenta una alternancia con respecto al orden de palabras que es,

creemos, significativa. Cuando aparece el dativo, el SN argumento no ocupa la posición

preverbal (generalmente reservada al sujeto). En efecto, en el uso transitivo de (141a), en

que la maleta funciona como sujeto, su posición no marcada es la preverbal. Por el

contrario, en (141b), con dativo, el orden preferido es dativo - V - sintagma nominal:

(141) a. La maleta pesa (5 kg). / # Pesa la maleta (5 kg).

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b. A Juan le pesa la maleta. / # La maleta le pesa a Juan.

Este tipo de construcciones con verbos que denotan estados psíquicos (y a veces físicos), sin sujeto

gramatical y con el argumento humano en dativo, está muy extendido en las lenguas eslavas. Han sido muy

estudiadas desde distintos puntos de vista que Moreno (1987) resume. De allí tomamos los siguientes ejemplos:

(142) a. Zaol mi je. (Servocroata).

Lit. Arrepentido mí-DAT es.

b. Je mi zima. (Checo).

Lit. Es mí-DAT frío.

El islandés también presenta gran variedad de construcciones de este tipo, en que el argumento humano

aparece en forma de preposición conjugada:

(143) a. Tá ocras orm.

Lit. Es hambre en-mí.

b. Is mian leis.

Lit. Es deseo en-él.

27.3.7. Otras construcciones impersonales con dativos

Así pues, no sólo los argumentos espacio-temporales, sino también los

experimentantes / beneficiarios (en dativo), tienen la propiedad común de funcionar como

sujetos lógicos. Hemos visto, además, en distintas partes de este trabajo que los dativos

aparecen también con verbos meteorológicos y temporales y con construcciones

impersonales con ser o resultar más adjetivo. Recogemos ahora algunos ejemplos:

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90

(144) a. Nos dio tiempo de hacerlo.

b. Nos llovió durante el viaje.

c. Me {es / resulta} imposible entenderte.

d. Me es indiferente cómo lo hagas.

e. Le resulta fácil hacerlo.

Las expresiones referidas a las horas pueden construirse con el verbo dar, que en

español actual concuerda con el complemento de tiempo, y con un dativo (145a). A veces

este verbo admite un sintagma nominal antepuesto que funciona como sujeto

(generalmente, el reloj, la campana), y que bloquea la concordancia con el sintagma de

significación temporal y la aparición del dativo (145c).

(145) a. Nos dieron las dos. (Antiguamente: nos dio).

b. El reloj dio las dos.

c. *El reloj nos dio las dos.

Un caso interesante es el que presenta el verbo parecer. Nos referimos a ello

someramente en §27.3.3 y lo repetimos ahora, con nuevos elementos de juicio. Puede

este verbo aparecer con o sin experimentante, como se muestra en (146):

(146) a. Parece que Juan trabaja mucho.

b. Me parece que Juan trabaja mucho.

Parecer, además, como decíamos en §27.3.3, tiene la propiedad de permitir que el

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sujeto de la oración incrustada, si ésta va en infinitivo, ocupe la posición de su sujeto:

(147) Juan parece trabajar mucho.

Pero, y eso es lo interesante, esta alternancia es imposible cuando parecer selecciona un

experimentante que aparece fonéticamente realizado, como en (148a). La razón de este

contraste estaría en el hecho de que el experimentante y el sujeto del verbo incrustado

(respectivamente, me y Juan, en (148a)) estarían compitiendo por la misma posición de

sujeto de parecer.74 De hecho, el sujeto del infinitivo debe coincidir necesariamente con el

dativo. Además, como (148c) muestra, la posición preferida para el dativo es la preverbal,

la que ocuparía normalmente el sujeto de parecer:

(148) a. *Juan me parece trabajar mucho.

b. A Juan le pareció entenderlo.

c. *Le pareció a Juan entenderlo.

74 Para un análisis de este fenómeno en términos estructurales, véase Torrego (1990).

Hay otros muchos predicados que se construyen con la misma estructura

argumental de los que hemos visto hasta aquí. Veremos algunos de ellos a continuación.

El verbo ir seguido de adverbios como bien, mal, estupendamente, fatal, regular,

etc. aparece en construcciones con dativo, en general con un complemento circunstancial

de distintos valores y sin sujeto gramatical:

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(149) a. Me va muy bien con mi nuevo ordenador.

b. A Marta le fue regular en Buenos Aires.

c. Te va a ir fenomenal cuando descanses.

Se ha señalado también un uso de hacer más dativo de tercera persona, con el

significado de “importar”, también sin sujeto gramatical. Esta construcción está muy

extendida en el español hispanoamericano; Kany (1969: 277) da los ejemplos siguientes:

(150) a. No le hace que estés lejos. (Chile)

b. No le hace que se vaya la cocinera. (Guatemala)

c. Pero no le hace que sean muchos. (México)

Observa asimismo Kany (o.cit.: 277) que en el habla rústica y muy popular de México no le hace se ve

reemplazado por no li (le) aunque o nada li aunque, lo que muestra que hace ha perdido el valor verbal:

(151) - ¿Y si hay trifulca?

- No le aunque; es la obligación. [ Francisco L. Urquizo, Tropa vieja, México, 1943, 158).

Otros empleos de hacer con dativo son el que aparece con un reflexivo y con

significado de “parecer” (152a), el que se da en la lengua coloquial peninsular y que

tiene el sentido de “apetecer” (152b), y el de respuesta afirmativa a una proposición

(152c).

(152) a. Se me hace que no va a venir. ( = Me parece que...).

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93

b. ¿Hacen unas cañitas? -No me hace. (= No me apetece).

c. ¿Damos un paseo? -Hace. (= Sí).

El verbo dar también se construye impersonalmente con dativos, si va seguido de

expresiones como {igual / lo mismo}:

(153) a. Me da igual que te vayas o que te quedes.

b. Le daba lo mismo decírmelo o no.

Resumiendo, hemos visto que entre las construcciones impersonales estudiadas en

los apartados anteriores, hay un amplio grupo en las que no aparece un argumento

espacio-temporal sino un experimentante / beneficiario. Hay algunos datos que muestran

que estos dativos son distintos de los que aparecen en las construcciones ditransitivas

regulares, como su posición dentro de la cláusula y su comportamiento con verbos como

parecer. Otra propiedad que presentan estos argumentos, que los distingue de los objetos

indirectos, es que aceptan predicación secundaria, generalmente vetada a estos

complementos (cf. Demonte, 1986, entre otros):

(154) a. Mal me fue ausente pero peor presente. [ Lope de Vega, La Dorotea,

126a. Citado por Fernández Ramírez ].

b. Nos dieron las dos borrachos.

c. Le ocurrió un incidente borracha.

d. *Le entregaron el premio a Juan borracho.

Hay, pues, una estrecha relación entre ciertos dativos y los locativos. Uno de los

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94

aspectos en que se manifiesta esa relación es la capacidad de ambos argumentos para

funcionar como sujeto lógico en oraciones impersonales. Pero, además, en ciertas

construcciones, dativos y locativos incluso están en distribución complementaria, como en

el caso de los verbos pasar, ocurrir (155) o constar (156):

(155) a. Aquí pasa algo. / ??Pasa algo aquí.

b. ??Aquí me pasa algo. / Me pasa algo aquí.

c. En esta casa (me) ocurren cosas raras.

(156) a. Aquí consta que eres el responsable.

b. Me consta que eres el responsable.

c. *Aquí me consta que eres el responsable.

En los ejemplos de (155) y (156) el complemento de lugar, cuando aparece el

dativo, se interpreta como circunstancial, bien parte inalienable del experimentante, bien

como complemento con interpretación temporal (“cuando estoy {aquí / en esta casa}” -

155c). Ni en (155b) ni en (156 b), que contienen un experimentante, el proceso se

predica de un lugar, como ocurre en (155a) y (156a). Nótese, en este sentido, que sólo

si aparece el experimentante realizado fonéticamente se siente como natural (y se

prefiere) la construcción con el locativo pospuesto (155b). Algo similar ocurre con verbos

como faltar o hacer falta:

(157) a. Me falta café.

b. Aquí falta café.

c. ??Aquí me falta café.

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95

(158) a. Me hace falta un lavavajillas.

b. En esta casa hace falta un lavavajillas.

c. ??En esta casa me hace falta un lavavajillas.

Es, además, de notar que el fenómeno se repite en las construcciones con

transitivos del tipo de decir. En este caso, la interpretación impersonal es imposible si

aparece un complemento dativo (eso es lo que pretende indicar el símbolo # en el caso

b. del ejemplo siguiente).

(159) a. El libro nos dice que hay que ser pacientes.

b. #En el libro nos dice que hay que ser pacientes.

Por otro lado, los datos históricos van a resultar reveladores en tanto que trazan de

manera clara la línea que une los dos tipos de argumento que se nos muestran

relacionados. En efecto, como señala Lyons (1967), hay una primera relación entre el

dativo y el locativo y, posteriormente, el primero se distingue del posesivo.Veámoslo:

Es un hecho conocido que en indoeuropeo las construcciones posesivas con tener

son tardías (cf. Benveniste, 1960), y en latín coexistían para expresar esta relación tres

estructuras paralelas:

(160) a. Petrus habet librum.

b. Liber est Petri.

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c. Est mihi liber.

De ellas, la más antigua es (160c), que es estructural y semánticamente equivalente a

una oración existencial con locativo (liber est domi) (cf. García Hernández, 1992). En

latín, así, había dos tipos de oraciones existenciales estructuralmente paralelas: las del

tipo sum + locativo y las del tipo sum + dativo, que se daban tanto con pronombres como

con sintagmas nominales. Los siguientes ejemplos ilustran este hecho.

(161) a. Est tibi frater.

b. Homini cum deo similitudo est. [ Cicerón, De leg., I, 8 ].

c. Es patri meo domus [ Plauto, Aul. 187 ].

Además, ha sido observado (cf. Sánchez Lancis, 1992, y referencias allí citadas)

que en español medieval se dan casos (si bien de modo restringido) en que el adverbio

generalmente locativo y se refiere a un dativo (siempre con valor inanimado). Remite este

autor a Meyer-Lübke (1926), donde se señala este mismo fenómeno. Sánchez Lancis cita

los siguientes ejemplos (los de (163) los recoge de Meillán, 1988, que a su vez los

extrae de Menéndez Pidal, 1919):

(162) a. [...], e finco por alguazil del rey e veedor delo suyo aun mas firme

mientre que antes, et començo a andar muy sesuda mientre en ello e dar y

muy buen recabdo. [ General Estoria ].

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b. [...] e pido te yo merçed que Tu dennes catar este quebranto e dar y

conseio. [ General Estoria ].

(163) a. toda esta por nombrada heredat do io al conuiento e al monesterio (...);

e do y mio cuerpo e de mi mugier... [ Doc. de 1225, núm. 49 ].

b. yo dona Domenga de Fuent Burueua (...) fagom companera en el

monesterio de Villena e offresco y mjo cuerpo e mj alma. [ Doc. de 1265,

núm. 59 ].

Lo mismo observa Rigau (1978) para el catalán actual. En esta lengua, ciertos verbos de doble objeto

rigen el pronombre clítico locativo hi si el referente es inanimado (164), mientras que con nombres animados

requieren el pronombre dativo li (165). Tomamos los ejemplos de la autora:

(164) a. El pare hi dóna corda (al relloge de la sala).

b. El vailet hi dóna corps (a la taula).

c. A aixó, hi dedico molt de temps.

(165) a. El vailet li dóna corps (a en Pere).

b. A la seva filla, li dedico molt de temps.

En español actual se producen también alternancias del tipo de (166), e incluso

hay restos léxicos de dar con locativo, como toma y daca:

(166) a. Trae aquí. / Tráeme eso.

b. Aparta de {aquí / mí} ese bicho.

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27.3.8. Construcciones impersonales con verbos modales y auxiliares

A diferencia de todas las construcciones impersonales estudiadas hasta aquí, los

verbos auxiliares y modales haber, ser y poder tienen la particularidad de que, por no

poseer significado léxico, no tienen una red de papeles semánticos o de valencias. Se

construyen con oraciones temporalizadas o infinitivas y sin sujeto gramatical, pero en ellos

no se sobreentiende ningún tipo de argumento.75 Trataremos de las particularidades de

cada uno de ellos a continuación

La construcción perifrástica haber que + infinitivo tiene valor de obligación, que se

relaciona con la correspondiente forma personal con tener (hay que estudiar / tengo que

estudiar). Esa obligación se puede aplicar tanto al hablante como al oyente o a ambos

(167). De hecho, en ciertas variedades aparecen pronombres reflexivos de primera o

segunda persona en el infinitivo (cf. Gómez Torrego 1994: 39), como en (168):

(167) a. Hay que levantarse, muchacho.

b. Hay que estudiar, si quieres aprender algo.

c. Habrá que esperar, si queremos que salga bien.

(168) a. Hay que alegrarnos por el éxito.

b. No hay que avergonzarte por eso.

75 En lenguas de sujeto obligatorio, aparece un expletivo (inglés it, francés il).

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En relación con las construcciones del tipo de (168a), Martín Zorraquino (1979: 367) alude al trabajo de

Carrillo Herrera (1961), en el que se sostiene que “a diferencia del giro canónico [hay que alegrarse], el desviado

[(168a)] permite reunir y hacer compatibles la impersonalidad implícita en la forma verbal de haber y la

individualidad plural (yo + otros) representada por nos. Frente a tenemos que matarnos, en hay que matarnos se

dan la generalidad máxima y una mayor patentización de no sólo el interés del hablante en el cumplimiento del

proceso, sino también de la necesidad obligativa de su incorporación activa al mismo”. La misma autora (o.cit.,

367, nota 49) sostiene que “hay que... frente a tenemos que... permite expresar un compromiso mayor en la

acción en la medida en que el proceso verbal aparece impuesto por otro distinto del que habla o escucha (en

tenemos que matarnos..., la orden parece emanar del hablante, lo que resta objetividad respecto a la necesidad del

cumplimiento de la misma)”.

Por otra parte, la oración infinitiva que aparece en esta construcción no admite la

pronominalización por lo (169b) ni por ningún otro neutro, ya sea antepuesto o pospuesto

(169c,d). Esto se debe a que se trata de una forma perifrástica, en que la secuencia

haber + que + infinitivo constituye una unidad verbal que no puede romperse.

(169) a. Hay que trabajar más.

b. *Lo hay (que).

c. *{Eso / así } hay (que).

d. *Hay (que) {eso / así}.

Fernández Ramírez (1986: §20), al tratar ejemplos como los anteriores, supone

que estamos ante el resultado de una transposición de términos a partir de haber

existencial + sintagma nominal + oración de relativo, esto es, que a partir de una

estructura relativa de infinitivo como no hay nada que decir obtenemos la impersonal no

hay que decir nada.

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100

Ser aparece también seguido de expresiones de referencia diversa, generalmente

oraciones, y sin sujeto gramatical. Se distinguen estas construcciones de las temporales

antes estudiadas con este mismo verbo (cf. §27.3.1) en que no presentan ningún otro

argumento implícito o explícito de significación espacio-temporal.

(170) a. Es la primavera, que afecta mucho.

b. No es {eso / que no me guste}.

c. Es que me encanta.

d. Es así.

Este uso de ser da lugar a varios tipos de construcción (LA PREDICACIÓN. LAS

ORACIONES COPULATIVAS). En uno de ellos, la secuencia es que alude a la causa o

razón de un enunciado anterior. Este tipo se caracteriza porque ser puede ir en distintos

tiempos (especialmente el futuro -171a) y aparecer introducido por el eso neutro, no

referencial:

(171) a. No me encuentro bien hoy.

- (Eso) será que te ha sentado mal el café.

b. Pedro me dijo que no podia venir.

- Sería que no tenía tiempo.

Antiguamente aparecía el neutro ello como expletivo, en construcciones que se oyen aún hoy, del tipo de:

(172) a. Ello es que...

b. ¿Qué es ello?

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101

Una prueba de que estamos ante una construcción impersonal es que ser en estos

casos se construye con oraciones no necesariamente introducidas por que, sino por otras

conjunciones o locuciones conjuntivas subordinantes, de modo que no puede afirmarse

que las citadas oraciones funcionen como sujeto gramatical:

(173) a. Si no lo hago es porque no quiero

b. Los alumnos que suspenden es porque no estudian.

c. Es para que lo entiendas.

Tampoco es claro, sin embargo, que la oración que sigue a ser sea un objeto

directo, dado que no admite sustitución por lo, y sí por el demostrativo neutro eso. No

obstante, también el adverbio así (que no puede considerarse un sujeto) aparece sin

restricciones en posición preverbal. Los ejemplos pertinentes son los de (174):

(174) - ¿Es que tienes prisa?

a. - *Lo es.

b. - Eso es.

c. - Así es.

En el otro tipo de oraciones impersonales que contienen el verbo copulativo ser,

este funciona simplemente como introductor de una aclaración o explicación, también

referida al contexto. Aquí aparece es que como fórmula fija:

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102

(175) a. No has comido nada.

- Es que no tengo hambre.

b. ¿Por qué no entregaste en su momento?

- Es que tenía mucho trabajo.

A veces este es que aparece entre el sujeto y el verbo de la oración, sin otro

papel que el de mero nexo con función enfatizadora. Se trata siempre de la forma es,

independientemente del número del sintagma nominal con el que aparezca; está, pues,

lexicalizado:

(176) a. Los hombres es que no hay quien los entienda.

b. Ese muchacho es que no tiene ni idea.

Esta construcción se extiende, especialmente en ciertos dialectos

hispanoamericanos, y da lugar a lo que se ha llamado ‘que galicado’. Procede este uso

de oraciones escindidas o ‘perífrasis de relativo’ (cf. Moreno, 1983), en las que el rema

se resalta anteponiéndolo (Es a ti a quien vi / es por eso por lo que no viniste). Cuervo

(1939: §460) trata ampliamente este tipo de expresiones, y considera también que se

deben a la influencia del francés -sobre todo, a través de malas traducciones de esta

lengua. Frente a esta opinión, Henríquez Ureña (1921: 358, nota 3) sitúa el fenómeno en

el lenguaje popular. El constituyente antepuesto puede ser de distinta categoría y tener

diversas funciones. Damos a continuación algunos ejemplos: 76

76 Puede verse el trabajo de Sánchez Méndez (1994), de quien tomamos este y otros ejemplos, para una descripción de estas construcciones. También LA PREDICACIÓN. LAS CONSTRUCCIONES

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103

(177) Complementos circunstanciales o adjuntos:

a. Es por eso que no puedes dormir

b. Fue anoche que te vi

c. ¿Es por las tierras que te vas?

(178) Argumentos oracionales:

a. Fue tu amigo que manejó anoche el carro.

b. La enfermera ésa ¿cómo es que se llama?. [ Kany, 1969: 300 ].

Por último, existen unas construcciones, que incluyen lo que Kany denomina “ser

enfático” (Kany, o. cit.: 303), de uso frecuente en algunos países de Hispanoamérica, en

las que simplemente aparece un verbo seguido de es más un argumento o adjunto que

está enfatizado. Kany (o.cit.: 303) las considera versiones reducidas de perífrasis de

relativo ((lo que) quiero es pan). También las trata Cuervo (1939: §431, 460). Nos

referimos a oraciones como las de (179):

(179) a. Quiero es pan. (Cf. Kany o.cit.: 303).77

b. Te vas es por cobardía. (Cf. Sánchez, 1994: 49).78

COPULATIVAS. 77 Construcción frecuente en Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela Andina. 78 Otros ejemplos que recoge Kany (1969: 304) son:

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104

(i) a. ¿Llegó usted con hambre? -No, llegué fue cansado. b. ¿Tomaste té en el desayuno? -No, tomé fue leche.

Estas estructuras, que suponen la anteposición de un constituyente, tienen,

efectivamente, versiones equivalentes que incluyen cláusulas seudorrelativas (es por tu

amiga {por la que/quien} estás molesto; fue con Juan con {quien/el que} fuimos al

cine la otra noche) -cf. Sánchez (1994: 46), las cuales pueden presentar otras variantes

formales por diferente disposición de los constituyentes (por tu amiga es por la que estás

molesto; por la que estás molesto es por tu amiga).

(180) a. Me da cosa es con ella. / Con quien me da cosa es con ella.

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b. Yo quiero es Bárbara / A quien yo quiero es a Bárbara.79

En aquellas variantes formales en las que el constituyente enfatizado precede a es que, el verbo ser llega

a elidirse con relativa frecuencia en el habla coloquial de variedades meridionales del español como, por ejemplo, el

español de Canarias: Donde están los roques (es) en Tejeda (citado en Almeida y Díaz 1989: 127).

Otro tipo de construcción con ser es aquella en la que este verbo copulativo

aparece con un adjetivo seguido de una oración, también en construcción sin sujeto. En

este caso, es el complejo Adj+O el que puede pronominalizarse) (LA PREDICACIÓN.

LAS ORACIONES COPULATIVAS), como muestra el contraste entre (181b) y (181c,d):

(181) a. Es posible que haya venido.

b. Lo es.

c. *Lo es posible

d. *Lo es que haya venido.

Existen, por otra parte, locuciones impersonales cuyo significado implica un matiz

de obligación y que se construyen con ser seguido de nombres como cosa o cuestión.

Tampoco aquí se admite pronominalización, salvo de todo el complejo (182c),

probablemente porque la oración es complemento del nombre:

79 Toribio (1993) da varios ejemplos de estas construcciones en los dialectos del Caribe y las relaciona con la imposibilidad de estas variantes de tener sujetos pospuestos, aunque aparezcan en oraciones con el foco antepuesto:

(i) Zelmira hizo fue un viaje al campo. (Cf. UN VIAJE AL CAMPO hizo Zelmira).

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(182) a. No es cosa de que se lo digas mañana mismo.

b. Es cuestión de seguir intentándolo.

c. Lo es.

d. *Lo es {cuestión / cosa}.

El verbo modal poder aparece también con un complemento oracional en

estructuras impersonales del tipo de (183), cuya interpretación es siempre epistémica, con

valor existencial (“puede {ser / darse el caso} de que”):

(183) a. Puede que Juan no sepa nada.

b. Puede que mañana vaya al cine.

c. Puede que aún no lo haya hecho.

A diferencia de los auxiliares, los modales en general tienen mayor autonomía

sintáctica, de modo que no siempre se apoyan en el constituyente que los sigue (hacerlo

no puedo / *hecho no lo hemos). Esta es, probablemente, la razón por la que el poder

terciopersonal tiene la posibilidad de aparecer solo, especialmente como respuesta a una

pregunta del tipo de la de (184):

(184) - ¿Vendrás mañana?

- Puede.

De todos modos, como señala Bosque (1994: 84), tal vez puede en este

contexto no sea un verbo auxiliar propiamente dicho, “sino un elemento adverbial similar a

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quizás. Si fuera un auxiliar, diríamos *no puede que llegue tarde y también *podía que

llegara tarde, pero si es adverbio es natural que tales secuencias sean imposibles”.

Efectivamente, poder siempre aparece en presente y, además, la oración que lo sigue

nunca admite sustitución por ninguna proforma, como se ve en los siguientes ejemplos:

(185) a. *Lo puede.

b. *Eso puede

c. *Así puede.

El verbo tratarse de, si bien no es modal ni auxiliar, tiene un comportamiento

parecido a los que analizamos en este apartado. Es este un verbo pronominal unipersonal

con el que nunca aparece sujeto léxico ni se sobreentiende ningún argumento, salvo el

que aparece como complemento con de. Tiene, por otra parte, valor anafórico en una de

sus acepciones, en el sentido de que refiere a una parte del discurso precedente:

(186) a. ¿Has leído Cien años de soledad?

- Sí, y creo que se trata del mejor libro jamás escrito.

b. Me dijeron que alguien me había dejado un paquete. Se trataba de un

envío desde Barcelona que estaba esperando.

Aunque rechazados por la norma, en la lengua coloquial se oyen ejemplos como

los de (187), en los que tratarse de aparece con un sujeto expreso. No es el caso, sin

embargo, de que el sujeto tácito de (186) se interprete como un sintagma nominal

referencial.

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(187) a. El libro se trata del mejor que haya leído.

b. El nuevo fichaje se trata de una persona conocida.

c. El pirómano de Zaragoza puede tratarse de un niño de 10 años. [

Tomado de Seco, 1986: 364 ].

Otra acepción de este verbo es la obligativa (similar a “ser cuestión de”, “deber”)

referida al hablante, al oyente o a ambos. Aparece en estos casos seguido de una

oración, bien infinitiva (188a), bien temporal (188b), e igualmente sin sujeto expreso ni

tácito y sin argumentos implícitos:

(188) a. Se trata de intentarlo con más fuerza.

b. No se trata de que te mates, sino de que te esfuerces más.

Todos estos verbos, probablemente debido a que no poseen sujeto lógico, no

admiten construcciones de infinitivo concertado ni entre sí ni con otros verbos

impersonales, como muestra la agramaticalidad de los siguientes ejemplos:

(189) a. *Puede que ocurra sin ser necesario.

b. *Es necesario que suceda sin ser posible.

c. *Llueve antes de ser posible salir.

Los verbos tratados en este apartado se caracterizan, pues, porque son

semánticamente defectivos, y no tienen, por tanto, estructura argumental. No puede, así,

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atribuírseles un sujeto lógico. En esto se diferencian de todos los anteriores y constituyen

una clase especial.

Como se ha visto, la caracterización de una oración como impersonal tiene que ver

con factores diversos, que incluyen tanto los aspectos léxicos de ciertos elementos

oracionales (los verbos) como las propiedades del entorno de la oración. Estas

circunstancias influyen en la ausencia “semántica” (i.e. falta de referencia definida) del

sujeto, que no siempre va unida a su inexistencia formal (recuérdese la distinción entre

‘sujeto lógico’ y ‘sujeto gramatical’). De hecho, un verbo con desinencias personales (y

no sólo de 3ª persona) puede aparecer en una oración impersonal. Por otra parte, dado

que en ciertos casos los argumentos prominentes respecto a la predicación no son

aquellos marcados sintácticamente como sujetos, surge la necesidad de ampliar el campo

de visión ante una noción tan significativa en la gramática.

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