3 - 4 El Realismo jurídico Norteamericano
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Bogotá D.C., 10 de octubre de 2013
Realismo Norteamericano
Universidad Nacional de Colombia
Sociología Jurídica
Prof. Camilo Alberto Borrero García
Ana Manoella Maria Coronado Tovar
Edith Alba Cecilia Pinchao Chalaca Santiago Aranzazu Guerrero
Sebastian Avendaño Jiménez Carlos Andrés Pérez Garzón
Tercera consigna de trabajo
La ruta que proponemos para este ejercicio es un tanto diferente a la que hemos venido
experimentando. Se trataría primero de experimentar con una sentencia en parte hipotética,
pero que es síntesis de un caso real, a ver hasta dónde se puede llevar la interpretación.
Posteriormente, en una cuarta consigna, avanzaremos en el análisis de los postulados
realistas, a partir de lo que dé el ejercicio inicial. La idea, en todo caso, es experimentar la
ductilidad del derecho. Una vez situados en dicho terreno, quedará más fácil entender y
explorar la crítica realista al campo de la adjudicación jurídica.
Hechos del ayer
El 20 de marzo de 1985, Liliana adquirió en el Banco de Crédito Solidario un préstamo por
valor de $1.988.450, para compra de una vivienda de interés social en una urbanización de
1000 unidades de idénticas condiciones habitacionales. Desde el mes de junio de 1987, al
quedarse sin empleo, incurrió en mora en el pago de las cuotas a su cargo. Por dicho
motivo, el 31 de octubre de ese año el Banco dio por extinguido el plazo otorgado para el
pago, y recurrió ante un juzgado civil del circuito para hacer exigible el pago de la totalidad
del crédito.
Los abogados del Banco de Crédito Solidario discriminaron el crédito así: $3.147.181 por
concepto de capital, correspondiente al saldo insoluto de la obligación; los intereses
corrientes sobre la anterior suma liquidada a la tasa del 28% anual causados desde el 2 de
junio de 1987 y hasta el 31 de octubre del mismo año; los intereses moratorios sobre el
mentado capital a una tasa equivalente al 29% anual causados desde el 31 de octubre de
1987; los incrementos del 20% que la demandada se obligó a pagar cada año sobre las
cuotas mensuales, las cuales se encuentran pendientes a partir del 2 de junio de 1987, y así
sucesivamente cada año hasta la cancelación total del crédito; los intereses moratorios sobre
el total de las cuotas en mora a la tasa del 43.5% desde la misma fecha; las primas de
seguro que el banco ha cancelado por cuenta de la deudora.
Consideraciones del juez para proferir su fallo
El Juez que conoció de este fallo se enfrentó a una difícil situación: cuando debía proferir
sentencia, ya estaba en ejercicio la Constitución Política de 1991, aun cuando el desarrollo
jurisprudencial era apenas incipiente. De todas maneras, como participaba de la idea de
poder impulsar la función social que él creía le competía a la Rama Judicial en un Estado
Social de Derecho, orientó sus consideraciones y fallo a tratar de resaltar lo que a su
entender era una sentencia que contribuyera al fortalecimiento del ante dicho Estado Social
de Derecho.
Su punto de partida era que el capital reclamado y los demás factores que integran la
pretensión de cobro del demandante debían surgir del título ejecutivo presentado (escritura)
de manera clara, expresa y exigible. De lo contrario, no sólo se estaría violando el derecho
fundamental a la defensa sino incurriendo en una injusticia social en contra de los menos
favorecidos.
En este orden de ideas, concluyó que aunque en apariencia del examen del contexto general
del contrato de crédito podría pensarse en la sencillez del mismo y, por ende, predicarse
claridad de la obligación que contenía, ello no era así pues la progresión numérica generada
por el incremento de las cuotas mensuales cada doce meses bajo la premisa de que él
comportaba la capitalización de los intereses no cancelados con la cuota en la primera
época del crédito (lapso no señalado ni en el título ni en la demanda) implicaba, para la
determinación del monto de la deuda a un día específico, la realización de una serie de
operaciones que bien podrían catalogarse de alta matemática financiera.
Dada la falta de claridad y expresividad del título, al exigírsele el pago del crédito en la
forma que planteaban los abogados del Banco se le reducía considerablemente a la deudora
su derecho fundamental a la defensa, pues ella debía tener total comprensión del alcance de
su compromiso, incluso en el evento de incumplirlo.
Dada la naturaleza ejecutiva de este tipo de juicio, el punto era determinar si la obligación
expresada por vía coactiva, entendida en todos los factores que la conforman según la
petición del ejecutante, aparecía o no contenida de manera inequívoca, sin ofrecer dudas,
sin requerir para la comprensión de sus alcances de forzosos y complejos raciocinios u
operaciones matemáticas en la escritura que la contiene. De no ser así, como lo consideró el
despacho de nuestro juez, la conclusión ostensible es que no se está frente a un título
ejecutivo. Con ello no se afirmaba que el juzgado ignorara la existencia del contrato
contenido en el documento escriturario, o desatendiera la legalidad de tal acuerdo de
voluntades. El juicio elaborado atañe a un tema diferente, limitado a saber si de lo cobrado
se desprendía de la escritura de manera clara, expresa y exigible, considerando que no, por
razones de falta de claridad.
En consecuencia, la sentencia proferida por el juzgado del circuito del conocimiento
decidió negar la ejecución por carencia de título ejecutivo contentivo de la obligación
reclamada, decretar el levantamiento del embargo y secuestro y condenar al banco
ejecutante a pagar perjuicios ocasionados con estas medidas y las costas del proceso.
Con posterioridad, esta Sentencia fue revisada por el Tribunal correspondiente, que
consideró desatinadas las argumentaciones de nuestro juez y procedió a dar curso a las
pretensiones del demandante.
La discusión posterior
A más de veinte años de vigencia de la Constitución, valdría la pena revisar el caso. Pero,
en esta oportunidad, lo vamos a hacer desde las perspectivas del Realismo Jurídico. Es
decir, se trata de ver si, cambiando la perspectiva ideológica del fallador, es factible
cambiar a voluntad el respectivo fallo.
Por ello, en este ejercicio, requerimos tres tipos de fallos de apelación, todos dirigidos a
convencer a sus colegas de sala sobre la pertinencia de su fallo:
1.- Si usted fuera un magistrado del tribunal de segunda instancia, igualmente imbuido del
espíritu constitucional, y quisiera cumplir con el postulado del Estado Social de Derecho,
ahora sí con adecuado sustento jurisprudencial, cómo proyectaría el fallo de apelación para
que fuera acogido en sala?
2.- Si usted fuera un magistrado conservador en sus principios, convencido de que el mayor
daño que se le ha producido al derecho civil ha sido su constitucionalización, cómo
proyectaría el fallo de apelación para que fuera acogido en sala y, al mismo tiempo,
generara un mensaje de seguridad jurídica de los títulos ejecutivos existentes frente a
cualquier embate?
3.- Si usted fuera un magistrado que está a punto de renunciar a su cargo, pues ha tenido
conocimiento de un ofrecimiento de una entidad financiera para engrosar sus filas, cómo
proyectaría su fallo de apelación para que fuera acogido en sala y, al mismo tiempo, enviara
un mensaje preciso a los operadores financieros de protección de sus intereses económicos
para ser eventualmente contratado?
Ante todo, es necesario considerar:
- Se trata de tres fallos diferentes, en donde se esperan niveles distintos de argumentación.
- Su decisión debe ser motivada, pues de lo contrario no sería acogida por la sala.
- Existen decisiones institucionales en relación con el Estado Social de Derecho,
especialmente desarrolladas en la jurisprudencia. Luego, usted no se puede inventar su
significado.
- Existen múltiples decisiones de jueces civiles en relación con el caso planteado, que
consideran sin mayores explicaciones que en estos casos se está ante títulos ejecutivos
ciertos, claros y exigibles.
- Existen decisiones de jueces civiles proclives a los intereses de los grupos financieros.
- Usted tiene contradictores, interesados en ver si prevarica o no (para el caso del curso,
determinaremos prevaricar como una sentencia que les impediría ver al maestro Pinilla de
frente, si llegara a leer dicha sentencia).
Solución de la tercera consigna
1. Proyecto de sentencia XXXX de XXXXX de 2013 del Tribunal Superior de Distrito
Judicial de XXX
La decisión que se recurre. A juicio del a quo el título ejecutivo sub examine no cumple
con el requisito de ser claro previsto por el Código de Comercio porque para calcular “ la
progresión numérica generada por el incremento de las cuotas mensuales cada doce meses
bajo la premisa de que él comportaba la capitalización de los intereses no cancelados con
la cuota en la primera época del crédito (lapso no señalado ni en el título ni en la
demanda) implicaba, para la determinación del monto de la deuda a un día específico, la
realización de una serie de operaciones que bien podrían catalogarse de alta matemática
financiera”1. Para el a quo existe una falta de claridad del título ejecutivo porque contiene
una serie de términos que son incomprensibles y que sólo podrían manejar un experto o los
agentes de una entidad financiera, lo cual vuelve nugatorio el requisito de “claridad” que
establece la ley y además se le reduce a la demandada su derecho fundamental a la defensa,
“pues ella debía tener total comprensión del alcance de su compromiso, incluso en el
evento de incumplirlo”.
Problema jurídico. El problema jurídico que le corresponde resolver a este tribunal es si el
título ejecutivo objeto de la controversia cumple con el requisito de claridad contemplado
en el artículo 489 del Código de Procedimiento Civil.
Análisis de la Sala.
1 Sentencia XXXXX del Juez Civil del Circuito de XXXX
1. Definición y alcances del término “claridad”. De una simple labor hermenéutica se
puede concluir que el término de “claridad” se refiere a que el texto del título ejecutivo
debe ser comprensible para todas las partes que intervienen en él, en palabras del Consejo
de Estado: “La obligación es clara cuando demás de expresa aparece determinada en el
título; debe ser fácilmente inteligible y entenderse en un solo sentido.” 2(Subrayado fuera
del texto).
2. Posición dominante, Estado Social de Derecho y derecho una vivienda digna. Se
podría decir que como la participación en la celebración de un contrato de crédito es
voluntaria, se presume que el contratante conoce tanto el contenido como las consecuencias
de las obligaciones que contrae y que después no se puede invocar su ignorancia para
incumplir el contrato pues ésto vulneraría la seguridad jurídica ya que todo el mundo podría
alegar esta causal para evadir las consecuencias de sus obligaciones. Ésta interpretación en
principio es válida pero para la Sala no se ajusta al caso concreto pues es claro que no se
está ante una situación ideal en la que la ambos contratantes están en el mismo plano de
igualdad material en el que todos están en plena capacidad de conocer el contenido técnico
y los efectos de un contrato crediticio, todo lo contrario: estamos frente a una persona muy
probablemente de escasos recursos, que lo único que buscaba con el préstamo era adquirir
una vivienda de interés social, de quien en principio no se espera que conozca todas las
complejidades del sistema bancario, todo el detalle y los por menores de un contrato de
crédito, a lo mucho conoce sobre las generalidades que puede llegar a comprender como:
modalidad del crédito y plazo de pago, y las que no, las indaga al Banco, y como la
persona no tiene otra opción debe depositar su confianza en lo que él le dice y en el
adecuado manejo de su crédito, a tal punto que, como lo ha manifestado la jurisprudencia
constitucional, como “depositarias de la confianza pública por el servicio que prestan y
gozando sus actos de credibilidad por parte de los clientes,[las entidades bancarias
adquieren](…) una posición dominante frente a los usuarios, lo cual impone al Estado
controlar sus actividades y precaver cualquier abuso(…)(inciso 4° art. 333 Const.).”3
Para la Sala es claro que el Banco se encuentra en una posición dominante frente a Liliana
porque ésta no tiene la capacidad y los medios de que dispone el Banco para conocer en
detalle todas la implicaciones del incumplimiento del contrato de crédito tal cual estaban
enunciadas; ante su desconocimiento es evidente que ella tenía que depositar su confianza
en la trasparencia y claridad de la actuación del demandante sin prever abuso alguno por su
parte.
Como ha dicho la Corte Constitucional, “(e)n un Estado social de derecho nadie puede
desarrollar atribuciones que desbalanceen las relaciones sociales y económicas, cuyo
desarrollo debe ser equitativo, despojado de riesgos de desproporción y de afectación a
otras personas, resultando antijurídica cualquier superioridad que se ejerza contra otro,
2 Consejo de Estado. Sala de lo contencioso-administrativo. Sección tercera. Sentencia del 3 de agosto de 2000. CP. María Elena Giraldo Gómez. 3 Corte Constitucional. Sentencia T-813 de 2012.
particularmente si se trata de alguien que está buscando satisfacer una necesidad básica,
de la magnitud del derecho constitucional a la vivienda digna.” 4
Una conclusión diferente a la expuesta pondría en peligro la cláusula de Estado Social de
Derecho y la primacía de los principios, valores y derechos fundamentales reconocidos por
la Constitución.
3. Derecho a la igualdad de personas en circunstancias de debilidad manifiesta,
derecho de Defensa. Según el tercer inciso del artículo 13 de la Constitución, que regula el
derecho a la igualdad, “el Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su
condición económica, (…) se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y
sancionará los abusos (…) que contra ella se cometan”.
Para esta Sala es evidente que la demandada se encuentra en una circunstancia de debilidad
manifiesta ante el Banco pues además de que es desempleada y no tiene fuente de ingresos,
cuando adquirió el crédito lo hizo para comprar una vivienda de interés social, lo cual hace
presumir que es una persona de un estrato bajo o muy bajo, que no está en las mismas
capacidades de un experto o agente financiero para comprender claramente el contenido,
los términos del título ejecutivo y las consecuencias de su incumplimiento.
Además, como acertadamente lo señala el a quo, la falta de claridad del título ejecutivo
restringe el derecho fundamental a defensa de Liliana ya que al no estar en capacidad de
conocer claramente lo contenido en el contrato, no tiene argumentos suficientes para
construir una defensa sólida que puede verdaderamente hacerle frente a las pretensiones del
Banco.
Por todo lo explicado anteriormente, esta Sala deniega las pretensiones del apelante y
confirma la sentencia recurrida.
2. Proyecto de sentencia XXXX de XXXXX de 2013 del Tribunal Superior de Distrito
Judicial de XXX
La decisión que se recurre. A juicio del a quo el título ejecutivo sub examine no cumple
con el requisito de ser claro previsto por el Código de Comercio porque para calcular “ la
progresión numérica generada por el incremento de las cuotas mensuales cada doce meses
bajo la premisa de que él comportaba la capitalización de los intereses no cancelados con
la cuota en la primera época del crédito (lapso no señalado ni en el título ni en la
demanda) implicaba, para la determinación del monto de la deuda a un día específico, la
realización de una serie de operaciones que bien podrían catalogarse de alta matemática
financiera”. Para el a quo existe una falta de claridad del título ejecutivo porque contiene
una serie de términos que son incomprensibles y que sólo podrían manejar un experto o los
agentes de una entidad financiera, lo cual vuelve nugatorio el requisito de “claridad” que
4 Ibídem.
establece la ley y además se le reduce a la demandada su derecho fundamental a la defensa,
“pues ella debía tener total comprensión del alcance de su compromiso, incluso en el
evento de incumplirlo”.
Problema jurídico. El problema jurídico que le corresponde resolver a este tribunal es si el
título ejecutivo objeto de la controversia cumple con el requisito de claridad contemplado
en el artículo 489 del Código de Procedimiento Civil.
Análisis del caso.
1. Títulos ejecutivos, Estado de Derecho y Estado Social de Derecho. Los títulos
ejecutivos revisten gran importancia en la sociedad porque respaldan el cumplimiento de
obligaciones pactadas recíprocamente a través de la autonomía de la voluntad privada. Son
el mecanismo por medio del cual la prescripción legal “el contrato es ley para las partes”,
se vuelve efectiva en la realidad; si no existieran cualquier parte podría permitirse
libremente incumplir lo contratado vulnerando los derechos de la parte cumplidora y en
últimas desfigurando la naturaleza misma del contrato. Precisamente ésta ha sido una de las
razones para el establecimiento del Estado de Derecho: la existencia de un ente que sirva de
garante para la protección de los derechos de los ciudadanos, entre ellos a exigir el
cumplimiento de los contratos al ser “ley entre las partes”.
El nuevo Estado Social de Derecho que consagra la Constitución Política de 1991 sigue
siendo un Estado de Derecho, donde el respeto por la libertad de la autonomía de la
voluntad y el cumplimiento de la ley, entre ellas los contratos como “ley para las partes”
son principios fundamentales. Por eso, si bien la Constitución consagra principios, valores
y derechos fundamentales que irradian todo el sistema jurídico (la así llamada
constitucionalización del derecho) y la Corte Constitucional a través de sus fallos ha
aplicado lo que algunos doctrinantes conocen como “interpretación garantista de la Carta”,
ésto no puede convertirse en una excusa para vulnerar abiertamente los principios de
legalidad, seguridad jurídica y la libertad de la autonomía privada (representados en este
caso concreto en el título ejecutivo sub júdice) necesarios para la validez y funcionamiento
de todo el ordenamiento jurídico y de la Constitución misma.
2. Principio de legalidad y seguridad jurídica.
El principio de legalidad, entendido como el sometimiento de las autoridades y los
particulares al imperio de la ley, tanto en Estado de Derecho clásico como en el nuevo
Estado Social de Derecho sigue siendo la base fundamental de todo el sistema normativo,
pues no se podría garantizar un mínimo de convivencia pacífica en la sociedad si no se
respetaran las leyes convenidas y todos hicieran lo que a su juicio fuera lo más conveniente
según sus propios intereses.
Para esta Sala está claro que no puede servir de excusa para el incumplimiento de una
obligación manifestar posteriormente que no se conocía bien los términos del contrato pues
observa en ésto al menos dos cosas: la primera es que si la persona no tenía conocimiento
de lo que iba a firmar pues existe la posibilidad de acudir a otros medios que le permitieran
entender el contenido del contrato como pedir una explicación más detallada, contratar a un
abogado, etc., o la opción más simple: actuar prudentemente y no firmar el contrato pues
nadie está obligado a comprometerse a algo que desconoce; el segundo es que si se permite
que una persona incumpla con una obligación pactada en un contrato que es “ley para las
partes” alegando desconocimiento de sus términos, se estaría vulnerando el presupuesto
básico que garantiza la efectividad del principio de legalidad y en últimas del Estado de
Derecho, según el cual “la ignorancia de la ley no sirve de excusa”.
Como esta Sala considera que el uso de términos técnicos en un título ejecutivos no es
contrario al requisito de claridad señalado por la ley, es más considera que da mayor
seguridad del contenido así descrito, Liliana, al firmar el contrato de crédito, manifestó con
ello expresamente su voluntad de obligarse a todo lo estipulado en el contrato y a menos
que se demuestre un vicio del consentimiento en su voluntad a la hora de la firma, las
obligaciones contenidas en el título ejecutivo sub examine le son exigibles sin que pueda
alegar a su favor desconocimiento o ignorancia de su contenido y sus efectos.
Además, si se aceptara una conclusión diferente, se pondría en grave riesgo la seguridad
jurídica de todo el ordenamiento jurídico y de la celebración de contratos en particular ya
que cualquier persona que quisiera incumplir las obligaciones expresamente consagradas en
un contrato quedaría facultada para interponer una especie de” excepción de
incumplimiento de la obligación por falta de conocimiento de los términos del contrato” ,
un absurdo jurídico en un Estado Social de Derecho que como Estado de Derecho se rige
por el principio de legalidad con su máxima de que “la ignorancia de la ley no sirve de
excusa”.
De acuerdo a las razones expuestas, esta Sala accede a las pretensiones del apelante y
revoca la sentencia del a quo.
3. Proyecto de sentencia XXXX de XXXXX de 2013 del Tribunal Superior de Distrito
Judicial de XXX
La decisión que se recurre. A juicio del a quo el título ejecutivo sub examine no cumple
con el requisito de ser claro previsto por el Código de Comercio porque para calcular “ la
progresión numérica generada por el incremento de las cuotas mensuales cada doce meses
bajo la premisa de que él comportaba la capitalización de los intereses no cancelados con
la cuota en la primera época del crédito (lapso no señalado ni en el título ni en la
demanda) implicaba, para la determinación del monto de la deuda a un día específico, la
realización de una serie de operaciones que bien podrían catalogarse de alta matemática
financiera”. Para el a quo existe una falta de claridad del título ejecutivo porque contiene
una serie de términos que son incomprensibles y que sólo podrían manejar un experto o los
agentes de una entidad financiera, lo cual vuelve nugatorio el requisito de “claridad” que
establece la ley y además se le reduce a la demandada su derecho fundamental a la defensa,
“pues ella debía tener total comprensión del alcance de su compromiso, incluso en el
evento de incumplirlo”.
Problema jurídico. El problema jurídico que le corresponde resolver a este tribunal es si el
título ejecutivo objeto de la controversia cumple con el requisito de claridad contemplado
en el artículo 489 del Código de Procedimiento Civil.
Análisis de la Sala.
1. Cumplimiento del requisito de claridad del título ejecutivo. Para esta Sala que el
título ejecutivo sub examine contenga cláusulas descritas en términos técnicos financieros
cumple con el requisito de claridad previsto en la ley, ya que ese es el lenguaje propio de
las operaciones financieras y es dentro de la técnica del lenguaje financiero que se debe
evaluar su claridad y no a partir de criterios externos él, por eso no se le puede pedir a una
entidad financiera que adapte todos los términos financieros a términos comunes para que
“todos los puedan entender y quede más claro”, sería como pedirle a un biólogo que
explicara términos químicos de forma jurídica.
2. Cumplimiento del banco de las obligaciones pactadas e incumplimiento dela parte
demandada. La demandada, al solicitar el préstamo de dinero al banco de crédito solidario
y firmar el contrato de crédito, aceptó la obligación con la entidad bancaria de cumplir con
sus pagos correspondientes; el banco a través del préstamo le brindó a la señora Liliana la
posibilidad de que ella pudiera compra de su vivienda, depositando su confianza en que ella
cumpliera lo estipulado en el contrato. Por eso, al celebrar voluntariamente el contrato y
contraer formalmente la deuda con el banco, aceptó tanto las condiciones de pago, como las
consecuencias de su incumplimiento.
Po otra parte en ningún momento la señora Liliana se ha acercado a la entidad bancaria para
formular propuestas específicas de pago que faciliten la amortización de la deuda y que se
acomoden a su situación económica actual; el banco está en todo su derecho de exigir los
pagos del dinero que se encuentra en mora, en plazos establecidos de mutuo acuerdo.
3. Garantía de estabilidad jurídica y sistema financiero. Una decisión contraria a lo
expuesto significaría desconocer una garantía a la estabilidad jurídica necesaria para el
desarrollo de las actividades financieras de las entidades bancarias y el logro de sus
intereses legítimos.
En mérito de las consideraciones expuestas, la Sala acoge las pretensiones del apelante y
revoca el fallo del a quo.
Cuarta consigna
El caso civil estudiado les ha debido brindar la experiencia de ponerse en los zapatos de los
realistas. Dado que las consignas sobre el tipo de argumentación y fallo fueron predeterminados de
manera externa y arbitraria por el docente, cabe preguntarse hasta dónde es posible aumentar esta gama de posibilidades: fallos de jueces católicos o protestantes (debatiendo
en torno a la usura y la moralidad de ganar dinero a partir de los intereses), deudores o no deudores hipotecarios (interesados en crear una jurisprudencia más o menos flexible en materia de pago de deudas, que a la postre los beneficie), cabezas de familia o solteros
despreocupados (donde la defensa del hogar adquiere connotaciones épicas), y similares.
En principio, si el ejercicio realizado fue posible aun con escasos conocimientos sobre el tema y restricciones de tiempo, nada impide que con más herramientas normativas y algunas semanas de dedicación no se llegue a mejores respuestas tanto en cada uno de las
consignas desarrolladas, como en las potencialmente posibles.
Ahora, a partir de la experiencia analizada y teniendo en cuenta las lecturas suministradas, se espera del grupo un trabajo analítico, donde se pronuncie sobre los siguientes tópicos:
¿Qué efectos tiene para un sistema jurídico como el colombiano, especialmente en lo que
se relaciona con la actividad judicial y generación de dogmática jurídica, la constatación
sobre la posibilidad de manipular las sentencias (que va más allá de la teoría de la
interpretación)?
En el grupo consideramos que los principales efectos son:
1. Analizamos el caso de las sentencias de la Corte Constitucional donde declara los estados de cosas inconstitucionales. La Corte prácticamente obliga al poder ejecutivo que
cumpla con las obligaciones que ella le impone, lo que en últimas es una especie de cogobierno y termina imponiéndose sobre todas las demás ramas del poder. La
Constitución en ningún artículo consagra taxativamente semejante potestad para la Corte Constitucional, pero ésta a través de sus interpretaciones se ha auto-conferido esta facultad en sus sentencias, lo cual es una muestra clara de los efectos que tiene la manipulación a
través de una sentencia del sistema jurídico.
2. Así, el derecho se convierte en un mero instrumento para legitimar jurídicamente los intereses personales del juez sin importar que la decisión consulte con los fines generales previstos en el ordenamiento jurídico.
3. A través de la manipulación de las sentencias un juez puede perfectamente llegar a
reemplazar al mismo legislador. Los jueces, a través de su interpretación, estarían creando derecho, porque esa interpretación adquiriría carácter vinculante como en el caso de la Corte Constitucional, pero sería realmente un derecho alterno al previsto por la
Constitución y la ley, aunque los jueces manifiesten acogerse a ellas, un derecho
parcializado que se nutre realmente de sus apreciaciones personales. Es decir, a partir de la
actividad judicial, de su conducta, los jueces crean un derecho propio que les permite resolver los litigios, independientemente del derecho dictado por el legislador. Es por eso
que en la lectura se hace referencia a la diferencia entre “reglas y derechos auténticos” y “reglas y derechos sobre el papel”: el primer grupo se refiere a que las reglas y el derecho auténticos son las prácticas de los tribunales, su conducta, que constituyen normas
descriptivas a partir de lo que los jueces hacen en un caso determinado, mientras que en el segundo las reglas y el derecho sobre el papel son los códigos, las normas prescriptivas
dictadas por el legislador, que no tienen aplicabilidad real por los tribunales. ¿Sigue operando el realismo jurídico como aguijón semántico, en el sentido de que hace
tambalear la teoría de la imparcialidad de los jueces, sobre la que se ha construido buena
parte del positivismo jurídico y de la legitimidad de los jueces?
El grupo concluyó que sí sigue operando el realismo jurídico en ese sentido. La actividad
judicial es realmente una actividad política. Los jueces pueden manipular las sentencias a través de una argumentación jurídica estructurada e incluir implícitamente sus opiniones de políticas. Se citó la importancia que hoy tiene la composición de las Cortes, en especial de
la Corte Constitucional, para el gobierno, el congreso y toda la ciudadanía porque de ello depende la continuidad o el cambio de una determinada ideología o inclinación política
favorable a sus intereses. Como ejemplos ilustrativos citamos la expectativa que se generó con el último cambio en la composición de la Corte Constitucional por sus efectos en la decisión sobre el matrimonio de parejas del mismo sexo o el intento del ex presidente
Álvaro Uribe de influir en el nombramiento de magistrados de la Corte Constitucional, adeptos a su política, que le ayudaran en la reelección.
En relación con la lectura nosotros concluimos que sí es cierto que en la práctica judicial
“la finalidad de los derechos sustantivos o legales es la protección de los intereses”,
porque realmente ocurre que los derechos y en general la ley se manipula por ellos para
lograr proteger sus intereses de todo tipo; esto lo experimentamos en la consigna anterior
cuando a partir de los mismos hechos y las mismas normas logramos encubrir los intereses
de los magistrados para que parecieran verdadero derecho.
Por todo lo anterior, la imparcialidad del juez que pregonan las teorías positivistas del
derecho no puede entenderse como una presunción vigente en la práctica judicial hoy en
día. Tenemos que ser “realistas” y aceptar que por más técnica jurídica que un juez aplique
para resolver un caso, él transmitirá, así sea implícita o involuntariamente, un mensaje
extrajurídico a la sociedad a través de sus sentencias.
Si el realismo es una posibilidad fáctica, ¿en qué sustentar la confianza de los
ciudadanos hacia la actividad judicial?
Consideramos que un programa pro-realismo jurídico debería incentivar la confianza en la
actividad judicial en los ciudadanos de la siguiente forma:
a) Es innegable que en la sociedad actual existe una gran diversidad y pluralidad cultural,
por eso no podemos seguir con una concepción de derecho comprometido con postulados
universalizantes y alienantes que intolerantes con las diferencias. Sólo el juez, al analizar
cada caso en concreto con sus especificidades fácticas y características únicas, puede
adaptar las normas jurídicas generales a las diversas condiciones. Se citó como ejemplo la
garantía en que se ha convertido para los indígenas la existencia de un juez constitucional y
de un mecanismo como la acción de tutela que haga respetar sus derechos a cultivar la coca
para usos medicinales, a la consulta previa, entre otros.
El juez es una autoridad privilegiada para interpretar mejor que ninguna otra el Derecho,
porque él se encuentra de frente con los hechos y tiene la posibilidad de empaparse de todos
los detalles del litigio y de aplicar las normas de la forma que mejor se acomode a la
situación fáctica en concreto.
2. Siguiendo la consigna, podemos ver que así como es inconveniente la definición de
Derecho, así mismo es inconveniente establecer a priori y prever todas las consecuencias
jurídicas de la aplicación de las normas, porque de esa forma no se consulta con la realidad
del caso concreto.
Por eso es necesario que en la aplicación del Derecho el juez decida los casos a partir de
una interpretación fundamentada en la relación entre hechos y normas, ya que es la única
forma en que el Derecho realmente puede tener efectividad y en la que se puede crear un
verdadero Derecho que “sea un medio para alcanzar los fines sociales”.
Por eso concluimos que el logro y efectividad de los principios, valores y derechos
fundamentales depende, en un Estado Social de Derecho, de la actividad judicial y debe ser
razón más que suficiente para confiar en ella.
- ¿Se percibe una diferencia sustancial entre postulados como los siguientes: El derecho
es lo que los jueces dicen que sea; El derecho es la predicción de lo que los jueces dirán
en sus sentencias? Esta diferencia, ¿cómo afecta la actividad de los jueces? ¿Y, cómo, la
dogmática jurídica?
En el grupo hubo dos posiciones:
a) Según la primera posición las dos premisas son dos caras de una misma moneda y son
complementarias, porque tienen en común que si bien asumimos que el derecho es lo que
los jueces han decidido en sus sentencias, para entender mejor el Derecho que ellos han
creado es indispensable estudiar también las motivaciones y la forma como ellos actuaron
durante el proceso, de esa manera podemos llegar a comprender por qué fallaron de
determinada manera; y así, el derecho también vendría siendo el instrumento por medio
del cual se estudian esas decisiones, sus motivaciones y la actuación judicial en el
respectivo proceso.
b) La segunda posición es que son dos premisas diferentes. Si el Derecho es lo que dicen
los jueces, ese quiere decir que el contenido mismo del Derecho es un producto de la
actividad judicial y que la fuente del Derecho es el juez.
Por el contrario la segunda premisa lo que dice es que el Derecho es una técnica de
predicción de la posible decisión que un juez va a tomar, es un instrumento para saber el
contenido del derecho pero no es el contenido mismo que pretende conocer. Esta técnica se
basa, como dice la consigna, en el estudio “científico” de la actividad del juez, de la forma
como falla las sentencias y sus motivaciones; es decir, la actividad de un juez y la forma
como decide y sus motivaciones se vuelven sujeto de estudio del Derecho.