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Unidad 2 ethos, elica y moral 2.2.1 Por una etica filosofica Bibliografia: Cortina (1986). Etica minima . Paginas (61-76). Espana: Tecnos. 3. POR UNA ETICA FILOSOFICA Que la etica constituye una parte de la filosofia parece no ser puesto actualmente en duda, al menos explicitamente. Que la etica no puede cumplir su tarea sino como parte de la filosofia, es afirmacion menos explicita, tal vez debido a que se trate de un supuesto implicito. Sin embargo, algunas experiencias escritas y ora- les incitan a dudar razonablemente de que cxista clara conciencia acerca de la necesidad de insertar la renexion etica en el ambito filosOfi co . Por clio. tratare de bosquejar los rasgos fundam entales de una concepcion de la etica que pretende constituir un modo racionalmente adecuado para resolver las cuestiones que a la etica se plantean. I. EL AMBITO DE LA ETICA Entiendo por «etica», siguiendo la caracterizacion presentada por Aristoteles en el Libro VI de la Erica a Nicomaco. un «saber de 10 practico». Frente al bbjeto de la ciencia, consistente en aque- 110 «que no puede ser de o tra manera» (1139 b 20- 2 1) , el saber practico recae sobre cosas que pucden ser de otra manera; frent e al objeto del artc -Ia produccion- el saber practico se presenta como «disposicion racional apropiacla para In accion" (1140 a 3-5), para aquella Rccion que cs fin en si rnisma por su propia bondad. Pero ya que a esta Rccion, como fin racional, no Reelaboraci6n de "Apuntes sabre la concepcion), metoda de una etica fitos6fica .. , Pensomienlo, vol. 36, n.O 143 (1980). 339-352. 61

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Unidad 2 ethos, elica y moral 2.2.1 Por una etica filosofica

Bibliografia: Cortina (1986). Etica minima . Paginas (61-76). Espana: Tecnos.

3. POR UNA ETICA FILOSOFICA

Que la etica constituye una parte de la filosofia parece no ser puesto actualmente en duda, al menos explicitamente. Que la etica no puede cumplir su tarea sino como parte de la filosofia, es afirmacion menos explicita, tal vez debido a que se trate de un supuesto implicito.

Sin embargo, algunas experiencias escritas y ora­les incitan a dudar razonablemente de que cxista clara conciencia acerca de la necesidad de insertar la renexion etica en el ambito filosOfi co . Por clio. tratare de bosquejar los rasgos fundam entales de una concepcion de la etica que pretende constituir un modo racionalmente adecuado para resolver las cuestiones que a la etica se plantean.

I. EL AMBITO DE LA ETICA

Entiendo por «etica», siguiendo la caracterizacion presentada por Aristoteles en el Libro VI de la Erica a Nicomaco. un «saber de 10 practico». Frente al bbjeto de la ciencia, consistente en aque-110 «que no puede ser de o tra manera» (1139 b 20-21) , el saber practico recae sobre cosas que pucden ser de otra manera; frent e al objeto del artc -Ia produccion- el saber practico se presenta como «disposic ion racional apropiacla para In accion" (1140 a 3-5), para aquella Rccion que cs fin en si rnisma por su propia bondad.

Pero ya que a esta Rccion, como fin racional, no

• Reelaboraci6n de "Apuntes sabre la concepcion), metoda de una etica fitos6fica .. , Pensomienlo, vol. 36, n.O 143 (1980). 339-352.

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solo se pliede sino que se debe tener en tanto q~,e hom­bre asumo como mas completa la caractenzaclOn kan­tia~a (da filosofia moral... debe dcterminar las leyes ... de la 'voluntad del hombre ... como Icyes segun las cua­les todo debe sucedem '. EI termino «deber» expresa simultimeamentc dos acepciones que es necesario recor­dar: es signo de que, al menos una pa~te del lenguaje practico, utilizara expreslOnes prescnptlvas; pero, sobre todo indica que la realldad humana no se reduce a la , . te6rica monotomia de 10 que es, smo que se muestra ver-daderamente humana cuando ex ige, a pesar de la expe-riencia, que algo debe ser.. .

La etica lien e, pues, por obJeto el deber ref~n.do a las accion es buenas que se expresa en los JU1C10S

denominados «morales». i,Que tratamiento Ie com­pete conferir a su obj eto?

2. EL OBJETIVO DE LA ETICA: LA CONCEPCION DE LA MORALIDAD

La reflexion etica constituye lin metalengllaje filo so­fico con respecto allenguaje moral y, por tanto, no prc­tende aumentar el numero de las prescripciones morales. En palabras de Lorenzen, «nos encontramos con que ya hemos aceptado algullas normas morales . La cuesti6n es ahora: "(,por que las aceptamos?". Es, par tanto, can esta pregunta con la que empi eza, la filosofia mor~l , y empieza, en conseCUenCla, como etlca nOnllatlva». ,

La cuest ion eti ca no es de modo lnmedlato «;',qlle debo haccr?», s ino «(,por que dcbo?». La cuestion eti ca consiste en hacer concebible la m oralidad, en

, I. Kant. G/1Il/dll'gllllg . IV. 387 Y 388. . ... : P. Lorenzen . . /\,'o/"!IIolire Lugic all Ethics, ~1anhcIl1l/ZUrl~!1,

1969. [xprcsi6n SCIllCjrHltc cs re~o~id.:1 par Kant en llll~ nota: ~ « ,Ql\Icn querria introducir U!1 IlUC\'U r~lI1Clp!U d(' to~a lllor~lldad c 1n\':llt~r esta . como quien di ce, por prlmera \cz? iCOIllO 5 1. antes de cl, cl mundo hubiera \'i\'id o sin saber 10 que sea el dcber 0 en error cons­tante sobre eslC punlo'". (1:11'.1 ' . V, p. 8).

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tomar conciencia de la racionalidad que hay ya en el obrar, en acoger especulativamente en conceptos 10 que hay de saber en 10 pnl.ctico. La etica trata de csclarecer si es acorde a la racionalidad humana atenerse a la obligaci6n universal expresada en los juicios morales, respondiendo a la pregunta de Warnock: «Q uerria ahora preguntarme si hay algun sentido, y en ese caso cual, en el que un ser racio­nal se halle obligado -en tanto que racional- a "aceptar" principios morales 0 a reeonoeerlos y ponerlos en pnl.ctica a traves de sus juieios y sus actos .. . LPodria un ser semejante reehazar la mora­IIdad sin merma de su raeionalidad?»l.

3. EL OBJETO DE LA ETICA: LA FORMA DE LA MORALIDAD

Preeisamente porque la tarea de la etiea consiste . en esclareeer el fundamento por el que los juicios morales sc presentan con pretensiones de nccesidad y univcrsalidad, su objeto estriba en la jorma de la moralidad. No es su objetivo introducir nuevos contenidos morales, sino proporcionar aquel proce­dimiento logico que permita discernir cllando un contenido conviene a la forma moral.

Discernir la form a en virtud de la eua l un eonte­nido deviene moral, es problema de la etica. Justifi­car rae ionalmente las pretensiones form a les de la moralidad, mediante juicios que solo la realidad moral descu bre, es la tarea qu e confiere a la etica un lugar entre los saberes como saber autonomo. En suma, el objetivo de la etica estriba en hallar, si la hay , una razoll sujiciellle de fa forma moral. Si tal ra zon debe ser expresada medi a nte Ull juicio COil

colllellido, el contenido sera etico y canonico, no moral y presc riptivo'.

) G.J. Warnock , 7}," Objcct of Moralit)', Lond rcs, 1971. p. 152.

4 A mi j uic io. la dist inci6n ctforma-contcnido .. f('corre b his­toria de 13 etica, prcscntandosc desdc distintos ,\ngulos. La

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4. LA ETICA COMO PARTE DE LA FILOSOFIA

Utilizo cl term ino «razon sllfici cn te» en la accp­cion que Hegel Ie conficrc sig lli cndo a Leibniz, como fundamento que eomprende «no solo las puras causas, sino las callsa.\' fillales ... el funda­men to te%gico cs un a propledad de l cOllcepto y la med iacion por medio de el, que es la razon » s. EI concepto de «fin» confiere a 10 inmediato -en este caso la moralidad- Ia razon sufieiente.

Y precisamente porqu,e la tarea de la et ica con­siste en csclarecer la razon sLlflc lente de Ia moral l­dad. es decir, SLI fundamento a la luz de los fin es, es ncccsa ria su in serc ion en la filosofia. Aceptando Ia distincion kantiana entre el «concepto de escuela» y el «conccpto coslllico» de la filosofia, asu illo el tilti­mo concepto: la filosofia como «cieneia de la relac ion que (i ene todo conocimiellto con los fin es esencJales de la razon humana (teleologia raliollis IllI lIlallae)) ('.

La filosofia sc prcscnta COIllO el csfucrzo conccp­tual dirigido a esc lareccr cua les son los fines all ten­ticamcnte racionales pa ra el obrar humano, y In etica constit uye SLI consul11acion en cuanto trat a de determinar las categorias neeesa rias para conceb ir el deber en relacion con los fi nes aut enticame ntc racionales del hombre: es dec ir, trata de determinar la )'erdad del deber Sf'r pOl' lIledia de cOllceplos,

forma reprcsclltaria en las dislintas : · crsion~s.el clcmc.Jlt~ uni­ycrs aiizadur, micntras que cl contcnJ(jo sufflrw las vanaC l OIlCS

historica s \' cultura les de que da I'c la diversidad mora l. Ell esle sClltido, c;eo que In dislincion que J. L. Arnnguren introduce entre «l11 oral como cslructurJ») Y /(Illoral C0ll10 cOI1ICI1I(.1o» plIcdc considcrarsc (01110 \'cnicntc (1f/(I"o/W/tjgiCll dc L, vis io n /()gi­co IrascclldcJ/[(l! kanti<llla . t'id.1. L. J\rangurcn, Elic(l, p:n le I , cap. VII: D. (jr" cia, FIIII(/oll/CIIIO" (/e hioflica, Madrid, 199 I , pp. 366 5S.

, I !cuel. J!'i\sclI.,c!wji €I,,;, I.ogik I I, 11","burg, 1934 (NachdrllcK, 1975), pr. 65 y 66: ('ie/ieio de /0 /ogico, f3ucnos Aires, 1974 (3." cd.). p. 393 (lrad. de 1(. MOlldolfo). I it!. cap. 4 de esle III1SIll" I rab'~lo.

, f.:J:J: / : IJ 8(,1;\ 83~.

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Considero, pues, con Hegel, que las ideas de 10 verdadero y 10 bueno son lados del sistema tota l teorieo-pni.ct ieo, la Idea absol uta. Y precisamente el sistema misrno constituyc el med io adec undo para eselmecer la verdad de los elluneiados de los saberes teo rico y pnktico.

5, LA FILOSOFIA COMO SISTEMA

Si Ia filosofia se propone el descllbrimiento de la verdad, son insuficlentes, por unil aterales, los me­todos psicologistas, economicistas e historicistas. La pregunta par el origen y, el sentido de las expres \ones no es la pregunta filosoflca" Esc1arecI.~o el on,gen, in terpretado el senlido, todavla la cuestlon fIlosoflca no ha sido formulada: la cuestion de la razon sufi­ciente, a la que solo puede responder elilletodo s iste­lIIatico,

Prceisamos, pues, construir un sistema que con­tenga, -,-en Ienguaje kantiano- ,l as condic,lOnes de poslbilldad del CO nOCll11lento teonco y praclico; 0

bien, cn lenguaje mas prcciso, un sistema log ico que eontenCTa las colldiciolles de coherellcia en que puede ser ene~Iadrado raeionalmente cualqu ier conocimiento, «Sistcma», sigui endo la linea hegeliana, no s i$.nifi­ca sino que 10 particular solo se entien,de mediante su relaeion con el todo: la detenmnaelOn de la ver­dad de un enuneiado solo es posible en un s istema de relaciones.

Dc abi que eoneiba como mision mas eficaz de la filo sofia la eonstruec ion de un sistema lo~ico- tras­eendcntal oue seiialc los di stintos nivelcs logieos del saber, la ~o;lstclae i on categorinl necesaria para COI11-prellller cada un o de el los, ell11ctodo y ~l'I t e li os de «vcraeiol1» adecuados, y las relaelOnes loglcas eXls­tcntes cntre los ciistintos ni veles ,

S610 asi es posiblc es tablccer, 110 ~610 la vcrdnd de los cnul1ciados teorieos y pn\ct icos, sino las con­dici ones para la argumentaeion y In preferencin raeiona l entre siste l11as.

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6. LOS METODOS DE LA ETICA

6.1. MtTODOS II\AD ECUADOS

La etica no puede alcanzar la verdad ~e 1a forI?a moral sino como parte del sistema filosoflco,. u.tllI­zando metodos filos6ficos para lograr ~~ obJetI\:o. De ahi que no coincida c~)O la aflrmacIOn de HIe­rro: "La etica puede conslderar 10 moral como un fen6meno a descr ibir y explicar .0 como un con~e­nido a recomendar,, '. Ambos mlembros d~ la dlS­yuntiva son -a mi juicio- ajenos a la etIca.

I) EI metodo descriptivo-explicat.ivo,. aplica~o a la moralidad, es proplo de las clenclas sO~lales -psicologia, y sociologia :nor.ales, an,tr.opologl~ so­cial y cultural-. que son clenclas emplrIcas. EVlde~­temente, su obJeto materIal pueden ser los cont~nl­dos morales, pero no poseen instrumentos para JUs­tificar la form a de la moralidad, ya que ?O pueden tra sce nder al ambito de los hechos emplrIcos 5111

propasarse en sus atribuciones. De ahi, que aquellos culttvadores de las ciencias

socialcs de la moralidad, que creen estar haciendo etica, se ven sumidos en la desesperanza con. res­pecto a la posibilidad de superar el relativismo moral. Pero su dcsesperanza se deb e al hecho de haber empredido un camino poco. adecuado, no al hecho de que exista au tentico mottvo para desespe­rar de las posibilidades racIOnales ..

Si de constatar se trata, el rela tivismo de, los con­tenid os morales cs palmario, y la pretensIOn a unl­versalidad que su forma exhlbe, Irra cIOna l. De tal punta de partida s610 puede dcm'arse, 0 bi e n u ,n costumbrismo al que no convlene el caltflcatno «moral", puesto que cl contenido carcee de forma , o bien el intento inlItil de hallar un CrIterIO UI1lver-

i J. Hicrro. voz "eti ca ". en M.A. Quintanill3, Diccionario de Fi/f)Jojia CO!ITCmporOIlCG. S~lamanca, 1976. p. 145.

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sal de moralidad a partir de la experiencia, que nos permita argumentar y preferir racionalmente.

2) Tratamiento aparte merece el metodo utilizado por la historia de la moral, en su tarea de discernir el origen hist6rico de los conceptos morales para una explicaci6n y comprensi6n del sentido que les corresponde. Pero el origen y el sentido de un con­cepto no justifica racionalmente su verdad, su cohe­rencia con el todo.

3) Tampoco tiene la etica por misi6n recomendar contenido moral alguno. Su lenguaje no es prescrip­tivo, sino can6nico 0 normativ08: el lenguaje de la etica es prescriptivo para quien pretenda compor­tarse racionalmente.

4) Quisiera considerar, por ultimo, un metoda que Hierro expone como propedeutica de la etica, el Analisis del Lenguaje. EI arialisis es util efectiva­mente como instrumento, pero adolece de grand ~s insuficie ncias si pretende constituir el metodo de la etica. Como dcfectos menores , diremos que no tiene por que monopolizar el termino «mctaetica", y, sobre todo, que no ha cumplido sus objetivos. Como sefiala Lenk, la s tres metas d e la filosofi a analitica -mantener la neutralid ad de la «metae­tica", aplicar consecuentemente el analisis del len­guaje cotidiano y caracterizar clara mente 10 especi­fica mente moral- son inseparab les. Pero la mera descripcion de las proposiciones no puede caracteri­zar 10 normativo satisfactoriamente, es necesario aclarar la s expresiones en su contexte pragmatico y para ello la «metaetica" no puede ser no normatil'a.

Ie Los mctaeticos -dira Lcnk- no prcscr ibcn ni n­guna accion, pero prescriben 10 que debe valer COIll O

acci6n "moral" 0 "moralmente buena", Los mctaeti-

~ Para los terminos Hnorma" Y Hcanon", COIllO dislintos de "prcscripcion .. , rid. nota 9 del cap. 4 de este trabajo,

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cos son normati\.'ds a un nivel mas clcvado. A.s}. las proposiciones eli co-norm ativas dcpcnucn tam?lcn de la parte normativa de la metaetica correspon<.l!cnte ..

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Sin embargo, cl hech o de que cl analisis ~o ha,Ya cumplido sus .objetivos no. constituye, a ml JUICIO, su insuficiencla radica l, sino el hecho de (jue. el a nalisis no pueda justificar la verdad de,los ,JuIClos morales, mientras no trasclenda el ambito se-mantico.

6.2. METoDOS ADECUADOS

Puesto que el objetivo etico estriba en ofrecer 1a raz6n suficiente d e un ja~lUm, el !ak/llm de la eXIs­tencia de juicios con forma moral, consldero como metodos adecuados los trasce ndenta les, porque estos metodos pretenden justificar raclOnalmente aquellos jak/a qu e parecen exhibir la forma de la raz6 n. EI punto de pa rtida sera siempre el hec ho; el termino , las condiciones indispensables para presta r al hecho coherencia ra ciona!. . .

EI metod o trascende ntal, desde su descubnmlento por Kant , ha revestid o diversas. formas: D e entr.e elias, propongo las Slg llIentes como pOSlbles caml­nos para un a ctica que p re tend a fund amenta r la moral id ad .

I) La £tica Dialogica, que, inic iada p or el Socia­li smo L6gico d e Peirce, y contlnuada por J. H a­bermas, K .O. Apel y la Escuela de Erlangen, tIenc como punto de partida el jaktIllII ral/ O/1lS de la Argume ntaci6n. . ..

La condic i6n de poslbllIdad de tal hecho no puede ser unicamente la L6gica Trascende nta l SIIl O la Sem{\I1t ica Trascend en tal, en cl caso de Peirce, 0 la Pragm atica Trascendental, en los casos de H aber-

~ K. Lenk, "Kann die spracilana ly slische Moralphilo.soph .ie neutral se in"", cn H. Atbert )" E. Topitsch, !Vcr/llr1etls /!"clI, Darmstadt. 1971. pr. 533-551.

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mas y Ape!. Ambas incl uyen implicitamente los siguientes supuestos: a) que quienes argumentan hacen una opci6n por la verdad, 10 cual s ignifica que el punto de partida -Ia argument;;ci6n- es imposible sin una opci6n m o ra l: es imposible un a 16gica sin etica; b) qu e est a opci6n s610 resu lta coherente si quienes optan por la verdad postulan practicamente la existencia de una comunidad idea l de argumentaci6n, en la que la compre nsi6n entre Ips interlocutores sera total; c) que de este postu­lado se d eriva un imperativo: promocionar la reali ­zaci6n de la comunidad idea l de a rgumentaci6n en la comunidad rea!. De ahi el Principio Moral de la Transubjetividad expuesto por Apel, recogiendo las aportaciones de los distintos represe ntantes de esta etica: «Que todas las necesidades de los hombres, como pretensiones virtuales, han de hace rse peti­ciones de la comunidad de comunicaci6n, peticiones que se armonicen con las necesidades de los restan­tes por medio de la argumentaci6n"lO. ,

EI usa que d el met oda trascendental hace n las eticas dial6gicas para un a fund a m entaci6n de la moralidad, pretend e recoge r los logros obtenidos por los analisis se mi6ti cos en los lIitim os tiempos y el desarrollo d e la dimensi6n social, de qu e parecia

10 K.O. Apet, Trails/orilla/ion de,. f'hilosophie, Frankfurt, 1973. Bd. 2, p. 425 (hay trad. cast. de A. Conina, J. Conill v J . Cha o morro, Madrid, 1985). .

AI !Iegar a cste punta no puedo par menos de expresar mi estupor ante las agresivas criticas qtl~ algunos pcnsad ores CSp:l·

oales lanzan contra la s cticas dc corte transcendental. en c1 $el1-titl o dc que bllscan ulla razan absol uta. capaz cle dictarnos el ueber ser enccrrado en una form ula definitiva (vic!. V. C<lIllPS, La imagj)jocioll ilica, Barcelona 1983. cap. II ). Y no pucdo sino rcaccionar con cstupor. porquc los dos (micas principios que cli­GIS cbr'lI11cntc trasccl1<.iclllak s h;m ofrl'c itio. atklll{ls lk SLT for­males (carentes de contcnido), s610 "prcscriben definitivamente .. cl rcsreto y promoci6n dc t od~l persona (1\.:lnt) Y cslc principit) dc la elic;! uel di(tlogo que c~:cll1Yc COlllO ikgitilll:l Cl1:dqlli~'r norma no acordada por los ~rcct<l.clos por ell~ en pie de igual­dao, N o sc I1lUY bien que caliric<!ciOI1 puC'd.m lllC'n:ccr c~tos prin­cipios: 10 que si se cs que eliminarlos 0 pOllcrins ('11 du<.I;, suponC' acab~r (011 la \ 'id:l dcmocratica,

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adolecer la soluci6n kantiana. A mi juicio, el ver­dadero progreso de esta linea de fundamentaci6n consiste en haber incorporado la dimensi6n prag­matica del lenguaje, porque el postulado social­pnlctico de una comunidad ideal, que debe ser pn'lcticamente realizada, no es un hallazgo contem­pon\neo II.

2) La Logica Trascendental, en su vertiente prac­tica , es -en tanto que 16gica- el intento de ofre­cer los conceptos precisos para concebir el unico hecho practico, elfakllllll de la Iibertad que se. e~p.re­sa de modo inmediato en la forma de los JU1CIOS morales ". S610 el hallazgo de los conceptos ade­cuados para comprender el hecho justifica filoso­ficamente -da raz6n suficiente de- la forma moral.

Pero -yaqui la confusi6n en que inveteradamente se ha caido con respecto a la etica kantiana- que el

11 Efectivamentc, las cticas dia16gico-trascenoentales coincidcn en propone r. como idea regulativa. una comunidad ideal. Tal idea no es producto de una esperanza irraciona l, sino un concepto rac lo­nal. necesario para comprender el hecho de que los hombres argu­menten. Si tal idea puede realizarse 0 no , es cosa sobre la que no puede pronunciarse la razon teorica. La razon pn\ctica, por su parte. prescribe que debe alcanzarse), por eso es preclso actuar con II/ICI/­ei,;n I/I';pica. rue Kant quien esbozo estas nociones y K . O. Apel precis3 cl caracter ({tltopicoJ) de la etica discursiva en ~:\flldios eli­co\. Barcelona, 1986, pp. 175-2 19. Para una aciaraclon de estos cxtrcrnos corno lambicil del metodo emplcado por 13 ctica dialogi­ea en su conjunto vcr A. Cortina y J. Coni II, «Pragm3tica Tra~c.en­dental", en M. Dascal (cd.), Filosojiu dcllellgl/uje [/. Pmglll{llica. Madrid, 1999, pp. 137·166

I: I(Pero . cosa muy notable, cnctlcnlraSc incluso una idea de la razon ... entre los hecilOs y csta es 13 idea de la libertad. cuya reati­dad como una espccic particular de causalid"d ... se uej" exponer por Ic"es practicas de la razon pura .y, conforme a elias, en aCCIO­nes reales: por tan to. en la c.\pericncia. Es In lmica idea, entre todas las de I" razoll. cuyo objeto es un hecho y debe ser contado entre los scihi!iu." f:" Uk V p. 468.

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obj;:t? de la etica sea la forma de la moralidad, que la etlca no tenga pOl' objetivo dar prescripciones morales, no implica que los conceptos mediante los cuales concibe su objeto formen juicios carcntes de contenido. EI objeto de la etica es la forma, pero la etica no es formal.

De ahI 9ue la L6gica Trascendental exprese la r~z6n suflclente de la forma moral mediante un jui­CIO matenal: «EI hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en si mismo ...

Con respecto a este juicio material podemos deci.r: a) que es un juicio etieo y no moral; b) que es JU1ClO de «es .. can6nico y no de «debe .. prescriptivo; c) que es el canon de c(;Jnducta para cuantos quie­ran ser fleles a su p~?pla humanidad, porque con­slste en una aflrmaclOn de realtdad, conocida llni­camente pOI' via moral: la afirmaci6n de la existen­cia de un ,valor absoluto. de la que se desprende la prescnpclOn racwnal del respetonecesario ante tal valor: la renunc ia a obedeccr el mandato implica Iii lncoherencla de la conducta de quien obra. en tanto que hombre: d) que es fundamento teleologico en cuanto tncIuye el concepto de «fin .. como categoria fundamental de la etica pa ra la concepcion de In moralidad. Pero, yaqui la especificidad del Jdea­lismo, que tal fin no es aquel al que todo tiende naturalmente: un fin al que natural mente se tiende no es elegible, por tanto, no es un fin moral. EI gran avance idealista consiste en presentar 'Como razon suficiente de la moralid ad un fin que es espe­cificamente moral , por cuanto puede ser elegido.

Sin embargo, los conceptos logico-t rascendentales ofrecidos para conccbir la llloralidaci no han logrado la precisi6n requerid a, ni el enlace estable­cicio entre ellos es adecuado para clar razon sufi­ciente de la moraliclad. Prueba de clio es la propi a confesion kantiana ace rca de la «inconcebibilidad .. de ,<ia necesida'd practica incondicionada del impe­rativo moral .. ' ).

IJ Grundlegung. IV, p. 463. La ctica knntiana defiende en la

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3) Si el/akll/m falionis de la liberlad, expresado en levc, morale,. parccc a algunos exccsivamenlc «inlimisla», y el hecho de la argumenlacion, expre­sivo de un modelo elico fun cionalisla de equilibrio, que olvida la realidad del confliclo -afirmacioncs ambas que deseo disculir en olro lugar- queda un lercer camino maximamenle inlersubjelivo, expre­si\'o del hecho de la moralidad: el hecho de la exis­lencia del discurso moral.

Alendiendo a la s Ires dimensiones, es indudable la faclicidad de un Icnguaje al que denominamos «moral» en virtud de caracleres cspecificos. Una in\'estil!aeion trascendental sabre las condiciones de posibilidad de tal lenguaje recorreria las siguientes fases: OJ analisis d el uso logieo de las cxpresioncs y juicios a los que denominamos «morales», exlra­vendo sus caraeteres especificos: b) intento de csela­rcccr talcs car,lelerislieas medianle catcgorias de disciplinas no-elica s: c) si eSlas calegorias son sufi­cientes. entonces no es necesa rio un saber denomi­nadn «etie,I''; si n,) 10 S(ln. 1;1 ctie;1 cs tlisciplin<l autonoma. porque precisa una constelacion de categorias propia s: d) determinacion de las catego­rias eticas (bien, fin, felicidad, libertatl, deber, per­sona ... ), necesarias para concebir las caractcristicas d el lenguajc moral; c) la fa se ultim a es la mas deli­cada, pues trata de estableccr el fundamcnto de la moralidad, introduciendo entre la s categorias la rela cion logica qu e justifique racionalmente el punto de pa rtida que haga vcraz la moralidad.

EI procedimiento es kantiano, par cuanto pre­tendc fundamentar trasccnuentalmenlc un dato. Pcro, en la linea de Ilegel, identifica melodo y sis­tem a. ya que el rcsultado del proceso melodi co es el sistema mi smo de categorias que seiiala la coheren-

Grundlegung que el homb re es fin limilali,·o de las acciones humanas, pero en La Melajisica de las Coslllmbres Sf hace del hombre tambien fin in citati\'o de tales accioncs. Vid. A. Cortina, Estudio prelimi nar a I. Kant, La A/claji5ica dc /a5 C05fWJIbrC5, lrad. cast. de A. COrlino y J. Conill, ~ladrid, 1989 , pp. LXXX­LXXXVI.

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cia de cualquier sistema moral, que proporciona la relaci6n 16gico-practica verdadera:

7. VENTAJAS DEL METODO SISTEMATICO

EI metodo propuesto pretende ofrecer soluci6n para dos de los grandes problemas plallteados ac­tualmente a la Mica: ofrecer el marco para una argu­mentaci6n universal practica, y el criterio para la preferencia racional entre c6digos morales . .

7.1. La argumentaci6n universal entre sistemas morales deviene imposible si cada uno permanece inconexo y no busca el marco mas amplio de un sistema universal, en que Ie sea posible reconocer su capacidad de justificaci6n racional de datos y com­parar con la capacidad de los restantes sistemas. Puesto que cualquier juicio moral viene implicita 0 explicitamente sustentado por un sistema, incurre en dogmatismo qui en se niega a revelar su sisterila ya entrar en el ambito de argumentaci6n universal mediante la inserci6n en el sistema del todo I'.

7.2. Afirma 1. Muguerza que, aun cuando cada c6digo 1110ral posea una raclonalidad interna, la imposibilidad de ofrecer mejores razones para pre­fertr unos a otros, invalidaria el progreso moral ".

" En p~l~br"s de Wittgenstein: "Cualquier prucba , cualquier con­firrnaci6n y refutacion de una hipotesis . Y" tiene lugar en cl seno de un sistema. Y t~li sistema IH) C$ lIll PUllto dl! p~Hti(b. I1\~S (.1 1llC'1l 0S

mbitrario y dudoso de nuestros argll111cntos, sino que pcrtcll(,cc a In esencia de 10 que denolllinamos lIna argumentaci6n. El sistelllZl no es el punto de partida. sino el clemento vital de los argumentos». Uha Gellissil<'il, frankfurt, 1970. Aplwrisl1lus 105 (Irad. cas I. ell Oarcelona, 1988); ver tambien L. B. Puntcl. lI idll'h eilslheorim il/ lier lIeurCll Philosoph ie, Darmstadt, 1978.

,. La m:rllI sill e'pelwl:a. Madrid. 1977, pp. 239)' 240.

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Yo aiiadiria que la moralidad misma seria invali­dada, y por ello considero gue la preferencia racio­nal entre codigos cs condiclon de posibilidad de la moral.

Pero, a su vez, esta preferencia depende de un «punto de vista racional», que, segun Muguerza, vendria representado por su ya famoso Preferidor Racional y que yo atribuiria al sistema filosOfico, es decir, trascendental.

EI Preferidor Racional, paradojicamente rechazado por su autor al comienzo de algun articulo dedicado a el"', reune las caracteristicas que Taylor Ie adjudica: suficiente informacion, suficiente libertad, suficien­te imparcialidad. Su mayor problema estriba, a mi juicio, no en su ahistoricismo -ya que puede ser his­torizado-, no en el riesgo de caer en la «falacia natu­ralista», pues los juicios de «es» emitidos nada tie­nen que ver en este caso con hechos empiricos ,izure hUlJleano; su mayor defecto radica en su no-autosu­ficiencia. Para detemlinar la «suficiencia» de su infor­macion, libertad e imparcialidad, es preciso abandonar al Preferidor y recurrir a otro criterio de sufi ciencia. Este nuevo criterio deberia ser racional, ya que del «punto de vista racional» se trata, y deberia ofrecer los distintos niveles de su fi ciencia logica. i,No seria, pues, necesario recurrir al sistema como condicion de posibilidad de toda preferencia raciona l?

8. URGENCIA Y DIFICULTAD DE UNA FUNDAMENTACION RACIONAL DE LA MORAL

La tarea mas urgente, cncomcnoaoa ac tualmcnte al pensamiento humane y que deber ser emprendi-

'- Ihid .. caps. VI)' VII. En D~.\d[' /0 f!ojl/ejidad (Madr id, 1990). 1. ~lugllerza parl'el' haber slist ituido al I'rcferidor Raciollal por cI perplejo racional. Por su parte, l{. M. lI arc aillplia la goleria de juc­ces moralcs «sobrchu!ll<lIlO$» con su (larC;lIl!!ebl. l·id Aloral Thill -hng. Oxford 198 1. •

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da «con pasion y estudio», es la de fundamentar ra­clOnalmcnte 1a moralidad, estableciendo la base de una .moral ul1lv~r~al. Y ello, en principio, incluso por motIvos pragmatlcos.

Con~o seiiala Apel, en su Trans/ormation de,. Phi­losophze, cuando pensamos en la relacion ciencia-etica en la modema sociedad industJial nos encontramos con una si tuacion paradojica ". Por'una parte, la nece­sldad ~e una moral universal, vinculante para toda la humamdad,. nunca hab,ia sido tan urgente, dadas las cons~~uen~las. planetanas de las ciencias en una civi­h.za~lOn umtana; las consecuencias tecnicas de la cien­cia tJene unas repercusiones tales para el obrar humane gue no es posible ya contentarse con nonnas regula~ tlvas de la c.onvlvencla en grupos pequeiios.

Pero, dlstll1g111endo en relacion con los efectos del obrar ,entr:e mlcr~,\.mbito (familia, pareja, vecindad), mesoamblto (pohtIca naclOnal) y macrofl1nbito (des­t1110 de la humanidad), comprobamos que las nor­mas n:<?rales t?davia acentuan el ambito intimo. Eli. la polIt.l~a naclOnal privan los egoismos de grupoy las deClslOnes se conslderan como «razones de Esta­do» moralmente neutrales,. en las que intervienen funda~lentalmente el poslbdlsmo y la eflcacia. Del macroamblto se ocupan unos pocos iniciados.

S1l1 e~bargo, los peligros de la civilizacion tecni­co-clentIflca se locahzan en elnivel delmacroambito porque amenazan a toda la humanidad en su existen~ Cia, y con ello se hace urgente «Ia tarea de aSlunir la responsabilidad solidaria por los efectos de las accio­nes en l1} edlda planetaria. Se podria pensar que a es­ta presion a una responsab ilidad so lidaria deberia corresponder la va hdez llltersubJctlva de normas 0

par 10 menos, del principio fundamental de una etic~ de la responsabi li dad» 1< •

. Pero, yaqui la paradoja, nunca parecio tan difi­cd la tarea de una fundam entacion de la 1110ral y pre-

" Dd. 2, pp. 359-363. " Ihfd,361.

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cisamente merced a la ciencia, porquc ella ha capi­talizado la categoria de «objetlvidad», identifican­dol a con el concepto de «neutralidad» 0 «Iibertad de valores». Se produce enlonces aquel curioso ali­neamiento denunciado por Albert, y que es obra tanto del Neoposilivismo como del Existencialismo, cien­cia-racionalidad-objelividad-no compromiso y, por otra parle, deci si on-i rracional idad-subj etivi dad-com­promiso "'. Las decisiones son, pues, irracionales.

Esta irracionalidad de las decisiones existencia­les, de las decisiones sobre fin es ultimos, ha segui­do siendo mantenida por numerosos autores, como Dingler, Lorenzen y Mosterin entre otros ' '', pero posee graves repercusiones para el obrar humano. Si los fines ultimos no pueden ser justificados, inclu­so nuestra existencia esta amenazada.

Ahora bien, aunque los val ores vi tales sean los mas urgentes, reconozco con Mounier que no son los mas elevados: el valor de la vida personal estri­ba en encontrar un valor en el que merezca la pena invertir la vida " . Si ese valor es irracional jque pobre­za la de nucstra tan preciada razon humana!

" Tmktar iiher krilisclze lerll/III/i, Tubingen , 1975, pp. 3 y 4. (Hay trad . cas t. de R. GUlierrez Gira rdol. Bucnos Ai res, 1973.)

~. " Para juslifi car norilla s lendre que formul ar dos "supernor­rnas". lI amadas "principias". Ob',iamenlc, no padre ' juslificar" esas pri nc ipios . ya que ellennino "juslificacion" so lo li ene senlido cuan­do hemos aceplado esos principios. Por Ian 10. si definimos "fe" en senlido nega li,·o. como "Ia accplac ion de alga que no eSI;; justi fi­cad 0", la aceptac ion de esos princ ipios pucde lI amarse li n aelO de fe. H (/\'o rlJlu l i \'(! Logic and Ethics, 74): «E \'idcntcmcnte en In acep­toc ion de un fi n como (ri lilTw hay un momenlo de gra luidad. Las fi nes inte rrn edios son j us tifi cabJcs en func ion tic los fi nes cdli­mos. Los fi nes ultimos no pucden ser juslificados" (M osled n, «EI concerto de Raciona lidad" . Tl.'orelll(l. 1973. 111,4, p. 472) . I 'id tam­bien M. A. Quintanil la. «Las " irtudes dc la raciona li dad ins trll­menta l" . Alllhropos. 9V95 (1 989). 95·99.

:' E. Mounie r. Ei 1'c l'.l olI(llllIllO . 1962, cf.: Pl'. 43 )' 44. r ara li n escJa rec imiento del teslimoni o. idenl idad y plOxill1idad de Mounier, \ 'e r el re\'ita li zador trab~j o de C. Diaz. ,\lolII/i!!!' \' /(/ Ie/cntie/ad cris­tiallu. Salamanc~ , 1978, Para 101 rcccpcion e innlJ(, llcia d~ 1 perso/l(l­lismo en Espana \·id. larnbicn C. Diaz , COrriCIII" III r ihu , Mad rid, 1985.

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