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529 Zainak. 31, 2009, 529-549 A principios del siglo XXI, un cúmulo de transformaciones están revolucionando la sociedad valenciana. En el ojo del huracán se sitúa la tercera revolución urbana, que está trastocando a buena parte de las regiones metropolitanas del mundo. Focalizada en los movimientos urbanos de Valencia, la ponencia conecta los complejos y multidimensionales procesos de globalización con los ámbitos locales de gestión y de protesta. Palabras Clave: Urbanización. Protesta. Movimientos urbanos. Antropología urbana. España. Comunidad Valenciana. XXI. mendearen hasieran, eraldatze-mukuru batzuek gizarte valentziar gizartea irauliz dabiltza. Erdi erdian munduko metropoli-lurraldeen zati handi bat azpikoz gora jarriz dabilen hirugarren hiri- gintza-iraultza kokatzen da. Valentziako hiri-mugimenduetan fokalizatuz, txostenak globalizazio-pro- zesu dimentsio aniztun eta korapilatsuak kudeaketa eta kexurako toki-eremuekin elkartzen ditu. Giltza-Hitzak: Hirigintza. Kexu. Hiri-mugimendu. Hiri-antropologia. Espainia. Valentziako Erkidegoa. Au début du XXI ème siècle, une accumulation de transformations révolutionne la société de Valence. Dans l’oeil de l’ouragan se situe la troisième révolution urbaine, qui dérange une bonne partie des régions métropolitaines du monde. Focalisé sur les mouvements urbains de Valence, le rapport relie les processus de globalisation complexes et multidimensionnels avec les milieux locaux de gestion et de protestation. Mots Clé : Urbanisation. Protestation. Mouvements urbains. Anthropologie urbaine. Espagne. Communauté Valencienne. Los movimientos urbanos en la ciudad de Valencia: contexto y caracterización (The urban movements in the Valencia city: context and character) Cucó Giner, Josepa Univ. de València. Fac. de Ciències Socials. Dept. de Sociologia i Antropologia Social. Edifici Departamental Oriental. Av. dels Tarongers, s/n. 46022 València [email protected] Recep.: 06.11.2007 BIBLID [1137-439X (2009), 31; 529-549] Acep.: 17.03.2009

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  • 529Zainak. 31, 2009, 529-549

    A principios del siglo XXI, un cmulo de transformaciones estn revolucionando la sociedadvalenciana. En el ojo del huracn se sita la tercera revolucin urbana, que est trastocando a buenaparte de las regiones metropolitanas del mundo. Focalizada en los movimientos urbanos de Valencia,la ponencia conecta los complejos y multidimensionales procesos de globalizacin con los mbitoslocales de gestin y de protesta.

    Palabras Clave: Urbanizacin. Protesta. Movimientos urbanos. Antropologa urbana. Espaa.Comunidad Valenciana.

    XXI. mendearen hasieran, eraldatze-mukuru batzuek gizarte valentziar gizartea irauliz dabiltza.Erdi erdian munduko metropoli-lurraldeen zati handi bat azpikoz gora jarriz dabilen hirugarren hiri-gintza-iraultza kokatzen da. Valentziako hiri-mugimenduetan fokalizatuz, txostenak globalizazio-pro-zesu dimentsio aniztun eta korapilatsuak kudeaketa eta kexurako toki-eremuekin elkartzen ditu.

    Giltza-Hitzak: Hirigintza. Kexu. Hiri-mugimendu. Hiri-antropologia. Espainia. Valentziako Erkidegoa.

    Au dbut du XXIme sicle, une accumulation de transformations rvolutionne la socit deValence. Dans loeil de louragan se situe la troisime rvolution urbaine, qui drange une bonnepartie des rgions mtropolitaines du monde. Focalis sur les mouvements urbains de Valence, lerapport relie les processus de globalisation complexes et multidimensionnels avec les milieux locauxde gestion et de protestation.

    Mots Cl : Urbanisation. Protestation. Mouvements urbains. Anthropologie urbaine. Espagne.Communaut Valencienne.

    Los movimientos urbanos en laciudad de Valencia: contexto ycaracterizacin(The urban movements in the Valencia city: contextand character)

    Cuc Giner, JosepaUniv. de Valncia. Fac. de Cincies Socials. Dept. de Sociologia iAntropologia Social. Edifici Departamental Oriental. Av. dels Tarongers, s/n. 46022 [email protected]

    Recep.: 06.11.2007BIBLID [1137-439X (2009), 31; 529-549] Acep.: 17.03.2009

  • Los aos sesenta y setenta del pasado siglo fueron tiempos de grandes mu -dan zas en Espaa. Tiempos de fuertes migraciones, internas y externas, detransvases de poblacin del campo a las ciudades que reconfiguraron selectiva-mente la trama urbana hacindola ms densa y consistente en unos territorios,donde las ciudades crecan y se transformaban, mientras que en otros devenatenue por despoblada. Bajo su impacto, las sociedades rurales y sus campesi-nados, aquella part society with part culture de la que hablaba Redfield, experi-mentaban fuertes trastornos en sus elementos definidores: crecientemente inte-gradas en la sociedad global, sus especificidades culturales mudaban sucarcter y significado a ritmo acelerado.

    En el Pas Valenciano, al igual que en otras partes del Estado, antroplogosy otros cientficos sociales daban testimonio de los grandes cambios. Aqu sin embargo, pese a la importancia de las transformaciones en marcha, en unos momentos en que la sociedad valenciana ya haba dejado de ser agrariapara devenir plenamente industrial, la tierra y la propiedad de la tierra continua-ban siendo un eje vital. La tierra como motivo, como medida y valor, animaba a mdicos y jornaleros, a industriales, obreros y comerciantes a desearla y poseerla, a "fabricar" huertos de naranjos a partir de sedientos bancales desecano o de pedregosas montaas, a cultivar con primor cambiantes huertasgeomtricas, jardines construidos a base de nabos y tomateras, de lechugas ycoliflor.

    Ahora, ms de treinta aos despus, un cmulo de transformaciones havuelto a revolucionar la sociedad valenciana. En el ojo del huracn se sita denuevo la tierra. Hoy como ayer, la tierra sigue obsesionando a los valencianos.Sin embargo, en la forma y en el fondo, la mirada y el significado que la socie-dad le otorga se han trastocado. Muchas tierras estn ahora yermas, y muchasms estn cubiertas o lo estarn pronto de cemento y hormign, de urbaniza-ciones y campos de golf. Qu ha pasado, como ha llegado a producirse estetrastocamiento que se vislumbra fatal?

    Para comprender el carcter de este proceso es necesario vincularlo a otrode mayor alcance e impacto que los especialistas califican de tercera revolu-cin urbana. Iniciado en la dcada de los setenta, este nuevo proceso deurbanizacin se hace efectivo en diversos niveles interconectados (territorial,econmico, social y cultural), y est provocando cambios tan intensos que amenudo es imposible reconocer lo que exista en buena parte de las regionesmetropolitanas del mundo hace slo treinta aos. El automovil, la separacinentre reas de servicio, trabajo y residencia, la expansin del turismo y el augede las segundas residencias provocan, entre otros factores, una gran movili-dad que abarca a un territorio cada vez ms extenso y complejo. En virtud deestos procesos se produce una urbanizacin agresivamente expansiva y unuso despilfarrador del territorio que en Espaa parecen estar fuera de control(Borja, 2003; Fernndez Dur, 2006; Greenpeace, 2007; OSE, 2006). Aqu,la transformacin de suelo rstico para usos residenciales ha alcanzado un ritmo tan vertiginoso que ha motivado la preocupacin de los organismos yautoridades de la Unin Europea y generado un crecientemente organizado

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  • malestar urbano1. Vertebran este malestar cientos de asociaciones surgidasen contra de la especulacin urbanstica y en defensa del territorio que con-certadas en plataformas y coordinadoras de alcance cada vez ms amplio2,exigen una intervencin del gobierno y las instituciones internacionales ante loque consideran como el problema medioambiental, social y cultural ms gra-ve del Estado espaol.

    El caso del Pas Valenciano puede ser considerado como una variante parti-cular y extremada del referido proceso. Porque si en el conjunto espaol el urba-nismo est descontrolado, en la comunidad autnoma valenciana adquiere uncarcter salvaje. La amenaza que supuso el desarrollo desordenado de los aossesenta y, ms tarde, el modelo costero de construccin masiva con Benidormcomo paradigma extremo, se ha hecho realidad en todo su terrible esplendor.Ahora, el afn urbanizador es tal que pretende devorarlo todo: lo que queda dela costa y el interior, los pueblos grandes y los pequeos, el llano y la montaa,la marjal y el secano, empujando al conjunto valenciano a un desarrollo insoste-nible (Devesa, 2005). Frente a l han ido surgiendo pequeos fuegos de des-contento que poco a poco se han extendido por todo el territorio.

    Estudiar ese malestar a travs del prisma de los movimientos ciudadanos esel objetivo central del trabajo que a continuacin presento. Focalizada en lametrpolis de Valencia, la ponencia se estructura en tres tiempos. El primero tie-ne un afn contextualizador y en l presento los elementos centrales que com-ponen el complejo puzle de la urbanizacin valenciana, con un especial nfasisen los actores que lo vertebran o sufren, desde los organismos e institucionespblicos (locales, autonmicos y europeos), pasando por los empresarios yagentes financieros, hasta llegar a los colectivos ciudadanos. En el segundo tra-tar el caso de la ciudad de Valencia. Empezar enfocando las respuestas de losgobiernos local y autonmico a los retos que plantean a la ciudad los procesosglobales y la manera como los van resolviendo, para centrarme despus en laprotesta ciudadana, de la que tipificar los focos de conflicto, los rasgos de losmovimientos que los alientan, sus hitos y tendencias. Finalmente, en el tercero,concluir conectando los complejos y multidimensionales procesos de globaliza-cin con los mbitos locales de gestin y de protesta.

    1. EL PROCESO DE URBANIZACIN VALENCIANO

    En su fase actual, el proceso de urbanizacin de la comunidad autnomavalenciana se distingue por poseer la secuencia de un tsunami: destruye primerola franja litoral para extenderse despus, imparable, hacia el interior, de manera

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    1. Concepto que tomo prestado de Josep Sorribes (2003), y que supone la existencia de grupossociales especficos que evidencian su desacuerdo con situaciones o polticas urbanas concretas.

    2. En abril de 2006 se constituy en Murcia la Coordinadora Ciudadana en Defensa del Te rri -torio, una plataforma estatal que nace con el apoyo de las ms de 600 asociaciones que estn inte-gradas en las plataformas regionales existentes en Andaluca, Murcia y Madrid, as como asociacio-nes y plataformas de la Comunidad Valenciana y otras comunidades autnomas.

  • que su impacto abarca hasta el ltimo rincn geogrfico. Sin embargo, al contra-rio que su homnimo marino, el tsunami urbanstico posee la extraa virtud dereproducirse a s mismo en una cadena temporal que se revela creciente y sin fin:no cesar hasta que el ltimo palmo del territorio no se haya cubierto de cemen-to, o en el mejor de los casos por el green green grass de un campo de golf.

    Cmo se ha llegado a esta situacin? En el momento actual, el territoriovalenciano todava carece de un marco legislativo adecuado para una gestincoherente del territorio. En 1994, la Generalitat Valenciana por entonces enmanos del PSOE aprob la Ley Reguladora de la Actividad Urbanstica (LRAU),que pretenda liberar suelo para dotar al gobierno autonmico de un instrumen-to de intervencin urbanstica. Los socialistas perdieron las elecciones auton-micas de 1995 sin haber llegado a aprobar el reglamento de aplicacin.Tampoc lo hizo el partido ganador, el PP, que apost desde el principio por unaprivatizacin del suelo liberado por la ley en beneficio de los promotores inmobi-liarios, grandes y pequeos, que llevan dcadas actuando sobre el territorio sinuna normativa que ponga orden en el proceso.

    En este contexto anmico, y espoleado por dos bloques de factores interconec-tados, el urbanismo se ha convertido en una mquina eficacsima de hacer dinerofcil y rpido. Uno es la fuerte demanda espaola y europea de vivienda, principal ysecundaria, atraida por un entorno y unas condiciones climticas excelentes. Elotro, la tremenda presin desencadenada a nivel local para transformar el uso agri-cola de los terrenos en urbano y residencial. A resultas de esta presin urbanstica,al tiempo que alimentndola, el precio de la tierra de la Comunidad Valenciana seha convertido en el segundo ms caro de Espaa, despus de Canarias3. Adems,a excepcin de esta ltima, la valenciana es la autonoma donde ms ha subido elprecio por hectrea del suelo agrario: en el 2004, el precio medio se situ en25.621 euros/ha, unos dos mil euros ms que el ao anterior, cifra que contrastacon el incremento medio nacional, que fue de 470 euros/ha4. Dicho aumento seproduce en un contexto casi generalizado de falta de rentabilidad de la actividadagraria, que empuja a los propietarios agricultores y no agricultores a vender sustierras a los promotores y constructores inmobiliarios, o a ansiar casi enfebrecida-mente su recalificacin urbanstica. Por su parte, los Ayuntamientos ven en la reca-lificacin del suelo una forma facil de aumentar a corto plazo sus ingresos, siempreescasos, y de mejorar su dotacin en equipamientos e infraestructuras.

    Unas pocas cifras, referidas a la evolucin del consumo aparente de cemen-to y de la superficie de los suelos artificiales5, bastarn para hacernos una idea

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    3. Segn la encuesta sobre precios de la tierra que elabora anualmente el Ministerio deAgricultura, datos referentes a 2004.

    4. En Catalua o Andaluca, en las que tambin se ha producido un incremento de los precios,ste no ha sido tan notable, alcanzando 707 y 933 euros/ha respectivamente.

    5. Siguiendo a Almenar et al., el concepto de suelo artificial incluye tanto al tejido urbano con-tnuo de la ciudad compacta tradicional como al tejido urbano discontnuo, formado por urbanizacio-nes exentas o ajardinadas, con las corespondientes redes de carreteras, ferrocarriles y terrenos aso-ciados, y tambin por las zonas industriales y comerciales (2007: 16).

  • de la magnitud del proceso. El consumo de cemento por unidad de superficie seha ms que triplicado en los dos ltimos decenios, pasando de 73 tm/km2 en elao 1985 a 288 tm/km2 en 2004 y 251 en 2005. Esto supone que a lo largode los ltimos veinte aos, cada kilmetro cuadrado del territorio valenciano seha convertido en destinatario de una media de ms de 3.000 toneladas decemento (Almenar et al., 2007).

    El aumento de la superficie ocupada por los suelos artificiales no ha sidomenos espectacular. En el periodo 1987-2000, mientras que la superficie ocu-pada por dichos suelos se incrementaba en el conjunto espaol en un 29,5%,en el Pas Valenciano lo haca en un 52%, uno de los aumentos ms altosregistrado en Espaa. Esto supuso pasar de 76.653 a 116.601 hectreas desuperficie artificial, de manera que en el ao 2000 sta supona un 5% delterritorio valenciano, un porcentaje por encima del doble de la media espaola.Segn estos datos (OSE, 2006), a lo largo de los trece aos mencionados, enel Pas Valenciano se han perdido diariamente unos 10.000 m2 de suelo natu-ral, lo que equivale a unos 8,4 campos de ftbol por da. Como recogen distin-tos informes, los efectos sobre el suelo de este tipo de construccin masivason numerosos y graves; uno de ellos es el sellado de suelo, que puede afectara los cursos fluviales, generar inundaciones en superficie ms grandes y rpi-das y causar problemas locales respecto al control de inundaciones (Almenar etal. 2007: 17). Las inundaciones de octubre de 2007 han hecho realidad elreferido peligro.

    El calibre del proceso es tal que los organismos europeos han tomado car-tas en el asunto. En el lapso de poco menos de dos aos, entre diciembre de2005 y octubre de 2007, han lanzado diversas amonestaciones al responsableltimo y directo del urbanismo valenciano, el gobierno autonmico. El desenca-denante fueron las reclamaciones presentadas en Europa por 15.000 pequeospropietarios de fincas y terrenos, impulsados por la plataforma ciudadanaAbusos Urbansticos No, por irregularidades y abusos cometidos al amparo dela LRAU. Como consecuencia, el Comit de Peticiones del Parlamento Europeoencarg la elaboracin de un informe, el llamado informe Fourtou, que endiciembre de 2005 fue aprobado por mayora absoluta por la Eurocmara. En lse recomendaba una moratoria para la recalificacin de terrenos rsticos hastala promulgacin de la nueva ley y la indemnizacin a los propietarios afectadospor los abusos, al tiempo que constataba las corruptelas, o sospechas decorruptelas, que rodean al urbanismo valenciano.

    Al poco del mencionado dictamen, no vinculante pero de una considerablecarga moral, otro rgano de la Unin, la Comisin Europea, volvi a poner encuestin la poltica de gestin urbanstica de la Comunidad Valenciana lanzandoun ultimtum para que se adaptase la nueva Ley Urbanstica Valenciana (LUV) alas normas jurdicas europeas, bajo la amenaza de denuncia al Tribunal deJusticia de Estrasburgo. Poco antes del verano de 2007, como las respuestasautonmicas resultaron poco convincentes a la Comisin, decidi llevar lareferida ley al Tribunal de Justicia de la Unin, por considerar que viola la nor-mativa comunitaria sobre contratacin pblica.

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  • Numerosos actores se encuentran implicados en el desarrollo de este con-flictivo y complejo proceso. Por un lado, la larga cadena de instituciones y autori-dades polticas que se inicia a nivel local, en los Ayuntamientos, pasa por laGeneralitat Valenciana y la Conselleria de Territorio y Vivienda, para acabar en losdistintos organismos europeos (Parlamento Europeo, Comisin Europea, TribunalEuropeo, etc.). Por otro, los empresarios y agentes financieros que lo hacenmaterialmente posible, desde los bancos y cajas de ahorro hasta los constructo-res y promotores inmobiliarios. Estos ltimos comparten con las mximas autori-dades valencianas una misma estrategia y tambin la misma reaccin frente a losinformes y resoluciones europeos: tirar balones fuera apelando a oscuras campa-as orquestadas por un todava ms oscuro enemigo, y defenderse atacando.

    Ante las conclusiones del Informe Fourtou y el voto de la Eurocmara, losempresarios de la Comunidad Valenciana, liderados desde las organizaciones deconstructores6, se rebelaron en tromba afirmando que se trataba de

    [] la culminacin de una campaa de desprestigio, acoso y derribo a laimagen y los intereses de la Comunidad Valenciana en Europa, orquestada porintereses oscuros y alentado por un ejercicio irresponsable de oposicin poltica queha antepuesto intereses polticos a los intereses generales de la Comunidad7.

    Arrogndose la representacin de los intereses colectivos de la sociedad valen-ciana y copiando los modos de actuar de los movimientos sociales, constituye-ron una Plataforma Cvica por la Comunidad Valenciana con el objetivo de aglu-tinar a diferentes colectivos de la sociedad civil para defender en Europa laimagen de la regin8 y dar un toque de atencin a las autoridades de la UninEuropea. Hay que aadir sin embargo que la vida de esta plataforma ha sido deuna brevedad fugaz: nunca ms se ha odo hablar de ella y, al poco de crearse,su pgina web entr en una va muerta de la que nunca ha salido.

    La indignacin del presidente del Gobierno autonmico valenciano ante lainjerencia europea no fue menor: tras anunciar que no estaba dispuesto apermitir que nadie pueda mancillar la imagen de un proyecto de prosperidadcomo en el que en estos momentos representa la Comunidad, seal quenadie nos puede dar lecciones de qu es sostenibilidad, acusando al mismotiempo al Gobierno del Estado de no defender la poltica urbanstica y medio-ambiental de la Comunidad Valenciana, abandonndola a su suerte9, y deorquestar una campaa en su contra con el apoyo de sus amigotes de

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    6. FECOVAL (Federacin de Empresas de la Comunidad Valenciana Contratistas de Obras de laAdministracin), FEVEC (Federacin Valenciana de Empresarios de la Construccin) y FPIAUCV(Federacin de Promotores Inmobiliarios y Agentes Urbanizadores de la Comunidad Valenciana).

    7. Comunicado de prensa emitido por la Federacin de Promotores Inmobiliarios y AgentesUrbanizadores de la Comunidad Valenciana reproducido parcialmente en el peridico Levante-EMVde 15-12-2005.

    8. Palabras del presidente de Fecoval, Juan Cmara, reproducidas por el diario ABC el 20-12-2005.

    9. Levante-EMV, 18/21-12-2005.

  • Bruselas10. Esta estrecha sintona del gobierno autonmico con la patronal dela construccin y el gusto por la referida doble estrategia tirar balones fuera ydefenderse atacando cuando se pone en cuestin la poltica urbanstica delgobierno autnmico, se han dejado sentir en ms de una ocasin, tal y comoocurri recientemente con la riada que asol la comarca de la Marina Alta(octubre de 2007)11.

    Menos unnime es la actitud de los ciudadanos, en la que cabe discernirdos posturas dificilmente conciliables: la de los crticos y los partidarios. Por unlado, ante lo que se consideran agresiones contra el patrimonio natural, elmedio urbano, o la calidad de vida, consentidas o impulsadas desde las institu-ciones pblicas valencianas, ha proliferado un amplio movimiento social endefensa del territorio. Integrado por colectivos, asociaciones, coordinadoras yplataformas ciudadanas, crecientemente articuladas en red y utilizando internetpara conectar con los ciudadanos y conectarse, este movimiento demanda alas autoridades urbansticas una nueva poltica del territorio sostenible queponga lmites al urbanismo depredador en boga en la comunidad autnoma12.Los posicionamientos crticos provienen tambin de otro tipo de organizacionesy entidades, unas son privadas, como el Colegio de Arquitectos de la ComunidadValenciana o el colectivo Terra Crtica13, otras de carcter pblico, caso delConsell Valenci de Cultura (CVC)14 o de la Sindicatura de Greuges15.

    La posicin de los partidarios es menos pblica y notoria, pero tambinresulta evidente. Se halla profundamente modelada por la poderosa fuerza deldinero, y por un no menos potente discurso generado por el poder hegemni-co poltico y econmico sobre lo que es la modernidad y el progreso. El dis-curso, simple y reiterativo, baraja hasta la saciedad tres argumentos bsicos.El primero es el del crecimiento econmico, que presenta como inseparables

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    10. Palabras pronunciadas por Francisco Camps en un desayuno con representantes de la eco-noma espaola y altos cargos del PP nacional celebrada en Madrid (El Pas, 27 de Abril de 2006).

    11. Ante el aluvin de crticas al urbanismo salvaje vertidas por expertos y por miembros delgobierno del Estado tras los devastadores efectos de la riada, el Consell opt por reforzar su alianzacon los empresarios de la construccin, destacando paralelamente los imponderables de la natura-leza, el mal mantenimiento de ros y acequias -responsabilidad de la Confederacin Hidrogrfica deJcar- y la falta de cario y la rabia que la Ministra de Medio Ambiente tiene a los valencianos yla Comunidad Valenciana (El Pas, 17-10-2007; Levante, 17-10-2007).

    12. As rezaba el primer comunicado de la plataforma ciudadana Comproms pel Territori, crea-da a mediados de Julio de 2005. Integrada inicialmente por 25 colectivos ecologistas y vecinales, sunmero se ha ido incrementando paulatinamente hasta superar el centenar (mayo 2007).

    13. El colectivo Terra Crtica es un grupo informal de profesionales de diversas titulaciones, pre-ocupados por los asuntos relacionados con el territorio, el medio ambiente y el urbanismo en el PasValenciano. Con la finalidad de agrupar esfuerzos, cada domingo publican un artculo de reflexin enel diario Levante en que que participan todos, o que redacta alguno de ellos pero suscriben todos.Mantienen al da una interesante web: http://www.terracritica.org.

    14. El CVC es un rgano consultor en materia cultural creado por la Generalitat valenciana.

    15. Comisin del Parlamento valenciano para la defensa de los derechos de los ciudadanos, encuyo frente se sita el Sndic de Greuges, figura equivalente a lo que en otras partes se denominaDefensor del Pueblo.

  • el binomio territorio e inversin empresarial16. El segundo enfatiza el respeto,proteccin y defensa del medio ambiente, el territorio y el paisaje17 que carac-terizan a las polticas del gobierno autonmico. Cerrando el bucle de alaban-zas, el tercer argumento destaca globalmente el carcter modlico del creci-miento valenciano, modelo de prosperidad, de oportunidades y de proyectosde futuro.

    Para calibrar el alcance del poder del dinero bastar un solo dato: en elperiodo entre los aos 2000 y 2004, la contri bucin del sector de la construc-cin al PIB de la economia valenciana fue de un 26,4% directo, un porcentajeque se eleva a ms de un 35% si se consideran los efectos indirectos, y quecontrasta con el 16% producido por el mismo sector en la economa espaoladurante el mismo periodo. Resulta ms que evidente que la construccin se haconvertido en el sector hegemnico y dinamizador por excelencia de la econo-ma valenciana, ms todava de lo que lo es en la economa espaola, dondeocupa a casi tres millones de trabajadores y acapara una inversin crediticia dems del 50% (Almenar et al., 2007: 13).

    Cmo todo esto repercute en el pueblo llano lo ilustra bastante bien la si -guiente crnica, en la que se cuenta el caso de una pequea localidad valencia-na en la que urbanizacin, riqueza y aspiraciones parecen formar un todo inse-parable:

    [...] en un pueblo de la costa de Castelln, Moncofa, desde hace unos meses,en muchas bodas se grita Vivan los PAI!. No es posible comprender lo que estsucediendo en la costa mediterrnea sin explicar lo que pasa en Moncofa, y enotros muchos pueblos, y sin saber por qu se dan vivas a los Planes de ActuacinIntegral en bodas y festejos... La urbanizacin de 6,5 millones de metros cuadradosde marjales de la playa de este pueblo ha cambiado la vida de casi el 70% de sus5.400 habitantes: los padres pueden comprar casas a los hijos, se venden cochesde alta gama (290, cuando un ao antes se matriculaban menos de 100 y todosde poca cilindrada), se ha abandonado el duro trabajo en naranjos, melones ysandas; y en las bodas, los convites satisfacen los ms escondidos sueos de losanfitriones.

    Slo el dinero de la droga ha sido capaz de producir en algunas zonas de Espaaun cambio tan radical y rpido como el que produce la recalificacin urbanstica. Yencima, en este caso, no existe delito, y la felicidad no lleva aparejada peligro ni malaconciencia. Si acaso, la nica amargura es el cambio radical del paisaje: la playa,claman los crticos, se va a cubrir de cemento (S. Gallego-Daz, 2005).

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    16. En un discurso realizado durante un viaje oficial a Florida, el Presidente Francisco Campsresaltaba que Florida est viviendo lo mismo que la Comunidad (Valenciana), un crecimiento tre-mendo, una gran prosperidad y una gran capacidad de generar empleo y expectativas... Crearempleo y bajar el paro se consiguen cuando el territorio tiene expectativas y es atractivo en las inver-siones de empresarios tan importantes como los de Florida (Levante-EMV, 5-04-2006).

    17. En pleno rifirrafe con la Eurocmara, el Presidente de la Generalitat Valenciana afirmaba ,nunca antes, ningn estado en la Unin Europea haba puesto en marcha un paquete legislativo tanpotente para combinar sostenibilidad medioambiental con la defensa del espacio y del paisaje (ElPas, 18-12- 2005).

  • 2. VALENCIA Y LA NUEVA REVOLUCIN URBANA

    La nueva revolucin urbana afecta de una manera particular a las ciudades.Representativa de los cambios que acarrea es la carencia de lmites que distin-gue a las grandes aglomeraciones urbanas de ahora, unas urbes que en su insa-ciable expansin van devorando y/o englobando a otras localidades prximashasta formar una densa red interconectada. En el caso de Valencia, ese despa-rrame urbano afecta de manera brutal a la comarca de lHorta18 que antes ro -deaba a la ciudad y que ahora se confunde con ella hasta formar una metrpo-lis (Dol, 2004). El panorama dibujado por una mirada experta permitirhacernos una idea del carcter de las recientes mudanzas de la metrpolis deValencia. Dice as:

    Para mis ojos de gegrafo norteamericano, el paisaje urbano de la ciudad deValencia presenta una imagen inolvidable. A la sombra de la Ciudad de las Artes yde las Ciencias, de los rascacielos hipermodernos que surgen de su entorno, todavacrecen los cultivos de la huerta. Las aguas de acequias milenarias fluyen ante elpuerto y los barcos que circunnavegan el mundo. En este margen urbano,observamos el choque emblemtico de nuestra poca: la escala global y localmezcladas con esmero. Y aqu, la escala de la vida agrcola retrocede ante losmonumentos de la modernidad valenciana. La transformacin parece inevitable.Tanto o ms que la globalizacin (Prytherch, 2003 [a]).

    La preocupacin casi obsesiva por la competitividad es otro de los rasgoscaractersticos de las metrpolis postmodernas. En una acelerada carrera porrenovar su economa y ocupar un lugar destacado en la cambiante jerarquaterritorial que disean los flujos globales, los gobiernos regionales tienden aapostar por un nico caballo ganador: el que representa la renovacin de la ofer-ta urbana como motor de transformacin de la base de actividades. Siguiendoesta lgica, actan como empresarios, y pugnan por atraer capital y gente con elmejor instrumento de que disponen: la planificacin de las infraestructuras y delespacio urbano (Prytherch, 2003 [b]).

    Valencia no constituye ninguna excepcin a esta tendencia, que tambincomparte con las otras grandes ciudades espaolas. Las bases de la profundatransformacin de su perfil urbano se asientan en los aos ochenta. Es entonces,bajo el impulso socialista que por entonces gobierna en el Ayuntamiento, en laDiputacin Provincial de Valencia y en la Generalitat cuando el viejo cauce del roTuria se urbaniza y ajardina, convirtindose en eje vertebral de la ciudad; esentonces tambin cuando se erigen los primeros templos de la(post)modernidad: el Palacio de la Msica y el IVAM (Instituto Valenciano de ArteModerno), y se planea una primera Ciudad de las Ciencias. Pero esta poltica sedesboca tras el desembarco en el poder del PP en la primera mitad de los no ven -

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    18. La comarca de lHorta, equiparable al rea Metropolitana de la ciudad de Valencia, ocupauna superficie de poco ms de 630 kilmetros cuadrados e integra 44 municipios. LHorta concen-tra un poco ms de un tercio del total de la poblacin valenciana (4.692.449 habitantes), ascen-diendo la de la ciudad de Valencia a un total a 796.549 vecinos, segn datos del Instituto Nacionalde Estadstica (INE) para 2005.

  • ta, primero en el Ayuntamiento de Valencia (1991) y poco despus en el go biernoautonmico (1994), lugares donde todava permanece como partido ma yo ritario.Bajo su signo, Valencia alcanza nuevos retos como superar al puerto deBarcelona en el trfico de mercancias y de contenedores, o ser sede de la 32edicin de la Copa de Amrica y, sobre todo, acrecienta el fragor del cemento ylas inauguraciones. A partir de 1991, la expansin urbanstica de la ciudad esespectacular, y como siempre, se produce a expensas de la huerta (Gaja i Daz,2003: 182-186). En el ao 2002, todava quedaban 13.465 hectreas desuperficie agraria en el trmino municipal de Valencia19. A finales de 2005, lasprevisiones del Ayuntamiento eran reclasificar dos millones y medio de metroscuadrados, manteniendo protegidas 8.899 hectreas de huerta, una cifra que alos pocos meses la Conselleria de Territorio y Vivienda reducira a la mitad20.

    La magnitud del proceso entendido en el doble sentido de amplitud y pro-fundidad, es probablemente el rasgo que mejor caracteriza al cambio urbansti-co en el que se encuentra inmersa la metrpolis de Valencia, un rasgo que com-parte a pies juntillas con el que tiene lugar en el conjunto valenciano. Adems dela monumental Ciudad de las Artes y las Ciencias, la ciudad vive literalmenteamenazada por una serie de espectaculares y carsimos proyectos arquitectnico-urbansticos que se presentan como una indiscutible mejora y modernizacin dela ciudad, y se asocian con su desarrollo econmico. Sin pretender ser exhausti-va, y empezando por los ms ribereos destacar los siguientes21:

    Valencia Litoral, un proyecto para el desarrollo urbanstico del frente mar-timo de Valencia, desde Nazaret a la Malvarrosa, liderada por el arquitec-to Jean Nouvel que supondra una inversin de 2.000 millones de eurospara reordenar dos millones de metros cuadrados22.

    Las torres de Calatrava, tres rascacielos de 308, 266 y 220 metros dealtura e inspirados en las columnas de la gtica Lonja de Valencia. Un edi-ficio de viviendas de lujo, un hotel, y oficinas, sobre una estacin del AVE,junto a un gora. Es el hito final, en palabras de su autor, para rematarel (ruinoso) proyecto pblico de la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

    Socipolis, un proyecto de urbanizacin en la pedana de la Torre de3.000 viviendas de proteccin oficial en 78 hectreas que se pretende lle-var a cabo descatalogando terrenos de huerta y bienes patrimoniales y al

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    19. Anuario estadstico del Ayuntamiento de Valencia.

    20. Dato proveniente del Informe al Gobierno Valenciano sobre la proteccin y conservacin dela huerta de Valencia, emitido por la Conselleria de Territorio y Vivienda y recogido por el diarioLevante-EMV (6-03-2006).

    21. Conviene aclarar que en el listado que sigue a continuacin no he incluido aquellos proyec-tos que ya se han concluido, caso Zona de Actividad Logstica (ZAL) del Puerto de Valencia; los quese encuentran paralizados por la accin ciudadana, caso de las torres del Botnic o la prolongacinal mar de la Avenida de Blasco Ibaez que atravesara el barrio del Cabanyal; o los que afectan aotros municipios del rea metropolitana, como es por ejemplo el caso de Alboraia, cuyo consistorio,gobernado por el PP, proyecta recalificar en urbanizable 1.200.000 m2 de huerta protegida.

    22. http://www.valencialitoral.com.

  • que se ha dado luz verde tras incorporar pequeas demandas sobre lasalegaciones en contra presentadas por el colectivo Per lHorta, grupos deoposicin municipal y el Colegio de Arquitectos.

    El nuevo estadio de Mestalla, cuya reubicacin comporta dos importantesrecalificacines: la de los terrenos del actual campo de futbol y la del vallede Porxinos, (1.651.000 m2 de suelo rstico de alto valor ecolgico) sobreel que se construiran la ciudad deportiva y 2.800 viviendas.

    La administracin parece haber renunciado a la direccin de los procesosurbansticos en marcha. Su comportamiento evidencia

    [] su carcter subsidiario respecto al sector inmobiliario privado, al que allanadifi cul tades y crea las condiciones ptimas para el ejercicio de su actividad (Gaja,2003: 186).

    No obstante, este urbanismo es algo ms que el resultado de la suma dedescontrol urbanstico y operacin de especulacin del suelo, es tambin la plas-macin de un esfuerzo para reestructurar el espacio local y conectarlo mejor conlos flujos globales, un esfuerzo que se halla moldeado por la particular manera deentender la modernidad y el progreso de la administracin. Como smbolos crea-dos desde las instancias de poder e inscritos en el paisaje, los espectacularesproyectos que se estn llevando a cabo en la ciudad de Valencia han adquirido unprotagonismo indudable en el proceso de definicin de lo que la ciudad debe ser.El resultado es

    [] un discurso polarizado, donde slo hay sitio para dos cosas: lo moderno ylo no moderno. Los grandes proyectos pblicos... han tenido la virtud de capturar, deapropiarse, del papel simblico de la modernidad. Lo que queda, la huerta y muchosde sus defensores, se han tenido que conformar con la poltica de la melancola y latradicin. Es decir, la escala local (Prytherch, 2003 [a]).

    Segn los actuales gestores de la administracin, el desarrollo urbanstico dela Valencia actual es comparable al de la poca romana o al del siglo XV el perio-do histrico de mayor esplendor de la ciudad, y tiene como smbolo emblemti-co el complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, definido como espacio dela modernidad y referencia de la vanguardia europea e internacional23. Lavisin contrapuesta destaca por el contrario que en Valencia, se ha convertido

    [] el espectculo en urbanismo y la arquitectura en monumento. Se ha optadopor la accin ostentosa, aparatosa, mediante grandes obras desmesuradas,calatravas caricaturizndose a s mismos con evidentes beneficios especulativospara los entornos, mientras que se preparan nuevas actuaciones sobre los tejidosurbanos populares, como el Cabanyal, con la misma lgica y la tambin lgicareaccin social (Borja, 2003).

    Cul es esa reaccin social?

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    23. Conferencia sobre Valencia dictada conjuntamente por el Presidente de la GeneralitatValenciana, Francisco Camps y el arquitecto Santiago Calatrava en la Facultad de Arquitectura deMiami (El Pas, 7-04-2006).

  • 3. LA PROTESTA CIUDADANA

    En Valencia la protesta ciudadana no es nueva. En pleno tardofranquismo,entre finales de los sesenta y principios del setenta, en paralelo a las luchas de lasasociaciones de vecinos que reivindicaban servicios y actuaciones urbansticasbsicas y del movimiento poltico que pugnaba por recuperar las libertades demo-crticas, se promueven dos grandes campaas contra otros tantos proyectos delAyuntamiento franquista. El primero supona la privatizacin y destruccin de unparaje de gran valor ecolgico, la Albufera y su Devesa del Saler, cercano a la ciu-dad y propiedad de la corporcin municipal. Bajo el lema El Saler per al poble, elmovimiento ciudadano fue capaz de frenar parcialmente el plan urbanizador y for-zar su reversin, que desemboc finalmente en la declaracin del Parque Naturalde la Albufera (1986). El segundo proyecto situaba el trazado de la Autopista deLevante por el viejo cauce del Turia; agrupada bajo el lema el llit del Tria s nos-tre i el volem verd (literalmente, el cauce del Turia es nuestro y lo queremos verde),la ciudadana consigui la completa anulacin del proyecto. Con el restablecimien-to democrtico y el ajardinamiento del antiguo cauce pareca que el peligro delasfalto y el cemento se alejaban de la ciudad para concentrar sus asaltos en lahuerta. Desde entonces, la defensa de sta se ha convertido en un frente de con-flicto permanente (Sorribes, 1998; Torres, 2003; Gonzlez Collantes, 2006).

    Desde principios de los noventa, coincidiendo con la llegada al poder del PP,el malestar urbano vuelve a hacerse patente e inicia un movimiento in crescen-do. Los mltiples focos de este malestar ocupan tres espacios geogrficos dis-tintos. El primero se ubica en lugares que fueron anexionados a la ciudad a fina-les del XIX y cuyos habitantes todava van a Valencia, es decir, que tienen unadbil interiorizacin de su condicin de ciudadanos de Valencia. Probablemente,el conflicto urbano resulta de combinar la persistencia de una identidad localpropia y el abrumador olvido al que han estado sometidos desde el da siguien-te de su forzada integracin. Los llamados poblados martimos son, sin duda,el paradigma del espacio perifrico maltratado (Sorribes, 2003).

    El segundo foco lo integran algunos barrios del centro histrico de la ciudad(como los del Carme, Xerea, Velluters, o Mercat), que han sufrido un proceso dedegradacin extensa e intensa desde 1957. Pese a la poltica de rehabilitacininiciada hace quince aos, dichos barrios acumulan toda una serie de problemasque Carles Dol (2006) sintetiza en dos palabras: solares y ruido. A principios de2006, Ciutat Vella acumula 550 casos pendientes de reedificacin, entre solaresy edificios en estado ruinoso irrecuperable. La concentracin de locales de ocioy restauracin genera a su vez un alud de visitantes nocturnos, especialmente losfines de semana, que provocan suciedad y ruido, con la lgica exasperacin delos vecinos que denuncian contnuos atentados a la habitabilidad y la conviven-cia. En comparacin con los otros ejes de malestar, la vertebracin ciudadana esaqu bastante ms dbil y dispersa, en consonancia con un tejido social envejeci-do y ambiguo, con procesos simultneos de degradacin y gentrificacin.

    El tercer bloque de conflictos se concentra en torno a algunas obras singu-lares, como el proyecto de las torres del Jardn Botnico, las obras del estadio

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  • del Valencia C.F., o el edificio de la antigua Tabacalera. Precisamente, el prime-ro de estos proyectos fue el que marc el inicio y la pauta de la oleada de pro-testas de los aos noventa, erigindose como referente de otras muchas expe-riencias reivindicativas. Se trata del pionero Salvem el Botnic, que seconstituy en 1995 y ha creado escuela por todo el Pas Valenciano.

    Estos movimientos de contestacin ciudadana comparten una serie de ras-gos, empezando por el tipo de objetivos que les anima: la oposicin a proyectosy actuaciones promovidos o amparados por el Ayuntamiento, que consideranlesivos para sus intereses y/o para bien colectivo. Los proyectos pueden alterar,daar o destruir parcial o totalmente un espacio verde de la ciudad de gran valorpatrimonial y ecolgico (el Jard Botnic); un barrio declarado Bien de IntersCultural (BIC) y unas casas protegidas (el del Cabanyal-Canyamelar); la huerta ysu patrimonio, hecho a base de paisaje, de arquitectura sin arquitectos y deingeniera sin ingenieros24 (La Punta, el Pouet, Benicalap, Benimaclet, etc.); o un edificio singular (la Tabacalera). En ocasiones, las menos, la oposicin ciu-dadana se ejerce contra la pasividad de la administracin (ruidos, suciedad yvandalismo en Ciutat Vella), o las actuaciones municipales que slo favorecen aterceros (ampliacin primero y traslado despus del estadio del Mestalla).

    Los movimientos comparten tambin unas mismas formas de hacer y de rei-vindicar, entre las que destaca la combinacin de formas de actuacin conven-cionales, entre las que destacan la accin administrativa y judicial, con otras decarcter eminentemente innovador y creativo, como las intervenciones artsticasy los espectculos ldicos y callejeros. Resulta evidente que el primer tipo deacciones constituye un eficaz instrumento para oponerse a la administracinpblica. Las organizaciones que nos ocupan lo saben, y lo aplican reiteradamen-te con variado xito. En ocasiones el xito ha sido total, como ocurri con el lti-mo proyecto del III Cinturn de Ronda (1998), congelado gracias a las moviliza-ciones de la coordinadora Per un cintur dHorta. Este es tambin el caso delmencionado Salvem el Botnic, recuperem ciutat, que se present pblicamen-te en marzo de 1995, despus de que el Ayuntamiento de Valencia aprobara laconstruccin de tres edificaciones de 20 alturas en los terrenos del antiguoColegio de los Jesuitas, colindantes con el jardn botnico de la universidad. Msde diez aos despus, esta coordinadora contina teniendo paralizado el pro-yecto, con dos recursos pendientes en el Tribunal Superior de Justicia valencia-no, y otros dos en el Tribunal Supremo.

    El otro movimiento a resaltar es el vertebrado por la plataforma Salvem elCabanyal, que desde 1998 encarna el rechazo al plan del Ayuntamiento de pro-longar hasta el mar la avenida de Blasco Ibez a travs de entramado de callesdel barrio martimo del Cabanyal-Canyamelar, declarado BIC. De realizarse, su -pondra la divisin en dos del barrio, el derribo de 1.651 casas, muchas de ellasprotegidas, y el desplazamiento de ms de 2.000 vecinos. En el frente judicial,y tras perder el caso en Tribunal Superior de Justicia valenciana (2004), el movi-

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    24. Estos conceptos los utiliza Carles Dol en su artculo El patrimoni edilici de lHorta(2002).

  • miento consigui que el Tribunal Supremo revisara la sentencia (2005), obligan-do al Ayuntamiento a aplazar los derribos25. Sin embargo, el consistorio no cejani un momento en su empeo. Al poco de que el PP ganara de nuevo las elec-ciones municipales (primavera de 2007), opt por una poltica de tierra quema-da expropiando las casas de 136 familias de una de las calles del barrio, elcarrer Sant Pere, por un tercio de su valor real, con la consiguiente reaccin dela plataforma vecinal.

    En un ejercicio de autorreflexividad, las organizaciones ciudadanas se comu-nican y transmiten los modos legales y jurdicos de actuacin. La experienciaacumulada por Salvem el Botnic se ha ido transfiriendo a otros colectivos quehan contactado con ella en demanda de asesoramiento y consejo. A las consul-tas que durante bastante tiempo se hicieron cara a cara o a golpe de telfono,se suma ahora la va virtual para asesorarse e informarse26. De este modo, elmovimientos ciudadano, heterogneo y diverso, se vertebra y comunica entre sy con la ciudadana, potenciando su eco y su reflexividad.

    Las intervenciones artsticas y los espectculos ldicos y callejeros organiza-dos por los distintos focos de la protesta ciudadana en Valencia conforman otrobloque de acciones enormemente creativo e innovador. El variado repertorio quelo integra se distingue por su carcter multifuncional (mezcla de difusin e infor-macin, de protesta y fiesta), por su escaso convencionalismo, y por el impor-tante papel que el arte, en sus variadas formas, juega. De nuevo es la pautamarcada por una de las acciones iniciales de la coordinadora Salvem el Botnicla que abri la va que luego surcaran tambin otras organizaciones. En palabrasde un miembro de esta coordinadora, la accin consisti

    [...] en la confeccin de una cadena humana que rode por completo lamanzana de los Jesuitas en junio de 1995... Captado por cmaras aficionadas yprofesionales, con las fotografas de ese acto se prepar despus la ex po sicin Elsulls de labraada. Fotocrnica urbana. Desde entonces, la prctica totalidad deacciones emprendidas por Salvem el Botnic ha contado con la presencia o lacolaboracin de gentes que, con su visin e interpretacin personal del arte, haaportado emocin, esperanza, placer, sensaciones nuevas a un proceso quenecesariamente se presentaba largo, duro y amargo (Reque na, 2002: 108).

    Con esa creatividad se han abrazado manzanas de casas enteras, organiza-do una manitren (manifestacin en tren) a Barcelona, plantado una huerta alas puertas del Ayuntamiento y pintado murales llenos de vida. Las accionesocupan las calles y el espacio pblico, al igual que lo hacen las de tantos y tan-tos movimientos sociales por todo el mundo. Pero adems, en virtud de la sn-crasis entre protesta y creatividad cultural, artstica y esttica, alguna de ellas hallegado a adquirir la rara capacidad de convertir lo individual y privado en colec-tivo y pblico, de hacer del hogar domstico un instrumento de intervencin pol-

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    25. Para mayor informacin consultar entre otros el trabajo de Luis Francisco Herrero (2003) yla informada web http://www.cabanyal.com/.

    26. Todas las plataformas ciudadanas poseen un web ms o menos bien montada. Se puedeconsultar el listado tras las referencias bibliogrficas.

  • tica que seala el conflicto y favorece una toma de partido del pblico que par-ticipa. Es el caso del Cabanyal Portes Obertes, un tipo de accin singular que yava por la novena edicin (2007) y que se distingue por el lugar donde se realizala exposicin de las obras artsticas realizada en pro de la rehabilitacin delbarrio: las casas de los vecinos, que durante los das del evento abren sus casasal pblico. El objetivo es

    [...] dar a conocer a los visitantes la realidad que est en juego, casas realesdonde viven personas que realizan en ellas sus proyectos de vida, ahora truncadospor una decisin poltica que no les ha tenido en cuenta en ningn momento. Casasnicas fruto de una tradicin de artesanos, ebanistas, al ba iles que dieron lugar alo que ha venido en denominarse modernismo popular, y que son el testigo de unaidentidad que se mantiene viva en la actualidad (E.Martnez, 2005: 132).

    Hubo batallas que se perdieron, como la de La Punta, que fue una zona dealqueras y huerta situada al sur de la ciudad, junto al mar, y que ya no existe.Pese a la tremenda lucha de sus vecinos y vecinas, articulados y dirigidos por laAssociaci de Vens de La Punta La Unificadora, esta pedana ha desaparecidoengullida por la Zona de Actividad Logstica (ZAL) del Puerto de Valencia, pro-yectada sobre 762.000 m2, la mayora de huerta productiva. La lucha vecinalcomienza en 1993 y casi una dcada despus, ms de 200 vecinos fuerondesalojados, sus alqueras derruidas y los campos que trabajaban aplanadospor apisonadoras27. Pero su caso no acaba aqu, y no slo porque el activismode su Associaci contina, sino porque, a mi entender, este movimiento marcaun punto de inflexin en la dinmica de las protestas, porque es aqu dondeaparecen por primera vez en escena unos nuevos y jvenes actores que seintegran en el vecindario a peticin de la asociacin de vecinos, se incorporande lleno a su lucha, e imprimen un particular marchamo a su desarrollo. Sonlos integrantes del movimiento okupa que junto a los miembros de un grupoecologista (Acci Ecologista Agr) protagonizaron algunas de las acciones msespectaculares de esta desesperada protesta, como subirse a una torre de altatensin o al brazo articulado de una gran pala excavadora y permanecer alltodo un da. Tambin en el barrio del Cabanyal existen algunas casas y centrossociales okupados cuya presencia cuenta con la complicidad del movimientovecinal, dificultando o impidiendo el derribo de las casas abandonadas. Amboscasos ejemplifican la alianza que en ocasiones llega a darse entre ambos movi-mientos, el ciudadano y el okupa. La Punta sirve tambin de amargo recorda-torio al resto de movimientos urbanos: les habla de la importancia de estar uni-dos, coordinarse, sumar esfuerzos y constituirse en red. Como apuntaba elrepresentante de uno de ellos, seguramente eso (lo de La Punta) ahora nohubiera pasado.

    La composicin de estos movimientos es muy heterognea: sus protagonis-tas son hombres y mujeres provenientes de una amplia capa de personas declases medias y clases populares en las que encontramos trabajando codo con

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    27. Para saber ms sobre este movimiento se puede consultar el libro coordinado por Alberda;Collette y Lorenzo (2000); el DVD A Tornallom, un documental sobre la lucha de la huerta de LaPunta; y la web http://www.perlhorta.org/nova/.

  • codo a labradores, propietarios y vecinos afectados; profesionales, artistas yprofesores universitarios; sindicalistas de toda la vida y antiguos militantes de laizquierda revolucionaria; colectivos diversos de jvenes y asociaciones de veci-nos; ecologistas y miembros de organizaciones cvicas; algunos representantesde grupos polticos minoritarios, y ciudadanos que sencillamente ya no aceptantanto agravio. Sin embargo, en sus filas no hay apenas ni miembros del clero nidirigentes del partido de la oposicin ms votado, es decir, el PSOE (Albelda,2005).

    Caractersticamente, la mayor parte de estos colectivos se organizan en for-ma de plataformas o coordinadoras, trminos que con frecuencia los propiosactores emplean de manera indistinta, como si fueran sinnimos. De esta formadestacan el talante flexible y fluido de sus organizaciones, que aglutinan a acto-res diversos personas que se adhieren a ttulo individual pero tambin agrupa-ciones y colectivos, que trabajan de forma voluntaria y gratuita y se gobiernande forma asamblearia. Casi todas las entidades empezaron a funcionar por elimpulso de unas pocas personas que, poco a poco, renen voluntades y organi-zan actividades para alcanzar sus objetivos y metas, desde la convocatoria demanifestaciones y la edicin de libros, revistas y carteles, hasta la interposicinde recursos, la organizacin de conciertos o la realizacin de vdeos y discos.

    Si se las considera separadamente, buena parte de estas movilizacionesposee un carcter reactivo: se alzan contra los efectos de nuevos proyectosurbansticos o de infraestructuras y, en algunos casos, la defensa se producecuando los problemas son ya muy graves o casi irreversibles. En otras ocasio-nes, tal vez las menos, presentan los rasgos de un movimiento proactivo: plan-tean alternativas a los proyectos oficiales y avanzan nuevas ideas sobre la ciu-dad que queremos (Torres, 2003). Sin embargo, si se les mira desde unaperspectiva ms global y diacrnica se observa que en los ltimos aos, en sutrayectoria parece estar reforzndose la tendencia transformadora. Tres aconte-cimientos de orden muy distinto resultan ilustrativos al respecto. El primero ocu-rri en abril de 2006 y posee un carcter eminentemente reivindicativo: ante laimposibilidad de acceder de forma habitual al pleno del Ayuntamiento28, los inte-grantes de asociaciones vecinales y plataformas ciudadanas celebraron a suspuertas el primer pleno municipal alternativo (despus han celebrado dosms). Con este acto aadan una exigencia comn a la lista de sus reivindica-ciones particulares: ejercer el derecho a expresarse democrticamente en elhemiciclo. De esta accin puntual cabe resaltar dos aspectos: uno hace refe-rencia al tipo de accin realizado, que constituye en s mismo un simulacro prc-tico de democracia participativa. El otro focaliza la atencin sobre los protago-nistas de la protesta, en la que se alinearon codo con codo los nuevosmovimientos urbanos y los ms viejos: los Salvem, nacidos a partir de los aosnoventa, y las asociaciones de vecinos, que tuvieron su momento estelar en la

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    28. Con enterioridad, la Federacin de Asociaciones de Vecinos de Valencia, ya haba denun-ciado que un grupo de afines al PP y partidarios de la alcaldesa ocupaban de manera sistemtica lospalcos de invitados del Pleno, privando a los vecinos con problemas en sus barrios de poder acudira expresar sus reivindicaciones (Levante-EMV, 2-02-2006).

  • dcada de los setenta y que paulatinamente haban perdido protagonismo en lamovilizacin ciudadana.

    El segundo acontecimiento nos habla del proceso de convergencia de loscolectivos de defensa del territorio del Pas Valenciano en una plataforma cohe-sionada y flexible, que bajo el nombre de Comproms pel Territori corporeiza laidea de unin mediante una red interconectada. Meses antes de su creacin(julio de 2005), en la primavera del mismo ao, tuvo lugar la primera manifes-tacin unitaria y ya van cuatro hasta este momento que sent las bases parafuturas actuaciones conjuntas.

    El tercero evidencia finalmente que los pequeos fuegos de malestar urbanono slo estn prendiendo por toda la geografa valenciana, sino que estn des-bordando el espacio social de los colectivos y movimientos especficos. El terri-torio, entendido como patrimonio a defender y conservar, se est convirtiendoen un importante leit motiv que se suma a otros de gran arraigo, y renueva a unmovimiento nacionalista ms profundo y amplio. Dos eventos distintos, celebra-dos el mismo ao, ejemplifican este proceso. Se trata, por un lado, de la edicindel 2006 de los encuentros comarcales de escuelas en valenciano organizadospor la potente Federaci Escola Valenciana, que adems de defender y reivindi-car el uso del valenciano como lengua escolar, tuvo ese ao como lema el res-peto por el territorio. En el manifiesto ledo en los distintos encuentros, en losque participaron unas 200.000 personas (entre maestros y maestras, alumnosde las escuelas y sus familiares) se afirmaba:

    [] (ste es un) homenaje a la sea de identidad ms valiosa: nuestra lengua...la lengua que nos identifica como pueblo y como ciudadanos de unas tierras que,en la actualidad, estn siendo agredidas y acechadas por los depredadores desiempre que estn deshaciendo nuestro territorio... Si perdemos el territorio,perdemos la lengua, y si perdemos la lengua, perdemos el Pas y nuestra identidadcomo pueblo (Levante-EMV, 3-04-2006).

    El territorio tambin tuvo un papel estelar en la manifestacin del 25 de Abrilque se celebra cada ao en la ciudad de Valencia29, organizada por la asociacinAcci Cultural del Pas Valenci y otras 100 entidades cvicas y culturales ms.La pancarta de cabecera de la manifestacin, que este ao de 2007 convoc aunas 30.000 personas, estuvo presidida por los ocho representantes de lasentidades cvicas ms representativas, la mitad de los cuales eran colectivos dedefensa del territorio. Tanto el manifiesto como los parlamentos que le siguieron,enfatizaron la necesidad ineludible de tirar fuera (del gobierno) al PP para salvarel pas, el territorio y la llengua 30.

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    29. La manifestacin se celebra desde la reinstauracin de la democracia en Espaa en recuer-do de una derrota, la de la batalla de Almansa, con el objetivo general de mantener viva una llamanacionalista y progresista. Tras dicha batalla, el Reino de Valencia perdi su condicin de reino pol-ticamente autnomo, con leyes y lengua propia, para conformarse en virtud del decreto de NuevaPlanta (1714) y por justo derecho de conquista, a las leyes y lengua castellana.

    30. Segn la web de Acci Cultural: http://www.acpv.net/.

  • 4. CONCLUSIONES

    De nuevo la tierra. Una tierra pensada, sentida y tratada de maneras muydiferentes a las de hace treinta aos. Los parmetros ahora son otros.Patrimonio colectivo o simple mercanca; bien a preservar, junto a otros, o capi-tal vendido al mejor postor. Una cosa parece clara sin embargo, en el PasValenciano y fuera de l. Frente a los hipnticos discursos de la ideologa neoli-beral que destacan la inevitabilidad de los procesos histricos y otorgan todo elprotagonismo al mercado y a sus leyes, es importante tener presente la actualafirmacin de los mbitos locales de actuacin y el renovado protagonismo delas ciudades y de los pueblos, que constituyen hoy en da espacios estratgicospara la representacin y gestin poltica, y donde contnuamente se gestan nue-vos conflictos y demandas (Soja, 2000). Las asociaciones y redes de compro-miso cvico que los promueven surgen de prcticas situacionales arraigadas ageografas especficas a cada ciudad o regin globalizada. Sus demandas sonahora inherentemente espaciales y localizadas, reclaman justicia espacial ydemocracia regional, unas reclamaciones que se aaden a otras con ms tradi-cin y solera.

    Este es precisamente el caso del Pas Valenciano y de su capital, la metr-polis de Valencia. En un contexto urbansticamente anmico, donde existe ade-ms una gran demanda de vivienda secundaria y una tremenda presin paratransformar en urbano y residencial el uso agrcola de los terrenos, el urbanismose ha convertido en una mquina rpida y eficaz de hacer dinero. Numerososactores se encuentran implicados en el desarrollo de este complejo proceso enel que se barajan mltiples intereses. Mientras los organismos europeos ponenen entredicho las bases y procedimientos sobre los que se asienta este urbanis-mo salvaje, los gobiernos municipal y autonmico, al igual que los empresarios yagentes financieros, lo promueven y defienden con fuerza. La ciudadana, por suparte, se encuentra dividida entre dos posturas extremas, la de los defensores ylos crticos. La posicin de los primeros, que oscila desde una complaciente inhi-bicin hasta una defensa acrrima, est modelada por la poderosa fuerza deldinero y por un no menos potente discurso generado desde el poder hegem-nico sobre lo que es la modernidad y el progreso. Los segundos, comprometi-dos en la defensa del territorio, demandan que se ponga lmites a un urbanismoque consideran depredador e insostenible.

    Valencia, al igual que las otras grandes ciudades espaolas, ha convertidola renovacin de la oferta urbana en motor de transformacin de su base deactividades. Pero esta apuesta de cambio ha generado un doble proceso: unafuerte expansin urbanstica de la ciudad y una profunda transformacin de superfil urbano; el primero se realiza a expensas de la huerta, el segundo mutilabarrios enteros. Una parte de la ciudadana siente un profundo malestar anteeste proceso de construir destruyendo, se coordina y protesta. Por eso, a partirde los aos noventa, las movilizaciones urbanas cobran nuevo protagonismo ypeso. Representan la expansin de redes de activistas que se organizan denuevas maneras y despliegan un repertorio de protestas que combina lasacciones ms innovadoras y audaces con otras de corte ms clsico. Con fre-

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  • cuencia, en su quehacer movilizador producen y comunican unos cdigos cul-turales distintos a los dominantes y, en esa medida, desarrollan una nueva cul-tura ciudadana capaz de plantear un reto (importante, significativo?) a lospoderes establecidos.

    Los movimientos valencianos de defensa del territorio son deudores de lasformas de protesta que inaugur el zapatismo a principios de los noventa.Forman parte por tanto de esa tercera oleada de movimientos sociales que sur-ge y se consolida como resistencia a la globalizacin capitalista, y adquiere unasforma de organizacin e intervencin interconectadas y descentralizadas(Castells, 1997). Al mismo tiempo, son representativos de la inmensa variabili-dad de los procesos de protesta. Los marcos especficos de opresin provocanmarcos especficos de resistencia y conducen al desarrollo de estrategias parti-culares de protesta, de esquivacin, clientelismo o defensa.

    Posiblemente, a este carcter situacional de los movimientos sociales que-pa atribuir la presencia de un rasgo caracterizador del malestar urbano deValencia y su comunidad autnoma: la tendencia a mostrarse electoralmenteinocuo. En ese sentido, los resultados de las elecciones municipales y auton-micas de 2007 resultan paradigmticos de la disociacin entre malestar urbanoy voto poltico. Las movilizaciones sociales de los Salvem, de las asociaciones yplataformas ciudadanas contra las actuaciones de la administracin valencianageneralmente del PP, no se han traducido mayoritariamente en votos para lasformaciones progresistas o de izquierdas. A nivel autonmico, el PP ha obtenidosu cuarta victoria consecutiva, esta vez con un holgado 53,22% de los votos.Tambin en Valencia, cuna del primer Salvem, ha ganado el PP, y lo ha hecho en86 de los 87 barrios de la ciudad, el Cabanyal incluido; su rea metropolitana,la comarca de lHorta, ha seguido el mismo camino: Torrent, Riba-roja,Alboraia... Al da siguiente de las elecciones del 27-M, ms de un titular deprensa destacaba que el cinturn rojo de lHorta se ha teido de azul en estoscomicios. El poder del discurso, de la definicin administrativa, poltica y guber-nativa de la modernidad y el progreso se yuxtapona al poder del dinero, no envano uno de cada cuatros valencianos vive directa o indirectamente de la cons-truccin y el ladrillo.

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