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376 JUICIOS TH. XXXVI, 1981 EL PRODIGIOSO DESIERTO DE LA CANDELARIA PEDRO DE SOLÍS Y VALENZUELA, El desierto prodigioso y prodigio del desierto, edición de Rubén Páez Patino, introducción, estudios y notas de Jorge Páramo Pomareda, Manuel Briceño Jáuregui, Rubén Páez Patino, tomo I (Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, XLV), Bogotá, 1977, LXXXIX, 658 págs., 38 láms. UN LIBRO ORIGINALÍSIMO El Instituto Caro y Cuervo, de Bogotá - Colombia, es ya meritísimo por la serie de sus valiosísimas puoncaciones, que son un vciü^Jr-i^ tesoro por su número y calidad. Acaba ahora de dar a luz el primer tomo de una obra originalísima, debida al escritor santafereño Pedro de Solís y Valenzuela, quien la escribió a mediados del siglo xvn, y que ha permanecido inédita y desconocida hasta hace muy poco tiempo. Fue el erudito presbítero español Baltazar Cuartero y Huerta quien proporcionó la primera noticia de su existencia en un artículo aparecido en la revista Yermo, vol. I, núm. 4, del monasterio de Santa María del Paular, que hoy es de la Orden benedictina y que anterior- mente fue de los religiosos cartujos de San Bruno. Cuartero leyó su trabajo durante la Quinta Semana de estudios monásticos. El manus- crito, que se compone de un legajo de mil ciento veintidós páginas, se conserva hoy en la biblioteca de la Fundación Lázaro Galdeano de Madrid. Esta Fundación lo había comprado a otro sacerdote, amigo de antigüedades, D. José García Armesto. El dicho manuscrito al principio se atribuyó a Fray Bruno Solís de Valenzuela (el Fernando del Desierto prodigioso), aunque ya está averiguado que su autor legítimo es un hermano suyo que se llama Pedro Solís de Valenzuela. Bruno, o Fernando, había ingresado en la Cartuja del Paular, y vino a morir en la Cartuja de Jerez de la Fron- tera el 10 de octubre de 1667. La aparición de tan interesante manuscrito fue un preciosísimo hallazgo, un acontecimiento en el mundo de las letras colombianas, sobre todo. Y gracias al empeño de José Manuel Rivas Sacconi se logró pronto una reproducción fotográfica de todo el legajo para el Instituto Caro y Cuervo. También, por una dichosa coincidencia, se encontró en Medellín, Colombia, un códice empastado en pergamino, y titulado Prodigio del desierto, en donde aparecen manuscritos los tres primeros capítulos de la obra de Pedro Solís y Valenzuela, así como varias poesías y comedias. Este manuscrito de Medellín viene ya deno- minándose de Yerbabuena, en atención a que en el histórico y evoca- dor sitio de este nombre tiene su sede el Instituto Caro y Cuervo.

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EL PRODIGIOSO DESIERTO DE LA CANDELARIA

PEDRO DE SOLÍS Y VALENZUELA, El desierto prodigioso y prodigio deldesierto, edición de Rubén Páez Patino, introducción, estudios ynotas de Jorge Páramo Pomareda, Manuel Briceño Jáuregui, RubénPáez Patino, tomo I (Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo,XLV), Bogotá, 1977, LXXXIX, 658 págs., 38 láms.

UN LIBRO ORIGINALÍSIMO

El Instituto Caro y Cuervo, de Bogotá - Colombia, es ya meritísimopor la serie de sus valiosísimas puoncaciones, que son un vciü^Jr-i^tesoro por su número y calidad. Acaba ahora de dar a luz el primertomo de una obra originalísima, debida al escritor santafereño Pedrode Solís y Valenzuela, quien la escribió a mediados del siglo xvn, yque ha permanecido inédita y desconocida hasta hace muy poco tiempo.

Fue el erudito presbítero español Baltazar Cuartero y Huertaquien proporcionó la primera noticia de su existencia en un artículoaparecido en la revista Yermo, vol. I, núm. 4, del monasterio de SantaMaría del Paular, que hoy es de la Orden benedictina y que anterior-mente fue de los religiosos cartujos de San Bruno. Cuartero leyó sutrabajo durante la Quinta Semana de estudios monásticos. El manus-crito, que se compone de un legajo de mil ciento veintidós páginas,se conserva hoy en la biblioteca de la Fundación Lázaro Galdeano deMadrid. Esta Fundación lo había comprado a otro sacerdote, amigo deantigüedades, D. José García Armesto.

El dicho manuscrito al principio se atribuyó a Fray Bruno Solísde Valenzuela (el Fernando del Desierto prodigioso), aunque ya estáaveriguado que su autor legítimo es un hermano suyo que se llamaPedro Solís de Valenzuela. Bruno, o Fernando, había ingresado en laCartuja del Paular, y vino a morir en la Cartuja de Jerez de la Fron-tera el 10 de octubre de 1667.

La aparición de tan interesante manuscrito fue un preciosísimohallazgo, un acontecimiento en el mundo de las letras colombianas,sobre todo. Y gracias al empeño de José Manuel Rivas Sacconi selogró pronto una reproducción fotográfica de todo el legajo para elInstituto Caro y Cuervo. También, por una dichosa coincidencia, seencontró en Medellín, Colombia, un códice empastado en pergamino,y titulado Prodigio del desierto, en donde aparecen manuscritos los tresprimeros capítulos de la obra de Pedro Solís y Valenzuela, así comovarias poesías y comedias. Este manuscrito de Medellín viene ya deno-minándose de Yerbabuena, en atención a que en el histórico y evoca-dor sitio de este nombre tiene su sede el Instituto Caro y Cuervo.

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La edición de esta obra, tan singular y preciosa, merece ser reci-bida con férvidos aplausos. Tendrá tres tomos. Ya contamos con elprimero, que comprende las Mansiones I-XI, según el manuscrito deMadrid. Ha sido dirigida la edición con gran cuidado por Rubén PáezPatino. El segundo tomo, que se anuncia, comprenderá las MansionesXII-XXII, según el manuscrito de Madrid, y además las MansionesI-III del manuscrito de Yerbabuena. El tercer tomo será un comple-mento en que se publicará un estudio de Manuel Briceño acerca dePedro Solís de Valenzuela, su época y su obra, otro de Rubén PáezPatino sobre la lengua de El desierto prodigioso, y varios índices quefacilitarán la consulta del libro.

Hay que advertir que la obra va repartida en lo que el autor de-nomina Mansiones. Son veintidós. Hizo bien el prologuista en resu-mir el contenido de cada una de ellas:

Mansión I. Cuatro jóvenes, Andrés, Fernando, Pedro, hermano delanterior, y Antonio, van de caza, durante el mes de diciembre, por laregión de Ráquira, hacia el valle del Desierto de la Candelaria. Y "An-drés, que se había separado de sus compañeros", tiene la suerte de en-contrar "una cueva que parece ser morada de un ermitaño". En lacueva hay "objetos de devoción, inscripciones en verso y un cartapaciocon varias meditaciones sobre la muerte". Andrés se impresiona profun-damente, toma el cartapacio, lleno de emoción y con cierto temor, ysale de la cueva "después de haber dejado en ella varias poesías suyas".Se reúne con sus compañeros y cuenta a Fernando, su muy íntimoamigo, su aventura increíble.

Mansión II. Andrés pone en conocimiento de todos lo que ha vistoy lo que ha sentido. Y lee ante ellos las meditaciones del cartapacio.

Mansión III. Terminada la lectura que escuchan, embargados devivísima emoción, "los cuatro jóvenes compiten en escribir versos enlas hojas del cartapacio que habían quedado en blanco".

Mansión IV. Los cuatro jóvenes se aventuran a ir juntos a lacueva, invadidos por la curiosidad, y encuentran allí a su dueño. Eraun anciano llamado Arsenio, quien se muestra bondadoso y afable, yacaba por relatar su historia, colmada de episodios casi inverosímiles.Hasta les hace conocer un uxoricidio y la ejecución de uno de susamigos, que se llamaba Leoncio.

Mansión V. El mismo Arsenio quiere obsequiar a sus visitantes.Y con Andrés se dirige al vecino convento del Desierto de la Cande-laria, en donde pide algo de comer para obsequiar y atender a losjóvenes. Andrés se sobrecoge cuando penetra en el monasterio, y sienteuna misteriosa llamada de lo Alto que lo invita a quedarse definitiva-mente en los claustros recoletos. Regresan Arsenio y Andrés a la cuevay la plática cobra movimiento, y terminan componiendo versos.

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Mansión VI. Arsenio se anima y "recita veinte sonetos, dedicadosa la historia del Hijo Pródigo, y continúa la narración de su historia: ma-trimonio, viudez, rapto de Casimira [después de haber muerto su le-gítima mujer Leonor Federici], viaje a América y tempestad [que su-frió] en el mar".

Mansión VII. Arsenio entrega a Fernando un nuevo cartapacio, endonde hay varias meditaciones sobre la muerte. Todos escuchan su lec-tura muy pensativos. Y acaban también recitando composiciones enverso referentes a Granada, la patria del ermitaño Arsenio.

Mansión VTII. Continúa la lectura del cartapacio. Y Arsenio apro-vecha para narrar a los viajeros la muerte de Pedro Porter, un hombrecuyos hechos extraordinarios habían causado asombro y quien habíaVÍMUUU cu vxua ci imiciiiu.

Mansión IX. Los jóvenes con Arsenio van desde la cueva al con-vento del Desierto. Era un día 23 de diciembre. "Por el camino com-ponen y recitan versos de tema ascético". Y Arsenio todavía vuelve areferirse al célebre caso de Pedro Porter que impresiona mucho a losjóvenes.

Mansión X. Andrés toma el hábito de agustino recoleto en el con-vento. Se pintan las más enternecedoras escenas. Hay festejos y versos."Se celebra luego la Nochebuena con la representación de una come-dia". Es una muy conmovedora narración. Andrés es ya Fray Andrésde San Nicolás.

Mansión XI. Los jóvenes, Arsenio, y el Padre Prior Fray Juan delRosario entablan las más movidas pláticas sobre temas místicos. Y re-corren los claustros del monasterio. Y salen juntos a visitar en el montelas cuevas de los antiguos ermitaños. Y el Padre Prior hace una des-cripción de todo lo relacionado con la fundación y posterior desarrollodel tan prodigioso desierto de la Candelaria. Habla también de la Vir-gen de la Luz.

En este primer tomo a que nos estamos refiriendo sólo se llegahasta la undécima Mansión inclusive.

Los personajes, los protagonistas del relato, son Arsenio, el ermi-taño, que termina también haciéndose agustino recoleto en el conventode la Candelaria; Andrés que será el celebérrimo Fray Andrés de SanNicolás, quien pasará a España, y a Roma, y escribirá libros famososen español y latín, ocupará los más altos puestos en su Orden, de laque será Cronista oficial, y Superior en Alcalá de Henares, Madrid yRoma; Pedro, el autor de esta obra, que dará admirables ejemplos devida y compondrá bastantes libros; Antonio Acero de la Cruz, pintormuy conocido en su época, y Fernando, o mejor, Fray Bruno, quienfue comisionado para llevar a España el cuerpo del arzobispo de Bo-gotá Fray Bernardino de Almansa, que había fallecido en Villa de

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Leiva y que se hace monje cartujo. El padre de los Solís también aca-bó haciendo vida de ermitaño en Guaduas.

Los sucesos que se van relatando en este muy interesante libroandan mezclados con digresiones eruditas, con evocaciones místicas ypensamientos acerca del tiempo y de la eternidad, con poesías latinasy castellanas, y abarcan un lapso de diez años, más o menos, que vadesde diciembre de 1632 —fecha de la toma de hábito de FrayAndrés— hasta 1642, en que llegó de España el correo enviado porFray Bruno Solís y Valenzuela, quien había entrado en la Cartuja en1640. El marco geográfico principal de los acontecimientos es el con-vento de la Candelaria.

Todo el relato se encuentra salpicado de noticias diversas, de re-cuerdos y episodios de infancia y de familia, de crónicas y apuntessobre personas queridas o sobre acontecimientos contemporáneos. Hayhistoria, novela y leyenda. Y hay una antología poética muy curiosa yvariada. El estilo del autor es a veces llano, y aveces retórico y conceptista.

Aquí, ahora, no pretendo yo realizar un análisis crítico de estaobra que ha de merecer, sin duda, una atención escogida de los eru-ditos, de los aficionados a la verdadera cultura literaria e histórica. Sídebo expresar, por mi parte, mi complacencia profunda y particularal ver iluminados y enriquecidos con luces nuevas, con pinceladaspreciosas, los hechos de la fundación y desarrollo de aquel monasteriotan amado, tan íntimamente ligado a mi vida de fraile, que se llamaEl Desierto de la Candelaria, y que desde ahora será especialmenteconocido como el Desierto Prodigioso.

La introducción de más de cien páginas, está hecha con amor ycompetencia por Jorge Páramo Pomareda.

AQUEL DIVINO SANTUARIO

Agradan sobremanera las frases de alabanza que se dedican a lasbellezas del DESIERTO, de su paisaje, de su misterio, de su aroma desantidad, de su Virgen, de su fundador el venerable Padre Mateo:

y ya estavan a la vista del divino santuario de N. Sa. de la Candelaria, que, aundesde lejos, infundía devoción, pareciendo en medio de tantas esmeraldas de aquelameno valle vn montezillo de rubíes el convento, porque las tejas de él estavantan coloradas y finas como si las vbieran bañado en aquel punto de carmín muyfino (pág. 480).

a vistas de un humilde edifficio que respirava cielo, que echava fragancia de santi-dad, estavan estos jóvenes admirados porque apenas avían puesto los pies en unatrio o pórtico, a quien davan hermoso adorno hileras de naranjos copadíssimos yllenos de fruta y de azahar (que es propiedad de los árboles de aquel país llevarlotodo junto y estar, por un lado, con fruta y, por otro, con flores), cuando, arreba-

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tados en vna .gustosa suspensión del ánimo, les parecía ver en aqjella amenidad elparaíso terrenal tan celebrado de la divina Escritura (págs. 489-490).

después de vísperas, salieron por la orilla del río [Gachaneca], y Arscnio y otrosreligiosos de aquel santo convento guiaron a sus huéspedes hazia lo intrincado delmonte para que viessen vnas ci:ebas cabadas en peña viva a mano, donde avíanhecho muy austera vida y rígida penitencia los hermitaños fundadores de aquelconvento. Subieron por seys escalones de piedra a vna gruta que en lo más ásperodescubría vna pequeña puerta, y fue necessario baxar por otros tantos a la güecatumba o cavernosa bóbeda, la qual entonces cstava sin habitador y sólo se conservavapor memoria. Estaba bien enjuta y con bastante claridad, y, venerando vna cruzque estava en un altar de piedra, se assentaron en vnas ramblas de pedernal cortadasen forma de assientos (págs. 544-545).

el Prior [ . . . ] , religioso muy anciano y grave, [ . . . ] con singular modestia hizoen esta forma su relación:

El año de mil y seyscientos y dos avía en vna ciudad que está a este conventomuy cercana, llamada Tunja, fundación de ¡Ilustres cavallcros, dos hermanos, natu-rales de la Isla de Tenerife en las Canarias, llamado el vno Domingo de Anaya yel otro Francisco de Anaya. Estos, con desseos de servir a Dios con quietud y soledad,se retiraron a este Valle de Ráquira, en este ameno y florido sitio, que avía sidolabranza del cazique o señor de Vrancha, pueblo oy annexo al de Ráquira. Aquí,vestidos ásperamente de toscos sacos de sayal, comenzaron a hazer vna vida muysemejante a la de los antiguos monjes de la Thcbaida. [ . . . ] determinaron de esco-ger por protectora suya a la Reina de los Angeles María Santíssima y poner enla ermita vna imagen suya, la qual fuesse copia o retrato de aquella prodigiosaque con título de la Candelaria patrocina las siete islas llamadas Fortunas [ . . . ] .

Acabada la Santa Imagen [que hizo en Tunja el célebre Francisco del Pozo], lasacaron los ermitaños de Tunja una noche y vinieron a amanecer a este sitio, dondefue recibida de los demás compañeros con grande alegría y gozo de sus almas, yhizieron en su veneración todos los aplausos que les permitió esta soledad, y lacollocaron en su chocica, de donde comencó a repartir misericordias muy a manosllenas (págs. 631-635).

Empezó el santo fr. Matheo [Delgado] con sus compañeros a hazer vna vidamás angélica que humana, y más celestial que terrena, y assí se estendió por todaspartes la fama de su gran santidad, y vinieron hijos de las más nobles personasde todo este Nuevo Reyno a pedir el hábito de aquesta Reforma, y muchos le re-cibieron viniendo con admirable obseniancia. Los que más an florecido en virtuden esta santa cassa son: el venerable fundador ya nombrado, cuyas virtudes fueroncelebérrimas en todo el nuevo mundo [ . . . ] .

El segundo que floreció en santidad fue fr. Joan de San Agustín. El tercero, fr.Vizente Mallol. El quarto, fr. Matheo de la Madre de Dios, novicio. El quinto, fr.Pedro de Sn. Cipriano. El sexto, fr. Domingo de Betanzos. El séptimo, fr. Nicolásde Orti. El octavo, fr. Joan de Sn. Guillermo. De quienes se podían escrevir librosenteros [ . . . ] . De aquí fueron a fundar el convento de N. Sa. de La Popa en laciudad de Cartaxena y el de la ciudad de Panamá. Y ésta es en brebe la succintarelación de lo que me aveys preguntado. Sólo pido que perdoneys mi tosquedady rudeza, que en esta soledad cassi se pierde con el mucho silencio el vso del hablar.

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Quedó gustosísimo Dn. Fernando. Y si viera cómo en estos miserables tiempos,por solicitud del demonio, el muro de la ciudad de Dios a estado para caerse, ylas piedras del santuario an estado ¿esparcidas, no dexara de lastimarse mucho,como lo estoy yo, a cuya causa pido por las entrañas de Dios que si alguno leyerelas mansiones de este Desierto prodigioso y fuere interesado en la pérdida y des-trución del, dexe ya su obstinada dureza [ . . . ] y que cuydc de la recuperaciónenpezada deste divino Santuario, dexando en paz a los santos recoletos de Sn. Agustínen este su Desierto y en las demás cassas (págs. 640-643).

TEBAIDA AMERICANA

Nuestro convento del Gachaneca desde su inicio recibió el nombrede Desierto. La fama iría luego pregonando sus prodigios y comenzaríaa ser también conocido como la Tebaida americana.

Es muy interesante la historia de la palabra "desierto", que aparececon frecuencia cargada de simbolismo. Puede en las páginas bíblicasdarse a la palabra "desierto" dos significaciones, según que se pienseen un lugar geográfico, o en una época privilegiada de la historia dela salvación. Dios quiso que su pueblo atravesase el desierto para llegara la tierra de promisión, en donde manaba leche y miel. En el desiertose refugiará Juan Bautista; en el desierto permanecerá solitario cuarentadías Jesús, para prepararse a su vida pública. Luego se irá repitiendoque Jesucristo es nuestro desierto, el silencio y la paz verdadera de quie-nes en Él confían. Y de la Iglesia asimismo se afirmará que vive enel desierto hasta el retorno de Cristo que pondrá fin al poder de Satán.

Tras la fundación de la Iglesia los creyentes, algunos más fervo-rosos, tomando en serio la invitación de Jesús que repetía que para se-guirlo había que abandonar todo lo de este mundo por el reino de loscielos, se aislaban, corrían a lugares apartados en busca de la visiónmística de Dios, de los bienes del cielo. Se fueron poblando los de-siertos. Eran los ascetas decididos y generosos. San Antonio Abad esuno de ellos, uno de los más célebres anacoretas.

Es famosísimo el desierto de Escitia, en donde se vivía el modelobíblico, en donde se invocaba a Elias y a Juan Bautista. Pacomio, aprincipios del siglo IV, fundó el legendario cenobio de Tebaida. Losanacoretas en el desierto, y los monjes en los cenobios, fueron adqui-riendo gran fuerza. Y entre ellos los eremitas gozaban de especial pres-tigio. Juan Casiano popularizó esta vida. San Agustín, el hijo de SantaMónica, recibió impulsos eficaces para su conversión con el ejemplode tan valientes y austeros varones. A los padres del desierto, que enla soledad iban tras la visión contemplativa de lo divino, no se les puedemenos de dar una importancia notabilísima en Oriente y en Occidente.

Y en América también tuvieron su presencia.Ya se sabe que aquí, en estas tierras incorporadas a España, tra-

bajaron desde el descubrimiento cuatro Órdenes religiosas: los francis-

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canos, los dominicos, los mercedarios y los agustinos. Y se sabe que laCorona no autorizó la presencia de Órdenes contemplativas masculinas.La vida femenina contemplativa no tuvo restricción alguna. Por el contra-rio, en las colonias portuguesas —en Brasil— los monjes desempeñaronpapel de alta importancia y establecieron bastantes casas desde el sigloxvi. En su celo especial los monarcas castellanos consideraron que sulegislación favorecía mejor sus planes. Muy diversas interpretacionesse han ido dando a tan singular política.

Pero fue el hecho que en la Iglesia Indiana se fueron pronto ma-nifestando corrientes incontenibles de recogimiento, de eremitismo, devida contemplativa. Y esto a lo largo y ancho del ámbito americano. EnMéxico, en Perú, en Ecuador se habla de eremitorios, de desiertos, derecolecciones. En el Nuevo Reino de Granada, y durante el arzobispadode Lobo Guerrero, el insigne Prelado de Santa Fe, se experimentó uninusitado fervor, que se plasmó en lo que se vino a denominar recolec-ciones. Las tres Órdenes existentes fundaron casas recoletas. Los francis-canos en San Diego, en el camino de Tunja. Los dominicos al sur de laciudad fundaron la recoleta de San Vicente; precisamente la abrió FrayJuan Guerrero, hermano del arzobispo. Los Agustinos, encabezados porFray Mateo Delgado y Fray Vicente Mallol, fundaron nuestro Desierto,en Ráquira, y luego otra "Recoleta" en el cerro de la Popa, enCartagena.

El Desierto de la Candelaria era asimismo denominado la Tebaidaamericana, por el fervor que reinaba en sus claustros, por su soledad yla vida de oración y penitencia de sus moradores.

¿Es ARSENIO FRAY DOMINGO DE BETANZOS?

Arsenio es un personaje que figura muy destacadamente en el re-lato de El desierto prodigioso, como uno de los principales protagonistas.Es el ermitaño que habita cerca del convento de La Candelaria ence-rrado en su cueva, y a quien encuentran, porque un ciervo lo denunció,los jóvenes Andrés, Fernando, Pedro y Antonio. Y es quien se viene adesahogar en sus pláticas sucesivas con los estupefactos viajeros. Y lescuenta los lances, casi inverosímiles, de su vida, antes de recogerse enaquellos parajes solitarios.

Pero, ¿quién era Arsenio?

En El desierto prodigioso aparece también como Fray Arsenio deSan Pablo. Y se asegura que acabó siendo religioso profeso del conventode la Candelaria. Y en la nota de la introducción, pág. XLII, se diceque "no ha podido ser identificado como persona histórica" pues "no fi-gura en el catálogo de religiosos que profesaron en el Desierto de laCandelaria desde su fundación hasta 1963". Sin embargo, añade el pro-loguista Jorge Páramo Pomareda, algunos episodios de la biografía del

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hermano Domingo de Betanzos "coinciden con episodios de la vida deArsenio".

Son, en verdad, tantos los elementos de semejanza entre Arsenioy Fray Domingo de Betanzos, en su fisonomía y en sus andanzas, queno se podría calificar de temerario a quien se atreviera a identificar alos dos personajes. También Fray Domingo provenía de una familialinajuda de Andalucía, España; también había hecho una carrera lite-raria brillante y había figurado como poeta y músico; también habíacontraído matrimonio con una joven llena de encantos y muy rica, ala que abandonó, aunque con su beneplácito, para ir a Potosí con lailusión de recibir allí un cuantiosísimo caudal de un tío suyo bastanteanciano; también sufrió naufragio y cayó prisionero de unos piratasingleses; también en busca de fortuna viajó a Panamá, Portobelo y Car-tagena. Y hay un detalle más: en Tunja habitaba, y en una funciónlírico-dramática desempeñó el papel de un suicida que se ahorca, y contan mala suerte que estuvo a punto de ser realidad. Y fue el golpe final.Porque invocó a la Virgen de la Candelaria, que lo salvó. Y en agrade-cimiento, y desengañado, se refugió en el Desierto.

Un dato es cierto: Fray Domingo no profesó. Permaneció en elconvento en calidad de donado, como se decía entonces, como personaque habita en comunidad, aunque por un motivo o por otro no podíahacer los votos. Y esto se debió a que no había noticia segura de lamuerte de su esposa, que se llamaba María Briones. Precisamente estedato explica el por qué no figura su nombre en la lista de los profesos.

A Fray Domingo de Betanzos se puede aplicar lo que Arseniorelata:

Cogiéndolo de la mano [a Andrés], y levantándose los demás, lo acomodó deassiento junto a ssí, y los demás, encima del heno y elechos que avían traydo, seacomodaron en el suelo y suplicaron con instancia a Arsenio les diesse quenta desu vida, y él, obligado de sus ruegos, en tal forma discurre:

Largo dezir sería contaros aquí por orden la historia de mis años. Los quefueron sin culpa se passaton en llanto; los del conocimiento, en caer; los del desen-gaño ya son, mediante la divina gracia, en levantar. Nací noble y rico, y la educa-ción cuydadosa de mis padres me hizo amante de las buenas letras, que estudiéen aquella fértil ciudad que en granos de rubíes corona la Vandalia [Andalucía],Granada, digo, mi venturosa patria. Zebose la valentía en los primeros ardores dela juventud en la gloria vana; locuras precipitadas de incauta edad me acarrearontrabajos exquisitos; amagos a la vida y asombros muchos de la muerte me hizieronreconocer mi estado mal seguro. Llegó el tiempo de retirarme, de recoger tantosdespojos del alma derramados; años ha que estas soledades habito esperando el díaúltimo de mi larga peregrinación. Este es el brebe epítome de mi vida (págs.164-165).

Dado el carácter, en muchas partes novelado, del relato, ¿seríaatrevido el identificar a estos dos personajes?

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CUNA DE LA RECOLECCIÓN EN AMERICA

Hubo en aquel tiempo movimientos admirables de más estrechaobservancia, de una más íntima y fervorosa dedicación a la oración ycontemplación, en muchos institutos religiosos. Y esto también se ma-nifestó, y con gran fuerza, dentro de la Orden de San Agustín.

En Toledo, España, se reunió un Capítulo de la Provincia de Cas-tilla, presidido por el Padre Prior General, en el año 1588, en donde seestableció la apertura de casas especiales para quienes se sintieran lla-mados a profesar un tenor de vida más estricta. Y sin tardanza se inau-guró la primera fundación en Talavera de la Reina, en un conventoque había fundado el Beato Alonso de Orozco, el que abrió la primeracasa para monjas agustinas recoletas.

Y pronto, muy pronto también en el reino de Nueva Granada surgeesta idea entre muchos de los hijos de la tan benemérita Provincia deNuestra Señora de Gracia. Y se encuentra ocasión propicia para la rea-lización en un suceso que se menciona en El desierto prodigioso:

Y, assí, bolviendo a nuestros hermiuños, vivían con mui singular exemplo, de queembidioso el demonio, sembró entre ellos vna contienda sobre quis eontm videreturesse motor, con que esta compañía se deshizo; y los dos principales hermitaños, lasti-mados desto, porque no se perdiesse aquella santa Imagen y su devoción se entibiassecon ver la inconstancia de los hombres, trataron de hazer traspasso y donación de ellay de este sitio a la Religión de San Agustín, en manos del muy Venerable Padre Fr.Matheo Delgado, entonces doctrinero de dos pueblos que están juntos oy, que sonRáquira y Tixo, para que se fundasse un convento de Recoleción, en que se guar-dasse, exactamente y sin dispensación ninguna, la regla y constituciones desta escla-recida orden (págs. 637-639).

Y así nace la Recolección Agustiniana en América, que tiene, pues,su cuna en el Desierto Prodigioso. El Provincial Fray Vicente Mallolla dotó de unas normas maravillosas, de gran rigor, para aquellos reli-giosos que se hubieran sentido movidos por el divino espíritu a seguircon más severidad la Regla y Constituciones. En el año 1629 esta Reco-lección de América se unió a la de España. Y la comunidad del De-sierto de la Candelaria, con su oración, su retiro, su místico fervor, fuealcanzando las más altas cimas de la santidad y cobró fama enorme.

Bajo la dirección de Fray Mateo Delgado y al amparo de NuestraSeñora "cuyos somos", como se lee en un documento, se entregaron avivir a lo divino en forma total.

Y del Desierto de la Candelaria se extiende el fuego a otros lugares.Y brotan nuevas casas recoletas. En 1607 se funda el convento de laPopa en Cartagena de Indias. Su primer superior será el P. AlonsoParedes de la Cruz. Cuando el P. Vicente Mallol da su licencia paraabrir esta casa en 5 de diciembre de 1606, anota:

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digo que a todo el mundo es notorio cómo las sagradas Religiones, para restaurarla antigua observancia, y reducirla al antiguo rigor, en que los Santos Padres lafundaron, sobre mucho acuerdo han fundado ciertos conventos y casas de recoletospara los religiosos que, movidos de mayor espíritu de Dios, se quieren recoger enellas, cuyo instituto, además de la total renunciación de bienes propios, principal-mente consiste en la vida contemplativa, y juntamente predicar en las repúblicaslas palabras de Dios, y en administrar los sacramentos de la penitencia, atrayendoallí a los fieles con su doctrina y singular ejemplo.

Los religiosos de la Popa, a donde fue desde el Desierto de la Can-delaria su primer Prior Fray Alonso de la Cruz, hicieron el cuarto voto,llamado de Recolección, de perseverar siempre en ella.

Andando los tiempos, en el Desierto de la Candelaria y en la Popade Cartagena hubo una interrupción de vida por lo calamitoso de lascircunstancias. Pero la Virgen permaneció en su trono. Y de nuevoconvocó a sus hijos en el místico valle del Gachaneca, y en la cumbredorada de la Ciudad Heroica. ¡Oh gran Fray Victorino Rocha. . . ! ¡Ohseráfico Beato Fray Ezequiel Moreno, el magnánimo restaurador...!

FRAY ANDRÉS DE SAN NICOLÁS

El P. Andrés de San Nicolás es el personaje que en la historia deEl desierto prodigioso se perfila con más nitidez, como amante de aque-llos parajes idílicos del Gachaneca. El "mancebo hermoso y gallardo",la "prenda tan de mi alma", como le dice Fernando o Fray Bruno, fuequien, con sus arreos de caza, se adelantó a sus compañeros, siguiendolos pasos ligeros de un ciervo, y encontró en aquellas soledades la"güeca tumba o rotura de la tierra" (pág. 12), en donde habitaba elermitaño Arsenio. Y fue su grito:

¡oh desierto prodigioso! [ . . .1 . ¡Oh misteriosa cuebal ]Oh sepulcro venturoso quea los muertos das vida, y a los vivos trasladas a la glorial (pág. 20).

Todos a una hazían ya instancia por partirse. Mas, replicó Don Andrés, amigos,el irse será cierto, y más el quedarme yo, o ya sea hecho ermitaño de San Agustín,o ya siruiendo a esse santo clérigo (pág. 53).

El viejo ermitaño tuvo predilección por él. Le miró con cariñosingular desde el primer momento:

No consintió [el viejo Arsenio] que fuesse con él [hasta el convento] si nofue Don Andrés, que se lo pidió con instancia, porque affirmó le convenía mucho(pág. 190).

En el ínterim que assí gastavan el tiempo [los otros tres jóvenes se entreteníancomponiendo sonetos], lo aprovechavan Arsenio y Dn. Andrés en caminar al conventode agustinos recoletos, y aviéndolo visitado y venerado la santa imagen, su patrona,negoció el santo viejo lo que pedía [un poco de comida para los jóvenes] y que-

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dando enteramente satisfecho Dn. Andrés de la santa vida de aquellos venerablesermitaños, pidió al prelado le admitiesse en la compañía de aquellos santos varones.Tubo por padrino a Arsenio, a su gentileza, habilidad y disposición; y assi lo ad-mitieron, concertando de bolver dentro de 4 días a recebir el hábito de aquella sa-grada Religión (págs. 192-193).

En otro lugar se lee: "todos esperavan ya a D. Andrés que dixessealgo, porque le avían visto pensatibo" (pág. 322) en aquel apaciblesitio en que se hallaban, a la vera de una fuente, en un lugar solitario,adornado de umbríos árboles y naranjos olorosos. Y entonces Andrés"dictó a la soledad este soneto" (págs. 322-323), que comienza:

Centro del alma, soledad divina,vivo retrato de la paz eterna.

y más adelante:

Eres, oh soledad, al que te ha halladolo que el centro después de lo violento,lo que el puerto después de naufragado.

La narración de la toma de hábito de Fray Andrés reviste una so-lemnidad inusitada- La descripción de la ceremonia es muy tierna. Asis-tieron Arsenio, Fernando, Pedro y Antonio:

[ . . . ] vieron salir de la sacristía al maestro de novicios, que traya de la mano alque avía de recebir el hábito, y quando reconocieron que era su primo D. Andrés,que ya tenía derribada la melena dorada y hecho el cerquillo, primero se quedaronimmóviles como muertos, robados de color y cassi sin aliento; luego, heridos loscorazones de tan fuerte e inopinado golpe, se rompieron en venas de agua sus ojos[ . . . ] y quando más se les partió el corazón de dolor, fue quando, vestido ya delhábito recoleto de Sn. Agustín, se postró en tierra, abiertos los brazos en cruz,como si ya estuviesse difunto, mientras el convento recitava devotas oraciones(págs. 490-491).

El P. Andrés de San Nicolás fue un religioso perfecto. Amantísimode la soledad, de la oración y del estudio. Su ejemplo de entrega a Diosen su tan amada Agustiniana Recolección, que defendió y honró hastasu muerte, no podrá ser olvidado. Pasó a Europa, y no por desamor asu patria, como llegó a sugerir el buen Vergara y Vergara en su Historiade la literatura colombiana, sino por obediencia a los superiores. Se lellamó "biblioteca animada". Y se afirmó de él que "para enriquecer ala Europa había venido de América".

Tuvo en todo momento un recuerdo gratísimo hacia el DesiertoProdigioso de la Candelaria. En su libro en latín titulado Proventusmessis dominicae, publicado en Roma en 1656, y dedicado al Papa Ale-jandro VIII, canta los sufrimientos y el triunfo de los mártires agustinos

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recoletos de Urabá, misioneros que habían fallecido atravesados por losindios de la selva, y dedica memoria entusiasmada a su rincón del Ga-chaneca. Así lo describe:

se alza en un valle tan estrecho que apenas en el cabe el monasterio, rodeado de}X:ñas que parece amenazan ruina. Disfruta de una temperatura maravillosa duranteel año entero, de manera que ni conoce el rigor del verano ni la aspereza delinvierno. Goza de una perpetua e igual clemencia del ciclo. Su campo está llenode verdor y esmaltado de flores. Casi de continuo es dulce el aire que se respiraallí, y al amanecer la música de los pájaros resuena plácidamente.

Para mejor enjuiciar la personalidad religiosa y humana del poli-facético Fray Andrés de San Nicolás, y de sus actitudes y comporta-mientos a lo largo de su existencia, desde su entrada al convento de laCandelaria a los quince años, piénsese que él no sabía quiénes eran suspadres. Y piénsese que en aquella edad, con su temperamento muyreligioso y muy sensible, halló una acogida y un cariño de familia tanfuertes en la comunidad del Desierto, que ya fue desde entonces unamantísimo hijo de la Recolección Agustiniana. El haber ido a Españay el haber permanecido aquí o en Italia, hasta su muerte, se explicaasimismo por la circunstancia de no conocer su origen.

Y en España además Fray Andrés estuvo muy cerca de su íntimoamigo y compañero Fray Bruno Solís de Valenzuela, el cartujo delPaular. No es extraño en El desierto prodigioso el ver elogios frecuen-tes y ardorosos de San Bruno, de! "serafín de las soledades". "San Brunoera el samo más amado por la familia Solís de Valenzuela".

LOS OTROS DOS TOMOS

Quedamos esperando con la mayor ilusión los otros dos tomos quese anuncian de esta obra originalísima, llena de interés y de evocacio-nes sumamente interesantes, que se titula El desierto prodigioso. Con-tinuarán la materia, y de seguro que aparecerán impresos con la mismapulcritud y esplendor con que se presenta el primero, y con la abun-dancia de datos complementarios y explicativos que lo enriquecen.

Mi complacencia, he de anotarlo, es singularmente muy grande.Me transportó su lectura a la contemplación gozosa de aquel cenobiotan legendario y renombrado, tan colmado de historia y de misterio,que es el Desierto de la Candelaria, fuente de luz, de santidad y apos-tolado fecundo a través de los siglos, y trono de aquella Virgen de losermitaños, la "fundadora auténtica", como la denomina el P. VicenteMallol en 1606, "la Señora cuyos siervos somos", como tiernamente loafirma el angelical y extático Padre Mateo Delgado, "la Reina de losÁngeles de esta casa y de sus habitantes los Descalzos o Recoletos", se-gún la proclamó toda aquella comunidad de frailes austerísimos, que,

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a su vera, en el silencio sonoro de aquel delicioso rincón de la tierraaprendían las más altas lecciones del amor de Dios.

Mi aplauso muy sincero y ferviente para el Instituto Caro y Cuervo,para su director y colaboradores.

FR. EUGENIO A YAPEMadrid, julio de 1978.

(Publicado en el Boletín de la Provincia de Nuestra Señora de la Candelaria.Bogotá, Orden de Agustinos Recoletos, año Lili, núm. 561, 1979, págs. 128-139).