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TERESA FRANCO

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OSÉ

CON, ÁNGEL GARCIA COOK, ROBERTO GARCIA M OLL, NORBERTO GONzALEZ,

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jI

MÉNEZ,

T

HOMAS

L

EE

ALFREDOLóPEZ

AUSTh\ ,

L

UIS

ALBERTO LÓPEZW., Lh\ DA MANZANILLA,

SL\10N

MARTIN,ALBAGUADALUPEMASTACHE, EDUARDOMATOS, LORENAMlRAMBELL, DoMINIQUE

M

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MARY E. M ILLER, j

ESÚS

MONJARÁs-RuIZ, CARLOS

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NOGUEZ,

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LES

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ERRA

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ACLARACIÓN

Por causas ajenas a los autores, en el cua

dro "Plantas medicinales mexicanas",

que acompaña

al

artículo "Plantas medi

cinales del México prehispánico" de Ro

bert Bye y Edelmira Linares, publicado

en nuestro núm. 39, aparecieron algunas

imágenes que no corresponden a

la

es

pecie indicada en

el

texto. A continua

ción presentamos dichas especies y las

imágenes correctas, las cuales fueron

gentilmente proporcionadas por el Dr.

Bye. Cabe aclarar, asimismo, que en la

p.

8 de ese artículo, donde dice "Gra

nadilla

Aristolochia

sp.).", debe decir

"Granadilla Passiflora sp.)", y que la

abreviatura que debe acompañar los nom

bres científicos en los que no se conoce

la especie es sp. y no spp.

¿ESTAMOS

AVALANDO EL

COLECCIONISMO y EL SAQUEO?

Tengo en mis manos un bellísimo libro

que se llama

Ancient West Mexico.

rt

and Archaeology

of

the Unknown Past

El antiguo Occidente de México. Arte y

arqueología del pasado desconocido).

El editores RichardF. Townsend,del Art

Institute of Chicago, y la publicación es

de Thames and Hudson , Nueva York,

1998.

El libro está ilustrado con estupendas

fotografías de 220 "obras maestras" (vaya

usted a saber cuántas más no fueron con

sideradas maestras) saqueadas de Guana

juato, Colima, Nayarit y Jalisco, las cua

les ahora pertenecen a 25 in stituciones

-museos principalmente-, a

16

coleccio

nistas privados y a 24 coleccionistas anó

nimos, la mayoría de Estados Unidos.

No sólo es grave la ostentosa e imper

tinente posición de esta publicación , que

en ninguna parte justifica o reconoce la

destrucción causada por dichos saqueo

s

sino lo que me parece

peores

que se haya

invitado a connotados arqueólogos me

xicanos y estadunidenses que trabajan

en nuestro país a participar en dicho li

bro con artÍCulos científicos. Ellos, cons

ciente o inconscientemente y con su so la

presencia, no sólo legitiman esta obra y

dan el espaldarazo a este saqueo, sino que

le

dan

al

libro el valor científico que los

editores y los coleccionistas necesitan

para realzarlo y darle consistencia.

2/ ARQUEOLOGfA

M EXICANA

w

>

m

ft s

Cachani. Péyotl. Roldalla sessilifolia.

Guayaba.

Xalxócotl. Psidill/II gllaja

va

Poleo.

Atóchietl. O lllila Iytllrifolia.

Siempreviva.

Texíyotl. SedulIl praealtll/lI.

Toloache.

Toloa. Datllra stramollilllll.

¿Es que los arqueólogos andamos ta

mal que requerimos del patrocinio de

lo

saqueadores de nuestro país?

Dra. Beatriz Brann

Centro IN

AH

Colim

DEFORMACiÓN

CRANEANA

ENTRE LOS MAYAS

Escribo para comentar

la

nota titulad

"La deformación craneana entre los ma

yas", que apareció en el núm

38 en

lasec

ción de "Noticias", de su prestigiada re

vista. El texto en cuestión fue transcrit

de una nota periodística por Columb

Vértiz y Guillermina Escoto, de la Di

rección de Medios de Comunicación de

INAH En él, la arqueóloga Eunice U

González da a conocer los recientes re

sultados del Proyecto Arqueológico Ce

note de las Calaveras , Mayapán. He teni

do el agrado de colaborar en este proyect

con

el

aná

li

sis macro y microscópico d

las osamentas, así como en la coordina

ción de algu nos análisis especiales. La

mento que los resultados óseos prelimi

nares que yo había comunicado a U

González unos meses antes aparezca

mal interpretados, por lo que me permi

to hacer las siguientes aclaraciones. S

afirma que sólo dos cráneos de las 1

osamentas encontradas en el cenoteseen

cuentran deformados artificialmente. E

realidad, aproximadamente la mitad d

los crá neos muestra una modificació

cultural,

la

que califica como

un

aplana

miento lámbdico de menor a mayor ex

presión. Además, dos cráneos presentan

a diferencia del resto, una modificació

tabular erecta en su variante intermedia

En el segundo párrafo se dice que s

"sabía que la deformación craneana en

tre los mayas era signo de nobleza , per

la hipótesis ha cambiado, por lo que s

debe investigar más al respecto". En rea

lidad, la discusión sobre las implicacio

nes sociales no gira en torno a la modifi

cación cefálica en sí sino a las técnica

empleadas para lograrla , dado lo comú

de esta práctica entre los mayas prehi s

pánicos (al menos en las Tierras Bajas)

Aprovecho la ocasión para felicitar

los por su nuevo número que manifies

ta, una vez más, el alto nivel editorial

académico de la revista

Arqueologí

Mexicana.

Dra. Vera Tiesler BIas, ENAH   I

NAH

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RESPUESTA DE

EUNICE

Uc

En el número 38 de su revista aparece

una nota firmada por Columba Vértiz y

Guillermina Escoto que contiene datos

erróneos relacionados con

el

proyecto In

vestigaciones Arqueológicas en el Ce

note Las Calaveras de Mayapán, del cual

soy responsable. Ignoro de dónde fue

obtenida dicha información, ya que en

ningún momento se me ha hecho alguna

entrevista por parte de las personas se

ñaladas, no obstante que soy investiga

dora del Centro

rNAH

Yucatán y respon

sable del ya mencionado proyecto. Sin

embargo, con el fin de aclarar la situa

ción real de las investigaciones, ofrezco

a continuación una síntesis en la que doy

a conocer los datos correctos.

Las

in

vestigaciones llevadas a cabo en

el Cenote Las Calaveras durante la tem

porada 1998 forman parte de un proyec

to integral relacionado con los cenotes lo

calizados en el área intramuros del sitio;

dicho trabajo, a su vez, forma parte del

Proyecto Mayapán,el cual es dirigido por

el arqueólogo Carlos

A.

Peraza Lope.

Los objetivos principales de este pro

yecto consistieron en la extracción de

osamentas localizadas en el interior

de

un

cenote, el cual es de tipo caverna.

El acceso prehispánico hacia

el

interior

de este cenote se ubicó a 3.74 m del bro

cal del pozo moderno, donde obtuvimos

materiales cerámicos

cor

respondientes

al periodo Posclásico ( 1200-1441 d.

C.) .

La metodología utili zada para

lo

s tra

bajos en el cenote fue la

mi

sma que se

usa en cualquier excavación arqueológi

ca en superficie. La diferencia es que se

trabaja en áreas sinuosas , incómodas y

con técnicas de espeleobuceo.

El estudio preliminar de las osamen

tas permite describir

un

depósito funera

rio que refleja básicamente un contexto

primario, el cual no incluyó niño

s.

La

muestra identifica a

21

individuos,

masculinos , 7 femeninos,

I

adolescente

y 2 sin identificar.

La mayoría de los cráneos tiene de

fo

rmación; 9 no están deformados , 9 tie

nen deformación de tipo tabular erecta

planoccipital y hay

un

cráneo más si n

identificar. Existe un caso muy notable

de deformación tabular erecta interme

dia, la que es común en los entierros in

tramuros de Mayapán. Los individuos

masculinos tienen una estatura de 1.60

m, y los femeninos de 1.50 m.

En cuanto a las patologías, se detec

taron grandes carencias nutricionales,

parasitosis , alta incidencia en caries, sa

rro y caries con abscesos . No hay evi

dencias de fracturas y traumatismos, ex

cepto en

un

caso.

Entre las patologías con rasgos infla

matorios, destaca

un

caso de treponema

tosis identificada como sífilis terciaria en

un adulto masculino que en Yucatán es el

primer caso documentadQ en este grado.

Como conclusiones preliminares se

puede

señalar que los individuos eran

mayas prehispánicos y del contacto , y

que posiblemente se trataba de

un

pue

blo que habitó los alrededores de la zona,

un grupo endogámico muy notorio, cuya

deformación craneana del tipo cuna los

distinguía de los habitantes del

in

terior

de la muralla.

Los datos cerámicos permitieron con

trastar esta información para conocer

la ocupación del cenote, la cual abarcó

el periodo Clásico

Tempra

no (300-600

d. C.) ,

el Clásico Tardío (600-1000 d.

C.)

y el Posclásico (1200-1441 d. C.), repre

sentado por fragmentos de ollas domés

ticas del tipo Mama Rojo, éstas últimas

asociadas a las osamentas.

Los resultados finales de estos est u

dios serán dados a conocer oportuna

mente ya que la naturaleza de estas in

vestigaciones está en relación con los

objetivos trazados por el Proyecto Ma

yapán. (Carta resumida

.

Arqlga. Eunice

Uc

González

Centro

INAH

Yucatán

RESPUESTA DE

COLUMB

VÉRTIZ

Los datos del texto La deformación cra

neana entre los mayas  ,ArqueologíaMe-

xicana, núm. 38, se obtuvieron de una

nota publicada el 3 de marzo de 1999 en

el

periódico

Excélsior,

p. 39, titulada:

No era costumbre generalizada la de

formación craneana entre los mayas ,

que está firmada por el corresponsal Ati

lano González Villa.

La Dirección de Medios de Comuni

cación del INAH colabora en la sección

Noticias  de la revista mediante sus re

porteros , quienes elaboran notas , entre

vistas y reportajes que ellos mismos in

vestigan y que,en la mayoríadelos casos ,

son revisados por los propios espec

tas. No obstante, algunas veces la

mación se complementa con datos

nidos de diarios, lo cual en esta oc

ha dado como resultado un lamen

error. Por lo sucedido, a partir de

sólo se enviará información que lo

porteros del

INAH

hayan investigad

Columba Vértiz de la F

CÓDICE DE R O

Agradezco al Dr. Carlos S. Pared

valiosa información,publicadaen l

ción de Cartas de Arqueología M

cana,

núm. 39, relacionada con el

incorrecto dado

al Códice de Tribut

Tzintzuntzan Tlalpujaua, que me

ce muy importante por basarse en

vestigac ión que él ha realizado y p

cado respecto a este códice. Indi

necesidad de corregir

el

error y llam

Códice

de

Arao,

nombre que en rea

le corresponde y con el que debí in

lo en la selección de códices mich

nos presentada en el número 38 de

revista. El catálogo de códices o d

mentos pictográficos deJohn Glass

nald Robertson, publicado

en 197

bien es una fuente de consulta básica

el estudio de los códices mesoame

nos de que se tiene noticia, a los

24

de su aparición requiere de la incor

ción de datos obtenidos en investig

nes posteriores y recientes,

co

mo

caso que comentamos.

Perla

C LEND RIO

Los felicito por la excelente revist

publican, ojalá hubiera muchas otr

su calidad hechas en nuestro país .

go particular interés en los calend

prehispánicos en general, especial

te en el maya y el azteca. ¿Sería po

que publicaran varios números sob

calendarios, su historia, representa

funcionamiento, etc .?

Ernesto

Bra

vo, Cancún,

• Arqueolog í Mexicana

se reserva el dere

edición de las cartas por razones de espacio

tenido. Pedimos atentamente a quienes env

cartas que éstas no excedan una cuartilla,

y

q

proporcionen sus datos completos: nombre

ción

y

teléfono.

CAR

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  isterios

de l vida

ydel

muerte

FREDO L ÓPEZ A USTIN

En un intento de brindar luz

sobre el oscuro asunto de las

creencias en el más allá 

el presente artículo aborda

algunos puntos básicos en

la concepción de la muerte

de los pueblos nahuas del

Centro de México  como son

los lugares de destino de los

muertos las creencias

y

los diferentes cultos

dedicados a la muerte.

4  

R

QUEOLOG íA M EX ICANA

Escultura

pr

ocedente del Centro de México

de un personaje - pos iblemente un sacerdote

ataviado con las di visas del dios de la muer te.

FOTO; MICHEL Z BE RAl

e S

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L

NEBULOSIDAD

DE LA MUERTE

Con frecuencia la difusión 

valiosa aliada de la investiga

ción científica ofrece

al

lec

tor no especializado sólo el

rostro heroico de la ciencia .

Rara vez se ocupa de los fra

casos obstáculos dudas   con

fusiones y percepciones difu

sas de la labor científica. Tal

propensión puede producir

una imagen distorsionada de

la cienci

a

la de

un

ejercicio

colectivo de consensos   ca

paz de abarcar la totalidad de

lo existente productor de

un

acervo de verdades irrefuta

bles   y vía infalible para la

C UATEXTL

1

all i

Y ÓLLOTL

teyolía

Los tres principales centros anímicos del ser humano y su

correspondencia con

lo

s tres niveles del cosmos.

aprehensión de nuestro en

no y nuestra intimidad.

embargo el quehacer ci

fico no es así. Debemos r

nocer que la ciencia cam

entre triunfos y fracaso

que su mayor prestigio se

ca no en la consecución

certeza sino

en el uso m

dico de la duda . Este d

rostro de la ciencia debe

se a conocer

cuando

se

tende proporcionar al

público una visión apega

la realidad.

Uno de los asuntos má

curos para el antropólog

para el historiador de las

giones es la concepción d

muerte en sociedades dis

Posible represent ación del momento en que se disgregan los componentes del

ser

humano:

el tOlla/li

sale de la cabeza 

como una serpiente; el

teyo/ía

del pecho como el Dios del Viento; el

ihíyotl

del vientre como una serpiente

y la materia pesada como el cráneo y la columna vertebral hacia atrás.

Códice Lal/d

p. 44.

MI STERIOS DE LA

V

ID

A Y

DE

LA ~ I E R

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tes o remotas.

Yen

dicho campo cae  pre

cisamente el tema de este artículo. Por

tanto  reconozco de inicio la incertidum

bre que impera en esta área de estudio.

¿Cuáles son las dificultades para en

tender las concepciones ajenas sobre la

muerte? Empecemos por admitir que

la muerte es incomprensible para el pro

pio creyente. No importa que al fiel se le

describa el más allá con detalles reali stas

y precisos ; acaba por avasallarlo la sen

sación de que el saber es inasible. A esto

debe agregarse que en todas las culturas

del mundo existen concepciones incom

patibles  sobre todo cuando éstas derivan

de la confluencia de diferentes tradicio

nes como es el caso de nuestra realidad

nacional.

En muchas culturas es frecuente en-

contrar a quienes admiten al mismo tiem

po  que el alma permanece en la tumba 

que vaga por el cosmos  que se encuen-

Los niños que morían antes de haber probado

alimentos sólidos iban a un lugar llamado

Chichihualcuauhco  Tonacacuauhtitlan o

Xochatlapan. Allí se alimentaban de la leche

que

manaba

de frutos en forma de mamas

y

esperaban una nu

ev

a oportunidad de vida.

Códice Vaticallo A

f 3v

La nebulosidad de las creencias au

menta cuando es un profano quien reci

be las explicaciones de

un

fiel a quien re

sulta enojoso abordar

un

asunto que l

hace reflexionar sobre su propia muerte

Además se impone la

di

stancia entre la

concepciones propias y las ajenas  y e

receptor tiende a supon

er

que co mpren

de m ucho más de lo que capta.

Un ejemplo es e l diálogo que se di

entre los indígen

as

y los evange

li

zadore

en los primeros años de la Colo

ni

a. L

concepción c

ri

s

ti

ana de un alma unita

ri

impidió q ue los fra

il

es entendieran qu

los indígen

as

atribuían a cada indi vidu

varias entidades aními cas   y que a cad

un a de e

ll

as con espond ía

un

destino di

fe

rente despu és de la muert

e

Hay abundantes testimonios docu

mentales sobre las concepciones re

li

gio

sas de los p ueblos nahu as del Centro d

tra en alguno de los ámbitos de los muertos sin posibilidad

de salida  y que espera el día del juicio final. El problema no

es sólo la pluralidad de creencias  sino la falta de conciencia

de su

di

screpancia.

México en vísperas de la Conqui sta

Si

embargo en gran parte por l

as

razones expuestas 

nu

estra co m

prensión es muy limitada cuando los textos se re

fi

eren a l

muerte. Con es ta advertencia  abord aré aquí alg

un

os de lo

puntos medulares de las creencias sobre el más a

ll

á.

o

{

o

{fffi

o@f}

Algunos autores han hecho hincapié en la paradójica concepción mesoamericana de la mue

rt

e como

ge

neradora de la vida. E

6

AR

QUEOLOGÍA M EXICANA

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as

LA MUERTE COMO DISPERSIÓN

Para los antiguos nahu

as

la muerte

significaba la desagregación y la

dispersión de los componentes del

ser humano. Una locución de la len

gua náhuatl , consignada por fray

Alonso de Molina, resume esta

idea. Cuando el franciscano se re-

yolía viajaba a uno de los lug

destinados a los muertos. El to

lli, ligado a la individualidad

destino personal , reposaba sobr

tierra tras la muerte, y gene

mente era guardado por los fa

' liares del difunto en una caja

contenía sus cenizas y dos mec

nes de cabellos. Por último, el

yotl, motor de las pasiones, se

persaba en la superficie terrest

podía convertirse en seres fan

males o en enfermedades yohu

ehécatl o v

iento nocturno ).

fiere a la muerte, transcribe: Ona

cico in nacian, in .nopoliuhya, in

noxamanca, in nopoztequia , lo que

significa: alcancé mi alcanzade

ro,

mi

destrucción,

mi

ruptura,

mi

fragmentación . El hombre era

un

ser complejo: estaba formado por

la materia pesada de su cuerpo y

contaba con varias entidades aní-

Aparición de un fantasma en forma de bulto mortuorio.

Un problema por dilucidar e

composición de cada una de e

entidades . Al parecer eran comp

jas y escindibles.

Al

menos el t

Códice Florentillo, lib.

V

f.13v.

micas invisibles y ligeras . Estas últimas le otorgaban natura

leza humana, individualidad, facultades sensoriales y de mo

vilidad , sentimientos, impulsos , capacidad intelectual, y lo

vinculaban con una divinidad protectora. Sus principales en

tidades anímicas eran el teyolía, el tonalli y el ihíyotl. En el

primero, ubicado en el corazón, radicaban su esencia humana,

su vida, lo más importante de sus facultades mentales y

su

per

tenencia a un grupo de parentesco;

al

morir el individuo, el te-

·0

lía de los tlatoque o reyes podía repartirse, después de la mu

te, en diferentes sitios del más allá.

s LUGARES

DE

DESTINO DEL

TEYOLÍA

Generalmente se habla de cuatro diferentes lugares de desti

el Mictlan ( l ugar de los muertos  ), situado en las profundi

des de la tierr

a

al que se dirigían quienes habían fallecido

- que las divinidades de la muerte intervienen en la

co

ncepción y en el corte del cordón umbilical.

Códice Laud,

pp. 30 Y27.

MI STER

IOS DE LA

VIDA

Y DE LA

MUERT

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muerte común; el Ichan Tonatiuh Ilhuícatl ( el cielo que es la

morada del Sol ) , reservado a los caídos en combate, los ofre

cidos en sacrificio al Sol , las mujeres muertas en su primer

parto y los comerciantes que habían perecido en las expedicio

nes mercantiles; el Tlalocan

( lugar de Tláloc ), paraíso de la

vegetación, que reunía a los gol

peados por rayo, a los ahogados y a

los que habían fenecido a consecuen

cia de una enfermedad acuática

  ,

y

finalmente el Chichihualcuauhco ( lu

gar del árbol nodriza ) , sitio en el que

los niños muertos durante la lactancia

esperaban una segunda oportunidad de

vida. Sin embargo, hay suficiente infor

mación acerca de la creencia en otras mo

radas de muertos.

La

muerte era una terrible y postrera

toma de

posesión: un

dios

invadía el

cuerpo de un ser humano para llevarlo

a sus dominios. Cada dios elegía a sus

súbditos y los mataba con sus poderes

específicos.

El Sol y la

diosa Tonan

Quilaztli usaban respectivamente la

muerte en la guelTa y en

el

primer par

Las fuentes mencionan a otros dioses que mataban a los eleg

dos y los llevaban a sus propios reinos. Por ejemplo, la muer

en estado de ebriedad era señal de que Ometochtli (el princip

de los dioses del pulque) había escogido a la víctima, y que

destino del muerto era el paraíso de los borrachos. Otro ca

interesante es el de Tlazoltéotl, diosa que inspiraba el adulter

y se llevaba a quienes

morían

ajus

ciados por dicho delito. En las ex

quias, los muertos lucían la indume

taria particular de sus nuevos am

divinos.

La forma

de

morir estaba condici

nada,

en

mayor

o

menor grado, por

conducta observada en vida: ser casto h

cía que

un

joven guerrero resultara ape

toso

al

Sol, mientras que el devoto a Tl

loe caía en los dominios acuáticos d

Tlalocan. Pero

no

toda elección

deriv

ba de la buena conducta de la víctim

to para tener servidores , ambos, en la

Casadel Sol. Tláloc y Chalchiuhtlicue

se valían de su s poderes acuáticos para

contar con auxiliares en el Tlalocan.

Vasos bicónicos mexicas con figuras de

cráneos en relieve y pintura de estrellas.

quien atesoraba chalchihuites (las

jo

yas de Tláloc) enfurecía al dios por

atrevimiento

, y

en castigo era

mue

to por rayo o ahogado , por lo que ib

al Tlalocan . Por tanto, podemos com

probar que la muerte llegaba más p

contagio de los poderes específicos

las divinidades que por una distinció

entre la buena o la mala conducta.

OTO MARCO ANTONIO PACHECO I R icES

Dos caras del llamado Altar de la Muerte. Una de ellas representa un murciélago descendente con tocado

de papel y alas tachonadas de estrellas; la otra representa una araña con tocado y bandas de papel cruzadas.

8/ ARQUEO

LOGÍA M

  X

ICANA

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La correlación entre conducta, forma de morir y destino ul-

tramundano ha hecho que algunos autores incluyan la religión

de los antiguos nahuas entre las de salvación-condenación. Dis

crepo de esta opinión. Es indudable que entre los antiguos

nahuas las creencias sobre el más allá servían para encauzar de

terminadas conductas. También es cierto que no les era ajena

la idea del castigo por algunos comportamientos indebidos, ya

propios, ya de sus familiares. Por ejemplo, se expiaban en el

otro mundo el incumplimiento de

un

acto ritual o

no

levantar

los granos de maíz tirados en el suelo. Pero nada de

esto es equiparable a las vigorosas creencias

sobre premio y castigo de las verdaderas

religiones de salvación-condenación,

como son la cristiana y la musulmana.

El difunto estaba obJjgado a realizar

tareas importantes en o desde el ám

bito ultratelTeno

al

que había arriba

do: conducir la lluvia, hacer brotar las

plantas, honrar al Sol en su camino,

causar o curar algunas enfermeda

des, etc. El cumplimiento de una fun

ción cósmica era más importante que

el premio o el castigo. No existían pa

raísos de ocio; se iba a trabajar. Sabe

mos por las fuentes que estas tareas,

al menos en la

Casa

del Sol y en el

Mictlan, duraban sólo cuatro años. En

el

Códice Florentino

se dice que

al

ter

minar este periodo, los que iban

al

Mic

tlan desaparecían.

¿POR

QUÉ SE CREÍA EN EL MÁS ALLÁ?

Si al final del viaje de cuatro años se ago

taba la existencia individual , ¿cuál era la

finalidad del viaje? Sin duda, auxiliardu

rante ese tiempo a los dioses causantes de

la muerte. Pero había una razón mayor:

perpetuar la especie humana. El hombre

era como el resto de los seres mundanos.

Todas las criaturas tenían

un

corazón in

des tructible de naturaleza divina, entidad

en la que residían las características esen-

¿Podemos, con esto, hablar de una creencia en la reenca

ción? Sólo en el caso de que entendamos por tal el simple

so del principio esencial, del

teyolía

de la semilla  invisi

y no la persistencia de una identidad pasada.

CULTO A LOS MUERTOS, CULTO A LA MUERTE

Quedaban sobre la tierra las reliquias, restos corporales

gados tanto de

lo

que había sido la persona como de la terr

fuerza divina que le causara la muerte: las ceniza

los antepasados guardadas en una caja; los crán

de los guerreros enterrados bajo

esquinas de los templos ; el fém

trofeo del cautivo sacrificado;

el

tebrazo o el dedo de la mujer mu

de primer parto, usado con fines

gicos por los hechiceros, etc. A

nos de los residuos corporales

cibían culto; otros se usaban p

transmitir poderes, atraer ben

cios , alejar daños o causarlos.

Debido a tal variedad de cre

cias, es necesario separar las c

monias dedicadas a la muerte en

siguientes clases:

1 Culto a los dioses de la m

te, como responsables del ciclo

perpetuaba la vida. Se acentuab

participación en la reproducción

getal,

en

particular la agrícola. A

dioses mayores se les sumaban los

funtos, deificados por la muerte.

2. Culto a los antepasados en la

neración

de sus

restos mortales

positados en

el

hogar o en

el

tem

de

la comunidad

. El

culto se cu

plía no sólo con el rito , sino co

buen comportamiento, indispensa

para la conservación del honor

fuerza y la protección que emana

de las cenizas.

iales de su clase o especie. Era el don de

un dios que había creado esa clase o espe

ie a partir de su propio ser. Tras la muer-

Vasija mexica

de piedra

con un

relieve del Dios de la

Muerte.

3. Culto a las fuerzas sobrenaturales c

tenidas en las reliquias utilizadas como

jetos sagrados protectores o generado

de poder.

FOTO: MARCO ANTONIO PACHECO RAíCES

4. Culto a los

di

funtos, que incluía

le de una criatura, su corazón viajaba

al

mundo de la muerte; recibía en

el

camino la lustración que bo

rraba todo vestigio de existencia individual sobre

la

tierra, y

quedaba como simple semilla divina, lista para ser reusada en

la creación de otro ser semejante que viviría sobre la faz de la

ti

erra. En el caso del hombre, puede suponerse que entre más

intensa hubiera sido su existencia mundana (pecados graves,

ri

queza, edad avanzada) , la

lu

stración sería más enérgica. Al

gunos grupos indígenas actuales creen que entre más intenso

el

suf

rimiento de la agonía po r inmersión en el agua, por

rayo, por

parto

, más leve es la lustración.

tos tan diversos como los encaminado

la reunión de las partes dispersas del

tonalli

del difunto; el

to del cadáver para su conservación y el homenaje a los res

el envío del

teyolía

a su destino, tras proveerlo de recursos

ra el camino y para su estancia en el más allá; el obstácul

regreso de las entidades anímicas del difunto , o la prevenc

y remedio contra sus daños .

Alfredo López Au slin. Doctoren historia por la uN

AM

lnves tigadordellnst

de Investigaciones Antropológicas, UNAM y profesor de la Facultad de Fi

fía y Letras , UNAM. Actualmente realiza una in vestigac ión acerca de los m

la

religión,

la

política

y la

iconografía de las sociedades mesoamericanas.

MI

STER

IOS

DE

LA

VIDA YDE

LA

MUERT

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Calltares mexicanos 

traducción de Ángel

Ma. Garibay K

Fray Juan

Bautista,

Algullas abusiones

al/tiguas

Costumbres  fiestas 

enterramientosy

diversas formas de

proceder de los il/dios

de Nueva España

Fray Diego Durán,

i

storia de las Indias

de Nueva Espmla

Fray Bernardino de

Sahagún,

Historia

general de

la

s cosas

de Nueva Espaiia

Fray Bernardino de

Sahagún,

Historia

gelleral de las cosas

de Nueva Espa/la

Costumbres  fiestas  

ent

er

ramientos

y

di

ve

rsas forlllas de

proceder de los illdios

de Nueva Espai;a

Fray Gel"ónimo

Mendieta,

Historia

eclesiástica il/dial/a

Códice Florelltillo  

traducción de Alfredo

López Austin

Códice Florentino  

traducción de Alfredo

López Austin

Francisco López de

Gómara, Historia

general de las IlIdias

Primeros me

mor

iales 

traducción de Alfredo

López Austin

10 '

A RQ UEOLOG íA M

EX

ICANA

¿En dó

nd

e está el camino para bajar al Reino de los Muertos

,

a do

nd

e est

án

los que ya no

ti

enen cuerp

o? '

¿Hay vida a

ún

a

ll

á

en esa región ' en la que de

al

g

ún

modo se existe? , ¿

Ti

enen

n conciencia

nu

estros corazo nes?

E

n

cof

re y caja esco

nd

e a los

hombr

es

y los envuelve en ropas el Dador de la Vid

a .

¿Es que a llá los veré? , ¿He de fijar los ojos en el rostro de mi madre

y de

mi

padre?' ¿Han de venir a darme ellos a

ún

' su canto y su palabr

a? '

iYo los busco: nada está allí ' nos dejaron hu érfanos

en la ti

erra  

... cuando

al

gun o está a la muerte y no se puede escapar , dan e a beber un as poleadas que se llaman

cuauhnexatolli 

y si las be-

ben todos los que están pre

se

ntes se gozan porque las bebió, y después que se le sa lió el a lm a,

lu

ego dicen: "Recibió el viáti -

co

  ,

y estos dicen de aque

ll

as poleadas que le dieron, como si d

ijera

n: "Esforzado va para

ll

egar al

lu

gar a do

nd

e ha de ir".

...y en este dí[a] hacían fiestas de los defunctos, porque ofrecían por ellos an[te] el Demo

ni

o mu chas gallinas y maíz y mantas

y vestidos y co mida e otras cosas y en particul ar cada un o hacía en su casa gran fiesta y a las im ágenes que ten ían de sus pa-

dres y papas defunctos sahumaban con encienso e sacrificábanse las leng[uas] y

or

ejas y

pi

e

rn

as y brazos y sus partes [geni-

tales] y con la sa ngre untab[an] estos ídolos de sus pasados y cubríanlos con un papel, y cada u[n] año hacían lo mesmo, de

manera que en ellos se parecía cua[n]tos años había que se acordaban, y tenían memoria de e llos p

[o r]

los papeles y sangre que

cada un año les ponían .

Luego

...

tomaban el atambor los cantores y empezaban a cantar ca

nt

ares de

lu

to y de la suciedad quelluto y las lágrimas traen

consigo, y traían los cantores vestidos

un

as mantas muy sucias y manchadas y un as cintas de cuero atadas a las cabezas, muy

llenas de mugre. Ll amaban a este canto IzoclIíca l que quiere decir cantar pu erco o de porquería.

Al cua

rt

o día

[d

e la

ve

intena de

quecholli]

hacían

un

as sae

ti

cas pequeñas a honra de los difuntos. Eran largas como

un je

me o

palmo, y poníanlas resina en las puntas, y en el cabo el casquillo era de un pal

o.

De por ahí ataban cuatro sae

ti

cas y cuatro teas

con

hi

lo de

al

godón

fl

ojo, y ponían las sobre las sepultur

as

de los difuntos. También ponían juntamente

un

par de tamales dul-

ces. Todo el

a estaba esto en las sepulturas. y a la puesta del Sol encendían las teas, y allí se quemaban las teas y las saetas. El

carbón y ceniza que de ellas se hacía e

nt

en'áb

an

lo sobre la sepultura del mu ert

o.

En el signo que se llamaba ce qlli6huil/  en la primera casa, hacían

fi

esta las di osas que llaman cihuapipi/lin. Éstas decían que

eran las mujeres que morían del primer parto: decían que se hacían diosas y moraban en la Casa del Sol, y que cua

nd

o re

in

a

ba

este sig

no

descendían a la tierra y herían con diversas enferm edades a los que topaban fuera de sus casas, y por esto en es

to

s

días no osaban salir de sus casas.

Esta figura es de alg

ún

gran señor o cac ique [que] moría. que le vestían después de muerto de esta manera, y le ponían sobre

un

petate o ester

a,

y le ponían dela

nt

e mucha co

mi

da, y le daban fuego y se quemaba e llo y él, el pue

bl

o estaba en gran are

ít

o y

ba ile en tanto que él se quemaba, y los polvos de él después de quema[do] bebían en v

in

o su mujer e hijos o parientes más cer-

c

an

os,

y

así be

bi

eronlos de Motczuma después que le mataron los indios de Mex

i[

co

l.

dándole

un

a pedrada en la cabeza, por-

que le tenían preso l

os

españoles ... y mu erto, los españoles se le entregaron a los indios, diciendo que e

ll

os mesmos, los indios,

le habían mue[

r]

to, y tomaron los indios el cuerpo y

lI

eváro

nl

e de p

ri

esa al C

l

que se había caído y estaba ardiendo, y echaron

a Motezuma en él, y

di

cen que después de quemado bebieron los principales los polvos.

Los de Tlaxc

al

a te

an que las almas de los señores y principales se volvían

ni

ebla

s,

y nube

s,

y pájaros de pluma rica, y de di-

ve rsas maneras. y en

pi

edras preciosas de rico valor. Y que las ánimas de la gente común se volvían comadrejas, y escarabajos

hediondos, y O

tT

OS animales rmeros.

...

se dice que los ni

il

itos pequeños que mueren se hace n

pi

edras ve

rd

e

s,

se hace n prec iosas turquesas, se hace n braza letes .

Cuando mueren no va n a llá, al temibl e

lu

gar de los vientos helados, al Mi c

tl

an. Van all á, a la casa de Tonacat

ec

uhtli .

Vi

ven

en el

lu

gar del árbol de nu estro s ustento; liban las

fl

ores de nuestro sustento. Allá v iven en el á

rb

ol de nu estro sustento; de

él chupan

...

nu

estra madre,

nu

estro padre Mic

tl

imtecuhtli , Tzontémoc, Cueza

ll

i, permanece con gran sed de nosotros, permanece con

gran hambre de nosotros, permanece jadeand o, permanece in sis

ti

end o. En ningún

ti

empo

ti

ene reposo; en la noche, en el día,

permanece g imiendo, permanece gritando.

.. .Ios ajusticiados por delito , como eran hurto y adulte

ri

o, [iban] a otro [luga

r]

; los que mataban a sus pa

dr

es , hijos y

mujeres tenían casa por sí; tambi én estaban por su lado los que mataban al señor y a alg

ún

sacerdote . .. Al que moría por

adúltero lo vestían como ... Tlazo ltéo tl ; al ahogado, como a Tláloc; al borracho, como a Ometochtli . .. ; al soldado , como a

Huitzilopochtli.

Mi

c

tl

antecuhtl i,

Mi

ctecacíhua

tl

, comen a

ll

á, en el

Mi

c

tl

an, pies, manos. Y su g

ui

sado es el pinacate; su atole,

el

pu

s.

Así lo be-

ben, dentro de

un

cráneo. Comían muchos tamales peídos: allá los comen en el Mictlan. Los tamales están peídos por pinaca-

tes . El que aquí sobre la tierra comía g

ui

sado caldoso, allá en el Mictlan comía

hu

esos de frutas. Y todo esto: allá son comidas

hi

erbas espinosas, y todos los que va n al Mi c

tl

an comen abrojos. Todo lo que aquí sobre la tierra no es comido, allá se come en

el Mi c

tl

an. Y se decía: "Ya nada es co

mi

do. Se padece mu cha pobreza a

ll

á en el Mi c

tl

an·' .

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presencia de entierros

múltiples

en

for

ma

radial, alrededor del basamento cir

cular. Y ya que hablamos de entierros

múltiples, los hay con varios

cuerpos co

loca

dos

en relación a un

personaje

prin

cipal,

como

los

de Chupícuaro

,

que

es

tán

ubicados

alrededor

de hogares

sin

una orientación precisa.

En

el

Occiden

te

de

México se han hallado tumbas

de

tiro practicadas en el tepetate,

con

una o

varias

cámaras,

como en El

Opeño, Mi

choacán.

En

el

Preclásico

también

hay

ev idencias de

entierros

irregulares, ade

más

de

los

llamados

secundarios.

Algu

nos

de

estos últimos presentan muestras

de haber sido sometidos a la acción del

fuego Romano, 1974).

Resulta interesante

comprobar

que

desde este momento tenemos

la presen

cia del concepto

vida-muerte,

lo que

es

evidente en la pequeña máscara

de

ba

rro

procedente de

Tlatilco , en la que po

demos ver que la mitad

del rostro

está

descar

nada (se

aprecia

la cuenca del

ojo

vacía,

así

como los huesos

de

la cara), en

tanto

que

la otra mitad tiene

carne

y una

parte

de

la

lengua

aflora

entre

los labios.

Por

cierto

que las

primeras representa

c iones

de

esqueletos o de cráneos co

rresponden al Preclásico.

Un ejemplo magnífico

lo

tenemos

en

la

Estela 50

de

Izapa, Chiapas

ca.

3

a. C.) ,

en la

que vemos

un

esqueleto

sen

ta

do

que parece

tener

una

máscara sobre

el rostro, y

de

cuyo

vientre

surge

un ele

mento que

nos recuerda un

cordón

um

bilical, el

cual

remata en la pequeña fi

gura

de

un

personaje

,

símbolo

evidente

de

que de la

muerte

deviene

la vida, al

igual que

después de

la temporada

de

se

cas va a continuar la temporada de Ilu-

ias, como

parte

del ciclo constante

de

vi da-m

uerte-vida ..

Vale la

pena

señalar que en la

cultura

o

lmeca

,

primera cultura compleja

pro

fu

ndamente

estratificada y tan pródiga

en esculturas de

piedra

, no hay la repre-

en

tación

de

cráneos

o

esqueletos.

Sin

em

bargo, no falta quien identifica

como

dios

de

la muerte

Dios

VIII) la

repre

en tación

de una cara con

un

ojo

c e r r

do y un

supuesto

colmillo

que se en-

ue ntra

en

la escultura

conocida como

el Señor

de Las

Limas , Veracruz ,

aun

que si vemos

con

detenimiento el perfil ,

no

c

reemos que

haya

elementos para

afir

marlo Joralemon,

1971)

CLÁS

ICO

Las

diversas culturas

mesoameric

presentan en su

proceso

de

desarrol

nuevo

cambio cualitativo que comi

desde

el llamado

Preclá

sico Tardío

tamos

ante

sociedades

clasistas

con

tradas en áreas

urbanas

y rurales e

que ya hay un

buen

número

de e

cialistas

que

realizan

diferentes

ac

dades : ceramistas ,

lapidario

s, pint

escultores,

carpinteros

,

tejedores

,

so

nas

dedicadas

a la

construcció

edificios

, además

de

un numeroso

po campesino dedicado a la

pro

ción

agrícola, entre

otros

.

Las dife

cias soc iales son

evidentes

, y uno

d

medios para constatarlo son las pr

cas funerarias. Así, tenemos desde

tuosas

tumbas

con

ofrendas

que ac

pañan

al personaje

sepultado

,

h

simples enterramientos debajo de

lo

sos

de

las

casas con

ofrendas

que

den variar

en su

calidad

y

cantidad

ejemplo de esto último lo tenemo

Teotihuacan

, estado

de México

(0

d. C.). Sabíamos que en el

área d

Ventilla se

habían

localizado

entie

de individuos debajo

de las

casas

embargo, con

las

excavaciones

del

yecto

Especial Teotihuacan

1992-1

en otro sector

de

esta área

se detect

alrededor de

300

enterramientos de

de

los

cuartos de

una unidad habita

nal popular.

La

gran mayoría

son e

rros primarios, directos,

con

los

cue

en

posición flexionada

sedente (se

dos) o flexionados en decúbito dor

lateral,

comúnmente acompañado

una ofrenda.

En

el

caso de

los niños

lo general se

trata de entierros

ind

tos

colocados en

un plato en posición

xionada

y

cubiertos

con otro plato.

más

de

la presencia

de nonato

s.

práctica funeraria la

tenemo

s en ent

mientas realizados en cuevas. en

d

se

han encontrado indi vidu os

co

ofrenda

,

aunque

perteneci

ent

es

a c

ras posteriores

ala

teotihuacana. Hay

recordar

que en el mundo prehispá

la

cueva

tiene un

concepto

dual : es

e

gar por donde se puede entrar

al i

mundo

, y a la

vez la matriz que

p

parir pueblos ...

Por

otra parte,

deben

mencionar

s

entierros

de carácter

ritual , en los q

han encontrado

verdaderos

túmulo

CO

STU

MBRE

S FUNERA

RI

AS EN M ESOAMÉRIC

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nerarios, como

el

formado por cerca de

20 esqueletos excavados en

el

centro del

Templo de la Serpiente Emplumada o de

Quetza\cóa

tl

, en Teotihuacan. En este

mismo edificio se han encontrado entie

rros que co nstan de

un

solo individuo y

de conjuntos formados por 2, 4, 9

Y

has

ta 18 individuos , dispuestos de una ma

nera especial en relación con los puntos

cardinales. Se cree que estos cuerpos son

indicadores de

un

ritual de sacrificio hu

mano propiciatorio, y por

lo

general es

tán en posición flexionada. También sa

bemosde esqueletos de niñosen posición

sedente en las esquinas de cada uno de

los cuatro cuerpos de la Pirámide del Sol ,

según reporta Leopoldo Batres (1906

 .

Finalmente, diremos que en la escul

tura tanto de piedra como de barro ha

quedado

pl

asmado el rostro de la muer

te. Así, sabemos de la existencia de bul

tos mortuorios elaborados en cerámica

y de máscaras y cráneos de piedra.

En Oaxaca existió un amplio culto a

la muerte. De sobra conocidas son las

tumbas de Monte Albán , Yagul, Zaachi

la y otras ciudades zapotecas.

La mayoría de ellas fueron construi

das debajo de patios , habitaciones y

templos con techos grandes de piedra,

ye

n ocasiones presentan nichos en las

paredes para poner parte de la ofrenda y

una rica pintura mura

l.

En la entrada se

colocaban urnas de barro. En cuanto a

la posición de los esqueletos, la más co

mún es la de decúbito dorsal extendido,

aunque también los hay flexio nados.

Cabe señalar que var

ia

s tumbas zapote

cas fueron reutilizadas posteriormente

por los mixtecos, por lo cual los huesos

de los primeros ocupantes fueron remo

vidos y se convirtieron así en entierros

secundarios.

Las pinturas murales que decoran los

interiores de algunas de las tumbas de

Monte Albán nos hablan de ciertas prác

ticas rituales. Tal es el caso de la Tum

ba 72, quizá la más antigua con pintura,

o de la 112, ubicada hacia los años

200-

400 d. c. en la que vemos la figura de

un anciano ricamente ataviado que ca

rnina y sostiene una lanza en la mano de

recha, en tanto que en la otra lleva una

bolsa, y se dirige hacia dos bandas con

glifos. Igualmente destacan las tumbas

104 y 105. La presencia de ancianos en

las pinturas es un a constante , al igual

14

/ ARQ UEOLO GíA M EXICANA

que las procesiones de señores y dam

ricamente vestidos. Sin embargo, l

figuras humanas se han interpretad

de forma diferente: en la Tumba 104

considera que se trata de un ascenso a l

fauces celestiales del último miembr

del linaje  ,y no de un descenso de la f

milia al inframundo, como sería

el

cas

en la 105 (De la Fuente, 1997

 .

Quizá la tumba zapoteca con may

policromía encontrada hasta

el

mome

to es la de Huijazoo, sitio que ocupa u

lugar estratégico en la entrada a los V

lles Centrales. La tumba fue encontrad

en 1985, y tenía una cámara, dos antec

maras y una enorme piedra que cubría

entrada. A esta puerta se llega bajand

por nueve escalones, y en la fachada d

la

tumba se ve la

fi

gura de

un

ofidio co

las fauces abiertas, de cuyo interior sa

un ave. Sin embargo, es la pintura mur

la que nos permite apreciar parte de lo

rituales que se llevan a cabo para el i

dividuo muerto. En la antecámara t

nemos hombres y mujeres con ricos at

víos, y entre ellos destaca la figura de

un

anciana jorobada que tiene en la man

una bolsa de copal, en tanto que en l

paredes este y oeste de la cámara fun

raria hay procesiones de personajes c

locados en dos niveles. En

el

nivel sup

rior del muro oeste hay

10

anciano

mientras que en el inferior se hallan nu

ve personajes, algunos de ellos atavi

dos con máscaras y guanteletes para

juego

de pelota. El muro es te se divid

de manera similar. Tanto en el nivel s

periorcomo en el inferior hay nueve pe

sonas, y en este último volvemos a v

varios individuos ataviados para el ju

go. Hay que destacar también la lápid

mortuoria de piedra pintada de rojo, co

escenas que parecen aludir a la presen

cia del muerto ante determinados pe

sonajes (Franco, 1997). De

Oaxaca pro

ceden algunas representaciones de

muerte como la muy conocida cabeza d

Soyaltepec, en la que, una vez más, e

tamos ante la presencia de la dualida

vida-muerte. En la zona maya existe u

sinnúmero de evidencias de las diferen

tes prácticas funerarias. Uno de los estu

dios más completos sobre el tema sigu

siendo el de Alberto Ruz, Costumbre

funerarias de los antiguos mayas

en

que el autor hace un profundo anális

sobre la materia y señala lo siguiente :

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PosCLÁSICO

Se co nsidera que este periodo abarca

desde el año 900

d.

C. hasta la

ll

egada

de los españoles. Contamos con la in

formación de cronistas y códices y con

el dato arqueológico. Empezaremos

por la región oaxaq ueña, en donde la

excavac ión de la

Tumba

7 de Monte

Albán y de dos tumbas en Zaachila nos

permite adentrarnos en el ritual mor

tuorio de los grupos mixtecos. Recor

demos que este pueblo nos dejó testi

monios en tres aspectos de s ingular

belleza : los códices, la cerá

mi

ca poli

croma y la orfebrería, esta última pre

sente en las ofrendas funerari as.

La Tumba 7 de Monte Albán es muy

conocida. Excavada por don Alfonso

Caso, en ell a se ha

ll

aron indicios de su

reutilización. A los nuevos ocupantes

se les acompañó de

un

a impres ionan

te ofrenda con múltiples piezas de oro

en forma de co

ll

ares, pectorales y a

ni

ll

os, y además con pi ezas de plata, cri s

tal de roca, alabastro, obsidiana, ám

bar, turquesa,

co

ncha, perlas, jade y

hueso labrado. Esta riqueza demuestra

el alto nivel alcanzado por quienes ela

boraron las piezas, a la vez que nos in

dica la importancia del personaje prin

cipal

alqueacompañaban. Por su parte ,

en Zaachila las tumbas se construyeron debajo del patio del pa

lacio. La

Tumba 1

consta de cámara y an tecámara o rientadas

de sur a nolte . Sabemos que su principal oc

up

ante fue e l señor

9 Flor , a quien acompañaba, a su lado derecho, unjoven de al

rededor de 15 años. En la antecámara fueron depositados ocho

individuos sacrificados, seis de los cuales fueron co locados en

decúbi to dorsal extendido y con la cabeza hacia el sur. AqUÍ

también se encontraron piezas de oro y otros materiales, entre

los que sobresale una magnífica colección de piezas cerámicas

mixtecas de gran calidad. Destaca un recipiente de barro ana

ranjado con la figura del señor del inframundo, cuya cabeza es

movible. Las paredes de la tumba son pródigas en

inf

ormación,

y es tán decoradas con siete figuras de estuco. Dos de ellas re

presentan a los señores 9 Flor y 5 Flor; otras dos al dios Mic

tlantecuhtli , señor del inframundo, y una más a un individuo

cubierto co n caparazón de tortuga y sendos cuchillos en las ma

nos. En la antecámara hay dos fig uras de aves, po siblemente

búhos que se asocian con la noche y con la muerte. Un hallaz

go importante fue

el

de cinco máscaras cubiertas de mosa ico,

en algú n caso combinado con otros mater iales como obsidia

n

a

co ncha, oro,

jade

y turq uesa Gallegos,

1997 .

No podemos dejar de men cionar los códi ces en lo s que se

representó al dios de la muerte, co mo en la lámin a 73 del ó

dice rgia o la presencia de bultos mortuorios o indi viduos

que serían devorados por Tlaltecuhtli, señor de la Tierra.

/ RQUEOLOGÍA MEXICANA

En cuanto a la zona maya, se hab

de cá maras funerarias en Yucatá

como ocurre en Chichén Itzá y May

pán, además de entierros en fosas l

calizados debajo de los pi sos de l

casas o en adoratorios y templos, co

predominio de cuerpos en posición fl

xionada y acompañados de ofrenda

En cuanto a entierros primarios en v

sija

s

dice Ruz que no los encontró fu

ra del área maya, y

al

referirse a la i

cin eración hace ver que es tardía,

igual que en el resto de Mesoaméric

como se ve en sitios mayas como Ch

chén Itzá y Mayapán y en lugar

entre los ríos Grijalva y Usumac int

además de Calixtlahuaca , es tado

Méx ico; Coralillo, Jalisco; en sitios

la reg ión Huetamo-Aldama-Brav

y en Pátzcuaro, en Michoacán , y

ge

neral entre los totonacos de Ver

cruz. En relación con los entierr

en

chu ltunes

éstos son primarios y

posición flexionada , s

in

acompañ

miento de ofrenda Ruz, 1991 , y R

mano, 1974 .

Fray Diego de Landa nos ha dejad

un a relación de algunas costumbr

mortu orias de los mayas de Yucatá

que concuerdan con el dato arqueol

gico. Dice así:

Muenos

, los amortajaban , llenándoles la boca de maíz molida, q

es su

co

mid a y bebida qu e

ll

aman koyem, y

co

n e

ll

o a lgunas p

dra s de las que tienen por moneda,

par

a que en la Olra vida no l

fa

lt

ase que co mer. E

nt

errában los dentro de sus casas o a las esp

das de e

ll

as, echándoles en la sep ultura a lgunos de sus ídolos; y

era sacerd ote , algunos

de

sus libros; y si hechicero, sus piedras

hechizo y perpetrados [ .. ] A los señores y gente de mucha va

quemaban los cue rpo s y ponían las ce

ni

zas en vasijas grandes

ed ifi

caba

n templos sob re e ll as,

como

mues tra hab

er

hecho an

guamente los que se hallaron en lzama \. hora , este tiempo, se h

lló que echab an las ce

ni

zas e n es tatuas huecas, hechas de bar

cuando e ran señores Landa, 1959).

Es importante mencionar lo s tzompantli como el de Ch

chén Itzá, en donde se ensartaban cráneos como se hacía en

Centro de México. Sabemos de la relación que

ti

enen

juego

pelota-tzompantli-decapitación,

como

lo comprobamos en

juego de pelota de ese mismo

si

tio, con

lo

s reli eves del inte

ri

de la cancha en los que están alineados siete jugadores por ba

do . Uno de ellos ha s ido de

ca

pitado y de su cuello cercenad

brotan chon·os de sangre en forma de seis serpientes y

un

a

pl

a

ta. Sep ara ndo ambos g rupos hay una pelota con un crá neo

gran be

ll

eza.

Los

códices

mayas y el Popal Vuh hacen alus ión al tem

de la muerte . En los primeros se representa al Dios A desca

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nado y con puntos negros o líneas pun

teadas sobre el cuerpo que indican la

putrefacción. En ocasiones muestra el

abdomen hinchado. En el seg undo te

nemos a los

gemelos que

bajan a Xi

balbá, lugar de los muertos, para

ju

gar a la pelota, y se indican los pasajes

llenos

de

peligros

por

los que tienen

que atravesar: ríos , barrancas, la casa

del frío , la de los tigres , la

casa

del fue

go

y la del

murciélago

, todo lo cual

guarda gran similitud con los mitos del

altiplano .

Entre los totonacos del actual esta

do de Veracruz se observa una pecu

liar arquitectura mortuoria en la que las

tumbas tienen la forma de pequeños

templos. Las más conocidas son las de

Quiahuiztlan, aunque se encontraron

en varios sitios como Comapan, San

Isidro, Bernalillo , Punta Delgada y

otros má

s.

En Quiahuiztlan esas tum

bas , con techos de cuatro aguas o de

azo tea, con

unacámara

funeraria y oca

sio nalmente dos o tres, se encuentran

agrupadas en conjuntos. La mayoría

de los entierros son sec undarios con

ofrenda. Un dato interesante es que hay

un agujero que comunica la cámara con

el

adoratorio y en su pared posterior

otro que sa le al exterior, como lo ve

mos en la tumba de Palenque y en Cho

lula. Son los psicoductos ya mencionados (Medellín, 1960 .

En Zapotal, Veracruz, tenemos una de las figuras más im

presionantes del dios de la muerte, Mictlantecuhtli, además de

las

ihu

ef

eo de barro o mujeres muertas en el parto que acom

pañaban al Sol del medio día al atardecer por el rumbo ponien

te (femenino) del universo. A estas piezas excepcionales, que

son muestra de la destreza de quienes las hicieron, hay que aña

dir aquella de un esqueleto sentado

En el caso del Occidente de México, en sitios como Guasa

ve, Sinaloa, los cuerpos formaban un bulto en posición exten

dida y con abundante ofrenda.

También

son

comunes

los

en

tierros sec undarios en ollas. En Jali sco, Michoacán y Guerrero

una posición muy común fue la flexionada , y también hay ves

tigios de cremación y co locación en ollas.

Para

el

Posclásico , en el Centro de México predominan los

entierros

fl

exionados con sus variantes (Cholula, Tlatelolco y

otros), aunque tenemos verdaderos conjuntos rituales de indi

viduos como en Teopanzolco, Morelos, en donde se encontró

un enterramiento colectivo de hombres, mujeres, adolescentes

y niños, en parte mutilados, y cráneos decapitados dentro de

vasijas de barro y acompañados

de

ofrendas

f

igurilla

s,

nava

jas

de obsidiana, instrumentos musicale

s,

cuentas verdes, etc.).

Otro caso de entierro colectivo proviene del Templo Mayor de

Tenochtitlan, en donde se encontraron hasta 42 infantes den

tro de una cámara del lado correspondiente al dios Tláloc, que

fueron sacrificados durante la s

que

fustigó el altiplano hacia

d.

C. En Tlatelolco se han exca

grandes osarios y un buen núme

entierros flexionados y con of

dentro del espacio sagrado, con o

tación predominante este-oeste.

te al Templo de Ehécatl se locali

entierros primarios dentro de gra

ollas, con su correspondiente ofr

Las ollas representan el vientre m

no, al que regresa el individuo des

de la muerte.

Un dato interesante lo constit

las urnas funerarias halladas en el

plo Mayor de Tenochtitlan. Las

antiguas son las

de

travertino con

de obsidiana, una pequeña urna d

sidiana, así como un perrito de b

encontrados dentro del adorator

Huitzilopochtli de la etapa II (

d. C.  . Dos urnas de barro anara

con tapa se ubican cronológicam

hacia 1470 d.

c.

y pensamos que

tienen los restos semicalcinados d

guerreros prominentes caídos e

guerras de expansión de Axayáca

Fray Bernardino de Sahagún y

frailes nos han dejado una rica i

mación sobre algunas costumbr

los aztecas. Nos hablan de los lu

a donde iría el individuo después

muerte: el Sol , deparado para los guerreros que morían en

bate o sacrificio y las mujeres muertas en el parto, pues é

consideraba un combate; el Tlalocan, lugar de constante

no al que

iban quienes fallecían en relación con el agua

Mictlan , a donde se dirigían los que morían de cualquie

manera. Para llegar al Mict\an había que sortear varios pel

hasta llegar a la presencia de la dualidad que habitaba en e

veno inframundo: Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl. Este

lo hemos relacionado con el nacimiento: la primera señ

que hay vida en el interior de la madre es la detención del

menstrual. Nueve serán las detenciones menstruales para

finalmente, nazca el niño. Cuando el individuo muere,

que hacer el viaje de retorno al vientre materno: se le colo

posición sedente o fetal y se baña con agua

el

bulto mortu

para recrear el mismo ambiente en que se encontraba en la

triz. A partir de ahí deberá afrontar nueve peligro

s,

de los

les el primero será el ser devorado por Tlaltecuhtli, quien

la carne y sangre del muerto con sus grandes colmillos y

vez lo va a parir a un nuevo estado para que continúe ha

destino que se le ha deparado según el tipo de muerte (M

1996

 . Aquí

vemos, una vez más, la relación vida-muerte..

Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, espec

do en arqueología. Director del Museo del Templo Mayor,

lNAH .

Miem

El

Colegio Naciona l.

COSTUMBR

ES

FUNERARlAS

EN

ME SOAMÉ

RlC

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.

a

,

la.

la.

Urna

funeraria.

Templo

Mayor.

Tumba

28.

Yagul,

Oaxaca.

ba de Pacal, Templo de

Inscr ipciones. Palenque

Chiapas.

Entierro

en adoratorio.

Cholula, Puebla.

POSI IÓN DE LOS UERPOS

Extendido en

decúbito dorsal

boca

arriba .

Extendido en decúbito

lateral derecho sobre

el costado derecho

 .

Flexionado en

decúbito lateral

derecho.

Extendido en

decúbito ventral

boca abajo).

Flexionado

en decúbito

dorsal.

Flexionado en

decúbito lateral

izquierdo.

Extendido en decúbit

lateral izquierdo sob

el costado izquierdo 

Flexionado

en decúbito

ventral.

Flexionado

sedente

sentado).

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CARACTERÍSTICAS

y

DESARROLLO

Tlatilco fue una aldea densamente poblada, que actualmente se

localiza en

el

extremo occidental de la Cuenca de México, en

el municipio de San Bartola Naucalpan del estado de México,

sobre un abanico aluvial formado por los ríos Los Cuartos, Hon

do y Totolica , que corren sobre la vertiente oriental de la Sie

ITa de las Cruces. Temporalmente se le ubica dentro del llama

do Preclásico Medio (1400-900 a.

C. .

En esa época, como característica no

table se produce una enorme variedad de

formas cerámicas y figurillas, artefactos y

adornos, como consecuencia de

un

intenso

intercambio de materias primas con otras re

giones, lo que implica una compleja estrati

ficación social que se refleja de manera no

table en un elaborado sistema funerario.

Las excavaciones y el estudio de los ma

teriales arqueológicos recuperados nos brin

dan un amplio panorama de la evolución de

este asentamiento, de sus características cul

turales, de sus individuos y de su adaptación

y aprovechamiento del medio. Es clara la

evidencia del admirable desarrollo de Tla

ti lco como una aldea de casas construidas

c

on

materiales perecederos y pisos de lodo,

cuyos habitantes no sólo practicaron la agri

cultura y recolectaron plantas y frutos, sino

que aprovechaban los vastos recursos de la

fa una local que cazaban y pescaban. La agri

cultura dio lugar a una economía de produc

ción y en la estructura social al surgimiento

de artesanos .

Culturalmente, los habitantes de Tlatilco

mantuvieron relaciones con grupos tanto del

Occidente de México como de la Costa del

Golfo, como se evidencia sobre todo en su

cerámica y sus figurillas. Asimismo, por medio del interc

bio obtenían ciertos materiales de prestigio de regiones dis

tes, como cinabrio, pirita, obsidiana, concha y piedra verd

Por el estudio de los restos óseos sabemos que convivía

el sitio dos grupos humanos morfológicamente diferencia

e 1tre sí; que su ciclo vital era en promedio menor a los 35 a

por lo que hoy se diría que era una sociedad de jóvenes, cu

edades registradas van desde los nonatos hasta los 50 años;

practicaban la deformación craneana en dos modalidades: e

ta y oblicua, y se mutilaban los dientes c

símbolo de jerarquía social ode grupo, y

las duras tareas diarias eran realizadas

igual entre hombres y mujeres.

SISTEM

FUNERARIO

En lo que se refiere a la forma de dispo

de sus muertos, en Tlatilco ha sido pos

identificar patrones, lo que nos permite

ner

un mejor acercamiento a la complej

del tema.

Durante la cuarta temporada de cam

(1962-1969) fueron explorados 213 e

n amientos humanos, de los cuales 39

infantiles , 84 femeninos , 80 masculin

10

indeterminados . De ellos, 209 son di

tos, es decir, se cavó un hoyo en la tielTa

depositar el bulto mortuorio, y sólo cu

son indirectos , por haberse realizado e

interior de formaciones troncocónicas.

total de enterramientos, 158 poseen obj

asociados , que van desde uno hasta cerc

50. El rango de materiales y formas de

objetos es muy variado : vasijas, figuri

artefactos de piedra tallada o pulida, de

so, asta y concha, así como pequeños c

tales de hematita en forma de espejos.

Entierro de un hombre de 30 a 35 años, con deformación craneana y mutilación dentaria.

Entre los objetos asociados, destacan piezas de posible filiación olmeca. Planta

y

corte del Entierro 179.

T LATILCO

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Por su posición, los enterramientos se pueden agrupar en tres amp

categorías: extendidos, flexionados , y los que se han llamado de posi

libr

e.

Tanto entre los extendidos como entre los

fl

exionados existen m

tiples variantes, como son: decúbito dorsal, ventral, lateral derecho

quierdo o semi flexionados.

Los entierros se realizaron en

el

interior de las casas, cerca del ho

bajo el piso de lodo. La excavación de fosas se hacía en forma alarg

de profu ndidad variable, con los extremos redondeados y sin ningú

po de tratamiento.

Los muertos eran amortajados con petates o textiles

en

posición ex

dida, y en general se les enterraba con los brazos aliado del tórax o en

cruzados. Junto con el cuerpo se depositaban en la fosa algunos obj

personales , como sartales de cuenta

s;

artefactos tallados en sílex u o

di

ana, hueso o asta; adornos de concha; vasijas de tamaño pequ

y algun a figurita de barro. Por la distribución de las vasijas y otros

mentos dentro de la fosa , éstos debiero n colocarse después de depo

el cuerpo.

Es importante señalar que a pesar de la variedad de tipos cerámicos

ex iste ninguno elaborado específicamente para uso funerario, ya que

dos ellos también se localizan en otros contextos, por ejemplo en bas

ros. Frecuentemente se han encontrado evidencias de restos de pin

roja cinabrio o sulfuro de mercurio) con la cual fueron pintados el c

po o la mortaja. Ocasionalmente se colocaban perros como ofrenda, o

como entierros específicos con ofrenda propia. Éste fue un o de los

males domesticados por el hombre, que seguramente llegó con él a A

rica hace 40 000 años. En la mitología mesoamericana el perro es co

derado como el guía de los mu ertos en su tránsito

al

inframundo.

ONCLUSIONES

A manera de resumen podemos señalar que en Tlatilco existen claros

mentos de

un

complejo sistema funerario, como son:

un

patrón defin

para la elaboración del bulto mortuorio o funerario a base de petates;

jetos personales de di stintos materiales dentro del bulto ; objetos para

ciones específicas que acompañaban al muerto fuera del bulto mortu

pero dentro de la fosa ; enterrami entos dentro de las casas y cerca de

gar donde se hacía fuego; ausencia de representac iones de deidades r

cionadas con la muerte; entierros de perros para facilitar el tránsito

al

all á; pintura roja, asociada a la vida; cráneos-trofeo; canibalismo ri

sacrificios y desde luego una clara estratificación social , indicada po

tipo y la calidad de los objetos, así como por elementos culturales e

los que se encuentran la deformación craneana y la mutilación dentar

Aunque es poco lo que se puede inferir del ritual de esta época, po

un as unto tan complejo y lleno de matices, sí es posible señalar que se

ciben desde entonces elementos que m

ás

tarde serán parte importante

com

pl

ejo ritual de la muerte entre los pueblos mesoamericanos. Ésta

ya concebida como el tránsito de una vi da a otra, o de un mundo a o

que se

in

ici

aba con ritos que son el resultado de

un

a larga evolución

cuales estaban relacionados con los ciclos vitales, y de

un

profundo

no cimiento del cosmos. Lo anterior se infiere a partir de la informa

recuperada en Tlatilco, la que en lo esencial no

difiere en forma signif

tiva de prácticas difundid

as

en épocas posteriores del México antiguo

gunas de las cuales incluso han trascendido hasta nosotros, si bien con

tables variantes.

Roberto García Mo

l .

Arqueólogo. Inves

ti

gador de la Direc

ci

ón de Investigación

y

Co

vación del Patrimo

ni

o Arqueol ógico,

I

N

TL

A

T L

 

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T

eOtihUaCan, como metrópoli, tenía maneras diferentes

de tratar a sus muertos. Con una población heterogénea

y con tradiciones propias en sus ritos mortuorios , desa

rro lló un complejo sistema funerario que se vio influido por los

pueblos que contribuyeron a

u desarrollo.

Las primeras tradiciones

provienen de los grupos al

deanos que habitaron en la

Cuenca de México. Del su

reste mesoamericano se he

redó

durante

el F·

ormati va

una fuerte tradición cultural

que, al igual que la de los ha

bitantes del valle poblano

tlaxcalteca, influyó sobre los

ri tos mortuorios de la pobla-

ión nativa de Teotihuacan.

Ylás tarde, hacia el año 200

d. c. poblaciones proceden

tes del valle de Oaxaca que

e establecieron en Teotihua

an

trajeron consigo costum

bres diferentes en sus cere

monias funerarias.

Las influencias recibidas

perm itieron a los teotihuaca

nos tener un variado ritual fu

nerario , como lo indican los

datos resultantes de exca

vaciones arqueológicas. Se

sabe que en Teotihuacan se

hacía n entierros en sencillas

o elaboradas fosas, en algu

nas tumbas, en el interior de

los altares y en urnas funera

rias, y que también se efec

tuaba la cremación en algu

nos sectores de la ciudad. Por

lo que se refiere al sacrificio

humano, se cuenta con datos

obre la decapitación, el des

membramiento corporal, las

ofrendas de neonatos y la

práctica a gran escala de esa

actividad ritual. A continua-

ión se presenta un resumen

de algunas de esas costum

res funerarias.

~

I R R O S EN FOSAS

Es la actividad funeraria que

más carac teriza a Teotihucan. Las fosas se ubican con fre

uencia bajo los pisos de las habitaciones, en los patios y pla

zas centrales , frente a los accesos y en pequeños altares y

amentos. Estaban destinadas por lo general a entierros in-

dividuales , pero existen casos en que en una fosa se depos

ron dos o tres cadáveres , cuyo contexto indica que fueron

humados

al

mismo tiempo. Existen también entierros secun

rios, en donde los cuerpos depositados con anterioridad fue

removidos hacia un ladop

enterrat· a otros, lo cual o

rrió con bastante frecuen

En las fosas los cadáv

se colocaban en

fo

rma

xionada, por lo general

posición sedente. Aunqu

orientación podía variar

el patrón establecido p

Teotihuacan predominab

orientación hacia el este

rrano y Lagunas,

1975

 .

Los entierros en fo

también se relacionan

bultos mortuorios, es de

cadáveres prepat·ados co

fardos funerario s, envue

con mantas y colocados

fosas reducidas para ma

nerlos en determinada p

ción figs. 1,2 Y3). A su

algunos bultos funerario

asocian con máscaras ri

les y con la práctica d

incineración. Las másc

eran talladas en piedras

mipreciosas,con perfora

nes cerca de los bordes

ser colocadas sobre el ro

de los cadáveres de perso

jes

distinguidos , los qu

morir eran preparados co

bultos mortuorios.

Esta costumbre se m

tra también en la icono

fía , en la que destaca la

queta de un bulto mortu

con una hermosa máscar

barro colocada sobre la

del muerto. Aunque exi

numerosas máscaras pro

nientes de excavaciones

queológicas, hasta la fe

ninguna se ha encontrado

rectamente sobre la parte

cial de algún bulto mor

rio figs. 4 y 14

 .

La cremación de cad

res fue también pract icad

Teotihuacan , y fue una costumbre funeraria que llegó pri

palmente del Occidente de México. Con frecuencia los c

veres se localizan en fosas , asociados con tierra carboniza

con diminutos fragmentos de tela calcinada que evocan el am

R TOS FUNER ARIOS EN T OT HUACAN

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tajamiento de los cadáveres (fig. 6 . Indicios de este ritual mor

tUOlio

se encuentran también en la pintura mural , como en aque

lla conocida escena de las

ofrendas del Templo de la

Agricultura,e n laque se apre

cia una ceremonia de bulto

mortuorio e incineraci ón.

Los entierros en posición

extendida, una forma poco

común en Teotihuacan, pro

vienen de una tradici ón má s

antigua perteneciente a so

ciedades del Preclásico me

soa mericano. Se usaron tam

bién entre los zapotecas, por

lo que suelen hallarse con

más frecuencia en el barrio

oaxaqueño, ge neralmente en

tumbas de esa tradición cul

tural fig. 9)

LAS TUMBAS

Las pocas tumbas hall adas en

es ta metrópoli son bastante

senci lIas y se asocian por lo

general a grupos hum anos de

tradición cu ltural foránea,

co mo las del barrio oaxaque

ño y del Occidente de Méxi

co. La s de tradición oaxa

queña se localizan bajo los

pisos de las casas ; se ingre

saba a ellas desde los patios

centrales y son parecidas en

su distribución a las elabora

das tumbas de Monte Albán

(Spence, 1994 . Las de tradi

ció n del Occ idente de Méxi

co son de planta circular, con

un corto tiro cuyo fondo in

sinúa la forma de una bota

(Gómez, en prensa .

Las tumbas teotihuacanas

no son cámaras funerarias

como las de Monte Albán y

las de la zona maya, es decir,

no forman espacios vacíos.

Sus paredes se hacían co n

muros burdos de piedra, o

bien aprovechando la firme

za del terreno. cuando eran

cavadas en la roca de tepeta

te. Sobre la osamenta se co

locaba directamente el relle

no de tierra y piedras. Se hall aron tumbas de este tipo en el

interior de la Pirámide de la Serpiente

Emplumada

, donde las

26 / AR QUE

OLOGí

A M EXICANA

alargadas fosas cava da en el tepetate contenían entierros múl

tiples . Sus paredes e complementaban con muros de piedr

y su interior había sido re

llenado con e l mismo mate

rial que formaba el núcleo

del basamento (Cabrera,et l

1990) figs. 5 y 8).

Los altares localizados en

los espacios centrales de la

pl

azas albergan en su in

terior esqueletos humanos

por lo que también se les h

considerado como tumbas

Son bas tante frecuentes en

Teo tihuacan, y por su trata

miento mortuorio, los perso

najes sepultados en ellos

asociados a

ri

cas ofrendas

debieron de pertenecer a fa

milias de una e lev ada posi

ción social (fi g. 3).

Un ejemplo de altar-tum

ba se localizó en el lado est

de la antigua ciudad. En su

interior se halló e l esquelet

semiquemado de un indivi

duo adulto que fue prepa

rado como un bulto mortuo

rio sometido a un alto grad

de temperatura. Tenía com

acompañante a otra persona

y como ofrenda se hallaron

varios cráneos colocados al

rededor del altar. Algunos d

es tos cráneos perteneciero

a indi viduos que fueron de

ca pitados, ya

que aún co n

servaban las pri meras vérte

bras ce rvicales (Martínez

Miranda. 1996

 .

Se conocen pocos entie

  osen urnasen Teotihuacan

Además de los reportados

principios de este siglo po

Linné ( 1934), Yno obstant

las numerosas excavacione

llevadas a cabo en este enor

me sitio, sólo se ha localiza

do uno más en el pueblo d

San Francisco Mazapa . S

trata de una vas ij a teotihua

cana que contenía los resto

óseos de un niño

de primer

infancia. La vasija es nota

ble, pues fue decorada con e

rostro mofletudo de un cadáver, aunque también se le ha con

siderado como la efigie del dios Gordo (fig. 7).

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No

in cl

uyo en este grupo los num erosos esqueletos de neo

na

tos depos itados en pla

to

s,

algunos de los cuales

va

n cubi er

tos con un a tapa de la mi sma fo rm a,

pues dadas las carac terís ticas de los

re

cipie

nt

es estos entier

ro

s tienen un a

co

nn

otac ión diferente y están rela

cionados con el sac

ri

ficio, como se

es

pecificará m

ás

adela

nt

e (fig. 1

0

.

DIF

ERENCIACIÓN SOCIAL

Las ofrend as y e l atu end o f

un

erario

as ociados a los enti erro s indican la

posición que tení

an

el indi v

idu

o fa

llec

ido y su fa milia. En las ofrend as

mo rtuo

ri

as , en las qu e se incluyen ali

me ntos, se encuentran ta mbi én o

bj e

tos

pe

rsonal

es

, los qu e muchas

ve

c

es

se

ña

lan el oficio o la ac tividad

qu

e el

individuo desempeñó en vi da: go

be

rn

ante , albañil , co mercia

nt

e, et

c.

Son frecuentes l

as

ofre

nd as

de cr

á

neos y max

il

ares asociados a perso

najes qu e en vida

tu

vieron

un

a

ac

ti

vidad

mi

l

it

a

r.

Ta

mbi

én entre las

of

rend as ritua

les excepciona

le

s se encuentran pe

r-

on

as

ofre

nd

ad

as co

mo acomp aña

n

tes. Entre los acompañantes, el perro

fue

mu

y co mún en Teotihuacan, al

ig

ual que en otras part

es

de Mesoa

ri

ca (fig. 12).

EL SACRIFICIO HUMANO

Aunque se le menciona desde las pri

me ras excavaciones, no se le había

dado la importancia que

ti

ene. Se ma

nifiesta en varias fo rm as: en la pre-

enc ia de cráneos-trofeo como pro

ductos de la decapit

ac

ión, y en los

frecuentes hallazgos de recién nac i

dos o neonatos conten

id

os por lo ge

ne

ral en

va

s

ij

as y

of

rend ados en ce

re moni as re ligiosas pro

pi

ciatorias

re lac ionadas co n el di os de l ag ua

(figs .

10 y .

El desmembramie

nt

o co

rp

oral es

otra

fo

rm a de sacri ficio humano. En

ex cavaciones arqu eológicas es fre

ue nte encontrar m

ax il

ares, cue

rp os

-in ca beza , manos , pie rn as , etc., a

ausa de haberse mutilado los cuer

pos despu és de

mu

ertos . La icono

grafía señala tambi én var ias fo rm as

del sacrificio humano, y generalm ente mu estra corazones san

grantes atravesados por cuchillos curvos.

La prác tica en Teotihuacan del sac

ri

fic

io

hum ano a gran

cala se rel

ac

iona con

los

e

di

ficios

re

ligiosos m

ás

impo

rt

a

n

como la

Pi

rá mide del Sol, do

nd

e

tres enco ntró 16 esqueletos de

niñ

En

cada una de las esquinas fue

llado en pos ición sed ente un ni

co mo una ofrenda a este colosal

nume

nt

o (Batres, 1906). Los

num

rosos enti erros del llamado Te

m

de la Serpie

nt

e Emplumada deno

un

ritual sumamente co mpl ejo de

cri ficio humano a gran escala. Se

contraron enti erros indi viduale

múltiples,

fo

rmados estos últim

por grupos de 4  8  9  18 Y2 es

q

letos de hombres y muj eres,

di

s

buidos simétricamente seg

ún

cuatro rumbos del

uni

verso ye s

chamente rel acionados con el ca

da

ri

o ritual de

26

días (Cabrera

al . 1990) (figs . 5 y 8 .

El hallazgo más reci ente prov

ne del inte

ri

or de la Pirámide d

Luna,en do

nd

e se e

nc

ontró el esq

leto de un a persona adulta de s

masculino en pos ición sede

nt

e y

l

as

mano s junt

as

hac

ia

atrás, com

hubieran estado atadas, por lo qu

cons

id

era qu e este personaje

fo r

pa

rt

e de

un

a ofre

nd

a, junto con

felin os , do s cánidos, va

ri

as aves

ra piña y numerosos o

bj

etos elabo

dos en

pi

edra verde, concha y o

piedras semipreciosas (Su giyam

Cabrera, en prensa). És tos son a

nos de los datos más relevantes

b

re

m

ás

de mil entierros registra

has ta ahora, provenientes de mú

pl

es excavaciones arqueológicas

va

das acabo

en

este s

iti

odura

nt

e

de 100 año s. Su estudio, además

revelar

va

liosa informac ión ace

de las costumbres f

un

erarias de la

tigua po

bl

ac ión de Teotihu acan.

estaba formada po r diferentes gru

s

oc

ial

es

con tradi ciones propias e

manera de tratar a sus mu e

rt

os,

pe

rmi

te tambiénconocer

as

pecto

releva

nt

e impo

rt

ancia respecto a

car

ac

terís

ti

cas antropofís icas de

heterogénea población, a su alim

tación, a las enfermedades que pa

cieron, a su pensamiento cosmo

nico y a su ideología.

Rubén

Cabr

era C

as

tro . A rqu eó logo. R

es

pon

sa

ble de l

as

i nvest igac ione

l a zona arq ueológ ica de Teo

tihu

acan. INAH.

RITOS F

UNE

RARI  SEN TEOTIH

UACAN

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Uno de los aspectos que destacan del estudio de

18

cámaras

funerarias localizadas en el área monumental de la urbe prehis

pánica de Calakmul es la profanación de tumbas y su parcial

destrucción llevadas a cabo en la época prehispánica, actos de

violación que nos muestran lo que se podría definir como con

flictos de Estado. Dichas pugnas debieron de surgir como re

sultado de las luchas

l

interior de los distintos linajes que resi

dían en la ciudad, en una búsqueda de legitimar a un o de sus

miembros con derecho a la sucesión, como una forma de con

trol del poder. Es significativo que de las 18 tumbas encontra

das hasta la fecha, nueve presenten huellas de profanación o

exhumación de sus conteni

dos, y el contexto en que esto

se llevó a cabo, por lo menos

en algun as de ellas, nos indu

ce apensarquese debió acon

flictos por el poder.

Uno de los casos que ilus

tran esta forma de profana

ció n se detectó en la Sub

estructura U-B , donde se

localizaron

un

par

de tumbas

(3 y 5) del Clásico Temprano

que parecen formar

un

com

plejo fun erario. Después de

llevar a cabo la profanación

de las tumbas en la cámara su

perior, que debió correspon

der a un acompañante del per

sonaje principal enterrado en

la cámara inferior, se colocó

como ofrenda, para aplacar a

los ancestros, un niño de 8 a

12

años acompañado de cua

tro piezas de cerámica de fi

nales del Clásico Temprano

(Carrasco, 1996). El saqueo

prehispánico de tumbas rea

les, según Patricia Mcanany,

pu

do haber tenido el propó-

ito de neutralizar el poder

de los ancestros de un linaje

venc ido (Mcanany, 1995) o

el de

un

linaje que perdiera su

estatus en la línea de suce-

ión.

Como

se mencionó lí

neas arriba , en Calakmul se ha detectado la práctica sistemáti

a de la profanación de tumbas , lo que podría indicarnos una

fu erte rivalidad entre los linajes reales con derecho de sucesión.

TuM

BAS

3

y

5

Tomando como base la lista de gobernantes de Calakmul ela

borada por Simon Martin ( 1998), podemos suponer que quien

ordenó la remodelación de la Estructura II y mandó construir el

omplejo funerario de las tumbas 3 y 5 hacia fmales del Clási

o Temprano, fue probablemente Serpiente Enrollada, el cual

gobe

rn

ó entre 579 y

611

d. C. Según MaItin, por

su

impor

cia este personaje fue recordado por otros gobernantes de

lakmul como Yukom el Grande (675 d. C.) YYukom Tok ' (

d.

C.) , quienes hacen una mención especial de él. Desde

su

modelación, a finales delClásico Temprano, la EstructuraIl

maneció en uso hasta la muerte de Yukom Yich 'ak K'

ak'

d.

C.). Suponemos que fue durante su gobierno cuando se

fanaron las cámaras funerarias 3 y 5 para neutralizar la infl

cia del linaje de Serpiente Enrollada y de esta manera refo

la supremacía del de los Yukom, así como para asegurar la

cesión en

el

trono de uno de

lo

s miembros de este último lin

A diferencia de otras

giones de Mesoamérica

el área maya la informa

obtenida sobre las práct

funerarias se enriquece

el desciframiento de las

cripciones jeroglíficas ,

cias a lo cual se ha podido

tablecerel rol quejugaron

distintos miembros de la

leza. Los relatos hablan

sólo de los gobernantes

s

us

actos públicos sino t

bién de su ascendencia y

cendencia, de sus parient

vasallos. Asimismo, en

textos encontramos infor

ción sobre

el

papel que j

la mujer en las estructura

poder. De las tumbas ex

radas en Calakmul , y qu

fueron profanadas, desta

por su contenido y cara

rísticas la 4 y la 6 de la S

estructura U-B. Ambas

maras forman

un

comp

funerario donde se esta

cen el rango, el estatus

posición que tuvieron e

estructura social

lo

s perso

jes enterrados en ellas.

YUKOM YIeH

AK

K'AK

En el año 695 d. C. los ac

tecimientos políticos en el Petén central tomaron

un

giro a

de la guerra estelar en la que se enfrentaron Calakmul y

kal   que fueron los centros más poderosos del periodo Clás

Años más tarde, ydespuésdesu derrota política,Yukom Yic

K

'ak',

divino señor del cuchc b l de la Cabeza de Serpie

muere antes de cumplir los 60 años , y ello da lugar a una s

de rituales que debieron de durar varias semanas y a

un

algu

meses. Para que Yich 'ak K

'ak

' emprendiera

su

viaje a Xib

los sacerdotes comenzaron la preparación de

su

cadáver y

su ajuar funerario, y como parte de estos preparativos se de

nó a aquellas personas que debían acompañarlo en su reco

T UMBAS REALES E C ALAKMUL

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I

do por los caminos del inframundo maya. Las características

de dicho complejo funerario , compuesto de dos cámaras conti

guas, hacen suponer que fue diseñado y construido antes del

deceso de Yich ak K  ak . En el primer recinto se introdujeron

nuevos elementos estructurales para sustituirel tradicional apIa

nado de la bóveda en saledizo por uno de lodo policromado que

aparenta una bóveda de cañón corrido. Además, en los muros

del recinto se observa una inscripción jeroglífica y diseños de

probables deidades o imágenes de ancestros.

El día designado para el cierre de las cámaras funerarias los

sacerdotes, continuando las ceremonias fúnebres iniciadas des

de la muerte de Yich  a k K  a k , introdujeron al jerarca , cuyo

cuerpo había sido previamente preparado con una elaborada

mortaja. En los espacios correspondientes se distribuyó su por

tentoso ajuar, y posteriormente la tumba fue sellada. Como par-

3D/ARQUEOLOGÍA

ME

XICANA

o

G -

  '-;

\ ( {

\ I

':

\ I I I

, \ I

\ :

te del mismo rito, en la segunda cámara se depositaron los cue

pos de una mujer (tal vez una de sus esposas) y de un infant

quienes probablemente fueron previamente sacrificados,

l e

tatus de la mujer y su rango se deducen porque fue enterrad

ricamente ataviada y con una ofrenda compuesta por objeto

asociados a personajes femeninos de la élite maya, La segund

tumba , a diferencia de la de Yukom Yich ak

K ak  ,

consist

tan sólo en una fosa rectangular sellada con grandes lajas d

piedra, salvo en un espacio acondicionado como salida con u

desnivel, que cubría la parte correspondiente

al

pecho y a la ca

beza de la mujer. Sobre éste se depositó parte de su ofrenda ce

rámica, y a la vez permitió a los sacerdotes salir del recinto

sellar definitivamente el conjunto funerario.

Uno de los elementos que nos permitieron confirmar la po

sición social de los personajes enterrados en estas tumbas y s

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estatus es el tocado, ya que éste fo rmaba una parte muy impor-

tante del atuendo de

la

nob leza maya ; su uso estaba dest

in

ado

a los rituales y ce remonias públicas. Hasta el ha ll azgo de los

tocados de

Yukom

Yich ' ak K' ak ' y su aco

mpañante

femeni-

na, se tenían vagas nociones

de

su presencia en contextos fu-

nerarios , por lo que estos tocados so n la primera evidencia tan-

gible y comp leta de tales objetos.

La riqu

eza

y suntuosidad del tocado estaban íntimamente

re lacionadas con laj erarq uía y el sexo de quien lo portaba. Esto

e

evidenció

al comparar ambos tocados, ya que el del

go-

bernante fue realizado con una estructura de madera y palma

policromada y

decorado

con

un

complejo mosaico de

jadeíta

y concha , mientras que el de la acompañante se elaboró

con

una estructura de palma y madera ta

ll

ada , que posteriormente

fue estucada y policromada , lo que indicaba su rango.

Tras las excavaciones de la Estructura II realizada s p

doctor

Folan en

1994

(Pin cemi n

er al.   1998

  , fueron re

tados tres monumentos que fueron matados ritualmente·' c

do se remodeló el edificio hacia principios del siglo VIII , p

tiempo después de la muerte de Yukom Yich ' ak K' ak '. Do

estos monumentos  , que co rresponden a los fragmentos

Estela 116 dedicada en el año 692, tienen

en

su cara front

representación de la mujer mencionada en el texto glífico, q

probablemente fue la

esposa

de Yich ' ak K' ak ' y el perso

femenino sac rificado para acompañarlo en su viaje por lo

minos de Xibalbá.

Ramón

an

·asco Vargas. Museógrafo graduado en la Escuela Paul

o

re

y antropólogo con especialidad en arqueología por la

ENA H.

Desde 1982

rig ido proyectos arqueológ icos en el área maya. y a partir de 1993 ha

director del Proyecto Arqueológ i

co

Ca lakmul. en Campeche.

T   BAS REALES DE C ALAK:V¡U

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esde

sus orígenes,

el

Mitla prehi spánico fue

un

sitio

asociado al mundo de los

mu er

to

s.

Su nombre original

es un a deformación del náhuatl Mictlan, que sig

ni

fica

lugar de muertos , y que pudo referirse a

un

gran cementerio

o al m

ás

a

ll

á

al mundo ultraterreno de los antiguos mexicanos ,

al lugar de los espíritus de los muerto

s.

En consecuencia, su nombre zapoteco,Lyobaá 1ugardedes-

canso  , serefierea un a concepción

mítica del lugar donde descansan

las almas, y se asocia con el desti

no fi

nal de los espíritu

s.

Mitla, como sitio vivo, reflejó

en diferentes manifestaciones ese

destin

o.

Una muestra clara de ello

es la presenc ia de l

as

enormes

tu

mbas que complementan los es

pacios palaciegos monumentales

característicos de la última época

de construcción, considerada co

mo mixteca por los estudiosos de

la

secuencia cultural prehispáni

caencabezados por AlfonsoCaso,

Ignacio Bernal y, más reciente

mente, Jo

hn

Paddock.

Las tumbas monumentales de

Mitla son una extensión de la ex

traordinaria arquitectu

ra

presente

en

losconjuntos de palacio

s.

Exis

te

un

a coherencia con la f

il

oso

fía de que la

mu

erte es

un

a exten

siónde la vida, y que la vida se ori

gina del su

fri mi

e

nt

o de la muerte.

Así, las tumbas 1 y 2 se desa

rrollaron como parte del

cleo

principal de la ciudad, y proba

blemente es

tu

vieron destinadas a

guardar los

re

stos de los señores

principale

s

lo cual no se ha podi

do comprobar debido a que fue

ro

n saqueadas desde los inicios de

la Conqui sta.

T U

MBAS

CR

UC

IFORMES

Las tumbas cruciformes de Mitla

poseen un

a serie de característi

cas particulares, entre l

as

que des

taca la fina arquitectura en piedra,

que sigue fielmente la tradición de

l

as

fachadas de los palacios, con

ornamentación de paneles de piedra ta

ll

ad

a

en los que se logró

in tegrar diseños geomé

tri

cos únicos. En algunas tumbas los fri-

os de grecas están ensamblados, como en las fachadas de los

edificios, en tanto que en otr

as

están tallados sobre una sola pie

za de piedra.

Asimismo existen otras tumbas en que las decoraciones de

grecas ocupan la totalidad de los muros, en un alarde de satu-

ración ornamental que muestra la técnica, el estilo y la m

tría artesanal de sus constructore

s.

Estas tumbas presentan

un

a

di

stribución simple: el ing

es por

el ni

vel del patio, y

un

cubo excavado en la roca es e

ceso a la antecámara, que es

un

o de los brazos de la cruz

antecámara general mente es

un

pasillo largo que puede t

hasta dos des

ni

veles enmarcados por umbrales formados

jambas y dintel, como en el

de la Tumba

2.

La cámara mortuoria está c

puesta por otros tres brazos

son recintos imponentes de

mensiones variables, orname

dos delicadamente con friso

grecas enmarcados por table

Las cubiertas son de enor

lajas de piedra, que forman

los paramentos de los muros

juegos asombrosos de superf

geométricas exacta

s.

En el caso de las tumbas 1

el ambiente fúnebre se com

con la elevada humedad per

nente que presentan por e

ambas desplantadas debajo

los

ni

veles freáticos , lo que

un contexto muy especial qu

guramente fue parte import

en los ritos funerarios que al

celebraban .

En algunos muros interiore

la Tumba 2 existen restos de

delicada capade estucoque cu

las piedras de las fachadas,

uno de los dinteles internos

pequeñísimos

re

stos de pin

mural, al estilo de las represe

ciones expuestas en los din

del Grupo del Norte o de la I

sia. Estos rasgos nos hablan

importancia que tu

vieron las

ba

s

la cual se reflej a en la de

deza de sus detalles construct

y ornamentale

s.

Sin embargo,

si

nos referi

estrictamente a los daros arq

lógicos, encontramos que e

contexto rnicrorregional dond

inserta la tradición cultura

este sitio, el aspecto de los tr

mi

entos f

un

erarios es sumamente complejo. Pese a sus d

rencias formales, las tumbas 1 y 2 representan, junto con

otras tumbas cruciformes, sólo

un

a parte de la tradición f

raria regional, y por lo tanto una sola versión de los tr

mientos funerarios .

Estas dos tumbas cruciformes, localizadas en

el

patio F

conjunto de palacios conocido como Grupo de l

as

Colum

TRADICIONES FUNERARI

AS EN

MITL

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8/19/2019 40 La Muerte en el México Prehispánico+

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han llamado la atención por su monumentalidad y particular

desplante . Ambas fueron construidas debajo de palacios im

portantes, como parte integral de un co njunto dual de vida y

muerte , de poder y ofrenda, de luz y sombras.

L

PALACIO DE LOS MUERTOS

En 1674, fray Francisco de Burgoa relataba que en Mitla:

...

se labró

el

palacio de

vi

uos y muertos .. y aunque había pedasos

desmantelados, porque hauían quitado algun as piedras .. . La ulti

ma quadra tenía otra puerta a las espaldas, a un espacio oscuro y

espatoso que estaba cerrado con un a losa, que cogia toda la entra

da, y por ella arrojaban los cuer

pos que hauian sacrificado y á los

mayores señores ó capitanes que

hauian muerto en la guerra .. .

Fray Francisco de Ajofrín es

cribió en su diario, en 1766:

l

Mictla .. . y su panteón y magní-

fico sepulcro, que no obstante

ser antiqu ís imo y sin memoria ª

de fundación ha llegado a nu es-

tras tiempos .. . Esta gran fábri -

ca, en que tiene no poco que ad- i

mirar el arte es cuadrada, con un

patio muy espacioso enmedio

y ocho salas iguales, cuatro aba

jo , como sepultadas que ser

vian de panteone s como diré

después y otras cuatro fuera de

la tierra, que e ran la habitación

de los sacerdotes y del rey cuan-   l

do venia

diseños se trazan las e quinas rotas de las piedras de protecci

que formaban el patrón ... .

La Tumba 2 fue descubierta por Saville en enero de 190

durante e l proceso de limpieza de la plataforma y la escal

del edificio este del patio. Debajo de la gran piedra que ser

como puerta encontró fragmentos de dos esqueletos human

y va rias vas ijas de cerámica gri

s.

En el lado sur de la entra

desc ubrió un a línea de tejas que estaban a plomo desde el

vel del patio hasta el nivel del

pi

so de la tumba. Saville pen

ba que habían sido puestas allí por los españoles para condu

el agua hacia la cámara de la tumba y así usarla como cister

Esto nos indica que el espacio arquitectónico había sido al

rado desde siglos atrás, y por lo tanto el contenido de las cám

ras funerarias había sido saqu

do totalmente.

GUlAROÓ y X AAGÁ

El mismo Saville exploró la tu

ba de Guiaroó, paraje ubicado

las montañas

al

noreste de Mi

dentro del área de influencia

la tradición regiona

l.

Esta tum

presenta también una pl anta c

ciforme y un finísimo trabajo

grecas tall adas que ornamen

todo el espacio de los mur

Aparentemente el conjunto no

terminó de construir, puesto q

la tumba quedó sin techo y no

levantó el edificio palaciego

cima.Por lo tanto la tumba no

gó a usarse.

Otra tumba cruci forme

idéntica tradición se localizó

la Hacienda de Xaagá ubica

a escasos kilómetros al orie

de Mitla. La tumba había si

saq ueada , por lo que tampo

se cuenta con datos sobre

contenido.

La única tumba cruciforme

La segunda sala era solamen-

te para una sepultura de los gran-

des sacerdotes. La tercera era el

panteón de los reyes zapotecas .. . .

La cuarta y última sala era el se-

pulcro de los que sacrificaban y

de los grandes señores y capita

nes que morían en campaña ...

La

tumba de Guiaroó, al noreste de Mitla.

laque tenemoscontextosarqu

lógicos es la Tumba 3c del G

po del Sur, que fue explorada por Paddock, quien reportó

ber encontrado cerámica mixtecaen el interior. Los objetos e

vasijas miniatura similares a las encontradas en Cuilapan o

Yag ul. Esta tumba estaba relacionada con

un

edif

icio sim

il

a

los palacios del Grupo de las Columnas, y sus dimensiones er

menores a las de las tumbas 1 y 2. Por esta razón Paddock p

só que pudo haber sido la primera de la tradición de tumbas c

ciformes de Mitla.

De lo anterior nos queda claro que estas dos tumbas estaban

destinadas a los personajes reales y principales de la época mix

teca, en la secuencia regional del valle de Oaxaca.

Los primeros trabajos arqueológicos en las tumbas fueron

realizados por Marshall Saville del American Museum ofNa-

tural History de Nueva York , en el periodo de 1900 a 1902, y

fueron financiados por la expedición Loubat.

Todo indica que los interiores de ambas tumbas habían sido

saqueados desde la época colonial , ya que Saville só lo

hace re

ferencia, en lo s dos casos, a hallazgos asociados a los palacios

y a los espacios de las antecámaras. Sobre la Tumba 1 refirió

que:

... la mayoría de los paneles están casi destruidos, en los

34 / A RQUEOLOGfA ME XIC

AN

A

Si bien es posible suponer que las tumbas cruciformes m

numentales pudieron estar asociadas a rituales y co ntextos

milares a los mostrados en la Tumba 7 de Monte Albán y en

tumbas 1 y 2 de Zaachila, es decir, a la celebración media

ritos y ofrendas sumamente complejos y lujosos del paso al

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8/19/2019 40 La Muerte en el México Prehispánico+

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framundo de

per

sonajes de suma importancia política, religi o

sa y militar, se debe co nsiderar que existía también otro tipo de

tratamientos funerarios no necesariamente ligados a las clases

dirigentes.

En Mitla hemos encontrado por lo menos otros dos tipos de

tratamientos funerario

s.

En años recientes 1989 Y 1995) ex

ploramos dos tumbas en áreas situadas fuera de los núcleos mo

numentales de la ciudad. Ambas estructuras se encontraron en

contextos modestos, de complejos de plazas rodeadas de mon

tículo

s,

en áreas de asentamiento s domésticos. Sugerimos que

éstos eran barrios suburbanos que formaban parte del comple

jo

de la ciudad , con una fuerte relación de subordinación a

lo

s

des tinos de ésta.

Ambas tumbas tienen características similares: arquitectu

ra fina desarrollada en un a sola cámara, y construcción de pie

dra con ornamentación de piezas tall adas, sin llegar a la mag

nificencia de las tumbas cruciforme

s.

Una de ellas mostraba

el trabajo de los mos aicos de grecas, con techumbres simples

de lajas.

En los contextos funerarios de es-

tas tumbas se da la presencia de res

tos de varios individuo

s,

en

un

caso

4 y en el otro 32, que fueron depos

i-

tados de manera desordenada y pro

bablemente en distintos momentos,

lo que indicaría la reutili zac ión de las

tu mbas.

La ofrenda en ambos casos fue

muy modesta, y consis

ti

ó en vasijas

ut ilitarias grises y cafés s

in

orna

mentación , sahumadores burdos y

ca

je

tes miniatura. En una de esas

ofrend as se encontraron cuentas de

pie

dr

a verde, malacates y una ha

chue la de cobre.

ENTERRAMIENTOS SENCILLOS

Finalmente, hemos encontrado otro tipo de tratamiento f

rario en Mitla. Se trata de enterramientos sencillos, realiz

directamente en el suelo mediante una pequeña excava

que pueden tener sólo una mínima ofrenda o aun car

de ella .

Éste es el caso de dos entierros explorados debajo del

de una de las plataformas del Grupo de las Columnas, qu

su momento soportaba un palacio encima, el cual pudo h

sido demolido en la primera época colonial. Los entierro

encontraban sellados por los restos de piso, de lo que se d

ce que fueron depositados allí en la época prehispánica, pr

blemente durante la construcción del edificio.

Ninguno de ellos tenía ofrenda, y el tratamiento cons

en depositarlos en la plataforma y posteriormente sellarlo

la capa de mezcla del piso. Muy probablemente se trate d

tierros ofrendados al edificio en construcción.

Se han localizado algunos e

ITOS de este mismo tipo - senc

individuales, realizados directa

te en el suelo y sin ofrenda-

en

lo

fueran contextos domésticos u

nos de Mitla.

En una de las tumbas lo s esquele

tos mostraron huellas de procesos

degenerati vos caries, artriti s), y en

Frisos decorativos en las fachadas de Mitla.

Por lo que podemos ver, los

textos funerarios de Mirla nos

can que a pesar de la sólida trad

de las tumbas cruciformes

que

firman el estatus y magnificenc

los entierros de áreas monume

les , éstos se desarrollaron en m

de otros contextos más comu

Los tres tipos de tratamientos f

rarios nos señalan diferencias s

les muy bien establecidas pa

época de apogeo de Mitla, o

aquella

que

precedió a la conq

hispana.

la otra - lo que es de suma importancia

mencionar

varios hue-

os mostraban huellas de pos ible treponematosis s ífilis .

En términos generales , estas tumbas muestran tratamientos

fu nerarios modestos , en rel ación con la monumentalidad de las

tu

mbas cruciformes. Probablemente de este tipo hayan sido

las que exploró Saville y que reportó como:

. . . c imientos de e dif ic ios ahora compl etamente de struidos, edi f i-

cios parcialmente des truidos en los que las habitaciones fueron lim

piadas y tumbas c uyas paredes e ran de

pi

edra con el patrón de mo

sa icos visto en lo s templ os .. . y de dos sitios

de

enterramiento se

sacaro nl11ás de treinta esque letos en un estado de preserv ación más

o menos imperfec t

a.

De cualquier manera, estas noticias nos hablan de un trata-

miento similar al de las tumbas reportadas en la presente déca

da . que aparentemente se ubicaban también en contextos do

més

ti

cos de menor importancia que aquéllos de las áreas

entrales de la ciudad.

Es verdaderamente lamentable que se hayan perdido

contextos originales de las tumbas cruciformes , ya qu

guramente nos habrían maravillado con tesoros de la ca

de los hallados en las tumbas mixtecas de

Monte Alb

Zaachila.

De cualquier manera, pese a la diversidad de manifest

nes funerarias , que reflejan contextos sociales desiguales

tIa continúa siendo el lugar de los muertos , el Mictl an, l

del eterno descanso de las almas . Así se expresa aún en la

dición oral local sobre las almas de los muertos, c

omo

l

portaba Parsons en los años treinta. Superstición o verda

culto a los muertos en Mitla es real: para darse cuenta de

sólo hace falta vivir la fie sta de

Todos

Santos en el pueb

sentir la presencia de los muertos entre nosotro

s.

Ne

ll

y M. Ro

bl

es García.

Li

cenciada en arqueología por la EN H; maes

r

es

taur

ac

ión por la

ENCRM

de

II N

H y doctora en antropología por

la

U

ni

dad de Georgi

a. E.

U.A. Direc tora de la zo na arqueológica de Monte Alb

TR D ICI

ONES

FUNERA

RI   S

EN MI TL

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Gracias a las narraciones de Motolinía y de otros croni stas

del sig lo XVI, tenemos una idea bastante acabada de las exe

quias que los mexicas solían hacer en honor de sus dignatarios .

Sin embargo, existen ciertos detalles de la

cere

moni a que

no son descritos en las fuentes históricas y que, por fortuna,

po

demos conocer

gracias a las ex

ploraciones arqueológicas llevadas

a cabo en las ruinas de Tenochtitlan.

A continua

ción describiremos el

hallazgo de la sepultura de un dig

natario realizado

por

el Pro yecto

Templo MayorIINAH.

UNA SEPULTURA EN LA

CASA DE LAS ÁGUILAS

La sepultura del personaje en cues

tión fue desc ubierta en 1994 duran

te las ex ploraciones del edificio

bautizado

por

los arqueólogos co

mo la Casa de las Águilas. Este sin

gular

comp

lejo

ar

quitec t

ónico

se

dis tingue por una ubicac ión privi

leg iadaasólo 15 malnortedel Tem

plo Mayor, y por su ri

ca

decoració n

de es tilo neotolteca . Durante las

dos últimas temporadas de campo,

fueron exhumadas de su interi

or

va

rias esc ulturas de cerámica que re

presentan seres semidescarnados y

personajes ves tidos

con

trajes de

águila, así co mo pinturas murales

tipo códice, banquetas con relieves

policromos y suntuosas ofrendas.

La sepultura que nos ocu

pa

se en-

ontró en el exterior de la tercera

fase

co

nstructiva de la Casa de las

Aguilas , ampliación que se remon

ta a las dos últimas décadas del si

glo xv es decir, al reinado de Tízoc

o al de Ahuítzotl. La ceremonia de

inhumación se hizo al

pie de la es-

alinata de acceso al ala oriental del

e

dif

icio, lugar

donde

se cavaron tres

fosas cilíndricas. Cada una de ellas

irvió para alojar un recipiente de

erámica, así como parte de los res

 os

mortales de un mismo individuo

\. de una rica ofrenda funeraria

LA OFRENDA FUNERARIA

Y EL ESTATUS DEL DIFUNTO

Este triple depósito funerario contenía abundantes restos esque

léticos cremados pertenecientes a un hombre, un perro, un ja

guar, un águila real y un gavilán. Además, había objetos de ce

rámica, obsidiana, pedernal , basalto, piedra verde, turquesa, oro,

cobre, bronce, pirita, hueso, concha, copal, algodón y palma

tos suman en total 101 piezas completas y 350 fragmentos .

Sin lugar a dudas, los objetos

s impresionantes eran

tres recipientes cerámicos empleados por los mexicas como

nas funerarias. Se trata de tres bellas piezas pertenecient

épocas

diferentes.

La

más ant

de ellas es un vaso que data d

nes del periodo Clásico y que

presenta, sobre sus superficies

ternas,

al

famoso hombre-marip

de la iconografía teotihuacana

sigue

temporalmente

una olla

gie en forma de

cabeza

de anci

la cual fue elaborada en el Pos

sico Temprano . La tercera urn

un botellón policromo del Pos

sico Tardío que presenta una ela

rada decoración de cuentas, gre

flores y corazones.

Los restos óseos humanos se

contraron tanto dentro como fu

de las urnas.

Pese

a

que

habían

rotos intencionalmente y expue

durante largas horas a la acción

fuego, pudimos determinar que

do s ellos pertenecían a un ind

duo adulto de sexo masculino.

cenizas y los fragmentos de

hu

de este

per

sonaje estaban acom

ñados de animales y objetos m

semejantes a los que se

acost

braba enterrar como ajuares m

tuorios en Tenochtitlan , Tlatelo

y Tenayuca. Entre ellos desta

los restos

de

un perro,

una cue

globularde piedraverde, variascu

tas de obsidiana en forma de ca

za de pato, un anillo de obsidi

varias miniaturas de puntas de

cha de obsidiana y pedernal , pe

zos de copal, además de cordele

algodón y palma

.

El cadáver también estabaac

pañado de bienes de uso exclu

de la nobleza. Entre ellos sobr

len los fragmentos carbonizado

cuando menos tres prendas de

tir elaboradas

con

finísimos h

de algodón y decoradas con bro

dos. Igualmente significativos

los numerosos pendientes, hem

feras y esferas de lámina de oro,

zas que posiblemente estuvieron cosidas a alguna de las p

das de al

godó

n. También son dignos de menció n los cascab

de cobre

y bronce, los fis toles de cobre y los mosaicos de

quesa. Estos últimos probablemente fo

rmaron

parte de una

rona o de un ornamen to nasa l Como es sabido, dichas coro

EL

FUNERAL DE

UN

DIGNATARIO MEXICA

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y ornamentos eran colocados en los bultos mortuorios de

los señores

tetecuhtin)

y de los guerreros muertos heroica

mente. Finalmente, durante la exploración se recuperaron dos

colmillos recortados intencionalmente . Pertenecen a un

jaguar

adulto, de acuerdo

con

la identificación del biólogo Óscar J.

Polaco. A nuestro juicio , es verosímil que ambo s colmillos ha

yan serv ido al dignatario como amuletos o como insignias de

su poder.

RECONSTR

UCC

IÓN DEL FUNERAL DEL DIGNATARIO

A partir del aná

li

sis de laboratorio pudimos determinar que, an

tes de la cremación, el cadáver del dignatario y su ofrenda su

frieron un proceso sistemático de des trucc ión intencional.

Como

consecuencia, buena parte de los restos humanos

yani-

males, así como de los artefactos, quedaro n reducidos a peque

ños fragmentos que aún conservan las huellas de los impactos

recibidos. No necesitaron o escaparon a la destrucción los ob

jetos

diminutos.

En el caso del cadáver, los golpes fueron dados directamen

te sobre los huesos, libres éstos de sus tejidos blandos, pero aún

frescos.

En

las zonas de fractura de los huesos largos, las vér

tebras y el cráneo, se descubrieron nítidas hendiduras de unos

4 mm yen forma de letra V, seg uramen te ocasionadas por un

hacha de piedra de entre 35

y 500 gr

de

peso . En otros huesos

se observaron diferentes tipos de fracturas , provocadas por tor

sio nes y palancas manuales.

El análisis detallado de los huesos puso de manifiesto la au

sencia de hue

ll

as de corte que fueran resultado de un presunto

d

esca

rnamiento o d

esmembramie

nto . Siguiendo lo dicho po

Sahagún, podríamos especular que el bulto mortuorio fue so

metido a una primera

quema

que eliminó los tejidos blando

del cuerpo. Proponemos

que

al terminar es ta cremación, lo

huesos y la

of

renda parcialmen te consumidos

por

el fuego fue

ron reunidos y fracc ionados con un hacha y con las manos. Esta

acción ha

a más eficaz la seg unda quema y, tiempo desp ués

facil itaría la introducción de los restos óseos y de otros objetos

dentro de la urna funerari a.

Sea o no correcto nuestro razo namiento, la evidencia arqueo

lóg ica demuestra que tras su destrucción intencional, los hue

sos y los objetos fuero n mezclados metódicamente y arrojado

a una pira a l aire libre. En efecto, cuando unimos los diverso

fragmentos

de

un mismo hueso o

de

un mi smo artefacto, ob

serva

mo

s

que

no es tu vieron expuestos a la misma intensidad

ca lórica. Esto se debe a que la temperatura de este tipo de pira

varía muchís

imo de

su interior a sus extremos, así como a lo

largo de la combu stión.

En un paso suces ivo de la ceremonia, una parte

de

los resi

duos de la pira fue llevada al pie de la escalinata principal de la

Casa

de las Águilas para su enterramiento en el interior de la

E--------------------

 

---  ------------------Q

Urna funeraria en forma

de botellón, perteneciente

a la

llamada

vajilla

policroma azteca. Fue

producida

a fines del

Posclásico Tardío 1450-

1521 d. C.) en la zona de

Tenochtitlan-Ixtapalapa.

3 /

AR QUEO LOGÍA M

EX

ICANA

Dibujo en sección que muestra

las

tr e

s fosas donde los mexicas

inhumaron

las

urna

s

funerarias. Las fo sas estaban

alineadas e n sentido este-oeste,

sig

ui

endo el curso solar.

U

rna

funeraria en forma de olla-efigie que

imita el tipo Tohil Plumbate delsuroeste de

G

uat

emala. Data del Posclásico Temprano

900-1200 d.

C.

Yfue h

ec

ha en la Cuenca de

México, tal

y

como lo demues

tra

el análisis

de

activación ne

ut r

ónica realizado

por

Hector Neff.

Urn a funeraria en forma de vaso cilíndri

codel tipo A

naranjado

Delgado. Es de estilo

teotihuacano y

fue e

laborad

a a fines del per iodo Clásico

550/650-650/750d. C.) en el s

ur

del actual estado de Puebla.

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,

~

 

~ ~

t::/

= :>

Representación

esquemática de

los restos óseos

identificados

(marcados en negro)

del dignatario

mexica. En el

i

\J

esquema no se

~

O , '

~ ~ ~ ~ ~ ~ s

~

~ relatIvas de

.

los huesos y

=:fjJ se ofrecen seis

1 f ~ 1 i

,I,m, d 1

, .

q

i

~

~ $ i ~

- . c

Fragmentos cremados del esqueleto del

dignatario. Las diferentes tonalidades

señalan dist intos niveles de exposición al fuego.

Ciertas áreas de la pira alcanzaron los 950

0

C, como lo indica el cálculo del

punto

de

fu sión de algunas piezas metálicas fundidas.

f

Colmillos de jaguar que fueron separados

intencionalmente del cráneo del anim al por

medio de un corte entre la raíz y la corona.

,

Algunos de los numerosos

pendientes de lámina de oro

que posiblemente decoraban

las prendas de algodón.

Conjunto de fistoles y

cascabeles de cobre y bronce

que formaban

parte

de la

ofrenda funeraria.

tres fosas arriba descritas. Dichos residuos estaban compu

tos por una mezcla amorfa de ceniza, huesos, pequeños ar

factos completos y pedazos de artefactos más grandes .Deacu

do con nuestro inventario , fa ltan muchos fragmentos tanto

esqueleto del personaje como de los objetos que componían

ofrenda. Esto puede deberse, por una parte, a que numero

fracciones quedaron reducidas a cenizas después de su expo

ción prolongada al fuego y por la otra, a que ciertos residu

tuvieron otro destino diferente al de la inhumación en la sep

tura: por ejemplo, pudieron haber sido desechados, entrega

a los deudos o ingeridos ritualmente .

En lo que toca al rito de inhumación, logramos disting

tres momentos consecutivos. En el primero de ellos, se sepa

ron de la mezcla en estado incandescente el 95   de los fr

mentos óseos de m ayores dimensiones. Inmediatamente d

pués se depositó parte de la mezcla incandescente en el fon

de la fosa oriental y en el interior del botellón policromo. El

tellón fue introducido entonces en dicha fosa y el conjunto

bierto con más mezcla incandescente. Esto produjo quemad

ra s tan to en la pared de la fosa como en las superficies inte

y externa del bote

ll

ón. En un segundo momento, se repiti ó

misma acción en la fosa central y con el vaso teotihuacano. P

ese entonces, la mezcla ya se había enfriado, por lo que n

fo sa ni este recipiente se quemaron. El tercer paso consis

en depositar dentro de la olla-efigie el 95   de los fragmen

óseos mayores, ceniza fría y ag uj as de cobre, para coloca

continuación esta urna en la fosa occ idental. Al parecer, ya

había acabado la mezcla, por 10 que la cavidad tuvo que ser

llenada con arcilla. Una vez concluida la ceremonia, las tres

sas se taparon definitivamente con la tierra y las lajas del p

anteriormente removidas.

A partir de lo expuesto, podemos formular algunas conc

siones básicas. Debido a que el cadáver fue cremado, a que

tre sus restos había huesos de perro, y a que se encontró u

cuenta de piedra verde que habría s ido colocada dentro de

boca del difunto, es claro que el personaje murió de flalmiqu

 l i

o muerte natural. El rito de incineración tuvo

el

propósito

liberar el t

yolía

(una de las tres entidades anímicas) para q

emprendiera su viaje

al

Mictlan. Por otra parte, hay que re s

tar la gran jerarquía de este personaje dentro de la sociedad m

x

ic

a atestiguada tanto por la riqueza de la ofrenda mortuo

como por el

lu

gar del enterramiento dentro del Recinto Sag

do de la capital del imperio. Por desgracia, carecemos de los e

mentos suficientes para di scernir si el individuo en cuestión

un

f

  u

h li

o un militar de alto rango . Únicamente estamos

condiciones de afirmar que no se trataba de un flaroani o de

cihuacóatl

pues fray Diego Durán y Hernando Al varado Te

zómoc nos refieren en sus escritos que los dos máximos dig

tarios mexicas eran sepultados en el Templo Mayor o en un e

ficio ubicado al occidente de este últim

o

el Cuauhxicalco.

• Juan Alberto Román Bene lleza. Anrropólogo físico por la ENAH.

In

vest

dor del Museo del Temp lo Mayor.

INAH.

Actualmenre lleva a cabo invest

ciones sobre la identificación del sexo de individuos infanriles a partir del

D

• Leonardo López Luján. Doctor en arqueo log ía por la Universidad de Pa

In

ves tigador del Museo de l Templo Mayo

r. INA

H. Actualmente reali za e

dios sobre la política y la reli gión de las sociedade s prehispánicas del Ce

de México.

EL FUNERAL E UN DIGNATARIO MEXICA

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  a

muerte y

sus

deid des

en

el pens miento maya

40 / RQUEOLOGÍA M EX ICANA

M ERCEDES E LA G ARZA

En el pensamiento maya

vida y muerte armonizan

siempre dialécticamente.

Además ambas son

generadas por fuerzas

sagradas o deidades que

viven en el cielo y el

inframundo lugares

.

que en

S

mIsmos

contienen las fuerzas

contrarias. Los principales

dioses de la muerte se

representan como seres

antropomorfos lo que

parece responder a la

preocupación principal

del pueblo maya por

su propia muerte.

Incensario antropomorfo con la

representación de Ah Puch  dios de la muerte.

C

ultura

maya. Posclásico. Mayapán .

FOTO: MARCO ANTONIO PACHECO

R feES

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E

La vida de l spíritu no es la vida que se asusta

ante la muerte

y

se mantiene pura de la desola-

ción  sin o la que sabe

f

rontarla ) mantenerse

en ella. El espíritu no es una potencia positi va

que se aparta de lo nega tivo

.

. sino que sólo es

esta potencia cuando mira cara a cara a lo n

e-

gati vo y permanece cerca de el/o.

G.W.F. Hegel , Fenomenolog

ía

del espírilu

LA DUALIDAD VIDA-MUERTE

Vida y muerte, ademá

s

son generadas por fuerzas sagradas

radican ante todo en el cielo y el inframundo, respectivame

En el cielo transita el Sol , dios supremo, generando la luz

calor, y sus ciclos anual y diario son la base de la temporal id

del cielo proviene la lluvia que fecunda la tierra para prod

la vida vegetal y, con ella, la de todos los demás seres. El in

mundo, por el contrario, es la región de la oscuridad y la m

te; a él descienden los espír

cuando el cuerpo perece y

transforma en energía de m

te, y de él provienen asimis

las fuerzas que

producen las

fermedades y el mal en gene

La Tierra, situada entre amb

es el sitio donde se da la c

tienda de la vida y la muerte,d

de se producen el choque

armonía de los contrarios.

Tierra es la región del hom

el

centro del universo, donde

opuestos se resuel ven en unid

cós mico. Asílo indican las re-

pres

entaciones plásticas

, los

mitos y las variadas y

comple-

Pero tanto

el

cielo como

e

framundo contienen en sí m

mos las fuerzas contrarias

En ocasiones

el

dios de la muerte o dios A fue representado

con características femeninas.

Códice de Dresde  

p. 9 9)

c.

cielo nocturno es fuente de en

gía s maléficas; el calor del

en exceso produce la sequía y la muerte, y la lluvia trans

mada en tormenta es causa de destrucción. Por otro lado, e

as prácticas funerarias de los antiguos mayas.

El dios

de

la

muerte

, en

el centro

, acostado boca

arriba

fuma en compañía de los dioses del sol y del maíz.

Códice Madrid 

p. 79b.

DEIDADES

DE LA

MUERTE

MA

Y

AS

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inframundo se guardan tesoros minerales , se generan manan

tiales y se localizan las semillas que darán nueva vida.

ASÍ mal y bien, muerte y vida son ambos energías divinas

en constante interacción, es por ello que

hay en

el

pensamiento maya diversos

símbolos de la sacralidad de

la

muerte,

así como deidades y seres sobrenatura

les que presiden, provocan y anuncian

la muerte. Los principales dioses de la

muerte se representan como seres an

tropomorfos, lo cual parece responder

a la preocupación principal de ese pue

blo por su propia muerte, de la que de

rivan las creencias sobre la muerte de

los demás seres vivos e incluso de los

seres que nosotros llamaríamos inani

mados, pero que para ellos también po

seían

un

espíritu vital.

EL TRÁNSITO AL INFRAMUNDO

cual seguirían sirviendo a los dioses en diversos sitios, deter

minados por la forma de morir que le tocaba a cada persona: e

cielo, para quienes eran sacrificados; el paraíso de la ceib

a

par

los ahogados o los que morían por al

guna causa relacionada con el agua,

el Xi bal bá, 1ugar de los desvanecidos 

para todos los demás .

Los dos primeros eran sitios de ener

gías de vida, y el último era propiamen

te

el lu

gar de la energía de muerte. Es

taba situado en el estrato más bajo de

inframundo,

el

noveno, y los espíritu

de los muertos

ll

egaban a él descen

diendo por un camino

ll

eno de peligros

La región infraterres tre es descrita en

el

Popol

uh cua ndo se relata el des

censo de los semidioses Hunahpú e Ix

balanqué, quienes después de su muer

te y resurrección en ese si tio se convir

tieron en el Sol y la Luna:

Los mayas eran un pueblo profunda

mente vitalista. Para ellos, la

fi

nalidad

de la vida humana está en ella misma,

en vivir de la mejor manera posible du

rante el tiempo en que

el

hombre per

manece sobre la tierra y con su cuerpo.

Por eso la muerte, al nivel de los indi-

Escena ritual asociada a la fertilidad en la que

aparecen

abajo

a la derecha, el dios de la

muerte

y otras

deidade

s mayas. Códice Madrid, p. 19b.

Así fueron bajando por el camino de Xi

balbá, por unas escaleras muy inclina

das ... hasta que llegaron a las orillas d

un río que corría rápidamente entre do

barrancos .. luego pasaron por un río qu

corre entre jícaros esp inosos .. llegaron

la ori lla de un río de sangre .. llegaron

viduos - que muchas veces era conside-

rada como un castigo de los dioses o como un daño e nviado

mágicamente por otro ser humano-, era lo más temido.

Sin embargo, los mayas creían en la inmortalidad del espí

ritu, en otra existencia después de la muerte del cuerpo, en la

otro río solamente de agua... Pasa

ron adelante hasta que llegaron a donde se juntan cuatro caminos

uno era rojo, otro negro, otro blanco y otro amarillo. Y

l

camin

negro les habló de esta manera: Yo soy el que debéis tomar por

que yo soy el camino del SeñoL .

Popol Vuh,

1968, pp. 53-54).

A la izquierda está el dios de la muerte ; a la derecha, Chac, como un escriba. dice Madrid, p. 23d.

ARQ

UEOLOGÍA

MEXICANA

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En la

parte

derecha se representó al dios de la muerte frente a un sacrificado. Códice Madrid pp. 75-76.

La idea de que existen caminos o

sacbeoob

subterráneos se

ha conservado hasta hoy en el área maya sobre todo entre los

mayas yucatecos .

Durante ese tránsito  el espíritu debía cuidarse y alimentar-

e  por lo que ponían en la sepultura del difunto entre otras

cosas alimentos y objetos protectores y asimismo sacrifica

b

an

a su perro y lo colocaban en la tumba para que su espíri

tu acompañara al de su amo y lo transportara sobre

su

lomo a

través del último gran río que separaba al Xibalbá del resto

del inframundo. Cuando el muerto era un personaje principal  

también sacrificaban a mujeres y sirvientes para que

lo

acom

pañaran. Al final del viaje los espíritus morían definitiva

mente en tanto que energía vital y se integraban al reino de

la muerte transformados en energía de muerte  para per

necer ahí eternamente.Sólo en las fiestas dedicadas a los mu

tos éstos volvían a la tierra y recuperaban sus necesidades

tales por lo que comían las esencias de los dones que

preparaban sus deudos. Esta creencia es sorprendenteme

semejante a la nekyai de los griegos  según la cual al de

mar sangre sobre las tumbas  los muertos la bebían y retor

ban a la vida para establecer contacto con los vivos. La cre

cia prehispánica se ha conservado hasta hoy en diver

comunidades indígenas: por ejemplo en Tepoztlán More

los muertos comen los sabores y olores de los alimentos  

lo cual se dice que al día siguiente la comida depositada en

ofrendas no sabe a nada.

D E

ID

ADES DE LA MUERTE MAYAS

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En

la parte central se observa a Chac, dios de la lluvia, de cuyo

cuerpo sale una corriente de agua que cae sobre

el

dios de la

muerte.

Códice Madrid,

p 8

El dios de

la

muerte participa en las ceremonias del año nuevo

prehispánico. Códice

e

Dresde,

p 27

(57) c

/ ARQ UEOLOGíA M EX ICANA

Los

DIOSES DE LA MUERTE

Los dioses mayas de la muerte son, por tanto, los que simbol

zan las energías de muerte. Pero, ¿cómo eran concebidas esa

deidades? Para los mayas, los dioses en general no fueron ído

los  ,como pensaron los españoles, sino energías invisibles c

paces de manifestarse en sus imágenes durante los ritos, a

como en diversos animales, en otros seres y en fenómenos n

turales.Esto lo supo fray Diego de Landa, por lo que dice: Bie

sabían ellos que los ídolos eran obras suyas y muertas y sin de

dad , mas los tenían en reverencia por

lo

que representaban

(Landa, 1966, p. 48).

De los diversos dioses relacionados con la muerte y el in

framundo , hay uno principal que simboliza la muelte misma

que recibe varios nombres entre los mayas yucatecos: Ah Puc

el descarnado ; Kisín, el flatulento  ;Hun Ahau, señor uno

y Yum Kimil, señor de la muerte . Los quichés

lo

llaman Hu

Camé, uno muerte , o Vucub Camé, siete muerte  , y está r

lacionado tal vez con el Ah Uucté Coy, el siete lechuza , d

los

Libros de Chilam Balam,

escritos por los mayas yucateco

Este dios ha sido identificado con el dios A de los códice

(según la clasificación de Schellhas), cuya representación coin

cide con las que se encuentran en las obras plásticas del perio

do Clásico. La imagen es la de una calavera,

un

esqueleto o

u

cadáver humano en descomposición.

El

dios se asocia con la noche y con la enfermedad. Su s

tio es el estrato más bajo del inframundo, pero

como

el int

rior de

la

tierra también contiene elementos de vida, Ah Puc

es representado con rasgos vitales como ojos, pene y ano. E

los códices, a la deidad se le dibuja con cascabeles u ojos so

bre la cabeza, en los tobillos y en las muñecas, y es andróg

no, pues a veces presenta características femeninas Códic

de Dresde,

p  9 (9) c).

El papel principal del dios A en la existencia del mundo s

revela en los propios códices, en los que aparece realizando d

versas acciones. Muchas de ellas son rituales, como la de en

trar en éxtasis a través de sustancias psicoactivas; así,

lo

vemo

fumando tirado de espaldas,

alIado

de los dioses del maíz y d

Sol Códice Madrid, p

79b). También se integra

al

rito de fe

tilidad que consistía en que varios hombres se pasaban una cue

da por

el

pene, quedando así unidos, rito que describe Landa

que aparece en la página 19 del Códice Madrid, el cual e

realizado por varios dioses. Participa asimismo en las cerem

nias del año nuevo, que se cuentan entre las más important

del ritual prehispánico Códice de Dresde, p. 27 (57) c).

Todo lo anterior revela la inserción de

la

muerte en el tran

curso de la vida, como algo connatural a ella.

Además, el dios de la muerte presidía los sacrificios hum

nos, que tenían como finalidad propiciar la vida de los diose

y, con ella, la del cosmos íntegro; eso corrobora el carácter di

léctico de la existencia. Un ejemplo de esto es la imagen d

extraordinario panel de estuco de Toniná, Chiapas, donde v

mos al dios de la muerte con la cabeza de un decapitado en su

manos, sacrificio que fue el principal en el periodo Clásico.

En

el

Popol Vuh se mencionan varias deidades de la muer

que habitan en el Xibalbá, cuya principal función era provoc

enfermedades mortales. Hun Camé y Vucub Camé eran los ju

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Vaso estilo có

di

ce. El di

os

de la muerte, danzando, recibe una víctima del sacrificio.

ces supremos, los que señalaban sus tareas a los otros dioses

del inframundo. Éstos son Xiquiripat y Cuchumaquic, que cau

saban derrames

de

sangre; Ahalpuh y Ahalganá,

que

hincha

ban a los hombres, les hacían salir pus de las piernas y les te

ñían la cara de amarillo; Chamiabac y Chamiaholom, que

enflaquecían a los seres humanos hasta que morían; Ahalmez

y Ahaltocob , que ocasionaban accidentes , y Xic y Patán, quie

nes mataban súbitamente en los caminos, oprimiendo el pecho

hasta que la sangre llegaba a la boca.

La idea de que de la muerte proviene la vida está nítidamente

expresada en

el

mito del opol Vuh que nos presenta a Ixquic,

la hija del dios

de

la muerte,

como

la madre del Sol y de la Luna,

después de haber sido preñ ada por la saliva escupida por la ca

lavera del semidiós Hun Hunahpú, muerto por los seres del Xi

balbá. Ixquic huye de su padre, quien quería matarla; llega a la

superficie de la Tierra acompañada por los búhos, mensajeros

del reino de la muerte, y ahí da a luz a los gemelos, que al cre

cer retornarán al Xibalbá para vencer a las fuerzas de la muer

te y transformarse en

el

Sol y la Luna.

Hay muchos otros símbolos y animales relacionados con la

muerte, como las lechuzas,

el

ave moán ser fantástico que de

riva claramente de un búho) , el jaguar,

el

murciélago, el perro,

los ciempiés y las arañas , pero todos ellos giran alrededor del

gran señor de la muerte, Ah Puch, que siempre parece haber

sido representado como

un

esqueleto humano, lo que muestra

el antropocentrismo esencial de la religión maya.

Así, en el pensamiento maya, vida y muerte armonizan siem

pre dialécticamente , como se aprecia en el extraordinario altar

de la Estela D de Copán, donde Hun Camé lleva como ojos el

glifo del Sol.

Mercedes de la Garza. Doctora en hi storia por la

UNAM.

Miembro del Si stema

Nacional de

In

ves tigadores. Rec ibió el Pre

mi

o Uni versidad Nac ional en 1995

y

ac tu almente es directora del Museo Nac ional de Antropolog ía.

Dios de la muerte . Mural de las

Cuatro

Eras.

Zona arqueológica de Toniná, Chiapas.

D EIDAD

ES DE

LA MUE RTE MAYAS

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Ritos funer rios

en

el éxico colonial

S M   LVIDO

Relicario que contiene un dedo de Santa Rosa de Lima.

En

ti

empos coloniales fu eron tra ídas a M

éx

ico algunas partes

de cuerpos de santos . Éstas fueron guardadas y en ocasiones

expues tas a los fieles en relicarios hec hos con metales

pr

eciosos.

En la celebración de los Días de Muertos al parecer se le

ha dado un gran peso a la raíz prehispánica

y

se ha olvidado la

otra parte de la esencia del mexicano: el pensamiento católico.

Su análisis es fundamental para entender los rituales mortuorios

como el Día de los Fieles Difuntos   que a partir de la segunda

mitad del siglo ·XVI se empieza a celebrar el 2 de noviembre

con la llegada de reliquias de santos europeos y asiáticos.

6 /

RQUEOLoof

M EXICANA

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s diversas religiones del mundo se han ocupado del te

ITible paso de la muerte,

al

cual todos los vivos le teme

mos. Le h

an

dado

al

hombre la posibilidad de creer en

que renacerá, resucitará o se integrará a la naturaleza, sólo al

g

unas

consideran a la muerte como

rece que hemos querido olvidar una etapa de nuestra hist

la otra parte de la esencia del mexican

o:

el pensamiento ca

co que fue impuesto a sangre fuego que nos ha determ

do como uno de lo s pueblos m

ás

católicos del mundo. Por

un fi nal del hombre su materia.

A la llegada de los españoles,

segú n las crónicas, la diversidad

de grupos ét

nicos que conqui sta

ron

y

colonizaro n se manifestaba

también en una amplia variedad de

ri tuales mortuorios. Así, mientras

que algunas culturas cremaban a

sus difuntos impOltantes, otras los

enterraba n en el

hogar  o en el

granero ; los nativos norteños des

carnaban a los va

li

entes los

colgaban de un árbol de zapote

-d

ete nido el esqueleto por los li

gamen

tos-

les cantaban baila

ban, algu nos más se los cOITÚan,

eso sí, en forma ritual y después

de haberlos sacrificado.

Porestasdiferencias ,uno de los

problemas más severos que en

frentaron los nativos americanos

ante el fenómeno de la muerte por

la dominación castellana

cris

tiana, fue el de unificar el entierro

según los cánones establecidos,

en los pi sos atrios de las igle

sias, en el corazón mismo de los

poblados, como único tratamien

to al muerto. Esta cos-

tumbre no siempre fue

vista con buenos ojos:

alg

un

os grupos norte

ños (tobosos, acaxés, xi

xi mes tarahumaras) no

querían entrar a la casa

de Dios porque era la

casa de los muertos  .

S NT LUCI

A Santa Lucía, una de las

primera

s cri stianas, le fueron

arrancados los ojos, y

por

ello es patrona de los ciegos.

Ent re los cristianos se nomb

ra

a un santo como intermediario

entre Dios y los hombres para que abogue por ellos y los libre

del castigo por pecados cometidos durante la vida.

debemos analizar esa otra fa

de

nu

estra cultura: la concep

occidental.

EL PORTENTOSO TRIUNFO

DE LA

MUERTE Y

LOS

ESPACIOS DEL ALMA

Para la Iglesia católica el ser

mano se compone de dos pa

un cuerpo, que es material,

alma inmaterial e inmortalque

see la capacidad de decidir e

el bi en el mal (la razón) . Al

rir , la carne se desintegra y e

ra la resurrección,

el

juicio fin

la v ida eterna , en función d

cual el cadáver debe tener u

tual mortuorio.

La costumbre del entierro e

origen judaico se remonta

época en que vivió Jesucristo

esos tiempos las inhumacion

hacían fuera de los poblados

el cruce de los caminos, prác

que también tuvieron los roma

en épocas paganas.

La Iglesia católica romana

tinuó con este sistema funer

para unirlo a sus con

ciones cosmogónica

las cuales la descom

sición de lo s cuerpos

desi ntegraci ón mism

lo

s huesos se expresa

por

un

lado en la f

polvo eres en polv

convertirás , y por

en la esperanza del

allá.

En esta con

cep

católica la muerte de

Cada grupo tuvo sus

propi as celebraciones, las

cuales coi ncidieron con

los ciclos de cosecha de

cada parte del territorio y

con

lo

s calendarios luna

res, solares o venusinos,

que no siempre corres-

ond ieron a los mismos

En varios iconos se plasmó la p r e o c u p ~ i ó n de los hombres

por

caer en las llamas

p .

Id

.

del infierno. Para evitar la condenacion eterna los difuntos fueron enterrados

humano fue el cas

que

Di

os les impus

Adán Eva por la d

bediencia que come

ron en el paraíso, po

que la mortalidad si

pre será interpretada

tiempos entl e os

lSt1l1 muy ce rca del altar de los templos.

tos grupos.

A pesar de que se ha divulgado la idea de que fueron los me

xicas los que marcaron la pauta dominante en el tratamiento de

los muertos en la época prehispánica, y de que la fecha de ce

lebración de los ancestros corresponde

al

2 de noviembre, pa-

mo

un

cas tigo por la primera culpa como un paso para ex

todas las demás.

Las dimensiones del otro mundo se clasifican según las

ciones de cada individuo, así que podrán ir al cielo los bi

RITOS FUNERAR IOS EN

EL

M ÉX ICO COLO NIA

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venturados, al limbo los pequeños que no han pecado , al pur

gatorio sitio de

tránsito las

almas en pena y

al

infierno los pe

cadores irredentos. En el juicio final, se evaluarán las buenas y

las malas acciones. Sin embargo, en la vida cotidiana los peca

dos se pueden perdonar por medio de

laconfesión, lacomunión con los san

tos y la extremaunción, sacramentos

que antes de morir evitan el temor a

la condenación del fuego eterno.

Los

CUERPOS ESPECIALES,

LOS

INTERMEDIARIOS

Y EL ESPACIO

DE

LA MUERTE

Después de Cristo, los apóstoles y

la Virgen, entre los primeros muer

tos a los que se les guardó memo

ria estuvieron los mártires romanos

del cristianismo. Sus cuerpos sacri

ficados fueron

entelTados en

las ca

tacumbas y sobre sus tumbas se ce

lebraron las primeras misas clandes

tinas, lo que marcó uno de los más

importantes rituales católicos des

pués de lacelebración pascual:

Iaco

munión de los santos  .

ban a sus iglesias y catedrales, lo que desató un pingüe merc

do negro de reliquia

s

no siempre auténticas.

La Iglesia, por su parte, fue otorgando al cuerpo de cada sa

to poderes mágicos, curativos o protectores contra toda cla

de desgracias , los que se fueron i

crementando gracias a los milagro

producidos  y a los que la histor

oral acrecentaba.

Con el paso de los siglos, las c

munidades católicas seleccionaron

quienes consideraban dignos de s

santificados por su vida virtuosa, h

milde y pobre. La santidad genera

mente se unió a un extraño proces

de incorruptibilidad de los cuerpo

signo que a decir de la Biblia deb

interpretarse

como

hecho fehacien

te de beatificación. Al morir los pe

sonajes ejemplares, sus cuerpos era

preparados  para evitar la descom

posición , olían a fragancias y no pe

dían la flexibilidad y el calor,

ni

s

quiera muchos años después d

fallecimiento.

En las primeras iglesias, los alta

res continuaron siendo sepulcros pé

treos de mártires o el ara y sobre ellos

se expuso el cuerpo de Cristo (la re

liquia máxima) , los espacios de en

tierro empezaron a ser

demandados

por los feligreses , quienes creían que

entre más cerca estuvieran de las re

Escena del juicio final.

Tercera

capilla posa de la iglesia

de

San

Miguel, exconvento de Cal

pan

, Puebla. Como parte

de

la decoración de los edificios coloniales, fueron talladas

escenas

de

la iconografía cristiana.

Aquí

se

muestra

la

concerniente a la resurrección de los muertos.

Poco a poco se amplió

el

espíri

gregario y debajo de las iglesias

conservó a todos los que al falle

cer merecieron un trato especial pa

la espera perpetua. Eran colocado

dentro de cajas de madera, como ha

ta hoy lo hacen losjudíos, viendo h

cia el altar, lo que a su vez estaba e

relación con la salida del Sol. Se l

colocaba en una posición que imit

liquias se facilitaría su

intermediación para lo

grar la salvación.

Entonces, ya en plena

Edad Media, el piso se

pulcral entró en el merca

do

de

la oferta y la de

manda, pues así los ricos

estaban más cerca o de - ;

bajo del altar, mientras g

que los pobres quedaban

cada vez más lejos , de-

pendiendo de su miseria,

incluso en

el

atrio.

ba el cuerpo de Cri sto

descender de la cruz, en

vueltos en un sudari

boca arriba, con los br

zos cruzados sobre el p

cho y los pies uno sob

el otro. A las mujeres

les colocaba con los br

zos sobre el vientre o

los lados del cuerpo.

En la Edad Media, los

restos de los santos már

tires fueron desenterra

dos y sufrieron la tras a-

tia

(translación), es de-

Portada

del Panteón Civil

de

Dolores, ciudad de México.

Cuando

escasearon los

En esos

tiempos

,

que en verdad aterror

zaba a un buen católic

más

que

la muerte mi

ma , era el morir súbit

mente, sin recibir los ú

timos sacramentos, loqu

casi leasegurabaqueirí

lugares en donde

sepultar

a los muertos, las

autoridades

civiles impulsaro n

la creación de lugares especiales dedicados a ese propósito.

cir, sus huesos y parte de sus ropas,

al

igual que los altares de

las iglesias más antiguas, fueron saqueados a petición de los

señores feudales, quienes pagaban sumas exorbitantes por po

se

er

los cuerpos

de

tales o cuales santos milagrosos, que lIeva-

48/ ARQ UEOLOGÍA ME XICANA

al infierno o, en el mejo

de los casos, al purgatorio. Hacia el siglo XVI, el

Manual ro

mano había distribuido la superficie que podían

ocupar

los d

funtos dentro de las iglesias, que estaba en relación con lo

sac ram entos recibidos por los creyentes y con valores funda

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mentales como la virginidad y el gé

nero, Así, por ejemplo. a los hombres

adultos de confesión y comunión  se

les asignaba como sitio final el lado del

Evangelio , mie ntras que a las mujeres

adultas, consideradas siempre como me

nores de edad, e l lado de la Epísto la; a

los párvulos o angelitos, seres que aún

no pecaban ni confesaban o com ulga

ban, pero que ya habían sido bautizados

-i

ncluidos los fetos expulsados antes

del término de la gestación o sacados de

sus madres muertas,

que

esperarían en

ellimbo-

se les colocaba cerca o deba

jo del altar, si bien hubo casos en que se

les soterró entre las piernas de sus pa

dres. Los clérigos eran colocados en

sentido contrario, frente a su grey, de

bajo del altar.

En el siglo xVlla Iglesia católica pasó

por uno de sus peores momentos. Los

protestantes habían puesto en tela de jui

cio muchos de sus principios, lo que d io

lugar a que se realizara el Concilio de

Trento, en e l cual se replantearon algu

nos de los severos problemas del ritual

cristiano, entre ellos el del entierro.

LA

MUE R

TE

EUROPEA

EN

NUEVA ESPAÑA

Con la llegada de los europeos, asiáticos

y africanos a las nuevas tielTas, llegaron

también sus animales y plantas. Anima

les dizque racionales e irracionales com

partieron sus enfermedades, y la muerte

con sus formas nuevas se apoderó de los

espacios. Por supuesto, no distinguió

edad, sexo, clase social o nivel de desa

rrollo. Conforme los españoles fueron

ocupando el territorio, los males llega

dos del otro lado del mar adquirieron ca

rácterde pandémicos: guerra, viruela, sa

rampión, varicela, tosferina, y el peor de

todos: la peste en sus cuatro formas, bu

bónica, hemorrágica, septisémica y sú

bita, males con los que el nuevo Dios cas

tigó a los indios por sus herejías pasadas.

Los humanos entendieron que se de

bía estar preparado para morir en cual

quier momento. Después de consumada

la conquista de México-Tenochtitlan, se

designaron predios para vivir,y a las igle

sias y conventos se les dio terreno para

guardar a los muertos.

El mundo colonial se dividió política

y

religiosamente en dos: la república de

Panteón Civ

il

de Dolores, ciudad de México.

Los túmulos

para

conmemor

ar

a los

di funtos fueron comun

es

en el siglo

XIX.

Algunos fuero n co locados en los sepulcros

de aquellos que destaca ron en alguna

act ivid ad. En el caso de las perso nas que

tuvieron un a gran capacidad económica,

tenían la forma de cate

dr ales o ig

le

sias.

españoles, o gente de razón, y la repú

ca de

in

dios, o gente con alma pero

razón, lo cual les dio una dimensión

blica y privada muy distinta.

Años des

pu

és el control del territ

se di vidió en barrios y parroquias, c

en Castill

a.

Cada parroquia tenía su t

plo, jurisdicción y parroquianos, a

cuales debía de atender en sus neces

des religiosas tanto para enseñarle

doctrina como para administrarles lo

cramentos, que c ubrían las ceremo

de paso del alma de los feligrese

entre las que es taba, por supuesto, l

nal : el entierro.

Las primeras iglesias fueron sim

construcciones de palm

a

en las cu

los españoles o raban y eran inhuma

mientras que a lo s indios o gente sin

zón se les prohibía entrar a los recin

así que se in ventaron las ca pillas ab

tas y a partir de entonces se les sep

en los atrios. Solamente

lo

s cacique

más tarde los intermediarios entre am

repúblicas, pudieron tener sus tum

dentro de los templos.

Mientras la Iglesia católica asentó

reales, se improvisaron las medidas

mar, no sin problemas. Por ejemplo:

fuerza de

un

altar, además de conten

cuerpo de C ri sto, estribaba en resg

dar reliqui as de los santos, c

omo

ya

mos, ¿cómo se les daría calidad a los t

plos novo hi spanos, según el Concili

Trento?

A partir de la segunda mitad de

glo

XV

I, los restos de santos europe

asiáticos empezaron a sufrir trasla

y ll

eg

aro n entre barco y barco.

Cua

arribaron las primeras reliquias, fue

rec ibidas desde el puerto de Verac

hasta su destino con arcos de fl ores,

ces iones y orac iones a su paso. Fi

mente se les a lbergó en elTemplo d

Santa Enseñanza. A partir de e nton

se celebró el Día de los Fieles Difu

el 2 de nov iembre, o sea el día en qu

recuerda a todos aque

ll

os cr

eye

ntes

muriero n en el martirio o en la santid

pero c uyos nombres no están en el

lendario. En romerías muy anima

durante 300 años se

ll

evaron a ben

cir a las igles ias las reliquias de

y azúcar , antecedentes de nuestras

lave ras de az úcar y pan de muerto,

lu eg

o se guardaban co mo protecc

anual.

RITOS FUN ERARIOS EN EL MÉX ICO COLON IA

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LA INQUISICIÓN y LAS EXEQUIAS REALES

La muerte, además, fue utilizada como

un

espectác

ul

o didácti

co, obligatorio, aunque festivo y popular. Por una parte, tor

turas contra los enemigos de los poderes espiritual o material

se realizaban en las plazas públicas, y la Santa Inquisición ha

cía lujo de su poder en autos de fe contra verdaderos y falsos

conjurados, como modelo de enseñanza contra el mal.

La otra muerte espectáculo fuero n las exequias reales, que

si

rvieron a todos los creyentes para reflexionar sobre el morir,

ya que era el momento en que la portentosa  igualaba con su

guadaña a hombres pode

rosos , reyes, papas, y con

mayor razón a los pecado

res comunes. La muerte de

los reyes daba origen a un a

celebración mortuoria pú

blica que se debía efectuar

en todos los poblados por

orden real.

La celebración fúnebre

consistía en

un

ceremonial

lu

ctuoso a

un

ca

ver a

u-

sente, en el que participa

ban absolutamente todos

los habitantes del reino.

Daba inicio conel toque de

campanas a lu tos reales en

todas las iglesias

al

uníso

no , y después l

as

autori

dades civiles y religiosas

nombraban a

un

coordina

dor de la ceremo

ni

a quien

se encargaba de orga

ni

zar

todo lo relativo al funeral

Con el paso de los siglos estos espectáculos se fueron en

grandeciendo y popularizando, al grado de que los reyes tuvie

ron que intervenir para prohibir gastos tan suntuosos.

LAS EXEQUIAS DE LOS RICOS

Todo sepelio de rico fue una celebración póstuma, que se de

jaba explícita a los deudos por varias generaciones en el testa

mento.

El

trabajo de los agremiados, cofrades y familiares em

pezaba con los últimos estertores del moribundo. Así, debían

traer

al

sacerdote para proporcionarle oraciones de consuelo

ayudarlo a bien morir.

Una vez acreditado

e

deceso, se celebraba el ve

lorio en la casa del muerto

con los espejos tapados ,

moños negros y crespone

en puertas y ventanas. La

campanas de la parroqui

tocaban a difunto , avisan

do a la comunidad la pér

dida de uno de sus miem

bros. Amigos y conocidos

vestidos de luto riguroso

empezaban entonces el des

file doméstico y las oracio

nes para su salvación. E

testamento se abría y se in

tentaba cumplir con los úl

timos deseos del fallecido

Si el muerto había dejado

dicho en su testamento qu

se le extrajeran partes d

su cuerpo y fueran ente

rradas en otros sitios, esto

se debía hacer, y así lo

cirujanos sacaban corazo

nes, hígados y ojos, algu

nos de los cuales se par

tían para ser inhumados en

sitios especiales distante

del cuerpo.

y la misa de difuntos, los

adornos en las calles y el

diseño de la ropa de todos

los personajes que partici

parian seg

ún

surango,con

trataba carpinteros, pin

tore

s

poeta

s

sastre

s

teje

dores, tintoreros, veleros,

mensajeros,impresores,etc.

y finalmente fijaba el día

en que la procesión tendría

lugar. El cortejo salía de

Catedral y del palacio vi

rreinal con rumbo a alg

ún

templo o convento, en el

a escaler al cielo  Monasterio de Santa Cata rina, Monte Sinaí. Los hombres de la

Edad Media consideraban que la vida estaba rodeada de demonios que los hacían

caer

en el infierno. Uno de las vías

para conjurar es

te peligro,

y

llegar al reino de

Un arzobispo pidió qu

sus ojos se enterraran en e

convento de San Francis

co, donde había sido dona

dor; su hígado en Catedral

porque sus sacramento

los había tomado en ella

Dio

s

era la sepultura en

lo

s templos.

sus intestinos en el con

vento de Santa Clara, y su corazón en el de Santa Teresa. Lo

diversos órganos recibieron el mismo tratamiento que el cuer

po, o sea, se les hizo oración fúnebre y se les enterró con pom

pa y ceremonia. La procesión era acompañada por una serie de

personas, además de familiares y amigo

s

encabezadas por

un

cura o por el obispo lo que dependía de la jerarquía del falle

cido

, quien con una cruz alta o baja, capa, dos o más acólito

cual se levantaba un túmulo, y con gran pesar y enlutados, po

bres y ricos participaban en

un

a marcha que duraba seis horas,

en la que se celebraba la misa de exequias frente al túmulo. Para

com pletar la ceremonia se pronunciaba el sermón fúnebre, en

el

que se hacía referencia a l

as

grandes hazañas realizadas por

el personaje fa llec ido, mismas que se publicaban para conser-

var su memoria.

50 /

ARQ UEOLOGíA

MEXICANA

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y otros aditamentos , según el pago realiza

do, era seguido por los personajes que por

su actividad pertenecían a un gremio y a

un

Santo Patrono, ya que de por vida se había

pagado

a la cofradía una cantidad para te

ner un seguro

de

muerte,

que

incluía el

compromiso

de llevarle el viático al mori

bundo, un sitio de entierro en el altar del di

cho santo y las oraciones que los cofrades

ofrecieran

por

la salvación de su alma. Los

más acaudalados pagaban a los niños huér

fanos y a los pobres de solemnidad para que

acompañaran el entierro y para que adqui

rieran ropa de luto y unas ceras, y además

tenían la oportunidad de asistir al banque

te luctuoso.

ENTIERRO

DE POBRES

Los pobres , por supuesto, y no sólo los in

dios , eran sepultados en los atrios, ya que

no podían pagar para estar cerca de los san

tos . Envueltos

en

un petate (de

ahí

que pe

tatearse  sea sinónimo de morirse), se les

llevaba a inhumar, la mayoría de las veces

de

limosna

. Para los extremadamente po

bres, es decir, aquellos cuyos deudos no po

dían

pagar

ni el sepelio más barato, había

en la ciudad de

México

, en la Plaza del Vo

lador, una cruz conocida como de Cacha

za, a cuyo pie se ponían los cadáveres a fin

de que la gente que

pasara por

ahí coope

rara con una limosna para pagar a la Igle

sia el arancel correspondiente. Hubo oca

siones

en

que el

virrey tuvo

que exigir

al

cura

párroco en

cuestión que le diera se

pultura al pobre aunque no fuera suficien

te la limosna, ya que el cadáver estaba en

plena descomposición y hedía mucho.

LAS REFORMAS BORBÓNICAS

Y EL SIGLO

XIX

A partir de 1700, la dinastía francesa de los

Borbones ascendió al gobierno de

España

y sus colonias. Estos reyes impusieron un

pensamiento avanzando y científico, pro

pusieron el libre comercio, separaron el po

der

material del espiritual y le quitaron a la

Iglesia católica muchos beneficios que con

los siglos había obtenido.

La Ilustración trajo además una nueva

manera

de ver la vida y,

por supuesto

, la

muerte. Se buscó vivir mejor y

estar

sano

para trabajar, así que la enfermedad y la

muerte tuvieron nuevos espacios, alejados

de la vida cotidiana, y debían evitarse lo

Relicario con un hueso del papa San

Bonifacio. Los relicarios guardan las partes

de santos que fueron objeto de

tras afio

de

España a América.

Relicario con una parte del maxil ar de San

Lúcido Mártir. Las primeras reliquias

traídas de España fueron objeto de grandes

ceremonias. A su paso desde

el

puerto de

Veracruz hasta la capital de Nueva España,

se

colocaron arcos de flores, se hicieron

procesiones y se dijeron muchas oraciones.

más posible. Se consideró laico el

cu

y a la enfermedad como resultado d

mala alimentación, de las condiciones

tihigiénicas y de las

costumbres

deso

nadas. Los aires y las aguas debían ci

lar, y las basuras y excrementos salir d

ciudades, pues fueron considerados

mentos importantes del contagio por

dio de los miasmas.

La

legislación dispuso que los mue

fueran sepultados

en

las afueras de los

blados, donde

se

cruzaran los vientos

decir

,

en

sitios elevados, y

dejar

el ce

del pueblo para los vivos. La Iglesia se

sistió y azuzó a los creyentes a oponer

estas medidas, pues el gran negocio de

lutos y los lucrativos bienes que aqué

dejaban al morir para los sufragios por

almas

ya

no quedarían en manos de la

titución.

Con el libre comercio, la Nueva Esp

y luego

México

permitieron que individ

de otras religiones, cuya entrada a terr

rios españoles anteriormente estaba pr

bida, se instalaran aquí, aunque al mori

podían ser sepultados

en

las iglesias c

licas, así que fueron creando sus pro

espacios

de

la muerte, y surgieron en

ces los panteones por nacionalidad. El

mer cementerio no católico fue el de

ingleses, al que en 1822 se le otorgó un

rreno,

donde

hoy

está

el

cementerio

teamericano. Cada invasión extranje

nuestro país dio lugar a un nuevo pant

Crear

cementerios civiles públicos fue

rea del México independiente.

La da

macabra

laica

duró

más de un siglo,

p

si el

c ler morbus de

1833 obligó a

las fosas comunes se hicieran fuera

de

pueblos, pasada la pandemia se volvió a

terrar en los pisos de las iglesias. Serí

Ley de

Inhumaciones

que

decretó Be

Juárez

en

1859, laque volvió a la pelo

laica y gratuita.

Hoy, un siglo y medio después

de

ley, y gracias a la cremación, la Iglesia

tólica conserva las cenizas de los difun

en

sus criptas palomares, mientras

que

cementerios

quedarán

un día como pa

del patrimonio cultural, como documen

históricos del manejo del cuerpo mue

si bien les va.

Eisa Malvido.

Hi

storiadora. Investigadora del

I

en donde desde hace 30 años coordina

el

Semin

de Demografía Histórica, el Taller de Estudios s

la Muerte y el Proyecto de Salud-Enfermedad

Prehistoria

al

Siglo XX.

RITOS F

UN

ERARIOS EN EL M ÉXICO COLONIAL

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Orígenes del culto

a an Pascual Bailón Mu.

erte

en

el

sur

de

Mesoamérica

C RLOS N V RRETE

San Pascual Bailón  patrón de la eucaristía y de la cocina.

Pintura

popula r mexicana posiblemente del siglo XIX.

/

RQUEOLOG

ÍA M

EX

ICANA

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E

n gran parte de la hoy

república de Guate-

mala y del estado me-

xicano de Chiapas, se origi-

nó durante la época colonial

el

culto popular al llamado

Rey San Pascual o San Pas-

cua lito Rey, producto de la

fusión de antiguos conceptos

indígenas relacionados con

una deidad Muerte y San Pas-

cual Bailón, personaje del

santoral católico,

de

figura

esq uelética. Para entenderlo

conviene remontarnos a sus

antecedentes europeos, pues

muchas formas del ritual y de

El culto a S an Pascual

se deshabitaron a consecu

cia del desastre económic

demográfico que produjo

peste. Las amenazas profe

das en los sermones aterro

zaron más a la gente porque

relajaron las costumbres a

el apremio de vivir y los fr

les urgían el arrepentimien

La angustia ante el final

tente vio surgir en Europa

danzas de la muerte  ,uno

los rasgos que mejor defin

el

pesimismo universal q

invadió la Edad Media tard

En el momento de surgir e

Bailón, patrón de los congresos

eucarísticos, de la cocina y de

la repostería, es un símbolo

del sincretismo en Guatemala

y Chiapas. Para entender

el porqué en este santo recae

la figura de la muerte, hay

que conocer su historia.

las ideas que lo acompañan llegaron a América con los con-

qu istadores y la consecuente evangelización.

NTECE

DENTES EUROPEOS

En las postrimerías del siglo

XIV,

a consecuencia de la peste

negra  que invadió todo el viejo mundo, surgió un terror

colectivo que se tradujo en una serie de manifestaciones cultas

y populares en las que la muerte era

la

figura mayor, entroniza-

da como verdadera monarca del hombre. Era un terror repenti-

no que llegaba al azar, en barco o en las sendas orientales del

buhonero. Cundió el pesimismo en décadas, y regiones enteras

nuevo género, la manía de

danza reflejaba una especie de hi steria común en el ambie

social e intelectual de la época.

Las pestes se sucedieron y toda Europa danzó. La mue

llegó a los mercados, y en las plazas ya no fue uno sino var

esqueletos los que tomaron de la mano a jerarcas y serviles,

cos y pobres, reco

rd

ándoles a los hombres la fragilidad de

terrenal y la corrupción de la ca rne. La saga americana de

tas danzas derivó en Chiapas en a loa de la muerte los do

vanidosos

obra de teatro que se representaba en Chiapa de Co

zo durante los días de muertos a principios de noviembre.

clima del texto es apocalíptico en el parlamento final, en el q

la muerte detiene la huida angustiosa de los pecadores :

Imagen coronada dentro del carretón. Las joyas que adornan el hábito son obsequios de personas favorecidas con milagros.

S N P  SCU L B  ILÓN MuERTE

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Estampa guatemalteca del Rey San Pascual. Lleva una corona

y

a sus pies están los símbolos del poder y las

jerarquías

abolidas.

Inútil es que corráis

almas enfermas, sin vida,

que no hay luz

en

quien reniega

del poder que nos alumbra.

No huya el cobarde que niega,

tiemblen ya las vanidades,

caiga el oro que convida,

los cetros, las nimiedades

el placer que todo miente

y las glorias terrenales.

Recordad que la simiente

hace a la planta brotar

y

si

la podre es latente

su raíz hay que arrancar:

así con los pecadores

que a Dios del cielo olvidaron,

serán zurco de aradores

que sus cuerpos devoraron.

Ya es hora de que vayáis

olvidando necedades,

arrepentíos que llega

vuestra hora señalada.

Pensad en ello mortales

que extinguiéndoos estáis,

y al fuego de los infiernos

ya es hora de que partáis.

54 / RQUEOLOGÍA

MEXI

CANA

De Europa vinieron tratados sobre la manera de preparars

a bien morir

ars morie

ndi y en los muros de las iglesias s

pintaron escenas con la obsesión cotidiana de la peste. Siglo

después de pasado el flagelo se le siguió recordando con ho

rror. Se cruzaron tradiciones y los rasgos nacidos del temor pa

saron de un país a otro en incesante recreación. No fue una in

fluencia la que llegó a América, sino un amplio complejo d

creencias , supersticiones y potencias.

DE

EUROPA A

M

ÉRI

CA

Llegaron el demonio y el infierno, el afán de mostrarle al vul

go nuestro breve tránsito por la tierra fomentando el temor

Dios y las visiones de la muerte pronto aclimatadas. En Méxi

co se publicó

un

a ficción moralista

- La portentosa vida de l

muerte- en cuyo grabado principal se le ve reina y soberana,

en los murales del convento de San Francisco, en La Antigua

Guatemala porta la tradicional guadaña. Se le esculpió coro

nada en el claustro de las Capuchinas y en Santa Prisca. So

incontables los grabados y pinturas donde se le presenta se

gando vidas que el demonio acecha, o como intermediaria in

flexible para con las almas que rescata contra legiones de

di a

blos que entorpecen el camino con halagos y ofrecimientos d

vida eterna. Su

ac

titud se manifiesta en los textos de diablos

de las danzas indígenas y mestizas de México y Guatemala, e

cuyo sentido hay un trasunto de viejas formas ibéricas.

Noche de rOllda de Sall Pascualito  

grabado del artista chiapaneco

Franco Lázaro GÓmez . En él

se

aprecia el carre tón de los difuntos,

que

se

escucha

ll

egar al final de la agonía (1942).

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Paso de la muerte del Santo Entierro como Reina y Sob

erana

del

Mundo

  . Templo de Santo Domingo, ciudad de Gu atemala

1

989

).

Con el cristianismo llegó también el concepto de las jerar

quías abolidas, otro tema favorito expuesto en las iglesias en

túmulos o piras funerarias erigidas con motivo del fallecimjen

to

de grandes personajes, ostentación y lujo exigidos por los

cumplimientos de la sociedad colonial. En ellas la calavera y

las tibias constituían la decoración básica, pero las hubo con la

Muerte Reina representada en bulto en Guatemala durante las

exequias de Carlos III en 1798. Son precisamente estas expre

siones funerarias las que, según Luis Luján, fueron definitivas

en el origen de la devoción por el Rey San Pascual en Guate

mala, y por ende en Chiapas. Resulta lógico suponer que todas

estas manifestaciones fueron lentamente incorporadas al pen

samiento indígena, que escogió lo más cercano a sus inquietu

des, una de las cuales era precisamente la muerte.

De acuerdo a las formas muerte  que arribaron de Europa,

la imagen y estampa del Rey San Pascual conocida en Guate

mala está de pie, mientras que las esculturas chiapanecas re

presentan al esqueleto yacente dentro de

un

ataúd-carretón, re

miniscencia de la alegoría del triunfo de la muerte  ,imaginada

en carroza, carruaje, carreta o carretón, y como síntesis con

ce

ptualun

ataúd con ruedas.

DE LA

MUERTE A

SAN P

ASCUALITO

Ahora bien, ¿cómo se manifestó el cambio y qué motivó el pro

eso de sincretismo, y por qué con San Pascual Bailón en la fi

gura de la muerte?

En primer lugar debemos aclarar quién fue San Pascual.

bemos que nació en la población de Torre Hermosa, provin

de Aragón, España, el 17 de mayo de 1540. En 1565 ingresó

la orden franciscan

a,

donde se caracterizó por su vida ejemp

pletórica de bondad y de

fe

cri stiana. Murió el 17 de mayo

1592. Fue beatificado en 16 18 y can onizado en 1690. Se le c

sidera patrón de los congresos eucarís

ti

cos, por lo que en

iconografía se le ve acompañado de una custodia o un cá

También santifica la cocina y la repostería, que bien elabora

dista mucho de tener que ver con la muerte, y se le presenta

vitando, por ser

un

o de sus milagrosos atributos.

En su trayectoria como personaje del santoral son import

tes dos fechas, la de su bea

ti

ficación en 1618 y la de su cano

zación en 1690, pues ambos acontecimientos tuvieron que

ber sido celebrados por los frailes de la orden de San Francis

lo

que indudablemente trascendió a la población indígen

a.

ambas ocasiones se erigieron túmulos funerarios en toda la p

vincia, ante la mirada atónita de los indígenas, que comen

ron a asociar el nombre de San Pascual Bailón con la estam

de la muerte que los presidía.

A esas fechas podemos agregar la correspondiente a un

cho que tuvo mucha trascendencia en la vida

in

dígen

a:

la p

te

que hacia 1650 se desató en la provincia de Guatemala, l

mada por los pipiles

cocolistli

y por los cakchiqueles

cuma

términos que significan culebra .Parece que se trata de la m

ma enfermedad conocida en náhua

tl

como matlalzáhuatl  q

El altar mayor en la actualidad. La imagen de San Pascual

Bailón en el mural pa rece levitar sobre el car retón.

Templo-catedral de San Pascualito (1979).

SAN

P ASCUAL BAILÓN-MUERTE

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significa dolor azul  ,identificada con el tifo exantemático que

asoló las

ti

erras sureñas.

Por los relatos sobre la forma como surgió el culto a San Pas

cual en la fig ura de aque

ll

as armazones de la huesa  , la co

in

cidencia de las fechas de la peste con los actos oficiales de la

bea

ti

ficación y la canonización del

santo español, más el antecedente

de una devoción indígena por la dei

dad del inframundo, no hay duda de

que estamos frente a un claro ejem

plo de sincre ti

smo religioso.

canos se esmeraron en rendirle cul to

al

nuevo Santo Patrón, q

pronto se di fundió por todos los ámbitos de la provincia fra

ciscana, aunque con la salvedad de que el nombre de San Pa

cual Bailón le fue asignado a un a imagen esquelética corona

(véase recuadro).

La reacción de las autoridades ec

siás

ti

cas fue radi cal. Con el fin de err

dicar el cul to se retiraron de las ca

ll

as las figuras alegó ricas de la

mu

er

se pro

hi

bió su presencia en los altar

domésticos, y en los a

trios de las ig

sias se quemaron las armazones . I

cl uso dejó de sacarse el Viern es San

el anda con la advocación de la R

na y Soberana del Mundo que pre

día la procesión del Santo Entierr

para ev

it

ar que la multitud indígena

siguiera durante el cortejo.

Seg ún historiadores y cronistas

de la Coloni a, como fray Francisco

Vásquez y Antonio de Fuentes y

Guzmán, la m tl lzáhu tl se mani

festaba con vómitos y deposiciones

intermitentes, y provocaba en el

vientre la sensación de que

un

a cu

lebra se retorcía y daba vuelcos ,

habiéndose dado el caso de que una

enferma echara

p

or

las vías c

ul

e

bras disformes, y crecidas, concuyo

espanto y los tormentos que había

padec

id

o, murió echando de si aque

ll

as sabandijas .

Cada año la

im

agen es sacada de su carretón y expuesta a los

fi

eles cubierta con un suda

ri

o. Feria de San Pascualito 1979).

El culto sobrevivió de manera ocu

ta y pers

is

tió a través del siglo

X  X

del presente. Fueron inútiles las inv

caciones desde el púlpito y, durante

época republicana, las campañas de

fanatizadoras de los go

bi

ernos liber

les. Actualmente los dos sitios princ

pales que concentran la devoción, c

fiestas importantes y peregrinacione

son Olintepeque, Guatemal

a,

y Tux

Gutiérrez, capital de Chiapas.

Un indio anciano que era prin

cipal del pueblo de San Antonio

Aguascalientes, vecino del va lle de

Guatemala, y que padecía la enfer

medad, tuvo la visión de q ue se le

apare

a un personaje he rm oso

vestido con las ropas talares del há-

bita de San Francisco . Habiéndole

o

SU U   TOEN CH I

APAS

inquirido por su nombre , el perso- I : I I L   - - > : - - ' - - - - - L - - ' - - = : o . . . . a . :   ' - ~

Aunqued esde finales d

el

siglo

XV  

h

no

ticias de que en el interior del cañ

de El Sumidero lehacíanrezos yo fre

daban a un a calavera, y de que en 160

en la iglesia de San Marcos Tu x

tl

a c

lebrabancon danzas a un esqueleto

indio  , sob

re

Tuxtla Gutiérrez sólo e

contramos un doc um ento directame

te a

lu

sivo del año 1872: el acta con

naje le contestó preguntándole a su

vez la razón por la que no ce lebra

ban fiestas en honor de San Pascual

Bailón. El anciano dijo ignorarlo, y

le pareció que los indios nunca ha

bían oído hablar de él ni de su nom

bre. La visión se presentó a sí mi s

ma como San Pasc ual Ba

il

ón y le

pidió comuni

ca

rle a los demás in

dios la disposición que tenía de ser

su patrón, y que le llamasen ha

ciendo imágenes y retratos suyos,

para que con su intervención se li

braran de los contagios que los afl i

gían:

Como señal de que tú eres mi

mensajero , dijo el santo, mori rás

dentro de nu eve días, y desde ese

momento cesará la pesti lencia y no

El can 'etón con el esqueleto en el altar ma yor , en un

día no

rm

al en el templo de Tux

tl

a Gutié

rr

ez

1

969).

ti

tutiva de una hermand ad dedicada

la veneración de San Pascual Rey . De

de entonces, no han sido pocas las v

ces en que la imagen ha tenido que s

protegida con acc iones de res istenc

popular, en grupo o

in

dividualm ent

Las ofrendas llegan cargadas en las

enrama

s .

En 1914

ll

egaron las tro pas cons

tuciona

li

stas del general Jesús Agu

tín Castro, y se dio orden de destrui r

imagen porque se consideró que el cu

eria de San Pascua

li

to (1969).

morirá otro indio  .

El enfermo amó a los cofrades y al cura doctrinero y les co

municó lo que había pasado, exhortándolos a rendirle devoción

a San Pascual. Con la certificac ión de su muerte la enfermedad

cesó en el plazo convenido, y desde ese día los pueblos comar-

56 AR

QUEOLOGíA M

EX

IC

ANA

ta era idolatría pura. Los indígenas z

ques, capi taneados por e l mayordomo del santo, lo sacaron

su capilla y lo fueron a esconder al monte. Se di ce que la tro

ll

egó al ex tremo de atormentar a alguno de los más cercan

devotos con tal de aver

ig

uar su paradero. Pero todo fue inút

Actualmente aquel viejo mayordomo, tata Toña Morales,

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  frendas calaveras

La celebración de los ías de

Muertos en el

éxico

actual

LILl S HEFFLER

Ofrendas

para

quienes fallecieron a causa de un accidente a orillas de las vías del

ferrocarr

il. Se acos

tumbr

a colocar

este tipo de ofrendas

el

8 de octubre, día que se dedica a los muertos por violencia, asesinados o accidentados.

E

l culto a los muertos ha ex istido en todas las culturas,

pues el hombre siempre ha reali zado

ce

remonias en su

honor, las cuales son tan antiguas como la humanidad

misma. En diferentes pueblos

y

épocas se ha tenido la creencia

de que, al morir, el alma deja el cuerpo para dirigirse a un lu -

gar destinado a tal fin.

Por lo regular, se asevera que el mexicano concibe a la muer-

te como a lgo familiar, pues sabe que:

Es una ley bien tirana

y no

hay

quien la haga variar,

que toda la raza humana

al panteón ha de ir a dar.

5 / ARQL EOLOGÍA MEXICANA

Los antecedentes de la fiesta de difuntos actual y del con

cepto de la muerte entre los habitantes del país pueden encon

trarse tanto en las creencias prehispánicas,

co

mo en las idea

traídas

por

los conquistadores

y

frai les eva ngelizadores a raí

de la Conquista.

Los nahuas tenían una clara concepción de la transitorieda

de la vida y creían que , según la forma en q ue se moría, se ib

al Tlalocan , a acompañar al Sol en su recorrido, o al Mict lan,

las almas de los bebés al Xochatlapan o C hichihuaIcuauhco

representado por un árbol nodriza. En diferentes fechas, se de

dicaban a los muertos festividades con ofrendas y cantos.

La destrucción de la

ci

vilización indígena se justi ficó com

una misión para implantar la verdadera fe . El cu lto a la muert

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se eliminó casi por completo , pero el culto a los muertos, a los

antepasados, persistió con la fusión

de

ideas prehispánicas y

costumbres españolas.

Algunos investigadores hispánicos se

ñalan que en la península ibérica, durante

el siglo XVI, se hacía una visita anual al ce

menterio y se colocaban pan , vino y flores

en las sepulturas. En la celebración de To

dos Santos se preparaba una comida en re

cuerdo

de

los muertos. En

Salamanca

y

León se repartía pan de muerto  entre los

pobres, y en Segovia, el día de los Fieles

Difuntos, se les daba

pa

n de ánimas .

La

creencia de que las almas volvían a

la TielTa existió también en algunos pue

blos de España: el día

de

su llegada, las per

sonas no se acostaban para que las almas

pudieran descansar en sus camas. Otros

elementos que aún perduran son las velas

y las lámparas de aceite para guiarlas, y el

recipiente con agua para ca lmar su sed.

tio del percance, se l evan ahí flores

de

muerto y velas e, igu

mente, se enciende una veladora para el Ánima Sola. El 30

octubre se ofrendan flores blancas y una veladora a los ni

que murieron sin ser bautizados, quie

son llamados limbos o limbitos .

El 31 de octubre se pone la ofrenda

los chiquitos o angelitos  , que con

de flores blancas,juguetes, panecitos,

ladoras y platos con dulces. Al

medio

las campanas de la iglesia repican para

dicar su llegada, se prende copal en un

censario rosa o azul y se reza una oraci

Ello.

de

noviembre, a la misma hora,

campanas comienzan a doblar para da

bienvenida a los grandes .

COLOCACIÓN DE LA OFRENDA

En una mesa

que

se cubre con un ma

o con papel picado, situada

junto

al a

familiar, se coloca la ofrenda, que con

ne panes, veladoras , dulces preparad

mole con pollo o guajolote, tamales, f

tas, flor de muerto o cempoalxóch

bebidas alcohólicas y un vaso con ag

bendita.

Con el cristianismo se difundió la idea

de que , según la

conducta

observada en

vi

da, a los muertos les esperaba el cielo,

el

infierno, el purgatorio o el limbo. Estas

creencias se sincretizaron, en mayor o me

nor medida, con las

de

los grupos indíge

nas y mestizos, lo que dio lugar a las festi

vi

dades que, con algunas modificacione

s

han llegado a la época actual.

Primera

ofrenda  , en San Francisco

Tetlanohca, Tlaxcala, en la que se van

Asimismo , para guiar a las almas

hace un camino con pétalos de dicha

desde la ofrenda hasta la calle; se pre

copal en un incensario negro y luego

DÍ s DE MUERTOS

EN LA

ACTUALIDAD

Las celebraciones se reali

zan los días 31 de octubre

y

lo

. y 2

de

noviembre,

eñalados por la Iglesia ca

tólica para honrar la me

moria de Todos Santos

y

de

los Fieles Difuntos. En las

zonas indígenas y rurales

uno de los rasgos más im

po

nantes

de estas fiestas es

la ofrenda, basada en la

creencia

de que

los muer

tos regresan para disfrutar

de la esencia

y

el aroma de

lo que sus parientes les

ofrecen.

Se dice que las almas

llegan en orden.

Quiene

s

colocando chiquihuites

y

canastas con

cempoalxóchitl así como velas

y

panes

obsequiados

por

los visitantes.

Arreglo de una primera ofrenda entre los zapotecos de Juchitán, Oaxaca,

para

el difunto que llega

por

primera vez después de su muer te. Se coloca

en

una

estructura con diferente s niveles,

adornada

con papel picado

negro por ser para un adulto.

reza. En algunos pueb

los rezanderos ele

plegarias en las casa

veces acompañados

una banda,

que

el día

los angelitos toca me

días alegres,

y

el

de

grandes, música fúneb

El

2

de noviembre

acude al panteón p

arreglar y adornar

tumbas. En algunos lu

res se va a misa y el

cerdote recorre los sep

cros rezando respons

Después, las familias

gresan a sus casas y,

la tarde, se realiza la

vantada  de la ofren

Se dice que para ent

ces los alimentos ya

perdido su aroma, y

mueren el mes anterior a Todos Santos no reciben ofrenda pues

arecen de tiempo para obtener permiso y acudir a la celebra

ión, y los que fallecen el día de la fiesta fungen como ayudan

tes de los demás . El 28 de octubre se dedica a los muertos por

Yiolencia, asesinados o accidentados

y,

cuando se conoce

el

si-

ellos se

da

la ofrenda o la calavera  a parientes y amig

con lo que finaliza la festividad , aunque hay sitios donde

ceremonias

se

repiten en la octava de la fiesta. En algu

áreas la costumbre se refuerza con la narración de relatos a

sivos, cuya función es validar la cultura, justificar los ritua

OF R

EN DAS y CALA VERA S

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y mantener patrones de con-

ducta, a la vez que ejercer

un

control social con objeto de

no

perder esta tradición.

COSTUMBRES REGIONALES

las cuales abarcan casi todo u

cuarto, en donde se construy

una estructura con niveles de

corados con papel picado sobr

los que se colocan la fotografí

del difunto, velas de cera d

abeja, veladoras, frutas, tama

les, panes, dulces, incensario

en los que se prende copal, ci

gaITas, refrescos y mezcal.

Como

ejemplo de las diferen-

cias existentes en la forma en

que

di

versas etnias celebran

esta festividad, se puede men-

cionar que entre los otomÍes de

San Pablito, Puebla, los muer-

tos son considerados seres so-

brenaturales que ayudan o per-

judican

al

hombre.

En San Nicolás Terrenate Tlaxcala, el 2 de noviembre se visita

el panteón para

arreglar y

adornar las sepulturas.

En algunos pueblos de Tlax

cala también la primera ofren

da es la más relevante. Los pa

rientes, compadres y amigo

llevan chiquihuites con flores

velas, panes y frutas. Cada ve

que llega un visitante, el fami

ara honrar

su

memoria

y

lograr

que

sean favorables , el 3 de

octubre

se arreglan los

altares en las casas: se les adorna con un arco de ramas recu-

bierto con hojas de plátano y se colocan velas, platillos di-

versos, cigarros, panes y bebidas alcohólicas . Generalmente

se les recibe con

música

, y se

espera que

los habitantes del

pueblo se muestren felices y no incurran en conductas que los

molesten.

Entre los zapotecos del istmo de Tehuantepec, Oaxaca, se

cree en los presagios que anuncian la muerte, como, por ejem-

plo, que una mariposa negra entre en la casa o que se escuche

el canto de una lechuza cerca de donde está

un

enfermo. Las

ofrendas más importantes son las de los difuntos que llegan por

primera vez después de su muerte,

ll

amadas primera ofrenda ,

liar más cercano al difunto

-esposo

(a), padre o hijo mayor-l

habla como si éste estuviera presente, y le dice quién llegó

qué le lleva. La puerta de la casa se decora con

cempoalxóchi

y, cuando van al panteón , llevan una corona grande adornad

con esas flores para dejarla en la tumba.

En las zonas urbanas del país también se colocan ofrendas

se visitan los panteones para llevar flores. Las vitrinas de las pa

naderías se decoran con pinturas alusivas a la fiesta y

al

pan d

muerto que le es característico. En las tiendas se venden cala

veras de azúcar con ojos de papel lustre y un nombre en la fren

te

, y en los mercados hay veladoras, incensarios, esqueletos qu

salen de sus ataúdes al jalar un cordón, animalitos y animitas d

alfeñique y otras artesanías propias de la celebración.

El cempoalxóchitl flor propia de la festividad, se cosecha en diferentes pueblos.

En

algunos se transporta a lomo de

burro

y

se vende en los mercados .

60 AR QlEOLOG

iA

MEXICAl'A

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El santoral católico dedica el 2 de noviembre a honrar a los Fieles Difuntos, fecha popula

rm

ente co nocida como Día de M uerto s pero en la tradici

mexicana la celebración se realiza durante varios días, por lo cual es co nve niente llamarla Días de Muerto

s.

Izquierda  Durante esas fechas se vend

en tiendas y mercados calaveras de azÍlcar con ojos de pap

el

lus tre y un nombre sobre la frente. Derecha  Ejemplo de

pintura

popular en la vitrin

de una panadería de la ciudad de México, que anun cia el pan de muer to típico de la celebración.

LAS CALA

VERAS

Otro elemento urbano de los Días de Muertos son las

ca

lave-

ras , ingeniosos versos populares, satíricos y festivos, que co-

mentan en forma de epitafio las acciones de personas vi vas -sin

respetar posición social, política o eclesiástica- y aparecen en

periódicos, revistas y hojas separadas. Son versos de origen

colonial relacionados con expresiones de la Edad Media euro-

pea como la danza de la muerte , y con la concepción prehis-

pánica de que la muerte es inseparable del

ser

humano. Las

ca

laveras alcanzaron gran auge a principios de este siglo,

cuando José Guadalupe Posada ilustró muchas de ellas y pre-

se

ntó esqueletos ataviados en muy diversas formas, tradición

que continuaron los artistas y grabadores de l Taller de

la

Grá-

fica Popular.

En las ciudades se asiste a ver la obra

Don Juan Tenorio

de

José Zorrilla, que se presentó por primera vez en 1863 en

el

Teatro Iturbide, como se hacía en España; después se montó en

otros teatros y desde entonces, se han presentado Tenorios se-

rios, cómicos y parodias políticas

que

gozan

de

la aceptación

del público.

Así , el mexicano actual festeja a la muerte y la percibe

con cierta indiferencia, lo que

se

manifiesta también en

canciones y corridos, e incluso en cantos infantiles:

Al

pasar por un panteón

me dijo una calavera:

Ya tengo tu casa lista

para cuando tú te mueras  .

Cuando vivía el infeliz:

¡Ya

que se

muera'

Y hoy que ya está en el veliz:

¡Qué

bueno

era'

Estaba la medi a muerte

sentada en un carr izal,

comiendo tortilla dur a

para poder engordar.

O en la gran cantidad de refranes relacionados con e

como: De

aquí a cien años todos seremos pelones ;

E

l mu

to a la sepultura y el vivo a la travesura .

En e l lenguaje popul ar hay muchos nombres para la mu

te: la Pálida, la H ues uda, la Ti lica, la Parca y la China Hila

entre otros, y definiciones para el morir: es

ti

rar la pata, co

los tenis, clavar

el

pico, irse a l otro barrio, etc. Además, en

epitafios de algunas tumbas, se ve la mi sma ac ti tud:

Aprended vivos de mí

lo

que

va

de

ayer a hoy,

ayer como te ves fui

y hoy calavera soy.

Por todo lo anterior, se di

ce

que e l supues to desprecio

mexicano por la muerte se matiza con

el

culto que le profe

Las calaveras de azúcar y los esqueletos movibles se burl a

afirman la poca relevancia de la existencia humana, o sea

la muerte no lo asusta porqu

e: la

vida se ha encargado de

rarlo de espantos .

Li

lian Scheffler. Licenciada

en

psicología por la

UN M

y maestra en antr

logía, con especialidad

en

etnología. por la

ENAH

Durante 25 años

fue in

v

gadora en la Dirección General de Culturas Populares y actua lmente co la

en Panorama Editorial. donde ha publicado varios libros.

OFRENDAS y CAL  VER  S

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  l

muerto

al hoyo

y l vivo al pollo

RQ

UEOLOGÍA M   ICANA

US

A

R   MÍREZ

Francisco Toledo, Sirviendo la copa 1989. Acuarela sobre papel amate. 35 x 50 cm.

Si en todas partes estás,

en el agua

y

en la tierra,

en el aire que me encierra

y en el incendio voraz;

y

si a todas partes vas

conmigo en el pensamiento,

en el soplo de mi aliento

y en mi sangre confundida,

¿no serás, Muerte, en mi vida,

agua, fuego, polvo

y

viento?

Xavier Villaurrutia, Décima muerte 

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.

Juan

Soriano, dibujo de la

obra Vida y

lIlu

erte 1997

.

r AEPROGRAFI

A

MARCO ANTONIO PACHECO

I

ARCHIVO

PAULA

i 7 . ~

\

f .

-<- , ,

\i

~ 1 E todas las cu lturas y

1

v ~

muerte ha sido objeto

de

en todos los tiempos, la

í T

l

reflexión, ceremonias y ritua

(0 7

\ les. Es el ,ninsito más dom e

f ~ W

inexplicable para los

; . ( hombres

-con

la sola ex-

 : r ~ / cepción tal vez del naci-

/

f /

j I

miento-, y la separación del

~ J

mundo de los vivos y el

de

los muertos req

ui

ere mjnuciosos

~ cuidados y es motivo de rigurosos ta-

búes. Las religiones se han preguntado e intentado respon

der acerca del

de

stino de los muertos, y prometen una vida pos

terior o el retorno a nuestro mundo. El impacto

de

la muerte sobre

los vivos y su actitud ante la pérdida llena miles de libros de

psicología, antropología,escatología y demás. Todas las mi

tologías narran el viaje de los muertos al inframundo y las

peripecias que se deben enfrentar allá; sacerdotes, chama

nes y héroes so n los únicos que logran franquear las fronte

ras entre ambos mundos.

EL

AR

TE

Y LA MUERTE

También el arte se ocupa de este tema: teatro, danza,

poesía, plástica y artes populares. La muerte y el duelo

son tema obligado prácticamente para todos los escritores

y poeta

s.

Sobresalen en nuestra

li

teratura Algo sobre la

muerte del mayor Sabines  ,poema que Jaime Sabines escri

bió tras el fallecimiento de su padre, y Nostalgia de la muer-

te

de

Xavier Villaurrutia. Ante el carácter absolutamente

misterioso de la muerte, la literatura borda sobre el oscuro

fin de toda vanidad, sobre la brevedad e incertidumbre de

la

vida

, sobre nuestro breve tránsito

por el

mundo, al que

sólo llegamos prestados: Muerte sin fin , de José Gorosti

za, sería el ejemplo moderno más representativo de este

tipo de poesía.

En las artes plás

ti

cas mexicanas sobresalen los re

tratos mortuorios de la Colonia: las monjas coronadas.

Ricamente ataviadas, muestran una muerte plácida.

Para las monja

s

casadas místicamente con Cristo, la

muerte es el momento de celebrar los verdaderos es

ponsales en la Santa Gloria. También los niños muer

tos (y bautizados) van directamente al cielo; no sólo hay

re

tratos mortuorios de los angelitos

si

no también fotografías, que ha

cen las veces de recordatorio para la familia y presentación ante los se

res divinos - el du elo aunado a la religión, necesariame nte nos hace re

cordar la resurrección

y

sobre todo, a la Virgen María, que

no hubo de esperar al fin de los tiempos para ascender

con su Hijo.

José Guadalupe Posada ,

Ca

lavera maderista  .

DIGITALIZACiÓN RA

fe ES

EL MUERTO AL HOYO.

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A finales del siglo pasado, a través de las hojas volantes,

el grabado sale a las calles y las calaveras se convierten en

parte de la imaginería popular colectiva. Casi todo el arte pos

terior acudirá a los iconos - re

ligiosos, tremendistas y carica

turescos-

nacidos del taller de

Antonio Vanegas Arroyo, que

resume y recrea la vida cotidia

na

durante casi 50 años.

familiaridades que

no

han dejado de asombrar a los extranje

ros. Aquí, la muerte es tanto lóbrega como carnavalesca; las

antiguas formas europeas de relacionarse con la muerte subsis

ten, se conservan y se incorpo

ran en las tradiciones locales .

Más tarde, tras la Revolu

ción , la muerte adquiere otro

cariz en la pintura mural: es

símbolo de denuncia, de sacri

ficio, de entrega a las causas

y

luchas nacionales. Más adelan

te la muerte pierde su carácter

épico y vuelve a ser sinónimo

de desasosiego, obsesión y pre

sencia mórbida en la plástica. La

muerte, así vista, suele ser so

lemne y lúgubre.

José Guadalupe Posada,

Ca

laveras de artesanos .

En las representaciones me

dievales de las danzas macabras

-con

la peste europea aún muy

fresca en la memoria- la muer

te es realmente amenazadora

con su reloj de arena, su guada

ña, su carreta. Las escenas de

ars moriendi donde el diablo y

los ángeles pelean por las almas

de los moribundos, fueron rápi

damente incorporadas a la ico

nografía evangelizadora. Pero

con el tiempo, y aun antes de

que se decretara el carácter me

tafórico de las llamas del infier

no, esa muerte sentenciosa y

lúgubre se volvió chocarrera,

juguetona y festiva

-c o

mo la

de los carnavales en ultramar.

IMÁGENES

DE

LA

MUERTE

Las reflexiones existenciales

comunes al género humano

también quitan el sueño a Bo

rola Tacuche, cuando descubre

que lleva a la pelo neta dentro

de sí, y hacen declarar - ambi

guamente- a Agustín Lara en

una entrevista: Quiero morir

me lo más pronto y lo más tar

de que sea posible .

El arte popular se apropia, di

funde y reinventa rituales cris

tianos y paganos de toda índo

le para llevar a cabo velorios,

entierros y tratos diversos con

los difuntos (novenas, prácticas

para encaminar al finado, re

cogida  del altar donde estuvo

tendido el cadáver y altares de

muertos). Es entonces cua ndo

la muerte

y

las artes se unen y

se ponen

al

servicio del finado,

a quien se extraña, se agasaja y

se recuerda.

José Guadalupe Posada,

Ca

lavera catrina .

Pero la lucha también tiene

un matiz de mera rebatinga. Las

calaveras -caricatura y verso

sarcást

ico-

están llenas de crí

tica e ironía; dan por muertos a

políticos y hombres públicos

con el mayor desenfado, desen

terrando carroña y denuncian

do podredumbre. Las represen

taciones teatrales típicas del

Día de Muertos son los Teno-

rios -bastante calavera, el tal

Don Juan.

Pero los muertos particulares

son bien distintos de la muerte

en general. Abundan en todo el

país los cuentos populares en los

que se intenta - y a veces hasta

se logra- engañar a la muerte;

o bien ésta apadrina y protege

a algún mortal, hace pactos,

apuestas y competencias con

toda suerte de personajes: son

éstos el lado chusco de los rela

tos sobre aparecidos, almas en

pena, fantasmas y difuntos que

retornan con encargos, recla

mos y avisos.

José Guadalupe Posada, El

jarabe

en ultratumba .

Los osarios, las calacas y

lo

s

amores de ultratumba de los ro

mánticos que se desposan con

el ánima en pena son ahora

un

regalo de dulce, con el nombre

del destinatario en la frente, o

La herencia mexicana pre-

hi spánica y la tradición medieval europea se unen para hacer

de la imagen pública de la muerte no sólo una figura amena

zante, sino también otra con la cual los mexicanos se permiten

M   ARQUOL

OG

íA MEXICANA

huesos de masa dulce sobre la

parte superior de los panes de muerto.

Tenemos calacas de alambre, de cartón, de papel, con me

canismos articulados que las hacen tembla r o bailar; ataúdes

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que

se

abren con un hilo para

dejar

que la hue

suda muestre el

letrero que lleva en las manos extendidas:

Me

quité de sufrir ,

y procesiones de acólitos con cabeza de

garbanzo

que caminan

al camposanto con vestidos de cartoncillo .

El duelo y e l recuerdo se

empatan

con el festín, la prepara

ción de altares, las visitas al panteón, la música, la bebida, las

frutas y los juguetes en los primeros días de noviembre.

Los

muertos regresan para acompañar a los vivos, no para

espantarlos

ni

para

acicatear/os.

La

muerte

pasea

enga

lanada

de

tor

ero

o en

bicicleta

como

en las

estampas de José Gua

dalupe Posada o

Manuel

Manilla. La muerte lle va la vida más

normal

que se pueda imaginar

-por

paradójico que suene-:

nace, crece , llora sus penas, contrae nupcias y hasta muere. Las

ca lacas pueden ve nder , coser y t

ortear

; se descoyuntan de risa

con los dientes pelones; bañan a sus hijos o j uegan futbol como

en los

dibujos

de

Fra

n

cisco

Toledo , y

predican moralidad

co

mo en La portentosa vida de la muerte, libro de fray Joaquín

Bolaños con

grabados

de

Francisco Agüera Bustamante.

FESTfVIDAD

ES

Gran

asombro

produce a los extranjeros la fi

esta

de Todos San

tos y del Día de Muertos

-como

a Sergei

Eise

nstein en su pelí

cul a ¡Que viva México o a Maleolm Lowry en su novela Bajo

el volcán- , quienes

usan las

ce

lebraciones

mexicanas

para

da

r

rienda suelta a sus propias obsesiones. Los

surrea

li stas

decla

ra n

que

tal convivencia con lo fantástico

parece

trazada si

gui endo sus manifiestos. Hasta el

cansancio se

ha

dicho que

los

mexicanos

tie nen una actitud

peculiar

ante la muerte. No lo

,

pero al combinar tantos e lementos, lo cierto es que antes de

nos ll

egue

la hora, hay que

sa ludar

la imagen de la hues

que toma

por asa

lto las vitrinas de las

panaderías

-con su

bujos

de yeso-

y los interiores de los mercado s repletos de

l

or

inches, ricas comidas y entrañables olores.

En

los altares

se

vela a los

difunto

s y se les

sahúma

,

se

nen sus fotos, se les hace n caminos de cempoalxóchitl: per

este

caso

tiene un rostro, el

de

un difunto querido .

Ese

día

cumplen sus gustos, se le prepara su comida favorita,

se

le

dea de

frutas y de

aromas

(

que

es

lo

que comen

los

muerto

a los más

pequeños se

les all'iman

juguetes. Vuelven

los di

tos y, en un

espacio delimitado

y ritual izado, conviven sin

t a m ~ n a r n o s sin caer en la tentación de llevarnos

con e

-aunque

todos pasemos a torcernos, tarde o temprano.

El muerto al pozo y el vivo al gozo: entre agasajo y

com

na, co n res

pet

o doméstico e irreverencia pública, las fiesta

muertos parecen una burlade la incertidumbre ante la vida. P

no nos co nfundamos: el puente  de

muertos

que

anuncia

todos los centros

vacac

ionales es bien di stinto de la pérdi

el duelo internos. La

di

stancia entre lo trág

ico

y lo cotidian

se

zanj a,

se hace

vis ible apenas y se

so

rtea

con

humor. Un

rio obituario o un formal velorio están muy lejos de las car

turas y los esque letos de juguete .

y si bien

es

cier to que nadie se muere la vís

pera

,

tambié

es

que a todos nos lle

gará

la hora.

Elisa Ramírez Castañeda. Socióloga, poeta,

escr

itora para niños y traduc

Co laboradora permanente

de

esta revista.

Francisco Agüera Bustamante, grabados en acero del libro a

portentosa vida de la

I/Iuerte

EL MUERTO

AL

HOYO .

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a tumba

de Miguel ngel

sturias

en París

LEONARDO

LÓPEZ

LUJÁN

E

 

cementerio Pere-Lachaise es, sin duda alguna, el más

célebre de la capital francesa. Fue inaugurado en 1804

sobre una colina oriental de la ciudad

y

tiempo des

pués, bautizado con el nombre de quien fuera confesor de Luis

XIV. Sus 44 hectáreas arboladas lo convierten en la mayor de

las necrópolis parisinas. Sin embargo, más que por su tamaño,

la fama del Pere-Lachaise se deriva de las personalidades que

allí han sido enterradas. A lo largo de sus ondulados paseos re

posan los restos de decenas de hombres y mujeres de talla uni

versal , entre los que podemos citar a Moliere, lean de

la

Fon

taine, Honoré de Balzac, Frédéric Chopin,

Eugene Delacroix, Marcel Proust, Oscar

Wilde, Amadeo Modigliani, Isadora Dun

can, María Callas, Édith Piaf, Yves Mon

tand y Jim Morrison.

lámina metálica en la que están

in

scritos el nombre del au

de

Hombres de maíz

las fechas de su nacimiento y de su mu

te, y los principales reconocimiento s que recibió en vida.

cha lápida fue coronada con una réplica de la Estela 14 de C

bal, la cua l había sido descubierta 15 años antes sobre

Estructura C-18 de este conocido sitio del Río de la Pasión. P

a carecer de fechas calendárica

s

se sabe que la estela origi

data del siglo IX d. C. Pertenece al grupo de monumentos de

nidos como no clásicos y muestra en su cara principal a

gobernante de rasgos étnicos no mayas, que sujeta un palo c

vo y un escudo con líneas horizontales

Es sencillo entender el motivo del en

rramiento de Asturias en suelo franc

Desde 1923, vivió prolongados y fructí

ros periodos de su existencia en París. A

fue estudiante, agregado cultural, exilia

político y embajadorde su país. En esa c

dad, Asturias escribió Leyendas de Gua

mala  comenzó la redacción de El seí

Presidente

y tradujo al francés el

Po

Vuh.

Organizó también una magna exp

sición de arte maya precolombino en

Grand Palais

y

en gratitud a su tierra

elección, donó el conjunto de s

us

man

critos a la Biblioteca Nacional de Franc

Para los amantes de la historia del arte,

el Pere-Lachaise ofrece un atractivo adi

cional: sus monumentos funerarios con

forman un variadísimo catálogo de los gu

s-

tos los estilos en boga durante los últimos

200 años. Más aún, un número significa

tivo de sus tumbas se inspiran en estilos

pretéritos como el egipcio, el clásico gre

co-latino, el románico y el gótico, a veces

reproducidos con fidelidad y en ocasiones

reinterpretados libremente. Por doquier

aparecen elementos de la iconografía mor

tuoria de la antigüedad , tales como coro

nas de laurel, ánforas, urnas, esfinges,

seres alados, columnas y pirámides, co

múnmente elaborados con mármol blanco,

lava negra de Volvic o granito de diversas

tonalidades. Forman parte de este excep

cional acervo arcaizante la sepultura góti

ca de Eloísa y Abelardo, la capilla bizanti

na de Anna de Noailles , el monumento

Tumba de Miguel Án

ge

l Asturias.

Cementerio Pere-Lachaise, París.

Por el contrario, resulta paradójico q

la piedra tumbal sea la copia de un mon

mento dedicado a la exaltación de un be

coso gobernante de Ceibal , sobre todo

tomamos en cuenta que Asturias dedicó

vida entera a luchar por la paz y contra

terrible opresión del campesino indíge

de Guatemala por parte de dictadores,

ciques y compañías bananeras. La elecc

de la Estela 14 sólo se explica desde u

perspectiva en que las expresiones cul

griego de

la

princesa Deminoff, el obelisco egipcio de Jean

  r a n ~ o i s Champollion y

el

dolmen de Allan Kardec.

Aun en este contexto plástico tan disímbolo, resulta inusita

da la presencia de una estela maya en la lOa. división del ce

menterio . Su creación data de 1976, dos años después de la

muerte en Madrid del ilustrísimo escritor guatemalteco Miguel

Ángel Asturias . En aquel entonces se decidió trasladar el cuer

po del premio Nobel a París e inhumarlo merecidamente en el

pere-Lachaise. Tras la ceremonia fúnebre, sus restos quedaron

sepultados bajo una pesada lápida de concreto que tiene una

rales prehispánicas

de

spo

jada

s ya de su contenido y su sig

ficado originales suelen ser valoradas simplemente por s

cualidades estéticas, que transmiten la imagen idealizada de

pasado nacional glorioso. En este mismo sentido habría que

cordar el uso de la imagen de Xipe-Tótec -divinidad vest

con la piel de

un

desollado para decorar  las postales infa

tiles del UN

ICEF.

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París.

vestigador del Museo del Templo Mayor, IN .

TUMBA

DE MIGUEL

ÁNGEL ASTURIAS

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PRIM

ER LUGAR

Juan

Carlos

Herrera

Ibarrola

Templo de las Siete Muñecas, Dzibilchaltún, Yucatán

La foto fue tomada el día 21 de marzo de 1999. Casi a las 6 a

 m

,

el s c-

hé estaba lleno y la gente buscaba

un

mejor lugar. Al fondo se veía el

Templo de las Siete Muñecas que, como todos los años, desde hace

mu

chos, sería

te

stigo de la sabiduría maya y la comunión de este pueblo con

la cienci a. Mmmmmmmm-Mmmmmmmm es el sonido de la gente de

otras culturas que desde lejos viene a admirar la belleza del fenómeno.

Una amenazadora nube decide retirarse;

el

sol recién asoma justo por

entre la puerta principal; los visitantes reciben la energía del astro rey;

el ambiente es mágico, es el equinoccio de primavera en D

zi bi

lchaltún.

CONCU

RSO DE F

OTO

G

RAFÍA

DENATURAL

EZA

DEMÉXICO 1999

UNIDOS

PARA LA

CONSERVACION

SI

ERRA

MADRE

RQ

UEOLOGÍA M EXICANA

H

E

BODY SHOP

WWF

EXPLOR NDO

EL

P S DO

MENCiÓN HONORÍFICA

BiII

Evarts

Cueva Pintada, Baja California

La Sierra de San Francisco, en el centro de Baj

California, alberga algun as de las mejores pin

turas aborígenes en cuevas del mundo. Ahora

esa región es parte de la reserva de la biosfera

E

Vizcaíno. Cueva Pintada es el sitio con el mura

más grande y famoso , y

un

o de los pocos

lu

ga

res donde es posible fotografiar alg

un

os picto

gramas y mostrarlos en un entorno más amplio

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• •

@Ji

" i 1 ; y ' ~

OII las

SE DESCUBREN DOS OFRENDAS DE NOTABLE IMPORTANCIA

EN LA PIRÁMIDE DE LA LUN EN

TEOTlHU C N

En junio de 1998 comenzó el Proyecto Pirámide de la Luna, cuyo

objetivo principal es la búsqueda

de

información para definir la or

ganización política y la estructura

de

gobierno que tuvo el estado

teotihuacano. También se pretende

conocer

la secuencia construc

tiva y antigüedad de

un

o de los edificios más significativos de la

antigua ciudad de Teotihuacan y todo lo que implica su colosal ar

quitectura. Este proyecto , llevadoa cabo conjuntamente

porell

NAH

y por la Universidad Estatal de Arizona, es subvencionado por la

National Science

Foundation

y por la National Geographic So

ciety de Estados Unidos , yen él participan varios arqueólogos y

otros especialistas, que prestan sus servicios a instituciones mexi

canas y extranjeras.

Restos óseos y concha marina. Ofrenda 2 Entierro 3).

En

la primera temporada los trabajos se iniciaron por medio

túneles excavados hacia el interior de la pirámide y tamb ién se e

prendieron en otros lugares estratégicos hacia el exterior. En la

gunda temporada, que se llevó a cabo en agosto y septiembre

este año, continuaron las excavaciones por medio

de

túneles en

interior del monumento, y también en su lado exterior.

Dos ofrendas

de

singular importancia han sido descubier

hasta ahora en el interior de la pirámide, a lo largo del eje cen

sur-norte, que es la prolongación del eje central

conocido

co

Calzada de los Muertos. Las excavaciones arqueológicas tamb

han revelado una larga secuencia constructiva

de

la pirámide

reserva

de

definir con mayor precisión sus sucesivas etapas de co

trucción , se señalaron provisionalmente siete momentos del de

rrollo arquitectónico identificados con los números que se mu

tran en el plano de la

p

73.

Sistema de andenes del túnel de la Pirámide de la Luna.

NOTICIAS

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Entre los e dificios más signi ficat ivos se encuentra el edificio

núm . 1, que es el más antiguo.

Co

nstruido aproximadame nte en el

prim

er

siglo de

nu es

tra era, tiene una planta de fo rma rectangular,

y sus muros en talud fuero n hechos con pequeños bloques de can

tera, cortados según la inclinación de las paredes.

Los edificios 2 y 3 se superponen al

primer ed

if

icio, y tienen también muros

en talud construidos con piedra burda y

recubiertos con argamasa.

El edificio 4 cubrió completamente a

los anteriores, y

co

mparado con e

ll

os,

és te es de enormes dimensiones. De él

'

solamente queda su desp lante en alg

u

.g

nas partes, fo rmado con muros en talud 8

recubierto s co n un a g ruesa capa de a r

ga masa de muy buena

ca

lidad. A este

edificio se asoc ia la ofrenda ha llada

en la primera temporada de este proyec-

to, la que se ha fec hado aproximada- @

ma q ue adquirieron las estructuras arquitectónicas. Como en lo

edificios anteriores, de éste solamente conocemos la p lanta de su

primer cuerpo, construido con muros en talud y tablero recubier

tos con una gruesa capa de argamasa. Es muy posible que es ta pi

rámide estuviera formada por varios cuerpos escalonados.

El edificio 6, que conforma la pirá

mide que conocemos , tiene un gran vo

lumen de cuerpos escalonados forma

dos con altos muros en ta lud, y una

plataforma adosada constru ida con mu

ros en talud y tablero. Este edificio su

frió varias modificaciones a lo largo de

su existencia, como puede observarse

en su lado este, donde se amplió el ta lud

del primer cuerpo edific io 7), y se ado

saron , junto a sus muros en tal ud, varios

recintos o cuartos que perduraron hasta

la caída de Teotihuacan.

mente hacia el año 150 de nu estra era.

El edificio 5 corresponde a la estruc-

Pir

ámide de la Luna. Teotihuaca n, es tado de México.

a ofrenda

J

Se

le reg istró como

ofrenda-en tierro Entierro 2), y fue en

contrada en el interior de un recinto sin

tura arquitectónica inm ediatamente an-

terior a la pirámide que a hora es tá a la vista, y con él se asocia la

seg unda ofrenda, det

ecta

da en este año. Este ed ificio, formado

co n muros en talud y tablero, cubrió completamente las construc

ciones anteriores. Su ed

if

icac ión tuvo lugar posiblemente hacia

el año 2

 

d. cuando s

in

duda se dio un cambio sustancial en

la ideolog

ía de la sociedad teotihuaca na,

aj

uzgar por la nu

eva

for-

Esqueletos humanos. Ofrenda 2 Entierro 3).

2 / ARQUEOLOGíA

MEXIC

ANA

acceso de aproximadamente 3.50 m po

lado, construido con muros verticales y ubicado sobre el eje cen

tral sur-norte de la pirámide. La ofrenda consta de una gran canti

dad de objetos, que por su contexto y antigüedad resu ltaron ser de

re levante importancia en estas excavaciones. Destaca la osamen

ta de un personaje que fue co locado en posición sedente y con las

manos hacia atrás, como si hubieran sido atadas, por lo

que se con

Rest

os

óseos de un feli no. Ofrenda 1 Entierro 2).

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sidera

que

formó parte de la ofrenda. Su edad aproximada es de 45

años y se le ha identificado co mo de sexo masc ulino. También se

hallaron dos esqueletos de

fe

linos y dos de cánidos, que por las

huellas de barrotes de madera que se encuentran a su alrededor, se

cree

que fueron colocados dentro de jaulas. Asimi smo, se encon

traron 10 es

queleto

s de aves de rapiñ a y la osam enta de una

pequeña serpiente. Ningún ha llazgo sirnilar, fo

rmad

o por nume

rosas osamentas de animales, se ha reportado en otra parte de

Mesoamérica.

Ent

re los

numero

sos y va

ri

ad

os

o

bj

et

os encontrados

en es te

comple

jo

destacan

do

s figuras antropomo

rf

as e laboradas en pi e

dra verde, con incrustacion

es

de

co

ncha e n los dientes y pirita a l

rededor de los ojos, y una de e llas co n orejeras de concha de exce

lente acab ado, que por sus ca rac terísti cas se con sideran como

pi

ezas únicas entre las locali zadas hasta ahora en Teotihuaca n. Del

mismo materi al se ha llaron algun

os

pendientes, orejeras y cuen

tas. Entre los numerosos obj etos de obsidiana, había varias f igu

ras antropomorfas esquemati zadas, algunas de las cuales alcanzan

hasta 50 cm de longitud y no han s

id

o detectadas en ninguna otra

parte de Teotihuacan.

La ofrenda tenía también gran cantidad de puntas de proyec til ,

navaj as prismáticas y grandes cuchill os bi fac iales , además de a l

guno s objet

os

de los llamados excéntricos . Se encontraro n as i

mi

smo materiales de concha y grandes

di

scos de pizarra con apli

caciones de pirita, sobre uno de los c uales f ue co loca da una de las

esc

ulturas a

ntropom

orfas de pi edra verde. L a of renda

co

nten

ía

también 10 vas

ija

s con

oc id

as co mo vas ijas-Tl áloc y f rag men

tos de fi bra y madera.

ENTlERRO 3

p

0-  =

a ofrenda

2.

Es ta of renda, registrada

co

mo Entierro 3, t

bi én se ubica sobre e l eje central sur-norte de la pirámide. Se

cia

l

ed ific io 5 en esta sec uencia de siete

ni

veles o etapas co

truct ivas. La tumba-ofrenda se loca li

zae

n una profunda fosa cav

en la roca de tepetate, que

mi

de 2.30 por 2.10 m y tiene 1.30 m

profundidad. En

es

ta fosa se en

co

ntr

aro

n cuatro esqu e letos,

de los c uales estab an en posic ió n extendida y con los brazos

zados hacia atrás, los que a l parecer fueron ata dos . El cuar to

queleto tenía una pos ición de decúbito latera l izqui erdo flexio

do y también pr

ese

ntaba los brazos cruzados hac ia atrás. Alg

u

de es tos esqueletos se asocian a va ri

os

ornamentos

co

mo nari g

ras en forma de c rótalos de se rpientes , oreje ras y cuentas e lab

das e n piedra verde, pendientes y cuentas de concha, y o tros

tos de materi ales o rgá

ni

cos . Ade más , como par te de la ofrend

encontraron do s figurill as de piedra verde

fi

namente ta

ll

adas,

de 1

00

puntas de proyectil, navajas y cuchill

os

excéntricos

co

n

prese ntaciones de figuras antropomOlfas elaboradas en obs idi

Des tacan vari as conchas marinas y grandes ca raco les co loca

en cada esquina de la fosa, así como varios fragmentos de fibr

otros restos o rgá nicos.

Se ha lló también la osamenta de 18 cabezas de animales , de

que se han identifi

ca

do hasta el momento c uatro cán

id

os y o

fe linos. lo que indica que fueron deca pitados y co locados co

parte de la

of

renda,

junt

o co n la osamenta de una pequeña ave

ENT

I

Dr. Saburo Sugiy

(Universidad Es tatal de Arizo

Arqlgo. Rubén Cabrera C. IN

directores del Proyecto Pirámi de de la L

PLATAFOR

MA

A

= =<J - 2 ~

• ED IFICIO

1

• E DIFICIO 2

ED

IFICIO 3

D

ED

IFICIO 4

• ED IFICIO S

O

EDIFICIO 6

ED IFICIO 7

Secuencia constructiva

de la Pirámide de la Luna,

indicada de

manera pro

gr

de la construcción más ant

(1) a las modificaciones de

la última época (7 .

Tambi

se

muestra

la ubicación de

las ofre

nda

s localizadas el

año pasado y el presente.

DIBUJO PROYECTO PIR MIDE DEL LUN

NOTICI  S

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teorológicas: Es un barco con una historia

interesante y ya se había trabajado en con

junto con Estados Unidos y otras instancias

de México en 1990, haciendo un registro fo

tográfico , videográfico y de dibujo. Ahora

logramos, por primera vez, tener una ima

gen digital de sonar y de magnetómetro  .

Los investigadores del Programa Vera

cruz 99 pertenecen a diversas disciplinas y

trabajan para varias dependencias nacio

nales, entre las que se cuentan la propia

Subdirección de Arqueología Subacuática

deIINAH, la Coo rdinación Nacional de Res

tauración del Patrimonio Cultural

deIINAH

,

el Centro Regional

INAH

Veracruz, el Ins

tituto Nacional de Estadística, Geografía e

Informática, y la Escuela Nacional de An

tropología e Historia. Participaron además

arqueó logos subacuáticos de Argentina y

Estados Unidos, quienes, como en años an

teriores, vinieron a co laborar de manera

gratuita y vol untaria.

REABREN

AL PÚBLICO

LA

SALA 1 DEL

MUSEO

DEL

TEMPLO MAYOR

El pasado mes

de

agosto, el Museo del

Templo Mayor reabrió la Sala l de co

lección permanente , De la Coatlicue al

Templo Mayor, y se planteó como un es

pacio introductorio en torno a los descu

brimientos del cen tro ceremonial de la ciu

dad de Tenochtitlan.

MISTERIOS DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

4. Sacerdote del dios de la muerte. Cultura mexica. Pos

c lásico Tardío.

Centro de

la ciudad de México .

Ce

mi ca. 149 x 65 cm.

Museo

Nacional de

Antropología

MNA).

S. Arriba: vasos bicónicos. Cultura mexica. Posclásico

Tardío

.

Ciudad de

México.

Cerám

ica. 29

cm

de altu

ra po r 12.5 cm de diámetro. MNA. Abajo: all

ar

de la

muerte. Cultu ra mexica. Posclásico Tardío. Ciudad de

México. Piedra.

57

x 68 cm. MNA.

6. Vasija con

dios de

la muerte.

Cultura

mexica . Posclási

co Tardío.

Centro de

la

ciudad

de México. Piedra. 16.5

x 12 .3 cm. Museo del Templo Mayo r.

COSTUMBRES

FUNERARIAS

EN

MESOAMÉRICA

11. Dio s de la muerte .

Cultura

del Ce ntro de Veracruz.

C lásico. El Zapota . Veracruz. Cerámica. Mu seo de

Antropología

de

Jalapa.

12 Arriba: má scara

de

la dualidad.

Cultura de Tlmilco

.

Preclásico Medio. San Lui s Tlatilco. estado de Méxi

co. Cerámica. 8.5 x 7.3 cm. MNA. l eelltro: Este

la

50.

Cultura de

lzapa. Protoclásico. Izapa, Ch iap as. Pie

dra.

ISO

x

lOO cm

.

MN

A. Abaj

o

cráneo.

Cultura

teo

tihuacana. Clásico. Teotihuacan.

estado

de Méx ico.

Piedra. 7 1 x 96 cm. MNA.

13. Cihuateteos. Izquierda:

cultur

a totonaca. C lás ico .

El

Las piezas y maquetas exhibidas fueron

seleccionadas para invitar a un amplio pú

blico a que visite el recinto y desc ubra la

cultura mexica. Los objetos encontrados

dan cuenta de la maravillosa cosmovisión

de ese pueblo, y de la fuerza creativa de sus

pobladores para plasmar sus creencias

en ofrendas, representaciones de sus

deidades u objetos cotidianos, en

trelos

quedestacanunacajade

ma

dera, material del cual se han en

contrado muy pocos objetos, y

un esc udo de turquesas que re

quirió un trabajo de restaura

ción de cinco años, pues está

compuesto de alrededor de 15

mil piezas. Asimismo, hay es

culturas como la del Dios del

Coyolxauhqui , y recuperaron el mate

de cinco ofrendas asociadas a esta di

Es a partir de 1978 que se dio comienz

Proyecto Templo Mayor, con el que ini

ron los trabajos de exploración en un

de 1.29 hectáreas. Ahi empezaron tamb

las excavaciones sistemáticas

yorga

zadas, ya que con anterioridad sól

habían realizado rescates.

El Recinto Sagrado de M

co-Tenochtitlan ha sido objeto

numerosas investigaciones .

impresionantes edificios y

ceremonias que en él se rea l

ban fueron amp liamente des

tos por los conquistadores. M

tarde, cuando el pasado pre

pánico parecía estar olvidado

Pulque, sahumerios, vasijas y

objetos de cerámica.

El espacio museográfico re

cibe al visitante con una impo

Huehuetéotl-Xiuhtecuhtli,

dios del fuego y del año.

hallazgo de piezas y escu

ras, junto con

el

surgim ie

de una conciencia naciona

FOTO

M.A PACHECO / RAreES

nente maqueta del ce ntro histórico, en la

cual se indican los puntos donde han sido

rescatados objetos arqueológicos y en don

de se localizan los recintos sagrados.

En la museografía está registrado el

hallazgo ocurrido

el

21 de febrero de 1978,

cuando trabajadoresde

la

Compañía de Luz

y Fuerza, al efectuar obras de cableado en

la esquina de las calles de Guatemala y Ar

gentina, localizaron de manera fortuita un

mon olito, ahora conocido como la diosa

/

Indice

de

imágenes

Zapotal. Veracruz. Cerámica. 43 x 41 cm. Mu seo de

Antropolog ía de Jal apa. Derecha: cultura totonaca.

Clásico. El Cocuite. Veracruz. Cerámica. 138 x 54cm.

Museo

de Antropolo

gía

de

Jalapa.

14. Arriba: Mict la

nt

ecuhtli. Códice Borgia  p. 13. Bi

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lS.

Vasija-e

fi

gie del dios

de

la mue rte.

Cultura

mixteca.

Po

sc lásico.

Zaachila

.

Oaxaca. Cerámica. 32.5

x 16

cm. MNA.

16. Urna funeraria. Cultura de la Costa del

Golfo

.

Po

s

clá

sico. Cerámica. 34.1 cm de altura

por

17.5 cm de

diámetr

o. Mu

seo

del Temp lo M

ayo

r.

EL FUNERAL DE UN DIGNATARIO MEX ICA

38.

Urna funeraria

co

n

forma de

botelló n: cultura mexi

ca. Poscl

ás

ico. Templ o Mayor. Cerámica.

27

.3 cm

de

altura

por

21

cm de

di ámetro

ximo. Templo

Ma

yor. Urna funeraria con forma de vaso cilíndrico:

cul-

tura teotihuacana. Clásico. Templo Mayo r. Cerámi

ca. 20.2 cm dealtura

por2

8.2 cm dediámelro

máximo.

Urna funeraria en forma de olla-efigie: cultura de la

Cuenca de México. Posc lás ico. Templo Mayo r. Ce

rámica. 25.5 cm de a llUra por25 cm de

diámetr

o. Tem

ploMayor.

39 . Colmillos de aguar: cullUra mexica. Posclásico . Tem

plo Ma yo r. Marfil. 4 x 2. 1 cm. Templo Ma yo r. Pen

dientes: cultura mex ica. Posclásico. Templo

Ma

yor.

ta durante la segunda mitad

siglo X

 

, hicieron renacer el interés po

historia antigua de México, que ha per

rado hasta la fecha y ha tenido como c

sec uencia

la

realización de importantes

vestigaciones arqueológicas en el centr

la ciudad de México. Esto se puede ap

ciar de manera cronológica en la sala D

Coatlicue al Templo Mayor.

Columba

Vértiz

, Gu illermina

Es

y Miguel Ángel Ceballos/Direc

de

Medios

de

Comunicación del

,

Oro.

Emre

4 mm y 1.3 cm de

diámetro.

Templo

yo

r. Fi sto les y cascabeles : cullUra mex ica. Po sc

co. Te mplo Mayor. Fistoles: cobre 5.8 cm de a

por 3

mm de

diámetro. Cascabeles:

bronce

, 3.7 c

altura po r 1.9 cm de diámetro. Templo Mayor.

LA MUER

TE

Y SUS DEIDADES

EN

EL

PENSAMIENTO MAYA

40.

In

ce

nsa rio.

Cultura

maya. Posclásico.

Mayapán

ca tán. Cerám ica. 18 x 12 cm. Ma yapán. Yucatán

41. El dios de la muerte. Cu ltura maya. Clásico. Ár

Calakmul. Campeche. Cerámica. 14 cm de altura

seum

of

Primiti

ve

Art.

Nueva

York.

RI TOS FUNERA RIOS

EN

EL

MÉX I

CO COLON

I

AL

46. Re

li

car io. Anónimo. Siglo XV II. Pl ata fundida,

jada

y c incelada.

23.5

x 14 c m.

Mu

seo

Naciona

Virre in ato.

47. Arriba: reli cario. Anónimo. Siglo XV

III.

Plata to

da, fund ida y c

in

ce lada. 43 x 12 cm. Mu

seo Na

c

del

Virr

e inato. Abajo: relicario.

Domin

go .. de

tro . Siglo XV

III.

Plata repujada , ci ncelada y bur

co n part

es

fundida s. 39.5 x 19 cm . Mu seo Nac

del Virreinato.

• Só lo se incluye n las imágenes

que

poseen datos

co

m

mentarios rel

eva

ntes.

NOTICIAS ' Í NDICE DE

IM

ÁGENES

Page 81: 40 La Muerte en el México Prehispánico+

8/19/2019 40 La Muerte en el México Prehispánico+

http://slidepdf.com/reader/full/40-la-muerte-en-el-mexico-prehispanico 81/91

  e ~ e ñ a ~

Muerte a filo de obsidiana

Eduardo Matos, Fondo

de Cultura Económica,

4a. ed ., México, 1997

El pre se nte título nos introduce

al

tema de

los nahuas prehispá

nicos frente a la muerte. Ori g i-

nalmenteaparecióen 1975 y des

pués

de varias reediciones ya va

en la cuarta. Este trabajo , junto

con otros como

Vida) muerte en

el Templo Mayor

y

El rostro de

l

muerte, son muestra

de

l am

plio interés que el autor ha teni

do por este tema a lo largo de mu

chos años .

Tres so n las ideas principales

que destaca el autor a lo largo del

libro, en sus ocho capítulos. La

prim

er

a se refiere a entender por

qué ex isten nueve pasos o nive

les al inframundo has ta llegar al

Mictlan, los cuales es tán relacio

nados con los nueve meses del

embarazo que culminan con el

a lum bramiento. En la segunda,

se plantea lo relativo al concep

to vida-muerte en el Templo Ma

yor de Tenochti

tl

an,esa dual dad

que

se refleja, en tre otros tantos

aspectos del mundo mesoameri

ca no, en la observación de las

temporadas de lluvias y secas.

Por

últ imo, se exa mina la apa

rente relación entre la co ncep

ción nahua del

uni

verso y el pen

samiento occ iden tal, en

donde

se

percibe la observación

que

de l

universo hace el h

ombre

en to

das las circunstancias y tiempo

s

El recorr ido que hace el autor

se remonta a los antecedentes

de las cos

tumbre

s funerarias en

e l Precl ás ico,

continúa

con los

otros periodos del México pre

his pá

ni

co -c o n los ejemplos de

Teotihuacan y Tenochtitlan-, y

también se oc upa de la poesía

náhuatl. así como de otras expre-

iones artís ticas en la piedra y el

barro. Pasa

por

la Conquista y la

Colonia. y llega hasta la supervi-

-6 .-\ RQl.'EOLOGÍA MEXlCANA

vencia

de

las creencias prehi spá

nicas entre los

gr

upos nahuas

contemporáneos , ya como pro

ducto

de un sincretismo.

El D

r Migue

l León Portilla

resalta en su prólogo la conclu

sión del profesor Matos: . es

necesario ll

evar

a

cabo

in vesti

gaciones más amplias y profun

das en torno a lo que se desc ribe

como

carácter nacional,

incl

ui

do en éste el tema de la muerte  .

La celebración

de muertos en Oaxaca

Luz

Marí

a González Esperón ,

Instituto Oaxaq ueño de

las Culturas/ Fondo Estata l

para la Cultura y las Artes,

México, 1997

Este libro es un acercamiento

al

cultoa los muertosen Oaxaca. Sus

páginas describen,

por

una par

te , las razones para seleccionar

el 2 de noviembre

como

la fecha

para rendir tributo alasFie les Di

funtos. S i bien las festividadesde

Todos Santos se reali zan en cas i

todo e l

pa í

s, en Oaxaca tienen ca

racterística s propias

dada

la di

versidad cultural que significa la

presencia de múltiples grupos ét

nicos en la entidad. En un breve

recorrido de 46 pági nas, se ofre

ce

una visión genera l de las ce

lebraciones a los muertos, como

resultado tanto de algunas de las

concepciones prehispánica re

lacionadas con la muerte - las

cuales se presentaron en todas las

culturas mesoamericanas; véa

se, por ejemp lo, la gran diversi

dad de dioses asoc iados a la

muerte en los códices mixtecos-,

como

de la conmemoración de

los Fieles Difuntos en los con

ventos europeos.

La autora describe desde las

costumbres más tradicionales

-como el inicio

de

la fiesta en la

Pla za de Muertos, la in stalación

de a ltares y sus motivos s imbó-

licos, la v isita a los panteones y

las co mparsas- hasta otras que se

han establ

ecido

recientemente,

como lo son los tapetes de are

na 

de

la levantada de

Cr

uz  o

cru z de los nueve días  .

El cue

r

o humano y su

tratamiento mortuo

r

o

Eisa Malvido, Grégory Pereira,

Vera Tiesler (coo rd s.),

Conacu

lt

a/I N

AH/

Centro

Fra ncés de Est udios Mexicanos

y Centroamericanos,

México, 1997

La obra reúne algunos

de

los tra

bajos que fueron presentados en

el Primer

Simpo

sio Internac io

nal

E

l cuerpo hum ano y su tra

tamient o mortuorio

  ,

el cual se

llevó a cabo en enero de 1995 en

la ciudad de México.

El cuerpo hum ano. la mue rte

y sus ri tuales so n ana lizados des

de el punto de vista de va

ri

as dis

c iplinas en 14 ponencias. Diver

sos especialistas - arq ueólogos ,

etnólogos , antropólogos socia

les, antr

opó

l

ogos

fís icos , histo

riadores y médicos-exponen sus

ideas sobre el c uerpo y la muer

te ; sobre la concepción y repre

sentac ión de la ideo logía de la

muerte;

sobre

su tratamiento,

problemática y metodología, así

como sobre los ritos funerarios y

ex trafunerarios de que la muerte

es objeto. Estos estudios abarcan

desde la prehistoria europea has

ta la América de nues tros días .

Algunos de los inter

esa

ntes

artículos sobre la relación entre

la muerte del cuerpo físico y la

mente que conf

orma

n es te libro

son: E l cue rpo y la mente ante

la muerte violenta  , Civilizados

o sa lvajes. Los ritos del cuerpo

humano en la época co lonial me

xicana  , E l esque leto muerto y

vivo. Algunas con s

ideraciones

para la eva luación

de

restos hu

manos como parte

de

l contexto

arqu

eo

l

óg

i

co

  ,

El

co

ncepto de

inframundo en Teotihuacan  , y

Evidencia de

sacrificio

huma

no, modificación ósea y caniba

li

smo en e l Méx ico prehispáni

ca ,

entre otros. Además, varios

están acom pañados con fotos ,es

quemas, ilustraciones y cuadros

que co mpl eme

nt an la informa

ción distribuida en más

de

250

páginas.

Libro de Chilam

alam de Chumayel

Traducción del maya al

cas te

ll

ano de Anton io Mé

di

z

Soli

o, pró logo, introducción y

notas de Mercedes de la Garza,

Colección Cien de México ,

Co

naculta, Méx ico, 1998

Mediante la redacc ión en carac

teres latinos, los mayas de l pe

riodo co lo

ni

al dejaron plasma

dos los conoc imientos culturales

prehispánicos. Siguiendo la cos

tumbre de guardar en escritos los

aco n ecimientos importantes ,co

mo ya se esti laba en los códices,

uno de los antiguos

sace

rdotes

may as nos leg ó este importante

esc rito.

El Libro de Chilam lam de

Chumayel

fue realizado con la fi

nalidad de preservar y reafirmar

las antiguas tradiciones mayas

frente a la invasión español

a

En

este texto se agruparon escritos

de caráct

er

religioso e histórico,

así

como

otrosque recogen la tra

dición ora l Procede de la pobla

ción de Chumayel, Yuc atán , y su

traducción completa del maya al

es paño l fue publ icada por pri

mera vez en 1930 por

Antonio

Médiz S o lio.

La presente edición, anotada

por Mercedes de la Garza, tiene

como base la

mencionada

ante

riormente. Así , hoy tenemos la

dicha de co mprender un poco

más acerca de una de las grandes

cul turas mesoamericanas.

Page 82: 40 La Muerte en el México Prehispánico+

8/19/2019 40 La Muerte en el México Prehispánico+

http://slidepdf.com/reader/full/40-la-muerte-en-el-mexico-prehispanico 82/91

Para leer más ...

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de

A

dri

án Recino

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Popular, núm.

11

, FCE. 9a. ed

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M

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ico.

196

8.

RATIRAY C Evelyn, Emierros

y

ofrelldwi en TeotilwacCln. Exploraciones,

il1\

 enr

patrones mort uorios. In stituto de Inves

tiga

ciones A11lropol óg icas,

UNAM

. Mé

199

7.

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OBLES

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. Ne

lly.

y Alfredo MOI

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ira Q

. Proyeclo Milla: restal/raciól/ de

na

arqueológica en

Sil CO

llfexlO urhal/ o.

Colección Científica. núm ,

19

3. I

NA

H,

cO.

1990.

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GUEZ

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AZCANO.

Ca tal

ina. Hanal Pixal1 , ceremonia maya de los

mu

de Etnografía/Centro Regio nal de Nuevo

Le

ón/

Mus

Obispado. M

éx

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nt

e

rr

amientos en Tl milco". en

XII Mesa Redollda

ligión el/ Mesoamérica .

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ex

icana de Antropología. México. 197

365 -368.

Sis tema de e

nt

e

rrami

cmos . en AIII/ opolo

gíajisica,

L

NAH.

M

éx

ico. 1974

Ruz LHUIL

LlER.

Alberto.

Cosl

lIIl/b

re.'flfl/erarias de los a l/liguas

l/

1{n·as.

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SALAS CUESTA , María Elena. C. Pijoan. M. Salas. R. García MolI y D.

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árez.

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l

aspectos biocultural

es

en

to

rno a los entierros de Tlarilco". en

El Preclásico o

malillo, avances y perspectil as, Museo Nacional

de

Antropología/INAH, M

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SCHE

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Paul.

Represel/talio

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8/19/2019 40 La Muerte en el México Prehispánico+

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Page 84: 40 La Muerte en el México Prehispánico+

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S.

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9. El

Occiden

te de Méx ico

10

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11

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1,2

,

3,4,5

y 22

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13. Pu

eb

la

Tl

axca

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14. Quintana R

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15. Los mexicas

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6.

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17.

Indum

entaria prehispánica

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Ma

yas de Ca mpech e

1

9.

Tar

ascos

20. Los dioses de Me soa mérica

21  Saqueo y destrucción

Ma

yas del Us umac

int

a

23

 

Cód

ices prehispánicos

24.

Museo Nacional

de Antropología

25. El

maíz

26 0axaca

27.

R

OGas

y

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ral es del

México anti

guo

2S. Los mayas.

Vida cotidiana

29.

La

mujer

en

el mundo prehispánico

30. Dos siglos de hallazgos

31.

Investigaciones recientes

en

el

Templo Mayor

¡QUE NO LE FALTE NINGÚN NÚMERO

M.N. $U.S.D.

7 c/u

17

EACH

NÚMEROS

6 A 39

(EXCEPTO 22)

32.

Poder

y política en el

México prehispánico

33

  La n

avegac

ión entre l

os

ma

34  

Rit

os

del

México prehispán

35. Los

a

nim

al

es

en el México

prehispánico

36. Fray Bern ard ino de

Sahagú ny

su

obra

37.

Hall azgos en el

norte

de Yu

3S.

Cód ices co loniales

39. Pl

ant

as

m

edici nal

es prehisp

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la,

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8/19/2019 40 La Muerte en el México Prehispánico+

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Cinco Miradas Británicas

a la

Historia

de

México

E sta serie de videos, es producto del encuentro de prestigiados historiadores ingleses y mexicano

una mesa de diálogo y debate, una sola pasión: la hi storia de México

E n esta emisión Hugh Thomas, estudioso británico y Miguel León Por

presidente de la Academia Mexicana de Historia

y

principal promoto

rescate de la lengua Náhuati, intentan dar luz sobre esa generación fascin

de conquistadores hasta ahora ignorados por quienes han tratado de recons

este importante acontecimiento histórico.

E ste programa aborda la España del siglo XVI y

la

s Américas. ¿Tienen éstas

una historia en común? Fueron creadas con un sentido de unidad

y

nunca fueron

una copia fiel de los países que las formaron.

Sir John Elliott, historiador británico invitado, Solange Alberro, historiadora

del Colegio de México y José Luis Martínez, hi storiador y presidente de la

Academia Mexicana de

la

Lengua, reflexionan

al

respecto.

Para David Brading el concepto de nación mexicana fue una ficción leg

política creada por lo s insurgentes para legtimar la causa de la Independe

Acompañan

al

especialista, los historiadores Enrique Florescano y Guille

Tovar y de Teresa, para ana lizar los conceptos de patria y nación c

fenómenos amplio

s,

más

allá

de

aspectos políticos

y

religio

E l historiador británico Brian Hamnett y la investigadora de El Colegio de

México, Josefina Zoraida Vázquez ,

hacen

una reflexión en torno a las

intervenciones que vivió México durante el siglo XIX: la de Estados Unidos

(1846-1848), la intervención tripartita Gran-Bretaña-España-Francia (1861), la