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Texto:

            Ushuaia, 23 de febrero de 2000.

 

            VISTOS: los autos caratulados “MERAYO NÚÑEZ, Leopoldo Dante s/ Defrau-dación a la

administración pública a través de abuso de firma en blanco”, expte. nº 350/99 STJ-SR; y

 

RESULTANDO:

 

1.         Con fecha 1º de octubre de 1999, el Tribunal de Juicio en lo Criminal condenó a Leopoldo Dante

Merayo Núñez a la pena de un año y seis meses de prisión en suspenso, con costas, por considerarlo autor

penalmente responsable del delito de defraudación en perjuicio de la administración pública por abuso de

firma en blanco en grado de tentativa, en los términos del art. 174 inc. 5º en relación con el art. 173 inc. 4º

y 42 del Código Penal (sentencia de fs. 1739/1746).

 

2.         A fs. 1753/1760 la defensa interpuso recurso de casación. Invoca "la inobservancia y errónea

aplicación de la ley sustantiva, y la inobservancia de la ley formal en cuanto a la aplicación de principios

fundamentales que no se observaron en el mencionado proceso" ("Objeto"). A continuación, expone los

distintos extremos sobre los que funda su postura: a) falta de acreditación de que se hubieran firmado en

blanco los documentos en cuestión y puestos bajo custodia de su asistido; b) ausencia de perjuicio

patrimonial para la Municipalidad; y c) alude a la errónea valoración de los distintos elementos probatorios

incorporados al proceso.

 

            A fs. 1761/1762, el a quo concedió el recurso interpuesto.

 

3.         Radicadas las actuaciones ante esta instancia, se corrió vista al Titular del Ministerio Público Fiscal

quien, en su dictamen de fs. 1770/1772, propicia se declare la nulidad de lo actuado desde el pedido de

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omisión de debate de fs. 1682 en adelante, hasta la sentencia (ambos actos incluidos) y se devuelva el

proceso al Tribunal de Juicio para que, con nueva integración, realice el debate oral y dicte nuevo fallo.

Ello en virtud de que el procedimiento impreso avasalla la norma contenida en el art. 151 de la

Constitución Provincial.

 

            Llamados los autos al Acuerdo (fs. 1773), la causa se encuentra en estado de ser resuelta.

 

CONSIDERANDO:

 

1.         En orden a las formas que rigen el dictado del pronunciamiento en la especie, corresponde expresar

que de las conclusiones a que se arribará en el estudio de estos actuados, surge que el decisorio no ha de

ser de aquéllos que finiquitan el proceso, por lo que cabe que la decisión se emita de manera impersonal

(conf. este tribunal, in re "Gerlos, Mabel Beatriz y Xamena, Liliana Amanda c/ Poder Ejecutivo de la

Provincia s/ Recurso de Amparo" -expte. nº 30/95 SR del 11.05.95, registrado en el Libro I, fº 21/ 23-;

entre otros).

 

2.         Previo a examinar la admisibilidad formal y procedencia material de los agravios con que la

defensa impugna la sentencia dictada en autos, corresponde evaluar su validez bajo el prisma de las normas

contenidas en la Constitución Nacional y Provincial. Así lo ha establecido este Tribunal en reiteradas

oportunidades al declarar de oficio la nulidad del pronunciamiento recurrido en virtud de oponerse al

mandato emanado del art. 152 de la Ley Fundamental local (ver, por todos, la opinión mayoritaria en

"Zabala, Juan Norberto y otros c/ Dycasa - Techint - Yglis U.T.E. s/ Indemnización Despido Agravado" -

expte. nº 97/96 SR del 16.12.96, Libro II, fº 481/486-; y la decisión unánime dictada en los autos "Cabrera,

Jorge Ramón c/ Policía de la Pcia. o Gobierno de la Provincia de Tierra del Fuego s/ Nulidad acto

administrativo" -expte. nº 136/96 SR del 21.03.97, Libro III, fº 69/72- y sus citas).

 

            Siguiendo este mismo sendero analítico, en su dictamen de fs. 1770/1772 el Titular del Ministerio

Público Fiscal propicia se declare la nulidad de la propuesta de omisión de debate de fs. 1682 y todos los

actos consecutivos que de ella dependan por contravenir la norma del art. 151 de la Constitución

Provincial: "La ley asegurará el juzgamiento en instancia única, oral y pública en las causas penales en

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las que se juzguen delitos para los cuales se encuentre prevista pena privativa de la libertad cuyo máximo

supere los seis años, en las que los procesados fueren funcionarios públicos, en las que se investiguen

delitos contra el patrimonio, la administración y la fe pública provincial o municipal, cualquiera sea la

pena prevista para sancionarlos, y en las demás causas que determine la ley" (el resaltado nos pertenece).

 

3.         En autos se hizo aplicación del art. 324 del Código Procesal Penal que autoriza, en determinados

supuestos y con la conformidad de las partes, a omitir la realización de la audiencia de debate (ver

resolución de fs. 1732).

 

            Dicha previsión involucra también los preceptos contenidos en el citado art. 151, pues la omisión

significa imponer al proceso un trámite casi exclusivamente escritural. De la lectura de las normas

interesadas, resulta relevante que si bien el legislador en la redacción del art. 324 no excluyó en forma

expresa su aplicación a los supuestos transcriptos en el considerando que antecede, no resulta dudoso que

en aquellos casos la norma legal se torna inaplicable ya que cede ante una cláusula de jerarquía superior

que asegura, sin excepciones, el juzgamiento en instancia única, oral y pública.

 

            Sabido es que la tarea del juzgador debe tender a lograr una interpretación sistemática que dé

sentido a cada disposición, sin suponer superposiciones normativas ni inconsecuencias en el legislador

(este Tribunal in re "I.P.P.S. c/ Vera, Jorge N. s/ Incidente de oposición al pago de tasa de justicia" -expte.

nº 58/95 SDO del 05.07.95, Libro II, fº 134/135-; "Hernández Hernández, José Eduardo y Negrón, Joaquín

Eduardo s/ Tentativa de robo" -expte. nº 268/98 SR del 18.02.99, Libro V, fº 44/49-; entre muchos otros).

En igual sentido, ha expresado la Corte Suprema de Justicia de la Nación que "...es reconocido como

principio que las leyes deben interpretarse siempre evitando darles un sentido que oponga sus

disposiciones, destruyendo las unas por las otras; por lo que es criterio adecuado para la interpretación

de las normas, seguir aquél que las concilie y deje a todas con valor y efecto" (Fallos, 305:538 y 657;

citado por este Tribunal en "Gerlos").

            Bajo este prisma, encontramos que, cualquiera sea la pena prevista, tanto en los casos de

procesados funcionarios públicos o cuando se investigan delitos contra el patrimonio, la administración y

la fe pública provincial o municipal, la Constitución impone reglas que establecen la inaplicabilidad del

art. 324.

 

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            En el restante supuesto del art. 151, se advierte que ambas normas utilizan pautas distintas:

mientras la Constitución fija el juzgamiento en instancia única, oral y pública en las causas penales en las

que se juzguen delitos para los cuales se encuentre prevista pena privativa de la libertad cuyo máximo

supere los seis años; el Código Procesal posibilita la omisión del debate "...cuando el Ministerio Público

Fiscal estime suficiente la imposición de una pena no mayor a tres (3) años de privación de la libertad, de

multa o de inhabilitación, aún en forma conjunta...". Es decir, una norma refiere al máximo punitivo

previsto en la ley, mientras la otra remite a la pena pedida por el fiscal. No se advierte oposición entre

ambos preceptos, aún cuando existan figuras penales que, quedando aprehendidas por el art. 151, por el

mínimo de pena autorizan a los fiscales a solicitar la omisión del debate (por ej.: arts. 91: lesiones

gravísimas; 167: robo agravado; 210: asociación ilícita; entre muchos otros). Integrando ambas normas, se

concluye que del universo de delitos que  autorizan al Ministerio Público Fiscal a solicitar tal omisión, ésta

sólo será procedente en aquellos casos en que, además, la sanción prevista no supere una pena privativa de

la libertad de seis años, tal como establece el art. 151.

 

            Como se ve, en ningún caso las normas se confrontan; antes bien, se comple-mentan.

 

4.         Establecido el ámbito de aplicación del art. 324 del C.P.P., recordemos que el requerimiento fiscal

de remisión de la causa a juicio de fs. 1666/1667 describe el hecho investigado del siguiente modo: "...la

conducta desplegada por Leopoldo Dante Merayo Núñez consistente en haber llenado con sumas

superiores a las pactadas, dos pagarés en blanco cuyos libradores eran Magaly Genoveva Ahumada

Cheuqueman y Antonio Segundo Andrade, avalados por Esteban Martínez como representante de la

comuna riograndense. Dichos instrumentos habían sido signados en blanco por los deudores principales

como garantía por el valor de la compra de la tierra que ocupaban, y que ascendía a la suma de u$s 650.-

aproximadamente, fueron posteriormente completados por el imputado por la suma de u$s 75.681.- y u$s

124.866,81" ("El hecho punible", fs. 1666).

 

            De ello se desprende que Esteban Martínez, en su carácter de intendente, suscribió como avalista en

representación de la Municipalidad de Río Grande los documentos oportunamente firmados por Ahumada

Cheuqueman y Andrade, cuyas copias lucen a fs. 27 y 28/29. Existió así un compromiso patrimonial por

parte de la Municipalidad, patrimonio que se vio afectado por la conducta ilícita que se le endilga al

imputado de completar los documentos con sumas muy superiores a las que generaron la obligación de la

comuna. Reflejo de ello resulta la ejecución de tales documentos y el embargo trabado en los autos

"Merayo Núñez, Leopoldo c/ Municipalidad de Río Grande s/ Ejecutivo" (ver ofrecimiento de prueba de

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fs. 1681), aun cuando finalmente se hubiera arribado a una transacción. Adviértase, por último, que las

presentes actuaciones se inician en virtud de la denuncia formulada a fs. 1/7 por Juan Torres, Auditor de la

Municipalidad.

 

5.         No caben dudas de que el sub exámine queda comprendido dentro del tercer supuesto de aquellas

causas penales para las que la Constitución Provincial impone el juzgamiento en instancia única, oral y

pública, atento a la gravedad que, desde un punto de vista social, posee el tratamiento de un hecho grave, la

comisión de delito por parte de un funcionario público o el ataque contra un bien jurídico que trasciende

intereses y derechos de los particulares.

 

            La claridad con que el convencional constituyente Demetrio E. Martinelli se pronunció en el

tratamiento de este tema exime de mayores comentarios: "...el mandato constitucional, hoy preciso y

concreto, es que estas causas, las causas penales graves, aquellas que sean realmente llamativas para la

comunidad (...) y los delitos contra el Estado por la gravedad que tienen desde el punto de vista social (...)

Estamos haciendo una diferente calificación de la gravedad de los delitos por las penas, por el bien

jurídico protegido y por las personas responsables de los delitos en cuestión..." (Diario de Sesiones, citado

por el Dr. Bassanetti a fs. 1771 y vta).

 

            En estos casos, el constituyente entendió que la oralidad -con la publicidad que ésta conlleva-

excede el simple interés del imputado para alojarse como un verdadero principio de índole republicano

(ver Clariá Olmedo, Jorge A., "Derecho Procesal Penal", T. III, actualizado por Jorge Raúl Montero,

Rubinzal-Culzoni, 1998, pág. 97).  Por ello, la omisión del debate deja de ser disponible para las partes.

 

            En distintos precedentes, ha expresado este Tribunal que los intervinientes en el proceso no pueden

apartarse de las formas establecidas ("Raña, Luis Angel s/ Amenazas calificadas" -expte. nº 120/96 SR del

30.10.96, Libro II, fº 397- y "Franco Leonardo Alejandro s/ Abuso deshonesto s/ Recurso de Habeas

Corpus" -expte. nº 119/96 SR del 06.12.96, Libro II, fº 454/459-), extremo que adquiere mayor relieve en

el presente caso en que la manda inobservada desciende al proceso penal de una norma de carácter

constitucional.

 

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6.         No empaña esta conclusión, la posibilidad de que el ilícito imputado a Merayo Núñez de

defraudación a la administración pública a través de abuso de firma en blanco no hubiese llegado a

consumarse -quedando su ejecución en grado de tentativa (art. 42 del Cód. Penal)-, lo que deriva en la

ausencia de un perjuicio concreto para el erario municipal.

 

            Incluso de concurrir tal circunstancia -cuestión que deberá ser dilucidada en el pronunciamiento

definitivo que se dicte-, ello no obsta la aplicación en el caso de la norma del art. 151 de la Constitución

Provincial, pues "La vinculación del Derecho Penal a la protección de bienes jurídicos no exige que sólo

haya punibilidad en caso de lesión de bienes jurídicos. Es suficiente una puesta en peligro de bienes

jurídicos (...) la punibilidad de la tentativa -en la que per definitionem no se produce la lesión del objeto de

la acción- tampoco está en contradicción con la teoría de la protección de bienes jurídicos. Ésta no requiere

como presupuesto de la punibilidad nada más que el hecho de que una acción esté dirigida por su tendencia

objetiva o subjetiva a la lesión de un bien jurídico" (Roxin, Claus, "Derecho Penal. Parte General", T. I,

trad. de Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal, Civitas,

Madrid, 1997, pág. 60). El nudo de la cuestión radica, entonces, en el disvalor de la acción emprendida por

el agente, esto es, la comprobación de una voluntad hostil al derecho (teoría subjetiva), la cual requerirá

siempre de la existencia de actos objetivos demostrativos de tal voluntad (principio de ejecución)

(Bacigalupo, Enrique, "Principios de derecho penal. Parte general", Akal/iure, Madrid, 1994, pág.

194; en igual sentido: Jescheck, Hans-Heinrich, "Tratado de Derecho Penal. Parte General", trad. de

José Luis Manzanares Samaniego, Editorial Comares, Granada, 1993, págs. 464/465).

 

            La raíz conceptual del precepto incorporado en el art. 151 de la Constitución Provincial no formula

ninguna distinción al respecto, bastando que el caso demuestre un ataque al patrimonio provincial o

municipal, más allá del éxito tenido por el agente en su intento.

 

7.         Por ello, en el sub examine nos encontramos frente a un caso de nulidad "virtual" o "implícita", es

decir, aquélla que aún sin estar prevista en forma expresa, surge a partir del acto que se efectúa

desatendiendo exigencias contenidas en las normas que regulan su realización y presenta situaciones de

conflicto en el proceso que sólo pueden ser superadas mediante la declaración de nulidad, "...tales son los

casos en los que se han violado prohibiciones explícitas o implícitas de las leyes procesales o de fondo, o

contenidas en normas constitucionales, o no se cumplen exigencias estrictas contenidas en ellas, con

evidente perjuicio para la regularidad del proceso y, por tanto, notoriamente demostrativos de la

improcedencia del trámite" (ver Creus, Carlos, "Invalidez de los actos procesales penales", Astrea,

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1995, pág. 45 y ss.; también: Abalos, Raúl Washington, "Derecho Procesal Penal", T. II, Edicio-nes

Jurídicas Cuyo, 1993, pág. 336).

 

8.         De acuerdo a lo expuesto, sólo cabe anular la proposición de omisión de debate de fs. 1682 y todos

los actos consecutivos que de ésta dependan (art. 159 del C.P.P.), pues a partir de dicho acto se imprimió

una dinámica procesal errónea, excediendo la intervención del tribunal y de las partes el marco

constitucional (art. 154, inc. 2º, del C.P.P.: la fiscalía no pudo proponer la omisión de debate ni el tribunal

aceptarla y dictar sentencia), que desembocó en un desarrollo incompatible con el art. 151 de la Carta

Magna local (art. 155, última parte, del C.P.P.). Asimismo, corresponde disponer la devolución de las

actuaciones al Tribunal de Juicio en lo Criminal para que, previa integración de acuerdo a lo previsto en el

art. 76 de la ley nº 110 y teniendo presente la prueba ofrecida por la fiscalía a fs. 1681 y también que la

defensa no hizo uso de este derecho (ver cédula glosada a fs. 1679), lleve a cabo la audiencia de debate

oral y público y dicte sentencia.

 

            Esta remisión deviene obligatoria a la luz de lo dispuesto por el art. 434 del C.P.P.: "Si hubiera

inobservancia de las normas procesales, anulará lo actuado y remitirá el proceso al Tribunal que

corresponda, para su sustanciación" y a la doctrina sentada por este Superior Tribunal en otros

pronunciamientos, en cuanto a que la competencia emergente del recurso extraordinario de casación,

preserva el juicio de mérito propio de las instancias ordinarias; las que en modo alguno pueden ser

sustituidas por la actuación de este tribunal (criterio expuesto en "Velázquez Vera, Romilio Anselmo s/

Homicidio; lesiones leves y daño - Incidente de excarcelación de Duamante Cárdenas, Segundo Alfonso" -

expte. nº 32/95 SR del 31.05.95, Libro I, fº 46/51-; "Kenia Fueguina S.A. s/ Solicitud de Apertura de

Concurso Prevent." -expte. nº 41/95 SR del 15.11.95, Libro I, fº 129/133-; "Guardería Tortuguita s/ Daño -

Imputado: Godoy González, Javier" -expte. nº 53/95 SR del 14.12.95, Libro I, fº 153/ 162; entre otros).

 

            Por ello,

 

EL SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA

RESUELVE:

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1º)       DECLARAR LA NULIDAD de la proposición fiscal de omisión de debate de fs. 1682, de su

aceptación por parte del imputado y su defensor de fs. 1686/1888 y 1700,  del auto de fs. 1737 por el cual

se resuelve omitir el debate y pasar a deliberar, y de

la sentencia de fs. 1739/1746, de acuerdo a lo establecido por los arts. 154 inc. 2º, 155 y 159 del C.P.P. y

151 de la Constitución Provincial.

 

2º)       DEVOLVER las actuaciones al Tribunal de Juicio en lo Criminal para que, previa integración (art.

76 de la ley 110), realice el debate oral y público y dicte nuevo pronunciamiento.

 

3°)       MANDAR se registre, notifique y cumpla.

 

 

Fdo.: Omar A. Carranza - Félix A. González Godoy - Tomás Hutchinson

Secretario: Jorge P. Tenaillon

Tº VI, Fº 41/45

 

 

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