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1 Joaquín Pasos Canto de guerra de las cosas y otros poemas Muestrario de Poesía 3 Biblioteca Digital

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Joaquín

Pasos Canto de guerra de

las cosas y otros poemas

Muestrario de

Poesía 3 Biblioteca Digital

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Canto de guerra de las cosas y otros poemas

Joaquín Pasos, Nicaragua Edición digital gratuita de

Muestrario de Poesía 3

Primera edición: Septiembre 2008 Santo Domingo, República Dominicana

¿Qué somos? Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se difunde por la Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes creadores, difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Junto a

las colecciones complementarias Libros de Regalo, Ciensalud,

Iniciadores de Negocios y Aprender a aprender, son iniciativas sin

fines de lucro del equipo de profesionales de INTERCOACH para servir, aportar, añadir valor y propiciar una cultura de diálogo, de tolerancia, de respeto, de contribución, de servicio, que promueva valores sanos, constructivos, edificantes a favor de la paz y la preservación de la vida acorde con los principios cristianos. Los libros digitales son gratuitos, promueven al autor y su obra, así como el amor por la lectura, y se envían como contribución a la educación, edificación y superación de las personas que los solicitan sin costo alguno.

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Epitafio para Joaquín Pasos/ presentación 4 Tormenta 5 Pequeño canto para bien parir 5 Cementerio 6 El indio echado 7 Los indios ciegos 8 Los indios viejos 8 India caída en el mercado 9 Día 10 Grande poema del amor fuerte 10 Canción de cama 12 Poema inmenso 12 Cuatro 13 Poema a pié 14 Canto de guerra de las cosas 15 Fragmentos eliminados 21 Invento de un nuevo beso 22 Construcción de tu cuerpo 23 Despedida 25 Las bodas del carpintero 25 Nosotros 29 Elegía de la pájara 30 A un poeta silencioso 31 Homenaje a Joaquín Pasos 32 Biografía de Joaquín Pasos 35

Contenido

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A manera de presentación.

¿Habrá alguna presentación mejor posible de Joaquín Pasos y su poesía que el epitafio que para él compuso el poeta Ernesto Cardenal? En este muestrario de su poesía, tomemos este hermosísimo poema dedicado a Joaquín Pasos por Cardenal para introducir sus versos.

Epitafio para Joaquín Pasos

Aquí pasaba a pie por estas calles, sin empleo ni puesto y sin un peso. Sólo poetas, putas y picados conocieron sus versos. Nunca estuvo en el extranjero. Estuvo preso. Ahora está muerto. No tiene ningún monumento... Pero recordadle cuando tengáis puentes de concreto, grandes turbinas, tractores, plateados graneros, buenos gobiernos. Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo, en el que un día se escribirán los tratados de comercio, la Constitución, las cartas de amor, y los decretos.

Ernesto Cardenal

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Tormenta

Nuestro viento furioso grita a través de palmas gigantes sordos bramidos bajan del cielo incendiados con lenguas de leopardos nuestro viento furioso cae de lo alto. El golpe de su cuerpo sacude las raíces de los grandes árboles salen del suelo los escarabajos las serpientes machos. Nuestro viento furioso sigue su camino mojado es el jugo oscuro de la tarde que beben los toros salvajes es el castigador del campo. Los hombres oyen en silencio los gemidos del aire con el alma quebrada, el cuerpo en alto los pies y la cara de barro. Las indias jóvenes salen al patio, rompen sus camisas ofrecen al viento sus senos desnudos, que él se encarga de afilar como volcanes.

Pequeño canto para bien parir Como la Virgen del Carmen vas a parir, en una cama de nardos. En medio de la montaña vas a parir mañana por la mañana. Cuando el sol está naciendo el cielo está carmesí, estás teñida de sangre, vas a parir.

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Nardos teñidos de sangre, vas a parir, sangre teñida de nardos. Como la Virgen del Carmen vas a parir, un muchachito moreno. Alrededor de tu cama baila todo Nindirí, en tu vientre baila el niño vas a parir. En una cama de nardos vas a parir. Como la Virgen del Carmen.

Cementerio La tierra aburrida de los hombres que roncan es aquella que habitan los pájaros pobres, las gallinas que comen las piedras las lechuzas que braman de noche. Una jaula de arena, una urna de lodo es la tierra aburrida de los hombres que roncan. Una jícara negra, una seca tinaja, un carbón, una mierda, una cáscara. En la tierra aburrida de los hombres que roncan donde viven los pájaros tristes, los pájaros sordos, los cultivos de piedras, los sembrados de escobas. Protejan los escarabajos, cuiden los sapos el tesoro de estiércol de los pájaros pobres. Los pájaros enfermos, los vestidos de sombra, los que habitan la tierra de los hombres que roncan. Tengo un triste recuerdo de esa tierra sin horas, la picada de pájaros, la que se desmorona. Con murciélagos me persigue de noche

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su horizonte de barro y su luna de broza. En la tierra aburrida de los hombres que roncan se hizo piedra mi sueño, y después se hizo polvo.

El indio echado Bien pueden decir que es tarde, que pronto será de noche. Que llamen a Pedro, y a Juan, para encender las luces. Que llamen también a mis hijos y les muestren con ira mi modorra... ¡Mi bella modorra, y mis lindos hijos que no he tenido tiempo de procrear todavía! Pero pronto dirán que es tarde, mas yo diré que pronto será de noche y entonces procrearé un hijo, o dos. Me siento sobre mi propio cuerpo; inmóvil, a contemplar a mi sombra que hace gestos de pereza. Llévenme sin tocarme bajo el árbol más inactivo desde donde se divisa el molino que no gira, el recodo de aguas estancadas, el cementerio de los pájaros... Que llamen a otros para que les cuenten cómo es esto. Que llamen a mis hijos, a mis lindos hijos a quien dejo, antes de morir, mi más cariñoso bostezo.

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Los indios ciegos Abramos un camino en el aire, para mirarnos, busquemos un rincón en el aire para acostarnos. Sin luz en el cuerpo sólo con fuego. Este color de sombra tiene tu cara. Este color de sombra es la sombra de tu alma. Abramos un camino en el aire con tu brazo. Si no te ven mis ojos, que te vea mi carne. ¡Ah! No tenemos luz en el cuerpo Tenemos fuego.

Los indios viejos Los hombres viejos, muy viejos, están sentados junto a sus cabras, junto a sus pequeños animales mansos. Los hombres viejos están sentados junto a un río que siempre va despacio. Ante ellos el aire detiene su marcha, el viento pasa, contemplándolos, los toca con cuidado para no desbaratarles sus corazones de ceniza. Los hombres viejos sacan al campo sus pecados, éste en su único trabajo. Los sueltan durante el día, pasan el día olvidando, y en el tarde salen a lazarlos para dormir con ellos calentándose.

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India caída en el mercado Pobre india doblada por el ataque todo su cuerpo flaco ha quedado quieto todo su cuerpo sufrido está pequeño, pequeño todo su cuerpo tronchado es un pajarito muerto. Su corazón --¡ah corazón despierto!-- pájaro libre, pájaro

suelto, Carlos, ha dormido un momento. Ella se desmayó, la desmayaron. Al lavarle el estómago los médicos lo encontraron vacío, lleno de hambre, de hambre y de misterio. Muy doloroso cuadro, Carlos. Muy doloroso y sumamente amado. Han volteado su cara --¡ah oscura palidez!--. Con el

derrame las yugulares están secas y la sangre huyó secretamente, ¡ah, la viera su madre! Cerca, Carlos, cerca del occipucio una moña chiquita se desgaja y deja ver en la nuca una cruz blanca. Tan cerca de la muerte y tan lejana, su vida vale mucho, vale nada. Los lustradores esperaban obscenidades al levantar la falda pero ella tiene una desnudez muy médica, un lunar en la espalda, y da la impresión de un ave herida cuando cae su brazo como un ala. Abran, abran todas las gentes malas sus entrañas y no encontrarán nada. Ella tiene un ataque que no lo sabe nadie. Un ataque malo, Carlos.

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Día Para hacer un día tan lleno de raíces bastó un árbol. Para empaparlo en miel dorada y embriagante bastó una abeja. Vengo acumulando piedras por si acaso falta una en la construcción de la torre, vengo guardando cántaros para cuando logre derramarse el líquido. Para hacer un vuelo de nidos viajeros hoy basta un solo pájaro, para fabricar un pez hoy basta el agua. Gran día de edificios y de montaje de puentes, de fecundo mugir de vacas y señales de lluvia. Día moreno y brillante que me recuerda mi obligación de cantar.

Grande poema del amor fuerte Mi amor está con las alas abiertas sobre el mar. --Costas, aguas y espumas. Mi amor brilla como las aguas sobre las aguas. El mar es redondo. El mar es pequeño. Mi amor es un alga marina. Mi amor es como un pájaro. Mi amor es una perla de luz que crece con la mañana. Quiero sembrar un árbol con esta ilusión que tengo. Yo quiero un cielo grande como un patio para dejar resbalar mi amor. Sobre rieles de viento.

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Mi amor es azul y claro. Quiero hacer florecer esta rosa en capullo. Que tengo sembrada en el bolsillo. Sol, ¡sol!, ¡sol! Y agua. Mi amor es un muchacho esbelto dentro de una chaqueta. Yo lo agarro y lo pongo sobre la mesa como un muñeco y él vive con sus ojos inmensos. Mi amor es un niño que imita el pito del automóvil. Por la calle, yo llevo mi amor como una culebra faldera, amarrada del pescuezo por un hilo, y ella se abraza a la calle y dibuja la silueta del terreno. Crece, crece, pompita de jabón. Jocote en la punta de una rama madura, botella del vidriero, chimbomba de hule en la boca de un niño. Todo. Porque es esférico completamente y se envuelve todo. Y porque está cerrado sin juntura. Deja que la pelota de mi amor, brinque en los peldaños de la escalera y caiga en el agua de tu estanque. (Mi amor, es fresco y suave como la languidez de tus cabellos.) Mi amor, mujer, es como tú misma. ¿Por qué ha estallado esta flor? Mi amor está con las alas abiertas sobre el mundo. Mi amor brilla como el mundo sobre el mundo. Mi mundo es redondo.

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¿El mundo es pequeño? --Mi amor es un mundo.

Canción de cama Este gozo de alcoba, tan de lino, lleno de sábanas, este palpitar de almohadas bajo las sienes dormidas, este nuevo llegar hasta el corazón de la cama y luego saber que el pie, la mano, lo que a uno le queda de pecho, busca, dice, escribe, grita tu nombre, y cualquiera siente el momento que se aproxima de morir acostado. ¿Qué es esto sino la ausencia de tu sueño, la pérdida de tu respiración a mi lado? Se ha perdido ya el hueco de tu cuerpo que era la voz de tu carne desnuda hablándole íntimamente a la ropa planchada, diciéndole a qué horas el brazo serviría de almohada y cómo el tibio vientre palpitaría como otra almohada viva, funda de seda de nervios y de sangre.

Poema inmenso En estas tardes tu perfil no tiene línea precisa pues no hay un límite en tu gesto para el principio de

tu sonrisa pero de repente está en tu boca y no se sabe cómo se filtra y cuando se va nunca se puede decir si está allí todavía lo mismo que tu palabra de la cual jamás oímos la primera

sílaba y nunca terminamos de escuchar lo que decías porque estás tan cercana en esta lejanía que es inútil preguntar cuándo vino tu venida

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pues entonces nos parece que has estado aquí toda la vida con esa voz eterna, con esa mirada continua, con ese contorno inmarcable de tu mejilla, sin que podamos decir aquí comienza el aire y aquí la carne

viva, sin conocer aún dónde fuiste verdad y no fuiste mentira, ni cuándo principiaste a vivir en estas líneas, detrás de la luz de estas tardes perdidas, detrás de estos versos a los cuales estás tan unida, que en ellos tu perfume no se sabe ni dónde comienza ni

dónde termina.

Cuatro Cerrando estoy mi cuerpo con las cuatro paredes, en las cuatro ventanas que tu cuerpo me abrió. Estoy quedando solo con mis cuatro silencios: el tuyo, el mío, el del aire, el de Dios. Voy bajando tranquilo por mis cuatro escaleras, voy bajando por dentro, muy adentro de yo, donde están cuatro veces cuatro campos muy grandes. Por adentro, muy adentro, ¡qué ancho que soy! Y qué pequeña que eres con tus cuatro reales, con tus cuatro vestidos hechos en Nueva York. Vas quedando desnuda y pobre ante mis ojos; cuatro veces te quise; cuatro veces ya no. Estoy cerrando mi alma, ya no me asomo a verte, ya no te veo el aire que te diera mi amor; voy bajando tranquilo con mis cuatro cariños: el otro, el mío, el del aire, el de Dios.

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Poema a pie Qué actitud, qué gallarda pose original se puede tomar ante la proximidad de este poema? Te lo pregunto a ti, oh hábil diseñadora de nuevas sonrisas!, la única que puede ofrecerme en un plan de cinco munutos la más conveniente arquitectura de mi genio actual Decían los maestros chinos de la dulce poesía que el poeta quedaba enfermo y ojeroso después del (trance amargo; pero yo te suplico, bondadosa musilla de ojos ingenuos, que no hagas que mi miel sea elaborada a costa de mi (sangre, porque mucha sangre se ha desperdiciado últimamente y (andan escasos de leche los pechos de las madres. Un poema que sale a pie, y como está inédito, yo le digo: Hasta que te vea te creo, pretendo primero, sacudirme de encima estas alas de ángel que me agobian, a ver si botando toda esa pluma quedo con la ternura virginal del pollo o siquiera con algo de ese equilibrio inestable de lo que (da risa, tan lleno de emoción y de lágrimas como el cristal que ya (va a caer y no cae, pero que sabe que ya va a caer.

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Canto de guerra de las cosas Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra, si es que llegáis a viejos, si es que entonces quedó alguna piedra. Vuestros hijos amarán al viejo cobre, al hierro fiel. Recibiréis a los antiguos metales en el seno de vuestras familias, trataréis al noble plomo con la decencia que corresponde a su carácter dulce; os reconciliaréis con el zinc dándole un suave nombre; con el bronce considerándolo como hermano del oro, porque el oro no fue a la guerra por vosotros, el oro se quedó, por vosotros, haciendo el papel de niño mimado, vestido de terciopelo, arropado, protegido por el resentido acero... Cuando lleguéis a viejos, respetaréis al oro, si es que llegáis a viejos, si es que entonces quedó algún oro. El agua es la única eternidad de la sangre. Su fuerza, hecha sangre. Su inquietud, hecha sangre. Su violento anhelo de viento y cielo, hecho sangre. Mañana dirán que la sangre se hizo polvo, mañana estará seca la sangre. Ni sudor, ni lágrimas, ni orina podrán llenar el hueco del corazón vacío. Mañana envidiarán la bomba hidráulica de un inodoro palpitante, la constancia viva de un grifo, el grueso líquido. El río se encargará de los riñones destrozados y en medio del desierto los huesos en cruz pedirán en vano que regrese el agua a los cuerpos de los hombres. Dadme un motor más fuerte que un corazón de hombre. Dadme un cerebro de máquina que pueda ser agujereado sin dolor. Dadme por fuera un cuerpo de metal y por dentro otro

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cuerpo de metal igual al del soldado de plomo que no muere, que no te pide, Señor, la gracia de no ser humillado por tus obras, como el soldado de carne blanducha, nuestro débil orgullo, que por tu día ofrecerá la luz de sus ojos, que por tu metal admitirá una bala en su pecho, que por tu agua devolverá su sangre. Y que quiere ser como un cuchillo, al que no puede herir otro cuchillo. Esta cal de mi sangre incorporada a mi vida será la cal de mi tumba incorporada a mi muerte, porque aquí está el futuro envuelto en papel de estaño, aquí está la ración humana en forma de pequeños ataúdes, y la ametralladora sigue ardiendo de deseos y a través de los siglos sigue fiel el amor del cuchillo a la carne. Y luego, decid si no ha sido abundante la cosecha de balas, si los campos no están sembrados de bayonetas, si no han reventado a su tiempo las granadas... Decid si hay algún pozo, un hueco, un escondrijo que no sea un fecundo nido de bombas robustas; decid si este diluvio de fuego líquido no es más hermoso y más terrible que el de Noé, ¡sin que haya un arca de acero que resista ni un avión que regrese con la rama de olivo! Vosotros, dominadores del cristal, he ahí vuestros vidrios fundidos. Vuestras casas de porcelana, vuestros trenes de mica, vuestras lágrimas envueltas en celofán, vuestros corazones de bakelita, vuestros risibles y hediondos pies de hule, todo se funde y corre al llamado de guerra de las cosas, como se funde y se escapa con rencor el acero que ha sostenido una estatua. Los marineros están un poco excitados. Algo les turba su viaje. Se asoman a la borda y escudriñan el agua, se asoman a la torre y escudriñan el aire. Pero no hay nada. No hay peces, ni olas, ni estrellas, ni pájaros. Señor capitán, ¿a dónde vamos? Lo sabremos más tarde.

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Cuando hayamos llegado. Los marineros quieren lanzar el ancla, los marineros quieren saber qué pasa. Pero no es nada. Están un poco excitados. El agua del mar tiene un sabor más amargo, el viento del mar es demasiado pesado. Y no camina el barco. Se quedó quieto en medio del viaje. Los marineros se preguntan ¿qué pasa? con las manos, han perdido el habla. No ha pasado nada. Están un poco excitados. Nunca volverá a pasar nada. Nunca lanzarán el ancla. No había que buscarla en las cartas del naipe ni en los juegos de la cábala. En todas las cartas estaba, hasta en las de amor y en las de navegar. Todas los signos llevaban su signo. Izaba su bandera sin color, fantasmas de bandera para ser pintada con colores de sangre de fantasma, bandera que cuando flotaba al viento parecía que flotaba el viento. Iba y venía, iba en el venir, venía en el yendo, como que si fuera viniendo. Subía, y luego bajaba hasta en medio de la multitud y besaba a cada hombre. Acariciaba cada cosa con sus dedos suaves de sobadora de marfil. Cuando pasaba un tranvía, ella pasaba en el tranvía; cuando pasaba una locomotora, ella iba sentada en la trompa. Pasaba ante el vidrio de todas las vitrinas, Sobre el río de todos los puentes, por el cielo de todas las ventanas. Era la misma vida que flota ciega en las calles como una niebla borracha. Estaba de pie junto a todas las paredes como un ejército de mendigos, era un diluvio en el aire. Era tenaz, y también dulce, como el tiempo. Con la opaca voz de un destrozado amor sin remedio, con el hueco de un corazón fugitivo, con la sombra del cuerpo con la sombra del alma, apenas sombra de vidrio, con el espacio vacío de una mano sin dueño,

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con los labios heridos con los párpados sin sueño, con el pedazo de pecho donde está sembrado el musgo del resentimiento y el narciso, con el hombro izquierdo con el hombro que carga las flores y el vino, con las uñas que aún están adentro y no han salido, con el porvenir sin premio con el pasado sin castigo, con el aliento, con el silbido, con el último bocado de tiempo, con el último sorbo de

líquido con el último verso del último libro. Y con lo que será ajeno. Y con lo que fue mío. Somos la orquídea de acero, florecimos en la trinchera como el moho sobre el filo de la

espada, somos una vegetación de sangre, somos flores de carne que chorrean sangre, somos la muerte recién podada que florecerá muertes y más muertes hasta hacer un

inmenso jardín de muertes. Como la enredadera púrpura de filosa raíz, que corta el corazón y se siembra en la fangosa sangre y sube y baja según su peligrosa marea. Así hemos inundado el pecho de los vivos, somos la selva que avanza. Somos la tierra presente. Vegetal y podrida. Pantano corrompido que burbujea mariposas y arco-iris. Donde tu cáscara se levanta están nuestros huesos llorosos, nuestro dolor brillante en carne viva, oh santa y hedionda tierra nuestra, humus humanos. Desde mi gris sube mi ávida mirada, mi ojo viejo y tardo, ya encanecido, desde el fondo de un vértigo lamoso sin negro y sin color completamente ciego. Asciendo como topo hacia el aire que huele mi vista,

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el ojo de mi olfato, y el murciélago todo hecho de sonido. Aqui la piedra es piedra, pero ni el tacto sordo puede imaginar si vamos o venimos, pero venimos, sí, desde mi fondo espeso, pero vamos, ya lo sentimos, en los dedos podridos y en esta cruel mudez que quiere cantar. Como un súbito amanecer que la sangre dibuja irrumpe el violento deseo de sufrir, y luego el llanto fluyendo como la uña de la carne y el rabioso corazón ladrando en la puerta. Y en la puerta un cubo que se palpa y un camino verde bajo los pies hasta el pozo, hasta más hondo aún, hasta el agua, y en el agua una palabra samaritana hasta más hondo aún, hasta el beso, Del mar opaco que me empuja llevo en mi sangre el hueco de su ola, el hueco de su huida, un precipicio de sal aposentada. Si algo traigo para decir, dispensadme, en el bello camino lo he olvidado. Por un descuido me comí la espuma, perdonadme, que vengo enamorado. Detrás de ti quedan ahora cosas despreocupadas, dulces. Pájaros muertos, árboles sin riego. Una hiedra marchita. Un olor de recuerdo. No hay nada exacto, no hay nada malo ni bueno, y parece que la vida se ha marchado hacia el país del trueno. Tú, que vista en un jarrón de flores el golpe de esta fuerza, tú, la invitada al viento en fiesta. tu, la dueña de una cotorra y un coche de ágiles ruedas, sobre la verja tú que miraste a un caballo del tiovivo y quedar sobre la grama como esperando que lo montasen los niños de la escuela, asiste ahora, con ojos pálidos, a esta naturaleza muerta. Los frutos no maduran en este aire dormido sino lentamente, de tal suerte que parecen marchitos, y hasta los insectos se equivocan en esta primavera sonámbula, sin sentido.

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La naturaleza tiene ausente a su marido. No tienen ni fuerzas suficientes para morir las semillas del cultivo y su muerte se oye como el hilito de sangre que sale de la boca del hombre herido. Rosas solteronas, flores que parecen usadas en la fiesta del olvido, débil olor de tumbas, de hierbas que mueren sobre mármoles inscritos. Ni un solo grito. Ni siquiera la voz de un pájaro o de un niño o el ruido de un bravo asesino con su cuchillo. ¡Qué dieras hoy por tener manchado de sangre el vestido! ¡Qué dieras por encontrar habitado algún nido! ¡Qué dieras porque sembraran en tu carne un hijo! Por fin, Señor de los Ejércitos, he aquí el dolor supremo. He aquí, sin lástimas, sin subterfugios, sin versos, el dolor verdadero. Por fin, Señor, he aquí frente a nosotros el dolor parado en seco. No es un dolor por los heridos ni por los muertos, ni por la sangre derramada ni por la tierra llena de lamentos ni por las ciudades vacías de casas ni por los campos llenos de huérfanos. Es el dolor entero. No pueden haber lágrimas ni duelo ni palabras ni recuerdos, pues nada cabe ya dentro del pecho. Todos los ruidos del mundo forman un gran silencio. Todos los hombres del mundo forman un solo espectro. En medio de este dolor, ¡soldado!, queda tu puesto vacío o lleno. Las vidas de los que quedan están con huecos, tienen vacíos completos, como si se hubieran sacado bocados de carne de sus cuerpos. Asómate a este boquete, a éste que tengo en el pecho, para ver cielos e infiernos. Mira mi cabeza hendida por millares de agujeros: a través brilla un sol blanco, a través un astro negro. Toca mi mano, esta mano que ayer sostuvo un acero: ¡puedes pasar en el aire, a través de ella, tus dedos! He aquí la ausencia del hombre, fuga de carne, de miedo, días, cosas, almas, fuego. Todo se quedó en el tiempo. Todo se quemó allá lejos

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Fragmentos eliminados

1*

Grande, alto, fuerte, de enorme músculo encendido, el día se levanta y alza la mano en busca del rostro del Señor. No hacen un día todas las vidas de los hombres. Ni todas las guerras juntas hacen tanta lucha. Es triste el hombre vivo que ensaya el pobre aliento en su pierna, en su caballo, en su mujer. Ni todas las piernas del mundo hacen la carrera del día, ni todos los caballos pueden arrastrar un ayer. Pero este día arrastra al otro y al otro día, perfectos y redondos modelos del trabajo del sol ante el hombre de manos inútiles que ha dejado escapar el milagro, ante las barbas del hombre el brazo del día se alza día a día hasta tocar las barbas del Señor. ¡Las espantosas barbas del Señor!

2**

Dicen que vais a la guerra. ¡Qué vais a ir! Dicen que partís al alba. ¡Qué vais a partir! Dicen que sois fuertes, dicen que sois altos, dicen que vais a luchar. Dicen que anheláis la lucha. ¡Qué va!

Dicen que daréis la sangre además de viejos tubos de dentífrico y de jabón de afeitar.

Dicen que vais a acabar con el hambre de los pueblos, pero después de cenar.

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Dicen que pondréis las cosas en su lugar, pero hay mucho lugar sin cosas y muchas cosas sin lugar. Os esperan esas cosas enfurecidas, allá; ¿y vais a partir? ¡Qué va! Allá sólo el bronce tiembla y lo hace para cantar. ¡Y vosotros, ya tembláis! Tembláis de miedo a morir, y dicen que vais a la guerra… ¡Qué vais a ir!

1(Este fragmento inicial fue publicado por primera vez en el suplemento La Prensa Literaria, Managua, Nicaragua, 5 de diciembre de 1965.)

2(Este otro fragmento fue recogido por Luis Alberto Cabrales en su libro: Política de Estados Unidos y poesía de Hispanoamérica. Managua, Publicaciones del Ministerio de Educación Pública, 1958.)

Invento de un nuevo beso

Bela amie, si est de nos: Ne vos sanz moi, ne sanz vos!

MARIE DE FRANCE

En junio comienza tu estación espiritual con un bostezo hablando de asuntos adecuados a tu olfato pequeño leyendo lindas aventuras de amor y de misterio. Algo hay detrás de ti, cuando tú misma pretendes custodiar la espalda de tus pensamientos cuando tu propia sombra, al verte primavera, se cree invierno.

Confesar que la lluvia es enemiga del sosiego, decir “estoy bien” y asustarse del acento,

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estar triste a la hora en que se abren los sueños, esto revela que tratas de desviar tu recuerdo, de sustraer tu vida a mi secreto.

Simple es la historia universal, como este cuento.

Pero ahora comienzas a gritar en silencio, a encender cigarrillos sin fuego, a verte sin espejo.

Como si yo no oyera, mujer, a través de tu cuerpo el enorme ruido de tu miedo. Como si no sintiera que nos envuelve el mismo viento ciego! Porque podemos sostener con nuestras maños unidas la cabeza del tiempo que cae con vaivén de péndulo, porque en junio florecen los recuerdos y maduran los sueños, porque lo que hay entre mi fuerza y tu debilidad ya lo sabemos, porque estamos detrás de nuestros propios pensamientos leyendo de nuevo la aventura de amor y de misterio.

Construcción de tu cuerpo

Estás desnuda aún, gran flor de sueño, animal que agita las aguas del alma, emoción hecha piedra.

Tu realidad vacía pide socorro en la ventana llora su altura esquiva, resbala su materia, el deseo de quemarla sube en el sediento fuego. Bajan sólo las voces, las cintas imposibles amarradas al recuerdo, dos o tres pétalos. Un río de agua negra cruza a través de mi sueño. Mi esfuerzo de zarcillo se malogra en la torre,

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en la lisa torre donde vive tu mano quiebra las uñas de mis gritos. ¿Hasta cuándo bajarás en tu propia voz, cuándo brotará tu forma? Los ascensos ilimitados y las aguas profundas han construido tu nombre, yo te ofrezco mi sangre para completar tu ser para vertirte por dentro, mi amor te esculpirá la carne tallándote igual a ti, se realizará tu bella espalda, existirán al fin tus senos que fueron confiados a la nada, tus ojos previstos desde la eternidad.

Los pájaros llorarán conmigo al oír por primera vez tu voz, tu voz escogida entre todas las voces. trayéndote asida de la lengua, el agua negra temblará al escuchar tu grito de ¡Materia!

En aires insospechados flota tu tensa arquitectura, tus medidas luchan contra los abismos, pero cada uno de tus nervios va siendo colocado, se prueba la integridad de sus sonidos para que el victorioso piano toque la música de tu cuerpo en movimiento. La derrota del vacío vendrá a colmar mis venas perfumadas a dar el primer vino a la sed del fuego. Tu sufrimiento de vivir ha sido catalogado entre las cosas más lindas del universo, el tributo de amor más grande que se conoce.

Un temblor ignorado invade tu esencia pues la emoción de encontrarme aún no conoce las palabras, tus oídos sin existencia no recogerán todavía estos versos pero sabes que te espero en el puente de mi carne alzando hacia ti mis brazos en llamas con todo mi pequeño ser pidiendo tu realidad, rogando la certeza de su sueño.

Tendrás que ser al fin, porque conozco tu perfume secreto, porque sé tu nombre que nunca ha sido pronunciado, porque he sentido en el aire el molde de tu cuerpo, porque encontré en el espacio el lugar de tus manos y en el tiempo la hora de tu caricia.

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Porque este poema tuyo, desde lejos lo dictas tú en silencio, porque mis brazos se extienden hacia ti sin quererlo, porque esto es demasiado para el sueño.

Despedida

Es preciso que levantes el brazo derecho porque quiero llevar de ti un recuerdo de árbol. Quiero saber que dejo sembrada en el horizonte tu mano.

Tu mano que al viento crezca recordada, tu mano que lo diga todo. Nada.

Es preciso que levantes el brazo derecho para ver de lejos temblar tu corazón entre tus dedos. Tu corazón, fruto que dio, sembrada en mis recuerdos tu mano.

Tu mano que al viento diga de ese modo nada. Todo.

Las bodas del carpintero

(Canto de Matrimonio)

Las junturas de tus muslos son como goznes labrados de mano maestra. Es ése tu seno cual taza hecha a torno.

CANTAR DE CANTARES

HIMNO DEL MARIDO

Oh largo paso hacia la madurez, hacia la ardiente paz que prepara la madera de María corazón de cedro fragante!

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Es el material vestido de domingo asomado a tus dedos, es el olor de sándalo de tus manos de palo, el perfume de tus cuatro costados,

la habitación nueva de tu cuerpo alfombrado, tu viga recién labrada, tu palabra de rama recién cortada.

Esta es la serena puerta del tiempo que se abre ante tu rosa madura, tu frondosa presencia que alumbra los lugares donde permanecerán los hijos,

el serrín de tu cuerpo taladrado la tabla de una caja que se ensancha tu destino en el fuego de la sangre. ¡Oh largo paso hacia el hogar de cenizas sagradas! Entra, entra a las brasas que esperan en ardiente familia tu tronco dorado.

CANTO DE LA ESPOSA

Carpintero, labra, carpintero, labra mi cuerpo entero. Hazme silla para tu descanso, cama para tu sueño, tu sueño entero, carpintero. Hazme mesa para tu almuerzo, come, carpintero hambriento. Sueña, carpintero despierto, pero labra, carpintero, labra mi cuerpo entero.

Trabájame, artesano, con el trabajo de tu mano. Haz de mi cuerpo un lecho, de mi mano un vaso. Hiéreme con tu amor de filo rápido, córtame la flor, corta el racimo de sueños enamorados, corta también la hoja, corta el árbol. Corta mi carne de laurel, córtala a tu nivel. Clávame, martillero. Púleme, garlopero.

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Carpintero, labra, carpintero, labra mi cuerpo obrero.

EL JURAMENTO

¡María, María, María de la carpintería!

Aquí estoy, señor, esperando tu amor.

María, te llaman mis brazos, te llaman mis labios, te llama mi sangre, María, te llama mi voz.

Señor, te llama mi amor.

La vida pregunta, María, si puede dormir con los dos. Mi vida te llama a la cama, María, nos llama a los dos.

La mía responde, señor.

La muerte de reglas podridas, la vieja de tablas desnudas está en el rincón. La muerte asegura, María, que luego seremos carbón.

Cenizas seremos tú y yo.

Allí llegarán nuestras vidas, allí llegará nuestro amor. Hasta la muerte, María.

¡Hasta más allá, señor!

LA ORACIÓN

Virgen de tabla pintada. Virgen de dulce madera,

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ya nuestras manos unidas forman una sola regla, nuestros cuerpos se han juntado incrustando los deseos, ya los dos seres de palo formamos un solo mueble.

Está tu mesa servida, está tu silla dispuesta, tu rezador de dos brazos, tu hermosa cama de suegra. Nuestra vida y nuestra casa sólo por ti están abiertas, sólo esperamos tu entrada para clavar nuestra reja. Ahora somos la puerta de dos hojas, que se cierra, somos dos leños unidos que forman la cruz completa.

Virgen de la tabla honrada. Virgen de dios y madera. como tu Hijo, llevamos desde hoy, nuestra obra a cuestas.

EL CORO

La fuerza del trabajo sobre el seno las pesadas manos sobre el pecho exigen troncos nuevos a los cuerpos pan y vino a los elementos pedazos de realidad al sueño.

Las maderas se abren y crujen en deseos los sagrados tablones que fabrican y queman los hogares obreros el carpintero ardiendo que hace más carpinteros el mueble en llamas y la savia corriendo hacia los puntos de retoño, hacia el retoño del fuego.

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Oh detenida savia, oh esperanza de hojas en suspirar de frutos percibida, una vez más caminarás hacia la vida!

Oh retoño guardado en el ropero, oh rosa de la puerta, oh flor del macetero, oh fruta que nace sola del frutero!

Oh nuevo amor de la carpintería, oh viejo amor de la maderería, oh eterno corazón de cedro de María!

Nosotros

Estamos desamparados en el mundo hediondo, el aire se ríe de nosotros, el agua se ríe de nosotros. El fuego se va, no podemos guardarlo solo, te digo que se ríe de nosotros. Para tener el árbol, necesitas sembrarlo en el lodo. Para tener el lodo, necesitamos morirnos nosotros. La fruta que te comes, fue tu abuelo hecho polvo, más tarde tu cabeza será un coco, los árboles se ríen de nosotros. El aire que respiras se sale por dos hoyos, el agua que te bebes se sale por los poros, se burlan los lagartos, se burlan los garrobos, los animales se ríen de nosotros, estamos desamparados en el mundo hediondo…

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Elegía de la pájara

Oh loca y dulce pájara comedora de frutas, devuélveme el vino verde de tu plumaje esquivo, derrámalo en el aire emborrachado a gritos, agítalo en mi alma con tu pico desnudo! Que la diosa que surte los campos de aves nuevas vierta sobre mi sangre este licor agreste, que tu color circule a través de mi cuerpo nido de locos pájaros ¡ay! pájaros muertos. Pero la dulce luna, la que escucha los cantos silenciosos de las aves sin lengua, el cadáver de tu alma flotando como un pétalo. Con tu mirada ciega y honda como un clavo estás fijando el vértice de este momento triste, mientras suena en el aire rumor de plumas secas y las alas quebradas se desgajan con sueño. Sube, pájara, sube a la postrera rama, la que despide al mundo, el puerto de los cielos; lanza tu carne loca florecida de plumas, lanza tu carne dulce perfumada de frutas. Hacia ti estas dos manos, estas manos que esperan el manojo de sangre de selva de tu cuerpo para mostrarlo al mundo como una joya fúlgida, como lo mejor, lo mejor de la cosecha. Sobre este llanto mío que se apague tu vuelo, que se ahogue en sollozos el clarín de tu grito, y que tu cuerpo tibio descanse para siempre en mi dolor que tiene la forma de tu nido.

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A un poeta silencioso

No hay duda. La guerra ha terminado porque hoy amanecieron abiertas las tiendas. Haceme un poco de poesía. Vivamos un rato de paz como si estuviéramos de vacaciones, amemos locamente sin precauciones. Haceme un poco de poesía. No vayas hoy donde el dentista. Él también se emborrachó Olvida tu vieja caries. Ponete los zapatos nuevos, y haceme un poco de poesía. Se te entrega un mundo hecho a tu imagen y semejanza, el universo y el traje a la medida. La historia es un baile y ésta es la oportunidad de sacarle compás a tu paso. Allí están los espejos del mundo, las galerías de retratos, allí está lo que hemos hecho. Haceme un poco de poesía.

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Homenaje a Joaquín Pasos Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra, / si es que llegáis a viejos, / si es que entonces quedó alguna piedra. Joaquín Pasos, Canto de guerra de las cosas. Mario Urtecho “Yo moriré de angustia alguna noche, alguna…”, escribió Joaquín Pasos a los 13 años. Veinte años después aquel verso lapidario adquiriría categoría de premonición al enfrentar la madrugada del 20 de enero de 1947, la agonía final que clausuró su vida prematura. La una de la madrugada marcara el reloj de Catedral cuando el poeta, que apenas divisaba ondear en el horizonte las banderas de sus 33 años, vio marchitarse su vida y con ella lo que faltaba por emerger de su poesía, para entonces seductora, enigmática, precisa y misteriosa. Quizá, en la soledad de la muerte, se haya visto detrás de los espejos “allí donde hay museos de museos / y las antiguas corbatas se ahorcan en silencio” y desde su cuerpo astral se haya despedido de su vieja cara nueva “que yo clavaba en un bastón y la paseaba por las aceras…”.

Del poeta, nacido en Granada de Nicaragua el 14 de mayo de 1914, se dice que a los tres años fue a la escuela y que el inglés lo supo siempre, sin que se sepa cómo y sin que nadie se lo hubiese enseñado, llamado por Pablo Antonio Cuadra el “inexplicable” inglés de Joaquín Pasos. Cultivó la poesía desde su infancia y desde entonces se veía la calidad que distinguiría pocos años después. Ernesto Cardenal dice haber visto en los papeles de Joaquín un cuaderno de versos de su infancia, “son versos románticos, pero no son malos, pues Joaquín nunca escribió versos malos”. A los 15 años escribía buena poesía vanguardista y a los dieciséis José Coronel Urtecho lo había llevado al grupo Vanguardia, integrado por Luis Alberto Cabrales, Manolo Cuadra, Pablo Antonio Cuadra, Octavio Rocha, Alberto Ordóñez, José Román, Luis Downing, Joaquín Zavala Urtecho y Carmen Sobalvarro, “una poeta enamorada de Sandino”.

Según Jorge Rodríguez Padrón, “al acoger a Joaquín Pasos como uno de los suyos, los vanguardistas nicaragüenses de 1929 permitieron, quizá sin plena conciencia de lo que hacían, que en el seno de su movimiento renovador, arraigara un vigoroso y verdadero principio poético”. Aquel joven -agrega- construye, de modo original, un orden inverso, alimentado por la espontaneidad de una palabra poética en estado puro que más tarde el poeta confesaría haber rescatado “entre los pequeños vestigios de la

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poesía popular que habíamos heredado del tiempo colonial”. “La aventura vanguardista de Joaquín Pasos, apenas adolescente, habla del hombre libre que ocupa el espacio de su lengua con una fuerza destructora y constructiva a la vez. No hay concesiones al orden ni se enajena en la tibieza o en la vulgaridad del estereotipo, por atractivo que éste pueda ser. El poeta no se limita a ser un discípulo. No es un converso que se contente, religiosamente, con cumplir el ritual aprendido. Disfruta la satisfecha alegría por el hallazgo, el placer del riesgo al osarse a buscar la otra cara de lo nombrado, que es lo vivido, y de la palabra que lo nombra, que es la vida. Su existencia nada es sin el árbol de palabras que de ella brota y se abre imparable y se dispersa en prodigiosa fundación verbal. En él vida y poesía son lo mismo, sin hiato alguno: un cuerpo de palabras, contemplación recíproca de la una en la otra, desde la mutua perplejidad que abre -misteriosamente- las puertas de esa revelación que con extremado celo, toda poesía guarda, aguardando el encuentro”.

A los veinte años se trasladó a Managua donde con Joaquín Zavala fundó Opera Bufa, revista política, literaria y humorística en la que denunciaba a los partidos Liberal y Conservador. Decía que había una conspiración de los ancianos contra los jóvenes, y que los ancianos no sólo dirigían la política sino las revoluciones, para que murieran los jóvenes. Trabajó en la página literaria Los Lunes de La Prensa, en la revista 1938, que dirigió con Ordóñez Argüello y en Los Lunes de La Nueva Prensa, una revista humorística dedicada casi exclusivamente a atacar a Somoza García y que con él la hacían el poeta Manolo Cuadra, los humoristas Ge Erre Ene y Alejandro Cuadra, y el caricaturista Toño López. Sus burlas al tirano lo llevaron varias veces a las cárceles de La Aviación y El Hormiguero, de ingratos recuerdos para muchos nicaragüenses que jóvenes sobrevivieron a las torturas y que ahora viejos, -si es que llegaron a viejos-, aún intentan sobrevivir entre las desventuras de este desafortunado país.

En la introducción que Ernesto Cardenal escribiera para el libro Poemas de un Joven (Editorial Nueva Nicaragua, Febrero 1983) se lee: “Joaquín Pasos nunca publicó un libro sino que dejó su obra dispersa en muchos periódicos y revistas de Nicaragua y el extranjero. Revisando sus papeles para reunir sus poesías… me encontré el título que él había escogido para su libro de poemas: Poemas de un joven. El título fue profético porque Joaquín Pasos murió joven. Siempre fue joven. Siempre se estaba recibiendo de abogado y no se recibió nunca (y todavía al morir estaba pensando escribir su tesis); siempre se iba a casar y no se casó nunca, siempre iba a publicar su libro de poemas y no lo publicó nunca…”.

La poesía de Joaquín Pasos espera por quienes deseen acercarse a ella, sumergirse en sus aguas, apacibles y diáfanas o agitadas y misteriosas, para

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disfrutarla como se disfruta, cuando se alcanza, un deseo durante mucho tiempo anhelado. Joaquín Pasos pintó tan buenos poemas como los mejores de la poesía nicaragüense y de América entera. Sus versos llevan la marca indeleble de lo que se escribió para ser y quedarse. A veces son abstractos como se perfila con nitidez en el Poema inmenso: “En estas tardes tu perfil no tiene línea precisa…”. O palpitantes como en la Construcción de tu cuerpo: “Estás desnuda aun, flor de sueño, / animal que agita las aguas del alma, / emoción hecha piedra…”. Y enigmáticos como en Imagen de la niña del pelo: “sólo está el agua ciega que palpita / turbada por el paso de los sueños…”. A Joaquín Pasos lo asocio con Leonel Rugama, el poeta de Estelí, muerto en combate a los 20 años, más joven que Joaquín, -pero también grande en la literatura nacional - y lo asocio no sólo por ser poeta, sino porque él como Leonel, no fue indiferente frente a la realidad que le tocó vivir en la Nicaragua de la intervención norteamericana y de Somoza.

Termino este homenaje en los 90 años del nacimiento de Joaquín Pasos reproduciendo uno de sus editoriales escrito hace 70 años en Opera Bufa, cuyo contenido encierra una vigencia tan impresionante que al leerlo pareciera que Nicaragua, -donde todo se comercia-, está atrapada en los indescifrables laberintos del tiempo. Escribió el poeta:

“Se comercian las ideas, se comercia el honor, se comercia el gobierno, el amor, la mujer, el hombre, el periódico, el voto, el sentido común. Se comercia la razón, la tierra, el canal. Se comercia el sandinismo, el conservatismo y el agua. Se comercia el liberalismo, la luz, el pensamiento y la caricatura. Se comercian: la aptitud, la opción, el verso, la conciencia, la palabra, la prosa, el discurso, la política y el odio. Se comercia la estupidez y la tontería. Se comercian la noticia y La Noticia. Se comercia la nación y La Nación se comercia el comercio y El Comercio.

A pesar de lo que dicen, también se comercian: el banco, la guerra, la ley, el senado y el beso. Se comercia la ley. Se vende la ley. Se compra la ley. Se vende la presidencia. Se compra la presidencia. Se comercia la presidencia. Se comercian los ministros, los secretarios, las revistas y el entusiasmo. Se vendieron las aduanas y los ferrocarriles. Se regala el canal proyectado. Están en baratillo: la belleza, la virginidad, los candidatos, los cándidos, los ideales, los abogados, los médicos y los dentistas.

Están en subasta al mejor postor: el cónsul, el yanquee, el prejuicio, la decencia y los territorios nacionales. Además se comercian la juventud, la policía y el prestigio, etcétera, se comercian los etcéteras. Y mientras todo se vende y se comercia: Nicaragua está en quiebra”.

Managua, Mayo 7 2004

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Joaquín Pasos

Nació en Granada el 14 de mayo de 1914, se formó en el Colegio Centroamérica hasta bachillerarse. Anteriormente había estudiado parte de la primaria en el centro escolar de una apreciable y recordada profesora de la ciudad, a la que dedicaría —años más tarde— su poema ocasional La era de la Carmela Noguera. Por consiguiente, la presencia granadina —con el muelle de su puerto lacustre y el kiosko de su Parque Colón, las niñas estudiando piano a las diez de la mañana y los cocoteros, a medianoche, temblando

bajo la luna— se halla presente en sus inicios poéticos. Un poeta precoz, que escribía poesía con facilidad desde niño, y que llegó a resumir, según el criterio de Manolo Cuadra, las dos tendencias fundamentales en que se debatía en el mundo la poesía de vanguardia: la claridad y el hermetismo —las dos hemisferios que constituían, a la vez., su propia naturaleza— un doble don que conservó hasta su muy temprana muerte. Fue también un estupendo humorista, y sus ataques a la dictadura de Somoza en La Semana Cómica y Los Lunes de la Nueva Prensa lo llevaron no pocas veces a la cárcel. 1932 fue el año de su floración vanguardista, rica en vivencias literarias. Algunos lo toman muy en serio, como Pedro J. Cuadra Ch., director de El Diario Nicaragüense, quien le dedica unas glosas de sus artículos combativos en un pequeño libro: Puntos de literatura. De 1933 a 1934, mientras colabora en Suplemento, La Reacción y La Voz de Oriente, estudia Derecho en su ciudad natal. En 1935 se trasladó a Managua para proseguir su carrera. Labora y colabora en varias revistas: Opera bufa 1938, Centro, Los Lunes de la Nueva Prensa (donde tiene a su cargo las sesiones fijas “Laboratorio” y “Manicomio”). Termina su quinto curso de Derecho en la Universidad Central, pero no se preocupa por obtener el título. Viaja por avión a San José de Costa Rica en busca del libro Todo puede suceder de George y Helen Papashvily. Su familia le arregla sus cosas personales en casa de una novia, con la que nunca contrae matrimonio; en cambio, tiene un hijo con otra.

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Había dejado corregidas las pruebas de una selección poética Breve suma (Managua, Editorial Nuevos Horizontes). Y un traductor de poesía francesa y japonesa, china y africana; un cuentista (su cuento El ángel pobre debe figurar en todas las antologías centroamericanas), un ensayista, un humorista y un poeta excelente había desaparecido. En 1943, a la edad de 29 años, fueron escogidas las muestras de su inagotable madurez poética para representar al Movimiento Nicaragüense de Vanguardia y Post-vanguardia, del que había sido su más alegre miembro y benjamín. Pero su poesía no era poesía de juventud sino juventud hecha poesía, dotada como nadie para la invención admirable y el fino humor. Su grandeza está en el poder que tiene de convertir el lenguaje poético en un lenguaje común, o viceversa, dentro de una transparencia que se vuelve mágica; o como escribe Ernesto Cardenal, purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo/ en el que un día se escribirán los tratados de comercio/ la Constitución, las cartas de amor, y los decretos...Su poema Canto de guerra de las cosas, escrito en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, es uno de los grandes momentos de nuestra literatura. Sus poesías sólo fueron recogidos muy parcialmente después de su muerte en Breve Suma (1947), un cuaderno publicado por la Editorial Nuevos Horizontes en Managua; pero la primer antología importante de su obra, seleccionada por Ernesto Cardenal, apareció en México en 1962 bajo el título Poemas de un joven. Los poemas fueron agrupados de acuerdo al plan que Joaquín había diseñado para su obra inédita: Poemas de un joven que no ha viajado nunca (que incluía sus poemas sobre países que nunca visitó, pues prácticamente no salió de Nicaragua); Poemas de un joven que no ha amado nunca (que incluía sus poesías de amor); Poemas de un joven que no sabe inglés (que incluía sus poemas en esa lengua, que aprendió sin maestro desde niño); y además, Misterio indio, sus poemas de temática indígena. Dentro de su evolución creadora, se distinguen dos fases: la adolescente, que abarca de 1928 a 1935, gestada entre los catorce y veintiún años de edad; y la juvenil propiamente dicha, a partir del último año. A la primera fase pertenecen canciones inspiradas en modelos alemanes e ingleses, y especialmente españoles. La dipsomanía le hostiga, prepara su agonía; y el 20 de enero de 1947, cuatro meses antes de cumplir los 33 años, se le acaba la vida.

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Muestrario de Poesía

Libros de Regalo

1. Llevar a Gladys de Vuelta a Casa y otros cuentos / Aquiles Julián 2. Letras sin Dueños / Aquiles Julián 3. Música, maestro / Aquiles Julián 4. Una Carta a García / Elbert Hubbard 5. 30 Historias de Nasrudín Hodja / Aquiles Julián 6. Historias para Crecer por Dentro / Aquiles Julián 7. Acres de Diamantes / Russell Conwell 8. 3 Historias con un país de fondo / Armando Almánzar R. 9. Pequeños prodigios / Aquiles Julián 10. El Go-getter / Peter Kyne 11. Mujer que llamo Laura / Aquiles Julián 12. Historias para cambiar tu vida / Aquiles Julián 13. El ingenio del Mulá Nasrudín / Aquiles Julián 15. Algo muy grave va a suceder en este pueblo / Gabriel García Márquez 16. Cuatro cuentos / Juan Bosch 17. Historias que iluminan el alma / Aquiles Julián 18. Los temperamentos / Conrado Hock 19. Una rosa para Emily / William Faulkner 20. El abogado y otros cuentos / Arkadi Averchenko 21. Luis Pie y Los Vengadores / Juan Bosch 22. Ahora que vuelvo, Ton / René del Risco 23. La casa de Matriona / Alexander Solzenitsin 24. Josefina, atiende a los señores y otros textos / Guillermo Cabrera Infante 25. El bloqueo y otros cuentos / Murilo Rubiao

26. Rashomon y otros cuentos / Ryunosuke Akutagawa 27. El traje del prisionero y otros cuentos / Naguib Mahfuz 28. Cuentos árabes / Aquiles Julián 29. Semejante a la noche y otros textos / Alejo Carpentier 30. La tercera orilla del río y otros cuentos / Joao Guimaraes Rosa 31. Leyendas aymarás / Aquiles Julián 32. La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua /Jorge Amado 33. Un brazo / Yasunari Kawabata 34. Cuentos africanos 2 / Aquiles Julián 35. Dos cuentos / Yukio Mishima 36. Mejor que arder y otros cuentos / Clarice Lispector 37. La raya del olvido y otros cuentos / Carlos Fuentes 38. En el fondo del caño hay un negrito y otros cuentos / José Luis González 39. La muerte de los Aranco y otros cuentos / José María Arguedas 40. El hombre de hielo y otros cuentos / Haruki Murakami 41. Dos cuentos / Pedro Juan Soto 42. Aquellos días en Odessa y otros cuentos / Heinrich Böll 43. 12 cartas de amor y un amorcito y otros cuentos / Juan Aburto 44. Rebelión en la granja / George Orwell 45. Cuentos hindúes / Aquiles Julián 46. El libro de los panegíricos / Rubem Fonseca 47. Juana la Campa te vengará y otros cuentos / Carlos Eduardo Zavaleta

1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo 3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín Pasos

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CIENSALUD 1. Inteligencia de Salud y Bienestar: 7 pasos Cristina Gutiérrez 2. Cómo prevenir la osteoporosis Cristina Gutiérrez

Iniciadores de Negocios 1. La esencia del coaching Varios autores 2. El Circuito Activo de Ventas, CVA Aquiles Julián 3. El origen del mal servicio al cliente Aquiles Julián 4. El activo más desperdiciado en las empresas Aquiles Julián 5. El software del cerebro: Introducción a la PNL Varios autores 6. Cómo tener siempre tiempo Aquiles Julián 7. El hombre más rico de Babilonia George S. Clason 8. Cómo hacer proyectos y propuestas bien pensados Liana Arias 9. El diálogo socrático. Su aplicación en el proceso Humberto del Pozo de venta. López 10. Principios y leyes del éxito Varios autores

48. Venezuela cuenta 1 / Varios autores 49. La habitación roja / Edogawa Rampo 50. Jóvenes cuentistas de América Latina 1 / Varios Autores

51. Caballo en el salitral y otros cuentos / Antonio Di Benedetto

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Colección

Muestrario de

Poesía 2008