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JOSÉGAOS CONFESIONES DE TRANSTERRADO E n cuanto me pidió que hablara en esta reunión Don Bernardo Giner de los Ríos, a quien no podía, naturalmente, sino complacer, pensé que el tema más adecuado era aquél sobre el cual voy efectivamente a hablar. Las experiencias de la vida van haciendo que se nos ocurran ideas -a todos, no sólo a los intelectuales. Las experiencias más importantes, más decisivas, más ideas e ideas también más importantes, más decisivas. La experiencia de la emigración, del destierro es, sin duda, una de las más importantes, de las más decisivas. Nada tan explicable, pues, como que esta experiencia haya hecho que a todos, seguramente, cuantos hemos pasado por ella, se nos hayan ocurrido muchas ideas e ideas relativamente importantes y decisivas. La que quizá no se haya ocurrido igualmente a todos, es la de reunirlas y sistematizarlas. Reunir y sistematizar ideas no es ni gusto o vocación ni de- ber profesional de todos, ni siquiera, quizá, faena provechosa para todos, sino sólo de algunos y para ellos -entre los cuales no tengo más remedio que contarme, como consecuencia forzosa de la profesión que elegí en los días poco previsores de la juventud. Sin embargo, hasta ahora no había hecho más que pensar, decir ocasionalmente y exponer más o menos en algunas de mis publicaciones -que puedo suponer suficientemen- te poco conocidas-, unas u otras de las ideas que creo deber a la experiencia de la emigración y el destierro; hasta ahora no las había reunido y sistematizado; pero venía deseando una ocasión de hacerlo -yen cuanto don Bernardo me pidió que hablara en esta reunión, pensé que ésta era la ocasión deseada- pues también pen- que podía interesar a ustedes tanto como a cambiar ideas, las respectivas ideas, debidas a expe- riencia tan importante y decisiva, hecha más o menos por la mayoría de los reunidos aquí, si no igualmente por la totalidad. Me . parece que la primera idea a que debo referirme es la de quedarme definitivamente en México, por lo pronto que la tuve y por las que deter- minó y las que la determinaron. La tuve desde muy poco después de arribar a México, determinada por otras dos: una, circunstancial, la idea de la duración previsible de la estancia en México; la otra, de un orden más independiente de las circunstancias, de una índo- le más general. Ésta fue la idea de que puede vivirse en plan provisional o en plan definitivo, pero que en plan pro- visional no se hace nunca nada que valga la pena, por lo que es mejor ponerse siempre en plan definitivo: ponerse en plan definitivo es ponerse en camino de hacer lo más y lo mejor que se pueda, exponiéndose, tan sólo, a no llegar a hacerlo; pero ponerse en plan provisional es ponerse pura y simplemente en plan de no hacer nada que valga la pena, repito, y hasta de no hacer nada, a secas. Sin embargo, quizá, sea tan impo- sible ponerse en plan definitivo, cuando se tiene la convicción de lo provisional de la vida en que se entra, co- mo imperioso ponerse en plan definitivo cuando se tiene la convicción contraria: la de que la vida en que se entra no va a ser tan provisional como pudiera quererse. Ahora, esta convicción fue la correspondiente a la primera de las dos ideas que anuncié antes: la idea de que la estancia en México iba a durar lo bastante para que tuviese sentido plantearse la cuestión de si la vuelta a España tendría, a su vez, sentido. Yo había arribado a México muy convencido de que si la guerra de España -me he resistido siempre a decir "la guerra civil es- pañola"- no empalmaba con la guerra mundial, como me parecía aún posible, pero no más, sería perdida por la República pero seguida inmediatamente por la mundial; y nada convencido, en cambio, de que la segunda guerra mundial sería corta, sino de que bien podía durar tanto como la primera, si no más; o, como suma y conclusión, convencido de que la estancia en México iba a ser por lo menos de un lustro, como poco tiempo después de encontrarme en México le dije a D. Daniel Cosía Villegas, encargado de pilotamos a los miembros de la proyectada Casa de España en México antes de la llegada de Alfonso Reyes: Ustedes nos ofrecen el asilo de la Casa de España en México para que podamos seguir trabajando mientras continúe la ------------[I]¡---------------

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  • JOSGAOS

    CONFESIONES DE TRANSTERRADO

    En cuanto me pidi que hablara en esta reuninDon Bernardo Giner de los Ros, a quien nopoda, naturalmente, sino complacer, pens queel tema ms adecuado era aqul sobre el cual voyefectivamente a hablar. Las experiencias de la vida vanhaciendo que se nos ocurran ideas -a todos, no slo alos intelectuales. Las experiencias ms importantes, msdecisivas, ms ideas e ideas tambin ms importantes,ms decisivas. La experiencia de la emigracin, deldestierro es, sin duda, una de las ms importantes, delas ms decisivas. Nada tan explicable, pues, como queesta experiencia haya hecho que a todos, seguramente,cuantos hemos pasado por ella, se nos hayan ocurridomuchas ideas e ideas relativamente importantes ydecisivas. La que quiz no se haya ocurrido igualmentea todos, es la de reunirlas y sistematizarlas. Reunir ysistematizar ideas no es ni gusto o vocacin ni de-ber profesional de todos, ni siquiera, quiz, faenaprovechosa para todos, sino slo de algunos y para ellos-entre los cuales no tengo ms remedio que contarme,como consecuencia forzosa de la profesin que eleg enlos das poco previsores de la juventud. Sin embargo,hasta ahora no haba hecho ms que pensar, decirocasionalmente y exponer ms o menos en algunas demis publicaciones -que puedo suponer suficientemen-te poco conocidas-, unas u otras de las ideas que creodeber a la experiencia de la emigracin y el destierro;hasta ahora no las haba reunido y sistematizado; perovena deseando una ocasin de hacerlo -yen cuantodon Bernardo me pidi que hablara en esta reunin,pens que sta era la ocasin deseada- pues tambin pen-s que poda interesar a ustedes tanto como a mcambiar ideas, las respectivas ideas, debidas a expe-riencia tan importante y decisiva, hecha ms o menospor la mayora de los reunidos aqu, si no igualmente porla totalidad.

    Me .parece que la primera idea a que deboreferirme es la de quedarme definitivamente enMxico, por lo pronto que la tuve y por las que deter-min y las que la determinaron. La tuve desde muy

    poco despus de arribar a Mxico, determinada porotras dos: una, circunstancial, la idea de la duracinprevisible de la estancia en Mxico; la otra, de un ordenms independiente de las circunstancias, de una ndo-le ms general. sta fue la idea de que puede vivirse enplan provisional o en plan definitivo, pero que en plan pro-visional no se hace nunca nada que valga la pena, por loque es mejor ponerse siempre en plan definitivo:ponerse en plan definitivo es ponerse en camino dehacer lo ms y lo mejor que se pueda, exponindose, tanslo, a no llegar a hacerlo; pero ponerse en planprovisional es ponerse pura y simplemente en plan deno hacer nada que valga la pena, repito, y hasta de nohacer nada, a secas. Sin embargo, quiz, sea tan impo-sible ponerse en plan definitivo, cuando se tiene laconviccin de lo provisional de la vida en que se entra, co-mo imperioso ponerse en plan definitivo cuando setiene la conviccin contraria: la de que la vida en quese entra no va a ser tan provisional como pudieraquererse. Ahora, esta conviccin fue la correspondientea la primera de las dos ideas que anunci antes: la ideade que la estancia en Mxico iba a durar lo bastantepara que tuviese sentido plantearse la cuestin de sila vuelta a Espaa tendra, a su vez, sentido. Yo habaarribado a Mxico muy convencido de que si la guerra deEspaa -me he resistido siempre a decir "la guerra civil es-paola"- no empalmaba con la guerra mundial, comome pareca an posible, pero no ms, sera perdidapor la Repblica pero seguida inmediatamente porla mundial; y nada convencido, en cambio, de que lasegunda guerra mundial sera corta, sino de que bienpoda durar tanto como la primera, si no ms; o, comosuma y conclusin, convencido de que la estancia enMxico iba a ser por lo menos de un lustro, como pocotiempo despus de encontrarme en Mxico le dije a D.Daniel Cosa Villegas, encargado de pilotamos a losmiembros de la proyectada Casa de Espaa en Mxicoantes de la llegada de Alfonso Reyes: Ustedes nosofrecen el asilo de la Casa de Espaa en Mxico paraque podamos seguir trabajando mientras contine la

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    guerra en Espaa, y nos contratan por lo pronto porun ao -pero preveo que van a tener que cargar connosotros, vista su buena disposicin hacia nosotros,un poquitn ms: algo as como un lustro, por lo menos. Yaad lo ya dicho. Pero poco despus, otra vez, le aadotra cosa: que pensando que iba a ser como le habadicho, pensaba en quedarme en Mxico definitiva-mente. Haba llegado a Mxico a cumplir los treinta yocho aos. Era la mitad de una vida, toda una vida, unaprimera vida. La estancia en Mxico, no tanto porcuanto iba a durar, segn las previsiones, sino sobretodo por la decisin de emprenderla en plan definitivo,iba a representar una segunda vda. La vuelta a Espaanunca sera la vuelta a la primera vida. La Espaa de laeventual vuelta despus de lo que vena pasando e iba apasar an, entre ello, sobre todo, una guerra mundial,no sera la Espaa dejada. La vida en ella tendra queser, forzosamente, una tercera vida. No eran demasia-das vidas -para vivir ninguna cabalmente, o por lo me-nos, lo ms cabalmente posible? .. No sera msrazonable aceptar el destino mexicano efectivamentecomo un destino? .. Que el aceptarlo no haba sido pocorazonable, me lo confirm el da en que me parecique los republicanos espaoles debamos renunciara toda esperanza de ver desaparecer a Franco y surgimen dentro del horizonte entero visible y razo-nablemente previsible: el da posterior a la declaracinde Potsdam en que, despus de haberle dicho los tresgrandes vencedores en la guerra, solemnemente ante elmundo entero, a Franco, "vyase", y de no haberse ido, yde no haber pasado nada, me convenc de que ya no ibaa pasar nada, o de que Franco y su rgimen continuaranhasta un da, natural o catastrfico, de muerte naturaldel usurpador, o de nueva revolucin o guerra, en todocaso absolutamente imprevisible entonces con cualquierprecisin cronolgica o de otra ndole.

    Debo confesar que tal confirmacin de lo razonablede haber aceptado el destino mexicano, me plugo muy afondo. No simplemente por la vanidad de haber acer-tado, pueden creerme. Mucho ms seriamente porqueme senta, me viva ya empatriado, y muy a fondo, enMxico.

    Para ponerse a vivir en plan definitivo, no basta laidea de ser siempre lo mejor. No basta ni siquiera quererponerse en tal plan. Es indispensable poder ponerse enl, o que las circunstancias lo permitan, ya que no lofavorezcan. En mi caso, no lo haban permitido, solamente;lo haban favorecido tan poderosa y eficazmente como,esto, s que no lo prev en ningn momento -de los quese sucedieron...

    El factor fundamental fue aqu, sin duda, el nohaberme sentido en Mxico en ningn momento, desdeel de arribo hasta ste mismo, propiamente desterrado.Desde aquel primer momento tuve la impresin de nohaber dejado la tierra patria por una tierra extranjera,sino ms bien de haberme trasladado de una tierra de

    la patria a otra; como cuando me haba trasladado de laAsturias natal a la Valencia de los primeros aos dela juventud, y de sta al Len, la Zaragoza y el Madridde mis sucesivos puestos de profesor. Hasta tuve laimpresin de que el traslado era menor que el quehubiera sido el de cualquiera de las regiones o ciudadesdichas a Barcelona. En todo caso, y en una comida quenos dieron los profesores de Filosofa y Letras a loscompaeros espaoles incorporados a la UniversidadNacional, obligado a hablar, y queriendo expresar cmono me senta en Mxico desterrado, sino... , se me vino alas mientes y a la voz la palabra transterrado, que sin dudaresult ajustada a la idea que haba querido expresar consinceridad, y deba de ser la de una realidad no slo au-tntica, sino ms que puramente personal pues hizofortuna: desde entonces la he encontrado utilizada va-rias veces y no slo en Mxico ni por solos espaolesy mexicanos.

    Semejante impresin tena, pues, sus condicionesde posibilidad, como decimos los profesores de filoso-fa, con la perfectamente intil, pero inofensiva, la pobre,pedantera que nos es propia. La primera de ellas, laacogida que se nos vena dando. Una de las ideas motiva-das por la experiencia del transtierro -dir, ya, enadelante- que he repetido acaso ms, es la de losingular del caso de la acogida dada por Mxico a losrepublicanos espaoles en la historia universal entera. Alo largo de sta ha habido muchas emigraciones enmasa, ya violentas o forzadas, ya voluntarias y apacibles,aunque ms lo primero que lo segundo. Pero pareceque ninguna de las caractersticas de la de losrepublicanos espaoles a Mxico: en masa, forzosa, alseno de otro pueblo y tan bien acogida por ste. Ellome pareci particularmente perceptible y probado en ypor el caso precisamente de los profesores de filosofa.Acoger en masa a gentes tan indiscutiblemente tiles enalgunos casos como agricultores, obreros, ingenieros,mdicos, se comprende perfectamente sin ms. Acogera un pobre filsofo ms o menos distinguido y ms omenos superfluo, se comprende por razones o motivosque han ido histricamente desde el culto de la libertadde pensamiento hasta el mero sentimiento de humani-dad. Pero acoger a sujetos tan intiles en todos los casoscomo los profesores de filosofa cuando no francamenteperjudiciales, en nmero duplicante del de los profe-sores nativos como pas realmente en la Facultad deFilosofa de la Universidad Nacional de Mxico, no hapasado ms que en esta Facultad, que yo sepa -dela historia de la filosofa universal. Y encima, aun, laforma de la acogida: no como inferiores -segn pasen otros pases no menos obligados que Mxico,aunque tampoco lo estuviesen ms: ninguno lo estabasingularmente-; ni siquiera como iguales; sino comoprivilegiados: mientras que ni un Don Antonio Casoreciba un sueldo del que pudiera exclusivamente vivir,nosotros recibimos un sueldo con el que pudimos ha-

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  • ----------------1 UNIVERSIDAD DE MXICO /1------------------cerio; es decir: nosotros fuimos los primeros profesoresuniversitarios de carrera o de tiempo completo enMxico, aos antes de que se fundara la institucin paralos mexicanos -y para los espaoles, pues desde que sefund se nos ofrecieron y concedieron las plazas en losmismos trminos y nmeros que a los mexicanos.

    Pero con ser la acogida la que fue, no hubierapodido contrarrestar la accin de otras circunstancias,s adversas en vez de favorables. En ltimo trmino, nohubiera sido posible ella misma.

    Ante todo, obraron por igual favorablementealgunas semejanzas y algunas diferencias entre Espaa yMxico. El medio ambiente intelectual y capitalino enque tuvo lugar la acogida era lo bastante afn al espaolen que haba vivido ltimamente antes de la guerra, pa-ra ocultar por lo pronto la enorme originalidad de M-xico. La lengua es factor decisivo en todo caso de cambiode tierra, pero quiz para nadie como para el intelec-tual. Es por lo que dije antes que el traslado a Mxicome haba hecho la impresin de menor que el quehubiese sido a Barcelona: en la Universidad deBarcelona me hubiera sido imposible ensear en cata-ln, y aunque se me hubiera permitido hacerlo encastellano, y facilitado la convivencia en general por elbilingismo de los catalanes, siempre me hubieraencontrado en un medio cuya lengua propia era la cata-lana. Estoy dispuesto a reconocer que los espaoles delengua nativa castellana debamos haber aprendido elcataln -y el gallego o portugus- como los espaolesde lengua nativa catalana o gallega aprendan elcastellano, pero no habindola aprendido al debidotiempo, siempre se hubiera tratado del planteamientode un problema que no se plante en Mxico. Luego, amedida que la estancia y la penetracin en Mxico, y lapenetracin de l en uno, o la compenetracin con l,fue haciendo patente su originalidad, hasta mostrarsesta tan impresionante como lo es, en vez de resultar unmotor de repulsin, result un mvil de atraccin.Mxico tiene un gran nmero de pisos y comparti-mentos que le dan la fascinacin de las personalidadescomplejas, individuales y colectivas, hecha de misterioincitante de la curiosidad y prometedor de dramatismo,y de admiracin ante la riqueza de realidades y posibi-lidades y goce de las unas y de las otras. Pero con estose relaciona otra cosa ya.

    Aunque explicable por ideas generales acerca delpeso de las tradiciones anquilosantes de Europa y de ladensidad de poblacin, tambin intelectual, de Europa,y la juventud de los actuales pueblos de Amrica, suestado an de plasticidad histrica y su densidad depoblacin, principalmente intelectual, en todo caso enlos iberoamericanos, el contraste se me present coneficacia suficiente bajo una especie mucho ms de-finida. El plan definitivo de que se trataba era un plande trabajo -que requera las adecuadas posibilidades.Pues, justamente stas me pareci que se daban en

    Mxico mucho ms que en Espaa, o en Amrica queen Europa, porque fue en estos trminos, y no enaqullos, como me lo pareci. Pronto tambin tuve aqula impresin de haber entre Europa y Amrica un grancontraste en punto a las posibilidades del trabajointelectual, all era un problema encontrar temas detesis; haba temas tan trillados, que se aconsejaba noinsistir en ellos, por ejemplo, no ms tesis sobre lospresocrticos; haba ms candidatos para cada tema po-sible que temas para los aspirantes a tratar alguno; aqu,todo lo contrario: para los temas que se ocurran nopareca haber interesados en.dedicarse a estudiarlos;haba pululacin de temas en qu trabajar y el problemaera encontrar trabajadores para ellos. En vez, pues, deuna perspectiva de concurrencia intimidante, una pers-pectiva que no poda ser ms atractiva: la de ser dueo, node un campo, sino de varios, capaces de dar rendimien-tos que, por mdicos que fuesen, seran nicos y, aunqueslo fuese por ello, nuevos, originales, por ejemplo, elcampo de la historia de las ideas en Mxico. La pruebade que la impresin no era errnea es que, a pesar decuanto se ha trabajado en este campo durante este cuar-to de siglo, todava quedan por hacer trabajos tanimportantes como los ya hechos.

    Otras circunstancias calaban mucho ms hondo:representaban las condiciones de posibilidad msprofundas de todo lo que llevo dicho; y fueron las que mesugirieron las ideas que considero relativamente msimportantes entre cuantas debo a la experiencia deltranstierro. Me refiero a las relaciones entre Espaa yMxico o la Amrica espaola en general. Son las ideasacerca de estas relaciones las que ms me interesabareunir en buen orden, y ste sali de ellas mismas: ellasmismas lo llevaban en s. Es el orden cronolgico, delpresente hacia un pasado cada vez mayor, que es a la vezun orden de mayor profundidad, en que voy a decirlesde ellas.

    La resolucin de afincar en Mxico, a trabajar en ly para l, planteaba un problema de conciencia: defidelidad o infidelidad a la patria de origen. Porque nopareca bastar como justificacin la imposibilidadde volver a Espaa con la correlativa forzosidad dequedarse en Mxico. La idea de vivir definitivamenteen Mxico implicaba, es evidente, la de seguir viviendoaqu incluso en el caso de que se hiciese posible lavuelta a Espaa, incluso en el caso ms favorable -yobligatorio: por la vuelta de Espaa misma a unrgimen como aqul por defender el cual habamostenido que expatriarnos los republicanos. Laposibilidad de este caso bastaba, por poco probable quefuera en el momento, para hacer indispensable msjustificacin que la de la imposibilidad de volver o laforzosidad de quedarse: una justificacin que lo fueseaun en el caso ms favorable y obligatorio mencionado.En la comida a que me refer antes, haba terminado dehablar diciendo: siento que trabajar en Mxico y para

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    Mxico, es trabajar en Espaa y para Espaa. Estesentimiento, de identificacin entre Mxico y Espaa,era ya en parte consecuencia de ideas, pero debaacabar sindolo mucho ms: nicamente ideas acerca derelaciones histricas entre Espaa y Mxico podan darla justificacin indispensable.

    Las primeras de ellas -en el orden que anunci- ver-san, pues, sobre las relaciones entre Mxico y Espaa en laactualidad -en una actualidad que sigue siendo la de losaos mismos de la arribada a Mxico y an de la guerra.

    Pueden reducirse a las siguientes. La posicinpoltica internacional tomada por Mxico desde que lasublevacin que se bautiz a s misma como Movi-miento Nacional se exhibi francamente, esto es,descaradamente despus de haberlo sido desde unprincipio hipcritamente, como la guerra internacionalque fue -y mantenida indeclinablemente hasta hoy, nosha resuelto el problema planteado por la pervivencia delas instituciones republicanas. Estoy seguro de no co-meter una extralimitacin tan infundada e indebida,como impertinente fuera de lugar en ste en que hablo,si digo que pienso que, al confesarme acerca de esteproblema, confieso a muchos de los compaeros detranstierro, por tanto a muchos otros de los reunidosahora aqu. Ustedes, otros muchos, han debido deplantearse, ms de una vez, como me lo he planteado yo,el problema, no ya de la legitimidad, sino de la realidadmisma, de la representacin del gobierno de la Rep-blica en el exilio. Las personalidades representativas del han cambiado, por crisis, por fallecimientos. Losplazos para los que se haban dado los mandatos alas primeras de esas personalidades, caducaron hace yamuchos aos. Sobre todo, o bajo todo, es decir, en lasbases mismas de todo, las fuentes mismas de larepresentacin, la voluntad nacional, no puede dejarsede concebirla grandemente alterada, aunque slo fue-se por el movimiento de las generaciones. El ordenjurdico puede ser un orden irreducible al de loshechos, en el sentido de superponer a ste algo que steno tiene, pero sin duda no en el sentido de ser absolu-tamente ajeno a ste de los hechos, pues que es unorden para el de los hechos; de forma que no puededejar de alterarse ms o menos, en alguna direccin,con el cambio del de los hechos mismos. Ante todosestos hechos y razones, ser suficiente razn dl'; ser jus-tificativa de la continuidad de la representacin del go-bierno de la Repblica, la idea de la legitimidad delgobierno de la Repblica hasta su localizacin totalfuera del territorio espaol, ms la idea de la conti-nuidad que fuera del territorio espaol ha tenido hastahoy, ms la idea de un deber de fidelidad al ideal deuna legitimidad de las instituciones polticas.. .? Bueno,pues, aunque para mantener la representacin delgobierno de la Repblica en el exilio y la lealtad a l yano hubiera ninguna otra razn, ms que la delmantenimiento de la posicin de Mxico relativamente

    a tal representacin, sta sera razn suficiente: si larepresentacin del gobierno de la Repblica necesitadel reconocimiento siquiera de otro gobierno reco-nocido internacionalmente, y el de Mxico viene dig-nndose ser este gobierno, los republicanos espaolessupervivientes debemos mantener la representacin delgobierno de la Repblica mientras al de Mxico sea tilque la mantengamos a los fines de su poltica inter-nacional, que es la ideal para el futuro de la Huma-nidad -pero tambin era y hubiera seguido siendo la dela Repblica.

    Con todo y lo mexicano de tal poltica, haba em-pezado a ser y hubiera seguido siendo la de la Repbli-ca, si sta no hubiera sido abatida internacionalmente,justo por quienes no profesaban o no practicaban talpoltica, o si de no haber sido abatida como lo fue,tampoco se hubiera desviado de la trayectoria trazadapara ella por su Constitucin. Y semejante solidaridadde las Repblicas espaola y mexicana en la polticainternacional, hubiera sido la manifestacin en el ordeninternacional de otras y ms hondas afinidades entreambas Repblicas: en el orden de la poltica nacional decada una. Cmo no reconocer, si no desde pocodespus del afincamiento en Mxico, a estas alturas del, en esta Repblica de Mxico el logro de tantas de lasms caractersticas y caras aspiraciones de los republi-canos espaoles? Por mi parte, tengo que confesarlesque frecuentemente pienso: si a la Repblica se lehubiera dado tiempo para desarrollar una poltica tanoriginal, por adaptada a las circunstancias nacionalescomo la de Mxico, con su peculiarsima conjugacin depresidencialismo y gobierno para el pueblo, desocialismo de Estado e iniciativa privada ... ; si se lehubiera dado tiempo para que sus polticos llegaran atener la experiencia, el savoir faire, el dominio de s yhasta el entenderse entre s de los polticos mexicanos-pero lo que le pas a nuestra Repblica puede pensar-se que fue lo mismo que le hubiera pasado a la mexicanasi a sta la hubiera abatido, a un lustro de la Constitu-cin del 17, un conflicto internacional.

    Poder y deber de la emigracin

    Si las ideas anteriores fuesen discretas, sera, ms a fon-do que en ellas mismas, por la manera en que debenconcebirse la guerra de Espaa y las de independenciade Hispanoamrica -con lo que desciendo a un nivelcronolgicamente anterior y ms profundo del ordende ideas que anunci. Las guerras de independencia deHispanoamrica se han concebido como guerras de in-dependencia de colonias respecto de la metrpoli: terri-torios coloniales se desprenden ntegramente delterritorio metropolitano, tal es la imagen que da plastici-dad al concepto. Pero quiz deben concebirse de unamanera muy diferente. El orden imperial, comn a lametrpoli y las colonias, fue reemplazado por un nuevo

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    orden, de soberanas republicanas, que fue hacindosecomn a los pases que se convertan en repblicas so-beranas, a medida de esta conversin, ltimamente en1898, a Cuba. Ninguno de los dos rdenes es el estrictay exclusivamente poltico: el imperial es tambin el so-cial y econmico, el religioso y moral, el de ideas e ins-truccin pblica, el cultural todo; y correlativamente elnuevo orden, no slo nuevo orden poltico sino, y comoinspiracin radical de ste, nuevo orden de ideas, y nue-vo orden social y econmico como ideal por cuya reali-zacin se pugna an. Bien, pues, en las colonias nohaba slo partidarios de la independencia y de estenuevo orden; los haba tambin del orden imperial; msaun, en estos pases hispanoamericanos independientessigue habiendo, todava hoy, partidarios del orden im-perial, si no en lo estricta y exclusivamente poltico, sen lo social y econmico, lo religioso y moral, lo ideol-gico, lo cultural -como en la metrpoli hubo, mientraslo fue y despus de dejar de serjo, partidarios del nuevoorden hasta en lo poltico- de los que los ms recientessomos precisamente los republicanos espaoles transte-rrados o desterrados y los viejos y nuevos correligiona-rios, que podamos tener en las tierras mismas deEspaa. Una lucha de los partidarios del nuevo ordencontra los del viejo, no slo en los territorios coloniales,sino en el metropolitano mismo, triunfante en el conti-nental de Amrica desde principios del siglo pasado, enel insular de Amrica desde el final del mismo siglo, yno triunfante hasta hoy en el peninsular, sera, pues, laimagen apropiada para dar plasticidad al concepto queparece debido formarse de las guerras de independen-cia hispanoamericanas y de la guerra espaola -sin msque haber sido nublada la ndole de sta, interferido suconsecuente curso y frustrada su en otro caso indefecti-ble conclusin, por la gran pugna internacional denuestro tiempo. Espaa es el ltimo pas hispanoameri-cano. que queda por independizar del pasado imperialcomn, convirtindose en una repblica pareja de lasamericanas -independencia y conversin tan indefecti-bles dentro del curso de la historia universal como stemismo, aunque por lo mismo, tambin nicamente yadentro de este curso.

    La emigracin de los buenos espaoles

    Acabo de decir de Espaa "el ltimo pas hispanoameri-cano". En efecto, supuesto de la manera de concebirque acabo de apuntar, es el pensar que Espaa, con sucolonizacin de Amrica, instituy una comunidad, his-pano-americana de la que ella misma, despus de habersido parte co-progenitora, vino a ser parte fraternal, envas de ser -lo que pudiera ser an en el futuro.

    Los republicanos espaoles hemos venido a Mxicopor derrotados en la guerra de Espaa. Antes, desdems o menos tiempo, muchos mozos espaoles venan aAmrica por no "servir al rey", es decir movilizados

    hacia este continente por uno de sus dos grandesmotivos de atraccin: la inexistencia del servicio militarobligatorio y de impuestos, al menos en muchos casoso para numerosas condiciones sociales. Lstima quehaya perdido el uno tras el otro: quiz indicio de ladecadencia no slo de Occidente. Antes aun, la litera-tura romntica nos documentara acerca de la venida aAmrica para rehacer una vida deshecha por alguno delos extremos del amor o del crimen, frecuentementede ambos en uno. Ms antes, si me permiten la expre-sin, se vena como funcionario del imperio en la colo-nia. Y antes, primeramente, se haba venido comomisionero evangelizador, conquistador, explorador, des-cubridor -y siempre a hacer fortuna. En suma, desdehace casi cuatro siglos y medio estamos los espaolesviniendo a Mxico, y en considerable proporcin paraquedarnos en l, para cooperar a la formacin de lanueva nacin mexicana: a la luz de lo cual, los motivosde la venida parecen lo cambiante, lo accidental; lavenida misma, lo persistente, lo esencial. As que,cualquiera que sea la significacin que tenga para noso-tros el motivo de la venida a Mxico, la importantsimaguerra de Espaa, importantsima no slo paranosotros, en nuestras vidas individuales, no nosengaemos en punto a concebir su significacin msque como parte accidental de un proceso esencial, cuyasignificacin sera, pues, la verdaderamente interesante:si los espaoles no hubisemos estado viniendo aMxico, y en proporcin considerable para quedarnosaqu, es obvio, hasta ser perogrullesco, que los vencidos denuestra guerra tampoco habramos venido, tampoco ha-bramos podido venir a Mxico, cuantos, como y para loque vinimos. Cul es, entonces, pues, la significacinverdaderamente interesante? cul la esencia delproceso aludido?

    No se tratara simplemente de lo que, continuandociertos antecedentes, podra llamarse la vocacin o eldestino extrapeninsular de Espaa y Portugal: de que laposicin geogrfica de la Pennsula Ibrica llamaba odestinaba a sus pueblos a ser los descubridores,conquistadores y colonizadores de los territorios y pue-blos situados en las direcciones del sur y el occidente deEuropa. Sin negar, naturalmente, que la posicingeogrfica, como impone lmites, seala caminos a lanecesidad vital o al impulso aventurero de salir delterritorio patrio, de emigrar en uno u otro plan:empresa econmica, conquista material o espiritual,busca individual de trabajo y fortuna, siempre quedauna cuestin ms radical: por qu el preferir remediar ala necesidad vital por la expatriacin que por elesfuerzo sobre el suelo patrio, por qu el impulsoaventurero... A una cuestin como sta, daran res-puesta otras ideas.

    Ante todo, una cierta manera de concebir Espaa,de concebir la patria -a diferencia de otra manera. Em-pezar por sta. En el "Colegio de Primera Enseanza"

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    en que termin sta, all por 1909 en Oviedo, estudiuna Historia de Espaa que llevaba como apndice la com-puesta por el P. Isla en pareados que empezaban conste: "Libre Espaa, feliz e independiente, se abri alcartagins incautamente." Este pareado supone unamanera muy determinada de concebir a Espaa: elterritorio ocupado por una poblacin aborigen.Consecuencia de tal manera de concebirla: todo pue-blo que entre posteriormente en el territorio, ser uninvasor que debe ser expulsado: el cartagins lo ser,aunque no lo sea por el indgena, sino por el romano;ste no lo ser sino despus de haber cooperado aformar el hispano-romano, pero lo ser por el visigodo;ste tampoco lo ser sino despus de haber cooperadoa formar el hispanogodo, pero lo ser por el musulmn;y ste lo ser por los descendientes de los hispanogo-dos, si no es que tambin de hispanomusulmanes. Poreso se concibe la reconquista del territorio conquistadopor los musulmanes, por aquellos descendientes -y setoma partido por Numancia o Viriato contra Roma,como siendo aqullos los representantes y defensores dela Espaa que sta viene a invadir, conquistar, usurpar.y por cierto que este tomar partido nos permite com-prender una peculiaridad de Mxico y hacerle justiciarectificndonos a nosotros mismos. Una de las cosasque nos sorprenden en la vida cultural mexicana sonlos indigenistas que son a la vez criollos puros. Que unindio puro o, aun, que un mestizo hable de los espaolescomo de aquellos que vinieron a quitarnos las tierras, eldominio econmico y poltico de ellas, a los mexicanos,es decir, a los habitantes de estas tierras antes de laconquista de Corts, resulta muy comprensible; peroque un criollo puro, un descendiente puramente deespaoles, de los espaoles que vinieron a conquistar es-tas tierras, a colonizarlas, a administrarlas colonialmen-te o simplemente a hacer fortuna en ellas, hable de losespaoles asimismo como de aquellos que vinieron aquitarnos las tierras a los mexicanos, resulta mucho menoscomprensible... Pero no menos que el que hablemos delos romanos como de aquellos que vinieron a quitarnos lastierras a los espaoles, espaoles que podemos sermucho ms descendientes de los romanos que de loslusitanos o los numantinos. Es menester que los espa-oles pensemos y sintamos que somos mucho msromanos que celtberos, aunque slo fuese porquehablamos latn, tan slo histricamente evolucionado, yque es mucho ms honroso ser descendientes de loscultos hispanorromanos que de los brbaros celtberos,para que tengamos razn alguna de pensar que serarazonable que los mexicanos criollos y aun mestizospensaran y sintieran que son ms espaoles que aztecas,o tan espaoles como aztecas, y que es tan honroso serdescendientes de los cultos espaoles de los siglos deoro como de los cultos aztecas de tan florecienteimperio. Otra consecuencia de la misma manera de con-

    cebirse la patria: toda salida del territorio ocupado porla poblacin aborigen, sera expatriacin: al salir de eseterritorio, se dejara en l la patria, en vez de llevrselaconsigo... A diferencia de semejante manera de conce-bir las patrias, racista, exclusivista, esttica, como quelas confina en un territorio y una poblacin primitivade l, cabe otra. Espaa sera el nombre de una entidadhistrica en formacin o de una entidad en formacin a10 largo de la historia, por el mestizaje de iberos yceltas, celtberos y romanos, hispanorromanos y godos,hispanogodos y musulmanes en tierras ibricas, e hispa-nomusulmanes e indios americanos, en tierras amricas.Mxico sera el nombre de una entidad en formacin a10 largo de la historia, por el mestizaje primero dediversos pueblos indios, luego de estos pueblos mestizosy de los hispanomusulmanes, ahora de estos mestizos ylos inmigrantes de otros pueblos, en tierras amricas,mexicas... Y, hay una zona de interferencia de las dosentidades en formaci'6n -y como la formacin deEspaa prosigue en tierras de Mxico, puede proseguiren tierra de Espaa la formacin de Mxico... Genera-lizada esta manera de concebir las patrias, da hacia elfuturo una visin ms grandiosa aun que la del mitovasconceliano de la raza csmica: las patrias no seransendos territorios ocupados estticamente por sendasrazas o pueblos en dominios a perpetuidad mutuamen-te excluyentes; seran ms bien espritus colectivos enformacin dinmica en unos u otros territorios destina-dos a fundirse en la Humanidad, pero no por desapari-cin en un espritu uniforme, que quiz sea unacontradiccin en los trminos, sino por armonizacin enuna polifona de valores humanos...

    Estas ideas podran ser preferibles a otras, a pesarde ser stas ms o menos justificadas. Desde muy pocodespus del afincamiento en Mxico, se me hizofecundamente notorio el carcter utpico de Amricapara explicar y comprender una porcin de peculiarida-des de este continente. ste vendra siendo para loseuropeos un lugar propiamente de utopa: el lugardonde realizar los ideales de vida imposibles de realizaren Europa. A la necesidad vital de un lugar donderealizarlos se debera, en los senos ms hondos de lahistoria, no ya el descubrimiento de Amrica, sino lainvencin de ella como quiere tan convincentemente miamigo O'Gorman. Es posible que a ello mismo se debatambin, en las races, el sorprendente poder deasimilacin de Amrica, que hace a la primera genera-cin americanos que pareceran serlo de cepa harto msantigua y superlativa la relatividad a que en cierta ocasinla tuve de dar expresin, respondiendo a manifestacin delPresidente vila Camacho, de tan caballerosa memoria:"puesto que el Seor Presidente se siente espaol porhaber sido nieto de espaoles, me autoriza parasentirme mexicano por ir a ser abuelo de mexicanos".Sera posible tal poder sobre el inmigrante, sin la pre-

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  • ----------------1 UNIVERSIDAD DE MXICO 11-----------------via voluntad de ste, de entrega al pas de su utopa, porilusionado amor de sta ... transmitir consciente oinconscientemente a sus hijos?

    Pues ms humano, futuro e ideal que el utopismoamericano, y ms prudente que la corroboracin deste en una apresurada previsin de la decadenciairreparable de Europa, sera el utopismo internacionalentraado en la segunda de las maneras de concebir laspatrias. Y ms altos que la vocacin y el destino africa-no y americano de los pueblos ibricos peninsularessera esta otra de los ibricos peninsulares y de lospueblos iberoamericanos, acreditada desde Victoria: lavocacin y el destino de ser los abogados jurdicos ypolticos y los tericos filosficos de tal utopismo in-ternacional.

    Con todas las ideas anteriores se renovara no sloterica, sino prcticamente, una cuestin, la ms entra-able de todas, para todo expatriado de su patria de origeny empatriado en una patria de destino. En el siglopasado, cuando haba una comunidad internacional deideas polticas liberales, haba tambin muchosespritus, en los pases donde la poltica s era disidentede ellos, que vean su patria ideal en aquellos en queno lo era. En este siglo, hay un fenmeno equiparableen los comunistas, pero, en los liberales se obnubil yobliter este concepto de patria ideal, no slo por eldesquiciamiento internacional de la poltica, sino porobra de la teora misma, de la teora sociolgica -pres-cindo de la relacin, existente sin duda, entre el uno y laotra: de las comunidades se es miembro por el nacer yformarse en ellas, independientemente, en el origen, dela voluntad de serlo y aun contra esta voluntad ulterior-mente, a diferencia del hacerse miembro de las sociedadespor la voluntad de cooperar con otros a la consecucinde sus fines. Sin desconocer lo que en esta doctrina hay dehecho, en cuanto tal innegable, no parece desvalidade toda razn justificativa la idea de una rehabilitacin delconcepto de patria ideal como patria de destino -queno necesitara estar con la de origen en una relacin demera oposicin, sino que bien puede estar con ella enuna relacin de perfeccionamiento y superacin... As,podra un espaol de nacimiento hacerse mexicano tan decorazn como un mexicano de nacimiento, si el hacersemexicano pudiera -como a m me parece que efectiva-mente puede- concebirse como un seguir siendo espaol,pero en una forma imposible en la patria de origen,ms perfecta que la posible en la patria de origen, idealpara la patria de origen... El desterrado en su patria.

    Les molestar a ustedes que, para terminar, lesconfiese cmo me parece, ya desde las primeras ideasde que les he hablado, que el fondo ltimo de todasaquellas de que les he hablado, son ciertas ideasfilosficas -acerca del espacio y el tiempo? .. No? ..Entonces, permtanme en efecto terminar dicindolesestas ideas lo menos molestamente que sepa.

    Una manera de concebir las guerras de indepen-dencia de las colonias como la ilustrada por la imagen deunos territorios coloniales que se desprenden nte-gramente del territorio metropolitano, es una manera deconcebir predominantemente geogrfica, espacial,esttica, cuando se la compara con la manera de conce-birlas ilustrada por la imagen de una lucha de los parti-darios de un nuevo orden contra los partidarios del viejoen los territorios coloniales y en el metropolitano mismo:sta es una imagen predominantemente histrica,temporal, dinmica. En la primera imagen, la independen-cia es fundamentalmente de unos territorios o espaciosrelativamente a otros; en la segunda, es de los hombres delpresente y del futuro relativamente a los del pasado entodos los territorios. Una manera de concebir las patriascomo la ilustrada por el pareado del P. Isla, que las fija alos territorios ocupados por poblaciones primitivas, es unamanera de concebirlas predominantemente geogrfica,espacial, esttica en comparacin de la manera que lasconcibe como espritus colectivos en formacin pormestizaje transente de unos territorios a otros. En laprimera manera, las patrias son fundamentalmenteterritorios o espacios deslindados entre s por fronteras; enla segunda, son esencialmente espritus en interpenetra-cin histrica por encima de las fronteras territoriales.

    Una manera de hablar como la de los indigenistasantes aludidos, y la correspondiente de los que bien po-dran llamarse indigenistas espaoles, no es compren-sible ms que por una identificacin entre indgenasy sobrevenidos por el hecho de sobrevenir al mismoterritorio, prevaleciendo sobre el hecho de no tener lamisma oriundez histrica, humana, y de la relacinprimaria entre indgenas y sobrevenidos.

    Ahora, no es nada indiferente que en las ideas, yen los sentires y en los quereres, de los hombres preva-lezcan las geogrficas o las histricas, las espaciales olas temporales -ni que la evolucin histrica parezcaser, muy patentemente ya en el actual momentohistrico, del prevalecer de las geogrficas y espacialesal prevalecer de las histricas y temporales. Logeogrfico y lo espacial es del orden de lo material yde lo esttico, de lo que tira del hombre para que per-manezca conservadora, reaccionariamente adherido ala materia, encerrado en lmites como ella; lo histricoy lo temporal es del orden de lo espiritual y de lodinmico, de lo que empuja al hombre a despegar delo material y esttico, para que, como espritu, hagaestallar el encierro de todos los lmites y proceda yprogrese voltil, libre, liberal y creador, reformista,revolucionario. -Hasta en las ideas?- Principalmenteen ellas. De suerte que si las que les he dicho, o algunade ellas, les parecieran revolucionarias en demasa, nopuedo sino desear que las acojan, no con hosca,hirsuta materialidad espacial, sino con simpatizanteespritu histrico.

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