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1 Ana Estoy de pie en un sueño y otros poemas Muestrario de Poesía 18 Biblioteca Digital Istarú

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Ana

Estoy de pie en un

sueño y otros poemas

Muestrario de

Poesía 18 Biblioteca Digital

Istarú

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Estoy de pie en un sueño y otros poemas Ana Istarú, Costa Rica Edición digital gratuita de

Muestrario de Poesía 18

Primera edición: Septiembre 2008 Santo Domingo, República Dominicana

¿Qué somos? Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se difunde por la Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes creadores, difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Junto a

las colecciones complementarias Libros de Regalo, Ciensalud,

Iniciadores de Negocios y Aprender a aprender, son iniciativas sin

fines de lucro del equipo de profesionales de INTERCOACH para servir, aportar, añadir valor y propiciar una cultura de diálogo, de tolerancia, de respeto, de contribución, de servicio, que promueva valores sanos, constructivos, edificantes a favor de la paz y la preservación de la vida acorde con los principios cristianos. Los libros digitales son gratuitos, promueven al autor y su obra, así como el amor por la lectura, y se envían como contribución a la educación, edificación y superación de las personas que los solicitan sin costo alguno.

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Sol Poniente interior 144, Apto. 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, Santo Domingo, D.N., República Dominicana. Tel. 809-565-3164 Se autoriza la libre reproducción y distribución del presente libro, siempre y cuando se haga gratuitamente y sin modificación de su contenido y autor.

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De la presentación de su poesía escogida / Presentación 4 Ábrete sexo 6 Al dolor de parto 6 Algún día 7 Alumbramiento 7 Anunciación 9 Carta del don 10 De los cuerpos celestes 11 Despedida 12 Domicilio 13 El hambre 13 En dónde estabas antes 14 En tu boca de greda 15 Escucha: hay una mano diminuta 15 Estoy de pie en un sueño 16 La noche de grafito 17 La suavidad del pan que no ha nacido… 18 Mujer del organillo 18 No soy la doncella sagrada 19 Testimonio 20 Venus encinta 21 Vida 21 Yo, la hembra fiera 22 Cual red que me retenga 23 Esta noche de desposada 24 Sobre tu frente 25 Nos acordaremos todos 25 Mi único pájaro 27 Como tantos otros que transitan 27 Bolero irrepetible 28 IV 31 Hoy no he leído un libro con asombro 32 XI 33 XXIII 34 XXVIII 35 Una hija conduce a su madre hasta el sueño 36 La testarudez del libro 37 “Ser mujer es una lucha diaria” (entrevista) 38 Biografía de Ana Istarú 44

Contenido

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De la presentación de su poesía escogida

Por Juan Cameron

Ana Istarú es actriz y dramaturga. Nació en San José, en 1960, y a partir de los quince años de edad

se ha dado a conocer como poeta ubicándose prontamente entre las mayores cultoras del género aparecidas en estas últimas décadas. Como dramaturga ha obtenido, en España, los galardones Premio María Teresa de León para Autoras Dramáticas (1995) y Premio Hermanos Machado de Teatro (1999). En 1990 se le concede la beca de creación artística de la Fundación John Simon Guggenheim, de Nueva York.

En el género lírico ha publicado los siguientes volúmenes: Palabra nueva (1975), Poemas para un día cualquiera (1977), Poemas abiertos y otros amaneceres (1980), La estación de fiebre (1983), La muerte y otros efímeros agravios (1988) y Verbo madre (1995). La publicación de Poesía escogida, el reciente 2002, entrega a sus lectores una visión más o menos completa de la obra de esta costarricense, sin duda uno de los hitos más relevantes en la poesía de su país durante el siglo XX.

Su escritura es cálida y rica en eufonía. De ella se ha dicho que posee "una armonía de expresión emotiva con un gobierno infalible de la forma" (Jurado del Certamen EDUCA 1982); y la Colección Visor la ubica "por derecho propio, en el cenáculo privilegiado cuyas fundadoras fueron la Storni, la Ibarbourou, la Mistral, la Agustini".

La poesía de Ana Istarú posee un alto contenido erótico; pero no es el tema cuanto sorprende y gratifica, sino el desarrollo del lenguaje mostrado por el texto: Cubro de cielo tu espalda./ Tú entre mi espalda y el cielo.

Estas formas, sin duda, provienen de la fuerte influencia española en su país y aparecen a menudo en quiebres sintácticos cargados por la imagen y el fino trazo de su escritura: Dos puños en jazmín/ dos palomares/ de fina luz tejidos/ sobre la angosta escala/ de las costillas llevo.

De la necesaria subversión poética da cuenta también el contenido. La narración del goce, la sensualidad emanada cuando no la abierta descripción -aunque la fisiología no acompaña siempre al trazado literario- constituyen también elementos de un discurso ideológico en pro de la

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5 igualdad de los sexos, en pro de la libertad en el decir y de la protesta frente a una sociedad mostrada como cerrada y pacata.

Este enfrentamiento entre ética y moral no resulta panfletario en ningún caso. Su canto recurre de femenina forma al Cantar de los Cantares y a cuanto elemento lúdico o pánico pueda figurar, en ese gozoso ejercicio, en nuestra memoria colectiva. Es la voz de la hembra, de la ciudadana, lo reclamado por ella. Aquel verso, Desde entonces no salgo de la estación del celo, es asumido con certeza en su escritura, más allá de una simple declaración de rebeldía. Y con el mismo amor -tal vez el más bíblico- habla de su país y de esa estirpe silenciosa e inmensa de los "ticos": podría besarlo/ con tanto hollín se atoran las palabras/ quiero llorar zurcirle las heridas/ esto está hecho y consumado/ tenemos héroe para rato/ y qué carajo a ver quien me lo quita.

Varios son los poemas aportados por Ana Istarú a la antología virtual; baste citar unos pocos. En Bolero irrepetible la enumeración transgrede el principio de unicidad que tanto el esquema social como el motivo estético parecieran exigirle a la poeta. La armonía se obtiene aquí a través de un ritmo muy melódico y cargado de significaciones, el cual aporta al oído del lector: Hombres que amé, los esplendentes hombres de los cines sombríos (...) los delgados, los altos, los altísimos,/ los que tenían un dejo de avellana/ en los hombros,/ los feos/ que tanto quise amar/ como a los más hermosos,/ buscando el tramo tibio detrás de sus rodillas.

Similar recurso utiliza en Yo, la hembra fiera. Aunque a la voz de la experiencia opone acá la de su declaración de principios -Yo, la marsupial,/ la roedora,/ la que no tiene tregua (...) yo, la hembra fiera,/ la traidora,/ la taimada,/ la que a la muerte ha echado/ a perder/ su cacería- un carpe diem que aporta de manera efectiva y feraz a la luz más germinal de la vitalidad.

Y, para completar la dialéctica trinidad que su canto esconde, aparece su poema Pesebre; una pieza plena de recursos y significaciones para complementar de manera simbólica los dos principios primarios: Huelo a pienso y a pasto y a pesebre/ Que pase el universo con su capa de chispas (...) Todo mi cuerpo es gozo./ Benditas mis aureolas bajo el beso de un dios.

Ana Istarú completa, además, junto a Eunice Odio y a Carmen Naranjo, el ciclo de la mayor expresión poética femenina de su país, para el siglo XX; e inscribe su nombre, más allá de los simples elogios o comentarios, en un círculo mayor que atañe a nuestro idioma y a nuestro continente.

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Ábrete sexo

Ábrete sexo como una flor que accede, descorre las aldabas de tu ermita, deja escapar al nadador transido, desiste, no retengas sus frágiles cabriolas, ábrete con arrojo, como un balcón que emerge y ostenta sobre el aire sus geranios. Desenfunda, oh poza de penumbra, tu misterio. No detengas su viaje al navegante. No importa que su adiós te hiera como cierzo, como rayo de hielo que en la pelvis aloja sus astillas. Ábrete sexo, hazte cascada, olvida tu tristeza. Deja partir al niño que vive en tu entresueño. Abre gallardamente tus cálidas compuertas a este copo de mieles, a este animal que tiembla como un jirón de viento, a este fruto rugoso que va a hundirse en la luz con arrebato, a buscar como un ciervo con los ojos cerrados los pezones del aire, los dos senos del día.

Al dolor de parto

Hola dolor, bailemos. Serás mi amante breve en este día.

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7 Tu sirena de barco, tus anillos sonoros en mi boca: ya lo sé. Oh bestia de Jehová, muerdes a quemarropa. Hola dolor. Bailemos, qué más da. Ya te miraré arder, rabioso, solo en tu ronda y yo botando espuma por los pechos, gozando al reyezuelo, oliendo el grito de oro del niño que parí.

Algún día

Algún día algún misterioso día húmedo me volcaré en mí misma para siempre, y no podrá nadie llamarme por mi nombre, porque seré un encierro de paz, único y eterno. Algún día húmedo, con el sello infinito de dos palabras: no volveré. Y la vida abierta y dolorosa bajará rodando por las gradas.

Alumbramiento

vino de mí salió del fondo el médico aplaudía yo vine con el mar en la barriga

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8 como un intenso parasol un mapamundi yo era la esfera que rodó en la madrugada de corazón latí como un caballo lo digo así es que la crin me perfumó el vientre se movía como suelen moverse los rebaños venía con mi molusco mi amapola mi potranco con mi gorrión redondo yo no podré faltar jamás me dije a nuestra cita así que estoy aquí con esta fiesta brincando por el talle hice mi baile de rosas mi aleteo mugí como los barcos el vientre daba vueltas me esperaba oculta en el carmín donde el médico buscaba con su ceño yo empujaba el ventarrón del orbe en mi testuz soplaba como un faro Como los dioses marinos de los cuentos una granada real a punto de volar recuerdo que por suerte César me retuvo del cabello estaba emocionado sin saber si tintinear o si envidiarme de entero dedicado a mis pulmones expirando inspirando y expirando me miraba de adentro de sus ojos

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9 como sólo una vez me mirará en toda la vida de su vida y a mi vientre que cambia de paisaje y así vino de mí salió del fondo nos bendijo de un golpe con su grito se puso a beber sol como una fiera de lana o amaranto yo estaba enamorada y me reía de loca de centella de rodillas quería besar el sexo el vellocino de César que lloraba tomar a mi criatura correr a derrocharla por las calles qué llovizna de leche que cabalga toda la luz del mundo en el pezón

Anunciación

¿Y este baño de nieve? ¿Y este aserrín de almendra en los pezones? Y en mis regiones lunares, ¿por qué esta Pócima lenta de tu boca volcada como aceite, saliva somnolienta? ¿Cuáles palabras, cuáles, me has puesto sobre el sexo? Navegan hacia un cielo mis dos muslos sonámbulos, y en tan tierno declive un ramillete helado de fresquísimos berros deslizas del tobillo hacia mi gozne. ¿Y este aroma viril, sus estrellas saladas? ¿Cuáles palabras, cuáles, escozor de jengibre

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10 de tu barba crecida, entre mi sexo? ¿Cuántos besos has puesto sobre esta ventanita? Adiós. No escribes más con tus húmedos dedos. ¿Qué cosa has dicho? Un algo, un ya no supe cuál de anunciación. Te has puesto la bufanda. ¿De dónde viaja a ti toda la luz?

Adiós dardo bellísimo del sol. Te yergues todavía. Te estás por ir. Devuelves hacia el lecho esa boca sanguínea y alcanzas con el borde de tu lengua las cimas de mis senos, sus morenos torreones de azúcar diminutos. Abro los ojos. ¿Dónde miro pasar volando un abrigo raído? ¿Por qué, como la nieve, en el tejado? Un dios se mueve en mí. Adiós, arcángel.

Carta del don

La carta, la jadeante,

me acuclilló en el charco rosicler del corazón.

La carta

se humedece las manos, sacude de mi frente el lebrel de la agonía.

Yo te bendigo, dice

y hunde su lengua de papel entre mis belfos helados.

Me vuelca sobre el suelo, sudorosa

y sopla

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11 con letras negras: yo te bendigo,

brindo

por este vaso de tu preñez. La carta dice cosas a mi cuerpo

y es como un beso largo que me incita a llorar.

Recompone su corona de hierbas. Hunde su dedo índice en mi vientre de paño,

donde mi embrión refulge como el grano de la luz.

La carta se marcha

como los dioses griegos.

Deja tirada a una mujer a merced de los lobos dorados de su dicha sin saber si cantar, si romper en el aire

el rosetón de vidrio de su risa. Está propensa al llanto.

La carta

deja tirada a una mujer que lame su péndulo de luces contra la oscuridad.

De los cuerpos celestes

El firmamento me convoca. Restriega su plácida testuz,

su pelusa de argento, su pescuezo de hielo troquelado en las lanas calientes de mi panza de loba.

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12 El universo

restriega su frágil cornamenta en este globo terráqueo de mi cuerpo.

Despedida

Te irás del sótano salino de mi carne. Ya no estaremos nunca tan cerca como ahora. Yo seguiré cantando mi gravedad marina, domeñando el rugido de tierra de tu parto hasta llenar la estancia tan alba del vacío con tu ser deslumbrante. Ese cordel de sangre del centro de tu talle lo cortarán. Jamás serás de nuevo mi cometa secreto, el capullo de rafia, el cosmonauta asido a mi matriz. Cortarán ese lazo de savia sin regreso y llevarás por tanto mi nombre sobre el vientre como un botón rosado, allí donde mi amor no pudo más e imprime su cóncavo dedal de despedida. Ya no estaremos juntos como juntos estamos, atados como liquen. Vas a nacer. Por siempre soy tu animal materno. Donde quiera que vaya la hoguera de tus pasos tenderé una señal, un eslabón de viento, un trazo que nos ate más allá de la tierra, un dibujo invisible que nada lo lacere. Un rayo interminable donde mi amor transite y viaje de mis senos a tu boca candente. Un rayo que yo pueda ponerme entre los labios cuando su azul letargo me tienda al fin la muerte.

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Domicilio

¿en dónde está mi madre? ¿en un terrón infecto? ¿en un plato de viento que se pudre? ¿en el hollín crujiente? ¿en un cajón de hierro? ¿en una carabela carcomida? ¿un animal que ruge en medio de una bala? ¿un fuego de espinazos? ¿una bestia menuda que se asfixia? ¿debajo de la tierra está golpeando por salir como un niño del vientre de su madre? ¿me está mirando? ¿de allí? ¿de ese ciervo quebrado al borde del camino? ¿y ese trozo de grito que no atina a abrirse paso por el cuello? ¿es un rastro de musgo que los rayos liquidan? ¿un recuento de calcio? ¿un pájaro de escombro? yo soy mi madre y mi cuerpo es ahora su elemento

El hambre

el hambre su alquimia pertinaz transmutación violenta en la costilla tener un hombre vivo entre los dedos tirárselo a la muerte el hambre es una muerte que se hace la olvidada se demora finge buscar su cita en la libreta pero al final te toca y es una brea inarrancable no deja cicatriz

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14 o sustrae al más pequeño de la casa lo convida al baile helado el hambre ocurre esto lo escribo en Costa Rica estamos en setiembre ochenta y cinco pero resulta la muerte aquí es católica apostólica el sueño en que moramos no resiste este grillete así nadie comenta el hambre queda en rasgo de mal gusto la paz aquí la paz se nutre con la sangre

En dónde estabas antes

¿En dónde estabas antes, que no estabas conmigo?

¿Bajo una flor de tinta de mi centro azabache? ¿Los densos aposentos de mis pozos dormidos?

¿Eras la piel del viento?

¿Bajo una flor de sangre de mis rosadas dunas? ¿En mi ovario bruñido?

¿En dónde estabas antes, cencerro del silencio?

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En tu boca de greda

Tu boca es esa poza donde el ángel

hunde sus dedos dulces.

Criatura que regentas el trance de mis brazos,

yo te miro y el corazón se torna dos cántaros lunares, dos pastizales líquidos

de algodón deslumbrante.

Amor, entre tu boca de blandura de greda

van nevando mis pechos como un paraje helado.

Escucha: Hay una mano diminuta Derramas, final de la delicia, una inicial translúcida en mi pelvis, yo no sé qué mensaje, qué gránulo de sal, qué código del agua hallada entre tus sienes. Y mi matriz es dulce y es un astro expansivo. Y todo me percibe: tengo un aura convexa. Hay algo, alguno, alguien, como un rumor que emerge, y su latido tiene la textura del crótalo, y viaja, nido ebrio, por mi líquida entraña. Escucha: hay una mano diminuta: está escribiendo ese signo inicial de su relato.

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Estoy de pie en un sueño

Estoy de pie en un sueño. No lo quebrante nada: ni ese buque de bruma, ni ese torso aterido, ni ese dolor que viene preguntando mis señas, ni esa medalla rota de mi niñez soleada, ni ese cadáver dulce que nunca se derrite. Pasan las nubes. Tocan mi preñez constelada. Depositan sus roncas liviandades encinta y mi cintura es bóveda donde naufraga el cielo. Pasa la noche. Pasa como un linaje oscuro donde mezo mi lánguido devenir de planeta. Estoy de pie en un sueño. Soy sueño que levita. Soy nave circular, la faz del plenilunio. Pasa la vida. Sueña. Hunde en mi horcajadura sus dos guantes helados y al fondo de mi entraña, como si en un estanque, un pasajero espera. Tiene el porte del ángel, la estatura de seda, el sopor migratorio de una deidad brevísima. Estoy de pie en un sueño. No lo quebrante nada:

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17 ni ese buque de bruma, si ese torso aterido, ni ese dolor que viene preguntando mis señas.

La noche de grafito

Una mujer presiente el eco de la tierra en sus entrañas. Agita su pandero, su cúpula de carne. La están nombrando a voces. Hay sirenas barrocas que rondan por su cuarto, un nudillo invisible, un ariete que empuja y quiere tocar el aire, salir para mirarla, morder el verbo madre, asaltarle los pechos, ser colibrí. Una mujer se abalanza a la noche, viaja en un riel de plata, no le importa la lluvia ni el fragor del silencio. El corazón le escuece como un verbo indomable. Rememora el fermento de esposo que bebiera, las nueve lunas lánguidas. Una mujer ha atravesado el aura de una ciudad que duerme, la noche de grafito. Desanuda su claustro, se adentra en sus entrañas. No espera más. No vuelve más.

Emite el canto azul de las ballenas. Está jurando amor por un desconocido.

Una mujer celebra

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18 un himeneo de fuego con la vida.

La suavidad del pan que no ha nacido…

La suavidad del pan que no ha nacido sostiene sus caderas, un lomo terso de venado, la curvatura del melón, altas mejillas donde escribió su adiós final la espalda. Cómo no amar a este varón sentado en sus dos lunas, volcado como un río sobre el lecho. Amo su boca tocada por la abeja, amo sus higos apretados, amo esta órbita doblemente dulce: detenidos ocasos sus dos nalgas, oh gloria de la esfera, las dos copas en que lo habrán vertido un día. Su grávida ternura me devuelve a las cosas más terrenas. Los ángulos equinos, el traje circular del universo. Cómo no amar a este varón tocado con piel de albaricoque en la cadera.

Mujer del organillo esa mujer que gime y afila mi faringe sostiene con su muerte las cuatro puertas de mi cuerpo vive muerta en una tumba una feroz caja de organillo enmohecida la música que sale es del grosor de un clavo

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19 esa mujer debe de ser a estas alturas tan sólo un vaso de tierra en mi garganta esa mujer jugó a los dados con su vida apostó como un tahúr para parirme sin preguntar voy a morir se jugó entera como suelen hacerlo las gitanas y era una dama y ahora es tan sólo mi dama muerta esa mujer que mirando de manera minuciosa estampó su pupila detrás de mi pupila como un gato que se ahoga o una moneda que me hiende el glóbulo ocular esa mujer conserva pegada al corazón esa boca de final que yo le puse o pegada tal vez avariciosa a la escotilla antes de ser hundida en su ataúd en su caja de organillo macilento la música que sale hace vibrar la polvareda mujer del organillo muerta que cantas yo soy la organillera

No soy la doncella sagrada

Tu amor me será hoy dos veces grato. No soy, lo has visto, la doncella sagrada y ocupo por lo tanto

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20 de tus buenos oficios para soltar los cascos de la especie por mi cuerpo. Imprímeme en la boca tus aceites marinos y en la palabra madre la palabra deseo.

Testimonio

Yo, la que yació sobre su lomo arqueada en buena lid, la que bebió entre ahogos los cálices del semen, pues visto está, yo soy las fauces de la luz; la que tornó en sarmiento y crecimiento constante ese licor profano venido de varón; la que forjó en umbrosos yacimientos carnales un cordero de sueño, un pájaro aturdido, un extracto del ángel donde brillan mis genes; la que ha mirado abrirse en abanico su entrepierna, la que arrancándose del vientre rayos, peleando con el león de su dolor, girando como un viaje de centauros por su cuerpo, he dado a luz; yo, quiero testificar: estoy aquí frente a este ser que tiembla, el que emana una esencia de gardenias calientes.

Beso sus pies calizos. Reverencio el desgarrón del oro en su pañal. En su saliva toco la leche del vacío, lo que mueve a mis pechos a abrir sus surtidores.

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21 Estoy bajo el embate de la dicha, doblada por el talle. Soy otro ser que tiembla, transparente. Yo, la del pelambre de loba, la del anca cobriza y garra restallante, soy su rehén. Nadie pretenda quebrantar mi cautiverio.

Venus encinta

Pleamar soy, curvatura: Venus hermosa saliendo de su baño con los pechos en punta, negrísimas sus flores compitiendo en latitud con la Pulpa preciosa de su vientre redondo como vela, repleto como el mundo.

Vida Vida: sella mi pacto contigo. Hunde tus brazos azules por el arco de mi boca, derrámate como un río por las salobres galerías de mi cuerpo, llega como un ladrón, como aquel al que imprimen en la frente de improviso

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22 el impacto quemante de la dicha, como quien no puede esconder más bajo el abrigo una noticia magnífica y quiere reírse solo, y está el amor que se le riega por los codos y todo se lo mancha, y no hay quien lo mire que no quiera besar dos veces las palmas de sus manos. Vida: asómate a mi carne, al laberinto marino de mi entraña, y atiende con arrobo irreprimible a este niño infinitesimal urdido por el cruce de fuego de dos sexos. Por él he de partir en dos mi corazón para calzar sus plantas diminutas. Vida: coloca en su cabeza de la altura de un ave el techo de tu mano. No abandones jamás a este cachorro de hombre que te mira desde el sueño plateado de su tarro de luna. Coloca, con levedad silvestre, tu beso inaugural en sus costillas de barquito de nuez. No lo abandones, es tu animal terrestre, el puñado de plumas donde se raja el viento. Vida: acoge a esta criatura que cabe en un durazno. Yo te nombro en su nombre su madrina. Alzo por ti mi vientre. Vida: abre los brazos.

Yo, la hembra fiera

Yo, la marsupial, la roedora, la que no tiene tregua, la que ha juntado ramas, la que escoge las hierbas con las zarpas heridas, la que gasta los cobres de su lengua para fraguar el nido y está midiendo el viento, y acapara el lado oculto

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23 de todas las colmenas, la que atina a mirar los trajes de la luna y quiere desovar, la que fue fecundada con un polen antiguo y está que la revienta la gloria de la estirpe, n la que tan sólo espero un signo de los astros para tirarme con un rugido ronco a dar a luz, yo, la hembra fiera, la traidora, la taimada, la que a la muerte ha echado a perder su cacería.

Cual red que me retenga Cual red que me retenga, dónde un mástil como a Ulises, dónde un muro de algas pérfidas que me corte este vuelo, que me imprima en la lengua otra sed que no sea esta sed de tomarte con huracanes ciegos. No hay cuerda que me toque, no hay turbios arrecifes. Soy un rayo perfecto. Ardo en un girasol delirante de celo. La sangre se me escapa, tornado adolescente. Una orquídea de oro te he de poner por sexo. No hay ríos maniatados,

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24 no hay sal, no hay torcedura que me lacere el paso. Voy a beber el mar que guardas retenido, a arrancarte la copa, el algodón de nieve, de la leche los lares, lentos linos, luceros.

Cubro tu cielo tu espalda. Tú entre mi espalda y el cielo.

Esta noche de desposada Esta noche de desposada soy mi balcón. Ventana soy sin otro atuendo que el del amor. Y cuando el día golpee en el vidrio de mi ventana he de vestirme con mi sábana de desposada. Que balcón soy. Para mostrar el paño blanco tan blanco por la ventana, tras esta noche de desposada. Sin una sola nervadura de la amargura, sin alfileres púrpuras, sin una isla ni un algodón en que alojarse pueda el dolor. Que blanca y pura soy mi balcón. Adiós la sangre. Adiós la sangre, la sangre y su tiniebla. Que así desnuda y cubierta con mi sábana de desposada yo estoy armada. Y por las calles de España y a mi América cansada voy, para mostrar mi blanca tela, vagina blanca. Blanco el amor. Porque esta noche de desposada soy mi balcón.

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Sobre tu frente Sobre tu frente los lirios mal heridos. Si de un racimo terso como agosto, al leño duro vas y vienes ¿qué me queda? Acuno tu vehemencia, la sosiego, un pecho y otro doy a tu embestida. Cristales me acoracen. ¿Qué me queda? La luna por almohada ha de lavarte la pena calcinada de la nuca. La hilacha fiera de la angustia traza tristes telares, tiende un ovillo persistente en tus pupilas. He de zurcir en tu iris gramos brillantes. Tanta faena. ¿Qué más yo puedo, qué dos brazos cruzados, qué nada que me asista, ni qué nadie? ¿Y así? Sobre tu frente estos lirios mal heridos: pues hierbabuena y mi fe. ¡Bebe el milagro!

.

Nos acordaremos todos lo que duele es aquí y es de maíz cascado pienso en mi madre que tenía una banderita pasó por esta casa

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26 —es preciso explicarlo: la casa ya no existo— pasó por esta casa fulgurante pasó por esta espléndida casa fulgurante flamante refulgente con maldita sea los ramos de heliotropo la pascuita árboles bordados pájaros varios peces pericos los pájaros frutales el gato sucumbiendo a la pasión (a las pasiones varias: pájaros peces) un amor de veraneras mal disimulado mi primer ramo de novios aromosos ese beso del cual nunca pienso sanar pasó pues por esta casa y hacía de carrusel de servilleta de pajarito blanco de puñetero Niño Dios era de azúcar tocaba el té con la falange pequeñita yo sí me acuerdo me parece refulgirme refulgente todavía remojando el corazón en los granitios yo sí me acuerdo aunque todos se olviden e insistan cortésmente en que total ya se murió —nadie se ofenda me refiero únicamente a sus seres más queridos— yo sí me acuerdo y si es necesario yo por siempre jamás me acordaremos todos pasó por esta casa y yo soy el testigo: toque este hueco que dejó mi corazón en su tumba se agolpa un éxtasis de abejas me acordaremos todos aquí es lo que me duele y un carrusel de azúcar siempre nunca jamás

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27

Mi único pájaro Hoy llevo puesto mi vestido tierno. Y la casa está dorada como un jarro de miel. Hoy, cuando el cielo ascendía de nuevo sobre mi árbol he arrancado de un soplo el único pájaro que tenía. Cuando se alejaba, parecía que el alma se me llenaba de plumas. Y un solo pájaro atravesó la mañana. Debe de estar desangrándose en el tejado oscuro de tu casa. Esta mañana el único pájaro que me quedaba se ha roto hasta apagarse, aurora que se desgarra. Esta mañana, cuando el sol sembraba de margaritas todos los rincones.

—Tu puerta estaba cerrada—

Como tantos otros que transitan Como tantos otros que transitan tiene la pena humilde y en las sienes un tanto así de la amargura ajena, el casto trébol, perdidamente la aureola del tabaco, las pocas letras con qué acuñar mi nombre. Cedro en sus brazos me carga el horizonte. Tiene montes perdidos en los brazos. Un puñado de mar que lo ha nutrido

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28 le puso a andar de golpe un barco lleno. El corazón así encumbró su vuelo. Un puñado de mar. Me dio la sed para cegar mi hastío y los decenios de la pasión; caracolillos rezumantes me abordan los tobillos. Tiene el trigo la clara esencia. Se parte en partes equiláteras, perfectas y se ofrece. Es el aniversario del júbilo. Me tiembla en cada médula, me asalta poniendo un niño azul tras sus dos ojos. Trajo del oso el gesto, el entrecejo. Es generoso y rojo. Tiñe el día de melancolía a veces. De cuajo en cuarzo estalla y tiñe el día. Como ninguno entre tantos que transitan un aire herrado en oro, un brote alado, el polen de la vida en sus corolas puso a mi piel. Como ninguno entre tantos que transitan.

Bolero irrepetible Hombres que amé,

los esplendentes hombres de los cines sombríos,

tormentosos o dulces,

los demonios garridos,

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29 los de espléndidas crines,

los arcángeles tácitos,

escoltando la noche,

bordeando como un sueño mi cuerpo humedecido,

hombre tiernos, nefastos,

portentosos, cobardes.

hombres castos (los tuve)

resguardando su fuego de mi pasión sin quicio,

los delgados, los altos, los altísimos,

los que tenían un dejo de avellana

en los hombros,

los feos

que tanto quise amar

como a los más hermosos,

buscando el tramo tibio detrás de sus rodillas,

el ángulo exquisito del tobillo

y sus contornos,

amores desvaídos,

amores elocuentes,

batallando exaltados al igual que San Jorge,

domeñando a mi madre,

el dragón crepitante.

Adónde fueron.

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30Y adónde fue mi madre.

Hombres que amé

con fe, con sed, con sinrazón,

con lucidez,

como un ciclón que encalla y es sólo desatino,

hombres que amé como nunca jamás,

y esa que soy y fui

y ya no seré nunca

está bailando ahora

perdida en un bolero irrepetible,

cargada de geranios,

de besos que no vuelven

como la línea dura de un astro que se astilla.

Esto fue amor. Lo firmo

con mi saliva y puño

en un vaso de acero en el que brindo.

Hay una colegiala, en algún sitio,

que baila hasta el cansancio.

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IV

Ahora que el amor es una extraña costumbre, extinta especie de la que hablan documentos antiguos, y se censura el oficio desusado de la entrega; ahora que el vientre olvidó engendrar hijos, y el tobillo su gracia y el pezón su promesa feliz de miel y esencia; ahora que la carne se anuda y se desnuda, anda y revolotea sobre la carne buena sin dejar perfumes, semilla, batallas victoriosas, y recogiendo en cambio redondas cosechas; ahora que es vedada la ternura, modalidad perdida de las abuelas, que extravió la caricia su avena generosa; ahora que la piel de las paredes se palpan varón y mujer sin alcanzar el mirto, la brasa estremecida, ardo sencillamente, encinta y embriagada. Rescato la palabra primera del útero, y clásica y extravagante emprendo la tarea de despojarme. Y amo.

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Hoy no he leído un libro con asombro Hoy no he leído un libro con asombro.

Al despertar quise tocar un lienzo: se hizo a la mar.

Quise tomar mi té: el cuenco tornó a fuente. Yo vi los numerosos gramos de agua.

Quise prender la puerta: se puso a arder. Yo estuve absorta. El pan se me escurrió como un clavel de arena.

Debo decir: Hoy no he leído un libro con asombro.

Al despertar, convengo: alguien posó sus alas contra el muro.

Debo pensar ¿un hombre me habitó? Bajó del mes de junio.

Ahora lo sé: Hoy no he leído un libro. Alguien está escribiendo la historia que esperaba.

¿Es un alfil de plata? ¿Un hombre que se aleja de París?

¿Son este par de manos con su cuello? ¿Un cuello que me pone de rodillas y así de boquiabierta?

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33Yo vi su cisne. Ahora recuerdo.

Me está esperando al otro lado de morir. Yo soy la pitonisa: estoy leyendo las letras de mi mano con asombro.

Hace diez años bajó el mes de junio y ya no se me quita.

Ese hombre me está gritando como un griego. Me dice que se queda. Quiere un tazón de leche, hacerme un hijo. Tengo una hija: ahora recuerdo. Bajó del mes de abril e hizo temblar la tierra.

Yo soy la pitonisa, estoy leyendo las letras de mi mano con asombro.

Hace diez años bajó del mes de junio y escribe desde entonces la historia que esperaba, me dice que se queda, quiere un tazón, un hijo, mi mano con asombro, una hija pitonisa, hace temblar la tierra, la historia que esperaba. Y ya no se me quita.

XI Mi clítoris destella en las barbas de la noche como un pétalo de lava, como un ojo tremendo

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34 al que ataca la dicha, al que el placer ataca y contraataca con zumos delicados, enfebrecidas salamandras. El útero olvida su suave domicilio. Desata las cuerdas del espacio. Varón, que te recorre mi pubis, fuego y raso.

XXIII La suavidad del pan que no ha nacido sostienen sus caderas, un lomo terso de venado, la curvatura del melón, altazas mejillas donde escribió su adiós final a la espalda. Cómo no amar a este varón sentado en sus dos lunas, volcado como un río sobre el lecho. Amo su boca tocada por la abeja, amo sus higos apretados, amo esta órbita doblemente dulce: detenidos ocasos sus dos nalgas, oh gloria de la esfera, las dos copas en que lo habrán vertido un día. Su grávida ternura me devuelve a las cosas más terrenas. Los ángulos equinos, el traje circular del universo. Cómo no amar a este varón tocado con piel de albaricoque en la cadera.

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XXVIII pene de pana pene flor del destino mío empuñadura del sol envidia del anturio aguda palabra mástil de las estrellas garza despierta garza dormida cigüeña farol de la promesa fecunda sobre el humus anguila escarcha brazo guerrillero medusa tenor de la línea el alma cardinal columna cálida ovillo menguante generosa cintura sonrisa oscura y clara de puntillas el amor vías lácteas dormidas despiertas vías lácteas canción del pueblo desmesurados niños atesora encierro tibio cuna de la semilla fruto brillante panal el pene himno cónsul de Dios más excelente excelso que ninguno la nuez se hermana con su cuello llave de naves invisibles la delicia vendavales sus quehaceres azadón un exaltado obrero pene de penas el olvido desbordadas deidades te humedecen oboe maduro oboe el tenue tú muerta vida de la muerte

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Una hija conduce a su madre hasta el sueño

Yo hablé con el pedazo de mi madre que no quería morir se resistió fue el potro que pierde la cordura y es nervio cercenado ante la muerte por la esgrima de fuego que sostuvo tuvimos que enterrarla maniatada yo pude hablar con esa jarra fría de sangre que se muere yo vi un dios reventado vi una estaca de pólvora en su pecho y a ese trozo de oído que latía como una seda sacra como el último barco como el pulso final de flama de una astilla a ese tercio de madre que me resta y pesa más que el mundo y es el diamante hirviente que entierro entre mis ojos a ese frasco de fe que me cedieron clementes cirujanos desolados le pude hablar decirle adiós pequeña duerme no habrá bestias feroces entre la oscuridad

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La testarudez del libro Un libro no claudica, no se deja intimidar. Continúa opinando lo mismo con el paso del tiempo. Es un objeto noble y bien lo sabe. Está consciente de su peso, su formato, su belleza. Tiene olor y textura. Se deja portar, acariciar, esconder, robar, muchas veces, por la codicia perdonable de los amigos. Conoce a su dueño. Desde la cabecera vela su paz. Lo siente releer de vez en cuando la dedicatoria escrita a mano de la página inicial, donde el amor de aquel que lo ofrendó (padre,

madre, amante, hermano) perdura intacto. Mueve montañas y por eso el déspota lo quema. Desarma el corazón y por eso el enamorado lo ofrece. Ilustra al ignorante y por eso el docto se lo extiende, bondadoso. Provoca asombro, indignación, gozo, embriaguez, claridad, derriba la represa donde se esconde, púdica, la emoción no confesada. Hace llorar a solas, reír a solas, rumiar a solas. Hace soñar a las multitudes en todos los idiomas en los cuatro puntos cardinales del planeta.

Un libro se deja releer y sonríe. Descubre, gracias a este desliz, quiénes somos, qué frases atesoramos, qué párrafo, qué réplica marcará nuestro destino para siempre. Nos devuelve al regazo de la madre y escuchamos su voz. Nos presta voz cuando debemos decirle al hijo lo que no sabemos cómo decirle. Nos permite ser compatriotas de un desconocido: somos hermanos en el país del mismo libro que amamos. Es fuente de discordia cuando dos que se quieren se separan. Es fuente de placer cuando se desflora. Es fuente de saber. Es fuente. Vivirá más allá de nosotros, pobres mortales, y el papel de su carne llevará a otras manos a siglos de distancia el calor de nuestras manos.

Corren tiempos duros, pero no será destronado: no pudo con él ni el celuloide. Y su reino no tendrá fin. Y volverá a primar sobre la tierra tarde o temprano, cuando de nuevo el pensamiento exija izar las velas y no se deje aplastar por esa dictadura sin disensiones de la imagen. Estamos hechos de la materia de los sueños, dijo el poeta. Somos, de alguna forma, los libros que hemos leído. Nada seremos, entonces, si no leemos.

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“Ser mujer es una lucha diaria”

Entrevista por Esperanza Alvarado Cordero Una noche de jueves lluvioso, nos encontramos con Ana Istarú en su casa, en medio de una biblioteca, entre los cuales estaban varios publicados por ella. Nos acompañó una de sus hijas llamada Ardelia. Cautivadora con su sonrisa y sencillez, nos atendió la actriz, poeta y dramaturga que desde sus 15 años empezó su trayectoria.

- Entiendo que creció en una familia donde el amor y el cariño venían tanto del padre como de la madre. ¿De qué manera influyeron esos aspectos en su vida a la hora de tomar la decisión de empezar a escribir?

Mi padre fue el que me alentó a escribir poesía, la imagen de mi madre y su postura ante la vida era la política y pionera en múltiples cosas, incursionó en un mundo de varones luchando siempre por el estereotipo patriarcal de la mujer. Yo recibí las preocupaciones sobre el género y la problemática femenina. Mi padre era amante de las artes, a mis hermanos los orientó hacia la música clásica, la atención que me proporcionó de niña fue el amor por las letras, en especial la poesía es lo que marco mi vocación de escritora.

- ¿Cómo fue su infancia?

Plácida, demasiado, estaba como una especie de tono de marfil en muchos sentidos, tiene ventajas y desventajas. Entre las ventajas contabilizo que siendo una niña recibí mucho amor de parte de mi padre lo cual me daba seguridad en mi misma, éramos una familia muy unida asistíamos a los espectáculos y compartíamos muchas actividades. Una de las adversidades que tuve que enfrentar, era que mi madre por su trabajo estaba muy ausente de la casa, ella fue como una feminista pionera, en el sentido que tal vez ella no se había denominado así; pero tuvo que pagar un precio por poder incursionar en un mundo velado por las mujeres. Me cuestioné como persona y ser pensante, en como conseguir que una mujer se realice sin que se vaya en menos cabo la familia y mi única respuesta fue involucrar al varón en las tareas del hogar tanto administrativas como en la vida cotidiana y ser un apoyo para los hijos.

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39 - Los libros que se han publicado, ¿reflejan parte de las etapas de su vida?

Si para bien o para mal, es autobiográfico, es mi propia trayectoria personal, se refleja mucho en mi poesía.

- ¿Considera que se puede vivir escribiendo en Costa Rica?

Es difícil pero depende del género que se escoja, las personas que escriben se dedican a otra cosas como: docencia y otras actividades, conozco personas que además de ser poetas son contadores, jueces. Un oficio que se liga mucho es el periodismo.

- Tiene un lugar u hora fija para escribir.

Es lo que más cuesta, en estos últimos años alquilaba un cuarto en el vecindario para alejarme de la familia, horarios y teléfonos.

- Es cierto que los momentos de tristeza se aprovechan para escribir ya sea por inspiración o para desahogarse.

El estado de ánimo fuerte puede inducir a la persona a escribir, se habla de la inspiración pero yo no utilizo ese término, uso el de la concentración, la poesía va dentro de uno como un embrión dentro de la mujer, hay que provocar el momento en que se pueda acceder, lo que más cuesta es la concentración ya la inspiración viene como consecuencia. La actitud para escribir se trae, pero es una disciplina.

- ¿Cuáles sentimientos desea reflejar a la sociedad, a través de los poemas y el teatro?

Básicamente escribo sobre amor y placer, pocas veces he escrito sobre la muerte y la violencia y lo que más he escrito sobre la sexualidad, el cuerpo de la mujer y su determinación de la maternidad. Tratando de revertir y de hablar de elementos para que la mujer aprenda a gozar de su cuerpo en todo el proceso físico de la maternidad, no verlo como una enfermedad sino como una época de cambios.

- ¿Cómo logra un equilibrio entre la familia y la vida laboral?

No es fácil, del sartén de la poesía caen las llamas de la actuación. Es un equilibrio delicado donde se deben tomar decisiones, tratando de no traicionarse uno mismo, pero mi familia siempre ha sido mi prioridad, y eso no me ha impedido trabajar. Sigo en esa búsqueda es un proceso de separación para estar más tiempo con mis hijas.

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40 - ¿Qué significa en la actualidad ser dramaturga en la sociedad costarricense?

En mi caso es una actividad gratificante, ya que; la gente se ha identificado con mis obras. Mis obras se han montando en el extranjero, he devengado mis derechos de autor, publicado en Francia, España y me siento más gratificante de lo que yo pensaba.

- ¿Cuál fue la motivación para escribir poesía erótica?

Era mi manera esencial de expresión, fue como una evolución lógica de mis preocupaciones feministas,

mi vocación de poeta y mi temperamento apasionado obviamente la evolución lógica fue rematar en un libro de poemas que planteará una visión diferente de lo que es la sexualidad femenina, luchando contra esta imagen de la mujer objeto brindando un homenaje amoroso al varón, vistiéndolo en objeto de deseo y estético.

- ¿Cuál ha sido su mejor experiencia literaria?

Mi libro conocido como: "La estación de Fiebre", que me abrió puertas fuera del país, y tal vez fue como mi transgresión más importante sobre todo por ser publicado hace 25 años que estamos hablando de otra Costa Rica, más represiva entonces fue cuando obtuve mi primer reconocimiento importante, era joven, que un jurado extranjero de muy alta envergadura, reconociera la calidad del poema, para mí fue como un espaldarazo algo que me estimuló mucho, y también fue como el impacto más fuerte que he tenido.

- Alguna anécdota que nunca podrá olvidar.

Si, siempre me gusta recordar que don Sergio Ramírez, escritor nicaragüense, cuando escribí en Costa Rica, el director de la Prensa Literaria, se encargaba de una revista literaria de circulación Centroamericana él publicó mi primer poema en una revista y me pagó, yo tenía 15 años, estaba por agradecer que alguien se dignara en gastar tinta y papel en un poema mío, eso me marcó porque él tenía razón la poesía es trabajo intelectual y todo trabajo debe ser pagado, me dio una lección de por vida, tengo derechos como intelectual tanto como los tiene un obrero o cualquier trabajador, ese derecho de ser reconocida y de ser remunerado.

- ¿Cuáles características te describen?

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41 Soy idealista para bien y para mal, para bien porque me permite luchar por lo que creo, ir en pos de lo aspiraría a un mundo mejor, ya sea hablando de la equidad, justicia social, y el aspecto negativo de ser idealista es que uno tiende a sublimar la realidad cuando ve como realmente es, se siente muy herido muy decepcionado con las tecnologías, los partidos, la familia, la gente que recién conozco y con mi pareja, entonces tal vez eso peca de candidez, uno quisiera que todo el tiempo se quitara pero perdura, entonces muchas veces se tropieza pero no renuncio a ser optimista y desear que las cosas sean mejores. La otra cosa que puedo decir en mi criterio me caracteriza la demencia, la pasión, soy excesiva no se si por mi temperamento o por mi trabajo de actriz, pero para bien o para mal he recibido más reconocimientos de los que realmente merece mi obra.

- Se siente satisfecha con todo lo que ha logrado, o te falta algo por cumplir.

Siento que he tenido éxito, pero no estoy satisfecha con lo que he escrito siempre digo que la mejor obra de teatro que puedo escribir, está por llegar o veo mi poesía y la veo muy imperfecta quisiera algún día llegar a escribir realmente mejor.

- ¿Qué la motivó para inclinarse en el trabajo literal?

Le contaba que mis padres siempre me llevaban a espectáculos cuando yo era niña y cuando fui adolescente se produjo en Costa Rica un fenómeno teatral esplendoroso, con la llegada de los Suramericanos exiliados se hizo un teatro con muy buenos actores, eran clásicos, contemporáneos o clásicos universales que no tuve la oportunidad de conocer, muy buenos maestros y actores que servían como ejemplo para los estudiantes de teatro, y tuve excelentes profesores.

- ¿Por qué ciertas poesías reflejan el feminismo?

Yo pienso que porque tenía la necesidad de oponerme a cosas que me molestaban y que me dañaban, una cosa muy simple por ejemplo cuando tenía 15 años en la sociedad represiva de aquel entonces mi novio no era virgen pero que yo tenia la obligación de serlo, entonces me molestaba mucho ni siquiera poder conversarlo con mi novio porque él no tenía las herramientas para hacerlo y me molestaba mucho que se me exigiera a mí una conducta y no a él, entonces esta iniquidad era lo que me tenía incómoda y el hecho de que yo no pudiera como un ser pensante y soberano eligir por mi misma el irrespeto a la opción individual era lo que me enfermaba, y me causaba una gran confusión moral, entonces analizando porque las cosas eran como eran empecé a entender y analizar

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42 la sociedad y a tomar conciencia de que se fundamentaba, empecé a luchar contra esos fundamentos y mi manera más lógica de hacerlo fue a través de la poesía.

Es el único valor solvente, yo lo definiría como lo que es capaz de hacer una persona por otra, es lo único que cuenta, los bienes materiales son frágiles, efímeros, lo único que realmente nos proporciona alguna fortaleza y protección, el amor de otra persona nos protege de la soledad, o el amor que podamos sentir por nosotros mismos, entonces también es el único valor real, todo lo demás es oropel.

- Considera que en estos tiempos la sociedad se ve afectada por el machismo.

Si terriblemente, cuando yo era adolescente hablábamos de machismo; por supuesto que pervive lo que pasa es que ahora tiene manifestaciones más sutiles menos brutales, por lo menos en ciertos estatus sociales o no se manifiesta tal vez con la misma dureza; pero no es que hemos reflexionado. La iniquidad que vamos a borrar, ni siquiera tenemos la historia de la humanidad que ha sido machista, estamos en un proceso.

- Es difícil en la actualidad desempeñar un buen papel en la maternidad

Este país tiene ciertas leyes que protegen a la madre en una serie de aspectos laborales, permite el amamantamiento hay actitudes que son las que impiden que una mujer ejerza su maternidad en forma plena y serena. En el campo laboral si una madre quisiera tomar un espacio para amamantar a sus hijos aunque fuera un año o dos, después reinsertarse en el campo laboral le cuenta mucho, eso es una hostilidad de la sociedad hacia la maternidad y hacia el niño, lo que tiende es a privarlo de la presencia de su madre, que en los primeros meses es importante estar en ese contacto y el rol que se obliga la madre a desempeñar con doble jornada. El hecho de que la contención emocional de los hijos se le cargue todo a la mamá y que el padre no sepa casi nada de los hijos, se involucra

- ¿Qué es ser mujer?

Es una profesión riesgosa, es intentar no traicionarse a si misma buscando su soberanía, e intentando buscar la libertad para llegar hacer un ser pleno y realizado. Vivir y poder optar por una maternidad y una relación de pareja equitativa.

- ¿Qué es el amor?

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43 menos, impone su autoridad, tiene el ingreso más importante, el proveedor muchas veces tiende a paralizar a la madre.

- ¿Cuáles son tus aportes en la cultura nacional?

Creo que haber puesto sobre el tapete literario el tema de la sexualidad femenina bajo una óptica de mujer, temas que abarcan la corporeidad de la mujer como el embarazo y el parto y haber ofrecido a hombres y mujeres una literatura en la que eventualmente podían encontrar una voz, en el sentido de que las mujeres se identifican con mi propuesta de una mujer diferente, capaz de revelarse y de luchar por ser sí misma, y los varones por leer una propuesta de relación amorosa distinta.

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Ana Istarú

Nacida como Ana Soto Marín. Actriz, poetisa y dramaturga, vio la luz en San José de Costa Rica en 1960. De la mano de su padre penetra en el mundo de las letras y junto a su madre conoce la pasión del teatro. Obtiene el bachillerato en Artes dramáticas con énfasis en Actuación en la Universidad de Costa Rica en 1981. Labora como actriz teatral, desempeñando roles protagónicos en obras tanto clásicas como contemporáneas. Obtiene en 1980 el Premio Nacional a la Actriz debutante, en 1997 a la Mejor Actriz Protagónica y el Premio Ancora de Teatro 1999-2000. Su obra poética, que abarca 6 poemarios, ha sido recogida en numerosas antologías americanas y

europeas. Su libro más conocido "La estación de fiebre", ha sido vertido al francés y publicado en París. Cuenta también con traducciones parciales al inglés, alemán, italiano y holandés. Como dramaturga ha obtenido dos premios internacionales en España: el María Teresa León para Autoras Dramáticas 1995, convocado por la Asociación de Directores de Escena, en Madrid, y el Premio Hermanos Machado de Teatro 1999 del Ayuntamiento de Sevilla. Sus obras se han montado en Costa Rica, España, México y Estados Unidos, en versión inglesa. Se le concedió en 1990 la beca de creación artística de la Fundación John Simon Guggenheim. Junto a Eunice Odio y a Carmen Naranjo, stá considerada como una de las figuras más prominentes del panorama literario de su país, con reconocimientos internacionales como los premios españoles María Teresa de León para autoras dramáticas en 1995 y el premio Hermanos Machado de Teatro en 1999.

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Muestrario de Poesía

Libros de Regalo

1. Llevar a Gladys de Vuelta a Casa y otros cuentos / Aquiles Julián 2. Letras sin Dueños / Aquiles Julián 3. Música, maestro / Aquiles Julián 4. Una Carta a García / Elbert Hubbard 5. 30 Historias de Nasrudín Hodja / Aquiles Julián 6. Historias para Crecer por Dentro / Aquiles Julián 7. Acres de Diamantes / Russell Conwell 8. 3 Historias con un país de fondo / Armando Almánzar R. 9. Pequeños prodigios / Aquiles Julián 10. El Go-getter / Peter Kyne 11. Mujer que llamo Laura / Aquiles Julián 12. Historias para cambiar tu vida / Aquiles Julián 13. El ingenio del Mulá Nasrudín / Aquiles Julián 15. Algo muy grave va a suceder en este pueblo / Gabriel García Márquez 16. Cuatro cuentos / Juan Bosch

17. Historias que iluminan el alma / Aquiles Julián 18. Los temperamentos / Conrado Hock 19. Una rosa para Emily / William Faulkner 20. El abogado y otros cuentos / Arkadi Averchenko 21. Luis Pie y Los Vengadores / Juan Bosch 22. Ahora que vuelvo, Ton / René del Risco 23. La casa de Matriona / Alexander Solzenitsin 24. Josefina, atiende a los señores y otros textos / Guillermo Cabrera Infante 25. El bloqueo y otros cuentos / Murilo Rubiao 26. Rashomon y otros cuentos / Ryunosuke Akutagawa 27. El traje del prisionero y otros cuentos / Naguib Mahfuz 28. Cuentos árabes / Aquiles Julián 29. Semejante a la noche y otros textos / Alejo Carpentier 30. La tercera orilla del río y otros cuentos / Joao Guimaraes Rosa

10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio Ballagas 11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound 12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos Drummond de Andrade 13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus Enzersberger 14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire 15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes contemporáneos 16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Diego 17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom Raworth 18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Istarú

1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo 3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín Pasos 4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo Carranza 5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin Mieses Burgos 6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington Delgado. 8. Haikus / Matsuo Basho 9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / Mahmud Darwish

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CIENSALUD 1. Inteligencia de Salud y Bienestar: 7 pasos Cristina Gutiérrez 2. Cómo prevenir la osteoporosis Cristina Gutiérrez

Iniciadores de Negocios 1. La esencia del coaching Varios autores 2. El Circuito Activo de Ventas, CVA Aquiles Julián 3. El origen del mal servicio al cliente Aquiles Julián 4. El activo más desperdiciado en las empresas Aquiles Julián 5. El software del cerebro: Introducción a la PNL Varios autores 6. Cómo tener siempre tiempo Aquiles Julián 7. El hombre más rico de Babilonia George S. Clason 8. Cómo hacer proyectos y propuestas bien pensados Liana Arias 9. El diálogo socrático. Su aplicación en el proceso Humberto del Pozo de venta. López 10. Principios y leyes del éxito Varios autores

41. Dos cuentos / Pedro Juan Soto 42. Aquellos días en Odessa y otros cuentos / Heinrich Böll 43. 12 cartas de amor y un amorcito y otros cuentos / Juan Aburto 44. Rebelión en la granja / George Orwell 45. Cuentos hindúes / Aquiles Julián 46. El libro de los panegíricos / Rubem Fonseca 47. Juana la Campa te vengará y otros cuentos / Carlos Eduardo Zavaleta 48. Venezuela cuenta 1 / Varios autores 49. La habitación roja / Edogawa Rampo 50. Jóvenes cuentistas de América Latina 1 / Varios Autores 51. Caballo en el salitral y otros cuentos / Antonio Di Benedetto

31. Leyendas aymarás / Aquiles Julián 32. La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua /Jorge Amado 33. Un brazo / Yasunari Kawabata 34. Cuentos africanos 2 / Aquiles Julián 35. Dos cuentos / Yukio Mishima 36. Mejor que arder y otros cuentos / Clarice Lispector 37. La raya del olvido y otros cuentos / Carlos Fuentes 38. En el fondo del caño hay un negrito y otros cuentos / José Luis González 39. La muerte de los Aranco y otros cuentos / José María Arguedas 40. El hombre de hielo y otros cuentos / Haruki Murakami

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Colección

Muestrario de

Poesía 2008