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14 zHigh Life Low Life CAPÍTULO 1 - Verano en la ciudad – Dicen que si no te gusta el calor, salgas de la cocina. Nueva York, mediados de julio, si no te gusta el calor, sal de la ciudad. Cualquiera que pudiera tener unas vacaciones estaba en las montañas o en Long Island. Cualquier lugar más fresco que la ciudad. Pero yo, yo tenía trabajo que hacer y dólares que ganar. Cuando salí de mi apartamento en Queens, el calor me golpeó. La temperatura ya había subido hasta los 80. Sólo las 7 en punto de la mañana y yo estaba sudando. Iba a ser otro de esos días calurosos e incómodos. La hora de coger el tren número 7 hacia Manhattan. El nombre es Marley, Nat Marley. Conozco la ciudad de Nueva York como la palma de mi mano. Nueva York es parte de mí, está en mi sangre. Durante mis 15 años de servicio con el departamento de policía de Nueva York, vi lo mejor y lo peor de la vida en la ciudad. Después de dejar la NYPD, me convertí en un investigador privado. Aunque no ganaba mucho dinero, soy mi propio jefe y no tengo que tomar órdenes de nadie. Lo prefiero así. En la Estación Gran Central, multitudes de trabajadores de oficina se apresuraban fuera a la calle 42. Había normalmente unas cuantas personas indigentes en la estación intentando sacar unos dólares antes de que la policía los moviera de allí. Cuando haces el mismo viaje todos los días, conoces las caras de la gente. Pero hoy, no podía ver ningún indigente. Puede que estuvieran en la calle 42 al sol. De repente una voz me llamó, “Hey, Nat, ¿No me reconoces?” Me giré. Había una anciana con un abrigo que parecía caro y falda. Era Annie, un verdadero personaje de Nueva York: una de las personas indigentes que había conocido desde que era un patrullero con la NYPD. “¿Te gusta mi abrigo, Nat? Lo encontré en la basura.” “¿Un abrigo en Julio? Debes estar asándote. Me gusta el abrigo, pero tu no tienes buen aspecto, Annie.” “Estoy bien, Nat. De todas formas, un abrigo de invierno es valioso así que se queda conmigo, con sol o con nieve.” Yo la miré de cerca. Había algo diferente en ella. No podía decir que exactamente. Pero ella había cambiado.

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CAPÍTULO 1 - Verano en la ciudad –

Dicen que si no te gusta el calor, salgas de la cocina. Nueva York, mediados de julio, si no te gusta el calor, sal de la ciudad. Cualquiera que pudiera tener unas vacaciones estaba en las montañas o en Long Island. Cualquier lugar más fresco que la ciudad. Pero yo, yo tenía trabajo que hacer y dólares que ganar. Cuando salí de mi apartamento en Queens, el calor me golpeó. La temperatura ya había subido hasta los 80. Sólo las 7 en punto de la mañana y yo estaba sudando. Iba a ser otro de esos días calurosos e incómodos. La hora de coger el tren número 7 hacia Manhattan.

El nombre es Marley, Nat Marley. Conozco la ciudad de Nueva York como la palma de mi mano. Nueva York es parte de mí, está en mi sangre. Durante mis 15 años de servicio con el departamento de policía de Nueva York, vi lo mejor y lo peor de la vida en la ciudad. Después de dejar la NYPD, me convertí en un investigador privado. Aunque no ganaba mucho dinero, soy mi propio jefe y no tengo que tomar órdenes de nadie. Lo prefiero así.

En la Estación Gran Central, multitudes de trabajadores de oficina se apresuraban fuera a la calle 42. Había normalmente unas cuantas personas indigentes en la estación intentando sacar unos dólares antes de que la policía los moviera de allí. Cuando haces el mismo viaje todos los días, conoces las caras de la gente. Pero hoy, no podía ver ningún indigente. Puede que estuvieran en la calle 42 al sol.

De repente una voz me llamó, “Hey, Nat, ¿No me reconoces?”Me giré. Había una anciana con un abrigo que parecía caro y falda. Era Annie, un verdadero

personaje de Nueva York: una de las personas indigentes que había conocido desde que era un patrullero con la NYPD.

“¿Te gusta mi abrigo, Nat? Lo encontré en la basura.”“¿Un abrigo en Julio? Debes estar asándote. Me gusta el abrigo, pero tu no tienes buen

aspecto, Annie.”“Estoy bien, Nat. De todas formas, un abrigo de invierno es valioso así que se queda conmigo,

con sol o con nieve.”Yo la miré de cerca. Había algo diferente en ella. No podía decir que exactamente. Pero ella

había cambiado.“¿Seguro que te siente bien, Annie?”“¿Yo, Nat? Nunca me he sentido mejor.”Puede que ella sólo estuviera agotada de intentar ganarse la vida en las calles a su eda. Pero

algo me decía que debía quedarme cerca.“Te compraré el desayuno. ¿Café y donuts?” ofrecí.Annie se cogió de mi brazo mientras con dirigíamos a la entrada principal. De repente ella tiró

de mi chaqueta.“Hey, no tan rápido, Nat. Dame un minuto. Es este dolor en mi pecho.”Yo la miré de cerca. El sudor caía por su cara. No habíamos caminada lejos, pero estaba sin

respiración. Ella sujetó mi mano fuertemente. Su piel se notaba fría.“Oh Dios mío!” gritó.

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Ella se agarró el pecho, sus ojos y boca muy abiertos del dolor. Después ella cayó a mis pies, inconsciente. Un ataque al corazón. Yo palpé su muñeca. No había pulso. No había movimiento en su pecho tampoco. Ella no estaba respirando. Yo no tuve tiempo de pensar. Todo ese entrenamiento en la NYPD me vino. Primero la respiración. Cabeza atrás, sujeta la nariz, abre la boca, comprueba el canal de aire. Cierra los labios sobre la boca. Echa aire, detente, y otra vez. Después las dos manos sobre su pecho. Presiona hacia abajo. Otra vez, 15 veces. Yo miré al círculo de personas a nuestro alrededor.

“Alguien que llame al 911. Pedir una ambulancia!¿Alguien aquí ha hecho un curso de primeros auxilios?” pregunté.

Un tipo se adelantó nerviosamente. “Yo acabo de hacer un curso de primeros auxilios,” dijo.“Empieza con la respiración, después nos cambiaremos.”Nosotros trabajamos sobre ella durante 5 largos minutos. Yo palpé la muñeca de Annie otra

vez. Esta vez había pulso. Y después algún movimiento en su pecho. Al fin, oí el sonido de la sirena de la ambulancia.

Los hombres de la ambulancia cogieron a Annie y la metieron el la ambulancia que esperaba en la calle 42. Yo sabía que alguien como ella no tendría seguridad social.

“¿La lleváis al Hospital Bellevue?” pregunté.“Sí.”“Aquí tienen mi cartilla. Si hay alguna cuestión con las facturas del hospital, díganles que me

llamen.”Cómo iba en realidad a pagar las facturas del hospital era otra cuestión.Un oficial de policía vino a entrevistarme. Tan pronto como me dejó, un reportero del Daily

News me abordó.“¿Puedo hacerle unas preguntas, señor? Esta va a ser una historia fantástica.”No me importaba. La historia podía ser buena para los negocios.Desde Grand Central, había 5 minutos caminando hasta mi oficina en la calle 43. La mayoría de

las oficinas del edificio tenían su propio aire acondicionado. La mía no, así que era calurosa e incómoda.

Estaba muy tranquila la oficina cuando llegué. No había sorpresas. El negocio está normalmente tranquilo en julio. Incluso los chicos malos cogen vacaciones.

Stella Delgado, mi asistenta personal, ya estaba en su escritorio. Ella parecía cansada y molesta.“Nat, ¿Cuándo vamos a poner aire acondicionado?” preguntó. “Es imposible trabajar. Y mira el

sudor en tu camisa!”¡He estado de rodillas en Grand Central,” dije, “Salvando la vida de una anciana. Ese es un

trabajo duro con este calor.”Le conté a Stella lo que había pasado. Ella dejó de quejarse por el calor.“Vamos a ver como está,” sugirió.Los investigadores privados de Nueva York normalmente no usan transporte público. Pero yo

soy diferente. Stella y yo cogimos un bus número 15 a la ciudad a la 2ª avenida y caminamos un bloque al este hacia el hospital en la 1ª avenida. Yo me presenté a la recepcionista.

“El nombre es Nat Marley. Soy un buen amigo de Annie Clayton. Ella acaba de ser ingresada en urgencias. Nosotros tenemos que verla, señorita. Sabe…”

“Lo siento. Sólo familiares en urgencias,” dijo la recepcionista.“Mire, señorita. Ella es más familia para mi que mi propia esposa,” dije.

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Eso era verdad. Yo no había visto mucho a la Sra. Marley desde el divorcio.“Llamaré a urgencias a ver que dicen,” contestó la recepcionista.Nos permitieron visitarla. Stella y yo esperamos fuera de una consulta donde una médico

estaba examinando el corazón de Annie. Finalmente la médico salió y se presentó.“¿Sr. Marley? Soy la Dra. Fischer. Las normas dicen que sólo la familia puede estar aquí, pero

este es un caso especial. Así que usted el el tipo que salvó a la Sra. Clayton en Grand Central? Hizo un buen trabajo allí.”

“¿Se va a poner bien, Doctor?” pregunté.Su cara me dijo todo lo que necesitaba saber. “Ella es una luchadora, pro tiene un grave al

corazón,” dijo ella.Annie estaba durmiendo, y esperamos durante una hora antes de que nos dejaran entrar a

verla. Ella parecía agotada pero sonrió cuando me vio.“Nat, que bueno verte,” dijo. “Y gracias.”“No fue nada, Annie. Yo salvo vidas todos los días,” dije.“Nat, he estado pensando. Puede que no me quede mucho tiempo. Esta mañana no fue una

sorpresa. He tenido problemas de corazón durante años. Nat, ¿Puedes buscarme un abogado? Quiero hacer un testamento.”

Yo me pregunté que tenía que dejar Annie a nadie después de que muriera. De todos modos, estuve de acuerdo en hacer lo que me pedía. Yo conocía a un excelente abogado de familia, Wilma Patterson. Yo la llamé y ella estuvo de acuerdo en venir al hospital esa tarde.

Este fue el principio de la extraña historia de dos ancianas de los extremos opuestos de la sociedad de Nueva york – la vida alta y la vida baja. Dos ancianas que nunca se habían encontrado y cuyas vidas eran muy diferentes. Esta es la historia de cómo esas vidas se juntaron.

CAPÍTULO 2 - Central Park West –

A la mañana siguiente, mi foto estaba en una página interior del Daily News, con historia completa. Decía “Salvada Mujer Muriendo”. La historia empezaba:

“Ayer, sin la rápida actuación de un investigador privado Nat Marley, Annie Clayton, una indigente de Nueva York, habría muerto en la estación Grand Central…”

Alrededor de las 11 un mensajero llegó con una carta. La dirección estaba escrita con una escritura muy cuidada. Yo tenía un nuevo título de trabajo:

“Para el Sr. Nat Marley, Investigador Senior, de la agencia de investigación Marley.”“Wow, eso te hace parecer importante, Nat!” dijo Stella.La carta era de la Sra. Joanna Whittaker, apartamento 1543, apartamentos Century, 25 central

park west. Esa era una dirección cara. Los apartamentos Century estaban al final del moderno edificio de apartamentos terminados antes de la gran depresión de 1930.

La carta decía: Querido Sr. Marley,Acabo de leer sobre usted en el Daily News. Me gustaría que su agencia hiciera un servicio

especial para mí. Necesito un profesional.Yo no salgo de mi apartamento y deseo hablar con usted en privado. El portero estará

esperándole. Puede llamarme cualquier tarde entre las 12 y la 1.Sinceramente suya,

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Joanna Wittaker“¿Qué piensas, Stella?” pregunté.“Interesante,” dijo Stela.“¿Visitamos a la dama? Nosotros podríamos ir ahora – aquí no está pasando nada.”Por una vez, yo parecía elegante. Me había puesto una camisa limpia y mi chaqueta buena, que

acababa de traer de la lavandería. Stella llevaba su trae nuevo. Parecíamos completos profesionales.

“Stella, vamos a coger un taxi,” dije.“Un taxi! Seguro que te siente bien?” preguntó con sorpresa.Nunca me he sentido mejor. Podríamos estar visitando a varios millones de dólares así que

teníamos que parecer modernos y frescos. Normalmente, yo odiaba gastar dinero en taxis, pero si quieres tener buen aspecto en Julio, no camines.

Eran las 11:30 y el tráfico no se movía mucho más rápido de lo que harías caminando. Yo sentí lástima de los taxistas. Condujimos despacio por la ciudad hasta Columbus Circle, después hasta Central Park West y a los apartamentos Century. Una de las mejores direcciones de Manhattan.

Cuando llegamos allí, le di mi nombre al portero.“La Sra. Whittaker está esperándole Sr. Marley. Pero tendré que advertirle primero. No quiero

que la anciana se ponga demasiado nerviosa.”El cogió el teléfono. Nada durante un minuto.“Esto podría llevar un tiempo,” explicó el portero. Ella a veces esta confusa. Hola. ¿Es Martha?

Soy Bob en el vestíbulo. Tengo unas visitas para la Sra. Whittaker…. Si, Sr. Nathan Marley y su asistenta personal la Sta. Stella Delgado … Sí, los enviaré arriba.”

Dentro del ascensor, era todo madera oscura, gruesa moqueta y espejos. Si esto era solo el ascensor, imagina como eran los apartamentos. ¿Viviría yo alguna vez en un lugar como este? Con mis ingresos, sólo en mis sueños. Yo llamé al timbre del apartamento y esperé. Un minuto más tarde, llamé otra vez. Finalmente la puerta se abrió, una mujer grande de mediana edad me miraba con desagrado.

“¿Es usted el Sr. Marley?” preguntó.“Sí, señora. Con mi asistenta la Sta Stella Delgado.”“Enséñeme su licencia.”Yo le pasé mi licencia de investigador privado.“Espere un minuto,” dijo y cerró la puerta en mi cara. Otra espera. Ella volvió, y con una palabra

nos invitó al salón donde una anciana estaba esperando.“Sr Marley y Sta Delgado, ¿Cómo están?” soy Joanna Whittaker. Siéntense. Martha, te para

nuestros invitados.”Yo miré la habitación que estaba llena de hermosos muebles de 1940. Nada había cambiado

durante años y yo sentía como si estuviera en una vieja película de Hollywood. Me preguntaba quien entraría después – Cary Grant o Joan Crawford?

Martha volvió con tazas y dos teteras. Ella no parecía exactamente contenta con recibir visitas. Sus brazos fuertes y gruesos sujetaban las cosas pesadas del te sin ningún esfuerzo.

“Té Assam Or Darjeeling, Sr. Marley?” Preguntó la Sra. Whittaker.Yo no estaba seguro de la diferencia, pero no estaba dispuesto a admitir eso.“Assam, gracias madam. Tres azucarillos.”

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“Oh, bien! Me gusta un hombre con la boca dulce. Justo como mi pobre marido solía tomar. Y usted, Sta. Delgado?”

“Darjeeling, por favor,” replicó Stella.“Mi marido cogió este lugar cuando nos casamos,” dijo la Sra. Whittaker. “He vivido aquí desde

entonces. Una vez, este apartamento estuvo lleno de risas y felicidad. Pero desde que mi pobre marido murió sólo hemos estado yo y Martha. Martha hace todo por mí – yo nunca salgo del apartamento. Ella ha estado con la familia durante años. Es casi parte del mobiliario.”

Hubo un sonido de cristal rompiéndose en la cocina. La Sra. Whittaker no lo oyó. A alguien no le gustaba ser llamada parte del mobiliario.

“¿Tiene familia?” preguntó Stella.“Un hijo y una hija. Ellos no viven en la ciudad. Charlie está en Albania y Betty está en Syracusa.

Me gustaría verlos más. Especialmente a mis nietos, pero …”Los ojos de la anciana se llenaron de lágrimas. Stella cogió su mano. Ella sabía exactamente lo

que hacer. Yo no soy bueno en situaciones como estas.“No llore, madam. Nosotros lo entendemos,” dijo Stella.“¿si? … lo siento, Señorita.”“No necesita disculparse,” dije.“Gracias. Estoy bien,” dijo ella. Después me miró. “Ahora, Tom,” dijo ella, “Entremos en

negocios.”“¿Tom?” pregunté, mirándola.“¿Dije Tom?” preguntó. “Oh, tonta de mí! Un error. Sabes, te pareces mucho a mi pobre marido

muerto. Bueno ¿por dónde iba? Oh, sí, Sr. Marley, necesito un abogado.”

CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 4 - Bajo las calles de la ciudad -

Para cuando llegamos de nuevo a la calle East 43, eran pasadas las 6. Inútil intentar hacer ningún trabajo. Yo deambulé hasta el bar McFadden en la 2ª avenida. La habitual multitud de periodistas del Daily News estaba allí, haciendo lo que hacían mejor – beber.

Yo necesitaba información y conocía justo al tipo que podía ayudar – Ed Winchester. El solía ser reportero de crímenes en el Daily News, y todavía hacía algún trabajo a tiempo parcial. Una vez reportero, siempre reportero.

“Nat, viejo amigo!” dijo Ed cuando me vio. “Has llegado en el momento justo.”“¿Significa eso que tu vaso está vacío, Ed?” pregunté, y le hice una seña al camarero. “Jack! Sam

Adams para mi y una copa para Ed.”Era la hora de que Ed se ganara su copa. Le conté lo de nuestro extraño encuentro con la Sra.

W. y el asunto del testamento. Le pregunte que sabía de la familia. Yo sabía que podía depender de Ed – él había tenido muy buena memoria.

Ed tomó un trago y dijo, “Hmm … Tom Whittaker. Si, es el tipo que montó uno de los primeros servicios de vuelos regulares entre Nueva York y Chicago en los años 1920. El negocio tuvo mucho éxito en los 50 y los 60. Después el lo vendió. Creo que se convirtió en parte del Pan Am. Veré que más puedo averiguar.”

“así que la familia tiene dinero?” pregunté.

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“Montones,” dijo Ed.Había sido un largo día y me estaba doliendo la cabeza. Me fui y cogí el tren número 7 a casa en

Queens. Yo no pude comer mucho de la cena que traje del bar debajo del bloque. Esa noche, estuve tumbado despierto durante horas. Era el alba cuando finalmente me quedé dormido. Por la mañana, no me sentía muy activo. Me fui a trabajar como una máquina. Sin ningún pensamiento ni idea en mi cabeza. Sigue mi consejo – evita Nueva York en julio.

Cuando llegué a la oficina, Stella ya estaba en el trabajo. Dentro, no hacía tanto calor como siempre. Había dos ventiladores eléctricos en su escritorio. Yo podía ver a través de la puerta de mi oficina. Otros dos ventiladores.

“Buenos días Stella. ¿De dónde salieron esos ventiladores?” pregunté.“de Macy” contestó ella. “Llamé ayer. Eran los últimos en el almacén. Tuvimos suerte de

conseguirlos. Aquí está la factura.”“¿Qué es esto?” pregunté. “¡Doscientos dólares! ¿Crees que estoy forrado de dinero?”“Yo no puedo trabajar si no tengo los ventiladores,” dijo Stella. “Si no puedo trabajar, no te

hago ganar dinero, es tan simple como eso.”Yo estaba a punto de discutir cuando el teléfono sonó. Era Dr. Fisher del hospital Bellevue.

Annie estaba pidiendo verme. Aparentemente, era importante.Cuando llegué a la habitación de Annie, estaba sentada en la cama, pero tenía un aspecto

horrible. Había un visitante con ella.“Nat, que bueno verte,” dijo Annie débilmente. “Esta es Leona, una vieja amiga. Leona, te

presento a Nat. El va a ayudarme con unos asuntos de familia. Y antes de que preguntes, Nat, te pagaré de alguna manera.

“Yo no soñaría con pedirte dinero, Annie,” dije. Estaba allí para ayudar a una vieja amiga. Annie ya estaba lo bastante enferma sin saber cuanto eran mis honorarios diarios.

“Un hombre no pone dormida en la mesa trabajando por nada,” dijo Annie. “Nat, quiero que vayas con Leona. Ella va llevarte a un sitio en el que nunca has estado antes.”

En mis 15 años de servicio con la NYPD, había estado en la mayoría de los lugares de New York City. Me preguntaba a donde me iba a llevar Leona. Salimos del hospital y caminamos 4 bloques al oeste hasta la estación de metro en la calle 28. Después cogimos el tren número 6 a la calle 103 y Lexington. Algunos neoyorquinos nunca van más allá de la calle 96 al este. Para ellos, cualquier sitio al norte es como un país extranjero. La calle 103, parece como otro mundo. No había almacenes caros, buenos restaurante o rascacielos. Los únicos edificios altos eran las casa de protección, apartamentos de bajo coste construidos para la gente trabajadora. La gente de las calles eran la mayoría afroamericanos y latinos.

“Entonces que hay de nuevo, Leona?” pregunté. “Yo solía caminar por estas calles cuando era patrullero.”

“Ten paciencia, Nat,” contestó. “Tu no has visto nada todavía.”Leona me llevó a través de Lexington hasta un edificio viejo. Parecía vacío. Pero la puerta se

abrió tan pronto como Leona llamó. Un hombre grande dio la bienvenida a Leona, pero después me miró con una mirada fría, señaló y preguntó, “¿Qué está haciendo aquí este hombre?”

“Está bien,” explicó Leona. “Es majo. Nat está haciendo un pequeño trabajo para Annie.”Leona me llevó unos escalones abajo. Al final había un agujero en la pared y me metió a través

de él. Yo apenas podía ver mi mano delante de mi cara.“¿Dónde estamos, Leona?” pregunté.

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“Debajo de las calles. Esta es la ciudad que tu no conoces. Cuidado ahora, hay un tren que viene.”

Un tren número 5 pasó. La luz de las ventanas del tren me ayudaron a ver donde estábamos – el metro. Había cuatro pistas de tren, dos hacia arriba y dos hacia abajo y un estrecho camino al lado de las pistas. Delante de nosotros estaba una estación de metro, pero sin luces.

“Bienvenido a nuestra casa, Nat,” dijo Leona. “Esta estación no se usa más, así que nos mudamos aquí.”

Yo había oído que había gente viviendo debajo de Nueva York, pero nunca lo había visto por mi mismo. Pude ver un luz delante. “Casa” era una vieja cabina (vestuario) de madera, del tipo que recuerdo de mi infancia. Una mujer estaba sentada en un sillón al lado de la puerta.

“Ellie, este tipo es un amigo. El está ayudando a Annie con un asunto de familia. Haré un poco de café.”

“¿Sabes que?” dije, mirando alrededor. “Tenéis un bonito lugar aquí. Mejor que mi casa en Queens. ¿Vivís aquí todo el tiempo?” pregunté.

“Seguro que sí,” contestó Ellie. “Fresco en verano y nos las arreglamos para mantenerlo cálido en el invierno. Y no pagamos renta.”

“¿Estáis a salvo aquí?”“Nosotros vivimos en las calles,” dijo Leona. “Puedo decirte, que es más seguro abajo. Todo el

mundo nos conocemos aquí. Si un extraño viene, lo sabemos. Los trabajadores del metro nos conocen. Ellos nos dejan en paz.

Leona empezó a mover montones de bolsas de plástico negras. Debajo había una vieja caja de metal con una cerradura.

“Nat,” dijo ella, “Annie quiere que le lleves esta caja.”Leona me llevó de nuevo a la calle. Mientras viajaba de vuelta a la calle 28, me preguntaba

cuantas más comunidades suburbanas estaba pasando en el metro.De vuelta en el hospital, le di a Annie la caja. Entonces ella sacó una llave que llevaba alrededor

del cuello, abrió la caja, y me enseño una foto de un alegre adolescente.“Nat,” dijo Annie, “Este es mi hijo, Jackie. No le he visto en 20 años. Quiero que lo encuentres.”“Yo nunca supe que tenías familia,” dije.“Tú no sabes todo sobre mí. Puede que no tenga mucho tiempo para vivir, Nat, y quiero verle

otra vez antes de morir. Nosotros vivíamos en unas casas de protección oficial en South Bronx. No es una zona bonita. Después de irme de casa, Jackie solía visitarme de vez en cuando. Normalmente para pedirme dinero. Yo sabía que no era un buen chico, pero es mi hijo. Su padre era el jefe de una oficina donde yo trabaje una vez como limpiadora. La clase de tipo que le dice a todas las mujeres que su mujer no le entiende. Yo estaba sola y nosotros lo pasamos bien. El me hacía reír, y Jackie es el resultado.”

“¿Cuántos años tiene ahora?” pregunté.“Nació en 1954, así que más o menos de tu edad,” dijo Annie. “Le vi por última vez en la cárcel

de Riker Island en 1979. El había estado robando coches y metiéndose en peleas. Es fácil encontrar mala clase de amigos en el Bronx. Cuando le visité en la cárcel, el dijo que nunca quería verme otra vez. Me rompió el corazón. Desde ese momento, mi vida se hizo pedazos. Me sentía realmente baja y eso es cuando empecé a vivir en las calles de Manhattan. Tenía que escapar, salir del Bronx, y olvidar.”

“¿Algo más que quieras decirme?” pregunté.

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“Una vez oí que estaba viviendo en Lower East Side,” dijó ella. “Trabajando de taxista.”“¿Un taxista, dices? Si tenía antecedentes policiales el no podía conseguir un trabajo de taxista.

¿Su nombre completo?”“Jackie Robinson Clayton.”“¿Altura?” pregunté.“Unos 5 pies y diez inches,” dijo Annie débilmente. “Oh, y tiene un tatuaje de un pájaro, el

águila americana, en su brazo izquierdo. Cuando le encuentres, dile que su madre quiere verle. Tráemelo aquí. Es importante.”

“Haré lo que pueda, Annie,” dije, “pero no albergues demasiadas esperanzas. Esto podría ser difícil.”

Annie me dio la foto y cerró la caja. Después ella me pidió que llevara la caja y la llave a la oficina de Wilma Patterson. Se recostó en la cama, sudando y respirando pesadamente. Llamé a la enfermera. Annie parecía más muerta que viva.

CAPÍTULO 5 - Información interna –

Fui al bar McTadden a la hora de comer. Dentro había ruidoso y ajetreado, pero fresco, gracias al aire acondicionado. Me di cuenta que tenía hambre. No había comido bien desde el desayuno el día antes. Pedí un filete con extra de patatas fritas. Cuando estaba comiendo, Jack, el camarero me llamó.

“Hey, Nat, hay un tipo aquí que dice que le pagas una copa.” Yo miré. Es Winchester estaba haciendo señas con la mano a un vaso vacío.

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“Bien, supongo que sí,” dije. “Ven aquí Ed. Sería mejor.”“Me gusta hacer negocios de esta manera,” dijo Ed. “Tu me paga copas y yo te encuentro

información.”Ed me contó que había estado en la biblioteca del Daily News, leyendo sobre las líneas aéreas

Whittaker. Era una buena historia. Tom Whittaker era un hombre interesante. El había estado en el ejército del aire de piloto y fue derribado en Francia en la 1ª guerra mundial. El fue uno de los pocos afortunados que llegaron a casa. Cuando salió del ejército del aire, compró un par de aviones exmilitares y empezó a volar llevando a gente por la ciudad. A ver monumentos desde el aire. A finales de 1920 empezó un negocio de aerolíneas. Vuelos a Washington y Chicago. El vio que el futuro era los viajes por aire. Durante 1950 el ferrocarril estaba empezando a perder pasajeros hacia las aerolíneas y Whittaker Aier estaba teniendo una gran proporción de ellos.

“¿Era la clase de tipo que vivía de su trabajo?” pregunté.“En absoluto,” contestó Ed. “El era bastante mujeriego. Miera esto: Daily News, 1957.”Ed me dio una fotocopia de una historia de un periódico. Estaba Tom Whittaker en una mesa en

un coktel en un bar con tres rubias espectaculares. Cada una mejor construida y más atractiva que Marilyn Monroe. Whittaker parecía contento consigo mismo. Yo podía entender porque.

“Sólo mírale,” dijo Ed. “El podría ser tu hermano.”“Nosotros podríamos parecernos,” dije, “Pero el tenía todo lo que yo no tengo. Dinero y

mujeres.”Ed siguió contándome que Tom Whittaker trabajó mucho y jugó mucho. Incluso después de

estar casado el jugaba por ahí con otras mujeres. No era un matrimonio feliz y él y la Sra Whittaker probablemente seguían juntos por los niños. El vendió Whittaker Air a PAN Am a finales de 1960. Después pasó la mayor parte del tiempo en City Island, bebiendo y pescando. El murió en 1974.

“Adiós, Tom Whittaker,” dije.“Tienes suerte, amigo,” dijo Ed. “Cuando ella muera, tú puedes permitirte copas para todo el

mundo.”Caminé de vuelta a East 43 Street. Stella estaba ocupada en el ordenador cuando llegué a la

oficina..“Hola, Stella,” dije. “Acabo de estar hablando con Ed.”“¿No querrás decir hablando y bebiendo?” contestó Stella.“Sí. Con Ed no puedes hacer una cosa sin la otra.”Le conté a Stella todo lo que aprendí por Ed.“Sabes, Nat, me asusta – la Sra Whittker, Martha, ese apartamento,” dijo ella.“Uh-uh. Como sacado de una película de terror.”“Tú lo has dicho,” Stella añadió. “Imagina no salir nunca. ¿Qué clase de vida es esa? La Sra W no

está bien de la cabeza.”“Ella no lo está si me ha dejado dinero a mí,” dije. “¿Algún cliente a verme hoy?”“El teléfono no ha sonado en todo el día,” dijo Stella.“Oh bien. Me voy a los apartamento Century a ver a la única persona que conozco allí que no

está loca. Bob el portero.”Llegué a los apartamentos Century y entré en el vestíbulo. El aire acondicionado estaba

funcionando perfectamente. Era como entrar en Diciembre.“Bob, te acuerdas de mí?” pregunté.“Ah, Sr Marley,” dijo él

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“Llámame Nat. Me gustaría hacerte unas preguntas sobre la Sra W.”“Ahora, Sr Marley … Nat,” dijo el. “Realmente no debería hablar sobre nuestra …”“¿te ayudaría esto?” pregunté.Le mostré mi licencia de investigador. Eso ayudó un poco. También le enseñe un billete de 50

dólares. Eso ayudó mucho.“Por qué, gracias,” dijo él.“¿Cómo consigue la Sra W todo lo que necesita?” pregunté.“Martha hace alguna compra, o los almacenes le envían cosas al apartamento. La Sra. W es el

tipo de señoras que les gusta que las cuiden.”“¿Tiene muchas visitas?”“He estado aquí 5 años,” dijo Bob. “En ese tiempo, las únicas vistas que he visto son su hijo y su

hija. Incluso ellos han estado aquí sólo 3 o 4 veces. La última vez que los vi fue hace más de 2 años. Lo recuerdo porque los dos estaban enfadados cuando se fueron. La hija estaba llorando. Desavenencias familiares o algo.”

Así que la Sra W no vio a nadie excepto a Martha, pensé. No es una forma de vida sana.

CAPÍTULO 6 - East Village –

De vez en cuando el ascensor se estropea en la oficina. Este era uno de esos días. Después de subir caminando 8 pisos, me sentía acalorado e incómodo. Los ventiladores no hacían mucha diferencia. Por qué no vendría el otoño pronto.

Tenía llamadas que hacer. Por fin, trabajo real – encontrar a una persona desaparecida – el hijo de Annie, Jackie. Mi primera llamada fue al cuartel general de la policía. Conocía a alguien que podría ayudarme, alguien con quien solía trabajar. Eso es, si él no se sentía demasiado malhumorado.

“Póngame con el capitán Oldenberg, quiere?”“Marley!” gritó Oldenberg, “ya tengo demasiados problemas sin que me llames.”“No pareces contento en tu trabajo,” dije. “escucha, estoy intentando encontrar a una persona

desaparecida, Jackie Robinson Clayton. Ha tenido problemas. Estuvo el Riker Island en 1979. Podría estar trabajando de taxista ahora. 46 años, mediana altura, el águila americana en su brazo izquierdo.”

“¿Algo más?” preguntó Oldenberg.“Nada,” dije. “Su madre no le ha visto en 20 años. Y Oldenberg, este es un trabajo para una

vieja amiga.”“OK, Marley,” dijo Oldenberg. “Pero yo no muevo un dedo con este calor. Le diré al

lugarteniente Brandstein que lo haga.”“Primera cosa,” dije, “Dile que compruebe si el tío esta en la cárcel, vale?”Después necesitaba información del Daily News. Hice una llamada a Ed Winchester.

Afortunadamente, es había vuelto del bar McFadden.“Nat, ¿Qué puedo hacer por ti?” preguntó.“Estoy intentando encontrar a un tipo con el nombre de Jackie Robinson Clayton,” dije. “El ha

estado en problemas, así que podría haber algunas noticias escritas sobre él.”Le di a Ed la información que necesitaba. Crucé mis dedos y esperé a que apareciera con algo.

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El teléfono sonó tan pronto como lo colgué. El lugarteniente Brandstein estaba haciendo un buen trabajo. Jackie Clayton no estaba en prisión en ningún sitio de USA. Íbamos bien. Estaba empezando a disfrutar. Esto era lo que la vida de un investigador privado debería ser. Yo incluso olvidé el calor que hacía. Ahora necesitaba una ayuda extra. Joe Blaney era justo el tipo. El era un ex -policía grande y duro que trabajaba para mí a veces.

“Joe, soy Nat. Escucha, mi vida está llena de ancianas en este momento. Tengo una extraña cliente – una tal Sra. Joanna Whittaker. Y Martha, que vive con ella, es incluso más extraña. Necesito saber más sobre ellas.” Yo le di a Joe la historia hasta ahora con la dirección y descripciones.

“jefe,” dijo Joe, “tú de verdad te encuentras con gente loca.”Pasé la mañana siguiente mirando por Lower East Side, intentando encontrar a Jackie. A

menudo, cuando le das la vuelta a una piedra, encuentras algo desagradable debajo de ella. Puede ser lo mismo con las familias. Cuanto más averiguas, más mierda descubres. Yo deseaba que esto no fuera a pasar con Jackie.

No hubo suerte en ninguna de las empresas ni bares que visité. ¿Hasta dónde puedes llegar buscando a un tipo en los 40 usando una foto de él de adolescente? Finalmente, encontré un taxista en Canal Street en Chinatown que había oído hablar de Jackie. El me dijo que probara en East Village.

Empecé en la avenidas A, B y C, una vez conocida como la Ciudad Alfabeto. Fue una total pérdida de tiempo hasta que llegué al bar Vazac en la avenida B.

Yo enseñe al camarero la foto de Jackie. Cuando le dije lo del tatuaje, pude ver que sabía de él. Me echó una oscura mirada.

“¿Eres un poli o algo?” preguntó.“No, amigo,” dije. “Me llamo Marley. Sólo un honrado investigador privado.”Le enseñé mi licencia.“No yo no hablo con polis ni ojos privados, señor,” dijo el camarero..“Un bonito y amistoso lugar este. Un tío podía sentirse muy bien recibido. ¿Hablas por dinero?”Le di la vuelta a mi licencia. Detrás había un billete de 20 dólares. Entonces el camarero fue a

cogerlo, yo quité la mano.“No tan rápido. ¿Qué tienes?” pregunté.“OK, le conozco,” dijo. “No le he visto recientemente. Tiene dinero, pero no bien de conducir

un taxi.”“Oh sí?” dije. “Entonces de dónde viene todo?”“De comprar lo que la gente roba,” contestó. “Si tienes algo caliente vete a Jackie. Pero no le

hagas enfadar – él es duro.”“¿Sabes para quién trabaja?” Pregunté.“¿Tendré mis 30 pavos ahora?”“Dime para quien trabaja,” dije.“Prueba Taxis Wiseman en la avenida A,” dijo el camarero. “Justo en la parte alta de la ciudad

en Tompkins Squre Park.”Dejé caer el billete de 20 dólares en el bar y salí. Conocía Tompkins Square Park bien. Cuando

era un patrullero, el parquet había sido la casa de la mayoría de los indigentes de East Village. Solían llamarla la comunidad “Tent City.” Más tarde, los echaron, pro no sin luchar, y el lugar

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quedó limpio. Encontré la oficina de Taxis. Había un par de taxis aparcados fuera. Fingí ser un turista. El tipo del mostrador me echó una mirada venenosa.

“¿Puedes ayudarle, señor?” pregunté. “Estoy de vacaciones. Primero visito la Gran Manzana. Quiero alquilar un taxi para el día así puedo hacer una buena visita a los monumentos.”

El tipo detrás del mostrados parecía como si el no hubiera dormido, lavado, ni afeitado durante días. El olía incluso peor que yo. El encendió un cigarro después tosió durante 15 segundos. Finalmente, fue capaz de hablar.

“Señor, no alquilamos taxis durante el día,” dijo.“Heu,” dije. “¿es esto una compañía de taxis o qué?”“Repito, no lo hacemos. ¿Es estúpido o algo?”Una cosa estaba clara. Los taxis Wiseman no querían clientes que alquilaran taxis. Ellos estaban

en otra línea de negocios y yo quería saber cuales. Decidí sorprenderle.“¿el Sr Wiseman?” dije.“¿Cómo sabe mi nombre?”“Podría tener que ver con la señal de afuera,” contesté y después continué, “Estoy buscando a

Jackie Clayton.”“Oh si?” dijo él. “¿Qué le quiere?”“Es privado. Asuntos de familia,” dije.“Bueno lo que pasa es que yo también estoy buscándole y cuando le encuentre yo ….” Se

detuvo como si hubiera dicho más de lo que había pretendido.“¿Qué hará qué?” pregunté.“Largo de aquí!” gritó Wiseman. “No sé porque estoy hablando contigo. No metas tu narizota

por aquí otra vez!”Tuve el sentimiento de que ya no era bienvenido. Me fui y llamé a Joe Blaney por mi móvil.“aquí Nat. ¿Cómo llevas la mañana Joe?”“Fantástica. Acabo de tomar café y tarta con la sra Whittaker.”“¿Cómo te las arreglaste para hacer eso, Joe?”“Fácil. Conozco a un tío que tiene una floristería en East 28. Compré unas flores y escribí una

nota diciendo “De tu amigo especial Nat Marley.” Después le pedí prestado su bata de la tienda y fingí que era el tío de la floristería. De esa forma subí al apartamento. Tan pronto como dije que las flores eran del Sr Marley, la anciana no paró de hablar. Ella cree que eres maravilloso.”

“Lo sé,” dije. “Me está preocupando, no?”“Después llevé a la Sra W a hablar de su familia. Ella piensa en el mundo de su último marido.

Intenté que hablara de los hijos, pero solo decía que ya no la visitan. Conseguí el teléfono de su hijo de la guía de teléfonos de la mesa del hall. Fácil.”

“Ese es un buen trabajo, Joe. Ahora, tengo otro trabajo. Quiero que vigiles los taxis Wiseman de la avenida A. Jackie solía trabajar para ellos. Algo extraño está pasando. No me dejaron alquilar un taxi, así que quiero saber como ganan su dinero. Y saca algunas fotos.”

Joe joe me había dado los números de casa y trabajo de Charlie Whittaker. Puede que Wilma Patterson pudiera reunir a la familia Whittaker a hablar. La llamé a su oficina con los números de teléfono. Era temprano en la tarde antes de que ella me volviera a llamar.

“Nat? aquí Wilma. Me las arreglé para hablar con Charlie Whittaker. El dijo que solían traer a sus hijos a visitar hasta que fue demasiado doloroso. Era la forma en la que la Sra W seguía hablando de su último marido, como si el fuera una especie de Dios. La verdad del asusto es que

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fue un matrimonio sin amor. Tom nunca tenía tiempo para sus hijos. De hecho, Charle dice que él era como un extraño para ellos-“

“Vaya manera de crecer!” dije.“Charlie Whittaker está de acuerdo en intentar organizar una reunión familiar,” continuó

Wilma. “Su madre rehúsa hablar con él por teléfono, así que el tendrá que visitarla. Todo esto llevará tiempo. Y ¿estará ella de acuerdo? Es dudoso-“

“Bueno, este es un gran lío” dije.“No te culpes, Nat.”

CAPÍTULO 7 - Acontecimientos –

Había sido un largo día. Era casi la hora de una cerveza fría. Stella estaba leyendo en su escritorio.

“¿Cómo van las cosas, Stella?” pregunté.“Todo bien excepto que en la oficina hace demasiado calor,” contestó Stella. “No puedo

trabajar y me duele la cabeza.”“Mensaje recibido. Así que todo está normal,” dije. “Eso es lo que me gusta oír. ¿Qué estás

leyendo?”“unidades de aire acondicionado. Sabes lo que son – máquinas inteligentes que enfrían las

habitaciones.” Ella me mostró una foto.“Sigue soñando! Estas cosas cuestan dinero,” dije.El teléfono sonó. Era Joe.“Nat? He estado vigilando los taxis Wiseman toda la tarde. Hay mucho movimiento dentro y

fuera de esa oficina. Los taxistas van llevando una maleta y después vuelven llevando una diferente, y se van. Parecen estar haciendo de todo excepto llevar a pasajeros.”

“Interesante. Me pregunto de que va Wiseman?”“La respuesta está en esas maletas, jefe.”“Sacaste alguna foto?” pregunté.“Usé un rollo de película entero. Está siendo revelado ahora,” contestó Joe.“Bien hecho. Habrá una cerveza fría con tu nombre esperando en McFadden.”¿Por qué pagar una sauna cuando todo lo que tienes que hacer es sentarte y sudar en tu

oficina? Puede que Stella tuviera razón. Ella normalmente tenía razón en muchas cosas. Estaba pensando en las cervezas frías cuando el Dr Fischer llamó desde el hospital Bellevue. La enfermedad de Annie estaba empeorando mucho.

“¿Cuánto tiempo le queda, doctor?” pregunté.“Ella ha tenido problemas de corazón durante años, y después con ese ataque al corazón en la

estación … estoy seriamente preocupado, Sr Marley.”“¿Está todavía consciente?”“Sí, pero lo justo.”“Bien, tengo algo que debería hacerle resistir,” dije. “Estamos buscando a su hijo y

acercándonos. Hemos encontrado a su viejo jefe en East Village. Parece haber habido alguna discusión entre ellos. Mi suposición es que Jackie se está manteniendo alejado de él. Sólo dígale que nos estamos acercando.”

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Me sentía las dos cosas triste y enfadado cuando colgué el teléfono. Triste por las personas que tenían que vivir sus vidas en las calles. Enfadado por la sociedad que las ponía en las calles.

Stella dejó de leer y me miró.“¿Qué pasa, Nat?”“Es Annie. Si no encontramos a Jackie pronto, ella va a morir sin verle,” dije.“Nat, tengo una idea.”“Si?”“¿Por qué no llamas a todas las compañías de taxis en la guía? Yo podría decir que soy la

exnovia de Jackie esperando verle otra vez, para volver a hablar,” dijo Stella.“Bien pensado. Pero primero, necesito algo de comida y cerveza. Te veré en McFadden después

de que hayas cerrado.”Ed Winchester del Daily News estaba mirándome cuando terminé mi primera cerveza. Estaba

fresca y deliciosa y apenas tocó los lados de mi garganta cuando bajó por ella. Inmediatamente me sentí mejor.

“Nat, ¡qué sed! Tengo algo para ti. Del Daily News, hace 5 años. Pero primero…”“Lo pillo. La historia me va a costar otra bebida. Mejor será que sea buena.”Ed me pasó una fotocopia de una noticia del periódico. El titular decía “Weissmann y Jackie

Clayton no culpables.” Yo seguí leyendo. “Ernest Wwissmann y Jackie Clayton salieron libres hoy después de ser encontrados no culpables de comprar y vender propiedades robadas.”

“Eso es”, dije. “Joe pasó la tarde vigilando lo que pasaba en los taxis Wiseman. Jackie Clayton solía trabajar para Wiseman. En esta historia, Jackie estaba con un hombre llamado Wissmann. Puede que el cambiara su nombre para que sonara más americano.”

Joe había llegado con las fotos. Foto tras foto de taxistas entrando y saliendo de la ofina con maletas diferentes. Y una bonita foto de Wiseman.

“Ese es él,” dije. “ahora si le comparamos con la foto de Ernst Wissmann en la historia del Daily News. Sí, es el mismo tipo. Y no se pone más guapo con la edad. Esto es trabajo de la NYPD. Perdóname mientras llamo al capitán Oldenberg.”

Oldenberg estaba de mal humor. El sonaba como si estuviera a punto de explotar. Eso era normal y natural. Yo sólo estaba preocupado cuando el estaba de buen humor.

“Qué quieres, Marley? No pierdas mi tiempo.”“Oldenberg, recuerdas a un tipo por el nombre de Wissmann? Fue encontrado no culpable hace

unos 5 años.”“Sí, me encantaría poner mis manos sobre él otra vez.”“Tus sueños se pueden volver realidad. Haz que algunos de tus hombres vayan a vigilar a los

taxis Wiseman como se hace llamar ahora, todavía está en la misma clase de negocios, con el negocio de los taxis como tapadera.”

“Esto suena prometedor, Marley.”“Y si coges a Weissmann házselo pasar mal.”“Confía en mí, Marley. ¿Qué tienes en contra de él?” oldenberg preguntó.“El se negó a alquilarme un taxi.”Yo sabía de mis tiempos con la NYPD que Oldenberg era una de las personas más desagradables

que jamás he conocido. Lo extraño era que a mi me gustaba el tipo. Mientras estés en el lado correcto de él, las cosas van bien.

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Había una cerveza esperándome en el bar. Yo siempre tengo relaciones cercanas con las cervezas.

“¿Cómo está Oldenberg?” preguntó Joe.“El esta de muy mal humor,” contesté.“Y que hay de nuevo?”Stella llegó y había traído otra revista sobre aire acondicionado. Ella me enseño la pasta. Decía:

“tu también puedes estar fresco y relajado en julio. Di adiós a el deprimente verano con Aire Acondicionado Antártico. Dos unidades por menos e 700 dólares.”

Menos de 700 dólares? El precio eran 699. Eso hizo subir mi temperatura. Pero sabía que había perdido. Si podría mantener a Stella feliz, valía la pena.

“Eso es! Tú ganas Stella. Hazlo antes de que cambie de idea,” dije.“¿Qué pasa, jefe?” preguntó Joe.“Nat ha estado amablemente de acuerdo en comprar un aire acondicianado para la oficina,”

dijo Stella.Yo iba a ser 700 dólares más pobre. Eso me hacía sentir my triste. Como cuando pierdes a un

amigo cercano. Parecía como si fuera a gastar 2000 dólares de la Sra Whittaker antes incluso de llegar a mi cuenta bancaria.

CAPÍTULO 8 - Una Muerte en la Familia –

Esa noche intenté dormir. Recordaba una idea que había oído. Coge un ventilador eléctrico. Llena un bowl con mucho hielo. Pon el ventilador detrás del bowl. Enciende el ventilador y espera por el aire frío. Eso es lo que suponía que pasara. Era una pequeña mejoría hasta que el hielo se convertía en agua. Eso no llevó mucho tiempo y yo no tenía más hielo. Otra noche sin dormir. Me rendí a las 3 de la mañana, podía quedarme en casa y sentirme agotado o ir a la oficina y sentirme agotado. Al final estaría más fresco yendo a trabajar en el medio de la noche.

El metro de Nueva York nunca deja de funcionar. Y desde que el alcalde limpió la ciudad, es mucho más seguro. No me preocupaba usarlo a estas horas. A las 4 de la mañana, Manhattan se siente como otra ciudad. Casi no hay nadie en las calles, incluso el aire huele fresco. En la oficina, abría las ventanas y encendí todos los ventiladores. Finalmente, dormí un poco. Stella me encontró allí, todavía dormido a las 8.

“Nat!” gritó ella. “¿Has estado bebiendo?”“De verdad, Stella,” dije somnoliento, “no podía dormir en casa. Supongo que tú dormiste

bien?”“Siempre lo hago. Sal y desayuna algo, Nat. Y tráeme un café, vale?”Fuera, ya pude sentir el calor subir de las aceras. Yo estaba de vuelta en 20 minutos con café y

donuts. E paseo no me hizo mucho bien. Ahora Stella tenía los 4 ventiladores en su oficina.“Hey! Ahora no tengo ni un ventilador?” pregunté.“Cógelos, Nat,” dijo Stella. “Sólo tomo prestados tus dos ventiladores mientras estas fuera.. hay

un mensaje del Dr Fischer sobre Annie. No hay cambios desde la noche pasada.”“Ella es una luchadora,” dije. “Ella esta aguantando por Jackie.” El teléfono sonó. Yo no reconocí la voz.“¿Sr Marley? Soy la Sta Bianchi de los apartamento Century, usted me conoce como Martha. La

mujer que toma las órdenes. Bien, no habrá ordenes que tomar ahora. La anciana está muerta.”

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“Oh!” dije. “¿Está usted bien, Martha?”“Por supuesto que estoy bien,” dijo. “Pero ella no. Ella está fría.”“Estaré allí ahora mismo,” le dije.Las cosas estaban yendo demasiado rápido para mi gusto. Volví con Stella. “la Sra Whittaker ha

muerto. Cierra la oficina y vamos allí.”En los apartamentos Century, Bob el portero se quedó tan sorprendido como yo lo había

estado. Era o primero que oía de la muerte de la Sra W. el telefoneó al apartamento. Dos minutos más tarde estábamos en la puerta. Esta vez entramos rápidamente. Después, otra sorpresa; Martha estaba sonriendo.

“Cuénteme que paso” pregunté.“Seguro,” dijo Martha. “Entré con el te de la mañana de la sr W, y ella estaba fría. Fría y muerta.

Venga a echar una mirada.”“Me quedaré aquí,” dijo Stella, con su mano en su boca.La Sra W estaba en su cama. Su boco y ojos muy abiertos y su piel estaba gris. Ella estaba muy

muerta.“Tóquela,” dijo Martha, levantando en delgado brazo de la Sra W. “ella está fría”.“Me llega con tu palabra, Martha. Y no toque el cuerpo otra vez. ¿Ya la ha visto el doctor?”“¿Por qué debería? No puede hacer mucho por ella ahora.”“¿Qué? Llame al doctor ahora!”Mientras Martha salía de la habitación haciendo la llamada, yo eché un rápido vistazo a todo.

Había un bote de pastillas en la mesita. ¿Para ayudarla a dormir? Yo comprobaría eso. Todo lo demás parecía estar completamente normal. Yo tenía el número de Charlie Whittaker y le pedía a Stella que lo llamara con la noticia. Ella lo haría mejor que yo.

Necesitaba preguntar a Martha una cuantas preguntas antes de que el doctor llegara. La encontré en la cocina con sus grandes pies encima de la mesa. Ella estaba leyendo una vieja historia de detectives y escuchando música country en la radio. Yo la apagué.

“Hey! ¿para qué hiciste eso?” preguntó ella.“Martha,” dije. “Tenemos que hablar.”“¿Sobre qué?”“¿Sobre qué crees? Sobre la Sra W, por supuesto. Cuando la viste por última vez viva?”

pregunté.“Cuando le llevé su chocolate caliente,” dijo Martha. “10 en punto la noche pasada.”“¿Normalmente le das a la Sra W sus pastillas?”“Seguro que lo hago. Dos a la hora de acostarse para ayudarla a dormir,” Martha contestó.“Y la noche pasada fue como cualquier otra noche?” pregunté´.“Sí, por que no iba a serlo?” dijo ella. “Por qué me está haciendo estas preguntas?”“Es mi trabajo. ¿Cuándo la encontraste esta mañana?”“A la misma hora de siempre,” contestó Martha.“Sí,” dije pacientemente, “¿Pero a qué hora fue eso?”“ y cuarto. Allí estaba. Fría.”Yo miré por la cocina. “¿No has tocado nada de su habitación?”“No señor,” dijo Martha, moviendo su libro. “Yo sé eso por las historias de detectives. Nunca

tocar nada.”

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Pero ella lo había hecho. La taza de chocolate caliente había sido lavada. Yo sabía que algo iba mal. Martha estaba contenta. Ella parecía estar disfrutando cada momento. El doctor había llegado antes de que pudiera preocuparme más. Stella lo condujo dentro.

“Nat, este el el doctor Hughes,” dijo ella.“Encantado de conocerle,” dije. Me llamo Marley. Estoy trabajando para la Sra. W. Martha me

llamó don la noticia.”El médico entró en la habitación y realizó un examen para determinar como había muerto la

Sra W. después de unos minutos, llamé a la puerta y me uní a él en la habitación. El médico la había cubierto con una sábana.

“Para ser sincero, Sr Marley, esperaba esto,” dijo el doctor. “Ella tenía una enfermedad del corazón durante algún tiempo. Una muerte natural. Haré el certificado de defunción ahora. ¿Ya se le comunicado a la familia?”

“Acabo de estar hablando con el hijo,” contestó Stella. “Charlie W está de camino.”“Bien. Ahora el cuerpo debe ser movido a un tanatorio tan rápido como sea posible.

Obviamente la familia hará esos preparativos,” dijo el Dr Hughes.Yo me sentía incómodo por toda la situación. Algo no iba bien, pero no podía decir

exactamente el que. Martha estaba de pie cerca, escuchando cada palabra. Yo tenía que librarme de ella por un rato.

“Martha, café para toso. Y yo siempre tomo gallegas con chocolate con mi café de la mañana,” dije.

“No las tenemos,” dijo Martha.“Aquí tiene 5 dólares. Vaya a comprar una, vale?”El Dr Hughes y Stella parecían sorprendidos cuando Martha se fue.“Eso la entretendrá 10 minutos,” dije.“Nat, por qué mandas a Martha a comprar?” preguntó Stella.“Martha está demasiado contenta para mi gusto,” dije. “Y no quiero que escuche cada palabra

que el doctor dice. Ella está actuando extraño. Me pone nervioso cuando sonríe. ¿Tomaba la Sra W. pastillas regularmente, doctor?”

“Sí. Yo le sugerí que las tomara,” contestó el doctor.“Ella ha estado teniendo problemas para dormir.”“¿Podría echar una mirada al bote” pregunté.Yo entré en la habitación con el doctor. “Ese debe ser el número justo,” dijo él. “Ella tiene un bote nuevo cada mes. Ahora, Sr. Marley,

seguramente usted no cree….?”“No sé que pensar, doctor. Ese es el problema,” dije.“Mire, Sr Marley,” dijo el Dr Hughes, “la Sra W era una anciana con un problema de corazón. Su

muerte no es una sorpresa. Viene aquí está, el certificado de defunción. No puedo hacer mucho más aquí. ¿Va a esperar alguien aquí con Martha?”

“Yo lo haré, doctor,” dije. “Y gracias.”Sentía QUE NO PODÍA DEJAR A Martha sola con el cuerpo. Mientras estaba esperando, había

trabajo que Stella podía hacer.“No tiene sentido que nos quedemos los dos aquí,” le dije a Stella. ¿Podrías volver a la oficina y

llamar a esas compañías de taxis? Tenemos que encontrar a Jackie, y pronto.”Más tarde, Martha volvió con las galletas. Ella me dio una de sus miradas negras.

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“Mmm! Mis favoritas,” dije. “cuando hagas ese café, ven a sentarte y contarme sobre ti.”Eso era inútil. Creo que ni siquiera el capitán Oldenberg tendría éxito sacándole información. Lo

más que conseguí de ella fue un simple “Sí,” “No” o “No sé”. De cualquier modo, ayudó a pasar el tiempo mientras esperaba a que Charlie apareciera. Realmente quería estar en las calles buscando a Jackie.

CAPÍTULO 9 - El hijo perdido encontrado –

Charlie Whittaker llegó a los apartamentos Century temprano por la tarde. Sin pretenderlo, le di una desagradable sorpresa.

“Dios mio! Me diste un susto de muerte! Así que tu eres Nat Marley?” dijo con una mirada de sorpresa en su cara. “Tu podrías ser el fantasma de mi padre. Eso me trae malos recuerdos. La forma en la que él solía revisar mis deberes. Siempre me pegaba si tenía bien menos de 8 de 10.”

“Entonces espero que la apariencia sea lo único que comparto con su padre,” dije. “Siento lo de su madre, Sr W.”

“Gracias,” dijo Charlie tristemente, “pero nosotros lo estábamos esperando.”Envié a Martha a la cocina a hacer más café, y llevé a Charlie a la habitación. El tiró de la sábana

y se quedó allí mirando pensativamente.“Bien, adiós mamá,” dijo finalmente.“Sé que este no es un buen momento, pero podríamos hablar?” pregunté. “Wilma Patterson ha

explicado la situación del testamento. Deseo decir que nunca estuve de acuerdo con él. Wilma tiene mis instrucciones para darle todo a la familia – dinero, apartamento y demás. Yo sólo necesito firmar los papeles,” dije.

“Gracias. No es culpa tuya que te vieras metido en esto.” “Estoy preocupado por Martha,” dije. “Su comportamiento es muy extraño.”

“No recuerdo un momento en el que su comportamiento no fuera extraño,” dijo Charlie. “No tienes que quedarte. Yo puedo hacerme cargo de todo aquí ahora.”

“Aquí tiene mi tarjeta. Si hay algo que pueda hacer, llámeme.”La familia W se encargó de un tiempo muy valioso. Algo que nosotros no teníamos. De vuelta

en la calle East 43, Stella estaba llamando a todas las compañías de taxis.“Oh, hola. Me pregunto si podría ayudarme. Tienen un conductor llamado Jackie Clayton

trabajando para ustedes? No? Gracias de todas formas.”Ella colgó el teléfono.“Nat,” dijo, “esa hace la compañía de taxis número 50. Finalmente llegaremos allí.”“Buen trabajo, Stella. Y si los tienes, llama a Staten Island y Brooklyn también.”Antes de que ella pudiera seguir, el teléfono sonó. Alguien estaba gritando al otro extremo.

Stella sujetó el teléfono a la distancia de su brazo. Era el capitán Oldenberg.“Oldenberg, ¿Cómo van las cosas?” pregunté.“He estado intentando ponerme en contacto contigo toda la mañana. Tu teléfono está ocupado

todo el tiempo,” contestó Oldenberg con su habitual forma directa. “Gracias por la información sobre Wiseman. Mis jefes registraron el lugar y deberías ver la mercancía que encontramos allí. El va a la cárcel durante mucho tiempo.”

“Mira Oldenberg, necesito hablar con Wiseman.”

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Le expliqué cómo necesitábamos encontrar a Jackie Clayton para que pudiera ver a su moribunda madre.

“Seguro que puedes hablar con el. Pero ¿Querrá él hablar contigo?” preguntó el capitán.En la ciudad en el tren expres número 4 llegué a la Police Plaza más rápido de lo ningún taxi

podría hacer a través de Manhattan. El capitán Oldenberg me estaba esperando en el cuartel general y me llevó a las celdas. Me vinieron recuerdos de mis años en la NYPD. Wseman estaba de su habitual buen humor. Físicamente parecía estar en peor forma de la Sra. W.

“Sr Wiseman, ¿Me recuerda? Nat Marley, investigador privado. Necesito su ayuda. Tengo que encontrar a Jackie Clayton antes de que su madre muera.”

“Si pudiera poner mis manos sobre él, le haría pedazos,” contestó Wiseman.“Muy considerado, estoy seguro, pero eso no me ayuda.”“Yo y Jackie eramos socios. Después él me dejó y rompió nuestro acuerdo. Teníamos un trato.

El no iría a ningún sitio sin mí. Déjeme en paz. No hablo con privados. Los tipos como usted me ponen enfermo.

Por fin supe algo. Jackie estaba intentando escapar de su pasado. Puede que cuando lo encontremos, esté de acuerdo en ver a su madre. Era media tarde. Llamé a Stella para ver como le iba con los taxis.

“Nat?” Dijo ella. “Tenemos algo. Los taxis Patel en West 14, yo incluso llegué a hablar con él. Pero solo dijo, “Yo no tengo ninguna exnovia” y colgó”

“Esto es un trabajo para Joe Blaney,” dije. “dile que vaya a vigilar el lugar. ¿Puedes darme la dirección?”

“Ninth y 14,” dijo Stella. “Ya sabes, donde están todos los puntos de empaquetar carne están.“Bien. Y dile a Joe que le veré allí.”Para cuando llegué allí, Joe ya estaba en posición. Sentado en su coche con su sobre lo sobre

sus ojos, el parecía un tipo durmiendo. Pero yo sabía que estaba poniendo atención a cada movimiento en la calle. Más tarde, los envasadores de carne habían parado de trabajar por el día. Nosotros estábamos aparcados debajo de un viejo puente de ferrocarril entre dos enormes camiones. Los taxis Patel estaban al otro lado de la calle un poco más arriba. Esto podría llevar un largo tiempo. Vigilábamos y esperábamos. Los taxis iban y venían pero no había señal de Jackie. Según pasaban las oras, nosotros lentamente nos cocinábamos al calor. Finalmente, le vi.

“Allí está, Joe,” dije.Jackie había cambiado. Este no era el tipo duro de la foto del periódico. El parecía un tipo

normal yendo a su negocio normal. Crucé la callé y le llamé, “Jackie Clayton! Tenemos que hablar. Es sobre tu madre.”

En no paró a escuchar. Tan pronto como dije “Jackie,” el echó a correr como un hombre asustado. Y era mucho más rápido que yo. Le perdimos en una estrecha entrada entre dos fábricas. Y por supuesto, el conocía la zona mejor que nosotros. No podíamos hacer mucho más allí. Nuestra última oportunidad era preguntar en Taxis Patel. A la recepcionista no le gustó nuestro aspecto.

“Miren,” nos dijo. “Jackie dijo que si alguien bien por aquí haciendo preguntas, no diga nada.”“Gracias madam,” dije. “Mensaje entendido.”Las 8 de la tarde. Estaba cansado, acalorado y hambriento.“No hay mucho más que podamos hacer hoy, Joe.”

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Hice un par de llamadas en mi móvil. Le dije a Stella que se fuera a casa, y le pedí al Dr Fischer que le diera a Annie un mensaje. Si Annie sabía que habíamos visto a Jackie, eso podría hacerle aguantar viviendo.

Cruzamos Eighth Avenue. Tres bloques arriba estaba un restaurante cubano-chino conde hacían un fantástico pollo y arroz, y más importante, cerveza helada. Me hizo sentirme un poco mejor, pero todavía me sentía inútil.

“Joe, estuvimos muy cerca. Ahora Jackie estará nervios con cualquier extraño que se encuentre,” dije.

“No hay nada que puedas hacer, jefe,” dijo Joe.“Pero todavía tenemos una oportunidad más. Oldenberg. Nosotros le ayudamos con Wiseman,

así que nos debe algo. El podría darnos la dirección de Jackie. La comisión de limusinas y taxis de NY tiene el registro de cada taxistas en esta ciudad. Esa información es privada, pero no para la NYPD.

Telefoneé al cuartel genera de la policía. Afortunadamente, Oldenberg estaba todavía en el edificio.

“¿No tienes una caa a donde ir, Oldenberb?” pregunté.“Marley, tengo hijos adolescentes. El cuartel es más tranquilo,” se rió.“Yo te di a Wiseman así que creo que me debes una. Necesito la dirección de un taxista. Su

nombre es Jackie Clayton. Del que te hablé. Conduce para taxis Patel en West 14. Tan pronto como sea posible, Oldenberg. Su madre está muriendo.”

“Haré lo que pueda,” dijo. “Pero no puedo prometerte nada hasta mañana. La oficina que necesitas está cerrada ahora.”

Todo lo que podíamos hacer era esperar.

CAPÍTULO 10 - SOMOS LOS BUENOS –

Odio la forma en la que el sudor hace que tu camisa se pegue a los asientos del tren. Yo me ponía 3 o 4 camisas limpias al día con este calor. Necesitaba una camisa fresca esta mañana, pero no había tiempo para cambiarse. En la oficina, Charlie Whittaker y Wilma Patterson estaban esperando.

“Sr Marley, gracias a dios que estás aquí!” dijo Charle. ¡me gustaría que viniera con nosotros al apartamento. Le explicaré en el taxis. Martha ha desaparecido.”

“OK, vamos. Stella, llámame a los apartamentos Century tan pronto como Oldenberg llame.”En el taxi, Charlie Whittaker explicó lo que había pasado. “mamá ha sido llevada al tanatorio. La

Sra Patterson y yo estuvimos de acuerdo en reunirnos en el apartamento primero esta mañana para empezar a arreglar los papeles de mamá. Yo me registré en un hotel la noche pasada. No me gustaba la idea de dormir en ese apartamento. Llegamos allí a las 7:30 de la mañana para encontrar la casa completamente revuelta. Había cosas por todo el suelo. Al principio pensé que era un robo, pero la habitación de Martha no había sido tocada. Pensé que era extraño.”

“¿Falta algo?” pregunté.“Ni idea, todavía, Sr. Marley. Ahí es donde esperaba que tu me ayudaras. ¿Puedes averiguar

que está pasando y encontrar a Martha? Siento que algo va mal.”Dentro del apartamento de los Whittaker había libros y papeles tirados por todas partes,

muebles hechos pedazos y cristales por la moqueta. Los sofás y sillones habían sido cortados y

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arrancado lo de dentro. El suelo de la cocina estaba mojado de aceite, leche y vino que se estaba mezclando lentamente con bolsas de harina y azúcar. Un bote de kétchup roto estaba en el grifo del baño en un charco de champú. En el servicio había trozos rotos de las fotos de boda de los Whittakers.

“Ahora eche una mirada a la habitación de Marthe,” dijo Charlie.La pequeña y simple habitación estaba limpia y ordenada. No había ninguna maleta y parecía

como si se hubiera llevado la mayoría de sus cosas. La estantería estaba llena de historias de detectives: Raymondo Chandler, Ellery Queen, Ed McBain. En el espejo, ella había escrito con pintalabios rojo: “ir a jugar a la pelota.”

“¿Qué significa el misterioso mensaje?” preguntó Wilma.“No estoy seguro todavía, pero esto es definitivamente el trabajo de Martha,” contesté.“¿Ahora qué?” preguntó Charlie.“Encontrar todo lo que no ha sido llevado – dinero, cheques, tarjetas de crédito. Necesitamos

averiguar qué falta. Que no parezca que hemos estado registrando. No deberías tocar nada hasta que la policía haya estado aquí.”

“¿La policía? ¿Tenemos que hacerlo?” preguntó Charlie.“Informar de un asesinato. Ellos estarán aquí antes de que cuelgue el teléfono. Y Sr. Whittaker,

antes de llamar al 911, llame al tanatorio ahora. Dígales que no toquen el cuerpo de su madre. Si están preparándola para el funeral, dígales que paren ahora. La policía tendrá que mirar de cerca el cuerpo de su madre para averiguar como murió. Tiene que haber una autopsia inmediata.”

Nosotros teníamos tiempo para una rápida mirada antes de que la policía llegara. No había señas de cheques, dinero en metálico o tarjetas de crédito. El equipo de la NYPD estaba en el apartamento en menos de 10 minutos.

Una llamada me llegó de Stella.“¿Nat? Tenemos la dirección de Jackie. El hotel Chelsea Armas. Cerca de la esquina de eighth y

22.”“¿En Chelsea? Estuvimos por allí la noche pasada. Esto es lo que hay que hacer. Llama al

hospital, mándale un mensaje a Annie. Dile que sabemos donde vive Jackie. Después mira si Jackie está en el trabajo. finge que eres de la comisión de limusinas y taxis. Di que quieres hablar con el Sr Clayton sobre un cliente que ha cogido su número para quejarse de él. De esa forma sabrás cuando viene a trabajar o cuando termina. Llámame otra vez aquí.”

Wilma vino con el lugarteniente del equipo de criminología.“Hemos echado un vistazo alrededor, señor,” dijo él. “No hay señales todavía de nada robado.

Sr. Whittaker, ¿Puede decirme donde guardaba su madre el dinero, tarjetas de crédito, esa clase de cosas?”

“Nada, lugarteniente. Estaba vacío.”“Ahora Sr W, ¿Sabe una era el banco de su madre?” pregunté.“Chase Manhattan,” contestó Charlie.“¿Podría llámales ahora? Tenemos que saber que ha pasado en su cuenta del banco.” Cuando Charlie estaba a punto de coger el teléfono, sonó.“Es para usted, Sr Marley,” dijo él.“Hola, Nat. Soy yo. He hecho la llamada. Jackie podría estar en el hotel ahora,” dijo Stella.

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“¿Ha venido Joe? Bien. Dile que me espere fuera del hotel. Ahora tengo una idea que podría funcional. Hazme un paquete de papel marrón grande. Llénalo de periódicos viejos y revistas y dáselo a Joe.”

“Seguro,” contestó Stella.El tiempo pasó rápido. Cogí un tren al calle 23. Cuando llegaba al nivel de la calle desde el

metro, pude ver a Joe esperando en la esquina de la eighth y 22, con un paquete debajo de su brazo. Estaba fingiendo leer el Daily News.

El hotel Chelsea Arms había visto días mejores. Ahora parecía como otro hotel barato. El suelo estaba sucio de piedras en el vestíbulo. Un tipo estaba trabajando en el ordenador, detrás de la ventana en el mostrador de recepción. Había otro hombre grande sentado en una mesa enfrente del mostrador. El estaba obviamente allí por si había problemas.

“Joe, quédate en la puerta de la calle. Mantén un ojo alerta. Si Jackie intenta correr, detenle como puedas.”

Ahora espero que esto funcione. Rápidamente escribí un mensaje en el paquete y deambulé por recepción.

“¿Está un tal Sr. Jackie Clayton alojándose aquí?” pregunté. “Hay un paquete para él”“Puede dejármelo a mí,” dijo el recepcionista.“Lo siento. Es un paquete especial,” dije. “Tiene que ser firmado por el Sr Clayton.”“Llamaré a la habitación.”Un minuto más tarde Jackie bajó las escaleras al vestíbulo, mirando nerviosamente de un lado a

otro. Yo le hice una seña con el paquete.“¿Qué es esto?” dijo. “No estoy esperando nada.”“Léalo,” dije. “Es para usted.”Jackie cogió el paquete. El mensaje decía: “Jackie – tu madre está muriendo y quiere verte. No

queda tiempo.”El no estaba seguro de qué hacer. Yo me moví para cubrir las escaleras. Jackie tiró el paquete a

mi cara y echó a correr por la puerta delantera, sólo para ver a Joe de pie en su camino. Entonces el intentó golpear a Joe. No fue una buena idea. Especialmente cuando el tipo que estás intentando golpear es un exboxeador de pesos pesados de la NYPD. Joe contestó con su famoso golpe de izquierda. Un grito de dolor de Jackie. El cayó hacia atrás en mis brazos.

El tipo grande de la mesa se puso de pie. “Parar eso o llamaré al 911!” gritó.Yo le puse mi licencia en su cara. “Nathan Marley, investigador privado,” dije. “He sido contratado por la madre de este tío para

encontrarle.” Me volví a Jackie. “Escucha, Jackie, tu madre está seriamente enferma. Nosotros somos los buenos. No somos de Wiseman. Tu madre nos contrató para encontrarte. Tienes que creernos. Mira, dile a recepción que llamen al hospital Bellevue – entonces nos creerás.

Jackie se estaba tranquilizando. El asintió al tío de la recepción que llamó al hospital y después le pasó el teléfono a Jackie. Jackie habló despacio y en voz baja. “¿Tienen a un paciente ahí con el nombre de Annie Clayton?...Sí? … estaré ahí ahora mismo.” Jackie congó el teléfono, se dio la vuelta y chocó nuestras manos. “Tíos,” dijo él, “Os debo una disculpa. Pensé que erais invitados no bien recibidos. Vamos. No he visto a mi madre en 20 años.”

CAPÍTULO 11 - Martha Bianchi –

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El hospital estaba más o menos en dirección este. Un taxi era la mejor idea y encontramos uno en la avenida Eighth.

“Conductor, Hospital Bellevue,” dije.De camino, le conté a Jackie la historia de su madre.“Así que mama ha estaco en las calles todo este tiempo?” preguntó.“Desde que te vio la última vez – en una celda,” dije.“Pensaba que lo sabía todo,” dijo él. “Aunque era duro y rudo y no necesitaba a nadie. Ahora lo

sé mejor. Las familias son parte de ti. Yo solía creer que Wiseman y los chicos eran familia. Pero ellos no eran más familia que el conductor aquí. Mientras habas tu trabajo OK, está bien. Pero un error y estás fuera.”

“Cuál fue tu error, Jacke?” pregunté. “Yo quería una vida normal. Estaba cansado de mirar por encima de mi hombros por si venía los

polis. Quería una trabajo corriente y un lugar que pudiera llamar mío. Después empecé a pensar en mi familia. Hey ¿Vamos a llegar a tiempo?”

“Llegaremos bien,” contesté.“Wiseman odia que la gente intente dejar la organización,” continuó Jackie. “Los últimos 12

meses he estado intentando ganarme la vida y esconderme de él al mismo tiempo. Era casi imposible hacer las dos cosas. Intenté encontrar a mamá y volví al Bronx, donde crecí. Todo estaba cambiado. Ni siquiera reconocí mi propia calle. Todas las casas de protección derribadas. Nadie había oído hablar de Annie Clayton.”

Nos paramos fuera del hospital. El conductor había ganado sus 20 dólares. El recepcionista llamó a la Dr. Fischer, que bajó inmediatamente para ver a Jackie.

“Jackie Clayton, el hijo perdido. Vas a hacer a tu madre una mujer muy feliz,” dijo ella.“¿Cómo está, doctora” preguntó Jackie.“Para ser sincera, no le queda mucha vida. No tiene la fuerza. Todos estos años en la calle. Pero

está aguantando por ti. Estate tranquilo cuando entres. Ella se cansa muy fácilmente. Subiremos ahora mismo,” dijo la doctora.

Jackie se volvió a mi. “Nat, ¿Vienes conmigo?”“Claro,” dije.Annie estaba dormida, su boca abierta. La médico le movió el brazo suavemente. “Annie, ha

vuelto,” dijo la médico.El cansancio desapareció de su cara. Una amplia sonrisa. Lágrimas en los ojos. Jackie cogió su

mano.“¿Por qué mamá. Yo no fui un buen chico. He cambiado. He estado intentando encontrarte.”“Ven aquí. Déjame abrazarte fuerte. Así está mejor.”“Mamá, este tío Nat es sorprendente. Él no se rindió.”Annie se volvió a mi y sonrió. Bajo la sonrisa, ella estaba agotada.“Nat, no se como darte las gracias,” dijo suavemente.Ellos necesitaban estar solos juntos. Mi día no había acabado, sin embargo. Llamé a Stella en la

la calle East 43.“Nat, cómo va todo?” preguntó.“Encontramos a Jackie,” dije. “Joe le persuadió para que escuchara. El está con Annie ahora. El

médico no espera que viva mucha más.”“Pobre mujer,” dijo Stella.

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“Stella, has hecho más que suficiente por una semana. Encontrar a Jackie. Cierra la oficina y disfruta de tu fin de semana. Voy a volver al apartamento Whittaker con Joe.”

No me habría importado tener un fin de semana para mi. Los efectos del calor y el cansancio estaban empezando a notarse. Había una línea de taxis fuera del hospital. Joe y yo saltamos al primero.

El tráfico era pesado, pero el retraso me dio tiempo para pensar. ¿Qué había en la bebida de la noche de la Sra W? ¿Podría la autopsia establecer que era la bebida lo que mato a la Sra. W? si Martha tenía la fuerza para destruir los muebles, ella fácilmente sería capaz de asesinar a la Sra W. Pero ¿Cómo? Ella parecía haber muerto en paz y el médico no pareció pensar que había algo raro en la muerte. El taxi estaba ahora parado delante de el semáforo. Una oportunidad para echar un sueño.

Joe me despertó en los apartamento Century. En el apartamento, el equipo de criminología se estaba preparando para marchar. Charlie Whittaker y Wilma Patterson estaban comprobando papeles. Algunos estaban húmedos y sucios. Yo no quería pensar en lo que Martha había vertido sobre ellos.

“¿Alguna noticia del tanatorio?” pregunté al lugarteniente.“Tuvimos suerte, señor,” dijo él. “Ellos no había preparado a la Sra W para el funeral y harán la

autopsia esta tarde. No hay mucho más que podamos hacer aquí.”Charlie W se volvió a mí. “Adivina qué,” dijo él.“El lugarteniente entrevisto a los vecinos. Todos oyeron ruido durante la noche, cuando Martha

destruyó los muebles. Ellos pensaron que era una fiesta frenética. ¿Desde cuando mi madre tiene fiestas frenéticas?”

Habría alguna fiesta,” reí.“No hay nada mal en las cerraduras,” siguió Charlie. “Ni intento de robo. Todo parece el trabajo

de Martha, Sr Marley. La mayoría de los papeles de mi madre están aquí. Ugh! Hay kétchup en este. Pero no hay cheques ni tarjetas de crédito. Yo llamé al banco y afortunadamente había alguien allí que pudo ayudarme. Parece que Martha ha sacado decenas de miles de dólares.”

“¿Para gastarlo en qué, me pregunto,” dije.“Sr Marley, encuentre a esa muer, y rápido,” dijo Charlie. “Quiero que pague por lo que ha

hecho.”“Estamos en ello, Sr W. primero, necesitamos mirar todo en la habitación de Martha.”El mensaje “fui a jugar a la pelota” estaba todavía en el espejo. “¿Qué clase de “Pelota” podría

ser, jefe?” preguntó Joe.“¿Era Martha una fan del beisbol?” pregunté. “La respuesta debería estar aquí por alguna

parte. Nosotros podemos empezar mirando estos libros.”Había una estantería llena de viejas historias de detectives que parecían como si hubieran sido

leídas una y otra vez. Eso sólo nos decía que le gustaba leer. Después Joe encontró un libro abierto en el suelo al lado de la cama.

“Mira este libro, jefe,” dijo Joe. “martha ha estado marcando partes de él.”El libro se llamaba El Asesino Perfecto. Las páginas estaban amarillas del tiempo. Miré el libro,

leyendo lo que Martha había subrayado. Una frase especialmente llamó mi atención:“Ella pataleó un poco cuando puse la almohada sobre su cara. Pero pronto se acabó. Si matar es

tan fácil, ¿Por qué no hacerlo de nuevo? Dicen que la práctica hace la perfección.”Se lo enseñé a Joe.

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“Creo que Martha lee demasiado,” dijo el. Joe señaló el dorso de la pasta de otro libro. “mira ella ha estado practicando a firmar con el nombre de la Sra W.”

Yo le enseñé el libros a Charlie W.“¿Es así como tu madre firma su nombre?” pregunté.“Así es. Así es como Martha se las arregló para conseguir el dinero de las cuentas de mamá.”Fuimos de nuevo a nuestro trabajo en la habitación de Martha. No había maleta, ni bolso. Sus

cosas faltaban. Después empezamos con el montón de folletos de vacaciones que Joe había encontrado debajo de la cama. Las Vegas, Oneida, y Atlantic City.

“Hay solo una clase de pelota a la que puedes jugar en estos lugares,” le dije a Joe. “Y eso es en casino.”

Martha podría estar ahora perdiendo todo el dinero de la Sra W en un casino. No sabíamos donde había ido y no podíamos llamar a un casino y preguntar, “¿tiene a alguien en las mesas de juego que concuerde con la siguiente descripción…?” incluso si un casino estuviera de acuerdo en ayudar, podría haber un gran número de mujeres de mediana edad perdiendo su dinero. El tipo de personas que ahorrar todo el año para una semana de vacaciones de juego. Ellos gastan cada céntimo y se van a casa pobres.

“¿Dónde crees que ha ido?” pregunté a Joe.“Mi suposición es que más cerca que lejos,” contestó él.“Atlantic City es lo más cerca,” dije. ¿Sabes cuantos casinos hay en Atlantic City? Al menos 10,

puede que más.”Apenas había nada en la habitación que te dijera que Martha tenía una vida propia. Nosotros

habíamos registrado en todas partes buscando una foto de ella. Nada para enseñar a la gente. Nuestra única opción era visitar cada casino hasta que la encontráramos.

“¿Y ahora qué jefe?” preguntó Joe.“Atlantic City está a varias horas conduciendo,2 dije. “puede que necesitemos pasar todo el día

allí. Trae tu coche a la oficina, a las 9 en punto mañana. Y asegúrate de que descansas un poco.”Me detuve por un momento. Acababa de tener un pensamiento.“Joe, ¿No es todo esto demasiado obvio? Si Martha realmente quería desaparecer, por qué

escribir el mensaje y dejar los libros? De alguna manera, creo que quiere que la encontremos. Como si estuviera actuando en una de esas historias de detectives. Pero quién sabe?”

Parecía hacer más calor que nunca. Yo ya había tenido bastante. Cuando iba a cambiar el tiempo? Mañana iba a ser otro largo día y yo había perdido mi fin de semana. Tenía lectura que hacer en la cama – El Asesinato Perfecto.

CAPÍTULO 12 - Atlantic City –

Había estado despierto leyendo la mayor parte de la noche. No por elección – yo no podía dormir por el calor. Al amanecer me rendí y me vestí. Fuera se estaba casi bien. Eso no duraría mucho. Había tiempo para parar en el hospital Bellevue. Yo sabía que sería demasiado temprano para visitar a Annie, pero puede que la enfermera pudiera decirme lo último sobre la enfermedad de Annie.

En el hospital, la enfermera me llevó a la puerta de la habitación de Annie y puso su dedo en sus labios.

“Ni un sonido,” murmuró ella. “Sólo mira esto.”

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Annie Clayton y su hijo Jackie estaban los dos dormidos. Jackie estaba sentado al lado de la cama con su cabeza en la almohada. La mano de Annie estaba encima de la de Jackie.

“El no se la ha dejado en todo este tiempo,” dijo la enfermera.“¿Qué hay de Annie?” pregunté.Ella me alejó de la habitación. Parecía seria. Yo me esperaba lo peor.“No hay nada más que podamos hacer,” dijo la enfermera. “Es sólo cuestión de esperar. Podría

ser hoy o mañana”“Lo siento,” dije. “Llámame si hay acontecimientos.”En la calle East 43, llamé al cuartel de la policía para comprobar si había resultados de la

autopsia de la Sra W. las noticias no me hicieron sentir mejor.“Dicen que morió de ataque al corazón. Si es una muerte natural entonces no hay nada más

que hacer.”“¿Qué hay de los resultados de las pruebas de draga?” pregunté.“es demasiado temprano. Mañana, quizás.”El problema era como hace que la NYPD creyera que era un asesinato. Si los resultados de

drogas mostraban que había un nivel normal de droga en el cuerpo, no podríamos demostrar que Martha la asesinó – a menos que ella lo admitiera.

Joe llegó a la oficina radiante y fresco. Yo, no podía parar de bostezar.“¿Por qué estás tan contento?” le pregunté de camino a su coche.“Yo dormí muy bien por la noche, jefe, justo como me sugeriste,” contestó Joe.“Bien, estoy agotado. Despiértame en Atlantic City.”Me estiré en el asiento de atrás y pronto me quedé dormido. El mejor sueño que había tenido

durante días. Varias horas más tarde, Joe me despertó cuando estábamos entrando en la ciudad, por el carril rápido de Atlantic City.

“Tu has estado durmiendo como un bebé, jefe,” dijo él.Al contrario que la ciudad, los casinos eran edificios preciosos con todos los diseños posibles y

colores. Aparcamos y caminamos al lado del océano, y empecé a mirar dentro de los casinos. Era la misma historia en todos. Gente solitaria diciendo adiós con un beso al dinero. Pero no había señal de Marta. Habíamos visitado 5 casinos cuando llegamos al Golden Palace.

“No puedo creerlo, jefe” dijo Joe. “Nunca he visto nada parecido.”En nuestro camino, pasamos por una línea de elefantes de piedra grandes. Dentro había un

mundo de sueño. Música suave estaba sonando. Madera oscura, gruesas moquetas, brillante oro y plata por todas partes.

Temprano en la tarde, unas personas estaban amontonadas alrededor de las mesas de ruleta.“Allí, Joe! Es Martha.”Allí estaba, sentada entre dos ancianas. Martha las hacía parecer diminutas. Delante de lla,

Martha tenía montones de fichas de casino brillantemente coloreadas. Ella estaba jugando por mucho dinero y había colocado las fichas en los números 7, 14, 21 y 28. La bola fue disparada alrededor y finalmente aterrizó en el 7. Martha gritó de alegría.

“Soy yo otra vez!” gritó. “Esa es la manera de hacerlo. Sabía que no podía perder!”Yo no podía verla más. Me fui a ella.“Martha,” dije. “Tenemos que hablar.”“Bien, si es el señor ojo privado en persona,” contestó ella. “Me preguntaba cuando llegarías

aquí. Déjame en paz. Estoy ganando.”

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Ella empezó a colocar más fichas en la mesa. Eso era suficiente. Las tiré al suelo.“Hey, ¿Qué crees que estás haciendo?” gritó ella.“Perdone,” dijo una voz detrás de mi. “¿Hay algún problema aquí?” había una mano pesada

sobre mi hombro. Yo me giré. Un tío alto y fuerte con traje negro, que llevaba su identificación del casino en su chaqueta.

“Deje en paz a esta dama y salga antes de que llame a la policía,” dijo él.Yo le enseñe mi licencia de investigador. Ahora tenía que moverme rápido. Todo dependía de

que Martha admitiera el asesinato.“Nat Marley, detective privado,” dije. “Esta dama está usando dinero robado. Dinero que robó

de su jefa a la que asesinó. Verdad, Martha? Nosotros sabemos todo sobre el dinero y las pastilla. Justo como decía en esa historia de detectives que tanto te gustaba.”

Hubo un silencio total en la mesa de la ruleta. La gente nos miraba fijamente con las bocas abiertas. Yo sostuve el libro de Martha.

“que listo eres!” dijo Martha. “Yo me estaba preguntando cuanto te llevaría. Más rápido de lo que esperaba. Seguro que saqué la idea del libro. Un par de pastillas de más en su chocolate caliente. Después ya no hubo más “Martha haz esto, Martha haz aquello!” sólo poner una almohada sobre su cabeza. Ella pataleó un poco, pero todos se acabó en segundos. Fácil. Y su cara parecía perfecta. Todo sucedió justo como el libro decía que pasaría. Solo que más rápido y más fácil. Fue culpa suya. Ella me dejó fuera del testamento”

“Tu lees demasiado,” dije.El hombre del traje estaba empezando a entender. ”Será mejor venir a la oficina,” dijo él.

“¿Quiere que llame a la policía, Sr Marley?”“encantado,” dije. “¿Y recogerías todas esas fichas? Es dinero robado.”Pasaron otro par de horas antes de que termináramos en el cuartel de la policía de Atlantic City.

Martha admitió todo otra vez en la policía de New Jersey. Ella no lo sentía en absoluto. De hecho, parecía estar disfrutándolo.

“¿Y ahora qué, lugarteniente? “ preguntó Martha. ¿”Vas a encerrarme en una celda?”“Sí. Hasta que la NYPD venga a por ti.” Contestó el lugarteniente. “Sargento, llévesela lejos.

Ahora, Sr Marley, hablaré con el capitán Oldenberg. Esto es asunto de la NYPD”Era tarde por la tarde. Nosotros teníamos que volver a Nueva York. Yo podía hacer unas

llamadas de camino. Había estado pensando en Annie todo el día. Me las arreglé para contactar con la doctora Fishcer en Bellevue. Ella no esperaba que Annie durara la noche y Jackie había estado preguntando por mí. No había tiempo que perder.

Otra llamada, a Charlie W que estaba esperando oír nocicias nuestras. Afortunadamente, el todavía estaba en los apartamentos Century.

“Sr W?” dije- “Hemos encontrado a Martha. En Atlantic City.”“¿Lo hicieron? ¿Asesinó ella a mi madre?” preguntó Charlie.“Ella admitió todo,” le dije. “Fue como yo pensaba. Ella estaba jugando en el casino como si

fuera una millonaria.”“El dinero no es importante,” dijo Charlie. “Yo quiero que page por lo que ha hecho.”“No se preocupe. Lo hará”Era de noche cuando llegamos al hospital. Jackie estaba esperándonos fuera de la habitación de

Annie.“vosotros tíos sois fantásticos, todo lo que habéis hecho por nosotros,” dijo Jackie.

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“no lo menciones. ¿Cómo está Annie?” pregunté.“mamá va despacio. Ella está inconsciente ahora. Ella se las arregló para hablar de los viejos

tiempos. Al final ya no tiene dolor.”“Nos quedaremos contigo, Jackie. En un momento como este necesitas amigos a t alrededor.

He conocido a tu madre durante mucho tiempo. Quiero estar aquí cuando nos deje.”Jackie entró dentro. Nosotros esperamos hasta la mañana viendo las manecillas del reloj

moverse alrededor. Un hospital es un lugar muy extraño a la hora de la noche. La espera moribunda, jora tras hora, por el momento de la muerte. A las 2:30 de la mañana, la enfermera llamó a la dr Fischer. Después de un rápido examen, ella nos dijo que entráramos. La respiración de Annie era ahora lenta e irregular. Finalmente, se paró. Jackie estaba todavía sujetando la mano de su madre.

“Lo siento Jackie. Se ha ido,” dijo la doctora.Jackie nos miró. “Ella nunca perdió la esperanza conmigo,” dijo. “¿Podrías dejarme a solas con

mamá durante un minuto?”Fuera, Joe me miró de cerca.“Nat! Tienes lágrimas en los ojos,” dijo.“¿Lágrimas? ¿Yo? No, debe ser algo en el ojo.”Sin embargo él tenía razón. La muerte de Annie me había afectado profundamente. Más de lo

que yo había imaginado que lo haría. Pero yo no había sentido nada cuando la Sra W murió. 10 minutos más tarde, Jackie salió.

“Vamos a casa Jackie,” dije tristemente. “Voy a echar de menos esas charlas de mañana con Annie en Grand Central.”

CAPÍTULO 13 - Lluvia –

Otro lunes por la mañana. Cuando salí de Grand Central hacia la calle 42, el cielo estaba pesado con nubes negras de tormenta. Casi podías sentir la electricidad en el aire. Al fin el tiempo iba a cambiar. Cuando llegué a la oficina, gotas de lluvia gordas empezaban a golpear las aceras.

Stella estaba en su escritorio como siempre.“Nat, hay una visita,2 dijo ella.“¿Quién?” pregunté.“Vete a ver.”“¿Por qué el misterio?”El cielo se encendió de repente. Después oscuridad y un choque de truenos. Dentro de la

oficina había una cara que yo conocía bien. Otro trueno. Chaparrón. La tormenta había empezado.“Oldenberg! Tu de verdad sabes como asustar a un tío.”“Me encanta esto, Marley,” dijo Oldenberg. “¿Sabías que siempre hay menos crímenes durante

mal tiempo?”“Tu no has venido aquí a hablar del tiempo. ¿Por qué estás aquí?”Oldenberg quería hablar con Jackie Clayton. El necesitaba su ayuda para meter a Wiseman en la

cárcel a cambio, la policía había prometido a Jackie una nueva vida con un historial limpio. Jackie confiaba en mí así que me pidieron que organizara la reunión.

Después de que Oldenberg se fue, la tormenta empeoró. Ríos de agua de lluvia por las calle. Y más visitantes. Stella dejó entrar a dos trabajadores.

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“Nat, una agradable sorpresa esta vez,” dijo Stella.“Sr Marley, hemos venido a poner el aire acondicionado,” dijo uno de los trabajadores“No lo creo. ¿Por qué no estuvieron aquí la semana pasada?” pregunté.Los golpes cuando empezaron a montar las máquinas hacían casi imposible trabajar. Puede que

debiera mudarme a algún sitio con un clima mejor. Como Alaska, ¿quién necesita aire acondicionado en Anchorage? No era el mejor momento para tener otra visita era Wilma Patterson. Ella quería que organizara una reunión con Jackie en su oficina mañana por la mañana para leer el testamento de su madre. Después el teléfono sonó. Más golpes de los trabajadores.

“¿tíos podéis para eso durante un minuto?” pregunté. “Aquí Marley. Siento eso.”“Soy Charlie W, necesito su consejo. He estado hablando con el capitán Oldenberg. La policía

no esta segura si Martha puede ser acusada de asesinato.”“Siga,” dije.“No hay problema con el dinero,” dijo Charlie. “El libro de cheques y tarjetas de crédito estaban

en su bolso. Ella definitivamente lo robó todo. Pero como asesinato. La mujer está loca. Parece estar viviendo en un mundo de sueño de historias de detectives. Nadie sabe si está diciendo la verdad o contando otra historia. Los resultados de la autopsia tampoco nos ayudan. Nada definitivo en los resultados de las pruebas de droga así que es todavía una muerte natural. ¿Qué me aconsejas Nat?”

“Ella irá a la cárcel durante mucho tiempo por robar el dinero y lo que hizo en el apartamento,” dije. “Ella sabía exactamente lo que estaba haciendo cuando vació las cuentas de tu madre. Es difícil, Sr W. parece que ella será juzgada por robar, no asesinar. Pero de cualquier forma, ella estará en la cárcel durante mucho tiempo. U la vida en una cárcel de New York State no es un picnic. Yo aceptaría lo que dice Oldenberg. Tu sabes y yo sé que es culpable de asesinato. Pero hacer que otras personas lo crean es otra cuestión.”

“Bien, eso no es lo que quería oír,” dijo Charlie. “pero supongo que no hay mucho más que pueda hacer ahora. En cualquier caso, si ella no es juzgada por asesinato, ellos pueden devolvernos el cuerpo de mamá antes para el funeral.”

Otra llamada. Esta vez era Jackie, para decirme que el funeral de Annie iba a ser a las 11 el sábado por la mañana en Queens. Yo prometí estar allí. Jackie dijo que él podía ir a la oficina de Wilma a las 10 mañana para oír el testamento de su madre. Yo no estaba seguro de que iba a aceptar la sugerencia de Oldenberg.

“Una cosa más Jackie,” dije. “Sé que no es un buen momento pero el capitán Oldenberg quiere hablar contigo.”

“No me gusta como suena esto, Nat,” dijo Jackie.“espera un poco, Jackie. Ellos quiere coger a Wiseman, pero necesitan fechar, horas, nombres,

lugares, y demás. A cambio, olvidarán cualquier cosa que hayas podido hacer para Wiseman en el pasado. Esto sería el fresco comienzo que tu necesitas.”

“Eso hay que pensarlo mucho, Nat,” dijo Jackie. “Te lo diré mañana.”Con todo el ruido de la oficina era imposible trabajar. “Nosotros vamos a hacer un largo recreo

para comer,” grité a los trabajadores. “Aquí están las llaves. Si terminan antes de volver, déjenlas en el vestíbulo, si esas máquinas no funcionan ….”

“Confíe en nosotros, señor,” dijo uno de los trabajadores. “Podríamos hacer esto hasta dormidos.”

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El largo descanso para comer duró la mayor parte de la tarde. Yo me estaba sintiendo cada vez más cansado después de toda la acción de la pasada semana. Dejé a Stella que cerrara la oficina y escapé otra vez a Queens a dormir un poco.

A la mañana siguiente, Manhatttan olía fresca y limpia después de las tormentas. Un cielo azul sin nubes. ¿Iba a ser otro día caluroso? Entonces recordé. Yo había pagado 700 dólares por el aire acondicionado. Esas máquinas mejor será que funciones. Cuando entré en la oficina en la calle East 43, pude sentir hielo en el aire.

“¿Qué es esto? Pregunté. “¿Siberia?”“Lo siento Nat,” dijo Stella. “Sólo he tenido un pequeño problema con el aire acondicioado.”“Bueno, yo preferiría freírme que congelarme.”“Vamos, Nat! Estoy haciendo lo que puedo. No puedo tener siempre razón. Sólo soy un ser

humano, no superwoman. Oh, a propósito, Wilma Patterson llamó. ¿Podrías estar en su oficina a las 9:30?”

En la oficina de Wilma, había un montón de papeles para que yo firmara. Todo lo que la Sra W me había dejado iría ahora a Charlie W y su hermana Betty Osborne, a partes iguales. Justo lo que debería haber pasado en primer lugar.

“Nat, está la cuestión de tus honorarios,” dijo Wilma.“Haré que Stella le envía al Sr W mi factura,” dije.“Eso no será necesario,” dijo ella. “El me dijo que te diera esto. Espera que sea suficiente.” Ella

me pasó un sobre lleno de dinero.Era más que suficiente. Muy amable. Ahora no me sentiría tan mal por el aire acondicionado. A

las 10 en punto, Jackie, Wilma, Stella y yo estábamos sentados alrededor de la caja de metal de Annie. Wilma cogió la llave y la cerró.

“Sr Clayton,” dijo ella, “El testamento de su madre es muy simple. Todo lo de esta caja es suyo para usarlo como desee.”

Dentro había un montón de papeles. Encima había un sobre con las palabras “Para mi hijo, Jackie.” Jackie lo abrió y leyó la carta en voz alta.

“para mi querido hijo, Jackie,No sé donde estás pero he estado guardando esto para ti todos estos años. Un regalo del papá

que nunca conociste. El era un hombre de negocios. Si lo que hay aquí vale algo, úsalo para darte a ti mismo un futuro.

Tu amante madre.

Todo ese tiempo ella me recordó,” dijo Jackie. “Pero ¿qué son estos papeles? ¿Y qué significa esta nota?”

Wilma cogió los papeles y la nota de Jackie y los miró.“Sr Clayton, esta nota debe ser de su padre. Escuche:

Annie – nunca podré ser un verdadero padre para el niño. Aquí tienes algún dinero para ayudarte con la comida y la ropa. Y algo para el futuro. Guarda estos certificados de acciones. Un día podrían valer mucho dinero.

Tuyo, Tom”“¿Quién es ese Tom?” preguntó Jackie.

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“La respuesta debe estar aquí en alguna parte,” dijo Wilma. Ella buscó en los papeles hasta que encontró las acciones. “Tu madre te ha cuida bien. Mira estos certificados. Estas acciones podían valer decenas de miles. Todo ha estado bien hecho. Las acciones están a nombre de tu madre y le fueron dadas por … no puedo creerlo: Tom Whittaker!”

“¿Qué está pasando?” preguntó Jackie.“Jackie, creo que se quien era tu padre. Recuerdo a Annie contrarme que una vez había

trabajado como limpiadora, donde ella conoció al jefe de la empresa. Ese hombre era Tom Whittaker. Un hombre de negocios, presidente de la compañía aérea Whittaker.”

En mi cartera, todavía tenía la fotocopia de la historia del Daily News con la foto de Tom Whittaker.

“Este es él, Jackie. Quédatela. Y eso no es todo, Jackie. Tienes familia. Un medio hermano y una media hermana. Charlie W y Betty Osborne. Ellos viven en el norte.”

Jackie se quedó en silencio por un tiempo, después se volvió a Wilma.“Sra Patterson, hay algo que tengo que saber. Es importante. ¿Qué habría pasado si mamá

hubiera muerto sin verme? O yo hubiera reusado verla, o si Nat nunca me encontrara, o si hubiera muerto. Si, si, si ….”

“En caso de que algo así pasara, Annie añadió un parte extra al testamento,” Wilma explicó. “el dinero de la venta de las acciones habría ido a ayudar a las mujeres sin hogar. No creo que Annie tuviera una idea real de su valor.”

“Sra Patterson, ¿Podría guardar aquí los certificados por mí?” preguntó Jackie. “Necesito tiempo para pensar.”

Había más cosas en la caja. Una fotos de familia en blanco y negro. Una joven madre con un bebé feliz y sonriente en sus brazos. Fotos de clase de un colegio de primaria. Fiestas de cumpleaños de la infancia. Días en familia en Coney Island ahora eran en color. Un adolescente activo sujetando un palo de beisbol. Los ojos de Jackie brillaban cuando miró las fotos. El pobre hombre había pasado tanto en los últimos días. Perdió a su madre y encontró a una familia. Un tío sin futuro ahora tenía esperanza. Nos sentamos en silencio mientras Jackie descubría su infancia otra vez. Unos minutos más tarde el estaba preparado para hablar. Bien, el parecía tranquilo y seguro de sí mismo.

“Nat, Sra Patterson,” empezó Jackie. “he tomado una decisión. Sra Ptterson, ¿Puede averiguar cuanto vales estas acciones? Hay facturas de mamá del hospital que hay que pagar y Nat necesita ser pagado por todo su trabajo.”

“Cierto,” dijo Wilma.“Y Nat. Tu dijiste que tengo un medio hermano y una media hermana. Realmente me gustaría

conocerlos. Son familia. Tu conoces a los Wittakers, así que podrías programar una cita. Y una cosa más. He estad pensando en lo que dijiste ayer. La respuesta es “Sí”. Tengo que hacerlo si quiero hacer un corte limpio de mi pasado. Llame al capitán Olddenberg. Haré todo lo que quiera si va a quitarme a Wiseman de mi espalda y meterlo en una celda.”

“Déjamelo a mí, Jackie. Nos veremos en el funeral.”

CAPÍTULO 14 - El Centro Annie Clayton –

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No había más de 10 personas en el funeral de Annie incluyendo los amigos de Annie, Ellie y Leona, y Charlie W y Betty Osborne. Yo les presenté a Jackie a Charlie y Betty. Ellos todavía seguían hablando cuando yo me fui.

La sra Whittaker tuvo un gran funeral un día o así más tarde en Albania, con familia y unos cuantos viejos compañeros de bebida de Tom Whittaker. Yo había ido porque pesaba que debería, no por elección. La sorpresa fue otra vez ver a Jackie Clayton con Charlie y Betty. Puede que el hubiera encontrado a su familia.

La vida había sido más tranquila desde mediados de julio. Yo me había tomado incluso unas vacaciones. Después de eso, seguí con el trabajo diario habitual – divorcio o buscar a personas desaparecidos. Nada emocionante, pero no me quejaba. Prefería eso. Hacia finales de Septiembre llegó una carta de una prisión del estado en Nueva York. Era de Martha, pero parecía la escritura de un niño.

Para el Sr Nat Marley, el detective privado,Me he divertido más en los dos últimos meses de lo que lo he hecho en los últimos 20 años. Me

gusta estar aquí en la cárcel. Todo el mundo me cuida. Eso marca una diferencia. Gente agradable. Me llevo realmente bien con mi compañera de celda, ella está dentro por asesinato.

Martha.Así que Martha disfrutaba la vida en la cárcel. La vida detrás de las rejas debe ir con su carácter.

Con su talla y fuerza, ella probablemente no tendría ningún problema con las otras prisioneras. Por su carta sonaba como que eran buenos con ella – más de lo que nunca había sido con la Sra W. de cualquier manera, la sociedad estaba a salvo de Martha Bianchi.

Al fin el calor del verano se acabó, y yo estaba disfrutando de mis estación favorita, otoño. Los árboles de Central Park se habían convertido en un mar de rojo y oro. La vida en la oficina continuaba como siempre. El otoño se convirtió en invierno. En la oficina, Stella se quejaba tanto del frío como había hecho del calor el verano antes. Los dos estábamos contentos de que llegara la primavera.

Fue una mañana de primavera cuando encontré una invitación sorpresa en mi correo. Era para la inauguración del Dentro Annie Clayton en la calle 125. Stella y casi no podíamos creerlo. Así que Jackie había encontrado una forma de devolverle algo a su madre después de todo.

En la mañana de la inauguración, Stella, Joe y yo viajamos hasta Harlem juntos. Fuera del Centro estaba un grupo de personas importantes. Líderes de comunidades y políticos locales. Periodistas de periódicos y televisiones locales. En la puerta delantera estaba Jackie Clayton, Charlie Whittaker y Betty Osborne.

Charlie Whittaker habló primero.“Damas y caballeros, me gustaría daros la bienvenida a la inauguración del Centro Annie

Clayton. Un edificio que proporcionará cómodas habitaciones para las mujeres sin techo de esta ciudad. Todo el mundo será bienvenido, no importa de que color o religión. Las mujeres que usen este centro tendrán una cosa en común – ningún sitio donde vivir. Mi hermana y yo, y me medio hermano Jackie Clayton, todos hemos perdido a nuestras madres recientemente. Este edificio es en su memoria.”

Entonces Jackie dio un paso adelante. El había cambiado desde que le había visto la última vea. Este no era el taxista asustado que conocí en julio. El parecía y sonaba seguro de sí mismo cuando hablaba.

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“Gracias, Charlie. Mi madre, Annie Clayton, vivió en las calles de esta ciudad durante más de 20 años. Ella necesitaba amor y cuidados, y de joven, yo le negué ese amor y cuidados. Si hubiera habido un centro como este, quizás ella podría haberse salvado de las calles de la ciudad. Sinceramente espero que este centro proveerá a las mujeres como mi madre durante muchos años en adelante.”

Charlie y Betty se unieron a Jackie. Betty habló.“Finalmente, nos gustaría agradecer especialmente al hombre cuyo duro trabajo hizo todo esto

possible. Sin él, nosotros podríamos no habernos conocido nunca. Un viejo amigo de Annie Clayton – el Sr Nat Marley.”

Ella me señaló. Las cámaras de televisión se giraron al mismo tiempo. Entrevistas con los periodistas siguieron. Me habían sacado una foto con Jackie y los Whittakesr para los periódicos. Sería una gran historia de interés humano. Finalmente pudimos escapar. Jackie nos llevó a una oficina.

“Nosotros todos te debemos a ti y a tus compañeros un gran agradecimiento por todo lo que has hecho,” dijo Jackie. “Después de los funerales, Charlie, Betty y yo seguimos hablando y encontramos que teníamos mucho en común.”

“Extraño. El Bronx se reúne con el alto West Side,” dije.“Sabes, todos hemos perdido las madres. Y de diferentes maneras, hemos tenido infancias

difíciles. Yo siempre me estaba metiendo en problemas en la calle,” dijo Jackie.“Y tuvimos un padre frío y nada cariñoso,” dijo Charlie. “Yo todavía recuerdo lo que era crecer

en ese apartamento. Las cosas que solía hacerle a mamá.”“Fue cuando conocí a Ellie y Leona, las viejas amigas de mamá cuando empecé a pensar,” dijo

Jackie. “Una manera de usar el dinero de mamá para ayudar a personas como ellas. Lo hablé con Charlie y Betty.”

“El apartamento era nuestro, pero después de todo lo que había pasado, nunca quisimos poner un pie en él otra vez,” dijo Charlie. “Yo sentí que tenía que hacer algo. La idea de Jackie juntar nuestro dinero y hacer algo para ayudar a mejorar las vidas de la gente. Ha sido mucho trabajo duro, pero mereció la pena.”

“¿Qué más puedo decir? Este lugar es un gran logro,” dije. “Annie tenía razón en no perder nunca la esperanza contigo, Jackie.”

Finalmente nos dijimos adiós. Empecé a pensar mientras caminaba por la calle 125 a la luz del sol. Había dicho antes que había visto lo mejor y lo peor de la vida en esta ciudad. Estaba equivocado. Este centro era lo mejor que había visto jamás. Todavía tenía sentimientos mezclados, sin embargo. Annie había vivido en las calles de Nueva York mientras ella tenía suficiente dinero para un lugar para vivir. Ella había sufrido cuando no tenía porque.

Stella me tocó la mano.“¿Te sientes bien, Nat?” preguntó.“Solo estaba pensando. El centro de Annie Clayton. Algo para recordarla. Casi como si tuviera

vida después de la muerte. Si sólo ella hubiera sabido el valor de esas acciones. Ella podría haber disfrutado de la vida antes de la muerte.”

“Ella nunca tuvo una parte justa de lo que la vida puede ofrecer. Pero otros lo harán, Nat, otros lo harán.”