83 - Nicolás Correa

49

description

Literatura

Transcript of 83 - Nicolás Correa

  • 83

  • A mi viejo.Nicols Correa

    83

    milena caserola

  • Todos los izquierdos reservados. Caso contrario, remitirse a la lista de libros censurados en las distintas dictaduras y democracias. Privar a alguien de

    quemar un libro a la luz de una fotocopiadora es promover la desaparicin de lectores.

    Contacto con el autor:[email protected]

    Coordinacin general del proyectoAna Ojeda / Nicols Correa / Marcos Almada

    [email protected]

    Coordinacin grficaLaura Ojeda Br

    [email protected] laura-o.tumblr.com

    ProduccinMatas Reck

    [email protected]

    www.exposiciondelaac-tual.blogspot.com

    Forman parte de los rebeldes a la luz: no han conocido los caminos y no se volvieron por sus

    senderos. [] En las tinieblas perforan las casas, de da se ocultan, sin conocer la luz. Para ellos el

    alba es la sombra: el clarear del da les aterra. Job 24: 13, 16, 17.

  • EL hOMBRE quE NO AM

  • 11

    A los quince aos me pregunt si me gustaban los hombres.No fue sencillo, nada es sen-cillo en la vida, eso es fcil saberlo. Me lo pregunt una noche, casi sin querer, escuchando Crazy, y me di cuenta que estaba pensando demasiado en el otro nueve.

    Ya ni recuerdo cmo se llamaba y tampoco recuerdo cmo fue que lle-gu a pensar que me gustaba, slo s que se me apareci varias veces en la cabeza y lo vi correr, con la nueve en la espalda, y sin querer mi vista iba descubrindolo con timidez, casi con miedo. Era morocho y tena el pelo lar-

  • NICOLS CORREA 83

    12 13

    go, rasgos gruesos. Sus piernas largas tenan pelos que se volvan impercep-tibles a simple vista y slo se los haba podido distinguir con la luz del sol. Cuando entrbamos al vestuario evita-ba baarme delante de l, me produca una sensacin extraa que nunca pude identificar, era una electricidad que me recorra los brazos, las manos y no en-contraba palabras para definirla. Una vez escuch que la abuela, mientras mirbamos una pelcula de muertos vivos, dijo que los zombis vivan en una zona indefinida entre la vida y la muerte, la abuela nunca deca nada interesante, pero esa vez le pregunt si el abuelo se ira al mismo lugar, res-pondi que el abuelo no iba a resucitar, y pudo ponerle algunas palabras a lo que me pasaba cuando lo vea.

    quince aos. Tambin pensaba en Sandra, en sus tetas. La imaginaba ca-

    minando por alguna calle de Tierra del Fuego, donde viva su hermana con la familia, y tambin su novio, mayor que nosotros. El tipo tena como treinta aos. Cada vez que se iba me deca que su corazn se quedaba ac, conmigo, y que saba que era ms duro para el que se quedaba, yo le crea.

    Entonces lleg ese verano, Sandra en sus pagos, lejsimo del barrio y yo ha-ciendo la pretemporada. Me levantaba todos los das a las seis, desayunaba con mi pap, que iba a trabajar a la f-brica, y sala medio dormido a tomar el bondi. El ciento sesenta y tres de las seis y treinta y cinco le pona una hora y media, bajaba donde terminaba y ca-minaba nueve cuadras hasta la cancha de San Miguel. Yo todava no conoca a nadie en el club, porque haba llegado del Deportivo Morn haca cinco me-ses y slo haba tenido la posibilidad

  • NICOLS CORREA 83

    14 15

    de jugar un par de amistosos, casi no era tenido en cuenta por el entrenador, el otro nueve me opacaba por comple-to. Brillaba su cara, brillaba su piel, bri-llaban sus piernas. La pretemporada era el momento para que el grupo me conociera y para que Moreno me diera una oportunidad en el plantel.

    Tipo nueve ya estbamos corriendo como unos animales. Tres pelotones en orden, los cuerpos se achicharraban bajo el sol. Yo no hablaba con nadie, excepto algunos chicos que a veces me encontraba de camino al club. Fue un verano muy caluroso, algunos se des-mayaban en el medio del entrenamien-to, y a veces eran tan duras las jornadas que terminbamos vomitando, insola-dos o con llagas en la piel. La exigencia era altsima, todos nos esforzbamos al mximo para estar bien afilados. Se corra el rumor de que primera iba a

    entrenar con nosotros y aunque ningu-no del grupo lo deca, nos matbamos para estar entre los once titulares, o al menos, entre los citados, se notaba en nuestros ojos el hambre que esconda-mos a los dems.

    El final de los entrenamientos era un alivio, como el viento que corra en pleno verano, un viento caliente, me-dio mentiroso, a la sombra de un me-dioda sofocante. Volva con el mismo colectivo que me llevaba y llegaba a casa como a las cinco y media. Dejaba la ropa sucia para lavar, pona el bol-so y los botines a tomar aire. A eso de las seis me sentaba con pap y mam a darle al mate en el fondo de casa, a la sombra del ciruelo, que el abuelo deca que estaba podrido por dentro, y mam le retrucaba que cmo iba a estar podrido si segua dando ciruelas, tena unas flores blancas y todo.

  • NICOLS CORREA 83

    16 17

    Pap en ese verano estuvo con mie-do. Dorma mal. Se levantaba a mitad de la noche y le deca a mam que le trajera agua, a l nunca le pasaba eso. El tema de la posible convocatoria de acreedores lo tena espantado. Le ha-ban asegurado que no tocaran a nin-guno de los antiguos, pero l sospecha-ba algo. Mam le deca que el gallego no los iba a poner de culo en la calle, si haban trabajado como burros durante veinticinco aos, desde que la fbrica era un galpn con tres tornos hasta eso en que se haban convertido.

    Siempre me preguntaba qu onda los entrenamientos, si me haba po-dido mostrar, y tambin si haba pen-sado qu iba a estudiar. Yo le deca cualquier cosa, que pensaba seguir el profesorado de Educacin Fsica y estudiar un idioma: italiano, por ah. Asenta y chupaba de la bombilla,

    mientras mam le peda que se secara la transpiracin de la frente y despus, a m, que tena que hacer lo que me hi-ciera feliz.

    Yo no tena idea de nada. Los miraba a los dos y afirmaba con la cabeza.

    Lo que me pregunt el da que escu-chaba Crazy fue muy simple: te gusta? Y jams le confes a nadie mi pregun-ta, ni siquiera a mi primera novia, y eso que le haba confesado todo lo que se puede confesar en un momento de inocencia y juventud. Me lo pregunt as como as, sin saber qu responder, estaba Sandra dando vueltas en mi ca-beza, sus tetas, no s.

    una maana Moreno nos avis que bamos a entrenar con primera al da siguiente. Agarr un papel y en voz alta, cavernosa y cansina, nombr mu-chsimos apellidos que no recuerdo, y entre esos nombr el mo. Nos pidi

  • NICOLS CORREA 83

    18 19

    a los citados que nos pusiramos a su izquierda, porque bamos a entrenar diferenciados. En el momento en que se produca la divisin, a m me pare-ci que el mundo se divida en dos, de alguna manera, estar en esa lista era todo lo que poda necesitar para ser feliz, formaba parte de una elite que nada tena que ver con el resto, y pude verlo en los ojos de los otros citados, ahora mirbamos todo desde un lu-gar distinto. habamos llegado a una especie de cima donde nadie nos po-da tocar, y no era una cima frgil, una torre de cristal o algo as, cada uno de nosotros era capaz de entregarse a la lucha ms encarnizada para no caer de ah, era una cima llena de vida, sacrifi-cio y juventud. Rpido busqu sus ojos entre ese recorte humano que More-no haba hecho, y los encontr: estaba haciendo jueguitos, encarando el arco

    con el formoseo, que jugaba de cinco y me acuerdo de l porque era de Pi-ran, igual que el abuelo, y se llamaba Valdez. Pap haba decidido enterrar a Saturnino, as se llamaba mi abuelo, en su pueblo, y como si fuera hoy, re-cuerdo aquel agosto del noventa y cin-co, le llev uno de mis trofeos y otro de mi hermano. El viejo siempre deca que me iba a llevar a Boca porque tena unos contactos fuertes.

    Valdez le devolva la pelota y l se-gua haciendo jueguitos. Entrenamos con primera varias veces, cuatro o cinco, pero nunca me acerqu a l. Lo mximo fue una vez que quedamos solos en el vestuario, porque a todos los delanteros nos haban hecho que-dar hasta despus de hora pateando penales, ramos cinco, y ah descubr que nos disputbamos el mismo pues-to. Los otros se fueron y vi cmo guar-

  • NICOLS CORREA 83

    20 21

    daba cada cosa de manera ordenada. Estaba en calzoncillos, el pelo mojado le caa sobre la espalda fibrosa, era de huesos grandes, se notaba a simple vista. Todava no me haba cambiado, me secaba y lo miraba de reojo. Creo que no quera aceptar que lo miraba. Puso las medias sucias dentro de una bolsita, enroll las vendas y las meti adentro de los botines, a los que antes les haba echado talco. Despus sac una bolsa ms grande y puso los bo-tines y la bolsita. Dobl la ropa sucia y la puso a un costado del bolso. Ter-min de cambiarse y antes de salir me dijo: Chau, hasta maana, sin darse vuelta. Le respond a medias: Ta ma-ana

    Yo pensaba que l tena ms proba-bilidades de jugar de titular, porque si bien era alto, como yo, tena piernas largas y su contextura fsica era fibro-

    sa. Yo siempre fui morrudo, como co-mentaba mam cuando era chiquito y evitaba decirme gordo para no herir-me, y era un poco ms lento, como de-ca el tano, mi entrenador de Veintiuno de Agosto, era ms pillo. Tena ms potrero encima. Ese da volv alegre a casa, en realidad era una alegra extra-a que no poda explicar con palabras, ms bien era una sensacin que me pasaba en el cuerpo, tena una especie de cosquilleo en las manos, como si la sangre estuviera revolucionada. Fui pensando todo el camino en cualquier cosa, y aunque Sandra no haba vuelto al barrio, me pareci que no estaba tan enamorado de ella como crea, es ms, poda quedarse con el tipo de treinta, haba otras mujeres para m. Como deca pap, el mundo estaba lleno de mujeres para un pibe.

    Antes de llegar a casa fui a la esqui-

  • NICOLS CORREA 83

    22 23

    na. Demi y el botija a la sombra del paraso. haca como dos meses que no pasaba y me quedaba un rato, llegaba muerto de entrenar y lo nico que po-da hacer era dormir, hacerme la paja con las tetas de Sandra o mirar algu-na pelcula. Me cargaron un rato, que la estrella no viene ms con su amigos del barrio, pero me supe aguantar sin de-cir una palabra. Me preguntaron por Sandra, y no se dej esperar el comen-tario de sus increbles pechugas, terribles pechos, y la turca que te debs hacer con la Sandra, y antes de que pudiera respon-der en su defensa pas el aparatudo corriendo hacia el arroyo.

    El botija le pregunt qu pas y el otro le dijo que iban a lo del Vega. La hermana lo haba llamado porque la estaban pasando mal. Sali corriendo y nosotros detrs de l. Encaramos los cuatro al arroyo y vimos que seis chi-

    cos estaban cagando a cascotazos la casa. Desde el puente le tiraban con el barro seco que se formaba en la calle de tierra, que al chocar con las paredes se deshaca y estallaba en cualquier di-reccin. una y otra vez tiraban contra la casa, de adentro se escuchaba que la hermana del Vega gritaba. Yo pens en l, habamos ido juntos al jardn y a la primaria, tambin jugaba en Veintiuno de Agosto, era arquero. En el barrio era famoso porque le gustaba pelear, aunque una vez mi hermano le rompi la cabeza cuando lo empuj contra el canasto de basura y el Vega ni siquiera llor, se rea mientras se miraba la san-gre en la mano. El aparatudo se acerc a uno de los pibes y le pregunt qu pasaba, pero no tuvo respuesta por-que el otro estaba concentrado sacan-do una piedra que estaba clavada en el barro. Varios vecinos haban salido a

  • NICOLS CORREA 83

    24 25

    mirar, pero no se atrevan a acercarse. Me sent en el puente, no poda hacer nada para impedir que siguieran ti-rando contra la casa. Entonces escuch que el botija pregunt qu haba pasa-do, el chico se detuvo, gir:

    El Vega le quiso chupar la pija al gordo Gustavo.

    No dijo ms nada, sigui tirando pie-dras igual que los otros, y enseguida Demi se uni a ellos.

    Volv a casa antes que los dems. Fue difcil sacarme de la cabeza la imagen. Por algn motivo me acord de la tar-de en que estbamos jugando a las es-condidas cerca de la Virgencita de los muertos, que brillaba de noche porque la llenaban de velas; el Vega, Demi, el aparatudo, mi hermano y yo. El apara-tudo se apoy contra la pared y empe-z a contar. Mi hermano se meti atrs del pilar de la gorda puta, yo, en cam-

    bio, decid meterme en la cabina del camin de Formiga, el viejo siempre estaba borracho y lo dejaba abierto casi siempre. La ventana del camin me dejaba ver cada movimiento del apa-ratudo y el asiento trasero me esconda de l. Fue entonces que escuch ruidos en la cpula. Mir por la ventanita y vi que la luz dbil del poste reflejaba dos figuras. Las dos me daban la espalda, una de ellas de cara a la puerta del ca-min, la otra pegada, se sacudan des-pacio y se escuchaba una respiracin agitada, los movimientos eran confu-sos y torpes. Tenan puesto los panta-lones, sin embargo se entregaban a ese acto como si lo hicieran de cuerpo y alma. Cuando la luz me dejo ver, me esforc por entender que eran el Vega y Demi, y lo hice cuando pude ver que el Vega entre abra la puerta para ver si haba alguien cerca. Despus vi que

  • NICOLS CORREA 83

    26 27

    le frot la pija al Demi por arriba del pantaln, el otro no dijo nada, ni se movi, el reflejo de la luz apenas me dejaba ver su cara. Busqu al apara-tudo y escuch que gritaba desde la esquina que as no jugaba ms, sal despacio, evit cerrar la puerta para no ser descubierto, y corr hasta la pared. Sent una intriga terrible por saber qu pasaba adentro del camin, mi mente estaba con ellos, viendo sus manos, sus movimientos, el roce de los pantalones manchados con pasto. El viento helado me peg en la cara, sent que alguien llegaba corriendo y al darme vuelta vi que mi hermano enfilaba tambin ha-cia la pared. Por eso siempre recuerdo las piedras chocando contra la casa, el barro explotando en las paredes y manchando de negro en cada golpe. Desde aquel da hubo un tipo de feli-cidad que no volv a conocer.

    Mam me mir y pregunt qu pa-saba, le cont, pero cambi las cosas, le dije que le cascoteaban el rancho por haberle pegado a un pibe ms chico. Pap neg con la cabeza y le coment a mam que ese chico siempre igual.

    Al otro da me levant y le dije a pap que no quera seguir jugando. Se atragant con el mate, me mir y pre-gunt si estaba seguro de lo que le de-ca. Asent. Dijo que si era lo que que-ra hacer, estaba bien. Agarr el bolso y se fue.

    Ya estaba terminando el verano, el da era un poco ms corto, el chillido de la chicharra casi no se oa, aunque los grillos seguan cantando de noche, las cosas volvan a empezar para no-sotros, excepto para pap. Lo haban echado de la fbrica y se haba puesto a trabajar de noche en un rems: yo tam-bin tendra que haber saqueado al chino, y

  • NICOLS CORREA

    28

    ahora no nos cagaramos de hambre, flaca, le deca a mam, sentados en la cocina, mientras tomaban mate.

    Esa fue la noche que me puse a escu-char msica y cuando lleg Crazy me acord del otro nueve. una y otra vez puse la cancin, la repet mil veces. La voz se reproduca en el eco de la casa. Me pas que mientras pensaba en l, yo mismo me impona a Sandra, y tra-taba de buscar el momento en que por primera vez le toqu las tetas. Sin em-bargo, a pesar del recuerdo del tacto de sus pechos, algo me segua pasando en el cuerpo cuando pensaba en l. Me daban ganas de apretar la pija contra algo, entonces me frot por arriba del pantaln hasta que imagin a los zom-bis caminando en esa zona indefinida entre la vida y la muerte.

    hERONA

  • 31

    Ya que sos brujo y antes de aten-derme, yo s que vos quers sa-ber qu me pas y por qu vine a pedirte que me hagas un trabajito. Y mir que le ped al gauchito que me diera una mano, pero parece que est enculado conmigo. En fin, necesito un buen trabajito para ese hijo de mil pu-tas, porque a una lady como yo, no se la trata as. Par que me siento de cot porque recin vengo del pabelln de los paraguas, todo fuego los guaranes, viste.

    Ves sta cicatriz que tengo ac, en el vientre? No, no es de una cesria, tam-poco de un facazo. Sabs de qu es?

  • NICOLS CORREA 83

    32 33

    Vos ests seguro que quers saber? Bien, me metieron un cuetazo en Mal-vinas. Sorprendido, papi? En realidad fueron varios cuetazos, pero ese no es el principio de la historia, ni el motivo por el que me tens ac. Ojo, tiene que ver con todo esto, obvio.

    Primero lo primero. No me interrum-pas ni te pongas ansioso y escuch.

    que qu mierda fue a hacer all un traba como yo?

    En esa poca estaba enamorada del Elvio. Lo conoc en el secundario, l entr en tercer ao, y recuerdo como aprovechaba en la hora de gimnasia para manosearlo un poco, y aunque era arisco y medio me sacaba con los codos o me empujaba, insistente siem-pre fui, entonces buscaba el contacto de su pija con alguna parte de mi cuerpo. Me mora de ganas porque me apreta-ra. Ponle que se armaba un partidito,

    y a m que no me gustaba un carajo, aunque pap, si a esa basura puedo decirle pap todava, me oblig a jugar toda mi puta niez de cuatro en el club Piraa de Pompeya, sabs cmo apro-vechaba para dejar que me rozara, que me chocara con la pija cuando bamos a cabecear o a tirrmele encima cuan-do se me vea de frente. Esa era la ni-ca posibilidad de demostrarle mi amor a ese desagradecido.

    El muy pelotudo se fue para las Malvinas. A m todo eso me pasaba de costado, imaginate que no saba cmo mierda hacer para contener mis pasiones. En ese tiempo me haca co-ger por un falopero del barrio, le daba guita para que me la pusiera, lo haba conocido en la estacin de servicio una noche de lluvia. Viste vos que rara es la vida, hoy me pagan en todos lados para que ponga el culito.

  • NICOLS CORREA 83

    34 35

    A m no me vengas con la pelotudes de la patria. Yo la vi arrodillada en cua-tro patas a la patria. Como te deca, el muy sorete del Elvio se fue diciendo que se iba a luchar por nuestra Argen-tina contra el invasor ingls y qu s yo cuntas giladas ms. No saba que yo estaba enamorada de l, y se me fue: la patria conchuda me lo arranc de las manos, pods creer, as noms. Guarda, en ese entonces no era lo que soy ahora, eh, este camioncito con aco-plado Me acuerdo que fui hasta un santuario que haba en la Villa del Pe-ladero para pedirle al gauchito que me lo retuviera de alguna manera al Elvio. qu carajo, ni me escuch! No s por qu, mir que siempre fui cumplidora, no hubo caso.

    Al toque me salt la trmica y me acuerdo tal cual la secuencia con el mierda de mi viejo cuando le dije que

    era gay, bueno, en esa poca se le deca marica:

    Pap, me gustan los hombresSos marica? Pero mira vos! Te voy

    a hacer un par de preguntas: Tens tarjeta de crdito?

    No.Viajs al exterior por lo menos una

    vez al ao?Negu con la cabeza.Tens algn novio ejecutivo que te

    banque?Volv a negar.Entonces no sos marica, sos un ne-

    gro puto de mierda.Ah, vos tambin te res!? Pero cuan-

    do le dije al hijo de puta ese que me iba a las Malvinas por una pija, se qued helado. Ni siquiera fue capaz de mirar-me a los ojos para decrme que me de-jara de joder con esas islas de mierda, pero dejmos a los muertos en paz. Y

  • NICOLS CORREA 83

    36 37

    me fui a la guerra por el Elvio noms, vos pods creer? Sabs que cuando me vio ah, al lado de l, cagndome de fro a su lado, se puso re feliz, me tir una sonrisa que me hizo aletear los cantos del orto, y yo no pude contener-me, bocona que soy, lady pero bocona, y le largu todo: que era el amor de mi vida, que estaba enamorada y que pin, que pan, pero pods creer que el bolu-do me dijo que era un puto de mier-da, y al toque todos los soldaditos de plomo me hicieron a un lado: el marica, me decan, pero sabs una cosa, bru-jito, a ste marica no lo pudo matar ningn Gurkha del orto, ninguna bala lo volte, me la banqu bien bancada. Y cuando haba hambre, me coma la carne de los muertos, y cuando haba necesidad, pona el culo para que los soldados, bien machitos todos, eh, me sacudieran tranquilos.

    Viste como apretaste los cantos, brujito! Ser puto, pero no soy ningn cagn. Me acuerdo que una noche yo estaba intimando con el Indio Lope, que lo nico de lindo que tena eran las cejas negritas negritas, y empeza-ron a llover bombitas en el refugio, una atrs de otra. Se hizo un silencio que dur unos cuatro o cinco minutos, es-taba aturdida, y al toque tuvimos a los inglesitos dndonos vueltas alrededor como perros cagados de hambre.

    Cinco de nosotros, entre ellos el El-vio, mi vida, quedamos atrapados en-tre Gurkhas y lores ingleses.

    Ahora, te hago una pregunta concre-ta: sabs quin hizo el sacrificio ah por la patria? Mi culo!

    El culo sangrado me qued por la patria, siempre digo: yo a los laureles me los gan a pijazos. Diez rubiecitos y seis Gurkhas me tuve que morfar.

  • NICOLS CORREA 83

    38 39

    Toda la noche dale que te dale. Yo, contentsima. Nunca me haba sentido tan woman. Era la Tacher y todas las conchetas frgidas de Inglaterra.

    Good, good! Murmuraban entre dien-tes los Johnnys.

    Ah ya me estaba poniendo Lady Di.Ahora te queds calladito, qu te

    pasa, no lo pods creer? Cuando volvimos de la tumba esa,

    que era mucho peor que sta, ac guar-dado hasta sol pods tomar, all es de noche todo el puto da, vos sabs que me lo encontr al Elvio un par de aos despus. Yo, esplendida, alto jamn del medio, l, medio baqueta y no le llegaba bien el agua al tanque. una que es tan tonta, viste, no se desena-mora fcil del primer amor. Estbamos medio mamados y ni se me pas por la cabeza decirle quin era, me llev para su casa en Boedo: igual fue una noche

    mgica, ojo, le hice todo lo que se me ocurri. Dame, mi soldadito, dame ms! Le gritaba.

    Mi deseo cumplido. En la maana, le revel mi nombre

    y apellido y no s, parece que se dio cuenta que tambin le gustaban los ne-nes y se puso loco. Me ech a la mier-da, me tir el vestido, la cartera y los zapatos por la cabeza y dijo que no me quera volver a ver.

    Vos pods creer, la concha de dios?Fui al gauchito y le ped con bronca

    que lo hiciera mierda, que lo hiciera re-ventar como a un sapo, que le hiciera sangrar el culo en hemorroides. Le pren-d como ochenta velas rojas y negras.

    Nada, el gauchito ni pelota.El muy hijo de puta del Elvio me

    rompi el corazn, y eso no se le hace a una woman como yo, que fue a la gue-rra y volvi enterita.

  • NICOLS CORREA

    40

    Ya no era una cachorrita para que me ningunearan as, me haba entregado en vida y en cuerpo, no era justo.

    Lo esper en la cortada de Muiz y Las Casas y le met un puntazo por ha-berme despreciado as. qued dobla-do al medio en el piso, ni me di vueltas para ver si estaba bien. Por eso estoy ac, por ese hroe de Malvinas.

    hace unos das me dijeron que est lo ms bien, que lo agarraron a tiempo y ac me tens, como el gauchito est enculado conmigo y dicen que vos ha-ces unos laburos que son de lo mejor. Yo necesito un trabajito contundente, que sea fuerte, lo que vos me digas va a estar bien. Imaginate que si yo voy a estar en la tumba, a l lo quiero en el mismo lugar.

    Ahora, lo que no s es cmo te puedo pagar.

    Decme vos.

    ChAu, REYMOND

  • 43

    Es as, hace dos aos que tena unas ganas de hacerle una mal-dad y ahora que estoy guardado, no pierdo nada. Ya que te acercaste para ver lo que haca con el mueco, te cuento. Adems, ac, slo vienen a pedirme cosas.

    Reymond. As se llama, porque na-die se llama Reymond, a menos que te llames Ramn y a alguien que no se lo banque le quiera poner onda. Mi mujer me dijo que le prometiera, por su hijo, no tocarle un pelo. Y ahora que agu-ja entra y aguja sale, ni siquiera ahora me arrepiento de lo que le voy a hacer. Posta, no me arrepiento, aunque ella

  • NICOLS CORREA 83

    44 45

    diga que el que se lleva la peor parte es el hijo, para mi, le salvo la vida.

    La gota que rebals el vaso fue que me hiciera esa escenita pelotuda de pa-dre fatal, en la entrega del boletn del nene: me encar en un rincn, mientras mi mujer, su ex esposa, hablaba con la mam de un compaerito, y me dijo que no le ensee ms esas porqueras al hijo, que eran todo supersticin. La pa-labra porqueras me doli. Volvimos a casa y dele cranear, porque las que me fum por el sorete este, no tienen nom-bre: desde que le faltara el respeto a mi seora cuando le dijo que era una mala madre, hasta los boleos en el orto que le pega al nene cuando se enoja. Y la vez que me pregunt si en provincia haba asfalto? Eso es light, porque el da que el pendejo vino y me dijo hbrido, casi lo volteo de un arrebato. Guacho maleducado, le dije con la sonrisita del

    Mueco Mateico, y despus me solt que lo haba escuchado al padre decir eso: que yo era un hbrido porque en ca-pital era un cabeza, y en provincia era un careta, y en ningn lado encajaba. Yo le dije al nene: decme villero si quers, pero ningn hbrido. Mi mujer me mir y me rog, con esa caidita de ojos, que no siguiera.

    Y ahora, aguja va, aguja viene, el que se va a entretener es el Reymond.

    Me acuerdo cuando me pregunt a qu me dedicaba, y estuve tentado en decrle la verdad, pero enseguida me lo guard: albail, le dije. Y despus de eso, dos das despus, le compr una pelota de Boca al nene, y el muy puto se la pinch y encima me llam para que le haga un trabajito en el bao. Yo por adentro dele cranear y decirme para m mismo: Relajte, que ya vas a tener tu momento.

  • NICOLS CORREA 83

    46 47

    Algunos se tientan y meten bala, otros mandan a que se los cojan, pero hay los que tenemos un gusto ms re-finado. Y aunque yo sepa que el muy puto no cree, no importa, que l crea o no, la maldad se la voy a hacer igual y le va a llegar lo mismo. hay algunos boludos que piensan que porque no creen los gualichos no llegan.

    Y te digo ms, cmo te penss que su mujer se fij en m? Vos te penss que fue amor a primera vista? Nada. Lo nico que me hizo falta fue una bombacha ensangrentada. Despus un par de oraciones a mi regente y la cons-tancia, en este trabajo la constancia es lo principal. El que persevera triunfa, y no es joda. Ah, te queds mudo, no es como los superhroes, eh. Vos te penss que porque estoy en la tumba, mi maldad no le va a llegar? Sos un pendejo atrevido, ya me vas a venir a

    pedir que te haga una atadura o que te baje a un pata de lana que anda gavila-neando a tu jermu.

    Me acuerdo la vez que fuimos a la entrega de trofeos del guacho y los padres jugaban un partidito amistoso para recaudar fondos. Mi jermu y el nene me pidieron que jugara, pero el muy puto cay sorpresivo a la entre-ga, con su chica, y quiso el destino o mis ruegos al Pantera Negra, que ju-garamos en equipos contrarios. El tipo la mueve, pero yo la muevo ms, por qu te penss que del pabelln Gua-ran siempre quieren que juegue con ellos, y te digo que si no hubiese sido por la rotura de ligamentos cruzados de mi rodilla derecha, hoy estara ju-gando afuera. La flaca me advirti que me rescatara, pero en la primera pelo-ta que toc, lo mord en el tobillo. El rbitro me mir feo, pero a m no me

  • NICOLS CORREA 83

    48 49

    importaba nada. Enseguida me la de-volvi y prefer mantener el empate y no pudrirla. Para darle el gusto a mi mujer noms.

    hoy el gusto es mo, aunque est en-cerrado. Chau, Reymond. Chau a tu forma de ser padre, de tener que so-portar que le ensees a pegar al nene, de que no ests cuando te necesita, de que no le compres ropa y lo tengas como un cachivache, de que lo hagas cagar de fro a la noche cuando se va a dormir, de que le grites y te tenga miedo, de que no le pases un peso a la mam, de que la maltrates y encima de todo, que ensucies el nombre del general dicindole a todo el mundo lo peronista que sos.

    Reymond, vas a tener que aprender a rezar.

    Vos rete, pendejo atrevido, rete que cuando ests afuera y no sepas que te

    pasa, el que se va a rer voy a ser yo. Te penss que necesito salir de esta tumba para hacer una maldad?

  • uN hOMBRE DE FAMILIA

  • 53

    Lo haban discutido en la comida. Ella le haba dicho que deban festejar, cincuenta y cinco aos no se cumplan todos los das. l haba sido reacio a la idea, nunca haba deja-do de serlo, y le dijo que ya no sopor-taba que todos llegaran, comieran y se fueran. Ella argumentaba que cincuen-ta y cinco aos era ms de la mitad de una vida y l le responda que no iba a vivir ms de setenta aos, ya haba pasado la mitad de su vida.

    Esa noche se acostaron y ninguno dijo nada. La discusin haba tenido una ltima palabra: la de ella, y la ne-gativa de l. Por la maana, la mujer

  • NICOLS CORREA 83

    54 55

    se levant temprano, encendi un ci-garrillo y dej la cama, mientras l la espiaba de costado. El reloj marcaba las ocho y media y l aprovech para abrir la ventana y dejar que el viento fresco se llevara el humo. Se qued pensando en que era una mujer estpi-da cuando tena ganas. Esa idea de lle-nar la casa de gente extraa que luego no vera el resto del ao, que comieran su comida, tomaran su bebida, usaran su bao y se marcharan, esa idea no le gustaba. Saba bien de qu se trataba todo eso. En una fraccin de segundo se desplaz por su cabeza la imagen del cumpleaos de quince de su hija. El puto cumpleaos de quince de la nena, se dijo. El hombre hundi la cabeza en la almohada.

    Estuvo en la cama hasta las once de la maana, tratando de planear algu-na medida que pusiera freno al festejo,

    cuando sinti la voz de su hija en el co-medor. Necesita plata, se dijo. S, viene a pedir plata, pens. Siempre que viene lo hace. Pero maana es mi cumpleaos, es capaz de sacarme lo poco que tengo? Gir en la cama y qued frente a una pared descascarada por la humedad. Sigui las grietas que se formaban como si fueran venas que se desprendan del cemento.

    Se puso de pie y abri la puerta para ver si su mujer y su hija estaban en el comedor, pero no las vio. Sali de la pieza y se iba a meter al bao, cuan-do escuch un murmullo en la cocina. Apoy la espalda en la pared y mir al frente. Se desplaz sin hacer un movi-miento de ms, acercndose a la puer-ta de la cocina.

    Mam, no puedo aguantarlo ms, tengo que decrselo. Pap es el nico que no lo sabe y no es justo.

  • NICOLS CORREA 83

    56 57

    hija, es el cumpleaos, te parece buena idea elegir este momento?

    Y sino cundo, mam? Me quers decir, cundo? No puedo estar mucho tiempo guardndome esto, mam, ya no quiero

    No te enojes, Telma, por favor, no te enojes, Telmita. Si cres que es el mo-mento, decselo y se acab. qu s yo

    Mam, no s si es el momento pero lo nico que s es que no puedo seguir callndome.

    hubo un silencio que el hombre comparti con las dos mujeres. Se mir las manos y las gir de un lado a otro. Se fue a la pieza sin hacer ruidos y se volvi a meter en la cama.

    El techo estaba cuarteado por la hu-medad, a decir verdad, la humedad lo haba ganado todo. Cmo dej que pase esto? De pronto, la imagen de su hija le lleg a la cabeza, pero la intent

    esquivar. No quera pensar en lo que haba escuchado. No quera pensar en lo que no saba y le ocultaban. Arras-tr la mirada desde el techo, por una rajadura, y se detuvo en una imagen del Sagrado Corazn que su mam le haba regalado.

    Contempl la imagen como si con-templara el rostro de su mam. haca mucho tiempo que no iba a misa. una vez al mes la acompaaba a la parro-quia del barrio, y rezaban y oraban y pedan juntos por la salud, el trabajo y la unidad de la familia. l no crea de-masiado, pero le haca muy bien saber que a ella eso la haca sentir tranquila. Le encantaba detenerse frente a la ima-gen del Sagrado Corazn y entonces le haca prometer a l que nunca dejara que la familia se desuniera.

    Escuch la voz de su hija que le deca a su mujer que deban ir al supermer-

  • NICOLS CORREA 83

    58 59

    cado antes de que cerrara. La puerta de la pieza se abri y l cerr los ojos, su mujer abri el placard y seguro meti la mano en la caja de los ahorros, no la vio, pero lo supona. No haba otro lugar de dnde sacar la plata. Despus camin hacia l y le bes la frente. A veces sospechaba que ella no llegaba a darse cuenta de las cosas, de cmo era todo aquello de las fiestas y las ce-lebraciones. Pero fue buena, se dijo, fue una buena madre y una buena mujer. No quedaba ms que darle el gusto y pa-sar la jornada.

    Madre e hija salieron de la casa y l deposit sus pensamientos en la hija. Sin querer se le ocurri que podra es-tar embarazada. Se imagin corriendo al hospital municipal con su hija en brazos, mientras su mujer los segua. Es eso lo que me esconden? Esa chica que le peda plata a fin de mes, porque

    no le alcanzaba el sueldo, esa chica no poda ser madre. Nunca haba llevado ningn hombre a la casa. Es imposible que est embarazada. Hoy en da pasan esas cosas, pero no a ella. Lo nico que poda pensar era en qu sera de ella si llevara en su vientre una criatura, qu sera de la criatura, qu sera de l criando a su hija y a su nieta.

    Por un momento contuvo la respi-racin. Tena una visin, una visin oscura que nunca haba sospechado, una visin de pobreza al final de su vida, de intranquilidad, de miseria. Era como volver a una infancia lejana y hambrienta, que alguna vez haba credo que no volvera jams. El cora-zn le lata ms de la cuenta. hizo un clculo rpido de los ahorros que tena en el banco, de la plata que le deba su hermano y de algunas cosas que poda vender, pero no llegaba a juntar unos

  • NICOLS CORREA 83

    60 61

    pocos pesos. Su hija dejara el trabajo por el embarazo, volvera a su casa y l, con sus cincuenta y cinco aos ten-dra que mantener a la chica y a la cria-tura. Los paales eran caros, lo saba por sus compaeros de trabajo ms jvenes, que lidiaban con los precios, y saba que hasta alguno de ellos le po-na paales de tela a su hijo. Recorda-ba algn comentario como: Mi ltimo aumento se fue en varios paquetes de putos paales, o No puedo creer que sea tan chico y cague tanto. Pero qu ms poda hacer si su hija estaba pre-ada? qu opciones tena?

    Le podra sugerir que abortara dijo en voz alta.

    Es una locura, pens, mientras nega-ba con la cabeza. Y quin ser el padre de ese chico? Ser un hombre sano o un chico como ella? Si es chico, seguramente no debe tener un buen trabajo. Tal vez ni

    siquiera tenga un trabajo. Yo a esa edad, slo quera ponerla en todos lados. De pronto, sinti que una densa electrici-dad le recorra el cuerpo. Y si es un tipo ms grande? Un viejo como yo? Lo ni-co que aseguraba que fuera un hombre mayor era que tendra la capacidad de darle de comer a una criatura y quiz hasta de irse a vivir con ella. Sera una solucin. Pero es imposible, qu sera de un domingo en familia? Ambos se senta-ran en el silln a ver los partidos toda la tarde, iran a jugar al truco al cen-tro de jubilados y saldran a correr los domingos por la maana. Seran dos abuelos. Pobre criatura, pens.

    La puerta de calle se abri y escuch las voces de su hija y su mujer. Sigui con el odo la conversacin hasta que dej de orlas y slo escuch la tos ca-rrasposa de su mujer arrastrndose por la garganta. Se puso de pie y aso-

  • NICOLS CORREA 83

    62 63

    m la cabeza por la ventana. Era un da claro. Mir la mesa de luz de su mujer y vio varias colillas desparramadas en el cenicero, y otras tiradas en el piso. Por algn motivo insignificante, recor-d la vez que haban discutido por eso de fumar en la pieza y l le dijo que ojal se muriera de cncer. Sinti ver-genza, pero pronto desvi la mirada hacia el patio. No haba sol, slo era un da claro. Algo le haca presentir que jams en su vida tendra tranquilidad.

    La puerta de la pieza se abri con fuerza y el cuadro del Sagrado Cora-zn se cay al piso. Su hija entr, le pidi perdn y recogi el cuadro au-tomticamente. Dej la imagen en la cama, junto con el marco de madera. Volvi a pedir perdn y levant la vis-ta para mirarlo. l estaba duro y sin-ti que la pieza se achicaba y la sangre le corra por las extremidades de una

    forma acelerada. Decilo de una vez por todas, pens l. Su hija se acomod el pelo con la mano derecha y se puso de pie. l contempl el rostro fino y alar-gado, una piel suave y limpia, pero con una pequea vida creciendo den-tro. Otra vida llena de porvenir.

    Pap NecesitoS, ya s dijo l interrumpindo-

    la como si un lenguaje extrao hablara por l. Necesits algo de plata.

    Se dirigi al aparador que estaba en el medio de la pieza y su hija retro-cedi con un movimiento brusco. El hombre tom un pantaln de jean azul y del bolsillo sac una billetera de la cul extrajo unos billetes.

    Con esto est bien, Telma? Llegs a fin de mes?

    S, pa, con esto va bien.Antes de que la chica saliera, l le

    habl:

  • NICOLS CORREA 83

    64 65

    hija, vos sabs que esta es tu casa. Las puertas estn abiertas si quers volver. Nosotros no te echamos nun-ca.

    La chica sonri, asinti con la cabeza y sali de la pieza.

    En la noche se sentaron a cenar. Su mujer le dijo que la casa estaba muy silenciosa, que todo el da haba esta-do callado y ausente, como si estuvie-se masticando algo, muy adentro. l dijo que no quera hablar, ni discutir, ni nada por el estilo. La mujer le tom la mano y lo mir desde sus profundos ojos marrones. Las ojeras la volvan ms vieja.

    Si quers, no festejamos nada. Vas a estar bien as?

    Ya est. Si compraste todo para ma-ana, qu vamos a suspender ahora?

    Podemos comerlo nosotros o drse-lo a Telma

    El hombre slo neg con la cabeza. La mujer se puso de pie, prendi la tele y se fue a la pieza. Volvi con un cigarrillo humeante entre los dedos. En la tele se vea un partido de ftbol. La mujer se sent al lado del hombre, apoy el mentn en su mano derecha, mientras llevaba la izquierda a la boca y chupaba profundamente el cigarro.

    Tu hija me dijo que la profesora Mo-yano se muri de cncer

    El hombre la mir de reojo.La gorda, te acords?Eso te dijo? Te acords?interrog ella, mien-

    tras se llevaba el cigarro a la boca.S, la de lengua y literatura.Cncer de algo. Me dijo Telma, pero

    no me acuerdo bien de qu era.El hombre le pidi a la mujer el con-

    trol remoto y esta se puso de pie, fue hacia la mesita donde estaba apoya-

  • NICOLS CORREA 83

    66 67

    da la tele. Le dio el control al hombre, que apunt el aparato en direccin al televisor. En la pantalla se vio otro partido.

    De enserio te digo, si quers no ha-cemos nada maana. No es necesario si no tens ganas.

    Cundo se muri la mujer?El viernes pasado Me escuchs?

    volvi a preguntar la mujer chupan-do el cigarro.

    Viva hablando de su vida.Dice Telma que la enterraron en el

    cementerio Parque.Y cmo sabe tanto ella?No s, me cont noms.hubo un silencio de algunos segun-

    dos. La mujer aplast el cigarrillo en un plato y se apur a levantar la mesa. El hombre la observaba ir y venir con las cosas. haba sido una linda mujer, pero el tiempo haba pasado para ella

    tambin. Fue al bao y despus se me-ti en la cama.

    A lo lejos, se escuchaba el ruido de la msica que llegaba desde alguna casa. Mucha gente festejaba los cum-pleaos o cualquier cosa que fuera un buen motivo para festejar. Sinti la tos carrasposa, que se meta entre las co-sas de la casa. Por qu no le deca lo de su hija de una buena vez? Se sent en la cama y vio el cuadro del Sagrado Corazn en el aparador. Estir el brazo y lo tom. Era lo nico que mantena el color en la pieza.

    Abri la ventana y sospech que el roco ya caa en el pasto. Estaba cre-cido, en la maana podra cortarlo y dejar el jardn presentable para los in-vitados. Siempre resultaba igual, cada cumpleaos deba trabajar el doble para los dems. Ojal cuando me muera no tenga que trabajar, se dijo, apenas es-

  • NICOLS CORREA 83

    68 69

    bozando una sonrisa. Puso la imagen del Sagrado Corazn sobre la madera y luego le coloc el marco. hizo pre-sin para que el marco encastrara en la madera y lo logr. Alej el cuadro para contemplarlo y afirm con la cabeza. un viento helado entr por la ventana y le puso los pelos de punta. Tom una silla, la puso debajo de la puerta y su-bi en ella. Tante un clavo en la pared y ubic el cuadro. La silla se sacudi y tuvo que agarrarse de ella para no caer. Escuch la voz de su mujer del otro lado:

    qu pasa ah? Abr, quers!Baj de la silla y la puso a un costado.

    La mujer tena un cigarro colgando de los labios. Llevaba un camisn blanco que dejaba ver en un escote pronun-ciado, dos pechos blancos y cados. El hombre la contempl y ella se apresu-r a cerrar la ventana. Se acost a su

    lado, puso sobre su panza un cenicero con forma de cocodrilo y mir el reloj que estaba en la mesa de luz.

    Falta poco para tu cumpleaos.l afirm con la cabeza.Dicen que uno vuelve a nacer. Pero

    yo no siento eso cuando cumplo aos.Dicen muchas cosas, eh.La mujer apag el cigarro en el ceni-

    cero y se ech el pelo hacia atrs.Somos viejos yaTom una revista que estaba debajo

    de la mesa de luz y murmur los ttu-los entre dientes. El hombre se qued mirando por la ventana, no tena sue-o, pero prefera estar con la luz apa-gada.

    Vamos a dormir dijo l.Todava no tengo sueo.La mujer estir su brazo izquierdo

    en direccin al paquete de cigarros que estaba en la mesa de luz, prendi

  • NICOLS CORREA 83

    70 71

    uno y se qued mirando la nada. l la observaba en esa nada tan grande que la envolva. Mir el Sagrado Corazn y sinti angustia por su vida, por su mujer, por su hija y hasta por toda la humanidad.

    El humo del cigarrillo fue elevndo-se tan lento como asfixiante. No tena las fuerzas como para iniciar una dis-cusin sobre eso, pero en otra ocasin lo habra hecho. Era imposible dormir de esa manera. Se puso de pie y abri la ventana. El fresco de la noche lo in-vadi en todo el cuerpo. una correnta-da de viento entr y atraves su rostro y le oxigen los pulmones. Es posible que yo muera de cncer, se dijo. Fum cada uno de los cigarrillos que ella fum. Y si me muero, quin mierda va a hacerse cargo de esa criatura?

    Cerr la ventana que hace fro coment su mujer. Siempre hacs lo

    mismo y el cambio de clima me estro-pea la garganta.

    Afuera se vean las luces de las otras casas, de las otras piezas del barrio. Cmo ser? Se pregunt. Sus mujeres fumarn tanto como la ma? Va a ser bueno tener una pieza limpia y sin humedad, si la criatura viene a vivir ac.

    Cres que la pieza necesita una mano de pintura? coment l miran-do la nada.

    Creo que no es el momento, la pin-tura es cara. Tal vez cuando cobres el aguinaldo.

    No quiere gastar porque sabe que necesi-taremos la plata para el embarazo, se dijo. Por qu mierda no me lo dice?

    Mir, en esta revista dice que segn una estadstica del Consejo Nacional de la Mujer dijo su esposa y se detu-vo para chupar el cigarro. hay unas trescientas mil lesbianas en Argentina.

  • NICOLS CORREA 83

    72 73

    Sera bueno que pintramos, la pie-za se vera ms fresca.

    Cuatro de diez mujeres son lesbia-nas. No creo que sea tan malo, eh?

    Invitaste a mi hermano?S, lo llam ayer.Mejor, me debe plata y voy a pedr-

    sela.El hombre cerr la ventana y respir

    profundo. El humo se haba disipado un poco y era hora de dormir. Se me-ti en la cama y apoy la cabeza en la almohada tratando de imaginar a la criatura.

    Su mujer estuvo despierta casi toda la noche. l saba que no poda dormir porque Telma estaba embarazada y no se lo haban dicho. Varias veces se des-pert y la encontr mirando la nada. En un momento ella le dijo:

    Vos cres que me voy a morir pronto?

    El hombre no le respondi, estaba dominado por el cansancio y tampoco iba a decirle que la mayor cantidad de fumadores moran de cncer. Ella lo saba muy bien y muchsimas veces lo haban discutido.

    Por la maana se encontr solo en una pieza llena de humo. Abri la ventana y un viento suave removi la atmsfera. Respir. El que se va a morir de cncer voy a ser yo, dijo negando con la cabeza. Escuch la tos de su mujer, vena de la cocina. Abri un cajn del aparador y sac un short y una reme-ra. Mir la mesa de luz de su mujer y vio que haba apiladas una docena de colillas. Dirigi la mirada al Sagrado Corazn y record a su hija y todo eso. Ese pensamiento fue como una bomba que explot en su cabeza.

    El da transcurri sin mayores so-bresaltos. Algunos llamados de gente

  • NICOLS CORREA 83

    74 75

    conocida, mensajes de texto, hasta la compaa de telfonos se haba acor-dado de su cumpleaos. Se dedic al jardn toda la tarde y cuando termin de ponerlo en orden se ba. Busc una camisa que usaba para ocasiones extraas, una blanca con finas rayas azules y violetas, se puso el jean ms nuevo que tena y los mocasines que usaba para ir a trabajar. Se dirigi a la cocina y su mujer le chifl y le dijo que estaba muy bien. Al menos disimula-ba un poco. Ella le coment que iba a baarse y que su madre y su padre llegaran en cualquier momento, que estuviera atento. l se sent en el silln y se sent a ver un partido del ascen-so. uno de los equipos era Olimpo de Baha Blanca y el otro River. La pelota iba de un lado al otro, hasta que el late-ral derecho de Olimpo decidi bajarla, levantar la cabeza y cambiar de frente

    para el volante por izquierda, que h-bilmente mat el baln con el pecho y descarg para el volante central. Este avanz unos metros, se fren y toc corto para el nueve, que vena pivo-teando, y abri la cancha para el late-ral derecho, que estaba picando por su carril. El cuatro fue hasta el fondo del lateral, se fren, amag a sacar el centro y jug la pelota hacia atrs, para el ocho, que en velocidad descarg en direccin al enganche. Este ltimo meti un pase areo en profundidad, que el ocho fue a buscar para tirar un centro atrs y encontrar al nueve, que no dud, y fusil al arquero, pero con tan mala suerte que uno de los zague-ros cruz la pierna y evit la cada. En ese momento la pelota sali hacia el centro del rea y apareci otra vez el cinco, volante central, claro, concreto, con una ptica acabada de la situacin.

  • NICOLS CORREA 83

    76 77

    El volante par la pelota con la suela del botn y sta dio un pequeo rebote en el csped, entonces el cinco pate antes de que lo interceptara un rival. La pelota sali con potencia, rozando varias cabezas y aunque el arquero, ya repuesto, estir su mano derecha, y el mismo zaguero que haba evitado la cada de la valla, se tir de cabeza detrs del baln, ninguno pudo dete-ner la claridad del cinco para ubicar la pelota en el palo izquierdo, arriba, im-posible de agarrar. El jugador sali co-rriendo hacia la tribuna e hizo un ges-to juntando sus dos brazos como un cuenco, y balancendolos de un lado al otro, como si acuara a un chico. Al instante, otros jugadores imitaron el gesto y el comentarista aport: Que sea con salud!.

    El partido sigui su curso, pero l se qued pensando en la criatura que su

    hija llevaba en el vientre. Ese mismo da deba pedirle la plata a su herma-no. un golpe en la puerta lo sac de su meditacin. Abri y encontr al padre y a la madre de su mujer. Ambos lo sa-ludaron y se quedaron conversando de cosas sin importancia.

    Los invitados fueron cayendo uno a uno despus de los padres de su mu-jer: un compaero de trabajo de su mujer, la hermana de su mujer y sus dos hijas, las tres amigas de su mujer, con sus maridos y su cra, el doctor de su mujer con su respectiva seora, una ta lejana de su mujer y otras personas ms que conoca de vista, hasta que son el timbre y su esposa le grit des-de la cocina que atendera l. Abri la puerta y encontr a su hermano, con ese tono alegre en el rostro y su campe-ra de cuero negra. A su lado estaba su chica, como le deca l, mujer preciosa,

  • NICOLS CORREA 83

    78 79

    con cara de mueca de cera y cuerpo de vedette.

    hermano, feliz cumpleaos!Formiga, llegaste!Nunca supo por qu le decan John,

    pero a l le encantaba y sospechaba que era por algn cantante extranjero. l siempre le deca que no haba nada peor que hacerse llamar John Formi-ga, pero John le restaba importancia, deca que le daba un aire de distin-cin que Juan no tena. Su respuesta era: quin no se llama Juan? Todo el mundo se llama Juan.

    Su hermano entr y comenz a sa-ludar a los dems invitados. Cuando su novia pas, l no se pudo contener y la sigui con la vista, era una chica muy hermosa, pero poda ser su hija. De repente, imagin que un tipo como John poda ser el padre de la criatura. Se mordi el labio inferior y rez inter-

    namente para que esto no fuera as. un hombre como John poda arruinar a su hija.

    Estuvo esperando el momento ade-cuado para hablar con su hermano y cuando su novia se fue al bao, se aba-lanz sobre John como un guila de-trs de su presa, era as como se senta. Lo tom del brazo y le dijo que iban al patio, John le dijo que justo tena ganas de fumar.

    No se decida a hablar, mientras su hermano le contaba de las cualidades de la chica:

    No te imagins: sabe cocinar unas milanesas excelentes, finitas, como las haca mam. Me lava y me plancha la ropa, es una buena mujer comentaba, mientras chupaba el cigarro.

    Su hermano conservaba los rasgos de su padre: el mismo corte de cara, la misma frente amplia, los mismos ojos

  • NICOLS CORREA 83

    80 81

    y gestos. Segua contndole lo buena que era la chica cuando escuch el tim-bre y al rato sinti la voz de su hija.

    Formiga, no te enojes, pero necesi-to la plata que te prest. No me gusta tener que pedrtela de esta forma, pero de enserio, la necesito.

    Su hermano se qued observando el cigarrillo.

    Te veo preocupado, hermano. Des-de que entr vi que en tus ojos algo no anda bien. Soy tu hermano, te conozco lo suficiente como para saber que algo no funciona.

    El hombre asinti con la cabeza.Es Claudia, no? Tiene algo. S, tie-

    ne algo, me di cuenta, no es as? qu es?

    No se trata de Claudia, Formiga. No es eso.

    Dale, s que fuma todo el puto da. La vi, no se le cae el cigarrillo de la boca,

    y est as hace varios aos. Nadie es eterno. un fumador sabe cul es el l-mite.

    Ests equivocado, Formiga inte-rrumpi l. Adems, cul es el lmite de un fumador?

    El hermano mir el cigarro y lo tir al pasto.

    La muerte, hermano.Estuvieron un segundo en silencio

    hasta que l volvi al tema.En fin, Formiga, necesito la plata

    cuanto antes.Decme para qu carajo es! dijo su

    hermano sacando un paquete de ciga-rros y encendiendo otro. No confias en tu hermano? Somos hermanos, o ya te olvidaste?

    Cmo me voy a olvidar? Por eso te prest la guita, Formiga, porque somos hermanos. Te penss que le presto a cualquiera la nica guita que tengo?

  • NICOLS CORREA 83

    82 83

    Entonces decme para qu la que-rs. Demostr que confis un poco en m!

    Juan, la puta madre, dejte de bo-ludeces, hermano! Cuando sea el mo-mento te vas a enterar.

    En ese instante lleg la novia de John, que se abraz a l y lo ret por-que lo haba estado buscando por toda la casa. John le dijo que se fuera aden-tro porque estaba hablando con su her-mano de algo importante. La chica no se resisti y volvi a meterse en la casa, pero antes de entrar se encontr con Telma, que la salud con una sonrisa. John mir a su sobrina que se le colg del cuello.

    Y miren quin llega! grit John zamarreando a la chica. Mi nica so-brina! La nena ms linda de la familia!

    El to ms bueno de la familia!El nico, querrs decir replic l.

    Cmo ests, Telmita? A simple vis-ta, preciosa.

    Gracias, to. Vine a saludar a pap.Cierto, cierto. Perdn! dijo John

    corrindose a un costado y tirando el cigarro al pasto.

    La chica se acerc a su padre y lo en-volvi entre sus brazos. Le susurr al odo:

    Feliz cumpleaos, pa!El hombre le agradeci, pero antes

    de que se desprendieran, su hija volvi a susurrarle:

    Tenemos que hablar.Entraron todos y la noche continu.

    Mientras su mujer serva la mesa, su hermano se besaba como un adoles-cente con su novia, y los dems co-man, l no dejaba de mirar a su hija. Era como si slo estuvieran ellos dos en el comedor de la casa. Tena la vis-ta clavada en ella y cuando alguien le

  • NICOLS CORREA 83

    84 85

    preguntaba algo, responda con frases cortas o gestos. Estaba esperando que ella tomara la iniciativa y se dio la oca-sin cuando su hija se puso de pie y se dirigi hacia el bao. Se apur y entr a su pieza para atajarla cuando saliera.

    Desde su lugar vio a la gente que co-noca y a la que no conoca. Su mujer estaba al lado de sus amigas, enfrente sus padres. Todos rean de algo que contaba y cada tanto tosa y tena que taparse la boca con un repasador. Escu-ch el sonido del inodoro y se apag la luz del bao. Sali su hija y l la llam susurrando su nombre. La chica se me-ti en la pieza y cuando cerr la puerta, el cuadro del Sagrado Corazn se cay detrs de ella. Telma quiso levantarlo, pero su padre la tom del brazo y le dijo que ahora podan hablar.

    Ninguno de los dos dijo nada hasta que l rompi el silencio:

    Y bueno, queras decirme algo, Tel-ma.

    Su hija baj la vista y respir pro-fundo. Al levantar la cabeza se vieron unas lgrimas que caan por sus meji-llas.

    No llores, hija. No es el fin del mun-do. hay que seguir adelante.

    La chica se abraz a su padre.Ya lo sabs? S, escuch que hablabas con tu

    mam. Por qu no me lo dijiste antes, Telma?

    Tena miedo, es eso.Telma, cmo vas a tener miedo de

    m? Soy tu pap Somos una familia. Su hija se qued abrazada a l. Afue-

    ra de la pieza, entre las voces, se oa la tos carrasposa de su mujer. Mir el re-loj que estaba en la mesa de luz, daba las once y veinte de la noche. La chica mir a su padre a los ojos.

  • NICOLS CORREA 83

    86 87

    Gracias, pa.El hombre sonri y la chica tom el

    cuadro del Sagrado Corazn y lo puso en el aparador. l slo la miraba. Abri la puerta y las voces de los invitados se oyeron ms ntidas. Antes de salir gir sobre s:

    Entonces la puedo traer, pa, para que la conozcan?

    A quin? respondi el hombre, desconcertado.

    A mi novia.hubo un silencio profundo en el que

    sinti que la tierra se lo tragaba y caa en un ocano de lava, que carcoma su cuerpo. Asinti con la cabeza, por inercia, y su hija sali de la pieza. Pudo ver que su mujer se puso de pie, cami-n hasta la chica, la beso en la frente y despus la abraz. l estaba siendo atravesado por todas las voces de la sala, por todas las risas y los festejos.

    Oy la tos de su mujer, levant la mira-da y ella estaba observndolo con ter-nura desde la puerta de la pieza.

    La torta, mi amor.Su mujer lo tom de las manos y lo

    sac fuera de la pieza. Los invitados pusieron sus ojos en l y aplaudieron. Lo sentaron en la punta de la mesa y su mujer trajo una torta de crema y duraznos que ubic en el centro de la mesa. Su hija le alcanz unos platitos, unas cuantas cucharas y un paquete de servilletas. Detrs apareci la novia de su hermano con dos botellas de cham-paa. Su hija y la chica se miraron y sonrieron. Qu es todo esto? Se pregun-t. Qu mierda es todo esto?

    Su esposa prendi las velas y su hija apag las luces, slo se vio iluminada su cara frente a la gran torta de crema y duraznos. Inmediatamente se inicio el canto de todos los presentes y su mujer

  • NICOLS CORREA 83

    88 89

    le dijo que pensara en los deseos. qu deseo iba a pedir? Era un chiste? No haba nada que desear. Iba a pedir por su familia: por su hija, por su esposa? qu iba a desear? A los ojos de los dems era feliz, qu iba a pedir: una casa, un auto nuevo, una mujer nueva, quiz una amante, un televisor grande para ver el mundial? Cul era la intil intencin de esos deseos de mierda? No lo saba, slo los iba a pedir para que todo terminara de una vez. que esa noche terminara y todo volviera a la normalidad, a la nica normalidad que conoca: chata, ligera, sin mculas extraas.

    Cerr los ojos y escuch que su mu-jer tosa y le gritaba que pensara bien lo que iba a pedir. John, por su parte, le dijo que se olvidara de pedir milagros, no se cumplan, a lo que todos res-pondieron con carcajadas. El hombre

    apretaba tanto los ojos, que en esa n-tima oscuridad se le formaban figuras extraas y slo pensaba en que todos se fueran, porque al fin y al cabo, eso era lo que siempre quedaba despus de cada fiesta: nada. Ni los deseos, ni la gente. No quedaba nada. Abri los ojos y sopl con fuerza, casi escupien-do la torta. Las velas se apagaron todas juntas.

  • 91

    ACERCA DE M

    Yo soy Nicols Correa. Nac en el 83, en Morn, y me cri en el seno de una familia obrera. Fui cnico, postura que supe abandonar. Ahora me confieso hermtico. Me gus-tan los rituales. Tengo amigos, algunos sobrevivieron a la infancia y el cambio, a veces incesante, de estanteras. Devi-ne escritor, frustrado exorcista. Estoy terminando hace varios aos la Licen-ciatura en Letras en la uBA. Escrib al-gunos libros pretenciosos, con menor o mayor desatino, no fueron progra-mticos (Made in China, Engranajes de sangre, Prisiones terrestres, Virgencita de

  • 92 93

    los muertos, Scubo. La trinidad de la an-tigua serpiente). Soy parte del grupo de nueva crtica argentina Las lecturas. La literatura es hoy un espacio de avanza-da, que tambin pide ser descoloniza-do. Vuelvo incansable a las tardes que con mi hermano nos sentbamos en la vereda para ver caer el sol.

    Mi familia es mi tesoro.

    ARTE DE TAPA

    Delfina EstradaCon una sotana arm una carpa. Aguafuerte y aguatinta.

    35 x 24 cm. 2010.

    En el ao 2004 empec a estudiar en el Instituto universitario Na-cional del Arte (IuNA), con orientacin en pintura. Asist, a la vez, al taller de grabado de Carlos Scanna-piecco.

    Desde el ao 2008 participo en mues-tras colectivas, algunas de ellas reali-zadas en la Galera Masottatorres, el Club Cultural Matienzo, Galera Mite, Galera Mar dulce, Delta libros, Ruby

  • 94 95

    NDICE

    El hombre que no am ......................... 9herona ................................................ 27Chau, Reymond .................................. 39un hombre de familia ........................ 47

    Acerca de m ....................................... 85Arte de tapa ......................................... 87

    (ArteBa, 2012), Fondo Nacional de las Artes (2011 y 2012), Centro Cultural haroldo Conti (2012) y Centro Cultu-ral Borges.

    En el ao 2012 hice un mural anima-do para el stand de Secretara de Cul-tura de la Nacin en Tecnpolis. Fui seleccionada en el Premio Proyecto A (2009), en Curriculum Cero (Ruth Ben-zacar, 2010) y en el Premio Fundacin Williams de Arte Joven (2010).

    En el ao 2011 curs la Beca Ecunhi-Fondo Nacional de las Artes y el taller de dibujo de Eduardo Stupia en la uni-versidad Torcuato di Tella, al que sigo asistiendo.

  • que los rboles muertos en este papel

    vuelvan a crecer rbolescuando hombres y mujeres

    hayan saciado su sed de conocimiento.

    Se termin de imprimir enImprenta Dorrego

    Av. Dorrego 1102 - CABAen marzo de 2013.