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Noé y las Naciones Federico Salvador Wadsworth Página 1 de 56 Un estudio genealógico de Noé enfocado en la tabla de las naciones que surgieron de su descendencia. Federico Salvador Wadsworth

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Un estudio genealógico de Noé enfocado en la tabla de las naciones que surgieron de su

descendencia.

Federico Salvador Wadsworth

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0. Contenido 0. Contenido ................................................................................................................................... 2

1. Introducción General ................................................................................................................... 3

2. Estructura del Tratado de Genealogía .......................................................................................... 3

3. Mapa General de Tratados .......................................................................................................... 5

4. Mapa del Tratado ........................................................................................................................ 6

5. Diagrama de la Genealogía ......................................................................................................... 7

6. Propósito del Tratado .................................................................................................................. 8

7. Desarrollo del tema ..................................................................................................................... 8

7.1. Fundamento ..................................................................................................................... 8

7.1.1. Jafet y su descendencia ........................................................................................12

7.1.2. Cam y su descendencia ........................................................................................24

7.1.3. Sem y su descendencia ........................................................................................39

7.2. Conclusiones ...................................................................................................................45

8. Material complementario.............................................................................................................47

8.1. Racismo y ciencia ............................................................................................................47

8.2. Surgimiento de las razas ..................................................................................................48

8.3. El misterio del lenguaje ....................................................................................................50

8.4. La multiplicación de las lenguas .......................................................................................53

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1. Introducción General La búsqueda del conocimiento de Dios y su propósito para el hombre constituye la más apasionante de las

aventuras que la mente humana pueda proponerse. El reto de encontrar en el libro sagrado aquel hilo de oro del plan de salvación recompensará al estudioso, que podrá comprender la majestuosidad del esfuerzo de Aquél que “no escatimó ni a su propio hijo” (Romanos 8: 32).

El conjunto de tratados sobre genealogía bíblica, del que usted tiene en sus manos uno de los estudios, ha

sido preparado para proveer al miembro laico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día del conocimiento requerido para enseñar a otros acerca de cómo crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3: 18) así como para “presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3: 15).

El autor es miembro regular de la Iglesia Adventista del Séptimo Día desde 1977, anciano de iglesia desde

1979, esposo, padre y abuelo, con el gozo de tener a toda su familia en “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 1: 3) y que además suscribe totalmente las 28 doctrinas oficiales de la misma.

Reitero que estos tratados han sido preparados para el

miembro de Iglesia, por lo que deberá graduar la dosis de conocimiento que deba transmitir a aquellos que se encuentren interesados en conocer a Jesús, a quien el profeta llama el “Deseado de todas las gentes” (Hageo 2: 7).

Por eso, al mismo tiempo, hemos querido también incluir

material complementario a la genealogía que esperamos le permita ampliar sus actuales conocimientos, así como estar preparado para profundizar en “cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles” (1 Pedro 1: 12). Su habilidad para introducir estos subtemas en armonía con los conceptos centrales es clave para favorecer la transferencia del conocimiento que usted y yo nos proponemos.

Dado que el conocimiento de nuestro Dios y sus propósitos

estarán, por la obra y gracia del Espíritu Santo, siempre en pleno desarrollo, podrá encontrarse regularmente con actualizaciones de cada tratado (vea la fecha aa.mm.dd que acompaña al nombre del archivo). Estas actualizaciones, por supuesto, también corregirán algunas de las fallas humanas que puedan haber pasado inadvertidas para el autor. Por otro lado, su bien intencionado propósito de ayudarnos a mejorar estos temas será siempre bienvenido.

2. Estructura del Tratado de Genealogía Al inicio de cada tratado le presentaremos la estructura general del conjunto de estos utilizando un diagrama

de bloques numerado, llamado Mapa General de Tratados. Este gráfico (que aparece en la subsiguiente página) le permitirá ver dónde encaja el tratado que tiene en sus manos en relación con los otros temas. Para facilitar su ubicación además de la numeración, este estará marcado en color diferente de los demás. Coleccione los temas, actualícelos y ordénelos en esta secuencia si le parece útil a su propio desarrollo del conocimiento.

Los números en cada bloque establecen simultáneamente el orden de creación de estos tratados y la

dependencia lógica también entre ellos. Los bloques del número 70 en adelante representan, a su vez, un conjunto de tratados sobre dicho tema. Los he agrupado en 6 grandes temas:

a. Religiones comparadas Serie 70.nn b. Cronologías Serie 75.nn c. Armonías de los Evangelios Serie 80.nn d. Genealogías Serie 85.nn e. Biografías bíblicas Serie 90.nn f. Historia Serie 95.nn

La lectura de estos temas le dará el marco referencial para entender los tratados más temáticos. Estos otros

temas tienen su propia estructura que guardará relación con la aquí mencionada. Luego del diagrama del conjunto, encontrará usted un diagrama de bloques del estudio propiamente dicho,

llamado Mapa del Tratado, donde podrá notar lo siguiente: a. Cada bloque del diagrama indica el versículo o versículos de referencia en la parte inferior y una

breve frase que corresponde con la lógica de su inclusión en el tema.

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b. Notará que hay algunos bloques, con versículos de color diferente, que hacen referencia a parábolas que ayudan a entender el tema central.

c. Otros bloques, que no contienen versículos, exponen asuntos que podría usted tocar cuando presente el estudio; asuntos que poseen un trasfondo histórico, geográfico, científico, técnico, entre otros. Usted encontrará en este estudio alguna información que le ayudará a exponer sobre estos conceptos.

d. Estos dos tipos de bloques no necesariamente están incluidos en todos los estudios. e. Las flechas indican la secuencia lógica en la que el autor piensa que estos temas deben ser

presentados. La secuencia está establecida de izquierda a derecha y de arriba a abajo. Sin embargo, su propia iniciativa y conocimiento de las necesidades de sus oyentes le pueden marcar una ruta diferente. Déjese guiar en oración por Aquél que no puede errar.

Luego del mapa mencionado, encontrará usted uno o más diagramas de genealogía que se tratarán en

este estudio. Al finalizar esta fase gráfica usted encontrará el estudio en detalle, que seguirá hasta donde sea posible, la

estructura del diagrama de bloques. Algunos materiales complementarios al estudio se incluirán al final. Le recomiendo que los lea con anticipación para encontrar el momento exacto para incluirlos en su exposición.

Hasta donde me ha sido posible he presentado la fuente de algunos de estos temas para que pueda

extender su comprensión revisándolos. No pretendo conocer todo lo que estas fuentes tratan sobre el tema, por lo que lo aliento a profundizar y comentarme cómo mejorar este contenido. He incluido algunas imágenes halladas en Internet para hacer más amena su lectura, espero le agraden.

La fase escrita del estudio contendrá: a. Acápites por los subtemas principales. b. Citas Bíblicas (en color rojo). c. Citas del Espíritu de Profecía (en color verde). d. Citas de libros o artículos de diversos autores, destinadas a ampliar su conocimiento sobre el tema

(en color azul). e. Comentarios de las citas mencionadas; en algunos casos estos se presentarán antes de la cita,

como anticipando la declaración, mientras que en otras se ubicarán después como confirmación del concepto que se sostiene (en color negro).

f. Mapas, cronogramas, genealogías y otros diagramas cuando corresponda a la exposición del tema. g. Material complementario agrupado en un acápite que ayuda a comprender algunos de los aspectos

que podrían surgir al tratar el tema central con otras personas. No todos los temas contienen necesariamente este material.

Cuando no se indique lo contrario las citas de la Santa Biblia corresponden a la versión Reina-Valera 1960,

mi favorita. Alguna vez incluiré otras versiones para comparar o ampliar la comprensión de un texto. Cuando usted desarrolle un estudio bíblico sobre este tema con personas que no pertenecen a la Iglesia le

recomiendo que use la sección correspondiente al estudio (con los versos incluidos en el diagrama de bloques) sin presentar las declaraciones del Espíritu de Profecía. Comente los materiales complementarios conforme surjan en la exposición, así como en la fase de preguntas y respuestas.

He preparado también un archivo que incluye todos los diagramas de bloques de los tratados de manera

que le sirvan de ayuda memoria cuando presente el tema. También he creado un archivo con una copia de todos los contenidos de los tratados de manera que pueda revisarlos sin abrir cada uno de los documentos, en caso esté buscando un subtema específico.

Permítame, como hasta ahora, que durante el estudio me dirija a usted en forma personal. Creo que así es

como nuestro Salvador hablaba con aquellos a quienes amaba y deseaba salvar. Seguramente usted hará lo propio con aquellos que le escuchen con este propósito.

Este es un material gratuito que seguramente ha llegado hasta usted por alguien que lo aprecia y desea

que conozca aún más a Jesús y su maravilloso plan de salvación. Difúndalo de la misma manera, ya que “de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10: 8).

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3. Mapa General de Tratados

02

La Divinidad

03

El Padre

04

El Hijo

05

El Espíritu

Santo

01

La Santa Biblia

15

La Encarnación

13

El Ángel

de Jehová

06

La Ley

de Dios

07

El Sábado

09

El Pecado

08

El origen

del pecado

10

La Muerte

34

La Redención

36

Justificación

por la fe

37

Santificación

35

La Conversión

12

La Oración

38

El Bautismo

39

La Iglesia

44

Diezmo &

Ofrendas

26

Los Ángeles

17

La Resurrección

14

El Amor

11

La creación

20

El diluvio

18

La Segunda

Venida

19

Señales de la

Segunda Venida

32

El Don de

Profecía

27

Espiritismo

28

Posesión

demoníaca

21

El Santuario

Celestial

23

La ley

ceremonial

45

El matrimonio

47

La estatua de

Nabucodonosor

48

Las 4 Bestias

43

Disciplina

Eclesiástica

53

El cuerno

pequeño

57

El juicio

investigador

56

Las 70

semanas

58

Los libros

del cielo

30

Los dones

espirituales

31

El don de

lenguas

49

El carnero y el

macho cabrío

59

El sellamiento

62

El milenio

55

El Anticristo

33

Profecías

mesiánicas

60

La Apostasía

final

63

La tierra

nueva

46

Estilo Cristiano

de Vida

54

Los 1260 años

42

Organización

Eclesiástica

50

Las 7 iglesias

51

Los 7 sellos

52

Las 7 trompetas

22

Nuestro Sumo

Sacerdote

61

El Tiempo

de Angustia

40

La Gran

Comisión

29

Los libros

apócrifos

16

Muerte

Vicaria

75

Cronología

85

Genealogía

80

Armonía de los

Evangelios

41

Historia

de la IASD

70

Religiones

Comparadas

90

Biografías

Bíblicas

24

La Adoración

25

La Cena

del Señor

95

Historia

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4. Mapa del Tratado

De una

sangre

Hch 17 26-28

Descendencia

y naciones

Gén 10: 32

Los hijos

de Noé

Gén 10: 1

Los hijos

de Jafet

Gén 10: 2

Los hijos

de Gomer

Gén 10: 3

Los hijos

de Javán

Gen 10: 4, 5

Los hijos

de Cam

Gén 10: 6

Los hijos

de Cus

Gén 10: 7

Nimrod

Gén 10: 8-12

Los hijos

de Canaán

Gén 10: 15-20

Los hijos

de Sem

Gén 10: 21, 22

Los hijos

de Arfaxad

Gén 10: 24

Los hijos

de Aram

Gen 10: 23

Los hijos

de Mizraim

Gén 10: 13, 14

Los hijos

de Heber

Gén 10: 25-31

Surgimiento

de las razas

Racismo

y ciencia

La

multiplicación

de las lenguas

El misterio

del lenguaje

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5. Diagrama de la Genealogía

Noé

Asur

Sem

Arfaxad Sala Heber

Peleg ReuElam

Lud

Aram

Hul

Uz

Mas

Geter

Joctán

Adoram

Jera

Dicla

Uzal

Abimael

Obal

Ofir

Seba

Jobab

Havila

Selef

Almodad

Rifat

Hazar-matef

Magog

Togarma

Jafet

Azkenaz

Gomer

Javán

Elisa

Madai

Quitim

Dodanim

Tarsis

Mesec

Tiras

Tubal

Cam

Havila

Sabta

Seba

Dedán

Canaán

Seba

Fut

Mizraim

Cus

Het

Sidón

Nimrod

Jebuseo

Sabteca

Raama

Anamim

Lehabim

Ludim

Casluhim

Patrusim

Naftuhim

Caftorim

Gergeseo

Amorreo

Araceo

Arvadeo

Sineo

Zemareo

Heveo

Hamateo

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6. Propósito del Tratado El propósito del tratado es el siguiente: a. Presentar la tabla de las naciones que se desprende de la genealogía de Noé. b. Establecer la relación de los pueblos en base a su origen común. c. Cuestionar los argumentos del racismo que hablan de razas superiores e inferiores. d. Plantear el posible origen de los principales pueblos del mundo. e. Analizar el tema del origen común y el misterio del lenguaje.

7. Desarrollo del tema 7.1. Fundamento

Entender el génesis de las naciones que hoy pueblan el planeta posee una gran importancia para el estudioso de la Biblia. La comprensión que todos los hombres, independientemente de nuestra raza, color de piel y características morfológicas externas procedemos de un linaje único elimina todos los fundamentos de los que han hecho del racismo y la xenofobia una forma de pensamiento y de vida. La ciencia hoy, además, sale al frente de estos conceptos cuando al analizar las diferencias existentes entre las diversas razas que pueblan nuestro planeta apenas encuentran un 0,2% en diferencias genéticas, tanto o menos como cabría esperar entre sujetos dentro de cualquiera de las así llamadas “razas”.

Pero algunas personas piensan que debe haber diferentes “razas” de gente porque parece

haber grandes diferencias entre diversos grupos, como el color de la piel y la forma de los ojos. La verdad es que estas supuestas “características raciales” son solamente variaciones de

menor importancia entre los grupos de personas. Los científicos han encontrado que si uno tomara cualquieras dos personas de cualquier parte del mundo, las diferencias genéticas básicas entre estas dos personas normalmente sería alrededor 0.2% – incluso si provendrían del mismo grupo de personas. Pero, estas características “raciales” supuestas que muchos piensan que son genéticamente parte de importantes diferencias (color de la piel, forma de los ojos, etc.) sólo representan el 6% de esta variación de 0,2%, que equivale a una mera diferencia de 0.012%. En otras palabras, las supuestas diferencias “raciales” son absolutamente triviales. En general, hay más variación dentro de cualquier grupo que existe que entre un grupo [racial] y otro. Si una persona blanca está buscando una combinación de tejido para un trasplante de órgano, por ejemplo, la mejor correspondencia puede venir de una persona de raza negra y viceversa. La página de ciencia noticias ABC (Estados Unidos) declaró: “lo que muestran los hechos es que hay diferencias entre nosotros, pero provienen de la cultura, no la raza”.

La única razón que muchas personas piensan que estas diferencias son grandes es porque

estos han sido resaltados en una cultura que les ha enseñado a ver las diferencias de esta manera. Ken Ham, The Races of Men, 3 (traducción del autor)

La declaración divina que Dios “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres” es no

solamente terminante sino alentadora para enfrentar los absurdos prejuicios que dominan nuestro mundo. No me refiero únicamente a conceptos tales como la discriminación por asuntos raciales (también existe por otras razones igualmente deleznables) sino a procesos aún más violentos e irracionales que siguen ocurriendo en nuestro planeta. Decía también que esta declaración es alentadora porque Dios dice además que “linaje suyo somos”.

Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz

de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.

Hechos 17: 26-28

Quisiera resaltar además que en esta declaración ya mencionada Dios asevera haberles “prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación” de estas naciones, con lo que Dios se presenta a sí mismo como quien decide el crecimiento y caída de los imperios y que nada que la historia ha registrado ni lo que registrará acontece sin que Dios lo haya ubicado dentro del gran cronograma de la historia. Pero centrémonos en la importancia de la genealogía en el entendimiento del mensaje bíblico. Utilizaré con frecuencia un erudito tratado de Arthur C. Custance (que entiendo no es adventista) pero es muy claro en definir la asociación histórica de los personajes mencionados en la tabla de las naciones y temas afines.

A ciertas personas las fascinan las genealogías. A cualquiera que haya estudiado la historia

de forma amplia y profunda, [las genealogías] sirven a un propósito similar al de los mapas para los

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que han viajado amplia y profundamente por un país. El historiador examina las genealogías como el viajero examina sus mapas. Las unas y los otros proporcionan conocimientos de relaciones y una especie de marco estructural donde identificar mucho de lo que ha capturado la imaginación. Como observó Kalisch, “La más antigua historiografía se compone casi totalmente de genealogías; y con la mayor frecuencia constituyen el medio para explicar la relación y el linaje de tribus y naciones”, con la inserción, donde sea apropiado, de breves notas históricas como las que tienen que ver con Nimrod y Peleg en Génesis 10. También los mapas tienen estas pequeñas “notas”.

Aunque las genealogías de la Biblia suelen ser tratadas con mucho menos respeto que las

secciones más estrictamente narrativas, son sin embargo dignas de un cuidadoso estudio, y se verá que proporcionan inesperadas “claves para la Sagrada Escritura”. Y Génesis 10, “la Tabla de las Naciones”, no es una excepción.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 6

Un aspecto interesante a tratar es analizar la razón por la que en la gran mayoría de los pueblos, en especial aquellos que alcanzaron una mayor gloria, se da el caso de extender su genealogía a periodos protohistóricos mientras que Israel como nación reconoce con tranquilidad que acaba de llegar… La genealogía vincula a la Santa Biblia con la historia y demuestra, como lo hemos hecho con las cronologías y otras genealogías que hemos publicado, que las Sagradas Escrituras resisten la prueba de la historia y que estos hombres escribieron con un conocimiento que no les hubiera pertenecido naturalmente.

Un aspecto adicional del tono de esta Tabla es la modestia de sus afirmaciones cronológicas.

En tanto que los babilonios y los egipcios, en los “paralelos” que nos han llegado, extienden sus genealogías hasta extremos absolutamente increíbles —ocupando en algunos casos cientos de miles de años—, en Génesis 10 no aparecen estas pretensiones ni por implicación. La impresión que se tiene al leer este capítulo es que la expansión de la población fue bien rápida. Desde luego, todo resulta muy razonable. Este rasgo de la Tabla lo expone sucintamente de manera muy capaz Taylor Lewis, que observa:

“¿Cómo llegó esta cronología hebrea a presentar un ejemplo tal de modestia en comparación

con las desorbitadas pretensiones de antigüedad hechas por todas las demás naciones? Sin duda alguna, los judíos tenían, como hombres, un orgullo nacional parecido, lo que les habría llevado a exagerar su edad sobre la tierra, y a darse miles y decenas de miles de años. ¿A qué se debe que esta nación cuyos registros se remontan a la mayor antigüedad es la que da la cuenta más baja de todas? La única respuesta es que mientras que otras naciones fueron abandonadas a sus

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imaginaciones sin freno, esta extraña nación de Israel quedó bajo una conducción providencial en esta cuestión. Un freno divino los retuvo de esta insensatez. Una santa reserva, procedente de una constante conciencia de la guía divina, les hizo sentir que “nosotros somos de ayer”, mientras que la inspiración que controlaba directamente a sus historiadores les enseñó que el hombre había estado solo un breve tiempo sobre la tierra.”

“Ellos tenían el mismo motivo que los demás para exagerar su cronología nacional; que no lo

hayan hecho es una de las más poderosas evidencias de la autoridad divina de sus Escrituras.” Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 2, 3

No podemos dejar de mencionar entonces que resulta poco

menos que inverosímil que un hombre como Moisés, aun reconociéndole la educación que recibió en las mejores universidades egipcias, pudiera tener una comprensión tan extraordinaria sobre el origen de las naciones (cuya tabla se genera luego de un diluvio ocurrido un milenio antes) a menos que tuviera el auxilio de la inspiración del Espíritu Santo. Esto tomando en cuenta que hoy, 35 siglos después sigue asombrando la precisión con la que el gran líder de Israel describió la relación entre los pueblos. Como reconocen los especialistas no existe equivalente en las culturas coetáneas de algo parecido a la precisión de la tabla de naciones mosaica.

En realidad, aquellos “paralelos” que existen en otras

literaturas de la antigüedad no solo carecen completamente de la sobriedad de Génesis 10, sino que deben su existencia más bien al deseo de registrar conquistas notables que al de exponer ninguna filosofía filantrópica. Como bien ha dicho Leupold,

“Ninguna nación de la antigüedad tiene nada que ofrecer que tenga un paralelismo real con

esta Tabla de las Naciones. Las listas babilonia y egipcia que parecen paralelas son meramente unos registros de naciones vencidas en guerra. Consiguientemente, el espíritu que impulsó la elaboración de estas listas es el completamente contrario al que aparece en la lista bíblica.”

Estos registros no pueden en realidad considerarse en absoluto como “paralelos”. Como lo

observó Marcus Dods: “Esta Tabla etnográfica no es solo la descripción más antigua y fiable de las diversas naciones y de los diferentes pueblos, sino que no tiene paralelo alguno en su intento de exponer las relaciones entre sí de todas las razas de la tierra”.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 6, 7 Moisés detalla la formación de estos pueblos y cómo “se esparcieron las naciones en la tierra

después del diluvio”. Vea el mapa que hemos presentado anteriormente donde se observa a los jafetitas ocupando el norte, los camitas al suroeste y los semitas (más cerca del lugar de origen) al sureste.

Estas son las familias de los hijos de Noé por sus descendencias, en sus naciones; y de éstos

se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio. Génesis 10: 32

La autenticidad de Génesis 10 ha sido cuestionada por algunos críticos de la Biblia que lo

califican como un documento posterior basado en una información defectuosa o bien como pura fantasía. Sin embargo, descubrimientos recientes atestiguan de su validez. Sin Génesis 10 nuestro conocimiento de los orígenes e interrelaciones de las diversas razas sería mucho menos completo de lo que es. Este capítulo confirma las palabras de Pablo en Atenas, que Dios “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres” (Hechos 17: 26).

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 281 Empezaremos analizando a los 3 hijos de Noé, incorporando algún concepto acerca del significado

de sus nombres y planteando lo que podría ser su contribución a las supuestas razas existentes hoy.

Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio.

Génesis 10: 1

Los tres hijos nacieron antes del diluvio. Sem significa “nombre” o “fama”; Cam, “calor” y Jafet “belleza” o “expansión”. El último significado para Jafet parece preferible en vista de la bendición pronunciada sobre él por su padre (cap. 9: 27). Estos nombres probablemente reflejan los sentimientos de Noé cuando nacieron ellos. El nacimiento de Sem le aseguró a Noé “fama”; hubo

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un lugar particularmente “caluroso” en su corazón para Cam; en Jafet vio el crecimiento de su familia. Los nombres también sugieren previsión profética. Sem fue famoso como progenitor de Abrahán y a través de él, del Mesías; la naturaleza de Cam era ardiente, desenfrenada y sensual; los descendientes de Jafet están esparcidos en varios continentes.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 281 Es posible que se requiera una nueva óptica para esto, pues puede decirse con seguridad que el

orden de los hijos fue este: Jafet, Sem y Cam. Ver la Cronología del Diluvio. Aun así la lógica de los nombres podría entenderse.

En la actualidad es costumbre dividir la población del mundo en tres líneas raciales: los

caucásicos (esencialmente, el hombre blanco), los negroides y los mongoloides. Es sumamente difícil definir de forma eficaz las características distintivas de cualquiera de estas tres, aunque pudiera parecer de otro modo. Los negroides se suponen negros, pero los aborígenes australianos no son negroides, aunque son igual de negros. El cabello negro lacio, los ojos castaños “inclinados”, el pliegue epicántico [formación más característica del párpado del ojo mongoloide] y otros rasgos comúnmente aceptados como característicamente mongoloides, se pueden observar con frecuencia en personas clasificadas como caucásicas. Repitámoslo: aunque todo el mundo cree que es fácil distinguir entre los tres grupos —y en la mayoría de los casos es así—, es prácticamente imposible escribir una descripción a toda prueba que delimite la pertenencia de qué tribu o nación dentro de qué grupo. Sin embargo, hay una forma en que se podría hacer —especialmente si limitamos nuestra perspectiva a un período muy anterior de la historia, en el que la mezcla racial no habría ido muy lejos—, y es la de seguir a los representantes verdaderos más antiguos de cada tribu hasta sus antecesores conocidos y establecer mediante alguna clase de árbol genealógico las relaciones de estos antecesores. Contemplado bajo esta luz, el método de Génesis 10 es probablemente la única forma válida de proceder.

En esta Tabla nos encontramos una vez más con tres grupos humanos, los descendientes

de Sem, Cam y Jafet. Pero estos tres grupos no se corresponden con la actual clasificación de las razas, porque en esta Tabla se hace evidente que los negroides y los mongoloides quedan clasificados como una familia, y que la trilogía queda reconstituida al establecer a los pueblos semitas como una clase en sí misma. De modo que tenemos a los jafetitas, que para nuestros propósitos pueden ser identificados fácilmente con los caucásicos, indoeuropeos u hombre blanco; los camitas, que incluyen las ramas negroide y mongoloide, esto es, las llamadas razas de color; y los semitas, que comprenden tanto el pueblo hebreo (antiguo y moderno) como los árabes y unas pocas naciones que fueron poderosas en el pasado, como los asirios y babilonios. Este es un bosquejo muy apresurado, pero servirá por el momento hasta que pasemos a examinar los detalles de la Tabla de forma más específica.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 8 La propuesta del autor mencionado es muy interesante, pues no vincula a las 3 razas (reconocidas

digamos que científicamente) con los 3 hijos de Noé, sino que la herencia no está en esos factores externos o de apariencia sino en el modo de pensamiento o enfoque de vida de estos 3 grupos humanos. Por cierto, esto no pretende cerrar el debate sino que aporta, a mi entender, una nueva perspectiva (especialmente nueva para mí), más acorde con la realidad que hoy observamos.

Ahora bien, es mi firme creencia que Dios ha dotado a estos tres grupos —a los que desde

ahora designaremos normalmente como jafetitas, camitas y semitas— de ciertas capacidades y aptitudes que, cuando han sido ejercitadas de forma apropiada, han aportado una singular contribución en el desarrollo histórico total de la humanidad, y que cuando han podido tener una expresión plena de cooperación a lo largo de una sola época, han llevado invariablemente a la emergencia de una elevada civilización.

Expresada de forma sucinta, mi tesis es como sigue: que la humanidad, considerada tanto a nivel de individuos como a nivel de especie Homo sapiens, tiene una constitución que busca satisfacción en tres direcciones: en lo físico, en lo intelectual y en lo espiritual. Hay personas que viven casi solo para lo físico; a menudo nos referimos a ellos como “los que viven para comer”. Hay personas que viven casi enteramente en el ámbito intelectual, y que se perderán una comida para comprar un libro. Hay personas para las que las cosas del espíritu son completamente prioritarias. Estas personas a menudo se separan en un “retiro” permanente, y durante una gran parte de la

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historia del cristianismo han constituido una clase. La mayoría de nosotros vivimos probablemente en estos tres ámbitos con un énfasis aproximadamente igual, dependiendo de las circunstancias del momento.

Una exploración de la historia con este pensamiento en mente, aplicado a naciones o a razas

y no a individuos, revela que los jafetitas han originado los grandes sistemas filosóficos; los pueblos semitas los grandes sistemas religiosos, verdaderos o falsos; y, por sorprendente que pueda parecer para los que no están familiarizados con la evidencia, los camitas han proporcionado al mundo la base de casi cada avance tecnológico. Este no es el momento ni el lugar para intentar demostrar esta tesis, porque ya se ha emprendido en los dos artículos que se mencionan más arriba. La magnitud de la evidencia de ello es desde luego notable, aunque lo es tanto más porque solo en años recientes se ha llegado a reconocer hasta cierto punto la deuda que tiene contraída el hombre blanco con el hombre de color. Se están haciendo constantemente nuevos descubrimientos como resultado de la continua investigación sobre el origen de las invenciones, y dichos descubrimientos respaldan la observación que aquí se hace y ello de formas totalmente inesperadas.

Cuando la inclinación a la filosofía, que se originó con los griegos y arios y que fue

sucesivamente elaborada por el hombre occidental, se unió finalmente al genio técnico de los pueblos camitas en África, Asia y el Nuevo Mundo, surgió el moderno fenómeno de la Ciencia, unión que fructificó prodigiosamente. Pero la tendencia, cuando la unión de estos dos factores es más fructífera, es que aparezca una especie de civilización deshumanizada. El verdadero y necesario componente espiritual fue proporcionado inicialmente por los semitas, y posteriormente por su descendiente espiritual directo, la iglesia cristiana. Sin este componente espiritual la civilización corre peligro de aniquilar al hombre como individuo con valor propio. Sin la contribución camita, la contribución jafética no llevaba a ninguna parte —como en Grecia. Sin la contribución de Jafet, la contribución de Cam se estancaba en el mismo momento en que los problemas prácticos inmediatos de supervivencia quedaban resueltos de manera suficiente. Esta clase de estancamiento puede ilustrarse con la historia de algunas de las grandes naciones de la antigüedad, como los egipcios. Estas interacciones se examinan en otros artículos, pero el punto importante que se debe resaltar en este contexto es que las diversas contribuciones de las varias naciones y tribus no aparecen como contribuciones realizadas por ninguna “familia” a no ser que uno tenga la clave de estas relaciones de familia, clave que nos proporciona Génesis 10. Dada esta clave, y admitiendo que se trata de un registro histórico fidedigno, estos tres componentes para una elevada civilización —el tecnológico, el intelectual y el espiritual— se ven repentinamente bajo una nueva luz cuando se llega a conocer qué grupo humano particular aportó la contribución más fundamental en cada área.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 8, 9 Interesante ¿verdad?... Bueno entremos en el tema central. Empezaremos por los hijos de Jafet,

luego Cam y finalmente Sem, en el orden presentado en Génesis 10. 7.1.1. Jafet y su descendencia

Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras. Génesis 10: 2

Mencionaremos antes algo de los que se dice de Jafet.

Para empezar, es cosa bien sabida que el nombre de Jafet ha quedado preservado en ambas

ramas de la familia aria, que se escindió en época muy temprana en dos divisiones principales y que se asentó en Europa y en la India. Los griegos, por ejemplo, se remontan a sí mismos a Japeto, nombre que es indudablemente el mismo, y que, cosa significativa, en griego no significa nada. En cambio, sí que tiene significado en hebreo. En la obra Las nubes, de Aristófanes, se hace referencia a Iapetos como uno de los titanes y padre de Atlas. Los griegos lo consideraban no meramente como el propio antecesor de ellos sino como el padre de la raza humana. Según la tradición de ellos, Urano y Gea (esto es, el cielo y la tierra) tuvieron seis hijos y seis hijas, pero de esta familia solo uno de ellos, llamado Japeto, tuvo descendencia humana. Se casó con Clímene, hija de Océano, que le dio

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un hijo llamado Prometeo y otros tres hijos. Prometeo engendró a Deucalión, y Deucalión engendró a Heleno, considerado el padre de los helenos o griegos. Si pasamos algo más adelante, veremos que Heleno mismo tuvo un nieto llamado Ión, y en la poesía de Homero los griegos se designan de forma común como jonios.

Al mismo tiempo, la rama india de esta familia aria también se remontaba al mismo nombre.

En el relato indio del diluvio se conoce a Noé como Satyaurata, [que tuvo 3 hijos] el mayor de los cuales se llamaba Jyapeti. Los otros dos se llamaban Sharma y C’harma (¿Sem y Cam?). [Note que se mantiene el orden bíblico del nacimiento de los hijos.] Al primero le asignó todas las regiones al norte del Himalaya, y a Sharma le dio el país del sur. Pero a C’harma lo maldijo, porque cuando en una ocasión en que el viejo monarca quedó accidentalmente embriagado con un licor fuerte hecho de arroz fermentado, C’harma se había reído de él. [¡Vaya similitud!]

Habiendo llegado a este punto, podemos hacer otras dos breves observaciones. La primera

es que los griegos recordaban a tres hermanos, porque Homero pone estas palabras en boca de Poseidón:

“Tres somos los hermanos nacidos de Rea y de Cronos: Zeus, yo y el tercero Hades, que

reina en los infiernos. El universo se dividió en tres partes para que cada cual imperase en la suya.” El segundo es que, en el primitivo idioma ario, el título Djapatischta significa “cabeza de la

raza”, título este que se parece sospechosamente a una corrupción de la forma original del nombre “Jafet”. Aparte de estas pocas noticias, es poco lo que sabemos de Jafet, excepto que en hebreo su nombre significa probablemente “rubio”.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 12, 13

La asociación de Gómer con los cimerios es algo en lo que los eruditos coinciden. Gomer fue el antepasado de un pueblo conocido en las inscripciones asirias como Gamir o

Gimirri. Se trata de los cimerios de la antigua literatura griega y pertenecen a la familia de naciones indoeuropeas. Según el autor griego Homero, los cimerios vivieron en el norte de Europa. Aparecieron en las provincias septentrionales del imperio asirio en tiempo de Sargón II, durante el siglo VIII AC. Invadieron la antigua Armenia, pero fueron rechazados hacia el oeste por los asirios. Una antigua carta asiria comenta que ninguno de sus intérpretes conocía el idioma del pueblo de Gomer. A su vez, los cimerios vencieron a los reinos frigio y lidio del Asia Menor, pero fueron gradualmente absorbidos por los pueblos de Anatolia. Algunos poetas de la época hablan del terror inspirado por los cimerios en el corazón de los hombres. Una gran parte de Anatolia una vez llevó el nombre de Gomer en testimonio de su poder. Los antiguos hablaban del “Bósforo cimerio”, y los armenios todavía llaman Gamir a una parte de su territorio. Se piensa que Crimea lleva el nombre de ellos hasta el día de hoy.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 281, 284

Considerado desde una perspectiva etnológica, parece que Gomer fue con mucho el más importante de los hijos. A juzgar por historiadores antiguos como Herodoto, Estrabón y Plutarco, la familia de Gomer se estableció al principio al norte del Mar Negro, dando su nombre en una forma ligeramente modificada al distrito conocido como Cimeria, luego abreviado a Crimea (los árabes, por una transposición de letras, le han dado el nombre de Krim). Este grupo humano parece haberse multiplicado rápidamente hacia el oeste, pero una porción considerable de esta antigua familia fue expulsada por los escitas y se refugió en Asia Menor durante el siglo VI AC. Su historia subsiguiente es conocida hasta cierto detalle gracias a los registros asirios, donde aparecen como los Kimirraa, nombre con el que ya eran conocidos en tiempos de Homero.

Junto con los Minni, los medos, el pueblo de Sefarad y otras poblaciones cuyos territorios

habían ya sido conquistados, atacaron la frontera septentrional del Imperio Asirio. Pero en 677 AC, su caudillo, Teupsa, fue derrotado por Esarhadón, y algunos fueron arrojados hacia el este, donde invadieron el viejo Reino de los Elippi y, según algunos, edificaron Ecbatana. Otros volvieron a dirigirse hacia el oeste, entrando de nuevo en Asia Menor, donde saquearon Sinope y Antandros (que poseyeron durante unos cien años), y finalmente invadieron Lidia. El rey de Lidia, el famoso Giges (687–653 AC), envió a pedir ayuda a Nínive, pero murió en batalla antes que llegase ninguna ayuda, y su capital, Sardis, fue tomada por el ejército invasor. El sucesor de Giges, Ardis, pudo

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exterminar o echar a la mayoría de ellos del país. Parece quedar una reminiscencia de su breve dominio sobre la región por el hecho de que los armenios designaban a Capadocia como Gamir, aunque no es seguro de si con este nombre designaban a la tierra o meramente a los habitantes. Eusebio, refiriéndose a Gomer, dice, “de donde proceden los capadocios”.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 13

Este mismo autor al hablar de cómo los nombres degeneran y cambian ligeramente al pasar de una lengua a otros señala una amplia posibilidad para los descendientes de Gomer.

Esta última forma se observa como la más familiar Gaul (Galia), donde, como se recordará, se establecieron algunos de los descendientes de Gomer. Y la relación entre los galos, los gálatas y los celtas está bien establecida históricamente. Desde luego, según Haydn, los galos eran designados Galati o Celtae por los romanos. Además, los historiadores romanos aseveran que este pueblo procedía originalmente de Asia Menor y que se esparció por toda Europa —en España (Galicia), en Francia (Galia) y en Gran Bretaña (los celtas).

Tenemos a continuación que muchos gomeritas eran los agitados “bárbaros” contra los que

tuvieron que defenderse los asirios, y que luego se ofrecieron como mercenarios que, tras recibir su paga, se instalaron como granjeros en la zona de Asia Menor conocida como Galacia.

En su consideración de Epístola de Pablo a los Gálatas, el deán Farrar observa lo siguiente: “Se tiene que considerar como cosa cierta

que los gálatas eran celtas, y no solo celtas, sino celtas címricos… Cada rasgo de su carácter, cada fenómeno establecido de su lenguaje, cada hecho contrastado de su historia, demuestra más allá de toda duda que los gálatas o galos eran celtas; y con toda probabilidad las designaciones de gálatas y celtas sean etimológicamente idénticas.”

Kalisch los identifica con los Chomari, una

nación en Bactriana cerca del río Oxus, mencionada por Tolomeo.

Que este grupo humano sea conocido no

meramente como celtas, sino como celtas címricos, es una hermosa ilustración de cómo puede llegar a persistir un nombre antiguo, porque el término “címrico” (sin su terminación patronímica, C-M-R) no es otra cosa que la forma más antigua “Gomer” muy ligeramente modificada. Esta forma modificada sigue con nosotros en el distrito de Inglaterra conocido como Cumberland. Una vez más tenemos una ligera variación del nombre original por la introducción de la consonante B, de modo que la tierra de Gomer, “Gomer-land”, deviene Cumberland. Para quien no esté familiarizado con cambios etimológicos, la introducción de la B puede parecer extraña, pero no es en absoluto desusada, y se puede encontrar, por ejemplo, en el paso de la forma latina numerus a “nombre” en catalán (número), o “number” en inglés…

Pero el registro no está todavía completo, porque Irlanda fue conocida en la antigüedad como

Hibernia, y el Mar de Irlanda como el Hibernicus. Hibernia ha cambiado la gutural inicial con una H, y la M se ha transformado en V, lo mismo que el término Hibernicus. Estos son cambios comúnmente observados dentro de la familia de lenguas indoeuropeas. Por ejemplo, la simple forma “Paul” aparece en castellano como Pablo. También en la versión griega Septuaginta de Génesis 10: 28 el Ebal hebreo aparece como Eual. Y Nicolaus aparece en el libro hebreo de oraciones (Aboda Zara) como Nicholabus.

Así, los hijos de Gomer y sus descendientes entraron profundamente en Europa, donde, a

pesar de su separación tanto en el tiempo como en el espacio, el nombre de su antiguo antecesor quedó preservado entre ellos. Desde luego, es incluso posible de que el mismo nombre de Germania (Alemania) nos preserve el nombre de Gomer en una forma ligeramente cambiada, aunque la aseveración hecha por ciertos historiadores alemanes de que los teutones representen la línea gomérica pura (aseveración que según ellos explica la naturaleza guerrera del pueblo alemán) es muy improbable, y es contradicha por prácticamente todos los etnólogos modernos.

Solo para completar el registro, se puede observar adicionalmente que los galeses se

designan a sí mismos como Cymri, y que en Dinamarca encontramos un puerto que originalmente se llamaba Cimbrishavn, y que para nosotros sería el Puerto de Cimbri. Jutlandia era también conocida como Chersonesus Cimbrica. Parece que apenas si se encuentra alguna parte de Europa que no fuese, en uno u otro tiempo, ocupada por los descendientes de Gomer, y algunas regiones

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—de manera destacada Francia y las Islas Británicas— fueron en el pasado habitadas por un pueblo homogéneo que hablaba una lengua parecida al moderno cúmbrico.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 13, 14

El primer nieto de Noé que se menciona es Gomer. Ezequiel ubica los primeros descendientes de Gomer, junto con Togarma (un hijo de Gomer) en los confines del norte (Ezequiel 38: 6). En la Turquía moderna hay un área que en tiempos del Nuevo Testamento era llamada Galacia. El historiador judío Flavio Josefo anotó que la gente que en sus días eran llamados Gálatas o Galos (aproximadamente 93 DC) fueron antes llamados Gomeritas.

Ellos emigraron al occidente, hacia lo que ahora son Francia y España. Por muchos siglos

Francia fue llamada Galia, a causa de los descendientes de Gomer. El noroeste de España se llama Galicia hasta hoy.

Algunos Gomeritas emigraron más lejos, hacia lo que ahora se llama Gales. El historiador

galés, Davis, anota una creencia tradicional de Gales según la cual los descendientes de Gomer “arribaron a la Isla de Bretaña desde Francia, aproximadamente trescientos años después del diluvio”. Asimismo anota que la lengua galesa también se llama Gomeraeg (tras su ancestro Gomer).

Harold Hunt, Los dieciséis nietos de Noé, 1

Veamos algo acerca de los hijos de Gomer.

Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma. Génesis 10: 3

Este es el primer hijo de Gomer, hijo de Jafet. Fue progenitor de los ascanios, pueblo

indoeuropeo que vivía al sudeste del lago Urmia en tiempo de Esar-haddón, siglo VII AC. El lago askeniano de Frigia deriva su nombre de ellos. Esar-haddón dio su hija como esposa a Bartatua, rey ascanio, después de asegurarse mediante su dios sol que Bartatua permanecería leal a Asiria. De ese modo encontramos a los ascanios uniendo sus fuerzas con los asirios contra los cimerios y los medos. Madyes, hijo de Bartatua, intentó sin éxito ayudar a los asirios cuando Nínive fue sitiada por los medos y babilonios. Cuando cayó Asiria, los ascanios se convirtieron en súbditos de los medos. Son convocados por Jeremías, junto con los reinos indoeuropeos de Ararat, Mini y de Media, para destruir a Babilonia (Jeremías 51: 27).

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 284, 285

Son numerosas y diversas las identificaciones del grupo humano que descendió de Askenaz, hijo de Gomer. Por ejemplo, Sayce se sentía inclinado a creer que debido a que este nombre se encuentra en conjunción con Ararat y Mini (Jeremías 51: 27), se deberían identificar con los Asguza de los monumentos asirios. Maspero mantenía que se tenían que identificar con los antiguos escitas. Casi sin excepción, los comentaristas concuerdan en que se tienen que situar al norte del Creciente Fértil que rodea a Palestina y Mesopotamia. Observan ellos que siguen existiendo reminiscencias del nombre Askenaz en el Lago Ascanio y en un grupo humano de la vecindad que se conocía como los Ascani. Este grupo humano estaba establecido en la provincia de Frigia y parece que los menciona Homero en la Ilíada (Libro II, 2, 863 y 13, 793). Peake menciona dos lagos y un río en el distrito que llevan el antiguo nombre en formas modificadas, y observa que Asken sigue apareciendo en la actualidad como nombre propio armenio. Uno de estos dos lagos en la región oriental de Bitinia cerca de Nicea aparece mencionado por Estrabón… y se le conoce actualmente como el Lago Iznik —una forma degenerada de Askenaz, en la que ha tenido lugar una inversión. En Bitinia, en las costas del Mar de Mármara, hubo un Lago Ascanio; en el sudoeste de Frigia existe otro lago con un nombre similar; y a mitad de camino entre ellos se encontraba Troas, en cuya familia real encontramos, en tiempos de la Guerra de Troya, a un príncipe llamado Ascanio. Es posible que en ellos también encontremos reflejados el nombre de Askenaz.

Al irse desplazando hacia el norte, los descendientes de Askenaz se encontraron con los

descendientes de Tiras (los tracios, según los identifica Josefo) que ya ocupaban las llanuras de Tracia, con una especie de retaguardia en Bitinia, si debemos juzgar por las alusiones en Herodoto y Estrabón. Esta circunstancia contribuyó probablemente a que emprendieran un camino más septentrional hacia la región centro-occidental de Rusia, en lugar de seguir a Gomer hacia el oeste y adentro de Europa, llegando a su tiempo a lo que ahora es Alemania. Los comentaristas judíos suelen asociar a Askenaz con los alemanes, probablemente de forma justificada. Al multiplicarse allí, pasaron al norte a Ascania, que, junto con las islas de Dinamarca, pasó a ser conocida por los escritores latinos posteriores como las “Islas de Scandia” —Escandinavia. La introducción de una D epentética entró en la forma de Ascania de una forma muy parecida a la que el término latino tenere se transforma al francés como tendre.

Es curioso cómo alguna forma del nombre Askenaz se ha preservado en esta área a lo largo

de la historia. Los habitantes del antiguo estado de Dessau han reivindicado a lo largo de la historia

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su descendencia de Askenaz, y uno de sus gobernantes en el siglo XII, que durante un tiempo poseyó los estados sajones de Enrique el León (fundador de la Casa de Brunswick), añadió a su nombre de pila Bernardo el de Ascanio, declarando que sus antecesores habían venido del Lago Ascanio en Bitinia.

Mientras, lejos de allí, en las fronteras septentrionales de Media, una retaguardia de la misma

familia se mantuvo atrás. Estos pueblos eran aliados de sus vecinos, los medos, y causaron muchos problemas a Esarhadón de Asiria. En la época clásica habitaron cerca de Rhages, que según Josefo era una ciudad de una cierta magnitud, cerca del centro de la costa meridional del Mar Caspio. En aquel punto arranca una cadena de montes que se dirige hacia el este a lo largo de la costa y más allá de la misma, y que forma un límite natural del territorio de los bactrianos y de los sakis. Esta cordillera la menciona Amiano Marcelino (bibliotecario e historiador del emperador Juliano, que escribió alrededor del 350 DC) con el nombre de los Montes Ascanimianos. Estas tribus bárbaras, a las que Estrabón designa como los Sakis, consiguieron ocupar Bactriana a un lado del Caspio, y ocuparon los mejores distritos de Armenia al otro. Estos territorios ocupados “recibieron de ellos el nombre de Sakasene”, según nos cuenta Estrabón.

Así, conocemos acerca de una cadena de montes llamada en tiempos clásicos los

Ascanimianos, alrededor de los cuales vivían descendientes de Askenaz. Al comienzo de la era cristiana, un poco al norte de ellos, y separados del vecino reino de Armenia y justo al sur de los Montes Caucásicos, había un país llamado Sakasene. Es casi seguro que este pueblo, los sakasenoi, eran también descendientes de Askenaz. Y parece que algún tiempo después del inicio de la era cristiana, una oleada de esta familia de Askenaz, que se llamaban sakasenoi, o de forma más breve, sachsen, emprendieron camino al norte a través de las Puertas del Caspio a la Escitia europea, y de allí pasaron adelante con la oleada de sus parientes germánicos, los godos, al norte de Europa, donde el país que ellos ocuparon recibió el simple título de “Sachsen”.

Cuando Tácito, escribiendo alrededor del 100 DC, da una lista de los pueblos germánicos en

su propio tiempo (aunque incluía en su relato a Dinamarca y a Suecia, donde, dice él, habitaban los cymbri, y también incluyó a los angli), no hizo mención en absoluto de los sachsen o, como nosotros los conocemos más familiarmente, sajones. Este grupo humano aparece en la historia por vez primera tras la designación de Caransio, alrededor del 280 DC, para vigilar las costas orientales de Gran Bretaña contra los piratas, cuando recibió el título de “Conde de la Costa Sajona”.

Así, podemos aceptar que Askenaz, nieto de Jafet, dio origen a un gran componente de los

primeros pobladores de Alemania y Escandinavia, y que en su camino dejó muchos memoriales del nombre ancestral, además de proporcionarnos una tribu que jugó un destacado papel en la historia de Inglaterra.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 14, 15

No sé si ocurre lo mismo con usted, pero a mí me entusiasma y me emociona recorrer la historia desde hace 3500 años y ver cómo la información que hoy poseemos corrobora una lista de naciones escrita seguramente sobre papiro por un hombre caminando por el desierto. Me parece realmente fantástico.

Debido a su relación con Gomer, Askenaz y Togarma, probablemente Rifat fue el progenitor de otra tribu indoeuropea de Capadocia. Sin embargo, su nombre no ha sido encontrado todavía en las inscripciones antiguas. Josefo identifica a sus descendientes con los paflagonios, que vivían en la zona inferior del Halys, en el Asia Menor, y cuya capital era Sinope.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 285

No se conoce mucho sobre Rifat (tal vez alguna vez se llenarán estos escasos vacíos), por lo que nos concentraremos en Togarma.

Antepasado del pueblo de Togarma mencionado en los registros hititas del siglo XIV AC. Son los tilgarimu de las inscripciones asirias, que los ubican en los montes Tauro del norte. Senaquerib, hijo de Sargón, los menciona con los chilakki que vivían a orillas del Halys en el Asia Menor. Ambos reyes asirios pretenden haber conquistado su país. Ezequiel declara (Ezequiel 27: 14) que de la tierra de ellos se llevaban mulos y caballos a los mercados de Fenicia. Togarma aparece en Ezequiel 38: 6 entre los aliados de Magog. Los armenios remontan su genealogía hasta Haik, el hijo de Torgom, y parecen, pues, ser descendientes de Togarma.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 285

El pueblo designado como Togarma, otro hijo de Gomer, se menciona dos veces en Ezequiel. Leemos acerca de este pueblo en las ferias de Tiro, donde comerciaba con caballos y mulos (Ezequiel 27: 14), y más adelante en la campaña con Gomer en la tierra de Israel (Ezequiel 38: 6). Ninguno de ambos pasajes ayuda demasiado en la identificación de su tierra, pero ambos concuerdan con la hipótesis de que el pueblo mencionado son los antiguos habitantes de Armenia.

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Y esto tiene algún apoyo procedente de la tradición nacional y de la teoría basada en la etimología. Las tradiciones armenias consideran como su propio antecesor a un hombre llamado Hiak, que, dicen ellos, era “hijo de Targom, un nieto de Noé”.

A causa de una inversión de las letras, los armenios llegaron a ser conocidos como la Casa

de Targom, y los escritores judíos se refieren frecuentemente a los turcos como Togarma. Se debería observar también que el Mar Negro, al noroeste de Armenia, era a veces designado como Togarma. Estrabón parece haber dado por supuesto que aquí se trataba de los armenios, y Herodoto los menciona en relación con la crianza de caballos. Josefo dice que Togarma es el padre del pueblo conocido como los Trugrameanos, a los que los griegos identificaban con los frigios. El profesor F. W. Shultz observa que según los targumes judíos Togarma fue el padre de Alemania (Germania). Y hay algunos que creen que la misma palabra Germania procede del antiguo nombre Togarma, con la pérdida de la primera sílaba en el proceso. Si es así, entonces no puede haber relación entre “Gomer” y “Germania”, como se ha propuesto con anterioridad.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 15, 16

La declaración final resulta muy interesante, aunque confusa, especialmente tomando en cuenta que Gomer y Togarma, padre e hijo respectivamente, podrían ser ambos el origen del pueblo germánico. Pero sigamos con los hijos de Jafet y pasemos a Magog.

Es difícil la identificación de este nombre. En Ezequiel 38, 39, Gog, príncipe de Magog, aparece como un cruel enemigo del pueblo de Dios. En una carta de un rey babilonio del siglo XV, dirigida a un faraón egipcio, se menciona la tribu bárbara Gagaia, que pudo haberse originado en Magog. Se supone que esta tribu vivió en alguna región al norte del mar Negro, probablemente en las proximidades de Gomer, hermano de Magog.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 284

Es muy poco lo que se sabe de la identidad del pueblo descendido de Magog. No está ni siquiera claro si el nombre es la forma original o si está compuesto de dos elementos, ma y Gog. El prefijo ma se añadía con frecuencia a un nombre personal, y significaba “el lugar de”. Magog significaría entonces “el lugar de Gog”, esto es, el territorio de Gog.

Según Chamberlain, el prefijo ma significa “tierra” en húngaro y estonio, y, con la forma maa,

tiene el mismo significado en finés. En cuneiforme, el signo para ma se podría comprender como un vallado o un área sembrada, empleándose dos diferentes diagramas en diferentes tiempos. Aparece una cantidad de nombres antiguos con o sin el prefijo ma. Según Lloyd, las dos formas Chin y Machin se emplean para China. Conder interpretó la forma Magan (que designa a la región del Sinaí) como un término compuesto que significa “el lugar de fuerza”, “tierra vallada”, o un término similarmente descriptivo.

La palabra ordinaria en asirio y babilónico para “tierra” o “país” es matu, que a menudo se

abrevia a mat. Y “el país de Gutu”, según Sayce, aparece en inscripciones asirias como Mat Gugi. Por ello, él consideraba que Gog es el Gutu de las inscripciones asirias, y el Gyges de los griegos (que me parece dudoso, siendo de fecha demasiada tardía), y que el término compuesto “Magog” significa la “tierra de Gog”, esto es, Mat Gugi.

Hay alguna indicación de que Marco Polo comprendió la palabra “Mungul” como una

corrupción de la palabra “Magog”, porque se encontró con una asociación de nombres “Ung” y “Mungul”, que consideró que se correspondían con Gog y Magog. Parece estarse refiriendo a un tiempo anterior a la migración de los tártaros. Es concebible que la palabra “Mongol” fuese inicialmente asignada a un pueblo descendido de Gog y de procedencia indoeuropea. Cosa curiosa, se ha informado de pequeños grupos humanos todavía reteniendo una lengua de forma indoeuropea en áreas ahora completamente dominada por los mongoles.

Bochart derivó la palabra “Cáucaso” de un compuesto de “Gog” y “Chasan”, que significa “el

lugar fuerte de Gog”. Según Josefo, los descendientes de Gog fueron posteriormente conocidos como los escitas, de los que dice que eran también conocidos como los magoguitas. Estas gentes vinieron a formar posteriormente la mayor parte de la etnia rusa. Se hace mención de Gog en Ezequiel 38: 2 como “príncipe soberano de Mesec y Tubal”. Se puede observar que rosh, que en este pasaje se traduce “príncipe soberano”, significaba los habitantes de Escitia. Los rusos derivan su nombre de este término. Rusia era conocida como Muscovi (Moscovia) hasta la época de Iván el Terrible, nombre indudablemente vinculado con Mesec. El Imperio Ruso fue creado por los príncipes moscovitas, que fueron primero los Grandes Duques de Moscú, pero fue Iván (1533–1584) quien realmente consolidó y extendió su gran Imperio hasta que alcanzó el Mar Blanco al norte y el Mar Caspio al sur, y que desde entonces fue llamado Rusia.

Como se ha dicho al principio, hay bien poca certidumbre acerca de todas estas cuestiones,

pero los indicios que tenemos señalan en la misma dirección general, es decir, que el área

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comúnmente conocida en la actualidad como Rusia tiene una población que probablemente puede remontarse mayormente a Gog.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 16

Prosigamos con los hijos de Jafet. Toca el turno a Madai, de gran significación bíblica, tanto histórica y proféticamente hablando.

Los medos, o madai, aparecen por primera vez en inscripciones asirias del siglo IX AC como un pueblo que vivía en la elevada altiplanicie irania al este de Asiria. Después de desempeñar un papel de menor importancia en la historia del mundo antiguo, aparecen súbitamente en el siglo VII AC como una nación poderosa bajo el rey Ciaxares, cuando, en unión de los babilonios, vencieron al imperio asirio. Al dividirse los dos aliados el imperio fragmentado, los medos recibieron las provincias del norte hasta el río Halys del Asia Menor. Gobernaban su vasto dominio desde Ecbatana, la Acmeta bíblica (Esdras 6: 2). Astiages, hijo de Ciaxares, fue derrotado y depuesto por Ciro, gobernante persa que unificó los reinos de Media y de Persia y después venció a Babilonia. Por primera vez en la historia, la supremacía mundial cayó así en las manos de una raza indoeuropea.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 284

Está razonablemente claro que los Madai aparecen posteriormente como los medos, y que Javán dio origen a los jonios. En su libro “Races of the Old Testament”, Sayce dice que los medos afirmaban su relación con los arios del norte de la India, y en los monumentos persas (por ejemplo, las inscripciones de Behistún) son designados como los “Mada” — de donde procede la forma griega, “medos”. No hay duda alguna de que Persia fue al principio su área general de asentamiento. En las inscripciones asirias se les menciona como los Ma-da-ai.

Ahora bien, ya se ha hecho la

observación de que antes que surgiera una separación completa de las diversas nacionalidades, —medos, persas, griegos, celtas, etc. — los jafetitas quedaron divididos primero en dos grandes grupos. Uno de ellos constituyó los antepasados de los indios y persas, mientras que el segundo fue el agregado de las tribus que después compusieron las naciones de Europa. De ahí que la palabra “indoeuropeo” es un buen resumen de nuestros orígenes etnológicos.

Que la separación de estos dos grupos precedió probablemente a esta división más pequeña

en nacionalidades se sugiere en el temprano surgimiento de nombres que distinguía a estas dos grandes divisiones. Los antecesores de los indo-persas asumieron para sí mismos de forma peculiar el término “Aryas”, y dieron al otro grupo el nombre de “Yavanas”, palabra que puede tener relación con nuestro término “Young” (Joven), aunque, a mi parecer, es claramente una reminiscencia del nombre Javán. De modo que Javán y Madai, por así decirlo, pueden denotar colectivamente a las dos ramas de la familia indoeuropea.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 16, 17

El siguiente nieto es Madai. Junto con el hijo de Sem, Elam, Madia es el ancestro de los modernos iraníes. Josefo dice que los descendientes de Madai eran llamados Medos por los griegos. Cada vez que los Medos son mencionados en el Antiguo Testamento, la palabra hebrea usada es Madai (maday). Después de la época de Ciro, los Medos siempre (con una excepción) son mencionados junto con los Persas. Ellos se convirtieron en un reino con una sola ley - “la ley de Media y de Persia” (Daniel 6: 8, 12, 15). Más tarde se les llamó simplemente Persas. Desde 1935 ellos han llamado a su país Irán. Los Medos también se “asentaron en la India”.

Harold Hunt, Los dieciséis nietos de Noé, 1, 2

Siguiendo con los descendientes de Jafet, pasaremos a hablar de su hijo Javán y luego trataremos acerca de sus importantes descendientes. Es interesante el hecho que se diga de ellos que “poblaron las costas”.

Los hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim. De éstos se poblaron las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones.

Génesis 10: 4, 5

Los griegos, especialmente los jonios, descendían de Javán. Los antiguos jonios son mencionados primero en los registros hititas como habitantes de las regiones costeras occidentales

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del Asia Menor. Esto fue en la mitad del segundo milenio AC, más o menos cuando Moisés escribió el Génesis. En las inscripciones asirias son llamados Jamnai.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 284

El nombre del siguiente nieto, Javán, es la palabra hebrea para Grecia. Grecia aparece cinco veces en el Antiguo Testamento y es siempre la palabra hebrea Javán. Daniel se refiere al “rey de Grecia” (Daniel 8: 21), literalmente “el rey de Javán”.

Harold Hunt, Los dieciséis nietos de Noé, 2

Los orientales parecen haber usado el término Yavan para la raza griega como un todo. Los asirios llamaban a los griegos de Chipre los “Yavnan”. Los persas se refieren a los griegos de Asia Menor y de las islas del Egeo como los “Yuna”. Los términos “griego” y “heleno”, “aqueo” y “dorio”, parecen haber sido desconocidos en Asia, según Rawlinson.

En los días en que los

monarcas egipcios de la IV Dinastía estaban levantando sus pirámides, el Mediterráneo era ya conocido como el “Gran Círculo de los Uinivu”, que algunos identifican con Javán.

Larned sugiere que la península italiana fue ocupada por pueblos de una familia que había

viajado a Grecia, y que luego cruzó los Apeninos y se extendió hacia el sur a lo largo de la costa occidental. Es evidente que en el nombre “Javán” tenemos una referencia muy antigua a la raza básica que ocupó al principio Grecia y quizá parte de Italia, porque los griegos, en tiempos posteriores, emplearon otros patronímicos para referirse a sí mismos.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 17

Nos enfocaremos ahora en Elisa, hijo de Javán. No existe demasiado acuerdo entre los expertos, excepto que Elisa se refiere a alguno de los pueblos que formaron lo que conocemos históricamente como Grecia, lo que se corresponde con lo que se afirma de Javán.

Puesto que Tiro importaba su púrpura de las “islas de Elisa” (Ezequiel 27: 7 BJ), probablemente las islas de Sicilia y Cerdeña, parecería verosímil que los descendientes de Elisa, hijo de Javán, deberían ser buscados en esa región. Se sabe que Sicilia y Cerdeña fueron colonizadas por griegos. De modo que los habitantes de Cerdeña y Sicilia eran los “hijos” de la Grecia continental así como Elisa era el hijo de Javán, progenitor de los griegos. La similitud del nombre Elisa con aquella parte de Grecia llamada Eolia o Eólida, y con el nombre que los griegos dan a su país, “Hellas”, parece relacionar originalmente a Elisa con la Grecia continental.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 285

El número de posibles identificaciones de los descendientes de este hijo de Javán es considerable. La mayor parte de ellas son probablemente correctas. Por ejemplo, se suele aceptar que el nombre más familiar de “Hellas” es una forma corrompida de un original “Elishah”, y, según Rawlinson, desde alrededor de la época de la Guerra Persa, Hellas pasó a ser un nombre aplicado a los griegos como un todo.

Muchas autoridades creen que otra forma de este antiguo nombre era “Aioleis” (griego), esto

es, los eolios. Este punto de vista lo mantenía también Josefo. El Talmud de Jerusalén, los midras y los targumes dan para Elisa la forma “Elis” o “Eolis”, aunque eruditos como Skinner y Driver consideran que carece de base. Las tabletas de Tell el-Amarna incluyen diversos pueblos de Alasia. El Eilesion de la Ilíada… es indudablemente otra referencia a considerar. Es casi seguro que el nombre vuelve a aparecer en las tabletas de Ugarit, en las que hay una referencia cananea a los chipriotas bajo el título de “Alasiyans”. En Ezequiel 27: 7 se menciona que llegaban tejidos de púrpura desde las “islas” (o costas) de Elisa. El crustáceo del que se obtenía el tinte de la púrpura en la antigüedad abundaba en las costas del Peloponeso, lo que confirma la región general en la que se asentó este nieto de Jafet.

Es desconcertante encontrar a un pueblo ampliamente designado como los griegos

remontado al pasado y, designado sin distinción tanto como el pueblo de Hellas y como jonios. Esto es sin embargo análogo a referirse a los ingleses como descendientes de los normandos, pictos,

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escoceses o celtas, etc. El hecho es que en ambos casos unas pocas familias han dado origen a grandes clanes o tribus, que, en las idas y vueltas de migraciones y conquistas, se unieron en diversas mezclas, de modo que un historiador con una preferencia puede resaltar una línea originaria, mientras que otro historiador resalta otra. Y ambos están en lo cierto.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 17

Otro hijo de Jafet es Tarsis, nombre que aparece en el registro sagrado unas 24 veces, lo que denota su importancia para el mundo de la Biblia, pero que no ha podido ser identificado a plenitud con alguno de los pueblos de la tierra.

Este nombre aparece frecuentemente en la Biblia. De acuerdo con Isaías 66: 19 y Salmos 72: 10, Tarsis era unas “costas lejanas”. Tenía buenas relaciones comerciales con Tiro que importaba plata, hierro, estaño y plomo de Tarsis (Ezequiel 27: 12). Jonás intentó escapar a Tarsis cuando el Señor lo envió a Nínive (Jonás 1: 3). Probablemente era la remota colonia fenicia ubicada en el distrito minero del sur de España, los tartesos de griegos y romanos, de la zona media e inferior del río Betis (ahora Guadalquivir). “Tarsis” -que significa “fundidor” o “refinería”- probablemente fue el nombre de varios lugares diferentes con los que comerciaban en metales los fenicios y, a veces, los hebreos, usando “naves de Tarsis” (Salmos 48: 7… 1 Reyes 10: 22).

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 285

[Tarsis es] el padre de los pueblos de Tarshish o Tartesis, que se cree por la mayoría que se asentaron en España. El mar Mediterráneo era conocido una vez como el mar de Tarsis, y se sabe que los fenicios construyeron una clase de buque llamado nave de Tarsis. (Fue en uno de estos en los que Jonás intentó huir de Jope en el siglo VIII AC). Inscripciones fenicias encontradas en Cerdeña y que datan del siglo IX AC, mencionan a Tarsis sin, lamentablemente, proporcionar una identificación positiva de su situación geográfica. Josefo registra el nombre como Tharsus y dice que era el nombre bajo el cual Cilicia era conocido, de la que Tarso era la ciudad principal y más noble. Sin embargo, por diversas razones la identificación es poco probable, y el asunto sigue sin resolverse.

Bill Cooper, After the Flood, 117 (traducción del autor)

No es mucho lo que se puede decir de cierto acerca de la identidad de Tarsis, otro hijo de Javán. Hay declaraciones en otros pasajes de las Escrituras que llevan a una cierta confusión. Por ejemplo, era la opinión de Sayce (como de un número de otros eruditos) que Tartessos, en España, fue probablemente uno de los asentamientos iniciales de Tarsis. Sin embargo, el Antiguo Testamento habla de marfil, simios y faisanes traídos por las naves de Tarsis (2 Crónicas 9: 21). Estos animales no son de esperar como procedentes de España. Pero Sayce argumenta que lo que se implica es sencillamente que los mercaderes de Tartessos, o Tarsis, comerciaban con estos artículos, que quizá recogían en algunas partes de la costa africana y vendían en otros lugares del Medio Oriente. La Septuaginta traduce Tarsis en Isaías 23: 1 como Karkedonos (karchedonos), que era la forma griega para el nombre de Cartago en África del Norte.

Aunque los fenicios parecen haber tenido muchas relaciones comerciales con Tartessos, el

puerto original mismo no pudo haber sido fundado por ellos, según Génesis 10 (donde aparece con claridad que Tarsis está en la línea de Jafet), porque en el Antiguo Testamento los fenicios y cananeos son descritos como descendientes de Cam. Los cartagineses, como colonos fenicios, mantenían incluso en tiempos de Agustín que ellos eran cananeos. Por otra parte, los fenicios establecieron también muchas colonias en España. Aquí tenemos una de las dificultades, porque ciertas referencias bíblicas a Tarsis (2 Crónicas 9: 21 y 20: 36) han llevado a algunos eruditos a suponer que tiene que haber habido otra Tarsis en el Océano Índico, a la que se podría llegar a través del Mar Rojo. Aunque esta idea es en la actualidad rechazada de manera general, resalta el hecho de que la identificación con Tartessos en España no es totalmente satisfactoria. Es decir, el asentamiento español no aparenta de entrada haber sido jafético, ni los productos que se dice que procedían de allí parecen los propios del lugar.

Sin embargo, Kalisch creía que había suficiente evidencia para justificar la identificación de

Tarsis como el pueblo original que se asentó en toda la península ibérica, “hasta donde era conocida por los hebreos, igual que Javán se usaba para designar a todos los griegos”. Los fenicios llegaron más tarde. Cook creía que una pequeña tribu de javanitas se instaló en la desembocadura del río Guadalquivir en España, iniciando con ello la colonia de Tarsis. Bochart dice que tanto Cádiz como Carteia, que estaba en la Bahía de Gibraltar, fueron llamadas Tartessos en los tiempos antiguos; también piensa que Cádiz fue edificada por Tarsis, nieto de Jafet, inmediatamente después de la dispersión, y Carteia mucho tiempo después, por los fenicios. Él hace referencia a que, según Herodoto, cuando los fenicios llegaron por primera vez, Tartessos ya existía, y que el rey del país se llamaba Argantonio.

En resumen, es posible, desde luego, que Tarsis, nieto de Jafet, se estableciese en España

y que estableciera una capital y un reino que más adelante llegase a ser un centro de intercambio

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comercial muy empleado por los fenicios, que hacían escala allí mientras se dirigían a puertos del Mediterráneo oriental, llevando mercancías recogidas durante sus singladuras. Estas mercancías pueden haber procedido en parte de España y en parte de África. No es en absoluto imposible que algunas mercancías procediesen de la India por vía del Cuerno de África, porque hay abundante evidencia de que los fenicios eran grandes navegantes.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 17, 18

Trataremos ahora el caso de Quitim, hijo de Javán.

Muchos comentadores han identificado a Quitim con Chipre, porque una capital de Chipre se llamaba Kitión. Esto concordaría con Isaías 23: 1, 12 que habla de Quitim como que no estuviera muy lejos de Tiro y Sidón. En Jeremías 2: 10 y Daniel 11: 30, el nombre Quitim denomina a los griegos en general. Pero su significado anterior, como en el caso de Isaías, parece circunscribirse más. Por lo tanto, es seguro identificar a Quitim con Chipre o con otras islas de las proximidades de Grecia.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 285

No puede haber muchas dudas de que por Quitim, o Kittim, como se escribe a veces, los hebreos entendían a los habitantes de Chipre. Josefo observó que los griegos llamaban la isla Kitión, y que sus habitantes eran conocidos como los kitieis, o kitienos. Con el paso del tiempo el nombre llegó a tener un sentido más amplio, extendiéndose de Chipre a las demás islas del Egeo, y de allí a la península griega e incluso a Italia. Por ejemplo, en 1 Macabeos 1: 1 se menciona a Alejandro Magno como procedente de la tierra de Kittim, y en 1 Macabeos 8: 5 se hace referencia a Perseo como el rey de Kittim. En 1 Macabeos 11: 30 tanto la Vulgata como la Septuaginta traducen Quitim como romanos. Aunque no he visto en ninguna parte ninguna referencia a la posibilidad, me parece que la tierra de Quitim podría encontrarse en la forma Ma-Chetim. Ma, como ya hemos observado, es un prefijo para “lugar”. Si es así, puede que tengamos la forma original del término más conocido de “Macedonia”, la tierra natal de Alejandro Magno.

No hay mucha sustancia en estas observaciones, pero en un sentido general confirman la

impresión que se recibe de esta sección de Génesis 10 de que los jafetitas hicieron su hogar alrededor de las costas del Mediterráneo y en sus islas, así como hacia el norte y a través de Europa.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 18

Finalmente el último hijo mencionado de Javán es Dodanim.

Si esta forma de escribirlo es correcta, debe corresponder con los dardanios griegos, ubicados a lo largo de la costa noroccidental del Asia Menor. Sin embargo, en la LXX se lee Rodioi. En la lista paralela de 1 Crónicas 1: 7 se lee Rodanim (BJ) en hebreo, que en la VVR se ha cambiado a Dodanim para concordar con la grafía hebrea del cap. 10: 4. Las letras d y r del hebreo son tan parecidas que un escriba fácilmente puede haber confundido la r con una d en este versículo. Si Rodanim fue con seguridad la forma de escribir el nombre, probablemente se refiere a los griegos de la isla de Rodas.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 285

No es mucho lo que se puede decir acerca de este nombre, excepto que parece reaparecer en las Escrituras con la D inicial sustituida por una R (cp. 1 Crónicas 1: 7). Si la forma preferida es Rodanim, parece entonces que la isla de Rodas formó un vínculo en una serie de asentamientos de los descendientes de Javán.

El río Rhodonus, esto es, el Ródano, puede haber recibido su nombre de una rama de esta

familia establecida en su desembocadura. En Epiro se encuentra la ciudad de Dodona y el condado de Doris. Bochart sugirió que el primer asentamiento de los Dodanim estuvo en el sudoeste de Asia Menor, en la parte del país que los griegos llaman Doris. Es posible también que una forma más corrompida del nombre sea los Dardan, que aparece en las inscripciones de Ramsés II, designando a un pueblo de Asia Menor no alejado de Licia, y que posiblemente esté en la raíz del término “Dardanelos”. En el actual estado de conocimientos sobre la antigüedad, poco más se puede decir de los descendientes de Dodanim.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 18

Este también es un nombre colectivo de un pueblo descendido de Dodan, que eran conocidos por los griegos como los Dardanios, dárdanos de Asia menor. Se asentaron inicialmente en la zona

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de Troya cuyas regiones costeras se conocen hoy en día como los Dardanelos. El fundador de este pueblo fue deificado por sus descendientes y adorado bajo el nombre de Júpiter Dodonaeus. (Aquí tenemos una mezcla de los nombres de Jafet y Dodan). Los propagadores de este culto construyeron la ciudad de Dodona como el asiento principal de su culto. Registros egipcios se refieren a los drdny que fueron aliados de los hititas… en la batalla de Kadesh. Los primeros británicos decían remontar su ascendencia hasta Dardanus.

Bill Cooper, After the Flood, 117 (traducción del autor)

Añadiremos ahora a dos hijos más de Jafet: Tubal y Mesec y su relación con los pueblos que se asentaron en el actual territorio de Rusia.

Los tibarenios de Herodoto y los tabaleanos de las inscripciones cuneiformes deben

identificarse con los descendientes de Tubal. Tubal es mencionado en inscripciones del siglo XII AC como estando aliado con Mushku (Mesec) y Kaski en un intento por conquistar la Mesopotamia nororiental. Salmanasar III se refiere a Tabal como a un país, por primera vez en el siglo IX AC, al paso que inscripciones de un siglo más tarde ubican a los tabaleanos como colonizadores de las montañas del Antitauro de la Capadocia meridional. Posteriormente fueron derivados hacia Armenia, donde se relacionaron con ellos los autores griegos del período clásico.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 284

Probablemente el antecesor de los mosquianos de los escritores clásicos griegos, los mushku de las inscripciones asirias. Estas inscripciones representan a Tabal y a Mushku como aliados, al igual que en Ezequiel 38. Los mushku aparecen por primera vez en el norte de Mesopotamia durante el reinado de Tiglatpileser I, por el año 1100 AC. Un poco después se establecieron en Frigia y desde allí, comandados por su rey Mita, guerrearon contra Sargón II, en el siglo VIII AC. En su lucha contra los asirios, el último rey de Carquemis trató en vano de conseguir ayuda de Mita, rey de Mesec. Después de dominar el norte de Anatolia por un tiempo, los mushku la perdieron, primero ante los cimerios y después ante los lidios.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 284

Estos dos nombres aparecen con bastante frecuencia apareados (véase, por ejemplo, Ezequiel 33: 26, 38: 2, 3). Mesec se encuentra en los monumentos asirios en forma de “Muskaa”, probablemente pronunciada Muskai. Los escritores clásicos solían designarlos como los Mosji, y en tiempos de Ezequiel la posición de este pueblo es probablemente la descrita por Herodoto… esto es, en Armenia, donde se designó por el nombre de ellos a una cadena de montes que conecta el Cáucaso y el Antitaurus, los Montes Moschici. Aquí, según Estrabón… se encontraba un distrito llamado Moschice.

En las inscripciones asirias, la

palabra Tubal aparece como Tubla, en tanto que parece haber sido conocida por los geógrafos clásicos como Tibareni. Según Rawlinson, estos dos —los Musji y los Tibareni— habitaban en estrecha proximidad en la costa septentrional de Asia Menor y estuvieron, en el pasado, entre los pueblos más poderosos de aquella región. La capital mosquiana era conocida por Josefo y los romanos la llamaron Cesarea Mazaca. Josefo dice también que los íberos de Italia eran descendientes de Tubal. En palabras suyas, “Thobel fundó los Thobelitas, ahora llamados Iberis”. También es posible que en el río Tíber tengamos una reminiscencia del mismo antecesor. Según Forbes, los Mosji y los Tibareni quedaron incluidos en la 19ª satrapía de Darío. En la primera mitad del primer milenio AC fueron unos temibles enemigos de los asirios; Tiglat-pileser II menciona tributos recibidos “de veinticuatro reyes de la tierra de Tubal”.

Hacia la época clásica, estos grupos humanos habían pasado más hacia el norte, aunque

Jenofonte y sus tropas griegas encontraron aún remanentes de ellos al sur del Mar Negro. Mucho más tarde en la historia nos encontramos con la palabra Mesec en la forma de Muskovy. Es posible que las dos célebres ciudades de Moscú y Tobolsk sigan preservando las raíces de los nombres de Mesec y Tubal.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 18, 19

El siguiente es Tubal. Ezequiel lo menciona junto con Gog y Mesec (Ezequiel 39: 1). Tiglat- pileser I rey de Asiria en aproximadamente 1100 AC, se refiere a los descendientes de Tubal como

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los Tabali. Josefo registró su nombre como Tobelitas, que fueron luego los Iberios. “Su tierra, en los días de Josefo, era llamada por los romanos Iberia, y cubría lo que es ahora (el antiguo estado soviético de) Georgia cuya capital lleva hasta hoy el nombre Tubal como Tbilisi. Desde aquí, habiendo cruzado las montañas del Cáucaso, esta gente emigró hacia el noroeste, dando su nombre tribal al río Tobol y, por lo tanto, a la famosa ciudad de Tobolsk”.

Harold Hunt, Los dieciséis nietos de Noé, 2

Mesec, el nombre del siguiente nieto, es al antiguo nombre de Moscú. Moscú es tanto la capital de Rusia como la región que rodea la ciudad. Hasta hoy, una sección, la Tierra baja de Meseca, aún lleva el nombre de Mesec, virtualmente inmutable por los tiempos.

Harold Hunt, Los dieciséis nietos de Noé, 2

Finalizaremos con la descendencia de Jafet hablando de Tiras, antecesor de los bien conocidos tracios. Es interesante notar la forma en la que estos se relacionan con otro pueblo con importancia histórica: los godos, una de cuyas ramas tendría una gran influencia en la caída del imperio romano de occidente.

Probablemente el antecesor de los tirsenos. Este pueblo que deriva su nombre de Tiras, vivió

en la costa occidental del Asia Menor, donde se destacaron como piratas. Probablemente relacionados con los tirsenos italianos, aparecen en las inscripciones egipcias de fines del siglo XIII AC con el nombre de tirsenios. Desempeñaron un papel importante entre los pueblos costeros migratorios del período prehelénico.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 284

De acuerdo a Josefo, los descendientes del nieto Tiras eran llamados Tiresios. Los griegos les cambiaron el nombre a Tracios. Tracia alcanzaba desde Macedonia al sur hasta el río Danubio al norte hasta el mar Negro al este. Tomaba gran parte de lo que llegaría a ser Yugoslavia. La Enciclopedia Mundial dice, “La gente de Tracia eran salvajes Indoeuropeos, que amaban la guerrea y saquear.”

Tiras fue adorado por sus descendientes como Turas o Tor, el dios del trueno.

Harold Hunt, Los dieciséis nietos de Noé, 2

Según Josefo y el Targum, los descendientes de Tiras se convirtieron en los tracios. Smith dice que una rama de los tracios fueron los Getae o Godos. El rey Darío los venció en el 515 AC. Para la época de Alejandro Magno (c. 330 AC), se habían establecido en la desembocadura del Danubio. Mantuvieron su independencia, pero a principios del primer siglo AC se unieron a los dacios, y a partir de entonces hostigaron a las legiones romanas, hasta que Trajano los derrotó en el 106 DC, y los incorporó al Imperio Romano. Uno de los problemas que tenemos es que no hay ninguna otra mención de Tiras en las Escrituras. Aparece esta breve mención de su nombre, y luego, a diferencia de Gomer, Mesec o Tubal, desaparece del todo. Si los tracios fueron realmente descendientes de Tiras y si se esparcieron ampliamente, como dice Rawlinson, con muchas ramificaciones como los bitinios y frigios, sería de esperar que la Escritura diese alguna posterior referencia a Tiras. Por otra parte, se puede decir que existe una creencia general entre los etnólogos (que sin embargo no es susceptible de demostración) de que los tracios dieron finalmente origen a los teutones. Así, Rawlinson observa:

“La tribu tracia de los Getae parece haber llegado a crecer hasta constituir la gran nación de

los godos, mientras que los dacios (o dacini) parecen haber llegado a ser los antecesores de los daneses. Las pocas palabras tracias que nos han llegado son decididamente teutónicas. Hay también una semejanza entre las costumbres tracias, como las describe Herodoto… y las que Tácito describe de los germanos.”

Una vez más tenemos que admitir que son unas frágiles líneas de evidencia; sin embargo,

en muchos respectos tenemos una concordancia general con todo lo demás que conocemos de los descendientes de Jafet como un todo. Así, tenemos una gran probabilidad de que los descendientes de Tiras hicieran una contribución tan grande para la población y civilización de Europa como el resto de su familia inmediata.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 19, 20

Este erudito autor señala también algo que puede ser aplicado a toda la descendencia de Jafet, mencionada en este acápite, que como hemos visto dio origen a una gran porción de las naciones europeas.

De entre esta intrincada red de posibilidades y probabilidades surge una imagen

razonablemente clara en la que una sola familia, comenzando con Jafet, se multiplicó con el curso del tiempo y pobló la ribera septentrional del Mediterráneo, toda Europa, las Islas Británicas y Escandinavia, y la mayor parte de Rusia. La misma familia se instaló en la India, desplazando

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asentamientos anteriores de camitas que se habían establecido en el valle del Indo. Grupos aislados de este mismo grupo humano parecen haberse desplazado más hacia el este, contribuyendo a pequeñas bolsas de población jafética que, con el tiempo, quedaron casi, si no totalmente, absorbidas por los camitas. Es posible que algunos de ellos contribuyeran con rasgos que se encuentran en pueblos de Polinesia, y es concebible que en los ainus del norte del Japón haya un remanente de jafetitas.

Noé había anunciado que Dios ensancharía a Jafet (Génesis 9: 27). Parece que este

ensanchamiento comenzó en época muy temprana de la historia de Jafet, pero ha sido un proceso continuado y que ha tenido lugar en cada parte del mundo, con la excepción del Lejano Oriente. Los hijos de Jafet han tendido a extenderse y a multiplicarse a expensas de otros grupos raciales. Como veremos en el último capítulo, este ensanchamiento no significa que los jafetitas fuesen los primeros en migrar lejos, porque, allí donde llegaron, fuese en tiempos prehistóricos o históricos, habían sido precedido por colonos más tempranos cuyo origen racial no era indoeuropeo. Esta dinámica de asentamientos de las áreas habitables del mundo ha tenido profundas consecuencias en el desarrollo de la civilización, consecuencias que se consideran con cierto detalle en otro artículo Doorway.

Mientras tanto, ha quedado establecido por muchas líneas de evidencia que los nombres que

aparecen en Génesis 10: 1-5 designan los de personas reales, cuyas familias llevaron consigo reminiscencias claramente reconocibles (aunque a menudo de forma corrompida) de sus respectivos antecesores, de modo que han sobrevivido hasta nuestros días, y todavía manteniendo el tipo de relaciones que se implican en esta antigua Tabla de las Naciones. ¡E incluso el nombre patriarcal queda a menudo preservado de manera inequívoca!

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 20

7.1.2. Cam y su descendencia

Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán. Génesis 10: 6

Pondremos primero nuestra atención en Cam, padre de la nación camita y de algunas de las

más antiguas civilizaciones.

Los descendientes de Jafet y los descendientes de Sem se pueden seguir de forma razonable en la historia subsiguiente, pero los descendientes de Cam presentan problemas que no comparten los otros dos. Es verdad que un cierto número de los descendientes de la lista de Cam se pueden seguir fácilmente, como por ejemplo Mizraim, Canaán y Het. Y varias de las ciudades relacionadas con Cam en Génesis 10 no presentan problemas, habiendo llegado a ser lugares comunes para los estudiosos de la Biblia. Pero hay muchos nombres aquí acerca de los que tenemos muy poca información, pero que pueden haber sido antecesores de secciones muy sustanciales de la actual población del mundo. Y esto es cosa cierta de los nombres que nos proponemos examinar, porque tienen que ver con el origen de las llamadas “razas de color”.

Ya hemos propuesto que Jafet fue realmente “ensanchado” hasta un grado excepcional en

sus descendientes, no meramente en la cantidad de naciones que finalmente derivaron de su familia, sino también en su gran expansión sobre la superficie del globo. También, este agrandamiento fue lo suficientemente gradual para que sucediera sin perturbar el desarrollo natural de diferencias dialectales, que a su debido tiempo llegaron a ser lenguas distintas dentro de la familia. En otro Artículo Doorway se sugiere que la confusión que tuvo lugar en Babel sirvió principalmente como una aflicción para los hijos de Cam, cuyas lenguas han proliferado de forma desconcertante desde los primeros tiempos hasta el presente, proliferación que contribuyó en no pequeña medida a la fragmentación de la familia original. Los cambios que tuvieron lugar en la familia semítica de lenguas fueron notablemente pequeños. Y aunque los cambios que sucedieron en la familia jafética de lenguas fueron algo mayores, siguieron sin embargo un orden tal que permiten a los lingüistas reconstruir ambas familias con una considerable certidumbre. En ninguna de estas dos familias de lenguas hay una verdadera evidencia de “confusión” en su desarrollo. Por otra parte, en las lenguas de la línea camítica hay una gran cantidad de confusión, si por “confusión” queremos decir que se desarrollaron rápidamente dialectos entre tribus colindantes y relacionadas, al multiplicarse, haciendo ininteligible el habla entre ellas en un período notablemente corto de tiempo. Este tema se trata en el Artículo Doorway mencionado más arriba y no se examinará aquí, pero es necesario introducirlo porque tiene que ver con la falta de la persistencia de los nombres camíticos ancestrales a través de los siglos en contraste con los de las líneas de Jafet y de Sem. [Vea por favor el material complementario de este tratado.] Esto hace que sea mucho más difícil establecer líneas de conexión mediante nombres. De hecho, los miembros más importantes de la familia de Cam llevaban nombres que desaparecieron completamente excepto en antiguos documentos que han llegado hasta nosotros. Los nombres de los hijos de Cam no han sido preservados en tiempos modernos ni siquiera en formas corrompidas. Los hijos de Cam fueron Cus, Mizraim, Fut y Canaán, pero ninguno de estos

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lo mantiene ningún representante viviente de ninguna forma que se pueda reconocer. Cus pasó posteriormente a ser identificado con Etiopía, Mizraim con Egipto, Fut con Libia y Canaán con Palestina, pero los viejos nombres quedaron totalmente fuera de uso.

Por otra parte, muchos de los nombres llegaron a destacar durante mucho tiempo no porque

hubiera numerosos descendientes, como en el caso de Jafet, sino más bien debido a algún gran logro individual. Nimrod fue recordado por sus aptitudes como cazador. Muchas de las ciudades que se mencionan como fundadas por los descendientes de Cam tuvieron historias dignas de mención. Pero también la mayor parte de ellas dejaron de tener importancia mucho antes de los tiempos modernos. Una excepción notable es la ciudad de Jerusalén, que, naturalmente, no se menciona en absoluto en este pasaje ni siquiera bajo su antiguo nombre de Jebús.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 20, 21 Tradicionalmente se asume que la raza negra

surgió de Cam, lo que parece razonable por la ubicación geográfica de los camitas. Sin embargo debe considerarse que no solo los negros pertenecen a la descendencia de Cam, como veremos más adelante.

El concepto de que la maldición a Canaán

(por la burla sobre la embriaguez de Noé) incluyó el oscurecimiento de la piel es una idea sin sustento escriturístico.

Así, ¿cómo se puede proporcionar prueba

sustancial para la aseveración de que las razas de color descendieron de Cam? La respuesta es: solo mediante inferencias. Por ejemplo, en tanto que hubo un Cus en o cerca de Mesopotamia al mismo principio, el asentamiento más destacado establecido por descendientes de este patriarca estuvo en Etiopía. Los etíopes han sido generalmente considerados como negros verdaderos, lo que se reconoce de forma indirecta en la Escritura cuando el profeta pregunta: “¿mudará el etíope su piel?” (Jeremías 13: 23).

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 21 Hablando por inspiración divina. Noé predijo la historia de las tres grandes razas que habrían

de proceder de estos padres de la humanidad. Al hablar de los descendientes de Cam, refiriéndose al hijo más que al padre, manifestó Noé: “Maldito sea Canaán, siervo de siervos será a sus hermanos” Génesis 9: 25. El monstruoso crimen de Cam demostró que hacía mucho que la reverencia filial había desaparecido de su alma, y reveló la impiedad y la vileza de su carácter. Estas perversas características se perpetuaron en Canaán y su posteridad, cuya continua culpabilidad atrajo sobre ellos el juicio de Dios.

En cambio, la reverencia manifestada por Sem y Jafet hacia su padre y hacia los divinos

estatutos, prometía un futuro más brillante a sus descendientes. Acerca de estos hijos fué declarado: “Bendito Jehová el Dios de Sem, y séale Canaán siervo. Engrandezca Dios a Japhet, y habite en las tiendas de Sem, y séale Canaán siervo” Vers. 26, 27. El linaje de Sem iba a ser el del pueblo escogido, del pacto de Dios, del Redentor prometido. Jehová fué el Dios de Sem. De él iban a descender Abrahán y el pueblo de Israel, por medio del cual habría de venir Cristo. “Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová” Salmos 144: 15. Y Jafet “habite en las tiendas de Sem”. Los descendientes de Jafet habían de disfrutar muy especialmente de las bendiciones del Evangelio.

La posteridad de Canaán bajó hasta las formas más degradantes del paganismo. A pesar de

que la maldición profética los había condenado a la esclavitud, la condena fué aplazada durante siglos. Dios sobrellevó su impiedad y corrupción hasta que traspasaron los límites de la paciencia divina. Entonces fueron desposeídos, y llegaron a ser esclavos de los descendientes de Sem y de Jafet.

La profecía de Noé no fué una denuncia arbitraria y airada ni una declaración de favoritismo.

No fijó el carácter y el destino de sus hijos. Pero reveló cuál sería el resultado de la conducta que habían escogido individualmente, y el carácter que habían desarrollado. Fué una expresión del propósito de Dios hacia ellos y hacia su posteridad, en vista de su propio carácter y conducta. Generalmente, los niños heredan la disposición y las tendencias de sus padres, e imitan su ejemplo; de manera que los pecados de los padres son cometidos por los hijos de generación en generación. Así la vileza y la irreverencia de Cam se reprodujeron en su posteridad y le acarrearon maldición

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durante muchas generaciones. “Un pecador destruye mucho bien” Eclesiastés 9: 18. Ellen G. White, Patriarcas y Profetas, 110, 111

Veremos algo acerca de Cus y sus descendientes. Y los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba y

Dedán. Génesis 10: 7

Los hebreos estuvieron más íntimamente relacionados con las razas camíticas que con los

descendientes de Jafet. Cus, o Kus, es la antigua Etiopía, que en los tiempos clásicos era llamada Nubia. Incluía una parte de Egipto y la parte del Sudán comprendida entre la primera catarata del Nilo, en Asuán, y Kartum en el sur. Este país es llamado Kash en las inscripciones egipcias: Kushu en los textos cuneiformes asirios. Sin embargo, Cus no sólo incluía a la Nubia africana sino también la parte occidental de Arabia que bordea el mar Rojo. Se sabe que algunos de los hijos de Cus se establecieron allí. Sera, el cusita (etíope) de 2 Crónicas 14: 9 y “los mercaderes de Kus” de Isaías 45: 14 BJ, mencionados con los sabeos como hombres de elevada estatura, se piensa que eran árabes occidentales. Por el tiempo de Ezequías, Judá se relacionó con el Cus africano, o Etiopía, que se menciona frecuentemente en los últimos libros del AT (ver 2 Reyes 19: 9; Ester 1: 1; 8: 9; Salmos 68: 31; etc.).

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 285, 286

Veremos lo que se dice acerca de Seba, hijo de Cus, uno de los más identificables, aunque su identificación no está exenta de polémica.

Josefo, el historiador judío, identifica a Seba con el rey nubiense de Meroe, una región africana situada entre el Nilo Azul y el río Atbara. Esta opinión puede haber sido correcta en el tiempo de Josefo, pues para entonces los etíopes habían emigrado al África desde la Arabia meridional. Sin embargo, Seba, por lo menos originalmente, era una tribu de la parte sur de Arabia. En Salmos 72: 10 se dice que las naciones más remotas del tiempo de Salomón rendían homenaje a Salomón: Seba en el extremo sur, Tarsis al oeste y Sabá al este. En Isaías 43: 3, se hace referencia a Seba como una comarca muy próxima a Etiopía. Isaías 45: 14 pone énfasis en la elevada estatura de los sabeos.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 286, 287

El primer hijo de Cus fue Seba, y según Jervis este patriarca fue el supuesto fundador del Reino de Jemameh en Arabia. Dice él:

“Su tribu, que se extendió hacia el este, ocupó la costa de Omán, desde el Cabo Musandam

hasta las cercanías de Ras-el-Had, en el límite oriental de la península; Tolomeo los menciona con el nombre de Asabi. La grandeza comercial de esta nación se atribuye a su posesión de Littus Mammaeum o Costa de Oro, y del puerto de Mascate, que, desde la infancia de la navegación, debe haber atraído y dominado el comercio con la India.”

“Parece que desde allí se expandieron por África, a través de los estrechos de Bab-el-

Mandeb. Josefo atestigua que Saba era una antigua metrópolis del reino de Meroe, en la feraz región entre el Nilo y Astaboras (o Bahr-el-aswad); esta región recibió finalmente el nombre de Meroe por una hermana de Cambises rey de Persia, aunque Meroe parece más bien una palabra derivada del etiópico. Las ruinas de la antigua Meroe se encuentran a 6 kilómetros al nordeste de Shendy, en Nubia.”

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 21

Seguimos con los otros hijos de Cus (incluyendo un par de nietos que se mencionan como hijos de Raama) de los que mucha referencia externa no hay.

Fuera de la Biblia no se menciona a Havila. Varias declaraciones bíblicas indican que era una tribu arábiga no muy alejada de Palestina. Génesis 25: 18 coloca el límite oriental de Edom en Havila, que también fue el límite oriental de la campaña de Saúl contra los amalecitas (1 Samuel 15: 7). Para la región antediluviana de Havila, ver com. de Génesis 2: 11.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 287

Algunos comentadores han identificado a Sabta con Sabota, una ciudad de la región arábiga meridional de Hadramaut. Otros piensan que corresponde con la Safta de Tolomeo, sobre el golfo Pérsico. Es imposible una identificación definida.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 287

Puesto que las tribus arábigas de Sabá y Dedán originalmente estuvieron ubicadas en la Arabia sudoccidental, es probable que los habitantes de Raama vivieran en la misma región.

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Ezequiel menciona a Raama con Sabá como traficantes de incienso, piedras preciosas y oro en los mercados de Tiro. Es probablemente la tribu de los ramanitas, ubicada por el geógrafo romano Estrabón en la Arabia sudoccidental. También se hace referencia a ella en una famosa inscripción árabe que alaba a la deidad local por salvar a los mineos de los ataques de Sabá y Haulan, en el camino de Maín a Raama.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 287

Note que en el caso de Seba, hijo de Raama, los comentaristas tienen dificultades para distinguirlo de su tío del mismo nombre.

Los sabeos, descendientes de Seba, son bien conocidos tanto por la Biblia como por otras

fuentes. En los tiempos del AT, Seba aparece como una opulenta nación de mercaderes. Se cree que fue una reina de este país la que visitó oficialmente a Salomón. Posteriormente los sabeos se convirtieron en la nación más importante del sur de Arabia, en el país que hoy se denomina Yemen. Un caudal de inscripciones, la mayoría todavía inéditas, dan testimonio de su religión, su historia y el elevado nivel de su cultura. Mediante la construcción de grandes represas y un vasto sistema de irrigación, los sabeos aumentaron mucho la fertilidad y riqueza de su país, hasta el punto de llegar a ser conocida en los tiempos clásicos como Arabia Felix (Arabia Feliz). La negligencia y la destrucción final de esas represas provocó el eclipse gradual de los sabeos como una nación.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 287 Este nieto de Cus se convirtió en el antepasado de una tribu árabe meridional de la cual no

se sabe nada más. Esta tribu no se debe confundir con la que desciende de un nieto de Abrahán y Cetura que vivió en el límite meridional de Edom en la Arabia noroccidental (Génesis 25: 3; 1 Crónicas 1: 32; Isaías 21: 13; Jeremías 25: 23; 49: 8; Ezequiel 25: 13; 27: 15, 20; 38: 13).

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 287

Nada más se sabe de este hijo [Sabteca] o de sus descendientes. Algunos han procurado identificar su comarca con Samudake, en el golfo Pérsico. Esto es muy dudoso porque todos los árabes cusitas parecen haberse establecido en la parte occidental de Arabia.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 287

Un personaje, del que se da mucho detalle, lo que revela su importancia histórica (también en los símbolos es muy importante, como trataremos en otro tratado de índole profético).

Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala, y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande.

Génesis 10: 8-12

Aunque el nombre de Nimrod no se ha encontrado aún en los registros babilónicos, todavía los árabes relacionan algunos lugares antiguos con este nombre. Por ejemplo, Birs-Nimrud es su nombre para las ruinas de Borsipa; y Nimrud para Cala. Estos nombres deben depender de tradiciones muy antiguas y no pueden atribuirse sólo a la influencia del Corán. Hasta donde sepamos por la evidencia histórica disponible, los primitivos habitantes de la Mesopotamia no fueron semitas sino sumerios. Poco se sabe en cuanto al origen de los sumerios. El hecho de que Nimrod, que era camita, fundara la primera ciudad-estado de Mesopotamia, sugiere que los sumerios probablemente eran camitas.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 287

Escribiendo en 1876, George Smith nos dice que: “casi trece siglos antes de la era cristiana, uno de los poemas egipcios compara un héroe con el Kazartu jefe asirio, 'un gran cazador... y se ha sugerido que la referencia aquí es a la fama de Nimrod. Un poco más adelante, en el 1100 a 800

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AC, es que existen en Egipto muchas personas llamadas Nimrod, mostrando así el conocimiento del cazador poderoso”. Nimrod fue sin duda el hombre más notable en el mundo antiguo al que se le atribuye la instigación de la gran rebelión en Babel y de iniciar la astrología e incluso los sacrificios humanos. Por otra parte, hay mucha evidencia para sugerir que él fue adorado desde los primeros tiempos. Por ejemplo, su nombre fue perpetuado en los de Nimurda, el Dios asirio de la guerra; Marduk, el rey babilónico de los dioses; y la Deidad sumeria Amar-utu. Su imagen además se incorporó muy temprano en el zodíaco caldeo como un niño sentado en el regazo de su madre, y tanto la madre como el niño eran adorados, ella como la reina del cielo y él como su hijo como un antiguo sacrificio, siendo el precursor del culto de hoy de la Virgen y el niño. Nimrod fue adorado también por los romanos bajo el nombre de Baco, este nombre se deriva de la palabra semita bar-Cush, significando el hijo de Cus. Una montaña no lejos de Ararat, ha sido llamada Nimrud Dagh (Monte Nimrod) desde los primeros tiempos desde el diluvio, y las ruinas de Birs Nimrud llevan los restos de lo que comúnmente tiene fama de ser la original torre de Babel. El mar Caspio una vez fue llamado el Mar de Bachu, o mar de Baco, como es atestiguado por el mapa que aparece en la Historia del Mundo de Sir Walter Raleigh, publicada en 1634. Una de las principales ciudades de Asiria fue nombrada Nimrud, y la llanura de Sinar, conocido por los asirios como Sen'ar y el sitio de la gran rebelión, fue conocida como la tierra de Nimrod. Árabes Iraquíes e iraníes todavía hablan su nombre con temor, y tal era la fama del hombre cuya realidad histórica está fuera de discusión.

Bill Cooper, After the Flood, 110 (traducción del autor)

Cuando se refiere a que era un cazador “delante de Jehová” se refiere a que estaba “contra Jehová” como lo traducen otras versiones. Es interesante que de toda esta genealogía, él sea el único personaje que abiertamente se enfrenta a Dios. Su enfrentamiento sería tan conocido en el mundo antiguo que Nimrod sería el origen de muchas religiones paganas.

La Septuaginta traduce esta frase “contra Jehová”. Aunque el cazador Nimrod desafiaba a Dios con sus hechos, sus poderosas hazañas lo hicieron famoso entre sus contemporáneos y también en las generaciones futuras. Las leyendas babilonias sobre Gilgamés, que aparecen con frecuencia en los relieves babilonios, en los sellos cilíndricos y en documentos literarios, posiblemente se refieren a Nimrod. Generalmente Gilgamés aparece matando a mano limpia leones y otras bestias feroces. El hecho de ser Nimrod camita puede ser la razón para que los babilonios, descendientes de Sem, atribuyeran sus hechos famosos a uno de sus propios cazadores y a propósito olvidaran su nombre.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 287, 288

Se menciona a Nimrod como fundador de un conjunto importantísimo de ciudades, ciudades cuya trayectoria histórica en algunos casos tendría gran significación para el pueblo escogido de Dios. Entre ellas, Babilonia tendría además un significado profético que en otro tratado presentaremos.

Babilonia fue el primer reino de Nimrod. Teniendo la idea de que su ciudad era reflejo terrenal del lugar de la morada celestial de su dios, los babilonios le dieron el nombre de Bab-ilu. “el portal de dios”… Las leyendas babilonias identifican la fundación de la ciudad con la creación del mundo. Teniendo esto sin duda en cuenta, Sargón, un antiguo rey semita de Mesopotamia, llevó tierra sagrada de Babilonia para la fundación de otra ciudad modelada a semejanza de ella. Aun en el período final de la supremacía asiria, Babilonia no perdió su importancia como centro de la cultura mesopotámica. Sin embargo, su fama y gloria máximas surgieron en el tiempo de Nabucodonosor, quien la convirtió en la primera metrópoli del mundo. Después de ser destruida por Jerjes, rey de Persia, Babilonia quedó parcialmente en ruinas…

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 288

La Uruk babilonia, la moderna Warka. Excavaciones llevadas a cabo hace algún tiempo demostraron que es una de las ciudades más antiguas que hayan existido. Allí se han encontrado los documentos escritos más antiguos que se hayan descubierto. Uruk era conocida por los babilonios como la comarca donde fueron realizadas las hazañas de Gilgamés, hecho que parece confirmar la posibilidad de que las leyendas de Gilgamés fueron reminiscencias de las primeras proezas de Nimrod.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 288

[Acad,] la sede de los antiguos reyes Sargón y Naram-Sin… Las ruinas de esta ciudad no

han sido localizadas, pero deben encontrarse en la vecindad de Babilonia. Los antiguos pobladores

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semíticos de la baja Mesopotamia llegaron a ser llamados acadios, y ahora colectivamente se hace referencia a los antiguos idiomas babilonio y asirio con el mismo término.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 288

Aunque Calne no ha sido todavía identificada con seguridad, fue probablemente la misma Nippur, la actual Níffer. En este lugar se ha encontrado un gran porcentaje de todos los textos sumerios conocidos. Los sumerios la llamaron Enlil-ki, “la ciudad de [el dios] Enlil”. Los babilonios cambiaron el orden de los dos elementos de este nombre y se refirieron a la ciudad, en sus inscripciones más antiguas, como Ki-Enlil y más tarde Ki-llina. De allí podría haber resultado la palabra hebrea “Calne”. Después de Babilonia, Nippur fue la ciudad más sagrada de la baja Mesopotamia y se jactaba por sus importantes templos. Desde los tiempos más remotos hasta el último período persa, la ciudad fue un centro de cultura y un extenso comercio.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 288

Las ciudades ya mencionadas estaban en la llanura de Sinar, el término generalmente usado para Babilonia en el AT, que comprendía Sumer en el sur tanto como Acad en el norte (Génesis 11: 2; 14: 1, 9; Josué 7: 21,…Isaías 11: 11; Zacarías 5: 11; Daniel 1: 2). El nombre es todavía algo oscuro. Primero se pensó que se había derivado de la palabra Sumer, la antigua Sumeria, que estaba en el extremo meridional de la Mesopotamia. Sin embargo, es más probable que proceda del Shanhara de ciertos textos cuneiformes, una comarca cuya ubicación exacta no ha sido determinada. Algunos textos parecen indicar que Shanhara estuvo en el norte de Mesopotamia más bien que en el sur. Aunque es seguro que Sinar es Babilonia, todavía no es claro el origen del término.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 288

Durante siglos, Nínive fue famosa como la capital de Asiria. Los asirios mismos la llamaban Ninúa, dedicándola indudablemente a la diosa babilonia Nina. Esto muestra que Babilonia fue el hogar previo de Nimrod y concuerda con el informe bíblico de que él, el primer rey de Babilonia, también fue el fundador de Nínive. Algunas excavaciones han mostrado que Nínive fue una de las ciudades más antiguas de la alta Mesopotamia. Por estar en la intersección de concurridas rutas comerciales internacionales, pronto Nínive se convirtió en un centro comercial importante. Cambió de dueño repetidas veces durante el segundo milenio AC, perteneciendo sucesivamente a los babilonios, hititas y mitanios antes de quedar bajo el dominio de los asirios en el siglo XIV AC. Posteriormente, como capital del imperio asirio, fue embellecida con magníficos palacios y templos, y poderosamente fortificada. En el año 612 AC, la ciudad fue destruida por los medos, y babilonios y desde entonces permanece como un montón de ruinas. En su famosa biblioteca, fundada por Asurbanipal, se han encontrado miles de tablillas de arcilla cocida que contienen inestimables documentos y cartas de orden histórico, religioso y comercial. Por encima de todos los otros, este descubrimiento ha enriquecido nuestro conocimiento de los antiguos asirios y babilonios.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 288, 289

[Rehobot significa] literalmente, los “lugares anchos” o “calles de la ciudad”. Probablemente esto designa a Rebit-Nina, un suburbio de Nínive mencionado en ciertos textos cuneiformes. Sin embargo, todavía es incierta su ubicación exacta. Algunos eruditos piensan que estuvo al noreste de Nínive; otros, al otro lado del río Tigris en el lugar de la Mosul moderna.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 289

[Cala se refiere a] la antigua ciudad asiria de Kalhu, que está en la confluencia de los ríos Zab Mayor y Tigris, a unos 30 km al sur de Nínive. Su nombre actual, Nimrud, perpetúa la memoria de su fundador. Magníficos palacios fueron una vez el orgullo de esta ciudad que sirvió intermitentemente como capital del imperio asirio. En sus extensas ruinas se han preservado enormes monumentos de piedra y algunos de los más magníficos ejemplos de la escultura asiria. El obelisco negro de Salmanasar III, en el que aparece la más antigua representación pictórica de un

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rey israelita y de otros hebreos, fue encontrado en uno de sus palacios. La inscripción del obelisco registra el pago de tributo del rey Jehú, de Israel, en el año 841 AC.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 289

Una teoría interesante sobre la contribución camítica a tal vez la más importante civilización jafética, Roma, a través de los etruscos resulta muy interesante. La cita es extensa pero, para los interesados en el tema, resulta apasionante.

Hay una ilustración adicional acerca de cómo los descendientes de Cam pudieron haber

contribuido de forma singular a la civilización jafética, en este caso a la romana. La contribución hecha a la cultura jafética por los sumerios, los egipcios, los cretenses y posteriormente los chinos, y por los amerindios, se explora de forma detallada en… Noah’s Three Sons, “The Technology of Hamitic People [La tecnología del pueblo camita]”. La contribución hecha por los etruscos también se trata en dicho artículo. El origen de los etruscos, aunque se ha estudiado y especulado sobre ellos de forma intensa a lo largo de más de cien años, sigue siendo un misterio. Desearía sugerir que hay un nombre en la lista de los descendientes de Cam que podría ser una referencia al antecesor de ellos, Resén…

Se dice que Resén era una ciudad. Es característico de las primeras poblaciones y ciudades

mencionadas en Génesis que recibieron los nombres de sus fundadores o de los hijos de sus fundadores. Según Génesis 4: 17, Caín edificó una ciudad y la llamó del nombre de su hijo Enoc. Hay pocas dudas de que la Unuk y posteriormente Uruk de las inscripciones cuneiformes es un reflejo de esto. Como hemos visto en otro artículo, este antiguo asentamiento pasó posteriormente a llamarse Erec, y mucho más tarde Warka. Luego dio origen a la palabra que significa “ciudad”, y que ha venido al inglés como “burg” y al castellano como “burgo”. Hemos observado que Sidón es primero mencionado como el primogénito de Canaán, pero pocos versículos después como nombre de la ciudad (versículos 15, 19). Similarmente, los jebuseos, que se suponen descendientes de un hombre llamado Jebús, vivían en una fortaleza llamada originalmente según su antecesor. De modo que me parece bien probable que cuando Nimrod pasó del sur de Babilonia a Asiria y edificó Nínive y Resén, entre otras ciudades, nombrase la ciudad como Resén bien por un antecesor, bien por un pariente inmediato. No es estrictamente necesario demostrar que los etruscos fueron una especie de grupo colonizador que se originó de este concreto asentamiento fundado por Nimrod. Todo lo que estoy proponiendo es que un antecesor llamado Resén no solo adquirió suficiente importancia para que una ciudad antigua recibiese su nombre en Asiria, sino que también fuese la cabeza de un pueblo que creció hasta tener el suficiente poder y tamaño para migrar a Europa y al norte de Italia, desde donde se multiplicaron y se enriquecieron y cultivaron lo suficiente como para inspirar a los romanos jaféticos a apropiarse de una gran parte de su arte, leyes, costumbres y tecnología, sin apenas introducir ninguna mejora.

La pregunta es, ¿podemos justificar de manera razonable lo apropiado de derivar la palabra

más familiar “etrusco” desde una antigua Resén, de remontar este mismo pueblo hasta el Oriente Medio y en estrecha proximidad con Asiria, y de establecer su afinidad racial como no indoeuropea ni semítica? La respuesta a todas estas tres preguntas puede darse en sentido afirmativo con una cierta certidumbre sobre las siguientes bases.

Para empezar, se puede decir de manera directa que el pueblo de

Etruria o Toscana era conocido por los primitivos griegos como los Tyrsenoi. Los primeros romanos lo conocían como Etrusci. Pero en los tiempos clásicos latinos, ellos se designaban a sí mismos como los Rasena.

Según Herodoto, este pueblo procedía de Lidia. Afirmaban haber

inventado, a lo largo de una prolongada hambruna en la tierra, una serie de juegos, incluyendo el de los dados. Posteriormente pasaron al norte de Italia y a Grecia como resultado de la siguiente circunstancia. La situación se agravó hasta tal punto que se decidió dividir a la nación en dos, con una mitad emigrando de Lidia con la esperanza de salvar a la otra mitad. El hijo del rey se llamaba Tirreno, que devino el caudillo por designación de la mitad de la nación que partió de Lidia. Después de haber navegado dejando a un lado a muchos países, llegaron a un lugar que Herodoto llama “Umbría” (aparentemente se designa con este término a todo el norte de Italia), donde se edificaron ciudades. Dejaron su antiguo nombre de Lidios, y tomaron para sí el nombre del hijo del rey, tirrenos.

Que este pueblo, los etruscos, procedía de Asia Menor, queda

confirmado por criterios lingüísticos y otros. El profesor Joshua Whatmought dice: “Difícilmente se pueden abrigar dudas de las afinidades anatólicas de los etruscos”. Raymond Bloch cree, en base a la evidencia lingüística, que los etruscos pertenecían a una familia no muy estrechamente

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vinculada que habitaba en las riberas del Mediterráneo, incluyendo el Asia Menor, antes que la invasión indoeuropea trastornase la estructura de la región, y que tuvo lugar en el segundo milenio AC. Él considera que los etruscos eran una “bolsa” de este pueblo desplazado, y que esto explica las semejanzas entre sus costumbres sociales y religiosas y las de ciertos pueblos de Asia Menor.

Hace muchos años, el profesor E. St. John Parry presentó evidencias para demostrar que los

pelasgos, que, como los etruscos, edificaban monumentos megalíticos, pueden haber quedado trastornados al mismo tiempo por la misma circunstancia, y que emigraron de Asia Menor de forma paralela, quedando posteriormente confundidos por ellos por los primeros historiógrafos.

Una cosa sí parece bien establecida, y es que su lengua no era indoeuropea ni semítica.

Parece bien fundamentado suponer (aunque el lenguaje no es en absoluto una guía segura en esta cuestión) que ellos mismos eran racialmente diferentes de los indoeuropeos. Se ha propuesto una relación con otras “bolsas” —los vascos, por ejemplo.

Hemos mencionado la tradición que atribuye a los etruscos o Racena la invención de los

dados. Hace años se encontraron un par de dados con los números aparentemente escritos en lugar de meramente indicados mediante puntos. Poco después de este descubrimiento, el Rev. Isaac Taylor presentó un artículo al Instituto Victoria en Londres donde mostraba que la interpretación más probable de los numerales se podía encontrar mediante referencia a términos semejantes en finés, altaico y vasco. Pocos años después, mientras esta cuestión seguía viva —como sigue estándolo— un Mr. R. Brown presentó un artículo ante este mismo Instituto donde, en un apéndice, se comparan algunas otras palabras etruscas con ciertas palabras sumerias. Así, quizá estamos acercándonos más a la antigua Resén de Génesis 10.

En su obra Origin of Nations, Rawlinson llama la atención al hecho de que ciertos bronces

etruscos están decorados o adornados con figuras en hileras, que exhiben esfinges y seres humanos que, sugiere él, no son desemejantes a procesiones parecidas que se encontraron cerca de Nínive. Estos paralelos asirios los descubrió Layard, y los comunicó en su célebre obra Discoveries in the Ruins of Babylon and Nineveh. De dichos descubrimientos, Layard escribió lo que sigue:

“Un segundo cuenco, de 7,5 pulgadas de diámetro y de una profundidad de 3/4 pulgadas,

tiene en el centro un medallón y a los lados en un relieve muy elevado dos leones y dos esfinges... que llevan un collar, plumas y un tocado en la cabeza formado por un disco con dos uraeus [Una representación de la diosa Uadyet en forma de cobra. La imagen del uræus constituyó el emblema protector preferente de muchos faraones, quienes eran los únicos que podían portarlo como atributo distintivo de la realeza.] Ambos cuencos son dignos de mención por lo atrevido del relieve y por el arcaico tratamiento de las figuras, semejantes a este respecto a los marfiles previamente descubiertos en Nimrud.”

“Recuerdan poderosamente los antiguos restos de Grecia, y en especial el trabajo en metal

y la cerámica pintada descubiertos en tumbas muy antiguas en Etruria, a los que se parecen tan estrechamente no solo en designio sino en tema, con la introducción de los mismos animales míticos y de los mismos ornamentos, que no podemos dejar de atribuir a ambos el mismo origen.”

Layard resalta esta impresión ilustrando su argumento con tallas de madera en el texto, que

muestran que las figuras encontradas sobre un pedestal de bronce en Powledrara en Etruria “son exactamente similares a las que aparecen sobre un fragmento de un plato traído de Nínive”. Así, un hilo conductor de evidencia nos retrotrae hasta las mismas cercanías de Nínive, donde estaba situada la ciudad de Resén.

Hay otra evidencia adicional que nos lleva de

vuelta a la misma antigua fuente. Es de naturaleza distinta aunque igualmente sugerente. Los romanos celebraban anualmente un festejo llamado “Fiesta de Saturno” o “Saturnalia”, durante la que los tribunales estaban cerrados, los escolares tenían vacaciones, y se suspendían todas las actividades comerciales. Una costumbre a resaltar era la “liberación” o “manumisión” de todos los esclavos, a los que se les permitía decir lo que quisieran acerca de sus amos, y que tomaban parte en un banquete revestidos de los ropajes de sus amos, los cuales les servían a la mesa. Este período de libertad duraba alrededor de una semana.

El origen de esta fiesta, según la obra de Smith Dictionary of Greek and Roman Antiquities,

no es seguro. Una leyenda lo atribuía a los pelasgos. En vista de que tantos de los rasgos de la

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primitiva cultura romana, incluyendo sus ceremonias, son atribuibles directamente a los etruscos, y de que los etruscos y los pelasgos eran a veces confundidos entre sí, parece posible que esta extraña práctica de dar a los esclavos una semana de total libertad, más aún, de licencia, fuese originalmente introducida por los etruscos.

Por ello, me parece sumamente significativo que cuando el profesor Pinches leyó un artículo

ante el Instituto Victoria titulado “Notes upon Some of the Recent Discoveries in the Realm of Assyriology”, hiciese referencia a una inscripción del célebre Gudea donde exponía que después de haber edificado Eninnu (una casa o templo), “liberó esclavitudes y confirmó beneficios. Durante siete días no se exigió obediencia, la criada fue hecha como su ama, y el siervo como su señor”. Comentando acerca de ello, el profesor Pinches observa:

“Naturalmente, los sumerios eran propietarios de esclavos, pero parecen haber sido de

disposición afable, y que daban buen trato a sus esclavos. En este caso se dice que se les dio siete días de vacaciones, y este es el único registro cuneiforme conocido con tal mención.”

Es desde luego cosa notable que haya un vacío de tantos siglos de ausencia de referencia a

esta costumbre desde Gudea hasta los tiempos romanos, pero es evidente que la costumbre fue transmitida de una u otra forma, y parece bien lógico suponer que los transmisores fueron los Racina, los descendientes de un cierto Resén que estaban familiarizados con la cultura de Asiria.

En suma, entonces, tenemos a un pueblo que se designaba como Rasena, por un antecesor

cuyo nombre podría ser una forma del más antiguo Resén, comenzando en Asiria, estableciéndose en Lidia, desde donde posteriormente emigraron al norte de Italia, y que hablaba un lenguaje ni semítico ni indoeuropeo, que eran de forma especial constructores de ciudades (como prosiguiendo la tradición de su antecesor), y que seguían produciendo obras de arte para las que se han encontrado paralelos bien exactos en el mismo lugar donde Génesis 10 dice que se edificó la ciudad de Resén.

Es bien posible que así como Sidón fue recordado por una ciudad nombrada por él,

igualmente la ciudad de Resén conmemorase a un patriarca cuyos descendientes, mucho después que la ciudad hubiera desaparecido, se multiplicaron y prosiguieron sus tradiciones heredadas de vida urbana, así como el nombre de su antecesor, y se asentasen en Etruria, donde hicieron una magna contribución al fundamento de la civilización romana que, con el tiempo, ha llegado a ser la nuestra.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 23-25

Pasemos a analizar a Mizraim, muy importante para la historia sagrada y su descendencia que también resalta por la presencia de los temibles filisteos.

Mizraim engendró a Ludim, a Anamim, a Lehabim, a Naftuhim, a Patrusim, a Casluhim, de donde salieron los filisteos, y a Caftorim.

Génesis 10: 13, 14

El siguiente nieto de Noé es Mizraim. Mizraim es la palabra hebrea para Egipto. El nombre Egipto aparece cientos de veces en el Antiguo Testamento y (con una excepción) es siempre una traducción de la palabra Mizraim. Por ejemplo, en el entierro de Jacob, viendo los cananeos el llanto de los egipcios, llamaron a ese lugar Abel-mizraim (Génesis 50: 11).

Harold Hunt, Los dieciséis nietos de Noé, 2

Ludim, uno de los hijos de Mizraim,

posee una importancia histórica, aunque algunos han intentado debatirla.

Moisés prosigue con los descendientes del segundo hijo de Cam, Mizraim, cuyo nombre posteriormente fue dado a Egipto. Algunos comentadores creen que el error de un escriba explica un supuesto cambio de Lubim (los libios) en Ludim, o lidios. Pero el nombre aparece en diferentes libros de la Biblia (1 Crónicas 1: 11; Isaías 66: 19; Jeremías 46: 9; Ezequiel 27: 10; 30: 5). Por lo tanto, es imposible suponer que hay errores en todos los pasajes donde se presenta Ludim, o Lud. En algunos de estos pasajes se mencionan tanto a Ludim cómo a Lubim, como pueblos distintos y separados. Además

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la Septuaginta tradujo Ludim como “lidios”. Este hecho hace que sea razonable una identificación con los lidios del Asia Menor, quienes deben haber emigrado del norte del África a Anatolia en los albores de su historia. Aparecieron en la planicie de Sardis, en el oeste del Asia Menor, antes de mediados del segundo milenio AC, y gradualmente se esparcieron por la mitad del país hasta el gran río Halys. Durante la supremacía de los hititas, Lidia les estuvo sometida, pero otra vez llegó a ser un reino independiente y fuerte después del colapso del imperio hitita en el siglo XIII AC. Ciro conquistó a Lidia en el siglo VI AC y la incorporó al imperio persa. Sin embargo, Sardis, su antigua capital, quedó como una ciudad importante durante muchos siglos. Todavía era una metrópoli floreciente en los comienzos del período cristiano, cuando Juan escribió su carta a la iglesia que estaba allí (Apocalipsis 3: 1-6). Sin embargo, si los Ludim de la Biblia no son los lidios históricos, deben haber vivido en algún lugar del norte del África, cerca de la mayoría de los otros descendientes de Mizraim. Si esto es así, no podemos identificar a Ludim pues no se hace mención de un pueblo tal en ningún otro registro antiguo fuera de la Biblia.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 289

El caso de Anamim, hijo de Mizraim, no es tan claro como el anterior y se han bosquejado un par de posibilidades.

Quizá los anamim fueron habitantes del oasis más grande de Egipto, cuyo nombre egipcio es Kenemet. Puesto que el sonido k frecuentemente es representado en hebreo con la consonante 'ayin con la que comienza el nombre 'Anamim, es notable la similitud de los dos nombres. Pero Albright, en 1920, partiendo del término asirio Anami, estableció una nueva identificación: Cirene.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 289

Lehabim, hijo de Mizraim, es identificado con los libios.

Los libios son llamados rbw en las inscripciones egipcias, lo que probablemente se pronuncia lebu. Figuran en registros muy antiguos representando a las tribus fronterizas con Egipto hacia el noroeste. Finalmente ocuparon la mayor parte del norte del África. En la Biblia aparecen también con el nombre de “libios” o “Libia” (ver 2 Crónicas 12: 3; 16: 8; Daniel 11: 43; Nahum 3: 9). La identificación de los Lehabim con los libios es un argumento más en contra del concepto ya visto según el cual Ludim pudiera ser un error por Lubim.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 289, 290

Poco se sabe sobre Naftuhim, otro de los hijos de Mizraim.

Es incierta la identidad de este pueblo. Quizá la mayor posibilidad es que se refiera a los egipcios del delta del Nilo. En las inscripciones egipcias este pueblo fue llamado Na-patuh, que podría ser el Naftuhim bíblico.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 290

Sigamos con los otros hijos de Mizraim y, consecuentemente, nietos de Cam.

Los patrusim fueron probablemente los habitantes del Alto Egipto. En Isaías 11: 11 Patros se presenta entre Egipto y Etiopía. El nombre Patros es la traducción hebrea del egipcio Pa-ta-res, escrito como Paturisi en las inscripciones asirias y que significa “la tierra sureña”. Ezequiel 29: 14 señala a Patros como el hogar original de los egipcios. Esto concuerda con sus propias tradiciones antiguas según las que Menes, el primer rey, el que unió la nación, vino de This, la antigua ciudad del Alto Egipto.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 290

No se ha identificado todavía [a Casluhim]. No es seguro si se pueden identificar con los habitantes vecinos a la zona del Mediterráneo ubicada al oeste de Egipto.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 290

Una mención especial requieren los filisteos, tan importantes para la historia de Israel.

Debido a que Amós 9: 7 declara que los filisteos provinieron de Caftor, la mayoría de los comentadores piensan que la palabra “Caftorim” debiera ser colocada delante de la frase “de donde salieron los filisteos”. Puesto que Caslu y Caftor fueron hijos del mismo padre, algunas de las tribus filisteas pueden haberse originado de Caslu y otras de su hermano Caftor. Los filisteos que fueron a Palestina procedentes de Creta, por vía del Asia Menor y Siria, pueden haber procedido originalmente del norte del África. Como habitantes de las regiones costeras del sur de Palestina

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jugaron un papel importante en la historia hebrea. Los filisteos son mencionados frecuentemente no sólo en la Biblia sino también en los registros egipcios, donde son llamados peleshet. Muchos relieves en piedra egipcios describen sus facciones, vestimenta y modo de viajar y pelear, añadiendo así información a la que tenemos en cuanto a ellos en la Biblia. También son mencionados en inscripciones cuneiformes con el nombre de palastu. Los griegos llamaban Palestini a la tierra de Filistea y aplicaban ese nombre a todo el país que ha sido conocido siempre desde entonces como Palestina.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 290

Este pueblo [Caftorim] es mencionado también en Deuteronomio 2: 23; Jeremías 47: 4, y Amós 9: 7. Inscripciones egipcias del segundo milenio AC aplican definidamente el nombre Keftiu a los primeros habitantes de Creta y también, en un sentido más amplio, a los pueblos costeros del Asia Menor y Grecia. Este uso de Keftiu sugiere a Creta [vea su ubicación al norte de Grecia continental] y sus migraciones a regiones costeras circunvecinas, que incluirían a Siria y Palestina. Los filisteos fueron residuos de los llamados “pueblos del mar”.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 290

De Fut, el tercer hijo de Cam (en el

orden en que aparecen en el relato lo que no asegura que estén ordenados por edad como hemos mencionado en alguna oportunidad) no se menciona su progenie.

Fut, el siguiente nieto de Noé, es el nombre hebreo para Libia. Así se traduce tres veces en el Antiguo Testamento. El antiguo río Fut estaba en Libia. En los días de Daniel el nombre había sido cambiado a Libia (Daniel 11: 43). Josefo dice, “Fut fue también el fundador de Libia y llamó a sus habitantes futitas, de sí mismo”.

Harold Hunt, Los dieciséis nietos de Noé, 2

Tradicionalmente Fut ha sido identificado como el progenitor de los libios. Esta tradición se remonta al tiempo de la LXX, que tradujo Fut como “Libia”. Probablemente es errónea esta identificación. Antiguas inscripciones egipcias mencionan una tierra africana con el nombre de Punt, Putu en los textos babilónicos, hasta la cual enviaron expediciones los egipcios desde tiempos remotos para conseguir mirra, árboles, pieles de leopardos, ébano, marfil y otros productos exóticos. De ahí que Punt fuera probablemente la costa africana de Somalia y Eritrea, y el Fut de este pasaje.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 286

La Santa Biblia dedica a Canaán, hijo de Cam, una importante referencia sobre su origen y los pueblos que descendieron de él. Vea la ubicación de Canaán en el mapa siguiente al extremo oeste de la media luna fértil.

Canaán, el siguiente nieto, es el nombre hebreo para la región que más tarde los romanos llamarían Palestina, esto es, la moderna Israel y Jordania.

Aquí debemos mirar someramente a algunos descendentes de Cam (Génesis 10: 14-18).

Está Patrusim, de donde salieron los filisteos (dando luego el nombre a Palestina) y Sidón, el fundador de la antigua ciudad que lleva su nombre, y Het, el patriarca del imperio hitita. También, éste descendiente es listado en Génesis 10: 15-18 como el ancestro de los jebuseos (Jebús era el antiguo nombre de Jerusalén - Jueces 19: 10), los amorreos, los gergeseos, los heveos, los araceos, los sineos, los arvadeos, los zemareos y los hamateos que después se dispersaron en la tierra de Canaán.

Harold Hunt, Los dieciséis nietos de Noé, 2

Algunas inscripciones jeroglíficas y cuneiformes del segundo milenio AC ubican a Canaán como la región que bordea el Mediterráneo por el oeste, que limita con el Líbano por el norte y con

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Egipto por el sur. Además es un nombre colectivo para la población autóctona de Palestina, Fenicia y las ciudades-estados hititas del norte de Siria. Los fenicios y sus colonizadores cartagineses del norte del África se referían a sí mismos como cananeos en sus monedas, hasta los tiempos de los romanos… Aunque Canaán fue hijo de Cam, el idioma cananeo fue semítico; como lo revela claramente la escritura de los cananeos. Parece que ellos adoptaron el idioma semítico en una etapa muy remota de su historia. Evidentemente, esto también sucedió con los egipcios, pues su idioma es pronunciadamente semítico. En realidad, los egipcios antiguos, cuya procedencia camítica no pondrá en duda ningún erudito, introdujeron tantos elementos semíticos en su idioma, que algunos eruditos han clasificado el egipcio antiguo como semítico. La proximidad geográfica de los cananeos con las naciones semíticas del Cercano Oriente quizá explique su aceptación del idioma semítico. La cultura babilónica, su idioma y escritura fueron virtualmente adoptados por todos los pueblos que vivían entre el Éufrates y Egipto como lo indican las cartas de Amarna del siglo XIV AC. Con referencia a las cartas de Amarna… que el idioma hablado por un pueblo no siempre es una indicación clara de la raza a la cual pertenece se demuestra por numerosos ejemplos antiguos y modernos. La conquista musulmana convirtió el árabe en el idioma hablado y escrito de poblaciones que son semíticas, y otras que no lo son, en torno del Mediterráneo meridional hasta la costa del Atlántico y también hacia el este.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 286

Y Canaán engendró a Sidón su primogénito, a Het, al jebuseo, al amorreo, al gergeseo, al heveo, al araceo, al sineo, al arvadeo, al zemareo y al hamateo; y después se dispersaron las familias de los cananeos. Y fue el territorio de los cananeos desde Sidón, en dirección a Gerar, hasta Gaza; y en dirección de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, hasta Lasa. Estos son los hijos de Cam por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones.

Génesis 10: 15-20

Trataremos primero el caso de Sidón, primer hijo de Canaán.

El puerto marítimo de Sidón, se conocía como “Sidón la grande” en el tiempo de la conquista hebrea (Josué 11: 8). Este puerto fenicio, mencionado tanto en los jeroglíficos egipcios como en los textos cuneiformes de la Mesopotamia, fue la más poderosa de las ciudades-estados fenicias de los tiempos más remotos. Muchos fenicios se llamaban a sí mismos sidonios, aun cuando en realidad eran ciudadanos de ciudades vecinas. El liderazgo de las ciudades de Fenicia pasó de Sidón a Tiro su ciudad hermana por el año 1100 AC. Los fenicios fueron amistosos con David y Salomón y también con el reino norteño de Israel, pero ejercieron una mala influencia religiosa sobre este último. Esarhaddón, pretendió haber conquistado la porción insular de Tiro, pero ésta permaneció incólume aún después que Nabucodonosor sometió la parte continental de Tiro luego de un sitio que duró trece años. Como resultado, Sidón jugó otra vez un papel importante durante el período persa, pero fue completamente destruida por Artajerjes III en 351 AC. La misma suerte le cupo a Tiro unos pocos

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años más tarde, cuando Alejandro la tomó en 332 AC poniendo así fin a la larga y gloriosa historia de las ciudades-estados fenicias.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 290 Un caso muy importante es del Het, hijo de Canaán, padre de los hititas uno de los imperios

desconocidos hasta el Siglo XIX del cual la Santa Biblia hablaba, por lo que era atacada por la alta crítica. La pala del arqueólogo le dio una vez más la razón a las Sagradas Escrituras.

Progenitor de los hititas, llamado Cheta por los egipcios y Hatti en los documentos cuneiformes. Los hititas, cuya capital estaba en el Asia Menor central, llegaron a ser un poderoso imperio en el siglo XVII AC. Dominaron una gran parte del Asia Menor y cuando trataron de extender su esfera de influencia hacia el sur, entraron en conflicto con Egipto. Este imperio hitita centralizado fue destruido posteriormente por los “pueblos del mar”, y se disgregó convirtiéndose en muchas ciudades-estados sirias. Los asirios llamaban a Siria el país de los hititas. Los textos hititas, escritos con caracteres cuneiformes y jeroglíficos de un idioma indoeuropeo, nos han dado una rica información acerca de la historia, las leyes y la cultura de esta nación. Sin embargo, probablemente los descendientes de Het fueron los “protohititas” más antiguos, cuya lengua era llamada hatili.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 290, 291

Het fue, sin duda alguna, el padre de los heteos o hititas. Sin embargo, excepto por las investigaciones de los arqueólogos nunca hubiéramos sabido cuán importantes fueron realmente los descendientes de este hombre en un punto de la historia, porque el imperio hitita desapareció completamente de la vista —o casi completamente. Esta salvedad es necesaria si admitimos alguna validez a una observación hecha por C. R. Conder. Él sostenía que cuando el imperio hitita se hundió, todos los hititas importantes o bien fueron muertos, o huyeron hacia el este. El punto de vista de Conder era que la palabra “hitita”, que aparece en cuneiforme como “Jittae”, fue llevado por el remanente de esta nación otrora poderosa en su huida al Lejano Oriente, y que fue preservada a través de los siglos en la forma más familiar de “Cathay”. Él supone que llegaron a formar una proporción no pequeña de la raza china primitiva. Desde luego, existen curiosas vinculaciones entre ellos, como su forma de vestir, su calzado con la punta de los dedos hacia arriba, la disposición del cabello en forma de coleta, etc. Las representaciones gráficas de los hititas muestran que poseían pómulos elevados, y los que han estudiado sus cráneos han observado que poseían no pocos rasgos de los mongoloides. Más recientemente, ha aparecido otra posible vinculación corroborativa con el descubrimiento de que los hititas habían dominado el arte de fundir hierro y de la doma de caballos, dos logros de enorme importancia, y que recurren en una época muy temprana de la historia de China —mucho antes que llegasen a Occidente.

Se debería observar que existe evidencia lingüística de un componente jafético en el Imperio

Hitita. A la vista de que su expansión inicial tuvo lugar en Asia Menor, no es demasiado sorprendente que se hubiera dado una mezcla de razas dentro del Imperio. Bien podría ser que hubiese una aristocracia indoeuropea, así como en un punto de la historia de Egipto hubo una aristocracia de los Reyes-Pastores (semita). George Barton observó:

“Algunas características de su habla se parecen claramente a rasgos de la familia de lenguas

indoeuropeas, pero otras características parecen denotar afinidades tártaras (esto es, mongólicas). En algunos casos se puede seguir claramente la influencia de la lengua asiria. La misma confusión se presenta cuando estudiamos las imágenes de hititas que aparecen en los relieves egipcios. Se presentan dos clases de rostros. Un tipo con pómulos elevados, ojos oblicuos, y con coleta, como el pueblo mongol y chino. El otro presenta una cabeza y rostro rasurados que se parecen algo a los primitivos griegos.”

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 21, 22 Mencionaremos ahora a un conjunto de tribus que mayormente ocuparon el territorio histórico de

Canaán. Algunos ellos tuvieron alguna intervención importante en la vida de Israel, en especial los oscuros jebuseos que fundaron Jerusalem. Otros fueron marcadamente importantes como los amorreos.

Estos habitantes [, los jebuseos,] de la Jerusalén preisraelítica parecen haber sido tan sólo

una tribu pequeña y de poca importancia, puesto que nunca han sido mencionados fuera de la Biblia

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y están limitados a Jerusalén en los registros del Antiguo Testamento (ver Génesis 15: 21; Números 13: 29; Jueces 19: 10, 11; etc.).Salomón convirtió al remanente de los jebuseos en siervos de la corona (1 Reyes 9: 20).

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291

Un poderoso grupo de pueblos, [fueron los amorreos] ubicados desde la frontera de Egipto hasta Babilonia durante la era patriarcal. Fueron los fundadores de la primera dinastía de Babilonia, de la cual Hammurabi (el gran legislador babilonio) fue el rey más famoso. Las evidencias que hay muestran que se infiltraron en Mesopotamia, Siria y Palestina a principios del segundo milenio AC y reemplazaron a las clases gobernantes de esos países. Cuando los hebreos invadieron el país, tan sólo encontraron residuos de las anteriormente poderosas poblaciones amorreas (Números 21: 21).

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291

[El gergeseo] mencionado sólo en la Biblia, este pueblo era una tribu cananea autóctona de Palestina (Josué 24: 11).

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291

Aunque son mencionados 25 veces en diversos pasajes del AT, sin embargo los heveos fueron una oscura tribu cananea. Algunos eruditos sostienen que el nombre heveo en el idioma original debería leerse “hurrita”, tal como aparece dos veces en la Septuaginta, con un cambio de una sola letra en hebreo…

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291

Este pueblo [, los araceos,] habitó el puerto marítimo fenicio de Irkata situado a unos 25 km al noreste de Trípoli, en las laderas del Líbano. El faraón Tutmosis III conquistó toda la región durante el siglo XV AC. Permaneció como posesión egipcia por lo menos durante 100 años, como lo indican las cartas de Amarna del siglo XIV. El rey Tiglatpileser III de Asiria menciona esta ciudad como tributaria suya en el siglo VIII.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291

Aunque algunos especialistas no consideran a los sineos como un grupo importante, otros estudiosos han identificado este grupo con el origen de los chinos, junto con el remanente hitita a los que absorbieron; una propuesta que resulta muy atractiva por su coherencia y novedad.

Este grupo [, los sineos,] vivió en la ciudad de Siannu que menciona Tiglatpileser junto con otros vasallos tributarios fenicios en el siglo VIII AC. Todavía es desconocida su ubicación exacta.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291

Esto nos lleva al hermano de Het, que evidentemente se llamaba Sin. De este nombre hay muchos ejemplos en formas variantes a través del Medio Oriente y hacia el Lejano Oriente. Una de las características de los pueblos camitas —usando el término “camita” en su sentido estrictamente bíblico, y no como los antropólogos lo emplean en la actualidad —es una tendencia a deificar a sus antecesores. Se ha sugerido que el Amón de los egipcios es un ejemplo de ello, donde el mismo Cam había sido deificado. La combinación en aquel mismo país de No-Amón puede ser una extensión de esta práctica al mismo Noé, que luego queda asociado con su hijo en el doble título. Lo que nos interesa aquí es que la palabra “Sin” llegó a ser el nombre de una deidad muy importante, que aparece desde tiempos muy tempranos y hasta épocas tardías en la historia de Asiria. El último rey de la Ur sumeria se llamaba “Abi-Sin”. La palabra aparece, naturalmente, en el nombre Senaquerib (Sin-ahe-erba, es decir, “Quiera el dios Sin multiplicar a [mis] hermanos”), y como Naran-Sin, etc.

Sin fue lo suficientemente importante no solo para ser deificado sino para que le dieran el

título de “Señor de las Leyes”. En un himno de Ur se dice de él que fue “él quien creó la ley y la justicia de modo que la humanidad ha establecido leyes”, y, otra vez, “el ordenador de las leyes del cielo y de la tierra”. Otra notable circunstancia puede desprenderse de esta, porque si algunos de sus descendientes se trasladaron al sur a Arabia y se establecieron en una región posteriormente conocida como el Sin-aí, entonces es posible que su reputación como gran codificador de la ley llevase a una tradición que asociase el Sinaí como un lugar donde se había originado la ley. Es posible que haya alguna relación entre esta circunstancia y la elección por parte de Dios del Monte Sinaí como el lugar donde Él dio los Diez Mandamientos. Además, según Boscawen, el título “Señor de las Leyes” atribuido al Sin deificado es, en el himno original de Ur, Bel-Terite, y la primera sílaba es una forma del término más conocido de “Baal”. Y la palabra “Terite” es la forma plural del término “tertu” que significa “ley”, que es equivalente al hebreo “Torá” (“ley”).

Así, a pesar de que el patriarca Sin recibe escasa mención en Génesis 10, fue un personaje

muy importante. Es posible también que su nombre quedase preservado en el moderno término de “China”. Aunque Perry adoptó una perspectiva de desarrollo cultural que ha quedado generalmente desacreditada debido a su excesiva simplificación, sin embargo puede estar esencialmente en lo

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cierto en las aseveraciones que hace exponiendo que la civilización china procedió de occidente. No pocos eruditos en cuneiforme han observado cuánta similitud tenía, en ciertos respectos, el sumerio con el chino. Ahora bien, Perry dice:

“Hay un dato significativo acerca del posible modo del origen de la civilización china que

desde luego merece que se le preste atención. El lugar más estrechamente asociado por los mismos chinos con el origen de su civilización es la capital de Shensi, esto es, Siang-fu (Padre Sin), Siangfu, sobre el Wei, un afluente del Río Amarillo, está cerca de importantes minas de oro y de jade.”

Es desde luego significativo que el Sinaí fuese igualmente importante como lugar minero. El

nombre “Sin”, según Dillmann, aparece en asirio en la forma “Sinau”. No sería difícil que “Padre Sin” se convirtiese en “Padre Sian”, o, con una ligera nasalización, “Siang”, en chino “Sianfu”. Los chinos tienen una tradición de que su primer rey, Fu-hi, apareció en los Montes de Chin inmediatamente después que el mundo hubiera estado cubierto de agua. El mismo Sin pertenecía a la tercera generación desde Noé, circunstancia que, si la identificación se justifica, daría un intervalo temporal aproximadamente apropiado.

Además, el pueblo que comerciaba en época temprana con los escitas, y que procedía del

Lejano Oriente, se llamaba “Sinae”, y su ciudad más importante era “Thinae”, un gran centro comercial en China occidental. La ciudad se conoce actualmente como “Thsin” o simplemente “Tin”, y se encuentra en la provincia de Shensi.

Los Sinae se hicieron independientes en China occidental, reinando allí sus príncipes durante

unos 650 años antes que finalmente consiguiesen el dominio sobre toda la tierra. En el siglo tercero AC la dinastía Tsin se hizo suprema en el Imperio. La palabra misma llegó a tener el sentido de “linaje puro”. Esta palabra fue adoptada como título por los Emperadores Manchúes, y se cree que los malayos la cambiaron a la forma “Tchina”, y que procedente de ellos los portugueses la trajeron a Europa como “China”. Hace algunos años los periódicos llevaban titulares con respecto al conflicto entre los japoneses y los chinos, donde el antiguo nombre volvió a aparecer en su forma original, porque se referían comúnmente a la guerra sino-japonesa.

Arriano hacía referencia, en el 140 DC, a los Sinae o Thinae como un pueblo en las partes

más remotas de Asia. Esto trae a la mente la referencia a los Sinim en Isaías 49: 12, que vienen “de lejos”, pero específicamente no del norte ni del oeste.

Volviendo de nuevo a la observación de

Conder respecto a la “lejana Cathay” de las referencias medievales, tendría sentido suponer que los remanentes de los hititas tras la destrucción de su Imperio se dirigieron hacia el Este y se asentaron entre los sinitas, que eran sus parientes, y que contribuyeron a su civilización con ciertos artes, principalmente la metalurgia (especialmente la fundición de hierro), y que fueron absorbidos tan totalmente que desaparecieron posteriormente de la historia como pueblo individual.

El hallazgo del hombre prehistórico en las

cuevas de Chou-kou-tien con restos esqueletales con una variancia suficiente para cubrir desde los límites occidentales de tipos en China hasta tipos del Nuevo Mundo ha parecido para muchos una clara evidencia de que los que se asentaron en el Nuevo Mundo pasaron por China. Que el Nuevo Mundo fue poblado por un grupo humano mongoloide es cosa en la que hay un acuerdo general, aunque hay alguna evidencia de un pequeño componente negroide. La evidencia, es cierto, es pequeña, pero la evidencia que tenemos me parece señalar en la misma dirección, apoyando nuestra aseveración inicial de que no solo África con sus razas negras, sino que también el Lejano Oriente y las Américas con sus razas de color fueron todos descendientes de Cam.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 22, 23

Continuaremos con el resto de los descendientes de Canaán.

Los arvadeos habitaban la antigua ciudad de Arvad, edificada en una isla cerca de la costa norte de Fenicia. La ciudad aparece repetidas veces en los registros antiguos de Babilonia, Palestina y Egipto. Inscripciones de aproximadamente el año 1100 AC dicen que Tiglatpileser I viajó en una

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cacería de ballenas con los barcos de Arvad. La mención de ballenas en el Mediterráneo durante el segundo milenio AC es significativa en relación con el relato de Jonás y con la referencia a grandes monstruos marinos en Salmos 104: 26. Ezequiel 27: 8, 11 menciona a los arvadeos como marineros y guerreros valerosos.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291

[Los zemareos fueron] también un pueblo fenicio. Simirra aparece en documentos asirios, palestinos y egipcios como una rica ciudad de mercaderes. Los faraones egipcios Tutmosis III y Seti I conquistaron la ciudad para Egipto en los siglos XV y XIV AC, pero durante el período de la supremacía asiria, Simirra, al igual que otras ciudades fenicias, se convirtió en tributario de Tiglatpileser III y sus sucesores.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291

[Hamateos]. Hamat fue una famosa antigua ciudad de Siria situada sobre el Orontes, el principal río sirio. Es mencionada tanto en los documentos egipcios como en los asirios. Tiglatpileser III la subyugó, pero pronto recobró su independencia y se unió con otros enemigos de Asiria en una lucha larga pero infructuosa contra ese imperio.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291

No se dan aquí todos los límites de la zona de los cananeos. Tan sólo se mencionan las ciudades del límite sur de la frontera oriental… Aunque no se indican específicamente los límites del este y del norte, podría suponerse con seguridad que la parte norte del desierto arábigo en el este y la ciudad siria de Hamat sobre el Orontes… en el norte marcaban los límites de la zona cananea. Los cananeos estuvieron esparcidos por todas las costas de Fenicia y Palestina.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 291, 292 7.1.3. Sem y su descendencia

La descendencia de Sem es clave para la historia sagrada pues Sem es el padre de la nación hebrea de donde desciende Israel.

También le nacieron hijos a Sem, padre de todos los hijos de Heber, y hermano mayor de Jafet. Los hijos de Sem fueron Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram.

Génesis 10: 21, 22

Después de enumerar a los descendientes de Jafet y de Cam, Moisés hace una lista de los de Sem. Su primera declaración se refiere a los hebreos que eran semitas por ser descendientes de Heber (cap. 11: 16-26). Los descubrimientos han demostrado que los habiru mencionados en inscripciones babilonias, asirias, hititas, sirias, cananeas y egipcias se encontraban entre todas estas naciones durante el segundo milenio AC y que indudablemente estaban relacionados con los hebreos. Hay razón para suponer que los habiru eran descendientes de Heber, así como también los hebreos. Asimismo, antiguas fuentes se refieren ocasionalmente a los hebreos como habiru. Pero es seguro que no eran hebreos todos los habiru mencionados en documentos que no son bíblicos. Esta excepcionalmente vasta dispersión de los habiru en muchos países del mundo antiguo quizá hubiera impulsado a Moisés a formular la extraña declaración de que Sem fue “padre de todos los hijos de Heber”.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 292 Trataremos primero de Elam, uno de los más importantes hijos de Sem. Note la ubicación de Elam

en el cercano oriente alrededor del año 1250 AC.

Este versículo lleva al lector al hogar o patria de los semitas, Mesopotamia y Arabia oriental. Elam era la región fronteriza con el bajo Tigris en el oeste y con Media en el noreste. Susa, la antigua capital de Elam (Daniel 8: 2), en tiempos posteriores llegó a ser una de las capitales del imperio persa (por ejemplo, ver Ester 1: 2). Excavaciones realizadas en Susa han proporcionado numerosos documentos escritos con caracteres cuneiformes que permiten reconstruir la más antigua historia y religión de los elamitas. Los descendientes de Elam, los semitas, se establecieron en esa región en una época muy remota, pero evidentemente se mezclaron con otros pobladores, porque su idioma, según se ha establecido a partir de los registros cuneiformes, no era semítico. Pertenece al grupo de lenguas asiático-armenoide. Las inscripciones elamitas más antiguas están escritas en idioma babilonio y sus primeros dioses fueron tomados de la región del Tigris. Sin embargo, es oscura la relación de los elamitas posteriores con otras naciones conocidas.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 292

Se creyó durante muchos años que el país designado por su nombre al este de la Mesopotamia meridional había sido colonizado por un pueblo claramente no semita, y la declaración bíblica fue puesta aquí en tela de juicio. Pero subsiguientes excavaciones han demostrado que el pueblo más primitivo que se asentó allí fue desde luego el semita. Es a menudo cierto que aparecen

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cosas que aparentemente militan en contra de la Palabra de Dios al principio, pero al final una mayor luz la vindica completamente. La persona que la acepta es como quien parece estar perdiendo una batalla pero que goza de la absoluta seguridad de alcanzar la victoria final. Esta es una posición mucho más feliz en la que encontrarse, a la larga, que estar gozando de una aparente victoria solo para encontrar al final que uno es un perdedor. Una autoridad como S. R. Driver, aunque resalta el hecho de que en tiempos posteriores los elamitas eran racialmente totalmente distintos de los semitas (con su lengua, por ejemplo, aglutinante), se vio obligado a admitir que “inscripciones recientemente descubiertas” parecen haber demostrado que en tiempos muy remotos Elam fue poblada por semitas. No pudo dejar de añadir que la aseveración bíblica probablemente se originó porque Elam dependió en tiempos muy posteriores de la semita Babilonia; asegura él a sus lectores que “es muy improbable” que el autor original de Génesis 10 pudiera haber sabido lo que ahora sabemos. Pero desde la época de Driver, adicionales excavaciones han proporcionado evidencias muy poderosas de vínculos culturales directos entre algunas de las más antiguas ciudades en Babilonia y los estratos más inferiores en Susa, la capital de Elam.

La evidencia parece ahora indicar claramente la presencia en Mesopotamia, en tiempos muy tempranos, de tres distintos grupos humanos, los sumerios (camitas), los más antiguos babilonios (semitas), y un grupo humano a quien tanto Childe como Mallowen designan propiamente como jafetitas (esto es, indoeuropeos). Como lo expresó Childe:

“A partir de registros escritos posteriores, los filólogos deducen la presencia de tres grupos

lingüísticos —”jafetitas” (conocidos solo por inferencia a partir de unos pocos nombres de lugares); semitas (hablando una lengua relacionada con el hebreo y el árabe); y los dominantes sumerios.”

La dinámica como la presenta Childe en otro estudio desvela que el primer pueblo en entrar

en Mesopotamia procedió del Este y que no eran sumerios, sino de hecho elamitas semíticos, que fundaron unas ciudades tan antiguas como Al-Ubaid y Jemdet Nasr. Estas gentes se establecieron primero en el sur y se extendieron gradualmente hacia el norte, pero sin perder los vínculos culturales que nos devuelven a Elam. Childe propone luego que siguió una segunda oleada de inmigrantes a Mesopotamia, que esta vez no eran semitas, sino sumerios, esto es, elamitas. Esta gente introdujo nuevas influencias civilizadoras que llevaron a un considerable avance cultural, hasta que, para la época del período de Uruk, y aunque todavía eran una minoría, habían llegado a tomar el poder. Mientras, más al norte, esto es, en Asiria, los semitas prosiguieron su lento desarrollo hasta que surgió en el sur un hombre a quien la Escritura designa como Nimrod, en la línea de Cam. Este se

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estableció como señor del Sur y luego viajó hasta Asiria, o, como lo expresa la Escritura, “De esta tierra salió para Asiria”. Al mismo tiempo fundó una cantidad de ciudades que se mencionan en Génesis 10 en relación con Nínive.

Mallowen resalta las distinciones

entre estos dos tipos dominantes, los sumerios y los acadios, esto es, los camitas y semitas, en este temprano período del desarrollo del país. Al mismo tiempo, también resalta que existía otro grupo, cuya existencia está bien establecida sobre bases lingüísticas. Speiser propuso la designación de jafetita para este pueblo, conocido en época muy temprana en el país montañoso al este del Tigris. Eran conocidos especialmente por lo claro de su piel. Que habían entrado en la Mesopotamia meridional al menos en algunos números en tiempos muy tempranos lo ha observado Campbell Thompson, aparte de Speiser.

Así, la imagen general, aunque los detalles no son tan claros como podríamos desear, apoya

sin embargo las implicaciones de Génesis 10, incluso permitiéndonos detectar reverberaciones de las hazañas de Nimrod, que por otra parte sigue sin identificar. Algunos han establecido un dominio del sur sobre el norte: quizá debido a Nimrod.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 25

Uno de los más importantes hijos de Sem fue Asur de quien descienden los asirios, un imperio con gran influencia en la historia de Israel.

Asiria ocupaba la parte

central del valle del Tigris, extendiéndose por el norte hasta las montañas de Armenia y por el este hasta la meseta de Media. El nombre de Asur, hijo de Sem, a su vez fue tomado por el principal dios de los asirios, por la capital más antigua del país, Asur (ahora Calah-Shergat), y por la nación misma. Asiria aparece en los registros históricos desde los comienzos del segundo milenio AC, hasta su destrucción por los medos y babilonios en la parte final del siglo VII. Durante su período más poderoso, Asiria fue el azote de todas las naciones. Nunca ha sido sobrepujada su crueldad con sus enemigos vencidos. El reino de Israel fue destruido por los asirios y apenas se libró el reino meridional de Judá.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 292

Arfaxad es el padre de la nación hebrea y forma parte de lo que se suele llamar la simiente santa (santa en el sentido de apartada para uso divino).

La región de Arfaxad, ubicada entre Media y Asiria, ha sido identificada por algunos comentadores con Arrafa. Lo más probable es que sea la antigua comarca de Arrapachitis, ubicada entre los lagos Urmia y Van. Recibió su nombre probablemente de Arfaxad (Hebreo Arpajshad). Los caldeos eran de origen arameo o estaban estrechamente relacionados con ellos. Constituían una tribu del sur de Babilonia y habitaban en una región aledaña de Ur de los caldeos. Lucharon contra los asirios, ocuparon varias veces el trono de Babilonia en el siglo VIII AC y posteriormente fundaron la gran dinastía neobabilónica de Nabucodonosor II, conquistador de Jerusalén.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 292

Fue el progenitor de los caldeos, su nombre, al parecer, corresponde a que de arp-keshed, la frontera de Caldea. Que de hecho era el antepasado de los caldeos se confirmó por las tabletas hurritas (Nuzi), que el incluyen el nombre como Arip-hurra – el fundador de Caldea. El nombre también era conocido por los acadios como Arraphu. Algunos estudiosos se han esforzado por tratar su nombre como un derivado de la frase asiria arba-kishshatu, lo que significa las cuatro esquinas

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del mundo. Los asirios conocían a sus descendientes como Kaldu, que eran matemáticos, magos y astrólogos expertos. Ptolomeo registró el nombre de su tierra como Arrapichitis, mientras que se conocía por los demás como Arphaxitis. Sus primeros asentamientos, sin embargo, parecen estar en lo que hoy es una ruina de 2,5 acres que todavía lleva el nombre de Arpachiya. Está situada a unas cuatro millas al este de la antigua Nínive, y son los restos de una muy temprana comunidad agrícola.

Bill Cooper, After the Flood, 100 (traducción del autor)

Arfaxad engendró a Sala, y Sala engendró a Heber. Génesis 10: 24

Ya hemos comentado en la Genealogía de Adán el desarrollo de la simiente santa por lo que

aquí nos concentraremos en las restantes ramas de Sem. Continuaremos con Lud, sobre el que no hay acuerdo sobre quiénes son sus descendientes.

Diferente de Ludim mencionado en el vers. 13, Lud puede ser identificado con el país de Lubdi, que aparece en los registros antiguos como una región ubicada entre el cauce superior de los ríos Éufrates y Tigris.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 292

Los primeros descendientes de Lud, los ludim, eran conocidos por los asirios y los babilonios como el Ludu. Josefo nos dice que su tierra era más adelante conocida como Lydia (una directa derivación griega del nombre Lud) que se ubica en el Asia menor occidental. (Josefo utiliza el nombre Laud). Los lidios eran famosos en el mundo antiguo por la habilidad de sus arqueros. Hablaron una lengua indoeuropea (jafética), ejemplos de lo cual pueden ser encontrados en algunos monumentos egipcios. La tierra de Lydia finalmente fue conquistado por Ciro, rey de Persia, en el año 546 AC.

Bill Cooper, After the Flood, 100 (traducción del autor)

Revisaremos a Aram, hijo de Sem, y la mención que se hace de sus 4 hijos.

Progenitor de los arameos. A comienzos del segundo milenio AC, este pueblo ocupaba la región noroeste de la Mesopotamia, pero se extendió hacia el sur en tiempos posteriores. Los arameos, en el norte, nunca se unieron como una nación, sino que estuvieron divididos en muchas tribus pequeñas y ciudades-estados. Damasco, el más fuerte de los estados arameos, fue conquistado finalmente por Tiglatpileser III en 732 AC. Este acontecimiento señala el fin de la historia política de los arameos, pero de ninguna manera el fin de su influencia cultural sobre las naciones vecinas. Estuvieron ampliamente esparcidos entre los pueblos antiguos y les transmitieron su idioma y escritura. Como resultado, el idioma arameo llegó a ser, después de muy poco tiempo, un vehículo universal de comunicación desde los límites de la India por el este, hasta el mar Egeo por el oeste, y desde el Cáucaso en el norte, hasta Etiopía por el sur. Durante siglos, el arameo permaneció como el idioma más ampliamente usado en el Cercano Oriente, y era el lenguaje común de los judíos en los días de Jesús.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 292, 293

Y los hijos de Aram: Uz, Hul, Geter y Mas. Génesis 10: 23

El nombre de Uz no sólo era el del hijo mayor de Aram sino también el del primer hijo de

Nacor (cap. 22: 21) y de un nieto de Seir, el progenitor de los horitas. Por lo tanto, es difícil limitar a Uz a una región bien definida. Por la misma razón, no es posible determinar la ubicación de Job como uno de los habitantes de la tierra de Uz (Job 1: 1), ni identificar a Sasi, el príncipe de Uz, mencionado por el rey asirio Salmanasar III. Nada se sabe de las tribus aramaicas de Hul, Geter y Mas.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 293

[Hul,] sus descendientes se asentaron al norte del mar de Galilea, donde le dieron su nombre al lago y Valle de Huleh (las aguas bíblicas de Merom, que eran conocidos por Josefo como Ul.) El lugar era conocido entre los exploradores victorianos de Palestina por sus tribus de ladrones beduinos y su de lejos poco saludables pantanos y marismas que hoy han sido drenadas, y los terrenos ganados al mar están siendo cultivados y habitados. Los israelíes modernos también han establecido una reserva natural y conocen el lugar bajo su antiguo nombre del Valle de Hula. El lago de Hula está formado por la acumulación de agua de las dos fuentes del Jordán antes de comenzar su descenso a Galilea.

Bill Cooper, After the Flood, 100 (traducción del autor)

Sus descendientes (conocidos a Josefo como Gather) se asentaron al sur de Damasco. Josefo los identifica como los bactrianos, famosos entre otras cosas por una raza de camellos. Si esta identificación es correcta o no ya no se puede determinar. Sin embargo, cabe señalar que

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Bactria fue poblada por tribus arias o jaféticas, en últimas épocas asirias, mientras que los descendientes de Gather fueron, por supuesto, semitas.

Bill Cooper, After the Flood, 100, 101 (traducción del autor)

[Para el caso de Mas,] los acadios registran el nombre Mashu, que a su vez fue conocida por los egipcios como Msh'r. También se utilizó Mishal, nombres que hacen referencia a un pueblo que habitaba en el Líbano. Sin embargo, en 1 Crónicas 1: 17, el nombre se representa como Mesec, y esto no se debe confundir con el Mesec jafético. Tal confusión se presenta en Josefo y posteriormente en el siglo IX con el historiador Nennius.

Bill Cooper, After the Flood, 101 (traducción del autor)

Y a Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg, porque en sus días fue repartida la tierra; y el nombre de su hermano, Joctán. Y Joctán engendró a Almodad, Selef, Hazar-mavet, Jera, Adoram, Uzal, Dicla, Obal, Abimael, Seba, Ofir, Havila y Jobab; todos estos fueron hijos de Joctán. Y la tierra en que habitaron fue desde Mesa en dirección de Sefar, hasta la región montañosa del oriente. Estos fueron los hijos de Sem por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones.

Génesis 10: 25-31

Existe algunas teorías sobre Peleg, hijo de Heber, que resulta muy interesante analizar.

El segundo punto a observar en esta sección de la genealogía es la nota acerca de Peleg: “en sus días fue repartida la tierra”. Las interpretaciones de esta breve nota han sido a la vez amplias e interesantes. Recientemente ha comenzado a hacerse aparente que los pelasgos de la antigüedad, que fueron grandes mercaderes navegantes y en ocasiones piratas, pueden haber recibido su nombre de Peleg en los tiempos más remotos. Superviviendo en una multitud de formas aparece un determinativo adjunto a muchas palabras que tiene el efecto de convertir la palabra en un patronímico. Esto aparece por ejemplo con “–icus”, en la palabra “Germanicus”; también con “–ico”, en la palabra “Británico”, “–ski” en muchos nombres rusos familiares, posiblemente “–cos” en la palabra “etruscos”, y “scion” en inglés. Otro término, que es el punto importante en este contexto, es “skoi”, puesto detrás del nombre más antiguo “Peleg”, que da el compuesto “Pelegskoi”. Estos son los “pelasgos”. Los pelasgos constituyen un gran misterio, porque aunque parecen haber sido muy poderosos, no está clara su procedencia ni lo que les sucedió. Cuando los tracios descendieron al Egeo desde el norte en el siglo XIV AC, desplazaron a los pelasgos del territorio que habían poseído entre el Hebrus y el Strymon. Es curioso encontrar a los pelasgos ocupando un territorio adyacente a un río, el Hebrus, con un nombre tan reminiscente de Heber, que, según Génesis 10: 25, era el padre de ellos. Después de haber sido desplazadas, estas gentes parecen haber sido absorbidas por los pueblos griegos, con los que quedaron posteriormente confundidas. Dice Munro:

La nación de los pelasgos dejó de existir como tal, adoptándose el nombre de jonios,

probablemente entre las comunidades mezcladas en el lado asiático. Quizá debido a que los pelasgos eran una nación no de habla griega, fueron más fácilmente

identificados por los griegos, que tenían la tendencia a poner a todos los extranjeros en el mismo montón, con los etruscos, que tampoco eran griegos. Sin embargo, parece que no eran, en realidad, el mismo pueblo. Así, tenemos posiblemente a un grupo de “heberitas” que adquirieron alguna notoriedad durante un tiempo en el mundo primitivo, solo para desaparecer tras ser desplazados de su emplazamiento primero y absorbidos en la mezcolanza de pueblos que habitaban en la región del Egeo.

Su antecesor, Peleg, recibió su nombre debido a un acontecimiento que ha sido diversamente

interpretado. En el Libro de Jaser (2: 11), que se atribuye a Alcuino y que es muy probablemente espurio, hay una interesante observación acerca de este hombre:

“Fue Peleg quien inventó el seto y el foso, la muralla y el baluarte; y quien repartió por suertes

las tierras entre sus hermanos.” En su Comentario, Jamieson expone su creencia de que este acontecimiento fue una división

formal de la tierra realizada por Noé, actuando por impulso divino, entre sus tres hijos. Se propone que hay una referencia adicional a este acontecimiento en Deuteronomio 32: 8 y Hechos 17: 24–26. Peter Lange hace referencia a una obra de Fabri titulada “Origin of Heathenism [El origen del paganismo]”, publicada en 1859, en la que el autor interpreta la expresión como refiriéndose a un cataclismo que partió violentamente la tierra, produciendo sus actuales masas continentales. Esto, naturalmente, fue mucho antes que Wegener, Taylor y Du Toit publicasen sus ideas acerca del concepto de la Deriva de Continentes, cuestión esta muy candente en la actualidad.

Una palabra más acerca de Peleg. En la obra de consulta International Standard Biblical

Encyclopedia se hace referencia a un fragmento de un documento geográfico procedente de

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Babilonia (80-6-17, 504) que muestra una serie de ideogramas que se leen provisionalmente como Pulukky, quizá una forma modificada de Peleg. Esto va seguido de las palabras “Sha ebirti”, que bien podría significar “Pulukku que fue de Heber”, o podría tratarse de una frase compuesta, “Pulukku-del-Vado”. Se podría concebir de un asentamiento de pelegitas que se estableciese en el río en un punto donde se pudiera vadear, siendo este río el que fue designado después como el Hebrus. Sea cual fuere la verdad de este asunto, la palabra “Peleg” parece habernos llegado de alguna forma a través del griego en la forma de “pelagos”, que significa “mar”. Si hay una verdadera vinculación, esto podría denotar otra idea, esto es, que la “división” tuvo lugar cuando los hombres comenzaron a migrar por primera vez a través de las aguas. La frase “la tierra fue repartida” podría interpretarse con el significado de “los pueblos de la tierra quedaron divididos”, esto es, por agua.

Esto es desde luego especulativo, pero en conjunto uno

abriga la impresión de que “Peleg” fue lo suficientemente importante para que su nombre fuese retenido en diversas formas que reflejan la breve anotación que aparece en Génesis 10.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 25, 26

Analizaremos ahora todo lo que se refiere a su hermano Joctán.

Joctán, hermano de Peleg, fue el progenitor de un grupo importante: los árabes de Joctán. El origen de los árabes occidentales, o cusitas, se da en Génesis 10: 7, al paso que la genealogía de los árabes descendientes de Abrahán se da en capítulos posteriores del Génesis. Un tercer grupo de árabes, que se describen aquí, parece haberse establecido en las regiones central, oriental y sudeste de Arabia. Mucho menos se sabe en cuanto a ellos que en cuanto a los otros dos grupos de árabes.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 293

Ahora se debería hacer una mención de los hijos de Joctán, trece en total, todos los cuales parecen haberse establecido en Arabia, principalmente al sur. Almodad puede quizá seguirse a Al Mudad; Selef, en Yemen, representado por Es Sulaf, y quizá los Salapeni de Tolomeo; Hazar-mavet, en la actualidad Hadramawt; Jera, colindante con el anterior, se encuentra posiblemente en el nombre de una fortaleza, Jeraj; Adoram, representado por los adramitas en el sur de Arabia, mencionados por Plinio y Tolomeo; Uzal, que es probablemente el antiguo nombre de la capital del Yemen; Dicla, un lugar de cierta importancia en Yemen, conocido como Dakalah; Obal, preservado quizá en diversas localidades en Arabia del sur con el nombre de Abil; Abimael está totalmente sin identificar; Seba podría indicar a los sabeos; Ofir, quizá representado por Afar, la capital sabea a la que se refiere Tolomeo con el nombre de Sapfara… y que quizá sea la moderna Zafar; Havila, el distrito en Arabia Felix, conocida como Jawlan; y Jobab, generalmente identificado con los jobaritas mencionados por Tolomeo entre las tribus árabes del sur, y que se sugiere que lo leyó erróneamente como Iobabitai, en lugar de un original Iobaritai.

El primer límite al que se hace referencia en Génesis 10: 30 se refiere quizá a Massa (véase

Génesis 25: 14), una tribu del norte de Arabia, a alrededor de mitad de camino entre el Golfo de Aqaba y el Golfo Pérsico. Por otra parte, hay un puerto llamado Mousa, o Mouzda, mencionado por Tolomeo, Plinio, Arriano y otros antiguos geógrafos y que quizá es el lugar que se menciona aquí. Esta era una ciudad de una cierta importancia en los tiempos clásicos, pero desde entonces ha caído en decadencia, si la moderna “Mousa” es el mismo lugar. Gesenius, por la latitud que da Tolomeo, sitúa Mesha en Maushid, en la costa occidental del Yemen. Si esto último es cierto, entonces la segunda localidad geográfica debe quizá encontrarse en Sefar, un monte al este, que debe comprenderse como el Sipar, mencionado con Elam y Susa, mencionado en un texto descubierto en Susa. Esta nota en Génesis 10 significaría entonces que los trece hijos de Joctán se establecieron entre estos dos puntos, y el emplazamiento de Ofir parecería localizado dentro de la península, no en la desembocadura del Indo, como algunos han pensado.

Ha habido muchas ocasiones en las anteriores consideraciones para observar lo que es solo

de esperar de esta época tan temprana, esto es, la proximidad entre sí de representantes de las tres ramas de la familia de Noé. No se debe pensar ni por un momento que los semitas, camitas y jafetitas se fueron cada uno por su camino sin mezclas matrimoniales y el consiguiente mestizaje. Por ello, no debería sorprendernos encontrar en esta Tabla que el mismo nombre pueda reaparecer en dos diferentes secciones de la familia de Noé. Así, leemos de dos personas llamadas Seba, una en el versículo 7 como hijo de Cus, y otra en el versículo 28 como hijo de Joctán. Rawlinson explica cómo la evidencia lingüística demuestra la existencia temprana de al menos dos razas en Arabia: “una, en las regiones septentrional y central, semítica, y hablando la lengua usualmente conocida como árabe; y otra en las regiones más meridionales, que es no semítica, y que por el parecido de su

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lengua con los dialectos de los aborígenes de Abisinia, los descendientes de los antiguos etíopes, merece ser llamada etiópica o cusita”. Por tanto, aquí no tenemos el caso de una duplicación errónea, sino de una confirmación indirecta de la veracidad del registro, porque hubiera sido cosa más sorprendente si en aquel tiempo no se hubieran repetido nombres entre las diferentes familias.

Arthur C. Custance, El Origen de las Naciones, 26, 27

El nombre Almodad no se ha encontrado todavía en fuentes que no sean bíblicas. Por lo tanto, no es posible ninguna identificación fuera de la breve información de este texto. Selef puede haber sido un pueblo arábigo, los salapenes mencionados por Tolomeo.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 293

[Hazar-mavet puede haber sido] el Hadramaut de las inscripciones del sur de Arabia, una región rica en incienso, mirra, y áloe. Sus antiguos pobladores rendían culto a la diosa luna Sin y a Hol su mensajero. Nada se sabe de la tribu árabe de Jera.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 293

[Adoram puede ser el antepasado de] las tribus arábigas meridionales de los adramitas. Uzal pudo haber estado en el Yemen. Dicla no ha sido todavía identificada.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 293

Como ya se ha notado en relación con la explicación de Seba, cusita del sur de Arabia (vers. 7), los sabeos de Joctán son probablemente árabes del norte que llevan ese nombre. Son mencionados en las inscripciones de Tiglatpileser III y Sargón II (siglo VIII AC) como aliados de los aribi. Nada se sabe de Obal y Abimael.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 293

[Ofir] designa tanto a un pueblo como a una comarca. Aunque se menciona frecuentemente en el AT, todavía es desconocida su ubicación exacta. Puesto que los barcos de Salomón necesitaron tres años para completar un viaje desde el puerto del mar Rojo, Ezión-Geber (1 Reyes 9: 28; 10: 11, 22; etc.), Ofir debe haber sido una tierra distante. Los eruditos la han identificado con una región del sudeste de Arabia, con una franja de la costa oriental del golfo Pérsico llamada Apir por los elamitas, o con la India. Los productos importados de Ofir: oro, plata, marfil, monos y pavos, podrían favorecer su identificación con la India más bien que con Arabia. Si Ofir estuvo en la India, es difícil explicar por qué todos los otros descendientes identificables de Joctán emigraron hacia el este, al subcontinente de la India, después de que se escribió el Génesis; porque Moisés coloca a todos los descendientes de Joctán dentro de límites geográficos definidos (ver vers. 30). De acuerdo con otra explicación, el Ofir del cuadro de las naciones estuvo en Arabia, al paso que el de las expediciones de Salomón estuvo en la India. Sin embargo, la última evidencia disponible, basada en inscripciones egipcias, parece identificar a Ofir con Punt, que se entiende que es la región de Somalia.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 293, 294

Los lugares mencionados no pueden ser identificados con certeza. Mesa quizá es Mesena en el extremo noroeste del golfo Pérsico y Sefar es posiblemente la ciudad de Saprafa de Tolomeo y Plinio, ahora Dofar, en la costa sudeste de Arabia. Una alta montaña que está en las inmediaciones de Dofar, que corresponde con “la región montañosa del oriente” mencionada en el Registro sagrado, parece favorecer esta identificación.

Comentario Bíblico Adventista, Tomo I, 294 7.2. Conclusiones

La genealogía presentada nos permite extraer las siguientes conclusiones: 1. Es evidente que la información que llevó a Moisés a plasmar el contenido de la tabla de las

naciones escapa a las posibilidades aún de un muy bien informado hombre de aquel tiempo. 2. La revelación de esta historia de los pueblos del mundo no tiene parangón en las culturas

más antiguas; egipcios, asirios, sumerio, elamitas u otros no poseen registros con esta amplitud ni certeza.

3. La propia modestia, natural dicho sea de paso, con la que el autor coloca su propio pueblo como surgiendo casi un milenio después contrasta con las típicas historias semi mitológicas que los pueblos tienen de sus propios inicios.

4. Todo esto apunta a una revelación divina que no está al alcance de los seres humanos lo que sirve, una vez más, para sustentar la afirmación que la Santa Biblia es la Palabra de Dios y que es capaz de resistir el reto de la historia, la arqueología, la lingüística y todas las ramas afines que descubren para nosotros el mundo del pasado lejano.

5. Es interesante comprobar como el estudio de una multitud de especialistas de diferentes religiones, sustentado en las obras de historiadores (que escribieron en lo que se conoce como la Edad Antigua) corroboran este análisis, que posee una gran connotación religiosa y

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reivindicativa para las Sagradas Escrituras. 6. El enfoque de esta genealogía también desmonta la idea de una raza aparentemente maldita,

la negra, a la que se ha trasladado la culpa de Cam. Esto lo digo, por el pensamiento de algunas religiones cristianas inclusive. Note las declaraciones de Brigham Young, profeta de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, conocidos también como mormones, asegurando contra todo concepto bíblico que los negros descienden de Caín: Se ven algunas clases de la familia humana que son negras, toscas, mal parecidas,

desagradables y de malas costumbres, salvajes, y al parecer privadas de casi todas las bendiciones de la inteligencia, las cuales son generalmente otorgadas al género humano. El primer hombre que cometió el odioso crimen de matar a uno de sus hermanos será maldecido por el plazo de tiempo más largo entre todos los hijos Adán. Caín matό a su hermano. Caín pudo haber sido asesinado, y eso hubiese puesto fin a esa raza de seres humanos. Sin embargo, eso no sería lo que ocurriría, pues el Señor puso sobre él una señal, la cual viene siendo la nariz chata y la piel negra. Si se traza el género humano hasta el Diluvio Universal, se verá que desde aquel entonces otra maldición se pronuncia sobre la misma raza--la cual es que ellos se convertirán en “la servidumbre de los sirvientes” y lo seguirán siendo hasta que la maldición se revoque; y ni los Abolicionistas podrán cambiar, ni alterar ese decreto en la más mínima forma. ¿Hasta cuándo sufrirá esa raza la espantosa maldición que prevalece sobre ella? Esa maldición perdurará sobre ella, y nunca podrá recibir el Sacerdocio, ni compartirlo, hasta que los otros descendientes de Adán hayan recibido las promesas y hayan gozado de las bendiciones del Sacerdocio y de las llaves de su autoridad. Hasta que los últimos del residuo de los hijos de Adán se hayan elevado a la posición favorable, los hijos de Caín no podrán recibir las primeras ordenanzas del Sacerdocio. Fueron los primeros maldecidos, y serán los últimos a quienes se les revocará la maldición. Cuando el residuo de la familia de Adán se presente a recibir sus bendiciones, entonces la maldición se revocará de la simiente de Caín, y ellos recibirán bendiciones en iguales proporciones (Journal of Discourses [Diario de Discursos], vol. 7, págs. 290-1; ref.c. vol. 2, pág. 143, y vol. 11, p. 272).

Rob Sivulka, El racismo en el mormonismo, 1 Igualmente, causa preocupación lo que El Libro de Mormón dice en tanto a la causa por la

cual Dios declaró la maldición del cutis obscuro sobre los lamanitas; pues, fue como resultado de sus iniquidades (2 Nefi 5: 21 y Alma 3: 6 ff.). En el versículo de 2 Nefi 5: 21, también se explica que Dios causó esta obscuridad de la piel para que no atrajeran a los de su pueblo. Aún más, el versículo 24, continúa explicando que la maldición de la piel obscura causó que los lamanitas se convirtieran “en un pueblo ocioso, lleno de maldad y astucia, que se dedicó a cazar las fieras del desierto”. Los dos versículos de 2 Nefi y Alma 3 también implican que se prohíbe la mezcla de las razas blancas y obscuras, pues “malditos sean los descendientes de aquel que se mezcle con la posteridad de ellos; porque serán maldecidos con la misma maldición. Y el Señor lo dijo, y así fue hecho” (2 Nefi 5: 23; ref.c. Alma 3: 9). Por último, en los versículos de 3 Nefi 2: 14-16 se dice que cuando los lamanitas arrepentidos se unieron a los nefitas, “se les fue quitada su maldición, y su cutis se volvió blanco como el de los nefitas”.

Rob Sivulka, El racismo en el mormonismo, 1 Contrario a la creencia común en el Mormonismo, la señal que Caín recibió fue para su bien,

y no para su maldición (Génesis 4: 15). Fue una señal de protección contra los que intentaran matarlo. Tampoco se dice que tal señal pasaría a su posteridad, ni que haya sido una señal relacionada al color de la piel. Sin embargo, Bruce McConkie, una de las Autoridades Generales de Iglesia Mormona declaró:

Los que fueron menos valientes en la pre-existencia, y por lo tanto se les impusieron ciertas

restricciones espirituales durante el estado mortal, sabemos que son los negros. Tales espíritus se enviaron a la tierra por medio del linaje de Caín, la señal que se les puso por su rebeldía contra Dios y asesinato contra Abel siendo su piel negra… Los negros no son iguales a las otras razas, tocante al otorgamiento de ciertas bendiciones espirituales, particularmente la del Sacerdocio y la de las bendiciones asociadas con el templo; pero estas desigualdades no fueron originadas por el hombre. Proceden del Señor, basadas en sus leyes eternas de justicia, y crece de la falta de valentía de ellos, concerniente a su primer estado de existencia (Mormon Doctrine [Doctrina Mormona], impreso en 1978, #24, pp. 527-8. El Profeta Joseph Fielding Smith básicamente dijo lo mismo sobre la falta de valentía de los negros en su estado de existencia pre-mortal en Doctrines of Salvation [Doctrina de Salvación], vol. 1, pags. 66-7).

Rob Sivulka, El racismo en el mormonismo, 1

7. La tabla de las naciones establece además un reto a la evolución al establecer sin dudas el origen común de todos los seres humanos y que el hombre es en realidad una sola raza. Por supuesto, el racismo, consecuencia parcial de la teoría de la evolución queda sin sustento.

8. El suponer que algunas razas se desarrollaron más (evolucionaron más) a partir de los animales, abre la puerta al racismo y a la supuesta superioridad de las razas; algo que ha llevado a crímenes atroces a lo largo de la penosa historia de la humanidad.

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9. Por otro lado, el hecho que de Cam surgieran las llamadas raza negroide y mongoloide (responsable luego por toda la migración a América) cambia totalmente el enfoque bajo el que deben ser vistos los pueblos que descendieron de los 3 hijos de Noé.

10. Un análisis como el realizado, desde la perspectiva de Israel y la historia sagrada que contiene el Libro de los Libros, nos muestra la relación de las naciones que participan en el devenir histórico del pueblo escogido.

8. Material complementario 8.1. Racismo y ciencia

El mal del racismo está extendido en el mundo. Mientras algunos pensadores europeos hablan de la superioridad de la raza aria, como concepto filosófico, otros dejando la filosofía toman las armas y realizan limpiezas étnicas como hemos visto lamentablemente aún durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque muchas personas, que tiene incorporado el virus del racismo sin aceptarlo plenamente, no harían una cosa tan salvaje como esta, el desprecio a supuestas razas inferiores existe.

En opinión de muchos, a los que me adhiero, la teoría de la evolución ha creado un caldo de cultivo

apropiado al desarrollo de este modelo de pensamiento, aunque es justo decirlo ya existía mucho antes que apareciera Darwin.

Es increíble, por ejemplo, que en el Siglo XX un

pigmeo haya sido expuesto en la jaula de un animal durante una feria científica y luego en un zoológico en los Estados Unidos durante 2 años. El terrible suceso ocurrió entre 1904 y 1906 cuando Ota Benga fue liberado del Zoológico del Bronx. En su increíble cautiverio era expuesto para la vista de miles de personas, mayoritariamente cristianas, cada día como un espécimen subhumano, para pasar luego la noche en su jaula junto, de acuerdo al pensamiento de estos pseudo científicos, a “otros” simios. Nunca pudo sobreponerse a esta humillación y a pesar de los esfuerzos de quienes lo salvaron de esta situación, terminó suicidándose con una pistola que había robado.

La evolución darwiniana fue (y sigue siendo)

intrínsecamente una filosofía racista, enseña que diferentes grupos o “razas” de personas evolucionaron a

velocidades y tiempos diferentes, así que algunos grupos son más parecidos a sus monos-antepasados que otros. Los aborígenes australianos, por ejemplo, eran considerados los eslabones perdidos entre un antepasado simio y el resto de la humanidad. lo que dio lugar a terribles prejuicios e injusticias hacia los aborígenes australianos. Un portavoz evolutivo importante, Gould, dijo que “argumentos biológicos para el racismo puedan haber sido común antes de 1850, pero aumentaron en órdenes de magnitud después de la aceptación de la teoría evolucionista”.

Actitudes racistas alimentadas por el pensamiento evolucionista fueron en gran parte

responsables de que un pigmeo africano realmente fuera mostrado junto a un orangután en una jaula en el zoológico del Bronx.

Ken Ham, The Races of Men, 2 (traducción del autor)

El pensamiento general de la existencia de razas no tiene sustento científico, como ya probamos que tampoco tiene soporte escriturístico, siendo más bien un constructo social.

Como resultado de la evolución darwiniana, mucha gente comenzó a pensar en términos de

los diferentes grupos alrededor del mundo como que representan diferentes “razas”, pero dentro del contexto de la filosofía evolucionista. Esto ha resultado en que muchas personas hoy en día, consciente o inconscientemente, tienen arraigados prejuicios contra ciertos grupos de personas.

Sin embargo, todos los seres humanos en el mundo de hoy se clasifican como Homo sapiens

sapiens. Hoy, los científicos admiten que, biológicamente, existe sólo una raza de seres humanos. Por ejemplo, un científico en la Convención sobre Adelanto de la Ciencia en Atlanta declaró, “raza es una construcción social que se deriva principalmente de la percepción condicionada por los acontecimientos de la historia y no tiene ninguna realidad biológica básica”. Esta persona llegó a decir, “Curiosamente, la idea viene muy cerca a ser de fabricación estadounidense”.

Informando sobre la investigación realizada sobre el concepto de raza, la página de ciencia

del estadounidense ABC News afirmó, “más y más científicos encuentran que las diferencias que

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nos dividen son culturales, no raciales. Algunos incluso dicen que la palabra “raza” debería ser abandonada porque tiene sentido”. El artículo continúa diciendo que “aceptamos la idea de raza porque es una forma cómoda de poner a la gente en categorías, con frecuencia para suprimirlos...” El ejemplo más horrible fue proporcionado por la Alemania de Hitler. Y el prejuicio racial sigue siendo común en todo el mundo.

Ken Ham, The Races of Men, 2 (traducción del autor) Ya hemos mencionado en este documento que no existen diferencias genéticas significativas entre

las personas que pertenecen a estos grupos, comúnmente llamadas razas, y en todo caso las diferencias no son mayores que las que existen entre individuos dentro del grupo. Esto certifica científicamente que el racismo no es una conclusión basada en la ciencia. Como tampoco está basada en la Santa Biblia podemos concluir que es un constructo social, una idea de supremacía sin otro sustento que el pretencioso corazón del hombre.

Aunque mencionarlo parece ser hasta innecesario, está más que probada la posibilidad de tener

descendencia entre personas provenientes de los más diversos grupos humanos.

8.2. Surgimiento de las razas Una gran porción de la población que ha bebido naturalmente de las fuentes evolucionistas (que

muchos sin saber consideran una realidad y no una teoría) perciben las diferencias entre los grupos raciales y les parece que debe haber alguna razón científica para estas diferencias y esto los lleva de vuelta al origen: la evolución.

Existe, en cambio, otra forma de explicar las diferencias de apariencia (recuerde que ya probamos

que las diferencias genéticas son virtualmente inexistentes) que se perciben entre estos grupos raciales: la micro evolución o adaptación. Uno de ellos es el color de la piel (tal vez el de mayor significación para la gran mayoría). En realidad no es que los seres humanos tengamos distintos colores, la realidad es que apenas tenemos una diferencia de tonos.

Virtualmente casi todos los evolucionistas ahora estarían de acuerdo que los distintos grupos

de personas no tienen orígenes separados; es decir, en el sistema de creencias evolucionista, los diferentes grupos no evolucionaron cada uno de un grupo diferente de animales. Así que ellos estarían de acuerdo con los creacionistas bíblicos que todos los grupos de personas proceden de la misma población original. Por supuesto, ellos creen que tales grupos como los aborígenes y los chinos han tenido muchas decenas de miles de años de separación. La mayoría de las personas cree que hay tantas grandes diferencias entre los grupos que han tenido que transcurrir muchos años para el desarrollo de estas diferencias ocurra de alguna manera.

Una razón para esto es que mucha gente cree que las diferencias observables provienen de

algunas personas teniendo características únicas en su composición hereditaria de la que otros carecen. Esta es una idea comprensible pero incorrecta. Echemos un vistazo a color de la piel, por ejemplo. Es fácil pensar que dado que distintos grupos de personas tienen piel amarilla, piel roja, piel negra, piel blanca y piel morena, [como se les suele llamar a estos colores de piel] debe haber muchos diferentes pigmentos o colorantes de la piel. Y dado que diferentes productos químicos para colorear significarían una receta genética o código diferente en el plano hereditario en cada grupo de personas, esto parece ser un problema real. ¿Cómo podrían desarrollarse todas esas diferencias dentro de un corto plazo? [Éste es un punto de vista importante para los que creemos en una tierra joven.]

Esto sucede así. Todos tenemos el mismo pigmento para colorear en nuestra piel: melanina.

Se trata de un pigmento marrón oscuro que todos tenemos en las células especiales en nuestra piel. Si no tenemos ninguno (como la gente llamada albinos, que sufren de un defecto heredado causado por una mutación, por lo que carecen de la capacidad de producir melanina), entonces tendremos una coloración de piel muy blanca o rosa. Si producimos poca melanina, significa que seremos un

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blanco europeo. Si nuestra piel produce una gran cantidad de melanina, seremos de un color negro muy oscuro. Y, por supuesto, son todos tonos de marrón. No hay otros pigmentos de la piel que sean significativos.

Ken Ham, The Races of Men, 5, 6 (traducción del autor) Los científicos sostienen que independiente del grupo racial al que pertenecemos todos tenemos

además del color propio de la piel (que depende de la melanina que producimos en los melanocitos), un potencial de melanina que permite algunos cambios dependiendo de la cantidad de luz solar.

¿Qué hace la melanina? Protege la piel contra el daño causado por la luz ultravioleta del sol. Si usted tiene demasiado poca melanina en un ambiente muy soleado, más fácilmente podría sufrir de cáncer a la piel y quemaduras de sol. Si usted produce una gran cantidad de melanina, y vive en un país donde hay poco brillo solar, es mucho más difícil para su cuerpo obtener las cantidades adecuadas de vitamina D (que necesita del sol para ser producida por su cuerpo). Entonces usted puede sufrir de deficiencia de vitamina D, lo que podría causar un desorden en los huesos, como el raquitismo.

También necesitamos tener en cuenta que uno no nace con una cantidad fija genéticamente

de la melanina, sino con un potencial genético fijo para producir una cantidad determinada, que aumenta en respuesta a la luz solar. Por ejemplo, si está en una comunidad caucásica, usted puede haber notado que cuando sus amigos salen rumbo a la playa en el comienzo del verano, si permanecieron tiempo en interiores [sin exponerse al sol] durante el invierno, todas ellas tendrán más o menos el mismo color blanco pálido. Conforme avanzaba el verano, sin embargo, algunos llegarán a tener una piel más oscura que otros.

Ken Ham, The Races of Men, 6 (traducción del autor)

Suponiendo que uniéramos a dos personas: una blanca y la otra negra, sus hijos podrían ser absolutamente blancos o absolutamente negros (como uno de sus padres) o tener toda una gama de tonos entre ellos. Si uno de estos hijos fuera separado en un grupo con otros como él podría crear una población con una tendencia natural a uno de los tonos mencionados.

Noé y su familia tuvieron probablemente un color marrón promedio, con genes para pieles claras y oscuras, porque una piel media parecería ser la más conveniente (suficientemente oscura para proteger contra el cáncer de piel, sin embargo, permitiendo recibir la luz suficiente para la producción de vitamina D). Como todos los factores para el “color” de la piel estaban presentes en Adán y Eva, probablemente hubieran sido de marrón promedio. De hecho, la mayoría de la población mundial hoy en día es todavía marrón promedio.

Después del diluvio, por unos pocos siglos hasta Babel, había sólo una lengua y un grupo

cultural. Así, no hubo barreras al matrimonio dentro de este grupo. Esto tendería a mantener el color de la piel de la población lejos de los extremos. La piel muy oscura o muy clara pudo aparecer, por supuesto, pero como la gente podía moverse en cualquier dirección al casarse, con alguien menos o más oscuro que ellos mismos, se aseguraba que el “color” promedio se mantuviera más o menos igual.

Ken Ham, The Races of Men, 10 (traducción del autor)

Podría añadir algún concepto diferente a la evaluación que hace este autor. Independientemente del color original de la pareja edénica (Ellen G. White dice que eran rosados. Recordemos que la palabra Adán viene del color “rojo” de la tierra o arcilla), la caída en el pecado, que produciría un cambio en la naturaleza, produjo también cambios en el ser humano. Dios pudo en ese momento haber preparado mejor al hombre para enfrentar los climas más extremos, proveyéndole un potencial de melanina mayor que el que tenía al comienzo.

Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta

simetría. Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida. La estatura de Adán era mucho mayor que la de los hombres que habitan la tierra en la actualidad.

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Eva era algo más baja de estatura que Adán; no obstante, su forma era noble y plena de belleza. La inmaculada pareja no llevaba vestiduras artificiales. Estaban rodeados de una envoltura de luz y gloria, como la que rodea a los ángeles. Mientras vivieron obedeciendo a Dios, este atavío de luz continuó revistiéndolos.

Ellen G. White, Patriarcas y Profetas, 26

Hemos hablado de otros caracteres secundarios de la apariencia, como la forma de los ojos, que podrían haberse hecho más comunes en unos grupos más que en otros bajo la misma lógica que el cambio de coloración o tono de la piel.

Lo mismo sería cierto de otras características, no sólo el “color” de la piel. Bajo este tipo de circunstancias, las distintas diferencias en apariencia nunca surgirían [dentro del grupo antes de Babel]. Esto es cierto para los animales, así como para las poblaciones humanas, como todo biólogo sabe. Para obtener tales líneas separadas, sería necesario un grupo grande se divida en grupos más pequeños que se mantuvieran separados, es decir, no más mestizaje.

Ken Ham, The Races of Men, 11 (traducción del autor) 8.3. El misterio del lenguaje

De acuerdo al relato bíblico, después del diluvio Dios confundió las lenguas de quienes intentaban construir una torre que los llevara hasta el cielo. Para quienes creemos en la Santa Biblia esto muestra el origen de la gran variedad de lenguas que hoy se utilizan en nuestro mundo. Evidentemente con el pasar de los años desde Babel, donde en mi opinión se crearon las lenguas madres, hoy tenemos un conjunto de familias de lenguas donde se puede percibir un origen común.

Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que

cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.

Génesis 11: 1-9 Cuando uno no toma en cuenta el relato bíblico, pues considera que la evolución nos ha traído hasta

donde hoy nos encontramos hay una primera pregunta que responder: ¿cómo surgió el lenguaje? Suponer que el lenguaje surgió como un desarrollo basado en gritos de criaturas salvajes hasta convertirse en un complejo código de comunicación parece poco verosímil.

Hace muchos años Humboldt observó que si hubo una transición de animal a hombre, esta transición tuvo lugar con la adquisición del habla. Pero añadió, con un profundo criterio, que para poder hablar, el hombre ya tenía que ser humano. Así, el problema de explicar el origen del habla se le aparecía como irresoluble. Y aparte de la revelación, lo sigue siendo.

Debido a la influencia de las teorías de Darwin, por un tiempo pareció innecesario poner en

tela de juicio que el habla humana hubiera derivado de gritos de animales. Esencialmente las dos cosas eran lo mismo; se trataba solo de una cuestión del grado de complejidad. Siguiendo en los pasos de los primeros antropólogos sociales, que estaban ordenando las diversas culturas primitivas en una secuencia de más simple a más compleja, con lo que se ilustraba la supuesta ascensión del hombre al Parnaso, los que filosofaban sobre el lenguaje daban por supuesto que los extraños gruñidos, chasquidos y muecas de los “salvajes” más inferiores constituían evidencia de que el habla, como todo lo demás, había evolucionado mediante pasos apenas perceptibles de lo simple a lo complejo.

Arthur C. Custance, ¿Quién enseño a hablar a Adán?, 1

Como estamos viendo, esta aparente lógica de pasar de un “lenguaje poco complejo” de gritos y gruñidos a uno bien estructurado parece poco probable para los expertos, que encuentran probablemente lo contrario al analizar a algunas, supuestamente, poco avanzadas civilizaciones.

Pero poco a poco se fue haciendo evidente que el problema era más difícil. Para empezar, unos estudios más prolijos de las sociedades más primitivas, realizados por estudiosos que permanecieron suficiente tiempo sobre el terreno para aprender el uso de los lenguajes nativos que estaban estudiando, comenzaron a desvelar que, lejos de ser simples, eran lenguajes sumamente

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complejos. Lo cierto es que en muchos casos resultaron ser tan ricos en léxico que una autoridad como Levy-Bruhl llegó incluso a dudar (quizá de forma injustificada) si pensaban como nosotros. La diferencia ya no podía medirse más en términos de “elevado” e “inferior”, sino como de diferentes maneras de concebir la realidad, y desde luego, desde cierto punto de vista, de una forma más compleja de contemplarla. G. G. Simpson observó con razón:

“En la actualidad no hay lenguas primitivas en el sentido de que estén significativamente

cercanas a los orígenes del lenguaje. Incluso los grupos humanos con la cultura menos compleja poseen lenguajes sumamente sofisticados, con una gramática compleja y con grandes vocabularios capaces de designar y discurrir acerca de cualquier cosa que se dé en el ámbito ocupado por sus hablantes.”

Eric Lenneberg ha dicho que las lenguas primitivas demandan en realidad más inteligencia

para aprender que nuestros lenguajes, con toda la consideración que reciben de sofisticados. Recientemente parece haber quedado confirmado que el lenguaje de una naturaleza sumamente abstracta tiene que haber acompañado al hombre en tiempos muy tempranos, según comunicación de Alexander Marshack de lo que parece tratarse claramente de notaciones matemáticas sobre unos fragmentos óseos datados (aproximadamente) entre 15.000 y 13.000 AC. [No podemos estar de acuerdo con las fechas propuestas pero evidentemente para el autor se trata de señalar épocas protohistóricas o muy iniciales.]

En realidad, cuanto más simple la cultura, tanto más complejo en este sentido iba a resultar

su lenguaje. Evidentemente, por tanto, todo el concepto de disponer estas culturas a lo largo de una escala evolutiva era totalmente erróneo. El abandono de este principio abrió el camino para una investigación más cuidadosa del origen del habla humana, y la atención se dirigió al problema desde varias perspectivas diferentes. Para empezar, se buscó una respuesta a estas preguntas: ¿Cuál es la naturaleza del habla humana?, y ¿”hablan” realmente los animales entre sí? Si es así, ¿están relacionadas ambas formas de comunicación, o son comparables? Si no es así, no podemos derivar fácilmente la una de la otra. Debido a que varios investigadores llegaron a una conclusión negativa, como veremos, el origen del habla humana permaneció como un profundo misterio.

Un adicional trabajo de investigación pronto desveló otras complicaciones. Siempre se había

supuesto que el habla era instintiva. Pero el descubrimiento ocasional de niños “salvajes” o ferales sin habla, demostraba de forma clara que el lenguaje surge solo donde ha habido contacto social. Además, este contacto se debe establecer con individuos hablantes, porque se descubrió también que alguna otra persona tiene que iniciar el proceso para cada uno de nosotros. La mera compañía no inicia la comunicación mediante el habla. Sin la chispa procedente de una parte ya poseedora de esta facultad, no hay conversación.

Tras haber llegado a este punto, se pensó que los seres humanos deberían ser capaces de

alentar a hablar a los animales, a no ser que los órganos del habla fuesen diferentes en éstos. Con el curso del tiempo se concluyó, tras investigar la anatomía de los simios superiores, que los órganos de ciertos animales no son fundamentalmente diferentes, y que por ello mismo deberían poder llegar a hablar como nosotros. Y desde luego hay algunas criaturas como los loros que, aunque no se encuentran evolutivamente en la [supuesta] línea directa de la ameba al hombre, pueden aprender con éxito a reproducir todos los sonidos del habla común. Sin embargo, los simios y los monos no pueden hablar... Y como observó con razón J. B. Lancaster: “Cuanto más se sabe acerca (del sistema de comunicación de los monos y de los simios), tanto menos parecen servir de ayuda estos sistemas para ayudar en la comprensión del lenguaje humano.”

Y G. G. Simpson, comentando acerca de esto, escribió: “Se han hecho muchos otros intentos por determinar el origen evolutivo del lenguaje y todos

han fracasado.” ¡Quizá el lenguaje no surgió en absoluto por evolución! Por otra parte, la historia pronto

proporcionó casos de seres humanos que carecían de todas las facultades normales del habla, esto es, vista, oído y voz, y que sin embargo aprendieron a hablar (con los dedos, naturalmente) y a comunicar ideas a un nivel sumamente elevado de abstracción. Esto, de nuevo, parecía indicar que el verdadero secreto reside en la estructura del cerebro, o en alguna otra cualidad de la naturaleza humana, y no en los órganos vocales.

Por ello, se concluyó que debió aparecer de repente alguna novedad genética que alterase

la estructura del cerebro humano de alguna forma actualmente desconocida, abriendo el camino para el surgimiento de esta facultad peculiarmente humana. Pero esto no da respuesta al problema principal, incluso si se pudiera demostrar la existencia de una mutación de esta naturaleza. Porque tenemos el registro del caso de dos niñas ferales, que crecieron totalmente en un ambiente salvaje, sin ninguna compañía humana aparte de que estaban juntas en su aislamiento, que nunca entre

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ellas hablaban una sola palabra de ninguna forma. Así, encontramos que incluso la presencia de otro ser humano, y la posesión de un cerebro verdaderamente humano (porque posteriormente se les enseñó a hablar, aunque aprendieron con limitaciones) no constituyen por sí mismos el marco suficiente dentro del que el habla tenga que surgir de manera inevitable.

Arthur C. Custance, ¿Quién enseño a hablar a Adán?, 1, 2

Como diría Sheldon Cooper: ¡Fascinante! ¿verdad? Estos estudiosos sostiene además que retroceder hasta una primera pareja humana, aún como producto de la evolución, no sirve para resolver el problema, tampoco si fueron una multitud de parejas que surgieron en diferentes lugares y diferentes tiempos. El problema sigue siendo el mismo, se necesita siempre alguien que ya conozca el lenguaje, por lo que la ciencia no es capaz de resolver este enigma científico.

Así que seguimos todavía con el

problema de quién inició el proceso, porque alguien tiene que iniciar el proceso. Aunque es cierto que algunas autoridades creen que la raza humana puede ser una amalgama de diversas líneas distintas y de origen independiente que surgieron de formas inferiores de vida, hay muchos otros que también proponen un origen evolutivo para el hombre, pero que mantienen que tiene que haber derivado de una sola línea. En esta sola línea debemos tener un primer hombre y una primera mujer. Poco importa el nombre que les demos, sea Adán (que sencillamente significa “hombre”) y Eva (que realmente significa “portadora de niños”, esto es, “madre”), o alguna designación más técnica, seguimos tratando con las mismas dos personas. ¿Qué explica que comenzasen a hablar entre sí, y que esto haya continuado allí adonde se encuentran sus descendientes? Y ello sin excepción, porque no se conoce ningún pueblo sobre la tierra sin un lenguaje plenamente desarrollado. Se conocen grupos humanos en una u otra parte del mundo carentes de casi todas las facultades que consideramos como esencialmente humanas, incluso sin afecto materno, pero no se ha encontrado ningún grupo humano carente de la facultad del habla.

Así, se puede plantear con toda sencillez que científicamente esta cuestión está fuera de

nuestro alcance. Prácticamente, todo lo que las investigaciones pueden hacer es demostrar cuál no puede ser el origen.

Arthur C. Custance, ¿Quién enseño a hablar a Adán?, 2, 3 Algunos científicos evolucionistas que han vinculado la idea de un lenguaje en desarrollo con una

capacidad primitiva no encuentran en el estudio de los pueblos menos avanzados nada que sostenga esta peregrina, aunque para ellos, apetecida idea.

Se puede decir que las lenguas de los pueblos más primitivos, como por ejemplo los

aborígenes australianos, están sumamente llenas de términos, y que son extremadamente concretas y específicas. En realidad, están tan repletas de términos y designaciones para cosas que el pensamiento abstracto llega a ser casi imposible, porque no existen cosas tan simples como “clases”; todo es individual y específico. De nuevo podemos citar a Cassirer: “Hammer-Purgstall ha escrito un artículo en el que da una lista de los diversos nombres para el camello en árabe. Hay no menos de cinco o seis mil términos que se dan para describir al camello; pero ninguno de ellos nos comunica un concepto biológico general. Todos ellos expresan detalles concretos tocantes a su forma, tamaño, color, edad y andadura del animal... En muchas tribus amerindias encontramos una asombrosa variedad de términos para una acción determinada, por ejemplo para andar o golpear. Estos términos tienen entre sí una relación más bien de yuxtaposición que de subordinación. Un golpe con el puño no se puede describir del mismo modo que un golpe con la palma de la mano, y un golpe con un arma exige otro nombre que el dado con un látigo o con una vara. En su descripción de la lengua bakairi —idioma hablado por una tribu india en el centro del Brasil— Karl von den Steinen refiere que cada especie de loro y de palmera tienen su nombre individual, mientras que no existe ningún nombre para expresar el género “loro” o “palmera”“. “Los bakairi”, dice, “se fijan tanto

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en los numerosos rasgos particulares que no se interesan en las características comunes. Se ahogan bajo la abundancia del material y no pueden gestionarlo de manera económica. Tienen solo una moneda de baja denominación, pero se debe decir que son excesivamente ricos y no pobres.”

En todas las partes del mundo, las lenguas de los pueblos primitivos exhiben esta misma

asombrosa riqueza. Aquí la objetividad es una característica en exceso. Lo que está específicamente ausente por ello en las formas animales de comunicación se ejemplifica aquí en un grado enorme... y sin embargo se había creído antes que estas sociedades nos proporcionarían los eslabones necesarios entre el hombre civilizado y los primates por debajo del mismo.

Levy-Bruhl ha tratado este tema con mucho detalle. Es cierto que sus puntos de vista acerca

de la mentalidad primitiva son cuestionados en muchos ámbitos, pero el interrogante se levanta en contra del uso que él hace del concepto de pensamiento “prelógico”. Él argüía que los pueblos nativos no empleaban la clase de estructuras lógicas que usamos nosotros. Pero es bien evidente en la actualidad que ellos son tan capaces de pensamiento lógico como nosotros, aunque sus premisas son diferentes. Aparte de este concepto erróneo, si es que lo es, sin embargo Levy Bruhl ha rendido un gran servicio al exponer el asombroso grado de desarrollo lingüístico que caracteriza a los grupos humanos más primitivos que conocemos. Desde luego, estas personas no nos proporcionan un eslabón perdido entre los gruñidos y gritos animales y el habla culta. Así, Levy-Bruhl escribió:

“Este concepto, de que en la evolución del pensamiento lo más simple es lo primero, es un

concepto que indudablemente procede de la filosofía de Spencer, pero esto no lo hace nada más cierto. No creo que pueda demostrarse en el mundo real, y en lo que conocemos del mundo del “pensamiento” los hechos parecen contradecirlo. Sir James Frazer (que estaba comprometido con el principio evolucionista) parece estar confundiendo aquí lo simple con lo indiferenciado. Sin embargo, encontramos que las lenguas que hablan los pueblos menos desarrollados que conocemos —los aborígenes australianos, los abipones, los habitantes de las islas de Andaman, los fueguinos, etc. — exhiben una gran complejidad. Son mucho menos simples que el inglés, aunque mucho más primitivas.”

De forma semejante, citaba la experiencia de Livingstone en África del Sur: “No es la carencia de nombres, sino su sobreabundancia lo que extravía a los viajeros, y los

términos empleados son tan diversos que los mejores estudiosos apenas podrán captar algo más que el sentido general de la conversación. Hemos oído acerca de una veintena de palabras para indicar diversas variedades de andadura —uno anda inclinado hacia adelante, o hacia atrás; balanceándose de lado a lado; de forma distraída o erguida; pomposamente; balanceando los brazos; solo un brazo; con la cabeza gacha o la mirada elevada, o de alguna otra forma, y cada uno de estos modos de andar iba expresado con un verbo particular.”

Levy-Bruhl resaltó la especificidad de las lenguas nativas de diversas partes del mundo,

recurriendo a las comunicaciones de muchos viajeros del siglo XIX. Eyre observa lo siguiente acerca de los aborígenes australianos. Dice que les faltaban términos genéricos como árbol, pez, pájaro, etc., aunque aplicaban términos específicos a cada variedad de árbol, pez o pájaro. ... En el oeste de Australia, los nativos tienen nombres para todas las estrellas destacadas, para cada rasgo natural del terreno, cada colina, pantano, recodo de un río, etc., pero no para el río mismo. Finalmente, para no prolongar la lista indebidamente, en el distrito del Zambeze, cada otero, colina, monte y pico en una sierra tienen su nombre, lo mismo que cada curso fluvial, valle y llanura. De hecho, cada rasgo o porción del país está tan distinguido por nombres apropiados, que exigiría toda una vida descifrar el significado de los mismos.

Podríamos continuar indefinidamente. Los indios aymaras de Chuciutu en Perú tienen 209

términos diferentes para las patatas, y pueblos septentrionales como los esquimales del Canadá y los chuckchee de Siberia tienen una cantidad casi ilimitada de nombres para la nieve y el hielo, en cada forma concebible, pero ni una sola palabra que designe “nieve”. Por ello, será suficiente con decir que las lenguas primitivas pueden ser primitivas solo hasta allí donde no permitan el refinamiento de ideas abstractas, como aquel refinamiento esencial para la construcción de una ciencia pura. Pero esta carencia no implica en absoluto que ellos tengan una lengua deficiente. Sus términos para tratar con los objetos exceden muchas veces a los nuestros; en consecuencia su diccionario tendría un tamaño muchas veces mayor al nuestro.

Arthur C. Custance, ¿Quién enseño a hablar a Adán?, 4, 5 8.4. La multiplicación de las lenguas

Siempre en base a lo ocurrido en Babel, donde Dios confundió el lenguaje de los constructores uno podría asumir lo siguiente: Dios debe haber creado un grupo de lenguas (diferentes entre ellas) que no tuvieran similitud, para que no pudieran entenderse. De ser así, al comprobarse el origen de las múltiples

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lenguas de nuestro mundo actual se encontrarían familias de lenguas. Tal vez el lenguaje original permaneció (quizás el semítico) y los demás cambiaron, en especial el camita.

Todo lo que se puede decir por ahora es que existe evidencia en tiempos predinásticos en Mesopotamia de la presencia de tres líneas lingüísticas; por emplear las palabras de V. G. Childe, “los “jafetitas” (conocidos solo por inferencias gracias a algunos toponímicos): los semitas (que hablaban un lenguaje emparentado con el hebreo y el árabe); y los dominantes sumerios”. Por lo que respecta a la fecha, Childe señala que el sumerio (camita) se escribía en Sumer antes del final de la fase de Uruk que según Meek sería en alguna fecha antes del 3000 AC. Meek dice que las fechas anteriores a esta son mayormente suposiciones apoyadas solo en dataciones cruzadas y en sincronismos culturales. Dice que la dinastía más antigua atestiguada por inscripciones reales es la primera dinastía de Ur, que no puede datarse con mucha más anterioridad que el 2700 AC. Sencillamente, no se sabe lo suficiente acerca de los tiempos predinásticos del Oriente Medio para poder establecer de forma concluyente en qué período del pasado surgieron estos tres distintivos grupos lingüísticos.

Sin preocuparse demasiado acerca de la fecha de la Confusión, muchos eruditos cristianos

conservadores se dedicaron a fines del siglo XIX a examinar la evidencia de la veracidad del relato de Génesis mediante un estudio de los antiguos lenguajes del Medio Oriente. Pero antes de considerar algunos de sus hallazgos, parece apropiado, ante todo, examinar las conclusiones de un erudito no cristiano muy célebre, Max Muller. A la vez que negaba que se pudiera obtener ninguna luz sobre la cuestión de la historia bíblica, estaba totalmente dispuesto a admitir —más todavía, a mantener— que no había nada de irrazonable en la idea de que hubiera habido en el pasado un solo lenguaje compartido por todos los hombres.

La posición de Max Muller se expone en su clásica obra en dos volúmenes, The Science of

Language. Él era probablemente la mayor autoridad en el mundo, y es dudoso que jamás se haya llegado a igualar su erudición y extensión de conocimientos. Su opinión es tanto más significativa desde nuestro punto de vista por cuanto se esforzó absolutamente en demostrar que sus conclusiones se basaban en un estudio científico de la cuestión, y que no se había dejado influir por su actitud hacia el Antiguo Testamento. ¡De hecho, hacia el final del primer volumen expresó su opinión de que se debían rechazar las pretensiones de inspiración de los escritos de Moisés!

Debido al peso de su autoridad, procederé a dar un breve resumen de sus conclusiones. En el primer volumen, su análisis de los lenguajes de todo el mundo le había llevado a

agruparlos en categorías que designa respectivamente como los radicales, los terminacionales y los inflectivos. Aunque demostró que eran fundamentalmente distintos y diferentes, como respuesta a la pregunta de “¿Podemos conciliarlos con la admisión de un origen común del habla humana?” respondió, “¡Desde luego que sí!” Luego Muller prosiguió exponiendo:

“Hemos observado que la tendencia de los más distinguidos escritores acerca de filología

comparada da casi por supuesto que después del descubrimiento de las dos familias de lenguajes, la aria y la semítica, y que después del establecimiento de los estrechos vínculos de relación que unen a los miembros de cada una de ellas, sería ya imposible seguir admitiendo un origen común del lenguaje. Era natural que después de haberse establecido con tanto éxito el criterio por el que se puede demostrar la unidad de los dialectos arios así como de los semíticos, que la ausencia de coincidencias parecidas entre ningún lenguaje semítico y ario, o entre estos y cualquier otra rama lingüística, hubiera llevado a la convicción de que no había ninguna vinculación admisible entre ellos.”

Lo que estaba diciendo, si se me permite enfatizarlo, es que es tan evidente la existencia de

una familia de lenguajes que se designa como aria (que forma parte de nuestra familia jafética), y tan evidente la existencia de una familia de lenguajes que se designa como semítica, que se tienen que mantener como claramente distintas entre sí como familias, al no mostrar superficialmente ni la más ligera tendencia a derivar hacia la otra. ¿De dónde procede la impresión de que la derivación de una a otra familia es imposible? Las dos ramas lingüísticas están empaquetadas de manera tan segura y limpia que no quedan elementos libres que sirvan para relacionarlas entre sí. Sin embargo,

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Muller confesó que había encontrado muy poco convincente el tan repetido argumento de que la existencia de unas familias tan distintas hiciera imposible derivarlas de una fuente común. Su respuesta, aunque expresada quizá de una forma más bien florida, iba sin embargo al centro de la cuestión:

“Si se quiere afirmar que los lenguajes tuvieron diversos comienzos, se tiene que demostrar

que es imposible que los lenguajes tuvieran un origen común.” “Esta imposibilidad no se ha establecido nunca respecto a un origen común de los dialectos

arios y semíticos, mientras que al contrario el análisis de las formas gramaticales en ambas familias ha eliminado muchas dificultades y ha hecho al menos inteligible cómo, con materiales idénticos o muy semejantes, dos individuos, dos familias o dos naciones pudieron con el curso del tiempo producir lenguajes tan diferentes en sus formas como el hebreo y el sánscrito.”

“Pero todavía se hizo una mayor luz sobre los procesos formativos y metamórficos de los

lenguajes mediante el estudio de otros dialectos no relacionados con el sánscrito ni el hebreo. ... Me refiero a las lenguas turanias. Las trazas con las que estas lenguas dan testimonio de sus relaciones originales son mucho más débiles que en el caso de las familias semíticas y arias, pero es así por necesidad.”

Es posible que el término turanio no sea conocido por muchos lectores. Desde un punto de

vista bíblico sería correcto poner en su lugar el término camita, igual que ario puede ser identificado con jafético. Refiriéndose así posteriormente a la rama camita, proseguía:

“En mi caso, el estudio de la familia camita fue particularmente interesante porque ofrecía

una oportunidad para aprender hasta qué punto los lenguajes que se suponían de un origen común podían divergir y llegar a ser diferentes debido a la operación sin freno de la regeneración dialectal.”

“En una carta que dirigí a mi amigo, el difunto Barón Bunsen, que él publicó en su Outlines of

the Philosophy of Universal History, mi objeto había sido seguir, hasta donde me era posible, los principios que guiaron la formación de las lenguas aglutinativas, y exponer hasta qué punto los lenguajes pueden llegar a diferenciarse en su gramática y vocabulario, y sin embargo permitirnos tratarlos como dialectos emparentados. Para responder al aserto de que esto era imposible, intenté mostrar cómo era posible, que, a partir de un terreno común, lenguajes tan diferentes como el manchú y el finés, el malayo y el siamés, hubieran llegado a su estado actual, y sin embargo se pudieran seguir tratando como lenguas emparentadas... Me sentí justificado en la aplicación de los principios derivados de la formación de las lenguas camitas a las familias arias y semitas... Si podemos explicar las diferentes apariencias del manchú y el finés, podremos también explicar la distancia entre el hebreo y el sánscrito. Es cierto que no conocemos el habla aria durante su período aglutinativo, pero podemos inferior lo que era cuando vemos lenguas como el finés y el turco acercándose más y más al tipo ario.”

Es evidente que los puntos de vista de Muller se encontraron con una agria oposición. Tal

como él lo expresó: “En mi carta sobre los lenguajes camitas, que ha sido objeto de unos ataques tan fieros... yo

había preferido el término de “grupo” para los lenguajes camitas, a fin de expresar con la mayor claridad posible que la relación entre el turco y el manchú, entre el tamil y el finés, era diferente no solo en grado, sino en clase, de la existente entre el sánscrito y el griego. “La relación entre estos lenguajes camitas”, dije, “no se puede considerar como de la misma clase que la que existe entre el hebreo y el árabe, el sánscrito y el griego. Son radios que divergen de un centro común”.”

“Me apliqué a mostrar cómo incluso los miembros más distantes de la familia camita, la

hablada en el norte de Asía, y la otra en el sur, la fínica y la tamúlica, han preservado en su organización gramatical trazas de una antigua unidad; y, si mis oponentes admiten que he demostrado que los habitantes pre-brahmanes o tamúlicos de la India pertenecen a la familia camita, difícilmente pueden haber pasado por alto que si se concede este punto más extremo de mi argumento, entonces todo lo demás está implicado y ha de seguir necesariamente.”

Me gustaría llamar la atención del lector al hecho de que él distinguía entre el grupo camítico

y las familias jafética y semítica. Como trataremos de exponer, hay alguna evidencia de que la confusión de las lenguas quedó de hecho limitada solo a los descendientes de Cam [que probablemente fueron los que se asentaron en Sinar], de modo que como grupo tienen una relación algo peculiar entre sí que difiere de las familias jafética y semítica. Recapitulando, Muller expone su postura en dos párrafos como sigue:

“No hay nada que exija la admisión de comienzos independientes diferentes para los

elementos materiales (es decir, el léxico) de las ramas camita, semita y aria del habla; más aún, es

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posible todavía en la actualidad señalar raíces que, bajo diversos cambios y disfraces, han estado presentes en estas tres ramas siempre desde su primera separación.”

“No hay nada que exija la admisión de

comienzos independientes para los elementos formales (es decir, la gramática) del sistema gramatical camita, semita y ario a partir del semita, o del semita a partir del ario; podemos comprender perfectamente cómo, bien a través de influencias individuales, o por la atrición del habla en su propia operación continua, se pueden haber producido los diferentes sistemas de gramática de Asia y Europa.”

Tras ello, concluía: “La ciencia de la lingüística nos lleva así a aquella

cumbre más elevada desde la que contemplamos el mismo amanecer de la vida del hombre sobre la tierra; allí donde las palabras que hemos oído tantas veces desde los días de nuestra infancia —”Era entonces toda la tierra de una sola lengua y unas mismas palabras”— adquieren un sentido más natural, más inteligible, más convincente, que nunca lo tuvieron antes.”

Arthur C. Custance, ¿Quién enseño a hablar a Adán?, 2-4

Interesante que la conclusión, después de todo el análisis, es el origen común del lenguaje, único hasta Babel, pueda ser admitido por una mente tan preclara y educada en este tema en particular. Por otro lado, Custance considera que el idioma original sería el hebreo, o el que más se acercaría al mismo.

Una vez se admite que la humanidad habló anteriormente un solo lenguaje, parece lógico ir

más adelante y tratar de identificar qué clase de lenguaje era. Probablemente la mayoría de los lectores sabrán que los comentaristas rabínicos, los

primitivos escritores cristianos, y, hasta tiempos relativamente recientes, los mismos eruditos cristianos modernos, aceptaban en general el punto de vista de que esta lengua original era el hebreo. Es cierto también que algunos de los primitivos Padres de la Iglesia se opusieron a ello, pero se pueden citar grandes nombres como los de Agustín, Jerónimo y Orígenes en apoyo de esta postura; los pocos como Gregorio Nacianceno que arguyeron en contra de ello no llegaron a influir sobre el público cristiano en general, de modo que pasó a ser la opinión aceptada a lo largo de la Edad Media y hasta el pasado reciente.

Si no fuese por el tono ofensivo de su libro, se podría recomendar la célebre obra de Andrew

White titulada “A History of the Warfare of Science with Theology” [Una historia de la guerra de la ciencia con la teología], por su tratamiento de este tema. Para él, la misma palabra ortodoxo se identifica con la palabra ridículo, y no tiene otro argumento que la ridiculización en contra de muchas creencias muy antiguas y bien razonables que mantienen los cristianos. No confronta directamente la evidencia sobre la que se basan dichas creencias, ni tampoco trata de proporcionar una alternativa igualmente convincente o razonable. Es esta desdichada circunstancia la que transforma una obra por otra parte de voluminosa erudición en la más desafortunada exhibición de dogmatismo estrecho y desconsiderado. Lo que es quizá más desafortunado en el contexto de este artículo es que no pocos eruditos cristianos contemporáneos han adoptado la misma actitud hacia el punto de vista de que el hebreo pudo haber sido el lenguaje del Edén.

Debo clarificar que mi propuesta no es que el hebreo mismo fuese necesariamente el

lenguaje del Edén, sino más bien que el del Edén era un lenguaje del que el hebreo puede bien ser el representante moderno más cercano. Lo que estoy tratando de establecer es que el semítico fue la forma original de la que con el curso del tiempo se derivaron no solo todos los miembros de dicha familia (árabe, hebreo, arameo, etc.), sino también el jafético (indoeuropeo) y el camítico.

Arthur C. Custance, ¿Quién enseño a hablar a Adán?, 8, 9 Dios le bendiga.