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5/26/2018 978-1-4143-2398-5-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/978-1-4143-2398-5 1/47 EN  BUSCA DE LOS DOCE APÓSTOLES WILLIAM STEUART MCBIRNIE B.A., B.D., M.R.E., D.R.E., PH.D., O.S.J., F.R.G.S. Tyndale House Publishers, Inc. Carol Stream, Illinois

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    E N B U S C A D E L O SD O C E A P S T O L E S

    W I L L I A M S T E U A R T M C B I R N I E

    B . A . , B . D . , M . R . E . , D . R . E . , P H . D . , O . S . J . , F. R . G . S .

    Tyndale House Publishers, Inc.Carol Stream, Illinois

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    TYNDALEy el logotipo de la pluma de Tyndale son marcas registradas de Tyndale HousePublishers, Inc. TYNDALEESPAOLes una marca de Tyndale House Publishers, Inc.

    En busca de los doce apstoles

    2009 por William Steuart McBirnie. Todos los derechos reservados.

    Notas, Bible Helps y Mapa de Life Application Study Bible [Biblia del diario vivir] 1988, 1989, 1990, 1991, 1992, 1993, 1994, 1997, 2004 por Tyndale HousePublishers, Inc. Cronologa adaptada de iLumina 2004 por Tyndale House Publishers,Inc. Todos los derechos reservados.

    Arte de la cubierta tomada de Dover Pictorial Archive Series. Todos los derechosreservados.

    Diseo: Erik M. Peterson

    Traduccin al espaol: Adriana Powell y Omar Cabral

    Edicin del espaol: Mafalda E. Novella

    Versculos bblicos sin otra indicacin han sido tomados del Nuevo Testamento de la SantaBiblia, Nueva Traduccin Viviente, 2009. Usado con permiso de Tyndale HousePublishers, Inc., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de Amrica. Todos los derechosreservados.

    Versculos bblicos indicados con NVI han sido tomados de la Santa Biblia, Nueva VersinInternacional. NVI. 1999 por la Sociedad Bblica Internacional. Usado con permiso deZondervan. Todos los derechos reservados.

    Versculos bblicos indicados con RVA han sido tomados de la Biblia Reina-Valera Antigua.

    Versculos bblicos indicados con RV60han sido tomados de la Santa Biblia,versin ReinaValera 1960. por las Sociedades Bblicas Unidas. Usado con permiso. Todos losderechos reservados.

    Versculos bblicos indicados con RV95han sido tomados de la Santa Biblia,versin ReinaValera 1995. por las Sociedades Bblicas Unidas. Usado con permiso. Todos losderechos reservados.

    Edicin Living Books 1973 con ISBN-10: 0-8423-5839-2 / ISBN-13: 978-0-8423-5839-0.

    Edicin tapa rstica publicada en ingls en 2008 como The Search for the Twelve Apostlespor Tyndale House Publishers, Inc. con ISBN-10: 1-4143-2004-3 /

    ISBN-13: 978-1-4143-2004-5.

    Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

    McBirnie, William Steuart, date.[Search for the twelve apostles. Spanish]En busca de los doce apstoles / William Steuart McBirnie.

    p. cm.Includes bibliographical references.ISBN-13: 978-1-4143-2398-5 (sc)ISBN-10: 1-4143-2398-0 (sc)1. Apostles. I. Title.

    BS2440.M4418 2008270.10922dc22 2008037975

    Impreso en los Estados Unidos de Amrica

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    N D I C E

    PrefacioLa gran aventura de cierto tipo de investigacin . . . . viiIntroduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xii

    Captulo 1 El mundo de los apstoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1Captulo 2 Cundo salieron los apstoles de Jerusaln? . . . . . . 12Captulo 3 Simn Pedro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19Captulo 4 Andrs . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52Captulo 5 Jacobo, hijo de Zebedeo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

    Captulo 6 Juan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85Captulo 7 Felipe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100Captulo 8 Bartolom . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109Captulo 9 Toms . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122Captulo 10 Mateo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136Captulo 11 Jacobo, hijo de Alfeo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146Captulo 12 Judas Tadeo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158

    Captulo 13 Simn el cananita . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169Captulo 14 Judas Iscariote . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186Captulo 15 Matas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194

    O T R O S A P S T O L E S N O T A B L E S

    Captulo 16 Juan Marcos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204Captulo 17 Bernab . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213Captulo 18 Lucas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216Captulo 19 Lzaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222Captulo 20 Pablo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230

    Apstoles en la Biblia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251Bibliografa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261Acerca del autor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268

    Acerca de las ilustraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268ndice de referencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269

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    Les anunciamos al que existe desde el principio, aquien hemos visto y odo. Lo vimos con nuestros

    propios ojos y lo tocamos con nuestras propias manos.l es la Palabra de vida.

    1 Juan 1:1

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    P R E F A C I O

    La gran aventurade cierto tipo de investigacinLagran aventurade cierto tipo de investigacin

    M ientras investigaba la informacin contenida en este libro,mi bsqueda de las historias de los doce apstoles me llev amuchas bibliotecas famosas, como las de Jerusaln, Roma y el MuseoBritnico en Londres. Durante aos ped prestado o compr cada

    libro que encontr sobre el tema de los doce apstoles. No caben enun estante de un metro y medio.Viaj tres veces a la isla de Patmos y a los lugares donde se encon-

    traban las siete iglesias del libro de Apocalipsis. Dediqu un da entero(sin fruto) al ascenso hacia las altas y nevadas montaas del Lbano,por entre los famosos cedros y otros sitios, para verificar un rumor deque San Judas haba sido originalmente enterrado en alguna pequea

    aldea libanesa en las cercanas. No haba sido as.He visitado personalmente muchos de los sepulcros que, segnla tradicin, contienen los huesos de los Doce; no es que considereque tengan algn valor espiritual, sino que deseaba averiguar, en micondicin de historiador, cmo haban llegado al lugar donde seencuentran, con la expectativa de hallar en esos sitios tradiciones queno hubieran sido incluidas en los libros de historia. Esta bsqueda

    me llev desde Alemania a Italia, a Grecia y a casi todos los pasesdel Medio Oriente.Con gran gentileza, el Vaticano me extendi un permiso para

    tomar fotografas en todas las iglesias de Roma y de cualquier lugarde Italia. Partes de los restos de los cuerpos de algunos de los apstolesestn preservados en esa tierra histrica.

    El asombroso descenso a los profundos subsuelos de la Baslica de

    San Pedro para fotografiar los huesos del apstol Pedro, que descan-san en un antiguo cementerio pagano de Roma, fue una experienciaespecialmente memorable. Sin haberlo visto es imposible imaginarun templo tan grande y slido como el de San Pedro asentado con

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    E N B U S C A D E L O S D O C E A P S T O L E S

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    firmeza sobre un cementerio lleno de tumbas familiares bellamentepreservadas cuya antigedad se remonta al siglo I antes de Cristo!

    Fui en siete oportunidades a Petra, en Jordania, y tres veces aAntioqua, en Turqua. Tambin visit Babilonia e hice cuatro viajesa Irn investigando la historia de las misiones de los apstoles enesos lugares.

    Por supuesto, tuve algunas desilusiones. Por ejemplo, hasta la fechano se han encontrado los restos de Juan en ningn lugar. Entr en sutumba en feso hace muchos aos. Despus de siglos de descuido,

    recientemente las autoridades sellaron la tumba y la cubrieron conun piso de mrmol. Aunque el cuerpo de Juan haya desaparecido,se cree que existen partes de los restos de todos los dems apstoles,y yo los he visto.

    Los visitantes a las tierras bblicas pasan con frecuencia a pocosmetros de autnticas reliquias de los apstoles, sin enterarse de ello.Yo haba realizado veintisis viajes a Jerusaln antes de enterarme que

    la cabeza de Jacobo el Mayor y varios huesos de los brazos de Jacoboel Justo, adems de una parte de la calavera de Juan el Bautista, sonveneradas en dos templos de esa ciudad. Y debo aadir que hayfuentes histricas fuertes que confirman su autenticidad.

    Sin embargo, este libro no es una obra sobre huesos. Es un libroacerca de personas vivas a las que Pablo describi como los funda-dores de las iglesias (ver Efesios 2:19-20). Nos interesamos en los

    huesos de los apstoles porque podran ser indicadores de los lugaresdonde los Doce llevaron adelante su ministerio o de los sitios dondesufrieron el martirio.

    Permtame ahora encarar frontalmente la tpica actitud protestantede escepticismo en lo que concierne a los restos apostlicos en iglesiasy ermitas. Sola pensar que las as llamadas reliquias eran fraudespiadosos, resultado de la religiosidad ferviente y supersticiosa de la

    Edad Media. Quizs algunas lo sean, pero despus de que uno se acercaa todo este asunto con una perspectiva escptica, y luego, con ciertarenuencia, se ve forzado a reconocer la alta posibilidad de su autentici-dad; se transforma en una experiencia enervante pero conmovedora.

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    ix

    Supongo que la prctica de venerar los huesos apostlicos resultarepugnante para quien, en su condicin de cristiano evanglico, no

    encuentra mrito celestial alguno en el acto de orar ante el sarcfagoen el que descansan estos restos. Adems, a una mente literal no leproduce ningn placer contemplar los ornamentos brillantes y singusto que habitualmente engalanan a estos relicarios.

    Pero cuanto ms lee uno la historia de los apstoles, y el destinode sus reliquias, y cuanto ms se interioriza en la historia y en lo que(para nosotros) resultan conductas extraas de nuestros ancestros

    cristianos en la era prenicena y post nicena, tanto ms coherente setorna la preservacin cuidadosa de lasreliquias apostlicas. Para muchos deaquellos que vivan en esa poca y notenan acceso a la lectura, una reliquiaapostlica constitua un estmulo visuala lafe!

    Digamos claramente que este libroes una aventura en la erudicin, noen el dogmatismo. Soy absolutamenteconsciente de que es imposible ofrecer pruebas indiscutibles de cadadetalle que aqu he registrado. Pero cuando un investigador comparaentre s una gran cantidad de fuentes, cuando l mismo visita loslugares que menciona, y cuando descubre nueva documentacin queno se halla en los libros, o que no se encuentra comnmente, enton-ces adquiere la sensacin de que algo es probable o posible.

    Este libro ha sido el resultado de un esfuerzo cada vez ms amo-roso. A medida que avanzaban los aos me sent cada vez ms com-prometido emocionalmente. En varias ocasiones, durante la laboriosainvestigacin, los viajes difciles, y la interminable tarea de escribiry reescribir, he tenido oportunidad de intercambiar opiniones conestudiosos que han escrito sobre alguno de los apstoles, y he encon-trado no slo una amable disposicin a analizar mis conclusiones,sino tambin a aceptarlas en reemplazo de aquellas que haban sos-tenido hasta entonces.

    Para muchos de

    nuestros antepasados

    cristianos que no tenan

    acceso a la lectura, una

    reliquia apostlica era un

    estmulo visual de la fe.

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    De qu manera puedo expresar una palabra adecuada de recono-cimiento hacia tantas personas que fueron tan amables colaborando

    conmigo, y sin las cuales no habra podido completar esta investi-gacin? La seora Pitzer, mi secretaria, tom este proyecto comopropio y lo preserv de peores errores de los que todava pueda tener.Mis alumnos de California Graduate School of Theology en Glen-dale, California, colaboraron, y en el libro aparecen con frecuenciacitas de sus investigaciones. Puedo decir lo mismo del matrimonioSchonborn, y de la doctora Miriam Lamb, jefa de investigacin en

    nuestro Centro para Estudios Norteamericanos. La seora FlorenceStonebraker, Betty Davids y Richard Chase colaboraron, y la traduc-cin del italiano la realiz la seora Marie Placido.

    En Jerusaln, las bibliotecas de la American School of OrientalResearch, la iglesia copta, el Patriarcado de los armenios (Iglesia deSan Jacobo), la Ecole Biblique de los Dominicos fueron muy gene-rosos al poner sus archivos a disposicin del estudio. En Roma, la

    colaboracin total de monseor Falani permiti abrir muchas puertasque estaban cerradas. Cun amables fueron ellos, lo mismo quemuchos otros!

    Por supuesto, si existiera errores, no son de ellos, sino mos. Es deesperar que, si existe algn error atroz, un lector amable me escribiral respecto, a fin de corregir el dato en futuras ediciones.

    Una ltima palabra acerca del estilo de este libro: en un primer

    momento pens en orientarlo hacia los estudiosos, anotando en deta-lle la documentacin de cada fuente mencionada. Pero ese procedi-miento da como resultado un libro tan denso que tema que pocaspersonas lo leyeran. Para mi desnimo, comprob que la mayora delos estudiosos crticos prcticamente no se interesa por la historiapost bblica de los apstoles.

    Entonces pens en escribir el libro en forma de narracin, con

    pocas citas y escasa consideracin de las fuentes. Pero en ese caso, losestudiosos pasaran el libro por alto, por considerarlo carente de fun-damentos y de inters hacia los asuntos de la historia y de la crtica.

    En mi condicin de pastor principal de una iglesia activa, evalu

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    la posibilidad de escribir para pastores. Estos ministros podran apre-ciar una ayuda para una serie de sermones sobre los apstoles, que

    podran resultar atractivos para las personas a las que todos estamosintentando persuadir para que asistan a la iglesia. No he abandonadopor completo este enfoque, pero no me dediqu a sermonear.

    Hasta se me ocurri que una novela histrica poda ser un formatoviable. Pero tiendo a pensar como historiador y como predicador, yme falta imaginacin para escribir una novela. Adems, lo que estelibro tiene para ofrecer es anlisis, hechos y, as lo espero, verdad.

    De modo que finalmente el libro se presenta como una inter-pretacin o un anlisis crtico de cada parte de conocimiento queencuentro sobre el tema de los doce apstoles. En gran medida loescrib para adquirir yo mismo familiaridad con los apstoles, com-partir ese conocimiento, obtener algunas conclusiones y compartirlascon el mayor nmero posible de personas: estudiosos, miembros deiglesia, jvenes, historiadores, pastores y todos aquellos que, comoyo, sienten la necesidad de encontrar maneras de hacer que la eraapostlica se vuelva ms viva para nosotros en la actualidad.

    Deseo sinceramente que el lector lo encuentre tan interesante einspirador al leerlo como yo lo encontr al escribirlo.

    William Steuart McBirnie

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    6/5 a.C. Aprox. 5/10 d.C. Aprox. 26 d.C. Aprox. 28 d.C. 30 d.C. 35 d.C. 46 d.C.

    Jes

    sna

    ceenBel

    n

    Nac

    eel

    ap

    stolP

    ablo?

    Juan

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    Jes

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    Juan

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    Crucifi

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    dePab

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    rnab

    E N B U S C A D E L O S D O C E A P S T O L E S

    xi i

    IntroduccinIntroduccin

    Lo que sigue en este libro es lo que puede conocerse a partir de unestudio exhaustivo y crtico de la informacin bblica, histricay tradicional acerca de los apstoles. El autor ha procurado reducirlo legendario a lo probable o posible, respaldndolo con los datoshistricos conocidos acerca del estado del mundo en el primer sigloy los documentos subsiguientes de la historia de la iglesia, la historia

    local y los escritos no religiosos relevantes.Hay mucha ms informacin disponible sobre los apstoles de la

    que un estudiante casual podra imaginar. Hace diez aos desarrolluna monografa titulada What Became of the Twelve Apostles? [Qu fue delos doce apstoles?] Se distribuyeron diez mil copias. En esa publicacinhice las siguientes observaciones:

    Algn da, un investigador crtico debera dar una buenamirada al caudal de leyenda que nos llega desde los prime-ros aos medievales, y aun desde los ltimos das del imperioromano. Sera necesario tratar de separar el embrin histricodel matorral de fantasas que uno encuentra en esos relatos. Enotras palabras, es necesaria una crtica ms seria de las leyendasmedievales, y esa misma crtica debera aplicarse a la historia

    de la iglesia primitiva.Me desilusionan los escritos de los historiadores contem-porneos de la iglesia que pasan por alto la etapa de la iglesiaprimitiva y dicen de ella lo que ya se ha dicho en cientos de

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    Aprox. 106 d.C.4951 d.C. 5357 d.C. 64 d.C. 67 d.C. 95 d.C.

    MuereJuan,

    elltim

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    delosp

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    Pedr

    oyPablo

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    enRoma

    Juan

    esdesterrad

    oaPatmos

    I N T R O D U C C I N

    xi i i

    libros sobre la historia de la iglesia que han sido publicados enlos ltimos cuatro siglos. Ha pasado tanto tiempo desde que vialgn dato nuevo acerca de la era apostlica y la era de los pri-meros padres en algn libro sobre la historia de la iglesia que mesorprendera enormemente si encontrara alguno! Pero quizsalguien algn da encuentre una base probable de la verdad en

    medio de la leyenda; y ms an, tal vez con el descubrimientode nuevos manuscritos estemos en condiciones de armar unahistoria ms cabal que la que tenemos ahora.

    Como son pocos los que se han ocupado de producir un estudiocrtico acerca de los Doce, he sentido el desafo de hacerlo, en bene-ficio del inters renovado en la iglesia apostlica.

    La fuente de nuestro material en aquella primera publicacinestaba, en general, al alcance de cualquiera que se tomara el trabajode consultar los libros clsicos sobre el tema, tales como historias de laiglesia, literatura de sermones, enciclopedias, etc., adems de realizarobservaciones en algunos viajes a Roma, a Atenas y a la Tierra Santa.Pero aquel libro result lamentablemente limitado, incompleto ypenosamente carente de investigacin original.

    Visit Medio Oriente veintisiete veces y luego dediqu diez aosa la investigacin, lo cual arroj mucha luz sobre la vida de los doceapstoles. Buena parte de las percepciones me llegaron en pequeasporciones, un poco aqu, un poco all. No haba considerado la

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    posibilidad de escribir un libro a continuacin de la monografa, perola importancia y el volumen del material que reun en las sucesivas

    visitas a los lugares de ministerio y de muerte de los apstoles, ademsde sus tumbas o lugares de entierro, han fortalecido mi conviccinde que debaofrecer este estudio ampliado.

    Aqu, en este libro, est integrada la informacin relativa a lahistoria de los apstoles.

    Ningn investigador se atrevera a sugerir que cualquier cosa quehaya escrito es la ltima palabra sobre algn tema, ni que sus escritos

    sean la historia completa. Sin embargo, estas son las metas hacia lascuales nos hemos movido.

    P e r c i b i e n d o l a e r a a p o s t l i c aHay varias ideas que el lector debe tener presente constantemente amedida que avance a lo largo de los captulos.

    Los cristianos primitivos no escriban historia como tal.

    El inters en los apstoles aumenta y disminuye en distintos momen-tos de la historia cristiana. Por ese motivo, en algunas pocas hay ms

    informacin disponible que en otras.Se hacen descubrimientos histricos, yluego la informacin duerme en librosagotados hasta que renace el inters enotro momento y la saca nuevamente a

    la luz.Al principio de la era apostlica, los

    propios apstoles y sus seguidores esta-ban demasiado ocupados en hacer his-toria como para molestarse en escribirla.Por lo tanto, los registros son fragmen-tarios. Ms an, hasta la poca de los

    padres prenicenos, la historia no se escri-ba como tal. Ni siquiera el libro de los Hechos, escrito por Lucas,era una obra de historia general, sino un documento polmico con el

    Al principio de la era

    apostl ica, los propios

    apstoles y sus

    seguidores estabandemasiado ocupados

    en hacer historia como

    para mole starse en

    escribir la. Por lo tanto,

    los registr os son

    fragmentarios.

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    propsito de mostrar el surgir del movimiento cristiano gentil desdesu matriz juda, con la autoridad y aprobacin divina.

    Sin duda Lucas quera defender y legitimar el ministerio de Pablo,su mentor! Los temas, los actos del Espritu Santo, la inclusin de losgentiles en la redencin de Dios, la gradual disminucin del papel delos judos en las iglesias, la universalidad del cristianismo eran todaspreocupaciones de Lucas. Probablemente ni se imagin que estabaescribiendo la principal fuente de historia de la iglesia! Por lo tanto,para un historiador de la iglesia primitiva, Lucas es a la vez la fuente

    grata de la mayora de su conocimiento, y la razn de su desespera-cin ante lo fragmentario de su naturaleza.

    Hubo perodos de silencio en la historia cristiana primitiva.Despus de Lucas y de los otros escritores bblicos (en particularPablo, quien nos dej una cantidad considerable de informacinsobre la actividad apostlica temprana), hay perodos de silencio. Escomo si el movimiento cristiano hubiera entrado en un tnel, activo,pero por un tiempo invisible.

    Esto no es tan extrao como podra parecer. En primer lugar, loscristianos primitivos no tenan la sensacin de estar construyendo unmovimiento para todos los tiempos. Desde su perspectiva, bien podraocurrir que el regreso de Cristo tuviera lugar durante su generacin.Hablaban de ello con frecuencia, de modo que posiblemente estabancada da a la expectativa del regreso de Cristo . . . al comienzo.

    Puede verificarlo estudiando cuidadosamente la diferencia en eltono entre Primera y Segunda Tesalonicenses. En la primera carta,Pablo parece meditar largamente sobre la inminencia de la SegundaVenida. En la segunda carta, reprende a aquellos que estn demasiadoansiosos, y les recuerda acerca de ciertos acontecimientos que debenpreceder o acompaar a la Segunda Venida.

    Es como si hubiera evaluado la enorme tarea de evangelismo mun-dial y se hubiera percatado de que se prolongara ms de una genera-cin. No es que Pablo hubiera perdido su fe en la Segunda Venida,sino que equilibraba su fe con su sentido prctico. En todo caso, lo

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    cierto es que el movimiento cristiano primitivo estaba en un tnel yfuera de la vista, en lo que respecta al registro de la historia. Estaban

    haciendo, no escribiendo.Los apstoles no fueron considerados por los cristianos primitivos comomateria de biografas.Nosotros consideramos a los doce apstoles como fundadores de igle-sias, pero al comienzo los cristianos primitivos vean a los Doce comolderes, como hermanos y como amigos entraablemente amados.Debi transcurrir un tiempo hasta que sus descendientes espiritua-

    les consideraran a los apstoles como padres del movimiento globalde la iglesia. Al principio su autoridadresida en la uncin del Espritu Santo,no en las declaraciones ex cathedra sobredoctrina.

    Es verdad que el primer conciliode apstoles en Jerusaln produjo una

    declaracin autoritaria concerniente a laadmisin en el movimiento cristiano delos gentiles convertidos. Sin embargo,esa decisin no pareca tener la autori-dad eclesial que hoy le asignamos. Enrealidad, podramos desear que hubieranrealizado ms pronunciamientos de ese

    carcter; por ejemplo sobre la hereja, sobre las formas de gobiernoeclesial, sobre asuntos sociales, etc. Sin embargo, no hubo muchoms que los apstoles produjeran en forma colectiva. Simplemente sededicaron a proclamar en forma individual lo que haban escuchadodecir a Jesucristo.

    A medida que se dirigan hacia diversos lugares del mundo, sinduda llevaban consigo la autoridad de su apostolado, pero ellos no

    eran la iglesia. Fundaron congregaciones que eran iglesias. En aque-lla poca el eclesiasticismo que apareci ms tarde en formas suma-mente organizadas y autoritarias era prcticamente desconocido. Los

    Nosotrosconsideramos

    a los doce apstoles

    como fundad ores de

    iglesias, pero al

    comienzo loscrist ianos primitivos

    vean a los Doce com o

    lderes, como

    hermanos y como

    amigos.

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    apstoles eran evangelistas y pastores, no funcionarios eclesisticos.Sus historias son las historias de evangelistas, no de clrigos. La histo-

    ria no se ocupa de los evangelistas en la proporcin que lo hace de lasautoridades. Por lo tanto, conocemos poco acerca de sus trayectoriasantes o despus de la dispersin de la iglesia en Jerusaln en 69 d.C.,fecha en la cual la mayora de ellos haba salido de Jerusaln parallevar adelante su misin y muchos de ellos haban muerto.

    La historia secular ignor en gran medida al cristianismo durante losprimeros siglos.

    Casi toda la historia de los primeros siglos de la era cristiana que se haconservado hasta hoy es de carcter secular, militar o poltica. Josefono prest demasiada atencin al cristianismo, aunque menciona lamuerte de Jacobo. La historia romana, con excepcin de los escritosde Plinio el Joven, casi no tom nota del cristianismo hasta muchodespus de la era apostlica. Son hombres de la iglesia, como Eusebioy Egesipo, quienes nos dan ms detalles de los viajes y de la historia

    de los Doce.Salvo algunas excepciones, los primeros cristianos eran personas

    de condicin humilde. Quin escribe la historia de los humildes? Porlo tanto, tenemos muy poca informacin acerca del cristianismo engeneral en los documentos de la historia secular, con excepcin de lavaliosa informacin acerca del mundo en el que vivan los apstoles.El lector promedio, sin embargo, se sorprendera de cunto conoci-

    miento se dispone de la historia de esa poca. Ya se conoce bien lahistoria romana, y los arquelogos vuelcan a diario ms informacina partir de las excavaciones que sacan a la luz objetos de aquellaextraordinaria poca.

    Para el estudiante vido de los asuntos romanos, el mundo de losapstoles puede resultarle tan familiar como el mundo de cien aosatrs. Esto no nos revela la historia completa de cada apstol, pero

    sin duda nos transmite aquello que era posible y aun probable, comotambin lo que era improbable o imposible.

    Durante la era apostlica el mundo romano era un mbito

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    relativamente seguro, cuyos ciudadanos viajaban extensamente ycon frecuencia. En la Carta a los Romanos, escrita por Pablo mien-

    tras estaba en Corinto, leemos muchos nombres de las personas queconoca en Roma, una ciudad que hasta ese momento no haba visi-tado. Lea los viajes de Cicern, sesenta aos antes de Cristo. Recuerdelas invasiones romanas de Csar a Britania, cinco dcadas antes delnacimiento de Jess, y las de Claudio en 42 d.C.

    El Imperio Romano era una familia de naciones con un idiomacomn, bajo la proteccin de un solo gobierno, con caminos que

    conducan a cualquier lugar desde Britania a frica, desde lo queahora es Rusia a Francia, de la India aEspaa. En Romanos Pablo expres eldeseo de evangelizar Espaa, que habasido conquistada por Roma mucho antesde que Csar la invadiera en 44 a.C.

    En la era de los apstoles, haba unavasta regin aguardndolos, civilizada,unida, y vinculada por el transporte ypor la lengua. En ese enorme escenario,y ms all de l, podemos visualizar confacilidad el trabajo de amplio alcance

    que hicieron los apstoles. Sin embargo, los historiadores romanosignoraron al cristianismo en sus primeros tiempos.

    La bsqueda de los Doce fue, al principio, poltica o eclesistica.Mucho despus de la era apostlica, surgi un conflicto entre elsector romano y el sector griego del cristianismo en cuanto a lo quellamaban la Primaca. El Papa la reclam para s y lo mismo hizo ellder de las iglesias orientales. Un asunto, por ejemplo, era el del artecristiano. El grupo romano usaba imgenes tridimensionales (esta-tuas, etc.) como objetos de veneracin religiosa. Los griegos orientales

    preferan conos: imgenes bidimensionales. Haba otras diferencias,entre ellas el traslado de la capital del imperio romano de Roma aBizancio, que era principalmente una lucha del poder poltico que

    Durante la era

    apostl ica e l mundo

    romano era un mbito

    relativamente seguro,

    cuyos ciudadanos

    viajaban e xtensamente

    y con frecuencia.

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    condujo al gran cisma que dividi al cristianismo oriental y occiden-tal, en forma paralela a la divisin del Imperio Romano.

    En ese momento, y an antes, a medida que se profundizaba elcisma, ambas partes buscaron la identificacin apostlica con susrespectivas instituciones religiosas.

    Por ese motivo se realiz una exhaustiva bsqueda de las reli-quias de los apstoles. El emperador Constantino quera construir enConstantinopla lo que l llam La Iglesia de los Doce Apstoles. Suintencin era albergar all los restos de los apstoles (huesos o frag-

    mentos de sus cuerpos). Tuvo xito en lo que respecta a Andrs, Lucasy Timoteo. (Estos dos ltimos, aunque no pertenecan a los Doce,eran muy cercanos a ellos.) Aparentemente Constantino considerque deba dejar los huesos de Pablo y de Pedro en Roma, aunque esposible que haya tenido planes para los huesos de Pedro.1

    Construy con entusiasmo una baslica en Roma en honor a loshuesos de Pablo. Pero se podra especular que la Iglesia de Romaera reticente a desprenderse de los huesos de Pedro. AparentementeConstantino no insisti en el asunto, pero construy un temploen el lugar donde descansaban los restos del apstol, tal vez con laexpectativa de poder trasladar luego su cuerpo a Constantinopla. Detodas maneras, no vivi lo suficiente como para reunir las reliquiasde los apstoles para su Iglesia de los Doce Apstoles. Ese temploqued vaco, con excepcin de su propia tumba. (Se cuenta conalguna evidencia de que su propsito era colocar los restos de losapstoles alrededor de su propio mausoleo, en doce nichos, dejandoa su cuerpo en el centro como El Decimotercer Apstol!) Eusebiorelata la historia en Los ltimos Das de Constantino:

    El emperador consagr todos estos edificios con el anhelo deperpetuar la memoria de los apstoles de nuestro Salvador antelos hombres. Sin embargo, tena otro motivo para erigir este

    edificio (es decir, La Iglesia de los Apstoles en Constantino-pla), una razn al principio no conocida, pero que luego se hizoevidente para todos. En efecto, haba elegido un lugar para s

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    mismo, antes de su muerte, anticipando con extraordinariofervor de fe que su cuerpo compartira el honor con los aps-

    toles, y que, aun despus de su muerte, al igual que ellos, seraobjeto de la veneracin que se les rendira en este lugar, y conesa intencin convocaba a los hombres a reunirse para adorarante el altar que haba colocado en el centro.

    De acuerdo con esto hizo que se colocaran doce atades eneste templo, como pilares sagrados en homenaje y memoriadel grupo apostlico, en medio de los cuales coloc su propio

    atad con seis a cada lado. De esta manera, como ya dije, habaprovisto con prudente antelacin un lugar honorable para eldescanso de su propio cuerpo despus de la muerte, y habiendotomado en secreto esta decisin mucho antes, ahora consa-graba el templo a los apstoles, convencido que este tributo asu memoria dara una gran ventaja a su propia alma. Dios nolo desilusion respecto a lo que tan ardientemente esperaba y

    deseaba.2

    Al hacer planes para la Iglesia de los Apstoles, Constantinohaba soado con la posibilidad de descansar all para siemprerodeado por los Doce, y no ser l tan slo uno de ellos, sino unsmbolo y quiz un sustituto de su lder. Durante los meses deconstruccin del templo, sus enviados haban estado atareadosen Palestina recolectando supuestas reliquias de los apstoles

    y de sus compaeros, para ser colocadas en el templo, cerca desu fretro, aguardando la resurreccin general.3

    Robert M. Grant describi los ltimos das de Constantino en sulibroAugustus to Constantine: The Thrust of the Christian Movementinto the Roman World [De Augusto a Constantino: El avance del movi-miento cristiano en el mundo romano]:

    En la Pascua de 337 d.C., el emperador dedic la Iglesia delos Santos Apstoles en Constantinopla, pero muy poco des-pus le sobrevino una dolencia fatal. Concurri en vano a losbaos termales de Helenpolis, y luego procedi a confesar sus

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    pecados en la Iglesia de los Mrtires. Prepar su testamentoen Ancyrona, cerca de Nicomedia, y leg el imperio a sus tres

    hijos; y en presencia de un grupo de obispos del lugar, fuebautizado por aquel obispo con el que haba batallado confrecuencia: Eusebio de Nicomedia. Confi su testamento a esteprelado, adems de la instruccin de entregrselo a Constancio,Csar de oriente. Ataviado con una tnica blanca, propia de unnefito, Constantino muri en Pentecosts, el 22 de mayo.

    . . . A la llegada de Constancio, el fretro fue trasladado a la

    Iglesia de los Santos Apstoles y ubicado entre los sarcfagosdedicados a los Doce. En presencia de una enorme multitud,los obispos llevaron a cabo un esmerado funeral con una euca-rista de rquiem.

    . . . Sin embargo, su cuerpo no descans en un mausoleoflaviano ni con alguno de los grandes emperadores paganos quelo precedieron, sino, por su propia eleccin, entre los monu-

    mentos de los doce apstoles.4

    El proyecto fue iniciado pero no se complet. Sin embargo, escierto que s se hizo una bsqueda para encontrar los restos de losapstoles, y esta bsqueda oficial posiblemente fue la causa que pre-cipit la realizacin del inventario de los restos o reliquias apost-licas.

    Despus de esta fecha, surgi la prctica de venerar las reliquias. Laadmiracin supersticiosa que provocaban esas reliquias fue exage-rada. Los restos de los apstoles y los de otros santos, y las diversasreliquias sagradas tales como los fragmentos de la verdadera cruzse convirtieron en objetos de gran demanda. Se deca que habanocurrido sanidades con slo tocar o besar esas reliquias y, natural-mente, adquirieron gran valor para la iglesia y para los gobiernos en

    la Edad Media.En cuanto al conocimiento de la vida de los apstoles, esta bs-queda de reliquias fue de ayuda, pero tambin perjudic a la verda-dera historia. Las reliquias ms importantes, entre ellas los restos de

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    los apstoles, nos dan indicio de los lugares donde murieron y fueronenterrados y, en consecuencia, por asociacin o por tradicin, indican

    el emplazamiento de sus ministerios. Tal vez en los prximos cap-tulos habremos rastreado con xito la historia de alguna de aquellasreliquias o restos apostlicos, hasta su ubicacin actual.

    Por otro lado, debemos reconocer que quizs algunas de esas reli-quias no sean autnticas, ya que las ilusiones o los errores pudieronhaber guiado equivocadamente a los creyentes devotos de otras pocasmenos analticas que la nuestra. Adems, sin duda influy el hecho

    de que el prestigio de la iglesia, la supremaca poltica y, a menudo,mucho dinero estaban comprometidos en la tarea de obtener lo quese consideraba como reliquias apostlicas genuinas.

    Los partidarios del este y del oeste durante el gran cisma de laiglesia sin duda procuraban aprovechar su posesin de las reliquiascomo prueba de la bendicin de los apstoles y de Dios sobre ellos,dando testimonio del hecho de que ellos tenan las reliquias originales

    y, con frecuencia, milagrosas en su exclusiva posesin.Afortunadamente esa competencia fue perdiendo fuerza a lo largode los siglos. En tiempos recientes, el Papa Pablo VI devolvi a Gre-cia la cabeza de San Andrs, para que fuera albergada en una nuevaiglesia construida en el lugar de su martirio en Patras, Grecia, bajo lacustodia de la Iglesia Ortodoxa Griega. Este fue un gesto altamenteconciliatorio de parte del Papa, ya que al haber sido martirizado en

    Grecia, San Andrs es de sumo valor para la iglesia griega. Dismi-nuye el nmero de reliquias apostlicas conservadas en Roma, peroaumenta enormemente las posibilidades de unidad entre Roma yAtenas, cualquiera sea el valor que le asignen aquellos que estninvolucrados.

    Si uno puede atravesar el laberinto de la historia de las reliquias yrastrear los hechos reales hasta llegar a la tradicin apostlica genuina

    en los lugares en los que fueron martirizados y enterrados, tendremosuna esperanza firme de que esto nos allane el camino para confirmary aun recibir ms luz sobre la historia del trabajo apostlico. Esto eslo que intentamos hacer hasta donde nos fue posible. Reconocemos

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    que la tarea y sus resultados estn disponibles para la interpretaciny para la crtica acadmica.

    Ahora entendemos mejor las motivaciones de los apstoles.Hay una gran verdad acerca de los apstoles que es irrefutable. Hasido fortalecida por cada fragmento de tradicin y de historia quehemos tenido la oportunidad de estudiar. La verdad es que la mayorade los apstoles tom seriamente la gran comisin de Jess (regis-trada en Mateo 28) y sali a evangelizar a las naciones con el mensajecristiano en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.

    La historia de los apstoles es principalmente la historia de la evange-lizacin en la iglesia primitiva.

    Ellos dejaron un ejemplo inconfun-dible e inquebrantable para todos loscristianos que siguieron. Desafiaron porigual a reyes y a plebeyos. No se convir-tieron en clrigos asalariados, sino que

    a menudo trabajaron con sus propiasmanos para sostenerse, para que portodos los medios a su alcance pudierancompartir las buenas noticias de Jess. La mayora de ellos, comoPablo, procuraba predicar a Cristo donde Cristo no sea conocido,para no edificar sobre fundamento ajeno.

    Haba una estrategia apostlica para la misin.La vida de los apstoles, especialmente la de Pablo, pone de mani-fiesto un concepto inusual y brillante para la estrategia misionera.Siempre se dirigan en primer lugar a las grandes ciudades ubica-das sobre las rutas comerciales. Desde esos centros sus discpulos yconvertidos viajaban hacia los pueblos del interior y all fundabaniglesias que a su vez fundaban otras despus. Los apstoles conocan

    la clave de las ubicaciones estratgicas y la importancia de delegarresponsabilidad a otros, y de esta manera se multiplicaban de unamanera ms rpida que algunos de los emprendimientos misionerosmodernos.

    Para l legar a ser un

    apstol de Jess, una

    persona deba haber

    estado con l por largo

    tiempo, presenciando

    sus enseanzas.

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    L o s a p s t o l e s e r a n h o m b r e s d e i g l e s i a sSobre todas las cosas establecan congregaciones. Parte de la evangeli-

    zacin moderna est tan alejada de las iglesias que son estas las quedeben sostener los esfuerzos evangelizadores, en lugar de que estosesfuerzos integren a los convertidos a las iglesias y den impulso anuevas congregaciones. Los apstoles no se manejaban as, y esta es larazn por la cual la evangelizacin apostlica perdur, mientras quela evangelizacin moderna populista se diluye rpidamente.

    Los apstoles comunicaban a los convertidos la responsabilidad de

    transformarse en iglesia. Sin duda esta es una leccin que necesitamosreaprender hoy. Pablo fue quien escribi que Cristo am a la iglesia y seentreg por ella (Efesios 5:25, NVI).

    P o r q u l o s D o c e ?Los apstoles de Jesucristo son hroes cuyos retratos, tal como los cris-tianos han llegado a conocerlos, van ms all de su vida. La partcula

    honorfica San que los catlicos griegos y los catlicos romanos asig-naron a los Doce (y de all a un aluvin de sucesores) fue en parte larazn para que se los terminara considerando semidioses. Pero muchoantes del momento en que se integr el Nuevo Testamento en un solovolumen, con el carcter de Canon, las figuras de los Doce habanganado un respeto superior. En el libro de Apocalipsis Juan habla dela Nueva Jerusaln, que tendr los nombres de los Doce grabados en

    sus cimientos. (De paso, esa mencin resuelve la polmica en cuantoa si, despus de la traicin de Judas Iscariote, Matas fue realmenteaceptado por los dems apstoles como uno de los Doce.)

    Por qu eligi Jess solamente doce apstoles principales? Obvia-mente en correspondencia con las doce tribus de Israel. l mismo,como el nuevo y eterno sumo sacerdote, representara a la tribu sacer-dotal nmero trece, Lev. La funcin de los apstoles era la de ser tes-

    tigos de la resurreccin de Jess y de sus enseanzas. Por este motivo,como lo confirma el reemplazo de Judas por Matas, era preciso queun apstol hubiera estado con Jess un tiempo prolongado, y quehubiera sido testigo de sus enseanzas.

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    Pablo sostuvo firmemente que l tambin era un apstol, ya quesu conversin, su llamado y su instruccin vinieron directamente de

    Jess, y que poda mostrar en abundancia las seales propias de unapstol. A pesar de ello, no hay evidencia alguna de que haya sidoadmitido en el crculo original de los Doce. Es probable que algunosde los apstoles originales nunca hayan llegado a confiar plenamenteen l, y hasta Pedro admiti que no siempre entenda los comentariosde nuestro amado hermano Pablo (2 Pedro 3:15).

    E l l i b r o d e H e c h o s y l o s D o c eEn un sentido muy importante, el libro de los Hechos, que es elprimer libro de historia cristiana, es el relato de la manera en la queel cristianismo, que al principio era una secta dentro del judasmo,abri su puerta a los gentiles, y cmo en poco tiempo lleg a serprincipalmente una fe de los gentiles. De principio a fin, el libro delos Hechos muestra al cristianismo como un movimiento minorita-

    rio entre los judos, pronto rechazado por la mayora de los judos,y gentilizado a medida que una persona ilustrada como Pablo setransformaba en el lder del movimiento cristiano en Europa. Porun tiempo, Pedro se mantuvo como el lder judo cristiano ms des-tacado, pero despus del primer siglo el cristianismo gradualmentefue decayendo entre los judos.

    El libro de Hechos registra cuidadosamente cmo Pedro, al prin-

    cipio obviamente en contra de su voluntad, fue un apstol reaciohacia algunos gentiles, aunque a la vez se esforzaba por mantener alcristianismo lo ms cercano posible al judasmo. El diseo del librode Hechos est presentado con tanta lgica y cuidado como lo harael expediente de un abogado. Demuestra de manera concluyente quela meta del cristianismo era perder el carcter judo excluyente, y esofue lo que logr. Deba ser mucho ms que una secta o un partido

    ms dentro del judasmo, como lo eran los fariseos, los saduceos olos esenios.Los que esperan que el libro de los Hechos presente la histo-

    ria completa del cristianismo primitivo se vern frustrados. Eso se

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    cumple slo de manera incidental y fragmentaria. Su principal argu-mento es que Dios mismo fue quien solt al cristianismo de sus races

    judas y le dio un carcter universal. Para hacerlo us primero a Pedroy luego a Pablo. Los otros apstoles cumplieron papeles secundariosen la historia de Hechos, ya que no se trata de una historia de losapstoles sino del surgimiento del cristianismo entre los gentiles.

    Aunque este nfasis sea valioso y liberador, es inevitable que ellector de la Biblia pronto quede atrapado, tal vez de manera incons-ciente, en el ministerio particular de Pablo. Aunque al comienzo

    Pedro se destaca ms, luego desaparece y el libro de Hechos continacon la historia de Pablo y sus amigos: Timoteo, Lucas, Bernab, Silasy otros. El libro muestra que Pedro y los Doce iniciaron el cristia-nismo, y despus bendijeron el ingreso de los gentiles creyentes en laiglesia, y luego menciona una y otra vez el hecho de que slo algunosjudos en el mundo romano aceptaron a Cristo. A medida de queotros rechazaban a Cristo, en cada ocasin se ve a Pablo dirigirse a los

    gentiles, quienes parecan ms dispues-tos a recibir el evangelio que la mayorade los judos.

    Se necesita esta percepcin histricapara entender por qu contamos contanta informacin acerca de Juan y dePedro, y todava ms acerca de Pablo,mientras que conocemos muy pocoacerca de los otros apstoles.

    El cristianismo romano y griegopronto lleg a destacarse por encima delcristianismo judo. Los cristianos occi-dentales en el Imperio Romano atesora-

    ron y preservaron los escritos de Juan, de Pedro y de Pablo, los tresapstoles que trabajaron entre los gentiles. Los otros apstoles noescribieron mucho, con excepcin de Mateo. Pero en su Evangeliono surge con claridad la personalidad de Mateo. Si hubo algn escritoproducido por algn otro de los Doce, se ha perdido.

    Aunque se presentan

    de manera exagerada

    y fantstic a, las

    leyendas y tradiciones

    son por lo general

    ampliaciones de la

    real idad, y es muyposible que no sean

    exageraciones sino

    hechos reales.

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    Marcos fue ayudante y escribiente de Pedro, pero no era conside-rado como apstol sino como un auxiliar apostlico, como lo eran

    Timoteo, Tito, Epafrodito, Lucas, Bernab, Silas, Aquila, Priscila yErasto. En Hechos Lucas escribi acerca de Pablo, y en su Evangelioacerca de Jess y de los apstoles. Lucas no era uno de los apstolesoriginales. En consecuencia, el Nuevo Testamento tal como lo cono-cemos es producto de Mateo, apstol, Pedro, apstol, Juan, apstol,y Pablo, apstol. Otros escritores del Nuevo Testamento, tales comoMarcos y Lucas, no eran apstoles sino ayudantes de ellos; y Judas y

    Santiago no estuvieron entre los primeros seguidores de Jess, sinoeran hermanos del Seor, que slo creyeron en l despus de la Resu-rreccin de Cristo.

    En cuanto a la historia de los apstoles despus de los primerosaos en Jerusaln, excepto las breves referencias que encontramos enel libro de los Hechos, debemos buscar informacin en las Epstolas,en Apocalipsis, en las historias, tradiciones o leyendas de los primerosescritores cristianos post apostlicos y en las tradiciones locales delmovimiento cristiano en aquellos lugares donde los apstoles sirvie-ron o donde murieron. Esta ltima investigacin es la que menosatencin recibi por parte de los historiadores, y es la que intentare-mos explorar, adems de aquellas tradiciones cristianas primitivas yde los relatos bblicos que son bastante conocidos, pero no en todoel mundo.

    L e y e n d a , m i t o y t r a d i c i nLa palabra leyenda est mejor considerada hoy que hasta hace pocotiempo. Decir que algo era legendario generalmente aluda a una malareputacin, porque para la mayora de la gente tena el significado demtico. La palabra tradicin goza de mucha ms alta estima entre loshistoriadores. Gracias a la crtica literaria, a la investigacin histrica ya las observaciones arqueolgicas, los estudiosos tienen ms confianzade que existe en las leyendas y tradiciones un remanente de datosfcticos acerca de personajes bblicos o histricos bien conocidos.Aunque se presentan de manera exagerada y fantstica, las leyendas

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    y tradiciones son por lo general ampliaciones de la realidad, y es muyposible que las tradiciones no sean exageraciones sino hechos reales.

    Hemos intentado extraer algo de jugo de las leyendas acerca de losapstoles, y tambin encontrar elementos razonables y factibles enlas tradiciones. Es imposible volverse dogmtico en ese tema, peroseguramente podemos tener hoy un conocimiento ms completo dela vida de los apstoles que el que se tuvo hasta ahora.

    L a i m p o r t a n c i a a c t u a l

    Por qu debera el lector cristiano, o cualquier lector, interesarse enla historia de los primeros apstoles de Jesucristo?En primer lugar, el aumentar el conocimiento acerca de los apsto-

    les iluminar enormemente los tiempos primitivos del cristianismo,llenos de poder, y tal vez nos ayuden a recuperar el secreto de ladinmica de los primeros cristianos.

    Los cristianos hoy saben, o pueden saber, mucho ms acerca de

    ciertos temas que cualquier otra generacin de creyentes. La arqueo-loga es una ciencia relativamente moderna. La crtica textual hapermitido contar con un texto bblico mucho ms claro que el queestuvo disponible antes. Sin embargo, lamentablemente, es evidenteque en las iglesias contemporneas falta buena parte del poder y delespritu del cristianismo de la poca neotestamentaria.

    El pblico general necesita conocer nuevamente la dedicacin de

    los primeros lderes cristianos, y percibir la relevancia moderna de susmtodos y sus ideales eternos. El cristianismo necesita renovarse a smismo, como lo necesitan todas las instituciones. De dnde vendresta renovacin? El impulso dinmico que legaron los primeros cris-tianos, y que hasta la fecha no se ha agotado por completo, sin dudaera, en parte, la herencia personal y directa de los doce apstoles yde sus contemporneos cristianos.

    Lo mnimo que un estudio de esta clase debera contribuir a todoslos cristianos es el de dirigir nuestra atencin hacia aquellos das deun cristianismo ms puro, menos encasillado y ms libre de tradi-ciones. Hay mucho acerca de la vida de los doce apstoles que puede

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    proporcionarnos hoy un mensaje existencial. Sin duda descubrir lo quelos apstoles hicieron, o lo que se sostiene que hicieron, es redescubrir

    su motivacin y la estrategia de vida que siguieron.

    C m o c o m e n z e s t e e s t u d i oEn un sentido, la preparacin de este libro requiri treinta aos deestudio amplio e intensivo. En 1944, conclu una licenciatura enteologa en Bethel Theological Seminary en St. Paul, Minnesota, conuna especializacin en historia de la iglesia, para lo cual acredit ms

    de sesenta horas semestrales y present una tesis sobre ese tema. En1952 hice una disertacin sobre el mismo tema y me gradu comodoctor en educacin religiosa en Southwestern Baptist TheologicalSeminary en Fort Worth, Texas.

    Desde entonces he ledo constantemente sobre historia de la igle-sia y he viajado varias veces a Europa (treinta y nueve veces) y aMedio Oriente (veintisiete viajes) en busca de informacin bblica

    y eclesistica. Esta valiosa experiencia ha sido un trabajo de amor yuna tarea muy fructfera en trminos de descubrimientos de nue-vos datos y percepciones frescas. Es una falsa suposicin creer quetodo el conocimiento histrico til puede encontrarse solamente enlos libros, si bien he ledo cientos de ellos sobre los doce apstoles.Mucha informacin adicional slo poda ser recolectada viajandoa los lugares que ellos recorrieron alguna vez y conversando con lagente que ahora vive en esos sitios, quienes conocen tradiciones quepor lo general no se pueden encontrar en los libros a los que tienenacceso los investigadores. Hasta donde tengo conocimiento, nuncase ha reunido en un solo libro todos los datos conocidos acerca delos apstoles, hasta ahora.

    En octubre de 1971, por ejemplo, fui husped oficial en Irndurante la celebracin del aniversario de 2500 aos de la muerte deCiro el Grande. En esa ocasin se present la oportunidad de entre-vistar a los lderes de varios movimientos cristianos muy antiguos enIrn, quienes remontan sus orgenes espirituales a la visita a Persia depor lo menos cinco de los apstoles de Jess durante el primer siglo

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    de esta era! No slo obtuve informacin en ese lugar, sino tambinuna comprensin ms amplia del avance del cristianismo primitivo

    en Oriente, ms all de las fronteras del mundo romano, del cual loscristianos de Occidente conocemos muy poco. Este hecho ha signi-ficado una gran prdida para nosotros. Las siguientes observacionesson un ejemplo de una parte de la historia cristiana acerca de la cualpocos cristianos de nuestra regin conocen:

    Irn conoca el cristianismo desde los primeros tiempos de laprdica apostlica. Cuando se predic por primera vez en este

    lugar del mundo, es decir, ms all del Imperio Romano Orien-tal, a saber, en las regiones ms orientales de Asia Menor, lasregiones nororientales de la Siria Antigua y de la Mesopotamia,los apstoles y sus sucesores inmediatos no saban nada acercade fronteras entre Siria del este, Mesopotamia, Armenia y Per-sia. En realidad, los habitantes de estos pases vivan en estrecharelacin entre s, al punto que los primeros cristianos pertene-

    can todos a una misma corriente evangelizadora y compartanlas mismas tradiciones cristianas que les haban enseado losprimeros apstoles y sus discpulos.

    Por lo tanto, ya desde el primer siglo se predic la fe cristianaen Edesa, en el reino de Osroene. Tambin entr en Armeniay en Persia en ese mismo siglo. Como dijo Tournebize: Sinduda, la fe se difundi muy tempranamente desde Osroene

    hacia el Este; la distancia entre Edesa y Armenia no era grande.Mucho antes de Bar Hebraus, las alianzas y los intercambiosfrecuentes entre partos, persas, edesianos y armenios justifica-ron la siguiente declaracin del famoso patriarca monofisita:Partos o persas, partos o edesianos, partos o armenios, sontodos uno.5

    Ms tarde, en noviembre de 1971, coordin la visita de un grupode personas de los Estados Unidos en un viaje de inters histricotitulado La bsqueda de los doce apstoles. En esta expedicin, atravs de Europa y Medio Oriente, aparecieron muchos ms de los

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    I N T R O D U C C I N

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    datos que se registran en este libro. Podra decirse que hasta la fechaningn grupo de los tiempos modernos o antiguos hizo un estudio

    tan exhaustivo acerca de la vida y de los lugares de sepultura de losapstoles, en los lugares especficos indicados por los historiadores o porlas tradiciones referidas a los apstoles.

    Se puede arrojar todava ms luz sobre este tema de los doce aps-toles. Pensemos, por ejemplo, en los enormes archivos de la antige-dad y en los documentos todava no traducidos que se encuentran enlos monasterios ortodoxos griegos o en la biblioteca del Vaticano, en

    Roma. Reconocemos no tener la preparacin acadmica, la capacidadlingstica, ni el tiempo necesario para encontrar las agujas en estosenormes pajares. Debemos esperar los das felices en los que otros seencarguen de esta tarea.

    Dentro de los lmites de la investigacin actual, de la investigacinoriginal y de la evaluacin crtica de la historia y de las tradiciones,esperamos haber reunido todo lo que se conoce o lo que razona-blemente podemos averiguar acerca de los apstoles. Anticipamoscon optimismo que la investigacin futura har crecer el cuerpo deinformacin que aqu se presenta.

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    C A P T U L O 1

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    Todos los creyentes se dedicaban a las enseanzas de los apstoles. . . . Adoraban

    juntos en el templo cada da, se reunan en casas para la Cena del Seor y

    compartan sus comidas con gran gozo y generosidad, todo el tiempo alabando

    a Dios y disfrutando de la buena voluntad de toda la gente. Y cada da el Seor

    agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos. Hechos 2:42,

    46-47

    A comienzos del ao 30 d.C., una fuerte ola de optimismo habacomenzado a esparcirse por la extensa regin del ImperioRomano. Tiberio Csar, en su palacio de Capri, no lo saba, peroestaba naciendo una nueva fuerza que poco tiempo despus heredarael imperio. Bajo el frreo control de Augusto, sucesor de Julio Csar,se haba instalado un estilo de vida pacfico entre los pueblos delimperio, si bien una paz opresiva, fruto de la conquista.

    La Pax RomanaAunque haba brotes de rebelin local que de tanto en tanto secaldeaban, no caba ninguna duda de que Roma era la monturafirmemente ceida sobre Europa, frica del Norte y Asia Menor.Augusto y su sucesor, Tiberio, cabalgaban cmodamente sobre ella

    por largo tiempo. Cualquier rey vasallo que dudara de ello, o cual-quier provincia rebelde que temerariamente desafiara al Csar, muypronto se enteraba mediante el derramamiento de sangre quingobernaba el mundo. Ms an, nadie dudaba que este estado de

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    cosas se mantendra sin variantes, tal como en efecto lo confirmaronlos siguientes trescientos aos de continuidad del imperio. La pro-

    longacin de la Pax Romana trajo prosperidad, comercio, educacin,homogeneidad cultural y lingstica, y seguridad en las rutas: unapreparacin ideal para los apstoles y los misioneros cristianos.

    Haba una sola excepcin en esta Pax Romana que presentabaconstantes problemas: la tierra de Judea. Como tropa de ocupacin,las legiones romanas deban mantenerse constantemente en guardia

    ante una poblacin implacablemente

    hostil. Los reyes herodianos habangobernado desde el tiempo del primerCsar slo gracias al poder impuesto porRoma. Todos entendan, aunque no lohiciera el pueblo, que Roma haba lle-gado para quedarse y que la Pax Romanaera sin dudar la mejor de las condicionesposibles.

    Uno tras otro, los sucesivos Herodesnavegaron a Roma para visitar el des-lumbrante centro de poder. All tomabannota del perfil ms amplio del imperioy esto les permita colocar fcilmente aJudea en su pequeo lugar. Pero la gente

    a la que gobernaban en nombre de Roma tena una actitud extre-madamente provinciana y no lograban ver ms all de sus fronteras.Aunque los romanos trataran de ser justos y equitativos, los israelitaslos consideraban opresores odiosos, inferiores adoradores de dolos,ajenos al pacto de Dios, y objeto justificado de sus incesantes intentosde rebelin y de asesinato. El arrogante desprecio de los romanoshacia el orgullo judo provocaba un resentimiento que indefectible-mente desembocara en la matanza y la dispersin de los judos. Alfinal de cuentas slo Roma podra triunfar. Pero, fuera racional ono, en ningn otro pueblo del mundo de entonces arda tan inten-samente la pasin por la independencia como entre los judos. A la

    La prolongac in de la

    Pax Romanatra jo

    prosperidad, co mercio,

    educacin,

    homogeneidad cultural

    y l ingstica, y

    seguridad en las rutas:

    una preparaci n ideal

    para los apstoles y

    los misioneros

    cristianos.

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    SIRIACHIPRE

    MACEDONIA

    SAMARIAJerusaln

    feso

    Roma

    ACAYA

    GALACIA

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    3

    EL MUNDO DE LOS APSTOLES

    JERUSALN

    En Pentecosts, los seguidores de Jess en Jerusaln son llenos del Espritu Santo.Crece la iglesia de Jerusaln.

    SAMARIASe intensifica la persecucin contra los cristianos. El evangelio se difunde en otrasciudades del imperio.

    SIRIAPablo se convierte. Bernab lleva a Pablo a la iglesia en Antioqua de Siria.

    CHIPRE Y GALACIA

    El primer viaje misionero de Pablo y Bernab atraviesa Chipre y Galacia.

    MACEDONIA Y ACAYAPablo y Bernab se separan. Pablo visita ciudades en Macedonia, luego va a Atenasy a Corinto en Acaya, y finalmente regresa a Antioqua.

    FESOEl tercer viaje de Pablo es a feso y a otras ciudades en Asia.

    JERUSALN Y ROMA

    Pablo es arrestado en Jerusaln y comienza el largo viaje bajo custodia romanahacia la capital del imperio, donde se presentar ante el Csar.

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    mayora de ellos le importaba muy poco la seguridad y la prosperidadque sin duda ganaban por el hecho de ser parte de un imperio tan

    grande y unificado.Ese resentimiento, en su origen nacionalista e ideolgico, creciprincipalmente como una reaccin hacia la soberbia infernal de losromanos. Desde el punto de vista de los judos, nada de lo que hicieraRoma podra ser correcto. Para los romanos, por derecho imperial(que por supuesto hoy no podramos otorgar), la opcin era ntida:mantener a Judea pacificada o correr el riesgo de que se propagara

    el fuego de la rebelin. Para que el imperio fuera viable, los roma-nos procuraban ser lo ms justos posible. Pero, con justicia o sinella, Roma se asegurara el poder,sin importarle aquello que hicierano sintieran los habitantes de Israel. El choque de voluntades entreJerusaln y Roma era el hecho poltico ms problemtico del primersiglo. Slo caba un desenlace trgico para Judea.

    La paz de Roma, desastrosa y dolorosa para los judos, fue de

    todos modos el factor que abri la puerta al mundo que facilit lapenetracin del recientemente surgido cristianismo. Haba judospiadosos viviendo en cada ciudad romana. Todos los israelitas, yafuera que pertenecieran a la tribu de Jud o a los remanentes de lastrece tribus, recibieron el nombre de judos. Jud era la tribu real deDavid, y judo es una palabra derivada de ese nombre. La Pax Romanahaba facilitado el regreso de los exiliados en Babilonia, quienes ahora

    haban recuperado la capital, Jerusaln. Jud era la ms fuerte y con-solidada de las tribus, y era la guardiana del templo en Jerusaln, queconstitua el centro geogrfico de oracin, desde cualquier lugar en elmundo donde se encontraran radicados los israelitas. Por ese motivo,todos los israelitas interesados en preservar su identidad nacional, lastradiciones mosaicas y la fe religiosa, comenzaron a llamarse judos,independientemente de la tribu a la que pertenecieran.

    Los matrimonios entre personas de las diversas tribus en la dis-pora sin duda fueron factores que contribuyeron a ligar a los israelitasdispersos mediante la identificacin con Jud. Los que no se suma-ron a este movimiento espiritual y nacionalista pronto se perdieron,

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    no como tribus completas sino como individuos, a medida que losmatrimonios mixtos con los gentiles y el desgaste por la muerte fue-

    ron eliminando gradualmente a aquellos que se mostraban indife-rentes a la herencia de Israel.No hubo solamente una dispersin de las tribus de Israel, aunque

    el proceso comenz en 725 a.C. cuando Asiria desterr a muchaspersonas de las tribus del norte. Lo que hubo, en cambio, fueronsucesivas olas de traslados desde Palestina, lo cual dispers a los israe-litas en todas las direcciones. (Una colonia de judos en Cochin, en

    la India, desde 70 d.C. llam la atencin en el mundo hace pocosaos, a medida que la emigracin hacia el moderno estado de Israeltermin de vaciar esa reserva del judasmo hind. Este hecho nosrecuerda que las personas viajaban mucho ms en el primer siglo quelo que comnmente se cree, lo cual brinda veracidad al apostoladode Santo Toms en la India durante el primer siglo.)

    El Biblical Research Handbook [Manual de investigacin bblica]

    (volumen 2), provee un relato de la dispersin de los judos en laera pre cristiana. Como los apstoles cuando salan en sus misionessiempre se dirigan en primer lugar a los judos, este pasaje resultamuy ilustrativo:

    Los historiadores armenios y georgianos registran que des-pus de la destruccin del Primer Templo . . . Nabucodonosordeport un gran nmero de cautivos judos hacia Armenia y elCucaso. Con estos exiliados se reunieron ms tarde otros com-patriotas venidos desde Media y desde Judea . . . hacia el finaldel cuarto siglo, las ciudades armenias albergaban poblacionesjudas en un nmero de 10.000 a 30.000. . . .

    Los monumentos de losas de mrmol que contienen inscrip-ciones en griego, y se preservan en la ermita de San Petersburgo

    y en el museo de Feodosia (Kaffa), muestran que los judosvivieron en Crimea y por toda la costa oriental del Mar Negroa comienzos de la era actual, y que contaban con comuni-dades bien organizadas y provistas de sinagogas. Ya estaban

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    helenizados, y usaban nombres griegos tales como Hermes,Dionisiodoro y Heracles. Durante el reino de Julio el Isauriano

    (175210), el nombre Volamiros era comn entre los judosde Crimea. Este fue el origen del nombre ruso Vladimiro.1

    La cultura griega haba penetrado hasta Francia, que en ese entoncesse conoca como la tierra de los galos, hacia mediados del primer siglo

    a.C. Los diversos lenguajes de cada passe usaban en forma local, por supuesto,pero por todo el Imperio Romano tanto

    el latn como el griego eran ampliamenteusados. Este hecho facilit que la filoso-fa y la cultura griega influyeran profun-damente en el mundo romano. Y mstarde esto provey canales literarios ylingsticos para el evangelio cristiano.

    Los esplndidos caminos romanos,

    muchos de los cuales se mantienen hastahoy, relacionaban entre s a las ciudadesde todos los pases. Por medio de esas

    carreteras directas y seguras y de las rutas martimas cada vez msnavegables circulaba un activo intercambio de bienes y de costum-bres. Estas mismas carreteras pronto seran las vas de propagacinde la fe.

    De esa manera, a pesar de su crueldad inicial y de las condicionesseveras, el mundo romano durante el primer siglo estaba cambiandoy unificndose para constituir el imperio ms grande y de mayorduracin que el mundo haya conocido. En la Edad Media, el ImperioMongol gobern brevemente una regin ms grande y quizs a unapoblacin mayor, pero no dej una civilizacin que perdurara, ya quese trataba de un imperio de destruccin que pronto se desvaneci

    y retrocedi hacia la enorme y vaca regin de Asia de donde habavenido. Roma instal una cultura que permaneci. Esa cultura toda-va permanece y su influencia es tan fuerte como antes.

    Por medio de las

    seguras carr eteras y

    las rutas mart imas

    navegables de Roma

    circulaba un activo

    intercambio d e bienes

    y de costumbres,

    [futuras] v as de

    propagacin de la fe.

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    Roma haba incorporado a su civilizacin muchos aspectos quehaba tomado de otros; lo hizo inicialmente de los misteriosos etrus-

    cos. Pero hacia el primer siglo los etruscos ya casi haban desapa-recido y eran parte de la historia. Hoy ni siquiera podemos leersu escritura. Tambin Egipto haba dado mucho y seguira hacin-dolo. Pero Egipto haba perdido la civilizacin de los faraones y sehaba helenizado. Grecia misma era an el centro de la cultura y lamedicina del Imperio Romano, pero se haba convertido en pocoms que una provincia que nutra con su influencia la corriente del

    imperio. Con el tiempo Grecia triunfara sobre Roma y volvera alevantarse, ya no en Atenas, sino en Constantinopla. Sin embargo,durante el primer siglo Roma era el poder poltico ms importantedel mundo.

    Este, entonces, era el mundo de Jess y de sus apstoles. Ubicadosobre la angosta franja de territorio que haca de puente entre trescontinentes, el pueblo de Israel haba sido llevado y trado varias

    veces. Los griegos, y despus los romanos, haban conquistado aPalestina, pero nunca haban logrado someter al pueblo. Constante-mente fermentaba la rebelin. Con frecuencia la menor provocacinencenda la revolucin contra Roma. Los herodianos se apresurabana tomar medidas contra los revoltosos, porque si ellos no lo hacan,Roma poda hacerlo, y lo hara. Y cuando eso ocurra, los herodianosperdan imagen y deban pagar severas multas al Csar.

    Por esa razn, los herodianos se preocuparon en sofocar cualquiersedicin antes de que los pusiera en aprietos. Fue por un cargo desedicin que se mont el juicio fraudulento a Jess, juicio que prontose les escap de las manos, siendo Jess falsamente condenado amuerte por blasfemia y traicin, a pesar de que el gobernador romanoPilato lo haba declarado inocente.

    Por supuesto, la sedicin fue slo la razn aparente por la que

    se conden a Jess. Como pudieron ver claramente los apstoles,y el juicio de la historia despus confirm, la principal razn de sucondena fue que Jess haba atravesado la hipocresa de la religinceremonial y poltica de los judos y la burocracia religiosa de los

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    sacerdotes profesionales, los saduceos y los fariseos. As fue comolos principales lderes judos, incluyendo al partido oficial de los

    herodianos, consintieron o procuraron su muerte.Cuando los hombres ascienden a posiciones elevadas, pero tie-nen un sostn precario, con frecuencia entran en concesiones fatales.Cuando lo hacen en un estado semi religioso, esto les provoca malaconciencia. Cuando quedan expuestos y sus malas motivaciones a lavista, tienden a dar el contragolpe con las fauces abiertas y goteandoveneno. Jess los calific apropiadamente de camada de vboras

    y fue principalmente por ese motivo que se mantuvieron al acechoagazapados y luego cayeron sobre l. Lo acusaron de blasfemia y desedicin. De esa manera indujeron a Roma a unirse a Jerusaln paracrucificar al Hijo de Dios.

    Despus de la Resurreccin, los apstoles de Jess gozaron deun brote de popularidad en Judea. La culpa por la muerte de Jessestaba presente en la conciencia pblica, y los apstoles aseguraban

    a aquellos que se arrepentan de esa culpa y de todas sus culpasde pecado que seran expiados por el verdadero Cordero de Dios.Miles de judos profesaron conversin a Cristo poco despus de laResurreccin, y da tras da se aadan otros a la floreciente iglesiade Jerusaln.

    En poco tiempo, cuando se reunan, no haba edificio pblico oprivado capaz de albergarlos. Las autoridades tomaron medidas para

    desanimar a los apstoles, con el fin de evitar nuevos problemas paraIsrael. Pero esta vez nada los detendra.A pesar de los martirios, como el de Esteban y el de Jacobo, el

    hermano de Juan, y del encarcelamiento de Pedro, la iglesia creci yse dispers a travs de Judea, Samaria y toda Palestina. Luego pasa Antioqua de Siria, la cual, durante el primer siglo, era la terceraciudad en el Imperio Romano y el cruce verdadero entre el Este y

    el Oeste. Desde Antioqua, los recientemente llamados cristianosenviaron misioneros, por ejemplo Bernab, quien haba venido deJerusaln para pastorear a la vigorosa iglesia en Antioqua, y Saulo deTarso, a quien Bernab se haba acercado en Jerusaln y luego haba

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    llamado de Tarso para que lo ayudara en Antioqua. Su destino misio-nero era la isla cercana de Chipre, de donde era oriundo Bernab. Su

    objetivo en primer trmino eran los judos, y luego los gentiles.Despus de notables triunfos en Chipre, viajaron hacia el interiorde Asia Menor, que, segn la percepcin de Saulo (ahora llamadoPablo), estaba lista para recibir el men-saje cristiano. La experiencia de estosdos apstoles entusiastas, primero enAntioqua y ahora en Chipre y en Asia

    Menor, haba servido como confirma-cin de que efectivamente la intencinera que el evangelio alcanzara a todos, yque poda ser recibido tanto por los gen-tiles como por los judos. De esa manerase marc un hito en la historia del cris-tianismo. Comenzaba un proceso quedesprendera al cristianismo de la exclu-sividad juda y que lo transformara enun movimiento universal para todos loshombres.

    No fueron Pablo y Bernab los quepor primera vez cruzaron la fronterapara comunicar el cristianismo a losgentiles. Eso se haba hecho el da dePentecosts cuando gente de muchaspartes del mundo romano escuch elmensaje, poco despus de la ascensinde Jess. Sin embargo, en la iglesia deJerusaln la conversin de gentiles eraescasa y fortuita.

    Los doce apstoles, reducidos a once por la muerte de Jacobo, sehaban quedado en Jerusaln o al menos en Palestina. Al parecer nose atrevan a encarar el apostolado a todo el mundo, tal como Jess leshaba encomendado. Pronto, sin embargo, la persecucin contra los

    M A T E O E S C R I B E

    Jess se acerc y dijo a

    sus discpulos: Se meha dado toda autoridad

    en el cielo y en la tierra.

    Por lo tanto, vayan y

    hagan discpulos de

    todas las naciones,

    bautizndolos en el

    nombre del Padre y delHijo y del Espritu Santo.

    Enseen a los nuevos

    discpulos a obedecer

    todos los mandatos que

    les he dado. Y tengan

    por seguro esto: que

    estoy con ustedessiempre, hasta el fin de

    los tiempos. Mateo

    28:18-20

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    judos obligara a algunos de ellos a salir. La nacin de Israel no estabadispuesta a aceptar que Jess era el Cristo. Pronto los Doce tambin

    tendran que dirigirse a los gentiles. Pablo y Bernab haban abiertoel camino con xito. Desde ese momento en adelante, los apstolessiempre iran primero a los judos y, si eran rechazados, se dirigirana los gentiles. El libro de Hechos es el relato acerca de la manera enque el cristianismo se expandi tanto por el ejemplo como por lapersecucin, y sali de Jerusaln hacia el resto del mundo romano,con un mensaje universal orientado tanto a judos como a gentiles.

    Aunque la propia Roma era an ms hostil al cristianismo queJerusaln, muchos judos y gentiles en distintos lugares abrazaron lanueva fe. Durante el lapso de vida de los apstoles el evangelio deCristo se haba difundido a travs de las extensas carreteras roma-

    nas, y tambin por el mar, hacia lugarestan lejanos como la Galia y Britania enel noroeste, Alejandra y Cartago en lacosta del frica al sur, Escitia y Armenia(antes Unin Sovitica) al norte, y Persiay la India al este. Durante esta explosininicial de fervor cristiano, los doce aps-toles, y muchos otros tambin llamadosapstoles, llevaron el mensaje cristiano alugares muy lejanos y a regiones peligro-sas tanto cercanas como lejanas, y aunms all del Imperio Romano. Murieronen esos lugares, pero su mensaje y lasiglesias que fundaron los sobrevivieron.

    En sus comienzos, el cristianismo registr historias y leyendasque relatan las aventuras que los apstoles tuvieron en los prime-ros aos de la expansin cristiana. Al parecer, los apstoles no eranconscientes de que su misin tena trascendencia histrica, de modoque escribieron pocos informes que permanecen hoy. Los documen-tos que tenemos, aparte de las Escrituras, no carecen de errores, yen ocasiones tienden a ser fantasiosos. Sin embargo, queda mucho

    Durante el lapso de

    vida de los apstole s

    el evangel io de Cristo

    se haba difundido

    hacia lugar es tan

    lejanos como la Gal ia

    y Bri tania, Alejandra

    y Cartago, Escit ia y

    Armenia, y Persia y la

    India.

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    por aprender acerca de los apstoles de lo que hasta ahora conoce elpblico cristiano en general, o de lo que hasta ahora hayan escrito

    los eruditos en un solo libro. Con este propsito, este relato de lavida de los doce apstoles contribuir a iluminar los primeros das dela misin cristiana. Es de esperar que ayude a definir a los apstolescomopersonas reales.

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    Apstoles en la Biblia

    ANDRSapstol.Mateo 4:18; Marcos 1:29; Marcos 13:3; Juan 1:40, 6:8,12:22; Hechos 1:13.

    BERNAB (HIJO DE EXHORTACIN)levita de Chipre, vende sus tierras. Hechos 4:36.predica en Antioqua. Hechos 11:22.acompaa a Pablo. Hechos 11:30, 12:25, 13:14; 1 Corintios 5:6.su disputa. Hechos 15:36.su error. Glatas 2:13.

    BARTOLOM (NATANAEL)hijo de Talmay. apstol.Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas 6:14;Hechos 1:13.

    JACOBOhijo de Zebedeo, llamado.Mateo 4:21; Marcos 1:19; Lucas 5:10.apstol,ordenado uno de los doce.Mateo 10:2; Marcos 3:14-15;Lucas 6:13.presenci la transfiguracin de Cristo.Mateo 17:1-9; Marcos 9:2;Lucas 9:28.presente durante la Pasin.Mateo 26:36-37; Marcos 14:33.ejecutado por Herodes.Hechos 12:1-2.

    JACOBOapstol,hijo de Alfeo.Mateo 10:3; Marcos 3:18; 6:3; Lucas 6:15;Hechos 1:13, 12:17.su opinin acerca de lo ceremonial.Hechos 15:13-29; Glatas 2:9.su enseanza.Santiago 15.mencionado.Hechos 21:18; 1 Corintios 15:7; Glatas 1:19.

    JUAN

    apstol, llamado. Mateo 4:21; Marcos 1:19-20; Lucas 5:10.ordenado. Mateo 10:2; Marcos 3:17.pregunta a Jess. Marcos 13:3.reprendido. Mateo 20:20-28; Marcos 10:35-40; Lucas 9:49-50.

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    Notas

    INTRODUCCIN 1. Constantino celebr el trigsimo aniversario de su ascensin en el verano del

    ao 335. Probablemente las ceremonias ms importantes ese ao en Romafueron las que acompaaron el solemne traslado de los huesos venerados comoreliquias de los Apstoles San Pedro y San Pablo desde las catacumbas de SanSebastin, donde haban sido veneradas desde el ao 258, a las baslicasconstruidas en su honor en los lugares tradicionales de sus martirios, en elVaticano y en la Va Ostia (Constantine the Great [Constantino el Grande],

    John Holland Smith, 286; ver tambin LiberPontificalis, ed. Duchesne, vol. 1,172ss.).

    2. J. Stevenson,A New Eusebius [Un Eusebio nuevo] (Londres:William Clowes &Sons, Ltd., S.P.C.K., 1957, 1960), 395.

    3. John Holland Smith, Constantine the Great(Nueva York: Charles Scribner's &Sons, 1971), 301302.

    4. Robert M. Grant,Augustus to Constantine: The Thrust of the Christian

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    5. Comisin Intereclesial del Centenario, conferencia titulada La tradicincristiana armenia en Irn, 1.

    CAPTULO UNO: EL MUNDO DE LOS APSTOLES 1. The Bible Research Handbook [La gua de investigacin bblica], vol. II (Londres:

    Covenant Publishing Co., Ltd., segunda impresin, 1969), pginas nonumeradas.

    CAPTULO DOS: CUNDO SALIERON LOS APSTOLES DE JERUSALN? 1. Jean Danielou y Henri Marrou, The Christian Centuries [Los siglos cristianos]

    (Londres: Datton, Longman, & Todd, 1964), 39.

    CAPTULO TRES: SIMN PEDRO 1. Baruch Sapir y Dov Neeman, Capernaum [Capernam], vol. NI/9 (Tel-Aviv:

    The Historical Sites Library [La biblioteca de sitios histricos], 1967), 22.

    2. Virgilio Corbo, New Memoirs of Saint Peter by the Sea of Galilee [Nuevasmemorias de San Pedro al lado del mar de Galilea], (Jerusaln: FranciscanPrinting Press, 1969), 1011.

    3. Ibid., 2122.

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    44/47

    268

    Acerca del autor

    El doctor William Steuart McBirnie se gradu en Southwestern

    Theological Seminary y obtuvo siete ttulos acadmicos. Sus

    cincuenta y ocho aos en el ministerio incluyeron el pastorado

    de una iglesia en Glendale, California, durante veintisiete aos.

    El doctor McBirnie fue ordenado caballero dos veces (La Orden

    de Caballeros de Malta y La Orden de San Juan) y fue la segunda

    persona en recibir la Medalla del Peregrino (Israel) desde suinstitucin. Realiz trabajos arqueolgicos en Mxico y en Medio

    Oriente. Fue presidente y fundador de la California Graduate

    School of Theology y de World Emergency Relief, una organizacin

    que ha servido a la gente en cincuenta y dos pases.

    Acerca de las ilustraciones

    Las ilustraciones incluidas en esta edicin de En busca de los doce

    apstoles son obra del pintor y grabador francs del siglo XIX

    Gustave Dor. Dor fue un nio prodigio autodidacta; a los

    diecisis aos fue el ilustrador ms altamente pagado en Francia.Su obra fue extensa: sus grabados literarios adornan la obra de

    Byron, de Rabelais, de Balzac y de Dante. En 1865 Dor comenz

    una serie de dibujos bblicos que eventualmente ilustraron Dors

    Bible [La Biblia de Dor], publicada un ao ms tarde. Aunque

    Dor luego se distingui como pintor al leo y como escultor, sus

    grabados sobre temas bblicos son su legado ms perdurable.

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    269

    A

    Alejandra 10, 208Alejandro Magno 100

    marcha de Alejandro 113Alfeo 136, 143, 146Andrs 25, 62, 74, 85, 94, 139,

    196, 200, 245Antioqua 9, 16, 29, 31, 38Augusto Csar 1

    B

    Babilonia 4, 30, 31, 32, 38, 124,207, 208, 209

    Bartolom 74, 106, 121, 162,

    163, 165, 167, 245Bernab 9, 10, 16, 205, 206, 211,

    214, 224, 245Britania 10, 170, 179, 182, 184

    comercio romano con 182conquistada por Claudio 181descubrimientos arqueolgicos

    37

    el cristianismo planta races en182

    Pablo en 241Pedro en 33, 34tradiciones de Simn el Zelote

    en 175, 185

    C

    Calgula 176Capernam 24, 64Cartago 10, 81, 171Cefas 20, 33

    Cesarea 27Chipre 9Claudio 38, 176, 181Clemente de Alejandra 51, 67,

    90, 96, 137, 139, 196Clemente de Roma 28, 231, 240,

    241Constancio 61, 220Constantino xxi, 21, 49, 50, 58,

    116, 156, 236Constantinopla 7, 60, 62, 124,

    157, 201, 220, 224Cruz de San Andrs 57, 59

    DDispora 4, 143, 200Dionisio 28, 45

    E

    feso 57, 99Egipto 170

    el cristianismo plantaraces en 184Eusebio 1617, 31, 38, 51, 56,

    78, 94, 99, 113, 120, 138, 154,161, 164, 170, 172, 196, 197,208, 210, 217, 233, 237, 239,244

    evangelizacin xxiii, 13, 178, 240

    F

    Felipe 13, 27, 74, 107, 108, 109,111, 118, 119, 248

    ndice de referencias

  • 5/26/2018 978-1-4143-2398-5

    46/47

    E N B U S C A D E L O S D O C E A P S T O L E S

    270

    G

    Galia 10, 34, 104, 105, 107, 229,241

    Gentiles 10, 17, 28, 81, 143, 144,234

    Grecia 7, 57, 58

    H

    Hechos 10, 17, 28Herodes Agripa 54, 66, 69, 73,

    78, 79, 80, 82, 83Herodes Antipas 136, 143, 146

    147, 148, 231Hierpolis 28, 47, 109, 111, 119

    I

    conos xviii, 60Iglesia Copta 31, 170, 208Iglesia Ortodoxa Griega xxii, 60,

    212Iglesia Ortodoxa Siria 166Iglesia Sirio-caldea 125Ignacio 28, 47Imperio Romano xviii, 6, 7, 8,

    127, 181India 5, 10, 30, 66, 109, 110, 113,

    120, 133, 134

    Irn xxx, 93, 119, 125, 166Ireneo 43, 87, 90, 94, 95, 137,

    138, 197, 219Israel 5, 10, 76, 147, 177, 178Israelitas 45

    J

    Jacobo, el hijo de Alfeo 157, 245

    Jacobo, el hijo de Zebedeo 84,148, 159, 245

    Jernimo 94, 95, 114, 137, 158,161, 221, 233, 239, 241

    Jerusaln (Ciudad) 4, 10, 12, 14,15, 17, 31, 32, 56, 85, 86, 152,178, 205

    Jerusaln (Iglesia) 8, 32, 56, 86,119, 152, 205

    Jesucristohistrico 8, 205y Andrs 56, 57y Felipe 55, 102y Jacobo, el hijo de Alfeo 147y Jacobo, el hijo de Zebedeo 66

    y Juan 55, 86y Juan el Bautista 55y Judas Iscariote 190y Judas Tadeo 167y Lzaro 222y los apstoles xxivxxv, 30y Mateo 138, 144y Pablo 231y Pedro 22, 26, 55y Simn el Zelote 178y Toms 123

    Josefo xvii, 53, 76Juan 32, 64, 99, 101, 104, 123,

    159, 176, 245Juan el Bautista 55, 76Juan Marcos (Marcos) 45, 211,

    214, 246

    Judas el galileo 76Judas, el hermano de Jess 159Judas Iscariote 26, 154, 159, 169,

    192, 246Judas Tadeo 112, 168, 246Judos

    conflicto con los cristianos 38las relaciones con Roma 4

    origen del nombre 4Julio Csar 1, 37, 81, 105, 176, 180Justiniano 58, 73, 97, 99, 157

  • 5/26/2018 978-1-4143-2398-5

    47/47

    N D I C E D E R E F E R E N C I A S

    271

    L

    Lzaro 105, 122, 228, 246Ley mosaica/Moiss 13

    Lucas xv, 13, 46, 58, 107, 220,244, 246

    M

    Mara, la madre de Jess 87, 155Masada 177Mateo 46, 145, 147, 148, 247Matas 58, 139, 201, 247

    N

    Nabucodonosor 5Natanael. VerBartolomNern 34, 39, 43, 45, 176, 208,

    233Nicodemo 85Nueva Jerusaln xxiv, 195

    P

    Pablo 16, 17, 27, 32, 33, 39, 43,81, 150, 176, 207, 243, 247

    y Bernab 10, 214y Lucas 218

    Patmos 95Pax Romana 4Pentecosts 9, 12, 26, 178Policarpo 28, 48, 87, 96Prisin mamertina 4042

    R

    Reliquiasde Andrs 62de Bartolom 120de Felipe 108, 157de Jacobo, el hijo de Alfeo 157

    de Jacobo, el hijo de Zebedeo80, 81, 84

    de Juan 99

    de Juan Marcos 211de Judas T