A Los Libertarios (Guy Debord)

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    A los libertarios

    Guy Debord

    septiembre, 1980

    Traduccin aparecida en Comunicados de la prisin de Segovia y otros llamamientos a la guerrasocial,junto a textos de grupos autnomos espaoles, Bilbo, Muturreko Burutazioak/El Lokal,marzo de 2000. Contacto: [email protected]

    Compaeros,

    Estamos asistiendo al rearme espectacular del Estado, nuestro gran enemigo, cosa que hacentodas las clases dirigentes del mundo cuando quieren dar a la descomposicin de susfundamentos una apariencia de solidez. Sus excesos han paseado la verdad por todos los rinconesdel pas: hoy en da no hay nadie tan ingenuo o tan desvergonzado que se atreva a negar que nosencontramos bajo un despotismo tan duro, envilecedor y difcil de soportar como el que hubo entiempos de Franco, y a medida que pasa el tiempo, ser peor. Nosotros estamos ahora dispersos,cuando no desmoralizados. Hemos entablado una batalla que no supimos librar como debimos.Hemos tenido bajas, tenemos presos. La lucha por su liberacin puede ser un punto de partida

    para un nuevo movimiento revolucionario ms efectivo y coherente; el silencio y la inaccin nosllenarn de oprobio, la Historia jams nos perdonar.

    Estmados Compaeros

    Lamentamos tener que llamar vuestra atencin sobre una cuestin grave y urgente que,normalmente, tendrais que conocer bastante mejor que nosotros, que estamos lejos y somosextranjeros. Pero nos vemos obligados a constatar que diversas circunstancias os han colocadohasta hoy en la imposibilidad de conocer los hechos o su significado. Creemos pues, deber deexponemos claramente los hechos siguientes, as como las circunstancias que han dificultadovuestra informacin.

    Ms de cincuenta libertarios en estos momentos, se hallan detenidos en las prisiones espaolas, ymucho de ellos ya llevan varios aos sin ser juzgados. El mundo entero, que cada da oye hablarde las luchas de los vascos, ignora completamente este aspecto de la realidad espaola actual. EnEspaa misma, la existencia y los nombres de estos compaeros son citados a veces ante unsector restringido de la opinin, pero se guarda generalmente silencio sobre lo que han hecho ysobre sus motivos; y nada concreto se emprende para lograr su liberacin.

    Cuando nos dirigimos a vosotros, no tenemos la intencin de conceder a la C.N.T, tal como hasido reconstituida, un papel de referencia central y de representacin de los libertarios: todos losque lo son no forman parte de ella y todos los que forman parte no lo son.

    La hora del sindicalismo revolucionario pas desde hace tiempo, porque, bajo el capitalismo

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    modernizado, todo sindicalismo tiene reconocido su sitio, grande o pequeo, en el espectculo dela discusin democrtica sobre los acicalamientos del estatuto del trabajo asalariado, es decir, entanto que interlocutor y cmplice de la dictadura del trabajo asalariado: democracia y trabajoasalariado son incompatibles, y esta incompatibilidad, que ha existido siempre esencialmente, semanifiesta en nuestros das visiblemente, en toda la superficie de la sociedad mundial. A partir

    del momento en que el sindicalismo y la organizacin del trabajo alienado se reconocenrecprocamente, como poderes que establecen entre s relaciones diplomticas, toda clase desindicato para poder llevar su actividad reformista, desarrolla dentro de s un nuevo tipo dedivisin de trabajo, ms y ms ridculo a medida que pasa el tiempo. Aunque un sindicato sedeclare ideolgicamente hostil a todos los partidos polticos, no lograr, de ninguna manera,impedir su cada en manos de su propia burocracia de especialistas de la direccin igual que un

    partido poltico cualquiera. Cada instante de su prctica real lo demuestra. El asunto aquevocado lo ilustra perfectamente puesto que, si en Espaa los libertarios organizados hubierandicho lo que tenan que decir, no hubiramos nosotros tenido que decirlo ahora en su lugar.

    De la cincuentena de presos libertarios, en su mayora presos en la crcel de Segovia, aunque

    tambin en otras crceles (la "Modelo" de Barcelona, las de "Carabanchel" y "Yeseras" deMadrid, la de Burgos, la de Herrera de la Mancha, la de Soria ... ), muchos son inocentes,vctimas de las clsicas provocaciones policiales. De stos se habla un poco, y hay quien estdispuesta defenderles, pero ms bien pasivamente. Pero en cambio, la mayora de los presos, handinamitado efectivamente vas frreas, tribunales, edificios pblicos. Han recurrido aexpropiaciones a mano armada contra diversas empresas y buen nmero de bancos. Se trata en

    particular de un grupo de obreros de SEAT de Barcelona (que en un tiempo se denominaron"Ejrcito Revolucionario de Ayuda a los Trabajadores"), que quisieron de este modo aportarayuda pecuniaria a los huelguistas de su fbrica, as como a los parados; y de los "gruposautnomos " de Barcelona, Madrid y Valencia, que han actuado por el estilo, mayor tiempo, con

    la intencin de propagar la revolucin por todo el pas. Estos compaeros son igualmente los quese sitan en las posiciones tericas ms avanzadas. Y mientras el fiscal pide penas individualesde entre treinta y cuarenta aos de condena para algunos de ellos, precisamente sobre stos secierne el silencio ms absoluto y el olvido voluntario de tanta gente!

    Al Estado espaol,junto con todos los partidos que en el gobierno o en la oposicin lereconocen y le sostienen, a las autoridades de todos los pases del extranjero que en ese puntoestn completamente de acuerdo con el Estado espaol, y a la direccin de la C.N.T reconstruida,a todos por una razn u otra, les interesa mantener en el olvido a estos compaeros, y nosotros,que nos interesa precisamente lo contrario que a ellos, vamos a decir por qu lo hacen.

    El Estado espaol heredero del franquismo, democratizado y modernizado justo lo necesario parapoder as poseer su plaza trivial en las condiciones ordinarias del capitalismo moderno, y tanatareado en conseguir la admisin en el lamentable "Mercado Comn" europeo (y en efecto, lamerece), se presenta oficialmente como resultado de la reconciliacin entre vencedores yvencidos de la guerra civil, es decir, de franquistas y republicanos; y en verdad lo es. Los maticestienen poca importancia ah: si del lado de los demcratas estalinistas, Carrillo es al presente un

    poco ms monrquico que Berlinguer, en revancha, del lado de los prncipes de derecho divino,el rey de Espafa seguramente es tan republicano como Giscard d'Estaing. Pero la verdad ms

    profunda y decisiva, es que el Estado espaol de hoy es en realidad el resultado de lareconciliacin tarda de todos los vencedores de la contrarrevolucin. Por fin se reunieronamigablemente, con la mutua consideracin que se deban unos a otros, los que quisieron ganar ylos que quisieron perder, los que mataron a Lorca y los que mataron a Nin. Porque todas lasfuerzas que en aquel tiempo, o bien estaban en guerra contra la Repblica -o bien controlaban los

    poderes de la misma -y son todos los partidos que hoy ocupan escaos en las Cortes - perseguan

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    y alcanzaron, de diversas maneras sangrientas, el mismo fin: acabar con la revolucin proletariade 1936, la mayor que la historia haya visto aparecer hasta nuestros das, y por lo tanto, la quemejor todava prefigura el futuro. La nica fuerza organizada que tuvo entonces la voluntad y lacapacidad de preparar esta revolucin, de hacerla y -aunque con menor lucidez y firmeza- dedefenderla, fue el movimiento anarquista (apoyado nicamente y en medida incomparablemente

    menor por el P.O.U.M.).

    El Estado y todos sus partidarios no olvidan nunca esos terribles recuerdos, pero se afanan decontinuo porque el pueblo los olvide. Por eso el gobierno prefiere, en estos momentos, dejar a lasombra el peligro libertario. Prefiere evidentemente hablar del G.R.A.P.O., forma ideal de un

    peligro bien controlado, puesto que este grupo, desde su origen, est manipulado por losServicios Secretos, exactamente como lo son las "Brigadas Rojas" en Italia, o como la pseudo-organizacin terrorista, de nombre an impreciso, cuyo oportuna entrada en escena el gobiernofrancs anunci hace unos meses, por una serie de atentados menores. El gobierno espaol,satisfecho de su G.R.A.P.O., sin duda se pondra muy contento si no tuviera que hablar ya ms delos vascos. Sin embargo tiene que hacerlo a causa de sus luchas constantes. Pero a pesar de todo,

    los vascos combaten por la consecucin de un Estado independiente, y el capitalismo espaolpodr fcilmente sobrevivir a tal prdida. La cuestin decisiva es que, mientras tanto, los vascossaben defender muy bien a sus prisioneros, de quienes no se olvidan ni un instante. Lasolidaridad en Espaa, se senta siempre como en casa. Si slo se la viera ya en el Pas Vasco, aqu se parecera Espaa cuando los vascos se separasen de ella?

    Los dems Estados europeos se acomodaran sin dificultades a una Euskadi independiente, perosoportando desde 1968 una crisis social sin remedio, adems de tener tanto inters como elGobierno de Madrid en que no reaparezca en Espaa una corriente revolucionariainternacionalista. Lo que viene a significar, de acuerdo con las tcnicas de dominacin msrecientes, que no se la vea aunque reaparezca. Estos Estados, tambin por su parte, se acuerdande lo que tuvieron que hacer en 1936, los totalitarios de Mosc, Berln y Roma, lo mismo que los"demcratas" de Pars y Londres, todos de acuerdo en la necesidad esencial de aplastar larevolucin libertaria, y por eso mismo muchos aceptaron sin partirse el corazn las prdidas o elaumento de los riesgos en los conflictos secundarios que les enfrentaban entre s. Ahora bien hoytoda la informacin en su totalidad se halla estatalizada, formal o solapadamente. Toda la prensa"democrtica" se apasiona y se angustia tanto por el mantenimiento del orden social, que nisiquiera es necesario ya que el gobierno la compre. Se ofrece gratuitamente a sostener cualquiergobierno publicando exactamente lo contrario de la verdad en cada asunto, aunque tenga unaimportancia mnima; puesto que hoy, la realidad de cualquier asunto, incluso de los de menosinters, constituye una amenaza para el orden establecido. Sin embargo no hay tema en el que la

    prensa, burguesa o burocrtica, disfrute tanto en mentir como cuando se trata de ocultar larealidad de una accin revolucionaria.

    En fin, a la C.N.T reconstruida este asunto la apura de verdad. Y no es la indiferencia o laprudencia lo que la obliga a callarse. Los dirigentes de la C.N.T. quieren ser un polo dereagrupamiento de los libertarios sobre una base sindicalista, en la realidad moderada y aceptable

    por el orden establecido. Los compaeros que han recurrido a las expropiaciones representan, porese mismo hecho, un polo de reagrupamiento completamente opuesto. Si unos tienen razn, losotros se equivocan. Cada uno es hijo de sus obras y hay que escoger entre unos u otros,examinando el sentido, la finalidad de sus acciones. Si hubierais visto a la C.N.T. llevar a cabograndes luchas revolucionarias en estos ltimos aos pasados en prisin por los compaerosexpropiadores, entonces podrais sacar la conclusin de que estos fueron demasiado impacientesy aventureros (y por otra parte la C.N.T, al animar grandes luchas revolucionarias, habra detodas formas, a pesar de las divergencias, actuado dignamente en su defensa). Pero si mejor veis

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    que esa C.N.T. se satisface recogiendo unas pobres migajas del pan de la modernizacinespaola, la cual dicho sea de paso, no es de una novedad que de vrtigo -todava un Borbn! y

    por qu no un Bonaparte?- entonces habr que admitir que los que tomaron las armas no ibanfundamentalmente errados. Finalmente, fue el proletariado revolucionario espaol quien antaocre la C.N.T., y no al revs.

    Cuando, la dictadura juzg que ya era hora de mejorarse un poco, muchos pensaron sacar unascuantas pequeas ventajas de esa liberalizacin. Pero entonces, los compaeros autnomosencontraron deshonroso contentarse con ellas. De pronto, sintieron la necesidad de exigirlo todo,

    porque, desde luego, despus de haber sufrido durante cuarenta aos la contrarrevolucin en sutotalidad, nada ni nadie quedar limpio de esta injuria si antes no reafirma y hace triunfar larevolucin en su totalidad. Quin se atreve a llamarse libertario y censurar a los hijos deDurruti?

    Las organizaciones pasan, pero la subversin no dejar de ser deseada jams: "Quin te vio y note recuerda?". Los libertarios son todava hoy numerosos en Espaa, y lo sern mucho ms el da

    de maana. Y felizmente la mayora, y en particular la mayora de obreros libertarios, son hoypor hoy incontrolados. Adems, mucha gente, igual que en Europa, ha entablado luchasparticulares contra unos cuantos aspectos insoportables, muy antiguos o muy modernos, de lasociedad opresiva. Todas estas luchas son necesarias: a santo de qu hacer una revolucin si lasmujeres o los homosexuales no son libres?, para qu un da liberarse de la mercanca y de laespecializacin autoritaria, si una degradacin irreversible del medio ambiente impusiera nuevaslimitaciones objetivas a nuestra libertad? Al mismo tiempo, nadie de quienes seriamente sehallan comprometidos en dichas luchas particulares, puede creer que sea posible obtener unaautntica satisfaccin de sus exigencias mientras el Estado no haya sido disuelto. Pues estasinrazn prctica es la razn del Estado.

    No ignoramos que muchos libertarios pueden no estar de acuerdo con determinadas tesis de loscompaeros autnomos, y pueden no querer dar la impresin de que se suman a ellas al hacersecargo de su defensa. Anda yal No se discute de estrategia con compaeros que estn en la crcel.Para que esta interesante discusin pueda comenzar, primero hay que sacarlos a la calle. Creemosque estas divergencias de opinin, que agrandadas por el efecto de excesivos escrpulos,correran el riesgo de llevar a algunos de los que finalmente se llaman revolucionarios, a no

    plantearse tal defensa como cosa propia, pueden concretarse en cuatro tipos de consideraciones.O bien ciertos libertarioss juzgan de otra manera, dentro de una ptica menos ms apaciguable, lasituacin actual y sus perspectivas de futuro. O bien no estn de acuerdo con la eficacia de lasformas de lucha que los dichos grupos autnomos han elegido en este momento. O bien

    contemplan el caso en el que aqullos se han comprometido deliberadamente, como pocodefendible en el terreno de los principios, o solamente desde el punto de vista judicial. O biencreen estar totalmente desprovistos de medios de intervencin. Estimamos nosotros que muyfcilmente podemos reducir a nada tales objeciones.

    Quienes en los momentos actuales, esperan cualquier nueva mejora en la situacin sociopolticade Espaa son evidentemente los que ms se equivocan. Todos los placeres de la democraciaautorizada hace mucho que dejaron atrs sus das ms felices, y cada cual ha podido comprobarque slo eran eso. En lo sucesivo todo se agravar, en Espaa y en todas partes. Los historiadoresconcuerdan por lo general en considerar que el principal factor que durante un centenar de aosmantuvo revolucionaria a Espaa, fue la incapacidad de sus clases dirigentes en conseguir que

    alcanzara el nivel de desarrollo econmico del capitalismo que, al mismo tiempo, aseguraba a lospases europeos ms avanzados y a Estados Unidos perodos mucho ms largos de paz social.Bueno! Ahora Espaa va a tener an que ser revolucionaria por la razn suplementaria de que, si

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    la clase dirigente modernizada del postfranquismo se muestra quizs ms hbil en alcanzar lascondiciones generales del capitalismo actual, llega demasiado tarde, precisamente en el instanteen que la cosa se descompone. Universalmente se constata que la vida de la gente y el

    pensamiento de los dirigentes se degradan cada da un poco ms, y en particular en esedesdichado "Mercado Comn" al que todos vuestros afrancesados en el poder prometen llevaros

    como si de una Fiesta se tratase. La produccin autoritaria de la mentira crece hasta situarse en laesquizofrenia pblica, el consentimiento de los proletarios se disuelve, todo orden social sedeshace. Espaa no llegar a ser apacible porque en el resto del mundo la paz ha muerto. Otroelemento decisivo de la propensin de Espaa al desorden fue seguramente el espritu deautonoma libertaria tan fuertemente arraigado en su proletariado. Es justamente la tendencia aquien ha dado la razn la historia del siglo, y que se extiende por todas partes, porque en todas

    partes ha podido verse hacia dnde lleva el proceso de totalitarizacin del Estado moderno, y aqu tristes resultados lleg, por medios canibalescos, el movimiento obrero dominado por

    burocracias autoritarias y estatistas. As pues, es el momento en que, en todos los pases, losrevolucionarios se vuelven, en esta cuestin central, espaoles.

    Comprendemos mucho ms las objeciones que pueden hacerse desde un planteamientopuramente estratgico. Podemos preguntarnos en efecto si, por ejemplo, atracar bancos paraemplear el dinero en la compra de maquinaria de imprenta, que a continuacin deber servir para

    publicar escritos subversivos, es el camino ms lgico y eficaz. Pero en todo caso estoscompaeros indiscutiblemente lograron la eficacia, aunque de otra manera: simplemente, alacabar en la crcel por haber aplicado por mucho tiempo y sin dudarlo un segundo, este programade accin que ellos mismos se haban trazado. De este modo han prestado un gran servicio a lacausa de la revolucin, en Espaa y en todos los dems pases, precisamente porque han creadoun campo prctico evidente que permitir a todos los libertarioss esparcidos por Espaa aparecery reconocerse en la lucha por su liberacin. Gracias a su iniciativa, os ahorran la molestia de

    buscar, a travs de largas y difciles discusiones, cul sera la mejor forma de comenzar a actuar.No puede haber mejor forma que sta, pues ella es muy justa en teora y muy buena en prctica.

    Ciertos libertarioss tendrn tal vez la impresin de que la gravedad de los hechos, desde el puntode vista judicial, vuelve ms difcil la defensa de los compaeros. Creemos al contrario, que lamisma gravedad de estos hechos facilita cualquier accin bien calculada en su favor. Loslibertarioss no pueden, por principio, dar valor a ninguna ley del Estado, y esto es especialmenteverdad cuando se trata del Estado espaol: considerando la legalidad de su origen y todo suulterior comportamiento, concluiremos que su justicia nunca podr funcionar decentemente sinoes en forma de amnista, proclamada por quien le venga en gana.

    Por otro lado, asaltar bancos naturalmente es -un crimen muy grave a los ojos de los capitalistas;no a los ojos de sus enemigos. Lo reprobable es robar a los pobres, y justamente todas las leyesde la economa -leyes despreciables, destinadas a ser abolidas mediante la completa destruccindel terreno real en donde se aplican- nos garantizan que jams un pobre se hizo banquero.Ocurri que, en un encuentro en el que se intercambiaron disparos, un guardia jurado fue muerto.La indignacin humanitaria de la justicia a ese respecto parece sospechosa en un pas -en el quela muerte violenta es tan frecuente. En ciertas pocas, uno puede morirse como en Casas Viejas ocomo en la plaza de toros de Badajoz. En otras, segn las necesidades tecnolgicas delincremento del beneficio, tambin puede uno morirse deprisa y corriendo, como los doscientoscampistas pobres asados en Los Alfaques o los setenta burgueses entre el lujo de plstico de ungran hotel de Zaragoza. Se atrevern a decirnos que nuestros compaeros "terroristas" sonresponsables de tales hecatombes? No; son tan poco culpables de ello como de la contaminacindel golfo de Mjico, porque todas esas pequeas ligerezas han sido cometidas cuando ellos yaestaban en prisin.

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    La cuestin no tiene nada de judicial. Es una simple cuestin de correlacin de fuerzas. Puestoque el gobierno tiene un inters tan evidente en que no se hable de estos compaeros, basta hacerque sea obligado de tal manera hablar de ellos para que el gobierno se vea forzado a sacar aconclusin de que su inters inmediato consiste ms en ponerlos en libertad que en mantenerlesencerrados. Entonces, que el gobierno escoja la forma de llegar a este resultado; sea por un

    proceso en el que fuesen condenados al nmero de aos de crcel que ya tienen cumplidos, seapor una amnista, o sea permitindoles la evasin, la cosa no tiene importancia. No obstante hayque insistir en un hecho y es que, en tanto no exista un movimiento de opinin expresndosesobre su caso de una manera a la vez fuerte y amenazadora, una evasin procurada por lasautoridades es peligrosa: conocis ya la "ley de fugas" y volveris a verla aplicar muchas veces.

    Compaeros, no nos permitiremos sugeriros, a vosotros que estis ah, sobre el terreno, y quepaso a paso podis calcular las posibilidades y los riesgos, tal o cual forma de accin prctica.Con tal de que en todas partes figure en cabeza la exigencia explcita de liberacin de estoslibertarioss, todas las formas de accin son buenas, y las que ms escndalo hagan, las mejores.Agrupndoos por afinidades, podris descubrir o tomar, segn vuestros gustos o las

    oportunidades disponibles, cualquiera de los medios de accin que fueron empleados en otrapoca o cualquiera de los que estn an por probar, rechazando slo el caer en la bajeza de las

    peticiones respetuosas que practican en todas partes, y vanamente, los partidos de izquierdaelectoralistas. En principio, incluso es intil la coordinacin de tales acciones autnomas. Bastacon que converjan hacia el mismo objetivo especfico, proclamndolo constantemente, ymultiplicndose con el tiempo. Y cuando ese objetivo preciso haya sido alcanzado, esa corrientelibertaria en accin habr reaparecido, se habr dado a conocer y se conocer a s misma. As

    podr ponerse en marcha un movimiento general, que podr coordinarse cada vez mejor haciaobjetivos cada vez ms amplios.

    El primer objetivo a lograr ser el de obsesionar al pas con este asunto, lo que aprovechando laocasin, equivaldra a dar a conocer al mundo la existencia presente del movimientorevolucionario libertarios en Espaa, obligando a todos a conocer la existencia de estos presos, almismo tiempo que la eficacia de quienes los defienden. Es preciso que los nombres de estos

    presos se conozcan en todos los pases en donde los proletarios se yerguen contra el Estado,desde los obreros que libran grandes huelgas revolucionarias en Polonia, hasta aquellos quesabotean la produccin de las fbricas en Italia, y hasta los contestatarios que viven bajo laconstante amenaza de los psiquitricos de Breznev o de las crceles de Pinochet.

    Como por desgracia hay demasiados nombres para poder citarlos todos (qu vergenza!cuntos Puig Antich sienten hoy la presin del garrote en el cuello, pero por treinta o cuarenta

    aos a seguir la programacin gubernamental!), nos limitamos de momento a citar los nombresde los culpables contra los que la justicia reclama, o ha pronunciado, condenas de ms de veinteaos de prisin: Gabriel Botifoil Gmez, Antonio Cativiela Alfs, Vicente Domnguez Medina,Guillermo Gonzlez Garca, Luis Guillardini Gonzalo, Jos Hernndez Tapia, Manuel NogalesToro. Pero debe quedar claro que se exige la liberacin de todos los dems, e incluso de losinocentes.

    El primer punto a tratar es el de dar a conocer exactamente el problema; seguidamente impedirpara siempre que se olvide, manifestando, cada vez de modo ms fuerte, una impacienciacreciente. Que slo una pequea fbrica de Espaa pare un da por esta reivindicacin y ya serun modelo para todo el pas. Tan pronto como deis a conocer su actitud ejemplar la mitad del

    camino estar andado. Pero, en seguida, an no se inaugure un curso en la universidad, tengalugar una representacin teatral o una conferencia cientfica, que alguien, bien por unainterpelacin directa o mediante una panfletada, no plantee la cuestin previa de la suerte de

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    nuestros compaeros y de la fecha en que sern liberados. No se tendra que pasar por una callede Espaa sin que se vieran escritos sus nombres en las paredes y en todos habran de escucharsecanciones cantando cosas de ellos.

    Compaeros,Si nuestros argumentos os han parecido correctos, difundir y reproducir con la mayor rapidez que

    podis este texto por todos los medios de que dispongis o que podis tener al alcance. Y si no,arrojadlo en este mismo instante y comenzad en seguida a publicar otros que sean mejores!Puesto que est fuera de dudas el derecho que tenis a juzgar con rigor nuestros modestosargumentos. Pero lo que an est todava ms fuera de dudas, es el que la escandalosa realidadque nosotros hemos revelado tan bien como hemos podido, no es materia que vosotros podis

    juzgar: al contrario, es ella quien, finalmente, va a juzgaros a todos.

    SALUD!

    VIVA LA LIQUIDACIN SOCIAL!