A Proposito Del Gravitiense

22
41 ISSN: 1131-6993 A propósito del Gravetiense… El paso de cultura a tecnocomplejo: un caso ejemplar de pervivencia particularista Changing Perceptions of the Gravettian: from Culture to Technocomplex Paloma DE LA PEÑA ALONSO Grupo de investigación en Geografía Física de Alta Montaña, Universidad Compltunse de Madrid [email protected] Recibido: 28-10-2011 Aceptado: 13-02-2012 RESUMEN En este trabajo se realiza un recorrido historiográfico sobre los conceptos de Gravetiense y Perigordiense. Se pretende mostrar cómo ha cambiado la consideración de este fenómeno desde cultura a tecnocomplejo, resaltan- do que, sin embargo, las bases teóricas que provocaron dicho cambio apenas han sido modificadas. Asimismo, se realiza una llamada de atención sobre la presente complacencia por la perspectiva tecnológica que, paradó- jicamente y en contra de sus fundamentos, está restringiendo notablemente la comprensión de este lapso del Pa- leolítico Superior europeo y manteniéndolo dentro de la antigua concepción particularista. Esta situación parece provocada por la ausencia de reflexión en torno a los términos manejados en el estudio del Paleolítico Superior. PALABRAS CLAVE: Cultura. Complejo. Tecnocomplejo. Particularismo. Perigordiense. Gravetiense. ABSTRACT This article gives a historiographic overview of the evolution of the concept of Gravettian, showing how the perception of this phenomenon has changed. It was originally regarded as a culture, but is now considered to be a technocomplex, despite the fact that the overall theoretical base has hardly changed. The article also advocates caution with regard to the current popularity of the technological perspective, which, paradoxically, restricts the understanding of this period of the European Upper Paleolithic to the old sphere of particularism. This situation appears to be the result of a lack of precision as regards Upper Paleolithic terminology. KEY WORDS: Culture. Complex. Technocomplex. Particularism. Perigordian. Gravettian. SUMARIO 1. El Gravetiense como cultura paneuropea: de Siberia al Algarve. 2. Indagación historiográfica sobre la defi- nición del Gravetiense y posteriores re-elaboraciones. 3. Los pilares de la visión unitaria del Gravetiense. 4. De cultura a tecnocomplejo. 5. Conclusiones. Referencias bibliográficas. http://dx.doi.org/10.5209/rev_CMPL.2012.v23.n1.39530 Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

description

Prehistoria

Transcript of A Proposito Del Gravitiense

  • 41 ISSN: 1131-6993

    A propsito del Gravetiense El paso de cultura a tecnocomplejo: un caso ejemplar

    de pervivencia particularista

    Changing perceptions of the Gravettian: from Culture to technocomplex

    Paloma de la Pea alonsoGrupo de investigacin en Geografa Fsica de Alta Montaa, Universidad Compltunse de Madrid

    [email protected]

    Recibido: 28-10-2011Aceptado: 13-02-2012

    ResumenEn este trabajo se realiza un recorrido historiogrfico sobre los conceptos de Gravetiense y Perigordiense. Se pretende mostrar cmo ha cambiado la consideracin de este fenmeno desde cultura a tecnocomplejo, resaltan-do que, sin embargo, las bases tericas que provocaron dicho cambio apenas han sido modificadas. Asimismo, se realiza una llamada de atencin sobre la presente complacencia por la perspectiva tecnolgica que, parad-jicamente y en contra de sus fundamentos, est restringiendo notablemente la comprensin de este lapso del Pa-leoltico Superior europeo y mantenindolo dentro de la antigua concepcin particularista. Esta situacin parece provocada por la ausencia de reflexin en torno a los trminos manejados en el estudio del Paleoltico Superior.

    PalabRas clave: Cultura. Complejo. Tecnocomplejo. Particularismo. Perigordiense. Gravetiense.

    abstRactThis article gives a historiographic overview of the evolution of the concept of Gravettian, showing how the perception of this phenomenon has changed. It was originally regarded as a culture, but is now considered to be a technocomplex, despite the fact that the overall theoretical base has hardly changed. The article also advocates caution with regard to the current popularity of the technological perspective, which, paradoxically, restricts the understanding of this period of the European Upper Paleolithic to the old sphere of particularism. This situation appears to be the result of a lack of precision as regards Upper Paleolithic terminology.

    Key woRds: Culture. Complex. Technocomplex. Particularism. Perigordian. Gravettian.

    sumaRio 1. El Gravetiense como cultura paneuropea: de Siberia al Algarve. 2. Indagacin historiogrfica sobre la defi-nicin del Gravetiense y posteriores re-elaboraciones. 3. Los pilares de la visin unitaria del Gravetiense. 4. De cultura a tecnocomplejo. 5. Conclusiones. Referencias bibliogrficas.

    http://dx.doi.org/10.5209/rev_CMPL.2012.v23.n1.39530Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

  • 42

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    El objetivo de este trabajo es recordar el ini-cio de la definicin de Gravetiense y describir su evolucin desde entonces. Finalmente se pretende sealar que la moderna corriente tecnolgica ha retomado su uso en el sentido de civilizacin o gran cultura, re-denominndolo como tecnocom-plejo y dividindolo en mltiples subvariantes. Esta situacin supone una enorme contradiccin al promulgar terminolgicamente una vuelta a lo uni-tario cuando se demuestra su variabilidad extrema precisamente desde dicha perspectiva tecno-tipo-lgica. A partir de este ejemplo especfico se quie-re plantear una reflexin en torno a los conceptos de cultura, tecnocomplejo y perodo cronolgico que frecuentemente se confunden o intercambian en los modernos estudios de Paleoltico. En defini-tiva, queremos emprender una llamada de atencin sobre los conceptos manejados desde el que es, a nuestro juicio, un caso paradigmtico.

    2. Indagacin historiogrfica sobre la definicin del Gravetiense y posteriores re-elaboraciones 2.1. H. Breuil y D. Peyrony: la toma en consi-deracin

    A comienzos del siglo XX acaece uno de los de-bates ms interesantes de cara a la reconstruccin racional de nuestra disciplina: la denominada Ba-talla del Auriaciense, que supuso el nacimiento de lo que ahora consideramos Paleoltico Superior inicial (Groenen 1994). H. Breuil retom el antiguo periodo Auriaciense desechado o, mejor dicho, postergado previamente en la clasificacin de G. Mortillet (1885) , situndolo entre el Musteriense y el Solutrense (Breuil 1906, 1907, 1909, 1912) y abriendo un debate que acarre importantes impli-caciones para el estudio del Paleoltico Superior.

    Breuil bas su argumentacin en minuciosos estudios estratigrficos unidos al anlisis tipolgi-co de las industrias de varios yacimientos belgas y franceses. En uno de sus primeros escritos se refiri a dichas industrias como presolutrenses (1906) para posteriormente retomar el trmino Auri-aciense (Fig. 1), dentro del que diferenci tres periodos: Inferior (de la Punta de Chatelperron), Medio (de la Punta de Aurignac) y Superior (de la Punta de La Gravette) (Breuil 1912). Este ltimo que es el que nos interesa en este estudio, se caracterizaba por largas hojas rectilneas, buriles de variados tamaos, pointes soie, esculturas en bul-to redondo (Venus de Willendorf, Grimaldi, etc.), grabados (Laussel), etc.

    La correcta situacin estratigrfica del Auri-aciense permiti a Breuil definir el inicio del

    Les prhistoriens sont souvent victimes de ce quon pourrait appeler la conception instantane des industries. Elle consiste raisonner en cercle, et dire: Ceci est du Prigordien IV parce quil y a des gravettes (en faisant abstraction de tout le reste de loutillage), et il y a des gravettes parce que cest du Prigordien IV.

    La question Prigordien, F. Bordes (1968).

    1. El Gravetiense como cultura Paneuropea: de Siberia al Algarve

    El Gravetiense se define como un fenmeno de am-plio espectro (cultural, social, econmico, tcnico, simblico, etc.) que afect durante prcticamente diez mil aos a buena parte de Eurasia. A lo largo de la historia de su investigacin se ha identificado desde Siberia hasta el Algarve. Historiogrfica-mente se concibi como una cultura por algunos de los principales investigadores del Paleoltico a comienzos del siglo XX dentro de la corriente par-ticularista o historicista-cultural. Actualmente, se le describe como un tecnocomplejo, fruto de la nueva corriente tecnolgica dentro de los estudios de Paleoltico, a pesar de que todava subyace la idea de identidad y de unidad cultural, comparn-dose sus evidencias materiales y extrapolndose sin problemas en regiones alejadas unas de otras dentro del continente euroasitico, incluso cuando sus facies o variantes se van multiplicando cada vez ms. En definitiva, su concepcin ideal es la de una supuesta cultura paneuropea, una especie de Cristianitas que acaeci durante un largo perio-do del Paleoltico Superior.

    Su consideracin en los ltimos aos contras-ta con el Auriaciense, que suscita un constante debate al verse involucrado en la manida cuestin de la transicin Paleoltico Medio-Paleoltico Su-perior. As, aquel ha sido objeto hasta de debates tericos en torno a los conceptos manejados en las denominaciones de sus distintas variantes (Bon, 2002; VVAA 2006) en contraposicin al Grave-tiense que raramente se cuestiona, si bien reciente-mente sus estudios se han revitalizado en el occi-dente europeo, especialmente en el mbito francs y espaol.

    La situacin de abandono con respecto a las fases anteriores del Paleoltico Superior inicial es sorprendente ya que durante toda la segunda mi-tad del siglo XX se discuti su estatus en relacin al Auriaciense y, en el caso de Europa central y oriental, constituye una de las manifestaciones culturales ms complejas en trminos antropolgi-cos, slo equiparable a las posteriores evidencias mesolticas (Svoboda 2000; Zbelevil 2005).

  • 43

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    en varias cuevas del Perigord (La Ferrassie y Laugerie-Haute). En el transcurso de sus exca-vaciones, Peyrony intuy que las industrias de la Cultura de Chatelperron y de La Gravette eran relacionables, por lo que propuso una interpre-tacin en donde las evidencias de la segunda de-rivaban de la primera, apoyando su argumento estrictamente en la tipologa y en una facies do-cumentada en Laugerie-Haute. Estas industrias caracterizadas bsicamente por el retoque abrupto estaban plenamente representadas en el Perigord, por lo que consider lgico denomi-narlas perigordienses. Lleg a distinguir hasta cinco facies dentro del Perigordiense asignando a la ltima (n V) otras tres variedades (a, b y c), segn los trabajos llevados a cabo en La Ferras-sie. Posteriormente, este esquema se fue com-plicando an ms, si cabe, al sealar dos ramas diferenciadas dentro del Perigordiense (Peyrony 1946) (Fig. 2).

    En su modelo terico, Perigordiense y Auri-aciense este ltimo periodo reducido al an-tiguo Auriaciense Medio de Breuil eran cul-turas sincrnicas y para cada una de ellas se po-dan distinguir diferentes variantes tipolgicas a partir de fsiles-directores seos (en el caso Auriaciense) y lticos (en el caso Perigordien-se). Asimismo, Peyrony identific estas culturas con razas humanas, por lo que, desde su pers-pectiva, el Perigordiense se poda asociar a la raza de Combe-Capelle y el Auriaciense con la de Cro-Magnon (1936).

    Paleoltico Superior, ubicndolo entre el Paleol-tico Antiguo y el establecimiento de los primeros Neolticos (Breuil 1912). Adems, lo identific con la llegada de razas ms elevadas que las precedentes neandertales y con una coloniza-cin de Europa occidental en toda regla (Breuil 1912:174-175).

    En esta etapa que denominamos particula-rista (normativista, historicista-cultural, etc. cf. Johnson 2010) se tendi a parcelar o subdivi-dir en diferentes ramas la historia cultural, se identificaron los conjuntos arqueolgicos ya no con edades o etapas, sino con culturas, com-plejos culturales, tradiciones o facies, a los que se asociaban tipos humanos. Esta nueva corriente acarreaba la idea de que las innovacio-nes culturales tienen un origen nico que luego se difunde por migraciones o invasiones y, por tanto, todos estos sucesos se podan rastrear a travs de los restos arqueolgicos (Vega Tosca-no 2001). Es en esta corriente donde H. Breuil concreta su definicin del Auriaciense y, tal como se va a explicar, donde nacen los trminos de Cultura Perigordiense y Gravetiense en los estudios de Paleoltico.

    Unos aos despus, otro de los principales investigadores franceses de comienzos del si-glo XX, D. Peyrony, dedic varios escritos a exponer una nueva teora de filiacin entre el Auriaciense Inferior (de la Punta de Chatel-perron) y Superior (de la Punta de La Gravet-te) (Peyrony,1933 1936), fruto de sus trabajos

    Figura 1.- Ilustracin del artculo de H. Breuil (1912), en el que se muestra la evolucin morfolgica de las puntas auriacienses.

  • 44

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    concreto, diferenci dos fases dentro de lo que de-fini como Gravetiense: una con la conocida Punta de La Gravette y otra, posterior, caracterizada por las puntas pedunculadas (Font-Robert), las puntas de Muesca de Willendorf y las figurillas femeninas denominadas venus. En el prrafo siguiente se reflejan muy bien estas ideas y su concepcin de difusin por toda Eurasia:

    Finally, the Gravette-Font-Robert industry has a very wide distribution in Central and Eastern Europe, and its remarkable development in this region points rather to Euroasiatic origin () The theory of an eastern centre of dispersion for the Gravettian is based, of course, on this exceptional development in Central and Eastern Europe. I am influenced also by the fact that the female statuet-tes, the close connection of which with the Upper Gravettian is incontestable, are very abundant in Russia, but occur only sporadically in Western Eu-rope, where they have an unmistakably alien ap-pearance (Garrod 1936: 829)D.A.E. Garrod estableci para el Gravetiense

    una definicin, un origen y una de las principales bases de su identificacin a lo largo de Europa: el fenmeno de las venus. En resumen, fue la creadora del concepto de unidad e identidad cultural grave-

    2.2. D.A.E. Garrod: la creacin de la cultura Gravetiense

    Aparte de la teora regional francesa, por aquellos mismos aos la prehistoriadora inglesa D.A.E. Ga-rrod, discpula de H. Breuil, defini un nuevo mode-lo de evolucin de las culturas del Paleoltico Supe-rior inicial o antiguo Auriaciense que tambin ha tenido una enorme trascendencia (Garrod 1936).

    Garrod seal su desacuerdo con respecto al es-quema de D. Peyrony y empez a dudar de que la clave del desarrollo de las industrias laminares del Paleoltico Superior europeo se encontrase en el Su-roeste francs. Por otra parte, defendi que entre los tres tipos de Auriaciense de Breuil se constataba una sucesin estratigrfica, por lo que estableci un modelo tripartito de evolucin en el inicio del Paleoltico Superior, que quedara entonces carac-terizado por tres tipos diferentes de industrias su-cesivas, a saber: Chatelperroniense, Auriaciense y Gravetiense, a los que consideraba, a su vez, cultu-ras. Adems, Garrod (1936) explic su concepcin de las industrias con puntas de La Gravette y Font Robert, a las que consider extendidas por buena parte de Europa central y oriental e identificaba con el fenmeno de las estatuillas femeninas. En

    Figura 2.- Modelo de phylum paralelos (Perigordiense y Auriaciense) diseado por D. Peyrony (1936).

  • 45

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    diense quedaba demostrada por la interestratifica-cin entre Perigordiense I y Auriaciense a travs de las excavaciones de Le Piage y Roc de Combe (Champagne y Espitalie 1967), mientras que en lo que concerna al Perigordiense Superior, F. Bordes sostuvo la sincrona entre el Perigordiense IV y el Auriaciense III y IV, en funcin de la correlacin de las secuencias de La Ferrassie y de Roc de Com-be Capelle, a partir del marco climatoestratigrfico ofrecido por el estudio sedimentolgico de los es-tratos (Bordes 1968).1

    Al mismo tiempo, F. Bordes defendi la filiacin entre el Perigordiense Inferior y el Superior, por la ausencia de evidencias en Europa central y oriental que pudieran ser el origen del segundo y porque, a su juicio, existan numerosos argumentos de or-den tipolgico que relacionaban a ambos: la simili-tud morfolgica (simetra) entre algunas Puntas de Chatelperron que las vinculaba a Las Puntas de La Gravette, los mismos mtodos de talla laminar, el trabajo del asta por medio de buriles, etc. En defi-nitiva, en aquel artculo, F. Bordes propuso exclu-sivamente dentro del contexto francs la coeta-neidad de dos tradiciones culturales que habran evolucionado sin influirse la una a la otra. El Pe-rigordiense era la tradicin autctona, mayoritaria y dominante, mientras que el Auriaciense era un fenmeno intrusivo oriundo de una oleada migra-toria externa (Bordes 1968:67-68) (Fig. 3).

    En esas mismas fechas se empezaron a realizar excavaciones que supusieron a la postre un impor-tante escollo para la teora del paralelismo de Au-riaciense y Perigordiense, al establecer un hiato cada vez mayor entre el Perigordiense Inferior (I) y el Superior (IV-V). En este sentido se deben sealar, por ejemplo, las excavaciones del propio matrimo-nio Bordes en Laugerie-Haute (Bordes 1958) que acabaron estableciendo la posicin cronoestratigr-fica del Perigordiense Medio (III) como ms tarda adquiriendo por ello en la nomenclatura tipolgi-ca el n VI o las de H. L. Movius Jr. en el Abri Pataud (Bricker 1995), en donde se descubri un ni-vel idntico en este abrigo por encima de la Capa IV (adscrito al Perigordiense Vc). Adems, durante los aos 50 la misma D. Sonneville-Bordes estableci en base a su protocolo de anlisis el carcter auriaciense del Perigordiense II (Sonneville-Bor-des 1955), lo cual aumentaba, si cabe an ms, el vaco cronolgico entre Perigordiense inferior (I) y Perigordiense Superior (IV).

    Por tanto, la ordenacin e interpretacin que se argumentaba era la originaria formulada en los aos 30 por D. Peyrony, incluso cuando el nuevo mtodo de anlisis de las industrias y los estudios estrati-grficos aportaron grandes anomalas empricas al mismo, siendo la ms flagrante la desaparicin del

    tiense. Su propuesta trataba al Chatelperroniense, Auriaciense y Gravetiense como grandes culturas paneuropeas y pretenda definir centros de origen y difusiones. Por el contrario, el modelo de Peyrony era, en principio, estrictamente regional dentro del Suroeste francs. Esta vocacin ms amplia a nivel geogrfico es una de las principales caractersticas que distingua al modelo de Garrod del de Peyrony, segn se record en el trabajo homenaje a esta in-signe prehistoriadora (Davies 1999). Del mismo modo, no es casualidad que fuera una discpula de Breuil la que promoviera estas ideas, pues ya en el trabajo Les subdivisions du Palolithique Suprieur et leur signification se defendan este tipo de pro-puestas de movimientos de pueblos o etnias a una escala que superaba ampliamente el marco francs. En otras palabras, ambos posean una vocacin geogrficamente ms amplia de miras dentro de los discursos de Prehistoria y un cuidado especial en la estratigrafa y no tanto en la tipologa, lo que a la postre se demostrara mucho ms acertado.

    2.3. La cuestin perigordiense

    A partir de la segunda mitad del siglo XX los es-tudios de Paleoltico Superior se realizaron desde una nueva perspectiva: la tipologa-estadstica. Este nuevo sistema de investigacin fue aplicado en pri-mer lugar a los conjuntos musterienses franceses (Bordes 1961), cuyas principales aportaciones ya han sido resumidas en otros estudios historiogr-ficos (Vega Toscano 1988, 2001). Esta nueva co-rriente implant los estudios pluridisciplinares, la contextualizacin paleoclimtica de los estratos en el sentido de marco referencial comparativo entre secuencias y la consideracin de la industria ltica en el de unidad de estudio inteligible a partir de las frecuencias estadsticas de tipos, es decir, unidades de estudio en s mismas.

    Por lo que respecta al Perigordiense, D. Sonnevi-lle-Bordes retom su estudio en la zona clsica del Perigord bajo este nuevo esquema (Sonneville-Bor-des y Perrot 1953, 1954, 1955, 1956; Sonneville-Bordes 1960, 1966). El sistema tipolgico estads-tico confirm, desde una base aparentemente ms slida, la coherencia de la definicin tipolgica de las facies del Perigordiense de D. Peyrony.

    Unos aos despus, F. Bordes resumi, desde esta perspectiva, la denominada cuestin perigordien-se (Bordes 1968). En un artculo exclusivamente dedicado a ello defendi extensamente el modelo de paralelismo entre Perigordiense y Auriaciense y la visin de tradiciones culturales de largo alcance instaurada por Peyrony. En el inicio de este periodo la hiptesis de coetaneidad Auriaciense-Perigor-

  • 46

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    discusin en la concepcin o el significado de las recurrencias estadsticas industriales, sino que se hered la base terica previa. Nos referimos a la identificacin cultural de las entidades halladas o diferenciadas, lo que, recurdese, era el eje verte-brador de las propuestas anteriores. Por ende, no se puede hablar de cambio metodolgico (enten-diendo metodologa como un sistema estructu-rado de razonamiento) con respecto a la etapa pre-via como s que se haba producido antes entre el evolucionismo de Mortillet y el particularismo de H. Breuil con la Batalla del Auriaciense de por medio. Ahora el marco terico que fundamen-taba el protocolo de anlisis tipolgico-estadstico para el Paleoltico Superior era el mismo que en la etapa de estudio precedente y por ello parece coherente concebir a este tipo de aproximaciones como una continuacin del Particularismo del pri-mer cuarto del siglo XX.

    Hubo investigadores dentro de la tradicin fran-cesa y espaola que discrepaban con esta visin, por ejemplo Jord (1954), Delporte (1954), Chey-nier (1960) o el propio Leroi-Gourhan (1961), su-giriendo la divisin de Garrod (1936) de Chatelpe-rroniense y Gravetiense como culturas netamente separadas. Entre los principales escollos a la teora de Peyrony se citaban la ausencia de identificacin de las facies de Peyrony (vase el caso levantino ibrico), las dbiles bases existentes para sugerir que el Perigordiense inferior/Chatelperroniense proviniese del Este europeo, la dificultad de defen-der que dos supuestas culturas hubieran evolucio-nado sin influirse la una a la otra, las similitudes del Chatelperroniense con las industrias previas musterienses sugiriendo tcitamente una evolu-cin autctona en el marco francs, e incluso se indicaba que aquel pudiera estar relacionado con los Neandertales por las excavaciones de Arcy por el hallazgo de dientes de Neandertales asocia-dos al Chatelperroniense, etc.

    2.4. G. Laplace: el Gravetiense como Complejo

    Es de resaltar en este tema la propuesta terica y metodolgica que G. Laplace aplic al tema que estamos tratando, con la denominada hiptesis del Sintetotipo Auriaciense (Laplace 1966). Su m-todo de anlisis se bas tambin en la tipologa estadstica, pero a partir de una variante distinta y original: la Tipologa Analtica, surgida como respuesta a la clasificacin descriptiva de la lista-tipo de D. Sonneville-Bordes y J. Perrot (Laplace 1956, 1966, 1972). Laplace parta de una premisa idntica a la propuesta aludida, es decir, la concep-cin de la industria ltica como objeto de estudio

    Perigordiense Medio (III), fundamental en la hip-tesis original perigordiense. No deja de ser parad-jico que los partidarios acrrimos de la civilizacin perigordiense fueran, al mismo tiempo, los que eli-minaron las facies intermedias (II y III) de Peyrony.

    En resumen, aunque el procedimiento de estudio mejor hacia un refinamiento del trabajo de campo, la creacin de marcos paleoclimticos y una apu-rada clasificacin del objeto principal de estudio para la Prehistoria de entonces (las industrias), en lo que respecta al marco terico y las interpretacio-nes aplicadas, el discurso sigui siendo, en esencia, particularista. En este sentido, no hubo ni debate ni

    Figura 3.- Arriba, ilustraciones de industria ltica con las que F. Bordes argumentaba a partir de la tipologa la filiacin del Perigordiense Inferior y Superior. A la izquierda se muestran ncleos de Roc de Combe con dos planos de fractura opuestos entre s (1, Perigordiense Inferior y 2, Perigordiense Superior); a la derecha, similitud morfolgica de varios cuchillos de Chatelperron con las Puntas de La Gravette. Abajo: esquema con el que se explicaba la irrupcin del Auriaciense (y sus variantes) dentro de la evolucin perigordiense en las diferentes regiones francesas (Bordes 1968).

  • 47

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    de la teora mencionada. Desde este punto de vista s que constituy un cambio metodolgico con res-pecto al particularismo dominante, pero en lo que se refiere a la comprensin de este proceso evoluti-vo no aportaba explicaciones, puesto que la propia descripcin el anlisis estructural consista en su argumentacin y la asociacin descripcin-expli-cacin de evolucin de los complejos no tiene una relacin de inferencia causal. En otras palabras, una apurada descripcin tipolgica, por muy elaborada y detallada que sea, no aporta las causas ni moti-vos de lo que se pretende conocer. Recurdese que la evolucin interna de los complejos se entenda como el resultado de las fuerzas de la inercia social y los cambios del medio (Laplace 1956) pero en la aplicacin de su metodologa no se apelaba a estos dos factores para explicar las razones de la evolu-cin de los mismos que hubiera sido lo coherente y novedoso en funcin de su propuesta terica sino que se aluda, nicamente, a la propia descrip-cin industrial a travs de su refinada tipologa que reincidimos en este aspecto por s misma no otorgaba explicaciones. Por tanto, la explicacin del cambio recaa en el principio evolutivo mencio-nado y, por ende, esta visin se puede considerar en cierto modo teleolgica, como si la evolucin de las industrias al inicio del Paleoltico Superior estuvie-ra ya predeterminada.

    Conviene aadir que, paradjicamente, en el caso que hemos ilustrado del Gravetiense en Euro-pa occidental, la teora del Sintetotipo coincida en la definicin de entidad unitaria gravetiense, aun-que lo concibiera como una realidad completamen-te diferente a la de cultura y adems otorgara una explicacin nueva sobre su gestacin. La principal diferencia de G. Laplace con respecto a las pro-puestas previas aparte del mtodo de anlisis y descripcin de las industrias fue que trat de ex-plicar a partir de una teora interna original el origen

    inteligible desde la estadstica. Para l, mediante una clasificacin ms objetiva y puramente des-criptiva se descubrira la idiosincrasia y leyes de evolucin de las industrias, como si de un ser vivo se tratara. Otra aportacin de esta nueva formula-cin analtica es que trat de ser ms exacta con respecto al material a analizar y a la terminologa utilizada. De esta manera, Laplace cre el concep-to de Complejo, con el que se refera a un grupo de industrias que presentan un equilibrio en el sen-tido estadstico, mientras que, a nivel terico y esto s que era una aportacin novedosa, con-sista en el resultado de la interrelacin dialctica del desarrollo tecnolgico propio de un grupo y su medio externo, concebida esta relacin de forma dinmica (Laplace 1956).

    G. Laplace tuvo el afn de superar las dificul-tades y contradicciones que se constataban en la propuesta de D. Peyrony sobre Auriaciense y Pe-rigordiense (Laplace 1966: 9). Para tal empresa, formul una teora especfica: el Sintetotipo Au-riaciense. Dicha propuesta terica se inspir en esquemas realizados para la Paleontologa, como la teora de la Cosmolyse de A. C. Blanc (Ibid.: 263): a partir de entidades o agrupaciones arcai-cas heterogneas y entremezcladas se desarrollan entidades homogneas y diferenciadas. El anlisis estructural de los complejos industriales paleo-lticos, a travs de la Tipologa Analtica, permiti-ra percibir procesos internos de cambio gradual o abrupto de las industrias. Los complejos se co-rrespondan, segn los casos, a etapas de amalga-ma (y cambio gradual) o a unidades coherentes (y estticas).

    La interpretacin que obtuvo, en funcin de la aplicacin de su original mtodo, fue la propues-ta de la gnesis evolutiva interna de desarrollo de las industrias al inicio del Paleoltico Supe-rior, a travs de un proceso que denomin como de leptolitizacin, en el que el desarrollo de la talla laminar habra sido el principal motor evo-lutivo (Ibid.: 265). En concreto, desde un estadio denominado como Polymorphisme de base de las industrias de Paleoltico Medio se sucedi una evolucin como la conjeturada por la Cosmoly-se a travs de diferentes fases: Phase Prapo-gique dinmobilit relative, Phase Prapogique dacceleration brusque, etc., que culmin con los estadios homogneos ulteriores del Paleoltico Su-perior, entre ellos, el Gravetiense. En resumen, en una fase definida como Postapogique de sgrga-tion et de spcialisation se habra individualizado el Complejo Gravetiense occidental como entidad industrial unitaria (Fig. 4).

    En definitiva, la propuesta laplaciana reintrodu-ca una concepcin evolucionista por la influencia

    Figura 4.- Esquema grfico de las fases definidas dentro de la Teora del Sintetotipo Auriaciense segn la propuesta de la Cosmolyse de A. C. Blanc (Laplace 1966).

  • 48

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    zadoras de carib. Su razonamiento se basaba en la economa propuesta para los grupos noaillen-ses que, segn estudios de fauna del momento, se haban sustentado en la caza del reno, un animal gregario y estacional equiparable al carib nor-teamericano. A partir de estudios etnogrficos de los Nunamiut, Nabesna, Athapaskanos y Naska-pi propuso una organizacin de la que denomin Cultura Noaillense en bandas con diferentes tipos de sitios complementarios entre s. Asimis-mo, a las tres grandes regiones de Europa occi-dental en las que se haba identificado esta facies tipolgica (Perigord, Sureste de Francia y Piri-neos) las correlacion con tres grandes tribus que se habran dividido en pequeos grupos sociales o bandas en determinadas pocas del ao.

    Aunque la tesis de David fue una elaborada argu-mentacin sobre la diferencia cultural del Noaillense

    mismo del Paleoltico Superior. La argumentacin hasta entonces haba sido, en exclusiva, la migra-cionista o invasionista. El propio G. Laplace seal tempranamente esta situacin (Laplace 1956:281).

    2.5. Algunas alternativas procesuales

    Durante los aos 70 se formularon algunas varia-ciones tericas y acotaciones al modelo instaurado por la tipologa-estadstica. Sin embargo, el caso de las facies perigordienses contrasta con la interpre-tacin de las facies musterienses, donde se evalua-ron diferentes hiptesis aparte de la propuesta de las tradiciones culturales (evolucin cronolgica, adaptacin al medio ambiente, variabilidad estacio-nal, etc.) (Bordes 1953, 1961; Bordes y Sonneville-Bordes 1970) dando lugar a uno de los debates ms controvertidos en Prehistoria durante la segunda mitad del siglo XX (Binford 1973; Bordes 1973; Mellars 1973).

    La cuestin perigordiense no gener una discu-sin de tan hondo calado y las pocas propuestas que discreparon con la visin culturalista dominante no llegaron a cuestionarla del todo. El debate se cen-tr en admitir o no al Perigordiense y Auriaciense como dos phylum paralelos o en reivindicar las tres culturas de D.A.E. Garrod. El nico modelo proce-sual generado sobre esta problemtica fue la pro-puesta del Noaillense de N. David. Este investiga-dor, que realiz su tesis doctoral sobre la industria ltica del nivel IV del Abri Pataud, concluy, tras el anlisis por el mtodo tipolgico-estadstico de las industrias, que dicho conjunto poda interpretarse como la manifestacin de una etnia/cultura com-pletamente diferente a la de Perigordiense Superior: la Noaillense (David, 1973 1985; David y Bricker 1987) (Fig. 5).

    El modelo de David no fue novedoso por su me-todologa de anlisis industrial ya que se basa-ba tambin en el anlisis tipolgico-estadstico, ni tampoco en su interpretacin en cierto modo llevaba hasta sus ltimas consecuencias el modelo cultural de D. Sonneville-Bordes. Fue innovador en el sentido de realizar analogas etnogrficas con pueblos indgenas contemporneos de forma com-pletamente manifiesta (David 1973)2. Bien es cierto que esta prctica, en cierta medida neoevolucionis-ta, tampoco era completamente original de la ar-queologa procesual: los pioneros de la Prehistoria ya empezaron a realizar analogas etnogrficas. El mrito de esta nueva propuesta es que con este tipo de analoga introduca cuestiones nunca antes plan-teadas en la explicacin del Perigordiense.

    En concreto, David escogi para plantear su modelo noaillense a poblaciones esquimales ca-

    Figura 5.- Arriba, estratigrafa del Abri Pataud. La excavacin del equipo americano dirigido por H. L. Movius Jr. vino a confirmar el hiato perigordiense, tras descubrirse un nivel correspondiente al Perigordiense III por encima de la Capa IV (relacionada con el Perigordiense Vc). Es una de las secuencias estratigrficas ms largas del Paleoltico Superior inicial del Suroeste francs y fue fundamental en la discusin perigordiense. Abajo, industria ltica (buriles de Noailles) y sea (azagayas de Isturitz) de la Capa IV del mismo yacimiento, atribuidas por N. David a la Cultura Noaillense (segn Movius 1977 y Bricker 1995).

  • 49

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    Tursac, pudiendo situar de una manera afinada cada uno de los niveles en cuestin y demostrar que las variedades del Perigordiense V no se sucedan, sino que, en muchos casos, eran coetneas.

    Aunque la denominada cuestin perigordiense ocup buena parte de la segunda mitad del siglo XX dentro de los estudios franceses del Paleoltico Su-perior, las interpretaciones no cambiaron sustancial-mente durante este periodo, ms all de la sustitucin de la categora cultura por la de tradiciones culturales que hemos sealado. El debate se centr, sin lugar a dudas, en la correcta ordenacin diacrnica de las tradiciones auriaciense y perigordiense. Su inter-pretacin en clave cultural raramente se cuestion y la introduccin de nuevas preocupaciones se limit a la propuesta procesual de N. David. La interpre-tacin de Laville y Rigaud para el Perigordiense V, que supona un autntico escollo a la sucesin de las facies de Peyrony desde la misma metodologa pa-leoclimtica bordesiana, pas desapercibida.

    2.6. La escuela tecnolgica

    A partir de los aos 70 y 80 se percibe dentro de los trabajos de investigacin franceses un cambio en el tipo de preocupaciones de los estudios de Prehistoria, en concreto el inters por el tiempo breve de lo coti-diano, de los modos de vida, etc. (Cahen et al. 1981; Karlin et al. 1991). Es decir, ya no slo es importante reconstruir la evolucin en el tiempo de las culturas prehistricas, sino tambin su desarrollo sincrnico y lo cotidiano dentro de lo cual se incluan las prc-ticas tcnicas.

    Quizs el mximo exponente de esta nueva visin son los trabajos desarrollados en los yacimientos magdalenienses de la cuenca parisina (Pincevent, Etiolles, Verberie, etc.) fruto de la escuela paleoetno-lgica iniciada por A. Leroi-Gourhan. Este etnlogo y prehistoriador no se preocup, en el ejercicio de la investigacin en Arqueologa prehistrica, por la de-finicin especfica de determinadas culturas o etnias, ni tampoco de su evolucin diacrnica (Demoule 2004). Al concebir a la Prehistoria como etnologa se alejaba de la preocupacin cultural, por la imposibi-lidad de aprehender dicha entidad conceptual. Desde esa perspectiva era mucho ms interesante caracte-rizar momentos precisos, focalizando la atencin sobre sitios y aspectos concretos (el yacimiento, el suelo de habitacin,) (Leroi-Gourhan y Brezillon 1972; Leroi-Gourhan, 1976), o preocuparse por la evolucin de determinados caracteres, p.ej las tcni-cas, como reflejo del comportamiento cultural de las etnias pasadas (Leroi-Gourhan 1989a, 1989b).

    La principal aportacin de esta corriente es que dentro de los restos arqueolgicos la tecnologa cons-

    y el resto del Perigordiense una lnea largamente tratada por la investigacin de los aos 50-60, como se acaba de ver, en su propuesta posterior a partir de la analoga etnogrfica inclua aspectos demogr-ficos, econmicos, sociales, de ordenacin del terri-torio, etc., nunca antes planteados en las explicacio-nes para el Perigordiense y, prcticamente, para el resto del Paleoltico Superior.

    Adems, con esta propuesta terica como pre-texto, introduca tambin una idea nueva para los cambios en paleoltico, diferente a los modelos mi-gracionistas y evolucionistas previos. La razn para el cambio la entendi como un desequilibrio interno dentro del sistema cultural, fruto de la dinmica in-terna de un grupo tnico dado, que se generaba a par-tir de fenmenos histricos especficos o por la acu-mulacin de una tendencia. La fluctuacin natural de las poblaciones de presas cazadas en el caso del Noaillense, las manadas de renos y de los predado-res noaillenses, eran la base de su teora. Estas fluc-tuaciones en determinados intervalos pudieron ser de tal grado como para llegar a romper la dinmica de una sociedad de cazadores, causando el colapso de su equilibrio social y por tanto la transmisin cultural de generacin en generacin, abriendo as la posibilidad de introduccin de cambios y la creacin de nuevos sistemas culturales sin la necesidad de apelar a difu-siones o transmisiones forneas. En ltimo trmino su idea era determinista ambiental y por supuesto sis-tmica, por lo que desde el punto de vista del cambio esta explicacin era algo novedoso.

    Por otra parte, se debe destacar un artculo tam-bin de estos mismos aos sobre las facies del Perigordiense V de Peyrony (Va: Font Robert, Vb: truncaduras y Vc: Noailles), que vino a aadir una anomala ms al modelo de mitad de siglo XX para el Suroeste francs. En l H. Laville y J.-Ph. Rigaud llamaron la atencin sobre el hecho de que las fa-cies del Perigordiense V no se suceden, tal y como propuso Peyrony, sino que en funcin del estudio estratigrfico de varios yacimientos aquitanos pare-can coetneas, pudiendo tener un carcter funcional y no cultural (Laville y Rigaud 1973). Para Laville y Rigaud la propuesta de Peyrony se trataba de una ge-neralizacin de la evidencia de La Ferrassie, pero no se deba tomar como una evolucin vlida nica pues los sitios de Le Vachons, Roc de Combe, Battuts y Le Flageolet I combinaban aleatoriamente las facies del Perigordiense V. En definitiva, aquel no representaba una evolucin unilineal y sus variantes (las facies) probablemente se debieran a diferentes actividades ejercidas por las poblaciones perigordienses. El sistema de correlacin entre niveles, al que recurrie-ron para su argumentacin, fue el paleoclimtico. A travs de la sedimentologa H. Laville distingui di-ferentes episodios para la pulsacin interestadial de

  • 50

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    descripcin otorgara una explicacin a nivel antro-polgico. As, dentro de lo que Johnson (2010) ha denominado Low, Middle y High level theories, las propuestas en tecnologa suelen quedar dentro de las Low y Middle level theories (Tostevin e.p.), al prac-ticarse un fuerte descriptivismo y acudir a la arqueo-loga experimental o, raramente, a las equiparaciones etnogrficas. Generalmente no se alcanzan otras es-feras de comprensin u otro tipo de incgnitas. Sin embargo, para la antropologa de las tcnicas esta perspectiva ha dado excelentes resultados, dado que se es plenamente consciente de que el discurso no se puede quedar en la mera descripcin (Ptrequin y Ptrequin 2002).

    En la actualidad, el Gravetiense ha pasado a con-cebirse ya no como cultura, sino como un macro-tec-nocomplejo, fruto de la influencia de esta corriente de estudios. Este tecnocomplejo incluye, a su vez, di-ferentes fases cronolgicas, as como tambin se em-piezan a distinguir diferentes variedades geogrficas sincrnicas como el reciente Rayssiense para los contextos franceses y se ha comenzado a hablar de mosaico gravetiense (Klaric 2003; Klaric et al. 2009). Parece que desde la tecnologa la trayectoria es muy similar a la realizada previamente por la ti-pologa. Esto no constituye un problema en s, pues parece lgico que cada zona geogrfica en el espa-cio y en el tiempo diera lugar a unas caractersticas tcnicas particulares y, por ende, a unos caracteres socioeconmicos especficos; es ms que pertinen-te que esta variabilidad sea definida y refinada. Sin embargo, lo que parece preocupante es, por un lado, que no se intente llevar ms all las implicaciones de las descripciones tecnolgicas y, por otro, que no se discutan las bases de la pretendida unidad grave-tiense, como s se ha hecho para otros momentos de la Prehistoria, vase el ejemplo del Mesoltico (Zve-lebil 2005). Desde los 80 parece que se ha superado casi definitivamente la antigua nocin de civilizacin perigordiense (y, por tanto de phylum paralelos) y t-citamente la comunidad cientfica ha re-adoptado el trmino de Gravetiense mientras que, por el con-trario, el trmino Perigordiense ha quedado prcti-camente en desuso y con carcter obsoleto o regional, ceido en todo caso a donde se origin: el Perigord. Incluso en el contexto francs, donde la propuesta de D.A.E. Garrod fue arduamente discutida y rechazada de forma virulenta, se ha admitido ampliamente el trmino de Gravetiense. La nueva metodologa de conocimiento debera aportar un discurso novedoso a este respecto, pero la sensacin que otorga la actual ordenacin es la de una re-elaboracin de las anti-guas facies perigordienses, antes culturales y ahora cronolgicas (vase el caso francs, Fig. 6).

    Otra prueba de que la metodologa historicista no ha sido totalmente superada por los partidarios de la

    tituye una manifestacin privilegiada de las eleccio-nes culturales (Lemonnier 1991; Demoule 2004). Bajo esta perspectiva, los artefactos lticos ya no se consideraron como ms o menos caractersticos den-tro de una cultura, sino como reflejo del comporta-miento humano en su dimensin tcnica, econmica y social (Pelegrin 1990).

    Algunos de los ejemplos ms tempranos de la aplicacin de esta metodologa son la tesis de J. Pe-legrin sobre el Chatelperroniense (Pelegrin 1995) o la definicin del concepto Levallois (Boda 1989). Asimismo, esta aproximacin ha introducido nue-vos aspectos en los modelos europeos del Paleoltico Superior aunque todava de forma muy tmida como por ejemplo los econmicos y de organizacin espacial-geogrfica (Pigeot 1987; Perls 1992; Pi-geot 2004), casi siempre referidos a la industria ltica.

    A partir de esta metodologa se han caracteriza-do y reinterpretado las antiguas tradiciones cultu-rales del Paleoltico y, recientemente, las definidas antes como perigordienses/gravetienses, en las obras de Nespoulet (1995), Zilho (1997), Aubry et al. (1998), Almeida (2000), Klaric (2003), Guillermin (2004), Pottier (2005), Simonet (2009a), Pesesse (2010), etc.

    No obstante, muchos de estos trabajos han sancio-nado, desde la tecnologa, la divisin ya proporcio-nada desde la tipologa-estadstica. En cuanto a las hiptesis sobre el cambio que pueden considerarse como una va de reflejo terico, los estudios de tecnologa ltica no parecen haber ofrecido, hasta el momento, propuestas originales con respecto a la tra-yectoria historiogrfica previa, pese a que sus bases tericas se sustentan en nuevos aspectos.

    La tecnologa se considera como reflejo de lo so-cial, lo que constituye un giro terico decisivo, un punto de partida desde el que se pueden trazar otro tipo de explicaciones. Implica dotar de un significado sociocultural a los objetos arqueolgicos, lo que su-pone que su comprensin no se limita a la esfera de clasificacin arqueolgica y se pueden realizar otro tipo de inferencias. En las anteriores propuestas se consider como unidad de estudio inteligible a las industrias, pero sin dotarlas de ningn tipo de signifi-cado, ms que el implcitamente cultural, lo que a la hora de interpretar supuso una va nica de interpre-tacin. Sin embargo, todava no se ha dado el salto a indagar y otorgar explicaciones a partir de la esfera econmica, sociolgica, etc., de la que se supone es reflejo la tecnologa. De hecho, el esquema terico al que se suele recurrir es el del particularismo, por-que la mayor parte de los estudios de tecnologa se siguen ciendo nicamente a una esfera descriptiva, aunque bien es cierto que tienen en cuenta nuevos elementos. Por otra parte, se concibe a la definicin tecnolgica como un fin en s mismo, como si la

  • 51

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    sa (Perigordiense), la zona central (de Moravia y Austria) y la zona norte europea.

    La propuesta de Otte puede entenderse como una vuelta al modelo cultural y particularista de Garrod (1936), no slo porque retom la termi-nologa de Gravetiense sino porque contempl este fenmeno como una tradicin cultural pa-neuropea que se difundi por migracin desde un nico origen oriental (Otte y Keeley 1990).

    El modelo de M. Otte ha pervivido y est vi-gente en la actualidad, tanto a partir de las pro-puestas de este mismo autor como las de J. Ko-zlowski (2005), que define al Gravetiense como cultura unitaria sucesora del Auriaciense. Asi-mismo, A. Simonet ha defendido recientemen-te esta concepcin unitaria a partir del estudio tecnolgico del Gravetiense pirenaico (Simonet 2009a, 2009b). Para l, la unidad del Gravetiense se define partiendo de tres aspectos fundamenta-les: gestin compleja del territorio evidenciada a partir de hbitats-santuario, deificacin de la capacidad generatriz femenina patente por las venus gravetienses e importancia de las armas dentro del equipamiento tcnico y de la esfera simblica (Simonet 2009b).

    Esta visin de macrocultura paneuropea pa-rece sustentada, en buena medida, en la relacin que se establece entre los hallazgos e investiga-ciones de Europa occidental con los de Centroeu-ropa y de Rusia. La cultura pauloviense morava, la de Malta siberiana o kostikiense rusas (Svo-boda 1994; Svoboda et al. 2000; Vasilev 2000) quizs sean los ejemplos ms emblemticos con

    tecnologa es que una de las principales preocupa-ciones sigue siendo la determinacin del origen primigenio del Gravetiense. Vanse, a modo de ejemplo, las recientes propuestas y discusiones de Pesesse (2010) o Moreau (2010). Sorprende este in-ters, cuando desde los principios de la Paleoetno-loga esta temtica debera acarrear escaso inters o, ms bien, no se debera discutir tanto desde la pers-pectiva de la tecnologa como de la cronoestratigra-fa y las tcnicas de datacin, que son las que estn dando, de hecho, argumentaciones contundentes, como por ejemplo la reciente datacin de los nive-les basales del Abri Pataud (Higham et al. 2011).

    3. Los pilares de la visin unitaria del Gravetiense

    En los aos 80 el investigador belga M. Otte adop-t de nuevo la visin paneuropea de la tradicin gravetiense. Esta propuesta qued perfectamente definida en un artculo de LAnthropologie (Otte 1985), donde la present como un fenmeno ho-mogneo que afect a Eurasia por causa de des-plazamientos poblacionales o migraciones. Otte plante que esta identidad se percibe no slo por la tipotecnologa, sino tambin por las manifes-taciones estticas y simblicas, tan relevantes y especficas en aquel momento del Paleoltico Superior. En su interpretacin concibi a las in-dustrias chatelperronienses y uluzzienses como antecesoras del Gravetiense idea que recuerda a la de D. Peyrony- y distingui dentro del mismo tres grandes provincias: la zona suroeste france-

    Figura 6.- Evolucin de la concepcin del Perigordiense>Gravetiense en el marco francs: las facies culturales han sido redefinidas por los modernos estudios de tipologa estadstica y tecnolgicos, sin embargo, las subdivisiones actuales poseen un carcter ambiguo, mezcla de lo cultural y cronolgico.

  • 52

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    I. Su asociacin con el Homo sapiens es clara, ya que el Gravetiense es la primera etapa del Paleoltico para la que no existen dudas con respecto a su directa asociacin con nuestra propia especie, algo que para el Musteriense y para el Auriaciense no se puede demostrar de forma contundente; incluso los famo-sos restos del abrigo de Cro-Magnon por poner el ejemplo ms caracterstico se han demostrado como de cronologa gravetiense (Henry-Gambier et al. 2006). Este factor puede otorgarle un primer carcter de unidad. Por otra parte, es evidente que el desarrollo, a lo largo del periodo 30-21 ka C14 BP, de diversas manifestaciones funerarias, asociadas a un tratamiento complejo con respecto a los muertos, refuerza an ms si cabe esta idea de unidad. Estas manifestaciones funerarias se entienden como un fe-nmeno global identificable para Europa occidental y oriental. As, se comparan sin problemas los ente-rramientos de Siberia (Sungir, Malta), Chequia (Br-noII, Paulov II), Portugal (Lagar Velho), Italia (Balzi Rossi, Arene Candide), etc. (Zilho 2005; Henry-Gambier 2005), pese a que todos ellos posean crono-logas y manifestaciones muy especficas, segn ha resaltado la investigacin paleoantropolgica.

    II. Del mismo modo, se debe recordar la impor-tancia del arte en su concepcin, algo lgico por su-poner, sin duda, una base fundamental en todas las definiciones de cultura, al apelar directamente a la esfera simblica. Uno de los principales elementos que han contribuido a esa visin de unidad, desde su primera definicin, son las conocidas venus grave-tienses (Breuil 1912; Garrod 1936; Delporte 1982), pese a que existan reas europeas para las que no se han documentado hasta el momento, como es la Pe-nnsula Ibrica (Pea 2011). Es a partir de estudios estilsticos o iconogrficos de estas estatuillas como se vinculan zonas muy alejadas entre s en el espacio y en el tiempo. El argumento del estilo lleva a la con-cepcin de esta cultura como una civilizacin o gran religin. Como ejemplo especfico se puede citar el estudio comparativo de las venus de Balzi Rossi que defendi el paralelismo entre Kostienki, Malta o Paulov (Mussi et al. 2000). Esta coherencia estilsti-ca tambin ha servido como argumento para teoras de corte procesual. Las venus gravetienses desde esta perspectiva constituyen el reflejo de la interaccin e intercambio de informacin y de aqu su similitud estilstica. Segn C. Gamble, seran el resultado de la existencia de redes sociales de largo alcance, un recurso o forma de adaptacin a las duras condicio-nes del Pleniglacial Superior al inicio del Paleoltico Superior (Gamble 1982, 2001).

    Sin embargo, estas teoras de unidad estilstica a partir de las venus han sido criticadas por inves-tigadores del rea oriental europea. As, O. Soffer ha manifestado su escepticismo a partir de estudios

    los que se han equiparado los restos de Europa occidental.

    El Pauloviense moravo tiene una larga tradicin de investigacin desde los trabajos de K. Absolon en los aos 20 del siglo pasado (Oliva 2004). Ya-cimientos como Doln Vstonice I y II, Paulov I y II, Milovice I o Pedmost han aportado hallazgos sorprendentes que manifiestan el desarrollo de una compleja sociedad cazadora-recolectora. Entre sus vestigios destacan los hallazgos de viviendas bien estructuradas, hogares, primeros restos textiles y cermicos, enterramientos mltiples, amplios reper-torios de instrumentos lticos, etc. (Svoboda 1994; Soffer 2000; Svoboda et al. 2000; Svoboda 2007). Estos enclaves suelen estar asociados a abundantes restos seos de mamuts cuya interpretacin ha varia-do desde elementos constructivos de cabaas hasta probables restos de caza relacionados con manifes-taciones rituales (Oliva 2000, 2004). Otros elemen-tos caractersticos de esta presunta cultura son las figurillas femeninas (las venus) y animales, a lo que se aade una extensa panoplia de arte mueble, evo-cadora de un mundo simblico y religioso altamente elaborado.

    El Pauloviense se desarroll, segn la informa-cin de Willendorf II nica secuencia estratificada conocida para esta rea y de otros sitios con un slo nivel de ocupacin, entre el 30-25 ka 14C BP. Luego parece que se desplaz hacia el este, evolu-cionando en yacimientos con una cultura material diferente y notablemente ms temprana: el Willen-dorfiense-Kostikiense (Svoboda et al. 2000).

    La cultura siberiana queda representada por sitios como Malta o Buret, en la cuenca del ro Angara. Posee una cronologa ms reciente (Temprano Sar-tan, entre el 25-22 ka C14 BP) y se ha subrayado su especificidad en materia de industria ltica entre las que se encuentran elementos arcaizantes como el mtodo Levallois o instrumental sobre lasca y arte mueble tambin particular (segn los estudios de Abramova, citados en Vasilev 2000).

    La visin paneuropea del Gravetiense ha rela-cionado estas manifestaciones culturales con la de Europa occidental si bien estas correlaciones suelen basarse en rasgos muy generales. Existen varios fac-tores que parecen tener un peso muy fuerte en esta moderna percepcin unitaria del Gravetiense y que han conducido a establecer estos puentes compara-tivos. A nuestro entender, son tres los aspectos que otorgan esta perspectiva de aparente unidad: los restos de hombres anatmicamente modernos, el arte mueble y parietal y la interpretacin de las in-dustrias. Con todo, esta problemtica no parece tan sencilla como plantean los partidarios del paneuro-pesmo, como veremos al repasar estos tres pilares de manera ms detallada:

  • 53

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    estilsticos de detalle de las figurillas (Soffer 1987) sobre la unidad iconogrfica de estas obras. De igual forma, ha remarcado como stas no se circunscriben a una horquilla cronolgica acotada, sino que por el contrario su evidencia se puede rastrear a lo largo de ms de 10000 aos3.

    Otro de los pilares de esta visin unitaria es el arte parietal. Quizs la manifestacin ms citada asociada al Gravetiense sean los denominados Santuarios de manos, como Gargas, Cosquer, Fuentes del Saln, Paglicci, Maltravieso, Fuente del Trucho, etc. (Mou-re y Gonzlez 1984-1999; Onoratini y Raux 1992; Ripoll et al. 1999; Palma di Cesnola 2001; Ripoll et al. 2001; Foucher 2005). De nuevo, stos tampoco son extrapolables a nivel paneuropeo, pues slo se han documentado en ciertas localizaciones del Midi francs, Perigord y Pennsula Ibrica.

    III. Por ltimo, es necesario llamar la atencin so-bre el elemento considerado como ms importante en la articulacin de los discursos en Prehistoria hasta el momento: la industria ltica. El Gravetiense/Perigor-diense se caracteriza por la proliferacin de un tipo de retoque que ha sido considerado como marcador cultural ms sobresaliente en la mayora de todos los estudios realizados: el retoque de dorso. Esta fue la base de la argumentacin y de su primera distincin particularista. Hay que recordar, sin embargo, que desde su primera definicin el Perigordiense fue una de las culturas del Paleoltico Superior con un mayor nmero de facies, es decir, de variantes industria-les. Ahora bien, algunas de ellas en la prctica apenas presentan dicho retoque. Por otra parte, tampoco hay que olvidar que se ha sealado en numerosas oca-siones la regionalizacin de esta supuesta cultura a partir precisamente de las industrias. Algunos de los ejemplos ya los hemos citado, como el Pauloviense moravo, el Perigordiense y el Bayacense francs, el Kostikiense ruso o, incluso, nuevas definiciones que se van aadiendo en los ltimos aos, como el Fon-tesantense portugus, el Rayssiense francs, el Noai-llense (perigordino y vasco-pirenaico), las variantes del Midi, etc. Si atendemos estrictamente a la tipo-tecnologa ltica se debera hablar de un regionalismo extremo y no de una unidad manifiesta.

    En definitiva, actualmente se admite la existen-cia de la unidad del Gravetiense tanto por los parti-darios de la tipologa-estadstica, que ha continuado vigente (vid. entre otros Djindjian y Bosselin 1994; Arrizabalaga 1995; Djindjian 1999; Noiret 2007, Fullola et al. 2007), como por la supuesta nueva tendencia tecnolgica (Nespoulet 1995; Zilho 1997; Almeida 2000; Klaric 2003; Pottier 2005; Simonet 2009a; Moreau 2010; Pesesse 2010). Am-bos identifican ahora al Gravetiense con un tecno-complejo, si bien los fundamentos tericos en los

    Figura 7.- Distintos elementos relacionados con la macro-cultura Gravetiense. A. Panel con manos en negativo de Fuente del Saln (Fotografa Pedro Saura, tomada de web Lycr). B. Venus de Brassempouy o de la capucha, encontrada en la Cueva de Pape por E. Piette, imagen tomada de Simonet 2009a. C. Enterramientos de neonatos de Krems-Wachtberg (Austria) (Einwgerer et al. 2006). D y E. Estructuras de Doln Vstonice documentadas por B. Klma (Leroi-Gourhan, 1976; Oliva, 2004).

    que se cimenta esta unidad son muy similares a los empleados antao (Fig. 7). Ambas propuestas estn otorgando una subdivisin de este tecnocomplejo unitario y paneuropeo en dos sentidos: diferentes tecnocomplejos menores en su dilatado desarrollo (que son una re-definicin, en muchos casos, de las antiguas facies) y diferentes variantes geogrficas a lo largo de Eurasia. Adems, la industria ltica sigue siendo el principal factor para realizar esta ordena-cin, pese a que las evidencias gravetienses otor-guen un registro material mucho ms rico que otros perodos de la Prehistoria.

  • 54

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    unidad a partir de la adicin de diferentes caracte-res comunes (Johnson 2010). Llevado a la prctica arqueolgica esa definicin de cultura se aplic a partir del reconocimiento de una suma de elementos caractersticos exclusivamente materiales, de tipos. De esta manera se eluda la alusin a todos los ele-mentos intangibles que tambin inclua la defini-cin antropolgica. Esta fue una primera frmula arqueogrfica de acercamiento a esta problemti-ca, vinculada a las tradiciones de conocimiento que hemos denominado aqu como particularistas.

    Asimismo, a principios del siglo XX en los es-tudios de Paleoltico cal hondo un nuevo trmino prestado de la Geologa y utilizado profusamente, al que tambin hemos hecho mencin: las facies. Este nuevo concepto se emple para describir a las variantes lticas del Musteriense y, como se ha ex-plicado, a las del Perigordiense. Este trmino que an hoy suele estar ligado a los razonamientos e interpretaciones a partir de las industrias lticas se traduce en diferentes realidades dentro de los es-tudios de Paleoltico. De este modo, puede llegar a ser cosas muy diferentes: el estilo de un tipo de talla, la reparticin estadstica de diferentes tipos de tiles, la presencia anormal de un determinado til, la elaboracin cuidada de aspectos durante la talla, etc. (Lenoir 1974). El concepto facies se present en los estudios de Paleoltico ntimamente ligado al de cultura y en su aplicacin se haca muy difcil distinguir cules eran los criterios que llevaban a los investigadores a discernir cuando una variacin en el registro alcanzaba el grado de facies y cuando alcanzaba el de cultura. Un buen ejemplo de esta confusin es que determinadas facies tipolgico-industriales han pasado, a lo largo de la historia de la disciplina, a la categora de culturas o civilizacio-nes en funcin de los autores. Un caso evidente es el que hemos expuesto del Noaillense, una facies tipolgico-industrial para D. Sonneville-Bordes y D. Peyrony (Perigordiense Vc), que ascendi a la categora de cultura para N. David, a partir de idntica metodologa (mismo sistema de anlisis de atributos lticos).

    Segn se observa, todos estos conceptos son ar-bitrariamente empleados y no se suele explicitar a qu se est haciendo referencia. Esta situacin se genera, en nuestra opinin, por dos motivos que pasamos a explicar. En primer lugar, existe una di-ficultad inherente a la propia definicin de cultura a la que antes aludamos. Las definiciones clsicas que todava perduran implcitamente en los dis-cursos hacen referencia a aspectos materiales e intangibles. Poseen un componente ideal lo que se ha denominado por algunos autores el carc-ter inconsciente de la cultura (Perrineau 1975), mientras que la evidencia arqueolgica es una ma-

    4. De cultura a tecnocomplejo

    De la sntesis anterior se desprende que parece exis-tir cierta confusin en la terminologa empleada en Paleoltico Superior para la denominacin y propia concepcin de las culturas que lo componen. De he-cho, quizs el Gravetiense sea uno de los mejores exponentes de esa confusin. Esta situacin pasa desapercibida y es muy raro encontrar artculos o investigaciones que traten de indagar en las bases de la nomenclatura o en los conceptos manejados asumidos de forma general o acrtica, es decir, en las implicaciones que posee utilizar determinada terminologa y, en consecuencia, la teora subya-cente a la misma. Considerar esta cuestin solu-cionada o irrelevante es caer en un error desde el principio, puesto que si no se sabe o define lo que se quiere llegar a saber, difcilmente se podr identifi-car, rectificar, matizar o discutir el objeto de estudio que se pretende conocer.

    Las definiciones de cultura en Prehistoria pare-cen estar ntimamente relacionadas con las propues-tas realizadas a partir de la Antropologa. Esta es la percepcin que poseen un gran nmero de especia-listas (vid. Watson 1995). A grandes rasgos, se pue-de decir que se han producido cuatro grandes ten-dencias en Antropologa, reinterpretadas de forma desigual en Prehistoria: las politticas y, a partir de la segunda mitad del siglo XX, las sistmicas-fun-cionalistas, las estructuralistas y las hermenutico-simblicas. Las que ms han influido, en el caso del Paleoltico Superior, han sido, en nuestra opinin, las dos primeras, si bien, su aplicacin al mbito de la Prehistoria no ha sido exactamente en el sentido antropolgico en el que se inspiraron, como en oca-siones se ha pretendido.

    Dentro de las primeras tendencias cabran como buenos ejemplos las pioneras de Tylor o de Mauss; para Tylor, cultura significaba that complex whole which includes knowledge, belief, art, morals, laws, customs, and any other capabilities acquiredas a member of society (Tylor 1871:1). Mientras que las definiciones sistmicas o funcionalistas en Antropologa representadas por Malinowski o Radcliffe-Brown surgieron aos antes que las propuestas de la Nueva Arqueologa, que consider a las culturas de forma sistmica, siendo quizs la definicin ms citada la de L. White: culture as mans extrasomatic means of adapatation (White 1959).

    El empleo de este concepto en Paleoltico Su-perior fue, en un primer momento, el de aquellas primeras definiciones, es decir, cultura como suma de elementos de diferente ndole, tanto de entida-des materiales como intangibles. Por tanto, es una definicin polittica, en el sentido de concebir una

  • 55

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    material. El problema es que aquellos no se justi-fican ordenadamente a travs de un marco terico especificado o establecido en un estadio previo; as como tampoco se explicita la concepcin de cultura que se est tomando, supuestamente, en consideracin.

    De este modo, resulta imposible refutar o argu-mentar las bases sobre las que se apoyan los investi-gadores para realizar sus aserciones. Por esta razn, un conjunto puede ser contemplado por algunos como cultura, por otros como facies, por otros como tradicin, por algunos como horizonte o mero con-junto industrial, etc. En resumen, no suele generarse una discusin sobre el significado de las entidades que se estn describiendo y, al final, la concepcin de las entidades estudiadas queda, de nuevo, a ex-pensas de un juicio de valor.

    Recientemente, los antiguos trminos de tradi-ciones culturales o culturas han sido reemplaza-dos por el de tecnocomplejos, trmino creado por Clarke haciendo alusin a un conjunto de culturas que presentan una serie de caractersticas comunes (Clarke 1968). Con todo, tecnocomplejo es em-pleado en los estudios de Paleoltico con otro senti-do, como sinnimo de tradiciones tcnicas de largo alcance, fruto de la relativamente reciente corriente tecnolgica. En otros casos, sin embargo, parece es-tar haciendo alusin a los complejos leptolticos definidos por G. Laplace, a los que se les ha aadido una carga terica nueva al ponerse el nfasis en la tecnologa.

    Aunque no sea objeto de frecuente debate, es llamativo constatar que la mayor parte de los tec-nocomplejos coinciden remarcablemente bien con las anteriores divisiones culturalistas, pese a restrin-girse a un aspecto concreto de la antigua definicin polittica de cultura (la esfera tecnolgica) y partir de unas bases tericas a priori diferentes a las del particularismo. Esta situacin parece indicar que se han sustituido las formas descriptivas del material supuestamente fruto de un giro metodolgico pero parece evidente que la carga terica que llevan aparejado estas nuevas metodologas no se ha lle-vado hasta sus ltimas consecuencias, puesto que las subdivisiones son muy similares a las previas. Todo esto, en trminos epistemolgicos, no es com-prensible, puesto que es imposible que dos metodo-logas de investigacin radicalmente distintas coin-cidan en sus conclusiones, dado que, a la fuerza, poseern diferentes problemticas y diferentes con-cepciones de certeza, del mismo modo que parece imposible que dos lenguajes diferentes coincidan en sus terminologas.

    Quizs el planteamiento ms acertado sea aban-donar la aproximacin holstica de cultura que ha pervivido hasta la actualidad y centrarnos en

    nifestacin real, tangible. Resulta muy difcil argu-mentar adecuadamente su existencia si no se sobre-pasa el estadio descriptivo al que se suelen ceir, en exclusiva, los estudios. Es decir, si no se sobre-pasa la atencin ms all del objeto arqueolgico. Para llevar a cabo satisfactoriamente la adopcin de esas definiciones antropolgicas, en las que se supone que se ha basado la disciplina, se deben establecer nexos tericos entre el objeto formal de conocimiento y aspectos que interesa llegar a conocer como estructura social, tipo de economa, etc. Pero, generalmente, estos enlaces no se esta-blecen y la asociacin entre estos dos rdenes de entidades cognoscibles se lleva a cabo a travs de juicios de valor o tan slo de forma implcita en las argumentaciones.

    En segundo lugar, en Paleoltico Superior se suele hacer una ecuacin errnea: ordenacin ar-queolgica igual a ordenacin cultural pasada. En otros trminos, el principal problema es que se ha pasado de un ordenamiento o seriacin tipolgico-descriptiva a la asuncin del mismo como realidad en el pasado, lo que no constituye una relacin necesaria. El uso de categoras clasificadoras ar-queolgicas termina identificndose o confundin-dose con la propia interpretacin (Vicent 1982). Se manejan las fases tipolgicas o tecnolgicas como si se tratasen de verdaderas culturas, cuando esta asociacin requiere una justificacin. El concep-to de facies ilustra satisfactoriamente toda esta confusin, una categora arqueolgica evidente divisin material de la industria ltica de un con-junto por diferentes razones (Lenoir 1974) se convierte automticamente en realidad cultural o antropolgica, es decir, cambia de estatus a travs de una analoga sin justificacin aparente. Toda esta situacin trae consigo un error de mayor al-cance: el hecho de confundir categoras tipolgi-cas con culturales acarrea, implcitamente, que la discusin se realice en el estadio descriptivo, en el referente a los puros datos, puesto que, iluso-riamente, parece que en dicho nivel se realiza una discusin terica. En otras palabras, se contempla a la descripcin como un fin, como una propuesta terica en s misma. Esta situacin es fruto de la confusin entre el objeto formal de estudio de la disciplina y el objeto teortico. Bajo esta forma de actuar se est considerando, aparentemente, en exclusiva al resto arqueolgico (objeto formal), lo que deriva en un uso taxonmico del trmino cultura. Esta concepcin, a su vez, configura a la Prehistoria como disciplina analtica, puesto que slo se apela a los objetos que contiene el registro emprico (Vicent 1985). Sin embargo, esto no es del todo cierto, ya que s se suelen realizar teo-rizaciones y conjeturas ms all del puro registro

  • 56

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    La realidad actual en los estudios de Paleoltico Superior es que aquella concepcin (historicista-cultural) no ha cambiado ni ha sido seriamente re-visada y, prueba de ello, es que se sigue hablando del origen nico y primigenio del Gravetiense por muchos investigadores (Otte y Keeley 1990; Djindjian et al. 1999; Kozlowski 2005; Simonet 2009a).

    A travs del hilo conductor de las industrias el fenmeno del Gravetiense ha sido contemplado como edad, cultura o etnia, tradicin cultural y, actualmente, como tecnocomplejo o tradicin tc-nica. Por lo que se ha visto, parece que subyace la concepcin de unidad, la identificacin con un fenmeno nico, pese a que la terminologa y la metodologa hayan ido cambiando.

    Cabe preguntarse si a travs de la cultura ma-terial esta visin est justificada, lo que debera ir acompaado de un anlisis en profundidad de dife-rentes aspectos dentro de la evidencia arqueolgi-ca. La dimensin tecnolgica parece una buena al-ternativa, pero debera incorporarse a otro tipo de informacin que tambin ofrecen los yacimientos adscritos al Gravetiense: contextual, paleoecol-gica, faunstica, simblica, etc., que parecen tener, todava, un peso menor en las explicaciones. Del mismo modo, la tecnologa debera llevarse ms all de la mera descripcin, es decir, indagar en las implicaciones que supone la variabilidad tcnica definida.

    Por otra parte, se debe llamar la atencin de que tal y como se define actualmente este fenme-no cultural supera los 10000 aos de desarrollo y abarca la extensin de toda la Pennsula europea de Eurasia, incluida la actual Rusia y Siberia. A qu tipo de identidad nos estamos refiriendo entonces? A priori, este fenmeno rebasa los trminos hist-ricos, como record hace algunos aos en relacin a las culturas del Paleoltico Superior en general G.A. Clark (1992).

    Tras el anlisis historiogrfico realizado, lo que parece claro es que la fuerza terica del particu-larismo ha sido determinante en la concepcin y perdurabilidad del trmino Gravetiense, que ha pasado a ser un significante con diferentes signifi-cados, las diversas realidades arqueolgicas a las que hace referencia. Dicho trmino se ha conver-tido en algo tan amplio y genrico que se ha va-ciado incluso de su acepcin original; recurdese que sta era cultural y apelaba, nicamente, a la extensin del utillaje de dorso, las puntas peduncu-ladas y las venus paleolticas. Paradjicamente, ha llegado a adoptar un carcter cronolgico, como si se tratara estrictamente de un periodo, puesto que algunas de las evidencias arqueolgicas que se aso-ciaban al mismo no tenan nada que ver con los ca-

    aspectos concretos de sus manifestaciones. El pro-blema debera residir ms bien en definir muy bien lo que se quiere llegar a conocer y, precisamente, el concepto de cultura es tan sumamente amplio y vago que ha generado una enorme confusin en este sentido, cerrando as la entrada a nuevos modelos tericos. La cuestin no estriba en elegir una bue-na definicin de cultura en el sentido antropolgico que se ha pretendido, pues cada vez ms se ha con-templado como un imposible incluso para la propia Antropologa (Geertz 2005). Tampoco consiste en un apurado sistema de clasificacin arqueolgico de ordenacin, como en ocasiones se ha planteado. La pura descripcin no otorga explicacin: la taxono-ma botnica en Biologa no es un tipo de Ecologa, sino una forma de clasificacin. Lo que es intere-sante, en contrapartida, son las claves tericas que rigen esos principios de ordenacin, porque estable-cen tanto lo que se quiere llevar a saber como la forma de analizarlo.

    5. Conclusiones

    Con todo lo visto hasta ahora y en sntesis, se puede afirmar que parece que el esquema que ha quedado en la ordenacin del Paleoltico Superior inicial en Europa occidental al menos, el mayoritariamen-te aceptado es una vuelta al modelo tripartito del primer tercio del siglo XX planteado por D.A.E. Garrod pero traducido a la nueva corriente de tec-nocomplejos o tradiciones tcnicas: de industrias de transicin, auriacienses y gravetienses. Tambin puede decirse que se trata del antiguo modelo de Breuil (1912), como otros autores ya han sealado (Djindjian 2002) obviando llamativamente la re-formulacin de Garrod.

    En el caso concreto del Gravetiense no deja de ser paradjico que una supuesta cultura defini-da desde el principio con numerosas facies lticas se haya contemplado a lo largo de la historia de la disciplina prehistrica como un fenmeno uni-tario. Esa idea de unidad o de identidad cultural parece, al menos en parte, una herencia de las pri-meras interpretaciones sobre este fenmeno. Con este razonamiento no se est negando de partida que pudiese existir una identidad cultural grave-tiense o que efectivamente acaeciesen prstamos y oleadas de saberes compartidos en buena parte de Eurasia (Pea 2011), sino que se est afirmando que las unidades de estudio que empleamos son conceptos heredados a partir de la definicin de comienzos del siglo XX, a los que se les otorg, arbitrariamente, el carcter de grandes culturas y que, a nuestro entender, deberan estar en constan-te revisin (Roebroeks y Corbey 2000).

  • 57

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    otras facetas del registro. En definitiva la prctica tecnolgica actual, en ocasiones, parece una mala lectura de los principios tericos que inspiraron e iniciaron esta corriente, la Paleoetnologa de A. Leroi-Gourhan.

    Las evidencias que actualmente se incluyen den-tro del Gravetiense a escala europea parecen reflejo de ejemplos fascinantes de una notable estratifica-cin social y complejidad a nivel logstico, sim-blico y econmico, de lo que quizs el caso ms emblemtico y llamativo sean las evidencias del Pauloviense moravo. Las posibilidades que ofrece el registro gravetiense son mucho ms extensas que las teoras que se estn proponiendo. Ha habido lla-madas de atencin en este sentido (Roebroeks et al. 2000), y propuestas que integran diferentes facetas del registro (Soffer 1987, 2000). Es llamativo que dado el peso que ostenta el arte (mueble para el Este y Centro de Europa y parietal y mueble para el Oeste europeo) en este perodo, no se reivindique desde esta faceta otro tipo de ordenaciones o expli-caciones o que muy raramente sea el caso (Fig. 8).

    Queremos resaltar finalmente que en esta snte-sis no se ha pretendido rechazar las definiciones ni las ordenaciones en Prehistoria, una parte impres-cindible de todos los estudios que llevamos a cabo, sino reflexionar sobre cmo se forman, manejan, cambian e interpretan, a travs del caso ejemplar del Gravetiense europeo.

    racteres originales tipolgicos que supuestamente lo definieron en un principio y lo perpetuaron pos-teriormente (Peyrony 1933; Garrod 1936; Sonnevi-lle-Bordes 1960; Laplace 1966; Bordes 1968). Por dicho motivo, se han llegado a definir conjuntos culturalmente partiendo simplemente de sus data-ciones. A su vez, a veces se encuentran referencias a restos supuestamente indeterminados pero de cronologa gravetiense. Actuando de esta manera se est dotando de un nuevo significado al trmino, convirtindolo en una suerte de poca o perodo y as tiene cabida cualquier tipo de variante, puesto que no se apela a unos caracteres especficos in-dustriales o de otra ndole (simblicos, funerarios, etc.), sino a una cronologa dada. Si es as como se considera por la mayor parte de la investigacin que se debera reformular o discutir su carcter y definicin, de manera vaga e imprecisa, en unas ocasiones como perodo y en otras como macro-cultura., entonces la confusin se hace patente o se lleva al extremo cuando se consideran sinnimos tecnocomplejo y perodo cultural.

    Por otra parte, su concepcin como tecnocom-plejo unitario es tambin engaosa segn se ha vis-to, puesto que precisamente los modernos estudios de tecnologa estn parcelando y subdividiendo ms y ms las evidencias documentadas. Adems, resulta altamente restrictivo ceir las manifestacio-nes pasadas a la esfera tcnica sin relacionarla con

    Figura 8.- Visiones del Gravetiense a lo largo del desarrollo de las diferentes propuestas tericas en Paleoltico Superior del siglo XX. A la izquierda las diferentes corrientes, en el centro los hitos relevantes, a la derecha concepcin cultural para cada momento.

  • 58

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    agRadecimientos

    Este texto proviene en origen de una sesin sobre identidad que se organiz con motivo de las II Jornadas de J-venes en Investigacin Arqueolgica (Madrid, mayo de 2009). Agradezco a los organizadores de aquella sesin, Sandra Lozano y Manuel Fernndez, que me animaran a participar entonces. Agradezco tambin la relectura y comentarios de algunos apartados del texto a Adriana Soto, Amaya Mujika, Pilar Alonso y Sarah Hellawell.

    notas

    1. En el marco peninsular tambin se descubri la presunta interestratificacin Auriaciense-Perigordiense, en las excavaciones de los aos 50 de J. Martnez Santa Olalla en la Cueva del Pendo (niveles VIIIb al V), si bien su publicacin fue muy tarda (Gonzlez Echegaray 1980) y no se puede afirmar que influyera de manera clara en este debate.2. Esta teora tambin se desarroll en el marco peninsular, a travs de la tesis de McCollough (1971), nico tra-bajo especfico dedicado al Perigordiense/Gravetiense en este contexto hasta fechas muy recientes.

    3. El hallazgo reciente de una Venus paleoltica en un nivel auriaciense de Hohle Fels quizs sea un indicio de que estas representaciones no son excluyentes de sitios asociados al Gravetiense (Conard 2009).

    RefeRencias bibliogRficas

    AlmeidA, F. (2000): The terminal Gravettian of Portuguese Estremadura: Technological variability of the lithic industries. Dedman College, Southern Methodist University, Dallas.

    ArrizAbAlAgA, A. (1995): La industria ltica del Paleoltico Superior inicial en el Oriente cantbrico. Departa-mento de Geografa, Prehistoria y Arqueologa, Universidad del Pas Vasco (Tesis doctoral indita).

    Aubry, T., zilho, J., AlmeidA, F.; FonTugne, m. (1998): Production darmatures microlithiques pendant le Palo-lithique suprieur et le Meslithique au Portugal. II Congreso de Arqueologa peninsular (R. Balbn, P. Bueno, eds.), Zamora: 259-272.

    binFord, l. (1973): Interassemblage variability-the Mousterian and the functional argument. The explanation of culture change: models in Prehistory (C. Renfrew, ed.), University of Pittsburg, Pittsburg: 227-254.

    bodA, e. (1989): Le concept Levallois et valuation de son champ dapplication. LHomme de Nandertal (M. Patou y L. G. Freeman, eds.), Universit de Lige, ERAUL, Vol. 4 (La Technique), Lieja: 13-26.

    bon, F. (2002): Les termes de lAurignacien. Espacio, Tiempo y Forma, 15, (Serie 1): 39-67. bordes, F. (1953): Levalloisien et Moustrien. BSPF, 50, (4): 226-235. bordes, F. (1958): Nouvelles Fouilles Laugerie-Haute Est. Premiers Rsultats. lAnthropologie, 62, (4): 205-

    244. bordes, F. (1961): Typologie du Palolithique Ancien et Moyen. Vol. 2, Imp. Delmas, Burdeos. bordes, F. (1968): La question perigordienne. La Prhistoire, problmes et tendances, C.N.R.S., Pars: 59-70. bordes, F. (1973): On the chronology and the contemporaneity of different Palaeolithic cultures in France. The

    explanation of culture change: models in Prehistory (C. Renfrew, ed.), University of Pittsburg, Pittsburg: 217-226.

    bordes, F.; sonneville-bordes, d. (1970): The significance of variability in Palaeolithic assemblages. World Archaeology, 1: 61-76.

    breuil, h. (1906): Les gisements prsolutrens du type dAurignac. Coup dil sur le plus ancien ge du Renne. Extrait du Compte Rendu du XIII Congrs dAnthropologie et dArchologie Prhistoriques, Mnaco.

    breuil, h. (1907): La question aurignacienne. tude critique de stratigraphie compare. Extrait de la Revue prhistorique. 2nd Anne, n 6 et 7: 173-219.

    breuil, h. (1909): LAurignacien prsolutren. Epilogue dune controverse. Extrait de la Revue prhistorique. 4e Anne, 8 et 9: 229-248 y 265-286.

    breuil, h. (1912): Les subdivisions du Palolithique Suprieur et leur signification. Congrs International dArchologie prhistorique. Compte Rendu de la XIV session, Gneve.

    breuil, h.; lAnTier, r. (1959): Les hommes de la pierre ancienne. Payot, Pars.

  • 59

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    bricker, h. m. (1995): Le Palolithique suprieur de lAbri Pataud (Dordogne): Les fouilles de H. L. Movius Jr. Documents d archologie franaise, vol. 50, Pars.

    cAhen, d., kArlin, c., keeley, l. h.; vAn noTen, F. (1981): Mthodes danalyse technique, spatiale et fonction-nelle densembles lithiques. Hellinium, 20: 209-259.

    clArk, g. A. (1992): La migracin como una no-explicacin en la arqueologa paleoltica. Elefantes, ciervos y ovicaprinos (Moure, A., ed.), Universidad de Cantabria, Santander: 17-36.

    clArke, d. l. (1968): Analytical Archaeology. Methuen, Londres. chAmpAgne, F.; espiTAlie, r. (1967): La stratigraphie du gisement du Piage: note prliminaire. BSPF, 64, (1): 29-

    34. cheynier, A. (1960): Place pour le Gravtien. BSPF, 57, (7-8): 389-412. conArd, n. J. (2009): A female figurine from the basal Aurignacian of Hohle Fels Cave in Southwestern Ger-

    many. Nature, 459: 248-252.dAvid, n. (1973): On upper Palaeolithic society, ecology and technological change: the Noaillian case. The expla-

    nation of culture change: models in Prehistory (C. Renfrew, ed.), University of Pittsburgh Press, Pittsburgh: 267-303.

    dAvid, n. (1985): The Noaillian (level 4) assemblages and the Noaillian culture in Western Europe. American School of prehistoric research, 37, Cambridge.

    dAvid, n.; bricker, h. m. (1987): Perigordian and Noaillian in the Greater Perigord. The Pleistocene Old World. Regional Perspectives (Soffer, O., ed.), Plenum, Nueva York: 237-250.

    dAvies, W. (1999): Dorothy Annie Elisabeth Garrod (5th May,1892-18th December, 1968). Dorothy Garrod and the Progress of the Palaeolithic (W. Davies, R. Charles, eds.), Oxbow books, Oxford: 1-14.

    delporTe, h. (1954): Le Perigordien. Le grandes civilisations prhistoriques de la France. Livre jubilaire de la Socit Prhistorique franaise (1904-1954), LI: 44-48.

    delporTe, h. (1982): La imagen de la mujer en el Arte Prehistrico. Istmo, Madrid.demoule, J.-p. (2004): Andr Leroi-Gourhan, lethnie, la culture et le prhistorien: historie dun rendez-vous

    manqu. Autour de lhomme: contexte et actualit dAndr Leroi-Gourhan (F. Audouze, N. Schalanger, eds.), APDCA, Antibes: 45-68.

    dJindJiAn, F. (1999): Chronologie du peuplement gravettien sur les ctes de Mditerrane occidentale. Les facis leptolithiques du Nord-Ouest Mditerranen: Milieux naturels et culturels. XXIV Congres Prhistorique de France (D. Sacchi, ed.), Societ Prhistorique Franaise, Carcassone: 127-138.

    dJindJiAn, F. (2002): Cinquante annes de recherches sur les dbuts de lAurignacien en Europe occidentale. Es-pacio, Tiempo y Forma, 15: 17-38.

    dJindJiAn, F.; bosselin, b. (1994): Prigordien et Gravettien: LEpilogue dune contradiction? Prehistoire Euro-penne, 6: 117-131.

    dJindJiAn, F., kozloWski, J. k. y oTTe, m. (1999): Le Palolithique suprieur en Europe. Armand Colin, Pars. einWgerer, T., Friesinger, h., hndel, m., neugebAuer-mAresch, c., simon, u.; Teschler-nicolA, m. (2006):

    Upper Palaeolithic infant burials. Nature, 444: 285. Foucher, p. (2005): Gargas et lAtlantique: les relations transpyrnennes au cours du Gravettien. Munibe, 52,

    (2): 131-147. FullolA, J. m., romAn, d., soler, n. y villAverde, v. (2007): Le Gravettien de la cte mditerranenne ibrique.

    Palo, 19: 73-88. gAmble, c. (1982): Interaction and alliance in Palaeolithic society. Man, 17, (1): 92-107. gAmble, c. (2001): Las sociedades paleolticas de Europa. Ariel, Barcelona. gArrod, d. A. e. (1936): The Upper Palaeolithic in the light of recent discoveries. Nature: 826-830. geerTz, c. (2005): Descripcin densa: hacia una teora interpretativa de la cultura. La interpretacin de las cul-

    turas, Gedisa, Barcelona: 19-40. gonzlez echegArAy, J. (1980): El yacimiento de la Cueva de El Pendo (excavaciones 1953-57). Bibliotheca

    Praehistorica Hispana, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Instituto Espaol de Prehistoria, Vol. XVII, Madrid.

    groenen, m. (1994): Pour une histoire de la prhistoire. Le Palolithique. Jrme Millon, Grenoble.

  • 60

    Paloma de la Pea Alonso A propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    guillermin, p. (2004): Rflexions sur linterprtation des industries gravettiennes partir de ltude typo-tech-nologique dune occupation spcialise: la couche E du gisement des Fieux (Miers, Lot). Memoria de DEA, Universit de Toulouse Le Mirail.

    henry-gAmbier, d. (2005): volutions des pratiques funraires en Italie au Palolithique suprieur. Comporte-ments des hommes du Palolithique moyen et suprieur en Europe: territoires et milieux. Actes du Colloque du G. D. R. (D. Vialou, J. Renault-Miskovsky, M. Patou-Mathis eds.), Vol. 111, ERAUL, Lieja: 213-229.

    henry-gAmbier, d., bruzek, J., schmiTT, A., houT, F.; murAil, p. (2006): Rvision du sexe et de lge au dcs des fossiles de Cro-Magnon (Dordogne, France) partir de los coxal. Palevol, 5: 735-741.

    highAm, T. F. g., JAcobi, r. m., bAsell, l. s., bronk, c., chioTTi, l. y nespouleT, r. (2011): Precision dating of the Palaeolithic: A new radiocarbon chronology for the Abri Pataud (France), a key Aurignacian sequence. Journal of Human Evolution, 61(5): 1-15.

    Johnson, m. (2010): Archaeological theory. An Introduction. Wiley-Blackwell, Oxford.Jord, F. (1954): Gravetiense y Epigravetiense en la Espaa Mediterrnea. Caesaraugusta, 4: 7-30. kArlin, c., bodu, p. y pelegrin, J. (1991): Processus techniques et chanes opratoires. Comment les prhisto-

    riens sapproprient un concept labor par les ethnologues. Observer laction technique, les chanes opratoi-res, pour quoi faire? (H. Balfet, ed.), CNRS, Pars: 101-117.

    klAric, l. (2003): Lunit technique des industries a burin du Raysse dans leur contexte diachronique. Reflexions sur la diversite culturelle au gravettien a partir des donnes de la Picardie, dArcy-Sur-Cure, de Brassempouy et du cirque de la Patrie. U. F. R. DHistoire de lart et darchologie. Tesis doctoral indita, Universit Paris I.

    klAric, l., guillermin, p. y Aubry, T. (2009): Des armatures varies et des modes de productions variables. Rflexions partir de quelques exemples issus du Gravettien dEurope occidentales (France, Portugal, Alle-magne). Gallia Prhistoire, 51: 113-154.

    kozloWski, J. k. (2005): Palolithique suprieur et Msolithique en Mditerrane: cadre culturel. lAnthropologie, 109: 520-540.

    lAplAce, g. (1956): Typologie statistique et volution des complexes lames et lamelles. BSPF, 53, (5-6): 271-290.

    lAplAce, g. (1966): Recherches sur lorigine et lvolution des complexes leptolithiques. Vol. 4, cole Franaise de Rome, Mlanges dArchologie et dHistoire, Pars.

    lAplAce, g. (1972): La Typologie analytique et structurale: base rationnelle dtude des industries lithiques et osseuses. Colloques nationaux du centre National de la Recherche Scientifique, Banques de donnes archolo-giques, 932, Marsella.

    lAville, h.; rigAud, J.-p. (1973): The Perigordian V industries in Prigord: typological variations, stratigraphy and relative chronology. World Archaeology, 4: 330-338.

    lemonnier, p. (1991): De la culture matrielle la culture? Ethnologie des techniques et Prhistoire. 25 Ans dtudes technologiques en Prhistoire. XI Rencontres Internationales dArcheologie et dHistoire dAntibes, APDCA, Antibes: 15-20.

    lenoir, m. (1974): Facis et culture. BSPF, 71, (2): 58-64. leroi-gourhAn, A. (1961): Les fouilles dArcy-sur-Cure. Gallia Prhistoire, 4: 3-16. leroi-gourhAn, A. (1989a): El Medio y la Tcnica I. Taurus, Madrid.leroi-gourhAn, A. (1989b): El Medio y la Tcnica II. Taurus, Madrid.leroi-gourhAn, A.; Brezillon, M. (1972): Fouilles de Pincevent. Essai danalyse ethnographique dun habitat

    magdalnien. Gallia Prhistoire, VII (Suplement). leroi-gourhAn, A. (ed.) (1976): Les structures dhabitat au Palolithique suprieur. Colloque XIII Union Inter-

    nationale des Sciences Prhistoriques et Protohistoriques. CNRS, Pars. mccollough, m. r. c. (1971): Perigordian facies in the Upper Palaeolithic of Cantabria. University of Pennsyl-

    vania (Tesis doctoral indita). mellArs, p. (1973): The character of the Middle-Upper Palaeolithic transition in south-west France. The explana-

    tion of culture change: models in Prehistory (C. Renfrew, ed.), University of Pittsgburgh Press. moreAu, l. (2010): Geieklsterle. The Swabian Gravettian in its European context. Quartr, 57: 79-93. morTilleT, g. (1885): Le Prhistorique. Antiquit de lHomme (Deuxime dition). C. Reinwald, Pars. moure, A. y gonzlez, m. g. (1984-1999): Excavaciones y documentacin del arte rupestre de la Cueva de la

    Fuente del Saln (Muorrodero, Val de San Vicente). Actuaciones arqueolgicas en Cantabria. Santander.

  • 61

    Paloma de la Pea AlonsoA propsito del GravetienseEl paso de cultura a tecnocomplejo...

    Complutum, 2012, Vol. 23 (1): 41-62

    movius, h. l. (1977): Excavation of the Abri Pataud, Les Eyzies. Stratigraphy. American School of Prehistoric Research Bulletin, 31, Cambridge Mass.:1-167.

    mussi, m., cinq-mArs, J. y bolduc, p. (2000): Echoes from the mammoth steppe: The case of Balzi Rossi. Hunthers of the Golden Age (W. Roebroeks, M. Mussi, J. Svoboda, K. Fennema, eds.), University of Leiden, Leiden: 105-124.

    nespouleT, r. (1995): Le Prigordien VI de labri Pataud, les Eyzies-de-Tayac, Dordogne. Etude technologique et typologique de lindustrie lithique de la couche 3. Tesis doctoral, Institut de Palontologie Humaine, Mu-sum National dHistoire Naturelle.