A) VOLUNTARIADO EN NEPAL - tierraguaysol.org · en mi corazón crecían las ganas de ir allí, al...

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5 1.- ¿Qué te motivó a hacer un voluntariado en Nepal? Anteriormente ya había estado de voluntaria en un orfanato de la India en la zona de los Himalayas. A causa de la cercanía con Nepal, muchos de los niños procedían de allí (en especial dos niños, los cuales considero como hermanos). Eso me llevó a cogerle cariño a un país que todavía no había visitado. Además tanto la cultura como las religiones, el arte… son muy parecidas o hasta las mismas en ambos países. Por otro lado soy profesora de Danzas Orientales y Bollywood en Tarragona y el curso pasado tuve de alumna a una preciosa niña nepalí que era adoptada, hecho que me empujó todavía más a cuestionarme el realizar un voluntariado en Nepal. Miraba sus ojos y recordaba a los niños del orfanato procedentes de este montañoso país… y en mi corazón crecían las ganas de ir allí, al origen, donde se encuentra el monte más alto del mundo. Desde hace tiempo las donaciones recogidas mediante actos benéficos que organizo en mi ciudad (festivales de danza, cenas y fiestas orientales solidarias… etc) los destino a proyectos pequeños y cercanos (en los que pueda participar y ofrecer tanto cosas en especie: medicamentos, ropa, juguetes, material escolar etc. así como aportaciones monetarias directamente). Así fue como me puse en contacto con la Asociación Tierra, Agua y Sol, gracias a que mi madre participó en el viaje solidario a Nepal de la Semana Santa pasada. Tuve conocimiento de que el proyecto se sostenía principalmente gracias a esos viajes solidarios y al tener noticias de la Casa de acogida en Katmandú me animé a irme de voluntaria para conocer a las niñas beneficiarias de la donación y colaborar en todo lo que fuera necesario. A) VOLUNTARIADO EN NEPAL Entrevista a IRIS PÉREZ GARCÍA. Voluntaria en nuestra casa de acogida en Kathmandu (Nepal)

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1.- ¿Qué te motivó a hacer un

voluntariado en Nepal?

Anteriormente ya había estado de

voluntaria en un orfanato de la India en

la zona de los Himalayas. A causa de la

cercanía con Nepal, muchos de los niños

procedían de allí (en especial dos niños,

los cuales considero como hermanos).

Eso me llevó a cogerle cariño a un país

que todavía no había visitado. Además

tanto la cultura como las religiones, el

arte… son muy parecidas o hasta las

mismas en ambos países.

Por otro lado soy profesora de

Danzas Orientales y Bollywood en

Tarragona y el curso pasado tuve de

alumna a una preciosa niña nepalí que era

adoptada, hecho que me empujó todavía

más a cuestionarme el realizar un

voluntariado en Nepal. Miraba sus ojos y

recordaba a los niños del orfanato

procedentes de este montañoso país… y

en mi corazón crecían las ganas de ir allí,

al origen, donde se encuentra el monte

más alto del mundo.

Desde hace tiempo las donaciones

recogidas mediante actos benéficos que

organizo en mi ciudad (festivales de

danza, cenas y fiestas orientales

solidarias… etc) los destino a proyectos

pequeños y cercanos (en los que pueda

participar y ofrecer tanto cosas en

especie: medicamentos, ropa, juguetes,

material escolar etc. así como

aportaciones monetarias directamente).

Así fue como me puse en contacto con la

Asociación Tierra, Agua y Sol, gracias a

que mi madre participó en el viaje

solidario a Nepal de la Semana Santa

pasada. Tuve conocimiento de que el

proyecto se sostenía principalmente

gracias a esos viajes solidarios y al

tener noticias de la Casa de acogida en

Katmandú me animé a irme de voluntaria

para conocer a las niñas beneficiarias de

la donación y colaborar en todo lo que

fuera necesario.

A) VOLUNTARIADO EN NEPAL Entrevista a IRIS PÉREZ GARCÍA.

Voluntaria en nuestra casa de acogida en Kathmandu (Nepal)

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2.- ¿Cómo fue tu experiencia durante

tu estancia en la casa de acogida de

nuestra asociación en Kathmandu?

Realmente fue una experiencia

maravillosa. Me hacía mucha ilusión

porque era la primera voluntaria del

proyecto.

El primer día, al llegar a la casa,

me encontré con siete sonrientes y

tímidos rostros de chocolate que me

daban la bienvenida. La que más se

comunicaba conmigo los primeros días y

hacía de portavoz era Nisha, de catorce

años, al ser la única que dominaba

propiamente el inglés (fue muy eficiente

y mi ayudante número uno). Las otras me

sonreían y se sonrojaban. Pasaron unos

días hasta que nos fuimos integrando, yo

adaptándome a ellas y ellas a mí. Las dos

pequeñas, de siete y ocho años, Karishma

y Anisha, empezaron a colarse en mi

habitación para hacer los deberes, a

decirme lo que aprendían de inglés en el

colegio, cantarme canciones, peinarme…

etc. Saanjeta, Yangi y Nirmala también

se atrevieron a hablarme con su

incipiente inglés que aprendían con

mucho interés, a excepción de Apsara la

cual había entrado más tarde a la casa, y

hacía pocos meses que estaba

aprendiendo el idioma, pero su dulce

sonrisa hablaba por ella.

Las niñas estaban muy

agradecidas y felices con las actividades

que les organizaba: les enseñé bailes de

Bollywood y Danza Oriental, dibujo

artístico !una tarde hasta hicimos

acrobacias!, jugamos, confeccionamos

pulseras de hilo, pintamos, visualizamos

películas de dibujos animados en mi

ordenador (les encantó Mulán y la

Sirenita), me las llevé de visita a los

templos de Katmandú y al cine…

Tampoco faltó la revisión médica en el

hospital, la visita a su escuela donde

pregunté a los profesores por el nivel y

su comportamiento, las tardes haciendo

deberes y revisando cómo estudiaban

para los exámenes, la creación de las

fichas personales de cada niña donde

anoté la historia, características de

cada una y los progresos que iba

percibiendo día a día.

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Y estuve presente con la

incorporación de la octava niña, Nima, de

ocho años. Llegó justamente el mismo día

en que celebremos el primer aniversario

de la fundación de la casa de acogida.

Nima se adaptó genial y muy rápido a las

otras niñas y a mí. Es muy graciosa y con

rasgos orientales muy marcados.

La cocinera y “madre adoptiva” de las

niñas, puesto que vive también en la

casa, cocina, limpia, las ayuda en todo…

también es una mujer muy dulce que

tiene especial cuidado y cariño con las

niñas. Aunque no habla inglés, tuvimos

una complicidad muy buena. A veces no

son necesarias las palabras cuando se

conecta de corazón a corazón.

Quisiera añadir que mi

experiencia en Katmandú y trabajo con

las niñas se emitirá por el programa de

la TV2 “Acción Directa” en su siguiente

temporada (allí estuve grabando para el

programa, por petición de los

directivos). Os animo a que lo veáis y

compartáis conmigo mis vivencias.

Oportunamente, Ana, la Presidenta de la

Asociación Tierra, Agua y Sol os

informará de la fecha de emisión.

3.- ¿Qué te ha reportado

personalmente esta experiencia de

voluntariado?

Me ha enriquecido mucho como

persona, aprendí y afronté situaciones

las cuales no te encuentras en tu rutina

diaria en España: tuve que solventar

varios problemas con mi visado múltiple

indio, pues enlacé mi viaje a India con mi

estancia en Nepal y eso requería pasar

por una lenta burocracia, el clima de

montaña con lluvias frecuentes a las que

acabé acostumbrándome e incluso viví un

terremoto, por suerte sin daños ni

materiales ni personales.

Personalmente me encanta la

infancia y las niñas de la casa de acogida

son muy dulces, afectuosas, puras y

auténticas. Me dieron mucho amor y yo

se lo di a su vez a ellas. Los primeros

días, después del cambio de aviones, me

sentía bastante cansada y con el

estómago un poco revuelto y tanto las

niñas como la cocinera se volcaron en

atenciones.

Siempre he dicho que amando a

los demás conectas con tu propio amor y

es algo que sentí con estas niñas.

Vivimos momentos increíbles los cuales

jamás olvidaré. Les mostré un poco mi

mundo y ellas me mostraron el suyo. Fue

un intercambio que representó una

retroalimentación.

También me permitió acercarme

más a temas filosóficos como el Budismo

y el Hinduismo, que como estudiante de

filosofía, me apasionan. Entender cómo

piensan, creen y viven. Las pequeñas

conviven en armonía respetando sus

respectivas religiones ya que algunas

profesan la fe budista y otras la

hinduista.

Conocí sus sueños, pensamientos,

las cicatrices y dolores del pasado, lo

que les gustaba y lo que no, su perfil

psicológico marcado por las deficiencias

afectivas anteriores… Y sobre todo, el

optimismo que ahora manifiestan

mirando al futuro.

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4.- ¿Lo recomendarías a otras

personas interesadas?

Sí que lo recomiendo. Pienso que

hacer un voluntariado es una experiencia

que todo el mundo tendría que vivir. Y

este proyecto de la casa de acogida es

ideal para aquellas personas que les

gusten los niños y además deseen

acercarse o conocer acerca la cultura de

Nepal, el Budismo y el Hinduismo.

La casa de acogida se encuentra

cerca del barrio tibetano de Katmandú,

en Boudhanath, donde se encuentra una

enorme estupa preciosa y se puede estar

en contacto con tibetanos exiliados.

También ofrece la posibilidad de hacer

cursos de meditación, Reiki y otros;

cómo disfrutar de masajes y medicina

ayurvédica.