acompanyamiento_espiritual

6
ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL tallers i xarrades

description

acompa

Transcript of acompanyamiento_espiritual

Page 1: acompanyamiento_espiritual

ACOMPAÑAMIENTOESPIRITUAL

tallers ixarrades

Page 2: acompanyamiento_espiritual

ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL"Una cosa sigue siendo cierta: que el ser humano

puede experimentar personalmente a Dios. Y vuestra pastoral debería, siempre y en cualquier circunstancia, tener presente esta meta inexorable" .

LA FUENTE DE NUESTRA CONFIANZACon cierta frecuencia nos encontramos ante estudios sociológicos acerca de los jóvenes, que ponen eldedo en la llaga. Parece que no vienen sino a confirmar algo que a diario constatamos los que tenemosel privilegio de acompañarles en su crecimiento de fe. Con o sin estadísticas nuestra confianza se alimen-ta de una fuente que no sabe de baremos: Dios sale al encuentro de cada hombre en el camino de suvida.

Una certeza que deberíamos proteger a diario frente a tantas razones que parecen imponerse negan-do su evidencia. Una certeza que no se fundamenta en nosotros sino en la iniciativa de Dios que se quie-re comunicar, que sale al encuentro de cada uno en las circunstancias de su vida. Cuándo sucederá yde qué manera, no es algo que dependa de nosotros: en algunos va sucediendo poco a poco; en otros,sucede de golpe; en algunos se presenta con una evidencia de la que no cabe dudar; en otros, vienemezclada con otras muchas cosas que confunden; en algunos genera paz; en otros, inquietud... Seacomo sea cuando sucede y la manera en que se produce, esta certeza es el principio que fundamen-ta todo ministerio pastoral, también el juvenil. Una certeza que se apoya en la Palabra que se nos hadado: "Mira que estoy a la puerta llamando: si uno me oye y me abre, entraré en su casa y cenaremosjuntos" (Apoc 3,20).

El ministerio pastoral que deseamos ofrecer a los jóvenes se nutre de esta certeza, y de la posibilidad deque quien lo desee puede percibir que a la puerta de su vida alguien está llamando.

LA INICIATIVA DE DIOSConocemos el relato: Pablo va camino de Damasco para apresar a los discípulos que se habían disper-sado y ocultado tras la matanza del diácono Esteban. En el camino ve algo, mejor dicho, ve a Alguienque se dirige a él, Alguien que le sale al paso. Y aquello le tumbó. Fue inesperado. Le cegó. No veía loque podía significar. Necesitó de Ananías y de la comunidad de Damasco para ir comprendiendo yviendo con claridad lo que le había sucedido en el camino. Era el punto de partida para la carrera queahora iba a emprender, olvidando lo que dejaba atrás con tal de alcanzar a Aquel por quien había sidoalcanzado (Flp 3,12-13)

Y esta experiencia de Pablo de haber sido alcanzado es la que está detrás de lo que llamamos expe-riencia de Dios. La Escritura empleará distintas imágenes: ser seducido, ser conducido, ser sostenido, serprotegido, ser agarrado. De diversas maneras se pretende evocar algo que pasa en la persona, alguienque pasa: como huracán que arranca de cuajo de la tierra a la que se estaba agarrado; como terre-moto que remueve seguridades en las que se estaba anclado; como fuego que arrasa certezas en lasque se estaba aferrado. Es cierto que es huracán, terremoto y fuego, pero habitualmente se presentacomo brisa suave, imperceptible pero constante, brisa que alivia, que reconforta sin violentar. Los que lahan experimentado dicen haberse sentido sobrecogidos: "al sentirla, Elías se cubrió el rostro con elmanto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva" (1 Reyes 19,13).

Dicen los que la han experimentado que como Abrahán intuyeron una promesa que los sacaba de losuyo. Dicen que los adentró, como Moisés, en el desierto, que ante su santidad temblaron, como Isaías,de pies a cabeza, pero, como le sucedió a Jeremías su atracción les sedujo. Dicen como Samuel haberescuchado en el silencio de la noche una Palabra que no lograban distinguir: unos como Sara rieronincrédulos ante esa Palabra; otros como Israel murmuraron de ella; hubo quienes al intuir su alcance sedesearon, como Elías, la muerte, mientras que otros huyeron como Jonás. Todos ellos, dicen que vanaprendiendo, como María, a acoger esa brisa y van dejando que el Espíritu geste lo inaudito: no sabencuando será plenitud, sólo saben que no dependerá de ellos. Dicen que esa brisa les trae el recuerdode lo de Jesús, y sienten -no te lo sabrían explicar- que su vida está llamada a ser como la de Él: granode trigo que muere, cae en la tierra, es sepultada y germina dando fruto. No saben cuándo será, sólosaben que no dependerá de ellos.

Pues bien, esta experiencia sigue sucediendo. Y sucede entre los jóvenes. Las estadísticas nos dicen quelos estamos perdiendo, que no es significativo lo que les decimos, que no les resulta atractivo lo que vivi-

Page 3: acompanyamiento_espiritual

mos. No negaré evidencias que nos encontramos a diario, pero tampoco negaré que sabemos de jóve-nes que buscan y de otros que encuentran, de jóvenes que llaman y de otros a los que se les abre, dejóvenes que piden y de otros a los que se les da (Mt 7,7). Desde aquel primer anuncio de unas mujeresante la tumba vacía del Nazareno, su presencia resucitada recorre los tiempos y nos alcanza a nosotros,alcanza a los jóvenes de hoy.

LA EXPERIENCIA DE SAN PABLOEl relato de lo sucedido en el camino de Damasco nos ofrece pistas para iniciar nuestra reflexión en tornoa un ministerio pastoral juvenil que quiera estar al servicio de la experiencia de Dios y, por tanto, quieratener en cuenta el acompañamiento espiritual.

Una lectura atenta de la narración nos permite diferenciar los dos momentos que comporta toda expe-riencia: por un lado, lo que es dado a vivir (lo sucedido en el camino); por otro, la interpretación de lovivido a partir de un marco interpretativo previo que se verá modificado por lo vivido (lo sucedido conAnanías).

Hay experiencias que nos encajan porque contamos con unas referencias previas que nos permitenexplicarlas, de modo que no comportan novedad alguna dentro del horizonte vital de la persona.Nuestras relaciones interpersonales nos van dando un conocimiento del otro que nos permite situar loque va sucediendo, hasta el punto de poder explicar por qué se ha producido determinada situación.Sin embargo, de pronto sucede algo que no te explicas, surge lo inesperado y con ello la reacción desorpresa y admiración. Y es que hay experiencias que nos desencajan porque no entran dentro del hori-zonte de referencias que nos permitan comprenderlas. Sin duda, lo que le sucede a Pablo en el caminoa Damasco forma parte de este segundo tipo de experiencias: se encuentra ante algo que no es com-parable con nada que le hubiera sucedido con anterioridad, y por ello lo percibe como novedad; seencuentra ante algo que supera los límites de su marco interpretativo, por ello, se reconoce desborda-do.

Este tipo de experiencias comportan una conmoción del sujeto en su dimensión emotiva ante la intensi-dad de lo vivido. Ese impacto afecta igualmente su dimensión cognitiva ya que se produce una claradificultad para comprender lo sucedido. El relato lucano lo expresa magistralmente: "Saulo se levantó delsuelo, y, aunque tenía sus ojos bien abiertos, no veía nada" (Hch 9,8). Toda la persona queda involucra-da y la afecta de distintas maneras iniciando un proceso de transformación. Y aquí aparece la figura deAnanías, como acompañante de este itinerario que acoge lo sucedido y ayuda a asimilarlo.

ANANÍAS, EL "ACOMPAÑANTE ESPIRITUAL"El relato lucano nos presenta, en primer lugar, a Ananías acogiendo lo sucedido. Para ello establece unparalelo entre la visión de Pablo y la suya propia presentando algunas diferencias: mientras Pablo pre-gunta quién es aquel que se le revela -"¿quién eres Señor?"-, Ananías lo identifica perfectamente. En suvisión entabla un diálogo con Aquél que se le dirige reconociendo en él al Señor Jesús, de esta manerapuede ayudar a Pablo, desencajado ante lo que no le cuadra. "Ha sido el Señor Jesús el que te salió alencuentro", le dirá. La certeza que invade a Ananías radica justamente ante la posibilidad de hacer algoque él jamás hubiera imaginado: "Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apare-ció en el camino por dónde venías, para que recobres la vista y te llenes del Espíritu Santo" (Hch 9,17). Yes que la certeza que invade a Ananías tiene connotaciones vocacionales "me ha enviado a ti el SeñorJesús"- de manera que su tarea es ministerio al servicio del hermano -"para que recobres la vista y te lle-nes del Espíritu Santo".

Tan increíble es lo que le ha pasado a Pablo en el camino a Damasco como lo que entiende Ananíasque se le pide en la visión que ha tenido: en ambos se produce un desconcierto inicial. La experienciade Dios comporta el reconocimiento de algo que sucediendo en la propia persona, ésta no puede sinoafirmar que no lo ha provocado ella, no ha sido resultado de la propia iniciativa . ¿Cómo es posible quesiendo un blasfemo, un perseguidor y un insolente (1 Tim 1,13) haya pasado algo así? ¿Cómo es posibleque el Señor envíe para algo tan absurdo como ayudar a aquel que amenaza a su Iglesia? La respues-ta a estas preguntas es el horizonte y la razón de ser de lo que han vivido los dos: "Éste es un instrumentoelegido para llevar mi nombre ante los israelitas, los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto ten-drá que padecer por mi nombre" (Hch 9,15-16). Uno no lo ve y el otro debe ayudar a verlo.

Page 4: acompanyamiento_espiritual

La narración nos presenta, en segundo lugar, el ministerio vocacional de Ananías como el de "devolverla vista". El relato lucano está trabado a partir de imágenes referidas al sentido de la vista: visión, cegue-ra, recobrar la vista. Ésta es empleada en un sentido metafórico para describir la situación existencial deceguera, expresión de la dureza de corazón. La antropología bíblica vincula el sentido de la vista con elcorazón y ambos con el conocimiento y el entendimiento : "No saben ni entienden, sus ojos están pega-dos y no ven; su corazón no comprende" (Is 44,18). Así, podemos decir que cuando el hombre ve con elcorazón llega a conocer el Misterio que se le desvela: "Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo ilumine losojos de vuestro corazón, para que conozcáis cuál es la esperanza a la que habéis sido llamados" (Ef 1,18).Sólo cuando Dios ilumina los ojos del corazón el hombre llega a conocer y comprender. Por tanto, laexperiencia de Dios comporta siempre la revelación de un horizonte completamente nuevo que la per-sona no se da a sí mismo, sino que lo va acogiendo como propio.

La experiencia de Dios es lo inaudito que no cabía esperar pero que sucede. Así lo reconoce Ananíascuando afirma que aquel que salió al encuentro de Pablo -"en el camino por dónde venías"- es el SeñorJesús y lo ha hecho sin obviar todo aquello que le configuraba como lo que era: "circuncidado al octa-vo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo;en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable" (Flp.3,5-6). Estosparámetros conforman el horizonte de lo que cabe esperar de Pablo pero paradójicamente ahí acon-tece lo imprevisible e inesperado: lo sucedido en el camino de Damasco ha alcanzado de lleno estehorizonte, trastocando los referentes que le orientaban, alterando sus códigos de comprensión de la rea-lidad de modo que queda desorientado. Por eso Pablo necesita tiempo para elaborar lo que le ha suce-dido y que está gestando en él una profunda transformación.

CUANDO, DE PRONTO, SUCEDE LO INESPERADOHombres y mujeres de todos los tiempos han dejado constancia de que en el horizonte de sus existenciasaconteció una experiencia que, sucediendo en ellos, no la podían confundir con algo que ellos hubie-ran provocado. Una experiencia que les remitía a algo más allá, mejor dicho a alguien más allá de ellosmismos. Una experiencia ante la que sólo podían consentir porque se les presentaba con una evidenciaque se les imponía. Fue la experiencia de García Morente:

"En el relojito de la pared sonaron las doce la noche. La noche estaba serena y muy clara. En mi almareinaba una paz extraordinaria. Aquí hay un hueco en mis recuerdos. Debí quedarme dormido. Mimemoria recoge el hilo de los sucesos en el momento en que me despertaba bajo la impresión de unsobresalto inexplicable. No puedo decir exactamente lo que sentía: miedo, angustia, aprensión, turba-ción, presentimiento de algo inmenso, formidable, que iba a suceder ya mismo, en ese mismo momen-to, sin tardar. Me puse de pie todo tembloroso y abrí de par en par la ventana. Una bocanada de airefresco me azotó el rostro. Volví la cara hacia el interior de la habitación y me quedé petrificado. Allí esta-ba Él, yo no lo veía, no lo oía, yo no lo tocaba, pero Él estaba ahí. En la habitación no había más luz quela de una lámpara eléctrica de esas diminutas, de una o dos bujías, en un rincón. Yo no veía nada, nooía nada, no tocaba nada, no tenía la menor sensación, pero Él estaba ahí. Yo permanecía inmóvil, aga-rrotado por la emoción. Y le percibía. Percibía su presencia con la misma claridad con que percibo elpapel en que estoy escribiendo y las letras, negro sobre blanco, que estoy trazando, pero no tenía nin-guna sensación ni en la vista ni en el oído, ni en el tacto, ni en el olfato, ni en el gusto. Sin embargo, lepercibía allí presente con entera claridad y no podía caberme la menor duda de que era Él. No sé cuan-to tiempo permanecí inmóvil y como hipnotizado ante su presencia. Si sé que no me atrevía a movermey que hubiera deseado que todo aquello, Él allí, durara eternamente, porque su presencia me inunda-ba. ¿Cuándo terminó la estancia de Él allí? No lo sé. Terminó. En un instante desapareció. Una milésimade segundo antes estaba Él allí y yo le percibía. Una milésima de segundo después, ya no estaba. Ya nohabía nadie en la habitación" .

Las personas tenemos experiencias que constituyen momentos en los que el estado habitual de la con-ciencia se ve desbordado por la irrupción de algo mayor que uno mismo. Experiencias en las que el hom-bre percibe el fondo de su propia existencia, un más allá de sí mismo, un fundamento anterior a él. Depronto se encuentra ante ello y se le presenta con una evidencia que le impone: estoy habitado por unaPresencia que me inunda. De pronto, la persona queda expuesta al Misterio, siendo sujeto pasivo en suirrupción, entonces las barreras de autocontrol que impone el ego quedan diluidas. Son ocasiones en lasque se produce un auténtico despertar, un caer en la cuenta, un reconocimiento de algo que siemprehabía estado ahí pero que no se había percibido.

Thomas Merton analizó el influjo de nuestra cultura para generar sujetos inhabilitados para esta experien-

Page 5: acompanyamiento_espiritual

cia. Para ello acudió a la noción de la diversión, es decir, la acción de "di-vertir", en su acepción de"apartar" y "desviar". Esta es la acción que Merton atribuye a la colectividad: aparta y desvía al hombrede su yo interior, ya que configura y conforma a uno su voluntad de felicidad, ofreciéndoles imágenesirresistibles de sí mismo, tal como le gustaría ser. De esta manera, el hombre vive fuera de sí, separado desu fundamento, volcado sobre sus posesiones, disperso en sus quehaceres, en una situación de ilusión einautenticidad. Merton, en su claridad para exponer las cuestiones más enrevesadas del corazón delhombre, alude a lo que considera el drama del hombre contemporáneo: su miedo a encontrarse caraa cara con su propia verdad. La diversión será, como ya indicamos, el modo de apartarse y desviarsede ese vacío y oscuridad aparentes del yo interior: "toda la tragedia de la diversión es precisamente queésta constituye una huida de cuanto es más auténtico, inmediato y genuino de nosotros. Se requiere portanto mucho valor y energía espiritual para rechazar la diversión y disponerse a enfrentarse, cara a cara,con esa experiencia inmediata que le resulta intolerable al hombre exterior" .

Contrariamente el hombre puede llegar a reconocer de distintas maneras la futilidad de una vida distra-ída: a veces es meramente la expresión del agotamiento, un sentido de fracaso, una conciencia delerror, un deseo de esperanza velada de tener otra oportunidad, de nacer de nuevo. Así se deseacomenzar una nueva vida cuando el peso de la vieja se ha convertido en una insoportable acumula-ción de fatiga, faltas, traiciones o decepciones; se busca emprender un camino nuevo porque todos lossenderos familiares han llegado a un callejón sin salida. En estas experiencias que ponen a la personaante el Misterio podemos identificar una fe primordial: la creencia. Gracias a lo experimentado se gene-ran en la persona la creencia en un fundamento que lo sustenta todo.

¿ESTAMOS PROPONIENDO LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL?En teoría todos estaríamos de acuerdo al afirmar que el horizonte del ministerio pastoral juvenil es favo-recer el encuentro con Jesucristo: "hacer posible, para aquellos jóvenes que libremente lo deseen, elencuentro con Jesús de Nazaret, para que puedan acceder a la relación de fe con el Padre y para queel Espíritu configure sus vidas de modo que, insertos en la comunidad cristiana, lleguen a ser difusores delamor de Dios que se dirige hacia todos los seres humanos y en particular a los más pobres"

En 1962 se celebró la Semana Internacional de Catequesis misionera en Bangkok. Allí se anticipó el queserá reconocido como el gran principio del Concilio para la evangelización: "el principio antropológicobásico de la pre-evangelización es antropocéntrico: debemos partir del hombre tal como es y tomar alhombre allí donde está y tal como es" . En este modelo subyace la convicción de que en el hombre estáimplantada, aunque no siempre surja de forma explícita, la cuestión del sentido último de la vida. El hom-bre es esencialmente un ser que busca, que interroga y porque su interrogar es ilimitado, tiene que des-embocar, más tarde o más temprano, en las cuestiones últimas. Este modelo se detiene en el análisis dela pregunta humana y en su búsqueda de sentido, para llegar en un momento determinado, a veces deforma poco mediata, a la respuesta cristiana. Se daría, por tanto, una correspondencia entre las pregun-tas del hombre y las respuestas que ofrece la fe cristiana.

Este giro antropológico hace que al proponer la fe se comience por sus bases antropológicas en vez decomenzar por referirse a Dios. Aunque este enfoque antropocéntrico supone un avance respecto a unenfoque teocéntrico, no se ha visto desprovisto de críticas por los riesgos que conlleva, tales como el psi-cologismo y el uso abusivo del método inductivo en la catequesis.

Junto a esta constatación, hay que afirmar que el contexto cultural contemporáneo pone en evidenciaque no puede presentarse la respuesta de la fe cuando ha llegado a fallar la exigencia de la pregunta,que es el precedente necesario de esa respuesta. Pues bien, el paradigma antropológico ha sido el quenutría los presupuestos de la pastoral que hemos venido desarrollando. Una somera descripción de estapastoral nos permitirá identificar cuáles han sido sus presupuestos, de modo que podamos revisarlos: "[hasido una pastoral que] "intenta llevar a la fe desde la experiencia humana profundizada, centrándose,de hecho, más en el sujeto a evangelizar que en el Dios salvador; más en la voluntad y en la opción per-sonal que en la gracia" .

¿No hemos concebido el seguimiento de Jesús como compromiso por el cambio del mundo de modoque optar por Jesús era no tanto vincularse personalmente con Él, cuanto hacer por los demás? Lacomunidad que nace de estos presupuestos ¿no es, con frecuencia, una comunidad cálida y protecto-ra ante el medio hostil o indiferente a la fe y sus valores, que intenta ser profética y comprometida? Lapráctica habitual de las "convivencias" que ha primado el encuentro gratificante, la comunicación y laliberación personal ¿ha ayudado a que la experiencia de Dios sea fundante?

Page 6: acompanyamiento_espiritual

Este modelo está atravesado por una lógica: la profundización en la experiencia humana, da comoresultado el surgimiento de la experiencia de Dios. Sin embargo, en la práctica pastoral reconocemosque esta lógica no se sigue y es que la suma de los esfuerzos del hombre nunca da como resultado larevelación del Misterio que habita la vida y el propio ser. Como ya referimos al inicio del presente artícu-lo: todo empieza con un encuentro en el que somos alcanzados por el Misterio revelado en Jesús.

PROPONER ITINERARIOS DE LA EXPERIENCIA ESPIRITUALLa categoría iniciación constituye una de las claves de comprensión del fenómeno religioso ya que sedespliega en un itinerario que va afectando a lo más profundo y global de la persona, provocando sutransformación. Lo mistagógico nos ofrece claves desde las que concebir un ministerio pastoral juvenilfacilitador de la experiencia de Dios: conducir a ella por medio de itinerarios que la posibiliten. Esta sabi-duría mistagógica ya la encontramos en los relatos evangélicos al presentar itinerarios que adentranpaulatinamente en el misterio revelado que es Jesús mismo.

La peculiaridad es que estos itinerarios son alternativos frente a nuestra búsqueda de reconocimiento enel aplauso de la gente, frente a nuestros encastillamientos narcisistas, frente a nuestras autocomplacen-cias emocionales. Lo hemos venido describiendo cuando identificábamos los caminos por dónde veni-mos. Son itinerarios alternativos pero también paradójicos: los caminos que afirmamos ser ganancia, elEvangelio los reconoce como pérdida, y los que son pérdida en verdad son ganancia. En definitiva, loscaminos que nos llevan a guardar la vida hacen en realidad que la perdamos y aquellos caminos queterminan por hacerla perder, se nos revelan como los caminos para recuperarla al ciento por uno.Locura y necedad, cierto, pero también el lugar donde se nos revela en plenitud el Dios de la vida.

La experiencia de Dios sólo es viable desde itinerarios alternativos y paradójicos y éstos tienen en losEvangelios dos vías regias: la del desplazamiento y la del abajamiento, auténticos itinerarios mistagógi-cos. Los mismos Evangelios afirman la inviabilidad de otros itinerarios: los de aquellos que, como el sacer-dote o el levita, pasan de largo ante los están en la cuneta; los de aquellos que, como Simón el fariseo,desprecian en su corazón; los de aquellos que, como el hijo mayor, se creen con derechos adquiridos...un ministerio pastoral que desee hacer viable la experiencia de Dios a los jóvenes debería tener creati-vidad suficiente para proponerles itinerarios evangélicos alternativos y paradójicos, así como ayudarlesa discernir aquellos otros que los hacen inviables. Itinerarios que sacan de autocentramientos estériles,éstos adquieren su máxima expresión en la compulsiva tendencia al bienestar y la felicidad tal y comose nos presentan en nuestra cultura: a costa de lo que sea y, lo peor, de quien sea. El Evangelio no sólocuestiona a los que transitan estos itinerarios, ya han recibido su paga, sino que proponen a aquellos queeligen lo alternativo: los que perdonan más allá de lo razonable; los que dan a quienes no les podrándevolver; los que acogen a quienes no tienen nada ver con uno; los que confían frente a toda eviden-cia... éstos verán a Dios.

La experiencia de Dios sólo es viable desde modos de vida que van siendo configurados a la medidadel amor que se ha derramado en nuestros corazones (Rom 5,5). No es la experiencia de algo extraordi-nario que sucede en momentos esporádicos. Es la experiencia que va siendo verificada por la propiapersona desde el momento en que comienza a vivir según el Evangelio: es experiencia de Dios la alegríaque surge más del dar que del recibir; lo es la plenitud que surge cuando se vive la pobreza; la paz cuan-do se elige la no violencia; la claridad cuando se escoge ser limpio de corazón; la pérdida que es ganan-cia cuando se entrega la propia vida, en las circunstancias diarias, sin calcular. Si queremos propiciar laexperiencia de Dios en los jóvenes debemos proponerles vivir según el Evangelio y descubrirán, comoPablo, que era el Señor quien les había alcanzado en el camino por dónde venían.