Activiades 3 parcial_literaturaresuelto

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Luis Gerardo Velásquez García 1 (Producto de aprendizaje 1) EJERCICIO DE LECTURA Y CRÍTICA LITERARIA a) Lee cuidadosamente los textos siguientes. b) En un cuadro de aspectos comunes, señala las diferencias y semejanzas entre la leyenda y el mito, incluyendo aspectos como los personajes, el lenguaje, la extensión, los elementos reales y fantásticos, la intención comunicativa y la estructura de la historia. c) Redacta una crítica personal sobre los motivos que pudieron dar origen a ambos textos, dando respuesta a las siguientes preguntas guía: ¿A qué cultura pertenecen los fragmentos citados?, ¿reflejan la mentalidad de una época? ¿A qué aspecto de la realidad se refieren los textos (la naturaleza, la religión, la sociedad, el individuo)? ¿Crees que la narración tenga un sustento de verdad? En el caso de la leyenda, ¿qué tipo de comportamiento tienen los personajes y qué crees que el narrador quiera decirnos al exponer sus acciones? En el caso del mito, ¿cuál es el aspecto de la realidad al que pretende dar una explicación?, ¿crees que dicha explicación sea satisfactoria? ¿Es posible que los relatos satisfagan alguna necesidad intelectual o emocional en las sociedades que los generaron? ¿Cuál es la utilidad que puede tener para nosotros conocer estos textos? ¿Cuál es tu opinión sobre el contenido de ambos relatos? EL SEÑOR DEL VENENO (Augusto Sesto) … Llegamos aquí a la más interesante y pavorosa leyenda mística de aquellas épocas y viejas rúas metropolitanas. Todos recordamos haber visto al pasar por la iglesia de Porta-Coeli, cerca de la puerta, al lado izquierdo, la impresionante escultura de un Cristo negro, rodeado de flores y milagros. Era el Señor del Veneno. Gozaba de gran devoción, por esta su leyenda secular: Un señor obispo que vivía retirado en el convento de Porta-Coeli, tenía un formidable enemigo. Sabedor éste de que el obispo gustaba de besar los pies al crucifijo en sus actos de devoción, puso subrepticiamente un activo veneno en los pies del Cristo. Pero al llegar el prelado a besar las plantas del crucifijo, el Cristo empezó a contraer las piernas y poco a poco se fue volviendo negro, como si hubiera absorbido la droga letal. Esta imagen fue retirada de aquel sitio hace pocos años, y puede verse hoy en la Catedral, a donde fue colocado por el encargado del museo religioso, después de haber rodado mucho tiempo con el peligro de perderse. […] las calles de México, enlazadas unas con otras, dan un balance de leyendas a cual más interesantes, que la crónica debe recoger con amoroso respeto, como ilustraciones de la vida de los siglos y de la cristiandad mexicana. 1 HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA (Fray Bernardino de Sahagún, fragmento) Libro tercero: del principio que tuvieron los dioses. Capítulo I: 1.Del nacimiento de Huitzilopochtli. 1 SESTO, Augusto, Historia y leyendas de las calles de México. Con los datos aportados por los historiadores de todos los tiempos y algunas informaciones inéditas e interersantes. México, El Libro Español, s/a, t. I, pp. 17-18.

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Luis Gerardo Velásquez García 1

(Producto de aprendizaje 1) EJERCICIO DE LECTURA Y CRÍTICA LITERARIA

a) Lee cuidadosamente los textos siguientes. b) En un cuadro de aspectos comunes, señala las diferencias y semejanzas entre la leyenda y el mito,

incluyendo aspectos como los personajes, el lenguaje, la extensión, los elementos reales y fantásticos, la intención comunicativa y la estructura de la historia.

c) Redacta una crítica personal sobre los motivos que pudieron dar origen a ambos textos, dando respuesta a las siguientes preguntas guía: ¿A qué cultura pertenecen los fragmentos citados?, ¿reflejan la mentalidad de una época? ¿A qué aspecto de la realidad se refieren los textos (la naturaleza, la religión, la sociedad, el

individuo)?

¿Crees que la narración tenga un sustento de verdad? En el caso de la leyenda, ¿qué tipo de comportamiento tienen los personajes y qué crees que

el narrador quiera decirnos al exponer sus acciones? En el caso del mito, ¿cuál es el aspecto de la realidad al que pretende dar una explicación?,

¿crees que dicha explicación sea satisfactoria?

¿Es posib le que los relatos satisfagan alguna necesidad intelectual o emocional en las sociedades que los generaron?

¿Cuál es la utilidad que puede tener para nosotros conocer estos textos? ¿Cuál es tu opinión sobre el contenido de ambos relatos?

EL SEÑOR DEL VENENO

(Augusto Sesto)

… Llegamos aquí a la más interesante y pavorosa leyenda mística de aquellas épocas y viejas rúas metropolitanas.

Todos recordamos haber visto al pasar por la iglesia de Porta-Coeli, cerca de la puerta, al lado izquierdo, la impresionante escultura de un Cristo negro, rodeado de flores y milagros.

Era el Señor del Veneno. Gozaba de gran devoción, por esta su leyenda secular: Un señor obispo que vivía retirado en el convento de Porta-Coeli, tenía un formidable

enemigo. Sabedor éste de que el obispo gustaba de besar los pies al crucifijo en sus actos de devoción, puso subrepticiamente un activo veneno en los pies del Cristo. Pero al llegar el prelado a besar las plantas del crucifijo, el Cristo empezó a contraer las piernas y poco a poco se fue volviendo negro, como si hubiera absorbido la droga letal.

Esta imagen fue retirada de aquel sitio hace pocos años, y puede verse hoy en la Catedral, a donde fue colocado por el encargado del museo religioso, después de haber rodado mucho tiempo con el peligro de perderse.

[…] las calles de México, enlazadas unas con otras, dan un balance de leyendas a cual más interesantes, que la crónica debe recoger con amoroso respeto, como ilustraciones de la vida de los siglos y de la cristiandad mexicana.1

HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA

(Fray Bernardino de Sahagún, fragmento)

Libro tercero: del principio que tuvieron los dioses. Capítulo I: 1.—Del nacimiento de Huitzilopochtli.

1 SESTO, Augusto, Historia y leyendas de las calles de México. Con los datos aportados por los historiadores de todos los tiempos y algunas

informaciones inéditas e interersantes. México, El Libro Español, s/a, t. I, pp. 17-18.

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1.— Según lo que dijeron y supieron los naturales viejos, del nacimiento y principio del diablo que se decía huitizilopochtli, al cual daban mucha honra y acatamiento los mexicanos, es:

2.— que hay una sierra que se llama Coatépec junto al pueblo de Tulla, y allí vivía una mujer que se llamaba Coatlicue, que fue madre de unos indios que se decían Centzonhuitznahua, los cuales tenían una hermana que se llamaba Coyolxauhqui; y la dicha Coatlicue hacía penitencia barriendo cada día en la sierra de Coatépec, y un día acontecióle que andando barriendo descendióle una pelotilla de pluma, como ovillo de hilado, y tomóla y púsola en el seno junto a la barriga, debajo de las naguas y después de haber barrido (la) quiso tomar y no la halló de que dicen se empreñó; y como vieron los dichos indios Centzonhuitznahua a la madre que ya era preñada se enojaron bravamente diciendo: ¿Quién la empreñó que nos infamó y avergonzó?

3.— Y la hermana que se llamaba Coyolxauhqui decíales: hermanos, matemos a nuestra madre porque nos infamó, habiéndose a hurto empreñado.

4.— Y después de haber sabido la dicha Coatlicue (el negocio) pesóle mucho y atemorizase, y su criatura hablábala y consolábala, diciendo: no tengas miedo, porque yo sé lo que tengo de hacer.

5.— Y después de haber oído estas palabras la dicha Coatlicue aquietósele su corazón, y quitósele la pesadumbre que tenía; y como los dichos indios Centzonhuitznahua habían hecho y acabado el consejo de matar a la madre, por aquella infamia y deshonra que les había hecho, estaban enojados mucho, juntamente con la hermana que se decía Coyolxauhqui, la cual les importunaba que matasen a su madre Coatlicue; y los dicho indios Centzonhuitznahua habían tomado las armas y se armaban para pelear, torciendo y atando sus cabellos, así como hombres valientes.

6.— Y uno de ellos que se llamaba Quauitlícac, el cual era como traidor, lo que decían los indios Centzonhuitznahua luego se lo iba a decir a Huitzilopochtli, que aún estaba en el vientre de su madre, dándole noticia de ello; y le respondía diciendo el Huitzilopochtli: ¡Oh, mi tío!, mira lo que hacen y escucha muy bien lo que dicen, porque yo sé lo que tengo de hacer.

7.— Y después de haber acabado el consejo de matar a la dicha Coatlicue, los dichos indios Centzonhuitznahua fueron a donde estaba su madre Coatlicue, y delante iba la hermana suya Coyolxauhqui y ellos iban armados con todas las armas y papeles y cascabeles, y dardos en su orden; y el dicho Quauitlícac subió a la sierra a decir a Huitzilopochtli, cómo ya venían los dichos indios Centzonhuitznahua contra él, a matarle; y díjole el Huizilopochtli respondiéndole: mirad bien a dónde llegan. Y díjole el dicho Quauitlícac que ya llegaban a un lugar que se dice Tzompantitlan; y más preguntó el dicho Huitzilopochtli al dicho Quauitlícac, diciéndole: ¿a dónde llegan los indios Centzonhuitznahua?, y le dijo el Quauitlícac que ya llegaban a otro lugar que se dice Coaxalpa; y más otra vez preguntó el dicho Huitzilopochtli al dicho Quauitlícac diciéndole, dónde llegaban y respondió diciéndole que ya llegaban a otro lugar que se dice Apétlac; y más le preguntó el dicho Huitzilopochtli al dicho Quauitlícac diciéndole a dónde llegaban, y le respondió diciéndole que ya llegaban al medio de la sierra; y más dijo el Huitzilopochtli preguntando al dicho Quauitlícac ¿a dónde llegan?, y le dijo que ya llegaban y estaban ya muy cerca, y delante de ellos venía la dicha Coyolxauhqui.

8.— Y en llegando los dicho indios Centzonhuitznahua nació luego el dicho Huitzilopochtli, trayendo consigo una rodela que se dice teueuelli, con un dardo y vara de color azul, y su rostro como pintado y en la cabeza traía un pelmazo de pluma pegado, y la pierna siniestra delgada y emplumada y los dos muslos pintados de color azul, y también los brazos.

9.— Y el dicho Huitzilopochtli dijo a uno que se llamaba Tochancalqui que encendiese una culebra hecha de teas que se llamaba xiuhcóatl, y así la encendió y con ella fue

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herida la dicha Coyolxauhqui, de que murió hecha pedazos, y la cabeza quedó en aquella sierra que se dice Coatépec y el cuerpo cayóse abajo hecho pedazos;

10.— y el dicho Huitzilopochtli levantóse y armóse y salió contra los dichos Centzonhuitznahua, persiguiéndoles y echándoles fuera de aquella sierra que se dice Coatépec, hasta abajo, peleando contra ellos y cercando cuatro veces la dicha sierra; y los dichos indios Centzonhuitznahua, no se pudieron defender, ni valer contra el dicho Huitzilopochtli, ni le hacer cosa alguna, y así fueron vencidos y muchos de ellos murieron; y los dichos indios Centzonhuitznahua rogaban y suplicaban al dicho Huitzilopochtli, diciéndole que no los persiguiese y que se retrayese de la pelea, y el dicho Huitzilopochtli no quiso ni les consintió, hasta que casi todos los mató, y muy pocos escaparon y salieron huyendo de sus manos, y fueron a un lugar que se dice Huitztlampa, y les quitó y tomó muchos despojos y las armas que traían que se llamaban anecúhiotl.

11.— Y el dicho Huitzilopochtli también se llamaba Tetzáuitl, por razón que decían que la dicha Coatlicue se empreñó de una pelotilla de pluma, y no se sabía quién fue su padre, y los dichos mexicanos lo han tenido en mucho acatamiento y le han servido en muchas cosas, y lo han tenido por dios de la guerra, porque decían que el dicho Huitzilopochtli les daba gran favor en la pelea; y el orden y costumbre que tenían los mexicanos era servir y honrar al dicho Huitzilopochtli tomaron el que se solía usar en aquella dicha sierra que se nombra Coatépec.2

PRODUCTO CUADRO DE ASPECTOS

Aspectos Leyenda Mito Personajes Seres humanos que se van trasformando

al adquirir caracteres extraordinarios

convirtiéndolos en héroe o antihéroes.

Seres divinos, héroes y hombres con poderes sobre naturales.

Personajes arquetípicos: Legendarios y mitológicos.

Lenguaje Lenguaje artístico y lenguaje popular. Lenguaje alegórico. El lenguaje hace uso de figuras retoricas para tener más estética y ser didáctico.

Extensión Corta. Largo.

Elementos Reales

Dependen del autor. Los sucesos a los cuales les dan explicación.

Elementos Fantásticos

La exageración, algunos personajes, los

sucesos.

Hechos absurdos, metáforas, figuras

retoricas.

Intensión comunicativa

Dar fundamento y explicación a un suceso, usos y costumbres.

Explicaciones sobrenaturales de hechos o fenómenos naturales, usos y costumbres.

Estructura de la historia

Por ser un género de tradición oral el

orden en que se relatan las secuencias dependen del narrador, quien la mayor parte de las veces comienza por el hecho que más lo impacta y que es el

que quiere comunicar. Cuando alguien registra la leyenda por escrito, su relato se ajusta a la estructura en la que

representa una situación inicial, posteriormente la ruptura del equilibrio (con el planteamiento y desarrollo del

Situación inicial (donde se presentan los

personajes de carácter divino), ruptura del equilibrio (enfrentamiento de los personajes, movidos por sus fuerzas, valores y contravalores humanos) y

resolución del conflicto.

2 SAHAGÚN, Bernardino de (fray), Historia general de las cosas de Nueva España. Con numeración, anotaciones y apéndices de Ángel María

Garibay K.; México, Porrúa, 1999 (“Sepan cuantos…”, 300), pp. 191-192.

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conflicto) y finalmente la resolución del conflicto.

CRITICA PERSONAL. La leyenda El Señor del Veneno perteneciente a la época Colonial, habla sobre un suceso religioso; el mito Del Nacimiento de Huitzilopochtli (Siglo XVI) narra cosas sobre el origen del Dios principal de la cultura Mexica; es esa época esta cultura poseían una cosmovisión diferente, se caracterizaban por ser aguerridas y

por lo consecuente necesitaban una deidad para eso, una base de motivación para seguir con sus costumbres. Esta leyenda muestra características y lo real en cuanto a su religión, enfocándose más a un santo, un ídolo, un milagro; el mito citado contiene aspectos de la realidad que asombran aún más que lo que es fantástico, comenta la religión por la historia de un Dios importante en una cultura, también comenta

la naturaleza, al relacionar los personajes con “La tierra”, “La luna” y “el Sol”. Estas narraciones para mi son algo asombroso, increíble la forma en que relacionaban todos los elementos, aunque son en parte muy fantásticas. En la leyenda citada los personajes viven una experiencia única y el narrador da a explicarlo

como un milagro, un acto de amor por el Cristo hacia su seguidor. Cada relato lo conservan como algo importante por su contenido, la historia, la situación en la que se dio, hizo que los oidores de estas historias pusieran su fe en sus dioses, si eran tiempos de guerra, su dios era un dios de guerra y fuerte, ellos se sintieron más bendecidos. El que yo conozca estos textos me ayuda a saber sobre las culturas de mi país, las

diferentes imágenes o Dioses que el hombre tiene, a mejorar mi entendimiento al buscar el significado que cada uno tiene. Mi opinión sobre la leyenda citada es que, es muy interesante el desarrollo que se le da ala historia, el Mito citado me parecio muy interesante, me encanto como los personajes tienen características

particulares, como enseña algunos puntos importantes y la influencia cultural que le da.

(Producto de aprendizaje 2) EJERCICIO LECTURA, ANÁLISIS Y REDACCIÓN

a) Lee con atención la siguiente leyenda. b) Con ayuda de un cuadro clasificador, determina los tipos de personajes que intervienen en la historia

y señala los valores y antivalores que guían sus acciones; especifica la época y el lugar en los que se desarrolla la historia y enumera sus elementos reales y fantásticos.

c) Marca con colores diversos las partes que componen la estructura de la historia (planteamiento, ruptura del equilibrio, desarrollo, clímax, desenlace).

d) Redacta una paráfrasis simplificada de la leyenda, desde la perspectiva de un narrador intradiegético relator.

LA CALLE DE LA QUEMADA (Hoy 8ª de Jesús María)

⌠En las biografías de los santos y santas cristianas se cita el caso de Santa Lucía que se arrancó los ojos

para evitar la impureza de que estaba amenazada por un pretendiente enamorado locamente de ella, y algo parecido, pero aún más terrible sucedió en la capital de la Nueva España por el año de 1550 en que llegó a estas tierras un rico español, don Gonzalo de Espinosa Guevara, acompañado de su hija Beatriz, de extraordinaria hermosura.

Había nacido tan bella dama, que contaba unos veinte años por aquel entonces, en la Vil la de Il lescas, en donde era considerada como la Providencia de los necesitados, a los que socorría constantemente, cosa que continuó practicando en México. Se cuenta que al hacer un viaje a Texcoco y hallarse en su camino a un gran número de infelices que la salían al paso demandando socorro, ella les dio todas las joyas que

llevaba puestas para que las vendieran y con el producto remediaran sus necesidades. ⌡Planteamiento

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⌠Muchos fueron los caballeros de alta posición que figuraron en la corte de admiradores que solicitaron

la mano de doña Beatriz, pero ella prefirió a un noble joven italiano, don Martín de Scúpoli, Marqués de Piamonte y Franteschelo, al que conoció en una reunión dada en el palacio por el Virrey don Luis de Velasco, Caballero de la Casa del Condestable de Castil la, y no hay para qué decir los diversos lances que tuvo con

otros rivales, pues adoraba ciegamente a su amada y por nadi e ni por nada en el mundo hubiera permitido

que se casara con otro hombre que no fuera él. ⌡Ruptura del Equilibrio ⌠La virtuosa doña Beatriz amaba a aquel caballero de una manera intensa, lo quería con una pureza

fuera de lo vulgar, soñando en todos estos ideales de perfección, poco humanos y corporales, y como don

Martín sentía el amor de manera distinta, fascinado por tanta hermosura, atormentaba a doña Beatriz la situación difícil en que se encontraba.

Era necesario que su amado dejara de quererla, era preciso que aquellos encantos físicos dejaran de esclavizar al enamorado italiano, y para ello tomó heroica resolución: despachó de la casa a toda su

servidumbre, un día en que sus padres estaban fuera de México, encerróse en una pieza en la cual había

un brasero con mucha lumbre, que era lo que necesitaba para realizar su atrevida hazaña. ⌡Desarrollo ⌠Púsose de hinojos ante la imagen de Santa Lucía para que la diese valor y no claudicara en aquellos

momentos su flaca naturaleza. El doloroso sacrificio de quemarse el rostro se consumó no sin que sus lamentos y gritos ante dolores agudísimos, hicieran que llegara fray Marcos de Jesús, mercedario que la

oyó en los momentos en que entraba en la casa, encontrándola recostada en un amplio sil lón, vestida de blanco, cubierta la cara con una obscura toca, y de los antiguos ojos de la doncella, que habían sido

verdaderamente seductores, sólo quedaba una expresión vaga, apareciendo como dormidos. ⌡Clímax

⌠El amado de aquella cristiana mujer lo supo todo por el fraile mencionado. Despavorido, como loco,

corrió a cerciorarse del acontecimiento, encontrándose con el cuadro que acabamos de describir. Sintió tocada su alma de idealismos celestes, abrazó a su novia, se sobrepuso a las miserias de la carne, y enamorado más que nunca de Beatriz, y admirando el sacrificio que había hecho, la hizo su esposa en nupcias verdaderamente divinas, consiguiendo en el mundo una felicidad que pocos obtienen, felicidad

que es como una preparación para la eterna, para la infinita, en regiones inmortales. ⌡Desenlace

Y el vulgo que conoció de este suceso, que por verídico se tiene, l lamó a la calle Calle de la Quemada.

Cuadro Clasificador:

“Calle de la Quemada”

Personajes Tipo de personaje Valores y antivalores Don Gonzalo de Espinosa Guevara

Secundario Bondad, solidaridad, amor, amistad, responsabilidad.

Doña Beatriz Principal Bondad, solidaridad, responsabilidad, amor, amistad, respeto, justicia, desamor.

Don Martín de Scúpoli Secundario Amor, desamor, injusticia,

egoísmo, responsabilidad.

Fray Marcos de Jesús Incidental Justo, verdad, responsabilidad.

5a. Calle de Jesús María (México) a mediados del Siglo XVI.

Elementos Reales “Muchos fueron los caballeros de alta posición que figuraron en la corte de admiradores que solicitaron la mano de doña Beatriz”, “Era considerada como la Providencia de los necesitados ”, “Ella les dio todas las joyas que llevaba puestas para que las vendieran y con el

producto remediaran sus necesidades”, “El doloroso sacrificio de quemarse el rostro se consumó no sin que sus lamentos y gritos ante dolores agudísimos”.

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Elementos Fantásticos “Santa Lucía que se arrancó los ojos para evitar la impureza”, “Púsose de hinojos ante la imagen de Santa Lucía para que la diese valor y no

claudicara en aquellos momentos su flaca naturaleza”, “Sintió tocada su alma de idealismos celestes”, “felicidad que es como una preparación para la eterna, para la i nfinita, en regiones inmortales”.

(Producto de aprendizaje 3) EJERCICIO DE LECTURA, ANÁLISIS Y COMENTARIO

a) Lee con atención el siguiente fragmento de la Teogonía, de Hesíodo. b) Diseña un mapa mental que considere los siguientes elementos: el tema central de la historia y sus

partes estructurales (planteamiento, ruptura del equilibrio, desarrollo, clímax y desenlace); el tipo de personajes que aparecen en ella y sus características particulares (clasificación, carácter, valores, etc.); los elementos que se pueden hallar en la naturaleza y que pudieran haber servido para construir a los seres que allí se describen.

TEOGONÍA

(fragmento, Hesíodo) […]

Y Calirroe dio a luz un ser monstruoso, invencible, en ningún modo semejante a los hombres mortales y a los Dioses inmortales. En un antro hueco, parió a la divina Equidna la de corazón firme, mitad ninfa de ojos negros y de hermosas mejillas, mitad serpiente monstruosa, horrible, inmensa, de colores varios, alimentada de carnes crudas en los antros de la tierra divina. Y su morada está en el fondo de una caverna, bajo una roca hueca, lejos de los Dioses inmortales y de los hombres mortales; porque los Dioses le dieron esas moradas ilustres. Y estaba encerrada en Arimo, debajo de la tierra, la abrumadora Equidna, la Ninfa inmortal, preservada de la vejez y de todo ataque. Y dicen que Tifón se unió de amor con ella, ese Viento impetuoso y violento, con esa hermosa Ninfa de ojos negros.

Y quedó ella encinta, y parió al monstruoso e inefable Cerbero, perro de Hades y comedor de carne cruda, el de la voz de bronce, el de las cincuenta cabezas, impúdico y vigoroso. Y después, parió a la diosa Hidra de Lerna, que fue criada por la divina Hera, la de los brazos blancos, para que la sirviese de auxiliar en su odio insaciable contra Hércules. Pero la mató con el bronce mortal el hijo de Zeus, el anfitriónida, ayudado por el bravo Yolao y siguiendo los consejos de la devastadora Atenea.

Y después, Equidna parió a Quimera la de aliento terrible, horrenda, enorme, cruel y robusta. Tenía tres cabezas: la primera de león feroz, la otra de cabra y la tercera de dragón vigoroso. León por enfrente, dragón por detrás, cabra por en medio, soplaba de un modo horrible, lanzando el ímpetu de una llama ardiente. La mataron Pegaso y el bravo Belerofonte.

Y después, Equidna parió a la Esfinge, ese azote de los hijos de Cadmo, tras de unirse a Orto; y luego, al León nemeo que crió Hera, la esposa venerable de Zeus, y que situó en la fértil Nemea, para ruina de los hombres. Y la fiera allá asolaba las tribus de los

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hombres, reinando en el Treto, en Nemea y en el Apesas. Pero la domeñó el poder de Hércules.3 […]

(Producto de aprendizaje 4)

EJERCICIO DE INVESTIGACIÓN, REFLEXIÓN Y COMENTARIO a) Investiga cuáles son los mitos que constituyen la cosmovisión de los habitantes de tu estado (creencias

religiosas, supersticiones, etc.), elige algunos de ellos y explica en cada caso cuál crees que pudo haber sido su origen (interpretación personal);

b) Reflexiona sobre su contenido, su estructura y su mensaje, y escribe un comentario sobre su importancia en la integración de la identidad local o nacional;

c) En el siguiente espacio, dibuja un mapa conceptual en el que incluyas los tipos de mitos que hayas recopilado en tu investigación.

3 HESIODO, Op. cit., pp. 21-22.

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La leyenda de la Santa Cruz de Huatulco: Leyendas, Huatulco, Oaxaca. Tal vez se origino de la búsqueda de un relato propio que identificara al lugar, o falta de una deidad local. La leyenda de la Isla del Gallo: Leyenda, Estado de Oaxaca. Tal vez para describir el origen de la isla. La leyenda de la Princesa Donají: Leyenda, Estado de Oaxaca. Se originó quizá para entretener a los pobladores o buscar algo interesante. La leyenda del Callejón del muerto: Leyenda, Estado de Oaxaca. Nació tal vez de la alucinación de algún alcohólico. La leyenda del origen del hombre Mixteco en Apoala. Para querer dar explicación al origen del hombre. Leyenda de Cerro Gordo: Leyenda, Estado de Oaxaca, Oaxaca. Todos estos mitos y leyendas, tienen una semejante importancia para caracterizar la localidad a la que pertenece, cada una le da una parte de su desarrollo ala población ala que pertenece, brindando una base para la cultura regional.

MITOS Y LEYENDAS COSMOGONICOS DE OAXACA

MITOS

MITO ANTROPOGONICO

Hombre Mixteco en Apoala

LEYENDAS

DE CALLES

La leyenda del Callejón del muerto

DE POBLACIONES

Leyenda de Cerro Gordo:

La leyenda de la Isla del Gallo

La leyenda de la Santa Cruz de

Huatulco

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(Producto de aprendizaje 5) EJERCICIO DE LECTURA, INVESTIGACIÓN Y REDACCIÓN

a) Lee con atención el cuento “Oro, caballo y hombre”, del autor mexicano Rafael F. Muñoz. b) En un cuadro clasificador, enumera las características generales del relato (temática, personajes,

estilo literario, niveles de contenido), e identifica aquellos elementos en los cuales crees que se refleje la realidad objetiva del autor.

c) Redacta un comentario personal sobre el contenido y el mensaje del texto.

ORO, CABALLO Y HOMBRE

(Rafael F. Muñoz) Como en Casas Grandes terminaba la línea férrea, los villistas que se dirigían rumbo a Sonora bajaron de los trenes, echando fuera de las jaulas la flaca caballada y después de ensillar emprendieron la caminata hacia el Cañón del Púlpito.

La llanura estaba oculta bajo la espesa costra de nieve endurecida que crujía a la presión de las herradas pezuñas de los animales; a veces, éstos resbalaban y caían sobre el húmedo colchón, blanco e interminable; los jinetes se levantaban sacudiéndose y si la bestia había quedado tirada en el fango helado, con las manos le cerraban la nariz y el hocico para que en un supremo esfuerzo por liberarse y respirar, el animal volviera a ponerse sobre sus cuatro patas.

¡Qué poco amiga del hombre es la tierra nevada, agradable solamente en las pinturas alegóricas de Nochebuena! No se ve el terreno que se pisa; los pedruscos del camino apenas hacen una levísima ondulación en la cáscara de confeti cristalizado a bajo cero. Los peatones dan traspiés y tocan el suelo con rodillas y manos; las armas se hunden en la nieve, se moja el costal con pinole que tenía que servir de alimento por toda la semana, entran esquirlas de hielo por todas las aberturas de la ropa. ¡Y hay que soltar algunas maldiciones para calentarse!

Luego, no se encuentra leña seca para hacer una lumbrada, ni piedra limpia para sentarse a descansar un rato; aun bajo los pinos, cedros y encinos de copas anchísimas, hay nieve, no queda sitio para tender una manta y calentarse. Aun cuando la tormenta haya cesado, el viento hace caer los copos detenidos en las ramas y bajo los árboles siempre está nevando. El deshielo es cruel, aun más que la tempestad: hace más frío y casi siempre más viento que levante la punta de las bufandas, el vuelo de los capotes, la vuelta de las pelerinas y se cuela a través de las ropas hasta el pellejo.

—¡No hay que rajarse, muchachos! ¡Síganle, que ya verán cómo pa’delante está pior…!

Y los deshilachados restos de la fastuosa División del Norte, los poquísimos que no se habían “rajado” después de los combates de Celaya, echaban “pa’delante, a buscar lo pior”, con movimiento de hombros que decía “¿Qué más da?” y una contracción de labios que era desdén para la vida y reto a la muerte.

Frente a Casas Grandes, a poco trotar, hay una laguna extensa, pero poco profunda, casi una charca donde el viento no hace oleajes, rizando apenas la superficie pantanosa, que semeja un cristal ahumado, porque bajo un metro de agua el barro negro y arrugado da idea de la piel de una gran bestia que estuviera dormitando dentro de la laguna. En algunas partes, el bajo cero había puesto a la ciénaga un cascarón de hielo.

El grueso de la columna se desvió prefiriendo hacer un gran rodeo por tierra firme, que atravesar la sospechosa calma de las aguas oscuras. Pero un grupo de villistas, seis o

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siete, bien montados en caballos de alzada, con gruesas mitazas que les cubrían hasta la mitad del muslo, y ropas de invierno entre las que no faltaban los característicos sweaters rojos, se decidieron a marchar en línea recta a través de la charca. A la cabeza del grupo iba un hombre alto, con el sombrero tejano arriscado en punta sobre la frente, tal como lo usan los ferrocarrileros, “los del riel”. Rostro oscuro completamente afeitado, cabellos que eran casi cerdas, lacios, rígidos, negros: boca de perro de presa, manos poderosas, torso erguido y piernas de músculos boludos que apretaban los flancos del caballo como si fueran garra de águila. Aquel hombre se llamaba Rodolfo Fierro; había sido ferrocarrilero y después fue bandido, dedo meñique del Jefe de la División del Norte, asesino brutal e implacable, de pistola certera y dedo índice que no se cansó nunca de tirar del gatillo.

—Los caballos andan mejor en el agua que en la nieve —dijo y metió espuelas. El animal dio un gran salto, penetró en la laguna levantando un abanico de agua en cada pata, siguió adelante braceando a un metro de alto y chapoteando con regocijado estrépito.

—Éste es el camino para los hombres que sean hombres, y que tengan caballos que sean caballos… ¡Adelante!

Los otros le siguieron, haciendo ruidos de cascada. Fierro iba cargado de oro. Monedas americanas de veinte dólares, conocidas por “ojos

de buey”, inflaban un cinturón de los llamados “de víbora” que el bandolero llevaba apretado poco más debajo que la canana de la pistola; oro en los bolsillos abultados del pantalón, oro en el pliegue que hacía la camisola al voltearse sobre el cinturón ajustado… oro en las cantinas de la silla de montar, hinchadas hasta el máximo… oro en bolsas de lona colgadas de la cabeza de la montura… Una coraza de oro, un blindaje de oro… ¡Kilos de oro!

Cuando caminaba en tierra firme, el caballo parecía no sentir sobre su lomo al hombre enorme, parecía no llevar encima aquel tremendo cargamento: braceaba como un trotón inglés de paseo, levantando las pezuñas delanteras a la altura del pecho.

Pero a cien metros, a ciento cincuenta, a doscientos metros de la orilla de la laguna, el caballo fuese fatigando de no encontrar tierra firme bajo sus herraduras, de meter los cascos en un lodazal negro, espeso, congelado. Y aun cuando el nivel del agua no le llegaba al vientre, ya no sacaba las pezuñas al aire; seguía caminando firme, pero lento, recto pero fatigado, resoplando como una locomotora. De sus narices abiertas, dos grandes agujeros negros, salían chorros de un vaho espeso. Las orejas enhiestas parecían percibir una misteriosa señal de peligro que partiera de las aguas, agitadas en círculos concéntricos que iban borrándose en la distancia.

—Mi general, está el terreno muy pesado para los caballos —aventuró a decir uno de los acompañantes— mejor es que nos devuélvanos y dénos la vuelta por la orillita…

—¡Qué devuélvanos ni qué el demonio…! ¡Me canso de pasar por este tal por cual charco! El que tenga miedo, que se raje y dé media vuelta… no se vayan a dar un baño…

Y dio otro apretón de pies en el vientre del caballo. Las puntas de las espuelas hirieron la piel, abriendo dos hilillos de sangre, y el animal se levantó sobre las patas traseras, quedando casi vertical. Fierro se apoyó en la teja de la silla, pegó la cabeza al cuello de animal, y con el puño cerrado diole un golpe entre las dos orejas.

—¡Mula, mal nacida! El caballo volvió a caer sobre sus cuatro patas y se vio entonces que el agua le llegaba

al vientre. Los pies del hombre, prendidos a los ijares con los hierros implacables, quedaron dentro del agua enturbiada por el pataleo.

—¡Cuidado, mi general! ¡El caballo se está hundiendo! —Pos va a salir a puritito pulmón…

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—No le menee mucho, porque se le atasca… —¡Vete a dar consejos a las viejas! ¡Yo sé lo que hago! Fuese desarrollando una lucha tremenda: el caballo contra el fango y el hombre contra

el caballo. Los demás jinetes no se atrevían a acercarse y habían formado un semicírculo a cinco o seis metros de distancia. El animal resollaba desesperadamente y en vigorosos movimientos lograba levantar una mano y sacarla del agua, tirando luego un golpe terrible hacia abajo; pero no encontraba resistencia en el barro y cada vez el impulso de sus músculos poderosos que levantaban las manos era menos eficaz. Se fue hundiendo de la parte trasera y pronto quedó la cola dentro del agua, agitándose violentamente como si fuera un remo cubierto de cerdas.

El jinete golpeaba al animal con ambos puños, dejando la rienda suelta sobre la silla gritando los más duros insultos y acicateándolo furiosamente en la barriga. Ya se veían en el agua revuelta, espesa de lodo, tonos rojizos de la sangre del caballo que manaba por los ijares.

—Mejor bájese, general… yo le empresto mi penco… —Préstaselo a tu abuela, que lo necesita más que yo… Llegó el momento en que el animal no pudo desprender las manos del lodo. Debía

tenerlo ya más arriba de la rodilla, porque el agua le llegaba hasta la mitad del cuerpo. Quedó un instante inmóvil, dando unos bufidos que parecían respuesta a los insultos que le seguía diciendo Fierro. Y entonces fue cuando éste pensó en desmontar: volvióse hacia las cantinas de la montura, ya al nivel del agua, y sacó sendas bolsas de oro; tomó los dos costales amarrados a la cabeza de la silla y echándoselos en el brazo izquierdo levantó la pierna derecha sobre el lomo del animal y la sumergió tratando de tocar fondo; pero el pie se le hundió en el barro que parecía mantequilla, y él quedóse prendido de la cabeza de la silla, con la pierna izquierda doblada sobre el estribo.

Sintió miedo, un miedo espantoso de quedarse ahí para siempre, con su caballo y con su oro; volvió los ojos hacia sus hombres con una intensa angustia. Todos estaban muy lejos para tenderle la mano y se habían quedado inmóviles por temor a correr la misma suerte que él. Y los demás de la columna, muy lejos, a la orilla de la laguna tersa y oscura como un espejo ahumado, continuaban su propia marcha, mirando hacia abajo para evitar los pedruscos y los hoyancos y sin dirigir una ojeada al grupo que se había atrevido a pasar en línea recta el manto de agua.

—¡Epa! ¡Imbéciles! A ver si hacen algo… ¿O qué, piensan dejarme aquí atascado en el zoquete? ¿Búiganse, démen un jalón!

Pero aquellos hombres no se movieron. En varios metros alrededor de caballo que se sumergía y del jinete pálido por la angustia, el cieno estaba removido por los desesperados esfuerzos que hacía el animal para escapar del peligro y quien se hubiera atrevido a avanzar en esa zona, cayera también prisionero del fango movedizo y profundo. Así, los demás jinetes se limitaron a dar consejos.

—No se mueva mucho… —Párese arriba de la silla… —Tire todo el peso que traiga encima… —Procure venirse a nado… Uno sacó la pistola y para avisar a la lejana columna del peligro en que Fierro se

encontraba, disparó al aire los seis cartuchos del cilindro. Inmediatamente se vio que la tropa en marcha se detuvo y acercóse a la orilla de la laguna. Con sus prismáticos, los jefes vieron que un caballo estaba sumergiéndose en las aguas y que un hombre intentaba escapar de un trance de muerte. Varios jinetes trataron de ir al socorro y avanzaron sus caballos quebrando el hielo de la superficie, mas a poco andar vieron que también para ellos había peligro y se regresaron.

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En el centro de la charca, el caballo seguía pataleando y agitándose en el barro. Pronto quedó la montura bajo las aguas, y el animal no sacó ya sino el cuello y la cabeza mantenida en alto.

Fierro estaba de rodillas sobre la silla, pálido, con los ojos desorbitados por el espanto. En el brazo izquierdo sostenía aún cuatro bolsas repletas de oro.

—Una reata… ¡Échenme una reata! Le doy una bolsa a cada uno que me ayude a salir…

Algo por compasión y mucho por interés de la oferta, los villistas del grupo echaron mano a los lazos amarrados en sus monturas y comenzaron a agitarlos en grandes círculos sobre sus cabezas. El caballo acabó de sumergirse, soplando un bufido que alborotó las aguas; sus pulmones potentes todavía echaron un chorro de burbujas, que reventaron en pompas de fango. El hombre había quedado en pie sobre la silla, sin sombrero, con los costales apretados al pecho, salpicado de lodo de barriga abajo, pesadas las piernas por la costra que lo cubría hasta la cintura.

—Pronto… pronto… el caballo ya se fue al diablo… Las reatas partieron simultáneamente con un uniforme silbido, pero fuera por mal

cálculo o porque los lazadores tuvieran pocas ganas de verse envueltos en el peligro, todas quedaron cortas y Fierro, sin soltar el oro, intentó alcanzarlas alargando el brazo derecho. Este movimiento lo hizo perder el equilibrio y cayó en el agua. A poco emergió enteramente cubierto de lodo, agitando los brazos, ya libres del pesado cargamento. Su figura casi había perdido la apariencia humana. Quiso decir algo, y medio ahogado por el cieno que le había penetrado en la boca, sólo lanzó un alarido gutural como de un orangután en la selva. Instantes después comenzó a hundirse despacio; bajó los brazos y quedó con la cabeza de fuera, nada más, gritando.

Los villistas recogieron rápidamente sus reatas y volvieron a tirarlas, pero nuevamente quedaron cortas. Pronto la cabeza quedó a ras de agua y luego se hundió. Surgieron los brazos levantando la “víbora” hinchada de oro, en una última oferta por la salvación. Luego todo desapareció bajo las aguas, que volvieron a quedar como un vidrio ahumado, sin oleaje, apenas rizadas por el viento.

Muy despacio, con toda clase de precauciones, los testigos de la tragedia fueron saliendo hacia la orilla. Un oficial japonés que iba entre los villistas se devolvió a Casas Grandes para buscar una lancha y salir a bucear en la laguna en un intento por rescatar el cuerpo.

La columna continuó su marcha en la nieve, y al ponerse el sol acampó en un bosque. Tronchando ramas de pinos y cedros los villistas medio barrieron la nieve en algunos trechos bajo los árboles más grandes, y se acostaron a descansar.

Recordando el drama, algunos dijeron: —¡Lástima de oro! Otros: —¡Lástima de caballo! Y ninguno lamentó la desaparición del hombre.4

Cuadro clasificador

Temática Vandalismo

4 MUÑOZ, Rafael F., “Oro, caballo y hombre”, en Cuento mexicano moderno. Selección de Russell M. Cluff, Alfredo Pavón, Luis Arturo Ramos y Guillermo Samperio; prólogo de Alfredo Pavón; México, UNAM-Universidad Veracruzana-Aldus, 2000 (Antologías Literarias del

Siglo XX, 1), pp. 7-13.

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Personajes Rodolfo Fierro Oficial Japonés Seis o siete villistas.

Estilo literario Dramático o vehemente

Niveles de contenido Trata el egoismo, la avaricia, la muerte, despotismo. También te enseña la solidaridad según la situacion

Elementos de realidad objetiva

Muestra que por avaricia o dinero el hombre hace cosas que por solidaridad no. El señor fierro se hunde por no querer perder su oro.

Comentario personal. Esta narración te muestra los antivalores que puede tener un hombre, por lo que creo que tiene un mensaje muy específico, para que puedas tomar conciencia y ver las consecuencias de los antivalores tales como la avaricia, el despotismo y egoísmo. Me pareció por un lado graciosa pero con un mensaje de reflexión que se debe tomar en cuenta. Pertenece a la época revolucionaria en México, se refiera a la sociedad de la época y al personaje como individuo, la narración esta sustentada en verdad por que aparecen personajes históricos.