Actividad Derecho Ambiental

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UNIVERSIDAD FERMÍN TORO VICERRECTORADO ACADÉMICO FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y POLITICAS ESCUELA DE DERECHO ACTIVIDAD DERECHO AMBIENTAL Autores: Rosmary Josefina Rodriguez Coedero

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Actividad Derecho Ambiental

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UNIVERSIDAD FERMÍN TOROVICERRECTORADO ACADÉMICO

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y POLITICASESCUELA DE DERECHO

ACTIVIDAD DERECHO AMBIENTAL

Autores: Rosmary Josefina Rodriguez Coedero

Barquisimeto, Marzo de 2014

UNIVERSIDAD FERMÍN TOROVICERRECTORADO ACADÉMICO

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y POLITICASESCUELA DE DERECHO

ACTIVIDAD DERECHO AMBIENTAL

Barquisimeto, Diciembre de 2014

1.- Elabore un concepto de Derecho ambiental, sin excederse de 30 palabras.1pto

Constituye el conjunto de normas jurídicas regulatorias de relaciones de derecho

público o privado, tendientes a disciplinar las conductas en orden al uso racional y

conservación del medio ambiente, en cuanto a la prevención de daños al mismo, a fin

de lograr el mantenimiento del equilibrio natural, lo que redundará en una

optimización de la calidad de vida.

(Fuente: SMAYEVSKY, Miriam y FLAH, Lily R., La regulación procesal en el

derecho ambiental americano. Acción popular y acción de clase, La Ley 1993-E, 935)

2.- ¿Cuáles son los principios constitucionales del Derecho Ambiental? 1pto

La protección del ambiente es uno de los nuevos valores de la sociedad. Un ambiente sano y seguro es también una de las necesidades esenciales de los Estados, sus desmembraciones territoriales inferiores (estados federados, regiones, departamentos, provincias, comunas, municipios), de las formas asociativas privadas comúnmente llamadas organizaciones no gubernamentales -ONG- (sociedades civiles, asociaciones, fundaciones), del colectivo y, sobre todo, de la persona humana. La protección del ambiente es de interés general y particular de los individuos, pues les garantiza su calidad de vida.

La salvaguarda del ambiente se vincula indisolublemente a otros valores fundamentales, como la vida, la salud, la libertad y se convierte en uno de los derechos humanos esenciales. El derecho al ambiente, es un derecho individual, ya que es intrínseco a cada individuo e inherente a la persona humana. Pero, como el ambiente de cada uno es también el de los demás, resulta que el ambiente es un bien común, que llega a todos sin diferenciar categorías. Garantiza la existencia y sobrevivencia de la especie humana. Es un derecho colectivo y un derecho solidario que se preocupa de los intereses presentes y futuros de la humanidad.

El derecho ambiental tiene un carácter finalista o funcional, basado sobre el valor del interés general, que comprende la protección del ambiente. El carácter finalista de esta nueva rama del derecho explica la utilización y modificación de instituciones, procedimientos, técnicas, principios y reglas de otras ramas del derecho, a fin de acceder a la más completa protección del ambiente, en provecho de todos.

Es sin duda alguna con la vigente Constitución, que se puede hablar de un reconocimiento explícito, de carácter constitucional, del derecho al ambiente en Venezuela. Así, en su artículo 127, ubicado en el Capítulo IX “De los Derechos Ambientales”, del Título III “De los Deberes, Derechos Humanos y Garantías”, se establece que:

”Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí misma y del mundo futuro. Toda persona tiene derecho individual y colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado. El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, genética, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado, y la ley que se refiera a los principios bioéticos regulará la materia”.

En el ámbito de la formación ambiental, vehículo para el entrenamiento en el uso de la información, el artículo 107 prevé que:

La educación ambiental es obligatoria en los niveles y modalidades del sistema educativo, así como también en la educación ciudadana no formal. Es de obligatorio cumplimiento en las instituciones públicas y privadas, hasta el ciclo diversificado, la enseñanza de la lengua castellana, la historia y la geografía de Venezuela, así como los principios del ideario bolivariano.Dentro del marco de la prevención el artículo 128 dispone lo siguiente: “El Estado desarrollará una política de ordenación del territorio atendiendo a las realidades ecológicas, geográficas, poblacionales, sociales, culturales, económicas, políticas, de acuerdo con las premisas del desarrollo sustentable, que incluya la información, consulta y participación ciudadana. Una ley orgánica desarrollará los principios y criterios para este ordenamiento”.

Tenemos derecho a un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, sean especialmente protegidas, de conformidad con el artículo 129 que es muy claro en tal sentido:

Todas las actividades susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser previamente acompañadas de estudios de impacto ambiental y socio cultural. El Estado impedirá la entrada al país de desechos tóxicos y peligrosos, así como la fabricación y uso de armas nucleares, químicas y biológicas. Una ley especial regulará el uso, manejo, transporte y almacenamiento de las sustancias tóxicas y peligrosas.En los contratos que la República celebre con personas naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras, o en los permisos que se otorguen, que involucren los recursos naturales, se considerará incluida aun cuando no estuviera expresa, la obligación de conservar el equilibrio ecológico, de permitir el acceso a la tecnología y la transferencia de la misma en condiciones mutuamente convenidas y de restablecer el ambiente a su estado natural si éste resultara alterado, en los términos que fije la ley.La protección ambiental en la Constitución de 1999 y su solución confiere al Estado un papel fundamental, como en el caso de la salud, la educación, la justicia o la defensa nacional.

3.- ¿Cuáles son los principios legales de la gestión ambiental? 1 pto

4.- Explique uno de los principios que rigen para el mantenimiento del ambiente. 2ptos Ponderación 5 puntos.

Normativa legal que regula los delitos en detrimento del ambiente en Venezuela

Se define al delito ecológico de acuerdo a lo señalado por Torres (2010), como aquella

“acción típica, antijurídica y culpable o violatoria de preceptos legales o reglamentarios,

dirigida a transportar nocivamente el ambiente, desmejorando la calidad de la vida y que es

merecedora de una sanción penal” (p. 88). La primera y última parte corresponde a la

esencia misma del delito en general. Todo delito supone una acción, entendiéndose como tal,

no los hechos en general, sino solo las conductas humanas voluntarias, comprendiendo tanto

las acciones como las omisiones.

Pero esa acción debe ser típica: debe estar descrita, específica y previamente en un tipo

de modelo legal que la califica como delito, es decir; debe subsumirse en una norma penal

prestablecida. Principio de la tipicidad es este, según el cual, si antes de realizarse la

conducta no estaba definida como delito y acompañada con una sanción no puede ser

castigada.

La acción típica debe ser además antijurídica: vale decir, no debe estar justificada

jurídicamente, no deben existir circunstancias que la hagan lícita, como legitima defensa o el

estado de necesidad, pues de lo contrario no constituirá delito. Debe también ser culpable,

haber sido querida la acción, ser el producto de un proceso mental de una voluntad que hace

que la conducta sea reprochable a titulo de dolo o de culpa. Por ultimo, debe se merecedora

de una sanción penal, como consecuencia jurídica.

Se podría resumir a continuación, y explicar que el delito o ilícito ecológico es una

acción o conducta humana voluntaria, la cual debe estar prevista como delito en una ley

prexistente (esto según el principio de legalidad); debe ser antijurídica, es decir, que ninguna

ley pueda convertir dicho ilícito en licito, y debe ser con dolo, voluntario, preparado y que

sea efecto de un estudio mental, es decir, ser culpable, y que además halla hecho un daño al

ambiente y en consecuencia a la vida sana de las personas, para de esta forma se sancionada

por norma penal.

En este sentido, Gaitán (2002), define las Características del Delito Ecológico Delito de Peligro: Entre las varias categorías, los delitos pueden clasificarse en delitos de lesión y de peligro. El tipo de peligro describe conductas que amenazan un bien jurídico de interés colectivo y de trascendencia tan grande que no se requiere que efectivamente causen lesión para castigar al sujeto activo, sino que basta poner en peligro el bien tutelado. El delito ecológico es un delito de peligro; se protege así de tal manera el bien jurídico que no se requiere que sea destruido, sino que es suficiente la simple amenaza de degradarlo. (p.180)

De acuerdo a esta definición es un delito de peligro, porque nada mas con el hecho

de que un persona genere una amenaza eminente de gran proporción sobre el ambiente y la

colectividad, se le puede castigar, aun así no se halla perpetrado el daño. Asimismo Gaitán

(ob. cit) explica:

Culpabilidad: En los delitos ecológicos deben sancionarse tanto las acciones dolosas,

que son aquellas cuyo resultado fue previsto y querido, como las culposas que son aquellas

cuyo resultado no fue querido pero pudo preverse y no se prevío…

…Particular interés revisten las acciones culposas pues no todas son sancionadas, pero en los delitos ambientales hay que tomar en cuenta que en su mayor parte, los delios son culposos, vale decir, si bien no deseo el resultado, la acción si fue ejecutada voluntariamente, sea por negligencia, imprudencia o inobservancia de órdenes legales. (p.180)

Aquí se puede observar que las acciones dolosas y las culposas deben ser sancionadas,

una por ser realizada con intensión o dolo, y de manera voluntaria y planificada; en cambio

las acciones culposas, que son las que se presentan con mayor frecuencia en los delitos

ambientales, no son desechadas pero si realizadas de manera voluntaria por el sujeto activo,

ya sea por cualquiera de los elementos esenciales de las acciones culposas (negligencia,

imprudencia, impericia o inobservancia de las leyes). En este sentido Gaitán (ob. cit), señala:

Delito de acción publica: el delito ecológico es un delito de acción publica, como quedó estipulado por el articulo 28 de la Ley Orgánica del Ambiente: “La acción penal que surja en virtud de los hechos sancionados en esta ley o de las leyes especiales correspondientes, es publica y procede por denuncia o de oficio”. Es decir, la acción puede impulsarse por denuncia, pero no tiene que sostenerse, pues los organismos públicos estarán en la obligación de proseguir los juicios (p.180)

Esto muestra que una de las características del delito ecológico es ser delito de acción

pública, y la razón es que la acción penal puede proceder por medio de la acusación o

denuncia realizada por una persona, pero de un suceder esto, igualmente la denuncia podría

ser impulsada por oficio, es decir, por parte de un organismo publico competente. Ante esta

situación García (2005) define la sanción como:

Las normas legales se diferencian de las normas morales, religiosas y otras, or la sanción material, es esta la que va a tomar creíble la norma jurídica. La prescripción indicada por la norma se halla respaldada por esa sanción material, consecuencia del incumplimiento del deber jurídico. Puede constatar en varios deberes impuestos al sancionado y que coinciden con los otros cuya inobservancia le hizo merecedor del castigo (como la obligación al retorno de la situación anterior a la comisión de la conducta prohibida), pero a menuda la sanción estriba no en nueva obligaciones sino en la perdida de derechos

prexistentes (como por ejemplo la privación de la vida, de la libertad o parte de su patrimonio). (p.162)

Se puede decir entonces que una sanción es la consecuencia del incumplimiento de una

norma tipificada, y que es necesaria para darle credibilidad y garantizar la eficacia de la

misma. La sanción material tiene como objetivo respaldar la norma jurídica y castigar u

obligar a quienes incumplen con la imposición de nuevas obligaciones, privación de libertad,

privación de su patrimonio, con el fin de alguna manera resarcir el delito o el acto ilícito

originado. De allí que García (ob. cit) defina:

Entendida la sanción genéricamente como una consecuencia del incumplimiento de un deber jurídico, es preciso concluir que puede ser de diversa índole: fundamentalmente civil (originada por actos ilícitos que fundamentan la obligación de reparar el daño en especie o en equivalente), y penal (por la comisión de delitos), revistiendo las dos ultimas, en su mayoría, el carácter de pena. Las tres se encentran tratadas en el Capitulo VI de la Ley Orgánica del Ambiente, bajo el titulo “De las sanciones”. (p.167)

En este sentido se comprende que existe varios tipos de sanciones, se tiene por ejemplo

la civil que se basa en obligaciones de reparar daños y perjuicios ocasionados por el acto

ilícito. Otro tipo es la sanción administrativa que se encarga de obligar a quienes violan

disposiciones administrativas, y en la cual no existe culpabilidad, es decir, es suficiente la

existencia de la violación para que la sanción llamada pena que va a castigar al imputado por

ejemplo con la privación de libertad, sanciones condenatorias, y en la que se debe demostrar

la culpabilidad para poder aplicarla.

La Responsabilidad Ambiental en materia Penal.

Al respecto Donado (2012), ilustra que la responsabilidad penal ambiental esta

determinada por la conducta socialmente aceptada que le indica al legislador el “criterio

político criminal” sobre lo que se puede penar y sobre lo que no se puede, introduciéndose en

lo que se denomina la “protección de bienes jurídicos”, es decir, la tutela que el Estado da a

los valores tangibles o intangibles, que han sido considerados en el ordenamiento jurídico.

Asimismo, Montoya (2009), dispone que el bien jurídico es de carácter colectivo, no

pertenece a una persona determinada, sino a la sociedad, lo cual implica que aunque no haya

la percepción individual de lesión, se considere al colectivo como víctima de los delitos

ambientales.

La responsabilidad penal ambiental es pues aquella que se deriva de una conducta

tipificada como delito, bien sea de lesión o de peligro, y se concreta en la aplicación de una

pena por la acción u omisión dolosa o culposa del autor de una u otra, es estrictamente

personal, de reserva legal, de irretroactividad, de voluntariedad presunta una vez demostrada

la relación de causalidad entre el ejecutor o inductor y el resultado, y es de orden público.

En Venezuela se ha previsto la responsabilidad penal ambiental de las personas

jurídicas, tanto con sanciones que afectan su existencia y el ejercicio de sus derechos, como

con sanciones directas a sus directivos y accionistas, siempre y cuando el hecho punible se

haya cometido por decisión de sus órganos, en el ámbito de la actividad propia de la empresa,

con recursos sociales y en su interés exclusivo o preferente.

Ahora bien, la Ley Penal del Ambiente se había acogido al sistema de la culpabilidad

expresa como elemento fundamental de la responsabilidad que se debe establecer para la

defensa del bien jurídico ambiental (material e inmaterial), produciendo un sistema de

prevención general mediante la tipificación de comportamientos agresivos y peligrosos

contra bienes jurídicos.

Además creó delitos para sancionar a los funcionarios que permiten indebidamente

actividades sobre las que se exigen estudios previos del impacto ambiental.

Por consiguiente, el mismo autor supra referido, dispone, según el Ley Penal del

Ambiente (2002), desde la perspectiva de la teoría del delito, en la Ley Penal Ambiental se

encuentran las normas especiales sobre la culpabilidad, rechazándose por esta vía la

aplicación de la llamada responsabilidad objetiva, tal como lo prevé su artículo 9:

Penalidades del delito culposo.- Si los delitos previstos en el Título II de esta Ley fuesen cometidos por imprudencia, negligencia, impericia o por inobservancia de leyes, reglamentos, órdenes o instrucciones, la pena establecida para los hechos punibles dolosos, se rebajará de una tercera parte a la mitad de la normalmente aplicable. En la aplicación de esta pena, el juez apreciará el grado de culpa del agente.

En el que se establece la responsabilidad culposa para todos los delitos ambientales o

ecológicos, tipificados por ella como dolosos, veamos entonces como se evidencia la

desactualización del artículo 9 de la Ley Penal del Ambiente frente a la novedad de la Ley

Marco, entiéndase, la Ley Rectora de la materia ambiental o Ley de los Principios

ambientales, la llamada Ley Orgánica del Ambiente en su artículo 131 (LOA).

El hecho de que la Ley Penal del Ambiente haya creado una norma que regule la

cuestión de la culpabilidad expresamente, implica considerar que cuando se creó la Ley se

consideró necesaria una incriminación genérica respecto a los delitos ambientales, pero esa

concepción se corresponde con las tendencias de hace mas de (30) años que se alcanzó hace

(20) años, por lo que no se debe olvidar que una de las premisas del derecho ambiental es la

misma de la pedagogía, es el “principio de actualización permanente”, y por ello, respetando

los especializados criterios penales, en el presente estudio se establece el criterio

ambientalista a la tendencia internacional, plasmada actualmente en una Ley de rango

orgánico, como lo es la Ley Orgánica del Ambiente y las demás legislaciones en materia

ambiental.

Siguiendo con este orden de ideas, en la redacción de los artículos 9 de la Ley Penal

Ambiental (LPA) y 131 de la Ley Orgánica del Ambiente (LOA), el supuesto normativo de la

Ley Penal del Ambiente, fue perturbado o modificado por una Ley Orgánica, que

aprovechando su supremacía jerárquica sentó las bases para actualizar las leyes ordinarias,

moviendo sus estructuras a una nueva orientación en la que, respetando el derecho humano a

la presunción de inocencia una vez demostrada la responsabilidad objetiva del procesado o

infractor respecto al hecho lesivo al bien jurídico ambiental, impone la determinación y

sometimiento a la sanción correspondiente, tal como reza el artículo 131 de la LOA:

Responsabilidad penal por delitos ambientales. La determinación de la responsabilidad penal

en los delitos ambientales, es objetiva, para lo cual solo basta la comprobación de la

violación, no siendo necesario demostrar la culpabilidad.

Para desarrollar el tema, con el respeto que esta acción merece para con el Prof. José

Martínez, me asistiré por contraposición y como parte de esta disertación en su trabajo

publicado en internet, realizado sobre la inconstitucionalidad del artículo 131 de la Ley

Orgánica del Ambiente.

En este punto se dispone del artículo 131 de la Ley Orgánica del Ambiente, prescribe

la responsabilidad objetiva en los delitos ambientales, considerando innecesaria la

demostración de la culpabilidad del acusado, afectando, según él, la presunción de inocencia

consagrada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Esto representa un paso regresivo en materia penal y por ello debe ser valorado

críticamente para proponer su desaplicación, pero para el criterio de este estudio representa

un avance en materia ambiental, y esta cónsono con las tendencias internacionales y por ello,

debe ser fortalecida con el actuar institucional.

Para determinar la responsabilidad penal y aplicarle a un acusado la pena prescrita por

una norma tipificarte de delito, se requiere haberle garantizado su Derecho Humano

Fundamental de la Presunción Inocencia, previsto en el artículo 49 de la Constitución de la

República Bolivariana de Venezuela, establece que este derecho, no se ve afectado por la

responsabilidad objetiva, pues al sujeto se le presume inocente hasta el momento en el que se

demuestra la autoría de los hechos, lo que consecuencialmente le acarrea la debida

responsabilidad; por esta razón se considera, que el elemento determinante para sancionar las

lesiones al bien jurídico ambiental no es la intencionalidad (culpabilidad) sino el resultado

(daño), siendo válidos los elementos subjetivos de la responsabilidad (dolo o culpa) para

determinar las atenuantes o agravantes de la sanción, según el artículo 108 de la LOA:

Sanciones. En ejecución de esta Ley, deberán dictarse las adecuadas normas penales y administrativas en garantía de los bienes jurídicos tutelados por la misma. Las sanciones pecuniarias correspondientes serán hasta de diez mil unidades tributarias (10.000 U.T.); y hasta de diez años de prisión si consistieren en penas privativas de libertad, debiéndose hacer la fijación de acuerdo con la mayor gravedad del hecho punible, a las condiciones del mismo y a las circunstancias de su comisión, manteniendo la debida proporcionalidad y adecuación con el supuesto de hecho.

Como afirmáramos anteriormente, el simple reconocimiento constitucional del derecho

a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, consagra la tutela ambiental como

principio constitucional que desarrolla los derechos humanos, de allí que la lesión ambiental

resulte antinatural y genere la obligación de reparar o indemnizar el daño y responder por la

sanción prevista para las conductas contrarias al criterio político criminal de la sociedad, el

cual con rango Constitucional articulo 127 y con base legal en el artículo. 39 y 96 (LOA)

cargó en los ciudadanos el deber de la gestión ambiental, es decir, si en el magno contrato

social y leyes que lo desarrollan, fijamos soberanamente como un “deber ciudadano” el

desplegar acciones para la protección y mejoramiento ambiental, cualquier acción contraria

viola la regla que este estudio establece, por elección mayoritaria.

No obstante, Donado (2012), sostiene que el proceso le permite al presunto infractor

demostrar que no ha causado el daño, caso en el cual quedaría exento de la responsabilidad, y

en sentido contrario, simplemente la Ley establece la consecuencia automática por la

antijuridicidad de la conducta.

Quienes consideran que la Doctrina penal ha sido perturbada por la legislación

ambiental, advierten 3 consecuencias, las cuales son:

Según la primera es que al asumir a la responsabilidad objetiva como fundamento de la

responsabilidad penal, se produce una exclusión normativa de la culpabilidad en el caso de

los delitos ambientales.

Asimismo, En relación a la primera consecuencia Martínez (2012), considera que

minimizar la concepción del delito en materia ambiental a la mera acción típica niega los

fines que constitucionalmente tiene asignados la pena, puesto que no toma en cuenta las

circunstancias personales del autor del delito, ni la cuestión intencional que determina si el

obrar es antijurídico o justificado; sólo exige que el sujeto sea formalmente imputable,

negándole su condición de sujeto penal biopsicosocial, con libertad para decidir sus acciones.

A esto el presente estudio establece que la propia Ley Orgánica, e incluso la Ley de

Bosques y Gestión Forestal, consideran las circunstancias personales del autor del delito o

infracción para determinar el monto de la multa, y las restringe sólo a ello porque no entra en

discusión la inequívoca obligación de recomponer el daño, sino los alcances o magnitud de la

sanción.

Visto de este modo se evita que las agresiones al ambiente sean desplegadas o

incentivadas por un análisis matemático de beneficios ante asumibles costos de la sanción.

La segunda consecuencia que argumenta el Dr. Martínez excluye el derecho humano

fundamental de la presunción de inocencia, al escogerse la responsabilidad objetiva como

fuente de responsabilidad penal sin demostración de la culpabilidad:

La Ley Ambiental reduce al imputado a ser un mero objeto formal, en un proceso que

valorará un hecho típico y antiecológico, en el que sólo se requiere, objetivamente, demostrar

si tal hecho fue realizado materialmente por él, sin tomar en cuenta su culpabilidad o la

ausencia de esta.

El imputado dejaría de ser la figura destacada del proceso pasando a un segundo plano,

en el que se le estima como un sujeto formal, puesto que la prioridad ya no es el juicio de

valor de su comportamiento, sino la comprobación de la tipicidad material del hecho

sometido a proceso. Estiman pues, una desvalorización que hace la ley respecto al acusado, el

cual deja de ser un sujeto titular de la presunción de inocencia de la cual sólo podía ser

despojado por una sentencia definitivamente firme, para convertirse en un ser que ni siquiera

puede aspirar al principio “In dubio pro reo” previsto en el artículo 24 Constitucional, porque

no hay dudas que le puedan beneficiar.

Para refutar respetuosamente este argumento, es importante recordar en primer lugar

que lo primigenio es el derecho humano a la propia existencia atendiendo al interés colectivo

de la conservación ambiental y al deber constitucional de desplegar acciones en función de la

protección ambiental, por lo que protagoniza el proceso no es la conducta del sujeto, sino el

daño causado al bien jurídico tutelado, lo que se persigue no es valorar la conducta del sujeto

sino juzgarla y de ser el caso, sancionarla, de allí que el principio in dubio pro reo se

mantenga intacto ante la responsabilidad objetiva, pues, de presentarse dudas respecto a la

autoría del hecho punible la consecuencia es la misma que cuando no se demuestra la

culpabilidad, es decir, no se puede imponer sanción.

La tercera consecuencia que se señala es la desvalorización de elementos del proceso

sancionador, pues para determinar si el sujeto es sancionable o no, sólo se valora el hecho en

sí, sin considerar la voluntad del agente del hecho punible.

En relación a esto, efectivamente el hecho generador de la responsabilidad será la

comprobación del hecho antiecológico material, no es caprichosa la necesidad humana tanto

de recomposición ante el daño ambiental como de control de replica de posibles conductas

generadoras, pero el detalle está insisto, en que se impone la transformación de la vigencia

formal de las normas a la vigencia real que impone la responsabilidad objetiva como hecho

socialmente aceptado, por entender axiomáticamente, que todos los ciudadanos tenemos el

deber de gestionar en función del ambiente y no atentar contra él.

En todo caso, ante el peor de los casos hipotéticos y desconociendo si en este

momento, se está produciendo alguna sentencia que invocando el control difuso y/o control

concentrado de la Constitucionalidad (art. 334 Constitucional), haya considerado la nulidad o

desaplicación del artículo 131 de la Ley Orgánica del Ambiente, se deben considerar que los

primeros pasos que se dieron durante una etapa de interpretación restringida de la flagrancia

delictual, la cual sabiamente evolucionó para considerar supuestos de existencia de una

flagrancia continuada que se puede extender hasta 48 horas o mientras el agente causante

porte los elementos con los que cometió el delito (ver sentencias materia de menores y

violencia de género).

Igualmente Donado (2012), sostiene que es sólo cuestión de tiempo perder el miedo a

lo desconocido y aceptar que Venezuela se colocó a la vanguardia en materia de

responsabilidad ambiental, al haber incluido en su Ley Marco Ambiental la responsabilidad

objetiva.

Por medio del estudio de estas teorías del derecho privado respecto a la

responsabilidad, pero el artículo 116 de la Ley Orgánica del Ambiente, indica que

para establecer la responsabilidad civil ambiental no necesariamente debe

establecerse la intención, negligencia o imprudencia del sujeto activo (es decir la

culpa), pero sí debe establecerse el daño o la afectación ambiental dañosa, toda vez

que queda liberada la necesidad de probar la relación de causa-efecto o nexo causal,

la cual es sustituida por la demostración de ejecución de la conducta lesiva al

ambiente.

En materia de responsabilidad ambiental se esta en presencia de una culpa

presunta, donde la ley supone la responsabilidad del agente, quien puede en todo caso

demostrar que su conducta fue prudente o diligente artículos 1.990 y 1.994 del

Código Civil (C.C.), sin embargo, esto no le eximirá de responsabilidad ni traerá

beneficios mas allá de la esfera de su patrimonio moral, pues conforme al principio de

la responsabilidad objetiva respecto al daño ambiental, su patrimonio material queda

comprometido y debe a todo evento responder por el daño, ya que su conducta

diligente no le eximiría de la reparación (art 116 LOA). Así, en Venezuela para

establecer la Responsabilidad Ambiental en materia Civil se libera al acreedor-

pretensor-victima (al Estado) de la carga de probar la culpa, quedando obligado a

demostrar sólo el daño y su autoría, puede decirse entonces que la Ley nos da el

"favor legal" de quedar exonerados de probar el nexo causal e impedir alegaciones de

eximentes de responsabilidad, es decir, se revierte la carga de la prueba.

En este mismo orden de idea, Márquez (2003), considera que la responsabilidad

civil por daño ambiental puede ser establecida durante el proceso penal a través de la

Acción Civil (A.C), aspecto sobre el cual deberá pronunciarse la sentencia penal,

conforme a lo previsto en la Ley Penal del Ambiente según el articulo 9, que

corresponde a la parte que produjo el daño.

Contaminación Ambiental

Se denomina contaminación ambiental a la presencia en el ambiente de cualquier

agente (físico, químico o biológico) o bien de una combinación de varios agentes en lugares,

formas y concentraciones tales que sean o puedan ser nocivos para la salud, la seguridad o

para el bienestar de la población, o bien, que puedan ser perjudiciales para la vida vegetal o

animal, o impidan el uso normal de las propiedades y lugares de recreación y goce de los

mismos. La contaminación ambiental es también la incorporación a los cuerpos receptores de

sustancias sólidas, liquidas o gaseosas, o mezclas de ellas, siempre que alteren

desfavorablemente las condiciones naturales del mismo, o que puedan afectar la salud, la

higiene o el bienestar del público.

A medida que aumenta el poder del hombre sobre la naturaleza y aparecen nuevas

necesidades como consecuencia de la vida en sociedad, el medio ambiente que lo rodea se

deteriora cada vez más. El comportamiento social del hombre, que lo condujo a comunicarse

por medio del lenguaje, que posteriormente formó la cultura humana, le permitió

diferenciarse de los demás seres vivos. Pero mientras ellos se adaptan al medio ambiente para

sobrevivir, el hombre adapta y modifica ese mismo medio según sus necesidades.

El progreso tecnológico, por una parte y el acelerado crecimiento demográfico, por la

otra, producen la alteración del medio, llegando en algunos casos a atentar contra el

equilibrio biológico de la Tierra. No es que exista una incompatibilidad absoluta entre el

desarrollo tecnológico, el avance de la civilización y el mantenimiento del equilibrio

ecológico, pero es importante que el hombre sepa armonizarlos. Para ello es necesario que

proteja los recursos renovables y no renovables y que tome conciencia de que el saneamiento

del ambiente es fundamental para la vida sobre el planeta.

La contaminación es uno de los problemas ambientales más importantes que afectan a

nuestro mundo y surge cuando se produce un desequilibrio, como resultado de la adición de

cualquier sustancia al medio ambiente, en cantidad tal, que cause efectos adversos en el

hombre, en los animales, vegetales o materiales expuestos a dosis que sobrepasen los niveles

aceptables en la naturaleza.

La contaminación puede surgir a partir de ciertas manifestaciones de la naturaleza

(fuentes naturales) o bien debido a los diferentes procesos productivos del hombre (fuentes

antropogénicas) que conforman las actividades de la vida diaria.

Las fuentes que generan contaminación de origen antropogénico más importantes son:

industriales (frigoríficos, mataderos y curtiembres, actividad minera y petrolera), comerciales

(envolturas y empaques), agrícolas (agroquímicos), domiciliarias (envases, pañales, restos de

jardinería) y fuentes móviles (gases de combustión de vehículos). Como fuente de emisión se

entiende el origen físico o geográfico donde se produce una liberación contaminante al

ambiente, ya sea al aire, al agua o al suelo. Tradicionalmente el medio ambiente se ha

dividido, para su estudio y su interpretación, en esos tres componentes que son: aire, agua y

suelo; sin embargo, esta división es meramente teórica, ya que la mayoría de los

contaminantes interactúan con más de uno de los elementos del ambiente.

Sustentación Legal

Ley Penal del Ambiente (2012)

Históricamente, la Doctrina penal venezolana desconoce la culpabilidad como un

elemento implícito en los tipos penales del derecho venezolano, lo que obliga a analizar

críticamente cada caso en particular, tanto desde el punto de vista constitucional en sí, como

desde el punto de vista de la “teoría del delito”, es decir, cada conducta delictual se considera

como un todo integral y se divide, a los fines de su estudio, a través de los diversos elementos

integrativos, a saber:

La Acción: bien sea activa=acción o pasiva=omisión, es movimiento voluntario capaz

de producir un cambio en el mundo exterior, dirigido a la obtención de un resultado dañoso

contra un interés jurídico tutelado por el Estado.

La Tipicidad: Es la adecuación perfecta entre la acción desplegada y una norma

jurídica.

La Antijuridicidad: Se trata de aquella conducta que según el criterio político criminal

es contraria al Derecho y atenta contra los valores sociales. Este elemento reviste

fundamental importancia en el derecho indigenista, pues, a partir del reconocimiento y

garantía de los usos y costumbres de los pueblos y comunidades indígenas, el juzgador debe

incorporar en la conformación de su criterio, la información socio-antropológica del

procesado, es decir, no se podrá considerar bajo un mismo esquema la antijuridicidad de una

cultura indígena y de una cultura occidentalizada.

La Imputabilidad: Es la capacidad total o parcial para ser sujeto activo de derecho.

Así serán imputables en Venezuela, los mayores de edad que no sufran ninguna limitación en

sus facultades¬ mentales que le impidan la capacidad para “entender y querer su acto”.

La Culpabilidad: Es el juicio de reproche personal de estándar social, que se dirige al

sujeto por haberse comportado en forma distinta a la lógica racional.

Las Condiciones Objetivas de Punibilidad: Se trata, de las circunstancias exteriores que

nada tienen que ver con la acción delictiva, pero a cuya presencia se condiciona la aplicación

de la sanción. En otras palabras, es el cumplimiento de un presupuesto del que depende que

la conducta sea perseguida o sancionada penalmente. Ejemplo: el efecto del pago con un

cheque sin fondos para pagar un mes de alquiler respecto al pago de un cheque sin fondos

para pagar el último mes de alquiler.

La Pena: Es una consecuencia de haber cometido un acto antijurídico

En la Ley Penal del Ambiente, se concibió la responsabilidad a partir de la

culpabilidad, tal como lo prevé su artículo 9, en el que se establece la responsabilidad culposa

para todos los delitos ambientales o ecológicos, tipificados por ella como dolosos;

superándose el principio rector de la culpabilidad restringida establecida en el Código Penal

Venezolano, en el que la cualidad dolosa de un comportamiento delictivo proviene de la

intencionalidad de la acción u omisión y lo culposo sólo en los casos expresamente

determinados por la Ley.

La pena podrá consistir en prisión, arresto, multa o trabajos comunitarios.

En el artículo 3 se hace referencia a la responsabilidad de las personas jurídicas la cual

se determina independientemente de las personas naturales cuando el hecho punible haya

sido cometido por decisión de sus órganos, en el ámbito de la actividad propia de la empresa

y con sus recursos sociales y siempre que se perpetre en su interés exclusivo o preferente.

En el artículo 4 se prevé la responsabilidad del representante de la persona jurídica,

cuando los hechos punibles fueran cometidos actuando a nombre o en representación de

éstas, señalando en el artículo 5 las sanciones de prisión, arresto, multa o trabajos

comunitarios.

En el artículo 11 se prevé la condición de funcionario público en funciones como una

agravante genérica de la responsabilidad penal, y en el artículo 15 se prevé como atenuante la

realización del mismo con fines de subsistencia.

Según los artículos 16 y 26 la responsabilidad penal genera la obligación de restituir,

reparar el daño o indemnizar los perjuicios causados al ambiente, restaurar las condiciones

ambientales, entre otras medidas de seguridad que serán pronunciadas por el Juez en la

sentencia definitiva.

Ley Orgánica del Ambiente (2009)

La determinación de la responsabilidad ambiental esta prevista como una actividad de

la Gestión Ambiental (art 3), y en concordancia con el texto constitucional, ha sido concebida

como un deber del Estado, la sociedad y las personas (art 4), en virtud del cual bajo el criterio

de “responsabilidad objetiva” el “daño” debe ser reparado por cuenta del responsable de la

actividad o infractor, bien se trate del propio Estado, las personas jurídicas o de las personas

naturales.

Por su parte, el artículo 15 establece que los órganos del Poder Público son

responsables del cumplimiento de los objetivos de la Ley.

En la bimodalidad que sugiere la corresponsabilidad acuñada en materia ambiental, se

han previsto atribuciones en materia de descentralización y participación ciudadana, así como

en el control posterior y en la ejecución directa de acciones, tales como, supervisiones,

auditorias, monitoreo, educación ambiental, entre otras.

En lo que respecta a la responsabilidad derivada de daños ambientales, como hemos

venido señalando, se prevé la responsabilidad objetiva, en la que sólo es necesario demostrar

el daño, quedando liberada la necesidad de probar culpa o nexo causal (art 116 LOA).

Como esta señalado, en su artículo 131 la Ley Orgánica del Ambiente, aprovechó su

carácter orgánico para incorporar al campo de la responsabilidad penal ambiental el criterio

de la “responsabilidad objetiva”, desvirtuando así, la responsabilidad culposa atribuida a los

delitos ambientales en el artículo 9 de la Ley Penal del Ambiente.

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