Administracion Espanola en Filipinas

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    1890. LA PECULIAR ADMINISTRACINESPAOLA EN FILIPINAS

    Jorge Alberto Liria Rodrguez

    Los estudios histricos sobre Filipinas en Canarias son un caso poco frecuente,dado que entre ambos archipilagos no han existido unas relaciones muy intensas. Lapresente comunicacin no profundiza en estas relaciones, sino sobre la propia administra-cin interna de Filipinas en una fecha clave, 1890. El inicio de la dcada es el final de unarelativa liberalizacin econmica, pues Espaa inicia una opcin proteccionista. A pesarde ello, poco cambiaron los aspectos religiosos, judiciales, militares y polticos respecto ala dcada anterior, salvo que lo militar se impuso progresivamente sobre el resto, avanzan-do peligrosamente hacia un colonialismo sin retorno, de muy poco tacto, alejado de larealidad y que no escuchaba las necesidades de las clases dominantes en Filipinas.

    Esta comunicacin describe la composicin de la Junta de Autoridades del Go-bierno General de Filipinas, el Consejo de Administracin, incluyendo el Tribunal Con-tencioso Administrativo incluido en ste. Tambin se hace referencia a la Secretara delGobierno General, la Comisin Permanente de Censura, la composicin de los distintosgobiernos civiles en las Islas Filipinas, los gobiernos poltico-militares, los establecimien-tos penales, dependencias sociales, e instituciones educativas. Una mencin aparte mere-cen en el presente estudio las parroquias y la distribucin de la Iglesia Catlica en Filipi-nas, dado que constituan el mejor control de Espaa en este archipilago, tal como habaocurrido a lo largo de toda su historia, e indirectamente serva para establecer una presinde impuestos a travs de la Hacienda espaola.

    Las guas oficiales que se editaron en Filipinas constituyen una de las principalesfuentes de documentacin de la presente comunicacin, a las que se aade las de hemero-teca y bibliogrficas, tanto recientes como contemporneas con el perodo estudiado. Laimportancia de todo ello determina que un anlisis, ms o menos detallado, permite esta-blecer una idea aproximada sobre Filipinas.

    Tampoco se han dejado de lado algunos aspectos econmicos y un breve anlisissobre la dimensin internacional de Filipinas en la poltica colonialista de Espaa, queslo ocho aos despus concluy con la violenta desvinculacin entre ambos territorios.

    Administracin poltica, militar y judicial

    Estructura administrativa centralizada en Manila

    El Gobierno General de Filipinas estaba en 1890 a cargo Valeriano Weyler yNicolau, que ostentaba esta posicin como gobernador general1 desde el 5 de junio de1888 y que responda a la mxima autoridad espaola en este archipilago asitico.2 La

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    presentacin del gobernador general de Filipinas era la de Marqus de Tenerife3, conde-corado con las grandes cruces de San Hermenegildo y del Mrito militar roja, TenienteGeneral de los Ejrcitos Nacionales y Senador del Reino. El gobierno de Filipinas tenaen la ltima dcada del siglo XIX un mando nico, aunque exista un ficticio control4 de lacolonia5 con la denominada Junta de Autoridades, que presida el gobernador general y enla que participaba la propia Iglesia Catlica. Este rgano se completaba con vocales y unsecretario.

    La nmina de vocales en 1890 estaba encabezada por el Arzobispo, Vicario Ca-pitular y Gobernador Eclesistico de la Dicesis de Manila, Eugenio Netter. La estrecharelacin entre poltica y religin continuaba siendo una de las caractersticas del gobiernode Espaa en Filipinas, aunque con menor fuerza que en siglos y dcadas anteriores. Estasituacin, a diferencia de lo ocurrido en Cuba en la misma poca, se prolong, con susaltibajos, a lo largo de los ms de tres siglos de presencia espaola en las islas asiticas.Asimismo, la relacin entre poder poltico y religioso no tuvo siempre una armnica con-vivencia, acentuada con mayor tensin en los ltimos aos de presencia de Espaa enFilipinas, dado que las decisiones militares se imponan cada vez ms sobre las tradiciona-les de dominio religioso.

    Los antecedentes ms antiguos los describe Patricio Hidalgo Nuchera en unamonografa titulada Las polmicas iglesia-estado en las Filipinas: la posicin de la igle-sia ante la cobranza de los tributos en las encomiendas sin doctrina y las restituciones afines del siglo XVI6. Esta misma conclusin la encontramos en otros trabajos, como eldirigido por Pedro Borges, que analiza en los dos volmenes de los que consta, aspectosgenerales y regionales en Historia de la Iglesia en Hispanoamrica y Filipinas: (siglosXV-XIX)7; o tambin en la Historia de la Iglesia en Filipinas (1565-1900) de LucioGutirrez.8 A esta lista se aade la especial visin que sobre la evolucin de los aspectosjurdicos y polticos aporta la tesis doctoral de Ricardo Espejo Aracil,9 aunque el registrolocalizado en la Universidad de Granada slo tiene 38 pginas. Esta presencia oficial secontrapona a la relacin que exista entonces entre la Iglesia filipina y los movimientosrevolucionarios y nacionalistas. Uno de los estudios que mejor contribuyen a una visinno hispana lo ha realizado John N. Schumacher,10 que analiza el perodo comprendidoentre los aos 1850 y 1903. El propio tratamiento colonial conferido desde la Constitucinde 187611 a los denominados Territorios de Ultramar contribuy a la alimentacin delcreciente malestar de los ms ilustrados filipinos, porque incluso en el texto constitucionalni siquiera se citaba a Filipinas como colonia, mientras aparecan Cuba y Puerto Rico. Aello se una un ambiente blico constante en las islas, pues siempre no se poda hablar deuna organizacin independentista filipina, pues la mayora de estos episodios estabanrelacionados con que la presencia puntual de Espaa en algunas islas, donde slo se habalimitado a lo militar, mientras la economa y la cultura de los pueblos sometidos camina-ban por otros derroteros.

    Este trato expresamente colonial tiene en 1890 algunos ejemplos blicos, tal comohaba sucedido a lo largo de los siglos de presencia espaola en Filipinas. Uno de estosepisodios es relatado en la obra Las Fuerzas Armadas Espaolas. Historia Institucional ySocial,12 dirigida por el Catedrtico Mario Hernndez Snchez-Barba y el Coronel deInfantera, Miguel Alonso Baquer, donde se explica que la vuelta a la palestra de los

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    moros de Jol, a pesar de los ltimos tratados de paz. Por si fuera poco, en el mes deagosto de 1890 hubo una insurreccin de kanakas en Las Carolinas orientales, que obliga organizar en Manila una expedicin formada por los cruceros de segunda clase Velascoy Ulloa, el vapor de ruedas Antonio Muoz y el transporte Manila, que con un batalln sedirigieron a Ponap, vindose obligados a realizar bombardeos en Metalann y Lood ydesembarcos en diferentes puntos, poniendo en orden, no sin trabajo, aquellas islas, hastaentonces tranquilas; con slo una guarnicin de un teniente y cuarenta soldados, que fue-ron asesinados por sorpresa por los kanakas.

    Siguiendo con la formacin de la Junta de Autoridades, se muestra que el resto delos vocales eran miembros de la propia Administracin espaola, tanto militar como civil.De este modo, en 1890 la componan el General 2 Cabo, Marqus de Ahumada, el Co-mandante general de Marina, Rafael Feduchy; el presidente de la Real Audiencia de Manila,Julin de la Cantera; el Intendente general de Hacienda, Enrique Fernndez del Peral; elDirector general de Administracin civil, Justo Toms Delgado y el Fiscal de S.M. (SuMajestad), Agustn Isern. El cargo de secretario de la Junta de Autoridades de Filipinasestaba ocupado por el tambin secretario del Gobierno General, Antonio Monroy y Ruiz.

    La administracin en Filipinas, eminentemente centralista respecto a Manila,13incluso en la eleccin de sus miembros, tena ms representacin, como el Consejo deAdministracin, compuesto por consejeros natos y de real nombramiento, as como laSecretara General.

    Los consejeros natos tenan una estructura interna propia, encabezada por el pre-sidente. Este cargo corresponda al gobernador general de Filipinas. A ste le segua elvicepresidente, que estaba destinado para el comandante general del Apostadero. El restode los consejeros eran el Arzobispo Metropolitano (Manila), el presidente de la Audienciade Manila, el Intendente general de Hacienda, que tena conferida la presidencia de laSeccin de Hacienda del Consejo de Administracin; el director general de Administra-cin Civil, que tambin desempeaba el cargo de presidente de la Seccin de Gobiernodentro del referido Consejo; y finalmente el fiscal de la Audiencia de Manila.

    Los consejeros de real nombramiento14 dentro del Consejo de Administracin deFilipinas tenan una divisin administrativa interna, pues ocho de ellos perciban retribu-cin econmica especfica por ello. Incluso uno de los consejeros obtena el puesto poreleccin entre los funcionarios espaoles destinados en Filipinas. No ocurra lo mismocon los seis consejeros restantes, pues todos pertenecan a la Seccin de Hacienda, aunqueen 1890 exista una vacante, tal como suceda en otras dependencias administrativas en lacapital de la colonia. ste era uno de los graves problemas a los que se enfrentaba laAdministracin espaola en Filipinas, dado que la lejana y los bajos sueldos no favore-can que se aceptaran destinos en este archipilago.15

    La Secretara General de este Consejo estaba compuesta por un secretario, Ma-nuel Daz Gmez; y cuatro oficiales letrados: Manuel Landeira, Lino Herrera Elas, Beni-to Daz de Oa y Francisco Rodrguez Vilallonga.

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    Dentro del Consejo de Administracin se inclua el Tribunal Contencioso Admi-nistrativo, compuesto por magistrados, un fiscal y una secretara, que a pesar de desempe-ar en la mayora de los casos su destino bajo la Administracin de Justicia,16 tenan des-tino complementario en este Tribunal que entonces no era estrictamente judicial y por ellosus garantas no estaban suficientemente claras. El nmero de casos que deba tratar anual-mente este tribunal no era muy alto y de ah que se propiciara este reparto de funciones, talcomo se especifica a continuacin.

    El presidente del Tribunal Contencioso Administrativo de Filipinas era el de laAudiencia de Manila, Julin de la Cantera. Los magistrados de este tribunal pseudojudicialeran los tambin magistrados de la Audiencia de Manila, Estanislao Chaves y NicolsAcero y Abad. El fiscal, Julio Domingo Bazn, tampoco tena destino especfico. Inclusola Secretara estaba constituida por el personal de la Secretara del Consejo de Administra-cin, con lo que se acentuaba esta falta de independencia judicial.

    A esta lista de rganos hay que aadir la Secretara del Gobierno General,17 queinclua la Seccin de Orden Pblico18 y la Central de Intrpretes.19 La relacin de rganosoficiales de la Administracin espaola en Filipinas sigue con la Comisin Permanente deCensura20, que tena como presidente al fiscal de S. M. (Su Majestad) y como vocales,entre otros y una vez ms, al propio Arzobispo de Manila, Eugenio Netter.

    La Hacienda constitua otro de los elementos clave en la administracin espaolaen Filipinas, dado que a travs de sta se proceda a la irregular y deseada recaudacin deimpuestos. La Hacienda espaola en este archipilago tena al frente a un director generaly a un intendente general, sobre los que tambin pesaba la interinidad de sus cargos. Dehecho, de los nueve intendentes generales de Hacienda que fueron nombrados entre 1874y 1889, cuatro de ellos desempearon su categora de forma interina. Esta situacin sehaba corregido momentneamente con el nombramiento, el 4 de junio de 1889, de Enri-que Fernndez del Peral, con el que se cort una situacin de interinidad que se prolonga-ba casi de continuo desde febrero de 1885.21

    Estructura administrativa por territorios

    El resto de la Administracin espaola en Filipinas se complementaba con 19gobiernos civiles, 28 gobiernos poltico-militares, 19 comandantes poltico-militares, 7comandancias militares y cinco establecimientos penales.

    La implantacin de la Administracin espaola por las islas se haca muy com-pleja, dado que se trataba de un archipilago con ms de siete mil islas que nunca losespaoles lograron controlar, a pesar de sus relativos esfuerzos.22 La plantilla de funciona-rios en cada uno de los gobiernos civiles no superaba apenas al gobernador, el secretario yalgunos oficiales, cuando no estaba vacante por los problemas aludidos. Lo mismo ocurraen los restantes establecimientos.

    Los diecinueve gobiernos civiles de Filipinas en 1890 eran los de Albay, Batangas,Bulacan, Bataan, Cagayan, Camarines Norte, Camarines Sur, Laguna, Mndoro, Manila,Nueva cija, Nueva Vizcaya, Pampanga, Pangasinan, Tayabas, Ilocos Sur, Ilocos Norte,

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    Isabela y Zambales. Una realidad que era casi desconocida en Espaa, donde la visinespacial de territorio continuo que posean los peninsulares haca muy difcil concebir laidea de una colonia dispersa en ms islas que el nmero de funcionarios que la Coronaespaola tena destinados en ellas. A todo esto se una la inevitable comparacin con Cuba,respecto a la que Filipinas siempre ocup un segundo plano. De este modo, Espaa tenadestinados en los gobiernos civiles de Filipinas a 19 gobernadores23 y 19 secretarios,24aunque el de Pangasinan tena licencia en la Pennsula y no estaba fsicamente en las islasasiticas. A esta larga lista hay que aadir los 23 oficiales, dado que el Gobierno Civil deManila, atendiendo al centralismo caracterstico en esta colonia, posea cinco oficiales,mientras el resto slo tena uno en su nmina. Adems, en Manila exista un jefe de nego-ciado de tercera.

    Los veintiocho gobiernos polticos-militares25 de Filipinas no tenan un mismotratamiento de medios administrativos, pues quince26 de ellos slo tenan a su frente algobernador, mientras que el resto estaba complementado con un secretario. Los gobiernospoltico-militares eran los de Abra, Antique, Bohol, Balabac, Batanes, Basilan, Cavite,Ceb, Calamianes, Cpiz, Corregidor, Cottabato, Dvao, Iloilo, Jol, Leyte, Marianas,Misamis, Paragua, Surigao, Samar, Tarlac, Unin, Zamboanga, Carolinas Occidentales,Carolinas Orientales, Costa Oriental de Negros y Costa Occidental de Negros.

    Los 19 comandantes poltico-militares27 ocupaban un escaln ms bajo en la ad-ministracin colonial espaola en Filipinas y en consecuencia la precariedad de mediosera mayor en estos diecinueve puntos: Burias, Benguet, Bislig, Bontoc, Concepcin,Dapitan, Infanta, Lepanto, Masbate, Matti, Pollok, Prncipe, Romblon, Reina Regente,Siassi, Sarangani, Tataan, Tucuran y Tiagan.

    La relajacin, casi permitida por las autoridades de Manila y desconocida u olvi-dada por las de Madrid, agudizaba el aparente estricto control de la legalidad vigente eimplicaba que se abrieran las puertas a la corrupcin administrativa que se extendi a lolargo de toda la colonia, irritando a los naturales de aquellas islas, sobre todo a quienesposean el poder econmico y la tenencia de la tierra. A todo ello se unan unas deficientescomunicaciones, pues Espaa haba priorizado hasta entonces la comunicacin telegrfi-ca nacional en el territorio peninsular, Cuba, Puerto Rico y, en menor medida, en las IslasCanarias.28

    La extensin de cables submarinos entre las miles de islas del archipilago filipinoera una labor compleja y casi imposible, la misma que suponan las comunicaciones mar-timas. En la mayora de las ocasiones se deba acudir a los medios de transporte tradicio-nales locales o los que tenan algunas empresas extranjeras, autnticas dueas del comer-cio en Filipinas. Esta situacin era peor en las siete comandancias militares de Filipinas,donde ni siquiera una de ellas, la de Apayaos, tena destino para su comandante militar,cargo que permaneca desierto en 1890.29 Las comandancias militares30 que Espaa habaestablecido en Filipinas eran las de Butuan, Bungao, Itabis, Isabela, Quiangan, Saltan y lacitada de Apayaos.

    Los establecimientos penales espaoles en Filipinas forman parte de lahistoriografa espaola menos estudiada sobre esta colonia, a pesar de que su anlisis

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    podra aportar datos significativos sobre la aplicacin de la legalidad constitucional espa-ola en una colonia tan alejada y ciertamente olvidada por las autoridades peninsulares.

    Los cinco establecimientos penales tenan un tratamiento diferenciado en me-dios, tal como ocurra en la mayora de los mbitos de la Administracin espaola enFilipinas. Sin embargo, un hecho era evidente, la nmina de funcionarios, tanto civil comomilitar, adscritos a cada uno de ellos era relativamente mucho mayor que para los gobier-nos civiles -excepto para el de Manila-, los gobiernos poltico-militares y por supuestoque las escasamente dotadas comandancias poltico-militares y comandancias militares.Era evidente que Espaa pareca relativamente ms preocupada por la represin que por laadministracin y explotacin econmica de su colonia ms lejana.

    La estructura de los establecimientos penales estaba encabezada por un coman-dante, al que seguan el mayor, el ayudante, el mdico y el capelln. Estas denominacionespodan variar entre las distintas prisiones, pues en realidad slo exista un capelln, condestino especfico, en presidios, pues el resto estaba atendido por el prroco de alguna delas parroquias donde ste estuviera enclavado. Lo mismo ocurra a nivel sanitario, pues lasautoridades espaolas slo haban previsto un mdico y un practicante, pero el desempeode sus funciones eran exclusivas para el presidio en el que estaban destinados. Con ello, laatencin sanitaria en el resto de las crceles estaba peor cubierta, a pesar de que las enfer-medades eran muy comunes en estos establecimientos calurosos y hmedos, a los que seuna una frecuente deficiente alimentacin.

    El principal presidio, el de Manila, estaba gobernado por un comandante quetena categora de inspector interino. Este puesto estaba ocupado en 1890 por el coronel deinfantera, Manuel Serrano y Ruiz. El segundo en el escalafn era el mayor, que en Manilacorresponda a un comandante graduado capitn de infantera -Guillermo Pintos Ledesma-.A stos le seguan un ayudante, un mdico y un capelln.31

    El presidio de Cavite estaba gobernado por un comandante, que en este caso eraun comandante graduado capitn de infantera Carlos Merino Pierrat- y que era el nicofuncionario que estaba destinado a este centro. Este hecho mostraba la precariedad en laque viva la administracin colonial espaola en Filipinas, pues el resto de la dotacinestaba compuesta por suboficiales y tropa. Una situacin algo mejor se mostraba para elpresidio de Mindanao, aunque no se puede alardear de grandes medios, pues al frente deeste centro penitenciario se encontraban solamente un comandante de caballera LuisSantos Fontordera-; y como mayor ayudante, un teniente de infantera LeonardoGomila-. La misma dotacin tena destinada Espaa para el presidio de Marianas, dondeun capitn de infantera Alonso Moreno- estaba al mando, auxiliado por un mayor ayu-dante, con el despacho de teniente de infantera Bienvenido Flandes-.

    El quinto centro era el presidio de San Ramn, que tena como caracterstica,hasta entonces, los trabajos forzados en el campo. Adems, era el nico que no tena alfrente un comandante, sino que la mxima autoridad era el director, aunque estaba desem-peada por un militar. En 1890 este despacho corresponda al capitn de infantera GabrielYepes. El segundo en importancia en el escalafn era el capataz agrcola Antonio NavarroNez, al que ayudaba el maquinista Eduardo de Castro. La cadena de mandos en este

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    presidio no tena un aparente estricto control militar, sino que tena a dos funcionariosespecializados en labores agrcolas que permitan optimizar aparentemente los trabajosforzados de los presos. La nmina oficial de este peculiar centro penitenciario se comple-mentaba con el practicante Toms Danad- . Asimismo, la propia Gua Oficial de Filipi-nas para este ao especificaba:

    La colonia penitenciaria agrcola de San Ramn, que estaba agregada al presidiode esta plaza, lo est en la actualidad al de Zamboanga.32

    Este hecho no supuso una disminucin en la actividad de este presidio, sino todolo contrario, pues a partir de la llegada de Valeriano Weyler a Filipinas se acentu lapresin militar y colonial33 sobre estos territorios insulares, traducindose esto en msdetenciones y encarcelaciones con trabajos forzados. A su vez, es imprescindible la con-sulta de la memoria de la comisin desempeada en el campo filipino por los prisioneros34de presidios como el de San Ramn, publicada en 1900 y que hace referencia a los ltimosaos de presencia espaola en Filipinas.

    Gastos econmicos de la administracin espaola en Filipinas

    La compleja administracin, nunca cubierta en su totalidad, conllevaba unosgastos econmicos cuantiosos para las arcas del Estado espaol, a los que ste no intententonces frenar a pesar de la escasa rentabilidad econmica que Espaa sac de sta,denominada entonces, colonia de ultramar. A pesar de ello, tambin la relativamente esca-sa presencia espaola en estas islas y el ancestral desprecio comercial35 por ellas era lacausa de que Filipinas nunca se colocara en un puesto relevante entre las colonias espao-las, incluso a finales del siglo XIX, cuando el mundo colonial espaol era mnimo encomparacin con las grandes potencias europeas. Algunos aspectos fueron detallados en1890 en la Gua Oficial de Filipinas, haciendo referencia al Consejo de Administracin:

    En los presupuestos vigentes se establecen dos de las tres plazas de Consejerosretribuidos, figura el fiscal de lo Contencioso en la plantilla del Consejo, ademsde consignrsele en la del Tribunal, y a la Secretara del Consejo se la denominatambin Secretara del tribunal Local, por ms que de estas variaciones no sehaga mencin ni en el prembulo ni en el articulado del Real Decreto aprobatoriode los referidos Presupuestos.36

    La misma aclaracin la ofrece la Gua Oficial de Filipinas para la Secretara delGobierno General:

    En los presupuestos vigentes se crean en esta Dependencia cuatro plazas, dos deoficiales 4.08 y dos de 5.08, y por Real Orden de 23 de agosto de 1889, se cre enel Gobierno General de Filipinas una sesin especial denominada Seccin Cen-tral de Intrpretes para la formacin del Cuerpo Especial de Intrpretes, y despa-cho de los asuntos, que reconozcan carcter poltico, de las Islas de Mindanao,Jol, Paragua, Balabac, Carolinas y Marianas.37

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    Otras dependencias de la administracin espaola

    A la especial administracin de Espaa en Filipinas se una la propia Junta Admi-nistradora de la Real Casa de la Misericordia, cuyo fin era atenuar las posibles necesida-des de los sbditos de la Corona, tanto si eran espaoles como si eran filipinos. La realidadmostr otra cara, pues la principal atencin se centr en los espaoles y sus descendientesdirectos. La presidencia de esta Junta estaba a cargo del Gobernador Civil de Manila Josde Perojo-. Sin embargo, en la propia junta se volva a repetir la convivencia entre cargosciviles y religiosos, pues el vicepresidente era el Provincial de la Orden de San Agustn,Fray Toms Gresa. A la lista de miembros de la Junta se sumaba un inspector (Fray FidelLarrinaga), un mayordomo de capilla, que no era otro que el propio Arzobispo de Manila,Eugenio de Netter. Dos laicos haban sido destinados como tesorero y secretario, respecti-vamente. Asimismo, la lista de miembros de la Junta Administradora de la Real Casa de laMisericordia se completaba con ocho vocales.38 En 1890 los puestos de dos de ellos esta-ban vacantes, repitindose una vez ms una de las caractersticas de la administracinespaola en Filipinas.

    Otro de los establecimientos de la administracin espaola en Filipinas era elHospital de San Juan de Dios, que estaba a cargo de una Junta Inspectora que en 1890 notena an el nuevo reglamento para su rgimen y gobierno, slo un proyecto que habadictado en 1889 su vice-real patrono, en el que se prevean nuevos cambios, como laseparacin de la Secretara de la Junta, hasta entonces unida a la Administracin. Con ellose daba un nuevo carcter a la institucin:

    ... dndose el carcter de Director Facultativo al primer mdico del Hospital ynombrndose un practicante mayor y siete practicantes primeros de la clase dealumnos de 5 y 6 ao de la Facultad de Medicina, que obtienen sus plazasmediante examen de oposicin.39

    De este modo, a la espera de la modificacin del reglamento que se llev a caboun ao ms tarde 1891-, la presidencia de la Junta Inspectora estaba a cargo del regentede la Real Audiencia, Julin de la Cantera. El siguiente cargo dentro de la junta era el devocal, donde se encuadraba sorprendentemente al vicepresidente, que en 1890 era el Ins-pector del Hospital y su Hacienda de Buenavista, Manuel Asensi40 (el administrador deesta hacienda era Ambrosio de Villaba, encargado de dotar de suficientes bienes para elsostenimiento del Hospital de San Juan de Dios. Al vicepresidente le seguan seis vocalescon igual categora entre ellos, excepto uno, que era el nico fraile de la lista. Este actuabacomo inspector, pero suplente, algo poco comn entre los eclesisticos, dado que existams estabilidad en los destinos y cargos, en comparacin con lo civil y militar. El ltimomiembro de la Junta Directiva era el secretario contador.

    A los cargos administrativos le seguan los propios del Hospital, entre los quedestacaban hasta entonces el Administrador principal apoderado general de la Junta, Fran-cisco de Paula Pavs. Los restantes responsables del Hospital ejercan las funciones sani-tarias propias de sus categoras. Esta lista estaba encabezada por el director mdico, Car-los Nalda, al que segua el primer mdico, Pablo Nalda. Sin embargo, el Hospital de SanJuan de Dios sufra de similares males que el resto de la administracin espaola en Fili-pinas, pues algunos de los puestos clave no estaban ocupados fsicamente.

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    En 1890 el primer mdico del hospital tena una licencia de un ao para permane-cer en la Pennsula, su puesto lo ocupaba otro mdico de forma interina, con lo que sedejaban descubiertos servicios en otros niveles. Este no era el nico caso, pues de los tressegundos mdicos, uno tena tambin licencia de un ao en la Pennsula, pero en este casono se produjo una sustitucin. Esta circunstancia se vio agravada porque uno de los segun-dos mdicos era el facultativo de guardia. Por fortuna, el tercer mdico del hospital semantuvo en su puesto durante 1890, mientras no ocurra lo mismo con el farmacuticoInocencio Madrigal-, que como los anteriores tambin tena licencia de un ao en laPennsula. Su puesto fue ocupado durante este tiempo por un sustituto. La restante nminade personal estaba compuesta por dos capellanes y la atencin de 22 monjas de la Ordende las Hijas de la Caridad, con una hermana superiora al frente, que eran las encargadas deasistir a los enfermos. A todo ello se aada el arquitecto director de obras, Juan JosHervs, contratado por la Junta Directiva porque el edificio que albergaba el Hospital deSan Juan de Dios se encontraba en reconstruccin durante 1889 y sta iba a continuardurante al menos dos aos ms, siempre que hubiera presupuesto suficiente para ello.

    La atencin a los enfermos ms necesitados econmicamente estaba a cargo dela Junta Directiva del Real Hospicio de San Jos, que se encontraba bajo la proteccin delGobernador General de Filipinas, con lo que se aseguraba que su atencin sanitaria irams all de la misericordia hacia los pobres. El presidente en 1890 era el tambin presi-dente de la Real Audiencia, Julin de la Cantera, que tena a su lado como vicepresidenteal propio Arzobispo de Manila, Eugenio Netter. De este modo, como se ha repetido enanteriores ocasiones, lo militar, civil y eclesistico vuelven a caminar juntos al mando delas instituciones espaolas en Filipinas. Sin embargo, un hecho resulta relevante, y es queen la mayora de los casos se acenta la importancia de lo militar en primer lugar, seguidode lo civil y lo eclesistico, en el tercer escalafn, o en ocasiones compartido con el segun-do. El resto de la Junta Directiva estaba constituida por nueve vocales, de los que dos eranregidores del Ayuntamiento de Manila. A ellos se sumaba otro cargo, el de secretario con-tador.

    Mientras la Junta Directiva del Real Hospicio de San Jos se reparta el poderrepresentativo, el poder prctico lo ostentaba el personal del establecimiento. ste estabaconstituido por su director, Hiplito Fernndez, al que seguan el capelln, el mdico, elpracticante, el maestro de escuela y trece hermanas de la Orden de las Hijas de la Caridad,presentes en este establecimiento desde el 1 de junio de 1865.

    Sin embargo, a esta atencin sanitaria se una otra dirigida slo a los pobres,como la dispensada por los padres franciscanos a travs del Hospital de San Lzaro, queatenda a 167 enfermos, de los que 109 eran varones y 58 mujeres. En este establecimientola precariedad de medios era manifiesta, pues el mximo rango sanitario estaba represen-tado por un enfermero, mientras una junta directiva franciscana diriga el establecimiento,con un director y administrador al frente, al que seguan un capelln y un procurador.

    Otro de estos ejemplos exista en el Puerto de Cavite, donde una Junta Inspecto-ra, presidida por el cura prroco de esta localidad, gobernaba un destartalado hospital,conocido como de San Jos de Cavite, y en el que eran atendidos, con la ayuda de ochohermanas de las Hijas de la Caridad, todos aquellos que lo solicitaban, con frecuencia

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    marineros, algunos de ellos espaoles, o de cualquiera de las nacionalidades con represen-tacin diplomtica en Filipinas,41 que eran afectados por cualquiera de las numerosas en-fermedades tropicales42 que azotaban a aquellos territorios.

    Asimismo, existan otros centros hospitalarios en Filipinas, como el Hospital Mi-litar de Manila, bajo gobierno del Ejrcito y donde slo se permita, desde el 21 de abril de1862, el acceso de veinte hermanas de la Orden de las Hijas de la Caridad; al igual que enel Hospital de Marina de Caacao, donde las ocho hermanas de La Caridad se habaninstalado desde el 8 de septiembre de 1876.

    Un punto escasamente estudiado era el Observatorio Meteorolgico de Manila,desde donde Espaa intentaba investigar, con escasos medios pblicos y privados, ladevastadora presencia de los ciclones tropicales que asolaban las Islas Filipinas, produ-ciendo importantes prdidas en las explotaciones agrarias y las construcciones espaolas.A todo ello se unan las numerosas enfermedades que se desataban en las pocas del monzn.A pesar de la importancia de este observatorio slo existe una referencia para esta poca43y es para 1893, tres aos despus del ao analizado en el presente trabajo. Los datos, enforma de memoria experimental, fueron presentados por los padres Federico Faura y JosAlgu en la Exposicin Colombina de Chicago de 1893. Su publicacin, con 116 pginas,se produjo en 1894 e inclua solamente un grabado.

    La incomprensin administrativa espaola hacia el indgena

    La Administracin espaola en Filipinas no tuvo siempre en cuenta las caracte-rsticas de los indgenas de estas islas, pues slo la Iglesia se adapt mejor, aunque seconstatan numerosos casos de incomprensin. Un aspecto de esta relacin la estudi par-cialmente Luis ngel Snchez Gmez,44 en su tesis doctoral Las principalas indgenas yla administracin espaola en Filipinas. Otra visin diferenciada la muestra David R.Sturtevant45 en su estudio sobre las rebeliones populares en Filipinas entre los aos 1840 y1940, pues se enlazan problemas similares de sometimiento colonial en los perodos dedominio espaol y norteamericano. Esta situacin se perpetu a pesar de la aparente pre-sentacin que algunos problemas de Filipinas tuvieron en el Poder Legislativo espaol, talcomo viene reflejado en algunos pocos documentos oficiales, como los referentes a lalegislatura de 188546 o la Ley hipotecaria que Espaa realiz para los territorios de Cuba,Puerto Rico y Filipinas.47 Otros estudios, como el de Julia Celdrn Ruano,48 analizan lasinstituciones hispanofilipinas durante el siglo XIX y llegan a conclusiones similares.

    La marginalidad econmica que Filipinas supona para Espaa en 1890 tieneexcepciones como la Compaa General de Tabacos de Filipinas.49 Una referencia quepodra aportar informacin importante la contiene los fondos bibliogrficos que sobreestas islas posee la citada compaa en Barcelona. Lo curioso del caso es que la nicamuestra archivstica publicada al respecto se encuentra en Manila (Filipinas). La realizWenceslao Emilio Retana y Gamboa en 1964.50

    La precaria administracin educativa en la colonia de Filipinas

    La Gua Oficial de Filipinas de 1890 contabilizaba 4.204 alumnos en los nivelesuniversitario, secundario y escuelas privadas. De stos, 670 estaban en las facultades de la

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    Real y Pontificia Universidad de Santo Toms de Manila, otros 55 en las escuelas depracticantes de medicina, farmacia y matronas. Los Colegios de Santo Toms y San Juande Letrn, de segunda enseanza, impartan estudio para 1.694 alumnos; a los que sesumaban los 1.409 estudiantes que se encontraban en las escuelas privadas de Manila yprovincias. A esta lista hay que aadir los 376 alumnos del Ateneo Municipal.

    Estudios universitarios

    La Real y Pontificia Universidad de Santo Toms de Manila era la mxima insti-tucin acadmica en Filipinas, a pesar de que en las islas exista una baja castellanizacin.En este sentido, el aprendizaje de este idioma se hizo obligatorio en agosto de 1860, bajoel mandato del gobernador general interino Juan de Herrera.51 La Universidad de Manilaposea en el ao 1890 la nada despreciable cifra de 36 catedrticos de facultad, 670 alum-nos52 en sus facultades y notariado y 63 alumnos53 en las escuelas de practicantes de medi-cina, farmacia y matronas. De este modo, este centro universitario imparta los estudios deTeologa y Derecho Cannico, Jurisprudencia, Notariado, Medicina, Farmacia, Practican-tes de Medicina,54 Practicantes de Farmacia55 y Matronas.56 Asimismo, en 1889 habanobtenido distintos grados un total de tres doctores57 y 45 licenciados;58 a los que haba quesumar los tres estudiantes que lograron la aptitud para el ejercicio de la fe pblica, losnueve cirujanos ministrante, siete practicantes de farmacia y una matrona.

    El rector de la Real y Pontificia Universidad de Santo Toms de Manila era eldoctor Gregorio Echevarra, y el vicerrector era el doctor Genaro Buitrago. Ambos eranfrailes, respondiendo con ello al carcter eclesistico originario de este establecimientouniversitario. El secretario general de la universidad era un laico, el licenciado Blas C.Alcuaz. Esta caracterstica se repeta entre el profesorado, donde exista una cierta paridadentre frailes y laicos. A esto hay que aadir que las facultades tenan nueve profesoressustitutos,59 dado que no estaban ocupadas las plazas de las asignaturas que impartan.

    El acceso a la universidad a las clases ms pobres estaba restringido a una mino-ra que representaba una especie de cupo de caridad de la Iglesia en la fase previa desegunda enseanza. Una caracterstica que no slo se daba en Filipinas, pues en 1890Espaa, la metrpoli colonial, estaba sumida en el analfabetismo y el dominio caciquil delcampo. Por ello, hubiera sido extrao que un territorio de ultramar tan lejano como Filipi-nas hubiera gozado del entonces privilegio de la educacin, cuando no contaba con nin-gn otro.

    Estudios secundarios y de aplicacin

    El Colegio de Santo Toms, dedicado a la segunda enseanza, estaba dirigidopor un fraile e imparta adems estudios de aplicacin, lo que equivaldra en la actualidada una formacin profesional. Las aulas del Santo Toms tenan a 1.128 alumnos estudian-do las denominadas enseanzas de aplicacin. stas estaban divididas en distintas mate-rias que deban formar a esta minora de la poblacin en profesiones especializadas yminoritarias en una sociedad eminentemente agraria y ruralizada. Las especializacioneseran en: mecnica industrial, aritmtica mercantil, tenedura de libros con prctica de con-tabilidad, correspondencia y operaciones mercantiles, economa poltica, legislacin mer-

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    cantil e industrial, geografa y estadstica comercial, agricultura terico-prctica,topografa, lengua francesa, legua inglesa y dibujo lineal, topografa de adorno y defigura.

    El segundo colegio en importancia, dedicado a la segunda enseanza, era el deSan Juan de Letrn, cuyo rector presidente, como era casi norma, era un fraile. La totali-dad de los profesores eran eclesisticos, de los que dos ostentaban el rectorado yvicerrectorado, mientras otros siete impartan la segunda enseanza. Dos frailes comple-taban la instruccin en el nivel de primaria y otro actuaba como procurador. Este equipodocente imparta la educacin a 556 alumnos de diversas condiciones, pues 158 de ellosestaban internos en el colegio60 (tres de ellos pertenecan al Colegio de San Jos).61 Preci-samente para este grupo se haba creado una academia de msica y se programaban activi-dades de gimnasia.

    La Gua Oficial de Filipinas de 1890 especifica que hay adems diez y nueveescuelas privadas regentadas por profesores examinados en esta Universidad, que expli-can los dos primeros cursos de segunda enseanza, y slo cinco las del tercer ao que sonintramuros con los arrabales de Santa Cruz, Binondo, Quiapo y Ermita.62 El texto conti-na especificando que distribuidos en varias provincias y competentemente autorizados,explican los dos primeros aos de segunda enseanza treinta y tres profesores particula-res, y seis estn autorizados para explicar el tercer ao de la misma.

    Con estos datos, el nmero total de profesores dependientes de una forma u otrade los colegios de Santo Toms y San Juan de Letrn ascenda a 64.63 La mayora de ellos,52, ejerca su profesin a ttulo particular. Es de suponer que sus alumnos seran indgenaso algn espaol que resida en las afueras de Manila o en cualquiera de sus provincias. Elcarcter de clases particulares permite suponer que la educacin estara restringida a lasminoras ms poderosas que de este modo buscaban para sus hijos la puerta de entrada a launiversidad.

    Estudios para mujeres

    Las mujeres no accedan a los mismos colegios que los varones, por lo que paraellas se haba creado el Real Colegio de Santa Isabel, tutelado por las hermanas de laCompaa de las Hijas de la Caridad. La estructura estaba encabezada por una superiora,a la que segua la encargada de la clase preparatoria, la clase elemental y las dos de la clasesuperior, equivalentes a los distintos niveles educativos exclusivos para las mujeres. Eneste colegio se educaban 164 mujeres, de las que 45 eran colegialas de beca del SantaIsabel, mientras otras 30 lo eran del Colegio de Santa Potenciana. Asimismo, 40 estudian-tes eran internas de pago y otras 40 medias internas y externas. A todas las alumnas se lasenseaba en distintas actividades encaminadas para la correcta formacin femenina de lapoca. Los bordados y labores finas, flores y costuras, corte y confeccin de trajes, msicay canto, francs e italiano y el dibujo y la pintura conformaban el abanico de asignaturas.

    La prctica totalidad de las alumnas eran hijas de espaoles, a las que se lesprocuraba una educacin similar a la que recibiran en su territorio de origen. Los funcio-narios espaoles, muy dados a actividades de corrupcin, intentaban impedir que sus mu-

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    jeres se mezclaran con la sociedad filipina. La mayora tena la esperanza de volver prontoa Espaa una vez que lograran reunir el suficiente dinero y riquezas para tomar una nuevaposicin social. Los que tenan destino en las provincias ms alejadas procuraban que sushijas permanecieran internas en el Real Colegio de Santa Isabel.

    Sin embargo, el de Santa Isabel no era el nico colegio femenino en Filipinas,sino que la Compaa de las Hijas de la Caridad impartan docencia en otros seis estable-cimientos. Entre ellos destaca la antigua Escuela Municipal de Manila, que el 16 de marzode 1864 perdi este carcter y pas a depender de las hermanas de esta Orden. Tambin elColegio de la Inmaculada Concepcin, donde reciban clases 255 jvenes.64 De ellas, 230estaban internas, pero slo 40 lo eran por gracia, es decir, que la caridad era muy limita-da y el colegio tena una finalidad casi exclusiva de educacin de quienes podan pagar losestudios de sus hijas. En este sentido, 158 de las internas estaban bajo paga entera y otras32 de media paga. El resto estaba formado por una minora de 25 jvenes que acudan alcolegio como externas.

    Otras situacin mostraba el Asilo de San Vicente de Pal,65 donde una gran partede las nias eran pobres y superaban en nmero a las que haba dispuesto la donadora deledificio y la obra. Con ello, 124 jvenes acudan a sus aulas, de las que 71 eran de pago, opensionistas, y 53 lo eran por su pobreza. El Colegio de Santa Isabel de Nueva Cceres,fundado en abril de 1868, imparta docencia a 246 alumnas, de las que 90 eran colegialas,25 normalistas y 130 externas. El ltimo de los colegios era el de San Jos de Jaro, trasla-dado a esta localidad el 19 de julio de 1879 desde Iloilo, donde se haba fundado en abrilde 1872. Este colegio albergaba a 65 internas y ampliaba su enseanza a otras 200 alum-nas externas.

    Breve visin sobre los estudios en seminarios

    La Iglesia espaola tena cuatro seminarios a lo largo del archipilago filipino(Manila, Nueva Cceres, Ceb y Jaro), donde imparta enseanza de distintos niveles a1.793 estudiantes. De ellos, slo 493 eran internos y el resto acudan a diario a los semina-rios. Asimismo, llamaba la atencin, por lo poco frecuente, que en varios de estos centrosimpartieran docencia profesores indgenas. Esto no ocurra en la centralista Manila, peros en seminarios como el de Ceb, donde de los tres profesores filipinos existentes, dosenseaban latn y un tercero, instruccin primaria; la misma circunstancia se repeta enJaro, donde cuatro profesores indgenas estaban desempeando su docencia. De ellos, doslo hacan como encargados del primer y segundo ao de latn y otros dos, para la primeraenseanza.

    Anexo. Los fracasados intentos de explotacin forestal en Filipinas

    La Revista de Montes publicaba en 189166 un extenso artculo sobre el ServicioForestal en las Islas Filipinas, donde se incida en la necesidad de explotar los recursosforestales de las islas de forma consciente y evitando una intensificacin que hiciera peli-grar la superficie boscosa; pero donde se adverta de forma especial la precariedad de

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    medios con que contaba este servicio. Esta situacin, segn se denunciaba, haca imposi-ble la normal explotacin de la riqueza forestal:

    La superficie forestal de las Islas Filipinas se calcula en 19.478.915 hectreas;restando de esta cantidad 10 millones que se encuentran ocupadas por los morosy tribus independientes, resultan en poder del Estado unos 9 millones de hect-reas. La administracin de tan vastsima superficie se encuentra actualmente acargo de 6 ingenieros de montes y 56 ayudantes. Si a esto se aade que las ventasy composicin de los terrenos recaen tambin sobre el mismo personal, resultaindudable que, por muchos que sean los sacrificios que ste haga, tienen queestar desatendidos muchos servicios por la escasez de aqul. En el corto nmerode aos que hace est implantado el servicio forestal en Filipinas ha habido au-mento y disminucin del personal; estas alternativas han sido seguidas por losingresos de maderas cortas y por la venta y composicin de terrenos; cuando seha aumentado el personal, como sucedi en 1881, han aumentado los ingresos,continuando sta en los aos siguientes hasta el 1884-85, en que se suprimieronvarias plazas de Ingenieros, supresin que se tradujo al ao siguiente en una bajade ms de 40.000 pesos, baja que aument en 1886-87 en ms de 70.000, conrelacin al ao anterior, o sea en unos 110.000 comparada con el 1884-85. Lascifras anteriores demuestran palpablemente que el aumento de personal en laAdministracin forestal del Archipilago filipino es indispensable para su buenamarcha, y que lejos de gravar el presupuesto de aquellas islas, le mejoran, segndemuestran las anteriores cifras.

    El artculo de la Revista de Montes, firmado por Juan Herreros, recomendaba elaumento paulatino del personal, para impedir que aumentase mucho el presupuesto en losprimeros aos. Esta circunstancia era imprescindible para la catalogacin de los montesfilipinos, algo que Espaa, en un ejercicio de nuevo olvido, nunca haba llevado a cabo.En cambio, la situacin de explotacin forestal en Filipinas estaba caracterizada por lalibre explotacin y las estadsticas espaolas, como en otras muchas cuestiones, descono-can el alcance econmico real. La Revista de Montes public en 188867 algunas cifras,que deben ser tomadas con la consecuente cautela, pues Espaa no tena suficiente perso-nal para controlar la explotacin de este recurso:

    Sin comentario de ninguna clase, y slo con el fin de hacer resaltar por medio decifras la gran importancia comercial del abac, para que de ella se infiera el vastocampo que ofrece a la agricultura y a la industria, se presentan aqu los siguientesdatos.

    Los datos aportados en este artculo de la Revista de Montes expresaban que en1818 las exportaciones de Filipinas eran de 41 toneladas mtricas, cifra que, segn estaestadstica, aument en 1825 hasta las 276 toneladas mtricas. Esta evolucin seguir con7.807 Tm mtricas (1850), 31.210 Tm (1864), 39.554 Tm (1872), 54.969 Tm (1881),53.331 Tm (1885) y 73.844 Tm (1887).

    A esta estadstica sigue otra que hace referencia a las exportaciones de todo tipode materiales y recursos. La Revista de Montes valora las exportaciones de toda clase de

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    productos para el ao 1887 en 25.254.140 pesos, de los que el abac ocupara el 42 porciento del total: Abac (10.634.935 pesos), azcar (7.995.726 pesos), caf (2.093.518 pe-sos), tabaco (2.024.767 pesos) y ail, maderas tintreas, arroz, ... (2.5.5.194). Este artculode la revista especializada pona especial nfasis en el control extranjero de la produccinfilipina, con especial atencin a Inglaterra y Estados Unidos, pero sin dejar de lado elcreciente comercio con las posesiones inglesas y francesas en Asia y el Pacfico:

    Estas cifras dicen mucho ms de lo que a nuestro orgullo nacional conviniera,porque, no mengua, pero si pena profunda es la que produce su examen al consi-derar que casi todo el abac en rama que se cosecha en aquel Archipilago va alos Estados Unidos y a Inglaterra para ser elaborado, cuando, para bien general yaumento de la riqueza patria, debera sufrir esta transformacin en las fbricasfilipinas y peninsulares.

    Qu causas se oponen a ello? Estudiarlas y proponer el remedio, he aqu unagrande y noble empresa para los economistas y para los gobiernos espaoles, queatiendan como deben al bienestar general y al engrandecimiento del pas.68

    La preocupacin por la explotacin del abac continu llenando lneas en la Re-vista de Montes, pues en diciembre de 188869 continuaba con este tema. Manuel Elizaldefirmaba el 20 de noviembre de aquel ao en Burgos su artculo, donde en un alarde depesimismo consecuente escribi:

    El Sr. Cano, que conoca la importancia del asunto, como la conocen pocos des-graciadamente en Espaa, confi que le sera fcil conseguir del Ministerio deUltramar el traer peridicamente en varios correos las plantas que yo peda paradedicarme a tales estudios, y lleg a persuadirme de tan buenas y lgicas espe-ranzas, las cuales no se realizaron, sin duda por la fatalidad que preside a todo loque refiere al fomento de nuestras colonias.70

    NOTAS

    1 Durante los siglos XVII y XVIII el Arzobispo de Manila era legalmente el gobernador general, con loque poder religioso y poltico se aunaban en Filipinas. Slo a lo largo del siglo XIX la Iglesia comenz aretroceder en su poder, dado que las autoridades civiles y grandes propietarios, tanto espaoles comoautctonos, aumentaban su nivel de influencia, al mismo tiempo que creca el comercio.

    2 Gua Oficial de Filipinas 1890. Editada por la tipo-litografa Chofr y Compaa. Manila 1890. Pgina57. Localizacin: Coleccin privada.

    3 Valeriano Weyler, nacido en 1838 en Palma de Mallorca (Islas Baleares), ascendi en 1875 a tenientegeneral, lo que le llev a su primer destino como capitn general de Canarias. Durante su perodo demandato, 1875-1883, residi en la isla de Tenerife (Canarias). La especial representatividad legislativaespaola le confiri entonces su primera presencia en el Senado. Precisamente fue nombrado senadorvitalicio en 1898. Gracia a esta especial relacin con Canarias la Corona Espaola le otorg el ttulo

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    personal y no hereditario de Marqus de Tenerife.4 La concentracin del poder militar y poltico en la figura del Gobernador General acentuaba el carcter

    colonial que Espaa quera darle a Filipinas, frustrando con ello las aspiraciones de una emergente claseterrateniente y comercial autctona, e incluso la de algunos pocos espaoles.

    5 La Administracin liberal espaola dict en 1889 un real decreto en el que acentuaba y afirmaba lacondicin colonial de Filipinas respecto a la Corona de Espaa.

    6 HIDALGO NUCHERA, Patricio: Las polmicas iglesia-estado en las Filipinas: la posicin de la iglesiaante la cobranza de los tributos en las encomiendas sin doctrina y las restituciones a fines del siglo XVI.Editado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Crdoba (Espaa). Crdoba ,1993

    7 Historia de la Iglesia en Hispanoamrica y Filipinas: (siglos XV-XIX), dirigida por Pedro Borges. Biblio-teca de Autores Cristianos. Madrid, 1992. 2 volmenes.

    8 GUTIRREZ, Lucio: Historia de la Iglesia en Filipinas (1565-1900). Editado por Mapfre en su Colec-cin Iglesia Catlica en el Nuevo Mundo (nmero 4). Madrid, 1992.

    9 ESPEJO ARACIL, Ricardo: Evolucin Jurdico-Poltica de Filipinas. Granada: Facultad de Derecho.Universidad (Tesis doctoral), 1974.

    10 SCHUMACHER, John N.: Revolutionary clergy: the Filipino clergy and the nationalist movement, 1850-1903. Publicado por Ateneo de Manila University Press. Quezon City, Metro Manila, 1981.

    11 El Ttulo XIII de la Constitucin de la Monarqua Espaola de 30 de junio de 1876 expresaba: Art. 89. Las provincias de Ultramar sern gobernadas por leyes especiales; pero el gobierno queda auto-

    rizado para aplicar a las mismas, con las modificaciones que juzgue convenientes y dando cuenta a lasCortes, las leyes promulgadas o que se promulguen para la Pennsula.

    Cuba y Puerto Rico sern representadas en las Cortes del Reino en la forma que determine una ley espe-cial que podr ser diversa para cada una de las dos provincias.

    Artculo transitorio.- El gobierno determinar cundo y en qu forma sern elegidos los representantes aCortes de la isla de Cuba.

    12 Las Fuerzas Armadas Espaolas. Historia Institucional y Social. Vol. IV. Dirigida por Mario HernndezSnchez-Barba y Miguel Alonso Baquer. Ed. Alhambra. Madrid 1987. Pgina 120.

    13 Este centralismo no es nuevo, sino que se acenta a partir de 1889. Una muestra de esta tradicin vienedetallada en: A Collection of Laws from Spain Which Governed the City of Manila, 1574-1832. Manila:National Archives, 1971. La base para esta recopilacin se realiz a partir del Cedulario de Manila.

    14 Retribuidos: Estanislao de Antonio, Rafael del Val, Jos Rocha, Jos Muoz, Joaqun Santa Marina, LuisRicardo de Elizalde, Matas Saenz de Vizmanos y Jos Clavet y Casal (electo).- De la Seccin de Hacienda: Manuel Asensi, Ignacio de Icaza, Manuel Marzano, Francisco Torronteguiy Manuel Ordez. Exista una plaza vacante en 1890.

    15 Filipinas fue, hasta su independencia de Espaa en 1898, un territorio poco espaolizado, pues en 1864slo residan en las islas 4.050 espaoles. De ellos, la inmensa mayora eran funcionarios 3.280-, mien-tras que el segundo puesto lo ocupaban los clrigos 500-. Las otras minoras estaban constituidas por 70comerciantes y 200 propietarios.

    16 El marco constitucional de la Justicia, a pesar de ser un territorio colonial donde se aplicaba de formadistinta para los espaoles y los indgenas, se rega por el Ttulo IX artculos del 74 al 81- de la Consti-tucin de la Monarqua Espaola de 30 de junio de 1876.

    17 Composicin en 1890:

    - Secretario jefe de administracin de 1 clase, Antonio Monroy y Ruiz.- 2 jefe de Negociado de 1 clase, Luis Sein Echaluce.- 2 jefe de Negociado de 3 clase, Jos Martos ONeale.

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    - Oficiales: Rafael Cascarosa, Mariano Sigler y Jos del Castillo (un cuarto puesto de oficial permanecavacante).- Oficiales Intrpretes de idiomas europeos: Ramn Blanco, Manuel Giner, Ciriaco Espejo y Luis Rodn(El puesto de un oficial 4 permaneca vacante).

    18 Composicin en 1890:

    - Jefe, Antonio Crdoba.

    - Oficiales: Luis Martnez Ugarte y Afonso Garca Salv.19 Composicin en 1890:

    - Jefe, Luis Sein Echaluce, que adems desempeaba el cargo de segundo jefe de Negociado de la Secre-tara General del Gobierno General.

    20 Composicin en 1890:

    - Presidente: Fiscal de S.M.

    - Vocales: Eugenio Netter, Joaqun Santa Marina, Federico Casademunt, Joaqun Vidal y Antonio deSantisteban (vocal secretario).- Censor de la prensa peridica: Antonio de Santisteban y Moreno.

    21 Gua Oficial de Filipinas 1890 (Pp. 54-55): El intendente general de Hacienda en febrero de 1885 eraSegundo Gonzlez Luna, que permaneci en su cargo de forma interina hasta el 10 de marzo de 1886,cuando ante la imposibilidad de ocupar este puesto, se decide que lo ocupe de forma definitiva. Estasituacin se prolong hasta el 17 de septiembre de 1888, cuando el cargo es de nuevo ocupado por uninterino, Luis Valledor. A este intendente le sustituye, el 24 de mayo de 1889, otro interino (Estanislao deAntonio), que ces el 4 de junio de 1889, tras la toma de posesin de Enrique Fernndez del Peral.

    22 Una visin sobre la Administracin espaola en Filipinas en siglos anteriores aporta datos muy impor-tantes para el anlisis de 1890 hasta 1898. Por ello la publicacin que se resea tiene gran importancia:

    Catlogo de los documentos relativos a las Islas Filipinas existentes en el Archivo de Indias de Sevilla.Barcelona: [Imprenta de la Viuda de L. Tasso, 1925]. Localizacin: una copia de este catlogo se encuen-tra en el Archivo General de Indias.

    23 Gobernadores civiles en Filipinas en 1890 (Gua Oficial de Filipinas 1890. Manila, 1890. Pp 63-66):Mariano Galiana Albaladejo (Albay), Jos Garcs de Marcilla (Batangas), Miguel Torija (Bulacan),ngel Alcal Menezo (Bataan), Arturo Fonvielle (Cagayan), Antonio Rodrguez Batista (Camarines Norte),Rafael de Sierra (Camarines Sur), Juan Mompeon (Laguna), Juan Crisstomo Gmez (Mndoro), Josdel Perojo y Figueras (Manila), Aurelio Ferrer y Dragas (Nueva cija), Timoteo Caula y Abad (NuevaVizcaya), Luis de la Torre Villanueva (Pampanga), Mariano Menndez Valds (Pangasinan), Jos deRojas y Gonzlez (Tayabas), Antonio Bonafs (Ilocos Sur), Manuel Sastrn y Piol (Ilocos Norte), Ra-fael Martnez de Tejada (Isabela) y Eduardo Carvajal (Zambales).

    24 Secretarios de gobiernos civiles en Filipinas (Gua Oficial de Filipinas 1890. Pp 63-66): Juan Antonio Camacho (Albay), Jos Garcs de Solrzano (Batangas), Jos Viudes y Girn (Bulacan),

    Ramn Giner (Bataan), Csar Saavedra (Cagayan), Cayetano Castrilln (Camarines Norte), AntonioVzquez (Camarines Sur), Ramn Vargas (Laguna), Manuel Aristizbal (Mndoro), Joaqun M. De Valdivia(Manila), Balbino Cotter y Cotter (Nueva cija), Antonio Blanca (Nueva Vizcaya), Manuel Cojo Varela(Pampanga), Alejandro G. Martn tena licencia en la Pennsula- (Pangasinan), Pedro Arranz (Tayabas),Ricardo Solier (Ilocos Sur), Joaqun de la Matta (Ilocos Norte), Jos Gonzlez (Isabela) y Enrique GarcaHidalgo (Zambales).

    25 Gobernadores y secretarios en los gobiernos poltico-militares en Filipinas (Gua Oficial de Filipinas1890. Pp 67-70):

    Enrique Garca Dacal (Abra), Antonio Montuno (Antique), Adolfo Martnez Baos (Bohol) Juan de laConcha (Balabac), Federico Lpez Fuentes (Batanes), Jos Padrin e Hiplito Blanco Pablos (secreta-rio) (Basilan), Cayetano Vzquez y Mas y Ramn Caballero (secretario) (Cavite), Francisco Loo e

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    Isidro Quadras y Cubero (secretario electo) (Ceb), Basilio Lpez Laplana (Calamianes), Silverio MoloLasarte (Cpiz), Federico Reboul (Corregidor), Federico Novella y Roig y Aniceto Arceo y Gonzlez(secretario) (Cottabato), Domingo Gijn y Jos Mara del Campo (secretario) (Dvao), Miguel RodrguezBlanco y Adolfo Hermida (secretario) (Iloilo), Juan Arolas Esplugues y Gabriel Rulla (secretario) (Jol),Luis Prats Bandraguen (Leyte), Joaqun Vara de Rey (Marianas), Jos Togores e Ignacio Maj (secreta-rio) (Misamis), Carlos Delgado y Jos Gngora (secretario) (Paragua), Maximino Lillo y Garca y JuanGonzlez Muiz (secretario) (Surigao), Germn Quiles Anguera (Samar), Antonio Esteban Monferrer(Tarlac), Cruz Gonzlez Iragorri (Unin), Ricardo Navarro y Norberto Gallego (Zamboanga), Jos WarletaMora y Urbano lvarez (secretario) (Carolinas Occidentales), Luis Cadarso y Rey y Pablo Arcanio (se-cretario) (Carolinas Orientales), Joaqun Tavira Acosta (Costa Oriental de Negros) y Camilo Lasala (Cos-ta Occidental de Negros).

    26 Abra, Antique, Bohol, Balabac, Batanes, Calamianes, Cpiz, Corregidor, Leyte, Marianas, Samar, Tarlac,Unin, Costa Oriental de Negros y Costa Occidental de Negros.

    27 Comandantes poltico-militares en 1890 sigue el orden alfabtico del texto principal- (Gua Oficial deFilipinas. Pgina 70):

    Miguel Merino, Juan Aranas Quetglas, Manuel Francia, Juan Alfaro, Antonio Pacheco, Casimiro PrezDvila, Jos Ramrez de Alba, Blas Prez, Jos Moragues, Francisco Carb, Francisco Puig, FernandoArcoba, Antonio Zegr Moreno, Juan Fernndez Garca, Antonio Carpintier, Rafael de lvarez, LuisBeltrn, Jos Pardo y Carlos Tornel.

    28Las Comunicaciones entre Europa y Amrica: 1500-1993. Actas del I Congreso Internacional de Co-municaciones. Editado por la Secretara General de Comunicaciones del Ministerio de Obras Pblicas,Transportes y Medio Ambiente. BAHAMONDE MAGRO, ngel: El Estado y las comunicaciones pos-tales en Espaa (1834-1936); pp 133-146. ARCARONS RUA, Melcior: Empresa privada y condicionantespolticos en las comunicaciones telegrficas intercontinentales espaolas, 1855-1895. (Anexionismo,iberismo y colonialismo); pp 157-178. CAYUELA FERNNDEZ, Jos G.: El sistema colonial de comu-nicaciones en la Espaa del siglo XIX, pp 261-276. HERNNDEZ SANDOICA, Elena: La CompaaTrasatlntica y las comunicaciones martimas entre Espaa y sus colonias en el siglo XIX; pp 299-312.Madrid, 1995.

    29 Gua Oficial de Filipinas 1890. Manila, 1890. Pgina 71.30

    Comandantes militares en 1890 sigue el orden de las comandancias del texto principal- (Gua Oficialde Filipinas, pgina 71):

    Jos Monte Gandolfo, Joaqun de la Vega, Santos Velasco, Jacobo Marina, Jos Coronado y RamnCastro Vias.

    31 Presidio de Manila (Gua Oficial de Filipinas 1890. Pgina 71): Capitn graduado teniente de infantera,Manuel Carnerero Pastor (Ayudante), Mariano Garca del Rey (Mdico) y Camilo del Rosario (Cape-lln).

    32 Gua Oficial de Filipinas 1890. Manila, 1890. Pgina 71.33 La referencia se refiere a una etapa inicial de Valeriano Weyler Nicolau en Filipinas, donde dej entrever

    su particular visin de administracin y sometimiento de un territorio colonial. El episodio ms demos-trativo lo protagoniz en 1891, cuando organiz una expedicin a Mindanao y otras islas, situadas ms alsur y dominadas por los musulmanes. El resultado fue un fracaso de graves consecuencias para el futurocolonial espaol de este territorio asitico. El hecho supuso un punto de inflexin para el deterioradodominio y prestigio de Espaa, del que nunca ms se volvi a recuperar.

    34 GNOVA E ITURBE, Jos: Los prisioneros: memoria de la comisin desempeada en el campo filipino.[S.l.: s.n., 1900] (Madrid : Tip. De G. Juste). Localizacin: Biblioteca Nacional Madrid-

    35 Las transacciones con Espaa slo representaban el 1,9 por ciento del total del comercio exterior deFilipinas, pues la Corona de Espaa gastaba presupuesto en mantener militares y funcionarios, mientrasbritnicos, norteamericanos, chinos, japoneses e incluso alemanes se compartan sin apenas esfuerzo el98,1 por ciento restante de este creciente comercio.

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    36 Gua Oficial de Filipinas 1890. Manila, 1890. Pgina 59.37 Gua Oficial de Filipinas 1890. Manila, 1890. Pgina 61.38

    Vocales en la Junta Administradora de la Real Casa de la Misericordia (Gua Oficial de Filipinas 1890.Pgina 177): Luis R. De Elizalde, Len de Alax, Manuel Marzano, Severino Alberto, Manuel L. Gamundiy Rafael Soriano.

    39 Gua de Filipinas 1890. Manila 1890. Pp 181-182.40 La Hacienda de Buenavista, de la que obtena sus fondos el Hospital de San Juan de Dios, estaba situada

    en la provincia del Bulacn. Sobre su situacin se introdujo una aclaracin en la Gua Oficial de Filipinas1890 (pp 183-184):El Sr. Vocal D. Manuel Marzano, tiene pendiente de resolucin Superior la renuncia de dicho cargo. Elmdico Sr. Irastorza nombrado recientemente 3 de planta, era el que serva por sustitucin la plaza delSr. Martn durante su licencia y el Arquitecto seor Hervs sirve gratuitamente la plaza de Director deobras del Hospital y sus fincas, por haber renunciado a favor del Establecimiento la gratificacin quetena asignada interinamente hasta que las obras de la reedificacin no vuelvan a emprenderse.

    41 En Filipinas estaban destacados cnsules y vicecnsules de muchos pases (Gua Oficial de Filipinas1890. Pp 74-77): Alemania (Manila, Tanduay, Iloilo, y Ceb), Austria (Manila), Blgica (Manila), Brasil(Manila), Dinamarca (Manila y Ceb), Estados Unidos (Manila, Ceb e Iloilo), Francia (Manila), GranBretaa (Manila, Ceb e Iloilo), Guatemala (Manila), Chile (Manila), Italia (Manila e Iloilo), Japn(Manila), Liberia y Ecuador (Manila), Mxico (Manila), Pases Bajos (Manila), Portugal (Manila e Iloilo),Rusia (Manila), Suecia y Noruega (Manila), Confederacin Suiza (Manila) y Venezuela (Ceb).

    42 En la bibliografa que trata sobre Filipinas, as como la exploracin y navegacin por sus aguas se descri-be en la mayora de las ocasiones las enfermedades padecidas por los marineros, que moran en la mayo-ra de las ocasiones por no encontrar un establecimiento sanitario. Algunos ejemplos los podemos encon-trar en ttulos como:

    - Estudios sobre Filipinas y las islas del Pacfico / Coordinado por Florentino Rodao Garca; prlogo deManuel Alvar. Editado por la Asociacin Espaola de Estudios del Pacfico, D.L. Madrid, 1989.

    O en una publicacin ms clsica como:

    - PALACIOS, Julio: Filipinas, orgullo de Espaa: un viaje por las islas de la Malasia. Editado por C.Bermejo. Madrid, 1935.

    43 FAURA, Federico: La meteorologa en la Exposicin Colombina de Chicago (1893); Memoria del Ob-servatorio Meteorolgico de Manila. Barcelona: [s.n.], 1894.

    44 SNCHEZ GMEZ, Luis ngel: Las principalas indgenas y la administracin espaola en Filipinas.Editorial de la Universidad Complutense (Espaa). Madrid, 1991.

    45 STURTEVANT, David R.: Popular uprising in the Philippines, 1840-1940. Cornell University Press,Ithaca; London, 1976.

    46 Documentos parlamentarios preparados para ser presentados a las Cortes en la legislatura de 1885 Jol yBorneo. Imprenta de Miguel Ginesta. Madrid: [s.n.], 1886. Localizacin: Biblioteca Nacional de Espaa(Madrid)

    47Ley hipotecaria para Cuba, Puerto Rico y Filipinas, anotada y concordada por la Redaccin de laRevista de los Tribunales. Editada por el Centro Editorial de Gngora. Madrid, 1893. Localizacin: Bi-blioteca Nacional.

    48 CELDRN RUANO, Julia: Instituciones hispanofilipinas del siglo XIX. Editado por Mapfre. Madrid,1994.

    49 IZARD, Miquel; Dependencia y colonialismo: La Compaa General de Tabacos de Filipinas. Publica-do en Moneda y Crdito, nmero 130. Septiembre, 1974, pp. 47-89.

    50 RETANA Y GAMBOA, Wenceslao Emilio: Aparato bibliogrfico de la Historia de Filipinas deducidode la coleccin que posee en Barcelona la Compaa General de Tabacos de Dichas Islas. P.B. Ayuda.Manila, 1964.

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    51 Juan de Herrera tena el grado de brigadier de artillera, lo que no impidi que Espaa lo nombraraGobernador general interino de Filipinas el 29 de agosto de 1860, cargo que ostent hasta el 2 de febrerode 1961, cuando fue sustituido por el Teniente general Jos Lemery. Adems, Herrera haba accedido alcargo en sustitucin del mariscal de campo Ramn Solano y Llanderal, que haba obtenido el puesto deforma interina el 12 de enero de 1860, falleciendo el 30 de agosto de 1860 despus de un perodo de gravepadecimiento.

    A pesar de la interinidad de su cargo no olvid resolver algunos importantes problemas, como la obliga-cin de estudiar castellano en las escuelas del archipilago filipino.

    52 Distribucin por facultades (Gua Oficial de Filipinas 1890. Pp 160-168): Teologa y Derecho Cannico

    (106), Jurisprudencia (260), Notariado (25), Medicina (179) y Farmacia (100).53 Distribucin por escuelas universitarias (Gua Oficial de Filipinas 1890. Pp 169): Practicantes de Medi-

    cina (39), Practicantes de Farmacia (11) y Matronas (5).54 Las clases se impartan en el Hospital de San Juan de Dios.55 Las clases se impartan en el Colegio de San Jos, donde se comparta espacio con determinadas asigna-

    turas de la Facultad de Medicina.56 Las clases se impartan en el Colegio de San Jos.57 Grado de doctor en 1889 (Gua Oficial de Filipinas 1890. Pgina 170): Teologa (1), Cnones (1) y

    Filosofa (1).58

    Grado de licenciado en 1889 (Gua Oficial de Filipinas 1890. Pgina 170): Cnones (3), Jurisprudencia(12), Filosofa (0), Medicina (10) y Farmacia (20).

    59 Los profesores sustitutos pertenecan a las facultades de Jurisprudencia y Notariado (el mismo profesor),Medicina (6) y Farmacia (2).

    60 Alumnos internos en el Colegio de San Juan de Letrn (Gua Oficial de Filipinas 1890. Pgina 172):Pupilos-internos (135), hurfanos pobres o agraciados (15), pertenecientes al Colegio de San Jos (3) ycapistas o fmulos (5).

    61 El Colegio de San Jos estaba dirigido en 1890 por el fraile Gregorio Echevarra, el mismo que desempe-aba el cargo de rector de la Real y Pontificia Universidad de Santo Toms de Manila. El administradorde este colegio era un laico, Toms Torres y Perona.

    62 Gua Oficial de Filipinas 1890. Manila 1890, pgina 173.63 De ellos, doce eran catedrticos empleados en la segunda enseanza y estudios de aplicacin en ambos

    colegios, mientras 19 ejercan como profesores particulares en los arrabales de Manila. Por ltimo, otrocolectivo de 33 profesores explicaban en diversas provincias de Filipinas.

    64 Gua Oficial de Filipinas 1890 (Pp. 152-156).65 Gua Oficial de Filipinas 1890 (Pgina 154):

    Est situado en San Fernando de Dilao, en el barrio de Looban. El edificio era propiedad de la Hija de laCaridad Sor Asuncin Ventura, la cual movida de su generoso y piadoso corazn, hizo donacin de l yde algunos terrenos a la Compaa de las Hijas de la Caridad con el caritativo objeto de que se acogieseny educasen en l unas treinta nias pobres. Se admiten en l nias de paga por la mdica pensin de seispesos mensuales.

    66 Revista de Montes. Ao XV. Nmero 356, 15 de noviembre de 1891. Pp 457-459.67 Revista de Montes. Ao XII. Nmero 284, 15 de noviembre de 1888. Pgina 548.68 Revista de Montes. Ao XII. Nmero 284, 15 de noviembre de 1888. Pgina 549.69 Revista de Montes. Ao XII. Nmero 286, 15 de diciembre de 1888. Pp 598-604.70 Revista de Montes. Ao XII. Nmero 286, 15 de diciembre de 1888. Pp 598-599.