adolescencia¿sin dolientes?
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ADOLESCENCIA
¿SIN
DOLIENTES?
¿Cuáles son los problemas de los jóvenes, qué retos
afrontamos y cómo acompañarlo en esta etapa de la
vida? Todo en esta edición especial.
CONTENIDO
Rincón de pensamientos
¿Quién quiere ser joven para
siempre?
Embarazos no deseados,
violencia y drogadicción
Problemas con raíces
comunes
Claves para el futuro
La mente adolescente
Una historia prematura
“Sin libertad volvi a vivir”
El chico malo de las barras
bravas
El crimen que le quitó la
libertad
El arrepentimiento
Los 15 meses y medio de
encierro
Una nueva vida
'Vivir sin drogas es respirar
de verdad'
Soledad, mala co mpañía
Cuerpos en crecimiento
Comiendo en familia
Crecimiento vs. Alimentación
Piel sin la marca “acné”
Que no quede huella
Cambio de rituales
Para que no sea un trauma...
Editorial
Un futuro incierto: jóvenes
Acodados en el grito avanzan
multitudes en las calles, pancartas de
justicia los hermanan. R.L. Plaul:
“Avanzan”
Lejos, muy lejos, de estar sumidos en
la apatía, el desánimo y el desinterés,
hoy miles de jóvenes de múltiples
países encabezan movimientos
sociales diversos que parecen decir
básicamente ¡basta! a las tradiciones
gubernamentales, y en general
rechazan el que para
ellos es cada vez un
futuro más oscuro e
incierto.
Al respecto me vienen
a la memoria mis años
juveniles y en
particular 1968, que
desató también en
diversos países del
mundo la movilización
de los jóvenes para decir también
basta a los sistemas políticos de
aquel entonces. En Estados Unidos,
a los jóvenes universitarios los movió
la resistencia y rebelión en contra de
la guerra de Vietnam; a los
universitarios franceses las múltiples
resistencias hacia el sistema político
de aquel entonces; entre nosotros, en
México, la lucha se encaminó
básicamente en contra de la
represión política y una búsqueda de
mayor democracia política (el PRI,
entonces, atosigaba y causaba
desasosiego profundo). Había, en
todos esos movimientos una causal
política muy marcada.
Hoy, el contenido político de aquel
entonces no aparece con tanta
claridad, sino que los movimientos
actuales de rebeldía de jóvenes
parecieran tener en común resistirse,
en general, a una realidad total (o
sea, una realidad social) que para
ellos es atosigante desde muy
diversos aspectos: generacional,
política, libertaria y algunos otros
asegunes que son
propios del
neoliberalismo (¿fase
avanzada del
capitalismo?) y el cual
cada vez más se nos
vuelve repudiable
,tengamos la edad
que tengamos y la
posición que
ocupemos (¿o acaso
hasta Warren Buffett ha dicho basta
de la insensibilidad de los muy ricos,
siendo él el segundo más rico de todo
el mundo?). Desde luego son ellos,
los jóvenes, los que han encabezado
en Túnez y Egipto, Grecia, Yemen y
Siria, España, Chile, Inglaterra y
México movimientos de protesta de
muy diversa naturaleza, aunque
todos, insisto, sin un definido objetivo
político que garantice que todo lo que
se hace efectivamente va a lograr
que las cosas cambien en este
mundo.
Sí, en Túnez y Egipto cayeron
regímenes políticos dictatoriales,
pero, ¿más allá de eso qué se ha
logrado? ¿No acaso, en España, la
rebeldía de Los Indignados sólo
provocó el desplazamiento del poder
de los anarquistas y condujo al
Partido Popular (ultraderechista) a
ponerse en vísperas de tomar ese
poder? En Chile, los jóvenes
secundarianos (de 13 a 16 años) han
sido capaces de parar virtualmente al
país, pero al ultraderechista Piñera
eso no lo conmueve. ¿Por qué,
entonces, no se ha tenido el impacto
político que se tuvo en 1968? ¿Por
qué el sistema está hoy más
protegido que en aquel entonces, o
por qué no se tiene la claridad y
contundencia de objetivos con que en
aquel entonces se luchó?
¿Cuáles serían las hipótesis para dar
respuesta a esas preguntas?
Rincón de Pensamientos A diferencia de la vejez, que siempre está de más, lo característico de la
juventud es que siempre está de moda. Fernando Savater
Cuando la juventud pierde entusiasmo, el mundo entero se
estremece. Georges Bernanos
Cuando somos jóvenes creemos que, no sólo nosotros, sino todo cuanto nos rodea es inmortal. Benjamín Disraeli
Cuando uno es joven los pensamientos se vuelven amor, con la edad el amor se vuelve pensamientos. Albert Einstein
De jóvenes nos las arreglamos para gustar; de mayores, para no molestar. Pedro Miguel Lamet
De mis disparates de juventud lo que más pena me da no es el haberlas cometido, sino el no poder volver a cometerlas. Pierre Benoit
Debemos ver a los jóvenes, no como botellas vacías que hay que llenar, sino como velas que hay que encender. Roberto Chafar
Educar a un joven no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía. John Ruskin
El camino de la juventud lleva toda una vida. Pablo Picasso
El hombre no tiene alas, pero el deseo del joven es volar, cuando apenas se ha parado, y aún no sabe caminar. Alicia Beatriz Angélica Araujo
El joven no es un huésped, ni un extraño, ni un descabellado... Es una nueva promesa, un nuevo amanecer... Un nuevo hallazgo. Zenaida Bacardí de Argamasilla
El mundo será lo que la juventud quiera; si esta ama la verdad y el bien, eso habrá en el mundo. Werner Karl Heisenberg
En los jóvenes predomina el futuro....en los viejos... el pasado. Novalia
Es la fiebre de la juventud la que mantiene el mundo y la temperatura normal.Georges Bernanos
Es mejor malograr la propia juventud que no hacer nada en ella. Georges Courteline
Es mejor ser un joven abejorro que una vieja ave del paraíso. Mark Twain
Feliz aquel que fue joven en su juventud, feliz aquel que supo madurar a tiempo.Alejandro Pushkin
Haría cualquier cosa por recuperar la juventud... excepto hacer ejercicio, madrugar, o ser un miembro útil de la comunidad. Oscar Wilde
Hemos experimentado que el sostén más valioso de un joven sean los sacramentos de la Confesión y de la Comunión. San Juan Bosco
Joven: sé honesto; aprende un oficio útil; ama a Dios. Milton S. Hershey
Juventud, ¿sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena de belleza y libertad? Albert Einstein
La humanidad entera tiene una necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a andar a contracorriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo su propia fe en Dios, Señor y Salvador. Juan Pablo II
La juventud es edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo. Blasco Ibáñez
La juventud es la edad de la alegría. El amor es su principal deber. John Gay
La juventud es la señora de la vida y tiene aguardándole un reino. Oscar Wilde
La juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos. Vicente Blasco Ibáñez
La juventud, en todas partes, es atrayente, animosa y vencedora. Rubén Darío
La juventud es fácil de decepcionar porque es pronta para esperar. Aristóteles
La juventud es mejor para inventar que para juzgar, mejor para ejecutar que para dar consejo, y mejor para proyectar que para realizar. Barón de Verulam
La juventud no es más que un estado de ánimo. Frank lloyd Wright
La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo. Enrique Jardiel Poncela
La juventud es una religión a la que uno siempre acaba convirtiéndose. Andre Malraux
La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu. Mateo Alemán
La juventud es una enfermedad que se cura con los años. George Bernard Shaw
La juventud no está hecha para el placer sino para el heroísmo. Paul Claudel
La juventud prefiere ser estimulada a ser instruida. Johann Wolfang von Goethe
La juventud quiere ser estimada más que ser instruida. Johann Wolfgang von Goethe
La juventud sabe lo que no quiere antes de saber lo que quiere. Jean Cocteau
La juventud vive de la esperanza; la vejez del recuerdo. George Herbert
La mayor desgracia de la juventud actual es ya no pertenecer a ella. Salvador Dalí
Las iniciativas de la juventud valen tanto como la experiencia de los viejos.Mme. de Knorr
Lleva tiempo llegar a ser joven. Pablo Picasso
Lo importante de la juventud no es cómo conservarla, sino cómo invertirla.Autor desconocido
Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros.Sócrates
Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros. Sócrates
¿Quién quiere ser joven para
siempre?
Por Demonio Azul
Dicen que Ponce de León murió
buscando la fuente de la eterna
juventud y que en su intento
descubrió Florida (hoy EE.UU.),
donde, cosa curiosa, muchos gringos
viejos pasan sus últimos días.
La obsesión por estar joven y vivir por
siempre no es nueva. Cuentan que el
emperador Qin Shi Huang, que
unificó China, murió mientras
buscaba las Islas de los inmortales.
Parece que, como quería vivir para
siempre, tomaba pociones con alto
contenido de mercurio que le
preparaba su 'yerbatero', por lo que
se envenenó lentamente.
A propósito de mercurio, fue Mercury
(Freddie, el de Queen) el que
preguntó "¿Quién quiere vivir para
siempre?". La respuesta parecía
clara: ¡eeeeverybody!
En una sociedad en la que, para
muchos, la belleza y hasta la dignidad
vienen con límite de edad, no es raro
que alguna vez hayamos escuchado
un desgarrador grito mañanero,
cuando alguien acaba de detectar
una arruga nueva, un pedacito de piel
que se negó a retornar a donde
siempre estuvo.
Pero para la angustia causada por
esta evidencia de cambio, aparece un
ejército de consejeros que, si bien no
ofrecen vida eterna, proponen
juventud perpetua.
Con presupuesto para todos los
bolsillos, pueden tener su sede en un
costoso spa o en una accesible sala
estética, cuyo nombre casi siempre
tiene un apóstrofo y "s": algo así
como Erikka's centro estético.
Muchos ofrecen un arsenal con un
abecedario de cremas desde la A
hasta la Z, mascarillas de cuanta
verdura o tierra rara exista y hasta
una verdadera arma química como el
botox (toxina botulínica). Por
supuesto, también hay cirujanos que
ofrecen cuanto implante es posible.
El botox se vende como terapia
antienvejecimiento, lo que podría ser
cierto, pues al fin y al cabo, las
momias no envejecen. Pero se vuelve
un lío: tuve una jefa bastante
diplomática que siempre tenía la
misma expresión y uno no sabía si
estaba haciendo una broma o
regañando.
Con las cremas es otra historia: en el
baño de una amiga conté 15
productos que ofrecían revitalizar la
juventud pérdida o realzar y postergar
la que quedaba.
Los naturistas no se rezagan y
proponen una amplia gama de
mascarillas. Estas tienen una ventaja:
si no sirven, se pueden comer. Las
hay de avena, fresa, papaya, miel,
manzana, banano, chocolate (todo un
desayuno). De tomate, pepino, papa,
plátano, clara de huevo (como para la
ensalada). También hay combinadas:
de manzanilla y piña; aguacate y
aceite de almendras; aguacate y
huevo; y huevo y aceite de oliva (que
podrían servir de deliciosa entrada).
Lo mejor es que también hay de
barro. Así que, con lo que les quede,
pueden hacer un plato.
Todas están clasificadas según su
virtud para combatir cualquier cosa
que aparente vejez o perturbe una
supuesta belleza. Aquí la complejidad
aumenta, pues las hay exfoliantes,
para el acné, antiarrugas, contra los
puntos negros, contra las patas de
gallo, astringentes, hidratantes,
contra las ojeras, afirmantes y
purificantes, entre otras.
De los implantes estéticos (no me
refiero a los que por salud se deben
hacer) ni hablemos: aparte de que -
por esas contradicciones de la vida-
en este caso me declaro naturista,
me queda la duda si tendrán la
misma versatilidad de los originales.
Debo confesar que, como soy
humano, también me preocupé por la
juventud eterna. Y no me da pena
decir que en los 90, en la conciencia
de mi desesperación y bajo la tonada
de Forever Young (de la agrupación
alemana Alphaville) decidí salir en
busca de una cura. Sin tiempo para
perder, fui en pos de mi inmortalidad
por el camino expedito y busqué por
doquier -palabra que solo se usa para
canciones, poemas y en estos casos-
una vampiresa que mordiera mi
yugular. Pero fue en vano, pues la
única que quiso morderme intentó
cobrarme. Algo me dijo que se
trataba de otra cosa y decliné.
Ahora, ya no canto como Alphaville
cuando dice: "yo quiero ser joven
para siempre". Al fin y al cabo, la vida
es una y cada arruga bajo la máscara
marca la experiencia de vivir. Y, a
veces, cuando veo a esas personas
que tratan de revivir el pasado de una
juventud perdida, me acuerdo del
coro de la otra Forever Young, la de
Rod Stewart, y deseo que encuentren
a alguien que les diga lo que él cantó:
"Ten coraje y sé valiente y en mi
corazón siempre estarás por siempre
joven, por siempre joven".
Embarazos no deseados,
violencia y drogadicción…
Embarazos no deseados, poca
educación sexual, violencia,
drogadicción y alcoholismo. ¿Qué
sucede con los adolescentes? ¿Por
qué pareciera que últimamente están
-más que antes- en el ojo del
huracán? ¿Cómo protegerlos de los
peligros que los acechan? Estas
preguntas fueron abordadas en el
foro Adolescencia, en riesgo y sin
dolientes,
Problemas con raíces
comunes
En los medios de comunicación han
sido noticia varios sucesos que ponen
a los jóvenes en la mira y que
terminan por convertirlos, ante la vista
pública, como víctimas y victimarios.
Entre esos acontecimientos, los
violentos son el plato fuerte, que se
suman a riesgos que los
adolescentes enfrentan a diario y que
se llevan el protagonismo en los
informativos y seriados de ficción, y
terminan ellos. "Los jóvenes somos
estigmatizados, la sociedad nos aísla
y eso nos lleva a conductas de
riesgo", asegura Sebastián Junca,
desde su experiencia como
adolescente.
Es verdad, hay miedo y también
prejuicio. En palabras de la psiquiatra
Olga Albornoz, "la adolescencia no se
toma como una etapa de desarrollo,
sino como un período en el que están
enfermos y los adolescentes son
estigmatizados. Los jóvenes son
vistos con miedo por los adultos y ese
es uno de los problemas más
grandes". Existe desconocimiento y
"satanizamos ese momento de la
vida, cuando debemos acercarnos a
esta etapa de una manera más
esperanzadora", añade Carolina
Piñeros, de Red PaPaz.
Pero si bien es cierto que muchas
veces se tiende a generalizar y a
verlos con cierta desconfianza,
también es verdad que asistimos a
una profunda crisis y no precisamente
por culpa de los jóvenes, sino de
todos como sociedad. Eso incluye a
la familia, los colegios y, por
supuesto, al Estado.
"El gran problema es la soledad.
Nuestros muchachos, sin distinción
social -explica Albornoz-, no tienen
quien los acompañe, el tiempo libre
se está utilizando mal. Las familias
tienen que trabajar todo el día y los
jóvenes están libres desde muy
temprano. Entonces, ¿quién los está
acompañando en su crecimiento,
quién les da reglas y límites? Se los
están dando otros adolescentes con
sus mismos procesos de
pensamiento, o los malandros que
necesitan reclutar gente".
Al respecto, la abogada Mónica
Pedroza también apunta que "los
adolescentes son vulnerables a
matricularse en organizaciones
criminales, no solo porque los
delincuentes son malos, sino porque
no hemos ejercido como sociedad y
familia un papel protector con ellos".
Existe una ausencia y un descuido
hacia la juventud, pero suenan
algunas voces que piden medidas de
orden penal, con las que se plantean
sanciones más fuertes y a edades
más tempranas. Sin em bargo, como
explica Mónica Pedroza "privarlos de
la libertad no es la solución. Lo
importante no es la pena, lo
importante es entender por qué se
llegó al delito". Y ese esfuerzo por
entender la problemática (y
resolverla, claro) es lo que debe
ocupar a la sociedad, que en últimas
es quien tiene la responsabilidad de
lo que sucede con los jóvenes, pues
es la que debe reducir los factores
que los ponen en riesgo, como la
violencia intrafamiliar, la explotación
sexual y laboral, la falta de educación
y el consumo de sustancias
psicoactivas, entre otros.
Así también, otro gran reto es la
educación sexual y la disminución de
embarazos no deseados. Germán
Salazar, médico gineco-obstetra y
presidente de la Red colombiana de
jóvenes líderes en salud sexual y
reproductiva, dispara algunas cifras
para dimensionar la situación: "Una
de cada cinco adolescentes está o ha
estado embarazada. Cada día nacen
18 hijos de madres adolescentes y se
estima que el 40 por ciento de estos
embarazos termina en aborto".
Los números son contundentes y las
estrategias para aminorar tales cifras
aún no obtienen los resultados
deseables. Lucy Watenber, del Fondo
de población de las Naciones Unidas,
apunta a que se debe trabajar en
conjunto y se deben incluir nuevas y
más abarcadoras políticas públicas, a
los maestros, a las familias y, por
supuesto, a los jóvenes, quienes
deben ser partícipes. "La sociedad
debe dar respuestas sin mojigatería,
para que los jóvenes puedan tomar
decisiones, para que sus relaciones
sean de respeto y lleguen a la
paternidad cuando estén en las
condiciones adecuadas", dice.
Claves para el futuro
Si bien son varios los frentes a
desarrollar, los invitados al foro
coinciden en que la clave deben ser
los esfuerzos articulados entre las
instituciones, el Estado y las familias.
"Hay que trabajar juntos. Cada uno
debe aportar generosamente. Pero el
Estado debe ser el que organiza, el
que pone la canasta para que todos
aporten, el director de orquesta",
afirma Salazar.
"En el caso de Bogotá, se ha venido
trabajando en los temas de los
adolescentes como el embarazo, el
consumo de alcohol, cigarrillo,
sustancias psicoactivas y en
trastornos alimenticios. Y parte de lo
que hemos concluido es la necesidad
de trabajar en conjunto, con el
Estado, los colegios, las familias y los
medios de comunicación", termina
Héctor Zambrano, secretario de
Salud de Bogotá, y añade que las
políticas en favor de la adolescencia
deberían ser incluidas en un
documento Conpes, para que quede
dentro de los proyectos prioritarios en
política económica y social del
Estado.
Varios de los especialistas apuntaron
a que es vital preparar a los nuevos
padres para que asuman el reto de
una manera más adecuada, y para
ello se debe disponer formación y
educación dirigida a las nuevas
familias. "Hay que pensar más allá,
pensar en pautas para la familia, en
cómo se apoya a las mamás, cómo
se educa a la generación que va a
educar", explica Olga Albornoz.
El trabajo comienza y el reto es que
lo asumamos todos, pues los jóvenes
no son el futuro, sino el presente. Y,
como están las cosas, parece que no
lo hubiésemos notado.
La mente adolescente
Esta etapa trae cambios físicos y
psicológicos que generan en el joven
contradicciones continuas.
Una de cada cinco personas en el
mundo es adolescente, dicen los
datos de la Organización Mundial de
la Salud. Una persona de cada cinco
tiene entre 11 y 19 años y atraviesa
esta etapa definitiva que el
diccionario define como "la edad que
sucede a la niñez y que transcurre
desde la pubertad hasta el completo
desarrollo del organismo". Pero
mucho sucede en ese periodo que va
de una etapa a otra.
Transformación, preguntas, dudas. La
adolescencia es un tiempo en el que
todo se vuelca hacia el mundo
interior, en busca de formar la
identidad. En medio de los cambios
físicos -las hormonas están en
ebullición, el cuerpo es otro-, la mente
también permanece en una especie
de revolución. Al salir de este
período, se entiende (o por lo menos
eso establecen los especialistas) que
se ha alcanzado la autonomía
psicológica necesaria para vincularse
al mundo social. Mientras esto llega,
ellos se sienten incomprendidos, y los
demás los ven como los rebeldes.
"Yo he llamado a los adolescentes de
hoy la generación on-off, la que todo
lo prende, la que todo lo apaga, y la
que con esa misma rapidez quiere
que ocurran las cosas -escribe la
psicóloga chilena Pilar Sordo, en su
libro No quiero crecer-. Son jóvenes
impacientes, que tienen poca
tolerancia a la frustración, escasa
disciplina, son poco rigurosos y no
funcionan sobre la base del rigor,
fundamentalmente porque tienen
padres que les han facilitado cada
vez más las cosas; por lo tanto, ellos
terminan careciendo de un temple
firme y sólido. Son adolescentes con
escasez de sueños". ¿Y dónde están
las virtudes?, podría preguntarse
cualquiera.
Todo esto se lee mucho mejor si se
entiende que los adolescentes son el
espejo de la sociedad en la que están
creciendo, del medio social al que
pertenecen. Un joven que crece hoy
afronta dificultades similares a las
que vivió un muchacho de hace
treinta o cincuenta años, es cierto.
Hay características de esta etapa que
no van a desaparecer. Entre ellas, un
sentimiento de soledad (que puede
volverse recurrente y complicado) al
enfocarse tanto en sí mismo; cierto
tipo de egoísmo, por la misma razón;
cambios en las relaciones con los
padres, ante quienes impera una
actitud de rebeldía y de protesta (en
general frente a la autoridad), y una
gran empatía e importancia de los
pares, es decir, los amigos de la
misma edad.
Según describió Ana Freud, la
adolescencia es el momento de las
contradicciones entre la introversión y
la extroversión, la independencia y la
dependencia, el fanatismo y la apatía.
Otro experto en esta etapa, el
psicoanalista Peter Blos, dijo en su
libro La transición adolescente: "La
creación de un conflicto entre las
generaciones y su posterior
resolución es la tarea normativa de la
adolescencia. Su importancia para la
continuidad cultural es evidente. Sin
este conflicto no habría
reestructuración psíquica
adolescente, no habría crecimiento ni
maduración".
Aunque hay ciertas características
que se repiten de generación en
generación, es claro que las
condiciones del mundo moderno han
hecho que los adolescentes se
enfrenten a retos específicos. Sobre
todo, los derivados de la tecnología,
que tiene tanto de bueno como de
riesgoso. Ya es una verdad repetida
que los jóvenes de hoy están
conectados con el mundo a veces de
forma tan virtual, que les cuesta
reconocer lo que es real,
adolescentes acostumbrados a la
velocidad del Internet.
Pilar Sordo también llama a los
adolescentes de hoy, "generación
banda ancha". "Es la que apunta a la
rapidez con la que las cosas tienen
que ser vividas, procesadas,
cambiadas -escribe la psicóloga
chilena-. Se dice que hay que
cambiar de pareja rápidamente
cuando se acaba una relación, que se
tienen que procesar los dolores
cuando se viven. (...) Muchos de los
comportamientos de los adolescentes
están basados en conductas más
bien instintivas, "animalescas", ni
siquiera emocionales, mucho menos
espirituales o con algún sentido".
Los cambios en la estructura familiar
han implicado también una
modificación de conductas en los
adolescentes. La brecha generacional
entre padres e hijos, por ejemplo, se
ha visto acortada, y esto ha tenido
sus efectos. Para los adolescentes,
ya no es tan clara esa imagen
diferenciada del padre, la madre y,
por ende, su autoridad. Hoy es
frecuente encontrar inseguridad y
dudas entre los padres a la hora de
decidir cómo educar a sus hijos, y
esto es absorbido por los jóvenes.
Hoy, en cambio, no es frecuente
compartir una mesa con los padres,
conversar sobre algo en común, en
familia, simplemente conversar. Están
en las habitaciones, casi siempre
cerradas y, como dice Sordo, si hay
poco espacio en las casas entonces
salen a las calles a educarse por sí
solos y a correr riesgos en cualquier
esquina.
Quizá porque les están llegando las
responsabilidades más temprano,
puede entenderse el dato que arrojó
de un estudio sobre los adolescentes
de hoy que los define como los
menos rebeldes de la historia. La
investigación fue hecha por la firma
Lowe Council, titulada Window on
teens (Ventana a la adolescencia) y
reunió una muestra de jóvenes de
veinte ciudades del mundo. Los
resultados ratifican esa frontera cada
vez menor entre padres e hijos
(muchos padres, además, se aferran
a seguir siendo adolescentes) y una
visión menos rotunda de la rebeldía,
precisamente porque no hay una
autoridad determinada ante la cual
rebelarse. Hay, sin embargo, un
entendimiento del mundo que han
tenido que vivir los padres; y contrario
a lo imaginado, es una generación de
adolescentes que cree en el
romanticismo, en el amor, en tener
hijos y formar familia.
"Hay adolescentes maravillosos, que
son muchos, pero que se mantienen
en silencio porque no son noticia,
porque paradójicamente hacen las
cosas bien", dice la autora de No
quiero crecer. Y hay más
adolescentes haciendo cosas buenas
que malas, continúa Sordo. Y tiene
razón. No todo va mal, entonces.
De 13 a 15 años
"Terremoto", es la palabra que elige
la psicóloga chilena Pilar Sordo para
hablar de los jóvenes entre estas
edades. Y lo explica por la
movilización interna que viven. Por un
lado, la sociedad empieza a exigirles
cosas y, por otro, está en plena
ebullición la búsqueda de identidad.
De 15 a 18, en busca de sueños
Tienen cerca el desafío de ingresar a
una carrera universitaria o técnica,
con lo cual empiezan a encaminar su
futuro. Más que presión de parte de
los padres, necesitan calma y
compañía para la toma de decisión
del camino a tomar. El otro tema que
es importante durante este periodo es
la formación de la pareja.
UNA HISTORIA PREMATURA
Testimonio de Karen Pérez, de 16
años; mamá de Daniel, un bebé de
cinco meses.
Me enamoré de Cristian. Cuando lo
conocí, yo tenía 15 años y estaba en
séptimo en un colegio d istrital. Hace
más de un año nos hicimos novios; él
hablaba de su futuro, de la
importancia de graduarse del colegio
y trabajar para formar un hogar
cuando fuera mayor y tuviera con qué
mantenerlo. Me preguntó si estaba
cuidándome y le dije que sí. Cuando
tenía relaciones sexuales, tomaba
limón y creía que con eso bastaba
(vea recuadro). No había quedado
embarazada, quién sabe por qué,
pero lo cierto es que ahora tengo un
hijo de cinco meses.
Cuando me enteré que estaba
embarazada fui muy feliz. Pensaba
que sería lindo tener un bebé para
cuidar y amar, pero no sabía la
responsabilidad que se me venía
encima y tampoco qué pasaría con
Cristian. Él no quería tenerlo. Pero
aún así, me apoyó cuando tomé la
decisión. Cuando lo tuve, mi mamá
empezó a cobrarme la mitad de los
servicios y mi padrastro dejó de
hablarme y, por eso, me fui a vivir con
mi novio en casa de mi suegra.
Recuerdo que la noche del parto me
desperté a las 2 a.m. Me dolía el
estómago y sentí como si me hubiera
orinado. La mamá de Cristian me
explicó que había roto fuente. En el
hospital, las contracciones se hicieron
más fuertes. Me aplicaron una droga
para acelerar el parto y tener a mi hijo
por vía natural, pero pedí a gritos la
cesárea. El dolor no se puede
explicar. Finalmente y después de 28
horas, tuve a Daniel sin necesidad de
la cesárea.
Esa noche, mi novio se fue a
celebrar. Mi mamá y mi suegra
discutieron porque llegó cuando
estábamos a punto de salir y los
problemas empeoraban.
Yo seguí en el colegio, pero dormía
hasta las 11 o 12 y me sentía
cansada todo el tiempo. A partir de
ahí, empezaron los problemas con
Cristian. Nunca encontró la casa
desordenada, pero decía que no
asumía mi papel de mujer y no le
ayudaba a formar un hogar. Además,
no quería que asistiera al colegio.
Cristian me pedía que lo calmara. Le
daba mal genio porque todos los días
tenía que estar en el trabajo a las 7
a.m. y no podía dormir. Además, me
llegaron rumores de que andaba con
alguien más. Un día, cuando llegó de
estudiar, le hice el reclamo y me
terminó. Lloré y le rogué, pero estaba
decidido. Tuve que volver a la casa
de mi mamá. Duré tres meses sin ir al
colegio porque no tenía quien cuidara
al niño. Ahora mi mamá se queda con
Daniel mientras estoy estudiando.
Qué cambió
Antes del embarazo, pensaba en mí y
no me preocupaba, porque mi mamá
me daba todo. Ahora, debo pensar
primero en mi bebé y comprar
pañales, pañitos, leche y lo que
necesite. Y es lo más difícil, por
ahora, porque luego será su estudio.
Cristian me pasa una cuota de 50.000
pesos cada quincena y yo compro lo
que alcance, pero siempre hace falta
y tengo que rebuscar por ahí. Ya
toma poca leche materna y le gusta
su tetero, pero la leche está tan
cara... Mi mamá no puede ayudarme,
porque la situación está difícil:
pagamos arriendo y no hay plata para
más. En parte, es mi responsabilidad
porque también gasto, le preparo de
comer al niño y caliento el agua para
el baño. Mis amigos me prestan, pero
cuando les pago, me quedo sin nada
y en las mismas.
Mi bebé me llenó de felicidad y me da
fuerza para seguir viviendo, pero no
puedo negar que si no hubiera
quedado embarazada mi vida sería
más fácil: si trabajara, todo quedaría
para mí y podría salir con mis amigos.
Ahora, todo debe ser para él y solo si
queda algo, puedo pensar en mí.
Nunca hablé de sexo ni de
planificación con mi mamá. Me daba
pena y no le pregunté nada. Eso sí,
me decía que no fuera a "meter las
patas". En el colegio tampoco me
hablaron del tema. Hace poco
hicieron talleres, pero eso es todo.
Creo que el otro año va a empezar
una clase obligatoria de educación
sexual, pero ya qué.
Trabajo de 7 a.m. a 6 p.m. haciendo
puertas y ventanas en el negocio de
mi papá y estudio de noche. No gano
mucho y ser padre no estaba entre
mis planes. Antes de mi hijo,
compraba cosas para mí y Karen,
pero ya no alcanza para ninguno
porque el niño lleva gastos.
Nosotros ya no estamos juntos. No
quise seguir con ella porque no
estaba feliz con tantas
preocupaciones y, además, no me
alcanzaba para mantenernos a los
tres. Como ella no puede trabajar por
ser menor de edad, me tocaba pagar
todo a mí. Hacer un hogar uno solo
es muy difícil.
Yo amo a mi hijo. Desde que nos
separamos, me siento muy triste,
como si me faltara algo. No tuve un
papá que me haya acompañado y
quisiera formar con Karen y mi bebé
un hogar, sin repetir los mismos
errores, pero toca más adelante.
Ahora no hay con qué.
Mitos nocivos
* Creencias como que el limón, el
mejoral, el alka-seltzer y el
acetaminofén son métodos de
planificación son producto de una
pésima comunicación entre padres e
hijos y de la carencia de proyectos
educativos de salud sexual. Un
estudio de la Red colombiana de
jóvenes reveló que el 46,6 por ciento
de un grupo de ginecólogos afirma
que los adolescentes no planifican
por falta de educación; el 19,1 por
mitos y 18,3 por costos.
“SIN LIBERTAD VOLVI A VIVIR”
Tenía 17 años y pertenecía a las
barras bravas cuando se vio
involucrado en un homicidio.
Una sudadera azul estampada con
el escudo de Millonarios forra su
cuerpo delgado de 19 años. Aparenta
menos edad: su rostro es aún
imberbe y tras sus ojos negros se
esconden sentimientos de dolor y
arrepentimiento, pero también de
esperanza.
Militó en las barras bravas de
Millonarios, su equipo del alma, de
los 13 a los 17 años. Vivía armado
con una navaja y en una de tantas
riñas con hinchas de otro equipo se
vio involucrado en un crimen. Siendo
aún menor de edad, estuvo privado
de la libertad durante 15 meses y
medio. Ahora lucha por darles una
mejor vida a su joven mujer de 17
años y a su hijo, de dos.
El chico malo de las barras
bravas
Ingresé a las barras bravas en el
2004, tenía 13 años. Íbamos al
estadio, viajábamos a otras ciudades
apoyando al equipo, nos colgábamos
en las mulas para no pagar pasaje.
Nos toreábamos mutuamente con los
hinchas de los otros equipos. Solo
con mirarnos era para agarrarnos a
golpes. Sentía rencor y ganas de
desquitarme.
Había peleas en todo lado, en la calle
y en el estadio. En Neiva nos
agarramos con los mismos hinchas
de 'Millos', por el mando. Me pegaron
un piedradón y tiré a romper. Una
vez, un 'man' de Santa Fe sacó un
cuchillo y me rayó el estómago; si no
me corro, me daña. Otra vez, por un
botellazo en la cabeza, quedé viendo
borroso 15 días.
Yo quise ser futbolista, pero nunca
tuve la oportunidad de demostrar mi
talento. Me retiré de estudiar también
por las barras bravas. Unos 'manes'
de Santa Fe me ficharon y
amenazaron con matarme.
Salí del colegio y me descarrilé peor.
Conocí más mundo: empecé a
consumir alcohol, después cigarrillo,
marihuana y 'perico'. Me la pasaba
'farriando' y me metí más al cuento de
las barras bravas; era una especie de
líder, era el más recorrido y los chinos
me seguían. El respeto me lo gané,
pero de nada me sirvió porque mire a
dónde fui a parar.
El crimen que le quitó la
libertad
Salimos a hacer la vuelta, que era
robarnos una bandera del Nacional a
cualquier parche que pasara, para
boletearla en Internet. Millos ya
estaba eliminado, solo queríamos
robarnos la bandera, eso era un
trofeo.
Encontramos un parche como de 30,
nosotros éramos 25, camuflados
como si fuéramos del Nacional.
Íbamos armados para defendernos
de cualquier tropel. Había un
muchacho con una maleta y pensé
que ahí llevaba la bandera: me le fui
encima, lo agarré y le dije que me
pasara la maleta. Me pidió que no le
hiciera nada y yo le dije que tranquilo,
que no le iba a pasar nada.
Ya le estaba quitando la maleta y
llegaron unos muchachos de los
mismos con los que yo iba;
empezaron a pegarle; yo les dije que
todo bien, que no le pegaran más,
pero no dejaban de pegarle: estaban
borrachos y drogados.
Uno de ellos le estaba dando con la
cacha del cuchillo y de un momento a
otro la volteó y le pegó una puñalada
en el corazón. Yo me quedé con la
maleta: el muchacho dio tres pasos y
cayó muerto en la carretera.
Los manes del Santa Fe nos
denunciaron. Pasaron varios meses y
volví al estadio. La Policía nos estaba
esperando y nos dieron captura. Al
otro día salí judicializado para El
Redentor (sitio de reclusión en
Bogotá para menores infractores).
El arrepentimiento
¿Que si me arrepiento? Sí, cada
segundo. Seguí una causa sin tener
una causa. Después de que
reflexioné ya no le encontré sentido a
las barras bravas. Me arrepiento
porque la vida no vale más que un
equipo de fútbol.
Culpable sí fui en parte, por haber
agarrado al 'man' para quitarle la
maleta. Si no lo hubiera cogido, él
estaría vivo. Pero tengo la conciencia
tranquila de que nunca le quité la vida
a nadie.
A los compañeros que todavía están
en las barras bravas yo les doy
consejos: muchos me escuchan y se
han retirado, ahora se reúnen a orar.
Una prueba de estas no solo lo
mueve a uno sino a los que están
alrededor de uno.
Fue una prueba muy dura, pero me
fortaleció, me unió más a mi familia.
Creo que esto tenía que pasar para
que abriera los ojos.
Los 15 meses y medio de
encierro
Cuando me llevaron preso yo dije que
era inocente. Me contestaron que
hasta que no comprobaran lo
contrario no me dejaban ir; como el
otro muchacho me estaba
inculpando, esa era una prueba.
Estuve encerrado 15 meses y medio.
Ese muchacho y yo nos llevábamos
en la 'mala' cuando ocurrió todo.
La estadía en El Redentor no digo
que fue lo mejor. Mi hijo estaba recién
nacido (tenía cuatro meses) y me
sentía culpable de dejarlo solo; mi
mamá estaba desamparada.
Fue duro pasar fechas como
diciembre. No sabía si llorar o
acostarme a dormir; pensaba en la
familia, en qué estaría pasando si
estuviera afuera; me preguntaba por
qué lo hice, por qué no estuve con mi
familia en el momento en el que
mataron a ese muchacho.
Teníamos en ese lugar a una
educadora que en las noches nos leía
la palabra de Dios y nos ponía
música cristiana. Al principio era
aburridor, uno no tiene ese
acercamiento con el Señor, pero uno
después se daba cuenta de que Él
nos daba la fortaleza para soportar
cada día.
Una nueva vida
Creo que me descarrilé, también, por
la separación de mis papás. No tenía
la figura paterna que me dijera: por
ahí no es. Mi papá vivía en
Venezuela y aunque estaba
pendiente no le veía autoridad. Por
eso, ahora quiero darle un buen
ejemplo a mi hijo.
Conseguir trabajo para un joven
como yo es muy difícil: nos señalan y
nos tildan de criminales, quitarse ese
título de haber estado presos es
imposible. Creo que falta apoyo para
personas como yo, que nos ayuden a
conseguir un buen empleo y a
estudiar.
Con mucho esfuerzo conseguí trabajo
en una fábrica de vidrios, donde no
saben de mi pasado. Temo que me
pierdan la confianza.
Con lo que me pagan apenas alcanza
para las cositas del niño y para
ayudar a mi mamá y a mis hermanos.
Quiero estudiar sistemas, pero por
ahora no tengo la posibilidad; por
ahora me estoy cuadrando,
comprando mis cositas: el televisor y
mi camita, para traer a mi mujer a
vivir acá con mi bebé. No tengo nada
para ofrecerles.
A mi hijo no le ocultaré mi pasado
porque me estaría engañando a mí
mismo: quiero que tome lo que me
pasó como ejemplo. Que sea hincha
si quiere serlo, pero que no sea
fanático; que no dé la vida por una
camiseta.
Creo que el Gobierno debe invertir en
la juventud y evitar que los jóvenes
terminen convertidos en delincuentes
por falta de oportunidades; muchos
muchachos caen en estas por
necesidad, por el hambre de sus
familias.
Por José Alberto Mojica Patiño
'Vivir sin drogas es respirar
de verdad'
María Alejandra Camero: Mi
adicción quizá comienza a los 11
años cuando comía sin control, tal
vez para llenar el vacío de no vivir
con mis padres, a pesar de que mis
abuelos me lo daban todo. Me volví
obesa, pesé 98 kilos y me tuvieron
que hacer un by-pass gástrico antes
de cumplir los 18 años. A los 13 ya
era alcohólica, a los 15 inicié mi
recorrido por otras drogas. Todas las
probé, pero terminé enganchándome
al alcohol.
Camila Ibáñez: Alejandra y yo nos
parecemos mucho. Somos hijas de
padres separados y que se alejaron
de nuestras vidas. Yo tengo 17 años,
crecí en un hogar en el que mi mamá
me cuidaba como a una muñequita
de porcelana, hasta que se casó de
nuevo y nos alejamos. Ese excesivo
cuidado me hizo daño, porque
cuando entré al colegio tenía tal
dependencia por ella, que me sentía
tan abandonada y me iba llorando a
buscar a mi hermano mayor a su
salón de clases.
M.A.C.: Aunque mi recorrido como
adicta comenzó por la comida,
considero que el alcohol es la puerta
de entrada a muchas otras
adicciones. Estuve expuesta a este
desde muy pequeña, porque en
nuestra sociedad es legal
consumirlo... Yo me tomaba los
cunchos, que quedaban en los vasos
y botellas, en las fiestas organizadas
en mi casa alentada por los adultos
que se morían de la risa y me
aplaudían. Es más, cuando empecé a
tomar y fumar a los 13, mi mamá lo
sabía, pero no me dijo nunca nada. Y
cómo iba a hacerlo si ella también es
alcohólica. En mi familia hay
predisposición genética.
C.I.: A mí nadie me ofreció la droga.
Yo me consideraba la rebelde del
colegio de monjas donde estudiaba,
quería vivir rápido, saltarme etapas.
Conocí gente mayor que yo y
consumidora, y probé a los 13 la
marihuana. A los dos meses seguí
con la cocaína... Pasaron cuatro años
para que mi mamá se diera cuenta y
yo ya había probado 'perico', éxtasis,
bóxer, hongos y ácidos.
M.A.C.: Que la familia se dé cuenta
es el problema. Los adictos somos
hábiles usando máscaras, por eso
cuando los padres descubren la
verdad estamos demasiado
avanzados en la enfermedad. Yo le
contaba a mi mamá mis miedos, mis
malas relaciones en el colegio, pero
siempre me decía que yo era muy
floja, que lo tenía todo en la vida y
que algo malo debía haber hecho...
C.I.: Eso es lo que no entienden los
papás. Uno muchas veces busca su
ayuda pero ellos no están ahí, no te
responden de la manera que
quisieras cuando les cuentas que te
fue mal en el colegio, que terminaste
con tu novio o que te sientes triste.
Uno se estrella con respuestas como:
"No, mi vida, ahora no porque estoy
trabajando" o "no tengo tiempo". Eso
crea una barrera, entonces uno dice
mejor se lo cuento a otra persona o
me lo trago.
M.A.C.: Y guardar esos sentimientos
se vuelve una bola de nieve que te
aplasta. Mi error era minimizar o
congelar mi dolor. Me hacía la fuerte.
Por eso me automutilaba, me hacía
heridas superficiales en el cuerpo
para que el dolor físico aliviara el del
alma, aunque mi intención nunca fue
matarme.
C.I.: Y lo que pasa con la mayoría de
los adictos es que impedimos que la
gente nos ayude. Uno siempre dice
que lo puede controlar y cuando te
das cuenta, tu vida está hecha una
m... Yo toqué fondo cuando me fui un
año a vivir con mi papá a Argentina,
me descontrolé porque él me dio
mucha libertad, se convirtió en mi
amigo no en el padre que te fija
límites. Y me descaré en el consumo,
mientras él estaba entregado a su
trabajo yo fumaba marihuana en la
casa de una amiga.
M.A.C: Mi peor crisis también fue en
Argentina, donde empecé mis
estudios de diseño de moda este año.
Pero no pude, me llené de miedo y
volví a hundirme en la bebida. Me fue
imposible relacionarme con mis
compañeras. No pude y un día, harta
de emborracharme, llamé a mi mamá
para que me salvara. Por eso regresé
a Colombia a internarme en esta
fundación.
C.I.: Mi familia en cambio solo se dio
cuenta cuando vio el novio con quien
anduve, porque a él sí se le notaba y
además era expendedor.
M.A.C.: Los novios que elijo también
han sido un problema. Busco
mayores para sentirme protegida o
necesitada. Salí hasta con un
esquizofrénico que me golpeaba.
Pero, por fortuna, en Argentina salí
con un hombre de 34 años abstemio,
fue como alguien que me envió Dios
para que me detuviera en mi
autodestrucción.
C.I.: Mi novio, en cambio, fue el
detonante. Me duele contarlo, hoy
cuando llevo cinco meses sin
consumir, pero ahora me doy cuenta
del daño que me estaba haciendo y a
mi familia. Por él intenté quitarme la
vida y golpear a mi mamá. Son cosas
que no me enorgullecen. Ellos me
tuvieron que amarrar para llevarme a
un centro de rehabilitación porque yo
estaba hecha un demonio. Ahora
estoy cambiando, recuperando mi
mente y sé que con amor y valentía
saldré adelante.
M.A.C.: Yo en unos días saldré a la
jungla de asfalto para enfrentar el reto
de vivir sobria. No es fácil, pero sé
que se puede, porque con Camila
hemos aprendido que con ayuda de
Dios solo por hoy se puede no
consumir y sonreír de verdad.
C.I.: Ahora hasta puedo respirar,
siento el aire y cuento mi historia,
porque quiero que otros adolescentes
se quiten la venda de los ojos, la
coraza del corazón y no elijan este
camino tan amargo y tortuoso como
una válvula de escape para
anestesiar el dolor por sentirnos solos
e incomprendidos. Y para que los
padres de familia aprendan a
escucharlos.
*Apellido cambiado.
Por Flor Nadyne Millán M.
SOLEDAD, MALA CO MPAÑÍA
En medio de un mundo de redes
sociales, la soledad ronda a los
adolescentes. Cómo protegerse.
Su mamá no se cansa de buscar
razones. ¿Mucho consentimiento
cuando niña, quizá? ¿Haber sido
testigo de las frecuentes discusiones
entre ella y su marido? ¿El divorcio,
al final? ¿La presión de los
compañeros de colegio? ¿Qué?
¿Dónde está la razón de que su hija
menor -Andrea, la llamaremos-, de 16
años, esté marcada por la soledad.
Andrea va al colegio (a uno de solo
niñas, después de muchos cambios
de plantel en plantel) y está en
Facebook y en Twitter y chatea en
Messenger y anda con un celular de
última gama que le regaló su papá.
Pero se siente sola. No fue igual con
su hermano mayor (le lleva cinco
años): él vivió la adolescencia llena
de amigos, de noviecitas, de
aventuras. Ella, la soledad.
Y quién entiende la soledad de un
quinceañero, como se preguntó
alguna vez la escritora Elena
Poniatowska.
La primera señal fue en el colegio.
Las malas notas dieron el anuncio de
que algo no iba bien con ella. Las
profesoras llamaron a sus papás -fue
la mamá, porque él está muy
ocupado-, para contarles que su hija
no participaba en clase, andaba sola
en los descansos y a veces era
agresiva con compañeros y
profesores. Además, ¿qué le pasa?,
preguntaron, ¿es que no come?,
porque está muy flaca. Andrea se
defendía ante su madre. Pide que la
cambie de colegio, allá no ha hecho
amigos, no le gustan los profesores,
no ha podido adaptarse. Al final,
deciden cambiarla de plantel.
En el siguiente colegio vendrá la
misma situación. Y esas actitudes, de
soledad, aislamiento, se aumentan en
casa, a donde llega a encerrarse en
su habitación. ¿Hablar con quién?
¿De qué? "Me meto a Internet o me
pongo a oír música", es la respuesta
que da cuando se le pregunta por su
tiempo. Su mamá tiene horarios
largos de trabajo y su papá aparece
muy de vez en cuando, para invitarla
a algún restaurante o a un cine. Los
amigos con los que se siente bien
suelen ser menores que ella, quizá
porque no le exigen formar parte de
determinados comportamientos.
Andrea lo dirá de otra manera: "Ellos
no me la montan".
Cuando el aislamiento empezó a
implicar que no comiera bien, que
estuviera de mal genio o agresiva,
que repitiera con frecuencia que no
se quería y nadie la quería, su mamá
la convenció de visitar a una
psicóloga. En la segunda cita la
especialista les comentó que Andrea
estaba deprimido.
Causa y efecto
Soledad y depresión suelen ir de la
mano, afirman los expertos. Una
puede llevar a la otra. Y lo más
preocupante es que la depresión -
sobre todo en la adolescencia- es un
caldo de cultivo para que aparezcan
situaciones más riesgosas, como las
ideas suicidas.
Que un joven piense en quitarse la
vida parece algo improbable. Pero la
realidad es que muchos lo hacen. Un
estudio reciente elaborado por la
Universidad de la Sabana mostró que
uno de cada cinco jóvenes bogotanos
ha pensado en quitarse la vida.
'Ideación suicida en la adolescencia:
soledad, desesperanza y salud
familiar', se tituló la investigación,
liderada por la doctora Gloria
Carvajal, en la que se entrevistaron a
480 jóvenes entre 14 y 17 años.
"La soledad puede ser una
experiencia que, en cierto grado, se
espera durante la adolescencia,
teniendo en cuenta que esta es una
etapa en la cual las expectativas, los
roles, las relaciones y las identidades
sufren cambios significativos",
escribió Carvajal en su investigación.
"Un factor que se asocia con
frecuencia a la soledad durante la
adolescencia -continúa- está dado
por los cambios en la estructura
familiar y las características de la
relación padres-hijos. Aspectos como
desintegración familiar y familias
reconstituidas disminuyen las
relaciones y aumentan
comportamientos como abuso de
drogas, problemas emocionales y
bajo desempeño escolar. Otros
factores asociados son los
sentimientos negativos de tristeza y
desesperanza, entendidos como una
sensación de no futuro".
Miguel de Zubiría es experto en la
salud mental de niños y adolescentes
y ha realizado varios estudios al
respecto. Por un lado, plantea lo que
influyen en la cotidianidad de los
jóvenes las diferencias en la
estructura familiar. Antes, estar solo
en casa era casi un imposible, por
cuenta de familias numerosas, de
muchos hermanos y menores índices
de divorcios. Ahora, como en el caso
de Andrea, las familias cuentan con
pocos hijos -es la tendencia mundial-
y con frecuencia se vive con un solo
padre. Esto, sumado a la falta de
retos (todo lo tienen, menos lo
necesario) y de ilusiones que les
impone la sociedad moderna, ha
llevado a que la soledad sea casi una
epidemia.
"La soledad es el medio de cultivo
perfecto para la depresión -dijo
Zubiría en uno de sus estudios-. Si se
está con amigos, pareja, familia, es
muy difícil que penetre la soledad,
menos la depresión y mucho menos
la idea de suicidio". Las cifras de
suicidio son dramáticas: más de mil
niños y adolescentes se han quitado
la vida en Colombia del 2005 a la
fecha.
Según una investigación de Zubiría,
solo uno de cada tres muchachos
entre 11 y 18 años considera que
tiene un buen amigo. Las velocidades
de los tiempos modernos, la ausencia
de un papá o una mamá en casa -una
encuesta realizada en Estados
Unidos mostró cómo los padres de
hoy hablan menos de media hora con
sus hijos (y esto, en promedio)-, la
presión de los compañeros -que es
hoy más apabullante que nunca, con
las burlas en internet, por ejemplo-,
además de estar en medio de una
sociedad que no parece ofrecer un
lugar en el futuro, aumentan los
sentimientos de tristeza y soledad en
los adolescentes, que pasan por un
momento importante en el que están
definiendo su personalidad.
La solución está en la presencia, que
sienta que no está solo; en fomentar
su autoestima, que el adolescente
note que su vida vale sin que esto
signifique ser el más guapo o la más
bonita ni el que mejor notas saque o
más amigos tenga en las redes
sociales. Es importante acompañarlos
a crear un proyecto de futuro y
formarlos en valores. No parecen
muy traídas de los cabellos estas
ideas. Aunque, en estos días, puede
que alguien las vea como imposibles.
CUERPOS EN CRECIMIENTO
El mayor desarrollo físico se da en
esta etapa y de comer bien depende
la salud a largo plazo.
La tensión y los trastor nos
emocionales pueden afectar el
equilibrio energético de los
adolescentes, haciendo que
consuman muy pocos o demasiados
alimentos, en una etapa en la cual
una nutrición equilibrada es
fundamental para los grandes
cambios físicos por los que pasan.
"Las infecciones leves o graves, el
nerviosismo, los problemas
menstruales, dentales o cutáneos
(acné) son factores que pueden
provocar una alteración del apetito, y
los adolescentes que consumen
dietas pobres son los más
vulnerables. El estrés emocional va
asociado frecuentemente a manías
alimenticias y a la moda de estar
delgado, que pueden provocar
desórdenes como la anorexia
nerviosa", asegura un informe del
Consejo de información sobre la
alimentación (www.eufic.org), una
organización sin ánimo de lucro que
proporciona información científica
sobre la seguridad y calidad
alimentaria, la salud y nutrición.
También las consecuencias del
exceso de peso, un problema cada
vez más frecuente entre
adolescentes, en un periodo en el
que se preocupan mucho por su
imagen, llega a afectarlos de manera
profunda si no mejoran sus hábitos
nutricionales y reciben el apoyo de
las personas de su entorno.
"Los jóvenes se preocupan con
mucha facilidad por su imagen
corporal, y la percepción que los
padres tengan acerca de su figura
tiene una influencia poderosa sobre
cómo los adolescentes se sienten
acerca de sus cuerpos; por lo tanto,
deben evitar criticar la apariencia de
sus hijos, porque naturalmente sus
mensajes negativos los
influenciarán", explica la nutricionista
Claudia F. Cortés Ochoa, de Nestlé
de Colombia S.A., que tiene un área
dedicada a dictar talleres sobre
nutrición a los consumidores.
En este aspecto, los entornos familiar
y escolar tienen una gran importancia
a la hora de determinar la actitud del
adolescente hacia el consumo de
alimentos.
"En esta etapa, el buen ejemplo de
los padres en cuanto a la
alimentación sigue siendo
fundamental, por eso es importante
continuar realizando comidas en
familia y aprovechar estos espacios
en los que el adolescente comparte
con sus padres alrededor de la mesa,
para reforzar los buenos hábitos de
alimentación y fomentar estilos de
vida saludables", agrega.
Aconseja que tanto la familia como el
colegio incentiven, además de la
educación en temas de alimentación,
actividades que los ayuden a sentirse
en forma, fuertes y capaces. Estos
factores contribuirán a la construcción
de una imagen corporal positiva y
ayudarán a reforzar la importancia
que tiene una buena nutrición para su
vida diaria.
Comiendo en familia
La nutricionista Claudia F. Cortés
Ochoa da algunas recomendaciones
para acompañar a los adolescentes
en la creación de hábitos saludables.
* Elógielo cuando haga buenas
elecciones, y ayúdele a planificar su
alimentación del día cuando no pueda
estar durante las comidas.
* Juntos pueden escoger refrigerios
balanceados o preparar un almuerzo
para llevar, esto contribuye a
desarrollar en ellos habilidades
básicas para la toma de decisiones
positivas de alimentación cuando
comen fuera de casa.
* Para lograr el equilibrio hay tres
aspectos que nunca deben olvidar:
incluir variedad de alimentos,
controlar el tamaño de las porciones y
beber suficiente líquido.
* Si usted nota que están comiendo
mucho o muy poco, la mejor opción
es buscar asesoría especializada.
* Es necesario fomentar la práctica de
la actividad física; algunos son atletas
naturales, otros disfrutarán más una
caminata al aire libre o una clase de
baile.
* Una buena noticia es que no se
debe comer "perfectamente" todo el
tiempo; está bien darse gusto
ocasionalmente, siempre que tenga
buenos hábitos.
Crecimiento vs. Alimentación
Los adolescentes, además de las
modas alimenticias pasajeras y las
tendencias a adelgazar acostumbran
a saltarse algunas comidas y a
desarrollar hábitos alimentarios
irregulares, lo cual es
contraproducente ya que su cuerpo
necesita una cantidad de nutrientes
extra para culminar con éxito el
proceso de crecimiento.
"La adolescencia es una etapa de
transición caracterizada por un
elevado ritmo de crecimiento
muscular y de tejidos libres de grasa,
y por fenómenos madurativos
importantes. Aquí, la alimentación
juega un papel muy importante dado
que los requerimientos energéticos,
proteicos y de algunos
micronutrientes aumentan para
satisfacer las necesidades y en
consecuencia es normal que mejore
el apetito", explica la nutricionista Luz
Helena Castaño, del Centro
colombiano de nutrición integral
(Cecnic), de la Universidad Javeriana.
De acuerdo con el Eufic el pico de
crecimiento se da generalmente entre
los 11 y los 15 años en el caso de las
mujeres, y entre los 13 y los 16, en el
de los hombres, periodo en el que
existe la posibilidad de que se sufran
deficiencias de nutrientes como el
hierro y el calcio.
En este sentido, dos de las
afecciones más comunes
relacionadas con la dieta de los
adolescentes son la anemia por falta
de hierro y la deficiencia de calcio.
La primera, se presenta por el
aumento del volumen sanguíneo y la
masa muscular, que incrementa la
necesidad de hierro para fabricar
hemoglobina. El aumento de peso
propio de la edad y el inicio de la
menstruación en las niñas, son otras
de las razones.
De allí, la necesidad de aumentar el
consumo de alimentos ricos en este
mineral como las carnes magras y el
pescado, las leguminosas, las
verduras de color verde, los frutos
secos y los cereales enriquecidos con
hierro.
La falta de calcio es otro de los
problemas. Cerca del 45 por ciento
de la masa ósea de un adulto se
forma durante la adolescencia y todo
el calcio que se necesita para el
crecimiento de los huesos debe
suplirlo la dieta. Para obtenerlo es
importante comer varias porciones al
día de lácteos, como leche, yogur y
queso.
PIEL SIN LA MARCA “ACNÉ”
Un pequeño punto negro o blanco en
la piel, que parece inofensivo, puede
mutar a un aterrador forúnculo que le
daña el día a cualquiera, y más
todavía a un adolescente, que en
esta etapa de la vida tiene que lidiar
con más de un cambio físico y
emocional. El problema empeora
cuando este enemigo, el acné,
amenaza con colonizar, sin tregua, la
piel del rostro, pecho y espalda y, lo
peor, dejar su marca.
¿Por qué aparece? "El acné es una
enfermedad crónica en la que la
herencia genética es un factor que
predispone, además del estrés, las
alteraciones en las hormonas y en la
queratinización (acumulación de las
células muertas), sumado a la
proliferación bacteriana y a la grasa
producida por las glándulas
sebáceas", explica el dermatólogo
Campo Elías Páez. Y es un estado
por el que pasan la mayoría de
jóvenes, "por eso se puede
considerar hasta cierto punto normal
al comenzar el desarrollo en la
pubertad", precisa el también
dermatólogo Giovanni Bojanini.
Afecta a ambos sexos y una vez que
comienza la producción de
testosterona (en la mujer se da en los
ovarios y en los hombres, en los
testículos), los receptores de
andrógenos que están en las
glándulas sebáceas la captan,
comienzan a producir sebo y se
presenta el acné.
"De esta condición se presentan tres
tipos -dice Bojanini-, el juvenil entre
los 12 y 23 años, tiene pápulas
(barros), pústulas (la materia) y
comedones abiertos (puntos negros)
y cerrados (puntos blancos).
Aparecen en cara, pecho y espalda,
sin dejar cicatriz".
Se tratan, a su vez, con "antibióticos
tópicos, derivados de la vitamina A y
antibióticos sistémicos (por vía oral),
que se suministran por su acción
antiinflamatoria, porque el acné no es
una infección", aclara el dermatólogo.
El acné nodulo-quístico suele
comenzar más tarde, entre los 14 y
16 años, y puede permanecer hasta
los 40 o 45 años. Además de las
otras lesiones, tiene quistes, que son
profundos, supuran y suelen dejar
cicatrices en cara, pecho y espalda si
es severo.
En las mujeres se pueden advertir
alteraciones hormonales como
aumento de grasa o de vello y caída
de pelo. Este exige tratamientos
fuertes con medicamentos
suministrados por vía oral durante 8 a
12 meses en promedio.
El tercer tipo es el acné conglobata,
más agresivo y que además de tener
las lesiones del quístico y del juvenil,
presenta comedones en puente (los
puntos negros se comunican como en
un túnel), es inflamatorio y deja
muchas cicatrices. Compromete cara,
tórax, espalda, ingles, axilas y
glúteos. Pueden presentarse brotes a
lo largo de la vida.
Que no quede huella
Para tratar las cicatrices que deja el
acné, se usan microdermabrasión y
peelings que aseguran el 70 por
ciento de eficacia. Estos son
utilizados en marcas superficiales.
Para las cicatrices más profundas se
usan distintos tipos de láser. Sin
embargo, los adolescentes con piel
delgada o sensible no son candidatos
a peelings porque se la dejará más
sensible o maltratada. Las personas
morenas deben tener cuidado con el
láser, porque se corre el riesgo de
hiperpigmentación.
Hemoterapia para borrar el acné
Este es un tratamiento alternativo,
que trabaja con la sangre del
paciente. Andrés Hernández,
especialista en medicina alternativa,
explica que "se toma una pequeña
muestra del brazo, se mezcla con un
producto terapéutico y medicamentos
homotoxicológicos de acuerdo con la
historia clínica del adolescente.
Luego se inyecta en los glúteos y en
otros puntos resonadores a través de
acupuntura".
Según la medicina china, el acné está
relacionado con la tristeza, esta
emoción genera una toxina que
termina por saturar el hígado. Por eso
el primer paso es desintoxicarlo con
una mezcla de productos naturales. A
medio pocillo de aceite de ricino,
agregue una pizca de boldo, 2 o 3
semillas de calabaza, una pizca de
zen y licúe con jugo de naranja o de
piña, sin azúcar. Tómelo en ayunas.
Se aconseja hacerlo una vez cada
seis meses. Después se siguen las
sesiones semanales de hemoterapia,
por tres meses en promedio. Este
tratamiento también es preventivo.
Cambio de rituales
1. Para tratar el acné es fundamental
modificar los hábitos de limpieza
diaria. Si la producción de grasa es
exagerada se aconseja usar ácido
salicílico en jabón o en scrub (gel
facial y corporal) mañana y noche. Si
predominan los puntos negros o
blancos, las limpiezas dermatológicas
con mascarillas para este tipo de piel
son indicadas. Y el protector solar de
uso diario debe ser en gel o loción.
No experimente con mascarillas o
remedios caseros porque puede
empeorar el problema.
2. Las cosmiatras pueden realizar
limpiezas faciales, pero "se
recomienda hacer una valoración
para determinar si hay acné y se
debe preguntar al paciente si es
tratado por un dermatólogo para que
él indique el procedimiento a seguir.
Las limpiezas se hacen una vez al
mes y en caso de acné activo, dos o
tres veces en ese período", indica la
cosmiatra France Ayala.
Para que no sea un trauma...
Esta condición genera baja de
autoestima, que afecta los
desempeños sociales del
adolescente. "Lo más significativo es
que en esta etapa se viven muchas
fluctuaciones de ánimo y
ambivalencia frente a ser niño y/o
adulto y, si tampoco hay claridad en
los sentimientos y vivencias, el acné
complica este tránsito de edad",
advierte la psicóloga Ana Isabel
Jiménez. ¿Qué hacer? Si el
adolescente se siente muy afectado,
es recomendable consultar al
psicólogo, para recibir apoyo y
estrategias de desarrollo emocional y
comportamental, porque los amigos
pueden ser un gran soporte o
convertirse en un factor de presión.
La ayuda de la familia es
fundamental.
La juventud es el período de lo
posible.
Ambrose Bierce