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THEODOR W Air 4N CRITICA CULTURAL Y SOCIEDAD Traducci6n castellana de MAN U E L SACRISTAN EDICION ES ARI EL . Esplugues de Llobregett BARCELONA

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  • THEODOR W. Air 4N

    CRITICA CULTURALY SOCIEDAD,

    Traducci6n castellana deMAN U E L SACRISTAN

    EDICION ES ARI EL .Esplugues de Llobregett

    BARCELONA

  • tahlt4 iciti i

    . , EXpresiones corno "critica de la cultura" o".Criticacultural", y, sobre todo su'comen adjctivo "critico 7 cul-turar, tionen quo molestar a iodo agile] cl ue este acos-tumbrado a pensar con el oido y no solo por ser, comoautomevil un feb'cOmpuesto de etimbs griegos y

    latinos, 'sin, .principalmente, por :sugerir .. .una . COntra-`dideiOn flagrante.'Al"critico cultural no le . 'sienta la cul-tura, piles to ehiCo rine 'dcbe a 'esta CS la "desaien :quo-le picidUra, El . Crltico. 'cultural lial?la COino si fucrarepresentante de una intacta 'naturaleza . de un.....Sii-perior estadio histOrico; sin embargo, el mismo participa

    ' necesarrainente de ,esa entidad por eheima de la cual'se imagina 'egregiartiente . leyantado. , La insuficiencia'del sujeto 'que . en su Innecthriedad . y lithitacien pre-tende juzgar del poder del ser .z-- esa nistificiencia *delsujeto .siempre flagelada por Hegel para servir a .. suapologia del 'Orden clad insoportable cuan-do el propio stijto. hasta en su Inas intima .estruc-

    . . .

    tura; es fruto 'de Id imediaciOn .del concepto mismO alque se enfrenta como sujeto independiente. y .soberano.Pero, Poi' su contenido, la, desmesura de la criticaIa .Cultiira no se -cifra tantO en Ulla htlta . de resi5etopor lo Criticado cuanto en su secreto,orgUlloso y OW-:cad reConocirrnento..Casi inevitabloinente da el Ci.1-tie cultural la irnpresiOn de 'clue , el si posee la culturaque se desprende de la existente: Lavanidad del 6r17

    ...ticO . se suma -a la de. la. ciiltUra: inclUso n el .ge.SCO

    acusatorio mantiene el critic enbiefta ineuestiehaclay dogrnatica, la idea de cultnra. El critied deSplaid la

  • direcciOn del ataque. Donde hay desesperaciOn y vidainadecuada descubre hechos puramente espirituales,la manifestaciOn de un estado de la consciencia humana,indicio de una decadencia de la norma de cultura.Insistiendo en ello, la critica cae en la tentaciOn deolvidar lo indecible, en vez de intentar, con toda laimpotencia que se quiera, que se proteja al hombrede ese indecible.

    La actitud del critic() cultural, gracias a la dife-rencia o distancia a que se coloca del mal y el desor-den imperantes, le permite pasar teoreticamente porencima de estos, aunque a menudo no consiga sinoquedarse tras ellos. Lo que liace el critico es articularla diferencia o distancia en el mismo dispositivo cul-tural que pretendia superar y que precisamente nece-sita de esa distancia para tomarse por cultura. El nojuzgarse nunca lo suficientemente distinguida formaparte de las preterisiones de la cultura a la aristocraciay a la distinciOn, y eon esas pretensiones se dispensala cultura de someterse a la piedra de toque de lascondiciones. materiales de la vida. La hipertensiOn dela pretension cultural, inmariente, sin duda, al movi-miento del espiritu, aumenta la distancia a aquellascondiciones vitales materiales, en la medida mismaen que va baciendose cuestionable la dignidad de esasublimaciOn cuando se tienen en cuenta tanto la reali-zaciOn material posible como el amenazador aniqui-lamiento de innumerables sores humanos. El criticocultural convierte en privilegio suyo esa aristocraticadistinciOn de la cultura, pero destruye su legitimaciOnal cooperar con ella en calidad de chinche pagada yhonrada. Esto afecta sin duda al contenido de la cri-tica. Incluso el despiadado rigor con que la criticaenuncia la verdad acerca de la consciencia insincera ,sigue sujeto a la Orbita de la misma entidad comba-tida cuyas manifestaciones contempla. Todo aquel quejuega la carta de la superioridad respecto de algo tiene

    que sentirse siempre al mismo tiempo como miembrodel edificio en cuyo Ultimo piso se encuentra. Si sehiciera la historia de la vocaciOn del critico en lasociedad burguesa, del critico que ha llegado final-mente a critico de la cultura, se descubriria sin chichien el origen un elemento usurpatorio del que Balzae,por ejemplo, podia tener aun consciencia. Los criticosprofesionales eran ante todo "informadores": dabanuna orientaciOn para moverse en el mercado de losproductos espirituales. Por gracia de ese trabajo coff-.seguian a veces cierta profunda comprensiOn de lacosa, pero seguian siendo, en definitiva, agentes deltrine espiritual, de acuerdo, si no con todas las mer-cancias del mismo, si al menos con .toda la esfera comotal. Hoy siguen conservando huella de ello, inclusocuando han abandonado el papel de agentes. El quese les confiara el papel de expertos y luego el dufueces fue econOmicamente inevitable, pero ademas,casualmente, adecuado a la cosa misma. La agilidaclque les proporcionaba posiciones de privilegio en lacompetencia --pOsiciones de privilegio porque, una vezalcanzadas, el destino de lo juzgado dependia am-pliamente de su voto suscita una apariencia de jus-tificacien tecnica del juicio. Deslizandose babilmentcpor todos los huecos y ganando en influencia con ladifusiOn de la prensa, los criticos consiguieron la auto-ridad que su profesiOn finge preexistente. La petu-lancia del critico se debe a que en las lamas de lasociedad competitiva, en la que todo ser es ser ac-cidental, ser para otra cosa, el critico mismo se micicexclusivamente por su exit en el mercado y es, portanto, el mismo un producto del mercado. El cono-oimiento serio de las cosas y problemas no fue lo prima-rio, sino, a 16 sumo, producto secundario del exit deagente en el mercado, y cuanto mas carece el criticode ese conocimiento objetivo, tanto mas intensamentelo sustituye con peclanteria y conforrnismo. Cuando

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  • en su rnercaclillo de la confusion el arte los criticosIlegan a no entender una palabra de lo que juzganv se rebajan gustosamente de nuevo a la categoriade propagandistas o censores, se consurna en ellos lainicial insinceridad de su industria. El privilegio deque disfrutan por lo que hace a la informaciOn y a laposibilidad de tomar posiciOn les perinite enunciarsus opiniones como si fueran la objetividad misma.Pero Sc trata exclusivamente de la objetividad del es-piritu que dornina en el momento. Los criticos ayudantambien a tejer el velo.

    El concept de la libertad de opinion y expresiOn,incluso el de la libertad espiritual en la sociedad bur-guesa, concept en el que se basa la critica de lacultura, tiene su propia dialectica. Mientras se libe-raba de la tutela teolOgico-feudal, el espi ritu, a causade la progresiva socializaciOn de todas las relacionesentre los hombres, sucumbiO crecientemente a un anO-nimo control ejercido por las circunstancias dominan-tes, control que no sOlo se le impuso externamente,sino que se introdujo en su estructura inmanente. Ague-llas circunstancias se imponen en el espiritu autO-norno tan despiadadamente como se impusieron antesen el espiritu ataclo a los Ordenes beterOnomos. NosOlo se dispone el espiritu a su propio trafico y com-praventa en el mercado, reprecluciendo asi, el mismo,las categorias soeiales dominantes, sino que, adernas,se va asemejando objetivamente a lo dorninante inclusoen los casos en que, subjetivamente, no llega a con-vertirse en mercancia. Las mallas del todo van en-lazandose, cada vez mas eStrechamente, segim el mo-delo del acto de trueque. La conciencia individualtiene un ambito cada vez mas reducido, cada vez masprofundamente preformado, v la posibilidad de ladiferencia va quedando limitaaa a priori pasta conver-tirse en mero matiz en la uniformidad de la oferta.Al mismo tiempo, la apariencia de libertad pace que

    Ia rellexiOn sobre la propia esclavitud sea much masdificil cic Jo que Jo era ( q uill

    el espiritu se encon-traba en contradicciem con la abierta opresiOn; asi serefuerza Ia dependencia del espiritu. Todos esosmentos, junto eon In selecciOn social de los portadoresdel espiritu, tienen con-to resultado In involuciOn deeste. La responsabilidad del espiritu ,

    se eonvierte enuna ficcicin, segi'm tendencia predominante en la

    sociedad. El espiritu nn desarrolla nuis quo el mementonegativo de su lihertad, la berencia del estadio sinplan y monridico, in irresponsabilidad. Aparte de eso,va adhiricc ndose cada vez mas apretadamente, combornament, a- la .

    estructora de la quo pretende desta-carse. Las invectivas do Karl Kraus contra la libertadde :prensa no deben, seguramente, tomarse al pie dela letra: invocar seriamente a la censura contra losescribidores cotidianos seria lo rnismo que querer ex-pulsar al diablo con la ayuda de Belcebti. Pero, encamhio, seguramente 14 estupidizaciOn y In mentiraque florecen hajo la protecciem de la libertad de prensason algo mucho bias importante quo mero accidenteen el decurso hiskirico del espiritu: son los estigmasde In esclavitud a quo liege) al liberarse de in viejaItitela, los estigmas de In falsa emancipaciOn. Ln riin-gtin sitio 'se manifiestan esos estigmas tan claramentecomo en el lugar en quo el espiritu roe la propia ea-dena: en la critica.'Cuando los fascistas alcmanes

    cx-con-tulgaron la palabra "critica" y la sustituveron porel aguado concept. de ".consideraciOn del arte", lohicicron sin chichi exchisivamento movidos por el tan-gible interes del estado autoritario, temeroso del pathosdel Marques de Posas inclnso en la burda petulanciade loS criticos v colaboradores periodisticos. Pero lasatisfechabarbaric quo exigia in supresiOn de la critica,

    irrupciOn de la. horda salvaje en el coto del espiritu,reprimici sin sospecharlo una cosa con su igual. EnIa bestial pasiOn do las carnisas pardas contra los cri-

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  • ticastros no alienta solo la envidia a una cultura odiadaporque les excluye, ni tampoco . el mero rcsentimientocontra Cl que ejerce el dereeho de deck aquelloirega-tivo que ellos querian suprimir. Lo decisivo es queel soberano .gusto del critico finge ante los lectures unitindependencia que no tiene y reclama .una misien rec-tora incompatible con su propio principio de la libertadespiritual. Esto es Jo que excite a sus enemigos. Elsadismo de estos fue caracteristicamente excitado porla debilidad, sutilmente disfrazada de fuerza, de ague-llos cuya dictatorial gesticulaciOn habria sido tan gus-tosamente imitada por los posteriores.

    dominadores.SOlo que fascistas sucumbieron a la misma ingenui-dad que los criticos, a saber, a la fe en la culturacomo tal, representada para .- ellos por determinadasostentaciones y mitos aprobados. Los fascistas alema-nes se sintieron medicos de Ia cultura, y le extirparonel ag-uijOn de la critica. Con ello no solo la rebajaronal nivel .de la manifestaciOn oficial, sino que, adernas,mostraron dcsconoccr Jo intimamente que, para bieny para mal, estan imbricadas critica y cultura. La cul-tura no es verdadcra mrls que .en sentido

    y el espiritu, cuando lo olvida, se venga de simismo en los criticos clue el mismo cria. La critica es\in element inalienable de la cultura, en si mismaContradictoria; y con toda su inveracidad es la criticatan verdadera como la cultura es falaz. La critica nodana porquc clisttelva esto es, por el contrario, Jomejor de ella sino en la rnedida en que ohedececon las formal de la rebelien.

    La complicidad de la critica cultural con la culturano se dube merarnente a la kleologia del critico. Masbien es fruto de Ja relacion del critico con la cosaque trata. Al convertir.)1t,soltura en su objeto vuelvea dbjetivarla. Pero el sentido propio de la cultura as'precisamente la suspension de la cosificaciOn. En cuan-to la cultura se cuaja en "hienes culturales" y en su210

    repugnante racionalizaciOn filosOfica, los llamados "va-lor'es culturales", peca. contra su rai.son detre. En Iadestilacien de esos valoresque no en vino recuerdanel lenguaje de la mcrcancia se entrega a la voluntaddel mercado. En el mismo entusiasmo por las granulescultiu-as exOticas vibra et entusiasmo por la exoticapieza rara en Ia que se puede invertir dinero. Cuandola critica. cultural, hast y Valero, se mantiene en . elterreno del conservadurismo, se orienta secretamcntcpor un concepto de cultura que apunta a una firmepropiedad, independiente de oscilaciones eovunturalcsy propiarde la era del capitalisrno tardIo. Ese conceptose presenta como libre de toda relaciOn con forma-ciones

    .

    histOricas deterrninadas, v como capaz deseguridad en medo de la dinaniica universal. Model .7del critico cultural es el coleccionista que sopesa vvalora, casi en tanta medida como el critico de arte.La critica de la cultura recuerda siempre el gesto delque regatea, o el del especialista que discute la auten-ticidad de una pintura o la coloca entre las obrasmenores del maestro. Hay que discntir la mereancia, para conseguir mas por Jo mismo. Como 'estimador,el critico cultural se liana indiscutiblemente inmersoen una esfera manchada por Jos "valores" culturales,incluso cuando el critico tuella" elosamente contra IamercantilizaciOn de . la cultura. su misma actitud contemplativa respecto-de la cultura ha y nn examinar,juzgar, ,pesar, elegir: esto le va. rehaza aquello.misma soberania, in pretensiOn de poseur un saberprofundodel objeto v ante el objeto, In separaciOn deconcepto y cosa pur la independent:la 'del illicit), nevaen si ci peligro de sucumbir a in configuraciOn-valorde la cosa; pees In critica cultural apela a tuna colec--den de ideas establecidas v eonvierte en fetiches cate-gorias aisladas como espiritu. viola, individuo.

    Pero su fetihe supremo es el concepto de culturacomo tal. N 11 a autentica okra de arte, ning na vet--

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  • dadera frlosofia se ha agotado nunca ba agotadonunca su ser-en-si en si misma. Siempre ban estadoen relaciOn con el real proceso vital de la sociedad dela que se desprendieron, Precisamente la negativa aquedarse en la culposa conexiOn de la vida que sereproduce ciega y duramente, precisamente la insis-tencia en la inclependencia y la autonornia, en el divor-cio con el reino de los fines que impera en una socie-dad, implica, al menos come element() inconsciente, laapelaciOn a un estado en el que la libertad estvierarealizada. Pero la libertad sigue siendo una ambiguapromesa de la cultura mientras la existencia de estadepende de la realidad vanamente: conjurada y, enUltima instanoia, mientras la libertad depende de ladisposiciOn sobre el trabajo de otros. El hecho de queIa cultura europea (globalmente considerada) haj,a he-oho dcgcncrar hasta mcra ideologia lo quc llegaba alconsumo espiritual y llega hoy mas facilmente,_ rece-tado por "managers" y psicotecnicos a las poblacio-nes se debe a la trasmutaciOn de su.funciOn respectode la practica material, esto es, a su renuncia a inter-venir en ella. Esa trasmutaci6n no fue naturalmente,pecaminosa decision, sine resultado de presi6n hist&rica. Pues la cultura burguesa no consigue dar a luzla idea de una pureza libre de todos los estigmasdeformadores imipuestos por el desorden que abarcacorno totalidad todos los Ambitos de la existencia sinorompiendose, retiranclose en si misrna. La cultura bur-guesa no - consigue manifestarse Eel al hombre mas quesustrayendose a su practica; contradicciOn de si misma,sustrayendose a -esa permanente reproducciOn delsiernpre-lo-mismo, del servicio mercantil al cliente alservicio real del. dominante. Pero sustrayendose aesose sustrae a su hombre real. Una .tal concentraciOn dela cultura burguesa en torno a su propia y absolutasustancia de cultura y solo de culturaconcentrationclue tiene su manifestaciOn Inds grandiosa en la poesia

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    y en la teoria de Paul Valery conlleva, sin embargo,una corrosion de esa misma sustancia. Asi vuelto con-tra la realidad, el acumen del espiritu cambia de sen-tido, por mas rigurosamente que se le quiera mantener,en cuanto, por su retorsiOn, pierde contacto con aquellarealidad. Por obra de la resignation que afecta antela fatalidad del proceso vital, y aim mucho mas persu especializaciOn como un Ambito entre otros, el es-piritu se encuentra asi situado junto al ente merey se convierte el mismo en un mero ente. La castra-ciOn de la cultura, quc provoca la irritada pasi6n delos filOsofos desde tiempos de Rousseau y de la selva-tica sentencia sobre "el siglo de la tinta de imprimir",pasando por Nietzsche, hasta los misioneros del enga-gement por el propio engagement, se debe al propio

    cksariollo de a cultura como tal, para ser cultura, ya su enOrgica y justificada oposici6n a la crccientcbarbarie del predominio de lo econ6mico en su mundo.Lo .que parece decadenoia de la cultura es su purollegar a si misma. La cultura no puede divinizarsemas que en cuanto neutralizada y cosificada. El feti-chismo lleva a la mitologia. Los criticos culturalessuelen embriagarse con idolos, desde los prehistOricoshasta los de la calida epoca liberal ya evaporada que, en el momento de sucumbir, exbort6 a meditaren el origen. Y come la_critica cultural se subleva con- ..tra. la progresiva integraciOn de toda conciencia en el.aparato de la producciOn material, pero es incapazde cornrprender este, se vuelve haCia atras, engatusadapor una promesa de inmediatez. Lo hace por su propiopesO; -aparte deque le - mueve 'a ello un orden quetiene que recubrir con sonora chacbara sobre la des-humanizaciOn y el progreso todos los progresos queel mismo hace por el camino de la cleshumanizaci6n.El .aislamiento del espiritu respecto de la producci6rqmaterial eleva sin duda su cotizaciOn, pero, al mismo tiempo, hace de el, en Ia conciencia general, el chive

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  • 'expiattorio todo lo cometido por la practica. Se de-'

    cide entonces .qiie la ilustraciOn misma y com p tal nocomo instrumento del dominio real tiene la culpa detodo: de aqui el irracionalismo de la critica de la cul-tura. Cuando esta ha conseguido disociar al espiritude su dialecticidad con las condiciones materiales, loconcibe simplemente eomo un principio de fatalidad,sin descubrir el papel de su propia resistencia. Tam-poco consigue comprender el critico cultural que IacosificaciOn de In vicla no se debe a un exceso deilustraciOn, sino a un defecto de ella, y quo la mutili-'zaciOn cometida en la humanidad por la incompletay particularista racionalidad: contemporanea es en de7:'.finitiva un estigma de la irracionalidad total. La elimi-.naciOn de esa mutilaciOn, que- significaria lo mismoque eliminaciOn de In separacien del trabajo fisico yel espiritual, parece un caos a in ceguera critico-cul-tural: y es que aquel que glorifica el orden y la es-tructura, cualquiera que sea su propio linaje, tomaaquella fosilizada separaciOn como arquetipo

    de loeterno. Para ellos,--la posibilidad de que un dia cesarala mortal escisiOn de la sociedad es lo mismo que unamaldiciOn sin mafiana: mejor el final de todas lascosas que el final de Ia cosificaciOn de la humanidad.El miedo a este Ultimo armoniza muy bien con el in-teres de los interesados en la persistencia de In renun-cia material. Cada vez que la critica. cultural perora

    .contra el materialismo promueve la convicciOn de que.el verdadero pecado es el deseo de bienes de consumo

    que tienen los hombres, y no la ordenaciOn total queles impide Ilegar a ellos: el pecado es saciedad, nohambre. Si Ia humanidad fueraya dueiia de la pletorade 4os bienes- , se sacudirldiaae tdcluras.de esa oivilizada.barbarie quo los criticos culturales.imputan al procesodel espiritu en vez de al atraso de las condiciones ma-teriales. Los "valores eternos" a que alude critica

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    cultural reffejan enfermedad perenne. El critico cul-tural se nutre de In mitica obstinaciOn de la cultura.

    Como la. existencia de la critica cultural, cualquieraque sea su contenido,.depencle del sistema econernico;se encuen. tra entretejida con el destino.de este. Cuanto'Inas perfectamente apresan los actuates Ordenes soda-.les cOn .el oriental en cabeza el proces vital, yen el la "musa", tanto mas se irnprime a todos losfenOmenos del espiritu el sello del orden.. En unoscasos, esos fenemenos contribuyen al mantenimientodel orden con funciOn de entretenimicnto o edificacien,y se consurnen precisamente como exponentes de ese

    orden, es clecir, por su preformaciOn social. Conocidos,garantizados, gustados, se introducer) persuasivamcnto -.'en In conciencia regresiva, se recomiendan como natu-rales ypermiten In iclentificacien con potencias cuyopeso no deja Inas eleccien quo un arnor falso.,En otroscasos se . convierten en rareza por su desviaciOn res:pecto del orden externo, y asi consiguen ser tambienvendibles. Durante toda In era liberal In cultura caye,en la esfera de la circulacien do los bienes, y in paula-

    _tina consunciOn de esta corroc el sistema nervioso de:COn-:IT'elieninaciOrt del comercio y do sus

    cionales recovecos por el aparato dc difusiOn de la:-,t'ailin-clu- Stria,.71ii- cornercializacicin_ de la cultura llega_

    ya - a extremos risibles. Bien. atada. y adrninistracla yconcienzudamente calculada, la cultura va murienclode inanicien; Tea denUncia de Spengler, segtin la cualel .espfritu y el dinero van juntas, resulta plenamenteacertada: Fero a causar .

    de su simpatia por las formasinmediatas de dominio, Spengler cultiv6 una conccp-ciOn de la' existencia coma ajena a las mediaciones es-.pirituales igual quo a las econemicas, y lanz6 por laborda al espiritu junto con un. tipo . econemico real-mente superado, sin clarse cuenta de que el espiritu,por mucho que sea product de ese tipo economic,implica, sin embargo, In posibilidad objetiva dc su-

    .

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  • perarlo. Al moth) como la cultura surgi6 del mercado como alga que se .destacaba do lo inmediato, de la

    cesfcra de la propia onservaciOn en el trafico, la comu-nicaciOn y el entendimiento, al rnodo.como en el capi-..talismo maduro case) con el comercio, y sus .portadoresfucron "terceras personas", mediadores como los corner-ciantes, asi tambien est() es, segLin las reglas chisicasde la "necesiclad social", segiin las reglas de la autorre-producciOn econOmica so contras hoy al Ambito enel gm: empezO, el de la mera comunicaciOn. Su enaje-ilaciOn cic lo human() culmina en la. docilidad absoliitaa las exigencias de una humanidad quo el vendedorha convertido en clientela. En nombre de los consu-midores, los gnu disponen de la cultura suprimen deella lo quo lc permitiria salvarse de una total inm11-.nencia a In sociedad existente, y no dejan de ella Inasquo 10 que sampler en esa sociedad un objetivo inequi-voco. Precisamente por eso esta cultura del consume)pude gloriarse de no scr un lujo, sino la simple prolon-gaciOn de in producciOn. Los slogans politicos, calcula-dos Para las inanipulaciones de masas, estigmatizan una-iiiinemente como hijo, snobismo, highbrow, todo ele-ment cultural quo desagrade a los cornisarios. Solocuando el orden establecido se acepta como medida detodas las cosas se convierte en verclad su mera repro-ducciOn en la conciencia. La critica cultural se indignaentonces y habla de superficialklad y de p6rdi.da de sus-tancia. Pero como, a pesar de olio, so mantiene en In redon que se Imbrium cultura y comercio, la misma criticaparticipa do esa superficia]idad. La critica procede,plies, come) esos criticos sociales reaccionarios que con- traponen al capital .usurario el capital productivo. Pero,do liecho, totla cultura participa de la culpa total de1;1 sociedad, piles, como cl comercio (segim la Dialec-tica de la llustraciOn), 1 vivo gracias a la injusticia ya

    M AXI. 11011KIIKIME11 y T. \V. A 1)()IINC). Dirtleklik der Auf-kliirtmg. Philosigthische Fragimmte, Arnst6rdam, 1997. (N. del T.)

    conietida. en in esfera de In producciOn. La criticacultural re.cubre y clisimula In critica, y sigue sien-

    . do kleologia en in medida en que es mera critica de Inideologia. Los regimenes totalitarios de ambos tipos,deseosos de defender lo existente de las itltimas resis-tencias que temen de la cultura sumida en ese estadoervil, pueden probar facilmente que esa cultura y

    su modo de conciencia son manifestaciones lacayunas.Apelan al espiritu, que en realiclad resulta ya insopor-table, y pueden atin sentirse purificadores y revolucio-narios. La funciOn ideolOgica de In critica cultural daalas a su propia verdad, la resistencia contra In idea-logia. La lucha contra In mentira resulta asi un pretextoen favor de la nuda bestialidad. "Cuando oigo la pa-

    cultura, quito el seguro a mi revolver", dijo unavez el portavoz de la "Camara Cultural del Reich"hitleriana.

    Pero la critica cultural no .puede reprochar tan radi-calmente a la cultura su decadencia como lesiOn de

    -la pura autonomia del espiritu,-- como abierta prosti-.

    tuciOn, sino a catisa de quo In cultura nace en In se:paracion (pile es su pecado original. Cuando la culturase limita a negar superficialmente esa separaciOn yTinge una conexiOn inmediata en el lugar de aquella,se coloca a un nivel inferior a su propio concepto..E1espiritu solo, que en la locura de su absolutez se alejaradicalmente de la nuda existencia, la detei-mina enrealidad en su negatividad; y mientras en la reproduc-ciOn de la villa queda aim un resto de espiritu, todose refiere a este con enfasis. La antibanausla atenienseera dos cosas a in vez: el despectivo orgullo de aquelque no se ensucia las manos por aquel de cuyo tra-bajo vive y laconservaciOn de la imagen de una exis-tencia que -apunta a Inas all y

    de la coercion presentedetras de todo trabajo. Al dar expresiOn a la con-ciencia sucia, a la mala conciencia, proyectandola ensus victimas, cuya bajeza destaca, la antibanausia es

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  • al mismo tiempo una acusaci6n contra lo que esasmismas victimas sufren: la sumisiOn del hombre a laforma concreta de reproducciOn de su vida. Toda"cultura pura" ha sido molesta para los portavocesdel poder. Plat6n y AristOteles supieron muy Bien porque tenian que evitar la idea de esa cultura, alinclinarse,por ejemplo, hacia cierto pragmatismo encuestiones de arte, pragmatismo notablemente incom-patible con el pathos de los dos grandes metafisicos.La moderna critica cultural burguesa es, naturalmente,demasiado aguda para seguirlesabiertamente en esepunto, aunque tranquilizadores expedientes es-quematicamente analogos, como la distinciOn entre altacultura y cultura _popular, obra de arte y obra de en-tretenimiento, conocimiento y concepciOn del mundono constrictiva lOgicamente. La critica cultural bur-guesa es tanto mas antibanausica que la antigua clasealta ateniense cuanto el proletariado es mas peligrosoque los antiguos esclavos. Elmodernoconcepto de cul-

    , tura -pura y auto'noma da testimonio del antagonism.j.neliminable .e_ insuperable producido por la imposibi-

    cornpromiso con el ser ajeno y por la hybrisde la ideologia entronizada como ser-en-si.

    La critica cultural tiene de comUn con su objetola misma ceguera: es incapaz de llegar al conocimientode su caducidad, la cual arraiga en la escisi6n. Nin-guna sociedad que contradiga a su propio concepto,-- el concepto cle hurnanidad puede poseer plenaconciencia de si misma. Para irnpedirselo no hace nisiquiera falta la actividad subjetiva de la ideologia,aunque, en tiempos de cambio histOrico importante,esta suele reforzar y adensar la ceguera. Pero el hechode que las diversas formas.cle t represiOn -- seem. elestadio dela tecnica en calla' CaSO,sepongan al ser-vicio de la conservaci6n del conjunto social, y el hechode que la sociedad, pese a todo el absurdo de su modode ser, reproduzca la vida en las circunstancias dadas,

    suministran una apariencia dd legitimaciOn. Como con-tenido esencial de In autoconciencia de una sociedadde clases antagOnicas, la cultura no puede liberarse deaquella apariencia, y tampoco lo puede la critica cul-tural, que mide la cultura por su propio ideal. ILaapariencia se hace total en la fase en que la irraciona-lidad v In falsedad objetiva se esconden tras la racio-nalidad y la objetiva necesidacl. No obstante, los antagonismos, a causa de su verdadera fuerza, se abrencamino tambien en la conciencia. Precisamente por elhecho de dfirmar para gloriosa trasfiguraciOn pro-pia el .principio de la armonia en la sociedad anta-gOnica, la cultura no puede evitar una comparaciOn dela sociedad con su propio principio de armonia, y tro-pieza entences con la disarmonia. La ideologia, queconfirma la vida, se coloca en contradicciOn con lavida por la fuerza inmanente del ideal. El espiritu,descubriendo que la realidad no se le asemeja, sinoque esta sometida a una dinamica fatal e inconsciente,pasa, contra su propia voluntad, mas ally

    de la apo-logia. El hecho de que la teoria se convierta en fuerzareal cuando alcanza a los hombres arraiga en la obje-tividad del espiritu mismo, el cual tiene que hacerseproblematic a si mismo por el'propio cumplimientode su funciOn ideolOgica. Si bien el espiritu expresa laceguera, expresa tambien al mismo tiempo, movidopor la incompatibilidad de la ideologia con la existen-cia, el in ten to de escapar de la ceguera. Decepcionado,contempla el espiritu la mera existencia en su des-nudez, y la entrega a la critica.' Condena entonces Inbase material segUn el criterio de su principio puro

    por cuestionable que sea este , o bien realiza, porsu incompatibilidad .

    con la base material, su propiacuestionabilidad como espiritu. Por fuerza de la clin6-mica social, la cultura pasa a ser critica cultural, laeual conserva el concepto de cultura, pero clestruyesus manifestaciones actuales, descubriendolas como

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  • OZZ

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    uun 'solupoujodniso sojpow A sujoireanui suJoul

  • subjetivismo burgues. En la epoca burguesa clasica lateoria dominante era la ideologia, y la practica dela oposiciOn se encontraba inmediatamente contrapues-ta a ella. Rigurosamente hablando, hoy no hay ya casiteoria, y la ideologia es. como el ruido directamenteproducido por el mecanismo de la inevitable .practica.Hoy dia nadie se atreve ya -a pensar una sola proposi-ci6n a la que no pudiera afiadirse en cualquier cam-po la indicaciOn de a quien favorece. El imico pen-samiento no-ideolOgico es aquel que no puede reducir-

    . se a operational terms, sino que intenta llevar la cosamisma -a ',aqua lenguaje que esta?. generalmentequeado;por:-,e1: lenguaje dominante.. Desde:.qu'e todo,-.;gremio politieo-econ6mico , civilizado . ha comprendido.',..como evidente que-lo que- importa es- transforrnar el -L-mundo, considerando mera y frivola travesura el inter-pretarlo, resulta dificil limitarse a citar las tesis contraFeuerbach. Pero la dialectica incluye tambien la rela-ciOn de acciOn y conternplaciOn. En una epoca en quela- Sociologia burguesa ha "saqueado" (la palabra esde Max Scheler) el concepto marxista de ideologiapara pasarlo por el agua del relativismo general, elpeligro que consiste en no comprender la funcien delas ideologias es ya menor que el representado poruna acciOn mecanica, puramente lOgico-formal y admi-nistrativa, que decide acerca de las formaciones cultu-rales v las articula en aquellas constelaciones de fuerzaque el espiritu tendria mas Bien que analizar, seg6nsu verdadera cornpetencia. Igual que otros elementosdel materialismo dialectic, la doctrina de la ideologia se ha convertido de instrumento de conocimiento eninstrumento; de tutoria sobre este. En. nombre . de la

    ; dependencia. de la .sobreestructura respect . de la es--tructura se:pasa asi. a i+Igilitr7la!utilizacs ien de las iden.--;

    en .vez de criticarlas. Y. se vu perdiendo: la,preocupaciOn por su contenido Olijetivo, siempre queresniten clams en Nu ntilidad.

    La misma funciOn de las ideologias Se esta haciericlocada vez mas abstracta. Se ha justificado la sospechade viejos criticos culturales seglin la cual en un mundoen que la cultura como privilegio y el encadenamientode la conciencia por la educaciOn impiden propiamentea las masas la experiencia de las formaciones espiri-tuales, no importan tanto los especificos contenidosideolOgicos cuanto presencia de algo, sea lo que

    sea, que sirva para rellenar el vacio de la concienciaexpropiada y distraiga la atenciOn para que no se des-cubra el patente secreto. Para el contexto social domi-nante es seguramenrte menos importante el 'contenidoideolOgico. especifico que un film pueda comunicar alos espectadores que el hecho de que estos, de vueltaa sus casas, queden interesados por los nombres delos actores y por sus historietas galantes o matrimo-niales. Conceptos vulgares como el de distracciOnson mas adecuados para estos hechos que explicacionesmas arnbiciosas sobre si un escritor es representantede la pequefia burguesia y el otro lo es de la alta.La cultura se ha hecho ideolOgica no solo como con-tenido esencial de las manifestaciones del espiritu ob-jetivo muy subjetivamente confeccionadas

    sinotambien y en gran medida cornoesfera de la vida pri-vada. Esta disimula con aparato de importancia y.autonomia el hecho de que hoy ,

    dia no vegeta sino 'como apendice del proceso social. La vida se trasforrqaen la ideologia de la cosificaciOn, la cual es propia-mente la mascara de la muerte. Por eso frecuentementela tarea de la critica consiste menos en inquirir lasdeterminadas situaciones y relaciones de intereses alas que corresponden fenemenos culturales dados queen descifrar, en los fenOmenos culturales Jos elcmentosde la tendencia social general a traves de los cualesse realizan los intereses mas poderosos. La critica cul-tural se convierte en fisiognOrnica social. Cuanto masalienado, socialmente mediaclo, filtrado, se }lace el todo

    .122 223

  • de los elementos natnrides, c unt etas "conciencia.-es, tanto mas tie hilee el LO(10 " Cid! unC, El procesomaterial de producciOn se mandiesta como.tal al finalcomo to (111e V a era en su origen, en la relaciOn detrneque: coin() Ia falsa conciencia de los -contratantesel ono respeeto del otro, coin ideologia, ademtls demedic) para la conservaciOn v reproclucciOn de la villa.A la inversa, empero, la conciencia se reduce calla vezmas insistentemcnte a mero moment de transition enla conexiOn del todo. Ideologia es boy la sociedad comofenOmeno. La mediaciO de la ideologia compete a latotalidad. detrAs de la coal esta sin di da el dominiode algo parcial, pert) sin que - pueda esta .parcialidadser reducida directamente a no interOs parcial, sino

    Bien como una piaci:did:1((111e en todos sus hag-mentos estil a la misma diStancia del centro.

    La teoria critica no puede- admitir la alternativede colocar cultura enteya en tela de juicio, desdef t iera de ella y hajo el conce.pto supremo de ideologia,o confrontarla con las normas que ella misma ha hechocristalizar. La decisiOn sabre permanecer en la inma-noncia de lit cultura o ssituarse en traseendencia deella supone Una recaida en la lOgica traditional quefile el()Net de la polemica de Hegel contra Kant:toclo inkodo que determina limites v se mantiene den-

    . tro de los limites cle su objeto rebasa por eso mismodichos limites. La dialectica. presupone cierto sen-tido la posiciOn cultural-trascendente. como concien-cia clue se niega a someterse desde el primer momenta la fetichizaciOn de la esfera del espiritu. Dialecticasignifica intransigencia contra toda cosificaciOn. El me-todo trascendente, que se dirige al todo, parece innsradical c l ue el inmanente,

  • producciOn espiritual. La precipitada negaciOn de lacultura se convierte en un pretexto para favorecer lomas grosero y pecaminoso, hasta la represiOn, al mismotiempo que se decide en favor de la sociedad el viejoconflicto de esta con el individuo, todo segUn Ia me-dida del administrador que se ha apoderado de lasociedrul. Desde aqui no hay, mas que un paso hastala reintroducciOn oficial de la cultura. El. procederinmanente se resiste a ello, mostrando ser el mas esen-cialmente dialectic. Este proceder recoge consecuen-temente el principio de que no es la ideologia Ia quees falsa, sino su pretension de estar de acuerdo conla reiliclad: Critica inmanente de formaciones espiri-tuales .significa com.prensiOn,-mediante el analisis desu .configuracien y desu sentido, de la contradicciOnexistente entre la idea objetiva de la formaciOn cul-tural y aquella pretensiOn, y consiste en dar nombre'a aquello que expresa la consistencia e inconsistenciade las formaciones espirituales de la constituciOn y-disposiciOn de la existencia. Esta critica no se contentacon un saber . general de la 'esclavitud o servidumbredel espiritu objetivo, sino que intenta convertir esesaber en energia para la consideraciOn de la cosamisma. La comprensiOn de la negativiclad de la culturano es tal, no es concluyente, mas que cuando se justi-.fica con la prueba precisa de la verdad o falsedad deun conocimiento, de la consecuencia o incoherenciade un pensamiento, de la cohesiOn o incongruencia deuna formaciOn, de la sustancialidad o nulidad de unaconfiguraciOn lingiiistica. Cuando tropieza con insufi-ciencias no las atribuye precipitadamente al individuoy a su psicologia,.al chivo. expiatorio del fracaso per-sonal, .sino. que- intenti ,,de,rivarlas..de los diversos mo-mentos del-objeto. Ester'critica- perSigue las aporias dela 16gica, las irresolubilidades . insitas ya en . su tarea.Y en eras antinomias comprende las propiamente socia-les. Para la critica inmanente lo lograclo no es tanto

    una formacion que reconcilie las contradicciones obje-tivas en el engaiio de la armonia cuanto aquella queexprese neptivamente la idea de armonia, farmulandolas contradicciones con toda pureza, inflexiblemente,segOn su alas intima estructura. Ante una formaciOnasi lograda pierde todo sentido la sentencia de "meraideologia". No obstante, la critica inmanente siguesubrayando la evidencia de que hasta boy el espirituse encuentra siempre sometido a unos lazos. No escapaz por si mismo de superar las contradicciones deque se ocupa. Incluso la mas radical reflexiOn sobreel propio fracaso tropieza con el limite infanqueablede no ser mas que reflexiOn, sin poder modificar laexistencia: de que da testimonio el fracaso del espiritu.Por ello Ia critica inmanente no consigue tranquilizar-se

    con su mero concepto. Ni tampoco es lo suficien-temente vanidosa como .para equiparar sin mas la in-mersiOn en el espiritu a la liberaciOn de su carcel, nilo suficienternente ingenua como para creer que Iadecidida inniersiOn en el objeto, gracias a la lOgicainterna de este, sea premiada con la verdad con soloque el saber subjetivo sobre el todo no se introduzcaconstantemente, como cosa extrafia, en la determina-ciOn del objeto. En la medida en que el metodo dia-lectic tiene que recusar boy la identiclad hegelianade sujeto y objeto ester tambien obligado a terser encuenta la thiplicidad de momentos: se trata de rela-cionar el saber de 'la socieclad como totalidad, y clsaber de 4a imbricaciOn del espiritu en ella, con laexigencia del objeto como tal, segirn su contenidoespecifico de ser conocido. Por esta razan, la clialec-tica no permite que ninguna exigencia de pureza lOgicale castre su derecho a pasar de un genera a otro de lascosas, su derecho a iluminar la cerrazOn de'las cosas conla mirada.puesta .

    en la sociedad, y su derecho a presen-tar la cuenta a la sociedad que no es capaz de redimirIa cosa. Al final, se 'lace suspecta al metodo dialectic

    228 227

  • 4i

    'la contraposiciOn de conocimienlo interno y procedentedel exterior, que sc lc presenta como sintoma de esa eosificaciOn que ella debe combatir como critica: a laabstr cta atribuciOn del pensarniento administrativo co-rresponde aqui cl fetichismo del objeto ciego a sugenesis, Ia prerrogativa del especialista. Mientras quela consideraciOn inmanente inflexible esta siempre en..peligro de recaer en el idealismo, en la ilusiOn deon espiritu autosuficiente, duerio de si mismo y . de larealidad, la consicleraciOn trascenclento corre el riesgode olvidar el trabajo del concepto para contentarsecon el ukase promulgado arriba, la etiqueta prescrita.v el clicterio ya tOpico y sin fuerza, ,como "pequetio-Intrgues". Un pensamiento -topolOgico un pensamien-to gm; sabe el sitio de todo fenOmeno y no sabe tot i ne es ninguno de ellos esta secretamente emparen-tado con el paranoico sistema idealista, horror.de todaexperiencia del objeto. Con vacias categorias se divideel mond en blanco y negro y se dispone para el - do-mini contra el coal se concibieron inicialmente losconceptos. Ninguna teoria, ni siquiera la verdadera,esta segura de no pervertirse nunca en . locura el diaen que se .prive de la relaciOn.espontanea con el obje-to. La dialectica tiene que guardarse de ese peligro,tanto como de la ingenua esclavitud . al objeto de cul-tura. No debe prescribirse el culto al espiritu ni lahostilidad al espiritu. El critico dialectic de la culturatiene que participar y no participar . de ella. SOlo asiconseguira justicia para la cosa y para si mismo.

    La critica tradicional de la ideologia, que es criticatrascendentc, esta anticuada. En principio, a causado la trasposiciOn directa del concepto . de causa dela naturaleza fisica a la sociedad, se apropia precisa-mente el metodo de aquella cosificaciOn que tienecomo terra critico, y queda asi, por tanto, por debajode su objeto. De todos modos, no hay duda de que lacritica de metodo trascendente puede responder que

    008

    no utiliza conceptos de esencia cosificada mas que enla medida en que to esta la misma sociedad, y quemediante la dureza y la groseria de ese concepto decausa presenta a la socieclad el esejo que le clernues-tra su propia dureza y groseria y so

    . prostitocitin del

    espiritu. Pero la .soinbria . sociedad unitaria no soporta

    siquiera aquellos -niornentos relativamente sustan-..tivoS, .Separados, en elite .per,Saba la teOria de la

    . de-.

    dc-pendencia causal de la sobreestructura respecto de la

    estructura: En csta cared al aire libre en que se esta. convirtiendo el nuindo no se trata ya de preguntarclue depende de'que;

    ..ba-sta tl punto se ha hecho todoono. Todos los fenOmenos han cristalizado en signosdel dominio absolutd clelarealidad. Precisamente .por-que no existen ya ideologias en el sentido estricto deconsciencia falsa, ,sino solo propaganda pot

    . on deter-

    minado mundo mediante su simple reproduccien, oBien mentira provocatoria que no pretende ser creida,sino que .se . limita a imponer silencio, la cuestiOn

    dela depenclencia causal de la cultura planteada comocuestiOn sobre una mera y clara depenclencia: tieneboy algo de primitivo. No hay dada do que, cn Oltima.instancia, ese primitivism afecta tambien al metodoinmanente, arrastrado por su objeto hasty

    el bajo nivelde este. La cultura rriaterialisticamente aclarada

    nose ha hecho materialfsticamente sincera, sino solo masbaja. Con sti,propia particularklad, ha perdido tambienla sal de la verdad, que

    . consiStfa en otro tiempo ensu contrapoSiciOn a otras particulariclacles. Si se la poneante la responsabilidad que recusa no se consigue masque una prueba cle enfatica retOrica cultural. Por suparte,.la cultura tradicional, en bloque, es hoy nula,por habersc neutralizado ella rnisma y haberse dis-puesto y confeccionaclo a la medida de los intereses;su herencia, reivindicada por los rusos con aparentepiedad, es superflua, inOtil en general a causa de unproceso irreversible; es un N,erclaciero objeto de ludi-.

    999

  • brio, y en esto ,llevan sin duda razOn los negociantesde la cultura de masas que pueden aludir a ello mien-tras la negocian en baratijas. Cuanto mils total es lasociedad, tanto mils cosificado estli el espiritu, y tantoma's paradOjico es su intent() de liberarse por si mismo'de la cosificaciOn. Hasta la mils afilada consciencia delpeligro puede degenerar en chlichara. La eritica cul-tural se encuentra frente al Ultimo escalifiri de la dia-

    ,

    lectica de cultura y barbarie: luego de lo que pasoen el campo de Ausschwitz es cosa barbarica escribir unpoema, y este hecho corroe incluso el conocimiento quedice por que se ha hecho hoy imposible escribir poe-sia. El espiritu critico, si se queda en si mismo, enautosatisfecha contemplaciOn,. no es capaz -de enfren-tarse con la absoluta cosificaciOn'que tuvo entre. suspresupuestos el progreso del espiritu, pero que hoy sedispone a desangrarlo totalmente.

    -1

    INDICE

    . nigs.

    Spengler. tras el ocaso . 5

    El ataque de Veblen a la cultura 39

    Aldous Huxley y la utopia 75

    CaracterizaciOn de Walter Benjamin 111Apuntes sbbre Kafka 131

    La herida Heine 175

    artista GOTH() liipulenicrar I S5La critica de . hi cultura y la sociedad 203

    230

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