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    Boletn de la A.G.E. N. 49 - 2009, pgs. 309-334

    AGRICULTURA, PAISAJE Y PATRIMONIO

    TERRITORIAL. LOS PAISAJES DE LA AGRICULTURA

    VISTOS COMO PATRIMONIO1

    oco va rezepartamento e eogra a umana. n vers a e ev a.

    Este artculo plantea unas primeras reflexiones al valor patrimonial de los paisajesagrarios a partir de tres argumentos: 1) la atencin institucional que stos merecen enconven os, eyes y programas e carcter patr mon a y o pa sa st co, a aprox mac na su hibridismo, diversidad y riqueza merced a la consideracin de sus mltiples signifi-

    cantes y s gn ca os y su carcter e con ensa or cu tura reca an o en os procesosque explican las formas de ver, entender y hacer el paisaje por sucesivas generacionesde agricultores y que refuerzan los sentimientos de arraigo entre la poblacin y su terri-torio.

    a a ras c ave: Agricultura, paisaje, patrimonio.

    s paper ra ses some re ect ons a out t e va ue o agr cu tura an scapes as er tage

    based on three arguments: 1) their reflection on institutional agreements, laws and landscapeor heritage programs, 2) the focus on their hybrid character, their diversity and richness basedon their signifier and signified, and 3) their character as cultural condensers concentratingon the processes that explain the ways of seeing, understanding and making landscape by

    Fecha de recepcin: mayo 2008.Fecha de aceptacin: junio 2009.

    Este artculo forma parte del Proyecto de Investigacin de I+D del Ministerio de Educacin y CienciaLospaisajes de la agricultura en Espaa (SEJ2006-15331-C02-01) del que es investigador principal el Dr. FernandoMolinero Hernando de la Universidad de Valladolid.

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    oc o va rez

    successive generations of farmers. These ways strengthen the feelings of belonging betweenpopulation and space.

    Key words: Agriculture, landscape, heritage.

    .

    Desde hace algunos aos venimos asistiendo a un acrecentado inters por todo lo quetiene que ver con el paisaje, lo que amn de otras razones, puede explicarse por la conjun-cin de algunas de las siguientes causas: la capacidad de transformacin territorial asociadaal avance tecnolgico y a la presin demogrfica (Zoido, F., 2002); la toma de concienciadel deterioro ambiental y paisajstico experimentado por determinados mbitos al que nose an manten o a enas as reas e cu t vo; a genera zac n e a soc e a e oc o y aconsideracin del paisaje como un activo susceptible de alcanzar un precio en el mercado; laemergenc a e una menta a postmater a sta nteresa a por a re nterpretac n y a puestaen valor de activos intangibles como la cultura (Montero y Torcal, 1992; Bericat, 2002;Martnez de Pisn, E., 2003), la calidad de vida (Yi-Fu Tuan, 2003), la esttica del territorio(Riesco, P., 2003).

    Paralelamente a todo ello, los colectivos sociales interesados por el paisaje se hanampliado y diversificado, lo que se ha traducido en un enriquecimiento de lo que se entiendecomo tal. De constituir un escenario valorado en trminos estticos y creativos por pinto-res, teratos y otgra os, pasan o por su cons erac n c ent ca y aca m ca por gegra-fos, arquitectos, socilogos y otros especialistas (Zoido y Posocco (1998), se ha llegado almomento actua en que e pa sa e se a convert o, a ems, en un o eto e consumo y ucroempresarial, en un componente de la identidad territorial, en un catalizador de la calidad devida y en un referente institucional para muchas polticas y actuaciones (Hildebrand, A.,2000; Gmez Mendoza, J. 1999a). A raz de todo ello, la sensibilidad hacia el paisaje pareceque est calando en la opinin pblica, que a la vez que se interesa por la esttica del territo-rio asiste impasible al deterioro de muchos de sus espacios vitales en aras de un pretendidoprogreso que se tilda de sostenible.

    a s tuac n para ca y comp e a se acompaa e un enr quec m ento e prop o con-cepto de paisaje, que adquiere una dimensin polidrica y admite, a la vez, una lectura

    estt ca y creat va, una aprox mac n ana t ca, un acercam ento para e s rute, una con-sideracin identitaria y simblica y un acrecentado cariz cultural, patrimonial e histrico(Martnez de Pisn, E., 1997; Navarro, G., 2004; Sabat Bell, J., 2004). Unas dimensionesque no son nuevas en las aproximaciones geogrficas a los paisajes, en general, y a los de laagricultura, en particular, pero que son vistas con renovadas matizaciones, sobre todo en loque tiene que ver con su consideracin como patrimonio.

    Al igual que en otras lenguas romances (en cataln paisatge, en gallego paisaxe, enfrancs pa sa e, en portugus pa sagen o en italiano paesagg o), la palabra castellana pa -sa e proviene del sustantivo latino (el campo, la tierra y tambin el pueblo o laa ea segn otras acepc ones y t ene a m sma raz quepa s ort, .- a , ., . or

    consiguiente, guarda una estrecha relacin con las ideas de pertenencia e identidad colectiva

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    implcitas en el concepto de patrimonio; lo mismo cabe sealar respecto al vocablo lands-hasft, que etimolgicamente incluye los lazos sustanciales que se tejen entre una colectividad(denotada por los sufijos -schaft, -ship, -spcape) y sus derechos pblicos de usufructo sobrelos recursos naturales de un rea (land) (Cosgrove, D., 2002). A pesar de estas evidentesconex ones, os acercam entos a pa sa e en e mun o occ enta er varon es e muy prontohacia los aspectos fisonmicos y estticos del territorio, y, en un segundo plano, hacia lasmgenes, os va ores y os recuer os que ste proyecta en sus po a ores. a v ncu ac n

    entre el paisaje y la idea de pertenencia colectiva consustancial a su acepcin patrimonial hamerecido, en cambio, una atencin mucho menor, y en el caso de los paisajes de la agricul-tura se trata de una lectura incipiente y poco sistematizada.

    Son de sobras conocidas las aproximaciones a los paisajes rurales por parte de la geogra-fa regional francesa de la escuela de Vidal de la Blache y sus influencias en las monografascomarcales espaolas de raigambre rural y agraria de los aos setenta y primeros ochentadel siglo pasado (Lpez Ontiveros, 1973; Cruz Villaln, 1980; Llorente, J.M., 1985; Ojeda,J.F., 1987; Mata, R. 1987, por solo citar algunos ejemplos). En todas estas obras los paisajesagrar os son cons era os como as con gurac ones orma es, part cu ares e rrepet es encada mbito, de las combinaciones entre los sistemas de cultivo, las condiciones fsicas y lasestructuras sociales. Aunque no son ajenas a la acepcin culturalista del paisaje, implcita ensu insistencia en los modos de vida, y a pesar de que incluyen excelentes descripciones de lospaisajes agrarios y valiosos inventarios de sus principales componentes, no pueden todavaconsiderarse como acercamientos patrimoniales al paisaje, sobre todo si atendemos a la acepcin moderna del concepto de patrimonio, visto no slo como herencia sino tambin comopertenenc a y ega o a conservar y transm t r a as generac ones uturas.

    Un paso adelante en la valoracin patrimonial del paisaje supone la incorporacin al an-s s e mat ces su et vos, s m cos e ent tar os por parte e gegra os como e rancs

    M. Sorre (1958) y la aparicin del concepto de paisaje cultural acuado por vez primerapor el estadounidense C. Sauer (1925) (citados ambos por Capel, H., 1983), con posteriori-dad retomados (aos setenta del siglo pasado) por los gegrafos humanistas y de la percep-cin (Buttimer, A., 1974; Ley, D.-Samuels, M.S. 1978; Denis, M., 1984; Nogu, J. 1985). Alcontemplar los paisajes como una combinacin de manifestaciones formales, significacionessimblicas, aspiraciones y sentimientos que llevan a la identificacin de los paisanos conos ugares, estos autores a ren e cam no a a cons erac n e ste como patr mon o. o

    obstante, sus acercamientos no pueden considerarse todava patrimonialistas ya que priman

    a ntrospecc n n v ua so re a soc a y no respon en a a ea e pertenenc a co ect vaasociada al concepto de patrimonio cultural.Las aproximaciones al paisaje deparando en sus manifestaciones formales y en su rai-

    gambre cultural e histrica se acompaan y enriquecen con las recreaciones geogrficas de laliteratura de viajes y otras miradas creativas que refuerzan su significacin simblica (GmezMendoza, J..-Ortega Cantero, N., 1988; Gmez Mendoza, J., 2006; Lpez Ontiveros, A.,1988 y 2006; Ojeda Rivera, J.F., Gonzlez Faraco, J.C, 2006). A ello se aade en las ltimasdcadas la proliferacin de estudios, informes y normativas que intentan adentrarse en lasestrechas relaciones existentes entre el tratamiento del paisaje y la ordenacin del territorio

    ata mo, ., ; o o aran o, , , , o que se centran en a cons -

    deracin del paisaje como un recurso para desarrollo (Garca Rodrguez, J.L.-Fables, M.F.-

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    Zapata, V.L., 2005; Ortega Valcrcel, N., 1998; Plaza, J.I., 2006; Troitio, M.A., 1995). Sellega, de esta forma, a un entendimiento complejo del paisaje por parte de la Geografa y alreconocimiento de su polisemia y su pluralidad de acepciones deparndose, segn los casos,en su importancia patrimonial, cultural e histrica, en sus valores simblicos, en su papelen a estructura terr tor a y en cuanto recurso suscept e e ser act va o en os programasdesarrollo (Nel.lo, O., 2003; Ocaa, C.-Gmez, M L.-Blanco, R. 2004).

    ara e amente a o anter or, os pro emas que ro ean a os pa sa es cu tura es e na esdel siglo XX y principios de XXI (banalizaciones, prdidas de autenticidad, desaparicin deusos y saberes tradicionales ) han llevado a formas nuevas de ver y de entender la realidadms cercanas a su consideracin como patrimonio. Algunos autores han puesto de manifiestoque el acto de ver consustancial en el acercamiento paisajista es un ejercicio ms cul-tural que fisiolgico (Cosgrove, 2002); otros han deparado en que que, a diferencia de otrosconceptos de tipo naturalstico (geos stema) o socio-econmico (terr tor o), el de pa sa eposee una mens n em nentemente cu tura ertran , ., ; a gunos otros a rmanque el paisaje no puede ser entendido [] como un mero sumatorio de relaciones entree ementos o et vos presenta os en un ugar ecos stema o espac o geogr co , s no que essobre todo convergencia de percepciones subjetivas y, como tal, patrimonio natural-culturalde una comunidad (Ojeda, J.F.-Delgado, B., 2007:582).

    El vrtigo ante la homogeneizacin y estandarizacin cultural est haciendo emerger unamentalidad postmaterialista e identitaria en la que la consideracin patrimonial de los paisa-jes adquiere un nuevo significado. En el caso de los espacios de la agricultura, la progresivadestruccin de su aparente naturalidad y de los procesos sociales que los sustentan estact van o, a su vez, una crec ente preocupac n por sus va ores am enta es y por su s gn -ficado cultural e histrico. A raz de todo ello, est surgiendo una nueva forma de entenderas comp e as re ac ones entre agr cu tura, pa sa es e ent a terr tor a que a trascen o

    el panorama cientfico y acadmico para ser asumido desde instancias gubernamentales y,aunque de manera ms puntual, tambin por parte de algunos sectores de la opinin pblicaque empiezan a ver a la agricultura como un referente identitario que requiere ser preservado(Valeri, P., 2007). Se trata, no obstante, de unos planteamientos an en ciernes, slo parcial-mente aceptados y que an no estn suficientemente sistematizados. Son pocos los estudiosque se acercan al paisaje desde esta ptica y an menos los que recalan en el valor patrimo-n a e os pa sa es asoc a os a as prct cas agropecuar as.

    Este artculo plantea un primer acercamiento a los paisajes de la agricultura vistos desde

    una perspect va patr mon a . ta n, se estructura en tres partes no necesar amente conexas,por lo que ms que un anlisis terminado se despliegan unos primeros apuntes y reflexionesque necesariamente tendrn que ser matizados y desarrollados en futuros trabajos.

    1. Partiendo de la propia indefinicin de los conceptos de patrimonio y paisaje y susinterrelaciones, y teniendo en cuenta la estrecha conexin existente entre la valoracinpatrimonial del paisaje y su refrendo institucional, el artculo se inicia con un reco-rrido por la consideracin patrimonial de los paisajes de la agricultura por parte delos principales convenios, leyes y programas encargados de velar por la perpetuacinde los valores socialmente reconocidos Se han seleccionado los principales hitos nor-mat vos nternac ona es y espao es que se acercan a a agr cu tura como patr mon o,

    diferenciando entre los emanados de las instituciones estrictamente patrimonialistas

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    (cultura y medio ambiente) y los que tienen que ver con la conservacin, ordenaciny gestin de los paisajes.

    . Dado que la valoracin patrimonial de los paisajes de la agricultura requiere un acer-camiento polidrico que permita captar sus mltiples significantes y significados, sep antea en un segun o momento una propuesta meto o g ca que ayu e a a apre en-sin de su complejidad a travs de la diseccin de las capas temticas que lo integran.

    o se trata tanto e v r e pa sa e en acetas separa as como e p antear un e erc -cio encaminado a recomponer la totalidad como el aspecto ms genuino del paisaje ycomo principal exponente de su hibridismo, diversidad y riqueza.

    3. Aceptando que la raigambre cultural de cada paisaje agrario y su particular fisonomadeviene de su continua e inevitable readaptacin a los procesos que han ido marcandocada poca, se plantea una aproximacin final a las matrices temporales que cimientanla acepcin histrico-cultural de los paisajes. Ms que esbozar la historia de paisajesconcretos, se trata e reca ar en os pr nc pa es procesos que estn etrs as ormasde hacer, ver y entender el paisaje por sucesivas generaciones de agricultores y que,en t mo trm no, exp can y re uerzan os sent m entos e arra go entre a po ac ny su territorio.

    II. LA DIMENSIN PATRIMONIAL DE LOS PAISAJES DE LA AGRICULTURA. PREMISAS SOCIA-

    LES E HITOS INSTITUCIONALES

    A lo largo de la historia las prcticas agrarias han dado forma a paisajes culturales den u a e va or patr mon a , a gunos e e os nc u os por en a sta e atr -

    monio Mundial (Rssler, M., 1998). Existe, por otra parte, un acuerdo cada vez ms gene-ra za o e que a agr cu tura esempea un mportante pape en e manten m ento e abiodiversidad y el patrimonio natural, sobre todo en determinados mbitos que gozan de unreconocimiento institucional de carcter internacional (Sistemas Ingeniosos del PatrimonioAgrcola Mundial-SIPAM de FAO, Reservas de la Biosfera de UNESCO) o que integran lared de espacios naturales protegidos. Igualmente, y sin pretensin de ser exhaustivos, existecierto consenso en que la idiosincrasia de paisajes muy reconocidos y emblemticos comolos bocage de la Bretaa francesa, los prados arbolados del Sur de Inglaterra, las dehesas

    e centro y sur pen nsu ar o as extens ones o vareras e as camp as a tas an a uzas, porcitar slo algunos ejemplos, encuentra su razn de ser en la sucesin de prcticas agrope-

    cuar as actua es y o pretr tas unta e n a uca, . pesar e to o e o, no sue e serhabitual que las aproximaciones a los paisajes de la agricultura incluyan su consideracincomo patrimonio.

    El desarrollo de la dimensin patrimonial del paisaje precisa de la confluencia de trespremisas bsicas (figura 1): 1) La asuncin de la idea de pertenencia colectiva implcita en elconcepto de patrimonio, 2) el reconocimiento social de los valores materiales y culturales delos paisajes y 3) la preocupacin ciudadana por conservar y transmitir tales valores. Cuandotal confluencia se opera suele estar acompaada de un sentimiento de apropiacin social delpaisaje, independientemente de que su titularidad sea pblica o privada. Desde una pers-pect va nst tuc ona e o se tra uce en e seo y a mp ementac n e po t cas y normas

    encaminadas a la perpetuacin de los valores socialmente reconocidos.

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    Figura n 1

    . ,

    Se aprecia un cierto paralelismo en las dinmicas que conducen a la aparicin de las pri-meras leyes reguladoras del patrimonio en su doble y artificial diferenciacin entre naturaly cu tura y e pa sa e. e trata, no o stante, e un para e smo acrn co, ms tempranoy maduro en las normas reguladoras del patrimonio que en las que versan sobre el paisaje.

    o ra cons erarse que, a erenc a e otros t pos e patr mon o en que as eman as soc a-les anteceden a las concreciones institucionales, en el caso del paisaje ocurre a la inversa y su

    patrimonializacin por la sociedad va a remolque de los dictmenes normativos.El concepto jurdico de patrimonio histrico surge en la segunda mitad siglo XIX conuna acepcin muy diferente a la que hoy se le asigna. Fue entonces cuando a la apreciacinesttico-artstica de los bienes patrimoniales identificable en todas las pocas y culturas, asu valoracin como legado histrico iniciada en el Renacimiento y culminada en la Ilustra-c n, se suma e reconoc m ento soc a a ea e pertenenc a co ect va que emp eza aoperarse precisamente cuando los bienes patrimoniales se ven amenazados por las transfor-mac ones ur anas v ncu a as a a revo uc n n ustr a y por os e ectos e as revo uc onesliberales (Hernndez Hernndez, 2002). La conjuncin de ese triple reconocimiento (valo-racin esttico-artstica, legado histrico y afianzamiento social) da lugar a la consideracin

    moderna del patrimonio, ceido en un primer momento a monumentos urbanos de cierta

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    antigedad pertenecientes a las clases sociales ms pudientes (Ley de Excavaciones Arqueo-lgicas de 1911). Desde entonces el concepto jurdico de patrimonio histrico ha evolucio-nado en una triple direccin: cronolgica, hasta incluir elementos contemporneos; temtica,para integrar los nuevos patrimonios de carcter inmaterial y etnogrfico; y territorial, dandoca a a m tos terr tor a es comp e os como os con untos str cos y os pa sa es eyde Patrimonio Histrico Espaol de 1985). Una andadura que da entrada a la consideracinpatr mon a e os pa sa es e a agr cu tura, pero que a e ectos prct cos no cu m na en taacepcin debido, fundamentalmente, al escaso reconocimiento social del valor patrimonialde tales paisajes.

    La visin elitista inicial de las leyes del patrimonio histrico tambin prevalece en pri-meras normas reguladoras del patrimonio natural, circunscritas en un primer momento ala proteccin de obras de arte de la naturaleza ubicadas en lugares agrestes modeladospor factores fsicos (Ley de Parques Nacionales de 1916). Una concepcin que despussera gua mente mo ca a y amp a a para ar ca a, entre otros espac os, a m tos conuna impronta humana importante (Parques Naturales) y/o con una marcada potencialidadescn ca a sa es roteg os ey e onservac n e spac os atura es roteg os ydel Flora y Fauna Silvestre de 1989). Otro rasgo comn a las instituciones reguladoras delpatrimonio (histrico y natural) es la idea de que el patrimonio slo puede ser objeto deconservacin o, a lo sumo, de restauracin y rehabilitacin. Ello a menudo ha derivado enplanteamientos musesticos, inaplicables a espacios extensos y complejos como los paisajes,y an ms a mbitos vivos y funcionales como los paisajes de la agricultura.

    Las referencias al paisaje por parte de las instituciones encargadas de velar por el patrimo-n o son muy rec entes y as guras e protecc n a ta n a ta as a sa e u tura , onaPatrimonial, Paisaje Protegido) son escasas y adolecen de una imprecisin conceptual que

    cu ta su ap cac n. n razn e e o, en os pocos e emp os ex stentes e cata ogac npatrimonial de paisajes agrarios se ha tenido que acudir a otras figuras, en principio no pai-sajsticas, como el Sitio Histrico o el Lugar de Inters Etnolgico (Silva, R., 2008). Otrotanto cabe sealar a nivel internacional respecto a la figura de Paisaje Cultural de UNESCO,que no aparece hasta 1992 entre los espacios susceptibles de ser incluidos en la Lista dePatrimonio Mundial, veinte aos despus de la aprobacin en 1972 de Convencin para laProteccin del Patrimonio Mundial Natural y Cultural que, como es sabido, constituye elpr nc pa re erente nternac ona en a mater a con untamente con a st nc n e eserva ela Biosfera, tambin de UNESCO.

    e n os como aque os ugares que com nan e tra a o e a natura eza y e serhumano, y que son ilustrativos de la evolucin de la sociedad humana y del uso del espacio alo largo del tiempo, bajo la influencia de limitaciones fsicas y/o oportunidades presentadaspor el medio natural y de sucesivas fuerzas sociales, econmicas y culturales (Rssler, M.1998), la definicin de Paisajes Cultural de UNESCO resulta asimilable a la propia defini-cin de agricultura. Pese a ello, siguiendo la tnica sealada a propsito de las normas espa-olas, se ha acudido muy poco a ella para el reconocimiento institucional de los espacios dela agricultura: De los ms de 50 Paisajes Culturales incluidos desde 1993 de la Lista de Patri-monio Mundial, slo mantienen cierta conexin con los paisajes agrarios Las Terrazas de

    rroz e as or eras p nas, a e e na es u a , os a sa es e a gr cu tura

    en el Sudoeste de Suecia, El Valle del Loira (Francia), el paisaje vincola de Saint Emilion

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    (Francia), La Regin del Alto Duero (Portugal), Tokaji (Hungra), Los Molinos de Holanda yel Paisaje Cultural de Cinque Terre (Italia), entre otros.

    Un recorrido paralelo al tratamiento normativo del patrimonio, con el que a veces seentrecruza, ha experimentado la consideracin institucional del paisaje: Un concepto inicial-mente va ora o es e un punto e v sta estt co y creat vo, espus cons era o como expo-nente histrico-cultural de un territorio y, en los ltimos aos, tambin apreciado en trminos

    e pertenenc a y como con ensa or e ent a es. a an a ura a s o, no o stante, muc oms tarda en el caso del paisaje, de ah el que estemos ante un concepto menos maduro,sobre todo en su acepcin como patrimonio. El reconocimiento social del valor patrimonialdel paisaje an no ha superado la fase de consideracin erudita, marcada en el caso actual delpaisaje por la inclusin de tal acepcin en estudios, informes, planes y normativas, sin quese haya operado una valoracin paralela por parte de la opinin pblica, al menos a lo que serefiere a los paisajes de la agricultura.

    omo a puesto e man esto . ata , e reconoc m ento patr mon a e pa -saje entraa un cambio sustancial y escalonado que tiene que ver con el entendimiento deam os conceptos. n o que respecta a patr mon o, mp ca a cons erac n e pa sa ecomo producto histrico de la cultura y la accin humana sobre la naturaleza. Ello requiere lasuperacin de la concepcin sectorial y atomizada de los bienes culturales como elementospuntuales y la extensin de la idea de patrimonio a tramas espaciales complejas; un aspectoque desde hace aos est siendo reconocido por las instituciones del patrimonio y dispone decierto predicamento social. No se puede decir lo mismo con relacin al paisaje, cuya valora-cin patrimonial precisa, como ha sealado R. Mata parafraseando a Castelnovi, el trnsito

    es e as e ezas panorm cas y estt cas a enom na o sent o e pa sa e aste nov ,2002). Esto ltimo no slo se consigue invocando a la identidad territorial como estrategia demar et ng, como acen a gunos p anes y programas e esarro o que contemp an a pa sa ecomo un escenario turstico pero se olvidan del paisanaje. La asuncin del sentido del paisajenecesita, adems, de una verdadera identificacin de la poblacin con su territorio y una aspi-racin social a la salvaguarda de sus valores, lo que est ms lejos de constituir una realidad,al menos de forma generalizada.

    Salvo significativas excepciones en que la sociedad civil ha manifestado cierto inters porla preservacin de los espacios de la agricultura llegando incluso a propiciar su regulacinnormativa (Ley del Parlamento de Canarias 5/1992 para la proteccin del suelo agrcola delValle de la Orotava, Propuesta de Ley de Espacios Agrarios de Catalua, Contrato Agrario

    eserva e a os era e enorca , sue e ser poco a tua que a po ac n epare enel valor patrimonial de estos paisajes y, mucho menos, que reclame su mantenimiento. Laasimilacin desarrollista entre agricultura y deterioro ambiental y paisajstico est an muyextendida y los paisajes agrarios siguen estando poco valorados por los nuevos cnonesnaturalistas y estticos. En este contexto no es de extraar la desaparicin de paisajes agra-rios histricos muy emblemticos por el avance de la urbanizacin, ante la pasividad y laconnivencia de la poblacin y las administraciones locales (Delgado, B., en prensa). Muyilustrativo de esto ltimo es el siguiente contenido de una valla publicitarias recientementeinstaladas (noviembre de 2007) por un Ayuntamiento del Aljarafe sevillano en respuesta a las

    m tac ones que e an u reg ona e r enac n err tor a e a g omerac n r ana

    de Sevilla impone a la expansin urbana descontrolada: Antes mi olivar vala dinero porque

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    interesaba a las empresas constructoras. Ahora la Junta de Andaluca lo protege y le quita suvalor. El POTAUS no slo acabar con mi pueblo sino tambin con mi patrimonio. Obvia-mente, se maneja una acepcin monetarista e individualista del patrimonio que no tiene nadaque ver con la idea de legado y propiedad colectiva de un uso agrario, el olivar, que histri-camente a const tu o una e as pr nc pa es seas e ent a e esta comarca sev ana.Ello pone en mi opinin de manifiesto que la valoracin patrimonial del paisaje an no hare asa o a ase e cons erac n eru ta, una etapa que en e caso e patr mon o str cose empez a superar a finales del XIX.

    Otro rasgo diferenciador de la andadura seguida por los conceptos de patrimonio y pai-saje aparte del retraso cronolgico en la consideracin patrimonial del paisaje tieneque ver con la escala administrativa en que dicho reconocimiento se opera. Mientras queen el caso del patrimonio cultural y natural las leyes nacionales, que son de carctervinculante, anteceden a los convenios y recomendaciones internacionales, en el del paisajesuce e o contrar o y son os conven os nternac ona es os que se er gen en e etonante elas normas y programas de carcter nacional y autonmico.

    onven o uropeo e a sa e apro a o en orenc a en e ao onse o eEuropa, 2000) constituye el principal referente internacional en la materia y tiene una grantrascendencia para el tema que nos ocupa por el valor patrimonial que confiere a los paisa-jes, incluidos los de la agricultura. Al definir el paisaje como cualquier parte del territoriotal como es percibida por la poblacin e instar a las administraciones pblicas a formularobjetivos de calidad paisajstica, considerando como tales las aspiraciones de las pobla-ciones en cuanto se refiere a las caractersticas paisajsticas del entorno en el que viven (art

    , e onven o uropeo ns ste en e re orzam ento e os azos que unen a a po ac ncon su territorio; un aspecto que resulta consustancial para avanzar en la consideracin delpa sa e como patr mon o.

    Aparte de reconocer que el paisaje es un componente fundamental del patrimonio naturaly cultural, un indicador de la calidad de vida y un recurso favorable para la activacin eco-nmica y la creacin de empleo, el Convenio Europeo considera que todo territorio proyectaun paisaje, tanto las reas naturales, como las rurales, las urbanas y las periurbanas (art 2).Una aseveracin que parece evidente, pero que hasta ahora no se haba tenido en suficienteconsideracin por la inercia de identificar el paisaje con espacios sublimes y no con mbitoscot anos como os pa sa es e a agr cu tura. to o e terr tor o t ene nters como pa sa e,no cabe actuar sobre ste slo en trminos de conservacin-proteccin-restauracin como

    acen as nst tuc ones patr mon a stas, s no que a r que tener ca a vez ms en cuenta aspolticas relacionadas con la ordenacin y la gestin (Galiana, L.,1996; Lpez Ontiveros, A.,1999). De esto ltimo tambin se derivan importantes implicaciones para la consideracinpatrimonial de los paisajes de la agricultura, sobre todo en lo referido a la gestin de paisajesagrarios muy emblemticos para cuyo mantenimiento se han habilitado ayudas pblicas pro-cedentes de las medidas agroambienales de la PAC (Silva, 2006).

    El Convenio Europeo del Paisaje insta a los Estados Miembros que lo asuman a quetrasladen sus postulados a leyes especficas; el Estado espaol acaba de ratificarlo y an noha elaborado una legislacin sobre el tema, lo que no obsta para que algunas Comunidades

    utnomas ayan promu ga o sus prop as regu ac ones ac en o uso e sus competenc as

    en la materia. Un especial comentario por sus implicaciones para los paisajes resultantes

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    de las actividades agrcolas y ganaderas merece la Ley 8/2005 de Proteccin, Ordenaciny Gestin del Paisaje de Catalua2 Siguiendo los postulados del Convenio Europeo, la Leycatalana contempla la promulgacin de cartas del paisaje: una especie de cdigo de buenasprcticas suscrito voluntariamente por los agentes econmicos y sociales que estn teniendouna gran aceptac n entre os v t cu tores cata anes to ene s, onsant que es e acealgunos aos han empezado a asumir que la presencia de un entorno bello y ordenado, ade-ms e const tu r un recurso suscept e e ser aprovec a o por e tur smo, ncorpora unvalor aadido a la actividad productiva agraria favoreciendo la comercializacin vitivincola(Busquets, J., 2003).

    Estamos pues ante dos conceptos patrimonio y paisaje estrechamente relacionados,pero que jurdicamente han caminado hasta ahora por separado y, en el caso del patrimonio,se ha apoyado en una especie de maniquesmo territorial (patrimonio cultural patri-monio natural) que dejaba fuera a espacios a caballo entre la cultura y la naturaleza como losprop os e a agr cu tura. na s tuac n que est empezan o a cam ar en os t mos aosmerced, entre otros factores, a la ampliacin territorial y temtica de lo que se entiende porpatr mon o, a reconoc m ento e va or am enta y cu tura e as prct cas agropecuar as,a la consideracin de la agricultura como una actividad multifuncional que, adems de pro-porcionar alimentos, provee a la sociedad de bienes pblicos entre los que se encuentra elpaisaje (Massot, A., 2002; Reig, E., 2002) A lo que se vienen a sumar las alusiones a ladimensin patrimonial y a la totalidad territorial del paisaje por parte del Convenio Europeoy la traslacin de sus postulados a las normas estatales. Como consecuencia de todo ello, porvez primera en la historia los paisajes de la agricultura comienzan a adquirir categora sustan-t va a e ectos ur cos y emp eza a e n rse un marco ega con ucente a su cons erac ncomo patrimonio.

    III. APROXIMACIN A LA DIMENSIN PATRIMONIAL DE LOS PAISAJES DE LA AGRICULTURA.

    PROPUESTA METODOLGICA

    La potencia de la impresin paisajstica reside en la aprehensin de una realidad territo-rial desde el reconocimiento de su complejidad, polisemia y dinamismo. Los paisajes son, ala vez, formas y funciones, objetos y miradas, actualidad y herencia histrica, naturaleza ycultura y en todo ello radica su consideracin como patrimonio. La figura n 2 recoge demanera sistemtica estas diferentes capas que se entrecruzan y se superponen en el paisaje.

    2 Otras normas ya aprobadas son la Ley 4/2004 de Ordenacin del Territorio y Proteccin del Paisaje de laComunidad Valenciana que contempla, por separado, al patrimonio natural y cultural y, aunque dedica un apartadoa la revitalizacin del patrimonio rural, no se ocupa expresamente de los paisajes de la agricultura. Otro tanto cabesealar en relacin con el Anteproyecto del Catlogo de Paisajes Singulares y Sobresalientes del Pas Vasco que, encierta medida, contina identificando el paisaje ms con lo bello y emblemtico que con espacios cotidianos comolos propios de la agricultura. Otras Comunidades Autnomas como Castilla-La Mancha, Galicia y Baleares tambinhan elaborado regulaciones especficas sobre paisajes y en algunas como Andaluca las normas sobre paisaje hanquedado subsumidas por las de ordenacin del territorio.

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    APROXIMACI N A LA COMPLEJIDAD DEL PAISAJE

    En una primera aproximacin el paisaje son las formas que proyecta el territorio, analti-camente descomponibles en elementos cuyo tratamiento y significacin vara en funcin dela escala que se considere. A pequeas escalas son las caractersticas bioclimticas y mor-foestructurales las que marcan las diferencias (Mata, R., 1997 y 2002); en las escalas mediascomarcales pesan sobre todo los cambios en los usos del suelo (paisajes cerealistas, oliva-

    reros, v v v nco as, e po cu t vos , aunque muy me at za os por as n raestructurasbsicas territoriales (formas elementales de relieve, cursos de agua, mallas de asentamientos,re es e comun cac n ata, ., . on prec samente en estas esca as me as, enlas que los paisajes tienen nombres marcados por la toponimia y reconocidos por la pobla-cin (Mata, R., 2004) donde cobra sentido la consideracin patrimonial del paisaje. Es porello por lo que entre los elementos a considerar en el anlisis formal adquieren una especialsignificacin a estas escalas las tramas asociadas a la gestin cultural del medio fsico (ban-cales, terrazas, taludes, acequias, canales), las resultantes visuales de los sistemas de apropia-cin de la tierra (linderos y tramas parcelarias) y el patrimonio inmueble relacionado con laexp otac n y trans ormac n agropecuar a cort os, ac en as, agares, o egas, a mazaras,

    azucareras).ero e pa sa e no es s o o que se ve, por ms que a aprox mac n v sua resu te espe-

    cialmente potente y que los acercamientos al paisaje en el mundo occidental hayan primadolos aspectos perceptivos sobre otras sensaciones y significados (Cosgrove, D., 2002). Lospaisajes tambin tienen sonidos, olores, despiertan sentimientos, proyectan anhelos y frustra-ciones; unos aspectos, todos ellos, muy presentes en los acercamientos al paisaje por partede las culturas orientales, a los que la llamadaNueva Geografa Cultural otorga un crecientesignificado (Bertrand, G., 2000; Boudan, C., 2004; Dulau, R.-Pitte, J.R., 1998; Mendizbal,

    .- ac s, .- or ano, . ., ; urr , ., . es e este punto e v sta os pa sa esagrarios adems de verse, se escuchan, se huelen, se saborean, se palpan; en definitiva, se

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    sienten. El trinar de pjaros durante la primavera, el zumbido de chicharras en las tardes deverano, los olores a heno y a vendimia, al igual que los lamentos de los animales durantematanza, los tufos del alpechn tras la molienda de las aceitunas o los hedores a estircoly efluvios qumicos en fases de tratamiento y abonado, forman parte de los paisajes de laagr cu tura, estn presentes en nuestras evocac ones menta es y, so re to o, repercuten en avaloracin social que hacemos de ellos. Cobra as un indudable inters la incorporacin alan s s e estas otras aprec ac ones asta a ora poco cons era as merce a a ut zac n emtodos cualitativos (encuestas y entrevistas).

    Aunque el paisaje son las formas que proyectan las estructuras territoriales, stas encuen-tran su razn de ser en el ejercicio de una funcin. Ello es palmariamente evidente en el casode los paisajes de agricultura. A diferencia de otros espacios modelados por la naturaleza(priscos, crcavas, oquedades) o diseados intencionalmente por el hombre como partes yjardines, los paisajes de la agricultura anan de manera indisoluble fisonoma y funciona-

    a . pa sa e e a e esa espao a y e su om ogo portugus, e monta o, ustrana la perfeccin cuanto se acaba de sealar. En trminos paisajsticos la dehesa es un monte

    ueco o ac ara o que es e una perspect va agrar a com na os usos agrco as, oresta esy ganaderos en una misma unidad de gestin (Ojeda, J.F.-Silva, R., 1997). Por la profusinde cuidados que requiere (lucha contra el matorral, poda y tala de la masa arbrea, descor-che del alcornoque, siembra de granos, manejo del ganado) algunos autores asemejan ladehesa ms a un jardn que a una explotacin agraria (Ibez y otros, 1981). Pero no ha deentenderse que su particular fisonoma devenga de alguna pretensin esttica, por ms que elresultado sea escnicamente muy atractivo, adems de ambientalmente sostenible. La confi-gurac n pa sa st ca e a e esa t ene que ver con as prct cas cu tura es consustanc a es asu mltiple funcionalidad agroforestal y ganadera: la encina, que en su estado natural es unar usto, a qu ere porte ar reo merce a as a ores e po a y ta a; e ac ara o e os r o esy la eliminacin de matorral permiten el desarrollo de reas de pastos y su aprovechamientopor una cabaa ganadera; a su vez, la poda de los rboles garantiza la produccin de bellota,alimento sustancial del cerdo ibrico durante la montanera Tan indisolublemente ligadasestn forma y funcin en este agrosistema, que son razones funcionales las que marcan lasdiferencias paisajsticas entre las dehesas espaolas, por una parte, y entre stas y los mon-tados portugueses, por otra. En el caso espaol, es el tipo de aprovechamiento ganadero elque determina la densidad del arbolado, mayor en las dehesas porcinas que en las ovinasy/o vacunas. En lo que respecta a las diferencias fisonmicas entre dehesas y montados, por

    razones str cas re ac ona as con e proceso e reconqu sta y repo ac n a espec e gana-dera protagonista de los montados portugueses es la oveja merina, y no el cerdo ibrico queest ausente del agrosistema luso. Ello explica que la encina de los montados, a diferencia dela de la dehesa, no sea objeto de labores sistemticas de poda cuyo nico objetivo es maximi-zar la produccin de bellotas; en consecuencia, su copa adquiera una fisonoma mucho msachaparrada que la de sus vecinas espaolas y la densidad de arbolado es tambin muchomenor. Se pone con ello de manifiesto la estrecha trabazn existente entre fisonoma y fun-cionalidad en los paisajes de la agricultura, a menudo no suficientemente considerada desdepticas patrimonialistas. Como ejemplo de esto ltimo, la inclusin de las dehesas de Sierra

    orena entre as eservas e a os era y e anteproyecto e ey an a uza para a e esa se

    centran ms su fisonoma y valores ambientales que en su consideracin como agrosistema;

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    de lo que puede derivarse una prdida de autenticidad y, consiguientemente, del valor patri-monial de la dehesa y un riesgo de tematizacin que debera evitarse.

    La complejidad y riqueza de los paisajes agrarios estriba en que, adems de aunar formasy funciones, son objeto, a la vez, de contemplaciones y de apreciaciones. Aunque suscepti-

    es e ser ana za os en trm nos preten amente o et vos, no ay que per er e v sta queno hay paisaje sin observador y la mirada de ste raramente es inocua y est cargada de signi-

    ca os ut tar os, estt cos, c ent cos, v venc a es.... que otan a os pa sa es e va orac o-nes y cualidades y les confiere un alcance eminentemente cultural. El propio acto de ver sees un ejercicio tamizado por la cultura y, en palabras de Cosgrove (2002: 66), en ello radicaprecisamente el inters que suscita el paisaje entre los gegrafos culturales de las ltimasdcadas. El anlisis de los paisajes de la agricultura desde una acepcin patrimonial no puedeprescindir del estudio de las miradas hacedoras de paisaje y sustentadoras de su valoracinsocial. Ello reviste una gran dificultad ya que existen tantas miradas al paisaje como poten-c a es o serva ores. ten en o a su ntenc ona a y proce enc a, en un estu o anter orclasificamos estas miradas en los siguientes grandes grupos (Ojeda, J.F.-Silva, R., 2002):

    a ercepc ones c ent cas y preten amente o et vas es e a geogra a, a arqu tec-tura, el diseo, la economa, la antropologa, la sociologa), que de manera fragmentaria ycon mtodos dispares recalan en algunas de las mltiples significaciones del paisaje, aunquecada vez son ms numerosos los intentos de aproximacin plurididisciplinar. Se trata demiradas que priman los aspectos formales y funcionales de los paisajes sobre los sentimien-tos que despiertan y las identificaciones que proyectan, si bien en los ltimos est teniendolugar un viraje hacia planteamientos ms ntimos y subjetivos y, en consecuencia, ms prxi-mos su va orac n patr mon a .

    b) Percepciones creativas de pintores, literatos, fotgrafos cuya recurrencia y confluen-c a en eterm na os pa sa es es con ere un carcter s m co que contr uye a re orzar ossentimientos identitarios. Las pinturas de Soraya han acrecentado la valoracin esttica delos naranjales, las apreciaciones de los campos de Castilla no seran las mismas sin la figurade Antonio Machado, los acercamientos de A. Muoz Molina a hitos paisajsticos cotidianoshan contribuido a enaltecer paisajes comunes y generalmente poco valorados, al tiempo quela literatura de Josep Pla, por citar slo unos pocos ejemplos, resulta fundamental para enten-der los paisajes agrarios de Catalua (Pal, V.-Tort, J., 2007).

    ) Percepciones institucionales, igualmente fragmentarias, pero de una gran potenciadebido a su capacidad para activar o desactivar determinadas dinmicas que redundan en

    cam os en os pa sa es y, en eterm na as ocas ones, en un n a e e os m smos. rossomodo, pueden distinguirse tres tipos de miradas institucionales a los paisajes de la agricul-tura: las proyectadas por las instituciones del patrimonio, las contenidas en programas decarcter transversal relacionados con la ordenacin del territorio y las polticas del paisajey los atisbos paisajsticos de las instituciones de la agricultura, entre los que destacan losprogramas de la PAC (Silva, 2006). Cada una de ellas se centra en determinados atributos delos paisajes agrarios (culturales, ambientales, fsicos, econmicos) sin atender suficiente-mente a su carcter de totalidad y presentan un sesgo, segn los casos, hacia la proteccin, laordenacin o la gestin sin deparar suficientemente en la necesaria complementariedad entreestas actuac ones.

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    ) Por ltimo, pero no por ello menos importantes, estn las percepciones populares, mscercanas al mundo de los sentimientos, los recuerdos, las herencias, las aspiraciones, y tam-bin de los desencantos y las frustraciones. Son en razn de ello las verdaderas depositariasde la dimensin patrimonial del paisaje, las que lo han fraguado con su particular manera deexp otar, ver y sent r e espac o y as responsa es rectas e su uturo. o es e extraarpues la potencia que les confiere que el Convenio Europeo del Paisaje, tanto en la definicin

    e o et vos e ca a pa sa st ca como en a ormu ac n e cartas e pa sa e.La complejidad y riqueza de los paisajes de la agricultura tambin reside en su carcter

    esencialmente dinmico, lo que refrenda desde otro ngulo su consideracin como patrimo-nio. Algunos cambios son repetitivos y cadenciales como los propiciados por el discurrir delas estaciones cuando, sucesiva y pausadamente, los campos de cereal verdean, amarillean yse denudan, los esqueletos de los frutales se visten y se desprenden de su follaje y los viedosy olivares cumplen su ciclo vital, paisajstico y cultural; otros cambios son imprevistos y,como ta es, ev enen en escenar os ru nosos como a t erra aso a a tras una p aga e angos-tas, el yermo que acompaa a las sequas o la podredumbre que sigue a las inundaciones;y, en cua qu er caso, to os e os son consustanc a es a un organ smo v vo, e pa sa e, cuyoscomponentes estn en una continua evolucin diacrnica y en una permanente combinacinde distintas velocidades: Desde pausadas renovaciones como las que marcan los cambiosen los sistemas de apropiacin de la tierra, las estructuras fundiarias o las formas bsicasdel relieve, pasando por transformaciones ms apresuradas como la sucesin en los usos delsuelo o las reformas en las infraestructuras agrarias, hasta llegar a los cambios vertiginososauspiciados por las nuevas tecnologas (acortamiento del ciclo gentico de las plantas, des-monte e as pen entes o por as nm cas construct vas evora oras e pa sa es agrar osperiurbanos (Delgado, B., en prensa; Pal, V., 2007).

    o o en e pa sa e es mov m ento; rente a no ex ste un momento en que se pue andetener los procesos que se encadenan en una simbiosis dialctica entre componentes fsi-cos y biticos, econmicos y sociales, realidades y representaciones... En esta capacidad decondensacin temporal radica precisamente una de las principales riquezas del paisaje: Sucontinua adaptacin en funcin de la cultura que lo fragua y lo transforma. Desde este puntode vista, el paisaje no slo constituye uno de los ms elaborados productos de la cultura, sinoque l es en si mismo cultura y patrimonio (Martnez de Pisn, 2003).

    IV. LOS PAISAJES AGRARIOS COMO TOTALIZADORES HISTRICOS

    Los paisajes agrarios acumulan muchas herencias, sintetizan el presente y se proyectanhacia el futuro. En el captulo anterior abundamos en las mallas de significantes y significa-dos que se entrecruzan en el paisaje y que refrendan su consideracin como patrimonio; es elobjeto de ste seccionar el paisaje recalando en aquellos momentos histricos que marcaronsu surgimiento y explican cada particular fisonoma.

    La raigambre cultural de cada paisaje agrario y su propia idiosincrasia guarda una estre-cha relacin con su continua e inevitable readaptacin a los procesos que han marcado cadapoca y que, a modo de matrices temporales bsicas, estn detrs de las formas de hacer yenten er e terr tor o por suces vas generac ones e agr cu tores. an s s e os pa sa es

    de la agricultura desde una perspectiva patrimonial no puede prescindir de las races histri-

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    cas de los paisajes; una temtica que tambin goza de una amplia trayectoria en Geografa,sobre todo en las monografas comarcales en que la dinmica histrica constituye un captuloomnipresente, sin que falten los estudios que se remontan al pasado desde una ptica msgeneral (Tello, E., 1999; Lpez Ontiveros, A., 2004; Ojeda, J.F., 2005). Se aprecia, no obs-tante, un pre om n o en e an s s e os acercam entos empr co- n uct vos, e gran mpor-tancia como testimonio del valor patrimonial de paisajes concretos, pero insuficientes paraavanzar en una cons erac n ms genera e os pa sa es agrar os como patr mon o. stoltimo requiere una aproximacin de tipo deductivo-procesual, muy habitual en los estudiosde Historia Agraria, que a estos efectos nos pueden resultar muy tiles, pero que tampoco seajustan a los propsitos de este artculo debido a la escasa consideracin hasta ahora otorgadaal territorio por parte de esta disciplina. Con tales precedentes, el anlisis patrimonial de lospaisajes de la agricultura atendiendo a su trasfondo histrico se enfrenta al reto de aunar elestudio de los procesos conformadores de paisajes, sus resultantes paisajsticas y la valora-c n soc a que merece ta com nac n y que es, en t mo trm no, a que pue e re ren arla contemplacin patrimonial de estos paisajes.

    a se ecc n y poster or s stemat zac n e os momentos str cos que an marca olas actuales configuraciones paisajsticas reviste una gran complejidad, bsicamente por dosrazones: 1) la dificultad de conjugar los muchos aspectos que hay que hacer converger en elanlisis (sistemas utilizacin y apropiacin de la tierra dominante en cada momento, din-micas demogrficas, cambios tecnolgicos, modificaciones institucionales, mecanismos deinsercin en los mercados) y 2) la propia dificultad de decidir hasta dnde remontarse enel tiempo, sobre todo en aquellos casos en las huellas del pasado estn tan desdibujadas queapenas se e an ver, o asta n e egar en e estu o en un momento como e actua en quelos cambios se precipitan de forma tan acelerada que ha llevado a algunos autores a sealarque e pa sa e e e perc rse oy ms como un proceso cont nuo que como una orma aca-bada (Cosgrove, D., 2002).

    An a riesgo de incurrir en una excesiva simplificacin, cabe distinguir tres etapas funda-mentales en la conformacin de los paisajes de la agricultura cuyas trazas an se dejan ver enel territorio y, lo que reviste un mayor inters para los objetivos de este artculo, hoy merecenuna valoracin social diferente que repercute en el aprecio o la desconsideracin patrimonialde sus paisajes:

    1. Un primer periodo (de agricultura pre-productivista, pre-capitalista o pre-moderna),muy dilatado en el tiempo, se extiende desde la aparicin de la agricultura en el Neol

    t co asta as revo uc ones era es e s g o . n razn e su e ana crono g caes el que ha legado unas huellas menos ntidas, pero algunos de sus vestigios anresultan reconocibles no slo en paisajes fsiles estudiados por la Arqueologa, sinotambin en paisajes vivos y funcionales como los que interesan a la Geografa.

    . Una segunda fase marcada por el comienzo y posterior consolidacin del producti-vismo en la agricultura y por la emergencia y afianzamiento de las relaciones capi-talistas en el campo. Se inicia en la segunda mitad del XIX y llega hasta mediadosde los aos ochenta del siglo pasado. Es la responsable directa de las trazas funda-mentales de los paisajes agrarios actuales y merecen en razn de ello un anlisis ms

    eta a o que emos a or a o su v en o esta ase en os per o os n c a os,

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    respectivamente, con las Revoluciones Liberales del XIX y la Revolucin Verde demediados del XX.

    3. El momento actual, primeramente marcado por la emergencia de fuerzas postproduc-tivistas en el marco relaciones agrarias (Bowler, 1996) y, muy recientemente, por unsesgo neo-pro uct v sta que parece augurar un nuevo cam o e rum o ausp c a opor el agotamiento de las energas fsiles y la apuesta por los bicombustibles ya su a e prec o e pro uctos a ment c os s cos como e pan o a ec e. e trata,

    en ambos casos, de dinmicas muy recientes y extremadamente cambiantes por loque, aunque dominantes en los discursos, en trminos territoriales slo se dejan ver amanera de esbozos que parecen presagiar el futuro de algunos paisajes.

    Las figuras 3, 4 y 5 resumen de forma sistemtica cada uno de estos periodos atendiendo,por una parte, a sus rasgos definitorios y sus configuraciones paisajsticas iniciales y, porotra, a os atr utos y os pa sa es oy perc os. n os pa sa es actua es as erenc as semezclan con capas temporales ms recientes y estn mediatizadas por apreciaciones socialesque re ren an o es eg t man su cons erac n como patr mon o.

    Los paisajes de la agricultura pre-productivista (figura 3) surgieron asociados a unasescasas densidades demogrficas y a un confinamiento del la frontera agrcola, con el con-siguiente predominio de usos forestales y/o ganaderos; a economas de autosuficiencia queconllevaban usos mltiples del territorio y una preeminencia de los policultivos; a un sistemaestamental de apropiacin de la tierra que disuada de la siembra de cultivos de ciclo largo yllevaba a un dominio agrario de la tierra calma sobre los leosos; a una agricultura de carc-

    Figura 3

    AISAJES DE LA AGRICULTURA PRE-PRODUCTIVISTA

    Rasgos definitoriosConfiguraciones territoriales/pai-

    sajsticasValoracin social

    actual

    Caractersticasiniciales - Bajas densidades demogrfi-

    as- Economas e autosu c enc a- S stema estamenta e apro-

    piacin de la tierra- Agricultura de carcter natu-

    ra u orgn co- Mano e o ra a un ante y

    barata

    - Peso de los componentes na-tura es

    - Dom n o e os usos oresta-es y gana eros

    - Preeminencia de los policulti-vos

    - Pre om n o e os pa sa es et erra ca ma so re a ar or -cultura

    -Espaciosmuyvaloradosdesdeunaperspectiva

    am

    entaycutura

    -mbitoscodiciadosporeltu

    rismo.

    -ParquesNaturales,Paisajes

    Protegidos,Sitios

    Histricos,PaisajesCulturales,ItinerariosCul-

    turales,RutasTurstica

    Dinmicasrecientes

    situacinactual

    - Modelo econmico anquilo-sado

    - Escasa renta a econm -

    - Gran r queza pa sa st ca- Riesgo de constitucin de

    paisajes fsiles- R esgos e temat zac n

    - Pases poco desarrollados- reas serranas y espacios de

    economa epr m a e mun-o esarro a o

    - Vest g os ms so resa en-tes: trazados parcelarios, vaspecuarias, terrenos comuna-es

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    ter natural u orgnico apoyada en la utilizacin de energas renovables fuente de cromatismoy riqueza visual.. Con todo, la situacin idlica que se suele asignar a estos paisajes no debehacer perder de vista que se fraguaron en situaciones de sumisin social y escasez de alimen-tos que no es conveniente repetir; un aspecto que no es tenido en suficiente consideracin ena gunas e as propuestas e recuperac n e este t po e agros stemas aten en o a va orpatrimonial que encierran.

    unque, como se a c o, a e ana tempora ace que os rasgos ms so resa entesde los paisajes pre-productivistas estn muy difuminados, sus marcas territoriales bsicastodava resultan reconocibles ya sea de forma fsica (trazados parcelarios, vas pecuarias,terrenos comunales, ejidos) ya sea rememoradas por la toponimia; en ambos casos tal per-vivencia confiere a los territorios que las mantienen una gran potencia visual y/o simblica.En trminos territoriales, la herencia de la agricultura pre-productivista est obviamente mspresente en aquellos mbitos que escaparon al proceso de modernizacin de la agricultura:agros stemas e os pases empo rec os que perv ven en una suerte e anacron smo st-rico (muchos de ellos reconocidos desde una perspectiva patrimonial con la distincin de is-temas ngen osos e atr mon o gr co a un a e y zonas ms empo rec as emundo desarrollado (preferentemente reas serranas) que, en razn de su fragilidad ambien-tal fueron menos codiciadas por la burguesa liberal, primero, y despus se mantendran almargen de las prcticas desarrollistas y sus secuelas tanto positivas (preservacin ambientaly paisajstica, autenticidad patrimonial) como negativas (vacos demogrficos, deteriorospor falta de cuidadores).

    Se trata, en suma, de paisajes que responden a un modelo econmico que hace muchoque entr en qu e ra y que, en trm nos genera es, oy com nan una escasa renta aeconmica con una elevada riqueza ambiental, patrimonial y paisajstica que la sociedad lesreconoce y as nst tuc ones re ren an st ngu n o os con guras e protecc n e patr -monio ambiental y/o cultural (Parques Naturales, Paisajes Protegidos, Paisajes Culturales,Sitios Histricos). Tales distinciones suelen poner el acento en el acervo patrimonial detales paisajes desentendindose de su funcin productiva agraria, con el consiguiente peligrode su conversin en paisajes fsiles con una forma relativamente poco alterada, pero quehan perdido su funcin. Otro tanto cabe sealar respecto a los intentos de recuperacin ypromocin de estos paisajes con fines tursticos centrados en las formas, con el riesgo detematizacin que ello comporta.

    La siguiente etapa los paisajes agrarios del productivismo (figura 4) empieza a ges-

    tarse con a superac n e autoconsumo y a expans n e os cu t vos comerc a es en asegunda mitad del XIX, polticamente coincidente con el paso de una sociedad estamental aotra burguesa-. Culmina con la aparicin de los excedentes productivos, las nuevas deman-das ciudadanas y la emergencia de la agricultura postproductivista ya avanzado el siglo XX.Internamente se subdivide en dos periodos: 1) Uno de transicin en la que persisten rasgospropios del modelo anterior (agricultura de carcter natural u orgnico, persistencia de unamano de obra abundante y barata) con otros caractersticos de la intensificacin productiva(avance de los monocultivos, prdida de los usos mltiples del territorio); y 2) Un segundoperiodo marcado por la consolidacin de la industrializacin agro-ganadera (la denominada

    evo uc n er e , que se n c a a me a os e a pasa a centur a asoc a a a xo o rura , a

    la subida de los salarios en el campo, a la mecanizacin e intensificacin productiva) y que

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    gura

    OS INICIOS DEL PRODUCTIVISMO (1850-1950)

    Rasgos definitoriosConfiguraciones territoriales/

    paisaj sticasaloraci n social

    ctual

    Carac

    tersticasiniciales

    - Paso e una soc e a esta-menta a una soc e a ur-guesa

    - Aparicin de la propiedadprivada (Desamortizaciones)

    - Apertura comerc a / com en-zo e cap ta smo agrar o

    - Inicio de una mentalidad agri-

    colista y tecnocrtica- Pers stenc a e a agr cu turae carcter natura u orgn co

    - Persistencia de una mano deobra abundante y barata

    - Cr s s e os usos m t p ese terr tor o/apar c n e os

    monocultivos- Retroceso de la superficie fo-

    restal- Expans n e os cu t vos e-

    osos e carcter comerc a(olivares, vides)

    - Avances en las rotaciones decu t vo (apar c n e cu t voa terc o)

    -O

    erenteseprouctoseca

    a

    -D

    esvaorzacnam

    enta

    -Incipientevaloracinpaisajstica(ProgramasAgroambien-

    tales)

    Din

    micasrecientes

    s

    ituacinactual

    - Crecimiento superficial de suscu t vos ms representat vos

    - Apuesta por a erenc ac nterr tor a (D.O., I.P.G, V nosde la Tierra)

    - Atractivo paisajstico versus

    eter oro am enta

    Paisajes agrarios de la des-amortizacin:

    - Camp as cerea stas y o va-.

    Paisajes patrimonializados- Caa de azcar

    A CONSOLIDACIN DEL PRODUCTIVISMO (1950-hoy)

    Caractersticasfundamentales

    - xodo rural- Cr s s sa ar a- Mecanizacin- Industrializacin de la agri-

    cu tura

    - Empo rec m ento am entay paisajstico.- Prdida de referentes identi-

    tarios

    - Simplificacin y homogenei-zac n pa sa st ca.

    - Avance e os rega os- Retroceso e o var ante a

    superficie de tierra calma- Desaparicin de los barbe-

    c os/pr a e a s m os s

    agr cu tura-gana era- Avance de especies forestalesde crecimiento rpido.

    - Crisis de sistemas agropecua-r os extens vos/In ustr a za-c n gana era

    - Invernaderos- Aparicin de elementos extra-

    os muy mpactantes- Pr a e e ementos patr -

    mon a es -Responsa

    e

    recto

    e

    eteroroam

    entaypa-

    sastco

    -Causantedeladeslegitimacindelvalorpatrimo-

    nialdelaagricultura

    -Incipientevaloracinpatrimonialdelospoblados

    ecoonzacn

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    todava se mantiene en una continua renovacin tecnolgica (biotecnologas, cultivos hidro-pnicos, clonaciones ganaderas), aunque de manera solapada con dinmicas ms recientespropias de la agricultura postproductivista.

    Durante la primera de estas subfases se forjaron paisajes agrarios muy emblemticos ypotentes que oy const tuyen mportantes exponentes e as agr cu turas e a esamort za-cin como los agrosistemas campieses de cereal y olivar. En trminos generales, se trata

    e pa sa es que proyectan una magen contra ctor a por cuanto anan un sona o eter oroambiental (debido a prdidas de suelo por erosin, a contaminaciones edficas e hdricaspor sobreutilizacin de herbicidas y agroqumicos), con un emergente reconocimientode la calidad de sus productos (distinguidos con Denominaciones de Origen, IndicacionesGeogrficas Protegidas, Vinos de la Tierra) y tambin, a modo de paradoja, con el dete-rioro ambiental antedicho, con la expansin de sistemas biolgicos y de control integradode insumos. Otros paisajes originarios de este periodo, que en nada tienen que ver con losanter ores, se asoc an a cu t vos n ustr a es entonces muy exten os como a caa e azcaro el tabaco y hoy inmersos en una dinmica territorial regresiva por prdida de rentabilidady, a a par, en una nc p ente patr mon a zac n nst tuc ona por parte e os programasagroambientales de la PAC.

    Pero qu duda cabe que fue la Revolucin Verde la que fij las trazas fundamentalesde los paisajes agrarios actuales e inici el proceso de desnaturalizacin y deslegitimacinpatrimonial de la agricultura que nos es tan familiar. Entre los mltiples cambios productivosy paisajsticos que entonces se produjeron, an plenamente vigentes, cabe sealar los quesiguen:

    a sust tuc n genera za a e a uerza an ma por a mecn ca en e tra a o ecampo, con la consiguiente modificacin de la fisonoma del terreno (a causa de lossurcos e tractor, e esmonte e ta u es, a prop a expans n e cu t vos c mentemecanizables); y, paralelamente a todo ello, la prdida de la riqueza visual asociadaa la desaparicin del cromatismo de las malas hierbas por la sobreutilizacin deproductos qumicos.

    Las reas de cultivo se ven invadidas por elementos extraos muy impactantes(vallados metlicos, naves de materiales galvanizados, plsticos, lneas elctricas)(Riesco, P., 2001), al tiempo que muchos elementos caractersticos de los paisajesagrarios tradicionales (setos, cercas de piedra, abrevaderos) se deterioran cuandono desaparecen y se pierden muchas construcciones emblemticas del patrimonio

    arqu tectn co e a agr cu tura tra c ona mo nos e ace te, ac en as, cort os,lagares). El paisaje se simplifica y homogeneiza a causa del aumento del tamao de las par-

    celas, su concentracin en unidades mayores, la supresin de parte de los caminosrurales, la introduccin de alambradas metlicas A raz de todo ello, tiene lugaruna especie de blindaje territorial, no tanto por la obstruccin visual de los escenariosde cultivo, como por su cierre a las poblaciones locales que dejan de percibir estospaisajes como algo propio, lo que refuerza desde otro ngulo su deslegitimacin comopatrimonio.

    e o se suman otros pro emas v ncu a os a a esapar c n progres va e agr

    cultores y ganaderos tradicionales, portadores de seas y referentes identitarios que

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    vinculan a los habitantes con el paisaje y refuerzan la singularidad de los diferentesespacios (Ambroise, R., 2002)

    Desde una perspectiva de los usos del suelo, se desmontan muchos olivares ante elavance del arado y la tierra calma y se acometen repoblaciones forestales masivas quentro ucen uertes contrastes escn cos por sus ormas geomtr cas y su escasa a ap-

    tacin a las configuraciones del terreno. ero aunque en trm nos genera es pre om nan os cam os pa sa st cos sonantes,

    simplificadores y homogenizadores, tambin se crean nuevos paisajes de una granimpronta escnica (como los cultivos bajo plstico) y en algunos casos muy puntualessurgen paisajes que hoy empiezan a ser valorados desde una perspectiva patrimonialcomo los poblados de colonizacin surgidos al amparo de las zonas regables.

    gura

    AISAJES AGRARIOS DEL POSTPRODUCTIVISMO

    Rasgos definitoriosConfiguraciones

    territoriales/paisajsticasValoracin social

    actual

    - Mundializacin de la economa- L era zac n comerc a agrar a- Apuesta por a nnovac n- Generalizacin de la sociedad del ocio- Demanda de naturaleza y espacios

    libres- Preocupac n por a segur a a menta-

    r a- Ayudas de la PAC- Creciente periurbanizacin y rururbaniza-

    n

    Modelos de agriculturas:- Comerc a -compet t vo- Patr mon a -pa sa st co- Mixtos

    Agr cu turas esaten as

    -Maniq

    uesmo

    territorial:

    agrcu

    turas

    contamnaoras

    agrcuturaspatrmo

    niales.

    -Crecie

    ntevaloracinpaisajs

    ticop

    atrimonialdeciertas

    agrcu

    turas

    La ltima fase de conformacin de los paisajes agrarios la etapa postproductivista(figura 5) aparece asociada a la globalizacin neoliberal, que si por una parte refuerza lostintes homogeneizadores del paisaje, por otra hace emerger nuevas ansias de diferenciacinen un contexto postmoderno de desarme ideolgico y culto por la esttica en la que los aspec-tos orma es sa en a menu o orta ec os a at e , . a e o se suman otras n-micas distintivas de la sociedad postmoderna (apuesta por la innovacin, generalizacin de

    a soc e a e oc o, crec ente eman a e natura eza y espac os res, preocupac n porla seguridad alimentaria ) (Silva, R., 2005), el colorario paisajstico se resuelve en la com-binacin de distintos modelos de agricultura: a) Agriculturas competitivas que se defiendenbien en los mercados internacionales pero generan grandes impactos visuales y ambientales(caso de las reas de invernadero); b) Agriculturas patrimoniales, distinguidas por la norma-tiva ambiental y/o cultural (Parques Naturales, Paisajes Protegidos, Paisajes Culturales),cada vez ms orientadas al turismo y desvinculadas de la produccin; c) Modelos mixtosque com nan una gran r queza pa sa st ca, a aptac ones a as nuevas eman as por me ode denominaciones territoriales, control de insumos qumicos, agriculturas biolgicas) ysona os mpactos am enta es caso e monocu t vo o varero e as camp as a tas an a-

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    luzas). A lo que se viene a sumar una creciente significacin de agriculturas desatendidasrepresentadas por barbechos periurbanos en espera de un cambio de uso, espacios serranosabandonados por falta de cuidadores, dejaciones de cultivo por imperativos ambientalesmal entendidos que consideran a la agricultura como una actividad que degrada el medio

    o o e o acompaa o e una va orac n soc a om na a por una espec e e man quesmopaisajstico-territorial muy en consonancia con las paradojas caractersticas de la sociedadactua : gr cu turas e vanguar a e vegas, camp as y tora es negat vamente va ora aspor su fuerte impacto ambiental y territorial, frente a agriculturas serranas que merecen unavaloracin positiva en trminos patrimoniales y negativa desde una perspectiva econmico-productiva.

    Para complicar an ms el anlisis la amarga agrario-paisajstica actual integrada por ele-mentos y configuraciones procedentes de distintos momentos histricos se acompaa de insi-nuaciones que responden a un cierto viraje neo-productivista que se relaciona con la subidaespectacu ar e prec o e a gunos a mentos e en e caso e a so a y e tr go en eao 2007) debido tanto a la entrada en el mercado de nuevos pases (China e India) comoa a reor entac n e muc as reas e cu t vo ac a a pro ucc n e ocom ust es comoforma de hacer frente al agotamiento de las energas fsiles. Tales dinmicas emergentesestn llevando a un replanteamiento institucional de las medidas disuasorias de la produccininmediatamente anteriores (caso de las cuotas lecheras o de las ayudas desacopladas de laPAC), que sin duda tendrn un correlato territorial y paisajstico y se traducirn en nuevasvaloraciones sociales garantes o inhibidoras del valor patrimonial de los paisajes agrarios.

    Estamos, en suma, inmersos en un escenario socio-cultural sumamente contradictorio ycomp e o, que a a vez que se nteresa por e terr tor o rura , sus caracterst cas am enta esy sus paisajes y muestra una gran sensibilidad por sus aspectos culturales y patrimoniales,as ste mpas e a a esapar c n e pa sa es agrar os muy em emt cos como os per ur a-nos, patrimonializa las agriculturas serranas desvinculndolas de su faceta productiva con elriesgo de tematizacin que ello comporta y aplaude la expansin de cultivos para la genera-cin de biocombustibles sin calibrar sus indudables impactos ambientales y paisajsticos.

    Paralelamente a lo anterior se concatenan una serie de procesos que juegan a favor dela valoracin patrimonial de los paisajes de la agricultura (demanda de espacios abiertoscomo lugares de ocio y esparcimiento, inters por recuperar los usos y saberes tradiciona-es, reconoc m ento e a mu t unc ona a e sector que, en razn e man quesmo

    territorial antes aludido, parece centrarse en dos modelos muy distintos de agriculturas: a)

    agr cu turas serranas amenaza as por a ta e cu a ores y, a a par, muy va ora as en trm -nos ambientales, etnogrficos y paisajsticos (distinguidas como Parques Naturales, PaisajesProtegidos, Parques Culturales) y b) agriculturas periurbanas tambin amenazadas en estecaso por las expansiones urbansticas y que, en situaciones puntuales, tambin han merecidocierto reconocimiento institucional (Parques Agrarios catalanes, Ley para la preservacin delValle de la Orotava del Gobierno de Canarias, contratos de explotacin de Menorca), aunqueobviamente el consenso sobre su valor patrimonial es mucho menor. Mientras tanto, las agri-culturas plenamente funcionales como las de las reas de campia que encierran un bagajepatrimonial igualmente relevante y cuya agricultura tambin est amenazada por su especia-

    zac n en cu t vos exce entar os cerea es, o eag nosas, pro uctos e gana eras n ustr a-

    les) continan desconsideradas desde una ptica patrimonial. Ante estas circunstancias, urge

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    un planteamiento integral del valor patrimonial y paisajstico de todas las agriculturas, inde-pendiente de su ubicacin territorial y/o su trayectoria histrica, que insista en la necesidadde compatibilizar las rentabilidades productivas y sociales huyendo de la tematizacin; todoello desde planteamientos adaptados a cada situacin especfica y con propuestas encamina-

    as, segn os casos, a a gest n y u or enac n e os pa sa es con nes patr mon a stas y,en situaciones puntuales, a la proteccin de algunos de ellos.

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