AIRES DE PRESENCIA

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Aires de Presencia (2.001- 2.009)

AIRES DE PRESENCIA

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Hay una geografía de la mente.

Hay paisajes nocturnos, igual que territorios En donde un sol dichoso se eterniza.

Carlos Marzal

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EN LA PIEL DEL DÍA

1. AMANECER

Nada irrumpe la mutación del gesto.

En el humo del sueño, un hondo silencio

destapa el árido paisaje con la luz primera

bajo los dientes últimos del alba.

El sol prende con su dedos el rocío,

y apenas alargando su suave tacto,

asciende entre las lomas

como un diamante cedido por la aurora.

Por el lecho desnudo y sin celaje

la sombra refleja el rostro de la bruma,

el rizo de las dunas muta su tejido

hacia el punto de mira del incendio,

adquieren su significado, se reflejan

aceptando posturas, perfiles, crestas definidas

que guardan con sorpresa sus misterios.

Las horas borbotean la nervadura del tiempo,

resplandecen las promesas fugitivas

sobre la arena recogida en el aire.

El cielo contenido es una sola planicie,

una imagen destilada en la alta niebla

traspasando el eco que transforma los olvidos,

hundiendo un beso imaginario en la espesura.

La luz está alerta; es un hilo candente,

láminas de cristal púrpura

derramándose en múltiples espejos infinitos,

que apenas se cegaran las voces.

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2. MEDIODÍA

Los labios del día no prolongan el vacío

en la cuenca invisible del espacio sonoro.

En la geométrica pureza del paisaje,

el sol danza sobre nubes oscilantes

con su redondo remolino sinuoso y sosegado,

las sombras pasan entre ojos consumidos

como náufragos de la luz y de la nada.

A la altura del aire, las huellas de la escarcha

se agrietan, se hunden a través de las estrías,

las yemas de las ramas giran con su filo

y miran cómo se esconde la esfera

para vencer con quietud la masa oscura.

Dulce la mañana, sobre un río de espigas,

anuncia la prisión que el tiempo ofrece.

En el zaguán de falsas oquedades

creció el desasosiego, el rumor del agua

confluyó con su eco a cada instante

recorriendo la piel rugosa de la tierra.

El viento eleva las espumas dormidas

con el vibrante murmullo del círculo cerrado.

Hay una trama de azules transparentes

que el silencio reverbera entre halos grises,

En el constante laberinto de la vida,

también hay una súplica en su mitad hendida

y cumple con su asedio a grupas con la muerte,

como criatura perenne en singular regazo.

Levántese la mano hacia la cielo herido.

Ábrase sin recato la opacidad del labio.

Un brillo tatuado acecha y precipita su reflejo

en el frágil rastro donde la luz gravita.

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3. ATARDECER

Desnudo está el camino de las sombras

para tu pies nocturnos. En tus brazos

desciende presurosa la luz amortecida

hasta aquel lugar recóndito y secreto.

El día se confunde con su ropaje maduro,

se acerca al umbral intransigente,

aceptando su fracaso tras su blanda derrota.

Hay un sudor de sangre en el límite indeciso

desgastándose por la grieta oculta.

En el otro extremo, la oscuridad se abre,

palpa el horizonte con dedos temblorosos,

rasga los confines difusos de la tarde,

ignora la fría herida

de la visible divisa de la noche.

A la espera de la aurora el rumbo se establece

y así nace otro continente labrado en el exilio.

La luz cegadora, como llama enredada,

decae en su destino

asediada por fuerzas creadoras,

se entrega a esa inmensa roca plagada de pupilas,

para que otros ojos la vean.

Atardecer de plenitud. Atardecer del ocaso.

Borde anguloso en las esquinas del día.

Espacio, cuerpo que desborda la belleza

sin lágrimas en su peregrinaje.

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4. ANOCHECER

Las alas del crepúsculo han caído en la penumbra,

como un oscuro velo que invade su principio.

La sombra, en vigilia, cobijada entre el paisaje

por los brazos de la noche,

regresa de su mundo interior y oculto.

Un vano rumor se encalla en el umbral,

mientras la luna rueda su sólida sonrisa

tras el páramo extendido al infinito.

Vencida soledad en la hondura del tiempo.

¿Qué rayo atravesó el universo contenido

en un punto definido del espacio?

¿Qué viento arrastró tu intensa vida

o la memoria de tu rostro nunca extinto?

Antes, hubo huellas, rastros, sonidos, ecos,

rumores que ahora ya no existen,

relámpagos que ardieron solitarios

tras un vuelo quimérico y lejano.

La noche espera a que alguien deposite

en las cenizas de la hoguera

la ofrenda inevitable de tácita simetría,

y recree la constancia del silencio transformado

con los matices que el día no concede.

La noche, interpreta a la bestia desconocida,

comunica lo real de lo imaginario

en un mundo vacío de respuestas,

es el arquitecto sinuoso de la tragedia inacabada,

donde no hay mínimos espacios que renueven

el remoto sentido de los signos en el sueño.

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5. NOCHE CERRADA

Alguien ablanda las esquinas

cuando la noche se cierra

y el frío metal de los silencios

se funde en el vacío del tiempo.

Es la hora de abrir los secretos

de la soledad turbada en la negrura

más allá de la luz entrecortada

por las farolas de las calles.

Un río lunar mana lentamente

entre los vértices de la ciudad dormida

y encadena su sombra y su penumbra

a la simétrica ondulación de las esquinas.

Noche de labios cerrados,

de silencios sajados por cuchillos,

de oscuros brazos que se adentran

en los sueños de frágiles lecturas.

Noche escondida en un hábil maquillaje,

muestra tus ocultos misterios,

alza tus símbolos de muerte desatada,

descifra tu secretos al final del laberinto

y enlaza los recónditos umbrales

que conducen al final del laberinto.

Noche de escenario vivo. Algo sucede.

El telón se levanta perezoso.

Sobre el tejado el viento tiene una cita.

Entre el círculo del sueño

la vida anunciada al fin comienza

(la noche la protege).

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AGUA VIVA

El dibujo en el agua es la memoria

y en sus ondas se expresa el cadáver del tiempo.

Felipe Benítez Reyes

(meditación mientras cae la lluvia)

Como ángeles perfilando batallas con saetas,

un fino hilo de agua cae, en su origen,

desde una llave imperfecta

y termina en una gota sonora

después de su lento peregrinaje.

Un cielo gris se quita la venda de los ojos

y compadece, con su abstracto entramado

en una línea ondulada que se ciñe a su diseño

mientras sigue su trayecto estable

al cercar la distancia con estricta disciplina.

No hay tregua en el tiempo. La noche

ahora rueda por los poros de la tierra

en un descenso inevitable. Me ignoro.

No sé qué soy; quién es ella

con su líquida mano abrazándome,

dando color a mi pálida piel.

Su cuerpo es la sangre de los labios abiertos

que se derrama llorando,

mordiendo la roca como filigrana de plata.

Su materia es una idea posesiva

grabada en el aire bajo el cielo gris,

una pincelada abreviada en el espacio

para una arquitectura descompuesta.

El alma de la lluvia es el aliento de la naturaleza

dejando ver su cara en los espejos,

y su amplia huella se extiende transfigurada

en el corazón de la niebla, en siluetas desguazadas,

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en voces que se filtran por las rendijas

porque la tierra la llama en su camino,

y con su espuma da fin al cataclismo

que inicia el remolino hiriente,

el trueno y el relámpago en el relieve,

el aguacero blanco al atardecer que se estira

lámina a lámina como una cortina maleable.

(la respuesta del agua bajo la tierra)

Mi vida no acaba bajo la tierra

como si fuera un cautivo desarmado

Mis firmes partículas,

apelmazadas notas de una melodía,

hacen que la savia fructifique

con mis dedos templados compartiendo las caricias.

Las semillas conocen mi beso maduro

cuando anidan en mi seno sosegadas,

y al transformarse en flores y frutos,

no olvidan que yo les di la vida.

Mi corriente, para que todo permanezca constante,

se regocija entre raíces trepadoras

a la sombra de los tallos crecidos al rigor del viento.

Las alabanzas del hombre, milagro de mi esencia,

las recojo sin lágrimas corruptas,

con un eco suave en sus mejillas.

Pero el fruto no sabe nada de mí,

sólo espera mi agua dulce, embriagadora,

que se fragua golpeándose en la arcilla,

para que la sed no mate su piel sedienta.

Aquel que me bebe comulga mi existencia,

y con su esperanza renovada de permanente crisálida,

abriré los cauces de la flor ausente,

dando a los árboles alas en su cúspide

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sobre un suelo tapizado de húmedas sábanas,

donde vierta sin descanso el manantial de vida.

(la respuesta del agua sobre la tierra)

“El agua se quiebra en su volumen,

toma siempre la forma de los vasos que la contienen”.

Eso dice la ciencia de mi peculiar naturaleza.

Debo resignarme en este estado,

pues a cada instante mi forma se aniquila,

desaparece, cambia de postura y contenido.

Si ayer fui agua mansa, sosegada,

y apenas me mostraba cilíndrico en las ánforas,

hoy puedo ser un torrente impetuoso, inquieto,

con la fuerza motriz iniciando mi caída.

Y así, mi ser, que en su origen primigenio

fue un líquido elemento puro y cristalino,

hoy será la imagen de un estado multiforme:

nieve cayendo silenciosa, enigmática y sola;

hielo que cristaliza mis ritmos ondulantes

bajo esa blanca sábana siempre fría;

corriente que escarba los ramajes del santuario

y corre con la voluntad de un rumbo fijado;

granizo de insensato rebote con su blanco ópalo,

diáfano y geométrico esmalte tan fino y suave;

vapor en el alma que traspira lágrimas de lluvia;

rocío en la sonrisa del agua transfigurada;

bruma en el ensueño que se esfuma

con leve empeño a través de su velo fantasmal.

Cuando soy sólo una única gota,

anhelo la grandeza de ser un torrente

que brota de las entrañas de la roca,

una plácida cortina cayendo de una boca que bosteza

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con dientes de afilados cuchillos,

una cascada pintando los colores del arco iris

con la fuerza de cien caballos desbocados,

una fuente de espumas de cristal

siempre dócil al rumor del estanque,

un río que cumple con la angostura de sus brazos

los designios que le fija su desembocadura,

un lago manso, como un vaso esférico e inmóvil,

revertido en el marco fecundo del paisaje,

el mar sin el mítico reproche de faunos y sirenas

encadenados a impávidos corales,

el océano sumido en la noche oscura

con la plácida luna rayando sus costuras.

Y cuando estoy dormido sueño con cielos azules,

arroyos surcando montes y veredas,

olas inmensas sacudidas en abismos de soledad,

el fragor de la tormenta cuando el trueno estalla

y el relámpago tiembla.

Todo lo soy. Soy la eternidad transitoria

que rueda y vuela con la vida,

y a todo me pliego en cuanto cabe en mí.

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EL RIO DE LA VIDA

Hacia la dulce llamada de la luz

abro mis ojos con ternura. Soy, un deseo,

un río recién nacido que extiende su brazos,

un líquido sendero dibujando la tierra,

un rostro movido por el metal de los reflejos,

un manantial de fluidos transparentes

mecidos por el viento y la nieve más temprana,

una tupida pincelada azul verdosa,

abreviada en el recóndito paisaje

para una estructura recompuesta.

A veces, soy tierno y bondadoso,

me deslizo sin premura, suavemente,

por arroyos, donde la sombra se desnuda,

recorro amplios y fértiles valles,

mientras a mi alrededor crecen

los árboles sombreados por la lluvia;

otras, bajo bravo, alocado y vigoroso,

en atropelladas y ágiles cascadas,

con la furia y el rencor de la violencia,

con mi fuerza expresiva y placentera.

Los niños se me acercan y oigo

sus risas inocentes junto a mis riberas;

a ellos les cuento el rumor del agua cristalina.

En la noche, los jóvenes amantes,

apoyan sus ojos en los míos, me quiebran

con el tacto de sus dedos, funden sus abrazos

en la oscura piel de mis brillos fantasmales,

mientras la luna refleja en la distancia

la pétrea silueta del arco de los puentes.

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Soy un río que recibe mil nombres:

Júcar, Segura, Turia, Ebro, Duero, Tajo,

Guadalquivir, Guadiana…,Puedo ser

cualquiera de ellos. Todos tenemos un nombre distinto,

pero un mismo nacimiento. La naturaleza,

nos dio la existencia de un hilo manso

surgido de las húmedas cisuras de la tierra,

un diseño ceñido, aferrado, a su abstracto entramado

y a la voluntad de un rumbo fijado,

en un descenso inevitable

hacia el final de la desembocadura.

El tiempo es una bandada de gaviotas

dirigiéndose a la línea final del horizonte

en nocturnos de melancólicos silencios.

En mi lento peregrinaje mi corriente

se regocija entre tallos crecidos y raíces trepadoras,

incisivas, desnudando a las sierras

de sus viejas y aciagas vestiduras; me vuelvo árbol,

pradera, bosque, vergel, glaciar, laguna, delta,

estuario.., desciendo por contornos imprecisos,

me silencio en las hondas quebradas,

callo como el granito sin espinas,

recorro pueblos distantes y olvidados,

y voy tallando un surco curvilíneo

hacia la ciudad anochecida con su luz artificial,

con mi corazón de pájaro y mi cuerpo de serpiente.

Cuando estoy casi dormido siento en mi rostro

la brisa cercana y sueño con nubes vaporosas.

Y esos sueños son lo que antes fui

en el marco profundo de mis dominios terrenales:

un frugal nacimiento en el venero,

un cuerpo que se acrecienta en la vereda

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y choca al final de su trayecto

contra olas sacudidas por abismos de soledad.

Y escucho el fragor de la lejana tormenta,

y con el temblor del relámpago en el aire

soy un niño que se estremece y se transforma.

Y así, en el destino geométrico,

íntimo y fugaz, que me tienen prometido,

derramaré mi sangre espesa sin descanso

hasta agotar mis fuerzas. Día a día,

en el transcurso de las estaciones,

en la inmensidad de apagadas neblinas,

estaré resignado a analizarme en cada paso,

como en una anunciada despedida,

sin respetar la vida más preciada

o acariciando el costado de la muerte.

En la orilla de otros húmedos ojos

el caudal de la espuma arrebatará un nombre,

una idea, una voluntad, un pensamiento,

y se adentrará en la espesura del laberinto.

Llegará la hora de calladas renuncias,

de reinventar el fondo de la memoria,

en que tendré que desembarcar en los océanos,

mezclar mis aguas limpias y dulces

con otras turbias y saladas, consumirme,

acallar mi rumor alegre con furiosos estallidos,

cesar el movimiento de mi uniforme corriente

antes de que mi lecho se desangre,

clarear mis ojos con la luz de los espejos

en la lámina inmensa de amplio contenido.

Y todo se disolverá en una llanura de agua.

Seré como un náufrago viviente

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perdido en la llamada de las islas sombrías.

Y no veré más mis fértiles campos,

mis árboles verdes , mi cálido viento,

mi cielo claro, mi lago oscuro,

mi sol refulgente, mis nubes blanquecinas,

mis ondulados valles…;no seré nada,

tan sólo un hueco, donde la vida emerge

y toda la hermosura se detiene.

Leo mi suerte en esa nebulosa

que pasa rápida entre las estrellas,

y siento que aquí, en angostos pasadizos,

en abruptos acantilados, convergerán otros ríos

de lugares diferentes, hasta fundirse

en una nueva agua luminosa y transparente,

con la esperanza de quedar vivo un día más,

en lo alto, en otra dimensión,

con el vapor que transpira lágrimas de lluvia.

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DENIA A LA LUZ DEL TIEMPO

Ansí tu mudo pueblo esté seguro

(...) honrando largos mares

Francisco de Quevedo

1. INVOCACIÓN A DENIA

Aquí el aire es luz y sal,

verde inmensidad convulsionada,

aroma de todo lo posible y lo imposible,

si dejas crecer intacto

el concepto de lo eterno, inmortal e intransferible.

Aquí la tierra es sangre que atrapa

el estallido del mar sobre la roca

como si los corazones de sus gentes

hubieran abierto sus heridas,

levantando cenizas en la costa.

Aquí el rumor del viento tañe a rebato,

convierte en espada enfurecida

la blancura hiriente de las olas,

crece en espacios de fingida orilla

buscando ansioso el perfil de la aurora.

Escucharé tu voz en el filo del agua

sobre labios abiertos en sacudida perpetua.

Si el llanto de tus ojos me ciega,

avanzaré con el golpe crecido a tu costado

bañado con tu sabor a lágrimas.

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2. DENIA LE HABLA AL MEDITERRÁNEO

Mar nuestro. Estoy unido a tu pasado

rindiendo pleitesía a los dones de tu vientre,

pidiéndote un pletórico baile de sirenas.

Pero antes, hazme ilusorio marinero,

navegante del recuerdo de tu halo

de Tiro a Dianium, de Cyrena a Thasos,

de Masilia a Cartago. Déjame que no olvide

tu aroma salado y el velamen henchido

al rigor de los vientos. Déjame invocar

tu mensaje en mi breve memoria,

perderme entre la bruma vaporosa

de tus márgenes precisos,

cuando viene a revelarse tu hermosura.

Mar nuestro, mar viejo y mar joven.

Quiero ser latido asido a tu melena azul,

batallar con tu cuerpo por el vasto dominio

sobre refugios de nubes compartidas

que yacen bajo tu voz grave.

Quiero ser tu cómplice

para agitar los dominios interiores,

anclarte en mi reino libre de cadenas

para que encalles con tus ojos sonámbulos

y la tormenta alejes.

Yo soy tu conclusión:

criatura de nácar, pétalos de coral rojo

con los que escribir mi autobiografía.

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3.SOBRE EL ACANTILADO

En la oscura línea te arrojas

rasgando tus vestiduras

sobre el rostro sonriente

que en secreto dibujas.

¡Qué lejos queda la soledad,

si en el breve fragmento

de los gestos puros

estalla malherida la materia!

Cuando ciñes la red a la muralla,

fluye la espuma plena de latidos,

y la vida,

con su frágil cadencia,

acude a buscar otros anclajes

en plenitud de su poder.

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4.MEDITACION DEL VIAJERO

Cubierto de blancas cicatrices,

podría levar anclas sin esperar la marea,

recortar los límites del marco,

deslizarme suavemente por tu lienzo

rozando la espesura de las aguas

con el frágil aleteo de pájaros errantes;

podría arañar el vientre de la playa

en un vínculo que todo lo predice,

apoderarme del cuerpo de la arena

en un continuo avance y retroceso

del color la materia y su volumen;

podría, sí, podría amarte

escondido en treguas infinitas,

reclinando mi cabeza entre las dunas.

Y tú sabrías arroparme

con la brisa cálida del primer verano.

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5. AMANECER EN LES DEVESES

En un extraño equilibrio

que lacera mis ojos fatigados

hay sombras escogidas

que guardan el velamen

en un lecho fundido de cristales rotos.

Eres velo de plata

donde los rizos del mar

mutan levemente sus costuras

en una danza de ritmos elegidos.

Cuando el tiempo fracasa en su olvido,

dibujas una sólida imagen,

derramas singular pureza

sobre el sonido desigual

que la luz no cede.

¡Contémplame, contémplate

con el leve gesto renovado

que sin prisa se derrama!

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6. AMANECER EN EL MONTGÓ

En lo alto del Montgó, todo es silencio

en los extremos de su cima;

hay destellos que parten

hacia auroras sigilosas en la línea del mar:

una lágrima se desliza

para saciar la sed sus laderas

y en los brazos del viajero

se estrecha la pendiente de la sombra amanecida.

Líneas de la mano. Líneas de la tierra.

Líneas crepusculares. Líneas que sangran.

Luz desplazándose, emergiendo en lontananza

como un jinete oculto,

golpeando sus pezuñas en el agua.

La distancia se extiende a sus pies

hasta alcanzar la playa y los muros del malecón..

El viento, con su monótono murmullo,

agita su compás de espera

con la invisible orquesta que presta su cadencia.

Las estrellas, despiertas en el sueño,

derraman espejos infinitos,

y el brillo tatuado precipita su reflejo

sobre el rostro de la noche con premura.

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7. COSTA DE MAR

En tu costa de perfil maduro

aprendí las palabras que el labio oculta.

Si Denia se esconde en tus cabellos,

haré una declaración de amor

hasta que me rodee, invada mi recinto,

resbale sobre mi pecho desnudo

y deje su impronta marcada

sobre un lecho de rocas

o de fondos marinos.

Fuiste tú quien sostuvo en el aire

la ráfaga que moldeó la espuma

en aquella noche inmóvil sin refugio;

te alejaste por aquel paraje oscuro

ocultando tu huella, tu rumbo,

para que nadie pudiera alcanzarte.

En las luces del faro busqué tu estela.

En las olas dormidas grité tu nombre.

Con la luna sedienta recorrí tus fronteras.

Percibo tu proximidad y tu lejanía,

La duda íntegra que el espacio nos separa.

Y así las horas quebraron

la nervadura del tiempo

con el frágil poder de la distancia.

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8. DESCUBRIMIENTO

Ante tus ojos

gime el aire clausurado

con su fuerza nunca contenida

e inicia el sosiego de velas y resaca

con acróbata de un sueño

en nebulosa locura.

Tu cuerpo

es mi campo de batalla

pero inútil resulta mi conquista.

Eres paraíso clausurado

con esbozos de bruma impenetrable,

que no oculta la materia que te forma.

Eres espacio revestido

con tu seno recortado entre mis márgenes,

con tu mejilla ladeada mansamente,

y los pinares blandiendo su tributo

a un abrazo contagioso,

incorruptible y grácil.

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9. POSESIÓN

Mis brazos quieren abarcar

tu ofrenda inevitable de tácita asimetría

sin emblemas que renueven

el remoto sentido de los signos.

Tu presencia me posee,

me desdobla,

me hunde en la fina arena de Les Marines

mientras mi cintura encalla

en el terco entramado, que señala

el armazón de tu túnica ondulada.

En la atalaya de la punta del diamante,

me entrego sumiso

a tu sabor de metales fundidos;

un sonido confuso,

en melodía incompleta,

arrastra a bocajarro la creta de las olas.

El tiempo es un ciego remolino

que extiende sus pies descalzos,

y en su extenso recorrido

reconstruye las puntas, que señalan

el enigma de la rosa de los vientos.

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10. HORIZONTE FINAL

Engarzado a tu espiral,

voy llegando fiel a tu ofrenda

con reflejos de fuegos tardíos

ungidos por tus huellas.

Tu horizonte

quiere cerrarse y no puede.

El mío apenas tiene trayectoria,

cuando exploro los rincones

de tus simas más profundas.

Tú, siempre renovada, antigua,

y, aunque empezándose,

conclusa.

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PAISAJES CON EL PINCEL DE LA PLUMA

1. LA VISION DEL COLOR

Para ti he movido los pinceles:

blanco, negro, azul, rojo y verde,

colores del arco iris

que modelo con mis dedos.

Sólo luce en el paisaje

los costales del romero,

las espigas de la aurora

teñidas con el recuerdo,

el fragor de la tierra agreste,

en cuya alba despierto.

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2. MURCIA: MAR MENOR

¿Qué mar es éste que callado fluye?

¿Acaso marcha herido y sin aliento

que no puede elevarse con el viento?

¿Hacia qué cálidos parajes huye

si se aleja seguro, si construye

en su exterior un muro, y en él siento

que está para forzar con su cimiento

a otro mar que le cerca y le rehuye?

Lejos de olas furiosas e irritadas

en sus repliegues tiene otras orillas

tras la red que le tiende el horizonte.

Y todos se reúnen: agua, monte,

tierra frágil vestida con semillas

sobre un fondo de arenas reposadas.

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3. EN LA FRONTERA DEL AGUA

A la playa de arenas prematuras

regresa con el brillo de la llama,

con néctar que en la frente se derrama

sin rasgar tus cerradas vestiduras.

Libra mi frágil cuerpo de ataduras,

de la aciaga belleza cuando exclama,

de esa espuma batida que reclama

un lugar predilecto en las alturas.

Si las olas se rompen con urgencia

en tu cresta de roca vulnerada

silencio y soledad tienen presencia.

Viento que, sacudido en piel rizada,

invisible materia inoportuna,

confunde el litoral con luz de luna.

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4. LITORAL: CABO DE PALOS

Busco lienzos de costas plañideras,

catedrales de rocas sumergidas,

un azul envolvente sin medidas,

el beso que me arrastre en mil maneras.

Quiero sueños de estelas placenteras,

horizontes de teas encendidas,

melodías de espumas redimidas

en refugios de brisas marineras.

Persigo ese silencio que se asoma

entre dos mares, donde eres la lanza

que atraviesa montañas coralinas.

Y ahora que la noche no te alcanza,

el mar te roba y prende en el aroma

que se expande en la luz que subordinas.

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5. CUADERNO DE BITÁCORA

En la cisura formada bajo ópalos de fuego

está la vana huella de la memoria extinta,

la semilla insatisfecha a golpes de ola

que acaricia la presencia sonora de las agua,

la nítida ruta que alejan del puerto a las barcazas.

Andar a ciegas por brumosas superficies,

bordeando el silencioso ocaso de la tarde,

acumula errores en mi cuaderno de bitácora,

desnuda tu enigmático rostro

en una extraña conjunción hacia tu centro.

El horizonte ya no tiene fronteras,

es un mudo cristal en la arruga del tiempo,

y en su orden caótico construye emociones,

materia suficiente para cubrir las hendiduras

de la tierra sujetas a una piel evanescente.

El viajero medita en su soledad

si algún objeto animado penetra en la invisible

red que la espuma, en su recorrido, le alcanza;

sus ojos se sumergen en la bruma

buscando los restos del naufragio.

Con brújulas y astrolabios, crótalos y sextantes,

el destino mide las distancias en un mar tedioso,

los astros tambalean en sus órbitas elípticas,

mientras la luna observa con su cara de plata

y se mira en el retrato dentro de su marco.

Soy habitante de ese mar que aprisiona mis pasos.

¿Qué rumbo seguiré? La rosa de los vientos

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asciende clavando sus espinas puntiagudas

en mi espalda, me ahoga, mi mano dirige,

alcanza mi quimera en blando movimiento.

Estoy perdido, abandonado a mi suerte.

Escribo vagas notas por si alguien se interesa

por mi cuerpo y me arropa con oscuros silencios,

quietos silencios, inexplorados silencios,

inevitables silencios, insonoros silencios…

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6. PRISIONERO DEL MAR

Soy prisionero del remanso de las aguas,

la firmeza del viento, la pereza del timón,

el ancla dormida, las mareas nocturnas,

el ondulado silencio disfrazado de bruma.

Todas las constelaciones se reúnen en un punto,

pero Orión, Pegaso, Casiopea y Andrómeda

quieren ocupar las llanuras abisales.

Llueve soledad en la torpeza del sueño.

Sólo escucho un móvil oleaje,

el agua altiva sobre un trono de tierra,

las velas mecidas en un jardín de algas.

Esta noche arderá la luz cobarde de mis ojos,

mientras un eclipse de luna

me atrapará como a un pájaro en la red,

y recorrerá un cielo estrellado,

golpeando el horizonte en su cenit.

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7. PUNTOS CARDINALES

De Norte a Sur, paloma viajera,

¿has medido las distancias

con el equinoccio de las laderas?

¿Olvidaste el verde de tus valles,

la hondura en las quebradas,

la ascensión sin par de las alturas,

la claridad del agua en el venero,

el cuerpo rasgado de la playa,

el sol brillante en primavera?

De Este a Oeste, otra vez en camino.

Pero antes de alimentar con el rocío

tus alas sigilosas, dirige atrás la mirada,

fija en tu retina, como en una quemadura,

aquellos que encienden tus latidos;

escucha el eco de la voz ajena

antes de pronunciar, de gritar en lo alto,

que amas, que regresas sin mentiras,

que nunca recorrerás los campos del olvido.

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8. CREPÚSCULO EN EL GROVE

Vacío. Soledad. A veces, silencio.

El sol, se doblega, grita, se desploma,

desparrama amarillos y rojos escarlatas,

es fuego al contacto con el agua.

La luz, acuchilla el rostro del océano,

rezuma hilos de oro en busca de la nada,

se borra tras la cortina de la tarde.

El viento, se descubre entre la aurora,

disuelve los aromas de las algas,

busca refugio en el acantilado.

El agua, se disipa en la corriente,

es un ser voluptuoso sin muros ni fronteras,

acoge en sus entrañas a viejos marineros.

La costa, es un cúmulo de espumas,

una esfinge dibujada,

que se peina los cabellos con las rocas.

La tierra, asombro de la naturaleza,

es un lecho verde de eucaliptos,

robustos haces de mástiles visibles.

Vacío. Soledad. A veces, silencio.

36

9. OJOS DE PRIMAVERA

En la tarde de abril estalla el azahar,

y su aroma se vacía en el paisaje.

Hay un aleteo de blancas cenizas

dispersas por el aire tornadizo,

avanzando lentamente hacia la niebla.

El cielo, tan vivo como un códice miniado,

traspasa los gruesos cortinajes

de soledad, de humedad y de penumbra

hasta alcanzar la sombra del jardín.

Aves y sal,

morada del agua o de las flores,

casi llegando al alma de las cosas

que doman los sentidos, o que abren

a la casa escondida de los sueños,

puerta grande sin cerradura,

silencio que germina en el atardecer

los cálidos temblores del arrullo,

mar lamido por el viento

con lengua voraz en el sol del crepúsculo,

pasos perdidos en la arena de la playa

que fueron antes el clandestino cobijo

del primer amor adolescente.

Al fondo, siempre azul, el mar,

con su densa lámina de silencio y luna,

con su piel suave cegando el horizonte,

y su cuerpo sin lindes que la cerquen.

Yo, que nací de la herida de la tierra,

me volví cicatriz, y siento, en carne viva,

el trazado de los surcos, el rumor expandido

de las alas, el hechizo cercano de la vida,

el misterioso vagabundeo del viento

resonando en cada nota un tono adormecido.

37

Y restauro el rubor, la adivinanza,

la anticipación a todos mis deseos,

porque este mar de aguas cristalinas,

esta tierra amante de sus hijos,

rebosa por mis poros en fértil aluvión

llenando los huecos de mi piel intacta.

Quisiera madurarte entre mis brazos

sobre el huerto cubierto de amapolas y violetas,

protegerte de todas las incógnitas,

despertarte a las caricias nuevas

en un amanecer que te lleve la luz del mundo.

Quisiera tener un tacto ilimitado,

sin esperas

para el sabor protegido de los frutos,

sin cegueras

a la flor inmensa de tu carne,

sin asombro

al aroma expandido en la distancia.

Y así, en los marcados contornos del silencio,

palpitará la luz entre las sombras más difusas

dejando la vida como señales del camino.

38

10. EL CLAMOR DEL AIRE

Aire limpio para alas tenues,

cortadas por el viento,

atadas con hechos y secuencias

o quizás transportadas hacia un cielo

que se mueve lento

para traspasar las nubes sigilosas.

Viento, aire, más viento,

bocanadas de aire ocupando con sus dedos

superficies extensas, inabarcables,

adentrándose en una inmensa boca

que perdura en la búsqueda soñada

de un espacio que duerme

bajo hojas secas del otoño

Hay un soplo inaccesible

que abre puertas y ventanas,

labios de cuchillos afilados,

ojos de miradas brillantes, iluminadas,

espíritus invisibles que rozan la piel

despertando la sutileza del tacto.

La física del tiempo

se deshace en la atmósfera,

He notado mi sombra en el aire

como un astro extraño.

He sentido un suspiro en el pecho,

una respiración entrecortada,

inhalando el intenso aroma

que desprende la tierra y su mensaje

Aire de silencio, rumor del viento

39

que no reclama nada.

Tú llegaste desde el fondo,

sin ninguna prisa,

obediente a los designios de las estaciones,

llenando el vacío de espesos territorios,

dando un soplo de vida a la naturaleza.

Calló en viento y empezó la palabra.

40

EVOCACIÓN MELILLENSE

1

Al fondo, azul, el mar, Melilla altiva,

seductora, mil veces invocada,

surgida de la tierra iluminada,

misteriosa, tenaz, nunca cautiva;

generosa, gallarda, distintiva;

de entre todas, ciudad bella y soñada,

surgida entre la plácida mirada,

testigo de esperanza siempre viva.

Ciudad mediterránea, sentida,

donde el tiempo no puede detenerse

sin arañar la tierra en sus cimientos.

Ciudad aventajada, donde anida

la cultura y la fe para valerse

de un corazón de puros sentimientos.

41

2

¿Cuáles son tus secretos encerrados?

¿Quién eligió un lugar tan distintivo

que el tiempo con holgura ha recorrido

buscando tus contornos modulados?

En este mar de vientos rezagados

tienes tanta verdad, tanto sentido,

que nadie ha de dudar de que has nacido

con la pasión de dos enamorados.

¿Qué eres sino una luz que reverbera

con la fuerza elementos ancestrales

en tierras española y africana?

¿Qué eres sino una eterna prisionera

con vestiduras de ámbar, de corales,

en un tiempo de ayer y de mañana?

42

3

Brotan de ti esos muros de artesano

como del campo brota la semilla,

de esa forma tan simple y tan sencilla

se escapan los recuerdos de tu mano.

Bastiones con almenas sin guarida,

murallas con oscuros pasadizos,

panoramas de vientos voladizos

acunando a la tierra prometida.

Pasa el tiempo. La vida se remueve

junto a la Plaza de Armas, y se pierde

en los ecos ruidosos de la tarde.

Con la caricia, suave brisa leve,

hace que en la mañana te recuerde

con fiero corazón que en la lucha arde.

43

4

Palpo, piso tu sólida armadura:

la puerta de Santiago, la Marina;

traspaso la Asamblea diamantina

de moderna y de sólida estructura.

En tierra das el pulso y la figura,

En el cielo la luz se coordina

con el mar, y atraviesa la retina

dibujando la faz de tu hermosura.

De corazón humano, de entalladas

rocas que ornan tu cuerpos de gigantes

donde el viento, callado, se te enreda.

Despiertas con espumas coronadas,

atisbos con miradas expectantes

del viajero rondando la alameda.

44

5

Plaza de España, Parque de Lobera,

La Ciudad Vieja, Túnel de Victoria,

El Real Hospital. Allí la historia

se escribe sin esquivo y sin quimera.

Parque de Hernández, siempre primavera.

Tierra y mar sin la línea divisoria

que marca en la distancia la memoria

de aquel que te abrazó por vez primera.

Laberinto de formas incompletas.

Llenas huellas con armas incompletas

dejando en soledad vacíos huecos.

En perfecto equilibrio, ardientes ecos,

el paisaje se torna invulnerable

bajo un cielo de azul impenetrable.

45

EN UN TIEMPO, EN ESTE LUGAR

1

Hoy juego a contar realidades

sin esperar que me atrape con sus garras

la ruta tenue de las horas.

Hoy escribo para dejar testimonio

de una tierra que no guarda sus secretos,

de un destino que nos lleva por su senda,

de unos hombres sin temor a cataclismos,

de un tiempo que se desgrana día a día,

de ese instante que se aferra a su pasado

rescatando la ofensa del olvido,

de un paisaje que perdura en la distancia,

de un sueño donde es fuego la ceniza,

de una lucha por ser un espíritu valiente,

de una fe ciega en el valor de la vida,

del viento que escucha la sangre de las venas.

46

2

Hoy quisiera explicar tantas cosas

que me inundan mis principios

destapando mi máscara maléfica.

La verdad es que no sé lo que quiero;

mis ideas saltan en la búsqueda del tiempo

como caballos desbocados,

mi voz se desespera y se suicida

en la extensa llanura de la tierra prometida,

y, para empezar, arranco hoja a hoja

el libro abierto de mi actos,

y cedo el pulso lento a mi memoria,

y siento que el corazón se me agita

como un vendaval de cosas inconcretas,

y el viento se enreda entre mis dedos

buscando la primera caricia en la mañana.

47

3

Mi alma no lucha, al fin

está abierta a todas las fragancias,

a todas las sensaciones placenteras,

a todos los encuentros declarados y furtivos,

al certero argumento que se forma

al unir el eco a la palabra.

Sé que mi vida apenas interesa a nadie;

sin embargo, para que quede escrito,

aquí diré que tengo un nombre,

una historia, para que todos lo sepan,

que mi origen está en la Mancha,

y que la tierra de donde uno procede,

me convierte en parte de su todo,

en la rueda que gira incansable

con la fuerza de cometas y de estrellas

y la esencia más sublime de mi ser.

48

4

Por mi sangre crecen densos soles

que iluminan mis ávidos sentidos

con el urgente vigor adolescente.

He pisado los más variados escenarios

que me han revelado sus secretos.

Muchos mundos me han visto;

pero éste me subyuga, me posee

con su cósmica atracción irreversible.

Me atrae la expresión llana y sencilla

de sus gentes, su austera presencia,

el anhelo resulto del abrazo,

el remanso del verso en la palabra,

la hondura de la soledad no deseada

sin duda por las raíces trepadoras

que llevan prendida en las entrañas.

49

5

Ser de un lugar concreto,

fundirse en el relieve de su mundo

con indomable arrojo,

es descubrir un tesoro escondido,

iluminar la señal jubilosa del sendero

que señala encrucijadas lejanas,

ahondar en caminos de límite estrecho,

cruzar laberintos de formas tortuosas;

es llenarse a cada hora bebiendo

sorbo a sorbo el agua viva

que brota de ocultos manantiales

donde todo parece posible;

es desnudar los ojos de su ceguera

y mostrar la luz suspendida al atardecer

en una imagen pura e incandescente.

50

6

A los hombres y mujeres de este pueblo,

os invoco sin recelo

con sincero manifiesto,

manchegos de noble alcurnia,

pasajeros del aire en su ternura,

donde el transcurrir del tiempo se retrasa,

burdos, serios, veraces hijos de la tierra,

de la espera de nubes con la lluvia, la nieve,

y el viento favorables al pámpano y al trigo,

a la quimera del que se desayuna con besanas

y se duerme soñando sementeras

con los surcos abiertos al sol por el arado,

al que puede transformar altares sensoriales

y que despliega el canto físico

de sus manos y sus labios.

51

7

Y para todos aquellos,

veraces hijos de llanuras,

de trojes, trigales y bodegas,

que marcaron rumbos diferentes

por caminos del arte o de la ciencia,

que levantasteis el ave humilde

de la grandeza más pequeña

elevando el amor entre millares de cuerpos;

para vosotros entrelazo rosas

y levanto castillos con almenas;

a vosotros que acudisteis a la cita

de quien no lo merece y lo precisa,

os entrego mi alma diáfana,

mi pensamiento sutil y nuevo

surgido en los pliegues de la memoria.

52

8

Y es que mi cuerpo es un arca de Noé

que acumula el polvo en los rincones,

pero conserva en su interior

un átomo de amor de cada especie,

una lágrima lenta de nostalgia,

un ansia ardiente por amar,

una máscara siempre transparente,

cúpulas de cristal en la azotea,

dorados mosaicos en los muros,

el perfume de los días pasados,

el presagio del brillo de otros ojos,

la voluntad de propagar el arcoíris,

la soledad, tal vez, innecesaria,

una esquirla de este horizonte claro

que perfila por siglos la entereza.

53

9

Hoy mi tiempo se extiende ante mí

en forma de un cálido recuerdo.

Cierro mis ojos y me llegan puntuales,

rodando en la distancia sin el menor extravío,

la nebulosa imagen de mi infancia,

la insolencia jovial de una sonrisa,

las tardes olorosas de aquel otoño

cuajado de fragancias y sabores

con el dulzor de la uva recién cortada,

la casa suspendida en la colina

como una estela blanca desterrada,

la cruz del campanario en las alturas

como vigía en soledad pactada,

las calles escondidas en penumbra

con un mismo destino y una sola cadencia.

54

10

Y regreso sin reclamar nada,

adentrándome en la espesura de los campos

por caminos que serpentean los trigales

y que los carros marcaron con sus huellas.

Busco una mirada en la espesura

para calmar el asombro de unos párpados

que se abren en el momento justo.

Acaricio sonrisas con la áspera mano

de un centinela en la puerta de la casa.

Allí todo ha quedado quieto

conservando sus perfumes,

acariciando los colores sin obstáculo alguno,

escuchando el sonido y su eco distintivo

como si fueran voces de lejanos susurros.

55

11

El latido del corazón sube hasta mis sienes

con sentimientos puros y entrega generosa.

Ha sido demasiada la ausencia para borrar

la inmensa luna sobre nubes fugitivas.

Y qué me queda ahora

cuando reconozco que un labio,

que una boca no es una fuente,

es una sed inextinguible entre cañadas

que rompen la distancia

como cabellos rizados al fondo del abismo.

Los espejos cotidianos han ido envejeciendo.

De aquellos días, lejanos días añorados,

me quedó el deseo de vivir ,

de buscar la necesidad de esa luz

que me arrastró a la ciudad que el invierno somete.

56

12

Quisiera tener, el pulso diáfano, cristalino,

el vuelo nupcial de la cigüeña,

difuminar tu perfil rizado

con transitadas espigas en parcelas infinitas,

el alma constructor de profundos cimientos,

el ingenio que proyecte pasos de gigante,

la sangre que recorre las venas de la tierra

en un vértigo fugaz de insaciable fuerza,

el fuego que alimente la esperanza

con una inmensa hoguera de pavesas,

el rubor que deshace la piedra más dura,

la anticipación a todo los deseos

que me arrastren a tu piel libre de escamas,

el fértil aluvión que rebosa por los poros

llenando los huecos de tu piel intacta.

57

13

Despierto, sí, pero me resisto,

persigo todavía borrosas imágenes,

camino sobre la rugosa alfombra

de una casa que es la ruina de si misma;

irremediablemente nazco

con las voces infantiles camino del colegio,

el tañido de la campana en la vieja iglesia

que me evoca otro ayer.

Todo sigue en su sitio.

Nada ha cambiado, pero algo aparece de nuevo

Hoy, es ya el resbaladizo futuro

sin dame apenas cuenta , paso a paso,

callado. Y en esta mañana primaveral

llego al oscuro linde

donde alguna vez me adormecí.

58

14

Quiero ser el inmenso abrazo que abarque

la superficie ondulada de las aguas interiores,

el vaivén acompasado de las hojas en otoño,

la exacta geometría que abarque tu silueta,

la cálida bocanada del más dulce recuerdo,

la puerta más grande sin cerradura

que deje entrar la memoria olvidada,

el arañazo de la rosa blanca de tu mano,

el murmullo hecho silencio,

el cielo que te cubre como un códice miniado

en los planos imprevistos del paisaje,

el crepúsculo extendiendo su alfombra azul

sobre la belleza roturada en los bancales,

el despertar del beso de los enamorados

frustrado por la luz repentina del alba.

59

15

Quiero madurarte en mi regazo

tras la monótona lluvia en los cristales,

protegerte de todas las incógnitas

con el indomable arrojo guerrero,

despertarte a las caricias nuevas

en un amanecer que me lleve sin complejos

a la luz velada de tu mundo.

Para un sueño sin sueños quiero para ti,

tierra de ventana siempre abierta,

un horizonte erizado sin hastíos.

Así quiero sentir el peso del destino

en la flor inmensa de tu carne

para que se me llenen las venas dulcemente

de todas las memorias y de todos los acentos.

¡Hoy juego a contar realidades!

60

LORCA : EL TIEMPO DETENIDO

En los relojes el tiempo se ha detenido:

dieciocho horas y cuarenta y siete minutos,

once de mayo, atardecer de primavera.

La tierra se estremece con ondas espirales.

El suelo se contrae como armazones blandos.

Las paredes ladean las estancias saqueadas

mientras las grietas avanzan con curvas cicatrices.

Los pilares se derriban como tendones rotos.

Llueven cascotes asesinos sobre las aceras.

Un sordo rumor rompe los silencios.

El destino se cierra con puñales afilados

rasgando la materia en sus cimientos.

Lorca, ¿quién puede mudar tu piel

sino tú misma, y renacer de las cenizas

para ser más fuerte que el tenso arco de las sombras?

Ciudad del sol, de los cien escudos, luz en trance

capaz de borrar las fugaces heridas de tu vientre.

Ahora se abre la esperanza sobre el vacío incierto

para crear un escenario sin lágrimas amargas,

para ser la flor más codiciada del jardín del Edén.

Tú, Lorca dichosa, iluminada y viva,

tú, ciudad nunca derrotada.

61

INDICE

EN LA PIEL DEL DIA

1. AMANECER

2. MEDIODIA

3. ATARDECER

4. ANOCHECER

5. NOCHE CERRADA

AGUA VIVA

EL RÍO DE LA VIDA

DENIA A LA LUZ DEL TIEMPO

1. INVOCACIÓN A DENIA

2. DENIA LE HABLA AL MEDITERRÁNEO

3. SOBRE EL ACANTILADO

4. MEDITACIÓN DEL VIAJERO

5. AMANECER EN LES DEVESES

6. AMANECER EÑ EL MONTGÓ

7. COSTA DE MAR

8. DESCUBRIMIENTO

9. POSESION

10. HORIZONTE FINAL

PAISAJES CON EL PINCEL DE LA PLUMA

1. LA VISIÓN DEL COLOR

2. MURCIA: MAR MENOR

3. EN LA FRONTERA DEL AGUA

4. LITORAL: CABO DE PALOS

5. CUADERNO DE BITÁCORA

6. PRISIONERO DEL MAR

7. PUNTOS CARDINALES

8. CREPÚSCULO EN EL GROVE

9. OJOS DE PRIMAVERA

10. EL CLAMOR DEL AIRE

62

EVOC ACIÓN MELILLENSE

1. Al fondo, azul, el mar, Melilla altiva

2. ¿Cuáles son tus secretos encerrados?

3. Brotan de ti esos muros de artesano

4. Palpo, piso tu sólida armadura:

5. Plaza de España. Parque de Lobera.

EN UN TIEMPO, EN ESTE LUGAR

LORCA, EL TIEMPO DETENIDO