Octubre 2013

Publicación de Misioneros de Guadalupe

Año LXIV • Núm. 766 • Ejemplar gratuito

Agentes de evangelizaciónen Guatemala

Sacerdotes diocesanosse asocian a mg

Agentes de evangelizaciónen Guatemala

Sacerdotes diocesanosse asocian a mg

PaPa Francisco

En el Bautismo el hombre recibe también una doctrina que profesar y una forma concreta de vivir, que implica

a toda la persona y la pone en el camino del bien. Es trans-ferido a un ámbito nuevo, colocado en un nuevo ambiente, con una forma nueva de actuar en común, en la Iglesia. El Bautismo nos recuerda así que la fe no es obra de un indi-viduo aislado, no es un acto que el hombre pueda realizar contando sólo con sus fuerzas, sino que tiene que ser recibi-da, entrando en la comunión eclesial que transmite el don de Dios: nadie se bautiza a sí mismo, igual que nadie nace por su cuenta. Hemos sido bautizados.

FranciscoEncíclica Lumen Fidei (núm. 41)

El Bautismo nos convierteen criaturas nuevas

P. Juan Antonio Muñoz Hernández, mg

intenciones

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General: Por las personas ago-biadas.

Que quienes se sienten agobiados hasta el ex-tremo de desear el fin de su vida adviertan la cercanía amorosa de Dios.

Misionera: Por la Jornada Misio-nera Mundial.

Que la Jornada Misionera Mundial nos anime a ser destinatarios y anunciadores de la Pala-bra de Dios.

Hoy en día el ser humano corre el riesgo de fragmentarse y deteriorar sus enormes capacidades. Jesucristo, por medio de su Iglesia, animada por el Espíritu, le hace una propuesta de cohesión personal y de novedad relacio-nal. Corresponder a los anhelos de más humanidad con quienes se sienten agobiados constituye uno de los servicios o aportaciones al género humano que iniciará un periodo nuevo de la historia. Por eso necesitamos entrar en la dinámica de una nueva evangelización en todos los campos, pero sobre todo en experimentar el misterio de Dios y darle rostro humano, comunicando el amor que en Jesucristo se manifiesta y se realiza plenamente.

Contemplemos a tantos misioneros que desean servir a los más alejados. Ellos son los protagonistas de la actividad misionera de la Iglesia. En la histo-ria personal de cada uno hubo una llamada y una respuesta; un debate inte-rior en el discernimiento de la vocación y en lo radical de su disponibilidad a cumplir con su llamado. Al igual que ellos, todo bautizado es llamado y enviado en calidad de creyente a suscitar la fe y a facilitar el acceso de otros a Dios, como testigo suyo que “abre el corazón y la mente de los que escuchan para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípu-los” (Porta Fidei, núm. 7).

Almas es editada por Editora Escalante, sa de cv, Córdoba 17, pb, local 1, Col. Roma, Del. Cuauhtémoc, cp 06700, México, df; editor responsable: P. Juan José Márquez Echeverría. Distribuida por Misioneros de Guadalupe, ar, Cantera 29, Col. Tlalpan, Del. Tlalpan, cp 14000, México, df. Certificado de Licitud de Título Núm. 555 (Época SEP), y Certificado de Licitud de Contenido Núm. 4414. Certificado de Reserva de Derechos al uso exclusivo del Título Núm. 04-1999-050317152800-102. Impresa en Reproducciones Fotomecánicas, sa de cv, Duraznos 1, esquina Ejido, Col. Las Peritas Tepepan, Del. Xochimilco, cp 16010, México, df. Tel. 5334 1750. Registro Postal Publicaciones Núm. PP09-0298 autorizado por Sepomex.

El Instituto de Santa María de Guadalupe para las Misiones Extranjeras fue fundado en 1949 por el Episcopado Mexicano y la Pontificia Unión Misional del Clero para formar y enviar misioneros a los países no cristianos que le señale el Santo Padre. El Papa Pío xii aprobó sus Constituciones. El Primer Superior General fue Mons. Alonso M. Escalante. El Instituto es sostenido por los católicos mexicanos.

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La necesidad de una nueva evangelizaciónP. José Guadalupe Camarillo Martínez, mg

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La Cuaresma en la montaña alta de GuerreroSeminarista Francisco Javier Romero Díaz

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La formación de agentes de evangelización en GuatemalaEdith Velasco Vázquez del Mercado, mla

PortadaEdith Velasco V., mla, visita a una familia de la aldea Guacal Majada, perteneciente a la Parroquia San

Pedro, en Zacapa, Guatemala.

DIRECTORIO

Director:P. Víctor Manuel Zavala Contreras

Coeditor:Juan José Ramírez Escarza

Diseño editorial:Lourdes Reyes Esquivel

Ilustración:Daniel Baltazar Sarabia

Enlace administrativo:Mariana Valeria Córdova Sosa

Webmaster:Jorge Hugo Guerrero Luna

Sitio web:www.revistaalmas.com.mx

Ejemplar gratuito. Prohibida su venta.Año lxiv • Núm. 766 • Octubre 2013

Publicación de Misioneros de Guadalupe

Índice

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1012, 14

2124

Papa FranciscoIntencionesEditorialPágina del lectorDesde el seminarioAd GentesVida mg

Sólo para niños. Club de Niños mg Centro de Orientación VocacionalBienhechores

Línea Misionera: 01 800 00 58 100 www.mg.org.mx

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editorial

Después de resucitar, Cristo envió el Espíritu Santo a sus apóstoles y les otorgó el poder de perdonar los pecados: “A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quie-nes se los retengan, les quedan retenidos” (Jn 20, 22-23). Los apóstoles predicaron a los hombres la salvación que Cristo nos alcanzó a todos, invitaron a la conversión y comunicaron el per-dón y la reconciliación con Dios otorgados por el Bautismo. Al estar cimentada en los apóstoles, no hay ninguna falta que la Iglesia no pueda perdonar. Es un don otorgado por Cristo pues, una vez muerto por todos los hombres, quiso que la Iglesia mantuviera las puertas abiertas al perdón, por medio del minis-terio de los apóstoles y de sus sucesores. Esta circunstancia debe llenarnos de esperanza, ya que en ella se anuncia la posibilidad de la vida eterna.

Jesucristo vinculó el perdón de los pecados a la fe y al Bautismo, que es el pri-mero y principal sacramento del perdón, como confirmamos en el Credo. En el Bautismo realizamos nuestra primera profesión de fe y somos purificados de una manera plena y completa, de modo que todas nuestras culpas son expiadas. Sin embargo, todavía después del Bautismo somos sujetos capaces de pecar, debido a las debilidades de nuestra naturaleza. Entonces debemos enfrentarnos y rechazar aquello que nos lleve al mal y procurar la reconcilia-ción con Dios, nuestro Padre. El sacramento que nos da el perdón después del Bautismo es el de la Penitencia, y debe ser practicado por quienes han caído en pecado nuevamente, pues, como miembros del Cuerpo de Cristo, debemos esforzarnos por vivir en santidad, en orden de colaborar con la construcción del Reino de Dios.

Este mes el Padre José Guadalupe Camarillo nos habla acerca de la necesi-dad de una nueva evangelización en la Misión de Perú. La mla Edith Velasco comparte su experiencia en un proyecto de formación de agentes de pasto-ral realizado en Guatemala. El seminarista Francisco Romero narra la formaen que vivió la Cuaresma este año, en una comunidad de Guerrero adondefue enviado como parte de su formación. Esperamos que estos artículossignifiquen para nuestros lectores una muestra de las acciones que podemos realizar en favor de la reconciliación entre nosotros y con nuestro Dios, Padre.

El perdón delos pecados

Queridos ahijados Misioneros de Guadalupe:

Queremos compartir con ustedes el testimonio de vida de nuestra mamá y las grandes bendiciones que Dios, nues-tro Señor, ha regalado a nuestra familia.

Clemencia C. Z., a pesar de una sufrida infancia, ha sido una mujer fuerte y valerosa. El 13 de marzo pasado cum-

plió 90 años de vida. Ha sido un ejemplo de vida como hija, esposa y madre, además de que ha trabajado siempre para la Iglesia: fue catequista y perteneció a la Adoración Nocturna, la Renovación Carismática, la Orden Franciscana Seglar (ofs), además de pertenecer a la Acción Católica Mexicana (Unión Fe-menina Católica Mexicana).

Dios la bendijo con un hijo sacerdote: Fray Héctor Juárez C., ofm, quien jus-tamente en marzo cumplió 15 años de sacerdote, pues años atrás ofreció su ordenación sacerdotal como regalo de cumpleaños a nuestra madre.

Gracias a ella somos devotos de la Vir-gen de Guadalupe y la Virgen de la Purísima Concepción, pues siempre nos han protegido con su manto, hasta en los momentos más difíciles, como la pérdida de nuestro hermano mayor y de nuestro papá.

¡Que Dios los bendiga y los colme de bendiciones!

Familia Juárez C.

Página del lector

Queridos Misioneros de Guadalupe:

Con gran tristeza les escribo para informarles que mi madre, Ma. de Jesús G. O., falleció en noviembre de 2012 a los 78 años de edad. Ella era una mujer de mucha fe, entregada a la tarea que Dios le encomendó: sus 12 hijos. Es poco lo que yo pueda hablarles de ella, pero les comparto que fue un gran ejemplo a seguir en todos los aspectos de la vida. Padeció diabetes y esa en-fermedad la fue deteriorando poco a poco. Sin embargo, nunca cedió en su fe y al momento de partir entregó su alma con esperanza y confianza en Dios y en María Santísima.

Ha sido un ejemplo de vida como hija, esposa y

madre, además de que ha trabajado siempre para la

Iglesia.

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Página del lector

Fue Madrina de ustedes durante mucho tiempo y un buen día me invitó a colaborar también. Ahora, junto con una de mis hermanas, quiero seguir aportando lo que un día con mucho amor inicié.

Agradezco de antemano sus oraciones. Que Dios los bendiga.

AtentamenteMagdalena del Carmen C. G.

Estimados Misioneros de Guadalupe:

Escribo para compartirles que mi esposo, Pedro S. M., falleció el 23 de diciem-bre de 2012 a la edad de 94 años, en la ciudad de Minatitlán. Él estuvo alejado de Dios por varios años, hasta que llegó a la edad de 40 y su vida se transformó para dedicarse en cuerpo y alma a nuestro Señor y a la Virgen de Guadalupe.

Se hizo una persona muy devota y servicial, que con mucho esmero y or-gullo dio testimonio de la Palabra de Dios. Sobre todo nos enseñó a seguir al Señor. Tenía la costumbre de rezar el Rosario a la Virgen de Guadalupe diariamente; después lo realizaba de casa en casa para quien se lo pidiera. Solía dar consejo a quien lo buscaba y ayudaba al necesitado; a los niños les daba amor, pero sobre todo la bendi-ción de Dios. Por mucho tiempo apo-yó en la Iglesia de San Pedro. Además colaboró con dos sacerdotes.

En sus últimos días por momentos perdía lucidez, se olvidaba de algunas cosas, pero jamás de Dios. Se mantu-vo orando y aclamó a la Santísima Virgen de Guadalupe hasta el último segundo de su vida. Agradezco su oración por el eterno descanso de su alma, para que Dios perdone sus pecados y le dé la vida eterna.

Atentamente,Margarita C. S.

Se hizo una persona muy devota y servicial, que con mucho esmero y orgullo dio testimonio de la Palabra de Dios.

Sobre todo nos enseñó a seguir al Señor. Tenía la costumbre de rezar el Rosario a la Virgen de

Guadalupe diariamente; después lo realizaba de casa en casa para quien

se lo pidiera.

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La necesidad de una nueva evangelización

El Padre José Guadalupe Camarillo menciona algunos datos de la socie-dad peruana que confrontan la la-bor de Misioneros de Guadalupe en aquella Misión.

P. José Guadalupe Camarillo Martínez, mg

El último censo de población en Perú nos dice que más de 90% de la gente que vive en este país es católica, pero si confrontamos las estadísticas con la realidad pare-ciera que los datos mienten. ¿Por qué digo que los datos mienten? Porque en la vida diaria parecie-ra que no hay católicos, es decir, en muchas personas no se ven las actitudes de Cristo.

Sin caer en un pesimismo reli-gioso y sin pretender ofender a nadie, en general vemos que en la sociedad peruana todavía hay injusticia, corrupción, desigualdad social, abuso de autoridad, falta de compromiso e interés por el ne-cesitado, etcétera. Todo ello, como ya decíamos, son actitudes contra-rias a lo que Dios nos pide, y para los Misioneros de Guadalupe que laboramos aquí esta situación no representa un problema sino un reto misionero que nos confronta.

Como en otros lugares, en Perú hay muchos bautizados, pero po-

cos evangelizados, muchos ca-tólicos de nombre, pero pocos comprometidos con Dios y con su Iglesia. Es por eso que descu-brimos, sobre todo en las parro-quias que atendemos en la Misión (Cusco y Pucallpa), la necesidad de una nueva evangelización.

La comunidad mg en Perú está comprometida a presentar la Bue-na Noticia del Evangelio en las parroquias que se nos han en-comendado con iniciativas nue-vas, actuales y creativas, saliendo al encuentro de las personas y propiciando que ellas tengan un encuentro personal y comunita-rio con Jesús vivo y resucitado. Buscamos conformar parroquias misioneras que se comprometan a vivir su fe y a entusiasmar a otros para que también den testi-monio de su fe.

Esto no es tan fácil como parece, sobre todo porque a muchas per-sonas ya no les interesan las co-sas de Dios. Sin embargo, aunque

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el reto de la evangelización en las parroquias no es fácil, tampoco vamos a desistir. Seguiremos in-sistiendo a tiempo y a destiempo en hacer presente la Buena Noti-cia del Evangelio.

Los misioneros enviados por nues-tro Instituto a Perú sabemos que no estamos solos y somos cons-cientes de que hay mucha gen-te en México que mes con mes pone su granito de arena y cola-bora para que nosotros llevemos a cabo la Misión de la Iglesia en este país. Sabemos además que la gente ofrece sus oraciones y sacrificios para que sigamos

adelante cumpliendo el mandato del Señor.

Aunque hay necesidad de una nue-va evangelización en los lugaresen donde colaboramos, creemos que en ello no solamente esta-mos involucrados los sacerdotes mg, sacerdotes asociados, Misio-neros Laicos Asociados y semina-ristas mg que fuimos enviados a Perú, sino también mucha gente en México que colabora para que cada día más peruanos experi-menten el amor de Dios en sus vidas, se comprometan con Dios y formen comunidades y parro-quias misioneras.

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desde el seminario

Andrés Alberto

El 7 de octubre del año pasado se celebró el xxii Día del Padrino en el Seminario Mayor de Mi-siones. Los preparativos iniciaron meses atrás y, llegado el día, se vivió con algarabía y emoción. Por la mañana nos preparamos para recibir los camiones en los que llegarían nuestros Padrinos

desde distintos puntos de la república. Cuando ellos arribaban, los seminaristas les explicábamos algunas cosas del evento, les mostrába-mos los edificios del seminario y la zona en la que se haría la Misa. Fue un día muy especial. Terminé cansado, pero valió la pena pues platiqué con muchas personas que a diario oran por nosotros y pude agradecer-les su colaboración y participación en las actividades misioneras.

Experiencia en el Día del Padrino 2012Seminaristas Andrés Alberto Pérez Landero, Héctor Oswaldo León Vázquez,

Juan Guadalupe Olmedo García y Arturo Jiménez Hernández

Cuatro seminaristas comparten sus recuerdos y pensamientos en torno al festejo del Día del Padrino del año pasado.

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HéctorOswaldo

El Día del Padri-no 2012 fue ex-cepcional, pues conocí a las per-

sonas gracias a las que me formo para ser sacerdote misionero. La se-ñora Rosita es una Madrina de Tlax-cala alegre, amable y entusiasta, que me comentó que llevaba 33 años colaborando con mg y ha apoyado a muchos seminaristas, varios de los cuales hoy son sacerdotes. Me ani-mó a seguir en el camino misionero al decirme: “En todos ustedes veo a mis hijos, esos niños que traje al mundo y que le pedía a Dios que uno de ellos fuera sacerdote. Pero jamás quisieron hacerme caso y me resigné”. Me contó que una amiga la invitó a ser Madrina, y con lágri-mas en los ojos declaró: “Dios sí me escuchó y no me olvidó, recordó esa súplica que le hacía y me envió a muchos hijos seminaristas y varios sacerdotes”. Sé que conservaré en mi corazón el recuerdo de la plática con esta gran mujer.

JuanGuadalupe

El Día del Padri-no 2012 ha sido una de las expe-riencias más en-

riquecedoras desde que ingresé al Seminario de Misiones. Este evento me hizo consciente de la dimensión de nuestro Instituto, en cuanto a las

personas que nos apoyan en nues-tra formación. Fue muy fortificante compartir con ellos, conocernos mu-tuamente y generar lazos de amis-tad. Me di cuenta de la magnitud del compromiso que tenemos con ellos, de la gran responsabilidad de asumir un testimonio creíble. Sabedor del reto que significa seguir esta voca-ción, no me queda más que enco-mendarme a sus oraciones, pues no sólo nos ayudan con su aportación económica: ellos son la base de esta gran obra de la Iglesia.

Arturo

El 7 de octubre de 2012 viví mi primer Día del Padrino. Fue una gran experiencia

ver tanta alegría y emoción al dar la bienvenida a los bienhechores y ofre-cerles un recorrido por el seminario. También ayudé a los Padres mg en el confesionario y noté lo extraordina-ria que resulta la decisión de la gente para reconciliarse con Dios y estar en gracia con Él. Es impresionante que tanta gente generosa nos brinde su apoyo espiritual y económico, pues ellos hacen posible que nosotros realicemos nuestra Misión. Al final de las actividades despedí a algunos Padrinos con una gratitud inmensa y con una oración para que Jesús los acompañara hasta su destino.

ad gentes

El Concilio Vaticano ii invitó a una profunda renovación interior a fin de que cada cristiano acepte su responsabilidad en la obra misionera, pues la Iglesia es misionera por naturaleza y la evan-gelización es un deber fundamental del Pueblo de Dios.

En su capítulo vi, el decreto Ad Gentes habla acerca de la co-operación en la labor misionera. En primer término nos invita a vivir profundamente la vida cristiana y a fomentar el espíritu católico para consagrar nuestras fuerzas a la obra de la evange-lización. Se trata de ofrecer un buen testimonio, pues, al ac-tuar con fervor al servicio de Dios y al mostrar la caridad hacia los demás en nuestros propios actos, los fieles aportaremos un nuevo aliento espiritual a toda la Iglesia y, juntamente con otros cristianos, podremos de verdad ser luz del mundo y sal de la tierra (cfr. Mt, 5, 13-14).

Para conseguir que la gracia de Dios obre en las ta-reas de los misioneros, que surjan nuevas vocaciones y se obtengan recursos para las Misiones, es necesa-rio un espíritu de renovación que se manifieste en plegarias y obras de penitencia; pero también que

La cooperación en la actividad misionera

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los fieles se manten-gan al tanto del esta-do actual de la Iglesia y de la Misión, en lo cual pueden jugar un papel importante los modernos medios de comunicación social, siempre que el flujo de noticias auténticas se dé de manera coor-dinada y con la co-operación de órganos nacionales e interna-cionales.

El primer sitio donde surge el deber misionero es en las comunidades diocesanas y parroquiales. Ellas son las primeras encargadas de dar testi-monio de Cristo, de manifestar cari-dad y preocupación por las personas que se hallan en lugares lejanos sin conocer a nuestro Señor. Por ello cada comunidad debe orar, cooperar y actuar a favor de los no cristianos por medio de los miembros que en-tre ellos Dios ha elegido para llevar su mensaje a otros lugares. Así mis-mo, aquellos misioneros deberán hacer visible la unión entre su propia comunidad y aquella que evangeli-zan, de modo que una edifique a la otra y viceversa.

Así mismo, dentro de cada comuni-dad es el obispo quien, consagrado no sólo a su diócesis sino a la sal-vación del mundo, debe suscitar, promover y dirigir la Misión entre los miembros de su Iglesia, de suerte que toda la diócesis se haga misio-nera. Debe fomentar la oración y la

penitencia entre sus fieles, a favor de la evangelización; promover el sur-gimiento de vocaciones dedicadas a la actividad misionera; exhortar a las congregaciones diocesanas para que participen en la Misión; e invitar a la participación en las obras de los institutos misioneros, así como en las obras pontificias misionales. Ad Gentes también invita a los obispos a enviar sacerdotes a colaborar en la evangelización de otros pueblos, sobre todo para solventar en cierta medida la escasez de clero local en los lugares de Misión, lo cual impide la expansión del Evangelio en diver-sas regiones.

El decreto exhorta a la organización de los obispos en sus respectivas con-ferencias episcopales, a fin de que toda cooperación ocurra de manera ordenada y de que los esfuerzos de las diferentes diócesis siempre ten-gan como finalidad resolver asuntos pertinentes a la tarea de la evange-lización.

Siento que el Espíritu de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, el Misionero enviado por el Padre, me ha guiado de la mano desde mi juventud y me ha traído hasta aquí para compartir y celebrar con ustedes este aconte-cimiento de ser enviado a la Misión ad gentes. Mi vida sacerdotal y mi-sionera ha sido marcada por convivir con diversidad de culturas durante más de 30 años. Sobre todo, mi vida ha sido marcada por la gracia y la fuerza del Espíritu del Dios del amor, que en todo momento he experi-mentado. He sido testigo de la paciencia, la bondad, la misericordia y el amor de Dios.

Nací en Guadalajara, Jal., crecí en una parroquia urbana y me formé en el seminario diocesano hasta la Facultad de Teología. Terminé mis estu-dios eclesiásticos en San Luis Potosí, donde trabajé como obrero en una fundidora de acero y terminé por descubrir el llamado a la Misión. Mons. Arturo Lona Reyes, Obispo de Tehuantepec, me invitó a colaborar en su diócesis, entre indígenas y campesinos. Él me ordenó sacerdote y serví por 15 años en Tehuantepec. Traté de vivir con el pueblo, cerca de la gente, sólo confiado y sostenido con la Providencia Divina, que se hacía presente en mi familia y en los bienhechores de la diócesis, para mantenerme presente en la Misión.

Después, durante casi un año tuve oportunidad de acompañar, como capellán, a los Hermanos Maristas de América Latina, en su segundo no-viciado, en Alcalá de Henares, Madrid, España. Luego el Señor me llamó a acompañar a los migrantes hispanos en la Arquidiócesis de Oklahoma City, en eua, por más de 12 años.

Posteriormente volví a México, y a cuatro años de servir en Guadalajara decidí reemprender el vuelo para cumplir la voluntad de Dios. Hoy, como hace más de 31 años, me siento de alguna manera como el día de mi ordenación sacerdotal: con la emoción de encontrarme ante el misterio de la vida y del llamado al servicio misionero. Me

Envío a la MisiónPadre Juan Manuel Guerrero Muñoz, ma

El Padre Juan Manuel Guerrero es un Misionero Asociado a mg que ha sido nombrado a la Misión de Perú. Con motivo de su envío, comparte algunas palabras acerca de su sacerdocio.

Vida mg

13Octubre 2013

Siento que el Espíritu de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, el Misionero enviado por el Padre, me ha guiado de la mano desde mi juventud y me ha traído hasta aquí para compartir y celebrar con ustedes este aconte-cimiento de ser enviado a la Misión ad gentes. Mi vida sacerdotal y mi-sionera ha sido marcada por convivir con diversidad de culturas durante más de 30 años. Sobre todo, mi vida ha sido marcada por la gracia y la fuerza del Espíritu del Dios del amor, que en todo momento he experi-mentado. He sido testigo de la paciencia, la bondad, la misericordia y el amor de Dios.

Nací en Guadalajara, Jal., crecí en una parroquia urbana y me formé en el seminario diocesano hasta la Facultad de Teología. Terminé mis estu-dios eclesiásticos en San Luis Potosí, donde trabajé como obrero en una fundidora de acero y terminé por descubrir el llamado a la Misión. Mons. Arturo Lona Reyes, Obispo de Tehuantepec, me invitó a colaborar en su diócesis, entre indígenas y campesinos. Él me ordenó sacerdote y serví por 15 años en Tehuantepec. Traté de vivir con el pueblo, cerca de la gente, sólo confiado y sostenido con la Providencia Divina, que se hacía presente en mi familia y en los bienhechores de la diócesis, para mantenerme presente en la Misión.

Después, durante casi un año tuve oportunidad de acompañar, como capellán, a los Hermanos Maristas de América Latina, en su segundo no-viciado, en Alcalá de Henares, Madrid, España. Luego el Señor me llamó a acompañar a los migrantes hispanos en la Arquidiócesis de Oklahoma City, en eua, por más de 12 años.

Posteriormente volví a México, y a cuatro años de servir en Guadalajara decidí reemprender el vuelo para cumplir la voluntad de Dios. Hoy, como hace más de 31 años, me siento de alguna manera como el día de mi ordenación sacerdotal: con la emoción de encontrarme ante el misterio de la vida y del llamado al servicio misionero. Me

siento agradecido con Dios y con mucha gente que Él ha puesto en mi camino y ha sido un apoyo en mi vida sacerdotal y misionera, particu-larmente Misioneros de Guadalupe, donde me he sentido en casa y con hermanos.

El tiempo de conocimiento del Ins-tituto ha sido de gran riqueza. La lectura, el análisis, la reflexión y el estudio a través de las diferentes ase-sorías que nos dieron los hermanos misioneros significaron la renova-ción de compromisos y principios respecto de la Misión ad gentes.

Los invito a que hagamos oración por los sacerdotes y laicos misione-ros, especialmente por Misioneros de Guadalupe y por quienes han dejado una huella en nuestra vida. Confío en que María de Guadalupe fortalezca mi esperanza y dirija mis pasos para continuar el ministerio de Cristo en la Misión de Perú.

Envío a la MisiónPadre Juan Manuel Guerrero Muñoz, ma

El Padre Juan Manuel Guerrero es un Misionero Asociado a mg que ha sido nombrado a la Misión de Perú. Con motivo de su envío, comparte algunas palabras acerca de su sacerdocio.

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Aprender en mg

Padre Lucio Santacruz Murguía, ma

El Padre Lucio Santacruz ha sido nombrado Misionero Asociado en Cuba y comparte su historia y los aprendizajes que tuvo en el Seminario de Misiones.

Nací el 4 de marzo de 1967, en Za-potlanejo, Jal. Desde niño Dios sem-bró la inquietud misionera en mi corazón, por influencia de mi papá, quien me contó que tuvo esa misma inquietud, pero conoció a mi ma-má y no pudo realizarla. Por ello en 1986 ingresé al Seminario de Totatiche, donde cursé los estudios humanísticos, filosóficos y teológi-cos. Dios me concedió la ordenación sacerdotal de manos del Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo de Guadalajara, el 3 de junio de 2001.

Cuando cursaba el segundo año de Teología conocí a algunos semina-

ristas de Misioneros de Guadalupe y conviví con ellos todo un año de apostolado sabatino en el Hospital Civil Viejo de Guadalajara. Luego, durante el año de servicio diaconal, hice buena amistad con algunos de ellos, e incluso, ya sacerdote, fui in-vitado a celebrar una Misa en las ins-talaciones del Seminario Menor. En esa ocasión pregunté qué necesitaría para unirme a la Misión con ellos, y los formadores me informaron de un curso de inducción y la posibilidad de ejercer como sacerdote asociado. Sin embargo, tiempo después fui en-viado a estudiar a Roma y pensé que al menos debería trabajar algunos

Vida mg

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años en la Arquidiócesis de Guada-lajara para agradecer a mi Iglesia lo que había hecho por mí. En aquel momento se detuvo la inquietud misionera, pero después de servir va-rios años a favor de la arquidiócesis a la que estoy incardinado, en diversas parroquias y en la capellanía de un hospital en dos ocasiones, consideré que había llegado el tiempo oportu-

casas de formación, la relación que guardan con sus bienhechores y con sus colaboradores) y conocerme un poco más a mí mismo. Descubrí que los mismos mg están en constante for-mación, lo cual es de valorar mucho.

Las tareas y actividades realizadas dentro y fuera del Seminario de Mi-siones iban encaminadas a preparar-

no para emprender la Misión, tan deseada desde la niñez. Pedí permi-so para hacer un curso de inserción y conocimiento con Misioneros de Guadalupe, a donde fui aceptado, y me sentí con gran gozo al contem-plar la posibilidad de realizar mi de-seo de ser misionero.

Quiero compartir con los Padrinos y bienhechores del Instituto algunas consideraciones. La preparación que recibí me llevó a valorar las semanas de ejercicios espirituales que viví en el Seminario Mayor de Guadalajara, y los ejercicios ignacianos; pude cono-cer a Misioneros de Guadalupe (sus

nos para la Misión. Aprendí a valorar el estudio de las lenguas, la necesidad de inculturar el Evangelio y respetar la cultura observando atentamente las semillas del Reino que hay en cada pueblo. La experiencia de encuentro con Jesucristo vivo es fundamental y condición indispensable para ser su testigo cualificado, por ello procura-ré dialogar e imitar a Cristo, dejarme guiar por el Espíritu Santo y amar a la Iglesia para asumir las tareas pas-torales con las que colaboraré en la Misión de Cuba.

La formación deagentes de evange-lización en Guatemala

La misionera laica Edith Velasco comenta un proyecto realizado en Guatemala a favor de la formación de los diversos agentes de pastoral.

Edith Velasco Vázquez del Mercado, mla

Al participar en la Comisión Nacio-nal de Catequesis de Guatemala, en el año 2010, tuve oportunidad de conocer una preocupación de la Iglesia en este país: no existía un plan de formación para agen-tes de evangelización. Realizamos una encuesta en cada diócesis y descubrimos que en la mayoría de las parroquias se ofrecía forma-ción a catequistas, celebradores de la Palabra y Ministros Extraor-dinarios de la Eucaristía, pero cada quien lo hacía conforme a sus necesidades o de acuerdo a losmateriales de apoyo que con-seguía. Esto planteaba un reto a nivel nacional: ¿cómo unificar la formación?

Animados por Mons. Mario Fian-dri, sdb, Vicario Apostólico de El Petén y presidente de la comi-sión, preparamos un proyecto de formación integral en el que se buscó favorecer el ser, el saber, el saber hacer y el saber convivir de catequistas y agentes de pastoral

para que sus ministerios fueran significativos e incidieran en la transformación de la realidad.

Después de ser aceptado por los obispos, el plan se puso en marcha en enero de 2012 y se ha ofrecido a toda la Iglesia de Guatemala. El proyecto se titula “Proceso de For-mación Básica para Catequistas y Agentes de Pastoral” y consta de tres etapas: I) Llamó a los que Él quiso; II) Para que estuvieran con Él, y III) Y enviarlos a predicar. En cada etapa se estudian siete cur-sos: Metodología y Pedagogía de la Catequesis; Desarrollo Humano; Espiritualidad del Catequista y del Agente de Pastoral; Biblia; Iglesia; Liturgia y Sacramentos, y Dimen-sión Social de la Catequesis.

Los catequistas y agentes de evan-gelización lo han recibido con alegría, esperanza y entusiasmo,pues reconocen que no bastan los buenos deseos para tras-mitir con fidelidad el Evangelio

Revista Almas16

y las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, y han descubierto la necesidad de vivir un proce-so de formación que abarque las dimensiones humana-comunita-ria, espiritual, intelectual y pas-toral-misionera (cfr. Documento de Aparecida, núm. 280), que les ayude a renovar su vida de fe y su testimonio, y los anime a perseve-rar en el servicio a los demás.

En la Parroquia de San Pedro, en Zacapa, hemos sentido una renovación y una nueva manerade formarnos, más actual y más dinámica. Los catequistas y yo hemos descubierto que todo cris-tiano, para ser verdadero dis-

cípulo misionero de Jesucristo, tiene necesidad de una forma-ción que sea permanente. Por eso seguimos invitando a todos los bautizados a no conformarse con asistir a Misa los domingos, sino que procuren un espacio de formación y participación en su parroquia.

Esta invitación la hago extensiva a los lectores de Almas, a quie-nes agradezco sus oraciones y su apoyo económico para que si-gamos formándonos y formando nuevos discípulos misioneros de Cristo en tierras de Misión. ¡Dios los bendiga!

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La Cuaresma en la montaña alta de Guerrero

Un seminarista que se encuentra en la etapa de formación del Curso de Espiritualidad y Pastoral narra la forma en que se vive la Cuaresma en una comunidad de Guerrero.

Seminarista Francisco Javier Romero Díaz

Después de haber terminado la primera etapa del Curso de Es-piritualidad y Pastoral (Cespa) en Santiago Tilapa, Estado de México, fui enviado a una expe-riencia pastoral de cuatro meses en la montaña alta de Guerrero, específicamente a la comunidad de Huehuetepec, del municipio de Atlamajalcingo del Monte, perte-neciente a la Diócesis de Tlapa. Junto con un compañero semina-rista serví en cuatro comunidades, tres con habitantes tlapanecos y una con mixtecos. A continuación explicaré cómo se vive la Cuares-ma en aquellos lugares.

Cada viernes hay fiesta en una de las comunidades cercanas y se organizan de tal manera que las personas de los diferentes pueblos puedan concentrarse en el sitio de la celebración. El pri-mer viernes se conmemora la primera caída de Jesús; el segun-do viernes, la segunda caída de

Jesús; el tercer viernes, la tercera caída de Jesús, y el cuarto vier-nes, Jesús crucificado; esta fiesta fue la que viví con mayor pro-fundidad, ya que se realizó en Huehuetepec.

La celebración inició desde el lunes, con la comida que ofre-cieron cada día los mayordomos elegidos por la comunidad. Los gastos son altos y la manera de enfrentar este compromiso es saliendo a otros estados a tra-bajar o solicitando dinero a sus hijos que radican en Estados Uni-dos. El platillo típico para estas fiestas es caldo rojo picoso con carne de res seca, acompañado de cebolla, cilantro y limón. Los cuatro mayordomos escogieron diferentes días para ofrecer ali-mentos, excepto el jueves en vís-peras de la fiesta, cuando todos ellos ofrecieron comida ya que los visitantes eran muchos. Cabe mencionar que antes de iniciar

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la comida la banda musical del pueblo realizaba una procesión tocando desde el templo hasta la casa del mayordomo que ofrecía los alimentos. La banda está inte-grada por personas que han sido elegidas para prestar su servi-cio a la comunidad por 30 años. Durante esa semana, de lunes a jueves, la banda también asistió temprano al templo a tocar y a rezar con el apoyo de un rezan-dero que realizaba las letanías en latín.

El miércoles comen-zó a llegar gente deotras comunidades, pues inició un tradi-cional torneo deporti-vo de Cuaresma. Nor-malmente se compiteen básquetbol y vo-leibol, y se premia enefectivo a los equipos que ocupan los tresprimeros lugares. El

evento termina hasta el viernes por la tarde, con las finales de las diferentes categorías partici-pantes. Durante este tiempo fue responsabilidad de la comunidad ofrecer alimentos y hospedaje a los deportistas.

El jueves fue el día más intenso, ya que se celebraron las vísperas. A muy temprana hora la banda de la comunidad asistió a tocar al templo a Jesús crucificado y con

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esto terminó su participación en la fiesta. Después, durante la maña-na, llegaron bandas de otras co-munidades con velas adornadas, mismas que encendieron ante la imagen de Jesús crucificado como signo de su fe. Al medio día se celebró una Misa en la que además se realizaron bautizos. Cabe resaltar que cuando una banda lleva la vela a la capilla, ésta entra sin importar la acti-vidad que se esté realizando. Es trabajo de los fiscales, responsa-bles del templo, recibir las velas y dar la bienvenida a las bandas para posteriormente asignar-les el turno en que tocarán por la noche.

El mismo jueves en la tarde se realizó una procesión por las ca-lles principales y todas las bandas visitantes participaron. También se llevó a cabo el jaripeo, que fue patrocinado por el comisario y su equipo de trabajo. En la noche comenzó a quemarse un árbol de

pólvora que se elaboró para el santo y que debía durar hasta las 4 a.m., además de que era necesa-rio que tronara muy fuerte para agradar al santo. Finalmente se tuvo un baile que terminó hasta la madrugada y justo después las bandas se despidieron del Jesús crucificado para regresar a su comunidad. Por su parte, la ban-da de Huehuetepec se compro-metió a tocar en las fiestas de las otras comunidades.

Como se puede observar en este lugar se celebra una Cuaresma que no muchos cristianos esta-mos acostumbrados a vivir, por el gran ruido exterior que conlle-va. En lo particular, al principio se me dificultó. Sin embargo, el silencio y la tranquilidad interio-res me ayudaron a entender que estaba en medio de una cultura desconocida para mí, pero de la cual podía aprender para seguir creciendo en la fe.

S

Un elefante tenía fama de ser demasiado vanidoso y un día, mientras des-cansaba, vio pasar muy cerca a una tortuga. “Acércate y platiquemos”, le dijo. “De acuerdo”, respondió la tortuga.

“Verás –continuó el elefante–, yo soy el animal más grande, fuerte y admira-do por mi presencia. Tengo atributos de sobra para sentirme orgulloso, ¿no crees?”. La tortuga reflexionó unos segundos y contestó: “Sin duda tienes razón, pero también deberías conocer la humildad”. “¿Y eso qué es?”, pre-guntó el elefante sorprendido. “Es una virtud que nos hace conocer nuestras cualidades, pero tambien reconocer nuestras propias limitaciones y debi-lidades, y actuar de acuerdo con este conocimiento, sin quejas. Yo lo hago y soy feliz”.

Desde ese día, el elefante fue amigo de la sabia tortuga, que supo hacerle comprender el significado de la humildad.

El elefante y la tortuga

La tortuga dio una gran lección al elefante, y no importó el tamaño ni la fuer-za para hacerle ver que estaba en un error. Nosotros tenemos que aprender, en nuestras vivencias y errores, que tenemos limitaciones y debilidades.

En la historia que leímos la tortuga le explicó al elefante que la humildad es un modo de ser noble que puede lograr que nuestra vida sea más feliz y tenga-mos armonía con nosotros mismos.

En el Club de Niños Misioneros de Guadalupe, el personaje de Akira nos invita a practicar la humildad. Si aprendemos a ser humildes, pacientes y tolerantes con los demás, Dios nos compensará con muchas bendiciones y nos ayuda-

rá a caminar por el sendero de la buena voluntad.

La humildad es el fruto del espíritu

Actividad

1. Es una virtud que nos enseña a conocer nuestras debilidades y limitaciones, y a obrar según ese conocimiento.

_ U _ _ _ _ _ _

2. ¿Qué significa Akira? ____________________________________

2. ¿De dónde es Akira? _____________________________________

3. ¿Qué idioma habla? _____________________________________

Demuestra qué tanto conoces a Akira al responder las siguientes preguntas.

Resp

uest

as: 1

. Hum

ildad

, 2. L

uz, 3

. Aiz

u-W

akam

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Nació en 1964, en Orizaba, Veracruz. Ingresó al Seminario de Misiones en 1982 y concluyó sus estudios en Kenia. Fue ordenado sacerdote el 30 de oc-tubre de 1991 por Mons. Sergio Obeso Rivera, Arzobispo de Jalapa. Fue en-viado a la Misión de Kenia, donde trabajó durante 13 años en Lenkisem, un lugar de la tribu maasai de primera evangelización. Entre 2005 y 2007 realizó estudios en Teología Pastoral. En 2008 volvió a México para colaborar como asesor de Misioneros Laicos Asociados. Este año fue nombrado nuevamente a la Misión de Kenia.

Padre Filiberto Serrano CancinoMisionero de Guadalupe en Kenia

El Padre Filiberto ha comentado que escuchó el llamado de Dios tras la lectura de una epísto-la de san Pablo y se acercó a mg gracias a la re-vista Almas. Tú también puedes ser misionero.

¡Responde al llamado de tu vocación!