Amadis de Gaula

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Amadís de Gaula

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Amads de GaulaAnnimoDe la primera edicin (1508) de Garci Rodrguez de MontalvoISBN 968-847-047-3 Transcripcin de Gerry Garca

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Datos GeneralesAmads de Gaula es considerado el ms clebre de los libros de caballera y fue escrito por un autor annimo espaol en el siglo XIV. Aunque el origen preciso de la obra se pierde en las brumas del tiempo, se le atribuye un origen francs, portugus o espaol. O tal vez una combinacin de estas procedencias. Lo que es un hecho es que la ms antigua edicin que se conoce fue impresa en espaol, en cuatro volmenes y que el nico ejemplar conocido se conserva en el Museo Britnico. Garci Rodrguez de Montalvo, regidor de Medina del Campo, declar que abrevi y refundi los tres primeros libros de Amads de Gaula de acuerdo con los antiguos manuscritos, cuyo verdadero origen se desconoce, y escribi el cuarto, por esta razn, las ediciones del libro llevan su nombre como autor, aunque algunas ediciones aparecen con autor annimo. La primera edicin de la obra es de 1508. El nombre con que se conoci en ese tiempo a la obra era Los quatro libros del virtuoso cavallero Amadis de Gaula: Complidos. Con un clima de idealismo-sentimental y exaltacin caballeresca, la obra fue muy leda en toda Europa durante el siglo XVI. Estilo En cuanto al estilo de narracin, fue alabado por el exigente Juan de Valds, si bien consideraba que a veces lo abajaba mucho y otras lo encumbraba demasiado. Se caracteriza por una cierta latinizacin de la sintaxis, que suele situar al verbo al final de la frase al modo latino, y otros rasgos de esta naturaleza, como el uso del participio de presente, que lo aproximan al tipo de lenguaje de la escuela alegrico-dantesca del siglo XV, si bien resulta mucho ms claro y llano. No obstante, es necesario diferenciar entre el estilo de las tres primeras partes, que lleva inclume mucho del autor original, muy elegante y pormenorizado en los sucesos, y el texto atribuible a Garc Rodrguez de Montalvo, de muy inferior ingenio y brillantez. Las tres primeras partes reflejan el mundo del siglo XIII, mientras que el mundo de Garc Rodrguez de Montalvo es el de principios del siglo XVI, y eso no puede dejar de percibirse en el estilo denso y algo pedante del Regidor de Medina del Campo.

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Va impreso en letra cursiva todo lo que el editor ha tenido que aadir, por razones de claridad, a los pasajes de los libros de caballeras, y en los usuales caracteres de imprenta los textos originales antiguos. Los ttulos de los cuatro libros de AMADS, as como los de los captulos en todo el volumen, proceden del editor. El texto se presenta en espaol antiguo y pareciera que hay errores tipogrficos donde en realidad no existen. As mismo, dada la antigedad del texto, la construccin de las frases son diferentes a como las hablamos y escribimos en la actualidad. Algunas palabras van acentuadas an y cuando hoy en da esas mismas palabras han perdido la tilde. La imagen de la portada en la primera pgina, proviene de la primera edicin del Amads de Gaula de Garci Rodrguez de Montalvo, impreso en Zaragoza por Jorge Coci (1508).

Nota Importante

Como curiosidad, mi hija Orianna Sacb lleva su nombre gracias a la princesa, hija del Rey Lisuarte, por quien Amads acomete asombrosas y fantsticas aventuras.

Nota Pequea

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NDICELA CORTE DE LISUARTE El Doncel del Mar La Sin Par Oriana La Bola de Cera La Guerra de Gaula Los Anillos del Rey Perin Don Galaor El Manto y La Corona Las Cortes de Londres Los Ardides de Arcalaus La Prisin del Rey La Libertad de Oriana Las Proezas de Don Galaor BELTENEBROS La nsola Firme El Arco de Los Leales Amadores Los Celos de Oriana El Ermitao La Pea Pobre El Castillo de Arcalaus EL CABALLERO DE LA VERDE ESPADA La Muerte del Endriago Las Coronas de la Infanta Las Cuitas de Oriana La Batalla Naval LA GUERRA POR ORIANA Los Tres Ejrcitos El Primer Da de Lucha El Fin de la Batalla Las Gestiones de Paz La Derrota de Arcalaus Las Bodas NOTAS FINALES 85 87 90 93 95 99 104 68 73 79 81 47 50 53 56 59 62 6 8 14 15 22 25 29 32 34 38 40 44

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LIBRO I: LA CORTE DE LISUARTEEL DONCEL DEL MARDe la Pequea Bretaa a Escocia, su patria, iba por el mar en una barca un caballero que haba nombre Gandales. Llevaba consigo su mujer y un hijo, llamado Gandaln, nacido poco antes. Siendo ya maana clara, vieron un arca que por el agua nadando iba, e llamando a cuatro marineros, les mand el caballero que presto echasen un batel e aquello le trajesen: lo cual prestamente se fizo. Vi entonces que el arca era larga como una espada y estaba hecha de tablas muy bien calafateadas para que en ella no pudiera entrar el agua. El caballero tom el arca e tir la cobertura, e vi dentro un hermoso doncel recin-nacido, que en sus brazos tom, e dijo: Este de algn buen lugar es; y esto deca l por los ricos paos en que vena envuelto y por un anillo que junto con una bola de cera traa en un cordn al cuello e por una espada, que muy fermosa le pareci e que vena puesta a su lado en el arca. E guardando aquellas cosas rog a su mujer que lo hiciese criar, la cual fizo darle teta de aquella ama que a Gandaln, su fijo, criaba, e tomla con gran gana de mamar de que el caballero e la duea mucho alegres fueron. Pues as caminaron por la mar con buen nombre, y de all partiendo, llegaron a un castillo suyo, de los buenos de aquella tierra, donde fizo criar el doncel como si su fijo proprio fuese; e as lo crean todos lo que fuese; que de los marineros no se pudo saber su hacienda, porque en la barca, que era suya, a otras partes navegaron. Fue corriendo el tiempo, y el doncel que Gandales criaba, el cual el Doncel del Mar se llamaba, que as le pusieron nombre, cribase con mucho cuidado de aquel caballero don Gandales e de su mujer, e hacase tan fermoso, que todos los que lo vean se maravillaban. Un da cabalg Gandales armado, que en gran manera era buen caballero e muy esforzado, e fall a una doncella, que le dijo: Ay, Gandales! S supiesen muchos altos hombres lo que yo agora, cortarte-an la cabeza. Por qu? Dijo l. Porque t guardas la su muerte dijo ella. Gandales, que no lo entenda, dijo: Doncella, por Dios os ruego que me digis qu es eso. No te lo dir dijo ella; mas todava as avern.6

E partindose dl, se fu su va. Gandales qued cuidando en lo que dijera y sin poderlo entender. Pero momentos despus tuvo ocasin de salvar la vida a la doncella, y como recompensa de ello pidi que le explicara sus misteriosas palabras. Ella le dijo: T me hars pleito, como leal caballero, que otro por ti nunca lo sabr fasta que te lo yo mande. l as lo otorg. Djole: Dgote de aquel que hallaste en la mar, que ser flor de los caballeros de su tiempo; ste har estremecer los fuertes, ste comenzar todas las cosas e acabar a su honra, en que los otros fallescieron: ste har tales cosas, que ninguno cuidara que pudiesen ser comenzadas ni acabadas por cuerpo de hombre; ste har los soberbios ser de buen talante: ste habr crueza de corazn contra aquellos que se lo merecieren; e an ms te digo, que ste ser el caballero del mundo que ms lealmente mantern amor e amar en tal lugar cual conviene a la su alta proeza; e sabe que viene de reyes de ambas partes. Agora te ve e cree firmemente que todo acaecer como te lo digo. Ay, seora dijo Gandales; rugovos por Dios que me digis donde vos fallar para hablar con vos en su hacienda. Esto no sabrs t por m ni por otro dijo ella. Pues decidme vuestro nombre por la fe que debis a la cosa del mundo que ms amis. T me conjuras tanto, que te lo dir: sabe que mi nombre es Urganda la Desconocida. Agora me cata bien e consceme si pudierdes. Y l, que la vi doncella primero, que a su parecer no pasaba de diez y ocho aos, vila tan vieja e tan lasa, que se maravill cmo en el palafrn se poda tener, e comenzse a santiguar de aquella maravilla. Cuando ella as lo vi, por s torn como de primero, e dijo: Parcete que me hallaras aunque me buscases? Pues yo te digo que no tomes por ello afn; que si todos los del mundo me demandasen, no me fallaran si yo no quisiese. As Dios me salve, seora dijo Gandales, yo as lo creo; mas rugovos por Dios que vos membris del doncel que es desamparado de todos sino de m. No pienses en eso dijo Urganda; que ese desamparado ser amparo y reparo de muchos; e yo lo amo ms que tu piensas.

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E as partieron de en uno. Don Gandales, partido de Urganda, tornse para su castillo, cuidando en la facienda de su doncel; e llegando al castillo, ante que se desarmase lo tom en sus brazos e comenzlo de besar, vinindole las lgrimas a los ojos, diciendo en su corazn: Mi fermoso fijo, si querr Dios que yo llegue al vuestro buen tiempo? En esta razn haba el doncel tres aos, e su gran fermosura por maravilla era mirada; e como vi a su amo llorar, psole las manos ante los ojos, como que gelos quera limpiar; de que Gandales fu alegre, considerando que siendo en ms edad, ms se dolera de su tristeza; e psole en tierra, e fuese a desarmar, e dende adelante con mejor voluntad curaba dl, tanto, que lleg a los cinco aos; entonces le fizo un arco a su medida e otro a su fijo Gandaln, e facalo tirar ante s; e as lo fu criando hasta la edad de siete aos.

LA SIN PAR ORIANAPues a esta sazn el Rey Languines, pasando por su reino con su mujer e toda la casa, de una villa a otra, vnose al castillo de Gandales, que por ah era el camino, donde fu muy bien festejado; mas a su Doncel del Mar e a su fijo e a otros donceles mandlos meter en un corral por que no lo viesen; e la Reina, que en lo alto de la casa posaba, mirando de una finiestra, vi a los donceles que con sus arcos tiraban, y al Doncel del Mar entre ellos tan apuesto e tan fermoso, que mucho fu de lo ver maravillada; e vile mejor vestido que todos, as que paresca el seor; e de que no vi ninguno de la compaa de don Gandales a quien preguntase, llam sus dueas e doncellas, e dijo: Venid, e veris la ms fermosa criatura que nunca fu vista Y admirse tambin mucho de or que sus compaeros le llamaban Doncel del Mar. As estando, entr el Rey y Gandales, e dijo la Reina: Decid, don Gandales, es vuestro fijo aquel fermoso doncel? S, seora dijo l. Pues Por qu dijo ella lo llamis el Doncel del Mar? Porque en la mar naci dijo Gandales cuando yo de la Pequea Bretaa vena. El Rey, que el Doncel miraba e muy fermoso le pareci, dijo: Facedlo venir aqu, Gandales, e yo lo quiero criar. Seor dijo l, si far, ms an no es en edad que se deba partir de su madre.

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Entonces fu por l e trjolo, e djole: Doncel del Mar, queris ir con el Rey, mi seor? Yo ir donde me vos mandardes dijo l e vaya mi hermano conmigo. Ni yo quedar sin l dijo Gandaln. Creo, seor dijo Gandales, que los habris de llevar ambos, que se no quieren partir. Mucho me place dijo el Rey. Entonces lo tom cabe s y mand llamar a su fijo Agrajes; e djole: Fijo, estos donceles ama t mucho, que mucho amo yo a su padre. Cuando Gandales esto vi, apenas pudo contener el llanto. El Rey, que los ojos llenos de agua le vi, dijo: Nunca pens que rades tan loco. No lo s tanto como cuidis dijo l; mas si os pluguiere, odme un poco ante la Reina. Entonces mandaron apartar a todos, e Gandales les dijo: Seores, sabed la verdad deste Doncel que llevis, que lo yo fall en la mar.Y contles por cul guisa, e tambin dijera lo que de Urganda supo, sino por el pleito que fizo. Agora faced con l lo que debis; que as Dios me salve, segn el aparato que l traa, yo creo que es de muy gran linaje. Mucho plugo al Rey en lo saber, y preci al caballero que lo tan bien guardara, e dijo a don Gandales: Pues que Dios tanto cuidado tuvo en lo guardar, razn es que lo tengamos nos en lo criar en facer bien cuando tiempo ser. La Reina dijo: Yo quiero que sea mo, si os pluguiere, en tanto que es de edad de servir mujeres; despus ser vuestro. El Rey se lo otorg. Otro da de maana se partieron de all, llevando los donceles consigo, e fueron su camino. Pero dgoos de la Reina que faca criar al Doncel del Mar con tanto cuidado e honra como si su fijo proprio fuese; mas el trabajo que con l tomaba no era vano, porque su ingenio era tal e condicin tan noble, que muy mejor que otro ninguno, e ms presto, todas las cosas aprenda. l amaba tanto caza e monte, que si le dejasen,9

nunca dello apartara, tirando con su arco, cebando los canes. La Reina era tan agradada de como l serva, que lo no dejaba quitar delante de su presencia. Ocurri entonces que yendo el nuevo Rey de la Gran Bretaa, Lisuarte, navegando con gran flota para tomar posesin de sus estados, fu aportado en el reino de Escocia, donde con mucha honra del Rey Languines recibido fu. Este Lisuarte traa consigo a Brisena, su mujer, e una hija que en ella hobo, que Oriana haba nombre, de fasta diez aos, la mas fermosa criatura que nunca se vi; tanto, que sta fu la que Sin-par se llam, porque en su tiempo ninguna hobo que igual le fuese; e porque de la mar enojada andaba, acord de la dejar all, rogando al Rey Languines e a la Reina que gela guardasen. Ellos fueron muy alegres dello, e la Reina dijo: Creed que yo la guardar como su madre lo fara. Y entrando Lisuarte en sus naos con mucha priesa en la Gran Bretaa arribado fu, e fu el mejor Rey que ende hobo ni que mejor mantuviese la caballera en su derecho, fasta que el Rey Artur rein, que pas a todos los reyes de bondad que ante dl fueron. El Doncel del Mar, que en esta sazn era de doce aos, y en su grandeza e miembros paresca bien de quince, serva ante la Reina, e as della como de todas las dueas e doncellas era mucho amado; mas desque all fu Oriana, la hija del Rey Lisuarte, dile la Reina al Doncel del Mar que la sirviese, diciendo: Amiga, este es un doncel que os servir. Ella dijo que le placa. El Doncel tuvo esta palabra en su corazn, de tal guisa, que despus nunca de la memoria la apart; que sin falta, as como esta historia lo dice, en das de su vida no fu enojado de la servir, y en ella su corazn fu siempre otorgado, y este amor dur cuanto ellos duraron; que, as como la el amaba, as amaba ella a l, en tal guisa, que una hora nunca de amar se dejaron; mas el Doncel del Mar, que no conoca ni saba nada de cmo ella le amaba, tenase por muy osado en haber en ella puesto su pensamiento, segn la grandeza y fermosura suya, sin cuidar de ser osado a le decir una sola palabra; y ella, que lo amaba de corazn, guardbase de hablar con l ms que con otro, porque ninguna cosa sospechasen; mas los ojos haban gran placer de mostrar al corazn la cosa del mundo que ms amaba.

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Pasando el tiempo, como os digo, entendi el Doncel del Mar en s que ya poda tomar armas si hobiese quien le ficiese caballero, y esto deseaba l, considerando que l sera tal e fara tales cosas por donde muriese, o viviendo, su seora le preciara; e con este deseo fu al Rey, que en una huerta estaba, e fincando los hinojos, le dijo: Seor, si a vos pluguiese, tiempo sera de ser yo caballero. El Rey dijo: Cmo, Doncel del Mar? Ya os esforzis para mantener caballera? Sabed que es ligero de haber e grave de mantener; e quien este nombre de caballera ganar quisiere e mantenerlo en su honra, tantas e tan graves son las cosas que ha de facer, que muchas veces se le enoja el corazn, e por ende terna por bien que por algn tiempo os sufris. El Doncel del Mar dijo: Ni por todo eso no dejar yo de ser caballero; que si en mi pensamiento no toviese de complir eso que habis dicho, no se esforzara mi corazn para lo ser; e pues a la vuestra merced soy criado, complid en esto conmigo lo que debis. El Rey dijo: Doncel del Mar, yo s cundo os ser menester que lo sais, e ms a vuestra honra, e promtoos que lo far. E luego mand que le aparejasen las cosas a la orden de caballera necesarias; e fizo saber a Gandales todo cuanto con su criado le contesciera, de que Gandales fu muy alegre, y envile por una doncella la espada y el anillo e la bola de cera, como lo hallara en l'arca1 donde a l fall; y estando un da la fermosa Oriana con otras dueas y doncellas en el palacio, holgando en tanto que la Reina dorma, era all con ellas el Doncel del Mar, que slo mirar no osaba a su seora, y deca entre s: Ay, Dios! Por qu vos plugo de poner tanta beldad en esta seora, y en m tan gran cuita e dolor por causa della? En fuerte punto mis ojos la miraron, pues que perdiendo la su lumbre con la muerte, pagarn aquella gran locura en que el corazn han puesto. E as estando casi sin ningn sentido, entr un doncel e djole: Doncel del Mar, all afuera est una doncella extraa que os trae donas e os quiere ver.1 Sic, en el original.

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l quiso salir a ella, mas aquella que lo amaba, cuando lo oy, estremecisele el corazn y dijo: Doncel del Mar, quedad, y entre la doncella y veremos las donas. l estuvo quedo, e la doncella entr; y sta era la que enviaba Gandales, e dijo: Seor Doncel del Mar, vuestro amo Gandales vos saluda mucho, as como aquel que os ama, y envaos esta espada, y este anillo, y esta cera, e rugaos que trayis esta espada en cuanto vos durare, por su amor. l tom las donas, e puso el anillo e la cera en su regazo, y Oriana tom la cera, que no crea que en ella otra cosa hobiese, e djole: Esto quiero yo destas donas. A l pluguiera ms que tomara el anillo, que era uno de los fermosos del mundo; e mirando la espada, entr el Rey e dijo: Doncel del Mar, qu os paresce esta espada? Seor, parsceme muy fermosa, mas no s por qu est sin vaina. Bien ha quince annos dijo el Rey que no la hobo. E tomndole por la mano, se apart con l e djole: Vos queris ser caballero, e no sabis si de derecho os conviene; e quiero que sepis vuestra hacienda, como yo la s. E contle cmo fuera en la mar hallado con aquella espada e anillo en el arca metido, as como lo osteis: Dijo l: No me pesa de cuanto me decs, sino por no conocer mi linaje, ni ellos a m; pero yo me tengo por hidalgo, que mi corazn a ello me esfuerza; e agora, seor, me conviene ms que ante caballera, y ser tal que gane honra y prez, como aquel que no sabe parte de donde viene. Por aquellos das, el Rey Perin de Gaula, cuado de Languines y uno de los ms famosos caballeros de aquel tiempo, presentse en la Corte de Escocia en demanda de guerreros que le ayudaran contra el Rey Abes de Irlanda, que le haba invadido el reino con gran fuerza de armas. Agrajes, el hijo de Languines, que ya era armado caballero, rog a su padre que le dejara ir con Perin a defender a su ta la Reina de Gaula, y aqul se lo otorg.12

El Doncel del Mar, que ah estaba, miraba mucho al Rey Perin, por la gran bondad de armas que dl oyera decir, e ms deseaba ser caballero de su mano que de otro ninguno que del mundo fuese, e fuese donde su seora Oriana era; e fincados los hinojos ante ella dijo: Seora Oriana, si a vos pluguiese que yo fuese caballero, sera en ayuda desa hermana de la Reina, otorgndome vos la ida. E si la yo no otorgase dijo ella, no irades all? No dijo l; porque este mi vencido corazn sin el favor de cuyo es, no podra ser sostenido en ninguna afrenta, ni an sin ella. Ella se ri con buen semblante e djole: Pues que as os he ganado, otrgoos que sais mi caballero y ayudis a aquella hermana de la Reina. El Doncel le bes las manos e dijo: Pues que el Rey, mi seor, no me ha querido facer caballero, ms a mi voluntad lo podra agora ser deste Rey Perin, a vuestro ruego. Yo far en ello lo que pudiere dijo ella; mas menester ser de lo decir a la infanta Mabilia, que su ruego mucho valdr ante el Rey, su to. Entonces se fu a ella e djole cmo el Doncel del Mar quera ser caballero por mano del Rey Perin, e que haba menester para ello el ruego suyo e dellas, Mabilia, hija del Rey y hermana de Agrajes, que muy animosa era e al Doncel amaba, dijo: Pues fagmoslo por l, que lo merece; e vngase a la capilla de mi madre armado de todas armas, e nos le faremos compaa con otras doncellas; e queriendo el Rey Perin cabalgar para se ir, que, segn he sabido, ser antes del alba, yo le enviar a rogar que me vea, e all far el vuestro ruego, ca mucho es caballero de buenas maneras. Bien decs dijo Oriana. E llamando entrambas al Doncel, le dijeron cmo lo tenan acordado; l se lo tuvo en merced y llam a Gandaln e djole: Hermano, lleva mis armas todas a la capilla de la Reina, encubiertamente; que pienso esta noche ser caballero; e porque en la hora me conviene de aqu partir, quiero saber si querrs irte conmigo. Seor, yo os digo que a mi grado nunca de vos ser partido. Al Doncel le vinieron las lgrimas a los ojos y besle la faz e djole: Amigo, agora faz lo que te dije.13

Gandaln puso las armas en la capilla en tanto que la Reina cenaba; e los manteles alzados, fuse el Doncel a la capilla, e armse de sus armas todas, salvo la cabeza e las manos, e fizo su oracin ante el altar, rogando a Dios que, as en las armas como en aquellos mortales deseos que por su seora tena, le diese vitoria2. Desque la Reina fu a dormir, Oriana e Mabilia con algunas doncellas se fueron a l por le acompaar; e como Mabilia supo que el Rey Perin quera cabalgar, envile a decir que le viese ante; l vino luego, e djole Mabilia: Seor, faced lo que os rogare Oriana, fija del Rey Lisuarte. El Rey dijo que de grado fara, que el merecimiento de su padre a ello le obligaba. Oriana vino ante el Rey; e como la vi tan fermosa, bien crea que en el mundo su igual no se podra fallar; e dijo: Yo os quiero pedir un don. De grado dijo el Rey lo far. Pues facedme ese mi doncel caballero e mostrselo, que de rodillas ante el altar estaba. El Rey vi al Doncel tan fermoso, que mucho fu maravillado, e, llegndose a l, dijo: Queris recebir orden de caballera? Quiero dijo l. En el nombre de Dios, y l mande que tan bien empleada en vos sea e tan crescida en honra como l os cresci en fermosura. E ponindole la espuela diestra, le dijo: Agora sois caballero, e la espada podis tomar. El Rey la tom e digela, y el Doncel la ci muy apuestamente, y el Rey dijo: Cierto, este acto de os armar caballero, segn vuestro gesto e apariencia, con mayor honra lo quisiera haber fecho; mas yo espero en Dios que vuestra fama ser tal, que dar testimonio de lo que con ms honra se deba facer. E Mabilia e Oriana quedaron muy alegres y besaron las manos al Rey; e encomendando el Doncel a Dios, se fu su camino.2 Sic, en el original.

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Seyendo armado caballero el Doncel del Mar, e querindose despedir de Oriana, su seora, e de Mabilia, e de las otras doncellas que con l en la capilla velaron, Oriana, que le paresca partrsele el corazn, sin se lo dar a entender, le sac aparte y le dijo: Doncel del Mar, yo os tengo por tan bueno, que no creo que seis fijo de Gandales; si al en ello sabis, decdmelo. El Doncel le dijo de su hacienda aquello que del Rey Languines supiera; y ella, quedando muy alegre en lo saber, lo encomend a Dios; y l fall a la puerta del palacio a Gandaln, que le tena la lanza y escudo y el caballo; y cabalgando en l se fu su va sin que de ninguno visto fuese, por ser an de noche.

LA BOLA DE CERATodo aquel da anduvo el Doncel del Mar con Gandaln, su escudero, por una floresta, en la cual, siendo ya tarde, vi venir una doncella en un palafrn, que traa una lanza, y otra doncella la acompaaba. Vinironse ambas contra l; e como llegaron, la doncella de la lanza dijo: Seor, tomad esta lanza, e dgovos que ante de tercero da faris con ella tales golpes, porque libraris la casa donde primero salistes. l fu maravillado de lo que deca, e dijo: Doncella, la casa cmo puede morir ni vivir? As ser como yo lo digo dijo ella, e la lanza or d por algunas mercedes que de vos espero. E dando de las espuelas al palafrn, se fu su va. La otra doncella qued con l e dijo: Seor caballero, sabed como era Urganda la Desconocida quien la lanza os a dado. E djome que despus que de vos se partiese, os lo ficiese saber, y que mucho vos ama. Ay, Dios! dijo l cmo soy sin ventura en la no conocer, e si la dejo de buscar es porque ninguno la fallar sin su grado. Yendo el Doncel su camino, lleg de all a tres das a un castillo, a sazn de que en su patio, un caballero solo, al cual le haban matado ya el caballo, era traidoramente atacado por otros dos caballeros y por ms de diez peones, que lo heran por todas partes.

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A punto estaba de sucumbir, cuando el Doncel del Mar acometi con gran bro a los que lo atacaban, y derrib y mat a los ms de ellos. Visto lo cual cobr nuevos nimos el primer caballero, y entre uno y otro dejaron limpio de traidores todo el castillo. El Doncel, que haba reconocido al Rey Perin de Gaula en el caballero por l socorrido, no quera quitarse el yelmo ante l, pues solo cuando sus hazaas le hubieran ganado fama digna de la de quien le haba dado la orden de caballera quera drsele a conocer; pero tanto le rog el Perin, que acab de descubrirse, y el Rey, abrazndolo, dijo: Amigo, gracias doy a Dios por haber hecho en vos lo que hice. E muy alegre oy de l que le ayudara en la guerra que tena empeada con el Rey de Irlanda. Haba ya en la Corte de Languines, con secreta alegra de Oriana, noticia de las primeras hazaas del Doncel del Mar, cuando llegaron tres naos, en que vena un mensajero del Rey Lisuarte, con cien caballeros e dueas e doncellas para llevar a Oriana. El Rey Languines los acogi bien. El mensajero le dijo el mandado del Rey su seor, cmo enviaba por su hija, y dems desto, que le rogaba enviase con Oriana a Mabilia, su fija, que as como ella misma sera tratada e honrada a su voluntad. El Rey fu muy alegre dello, e atavilas muy bien, e tovo al caballero e a las dueas e doncellas en su corte algunos das, facindoles muchas fiestas e mercedes, e fizo aderezar otras naves, e bastecerlas de las cosas necesarias; e fizo aparejar caballeros e dueas e doncellas, las que le pareci que convenan para tal viaje. Oriana, que vi que este camino no se poda excusar, acord de recoger sus joyas, e andndolas recogiendo, vi la cera que tomara al Doncel del Mar y membrsele dl, e vinironle las lgrimas a los ojos, e apret las manos con cuita de amor que la forzaba, e quebrant la cera e vi que dentro estaba una carta escrita en pergamino, e leyndola fall que deca: Este es Amads Sin-tiempo, fijo de rey Ella que la carta vi, estovo pensando un poco, e entendi que el Doncel del Mar haba nombre Amads, e vi que era fijo de rey. Tal alegra nunca en corazn de persona entr como en el suyo, e llamando a la doncella de Denamarca, en quien confiaba ms que en todas sus otras servidoras, le dijo: Amiga, yo vos quiero decir un secreto, que le no dira sino a mi corazn, e guardadle como poridad de tan alta doncella como yo soy y del mejor caballero del mundo. As lo far dijo ella, y, seora, no dudis de me decir lo que faga.16

Pues amiga dijo Oriana, vos os id al caballero novel que sabis, y dgovos que le llaman el Doncel del Mar, e fallarlo heis en la guerra de Gaula, y luego que lo vierdes dadle esta carta e decidle que ah fallar su nombre, aquel que le escribieron en ella cuando fu echado en la mar; e sepa que s yo que es fijo de rey; e que pues l era tan bueno cuando no lo saba, agora pune de ser mejor; e decidle que mi padre envi por m e me llevan a l; que le envo yo decir que se parta de la guerra de Gaula e se vaya luego a la Gran Bretaa, e pune de vivir con mi padre fasta que le yo mande lo que faga. La doncella con ese mandado que os, fu della despedida, y entrada en el camino de Gaula. Oriana y Mabilia con dueas e doncellas encomendndolas el Rey e la Reina a Dios, fueron metidas en las naos; los marineros soltaron las ncoras y tendieron sus velas, e como el tiempo era aderezado, pasaron presto en la Gran Bretaa, donde muy bien recebidas fueron.

LA GUERRA DE GAULAEl Doncel del Mar, con Agrajes y los otros caballeros que el Rey de Escocia enviaba en favor de su cuado Perin, pasada la mar, entraron en Gaula y se fueron a Baladn, un castillo donde el Rey Perin era donde mantena su guerra, habiendo mucha gente perdido; que con su venida de ellos muy alegre fu, e fzoles dar buenas posadas; e la Reina Elisena, hermana de la Reina de Escocia, fizo decir a su sobrino Agrajes que la viniese a ver. l llam al Doncel del Mar e otros dos caballeros para ir all. El Rey Perin cat el Doncel, e conoscilo que aquel era el que l hiciera caballero y el que le acorriera en el castillo; e fu contra l e dijo: Amigo, vos seis muy bien venido, e sabed que en vos he yo grande esfuerzo, tanto, que no dudo ya mi guerra, pues vos he en mi compaa. Seor dijo, en la vuestra ayuda me habris vos cuanto mi persona durare e la guerra haya fin. As fablando, llegaron a la Reina, e Agrajes le fu a besar las manos, y ella fu con l muy alegre, y el Rey le dijo: Duea, veis aqu el muy buen caballero de que yo os habl, que me sac del mayor peligro en que nunca fu; este os digo que amis ms que a otro caballero. Ella le vino a abrazar, y l finc los hinojos ante ella e dijo:17

Seora, yo soy criado de vuestra hermana, e por ella vengo a vos servir, e como ella misma me podis mandar. La Reina gelo agradesci con mucho amor, e catbalo, como era tan fermoso; membrndose de un fijo que haba perdido, sin que pudiera saber qu habra sido de l, vinironle las lgrimas a los ojos. Y el Doncel del Mar le dijo: Seora, no lloris, que presto seris tornada en vuestra alegra, con la ayuda de Dios e del Rey e deste caballero vuestro sobrino, e yo, que de grado vos servir. Ella dijo: Mi buen amigo, vos, que sois caballero de mi hermana, quiero que posis en mi casa, e all vos darn las cosas que hobierdes menester. La maana venida fueron el Rey Perin e su mujer a ver que faca el Doncel del Mar, e fallronlo que se levantaba e lavaba las manos, e vironle los ojos bermejos e las haces mojadas de lgrimas; as que bien paresca que dormiera poco de noche, e sin falta as era que membrndose de su amiga, considerando la gran cuita que por ella le vena, sin tener ninguna esperanza de remedio, otra cosa no esperaba sino la muerte. La Reina llam a Gandaln e djole: Amigo, qu hobo vuestro seor, que me paresce en su semblante ser en gran tristeza? Es por algn descontentamiento que aqu haya habido? Seora dijo l aqu recibe l mucha honra y merced; mas l ha as de costumbre que llora dormiendo, as como agora veis que en l paresce. Y en cuanto as estaban, vieron los de la villa muchos enemigos, e bien armados cabe s, e daban voces. Armas, armas! El Doncel del Mar fu muy alegre, y el Rey le dijo: Buen amigo, nuestros enemigos son aqu. Y l dijo: Armmonos e vayamos los ver.

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Y el Rey demand sus armas y el Doncel las suyas, e desque armados fueron e a caballo, fueron a la puerta de la villa. Como llegaron, dijo el Doncel del Mar: Seor. Mandadnos abrir la puerta. Y el Rey, a quien no placa menos de se combatir, mand que la abriesen, e salieron todos los caballeros. Los irlandeses, que contra s los vieron venir, aparejronse de recibirlos, as como aquellos que mucho los desamaban. El Doncel del Mar se firi con un capitn que delante vena, y encontrle tan fuertemente, que a l e al caballo derrib en tierra, e hobo la una pierna quebrada, e quebr la lanza e puso luego mano a su espada, e dejse correr a los otros como len saudo, faciendo maravillas en dar golpes a todas partes; as que no quedaba cosa ante la su espada; que a la tierra derribar los faca, a unos muertos e a otros feridos. El Rey Perin lleg con toda la gente muy esforzadamente, como aquel que con voluntad de ferirlos gana tena, e Daganel, jefe de los irlandeses y amigo del Rey Abies, los recibi con los suyos muy animosamente; as que fueron los unos e los otros mezclados en uno. All verades al Doncel del Mar faciendo cosas extraas, derribando e matando cuantos ante s fallaba, que no haba hombre que lo osase atender, e metase en los enemigos, haciendo dellos corro, que paresca un len bravo. Agrajes cuando le vi estas cosas facer tom consigo muy ms esfuerzo que de ante tena, e dijo a grandes voces por esforzar a su gente: Caballeros, mirad al mejor caballero e ms esforzado que nunca nasci. Cuando Daganel vi cmo destrua su gente, fu para el Doncel del Mar, como buen caballero, e qusole ferir el caballo, porque entre los suyos cayese, mas no pudo, e dile el Doncel tal golpe por cima del yelmo, que por fuerza quebraron los lazos e saltle de la cabeza. El Rey Perin, que en socorro del Doncel del Mar llegaba, di a Daganel con su espada tal ferida, que lo hendi fasta los dientes. E yendo as heriendo en los enemigos del Rey Perin e su compaa, no tard mucho que paresci el Rey Abies de Irlanda con todos los suyos, e vena diciendo: Agora a ellos; no quede hombre que no matis. El Rey Abies no dej caballero en la silla en cuanto le dur la lanza, e desque la perdi ech mano a su espada e comenz a ferir con ella tan bravamente, que a sus enemigos faca tomar espanto. De manera que los del Rey Perin, no lo pudiendo ya sufrir, retraanse contra la villa.

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Cuando el Doncel del Mar vi que la cosa se paraba mal, comenz de facer con mucha saa mejor que antes, porque los de su parte no huyesen con desacuerdo, e metase entre la una gente e la otra; e firiendo e matando en los de Irlanda, daba lugar a los suyos que las espaldas del todo no volviesen. Agrajes y el Rey Perin que lo vieron en tan gran peligro e tanto facer, quedaron siempre con l; as que todos tres eran amparo de los suyos. El Rey Abies mucho pesar hobo de Daganel e los dems de su ejrcito que supo que eran muertos; e lleg a l un caballero de los suyos e djole: Seor, vedes aquel caballero del caballo blanco? No hace sino maravillas, y l ha muerto vuestros capitanes e otros muchos. Esto deca por el Doncel del Mar. El Rey Abies se lleg ms e dijo: Caballero, por vuestra venida es muerto el hombre del mundo que yo ms amaba; pero yo far que lo compris caramente, si os queris ms combatir. Si vos queris vengar como caballero ese que decs dijo el Doncel del Mar e mostrar la gran valenta de que sois loado, escoged en vuestra gente los que ms os contentaren, e yo en la ma, e seyendo iguales, podrades ganar ms honra que no con mucha sobra de gente e soberbia demasiada venir a tomar lo ajeno sin causa ninguna. Pues agora decid dijo el Rey Abies de cuntos queris que sea la batalla. Pues que en m lo dejis dijo el Doncel moveros he otro partido, e podr ser que ms os agrade. Vos tenis saa de m por lo que he fecho, e yo de vos por lo que en esta tierra facis; pues en nuestra culpa no hay razn por que ninguno padezca, y sea la batalla entre m e vos, e luego si quisierdes, con tal que vuestra gente asegure, e la nuestra tambin, de se no mover fasta el fin della. As sea dijo el Rey Abies; e fizo llamar diez caballeros, los mejores de los suyos, e con otros diez que el Doncel del Mar di, aseguraron el campo, que por mal ni por bien que les aconteciese no se moveran. Concertada la batalla para el da siguiente, el Doncel del Mar entr por la villa con el Rey Perin e Agrajes, e levaba3 la cabeza desarmada, e todos decan: Ay, buen caballero, Dios te ayude y d honra que puedas acabar lo que has comenzado! Ay, que fermosura de caballero! En ste es caballera bien empleada, pues que sobre todos la mantiene en la su grande alteza.3 Sic, en el original.

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Otro da de maana la Reina se vino a ellos con todas sus damas, e falllos fablando con el Rey, e comenzse la misa, e dicha, armse el Doncel del Mar, no de aquellas armas que en la lid el da ante trajera, que no quedaron tales que pudiesen algo aprovechar, mas de otras muy ms fermosas y fuertes. E despedido de la Reina e de las dueas e doncellas, cabalg en un caballo holgado que a la puerta le tenan, y el Rey Perin le llevaba el yelmo e Agrajes el escudo. E saliendo por la puerta de la villa vieron al Rey Abies sobre un caballo negro, todo armado. Los de la villa e los de la hueste todos se ponan donde mejor la batalla ver podiesen, y el campo era ya sealado, el palenque hecho con muchos cadahalsos en derredor dl. Y desque ambos tomaron sus armas salieron todos del campo, encomendando a Dios cada uno el suyo, e se fueron acometer sin ninguna detenencia a gran correr de los caballos, como aquellos que eran de gran fuerza e corazn. A las primeras feridas fueron todas sus armas falsadas, e quebrando las lanzas juntronse uno con otro, as los caballos como ellos, tan bravamente, que cada uno cay a su parte, e todos creyeron que eran muertos, e los trozos de las lanzas tenan metidos por los escudos, que los hierros llegaban a las carnes; mas como ambos fuesen muy ligeros e vivos de corazn, levantronse presto, e quitaron de s los pedazos de las lanzas, y echando mano a las espadas se acometieron tan bravamente, que los que al derredor estaban haba espanto de los ver. La batalla era entre ellos tan cruel e con tanta priesa, sin se dejar holgar, e los golpes tan grandes, que no parescan sino de veinte caballeros. Ellos cortaban los escudos, faciendo caer en el campo grandes rajas, e abollaban los yelmos y desguarnecan los arneses, de manera que lo ms cortaban en sus carnes; e sala dellos tanta sangre, que sostenerse era maravilla; mas tan grande era el ardimento que consigo traan, que cuasi dello no se sentan. As duraron en esta primera batalla fasta hora de tercia, que nunca se pudo conocer en ellos flaqueza ni cobarda, sino que con mucho nimo se combatan. El Rey Abies, como muy diestro fuese por el gran uso de las armas, combatase muy cuerdamente, guardndose de los golpes e firiendo donde ms se poda daar. Las maravillas que el Doncel haca en andar ligero e acometedor y en dar muy duros golpes, le puso en desconcierto todo su saber, e a mal de su grado, no le pudiendo ya sofrir, perda el campo. Tanto fu aquejado, que volviendo casi las espaldas, andaba buscando alguna guarida con el temor de la espada, que tan crudamente la senta; pero como vi que no haba sino muerte, volvi, tomando su espada con ambas manos, e dejse ir al Doncel, cuidndolo ferir por cima del yelmo, y l alz el escudo donde recibi el golpe, e la espada entr tan dentro por l, que la no pudo sacar; e tirndose afuera, dile el Doncel del Mar en descubierto en la pierna izquierda tal ferida, que la mitad della fu cortada, y el Rey cay tendido en el campo. El Doncel fu sobre l, e tirndole el yelmo, djole:

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Muerto eres, Rey Abies, si te no otorgas por vencido. l dijo: Verdaderamente muerto soy, mas no vencido, e bien creo que me mat mi soberbia, e rugote que me fagas segura mi compaa, sin que dao reciban, y llevarme han a mi tierra, e yo perdono a ti e a los que mal quiero, e mando entregar al Rey Perin cuanto le tom, e rugote que me fagas haber confesin, que muerto soy. Muerto el Rey y partidos los irlandeses con su cadver, la doncella de Dinamarca, enviada por Oriana, y que haba visto el final de la pelea, entreg al Doncel del Mar el pergamino en que iba escrito su nombre y le di el recado de su seora de que lo antes que pudiera se partiera para la Gran Bretaa. E leyendo el Doncel del Mar la carta, conosci por ella que el su derecho nombre era Amads. Acabada la fabla fu tomado el Doncel del Mar por el Rey Perin e Agrajes e los otros grandes de su partida, e sacado del campo con aquella gloria que los vencedores en tales autos levar suelen, y entrando a la villa, decan todos: Bien venga el caballero bueno, por quien habemos cobrado honra e alegra. As fueron hasta el palacio, e fallaron en la cmara del Doncel del Mar a la Reina con todas sus dueas e doncellas, faciendo muy gran alegra, y en los brazos della fu l tomado de su caballo y desarmado por la mano de la Reina, e vinieron maestros, que le curaron de las feridas, e aunque muchas eran, no haba ninguna que mucho empacho le diese.

LOS ANILLOS DEL REY PERINPor razones que no son del caso, el hijo mayor de los reyes Perin y Elisena, nacido en ausencia del padre, haba sido hecho desaparecer, al tiempo de ver la luz del mundo, por Darioleta, doncella y confidente de la madre. Entre otras cosas haba llevado el nio colgando al cuello un anillo que Perin le haba dado a Elisena, su mujer, idntico a otro de que jams se desprenda el Rey. Pero la Reina nunca le haba confesado que, siendo en gran peligro su vida, haba tenido que abandonar a su hijo, sino que Perin crea que ste haba nacido muerto, y que el anillo, por falta de cuidado, era perdido. Otro hijo de aquel real matrimonio, Galaor, an muy mancebo, haba tambin desaparecido, y, sin que sus padres supieran de l, se criaba en tierra extraa, en el ejercicio de toda suerte de armas.22

Das despus de su victoria, pasando el Doncel del Mar por una sala, vi a Melicia, hija del Rey, nia, que estaba llorando, y preguntla qu haba. La nia dijo: Seor, perd un anillo que el Rey me di a guardar en tanto que l duerme. Pues yo os dar dijo l otro tan bueno o mejor, que le des. Entonces sac de su dedo un anillo e digelo. Ella dijo: Este es el que yo perd. No es dijo l. Pues es el anillo del mundo que ms le parece dijo la nia. Por esto est mejor dijo el Doncel del Mar, que en lugar del otro le daris. Y dejndola, se fu a su cmara, e acostse en un lecho. El Rey despert y demand a su hija que le diese el anillo, y ella le di aquel que tena; el lo meti en su dedo, creyendo que el suyo fuese; mas vi yacer a un cabo de la cmara el otro que su hija perdi, e tomndolo, juntlo con el otro, e vi que era el que l a la Reina haba dado, e dijo a la nia: Cmo fu esto de este anillo? Ella, que mucho le tema, dijo: Por Dios, seor, el vuestro perd yo, e pas por aqu el Doncel del Mar, e como vi que yo lloraba dime se que l traa, e yo pens que el vuestro era. El Rey entr en la cmara de la Reina, y cerrada la puerta, dijo: Duea, vos me negasteis siempre el anillo que yo os diera, y el Doncel del Mar halo dado agora a Melicia; cmo pudo ser esto? Que veisle aqu. Decidme de qu parte le hobo, e si me ments vuestra cabeza lo pagar. La Reina djole: Ay, seor, agora vos dir la mi cuita, que fasta aqu os hobe negado! Entonces comenz a llorar muy recio, firiendo con sus manos en el rostro, e dijo cmo echara a su fijo en el ro, que llevara consigo el espada e aquel anillo.23

Por cierto dijo el Rey, yo creo que este es nuestro fijo. La Reina tendi las manos, diciendo: As pluguiese al Seor del mundo. Agora vamos all vos e yo dijo el Rey e preguntmosle de su hacienda. Luego fueron entrambos solos a la cmara donde l estaba, e fallronlo durmiendo muy sosegadamente. Mas el Rey tom en su mano la espada, que a la cabecera de la cama era puesta, e catndola, la conoci luego, como aquel que con ella diera muchos golpes e buenos, e dijo contra la Reina: Por Dios, esta espada conozco yo bien, e agora creo ms lo que me dejistes. Ay, seor! dijo la Reina, no le dejemos ms dormir, que mi corazn se aqueja mucho. E fu para l, e tomndole por la mano, tirle un poco contra s, diciendo: Amigo seor, acorredme en esta priesa e congoja en que estoy. l despert e vila muy reciamente llorar, e dijo: Seora, qu es eso que habis? Si mi servicio puede algo remediar, manddmelo decir; que fasta la muerte se cumplir. Ay, amigo! dijo la reina; pues agora nos acorred con vuestra palabra en decir cyo hijo hijo sois. As Dios me ayude dijo l, no lo s; que yo fui fallado en la mar por gran aventura. La Reina cay a sus pies toda turbada, y l finc los hinojos ante ella e dijo: Ay, Dios! Qu es esto? Ella dijo llorando: Hijo ves aqu a tu padre e madre. Cuando l esto oy, dijo: Santa Mara! Qu ser esto que oyo?24

La Reina, tenindolo entre sus brazos, torn e dijo: Es, hijo, que quiso Dios, por su merced, que cobrsemos aquel yerro que por gran miedo yo hice; e, mi hijo, yo, como mala madre, os ech en la mar, e veis aqu el Rey, que os engendr. Entonces finc los hinojos y les bes las manos con muchas lgrimas de placer, dando gracias a Dios porque as le haba sacado de tantos peligros para en la fin le dar tanta honra e buena ventura con tal padre e madre. La Reina le dijo: Fijo, Sabis vos si habis otro nombre sino ste? Seora, si s dijo l que al partir de la batalla me di aquella doncella una carta que llev envuelta en cera cuando en la mar fui echado; en que dice llamarme Amads. Entonces, sacndola de su seno, gela di, e vieron cmo era la misma que Darioleta por su mano escribiera, e dijo: Mi amado hijo, cuando esta carta se escribi era yo en toda cuita e dolor, e agora soy en toda holganza e alegra, bendito sea Dios!, e de aqu adelante por este nombre os llamad. As lo far dijo l; e fu llamado Amads, y en otras muchas partes Amads de Gaula. El Rey Perin mand llegar cortes, porque todos viesen a su hijo Amads; donde se hicieron muchas alegras e juegos en honor y servicio de aquel seor que Dios les diera, con el cual e con su padre esperaban vivir en mucha honra y descanso; en fin de las cuales Amads habl con su padre, diciendo que l se quera ir a la Gran Bretaa, y que le diese licencia. Mucho trabaj el Rey e la Reina por lo detener; mas por ninguna va pudieron, que la gran cuita que por su seora pasaba no le dejaba ni daba lugar a que otra obediencia tuviese sino aquella que su corazn sojuzgaba, e tomando consigo solamente a Gandaln e otras tales armas como las que el Rey Abies le despedazara en la batalla, as se parti, e anduvo tanto fasta que lleg a la mar, e entrando en una fusta, pas en la Gran Bretaa.

DON GALAORDespus de correr diversas aventuras por aquel reino y haber armado caballero a su hermano don Galaor, sin sospechar quin era, lleg Amads cerca de Vindilisora, donde estaba la Corte del Rey Lisuarte, y Oriana en ella. Subi a un otero, desde donde pareci que la villa mejor se podra ver; se sent al pie de un rbol, e comenz a mirar la villa, e vi las torres e los muros asaz altos, e dijo en su corazn:25

Ay, Dios! Dnde est all la flor del mundo? Ay, villa! Cmo eres agora en gran alteza, por ser en ti aquella seora que entre todas las del mundo no ha par en bondad ni fermosura! E aun digo que es ms amada que todas las que amadas son, e esto probar yo al mejor caballero del mundo, si me della fuese otorgado. Despus que a su seora hobo loado, un tan gran cuidado le vino, que las lgrimas fueron a sus ojos venidas, e fallescindole el corazn cay en un tan gran pensamiento, que todo estaba estordecido, de guisa que de s ni de otro saba parte. Por mandato de su seora, despus de haber vencido y muerto en desafo, en defensa de una duea desamparada, a Dardn el Soberbio, uno de los caballeros ms fuertes de aquel reino, presentse Amads en la Corte del Rey Lisuarte. Mucho se maravillaban todos de la gran fermosura de Amads, e cmo siendo tan mozo pudo vencer a Dardn, que tan esforzado era, que en toda Gran Bretaa le teman. El Rey quera que tan buen caballero no saliera de su Corte; pero Amads, aunque otra cosa no deseara, no lo otorg hasta que se le pidi tambin la Reina, y Oriana le fizo seas de que accediera a su deseo. Dijo Amads a la Reina y su hija: No ser de otro sino vuestro, e si al Rey en algo sirviere, ser como vuestro e no como suyo. As vos recebimos yo e todas las otras dijo la Reina. Luego lo envi decir al Rey, el cual fu muy alegre, y envi un caballero que gelo trajese e as lo fizo; e venido ante l, abrazndolo con gran amor, le dijo: Amigo, agora soy muy alegre en haber acabado esto que tanto deseaba, e cierto yo tengo gana que de m recibis mercedes. Amads gelo tuvo en merced sealada. Desta manera que os qued Amads en la casa del Rey Lisuarte por mandado de su seora. De all, al poco tiempo, comenzaron a conocerse las grandes y maravillosas hazaas que vena realizando don Galaor por todas aquellas tierras, pobladas de elevados castillos y florestas. Amads deseaba ardientemente conocer a su hermano y, con la licencia de Oriana, seguido de su fiel escudero Gandaln, fu a recorrer el reino por ver si lograba dar con l y traerlo consigo a la Corte del Rey Lisuarte.

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No podemos detallar aqu, como lo hacen los antiguos autores de esta historia, las continuas aventuras que corri Amads en aquellas andanzas, en todas las cuales despleg la ms asombrosa bravura y el ms completo dominio de las armas; slo si diremos que en una de las que mayor riesgo corri, gan para su servicio un enano que nunca ms dej de acompaarle en sus viajes y al que cobr grande afecto. Don Galaor, por su parte, segua recorriendo tambin aquella comarca sin querer presentarse ante su heroico hermano hasta que el nmero y la fama de sus hazaas lo hubieran hecho digno de ello. Cierto da, un caballero le rob su caballo mediante vil engao, y cuando don Galaor iba en si seguimiento, ardiendo en deseos de venganza, top con una doncella que le prometi llevarle ante su burlador si le ofreca cumplirle un don que haba de demandarle ms tarde, sin que por el momento le explicara en lo que haba de consistir. Mas esta doncella era amiga del caballero, y quera llevar a don Galaor a su poder para que tomndolo de improviso, adems del caballo le quitara las armas, dejndolo as totalmente burlado. Sin embargo, no fueron las cosas tal como ella pensaba: don Galaor dio muerte al falso caballero, y la doncella, en su desesperacin, jur no apartarse del matador hasta encontrar tal ocasin para pedirle el don que le tena prometido, que no pudiera menos de perder la vida en la demanda o quedar por falso y traidor. Cierta vez, atravesaba un bosque Amads y el Enano iba delante, e por el camino que ellos iban vena un caballero e una doncella; e siendo cerca el caballero, puso mano a su espada, e dejse correr al Enano por le tajar la cabeza. El Enano, con miedo, dejse caer del rocn, diciendo: Acorredme seor, que me matan. Amads, que lo vi, corri muy ahna e dijo: Qu es eso, caballero? Por qu me queris matar mi enano. No pongis mano en l, que amparar os lo he yo. De vos lo amparar dijo el caballero me pesa; mas todava conviene que la cabeza le taje. Antes habris la batalla dijo Amads. E tomando sus armas, cubiertos de sus escudos, movieron contra s al ms correr de sus caballos, y encontrronse en los escudos tan fuertemente, que los falsaron, e las lorigas tambin, e juntronse los caballos y ellos de los cuerpos e de los yelmos, de tal guisa, que cayeron a sendas partes grandes cadas; pero luego fueron a pie, e comenzaron la batalla de las espadas, tan cruel e tan fuerte, que no haba persona que la viese que dello no fuese espantada, e27

as lo era el uno del otro, que nunca fasta all fallaron quien en tan gran estrecho sus vidas pusiese. As andovieron, firindose de muy grandes y esquivos golpes una gran pieza del da; tanto, que sus escudos eran rajados e cortados por muchas partes; e asimismo lo eran los arneses, en que ya muy poca defensa en ellos haba, e las espadas tenan mucho lugar de llegar a menudo e con dao de sus carnes, pues los yelmos no quedaban sin ser cortados e abollados a todas partes. Pues estando en esta gran priesa que os, lleg acaso un caballero todo armado donde la doncella estaba, e como la batalla vi, comenzse a santiguar, diciendo que desque nasciera nunca haba visto tan fuerte lid de dos caballeros; e pregunt a la doncella si saba quines fuesen aquellos caballeros. S dijo ella; que yo los fize juntar, e no me puedo ende partir sino alegre; que mucho me placera de cualquiera dellos que muera, e mucho ms de entrambos. Cierto, doncella dijo el caballero, no es ese buen deseo ni placer; antes es de rogar a Dios por tan buenos dos hombres; mas decidme por qu los desamis tanto. Eso vos dir dijo la doncella: aquel que tiene el escudo ms sano es el hombre del mundo que ms desama Arcalaus, mi to, e de quien ms desea la muerte, e ha nombre Amads; y este otro con quien se combate se llama Galaor, e matme el hombre del mundo que yo ms amaba; e tename otorgado un don, e yo andaba por gelo pedir donde la muerte le viniese; e como yo conoc al otro caballero, que es el mejor del mundo, demandle la cabeza de aquel enano. As que este Galaor, que muy fuerte caballero es, por me la dar, y el otro por la defender, son llegados a la muerte, de que yo gran gloria e placer recibo. El caballero, que esto oy, dijo: Mal haya mujer que tan gran traicin pens para facer morir los mejores dos caballeros del mundo. E sacando su espada de la vaina, la mat e fu cuanto el caballero llevarle pudo, dando voces, diciendo: Estad, seor Amads, que se es vuestro hermano don Galaor, el que vos buscis. Cuando Amads lo oy, dej caer la espada y el escudo en el campo, e fu contra l, diciendo: Ay, hermano! Buena ventura haya quien nos fizo conocer.

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Galaor dijo: Ay, cativo malaventurado! Qu he fecho contra mi hermano e mi seor? E fincndose de hinojos delante, le demand llorando perdn. Amads lo alz e abrazlo, e dijo: Mi hermano, por bien empleado tengo el peligro que con vos pas, pues que fu testimonio que yo probase vuestra tan alta proeza e bondad. Entonces se desenlazaron los yelmos por folgar, que muy necesario les era, y el caballero les dijo: Seores, mal llegados sois; rugovos que cabalguis, e nos vamos a un mi castillo, que es aqu cerca, e guareceris de vuestras feridas.

EL MANTO Y LA CORONAEl Enano, mandado por Amads, llev la noticia a la Corte de cmo haba sido encontrado don Galaor y de que era conforme en ser de los caballeros que servan a Lisuarte. El Rey fu muy alegre, teniendo en voluntad de facer cortes las ms honradas e de ms caballeros que nunca en la Gran Bretaa se hicieran e mand apercibir a todos sus altos hombres que fuesen con l el da de Santa Mara de septiembre a las cortes, e la Reina asimismo a todas las dueas e doncellas de gran guisa. Mas es de saber que haba en la Gran Bretaa un terrible mago llamado Arcalaus el Encantador, cuyo nombre hemos odo en el captulo precedente, el cual, consagrado siempre a malas obras, habase propuesto desposeer del reino a Lisuarte, para lo cual, la de aquellas cortes parecile ocasin excelente y comenz a tender redes en que deban quedar presos el Rey y sus bravos caballeros. Pues siendo todos en el palacio, con gran alegra hablando de las cosas que en las cortes se haban de ordenar, acaeci de entrar en el palacio una doncella extraa asaz bien guarnida, e un gentil doncel que la acompaaba; e decendiendo de un palafrn, pregunt cul era el Rey; l dijo: Doncella, yo soy. Seor dijo ella, bien semejis rey en el cuerpo, mas no s si lo seris en el corazn. Doncella dijo l, esto vedes vos agora, e cuando en lo otro me probardes saberlo heis.29

Seor dijo la doncella, a mi voluntad respondis, e mimbreseos esta palabra que me dais ante tantos hombres buenos, porque yo quiero probar el esfuerzo de vuestro corazn cuando me fuere menester, e a Dios seis encomendado. A Dios vayis, doncella dijo el Rey. La doncella se fu su va, e el Rey qued fablando con sus caballeros. Pues habiendo en muchas cosas fablado, querindose la Reina acoger a su palacio, entraron por la puerta tres caballeros, los dos armados de todas armas, e el uno desarmado, e era grande y bien fecho, e la cabeza casi toda cana; pero fresco e fermoso, segn su edad. ste traa ante s una arqueta pequea, e pregunt por el Rey, e mostrrongelo; e decendi de su palafrn, e fincando los hinojos ante l, con la arqueta en sus manos, djole: Dios os salve, Seor, as como al prncipe del mundo que mejor promesa ha fecho, si la tenedes. El Rey dijo: Y qu promesa es sta, o por qu me lo decs? A mi dijeron dijo el caballero que querades mantener caballera en la mayor alteza e honra que ser pudiese. E porque o decir que querades tener cortes en Londres de muchos hombres buenos, trigovos aqu lo que para tal hombre como vos a tal fiesta conviene. Entonces, abriendo la arqueta, sac de ella una corona de oro tan bien obrada e con tantas piedras e aljfar, que fueron muy maravillados todos en la ver. El Rey la cataba mucho, con sabor de la haber para s, e el caballero le dijo: Creed, seor, que esta obra es tal, que ninguno de cuantos hoy saben labrar de oro e poner piedras no la sabran mirar. Si me Dios ayude dijo el Rey, yo lo tengo as. Pues como quiera dijo el caballero que su obra e fermosura sea tan extraa, otra cosa en s tiene que mucho ms es de preciar; e esto es que siempre el rey que en su cabeza la pusiere ser mantenido e acrecentado en su honra, e si vos, seor, la quisierdes haber, drvosla he por cosa que ser reparo de mi cabeza, que la tengo en aventura de perder. La Reina, que delante estaba, dijo: Cierto, seor, mucho vos conviene tal joya como esa, e dad por ella todo lo que el caballero pidiere. E vos, seora dijo, comprarme hedes un muy fermoso manto que aqu traigo. S dijo ella, muy de grado.30

Luego sac de la arqueta un manto, el ms rico e mejor obrado que se nunca vi que dems de las piedras e aljfar de gran valor que en l haba, eran en l figuradas todas las aves e animalias del mundo, tan sotilmente, que por maravilla lo miraban. La Reina dijo: Si Dios me vala, amigo, parece que este pao no fu por otra mano fecho sino por la de aquel Seor que todo lo puede. Cierto, seora dijo el caballero; bien podis creer sin falla que por mano e consejo del hombre fu este pao fecho; e aun ms vos digo, que conviene este manto ms a mujer casada que a soltera; que tiene tal virtud, que el da que la cobijare no puede haber entre ella e su marido ninguna congoja. Cierto dijo la Reina, si ello es verdad, puede ser comprado por precio ninguno. Desto no podis ver la verdad si al manto no hobierdes dijo el caballero. E la Reina, que mucho al Rey amaba, hobo sabor de haber el manto, e dijo: Caballero, daros he yo por ese manto lo que quisierdes. Y el Rey dijo: Demandad por el manto e por la corona lo que vos pluguiere. Seor dijo el caballero, yo vo a gran cuita emplazado de aquel cuyo preso soy, e no tengo espacio para me detener ni para saber cunto estas donas valen; mas yo ser con vos en las cortes de Londres, e entre tanto quede a vos la corona e a la Reina el manto, por tal pleito, que por ello me dis lo que vos yo demandare, o me lo tornis, e habrislo ya ensayado e probado. El Rey dijo: Caballero, agora creed que vos habris lo que demandardes, o el manto e la corona. El caballero dijo: Seores caballeros e dueas, os vos bien esto que el Rey e la Reina me prometen, que me darn mi corona e mi manto, o aquello que les yo pidiere? Todos lo omos dijeron ellos.

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Entonces se despidi el caballero e dijo: Adis quedis, que yo voy a la ms esquiva prisin que nunca hombre tuvo. As se fueron todos tres, quedando en poder del Rey el manto e la corona.

LAS CORTES DE LONDRESCon acuerdo de Amads e Galaor, que ya eran llegados, de Agrajes, e de otros preciados caballeros de su corte, orden el Rey que dentro de cinco das todos los grandes de sus reinos en Londres, que a la sazn como un guila encima de lo ms de la Cristiandad estaba, a cortes viniesen, como de antes lo haba pensado e dicho, para dar orden en las cosas de la caballera. Parti el Rey Lisuarte de Vindilisora con toda la caballera, e la Reina con sus dueas e doncellas, a las cortes; la gente pareci en tanto nmero, que por maravilla se debra contar. Haba entre ellos muchos caballeros mancebos ricamente armados e ataviados, e muchas infinitas hijas de reyes, e otras doncellas de gran guisa, que dellos muy amadas eran, por las cuales grandes justas e fiestas por el camino hicieron. El Rey haba mandado que le llevasen tiendas e aparejos, porque no entrasen en poblado, e se aposentasen en las vegas cerca de las riberas e fuentes, de que aquella tierra muy bastada era. As por todas las vas se les aparejaba la ms alegre e mas graciosa vida que nunca fasta all tuvieran; e llegaron a aquella gran ciudad de Londres, donde tanta gente fallaron, que no pareca sino que todo el mundo all asonado era. El Rey e la Reina con toda su compaa fueron descabalgar en sus palacios, e all en una parte dellos mand posar a Amads e a Galaor e Agrajes e otros algunos de los ms preciados caballeros, e las otras gentes en muy buenas posadas, que los aposentadores del Rey de antes les haban sealado. As holgaron aquella noche e otros dos das con muchas danzas e juegos, que en el palacio e fuera en la ciudad se ficieron; en los cuales Amads e Galaor eran de todos tan mirados, e tanta era la gente que por los ver acudan donde ellos andaban, que todas las calles eran ocupadas. A estas cortes que os vino un gran seor, ms en estado e seoro que en dignidad de virtudes, llamado Barsinan, seor de Sansuea, no porque vasallo del Rey Lisuarte fuese, ni mucho su amigo ni conocido, mas por lo que agora oiris. Sabed que estando este Barsinan en su tierra lleg ah Arcalaus el Encantador, e djole:32

Barsinan, seor, si t quisieses, yo dara orden como fueses rey sin que gran afn ni trabajo en ello hobiese. Cierto dijo Barsinan de grado tomara yo cualquier trabajo que ende venir me podiese, con tal que el rey podiese ser. T respondes como sesudo dijo Arcalaus e yo far que lo seas, si creerme quisierdes y me ficieres pleito que me fars tu mayordomo mayor, e no me lo quitars todo el tiempo de mi vida. Eso far yo muy de grado dijo Barsinan; e decidme por cul guisa se puede facer lo que me decs. Yo os lo dir dijo Arcalaus. Id vos a la primera corte que el Rey Lisuarte ficiere, e llevad gran compaa de caballeros, que yo prender al Rey en tal forma, que de ninguno de los suyos pueda ser socorrido; e aquel da habr a su hija Oriana, que vos dar por mujer; y en cabo de cinco das enviar a la corte del Rey su cabeza. Entonces punad vos por tomar la corona del Rey, que siendo l muerto e su hija en vuestro poder, que es la derecha heredera, no habr persona que vos contrariar pueda. Cierto dijo Barsinan; si vos eso hacis, yo vos far el ms rico e poderoso hombre de cuantos conmigo fueren. Pues yo far lo que digo dijo Arcalaus. Por esta causa que os vino a la corte este gran seor de Sansuea, Barsinan, al cual el Rey sali con mucha compaa a lo recebir, creyendo que con sana e buena voluntad era su venida; e mandle aposentar, e a toda su compaa, e darle las cosas todas que menester hobiesen; mas dgovos que viendo l tan gran caballero, e sabido el leal amor que el Rey Lisuarte haban mucho fu arrepentido de tomar aquella empresa, creyendo que a tal hombre ninguna adversidad le poda empecer. E hablando con el Rey le dijo: Rey, yo o decir que hacades estas grandes cortes, e vengo ah por vos facer honra; que yo no tengo tierra de vos, sino de Dios, que a mis antecesores e a m libremente di. Amigo dijo el Rey, yo os lo agradezco mucho. Otro da de maana visti el Rey sus paos reales, cuales para tal da le convenan, e mand que le trajesen la corona que el caballero le dejara, e que dijesen a la Reina que vistiese el manto. La Reina abri la arqueta en que todo estaba, con la llave que ella siempre en su poder tovo, e no fall ninguna cosa dello, de que muy maravillada fu, e comenzse de santiguar y envilo decir al Rey; e cuando lo supo mucho le pes, pero no lo mostr as ni lo di a entender; e fuese para la Reina, e sacndola aparte, djole: Duea, cmo guardaste tan mal cosa que tanto a tal tiempo nos convena?

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Seor dijo ella, no s qu diga en ello, sino que la arqueta fall cerrada; e yo he tenido la llave, sin que de persona la haya fiado; pero dgovos tanto, que esta noche me pareci que vino a m una doncella, e djome que le mostrase la arqueta, e yo en sueos gela mostraba, e demandbame la llave, e dbagela, e ella abra la arqueta e sacaba della el manto e la corona, e tornando a cerrar, pona la llave en el lugar que antes estaba, e cobrase el manto e pona la corona en la cabeza, parescindole tan bien, que muy gran sabor senta yo en la mirar; e decame: Aquel y aquella cyo ser, reinar ante de cinco das en la tierra del poderoso que se agora trabaja de la defender e de ir conquistar las ajenas tierras. E desapareci ante m, llevando la corona y el manto; pero dgovos que no puedo entender si esto me avino en sueos o en verdad. El Rey lo tovo por gran maravilla, e dijo: Agora vos dejad ende y no lo fablis con otro. E saliendo ambos de la tienda, se fueron a la otra, acompaados de tantos caballeros e dueas e doncellas, que por maravilla lo toviera cualquiera que lo viese, e sentse el Rey en una muy rica silla, e la Reina en otra algo ms baja, que en un estrado de paos de oro estaban puestas; e a la parte del Rey se pusieron los caballeros, e de la Reina sus dueas e doncellas, e los que ms cerca del Rey estaban eran cuatro caballeros que l ms apreciaba: el uno Amads y el otro Galaor, e Agrajes e Galvanes Sintierra.

LOS ARDIDES DE ARCALAUSCon tal compaa estando el Rey Lisuarte, en tanto placer como odes, queriendo ya la fortuna comenzar su obra con que aquella gran fiesta en turbacin puesta fuese, entr por la puerta del palacio una doncella asaz fermosa, cubierta de luto, e fincando lo hinojos ante el Rey, le dijo: Seor, todos han placer, sino yo sola, que he cuita e tristeza, e la no puedo perder sino por vos. Amiga dijo el Rey, qu cuita es esa que habis? Entonces la doncella refiri, llorando, que su padre sufra injusta prisin de que slo podan hacerle libre los dos mejores caballeros del mundo. Tanto impresionaron sus palabras y lgrimas a la Reina y al Rey, que le dieron a Don Galaor y a Amads para que fueran a libertar al prisionero, ya que otros mejores caballeros en parte alguna se podran hallar.

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Armados stos e despedidos del Rey e de sus amigos, entraron en el camino con la doncella. As andovieron por donde la doncella los guiaba fasta ser medio da pasado, que entraron en la floresta que Malaventurada se llamaba, porque nunca entr en ella caballero andante que buena dicha ni ventura hobiese; e tanto que alguna cosa comieron de lo que sus escuderos levaban, tornaron a su camino fasta la noche, que faca luna clara. La doncella se aquejaba mucho, e no faca sino andar. Amads le dijo: Doncella, no queris que folguemos alguna pieza? Quiero dijo ella; mas ser adelante, donde fallaremos unas tiendas con tal gente, que mucho placer vuestra vista les dar. Siguieron caminando y llegaron, en efecto, a unas tiendas donde, a pretexto de que descansaran, desarmaron a los caballeros, y ya sin armas, estando separados Amads y don Galaor, cada cual en tienda diferente, cay sobre ellos una gran partida de gentes de guerra, que al cabo de descomunal combate lograron dominarlos y prenderlos. Los llevaron amarrados, los das siguientes, hacia el lugar donde pensaban darles muerte; pero Galaor, a fuerza de astucia y malicia, consigui librarse de sus cadenas y libertar a su hermano, tras lo cual y a ms andar retornaron los dos por el camino de Londres. Estando el Rey Lisuarte e la Reina Brisena, su mujer, en sus tiendas con muchos caballeros e dueas e doncellas, al cuarto da que de all partieran Amads e don Galaor, su hermano, entr por la puerta el caballero que el manto e la corona le dejara, como ya osteis; e fincando los hinojos ante el Rey, le dijo: Seor, Cmo no tenis la fermosa corona que yo vos dej, e vos, seora, el rico manto? El Rey se call, que ninguna respuesta le quiso dar, y el caballero dijo: Mucho me place que os no pagasteis della, pues que me quitarn de perder la cabeza o el don que por ello me habades de dar; e pues as es, manddmelo dar, que no me puedo detener en ninguna guisa. Cuando esto oy el Rey, pesle fuertemente e dijo: Caballero, el manto ni la corona no os lo puedo dar, que lo he todo perdido; mas me pesa por vos, que tanto os haca menester, que por m, aunque mucho vala. Ay, cativo! Muerto soy dijo el caballero.

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E comenz a facer un duelo tan grande que maravilla era, diciendo: Cativo de m sin ventura! Muerto soy de la peor muerte, que nunca muri caballero que la tan poco mereciese. E caanle las lgrimas por las barbas, que eran blancas como la lana blanca. El Rey hobo dl gran piedad e djole: Caballero, no temis de vuestra cabeza, que toda cosa que yo haya vos la habris para la guarecer; que as os lo he prometido e as lo tern. El caballero se le dej caer a sus pies para gelos besar, mas el Rey lo alz por la mano e dijo: Agora pedid lo que os placer Seor dijo l, verdad es que me hobistes a dar mi manto e mi corona, o lo que por ello vos pidiese; e Dios sabe, seor, que mi pensamiento no era demandar lo que agora pedir; e si otra cosa para mi remedio en el mundo hobiese, no os enojara en ello; mas no puedo hi al facer. A vos pesar de que me lo dar, e a m de lo recebir. Agora demandad dijo el Rey, que tan cara cosa no ser que yo haya que la vos no hayades. Entonces el caballero dijo: Seor, yo no podra ser quito de muerte sino por mi corona e mi manto, o por vuestra fija Oriana; e agora me dad dello lo que quisierdes; que yo ms querra lo que os d. Ay, caballero! dijo el Rey, mucho me habis pedido. E todos hobieron muy gran pesar, que ms ser no poda, pero el Rey, que era el ms leal del mundo, dijo: No vos pese; que ms conviene la prdida de mi fija que falta de mi palabra. Porque lo uno daa a pocos e lo otro al general. E mand que luego le trajesen all su fija. Cuando la Reina e las dueas e doncellas esto oyeron comenzaron a fazer el mayor duelo del mundo; mas el Rey las mand acoger a sus cmaras, e mand a todos los suyos que no llorasen, so pena de perder su amor. En esto lleg la muy fermosa Oriana ante el Rey como atnita, e cayndole a los pies, le dijo: Padre, seor, qu es esto que queris facer? Fgolo dijo el Rey por no quebrar mi palabra.36

E dijo contra el caballero: Veis aqu el don que pedisteis; queris que vaya con ella otra compaa? Seor dijo el caballero, no traigo conmigo sino dos caballeros e dos escuderos, aquellos con que vine a vos a Vindilisora, e otra compaa no puedo llevar; mas ya vos digo que no he da qu temer fasta que yo la ponga en la mano de aquel a quien la he de dar. Vaya con ella una doncella dijo el Rey, si quisierdes, porque ms honra e honestidad sea, e no vaya entre vos sola. El caballero lo otorg. Cuando Oriana esto oy cay amortecida; mas esto no hobo menester, que el caballero la tom entre sus brazos, e llorando, que pareca facerlo contra su voluntad, dila a un escudero que estaba en un rocn muy grande e mucho andador; e ponindola en la silla, se puso l en las ancas, e dijo el caballero: Tenedla, no caya, que va tollida; e Dios sabe que en toda esta corte no ha caballero que ms pese que a m deste fecho. El Rey fizo venir la doncella de Denamarca e mandla poner en un palafrn, e dijo: Id con vuestra gran seora, e no la dejis por mal ni por bien que vos avenga en cuanto con ella os dejaren. Ay, cativa dijo ella, nunca cuid facer tal ida! Y luego movieron ante el Rey; y uno de los caballeros que muy membrudo era, tom a Oriana por la rienda; e sabed que ste era Arcalaus el Encantador: e al salir del corral sospir Oriana muy fuertemente, como si el corazn se le partiese, e dijo as como tollida: Ay, buen amigo!, por esto somos vos e yo muertos. Mabilia, que a unas finiestras estaba haciendo muy grande duelo, vi cerca del muro pasar a Ardian, el enano de Amads, que iba en un gran rocn e ligero, e llamlo con gran cuita que tena, e dijo: Ardian, amigo, si amas a tu seor, no huelgues da ni noche fasta que lo falles e le cuentes esta mala ventura que aqu es fecha; e si no lo faces, serle-as traidor; que es cierto que l lo querra agora ms saber que haber esta cibdad por suya. Por santa Mara! Dijo el enano. l lo sabr lo ms ahna que ser pudiere.37

E dando del azote al rocn, se fu por el camino que viera ir a su seor a ms andar.

LA PRISIN DEL REYMas agora os contaremos lo que a esta sazn aconteci al Rey. Lisuarte haba salido a la entrada de la floresta por donde eran idos los caballeros que llevaban a Oriana, para impedir que ninguno de los suyos pudiera ir a arrebatrsela, que as con aqullos lo haban concertado, cuando vi venir la doncella a quien l haba el don prometido; e vena en un palafrn que andaba ahna, e traa a su cuello una espada muy bien guarnida, e una lanza con un fierro muy fermoso, e la asta pintada; e llegando al Rey, le dijo: Seor, Dios vos salve e d alegra e corazn que me atengis lo que me prometisteis en Vindilisora ante vuestros caballeros. Doncella dijo el Rey, yo haba ms menester alegra de la que tengo; mas, como quier que esto sea, bien me miembra lo que vos dije, e as lo complir. Seor dijo ella, con esa esperanza vengo yo a vos como al ms leal rey del mundo, e agora me vengad de un caballero que va por esta floresta, que mat a mi padre al mayor aleve del mundo e encantle de tal guisa, que no puede morir si el ms honrado hombre del reino de Londres no le da un golpe con esta lanza e otro con esta espada. E yo s que si por vuestra mano no, que el ms honrado sois, que otro no puede ser muerto. En el nombre de Dios dijo el Rey, yo quiero ir con vos. E mand traer sus armas e armse ahna, e cabalg en su caballo, que l mucho preciaba, e la doncella le dijo que ciese la espada que ella traa; y l dejando la suya, que era la mejor del mundo, tom la otra y ech su escudo al cuello. E la doncella le llev el yelmo e la lanza pintada, e fuse con ella, defendiendo a todos que ninguno fuese tan osado que tras l pensase de ir. E as andovieron un rato por la carrera; mas la doncella qela fizo dejar, e gui por otra parte, cerca de unos rboles e all vi estar el Rey un caballero todo armado sobre un caballo negro, e al cuello un escudo verde, el yelmo otro tal. La doncella dijo: Seor, tomad vuestro yelmo, que vedes all al caballero que vos dije. l lo enlaz luego, e tomando la lanza dijo: Caballero soberbio e de mal talante, agora os guardad.38

E bajando la lanza y el caballero la suya, se dejaron correr contra s cuanto los caballeros los podan llevar, e firironse de las lanzas en los escudos; as que luego fueron quebradas e la del Rey quebr tan ligero, que slo no la sinti en la mano, e cuid que fallesciera de su golpe, e puso mano a la espada, e el caballero a la suya, e firironse por cima de los yelmos, e la espada del caballero entr bien la media por el yelmo del Rey, mas la del Rey quebr luego por cabe la manzana, e cay el fierro en el suelo. Entonces conoci que era traicin, e el caballero le comenz a dar golpes por todas partes a l e al caballo; e cuando el Rey vi que el caballo le mataba fuse a abrazar con l, e el otro as mismo con l, e tiraron por s tan fuerte, que cayeron en tierra, e el caballero cay debajo, e el Rey Tom la espada que el otro perdiera de la mano, e comenzle a dar con ella los mayores golpes que poda. La doncella, que esto vi, di grandes voces diciendo: Ay, Arcalaus!, acorre, que mucho tardas, e dejas morir tu cohermano. Cuando esto oy el Rey fu muy espantado, e temise de ser muerto, e dijo con gran esfuerzo, que siempre tuvo e tena: Bien puede ser que morir, pues tanta ventaja me tenis; mas todos moriris por m, como traidores e falsos que sois. Atacronlo todos juntos, y aunque Lisuarte se defendi con bravura e hiri a varios de ellos, acabaron por desarmarlo y echarle una gruesa cadena a la garganta, en la que haba dos ramales, e ficironle cabalgar en un palafrn; e tomndole sendos caballeros por los ramales, comenzronse de ir con l; e llegando entre los rboles, en un valle fallaron a Arcalaus, que tena a Oriana e a la doncella de Denamarca; e el caballero que iba ante el Rey dijo: Cohermano, vedes aqu el Rey Lisuarte. Cierto dijo l; buena venida fu esta, e yo far que nunca dl tema ni de los de su casa. Ay traidor! dijo el Rey; bien s yo que faras t toda traicin. As movieron todo de consuno por aquella carrera, que se parta en dos lugares, e Arcalaus llam a un doncel e djole: Vete a Londres cuanto pudieres e di a Barsinan que se trabaje de ser Rey, que yo le tern lo que le dije, que todo es ya a punto. El doncel se fu luego, e Arcalaus dijo a su compaa:

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Id vos a Daganel con diez caballeros destos, e llevad a Lisuarte e metedlo en la mi crcel, e yo llevar a Oriana con estos cuatro, e mostrarle he donde tengo mis libros e mis cosas en Monte-Aldn. Este era de los ms fuertes castillos del mundo; pues all fueron partidos los diez caballeros con el Rey, e los cinco con Oriana, en que iba Arcalaus, dando a entender que su persona vala tanto como cinco caballeros.

LA LIBERTAD DE ORIANAVeniendo Amads e Galaor por el camino de Londres, siendo a dos leguas de la ciudad, vieron venir a Ardian el enano cuanto ms el rocn lo poda llevar. El cual lleg a ellos e contles todas las nuevas cmo llevaban a Oriana. Ay, santa Mara, val! dijo Amads; e por dnde van los que la llevan? Cabe la villa es el ms derecho camino dijo el enano. Amads firi al caballo de las espuelas, e comenz de ir cuanto ms poda, as tollido, que solamente no poda hablar a su hermano, que iba en pos dl. As pasaron entrambos cabe la villa de Londres cuanto los caballos los podan llevar, que slo no cataban por nada, sino Amads, que preguntaba a los que vea por dnde llevaban a Oriana, y ellos gelo mostraban. Pasando Gandaln por so las finiestras donde estaban la Reina e otras muchas mujeres, la Reina lo llam e djole: Di a tu seor e a Galaor que el Rey se fu de aqu hoy en la maana con una doncella, e no torn, ni sabemos dnde la llev. Gandaln fuse cuanto ms pudo, hasta reunirse con su seor. E a poco rato encontraron unos leadores, e aquellos vieran toda la aventura del Rey e de Oriana; mas no sopieron quin eran, ni a ellos se osaron allegar; antes se escondieron en las matas ms espesas, e el uno dellos dijo: Caballeros, vens vos de Londres? E por qu lo preguntis? dijo Galaor. Porque si ha de all caballero menos o doncella dijo l que nos vimos aqu una aventura. Entonces le dijeron cuanto vieran de Oriana e del Rey, e ellos conocieron luego que el Rey fuera preso a traicin; e djoles Amads: Sabis quin eran, e quin prendi a ese Rey?40

No dijo l, mas o a la doncella que lo aqu trajo llamar a grandes voces a Arcalaus. Ay, Seor Dios dijo Amads, plega a vos de me juntar con aquel traidor! Los villanos les fueron mostrar por dnde llevaron los diez caballeros al Rey e los cinco a Oriana, e dijo el villano: El uno de los cinco era el mejor caballero que nunca vi. Ay! dijo Amads, aquel es el traidor de Arcalaus. E dijo Galaor: Hermano, seor, id vos en pos del Rey, e Dios gue a m e a vos. E firiendo el caballo de las espuelas, se fu por aquella va, e Galaor por la que el Rey llevaban a cuanto ms andar podan. Partido Amads de su hermano, cuitse tanto de andar, que cuando el sol se quera poner le cans el caballo, tanto, que de paso no lo poda sacar; e yendo con mucha congoja, vi a la mano diestra cabe una carrera un caballero muerto, y estaba cabe l un escudero que tena por la rienda un gran caballo. Amads lleg a l e djole: Amigo, quin mat ese caballero? Matle dijo el escudero un traidor que ac va, e lleva las ms fermosas doncellas del mundo forzadas; matle, no por otra razn sino por le preguntar quin eran, e yo no puedo haber quien me ayude a lo llevar de aqu. Amads le dijo: Yo te dejar este mi escudero que te ayude, e dame ese caballo; e promtome de darte dos caballos mejores por l. El escudero gelo otorg. Amads subi en el caballo, que era muy fermoso, e partiendo de all, comenz de se ir por el camino cuanto poda; e hallse ya cerca del da en un valle donde vi una ermita, e fu all por saber si moraba hi alguno; en fallando un ermitao, le pregunt si pasaran por all cinco caballeros que llevaban dos doncellas. Seor dijo el hombre bueno, no pasaron que los yo viese; mas vistes vos un castillo que all queda? No dijo Amads; e por qu lo decs?

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Porque dijo l agora se va de aqu un doncel mi sobrino que me dijo que albergara h Arcalaus el Encantador, e traa unas fermosas doncellas forzadas. Por Dios dijo Amads, pues ese traidor busco yo. Cierto dijo el ermitao, l ha hecho mucho mal en esta tierra; mas no trais otra ayuda? No dijo Amads, sino la de Dios. Seor dijo el ermitao, no decs que son cinco, e Arcalaus, que es el mejor caballero del mundo e ms sin pavor? Sea l cuanto quisiere dijo Amads; que l es traidor e soberbio, e as sern los que le aguardan, e por esto no les dudar. Rugovos que me hayis mientes en vuestras oraciones, e mostradme el camino que al castillo gua. El hombre gelo mostr, e Amads anduvo tanto, que lleg a l, e vi que haba el muro alto e las torres espesas; e llegse a l, mas no oy hablar a ninguno dentro, e plgole, que bien cuid que Arcalaus no sera an salido, e anduvo el castillo alrededor, e vi que no haba ms de una puerta. Entonces se tir afuera entre una peas, e apendose del caballo, tomle por la rienda y estuvo quedo, teniendo siempre los ojos en la puerta, como aquel que no haba sabor de dormir. A esta sazn rompa el alba, e cabalgando en su caballo tirse ms afuera por un valle; que hobo recelo, si visto fuese, de poner sospecha que no saldran los del castillo, cuidando ser ms gente, e subi en un otero cubierto de grandes y espesas matas. No tard mucho que vi salir a Arcalaus e sus cuatro compaeros muy bien armados, e entre ellos la muy fermosa Oriana, e dijo: Ay, Dios!, agora e siempre me ayude e me gue en su guarda Oriana iba diciendo: Amigo seor, ya nunca os ver, pues ya se me llega la mi muerte. Amads, descendiendo del otero lo ms ahna que l pudo, entr con ellos en un gran campo e dijo: Ay, Arcalaus traidor!; no te conviene llevar tan buena seora. Oriana, que la voz de su amigo conoci, estremecise toda; mas Arcalaus e los otros se dejaron a l correr, y l a ellos, e firi a Arcalaus, que delante vena, tan duramente, que lo derrib en tierra por sobre las ancas del caballo, e los otros le firieron, e dellos fallecieron de sus encuentros; e Amads pas por ellos, e tornando muy presto su caballo, firi al seor del castillo, que era uno dellos, de tal guisa, que el fierro y el fuste de lanza le sali de la otra parte e cay luego muerto, e fu la lanza42

quebrada. Despus meti mano a la espada, e dejse ir a los otros, e metise entre ellos tan bravo e con tanta saa, que por maravilla era los golpes que les daba; e as le creca la fuerza y el ardimiento en andar valiente e ligero, que le pareca, si el campo todo fuese lleno de caballeros, que le no podan durar e defender ante su buena espada. Haciendo estas maravillas que odes, dijo la doncella de Denamarca contra Oriana: Seora, acorrida sois, pues aqu es el caballero bienaventurado, e mirad las maravillas que hace. Oriana dijo entonces: Ay, amigo! Dios vos ayude e guarde; que no hay otro en el mundo que nos acorra ni ms valga. El escudero que le tena el rocn, ponindola en tierra, se fu huyendo cuanto ms pudo. Amads, que entre ellos andaba, trayndolos a su voluntad, di al uno tal golpe en el brazo, que gelo derrib en tierra; ste comenz a fur, dando voces con la rabia de la muerte, e fu para otro que ya el yelmo de la cabeza le derribara, e hendile hasta el pescuezo. Cuando el otro caballero vi tal destruicin en sus compaeros, comenz de fur cuanto ms poda. Amads, que mova en pos dl, oy dar voces a su seora, e tornando presto, vi a Arcalaus, que ya cabalgaba, e que tomando a Oriana por el brazo la pusiera ante s, e se iba con ella cuanto ms poda. Amads fu en pos dl sin detenencia ninguna, e alcanzlo por aquel gran campo; e alzando la espada por lo ferir, sufrise de le dar gran golpe, que la espada era tal, que cuid que matara a l e a su seora; e dile por cima de las espaldas, que no fu de toda su fuerza; pero derrible un pedazo de la loriga en una pieza del cuero de las espaldas. Entonces dej Arcalaus caer en tierra a Oriana por se ir ms ahna, que se tema de muerte; e su caballo comenz de correr de tal forma, que en poca de hora se along gran pieza. Amads,como quiera que lo mucho desamase o desease matar, no fu ms adelante por no perder a su seora, e tornse donde ella estaba; e decendiendo de su caballo, se le fu fincar de hinojos delante e le bes las manos, diciendo: Agora haga Dios de m lo que quisiere; que nunca, seora, os cuid ver. Ella estaba tan espantada, que le no poda hablar, e abrazse con l, que gran miedo haba de los caballeros muertos que cabe ella estaban. E as estando, como os, sentado Amads cabe su seora, que no tena esfuerzo para se levantar, lleg Gandaln, que toda la noche andoviera, e haba43

dejado el caballero muerto en una ermita, con que gran placer hobieron y tomando los caballos de los caballeros vencidos se pusieron todos en camino de Londres.

LAS PROEZAS DE DON GALAORPartido don Galaor de Amads, su hermano, como ya osteis, entr en el camino por donde llevaban al Rey, e cuidse de andar cuanto ms pudo, como aquel que haba grande cuita de los alcanzar; e no tena mientes en cosa que viese sino en su rastro; e as anduvo hasta hora de vsperas, que entr en un valle, e fall en l la huella de los caballos donde haban parado. Entonces sigui aquel rastro cuando el caballo lo poda llevar, que le pareci que no podan ir luee; mas no tard mucho que vi ante s un caballero, que a l sali e le dijo: Estad, seor caballero, e decidme qu cuita os hace as correr. Por Dios dijo Galaor dejadme de vuestra pregunta, que me detengo con vos, en que mucho mal puede venir. Por santa Mara! dijo el caballero, no pasaris de aqu fasta que me lo digis o vos combatis conmigo. E Galaor no faca en esto sino irse, y el caballero del valle le dijo: Cierto, caballero, vos fudes habiendo hecho algn mal, e agora vos guardad, que saberlo quiero. Entonces fu a l con su lanza bajada, y el caballo al ms correr. E Galaor que el caballo mas diestro traa, guardse del encuentro, echndose a un lado, e no faca sino ir adelante cuanto poda andar. El caballero, que su caballo tan presto tener no pudo, cuando torn vi que Galaor se le haba alongado gran pieza, e dijo: Si me Dios ayude, no me iris as. Y l, que saba bien la tierra, tom por un atajo e fusele a poner en un paso. Galaor, que lo vi, mucho le pes, y el caballero le dijo: Cobarde, malo, sin corazn; agora escoged de tres cosas cual quisierdes; o que os combatis, o vos tornad, e me decid lo que os pregunto. De cualquier me pesa dijo Galaor, mas no hacis como corts, que yo no me tornar, e si me combatiere, no ser a mi placer; mas si queris saber la priesa que llevo, seguidme y verlo heis, porque me deterna mucho en vos lo contar, e a la cima no me creerades; tanto es de mala ventura.44

En el nombre de Dios dijo el caballero, agora pasad, e dgovos que no iris este tercero da sin m. Galaor pas adelante, y el caballero en pos dl. Por el camino toparon con otro caballero, que result pariente del que vena siguiendo a don Galaor, a quien dio aqul cuenta de lo que con don Galaor le vena sucediendo, y acordaron irse los dos en su seguimiento. A esta hora era ya cerca de la noche. Galaor entr en una floresta, e con la noche perdi el rastro, e no saba a cual parte ir. Entonces comenz a pedir merced a Dios que lo guiase e anduvo escuchando de un cabo e del otro por unos valles, mas no oa nada. Descanso con unos arrieros parte de la noche y al alba fuse derecho a un otero alto, e desde all comenz de mirar la tierra a toda partes. Entonces, los dos cohermanos que lo seguan vieron a Galaor, e conoscironlo en el escudo, e fueron contra l; mas ellos en moviendo, vironlo decender del otero cuanto su caballo lo poda llevar, y el uno dijo: Ya nos vi e fuye; cierto, yo cuido que por alguna mala ventura anda as fuyendo y encubrindose; vayamos tras l. Mas don Galaor, que muy lejos de su cuidar estaba, viera ya pasar los caballeros un paso que a la salida de la floresta haba, e los cinco pasaban adelante, e los otros cinco despus, y en medio dellos iban hombres desarmados, y l cuid que aquellos eran los que al Rey llevaban, e fu contra ellos tal como aquel que ya su muerte por salvar la vida ajena tena ofrecido; e seyendo cerca dellos vi al Rey metido en la cadena, e hobo dl tal pesar, que no dudando la muerte, se dej correr a los cinco que delante venan e dijo: Ay, traidores! Por vuestro mal posistes mano en el mejor hombre del mundo. E los cinco vinieron contra l; mas l firi al primero por los pechos en guisa que el fierro con un pedazo de la asta le sali a las espaldas, e di con l muerto en tierra; e los otros le firieron tan fuerte, que el caballo ficieron con l hinojar, y el uno le meti la lanza por entre el pecho y el escudo, e perdindola, la tom Galaor, e fu ferir al otro con ella en la cuxa de la pierna, e falsle el arns e la pierna y entr la lanza por el caballo; as que el caballero fu tollido e all quebr la lanza, e poniendo mano a la espada vi venir todos los contra s, y l se meti entre ellos tan bravo, que no ha hombre que de verlo no se espantase cmo poda sofrir tantos y tales golpes como le daban; y estando en esta gran priesa y peligro, por ser los caballeros muchos, qusole Dios acorrer con los dos cohermanos que lo seguan, que cuando as lo vieron mucho fueron maravillados de tan gran bondad de caballero, e dijo el que en pos dl iba:

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Cierto, sin razn culpbamos aqul de cobarde, e vmosle socorrer en tan gran priesa. Quin fara al dijo el otro sino acorrer al mejor caballero del mundo? Y no creis que tantos hombres acomete sino por algn gran hecho. Entonces se dejaron ir a gran correr de los caballos, e furonlos ferir muy bravamente, como aquellos que eran muy esforzados e sabidores de aquel menester e dgovos que el primero haba nombre Ladasn el Esgremidor y el otro don Guiln el Cuidador. A esta sazn, haba ya menester Galaor mucho su ayuda; que el yelmo haba tajado por muchos lugares e abollado, y el arns roto por todas partes, y el caballo llagado, que cerca andaba de caer; mas por eso no dejaba l de facer maravillas e dar tan grandes golpes a los que alcanzaba, que a duro lo osaban atender; e cuidaba que si su caballo no falleciese, que le no duraran, que al fin no los matase; mas seyendo llegados los dos cohermanos, como ya osteis, entonces se le paraba a l mejor el pleito; que ellos se combatan tan bien e con gran esfuerzo, que l se maravill mucho; e fu tan grande la priesa que les di, e los cohermanos en su ayuda, que en poca de hora fueron todos muertos e vencidos. Cuando esto vi el cohermano de Arcalaus dejse ir al Rey por lo matar; e como los que con l estaban fuyeran todos, l decendiera del palafrn as como con su cadena a la garganta, e tomara un escudo e la espada del caballero que primero muri. El otro le quiso ferir por cima de la cabeza. El Rey alz el escudo, donde recibi el golpe, e fu tal, que la espada entr por el brocal bien un palmo, e alcanz con la punta della al Rey en la cabeza, e cortle el cuero e la carne fasta el hueso; mas el Rey le di al caballo en el rostro con la espada tal golpe, que la no pudo sacar, y el caballo enarmonse e fu a caer sobre el caballero. Galaor, que ya estaba a pie, porque el su caballo no se poda mudar, e iba por socorrer al Rey, fu para el caballero por le tajar la cabeza, y el Rey di voces que le no matase. Los dos cohermanos que fueran tras un c