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EL AMOR CONYUGAL
Por: Katia Scarlet Reyes Loaiza
I. INTRODUCCION
Desde los más tiernos años aprendemos a amar en el seno familiar. Las relaciones íntimas
que surgen en la intimidad de la familia, es el ámbito natural propio para esa pedagogía.
Con el correr de los años los círculos de relaciones van creciendo, y con ellos la posibilidad
de establecer relaciones íntimas con otras personas igualmente crece. Surgen así otros
tipos de amor, como el amor de amistad, el fraternal, conyugal, etc. Nuestra vida se va
enriqueciendo con la calidad de esos amores, y nuestra biografía se va entretejiendo con la
de otras personas que caminamos amando mientras vivimos.
No todos los amores humanos son iguales, todos tienen en común su relación con el bien,
pero poseen algunos rasgos que los diferencian. Así, la diferencia entre amor de amistad,
amor filial, amor fraternal, amor conyugal reside en la diferente razón de bondad que los
genera. Por ello, en este ensayo se tocará el tema del amor conyugal.
II. DESARROLLO
El amor somos nosotros mismos que, motivados por algo muy bueno presente en el ser de
otra persona, decidimos entregarnos a ella, en donación mutua, con la finalidad de
conformar una unión. “El que ama sale de su interior y se traslada al del amado en cuanto
que quiere su bien y se entrega por conseguirlo, como si fuera para sí mismo”
El amor conyugal es bueno, sencillo y ordinario, vive en lo común y cotidiano de cada día,
en lo que somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Amamos en y con nuestras
acciones, tal como somos. Cuando amamos, en virtud de nuestra unidad substancial, lo
hacemos integralmente, con todo nuestro cuerpo sexuado y con nuestra alma personal en
su totalidad, y amamos informando niveles de intimidad conyugal, comunicación que se
perfecciona y renueva a lo largo de toda la vida.
El amor conyugal es un espacio donde se puede volcar toda la libertad y la creatividad para
hacer feliz al otro. Pero afuera del amor conyugal, no tendrá libertad, ni para otro amor, ni
para individualismos. El individualismo es también una infidelidad, dado que traiciona al
amor conyugal, con la diferencia que el tercero es sí mismo.
No se ama algo, sino a alguien. El amor, si es auténtico, mira a toda la persona y a todo en
la persona: cuerpo y alma, con virtudes y defectos, coincidencias y divergencias. El buen
amor, el amor plenamente humano, es un amor de todo el ser humano, en sus tres
dimensiones: física, afectiva y espiritual.
- El Amor Físico: El amor físico, en cierto modo, término del amor afectivo, no sólo es
lícito sino también noble y bueno, necesario para la unión perfecta de los cónyuges; y
expresión de la entrega total, de la que se elimina toda reserva y egoísmo.
- Amor Emocional: La convivencia de los esposos está basada normalmente en una
comunidad afectiva, con detalles amables que hacen del hogar un sitio de paz
duradera, de felicidad y de alegría.
- Amor Espiritual: Esta tercera dimensión del amor matrimonial es la que lleva a la
comprensión mutua, a la integración de la inteligencia y voluntad en la unidad de
ideales, la aceptación de los mismos principios que han de guiar sus vidas.
El amor conyugal se inicia con la fase del enamoramiento en el que un varón y una mujer se
encuentran y coinciden en una complacencia conyugal mutua. La totalidad de la persona
participa de esta complacencia en el bien de la conyugalidad de la otra. La persona se siente
atraída hacia la otra y se complace en la cercanía íntima que ésta le genera, y por ello,
busca estar junto a ella conociéndola más, intimando más, y de este modo, va confirmando
a su voluntad en el deseo de una unión mayor, ya no de un simple coincidir, sino de una
verdadera unión, unión que sólo es posible si los amantes – varón y mujer - se donan mutua
y totalmente.
Los seres humanos somos imperfectos, y nuestro modo de amar también lo es; y muchas
veces, nos equivocamos, llegando incluso a herir precisamente a la persona a quien más
amamos. Es entonces cuando debemos restaurar el amor, alimentándolo con muestras de
cariño, y con detalles que pueden llegar a ser heroicos. El gran secreto del matrimonio es el
sentido de pertenencia, es decir, el saberse y reconocerse que le pertenecemos a la otra
persona. Que somos en y de ella, y por lo tanto, debemos ser fieles amando en exclusiva y
para siempre. Ser unión y conservarla es un gran bien psicológico y biográfico. Es la garantía
de la recta intención conyugal a lo largo y ancho de las vicisitudes de la comunicación
cotidiana concreta. Y es la fuente de la verdadera confianza entre los esposos.
El amor conyugal, además de ser un misterio, es la donación de sí mismos que hacen un
varón y a una mujer, en razón de la bondad intrínseca que tiene la sexualidad humana. Esta
donación es de tal entidad que afecta el ser de los cónyuges y genera en ellos un nuevo
modo de ser en la unión, una comunión de personas que, sin destruirlas, las perfecciona
haciéndolas más humanas. Este amor, está llamado a conformar a lo largo del tiempo una
unión de uniones entre los esposos y constituye un verdadero camino de perfección
humana para ellos.
III. CONCLUSIONES
Quienes se casan inician juntos una vida nueva que han de andar en compañía de Dios. El
Señor mismo los ha llamado para que vayan a Él por este camino, pues el matrimonio “es
una auténtica vocación sobrenatural. El amor conyugal es un profundo perfeccionamiento
de una relación conyugal.
Es en ese perfeccionamiento del amor en el que invertirán sus años de vida matrimonial. Y
ello implicará superar fricciones, dificultades e incomprensiones con una sonrisa, con
optimismo, con inversión de esfuerzo, etc. Sólo así se puede uno empeñar en la lucha que
persigue la felicidad de dos.
IV. BIBLIOGRAFIA
- HERVADA, J. (1987) “Diálogos sobre el amor y el Matrimonio” – EUNSA – tercera
edición pp.23 y 26
- TOMÁS DE AQUINO “Suma Teológica” – Cuestión 20, artículo 2.
- WOJTYLA, Karol (1999) “El Don del Amor” – 1999 - Ed. PALABRA – segunda edición pp.
60.
- VILLADRICH Pedro-Juan - “El Ser Conyugal” - pp 39