Analisis de Necesidades Practicas Profesionales III

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María Ángeles González Galán Nuria Riopérez Losada Marcos Román González GRADO EN PEDAGOGÍA GRADO EN PEDAGOGÍA EL ANÁLISIS DE NECESIDADES (AN) PRÁCTICAS PROFESIONALES III

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

María Ángeles González Galán Nuria Riopérez Losada

Marcos Román González

GRADO EN PEDAGOGÍA

GRADO EN PEDAGOGÍA

EL ANÁLISIS DE NECESIDADES (AN) PRÁCTICAS PROFESIONALES III

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El Análisis de Necesidades (AN)

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ÍNDICE Página

1. Introducción………………………………………………………………………………………………... 3

2. Un enfoque sistemático de la intervención educativa………………………………………………… 3

3. ¿Qué es un Análisis de Necesidades?........................................................................................... 6

4. El Modelo A.N.I.S.E………………………………………………………………………………………. 8

4.1. Etapa de Reconocimiento………………………………………………………………………….. 9

4.2. Etapa de Diagnóstico……………………………………………………………………………….. 12

4.3. Etapa de Toma de Decisiones…………………………………………………………………….. 16

5. Herramientas………………………………………………………………………………………………. 19

6. Referencias Bibliográficas……………………………………………………………………………….. 20

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1. INTRODUCCIÓN

Tal y como se apunta en la Guía de Estudio, los dos objetivos principales de la asignatura de Prácticas Profesionales III son:

I. Identificar las necesidades de actuación preventiva y/o de intervención en cualquier contexto de actuación profesional propio del pedagogo.

II. Diseñar un plan de intervención o de mejora que responda a las necesidades detectadas.

En este documento nos centraremos en el primero de dichos objetivos, que el estudiante cubre a lo largo de lo que hemos llamado “Fase 2: Estancia en el Centro de Prácticas” de la asignatura; esta fase supone 115 horas de estancia en el centro de prácticas y la realización de un análisis de las necesidades de intervención en el mismo.

Las líneas que siguen a continuación pretender ayudar al estudiante a comprender qué es un análisis de necesidades (AN) y orientarle sobre cómo llevarlo a cabo.

Como reflexión introductoria al AN, debemos señalar que la actuación profesional del pedagogo siempre debe estar presidida por los principios de prevención y sistematicidad. Por ello, es muy importante saber si una intervención es realmente necesaria antes de lanzarse a diseñar y ejecutar un programa (Pérez Campanero, 1995). De no ser así, el coste tanto humano como económico en el que se incurre puede resultar muy alto. Igualmente importante es no tener que dejar de realizar un programa de intervención por desconocer unas necesidades latentes, que deben ser atendidas.

Así pues el AN es básico para cualquier pedagogo o profesional de la educación que realice o desee realizar un diagnóstico a fondo de la situación ante la que se encuentra, para partir de datos reales y saber hacia dónde dirigir sus esfuerzos. Además, el AN es de gran utilidad para el pedagogo que necesita diseñar algún tipo de programa de intervención, ya que proporciona las bases metodológicas para realizar un análisis previo completo de la situación para abordar posteriormente el resto de la planificación de actuaciones educativas.

2. UN ENFOQUE SISTEMÁTICO DE LA INTERVENCIÓN EDUCATIVA

En este apartado contextualizaremos el Análisis de Necesidades dentro de un enfoque general y sistemático de la intervención educativa.

Como venimos comentando, la intervención educativa del pedagogo debe ser sistemática. Una intervención sistemática sigue en su proceso una secuencia de pasos determinados, todos ellos relacionados en última instancia con los resultados de dicha intervención. Lo que descubramos y hagamos en cada uno de esos pasos, tiene un impacto importante y predecible en el paso siguiente. Habría 4 pasos fundamentales:

i. Análisis de las Necesidades de intervención educativa.

ii. Diseño o planificación de proyectos y programas de intervención, que den respuesta a las necesidades detectadas.

iii. Implementación o puesta en marcha del proyecto o programa de intervención.

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iv. Evaluación de la intervención y su impacto.

El Análisis de Necesidades (AN) consistiría pues en descubrir si existe algún problema en un determinado contexto, descubrir cuál es ese problema y comprenderlo lo suficiente como para poder resolverlo, distinguiendo con claridad si es necesaria o no la intervención. Por tanto, el Análisis de Necesidades de intervención es un paso previo y necesario para el posterior diseño o planificación de proyectos y programas (Fase 3 de esta asignatura de Prácticas Profesionales III), la implementación o puesta en práctica de dicho programa (que se aborda en la asignatura de Prácticas Profesionales IV) y la evaluación de la intervención y su impacto (objeto de la asignatura Prácticas Profesionales V).

Si una necesidad o “problema” puede abordarse y resolverse mediante un programa de intervención educativa, tendremos que determinar en consecuencia objetivos claros y definidos de dicho programa en su fase de diseño. Una vez establecidos estos objetivos, se toman las decisiones en lo referente a estrategias y tecnología de intervención adecuadas. El diseño y la planificación del programa buscan determinar “qué debe hacerse”, “hacia dónde ir”.

En el siguiente paso, de implementación del programa, tratamos de poner en marcha y poner a prueba las soluciones de intervención que hemos desarrollado.

Y, por último, mediante la evaluación, determinamos si el problema está resuelto (=si la necesidad detectada ha sido satisfecha), y si ha desparecido la razón por la que se realizó toda la planificación. Igualmente buscamos información para juzgar el valor del esfuerzo de intervención y el impacto y permanencia de las estrategias adoptadas.

Las siguientes Figuras 1 y 2 tratan de ilustrar esta secuencia de pasos que describen todo este proceso sistemático de intervención educativa, poniéndolos en relación con las asignaturas de la materia “Prácticas Profesionales”.

Figura 1. Secuencia de pasos en un proceso sistemático de intervención educativa.

ANÁLISIS • Prácticas Profesionales III

PLANIFICACIÓN • Prácticas Profesionales III

IMPLEMENTACIÓN • Prácticas Profesionales IV

EVALUACIÓN • Prácticas Profesionales V

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Figura 2. Diagrama de flujo de un proceso sistemático de intervención educativa.

En la anterior Figura 2, en verde claro y verde oscuro aparecen respectivamente las acciones correspondientes al ANÁLISIS y PLANIFICACIÓN (Prácticas Profesionales III) del programa de intervención educativa; en naranja la parte correspondiente a la IMPLEMENTACIÓN (Prácticas Profesionales IV) del mismo; y en violeta lo referente a la EVALUACIÓN (Prácticas Profesionales V) del programa de intervención.

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3. ¿QUÉ ES UN ANÁLISIS DE NECESIDADES?

El Análisis de Necesidades (AN) es un estudio sistemático de un problema, que se realiza incorporando información y opiniones de diversas fuentes, para tomar decisiones sobre lo que hay que hacer a continuación. En esta definición del AN, entendemos el término “problema” como la desviación o discrepancia entre “lo que está ocurriendo” en nuestra realidad de análisis y “lo que debería estar ocurriendo”, según se ilustra a continuación (Figura 3).

Figura 3. Concepto de necesidad o problema en el AN.

Pero con el término “Análisis de Necesidades” surge inmediatamente una pregunta que es importante responder: ¿Qué es una necesidad?

Siguiendo la definición de McKillip (1989, p. 10)1, una necesidad es “un juicio de valor de que algún grupo tiene un problema que puede ser solucionado”. En esta definición podemos diferenciar cuatro aspectos:

a) Reconocer una necesidad conlleva hablar de valores. Personas con diferentes valores reconocerán diferentes necesidades. Además, la persona que observa la necesidad y la que la experimenta pueden diferir en su opinión. Mientras que un observador puede juzgar una situación como inadecuada, el que la experimenta puede no sentir insatisfacción.

b) Un grupo puede sentir una necesidad en unas circunstancias determinadas, pero no en otras. En consecuencia, una parte importante del AN es definir explícitamente la población objetivo del AN y su entorno-contexto.

c) Un problema es un resultado inadecuado, un resultado que no responde a las expectativas. Es decir, la necesidad o problema siempre es relativa a las expectativas que se posean respecto a una determinada realidad. Los problemas también pueden ser indicadores de procesos inadecuados o innecesarios.

1 McKillip, J. (1989). Need Analysis. Tools for the Human Services and Education. London: Sage Publ.

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d) El reconocimiento de una necesidad incluye un juicio de que existe una solución para un problema. Un problema puede tener muchas soluciones potenciales, posibilidades que varían según la probabilidad de aliviar el problema, y según el coste y facilidad de implantación.

Al realizar un AN, es muy importante llegar a distinguir el fondo del problema de sus manifestaciones externas, así como de sus efectos y/o de las situaciones que lo agravan. Una vez hecho esto, podremos fijar los aspectos sobre los que vamos a intervenir y cómo lo haremos, lo que nos llevará a delimitar con claridad el núcleo de intervención y cuáles son las posibilidades de llevarla a cabo.

Con todo ello lo que hacemos es tratar de establecer, con la mayor claridad posible, el qué hacer, cómo hacerlo, posibilidades y limitaciones. Son cuestiones que nos facilitarán el posterior diseño del correspondiente programa de intervención; ya que podremos orientar nuestra acción hacia un contenido definido, proponiendo los objetivos en los términos adecuados.

Por tanto, el AN es “un proceso lógico en el que se va canalizando la información durante la búsqueda de una solución” (Pérez Campanero, 1995: 22). En cada etapa que vamos cubriendo aparece información específica sobre el problema o necesidad. Partimos de la situación considerada en su conjunto y buscamos lo que anda mal en ella; luego vamos hacia el problema más importante a tratar, de ahí a las posibles causas y, finalmente, hacia la causa más probable. Para Kepner y Tregoe (1971, p.31)2, “la localización de esta causa permite tomar una acción específica y eficaz respecto del problema”

La realización el AN comporta una serie de ventajas que conviene tener en cuenta para comprender la importancia de su correcta realización:

COMPROMISO Y APOYO: consigue el compromiso de todos los implicados en el proceso de análisis; genera el apoyo de las instituciones en las que se realiza; involucra a todas las fuentes antes de ejecutar cualquier solución.

EFICACIA Y EFICIENCIA: ahorra tiempo y esfuerzo en la fase de diseño y planificación de los programas de intervención; conlleva ahorro económico porque ayuda a utilizar correctamente los recursos, a través de una gestión más eficaz.

GENERACIÓN Y PRIORIZACIÓN DE ALTERNATIVAS: Reconoce variadas formas de abordar los problemas; ofrece a las personar encargadas de tomar decisiones, alternativas basadas en datos reales y no en imposiciones, tradiciones, prejuicios, sentimientos, caprichos, etc…; permite orientar los esfuerzos hacia las prioridades

COHERENCIA Y SISTEMATICIDAD: da al programa de intervención una fundamentación y credibilidad consiguiendo la adhesión necesaria para su aplicación; las necesidades son siempre deducidas a partir de la sistematicidad de las herramientas y métodos empleados, y no sólo de la intuición; proporciona una información útil, organizada y sistemática, a todos los que intervienen en el proceso, incluyendo a los que tienen que tomar decisiones y comunicarlas a otros; ofrece información de base para realizar las futuras evaluaciones del programa de intervención educativa

En síntesis, podríamos señalar como notas características del AN las siguientes:

Es un estudio sistemático antes de intervenir. Es un esfuerzo sistemático para identificar y comprender el problema.

2 Kepner, Ch. H. y Tregoe, B. B. (1971). El directivo racional. Madrid: Ediciones del Castillo.

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El Análisis de Necesidades (AN)

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Es un análisis de discrepancias entre “dónde estamos actualmente” y “dónde deberíamos estar”. Establece la importancia de un problema o necesidad en relación a otros. Utiliza datos representativos de la realidad y de las personas implicadas. Utiliza fuentes de información sobre situaciones actuales y deseables. Es provisional; nunca es definitivo y completo. Proporciona información de base y datos importantes para la generación de soluciones y toma de

decisiones. Se esfuerza para conseguir con éxito la implantación futura del programa de intervención.

4. EL MODELO A.N.I.S.E.

Existen diversos modelos para abordar un AN de intervenciones educativas. En términos generales, en nuestra asignatura de Prácticas Profesionales III nos guiaremos por el Modelo A.N.I.S.E., propuesto por la autora Pérez Campanero (1995). Este modelo pretende “reunir todos los datos necesarios sobre una serie de problemas vividos por un sector de población, para llegar a la adecuada toma de decisiones sobre la implantación o no de un programa de intervención, así como para determinar su amplitud, formular los objetivos a conseguir y fundamentar todo el proceso de planificación e implementación y posterior evaluación”. El Modelo A.N.I.S.E. se compone de once pasos agrupados en tres etapas (Figura 4).

Figura 4. Estructura del Modelo A.N.I.S.E. (Pérez Campanero, 1995)

ETAPA DE RECONOCIMIENTO • 1º: Identificar las situaciones desencadenantes. • 2º: Seleccionar y/o diseñar herramientas o instrumentos para la obtención de datos (p.ej.: Grupo de Discusión, Campos de Fuerzas, Matriz de Decisiones, Diagrama DAFO, etc…) • 3º: Búsqueda de fuentes de información: realizar el análisis de la comunidad y del contexto, determinar las personas implicadas y otras fuentes de información.

ETAPA DE DIAGNÓSTICO • 4º: Identificar la “situación actual”. • 5º: Establecer la “situación deseable”. • 6º: Analizar el potencial de cambio, en términos de recursos y posibilidades. • 7º: Identificar las causas de las discrepancias entre la situación actual y la deseable, en términos de condiciones existentes y requeridas. • 8º: Identificar los sentimientos y resistencias que producen en los implicados esas discrepancias. • 9º: Definición del problema, en términos claros y precisos.

ETAPA DE TOMA DE DECISIONES • 10º: Priorizar los problemas (=necesidades) identificados. • 11º: Proponer soluciones, evaluando su coste, impacto y viabilidad

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Aunque estos pasos son en su mayoría sucesivos, pueden ir entremezclándose, sobre todo el que se refiere a la selección y diseño de herramientas para la recogida de información. A continuación veremos con algo más de detalle cada una de estas etapas y sus pasos correspondientes.

4.1. ETAPA DE RECONOCIMIENTO

Es la etapa inicial, de primer contacto con la realidad de análisis. En ella nuestro objetivos es descubrir dónde estamos, de dónde partimos y dónde y cómo obtener la información que necesitamos.

Se trata pues de clarificar nuestro punto de partida: ¿Sobre quién o sobre qué se va a realizar el AN? Tenemos que definir el objeto de estudio, recogiendo toda la información de que se pueda disponer para hacerse una primera idea sobre “lo que va bien” y “lo que va mal”.

Uno puede formularse cuestiones del tipo: ¿Qué dificultades existen?, ¿Qué es lo que obstaculiza el desarrollo?, ¿Qué es lo que suscita la adhesión?, ¿Cuáles son los puntos fuertes y los puntos débiles?, etc…

En esta etapa, se concentran los 3 primeros pasos del Modelo A.N.I.S.E.:

1º Paso: Identificar situaciones desencadenantes.

En este primer paso, tenemos que ir a los síntomas de posibles problemas que presentan la población o institución afectada. Nos podemos encontrar con diversas situaciones o carencias que nos dan una primera idea sobre la posibilidad de comenzar un Análisis de Necesidades.

Aquí todavía no pretendemos definir la situación en términos de intervención; eso vendrá con posterioridad. Se trata de que, mediante una primera observación directa y a través de diversos contactos, apreciemos la aparición o agravamiento de una carencia o situación problemática de la institución.

También puede ocurrir que el AN venga desencadenado por una petición expresa de la propia institución, que ya ha constatado previamente la necesidad de realizarlo.

En otras ocasiones puede surgir el realizar un AN, no por la aparición de situaciones-problema, sino para implantar programas informativos y preventivos en un determinado sector de la población, que presenta indicadores de algún riesgo. En este caso, habrá que realizar igualmente el AN también como una primera fase para el diseño, implantación y evaluación del correspondiente programa de prevención.

Así pues, nos podemos encontrar 3 grandes grupos de situaciones que desencadenan la puesta en marcha un Análisis de Necesidades de intervención:

i. Aparición y/o agravamiento de carencias o problemas vividos por la población o institución. ii. Implantación de programas informativos o preventivos. iii. Petición u orden expresa por parte de una institución.

En este paso podemos formularnos interrogantes del tipo: ¿Qué tipo específico de problema afecta a la población?, ¿Dónde se localiza el problema?, ¿Quiénes son los afectados?, ¿En qué grado les afecta?

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2º Paso: Selección y/o diseño de las herramientas e instrumentos.

Son muchas las técnicas o herramientas que podemos utilizar para obtener información en un Análisis de Necesidades. Todas ellas están dirigidas a investigar sobre la problemática ante la que deseamos intervenir. Ello se realiza básicamente a través de la obtención de los datos necesarios que nos pueden ofrecer las fuentes pertinentes, sobre “lo que es” y “lo que debería ser” en nuestra realidad de estudio.

Aunque en el Modelo A.N.I.S.E. la selección y/o diseño de herramientas aparece, por cuestiones teóricas, en este segundo paso, en la práctica se va realizando simultáneamente a los pasos restantes, seleccionando y elaborando las más adecuadas en cada momento.

En el apartado “5. HERRAMIENTAS” se ofrecen más detalles al respecto.

3º Paso: Búsqueda de las fuentes de información.

En este paso tenemos que determinar diversos elementos:

a) “Zona exacta” (=”Destinatarios concretos”) en la que se pretende realizar la futura intervención; lo que nos llevará en muchos casos a un Análisis de la Comunidad en la que se inserta nuestra población o institución destinataria.

b) Personas implicadas en el proceso.

c) Otras fuentes que nos puedan proporcionar la información que buscamos.

Con respecto al primero de ello, tenemos que delimitar con claridad la “zona” donde vamos a realizar nuestro análisis, para evitar dispersarnos en esfuerzo, tiempo y obtención de datos. Y es que puede haber gran diversidad de “zonas” de análisis y posterior intervención: una ciudad, un pueblo, un barrio, una comunidad determinada, un distrito escolar, un centro escolar, una clase, un grupo de familias, una familia, un grupo de personas, individuos aislados…

Por lo tanto, en muchas ocasiones habrá que realizar un Análisis de la Comunidad. El Análisis de Necesidades y el de la Comunidad deben estar estrechamente ligados. De no ser así, es muy posible que la Comunidad cuente ya con programas y servicios que pudieran paliar las necesidades detectadas, y que desconozcamos; desaprovechando así su existencia a la hora de diseñar el plan de intervención.

Al realizar un Análisis de la Comunidad, hay que decidir qué aspectos nos interesan para realizar el Modelo A.N.I.S.E. Podemos formularnos en este punto cuestiones como: ¿Qué datos son más relevantes para nuestro posible programa? ¿Qué datos de los necesarios se pueden obtener con más facilidad? ¿Qué utilidad tienen los diversos datos? ¿De qué recursos disponemos para obtener los datos necesarios? ¿Cuál será el coste estimado para la recogida de datos? ¿Qué beneficios nos traerá? ¿Cómo admitirán los miembros de la comunidad nuestro estudio?, etc...

Algunos de los elementos a tratar en el Análisis de la Comunidad serían:

Entorno natural: clima, topografía… Estudio de población o recursos humanos: número de habitantes, estructura de la población… Recursos económicos: actividades laborales, actividades de consumo… Seguridad Pública: orden público, tráfico… Salud y Sanidad: estado de salud de la población, servicios sanitarios…

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Recursos educativos: nivel educativo de la población, recursos educativos… Prestación de servicios: instituciones que ofrecen servicios en la comunidad… Nivel de demanda educativa: aspiraciones educativas de la comunidad…

El análisis de todos estos aspectos nos dará una información completa del entorno donde se ubicará nuestra intervención y nos facilitará el diseño del programa, ya que nos permitirá vislumbrar las posibilidades reales de actuación.

Por tanto, el principal objetivo de este Análisis de Comunidad es “encuadrar adecuadamente el problema sobre el que vamos a intervenir y conocer bien todas las posibles causas que pueden haber contribuido a su aparición y/o permanencia, así como saber de qué recursos pueden disponer los interesados para llegar a solucionarlo” (Pérez Campanero, 1995: 51).

Una vez establecida con claridad la “zona” o sector susceptible de intervención, debemos pasar a identificar a las personas que se van a ver implicadas en todo el proceso. Aquí nos podemos plantear cuestiones tal y como: ¿Quiénes son los sujetos receptores de la intervención? ¿Dónde se encuentran? ¿Quién dice que la intervención educativa es necesaria? ¿A quién preocupan los problemas detectados? ¿De qué forma afecta a diferentes personas el problema? ¿Presentan otras problemáticas paralelas los posibles implicados? ¿Podremos conseguir información de y sobre los implicados? ¿Les importa a las autoridades resolver el problema? ¿Ayudarán a resolverlo?...

Podemos incluir a las personas implicadas en tres grupos (Figura 5).

Figura 5. Personas implicadas en el proceso de AN e Intervención

•Localización •Características sociales, económicas, políticas, culturales,

demográficas... •Organización formal •Divisiones y rupturas •Relaciones interpersonales y con resto de la estructura social •...

RECEPTORES DE LA INTERVENCIÓN

•Motivación, capacidad, oportunidades •Funciones •Continuidad •Conflictividad •...

PROFESIONALES QUE VAN A INTERVENIR

•Tipo, constitución, orientación •Control y estructura interna •Organigrama, programa y funciones •...

INSTITUCIÓN A LA QUE PERTENECEN AMBOS O

GRUPO SOCIAL MÁS AMPLIO

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El Análisis de Necesidades (AN)

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No podemos realizar un correcto análisis de necesidades si no conocemos tanto la institución o el grupo social para el que trabajamos, como las características y cómo viven los problemas aquéllos con los que trabajamos, ya sean profesionales o receptores de nuestro futuros programa de intervención.

Estos tres grupos de personas se constituyen en fuentes de información, y con frecuencia es diferente la visión de cada uno de ellos respecto a las situaciones desencadenantes o problemáticas. Nuestra estrategia profesional girará entorno a todos estos elementos personales, buscando una conciliación de las discrepancias sentidas entre “dónde estamos” y “dónde deberíamos estar”, que nos llevará a una más correcta priorización de problemas, búsqueda de soluciones y, en definitiva, toma de decisiones.

Por último, además de acudir a todos los anteriores elementos personales para obtener información, en muchos casos podremos contar con otras fuentes de documentación ya existente, como: archivos, ficheros, estudios de campo, estadísticas, evaluaciones de programas anteriores o publicaciones sobre programas y situaciones similares.

4.2. ETAPA DE DIAGNÓSTICO

Esta etapa constituye el núcleo del Modelo A.N.I.S.E. y responde a la búsqueda del tipo de información que necesitamos para nuestro AN. Los datos que precisamos en esta etapa nos llevarán a racionalizar las necesidades y realizar un diseño adecuado del plan de acción.

Aquí es necesario tener en cuenta que no siempre la necesidad expresada o sentida es la verdadera necesidad.

Esta etapa concentra los pasos 4 a 9 del Modelo A.N.I.S.E; y trata de los aspectos relacionados con: la situación actual, la deseable, las causas de las discrepancias entre ambos, y los sentimientos que esas discrepancias producen en los diversos implicados, para llegar finalmente a una correcta definición del problema.

4º Paso: Identificar la situación actual.

Aquí comienza la parte central del Modelo A.N.I.S.E. Pretende identificar “lo que es”, respondiendo a la pregunta “¿Dónde estamos actualmente?”.

Nuestra misión en este paso es identificar el estado actual de la situación, en términos de resultados; es decir, en términos de datos objetivos y hechos contrastados. No se pretende ahora comprobar cuáles son las condiciones que provocan un determinado problema, sino el problema en sí.

En la formulación final de este paso quedará reflejada la situación real actual en términos de hechos constatados, huyendo por el momento de incluir procedimientos, estrategias o recursos para llegar a otra situación; así como evitando la propuesta de soluciones, que en estos momentos sería muy precipitada, ya que aún nos faltan diversos elementos importantes a considerar.

Como señala Pérez Campanero (1995: 57), “hay que llegar a diferenciar el problema de sus manifestaciones, sus efectos y las situaciones que lo agravan”.

5º Paso: Identificar la situación deseable.

En este paso buscamos “lo que debería ser”, respondiendo a la pregunta “¿Dónde deberíamos estar?”, para averiguar cuál sería la situación deseable.

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Aquí es importante precisar la diferencia entre situación ideal y situación deseable. En algunos casos pueden coincidir, pero con frecuencia hay que separarlas: mientras que la situación deseable nos conduce a donde realmente tendríamos que estar, la situación ideal nos puede llevar a no tener en cuenta las posibilidades reales y, en definitiva, al fracaso.

Al igual que en el paso anterior, en la formulación de la situación deseable tampoco deben aparecer condiciones, procedimientos, recursos, etc…, para llegar a la solución adecuada. Debemos emplear una formulación en términos de hechos reales que deberían estar sucediendo y no suceden ahora. Esta formulación, unida a la del paso anterior de hechos constatados, nos llevará a una serie de discrepancias que constituirán la base de todos los pasos siguientes.

6º Paso: Analizar el potencial de cambio.

En el análisis del potencial tratamos el sistema de acciones de intervención educativa que se juzga como posible en una situación definida en el espacio y en el tiempo, comprobando si existen ciertas condiciones que permitan esa intervención. En este paso trataremos de responder al interrogante “¿Podremos realizar el programa de intervención?”

También nos proporciona el panorama de riesgos que pueden darse si no se toma alguna decisión.

Mediante este análisis del potencial inferimos si se podrá alcanzar la situación deseable tomando las decisiones precisas que correspondan efectivamente a la aplicación del sistema de acciones posibles. Nos planteamos cuestiones como:

La población y los profesionales, ¿están suficientemente implicados y responsabilizados en la elaboración y puesta en marcha del plan de acción?

¿Qué recursos están disponibles? ¿Qué personas serán necesarias? ¿Qué capacidades y/o características deben tener esas personas? ¿Cuáles son las posibilidades para reclutar a esas personas? ¿En qué medida las personas implicadas están informadas o pueden informarse sobre las

necesidades y evolución de la comunidad? ¿Son compatibles los gastos y los recursos de la comunidad?

Con el análisis del potencial veremos, en definitiva, si se puede poner en práctica un determinado programa de intervención y cuáles son las acciones adecuadas.

7º Paso: Identificar las causas de las discrepancias entre lo actual y lo deseable.

Este paso responde a la pregunta “¿Qué está causando el problema? ¿Qué se esconde detrás de cada uno de los problemas?”

Con frecuencia, los problemas tienen varias causas, y sólo podemos resolver aquéllos cuando podemos descubrir éstas.

Existen diversos grupos de causas (Figura 6): ausencia de destrezas o conocimientos, entorno problemático, ausencia de motivación o incentivación defectuosa o inexistente.

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El Análisis de Necesidades (AN)

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Figura 6. Posibles causas del problema o necesidad

Cuando los individuos no tienen los conocimientos necesarios para comprender determinadas cuestiones, ni las destrezas apropiadas para afrontar y solucionar los problemas, estamos en el primer grupo de causas. Igualmente, a menudo es difícil implantar un programa de intervención u optimizar sus resultados porque algunos de sus implicados tienen deficiencias de formación en conocimientos o destrezas necesarios para su adecuado desarrollo.

Por otro lado, el entorno también puede ser un poderoso generador de problemas. Un entorno problemático puede ser el origen de muchos de los problemas detectados y/o contribuir a su mantenimiento o agravamiento; restando además motivación a los implicados para seguir adelante. Esto nos introduce en los otros grupos de posibles causas: la falta de incentivación y la falta de motivación.

La incentivación positiva produce un fuerte efecto en los implicados que, en muchos casos, lleva a una buena motivación y a lograr los resultados apetecidos. La incentivación ineficaz o inexistente, por el contrario, conlleva habitualmente a la falta de motivación de las personas para moverse hacia los resultados deseados.

Si la incentivación se refiere a aspectos externos a la persona (recompensas externas o “desde fuera”), la motivación centra nuestra atención en lo que sucede en el interior de cada uno de los implicados. En ella juegan un importante papel dos elementos: el valor y la expectativa.

El valor consiste en la importancia que cada individuo da a las cosas o a los resultados conseguidos, según sus propias opciones: “¿Vale la pena hacer esto?”

La expectativa es la posibilidad que ve el individuo de realizar algo con confianza en la eficacia y en el éxito: “¿Podremos realmente hacer esto?”

Valor y expectativa unidos producen una alta motivación. Si ésta no se da, entonces es necesario acudir a los incentivos. Cuando no hay motivos internos que empujen a los individuos a participar en la solución de

FALTA DE DESTREZAS O CONOCIMIENTOS ENTORNO PROBLEMÁTICO

INCENTIVOS INEFICACES O INEXISTENTES

FALTA DE MOTIVACIÓN EN IMPLICADOS

CAUSAS

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sus problemas, es necesario utilizar refuerzos externos que les hagan ver la importancia de adoptar por ellos mismos las estrategias adecuadas para ello.

También podemos encontrar falta de motivación en componentes del equipo profesional que debe realizar la intervención. En este caso será necesario utilizar los incentivos adecuados a través del propio equipo.

En uno y otro caso, esa incentivación sólo será efectiva cuando se convierta, en última instancia, en motivación.

8º Paso: Identificar los sentimientos en la población implicada.

Aquí tratamos de descubrir “cómo se sienten las personas en relación al tema”, es decir, qué emociones tienen en torno al problema y a la perspectiva de cambio para afrontarlo.

Los sentimientos, en muchas ocasiones, se acaban convirtiendo en el verdadero motor de un programa de intervención, ya que parten de las motivaciones más profundas de los implicados en el proceso. Por ello, hay que tenerlos muy en cuenta a la hora de realizar un AN.

Podemos indagar sobre sentimientos en torno al valor de lo que se está realizando y de lo que se va a realizar, en torno a las prioridades de cada individuo y en torno a las propias capacidades. Estas tres áreas de sentimientos son accesibles a través de cuestiones como:

¿Les gusta lo que se está realizando? ¿Cómo se sienten respecto al problema? ¿Qué piensan sobre la posibilidad de implantar un nuevo programa? ¿Ven algún beneficio? ¿Recibirán las nuevas medidas con hostilidad? ¿Se ve que este problema es prioritario respecto a otros? ¿Creen que el antiguo programa es el adecuado? ¿Sienten confianza en sus propias posibilidades? ¿Creen que podrán realizar la tarea o el esfuerzo que les corresponde? La población, ¿está motivada para llevar a cabo el proyecto o resolver los problemas y necesidades

detectados? ¿Qué factores influyen en su motivación? ¿En qué tipo de cambios están dispuestas a implicarse las distintas personas? ¿A qué otros cambios oponen resistencia? ¿Por qué? …

9º Paso: Definir el problema

Como venimos comentando, una necesidad es un problema “que tiene sus propias características, causas y soluciones. Además, a menudo forma parta de un problema más amplio y complejo, personal u organizacional, y puede interactuar con otros problemas, más o menos complejos y significativos” (Kubr y Prokopenko, 1989, p.59)3.

3 Kubr, M. y Prokopenko, J. (1989). Diagnosing management training and development needs. Concepts and techniques. Genève: International Labour Office.

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Pero, ¿cómo se define un problema? Ya hemos visto que, en gran medida, un problema viene definido por la discrepancia entre lo que está ocurriendo y lo que debería estar ocurriendo. Aun así, para una correcta definición del problema es conveniente acotar algo más sus características. Los mismos autores, Kubr y Prokopenko (1989) señalan los siguientes 5 indicadores que pueden ayudar a definir un problema:

i. Sustancia o identidad del problema.

ii. Localización del problema (centros, departamentos, aulas, individuos).

iii. “Propietario” del problema: afectado/s del problema e interesado/s en resolverlo.

iv. Magnitud del problema, en términos absolutos y relativos: importancia del problema para todos los implicados.

v. Perspectiva temporal del problema: ¿desde cuándo existe el problema?, ¿cuándo fue observado por primera vez?, ¿ha crecido, disminuido, o se ha estabilizado?

De cualquier modo, lo descrito entre los pasos 4 y 8 nos proporciona una serie de datos que facilitan la correcta identificación del problema, y su definición en términos precisos.

4.3. ETAPA DE TOMA DE DECISIONES

Es la última etapa del Análisis de Necesidades (AN) de intervención educativa, y nos responde a la cuestión: “¿Hacia dónde vamos? ¿Hacia dónde nos dirigimos?”.

Una vez completada esta última etapa del AN se establecerá un plan de acción a seguir, con la formulación de objetivos y diseño del programa de intervención (Fase 3 de esta asignatura de Prácticas Profesionales III), puesta en práctica del programa (Prácticas Profesionales IV), culminando con la evaluación de todo el proceso (Prácticas Profesionales V).

En esta etapa de toma de decisiones comenzamos a imaginar y construir el sistema de intervención que habrá que aplicar. Se buscarán las soluciones o grupos de soluciones idóneas para los problemas detectados como: soluciones de organización, de orientación, de contratación, de investigación, de formación, etc… Pero antes de tomar una decisión tenemos que estar seguros de que conocemos y comprendemos el problema en toda su magnitud.

Por ello esta última etapa del AN concentra los siguientes pasos finales 10 y 11 del Modelo A.N.I.S.E.

10º Paso: Priorizar los problemas detectados.

Al establecer las discrepancias entre las situaciones reales y las deseables, estamos identificando problemas y, por tanto, detectando necesidades.

Al llegar a este punto tenemos que preguntarnos cuáles son los problemas prioritarios. Para ello, habrá que conciliar las discrepancias percibidas por las distintas personas y por las instancias o instituciones relacionadas con ellas, y contemplar las posibilidades de éxito según los medios y recursos de que disponemos.

Así, nos planteamos cuestiones como: ¿Qué sucedería si no se hiciera nada? ¿Cuál es el grado de prioridad y de impacto de estas situaciones problemáticas y/o de necesidad? ¿Son algunas más determinantes que

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otras? ¿Merece la pena tratar las situaciones clave? ¿Son estas situaciones realmente estratégicas? ¿El tratamiento de los problemas reportará efectivamente beneficios significativos?

Este paso va íntimamente unido al siguiente y último de búsqueda y propuesta de soluciones, ya que esas propuestas nos ayudarán a secuencializar los problemas planteados en orden a la posibilidad de solución.

Al priorizar los problemas, estamos priorizando la satisfacción de las necesidades detectadas y, en definitiva, ya estamos haciendo una propuesta inicial de cuáles son las metas y objetivos a conseguir en nuestra futura intervención.

11º Paso: Búsqueda de soluciones para formular metas-objetivos y diseñar el proyecto.

La búsqueda e identificación de soluciones responde a la pregunta: “¿Qué podemos hacer?”. Así, lo que descubrimos en este último paso del Modelo A.N.I.S.E. nos sirve como base para decisiones futuras sobre el problema como el diseño de un plan de intervención.

Así, según terminamos el AN, hay varios cursos de acción posibles:

I. Diseñar un programa de intervención educativa, tal y como haremos en la Fase 3 de esta asignatura de Prácticas Profesionales III.

II. Sugerir otras acciones para resolver el problema, además de la intervención.

III. Sugerir acciones diferentes a la intervención.

Ante los diversos grupos de causas señalados en el paso 7, podemos sugerir diversas vías de solución:

A. Ante ausencia de conocimientos y/o destrezas: programas de información; programas de formación y entrenamiento en el área correspondiente; selección de los individuos adecuados para las diferentes tareas; asesoramiento y orientación personal, escolar, profesional; etc…

B. Ante un entorno problemático: programas de prevención; estudio más a fondo de la comunidad; medidas de intervención en los sectores más problemáticos; etc…

C. Ante problemas de incentivación y motivación débil: implantar sistemas de incentivación y evaluación eficaces; formación y evaluación de los profesionales que realizan la intervención; campañas de información; asesoramiento y orientación a los diversos implicados; etc…

Al hacer una propuesta de soluciones, además de estar realizando una formulación inicial de las metas y objetivos a conseguir en nuestra intervención, estamos proponiendo estrategias, en las que tenemos que preguntarnos por cuestiones como: ¿Cuáles son las tareas mínimas? ¿Con qué recursos contamos? ¿Existirán grupos que apoyen nuestro programa? ¿Hay grupos que opongan resistencia o interfieran en nuestro trabajo? ¿Puede vencerse esa oposición? ¿Están capacitados los profesionales para llevar a cabo esa estrategia? ¿Está clara la estrategia preferente? ¿Están claramente priorizadas las necesidades? ¿Existe acuerdo entre todos los implicados sobre esa priorización? ¿Cuáles son las principales decisiones y acciones previsibles para resolver los problemas? ¿Cuáles son las prioridades y las urgencias? ¿Cuáles son los efectos que no se darán con las acciones previstas? ¿Cuáles son los riesgos a tener en cuenta y los posibles beneficios? ¿Son realistas las expectativas? ¿Se dispone de los suficientes medios o es posible conseguirlos? ¿Son flexibles las condiciones para la puesta en práctica?...

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En la propuesta de soluciones debemos determinar los indicadores que nos permitirán saber cuándo hemos llegado realmente a la solución, así como los medios para conseguirlo.

Al elegir soluciones siempre hay que tener en cuenta la relación entre el esfuerzo que se va a invertir en llevar a cabo las estrategias propuestas, y el resultado que se va a obtener. Esta relación debe ser directa, ya que si no, corremos el riesgo de obtener permanentemente resultados mínimos con un esfuerzo humano y económico desproporcionado.

McKillip (1989)4 describe tres criterios a seguir para evaluar las soluciones, que nos parecen adecuados e interesantes: coste, impacto y viabilidad. (Figura 7)

Figura 7. Criterios para la evaluación de soluciones

4 McKillip, J. (1989). Need Analysis. Tools for the Human Services and Education. London: Sage Publ.

EVALUACIÓN DE

SOLUCIONES

COSTE •1º Para estimar los costes el primer paso es seleccionar un periodo de tiempo (p.ej. 1 año) •2º Hacer un listado de los recursos necesarios a utilizar para la solución, durante el período estimado (p.ej. Personal, Equipamientos, Materiales y suministros, otros gastos) •3º Determinar el coste de cada uno de los recursos.

IMPACTO •Es mucho más difícil medir el impacto que el coste, poruqe incluye información raramente evaluable. •Los impactos son frecuentemente múltiples, y no todos en la misma dirección. Debe encontrarse un método que sume todos (p.ej. Técnica Delphi)

VIABILIDAD •Calculados los costes, la implantación de una solución se ve afectada por el tiempo necesario para llevarla a cabo, comunicar la decisión, y acoplarla a la estructura del centro. •Cada aspecto de una solución propuesta debe ser examinado para juzgar la viabilidad de dicha solución.

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La mejor solución para un problema es aquella que tiene bajos costes, fuerte impacto y cuya ejecución es viable. Es decir, una solución eficaz y eficiente al mismo tiempo.

Así, y finalizando, mediante el AN que hemos realizado según el modelo A.N.I.S.E. llegamos a saber los que las personas implicadas consideran que está creando el problema y cómo resolverlo. La información que hemos obtenido, las opiniones, sentimientos y hechos, nos ayudarán posteriormente en la toma de decisiones, diseño de programas de intervención, su puesta en marcha y su evaluación.

Para ello es de gran utilidad escribir un “Informe del Análisis de Necesidades” de intervención educativa (que se corresponde con uno de los trabajos a entregar por parte del estudiante de la asignatura Prácticas Profesionales III), en el que expresaremos todo aquello que hemos encontrado.

5. HERRAMIENTAS

Como ya comentamos en un apartado anterior, son muchas las técnicas o herramientas que podemos utilizar para obtener información en un Análisis de Necesidades. La autora del Modelo A.N.I.S.E. (Pérez Campanero, 1995), propone y describe en detalle las siguientes 10 herramientas o técnicas:

I. Indicadores Sociales

II. Grupo Central

III. Inventario de Recursos

IV. Sondeo de Problemas

V. Grupo Nominal

VI. Técnica Delphi

VII. Sistema I.C.

VIII. Grupo de Discusión

IX. Campo de Fuerzas

X. Matriz de Decisiones

Cada una de estas herramientas tiene una aplicabilidad distinta, en función de la etapa del Modelo A.N.I.S.E. en la que se esté trabajando. Además, al listado anterior habría que añadir técnicas más “clásicas” o conocidas, que también se suelen poner en juego a la hora de realizar un AN: la Observación, la Entrevista y el Cuestionario.

El Equipo Docente de la asignatura facilita en el curso virtual varios documentos monográficos que tratan sobre algunas de estas herramientas, con el objetivo de ayudar al estudiante a concretar en la práctica la metodología aquí expuesta del Análisis de Necesidades.

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6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Pérez Campanero, M.P. (1995). Cómo detectar las necesidades de Intervención Socioeducativa5. Madrid: Narcea. Disponible parcialmente en: http://books.google.es/books?id=iJXW6OUidLIC

Riart Vendrell, J. (2002). Los análisis de necesidades en la intervención psicopedagógica. Educación XX1, nº5, pp. 139-152. Disponible en: http://www.uned.es/educacionXX1/pdfs/05-06.pdf

Tejedor, F.J. (1990). Perspectiva metodológica del diagnóstico y evaluación de necesidades en el ámbito educativo. RIE, Revista de Investigación Educativa, Vol. 8, nº16, pp. 15-37. Disponible en: http://revistas.um.es/rie/article/view/136831/124331

Torres Barzabal, Luisa (2007). Herramienta para el análisis de las necesidades en el acceso al contenido web. Pixel-Bit. Revista de Medios y Educación, nº29, pp. 125-138. Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=36802911

5 Aunque el texto se refiere a necesidades de intervención “socioeducativa”, presenta un modelo metodológico del Análisis de Necesidades (modelo A.N.I.S.E.) que nos parece igualmente aplicable al ejercicio profesional del pedagogo.