Andrea Andujar, El Villazo. La huelga metalúrgica de Villa Constitución de 1975

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14 Revista Boom, op. cit., pág. 19. 15 González Trejo, op. cit. pág. 44. 16 Al respecto ver “El extraño retiro del general Labanca”, en Primera Plana, N2 344, Julio de 1969, y “Lanusse, Las claves del proceso, en Confirmado, agosto de 1969. 17 Esta afirmación se ve reforzada por hipótesis sustentada sobre todo por sectores gorilas del ejército que apuntan a señalar la complicidad de Onganía - Imaz en el secuestro de Aramburu. 18 0 ’ Donnell, G. “El estado burocrático autoritario: triunfos derro- tas y crisis - 1966 - 73” Buenos Aires. Editorial de Belgrano - p. 254. 1982. 19 Así se expresaba Perón en una carta dirigida a los obreros portuarios en junio de 1969, en BASCHETTI, R. “Documentos de la resisten- cia peronista - 1955 - 1970” Buenos Aires. Punto Sur, 1988 p. 376.El subrayado es nuestro. Este llamado a la rebelión contra el gobierno es un claro ejemplo del doble discurso de Perón y de su política pendular. Basta recordar que hacia fines del ’68 se había cercado al Vandorismo y esto no implica- ba precisamente enfrentarse al régimen. 20 Ver al respecto la declaración del Ejército Nacional Revolucionario donde se adjudican el asesinato de Vandor, en BASCHETTI, R., op. cit, p. 385. 21 En la Nación, 11 de setiembre 1969, p. 4. 22 Adhieren ATE, Bancarios, FOETRA, Minería, FOECYT, Seguros, Gastronómicos, Jaboneros, de la Carne, Alimenticios, L y F, SUPE Rosario y San Lorenzo, Químicos, Papeleros, Empleados del Yockey Club, Mosaístas, Vidrios, Metalúrgicos, Panaderos, Gráficos y Em- pleados de Comercio. 23 La Capital, 18-09-69. 24 Idem. 25 La Capital, 16 -09-69. 26 “Otra, semana violenta” en revista Panorama, 23 -09-69. p. 6. 27 La Capital, 19-09-69 28 "Tosco Agustín “La lucha debe continuar” Buenos Aires Rafael Cedeño ed, 1975, p. 11 y 12. 29 La Capital, 19-09-69 30 Esto se ve reflejado en los análisis que ambos periódicos hacen sobre los hechos de setiembre. 31 Entrevista realizada en junio de 1991. en aquel momento Aguirre era miembro del secretariado de la CGT local. 32 Declaraciones de Agustín Tosco en Roldán Iris. “Sindicato y protes- ta social en la Argentina: un estudio de caso. El sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba”. Amsterdam, Cedía, 1979, p.285. El sindicalismo combativo Las luchas de la clase obrera de Villa Constitución (1974-1975) Andrea Andújar ·

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Villazo. La huelga metalúrgica de Villa Constitución de 1975

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14 Revista Boom, op. cit., pág. 19.15 González Trejo, op. cit. pág. 44.16 Al respecto ver “El extraño retiro del general Labanca”, en Prim era

Plana, N2 344, Julio de 1969, y “Lanusse, Las claves del proceso, en Confirm ado, agosto de 1969.

17 Esta afirmación se ve reforzada por hipótesis sustentada sobre todo por sectores gorilas del ejército que apuntan a señalar la complicidad de Onganía - Imaz en el secuestro de Aramburu.

18 0 ’ Donnell, G. “El estado burocrático au to ritario : triunfos derro ­tas y crisis - 1966 - 73” Buenos Aires. Editorial de Belgrano - p. 254. 1982.

19 Así se expresaba Perón en una carta dirigida a los obreros portuarios en junio de 1969, en BASCHETTI, R. “ Documentos de la resisten­cia peronista - 1955 - 1970” Buenos Aires. Punto Sur, 1988 p. 376.El subrayado es nuestro.Este llamado a la rebelión contra el gobierno es un claro ejemplo del doble discurso de Perón y de su política pendular. Basta recordar que hacia fines del ’68 se había cercado al Vandorismo y esto no implica­ba precisamente enfrentarse al régimen.

20 Ver al respecto la declaración del Ejército Nacional Revolucionario donde se adjudican el asesinato de Vandor, en BASCHETTI, R., op. cit, p. 385.

21 En la Nación, 11 de setiembre 1969, p. 4.22 Adhieren ATE, Bancarios, FOETRA, Minería, FOECYT, Seguros,

Gastronómicos, Jaboneros, de la Carne, Alimenticios, L y F, SUPE Rosario y San Lorenzo, Químicos, Papeleros, Empleados del Yockey Club, Mosaístas, Vidrios, Metalúrgicos, Panaderos, Gráficos y Em­pleados de Comercio.

23 La Capital, 18-09-69.24 Idem.25 La Capital, 16 -09-69.26 “Otra, semana violenta” en revista P a n o r a m a , 23 -09-69. p. 6.27 La Capital, 19-09-6928 "Tosco Agustín “ La lucha debe continuar” Buenos Aires Rafael Cedeño

ed, 1975, p. 11 y 12.29 L a C apital, 19-09-6930 Esto se ve reflejado en los análisis que ambos periódicos hacen sobre

los hechos de setiembre.31 Entrevista realizada en junio de 1991. en aquel momento Aguirre era

miembro del secretariado de la CGT local.32 Declaraciones de Agustín Tosco en Roldán Iris. “Sindicato y p ro tes­

ta social en la A rgentina: un estudio de caso. El sindicato de Luz y Fuerza de C órdoba”. Amsterdam, Cedía, 1979, p.285.

E l sin d ica lism o com bativo L as luchas de la clase obrera de

V illa C on stitu ción (1974-1975)

A ndrea Andújar

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“ Un traidor no es un triunfo para nosotros, sino un hombre menos en la lucha ”

Castulo Bogado, obrero de V illa Constitución

I.Introducción

A las cuatro de la m adrugada del día 20 de m arzo de 1975, V illa Constitución se convirtió en el escenario de una fuerte represión d e s ­atada desde el gob ierno nacional. E se día los d iarios p u b licab an u n com unicado firm ado p o r la en tonces P residen te de la N ación M aría Estela M artínez de Perón , los m in istros de T rabajo R icardo O tero, de Defensa Adolfo M ario Savino, de Interior Alberto Rocam ora y de Ju s ti­cia A ntonio B én ítez , en el que se denunciaba la ex is ten c ia de un “com plot subversivo” contra el gobierno nacional, con epicentro en la ciudad de Villa C onstitución. Según el m ism o, el escenario subversivo abarcaba la zona industria l del río Paraná, entre las ciudades de R o sa ­rio y San Nicolás.

Caravanas de Ford Falcon, contro l aéreo con helicópteros, e fe c ­tivos pertenecientes a la p o lic ía fed e ra l y provincial, gendarm ería, la guardia rural “L os P u m as” (creada para la lucha an tisubversiva, con asiento en V era, P ro v in c ia de S an ta Fé), p re fec tu ra n av a l y g ru p o s parapolic ia les -e n tre e llo s vario s m iem bros de la Juven tud S in d ica l Peronista con b raza le tes d e l m in isterio de B ienestar y A cción Socia l- ocuparon la ciudad. A llan a ro n v iv iendas, detuvieron a m ilitantes, e n ­carcelando a varios trabajadores, algunos de los cuales fueron llevados en miserables condiciones a la com isaría de Rosario.

Este trabajo a n a liza , p o r un lado , cuáles fueron las causas q u e condujeron al gob ierno a to m ar ta les m edidas contra la Unión O b re ra M etalúrgica de V illa C onstitución . Teniendo en cuenta que esta c iu d ad es centro de em p lazam ien to de fáb ricas m etalúrgicas d e las cuales la más importante es sin duda A cindar y que el progreso local está e n te ra ­m ente ligado a las a lza s y b a jas de esta producción in d u stria l, e s te análisis exige considerar, a n te todo, las prácticas sociales y los n iv e le s organizativos que h ab ía d esa rro llad o a llí la clase obrera. En efecto , e l

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rum bo que tomó h historia de la zona a partir del 20 de m arzo de 1975 no fue, desde ningún punto de vista, azaroso.

D esde la perspectiva analítica aq u í escog ida , las clases so c ia ­les no son conceb das como inseparables de sus luchas. Una clase no es considerable solam en.e desde su lugar en el aparato productivo. Es un actor histórico com plejo, cuya acción está íntim am ente ligada al s is te ­m a de valores y creencias que determinan u orientan sus prácticas, con las re lac iones estab lecidas co n sus enem igos de clase, con su n iv e l o rgan iza tivo . D e a llí , su conciencia no su rge m ecánicam ente de su relación con los m edios de producción. Deriva de su experiencia en la lucha y está condicionada en buena m edida por ella. En ese sen tido , este trabajo se prepone rescatar la experiencia de lucha de los obreros d e V illa Constitución desde la percepción que poseen sus propios pro­tagonistas. Para ello, e l uso del testimonio oral es de absoluta relevancia. E llo no significa abandonar las fuentes escritas, sino dar presencia en la investigación h istórica a la visión de aquellos que construyeron la H istoria.

Los trabajadores m etalúrgicos habían generado una conducción sindical combativa que ganó las elecciones de la seccional de la U nión O brera M etalúrgica d e Villa Constitución, en noviem bre de 1974. Esto implicaba no sólo i n cuestionamiento expreso del poder de la conducción de la Unión Obrera Metalúrgica Nacional y su secretario general, Lorenzo M iguel. A la vez ello significaba que Lorenzo M iguel no podía ofrecer garantías ni ante la patronal m etalúrgica n i ante el gobierno nacional, del “disciplinam ieato” de los metalúrgicos de Villa Constitución frente a las com isiones paritarias que debían com enzar a funcionar desde el 1 de m arzo de 1975 En este sentido, la represión de m arzo habría sido imprescindible tamo para la burguesía com o para el gobierno, contando =oti la com plicidad silenciosa del secretariado nacional de la U nión Obrera M etalúrgica, a fin de in tentar volcar a su favor el conflicto de alases.

Frente a los hechos del 20 de m arzo, la reacción obrera fue la hue lga . La com isión D irectiva había s id o detenida y la m ayoría de ¿us in teg ran tes, conducidos a la cárcel de C oronda. C onsecuen te­m en te , e l local del sind icato d e la UOM había s ido in tervenido . El reclam o de los trabajadores era, por lo tanto, la liberación d e la C om isión D irectiva y la devolución del local.

In iciada c o r la loma de A cindar, la protesta se extendió hasta el 19 de m ayo. E n esta fecha, los trabajadores levantaron la m edida s in ob tener el éxito e n sus reiv ind icaciones.

H.Orígenes del conflicto

D esde su c reación , en el año 1858 y hasta la. década del 40 de este sig lo , V illa C onstitu c ió n -lo ca lizad a al su r de la p rov incia de Santa Fé-, era un cen tro de in tenso tráfico de exportación de cereales de la zona agríco la d e l sur san ta fesin o a trav és de su puerto , y de descarga del m ateria l im portado para la construcc ión del fe irocarril Bartolom é M itre. H acia 1947 A cindar -In d u stria N acional de AcerosS. A.-, em presa m etalúrgica fundada por la fam ilia Acevedo en el mes de mayo de 1942 en Rosario, decidió in sta lar su planta en V illa Consti­tución, aprovechando la infraestructura portuaria, ferroviaria y caminera de la zona. La fábrica fue inaugurada en 1951

Para esta época se instaló tam bién la em presa tex til Com pañía Industria l Lanera S. A. CILSA, fo rm ad a en I ta lia y tras lad ad a a la Argentina con el fin d e establecer una industria lanera fuera de Buenos Aires. H acia 1949 fue fundada por la f irm a Brebier la fábrica de Acei­tes V egetales, s ien d o adquirida po r la A so c iac ió n de C oopera tivas A rgentinas en 1951 2. En el mes de agosto de 195? se creó la em presa Villber S.A.C.I, industria productora de equipos d e refrigeración.

Com o consecuencia de este crecim iento , Villa se convertiría en un polo de atracción dem ográfica. La fu e rz a de trabajo de las em presas se nutrió, en prim er lugar, de la mano de ob ra desocupada corno conse­cuencia de la construcción del elevador de la Junta N acional de G ranos, donde se instalaron m étodos au tom áticos de ca rg a y descarga. En se ­gundo lugar, llegarán campesinos provenientes tanto de poblados vecinos como de las p ro v in c ias de E ntre R íos, S a n tia g o del E ste ro y C h a c o , desplazados por la cris is del secto r p rim ario d e la econom ía en la d é ­cada d e l ’30.

El siguiente cuadro 3 permitirá ap reciar el crecim iento poblacional de la ciudad:

Año Total Población R ural Población Urbana

1914 3499 1531 19681947 9183 2980 62031960 18918 4438 144801970 26050 902 2514»

Por otra pa rte , se contaba con la c e rc a n ía de los d o s m ercados potencialm ente m ás im portantes de A rg e n tin a : la c iu d a d d e R o sa­rio, a 60 km., y la de Buenos Aires, a 250 km .

En síntesis, la infraestructura p re -ex is ten te , la m ano de obra dis-

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potiibU y u n m ercado d inám ico a escasa distancia, convertían a Villa C onstipación en una zona atractiva para e l em plazam iento industrial. A esto >e debe agregar la po lítica de fom ento industrial im pleinentada p o r e l gobierno peronista, que generó un m arco propicio par» la concu­r r í tic ia de capitales a la zona.

El crecim iento in d u stria l de la zan a puede ser apreciado clara­m ente si se toma en cuenta el cambio en la com posición del Producto B ra to d b l Departam ento de V illa C onstituc ión4:

A io A portes del sector Aportes del sector A portes del sector prim ario (% ) secundario (%) terciario (% )

1917 89 1.5 9.51950 64.9 23 1111973 44 39.2 l«.g

E ntre estas nuevas industrias, la más pujante es Acindar. En sus o rígenes, A cindar tuvo lazos co n la em presa norteam ericana Republic S teel Co., que partic ipó con e l 10% d é la s acciones, aportando servi­cios té c i ic o s y asesoram iento. .En pocos años, com enzaría su proceso d e concentración y centralización productiva. Así, en 1961 llevó ade- la r te , conjuntam ente con una em presa alemana del g rupo Tnyssen, la c rsa c ió r de M arathón A rgen tina de Aceros Finos y Especiales S. A., s ien d o propietaria de l 50% de las acciones. F inalm ente, en 1971 com­pro las acciones alem anas. M arathón dejá de funcionar definitivam ente e n 1981 al a lr irse la nueva p lan ta “ La In tegra l” (com enzada a cons­tru irse e i 1978), propiedad tam bién de A cindar. A su vez, fcrm ó parte de la em presa AC1NFER S.A. (creada en 1955) productora ce bloques de au tcnotores. Posteriorm ente esta empresa fue vendida a Ford, trans- fo rm á r tb se en M etcon, que p roveerá p iezas autom otrices aC hrysler, F ia t, P o d y Dodge. Por o tra parte , A cindar es dueña d e \c in p la s t ( in iu s tr i i productora de caños plásticos), participando en A m e ta l (lue­g o vendida a una em presa estadounidense), Artac (que se fusionó con A cn d a r ai 1956), SO M ISA y Laminfer S.A..

N.esta larga lista se debe agregar la absorción de COIsARCO, y e n 1981, la fusión con E stab lecim ien tos M etalúrgicos Santa Rosa S. A ., G u m e n d i S. A. y Genaro G rasso S. A., que conform aban el grupo presidido por el em presario M anuel G unrend i. Tam bién tiene partici­pación s i el Banco Santafesino de Inversión y Desarrollo, observándose a s í la inerre lación entre el cap ita l industrial y el financiero

Este fabuloso crecim ien to estuvo relacionado a la participación

directa d e algunos de los in tegrantes del d irec to rio de Acindar en los distintos gobiem us nacionales. El ngeniero Arturo Acevedo fue M inis­tro de Ob*as Públicas de Frondizi. Desde allí in stn in siitó el plan Larkin, d e redim ensionam iento ferrov iario , pudiendo cc tnp rar como chatarra para Acindar ■v par m u y baje costc , varias toneladas de vías levantadas. Siendo M inistro Je Economía del gobierno de O ngarfa Adalbert Krieger V assena, ;1 gerente financiero de la. em presa o cu p ó el cargo de Subse­cretario de H acienda, ccn lo cual cbiuvo un créditD «|ue salvó a Acindar d e la qu iebra . Jcsé A lfred o M a r t’oez de H oz, p 'e í id e n te de A cindar durante 1973, 1974 y 1975, llegó al m inisterio de Economía de la mano d e la dictadura m ilitar iniciada en 1976. E ste car^o le perm itió obtener c réd ito s y avale* para so lic itar fín an c iam ien to internacional para la construcc .ón de a p lañ ía “ Integral” .

E l nroceso in d u str ia liz ad o : de la zona tra jo aparejado , conse­cuentem ente, la io im ación de una c ase obrera cuya colum na vertebral la constitu irán lr>s trab a jad o res m e ta lú rg ico s. H asta el m om ento en que se e rrp ezó a c o n s tru ir A cindar, los sec to res ob reros m ás conso ­lidados e n n los ^ue pertenecían a los grem ios fe iro /ia rio s y portuario, e n tre los :ua les a p rincip ios del siglo XX e je rc ía una vasta in flu en ­c ia el m ovim iem o anarqu ista .

E n 195 2 S3 creó la seccionel de V illa Constitución de la Unión O brera M eta lú rg ica (en adelan te-U O M ), d e ja n d o d e depender de la seccional Rosario al haber sobrepasado la c a n tid id d e afiliados reque­rid a por los estatu tos grem iales par» co n stitu irse e i seccional. E n ese m om en to c o n ta ta con 500 a filia d o s , todos e llo s je r te n e c ie n te s a la em presa Acindar. R oberto N artayo fue su secretario general desde esa fecha hast» el iño 1967.

L as d iferencias <te tipo s in d ica l en tre la U O M -V illa C o n stitu ­c ió n y la U O M -ia c io n íl que en lo s años 1974 y 1>75 a lcanzarían su m áxim a expresión, aparecieron y a claram ente durante e l año 1967. En e se m om ento , R oberto N artayo y la C om isión D irectiva en p leno re ­n unciarían a su s cargos puesto q u e la sec re ta ría n íc io n a l de la UOM “ [...] chocaba c o itra principios nuestros. Todo le qae se recaudaba en V illa C onstituc ión era depositado d irec tam en te en el banco y de allí pasaba a B uenos A ire s E n 1967 con tábam os c c n 4.000 afiliad o s y ten iam os nquietudes lógicas: co n stru ir un sanato rio , poseer un cam ­p ing , teñe: o b ra sy beneficios acordes con la seccLcnal. No estábam os d e acuerdo con l t centralización d i os fondos e n B ien o s Aires porque lim itab a ru e s tra s a sp irac io n es. U no ten ía que ta c e r m alavares para q u e le m aidem dinero p a ra las necesidades más minimas. Por lo cual resolvim os irn o s to d o s . La Com isión D irectiva renunció, quedando la

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seccional acéfala. P o r eso v ino el prim er interventor, Perelm a* 6.Este in terventor convocará a elecciones que se llevarán a cabo

en el año 1968. En ellas triunfo la lista encabezada por Ricardo Gómez que respondía a la d irección nacional del g rem io . Un año i r ás tarde,1969 el sec re ta rio genera l de la U O M -V illa C o nstituc ión no había obtenido aún ninguna reivindicación im portante para los obreros m eta­lú rg icos7. Pero el añ o 1969 no pasó en vano, si es ju s to u tiliza r esta denom inación, para los obreros argentinos. El “C ordobazo” significó u n punto de in flex ió n en la h isto ria de la lucha de la clase obrera. Punte de inflexión en tanto logró por un lado y a través de la movilización popular, m arcar el com ienzo Ael fin del régim en dictatorial ie l G ene­ral jLan C allos O nganía y lo cue es más im portante aún, descalabrar el p roy ;c to económ ico de A dalbert K rieger V assena. Con ello la clase obrera vo lv ió a poner en evidencia las d ificu ltades que tiene la clase dom inante argentina para construir una hegem onía perdurable sobre la sociedad evitando apelar al uso del aparato represivo del Estado. Esto es sum am ente válido si se tom a en cuenta que el régim en de Onganía suponía casi logrado su objetivo de destruir o debilitar al movimiento obrero organizado8. Por otro lido, el “Cordobazo” cuestionó el liderazgo sindical “ institucionalizado” , quebrando los canales organizativos exis­tentes.

L a v ida g rem ial de V .lla C onstitución no estuvo ajena a este proceso . En ese añ o surgió entre los trabajadores m etalúrgicos “ [...] una corriente com bativa, u n a corriente nueva dentro del sindicato, que es d í oposición a la burocracia y que recogiendo las experiencias de lucha de otros lugares com o Córdoba [...] va apareciendo con intención de ocupar un lugar dentro d ; la activ idad grem ial [...]” 9. E sta lista p re tín d ía presentarse a elecciones en m arzo de 1970. Pero sufrió una severa derrota cuando, com o consecuencia de una huelga producida en la p 'an ta de A cindar, la mayoría de los delegados fueron echados de la fábrica. De alguna m anera, la em presa dejaba claro con e]lo que no estaba d ispuesta a tra tar los problem as sind icales con gente que no respondiera a la conducciónburocrática . Por otra parte, la burocracia tam poco estaba d ispuesta a permitir que algún sector pudiera hacerle sorr.bra en la conducción siad ical y com o en tantas otras ocasiones, term inó aliada a la patronal.

S egún el testim onio Je A lberto P iccin in i, “ [...] como esta co­rriente estaba conform ada por compañeros de la comisión interna del cuerpo de delgados de Acincar, para impedirlo se provocó un conflicto q u e llevó a m edidas de fueiza y hubo un despido de 16 compañeros. Com o consecuencia de estos despidos se inició una huelga que es le­

vantada en los últim os días de diciem bre de 1969 [...]. La fábrica sigue m anteniendo los despidos aunque reincorporaba a algunos compañeros, pero los principales seguían estando despedidos. Por lo tanto se origina una nueva huelga q u e em pieza en febrero y term ina en m arzo ie l 70. Esa huelga dura 23 días y concluye con la indem nización de 7 com pa­ñeros de esa corriente [...]” l0.

La s itu ac ió n de los desped idos de esta huelga no quedó muy clara para algunos trabajadores a l no saber si aquellos habían m anteni­do una conducta ética ante la presión de la empresa:

“-P regun ta : A m í me hab ían con tado que en el '7 0 se había organizado una corriente interna para lograr una com isión interna dife­rente a la de entonces. Se hace un conflicto, a la gente la echan y luego los que quedan em piezan a ver o tra vez la cosa. Surge el M ovim iento de Renovación Sindical...

-Respuesta: C laro. Pero no es así, no es tan que la echan, es más que se van. Se van por el d inero que les o frec ió la em presa en ese m om ento a ellos. [...] E llos se fueron por la p lata, no se fueron porque la empresa los echó . Los querían sacar del m ed io , s í, porque e ra una tendencia que a la em presa no le convenía. Pero los com praron y rom ­p ieron el m ovim ien to . Al saca rse a to d a esa g en te de en c im a , el movimiento que se estaba creando desapareció.

-Pregunta: ¿Y el m ovim iento sobre qué estaba basado?-Respuesta: E s la misma línea más o m enos que después siguió

Piccinini [...]” ll.Esta situación provocó un cierto descreim iento de la gente sobre

la posib ilidad de ten e r una o rgan ización s ind ica l independ ien te , descreim iento que condicionará el proceso de resurg im iento de la co­rriente combativa:

“-Pregunta: ¿Y usted notó en algún m om ento si en la gente , en el obrero de V illa, repercutió e l “C ordobazo” , lo que fue la experien­cia de S itrac-Sitram en Córdoba, lo que era Luz y Fuerza de Córdoba, e l Gringo Tosco?

-R espuesta: Sí, repercu tió en el m om ento , en el ap o g ea de la lucha que teníamos nosotros. Pero antes no se conocía m uy bien, porque el obrero no era un hom bre de interesarse po r las cosas grem iales. Prác­ticam ente las em pezó a conocer cuando se in ic ia todo este proceso , pero si no, el obrero a lo m ejor no leía ni el diario. No se inform aba de nada.

-P regunta: ¿U sted cuando dice “se in icia e s te p ro ceso ” está hablando del ’74, ’75?

-R espuesta. Sí. Inclusive nosotros venim os de una m ala expe-

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ciencia en el ’71. H ay un problem a sindical donde la ponen a [a quienes peleaban por] la com isión d irectiva entre la espada y la pared . Le di­cen: “o se van de la fábrica, renuncian , o van p re so s” . Y op tan por Irse. Le dan 6 millones de pesos de aquel entonces a cada uno de los 6 Integrantes de la com isión. Entonces la gente queda hecha trizas. No eree m ás en los sind ica listas para nada. Porque fue una en trega to tal eso. Por no ir presos, agarran los 6 millones de pesos y renuncian todos.

-Pregunta: ¿Y eso para la gente fue una traición?.-Respuesta: Fue terrible. No se podía hablar de un grem ialista

ahí dentro de fábrica porque... . Entonces desde el año ’71 se empieza a trabajar. D espacito , muy despacito , para llegar a las elecciones a ga­narle ... Ya desde en tonces em pieza la in te rvenc ión en el s ind ica to , cuando se van estos muchachos. De a poquito se va ganando la confian­za, y la confianza s e va ganando a ra íz de las conquistas que se van haciendo, trabajando bien dentro de planta. Se va ganando la confianza de la gente y se va agrandando la figura de [Piccinini]. Porque hasta las elecciones como secretario general, Piccinini no era muy conocido [,..]”12.

No se ha podido rescatar el testim onio de ninguno de los traba- j adores despedidos po r la em presa en aquella época. Por lo tan to , no hemos tenido la ocasión de confirm ar o invalidar lo dicho por los infor­m antes sobre el tem a. Pero creem os que lo más im portante a rescatar de estos testim onios es que la sensación de la gente ante lo sucedido fae de im potencia y fracaso. E llo condicionó el desarrollo de la nueva corriente de oposición del sindicato.

Luego de este episodio, el sindicato volvió a ser intervenido. El nuevo in terven to r sería O svaldo Trejo, hom bre de confianza de José Rucci y Lorenzo M iguel. Sin embargo, casi clandestinamente, un grupo de activistas -entre ellos, A lberto Piccinini-, continuó trabajando con m iras a v o lv e r a co n stitu ir una corrien te que perm itie ra d isp u ta r la conducción en principio de la Com isión Interna y del Cuerpo de Dele­gados de A cindar, para volcarse luego al sindicato. Así nació entre los años 1971 y 1972 el “M ovim iento de R ecuperación S indical” , cuyos integrantes eran de extracción política de izquierda, independientes y peronistas com bativos 13. En enero de 1973, levantando como reivindi­caciones o rganizativas la dem ocracia, la am plitud , la independencia del sind ica to de los partidos po lítico s , de la p a trona l, del E stado y credos religiosos 14, esta agrupación obtuvo el triunfo en las elecciones del Cuerpo de Delegados y de la Comisión Interna de Acindar. Por otra parte, durante ese año se abrían nuevas perspectivas no sólo ya para Villa Constitución sino para todo el país.

En efecto, el año 1973 fue de sum a im portancia para la realidad

po lítica argentina. En p rim er lugar, la d ic tadu ra m ilita r in ic iada en jun io de 1966 fue desalojada del gobierno. En segundo lugar, a diferen­cia de lo ocurrido con los gobiernos posteriores al golpe de 1955 (fueran d ictatoriales o constituc ionales), la finalización de esta d ictadura fue seguida por el retorno del peronism o a la Casa Rosada. La fórm ula de Frente Justicialista de L iberación (FREJU LI) encabezada por H éctor Cámpora y el conservador popular Vicente Solano Lima, obtuvo el triunfo en las elecciones generales del 11 marzo de 1973, con el 49.5% de los votos. Pese al anuncio del presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse sobre la incorporación de c láusu las p rov isionales en la C onstitución que condicionaban el proceso electoral I5, las Fuerzas Arm adas tuvie­ron que reconocer la victoria peronista.

Sin em bargo este re tom o fue producto de un doble juego cuyas contradicciones se expresarían claramente durante el período 1973-1976. Por un lado fue el logro de la lucha in iciada por el m ovim iento obrero desde la p roscripción po lítica su frida a partir del derrocam ien to del gobierno peron ista en 1955. Pero por el o tro , la rad ica lizac ió n de la clase obrera durante los prim eros años de la década del ’70, a lo cual se agregaba el surgim iento de la lucha arm ada, condujeron a la burguesía a ver que, pese a sus diferencias con Perón, su regreso era la salida más viable para intentar ev itar que estas fuerzas sociales pudieran articular un m ovim iento social en torno a la bandera de “la patria socialista” .

En el seno del p e ro n ism o , las d is id en c ia s entre la ju v en tu d radicalizada y la guerrilla peronista, po r u n lado, y los sectores trad i­cionales del m ovim iento, por el otro, com enzarían a ser visibles durante el interregno cam porista. Así, la presión popular obligaba a Cám pora y a su m inistro del In te rio r E steban Righi a firm ar la am nistía de todos los presos políticos, incluyendo a aquellos que form aban parte de orga­nizaciones a r t<adas. Contradictoriamente, la Juventud Peronista coreaba “Cám pora leal, socialism o nacional” m ientras José G elbard era nom ­brado m in istro de E conom ía y ponía en m archa un p rog ram a de concertación económ ica y so c ia l que tend ía a d isc ip lin ar el conflicto entre capital y trabajo.

E l “plan G e lb a rd ” , p resen tad o com o u n a o p c ió n al cap ita l m onopólico internacional, tuvo com o elem ento basal el “Acta de Com ­prom iso Nacional” del 30 de m ayo de 1973. Este Pacto Social, firm ado en jun io de 1973 por la C onfederación G eneral E conóm ica (CGE) y la Confederación G eneral del T rabajo (CGT) y hom ologado por el gobier­no, otorgó un aumento salarial para todos los trabajadores y congeló los salarios hasta el próxim o a ju ste , que supuestam ente se haría en 1975.

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Esto sería acom pañado por un congelam iento de precios en los artícu ­los de consumo de primera necesidad.

Las m edidas reform istas que este plan propugnaba in tentaban reordenar la sociedad y no subvertirla . Sin em bargo, el clim a político de esta época les confería un tono m ás am enazante del que en realidad poseían. La nacionalización de los depósitos bancarios, el control del com ercio ex te rio r, la nueva ley de inversiones ex tran jeras y el anteproyecto de ley agraria consistente en la splicación de un im pues­to a la renta norm al potencial de la tierra -qu* nunca fue aprobado- y otras m edidas, si bien fueron im portantes, no im plicaron ni un ataque frontal a las em presas extranjeras ni una afectación real de la propie­dad agraria.

Ante el retom o al país del Perón el 20 de=junio de 1973, Cámpora y Solano Lima presentaron sus respectivas rem ncias al Congreso de la Nación. El presidente de la Cámara de Diputados y yerno del m inistro de B ienestar Social José López Rega, Raúl Lastiri, fue nom brado p re­sidente provisional. Perón surgía com o el conductor indiscutido y al proclam arse su candidatura, la derecha peronista levantó la de Isabel Perón para vicepresidente. A su vez, la izquierda peron ista presionó para la candidatura de Cám pora a la vicepresi-iencia. Pero la nom ina­ción de la fórm ula Perón-Perón el 2 de agosto en el C ongreso y la destitución de Juan M anuel Abal M edina com o secretario general del m ovimiento peronista, eran elem entos indicativos de que en la disputa entre la “patria peronista” y la “patria m ontonera y socialista”, Perón tomaba final y claramente partido por la primera.

La CGT se convirtió en el eje de la cam uaña electoral de Perón y su secretario general, José Rucci, proclamó a necesidad de llevar a cabo “[...] una purificación ideológica contra la infiltración [...)” en el movimiento peronista 16. La fórmula Perón-Percn obtuvo la victoria con el 62% de los votos.

Pero el país al que Perón pretendía reorcenar, distaba mucho de ser aquel que había posibilitado su triunfo en L946. No contaba con el apoyo de las Fuerzas Armadas (que habían constituido parte del bloque de poder del p rim er gobierno peronista). A s in ism o tam poco ejercía sobre el m ovim iento sindical un grado de cont_-ol com parable al de la prim era etapa. D urante los 18 años de la “R esistencia peron ista”, el movimiento obrero organizado no sólo había logrado sobrevivir convir­tiéndose en el referen te más im portante de la R esistencia, sino que además se había fortalecido llegando incluso durante la década del ’60 a plantearse un “peronismo sin Perón” 17. En tercer lugar habían apare­cido nuevos actores políticos, demandas distintas, formas organizativas

y de lucha antiautoritarias y antiburocráticas em ergidas ante las estra­tegias de desarro lo de la 'cécada del ’60.

En este m arco se s ituó la aparic ión del “Program a de R econs­trucción y Liberación Nacional” de Perón y Gelbard, cuyos lincamientos centrales aparecieron en E l Plan T rienal 1974-1977. Si bien n o se ana­lizará detalladam ente aquí este plan, es necesario marcar que el mismo se “ [...] propone que el dinam ism o de la econom ía se vaya trasladando de los m onopolios extranjeros [...] hacia e l conjunto del sec to r privado nacional, el Estado y los em presarios nacionales [...]” 18· Es decir, su objetivo era constru ir una burguesía nacional que desplazara a las em ­presas m ultinacionales de su lugar preponderante. Pero a diferencia del prim er gob ierno peron ista , el p lan T riena l no concebía la am pliación del m ercado interno vía una m ejor redistribución de los ingreses, com o el p rincipal factor de acum ulación de la burguesía . G elb ard contaba para garan tizar ina acu rru lac ió n sosten ida con el aum ento de las ex ­portaciones de m anufacturas, in ten tando conquistar nuevos m ercados (principalm ente los países so c ia listas), y con la inversión pública. En síntesis, todo es:o exigía m antener e l Pacto Social y obtener, sim ultá­neam ente, recursos adicionales de financiación . P ara la existencia del Pacto Social er£ preciso garan tizar una férrea estructura sind ical que pudiera controlar las presiones de las bases obreras. Villa Constitución sería una claro ejem plo de que esto no sería sencillo de lograr.

III. El “Villczo” de marzo de 1974

P ara el tñ o 1974, V illa C o n stitu c ió n era una de las p o cas seccionales de l i UOM ene aún no había sido norm alizada 19. En enere de 1974, la UOM nacional publicaba una solicitada convocando a e lec­ciones “ [...] en «1 grem io m etalúrgico en el ám bito nacional para elegir com isione? uL 'ectivas secc iona les y delegados al co leg io e lec to ra l a partir del día 4 d 9 de m trzo de 1974 inclusive [...]” 20·

Ante es t í oportunidad, la agrupación “7 de septiem bre-M arrón de V illa C onstiiución com enzó a prepararse. E sta agrupación se gestó cuando el M ov m iento c e R ecu p eració n S in d ica l, luego d e ganar las elecciones del Cuerpo de Delegados y la C om isión Interna de Acindar, decidió extender su activ idad hacia e l resto d e los trab a jad o res m eta­lúrgicos de la zona. M o lif ic ó las p rác ticas g rem ia les ta n to en lo que refiere a la de tección de los p rob lem as lab o ra les com o a l a fo rm a de defender las re i/ind icaciunes obreras:

“Pregum a: ¿A p a rtir d e l su rg im ien to d e la lista M arió n , usted notó que la o rgtn ización dentro de fábrica fue m ejorando?

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R espuesta: S í, por supuesto. Era m ás participativo en cuanto a las bases, porque se trabajaba con las bases. En todo m om ento se con­su ltaba con las bases, ya sea por una asam blea o po r el cuerpo de delegados. Se venía trabajando muy bien. Se estaban conquistando un m ontón de cosas q u e habían llevado años de lucha y que no se había logrado nada.

P.: ¿Cuáles eran las reivindicaciones que se habían planteado?R.: [...] Una am bulancia, policlínico, prim eros auxilios, porque

jlo teníamos nada. Esa era u n a de las tantas cosas. Después reivindica­ciones laborales, pero había miles!!. El ruido que nosotros estábamos..., ya le teníam os prácticam ente ganado, una m olestia acá en clavos. Ha- l ía 120, 125 decibeles. Lo permitido era 80, no sé si llegaba a 80. Pero superábam os por am plios m árgenes e l ru ido que era perm itido. Y ya l a b íi ven ido el M inisterio de Trabajo, había fallado a favor nuestro. Estaban buscar-do cómo m atar ese ruido dentro de la sección, tapando las máquinas con capuchones, nos daban aparatos para los oídos, proba­ron tres, cuatro aparatos diferentes, e iban a recubrir las paredes de los galpones. Y eso a ra íz de la lucha que se inicia con la M arrón..., se van conquistando tod as esas cosas. El problem a de p roducción , de insalubridad... Inclusive habíamos conseguido la seis horas de trabajo, que la fábrica lio nos las dio pero que ya estaban prácticamente aproba­das por el M inisterio de Trabajo, había fallado a favor nuestro. Había muchas cosas que a la fábrica se le venían encim a, muchas conquistas que se fueron dando. A raíz i e esta un idad de la gente, al tener la ju e r ia , se entraba a conquistar, Se trabajaba muy bien. En ese sentido, realmente se trabajaba muy bien. Era todo positivo. Y a la fábrica se le ten ían un montón de problemas encima [...]” 2‘.

Sin embargo, los problem as no sólo se le “venían encim a” a la iábrica, sino tam bién a la in tervención del sindicato. Varios eran los cuestionamientos que los metalúrgicos de Villa Constitución hacían al secretariado nacional de la UOM. Uno de ellos era la carencia de una cobertura social acorde con lo s aportes sindicales. Según el inform e ie l Comité de Lucha, adem ás de las condiciones de trabajo y salaria­les, “ [..·] hay que agregar el grave problem a de la fa lta de servicios sociales, particularm ente en lo que hace a la asistencia m édica y me­dicinal, pues a pesar de que la dirección nacional de la UOM se lleva de Tilla Constitución 80 millones de pesos por m es (por cuota sindical y le / 18.610), sólo devuelve una ínfima parte que no alcanza para cu- brirn i las menores necesidades [...]” 22.

Por otra parte, ante los reclamos de aumento salarial, el gobier­no peronista establecía lím ites concretos al subordinar la atención de

esos reclam os al Pacto Social. Era evidente y ju s to que los trabajado­res que habían luchado durante 18 años para el re tom o del “gobitm o popular” , no aceptaran la prom esa de que se aum entaría “ [...] paulati­nam ente la partic ipación del sector laboral en el ingreso nacional del 36% en que se da actualm ente, al 47% que correspondió en 1955 [...] a razón de tres puntos por año [...]” . 23. En consecuencia, los conflictos laborales com enzaban a vulnerar la subsistencia del Pacto 24.

F ren te a esta s ituación , la so lución que in ten taría el gobierno vendría de la m ano de lograr una m ayor verticalización y cen tra liza­ción del m ovim iento obrero organizado. L a herram ienta hallada fue la sanción de la ley de Asociaciones Profesionales en noviem bre de 1 ?73. A través de ella se re fo rzab a el poder de la burocracia s in d ica l y se acentuaba la centralización de la estructura grem ial. Extendía de dos a cuatro años la duración de los cargos electivos; fijaba como norm a que los sindicatos centrales estaban facultados para in tervenir a los loca­les , ten iendo tam b ién el d e rech o de rev isa r las decisiones de las com isiones de fábrica , sin derecho a apelación; la s com isiones direc­tivas de las secc io n a les p o d ían hacer ca d u c a r lo s m an d ato s de los delegados y las com isiones in te rn as25.

L as d ife ren c ias con la UOM N acional e ra n defin idas por los trabajadores de la siguiente m anera:

“ [...] Estaba tam bién lo que era la parte po lítica del conflicto. L a parte po lítica del conflic to es dos s in d ica to s siem pre gobernados, d irig idos m ejor d ic h o por la d irig en c ia p e ro n is ta . C om o acá siem ­pre hubo choques y una gran op o sic ió n , e ra uno de los lu g ares más relegados. De acá sa lía m u ch o d inero p ara B u en o s A ires, por las recaudaciones que hab ía p o r la can tid ad de g en te que trab a jab a acá e n esa época en la in d u stria m e ta lú rg ica . Y de e so acá no volvía nada, pero no v o lv ía p o r el an tagon ism o que h a b ía con la zona.

Pregunta: ¿La gente, qué le cuestionaba a la central?R espuesta: E ra el se rv ic io social. A parte d e lo que era la obra

social, que estaba por el piso, no había una respuesta hacia los compañeros en lo que era la p a rte g rem ial tam poco. N o se puede ser d irigen te y gobierno porque es un choque. U no no puede defender a la gen te siendo gobierno cuando la gente es la que le reclam a al gobierno m ejoras.

P.: ¿La gente id en tificab a a L orenzo M igue l com o u n tipo del gobierno?

R.: Sí.P.: ¿No era solam ente una identificación de los activistas?R.:. No, no. D igam os que en B uenos A ires, los grem ios estaban

todos, a lo m ejor no todos p e ro digam os que un 90% , d irig idos por el

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justic ia lism o, p o r el peronism o. Y todas las luchas que se produjeron fueron en contra de esa política, porque centralizaban todo en Buenos A ires [...]” 26.

La p resió n que los trabajadores de V illa C onstitución venían ejerciendo para ob tener la norm alización del sindicato y la posibilidad cue tenía la L ista M arrón de presentar una lucha efectiva por la con- cucción de la seccional, condujo a la in tervención a no convocar al Congreso de Delegados que debía elegir la Junta Electoral para contro­lar las e lecciones. En efecto, es te C ongreso de D elegados debía ser convocado para el 25 de enero de 1974. Se requería para ello la renova­ción del cuerpo de delegados y las comisiones internas de fábrica. Pero *[...] elegidos 14 delegados, uno só lo ganado por la burocracia, la inter­vención suspende las elecciones en el resto de las secciones. Com o consecuencia, el Congreso no es convocado por el in terven to r T rejo [...]’

Entre 250 y 280 obreros de Acindar, Marathón, M etcon, V illber, Indape y otros talleres chicos de la zona, acudieron a una asam blea el 16 de enero convocada por la lista M arrón, para ex ig irle a T rejo que cum pliera con las disposiciones d e la U O M . B uscando “en fria r” la situación Lorenzo M iguel decidió reem plazar a Trejo po r dos nuevos interventores: Jorge Fernández y Lorenzo Oddone.

Según publicara El Descamisado en marzo de 1974, Oddone ha- l ía comenzado su carrera siendo delegado de Siam -Perdriel. En 1965 fue designado colaborador de la UOM -Seccional Capital. Transcurrido vn tiem po, fue procesado por in tentar chantajear a los dueños de un taller de chapa y pintura (dueños tam bién de la Com pañía de Seguros Cumbre, que aseguraba los vehículos del grem io m etalúrgico). Com o consecuencia, fue expulsado del gremio. Pero posteriorm ente volvió a ser designado como colaborador de la UOM , esta vez en el Secretaria- co Nacional. Luego de cumplir funciones como delegado del Secretariado en las paritarias de Fiat Caseros, fue nombrado interventor en Acindar, jin to con Fernández28.

Ya en sus cargos, ambos interventores asistieron a la planta de Acindar y expulsaron a cuatro m iem bros de la com isión interna y a siete delegados, acusándolos de agresión verbal y física. U n volante de li Lista M arrón aparecido el 9 de m arzo, explicó lo ocurrido: “Anoche, a las 22:30 hs. se hizo un reportaje en la em isora de San N icolás a Fernández, el nuevo interventor de la seccional de V illa Constitución ce la UOM. Hizo declaraciones injuriosas y falsas. Según dijo, el día 7 cel corriente habían concurrido a la planta de Acindar para ‘interiorizarse ce los problemas y hablar con los com pañeros de fábrica’, cuando un

grupo de unos 15 compañeros los había provocado e insultado. A raíz de eso, ellos expulsaron del grem io a 11 com pañeros, que son os que por m edio de prepotencias obligaron al paro de ACINDAR.

Estas declaraciones son com pletam ente falsas. Los hechos ocu­rrieron así:

1) C uando el nuevo in terven to r concurrió a la fábrica , lo hizo acom pañado p o r un cam ero del ’70, rufián y m atón de la intervención actual.

2) D esconoció la je rarqu ía de la C om isión Interna dentro de la fábrica ya que debió so licitar su presencia y com pañía pare conversar con los compañeros.

3) El repudio no fue de un grupito de 15 com pañeros sino que fue de la mayoría y quienes lo insultaron tam poco fueron 15 sino entre 70 a 80. O currió que se hizo presente la C om isión Interna a p ec ir exp lica­c iones a Fernández y al ru fián R anure acerca de su v is i ta sin p rev io aviso. Estos quisieron prepear a los com pañeros de la Com isión Interna y entonces 70 a 80 com pañeros salieron a defender a la Comisión In ter­na y a insultar a los intrusos [...]”29.

Ante la recepción de los telegram as de expulsión d e l grem io de los once com pañeros, se rea liza ro n varias asam bleas en A cindar. La p rim era de e llas, según testim on io de A lberto P iccin in i 30 se lle v ó a cabo el día 8 de m arzo a las 14 h s ., reu n ien d o a trabajadores de dos tu rn o s. Una nueva asam blea ese m ism o d ía , a la q u e asis tie ro n lps obreros de los tre s tu m o s, d ec id iría la tom a de fáb rica , o rgan izar la defensa del paro, la organización de los piquetes de huelga, los víveres y la salida de los com pañeros para inform ar al resto de lo s trabajado­res. Ese mismo día, una asam blea de los obreros de M arathón se uniría a los de A cindar d ispon iendo el paro y la ocupación de l í fá b ric a , y resolviendo “ [...] expulsar a la C om isión In terna y elegir otros com pa­ñeros como representantes [...]” 31.

Las exigencias de los huelguistas eran claras: restitución de d e ­legados expulsados, el reconocim iento de la nueva interna de M arathón, pago de jo rn a les caídos y no ap licac ión de m ed idas d e represa lia p o r parte de la patronal de las respectivas em presas, destitución de Fernández y O ddone, nom bram iento de una com isión no rm alizadora y e stab lec i­m iento de fechas para las elecciones de la se c c io n a l3Z.

El día 9 de m arzo, la p a tro n a l, las a u to rid ad es m u n ic ip a le s y policiales de V illa C onstitución aceptaron las p ropuestas de los trab a­jad o re s . En co n secu en c ia , los tra b a ja d o res re to rn a ro n a l trabajo en M arathón y A cindar. S in em bargo , en una en trev is ta rea lizada e n el local de la UOM de Villa C onstitución el lunes 11 de marzc* Fernández

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y Oddone respondieron que ellos eran “ [...] los ún icos norm alizadores, que no recib irían presiones de nadie y que ellos ten ían m andato para llam ar a e lecciones cuando lo consideraran n ecesario” 33. Publicaron adem ás un com unicado en el cual expresaban que la m edida tom ada contra la Comisión Interna de Acindar “[...] es por su actitud divisionista y [...] por su prédica contra los principios que sustentam os la m ayoría de los trabajadores m etalúrgicos en apoyo al gobierno nacional y popu­lar que tan dignam ente ejerce el Teniente General Juan Domingo Perón; en contra del P acto Social y las d irec tiv as de traba ja r en paz y en arm onía para lo g rar superar los p rob lem as heredados en p ro de una patria ju s ta , libre y soberana agregando que ésta fue una medidaejem plificadora 34.

Nuevamente en asamblea, los trabajadores de Acindar y Marathón decidieron volver a tom ar las respectivas fábricas. E l diario La Nación inform aba del estab lec im ien to de una fu e rte custod ia po lic ia l en las puertas de las fábricas tom adas, llegando incluso refuerzos de Rosario. Es interesante hacer no tar que este diario consignaba tam bién que “el sector adverso a la intervención parece ten e r el a v a l de la m ayoría de los trabajadores”35.

A l día siguiente com enzaban Los prim eros paros de solidaridad. Los trabajadores de V illber, Y arassi y otros ta lleres m etalúrgicos ch i­cos, los trab a jad o res tex tiles de CILSA , los de la Junta N acional de Granos, aceiteros , los portuarios, los transportistas, telefónicos, banca- rios, m aestros, m unicipales, del grem io de la alim entación y la carne, los com erciantes locales, se p legarían al m ovim iento de los m etalúr­gicos. Las mujeres form aron comisiones de piquetes de huelga y centros para acum ular v ív eres y donaciones p ara el fo n d o de huelga de los obreros en lucha.

En M etcon, los obreros que se re in tegraban de las vacaciones, com enzaron una h u e lg a de b razos ca íd o s ya q u e la p resencia de G endarm ería im pedía tom ar la fábrica . A dem ás, un volan te firm ado por las “Bases de M etcon” y titulado “A cción contra los traidores de la clase obrera. C ruz y Cara de la Lucha”, consignaba que m ientras se realizaba el paro en A cindar y M arathón contra la intervención de la UOM, “la Com isión Interna de M etcon consultó a los burócratas inter­ventores O ddone y Fernández para efec tu ar o n o el paro de fábrica, cuando el cuerpo de delegados presionó a la in terna a que se definiera sobre el conflicto pues de no ser así el paro lo resolvería el cuerpo de delgados [...]. La C om isión Interna de M etcon intentó viajar a Buenos Aires ante una c itac ión enviada a dicha com isión desde la central del g rem io, tra tando de co rta rse so la an te e l llam ad o de la burocracia;

dándoles a s í pasto a las fieras en contra d e l m ovim iento obrero [...]” . Y term ina diciendo: “Com pañeros, en la dem ostración de estos hechos y algunos pasados por alto , ya la rea lidad nos d ice que no queda lugar para las indefin iciones: se está por los in tereses de la clase obrera; o por intereses de los patrones y los burócratas”36.

La Unión Ferroviaria-Seccional V illa Constitución también emitía un volante en el cu a l explicaba las causas de su adhesión a la huelga m etalúrgica. Es im portante transcribir algunos párrafos de dicho com u­nicado ya que al igual que las m anifestaciones de los obreros d e Metcon, Acindar y M arathón, serán de suma im portancia en el m om ento de ana­liza r el n iv e l de co n c ien c ia expresado en las p rác ticas y form as organizativas de los trabajadores de Villa Constitución: “P ara los ene­m igos de los trabajadores, las grandes patronales, el patrón-E stado, el aparato represivo, e tc , todo tipo de lucha grem ial es inoportuna y los ca lificativos d ifieren según las épocas, pero el sign ificado es el m is­mo: tratar de desm oralizar y , por sobre todo, D IV ID IR . P ero cuando ocurre u n a lucha e jem plar de unidad y com bativ idad com o la de los m etalúrgicos v illenses, se produce una reacción h istérica de tales inte­reses enemigos de la clase trabajadora que no se detiene en la calumnia, intim idación, la agresión física y m aterial, etc., m ás aún com o en este caso que concitó una gran solidaridad del resto de los trabajadores y de otros sectores sociales de la población. E l grem io ferroviario aportó su apoyo decidido en una numerosa asam blea general, porque entendió que de alguna manera es parte tam bién de u n a lucha igual contra su propia burocracia sindical [...] que no resuelve n i concreta ninguna aspiración. Solamente se ocupan de una sorda, despiadada e inocua porfía sin prin­cipios p a ra ganar posiciones en la lucha por el poder contra ‘ la patria m etalúrgica” de Lorenzo M iguel, O tero, Cuello, etc. [...] L os m om en­tos em piezan a se r d ec isivos en la lucha p o r un sa la rio digno, la dem ocracia sind ica l, contra la p resc ind ib ilidad y p o r la de fen sa del gobierno popular del General Perón. V erem os dónde estarán los orto­doxos cuando lleg u e el m om ento d e ju g arse por el m ism o . Su “vertica lism o ” no les im pedirá dob la rse com o lo h ic ie ro n co n los m ilitares golpistas de antes de Onganía, Levingston y L anusse y los de ahora: d e l lado siem pre de los “cam eros” y los traidores” 37.

E n poco tiem po más el paro seex ten d ió a las localidades veci­nas de Empalme, Pavón, Arroyo Seco y Fighiera. Incluso los metalúrgicos de Villa C onstitución recibieron la solidaridad del M ovim iento R eno­vador Peronista “Lista Azul” de Rosario, que no había podido presentarse en las elecciones de su seccional ya que “[...] la com isión directiva del gremio n o nos dejó intervenir [...] porque nos tuvo miedo [...]”. Siguien­

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do con el análisis, el volante de la L ista Azul explicaba que los in ter­ventores “ [...] e n Villa C onstituc ión ap licaron o tro estilo , fue peor. D irectam ente no llam aron a elecciones y cuando los com pañeros fue­ron a reclam ar, in te rv in ie ron y expu lsaron a la com isión In terna de Acindar. Lo que n o pensaron fue en la respuesta que iban a recibir, no pensaron porque ellos nunca tienen en cuenta a las bases, a los com pa­ñeros de fábrica; p o r esto 6.000 compañeros se levantaron en una actitud que es un e jem plo nacional. Lo h ic ie ro n porque a los delegados los elegimos los com pañeros y si es necesario los sacam os tam bién noso­tros, pero nunca pueden hacerlo los patrones de los sindicatos.-

Por todo esto resolvemos:1) Solidarizarnos con nuestros com pañeros de Villa C onstitu ­

ción y repudiar públicam ente la actitud d e la que fueron víctimas.2) A lertar a todos los com pañeros de nuestra seccional para re ­

primir de la m ism a forma cualquier intervención o expulsión de nuestros delegados [...]” 38.

Para los trabajadores, entonces, el conflicto de Villa C onstitu­ción dem ostraba no so lam ente que la burocracia era vu lnerab le sino tam bién que una m etodología de lucha basada en la participación de la gente podía derro tar a los “patrones de los sindicatos” . Si Villa C ons­titución marcaba un ejem plo, la solidaridad despertada por el conflicto expresaba que la burocracia no estaba solam ente enquistada en los s i­llones de la U nión Obrera M etalúrgica y que su perm anencia impediría resolver cualquier aspiración, tal como lo m arcaba el volante ferrovia­rio arriba transcripto.

P or ú ltim o , se debe ten er en cuenta que la re lac ió n entre el trabajador m etalú rg ico y el resto de la com unidad es m uy estrecha. V illa C onstitución es un pueblo cu y a ex istencia y b ienesta r son acordes a la p roducción m eta lú rg ica . Un alto porcen taje de la p o ­blación está relacionada d irec ta o indirectam ente con esta actividad industrial. Por e llo , lo que suceda co n el obrero repercu te inm edia­tam ente en el re s to de los sec to res sociales. E sto exp lica el apoyo recib ido por lo s m etalúrg icos por parte de la población de V illa C onstitución.

Ante el curso que tom aban los hechos, las amenazas y acusacio­nes de contenido m acartista no se h ic ieron esperar. El 13 de marzo el “C om ando Peronista de R econstrucción y P acificación” colocó una bomba en el local comercial de un pequeño comerciante de la zona. El 14 de marzo, Fem áadez y O ddone publicaron una solicitada pidiendo la intervención de la s autoridades nacionales y provinciales ya que “ [...] se encuentran en la planta de A C IN D A R cualquier cantidad de aboga-

dos y rep resen tan tes de to d a s las tendencias m arx istas arengando al personal para que co rtinúen s i l desfallecer en esta situación de subver­sión y en la m ed id a e t iq u e “se h an de tec tado p iquetes de lasocalidades cercanas a V illa C onstituc ión , de elem entos subversivos

procurando que las fuerzas vivas se plieguen al m ovim iento [...]” 39.M ientras tan to , la em presa A cindar se apresuraba a declararse

■‘neu tra l” en el co n flic to ac larando que la ocupación de A cindar y M arathón era por “m otivos to ta lm ente ajenos a la em presa que no mantuvo ni m antiene conflicto alguno con su personal [...]” 40.

Para los obreros esta neutralidad era poco creíble. En una discu­sión sobre este tem a, uno de los trabajadores que había sido delegado en los años ’74 y ’75 exp resaba que: “La fáb rica siem pre presionó. Inclusive yo me acusrdo que en esa época, lo que estaba ganando un trabajador no le alcanzaba absolutam ente para nada [...]. La fábrica te hacía una presión sobre la gente en e'. sentido m onetario . Te digo que en esa época yo e ra d elegado . H ablam os con el superin tenden te de planta que venía y s e quejaba que los índices de producción no llegaban ni al 60%. Y uno m iraba. Los galpones tienen agujeros en la chapa, y por ahí entra el sol. V eían al tipo trabajando y veían la nube de polvo, que el sol te la r e f l í ja . Y co n eso le d ije un día: “Ese h om bre está pensando a ver qué es lo q u e hace cuando sale de acá, porque le está debiendo al carn icero , al p a sad e ro , al lechero y no puede pagarle a ninguno con lo que está ganando” . “Y bueno -dice el superintendente- viene a trabajar y h ay que trabajar* '. Pero no es as í. Si la gente lo apoyó más a P iccin iri fue p o r eso, por la forma que la fábrica trató a la gente en su m om enlo. E ra u n form a te d iría bastan te inhum ana [...]. Entonces fue un cúm ulo de situaciones que se fueron dando y llegó un momento en que tenia que reventar. [...] La fábrica estaba con el aprie­te de la gente. [...] V os f ija te que un secre tario general duró com o tre in ta años. Era a p e rp e tu id ad . Pero ¿por qué? Porque agachaba la cabeza y le m andaran lo q u e le m andaran, estaba b ien . L os ayudaba con el sindicato, para m antenerse, que tengan un buen pasar y que no le hagan problemas adentro. Y eso la gente no se lo.baLcó más [,..]”41.

Según un volante de m arzo de la Lista M arrón, esa com plicidad aparecía claram ente ya que para la expulsión del grem io de los dele­gados y la com isión in te rna , La burocracia contaba con “ [...] el apoyo de la patronal, ya q ae ésta tic q u ie re reconocer a la C om isión Interna como auténticos representantes de los m etalúrgicos que los han elegido dem ocráticam ente 42■ Es in teresan te hacer no tar que en la so lici­tada arriba m encionada, A cindar reclam aba que “ [...] la persistencia de la situación descripta hará que las pérdidas ya sufridas se aum enta­

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rán no sólo para la em presa y la econom ía local del país, sino tam bién para los p rop ios obreros afectados [...]” 43. Si los obreros estaban lu ­chando contra esa conducción sindical, era porque pretendían construir una herram ienta grem ial dem ocrática y participativa que les perm itie­ra obtener m ejoras en su nivel de vida. Com o señala un testim oniante, “ [...] e l sind icato en ese entonces jugaba para la fábrica [...]” 44. Pero adem ás, esa lucha no se libraba en el local sindical sino en la fábrica - paralizando la producción-, y de hecho, la tom a im plicaba un ataque al principio de la propiedad privada. La tom a facilitó a los trabajadores m antenerse unidos y organizados, en la m edida en que las decisiones que se debían tomar eran el resultado de una permanente comunicación en tre la d irigenc ia y las bases. A l fo rta lecerse la p a rtic ipac ión , los trabajado res fortalecían tam bién su capacidad de lucha. Es evidente que Acindar no podía ser prescindente en el conflicto.

El sábado 16 de marzo, el paro fue levantado. Los obreros habían triunfado. Se firm aron actas de com prom iso con el M inisterio de T ra­bajo y la em presa, en las cuales se com prom etía la norm alización del cuerpo de delegados y com isiones internas de A cindar y M arathón en 45 días; la entrega de la seccional a los representantes elegidos leg íti­mamente en el plazo de 120 días; el nombramiento de dos representantes po r fábrica para colaborar con los delegados norm alizadores; retiro de Fernández y Oddone y nombramiento de un nuevo delegado normalizador y no tom a de represalias 43. En ese m ism o m om ento una asam blea de los trabajadores en Acindar, elegirá a los dos delegados colaboradores con el delegado normalizador: por Acindar, Juan Agustín Mojas y Helvesio Hernández; por M arathón, G uillerm o Antonio M éndez y Juan Segundo Gorordo; por Metcon: Víctor Angel Alcaraz y Pedro Enrique Silvi.

“El entusiasm o de este p rim er triunfo conseguido gracias a la m ovilización y la lucha, y por la solidaridad recibida, se volcó el m is­m o sábado a la tarde en una m archa desde las fábricas y un ac to en T illa Constitución donde participan 12.000 personas representantes de todos los sectores populares de quienes habíam os recibido tantas m ues­tras de apoyo y colaboración [...]” 46.

En el plano nacional y ante el proyecto del gobierno peronista, este paro tuvo significados concretos. En prim er lugar, cuestionó dura­m en te la concepción que im pulsaba el Pacto Socia l, es dec ir, la conciliación de clases. Si los obreros de V illa Constitución se enfren­ta ro n con la burocracia, fue con el fin de recuperar una herram ienta sindical útil a la defensa de sus intereses grem iales. Esos intereses que se articulaban en tom o al aum ento salarial y a mejoras en las condicio­nes de trabajo, chocaban evidentem ente con los de la empresa que, en

pleno proceso de crecim iento , necesitaba ev ita r toda acción que con­traviniera su necesidad de explotar al m áxim o los recursos disponibles. En ese sentido, era poco probable “conciliar” la relación entre la em ­presa y los trabajadores.

En segundo lugar, el conflic to golpeó u n a de las herram ientas con las que el gob iern o con taba p ara su co n c iliac ió n de clases. En efecto, la ley de A sociaciones Profesionales fue vulnerable e inútil a la ho ra de “dom esticar” a los obreros de V illa C onstituc ión . Lo m ism o sucedió con la reform a del Código P enal que, creando nuevas figuras delictivas, reprim ía la ocupación de establecim ientos fabriles y la tom a de rehenes. De hecho, funcionarios del M inisterio de Trabajo y policiales debieron firmar, jun to con la em presa, la no tom a de represalias contra los obreros.

Estas norm as lega les respond ían a las necesidades de la c lase dominante, pero lo sucedido nos perm ite pensar que, en térm inos gene­ra les, su ap licab ilidad depend ía de l tipo de ten sio n es sociales y la correlación de fuerzas existentes en el m om ento de recurrir a ellas. El n ivel de organización, lucha y so lidaridad que la clase obrera de V illa Constitución había desplegado y despertado, llevaron tanto a la burgue­sía com o al gobierno a m aniobrar con cautela. Esto no significó que no percib ieran el peligro que este n ivel de com bativ idad entrañaba, que adem ás estaba p resen te en o tros g rem ios y com isio n es in te rnas del pa ís. C laro e jem plo de e llo fue la advertencia hecha p o r e l d iario El Econom ista en un editorial: “La em presa (A cindar) no ten ía relación n inguna con los sucesos. No es de su incum bencia e leg ir las autorida­des del g rem io , d esig n ar a lo s d e leg ad o s d e p la n ta , co n cre ta r intervenciones y levantarlas, ni convocar antes o después a elecciones. Sin embargo, el puntapié asestado por una posición sindical a otra posi­ción sindical fue a dar en su espalda prim ero y en la norm alidad de las actividades generales de la zona después. Corresponde averiguar si por extensión, cualquier desaveniencia intestina en los dem ás grem ios [...] puede normalmente provocar la ocupación, los cautiverios de funciona­rios y técnicos, la paralización de las activ idades, arrastrando al resto de los establecim ientos industriales, al com ercio y a los servicios p ú ­blicos, hasta que finalm ente las partes en disputa se pongan de acuerdo. Lo ocurrido es alarm ante y debe alarm ar” 47. U n año después, la pa tro ­nal de A cindar y el gobierno dem ostrarían que hab ían aprendido esta lección.

Ahora bien: el con flic to se h ab ía g anado , pero e ra necesario garan tizar que lo pactado en los p ap e les se co n v irtie ra en realidad . Parecía d ifíc il que tan to el sec re ta riad o n ac io n a l de la UOM com o

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el M inisterio de T rabajo efectiv izaran el “A cta Com prom iso” del 16 de m arzo. Prueba de ello era que desalojadas las fábricas por los obre­ros han sido ocupadas por contingentes de la Policía Federal, que todavía están ahí intim idando con sus armas y creando un clima repre­sivo que es desconocer el compromiso contraído por la empresa [...]”48·

Por otro lado, luego de una semana de concluido el conflicto, ni Oddone ni Fernández habían sido destituidos en los hechos. Tampoco se había conformado la nueva comisión normalizadora pese a que, como se recordará, ya habían sido elegidos los delegados de las tres fábricas.

A esta situación se sumaba que, a diferencia de su par de R osa­rio , la agrupación m etalúrgica peronista “20 de Junio” L ista A zul de Villa C onstitución, asum ía una posición totalm ente opuesta a la de la Lista M arrón. Ya durante el conflicto, en su Boletín núm ero 2 de marzo de 1974, expresaba que: “ [...] Hay quienes quieren provocar el caos para concretar la R evolución contra el G obierno del Pueblo , confun­diendo a los compañeros justicialistas para orquestar un problema ficticio. Los com pañeros, particularm ente de ACINDAR, saben que hay otros motivos más im portantes, com o m ejoras en las condiciones de trabajo, por las cuales debemos luchar todos. Nunca, afiliado o dirigente, deben criticar a la organización públicam ente. La crítica debe hacerse desde dentro de la organización [...]. Piense, com pañero: ¿Q uiénes acom pa­ñan este m ovim iento? V A N G U A R D IA C O M U N ISTA , PARTIDO SOCIALISTA DE LOS TRABAJADORES, JUVENTUD SOCIALISTA DE AVANZADA, JUVENTUD PERONISTA REGIONAL II, PA RTI­DO CO M U N ISTA -todos de extrem a izquierda- y el PA RTID O DEM OCRATA PRO G RESISTA , no el de Lisandro De La Torre, sino el de los oligarcas de extrem a derecha.

No se confunda con apetitos personales de seudos dirigentes, que solo despotrican y desprestigian a la organización - a la UOM, com pa­ñeros - que en el gobierno popular electo el 29 de septiem bre votó por PERON y que tiene varios v ice gobernadores obreros defendiendo la DOCTRINA JUSTICIALISTA [...]” 49.

Continuando con esta visión, la Lista Azul evaluaba que la huel­ga respondió a un plan de intimidación pública [...], alteración del orden y destitución de las au toridades del pueblo; porque ellos, que hablan de pacificación, tienen trazados los siguientes objetivos, algu­nos de los cuales ya han cumplido:

1) copam iento de A CIN D A R; 2) Intim idación y TERRO R; 3) R ehenes de las em presas con am enazas de m uerte; 4) Presión e in tim idación a los com ercian tes e instituciones públicas para que se adhieran; [...] C om pañero, ¿C ree usted que la intervención a nuestro

grem io era m otivo para que u sted perd ie ra jo rn a le s , se paralizara la p roducción de una indu stria tan necesa ria , hoy m ás que nunca, para la m archa del país? [...] C om pañeros, com o trab a jad o res y com o a r­gen tinos m editem os co n c ien zu d am en te cu án to m al y desprestig io le hem os provocado al p a ís [...]. N os p resen tam o s com o un país en deso rden cuando lo q u e e l gob ierno pregona y qu iere es dem ostrar que hay pacificación y o rd en en e l país. [...] Los p re ten d id o s d ir i­gentes y sus secuaces, con los h echos p ro d ucidos, h an em pañado un poco la figura de la R epública A rgen tina , han subvertid o las a u to r i­dades, han roto el pacto social en algunos de sus conceptos [...]" 50.

D e estos dos bo letines se desprende con c laridad en qué plano situaban la discusión las personas que respondían a la conducción del secre tariado nacional de la U O M . Es ev id en te , por un lado , que en ningún pán-afo fueron avaladas ni la gestión de los interventores Trejo, Fernández y Oddone, ni la actuación de los m ism os en el caso concreto de los delegados y la com isión interna expulsada. La repuesta dada por los miles de obreros que protagonizaron el conflicto , dejaba poco espa­cio para ello. Lo que se criticaba era la m etodo log ía u tilizada (tom a de fáb rica y para lización de la p ro d u cc ió n ), q u e se apartaba de los can a les o rgánicos ( “la c rític a a la o rg an izac ió n debe hacerse desde dentro” ), apelando a la infaltable teoría de los dos dem onios, tan queri­da para la burocracia sind ica l y la derecha po lítica argentina durante los últimos treinta años de nuestra historia. A m bos boletines concluían d iciendo: “ [...] N o nos dé la ra z ó n ..., a n a lice ..., m ed ite ..., razone concientem ente..., p iense en el porvenir de la patria ju stic ia lis ta Es interesante observar con qué habilidad los representantes del sind i­calismo burocrático pueden enfrentar realidades cambiantes y conflictivas.

Estos hechos expresaban claram ente que si los trabajadores que habían m otorizado la reiv indicación por la dem ocratización del s in d i­cato no evitaban el aislamiento y la dispersión, esa reivindicación nunca se tomaría en realidad.

Por todo esto, las com isiones in ternas de Ac indar, M arathón y M etcon comenzaron a v iajar por todo el país, buscando la solidaridad y el compromiso efectivo de las seccionales an tiburocráticas. Se reun ie­ron especialmente con los sindicatos combativos cordobeses, tales como Luz y Fuerza, SMATA, UTA, y con la Mesa Ejecutiva del M ovimiento Sindical Combativo 5 De esas reuniones surgió la convocatoria a un plenario antiburocrático en Villa C onstitución para el día 20 de abril. Esta convocatoria expresaba que:

“ [...] Hoy sabem os que para ob tener un triunfo seguro y to ta l contra el enem igo burocrático sólo lo conseguirem os uniendo nuestra

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fuerza al conjunto del m ovim iento obrero . A sí com o ha sido posible fo rjar la un ificac ión en cada lu g ar de trabajo , considerando que tam ­bién es posible obtener ta l unidad de lucha a nivel nacional superando de esta form a la dispersión y las divisiones en nuestra batalla contra elenemigo común.

“H oy es una necesidad im postergable concretar un so lo frentede lucha de todos los trabajadores sin distinciones partidistas. Por ello,las com isiones Internas de Acindar, M arathón y M etcon convocam os aparticipar de un plenario y una Jom ada N acional A ntiburocrática paralo que proponemos los siguientes puntos:

1.- Solidaridad con la lucha de los obreros m etalúrgicos de Villa Constitución, por el cum plim iento de lo pactado, y por todas las luchasde la clase obrera y el pueblo.

2.- Por la dem ocracia sindical. C ontra la burocracia y la Ley deAsociaciones Profesionales.

3.- Contra la Ley de prescindibilidad.4 .- C ontra e l congelam iento sa la ria l, por un salario básico de

$250.000 y la constitución inm ediata de las paritarias.5 .- Contra el m atonaje sind ical. Por el castigo a los responsa­

b les de atentados y asesinatos com etidos contra las organizaciones yactivistas obreros y populares [...]” 52·

Pese a las num erosas am enazas, la colocación de dos bom bas y las so licitadas que la UOM publicara en los diarios durante los días previos a la fecha del plenario, éste se llevó a cabo en el club de fútbol Ribera de Villa Constitución, congregando a más de 6.000 personas 33.

Participaron de él los secretarios generales de SM ATA - Córdo­ba - René Salam anca, y de L uz y Fuerza - C órdoba - A gustín Tosco. Concurrió Alfredo Ferraresi en representación del sindicato de Farma­cia. Tam bién estuvieron presentes integrantes del sindicato de Obreros y Empleados del A zúcar-Ledesm a, UTA-La Plata, Sindicato de Traba­jadores de Perkins-Córdoba, y otros. Enviaron a sus representantes las comisiones internas y cuerpos de delegados de Del Cario, EMA, Bagley, Banco Río Negro y Neuquén, Teatro Colón, Sindicato de Trabajadores Viales de Buenos A ires, H ospital Privado de la Comunidad de M ar del Plata, H ospital Ram os M ejía, entre otros. Participaron asim ism o Lis­tas grem iales como “Celeste” SM ATA Rosario, “M arrón” de Astilleros Río Santiago, “A zul” del S indicato de Seguro-Córdoba. Se contó con la asistencia de agrupaciones grem iales tales como el Frente de Traba­jadores de Prensa (que además expresaron su repudio ante los ataques y c lausuras de los d ia rio s El M undo, M ilitancia y El D escam isado, y ante la detención de varios periodistas), C lasista de Obreros M etalúr-

_gicos de K aiser-La Plata, 28 de jun io-F iat M aterfer, de Base Clasista i e John D eere , “26 de Ju lio” B anco N ación y delegados de varias fálricas, entre las cuales se puede mencionar a TENSA, NOEL, Standard Electric CO RN I, B ISSU , COM ARSA, La C antábrica sección Fundi- ckn-M orón, Dálmine Siderca-Campana, Matarazzo, Ford General Motors y la Fábrica M ilitar de A viones-C órdoba 54. Tam bién se hicieron pre­sentes varias tendencias y agrupaciones políticas, tales como Vanguardia Com unista, Frente A itim peria lista por e l Socialism o (FAS), Organiza­ción Revolucionaria Poder Obrero, Partido Socialista de los Trabajadores, T endencia O brera R evolucionaria “22 de agosto” , Peronismo de las B ise s , C orriente O brera R evolucionaria y Frente R evolucionario delos Trabajadores.

La conclusión de este p lenario fue “[...] la necesidad de lucharpor los siguientes puntos:

1) Solidaridad con los obreros m etalúrgicos de Villa Constitu­ción, el cum plim iento de lo pactado.

2) Por la dem ocracia sindical. Contra la B urocracia y la Ley de A sociaciones Profesionales, contra las intervenciones y por un nuevo1 lim ado a elecciones donde no se dieron libre y democráticamente.

3) Contra la Ley de Prescindibilidad, por la reincorporación de los despedidos de IM E y Banco Nación.

4) C ontra e l congelam iento salarial, por un salario básico de $ 250.000, y la constitución inm ediata de las paritarias.

5) Contra el matonaje sindical. Por el castigo a los responsables de aten tados com etidos contra organizaciones y activistas obreros y papulares.

6) Por la libertad de los presos gremiales y todos los que luchan por las causas obreras [...]”55. Se proponían como m edidas tendientes a ÍTipulsar estos puntos de lucha: la solidaridad con los obreros de Villa Constitución; estado de alerta y jomada de esclarecimiento, movilización

so lid arid ad de la clase obrera contra la bu ro crac ia entre e l 29 de "ibril y el 5 de m ay o , según las condiciones de cada lugar de trabajo; jna solicitada firm ada por todos los participantes del plenario, exigien­do al gobierno el cumplimiento de lo pactado; formación de una comisión de solidaridad c o n Villa; y construir una coordinadora antiburocráticade alcance nacional.

Si bien partic iparon y adhirieron a estas declaraciones más de 140 com isiones in ternas, delegados, agrupaciones de base y diversas organizaciones, e l balance sobre la efectividad y el nivel de la partici­pación obrera en e l plenario, fue muy diverso. A excepción de los activistas de la L ista Azul, ninguno de los integrantes de la Lista Marrón y de los

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obreros consu ltados, negó que la cancha estuv iera llena y que había venido gente de todo el país. Sin embargo, muchos consideraron que la presencia de los trabajadores villenses fue bastante m enor a la espera­da. Así, uno de los ex-trabajadores de Acindar comentó:

“-Pregunta: ¿Vos estuviste e n el plenario que se hizo en Ribera?-Respuesta: Sí. Ahí había tendencias de tados los tipos. Y no se

llegó a nada porque todos ponían su punto de vista. Llegó un momento en que el Cabezón Piccinini, un poco más, les dijo que se fueran. Prác­ticamente les dijo que se fueran, que si venían a ayudar, que se quedaran. Pero que si venían a poner las condiciones, que ss fueran.

P.: Yo leí el discurso de tres o cuatro personas. Estaban Ferraresi, Tosco, Salamanca.

R .: Sí. V en ían en apoyo de los o b re ro s de A cindar. Es decir, venían en apoyo, en so lidaridad, de los com pañeros de V illa. Y ya te digo, el objetivo en este m om ento yo no me acuerdo cuál era, pero que no se llegó a nada, no se llegó a nada. Porque fueron todas discusiones acaloradas en las que todos querían tener la prim acía del plenario, y al final no se llegó a nada.

P.: ¿Independientem ente del discurso, les que p resenciaban el plenario eran m ayoritariam ente obreros o que notabas vos?

R.: H abía pocos obreros. Gente de V illa hab ía m uy poca. H a­bía... Pero no hubo la cantidad que tenía que haber en un plenario de esa categoría. V ino m ucha gente d e afuera. M ucha, m uchísim a. M u­chos estudiantes y las tendencias habidas y por haber.

P.:¿ Por qué te parece que pasó eso? ¿Por qué tanto nucleamiento en V illa?

R.: P orque en ese m om ento no había o tra cosa en el país tan grande como lo que había en V illa . Entonces se canaliza todo ; todas las co rrien tes p o líticas se vuelcan a V illa . T odos querían de algún modo cooperar, y a veces, por querer cooperar, algunos desvirtuaban lo que era el tem a, que era netam ente grem ial. Si en V illa, prácticam ente tendencias, en ese momento, eran muy pocas las que había.

R.: ¿Pero adem ás de las tendencias, venían a V illa representan­tes de otros sindicatos o de otras seccionales a nivel nacional?

M .: Sí, sí. M ucha gente pasó por V illa por el problem a de V i- lla [...]” 56.

En este sentido, es innegable que lo ocurrido en Villa C onstitu­ción había adquirido una magnitud que incluso superaba de alguna forma los lím ites de las re iv ind icaciones específicam en te g rem iales de los obreros villenses. De hecho, se estaban enfrentando al grem io más po­deroso del país, im pulsando la creación de u n a coord inadora a n ivel

n a c io n a l de g rem ios an tib u ro c rá tico s que u n ificara la s lu c .ia s y les proporcionara m ayor efectividad. E s t e p b n a r i o significaba la naciona­liz a c ió n del co n flic to de V illa C o n s t i tu c i ó n por e l a lto n iv e l de concurrencia de delegaciones de sind ícalos, agrupaciones, listas y co­m isiones internas que com prom etían s i solidaridad. Adem ás, „onvert a a V illa C onstitución en un po lo de c sn s tru c c ió n de u n s in d ica lism o alternativo al vandorism o. Los m etalú rg icos v illenses hab ían dem os­trado, por otro lado, una capacidad d e ucha y organización que no so o resu ltaba ejem plificativa para otros s n d c a to s (y por ende p s igrosas para la s respectivas conducciones t r a d ic io n a le s sindicales), sino tam ­b ién atractiva para aquellas a g ru p a c io n « s p o líticas que v e ían en este nivel de combatividad de la clase o b r e r a , la capacidad y posi l i a e rea liza r cambios revo lucionarios en A rg en tin a . Era lóg ico , en tonces, que luego de la tom a d e fáb rica , “ [...] em p ezaran a c ae r lo d as lastendencias po líticas [...]” 57■ . .

No fue casual entonces que, e n t e iodos los asistentes a la jo m a­da en e l club R ibera, la p resencia de Tosco y Salam anca fu e ia la m as repudiada tanto por la burocracia, c o n » jo r los trabajadores opuestos a la L is ta M arrón. U n v o lan te de la A g r u p a c ió n 20 de Ju m o Lis a Azul deciaque: “El burócrata a n ti -b u io c iá t ic o en su discurso del 2 / / 74 tuvo U osadía de criticar a nuestros d irigentes, diciendo entre o ras cosas que nuestros d irigentes tiene a u o s y m ujeres. Logico e» que as tengan, pero las m ism as son sus esposas. En cam bio [...] e séquito de “ U - , „ e c u e rn a [T o seo ] lo h ,c< p a r e c e . . lo s s u l t a . e s Q u ec a ra d u ra p ara la c r i . i c . l l l '. Y p e n s a r ,u < W U * « “ loguen: Piccinini, D errico y C ia.!” 38.

Tanto A gustín T osco com o R e té Salamanca form aban parte de la d irigencia s ind ica l m ás a c a b a d a m « n t í opuesta a m o e o sin 1 vandorista y eran claros em ergentes efe 1« organización dem ocrat ca y la m ovilización de las bases obreras. En consecuencia su p reseacia no podía m enos que despertar tem ores y suspicacias, a l evidenciar el ca­rácter que adquiría la lucha de Villa C anstitución.

Para un trabajador, activ ista d e la oposicion, [...] los cordobe­ses m á s vivos que los d e acá , v in ie ren *cá y se em pezaron a infiltrar en d sindicato. ¿Q uién copaba el ^ Acrndar ^ -

» í — - h u o ei « £Salam anca y Tosco ES° S f u e r o n aAsí te n ía r COpadom andos. Porque eran com andos, o tra co ^ ^ ^ ^ tiempoacá. E ra toda la izquierda en el p lenano

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estaba C oral, también. Todos los de izquierda acá. ¿Es como si hubiera estado Zam ora, V icente, se da cuenta? [...]” 59.

D e acuerdo a una solicitada del secretariado Nacional de la Unión O brera M etalúrgica, el p lenario había sido un absoluto fracaso: “ [...] Los Toscos y Salam ancas fueron repudiados una vez m ás por los com ­pañeros trabajadores . [...] L os com pañeros m eta lú rg icos de V illa C onstitución le dieron la espalda a esta m aniobra de los enem igos del pueblo, plasmando a s ila derrota de los agentes de la provocación [...l”60.

M uy d is tin ta fue la evaluación de este p lenario hecha p o r el diario La Nación 61. En un editorial expresaba que: “ [...] René Salamanca y A gustín Tosco estuvieron a l frente del acto celebrado en Villa Cons­titu c ió n bajo una convocato ria que era un desafío a la conducción cegetista y sobre todo, a la plana m ayor del gremio m etalúrgico. [...] Se asegura que una parte de los asistentes al acto no eran obreros ni resi­d ían en V illa Constitución. Pero lo cierto es que aglutinaron a m ás de2.000 personas en una asam blea de fuerte carga agresiva [...] Es obvio que esta corriente [clasista] es ya m anifiesta en puntos im portantes del Litoral -Rosario, Zárate, Cam pana- como para que no sea difícil prever una acción neutralizadora orientada por el vértice mismo de la CGT[...]”.

L a L ista M arrón coincidía en cuanto a que la presencia de los trabajadores no había sido total, pero valoraba que “ [...] con la presencia de más de 6.000 com pañeros de diferentes puntos de nuestro país se consiguió algo m uy positivo porque se logró la gran unión de la clase trabajadora que a n ivel nacional está llevando luchas a lo largo y a lo ancho del país contra la burocracia y contra la patronal [...]” 62. En ese m ism o volante, se analizaba que la no participación de la totalidad de la clase obrera se debía a que la burocracia “ [...] por intermedio de sus matones sembraron la confusión de nuestros compañeros. Porque sabemos positivam ente que son idiotas ú tiles de la patronal. La prueba está en uno de lo s volantes que a rro ja ron , que ten ía las fo tos de algunos com pañeros sacadas de las credenciales de fábrica [...]. La burocracia traidora trató por todos los m edios de sabotear el plenario, diciendo que se iba a hacer política en contra del gobierno, que estallarían bombas, que habría tiroteos, que la policía nos m etería a todos en cana [...]. No sucedió nada de lo que ellos pronosticaron. Sólo estallaron bom bas en el sindicato y en la estación de servicio colocadas con la finalidad de hacer creer que fuim os nosotros [...]. El plenario no fue político comolo siguen com entando. Fue netam ente obrero . La gran adhesión de sindicatos, comisiones internas y cuerpos de delegados de todas partes del país ponen a las claras de cuál fue el conten ido de este plenario nacional [...]” .

D urante los m eses siguientes, los trabajadores y las comisiones internas de A cindar, M arathón y M etcon continuarían llevando adelan­te intensas gestiones a fin de que se cum plieran los acuerdos plasmados en el A cta del 16 de m arzo. C um plido e l p lazo de los 45 días para la elección de delegados y de la C om isión Interna, nada de esto se había realizado. Por ende, los in tegran tes de la L ista M arrón com enzaron a hacer las elecciones por tum os y secciones, por interm edio de los dele­gados colaboradores electos en marzo, m andando las actas al Ministerio de T rabajo y a la U O M . Pero, pasados los sesenta días estipulados en el Acta, Fernández y O ddone continuaban en Villa Constitución. Fue­ron enviados, entonces, num erosos telegram as al m inisterio de Trabajo y al secretariado nacional de la UOM , m anteniendo incluso varias con­versaciones con distintos políticos y diputados nacionales. Incluso, ante la perm anente presencia po lic ia l en las fábricas M arathón y A cindar, los obreros acercaron denuncias al m inistro del Interior, Benito Llambí ya que “ [...] interrogada la em presa, expresó que ellos nada tenían que ver, que era cuestión de dicho M inisterio”63. Ante estas gestiones, los obreros no obtuvieron respuesta alguna.

Por otra parte, se habían producido varios hechos de intimidación bastan te v io len tos. E l local de la FO RA , en el cual m uchas veces se reum'an los activistas de la lista M arrón, había sido volado por la colo­cación de una bomba. M ilitantes de la Juventud Trabajadora Peronista que se encontraban pintando p o r el acto del prim ero de m ayo, habían sido agredidos a golpes y tiros. Según un volante de la L ista M arrón, uno de los agresores era Ranure, personaje muy conocido en Villa Cons­titución por su participación en acciones de este tipo 64.

Las cosas se ponían cada vez m ás difíciles. Luego de una serie de asam bleas por sección, las com isiones internas de las tres fábricas convocaron a una asam blea genera l p ara e l d ía 3 de jun io de 1974. Contando con la asistencia de unos 3.500 trabajadores -de acuerdo con los testim onian tes-, se reso lv ió com o prim er paso del p lan de lucha, ra tif ica r las e lecc iones de delegados que se hab ían llevado a cabo, m antener la exigencia del re tiro de la po lic ía de las fábricas, iniciar el quite de colaboración, corte de horas extras y estado de alerta de todos los m etalúrgicos de la seccional a p artir del día 5 de jun io . A esto se agregaba la exigencia de un aum ento sa laria l de $ 50.000. Como punto especial se llamaba a realizar un paro de diez m inutos por fábrica el 4 de jun io por el asesinato de lo s trabajadores M esa, M osés y Zida. En cuanto a las m edidas organizativas, se decidió e leg ir seis trabajadores para que colaboraran con las com isiones internas y form aran un comité de lucha in te rfab ril a fin de llev ar ade lan te e l p lan de acción y las

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m edidas aprobadas p o r la asam blea. A e llo se sum aban m edidas de propaganda y d ifusión , y de so lidaridad con otros grem ios en lucha, saludando especialmente el triunfo de los compañeros del SMATA- C órdoba 65. Por ú ltim o , una de las m ed idas m ás im portan tesaprobadas por esta A sam blea fue la de convocar un plenario nacional de trabajadores m etalúrgicos en oposición o conflicto con las patrona­les y la burocracia. Evidentemente, este llamamiento tenía íntima relación con el que había originado la convocatoria del 20 de a b r il66.

E l primero de ju lio de m oría el Presidente Juan Dom ingo Perón. Su esposa y vicepresidente, M aría Estela M artínez de Perón, asumía el gobierno nacional. C on ella, la derechización del gobierno se iría pro­fundizando, al igual que la agudización de los conflictos en el seno de la sociedad y del peronism o. El m in istro de E conom ía José G elbard renunció a su cargo en octubre de 1974, y fue reemplazado por Alfredo Gómez M orales, ex-presidente del Banco Central. Tanto Ricardo Otero como José López Rega fueron confirmados en sus cargos de m inistro de Trabajo y de Acción Social respectivam ente. Hechos como las perse­cuciones y asesina to s de d irigen tes po lítico s y sin d ica les , y las in tervenciones a los grem ios com bativos, se to m aro n cada vez m ás com entes.

Pese a ello y m ediante la continuación de la lucha, los obreros de Villa C onstitución lograron arrancarle al m inisterio de T rabajo una fecha c ie rta de elecciones: se llevarían a cabo a p a rtir del día 25 de noviembre de 1974. Las comisiones internas hicieron “[...] un llamamiento para garantizar el proceso de Villa, al conjunto de sectores representativos de la m ism a, partidos políticos, grem ios, asociaciones vecinales, etc., para que participen y garanticen la lim pieza del acto electoral [~.]”67. En ellas se enfrentarían la Lista Marrón encabezada por Alberto Piccinini, y la Lista R osa-Tercera Posición, encabezada po r H oracio Pattriti de Marathón y apoyada por las 62 Organizaciones68.

L as am enazas e intim idaciones a los activ istas de la L ista M a­rrón persistirían durante todo el m es de noviembre. Así, el 6 de ese mes las abogadas de la L ista , M ary D al D osso y M ireyra R ojo, fueron víctim as de allanam ientos a sus dom icilios particulares y estudios ju ­rídicos por parte de personal policial. El m otivo com unicado era que in fr in g ía n la Ley de seguridad. Sin em bargo la po lic ía no halló una sola prueba que confirmara la veracidad de la acusación 69.

Un volante de la Lista M arrón de noviem bre de 1974 denunciaba que. [...] Tam bién en M etcon se com probó cómo siguen a los com pa­ñeros de la Lista Marrón; días atrás un jefe, tras intimidar a un compañero y hacerlo renunciar, lo hizo detener por la Policía hasta que fueron los

dirigentes de la Lista M arrón y un colaborador a sacarlo y solam ente se lo acusaba (sin com probarlo) de pintar paredes con propaganda favora­ble a nuestra lista [...]”70.

En su program a electoral, la L ista M arrón se definía en tom o a tres ejes: “ [...] A N TIB U R O C R A TIC O : porque serem os fie les rep re­sentantes en la dirección de nuestro sindicato; ANTTPATRONAL, porque diariam ente las patronales nos despojan de nuestro salario para acumu­lar sus ganancias som etiéndonos a u n ritm o inhum ano de trabajo en condiciones altamente insalubres; ANTIM PERIALISTA, porque quere­m os que el producto de nuestro trabajo sea para la N ación, porque el im perialism o para su b sis tir necesita de nuestro som etim ien to y sólo independizándonos de él dejarem os de se r explo tados los argentinos [...]” 71. En lo grem ial, se com prom etía a pelear po r salarios justos, la vigencia plena de las com isiones paritarias y la Ley de convenciones co lectivas de trabajo , por el reconocim iento de las secciones insalu ­bres y condiciones de trabajo dignas, garantizando adem ás la rotación en los puestos de dirección sindical para que “ [...] los com pañeros de la d irec tiv a en de te rm inada época v u e lv an a los puesto s d e trabajo [...]”. En el aspecto social, el program a propugnaba luchar p o r cuestio­nes tales como un eficiente servicio m édico gratuito y farm acia sindical, una biblioteca popular, una guardería infantil para los hijos de los obre­ros, un camping de esparcimiento y deportes y una escuela de formación sindical. Por último se pronunciaban en contra de la reform a del Códi­go Penal y la Ley de Seguridad, “[...] contra las patronales sirv ien tes del im perialism o, por la unidad de la clase obrera y por [...] la libera­ción de nuestro pueblo y contra la dependencia [...]” .

A pesar de todo la lista M arrón, cuyos candidatos eran A lberto Piccinini, de A cindar PIAA, para Secretario General; Dante M anzano, de M etcon, para Secretario A djunto; Luis Segovia, de A cindar PIAA, para Secretario A dm inistrativo; Juan Acuña, de A cindar P IA A , para Secretario de Organización; M ario Aragón, de A cindar PIAA, para Te­sorero; Benicio Bernachea, de M etcon, para Protesorero y A dolfo Curti, de A cindar PIAA, para S ecretario de A ctas72, logró p resen ta rse a las elecciones. Estas se desarro llaron en tre el 25 y e l 29 de noviem bre. Votaron aproxim adam ente unos 4.200 obreros m etalúrgicos. Pese a las intim idaciones, la L ista M arrón triunfó con el 64% de los votos. Este triunfo era aún más notable puesto que tanto Piccinini como m uchos de los integrantes de la lista no pertenecían al peronism o, a diferencia de la m ayoría de los trabajadores m etalúrgicos. En consecuencia, es im ­p resc ind ib le rescatar los com entarios que varios te stim on ian tes han hecho sobre las causas que dieron la victoria a la lista M arrón.

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“Pregunta: ¿La gente cóm o veía a la lista M arrón? ¿La veían como a una lista de izquierda, una lista de qué tipo?

R espuesta: Y con la rivalidad que había con el peronism o, venía a ser una lista de izquierda.

P.: ¿Eran peronistas la mayoría de los obreros?R.: Sí.P.: ¿Y por qué votaban una lista que no era peronista?R.: Y bueno, porque la gente que llevaban ellos a la cabeza era

gente que ya había pasado por el sindicato y había hecho m al las cosas. Entonces, por más peronistas que sean, porque pegaron carteles de Perón por toda la fábrica, no pudieron ganar la elección, porque con esa gente no iban a ganar en ningún lado. Com o estos m uchachos venían traba­jando bien, se robó prácticam ente las elecciones del gremio. Solamente los retorcidos podían votar a la otra lista [...]” 73.

Algunos trabajadores de Acindar coincidían con un testimoniante que expresó que: “ [...] En sus com ienzos, la lis ta M arrón no era una lista zurda y creo que com o lista zurda nunca fu n c io n ó , porque ah í había de todos los partidos p o líticos. O sea, la p o lítica , dentro del sindicato, se trataba de elim inar. Los tem as políticos se tratan afuera. En el s ind icato se tra taban los tem as s ind ica les. [...] E ran las ideas. Las ideas y los p royectos que había e ran com patib les co n lo que el pueblo acá precisaba. O sea que cubría las necesidades de l pueblo. Y eso fue lo que produjo el gran choque con Buenos Aires [...]” 74.

Otra persona presente en esta charla opinaba que: “ [...] Yo creo que cuando la gente votó a la Marrón, votó a la gente, a la directiva, no a un partido. E llos ah í no se fijaron en un partido. Porque como todo, los obreros, todo, había de todos los partidos. Pero ellos querían ganar un sindicato por la gente que iba. Ellos conocían a la mayoría. A Piccinini ya lo conocían. Sabían qué clase de persona era y todo, y a los que lo acompañaban también. Por eso los han votado a ellos [...]” 75.

La pluralidad ideológica de la Lista M arrón quedaba clara en un volante propagandístico electoral en el cual señalaba que:

“ [...] M uchas veces nos han acusado de com unistas, extremistas, ele., y nos han difamado en nuestras vidas privadas porque saben que no pueden decirnos que nos vendem os o que entregam os a los compañeros com o hacen ellos. Tam bién quieren confundir a los com pañeros en el terreno político, y nosotros volvem os a repetir una vez m ás que cada com pañero tiene derecho a pensar com o quiera, pero que a la hora de luchar nos debemos unir todos sin distingos de banderas y no prestamos a la división que im pulsan los traidores [...]” 76.

El sindicato les fue entregado el prim ero de diciem bre de 1974.

Pero el m andato legítim o sería ejercido solam ente durante 3 meses y 20 días.

IV. “La serpiente Roja del Paraná”

La nueva Com isión Directiva asumió la dirección de la seccional el 3 de diciem bre. A partir de ese m om ento, tanto el rol desem peñado por el sindicato com o la participación del conjunto de los obreros, die­ron un nuevo giro.

En lo que respecta al sindicato , a diferencia de la actuación de las comisiones directivas y las intervenciones anteriores, la nueva con­ducción com enzó a p u b lica r un “B o le tín Info rm ativo de la UNION OBRERA M ETALURGICA-SECCIONAL VILLA CONSTITUCION” en el que se inform aba sobre la marcha de las distintas gestiones enca­radas. El prim er boletín , de diciem bre de 1974, daba cuenta del estado financiero, adm inistrativo y organizativo en que se hallaba la seccional sindical, adem ás de exp licar la función de cada una de las secretarías que la integraban.

Así, la Secretaría de O rganización a cuyo cargo estaba controlar el cumplimiento del convenio de trabajo y resolver los problemas atinentes a la interpretación de las leyes laborales, ponía en conocim iento de los trabajadores que “la Seccional [tenía] m uchos p rob lem as atrasados, sin re so lv e r sobre tu rnos de trab a jo , pago de h o ras sup lem entarias, insalubridad, etc. [...]” 77. U no de los primeros pasos dados p o r la nueva conducción fue ob tener que “ [...] de acuerdo a la correcta in terp re ta­ción de la ley de contrato de trabajo y leyes correspondientes, se abonen al 100% las horas que excedan las 44 sem anales, de acuerdo a la ley 7197 provincial y su decreto reglam entario. Aparte de ello, hem os teni­do una reunión con la pa tronal de los ta lle res ch icos m etalú rg icos de Villa C onstitución para aunar criterios sobre el pago de las h o ras su­plementarias, franco compensatorio y el pago de los aumentos de salarios fijados por el Poder E jecutivo Nacional [...]” . La Secretaría de Admi­n istrac ión , por su parte , que d eb ía f isca liza r el cu m p lien to de los presupuestos de gastos para la seccional in form aba “ [...] a todos los compañeros que al hacerse cargo de sus funciones, el estado presupues­tario de la seccional era d esastro so [...]” . El local sind ica l d eb ía ser refaccionado ya que carecía de oficinas suficientes, requiriéndose ade­más mayor cantidad de personal administrativo y de máquinas de escribir. Por ello se enviaron al Secretariado N acional notas y docum entación sobre estos tem as aunque “ [...] el Secretariado nacional no se ha hecho eco de estas peticiones con la celeridad esperada, sobre todo teniendo

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en cuenta que hace m ás de cinco años es ta seccional se encon traba intervenida y parecería que todas estas necesidades del gremio no fue- io n so lic itadas por las d is tin tas in te rvenc iones La S ecre taríaA djun ta , que in tervenía en lo re la tiv o a los se rv ic io s asistenc ia les, denunciaba la existencia de un contrato realizado po r el Secretariado N acional y la in tervención con la firm a A R IB A L S .R .L de C órdoba que mediante el pago de dinero, cubría los servicios m édicos. Pese a su dem anda, el contrato nunca le fue exhibido a la nueva C om isión D i­rectiva cuyo reclamo se basaba, fundamentalmente, en que esta empresa no cubría enfermedades como accidentes laborales o enferm edades psi­quiátricas. Por otro lado se comenzaron a realizar los trámites pertinentes a la obtención de un terreno para la construcción de un sanatorio 7S.

Uno de los tem as m ás im portantes que este B oletín trataba era e l referido a la fu tura convocatoria de convenciones paritarias. Se se­ñalaban como puntos fundamentales a revisar los relacionados con “[...]1) Ritm os de producción; 2) C ategorías; 3) A ccidentes de trabajo; 4) Insalubridad; 5) Servicio m édico de planta y todos los a rtícu los que signifiquen un deterioro en el logro de mejores condiciones de trabajo o que sean un obstácu lo para la recuperación de las v ie jas conquistas perdidas, producto de erróneas conducciones gremiales Para ello se formaría una comisión de Estudio, Modificación y Elaboración de un anteproyecto de Convenio para la UOM.

La llegada de una conducción com bativa a la seccional de la UOM , posib ilitó tam bién la form ación de una filial local de la CGT abarcativa de todo el departam ento de V illa C onstitución. La CGT R egional quedó constitu ida en una reunión del 31 de enero de 1975. Participaron allí representantes de la Unión Ferroviaria, La F ratern i­dad, UOM , UPCN, M unicipales, Personal de la Junta N acional de Granos y Elevadores, Obreros Rurales de Sargento Cabral, Gastronómicos, SUPA, SINTEC y Personal de Correos y Telecom unicaciones. Su se­cretario general seria el dirigente de La Fraternidad, Tito Martín -también de extracción política de izquierda-.

Según un volante de febrero de 1975, esta organización nacida de la “ [...] necesidad im postergable de unificar fuerzas en la defensa de nuestras reivindicaciones económicas y sociales se proponíaluchar por “ [...] la unidad de la clase obrera sin discriminaciones polí­ticas, para la defensa de las legítimas reivindicaciones de los trabajadores por su liberación; por la inmediata reunión de las comisiones paritarias y la concesión de un aumento a partir del 1/1/75 a cuenta de los acuer­dos paritarios [...]; defensa del poder adquisitivo del salario, reclamando term inar con la pasividad de las autoridades com petentes frente al

desabastecim iento, el m ercado negro y la carestía [...]; por la nmedia- ta reincorporación de todos los despedidos por la Ley de Prescindibilidad; por la construcción de un gran Policlínico Integral y Farm acis sindical para todos los obreros activos y jub ilados por la c reación de fuen­tes de trab a jo en las lo ca lid ad es ru ra les del departam ento j po r una garantía de ingresos m ínim os para los obreros rurales [...]; por la demo­cracia s ind ica l: con tra todo tip o de in te rvenc iones a los sind icatos- contra el terrorism o aplicado contra la clase obrera y el p u e b la [...]; por la libertad de todos los presos políticos y gremiales [...]; por la reapertura a la brevedad posible del m atadero m unicipal porque s ign ificará una

traba-*° y u n m edio de abara tam ien to del costo de la carne [...] . De hecho, la C G T de V illa C onstitución organizó e n ese m e-mentó la venta de com estibles a precios de costo.

La participación de los obreros en lo cue hacía a las cuestiones sindicales estrictam ente, creció am pliam ente durante este periodo. Se­gún un testim oniante “ [...] era m ás partic ipa.ivo todo , o se a que a la gente se le atendían los problem as. Inclusive todos los d ías la ¿en te iba con sus problemas de sección. Y donde no tenían delegado o e delega­do que e ra de la lis ta co n tra ria no les llevaba la in q u ie tu d , iba la misma gente al sindicato.

P.: ¿Es decir que se sentían respaldados?R.. Sí, por supuesto . Si P icc in in i llegaba un m om en to que no

podía atenderlos a todos”80.De aquí se desprende, entonces, no sólo una m ayor confianza en

el sindicato, sino tam bién una clara disposición a presionar p ara p lan­tear y obtener la solución de los problem as que se p resen taban en cada sección.

La actitud y la práctica de los obreros y de la patronal c en tro de la fábrica también era distinta:

[...] Había m uchas cosas que a la fábrica se le veníam encim a, muchas conquistas que se fueron dando [...] y aprovechó la ocasión, em pezó a dar... a ap re ta r y a aflo jar. A p re aba y a flo ja b a . C uando aflojaba, el obrero se tom aba la m ano, después el b razo y no se daban cuenta que estaban m etiendo la pata.

Pregunta: ¿Quién era el que se tom aba más, el obrero ex la fábri­ca?

Respuesta: El obrero, por no darse cuenta. C om o ser, b a jab a la producción, no trabajaba. La fábrica lo h ac ía a propósito p a ra después caer en un conflicto [...].

P.: ¿Por qué cree Usted que hacían eso los obreros?R.: C laro p o rque era u n ... la fábrica apretaba y e l o b re ro por

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supuesto se sen tía ... no sé cóm o decirlo , cóm o expresarlo . Se sentía defraudado en una p a lab ra . E n tonces después la fáb rica dejaba que el obrero h ic ie ra lo que q u isie ra para que se desbordara. P ara que después to d o lo que se h ab ía conqu istado se fuera todo por la b o r­da. Entonces es ahí donde actuaba la com isión y decía: “No muchachos, fíjense que esto es así, así y a s í’ . T ienen que volver a hacer las cosas b ien porque la fábrica a la larga nos va a em brom ar” . Y era una lucha constante eso, de todos los días, ir a enseñarle al obrero cómo tenía que hacer el trabajo, cómo tenía que cuidarlo [...]. Y yo cuántas veces a los com pañeros les tenía que explicar. Las seis horas de trabajo, po r ejem ­plo , las teníam os ganadas pero no estaba dado el decreto del M inisterio de T rabajo , el acta de com prom iso de que ya se ten ían que poner las seis horas. Y los compañeros un día me pararon la sección y se m e iban a las doce. Los tuve que atajar a todos, porque se querían ir. Porque me parece que en M etcon habían conseguido las seis horas de trabajo y se hab ían enterado. Entonces, “¿cóm o nosotros no!?”. Pero si todavía no está todo term inado y no podíam os tom am os nosotros mismos las a tri­buciones. Y se iban. Ya habían dejado la sección y los tuve que traer uno por uno.

P.: ¿Y logró convencerlos?R.: Sí, porque sino nos echaban a todos porque hacíam os aban­

dono de trab a jo . Y bueno , eso fue p o qu ito tiem po antes de que nos m etieran a todos presos. Y en todas las secciones había una reivindica­c ió n d iferen te , en todas, porque estaban todas atrasadas de años, yo calculo más de quince años estuvieron que no se conseguía nada [...]”SI.

En es te “tire y a flo je” perm anen te entre la “fáb rica” y los obreros, in tervienen varias cuestiones. En prim er lugar, tal com o este testim onio refleja,· la patronal p retendía im pedir el logro de m ejores condiciones de trabajo en tanto éstas incidían en su cuota de ganancia. Para ello , la táctica del desgaste de la o rgan ización a través de la creación de conflictos era usual. Pero, por e l lado de los obreros, más a llá de las consecuencias prácticas para la organización que tuvieran sus acciones, la presión ejercida sobre la fábrica im plicaba no sólo la ex istencia de reiv ind icaciones aplazadas por largo tiem po sino tam ­bién un cuestionamiento de la disciplina interna del trabajo que imponía la fábrica. Evidentem ente, para los trabajadores, una com isión interna y directiva que respondiera a sus intereses reivindicativos, posibilitaba un respaldo ante sus reclam os que los fortalecía a la hora de enfrentar­se diariam ente con su trabajo.

En este m arco, la preparación para las paritarias cobraba suma relevancia. H acia fines del mes de enero, el gobierno dictó el decreto

217/75, po r el cual se convocaba a com isiones paritarias sectoriales de todos los gremios del pafs. En el anuncio del m inistro de Trabajo Otero acom pañado por la C G T , la C G E y las 62 O rganizaciones, se daba a conocer que la convocato ria reg iría a p a rtir del 1 de m arzo de 1975, lim itándose la v igenc ia de los convenios colectivos existentes hasta el 31 de m ayo de ese añ o . Según el m inistro , las com isiones paritarias se reunirían por el lapso de treinta días y sus resoluciones com enzarían a regir a partir del prim ero d e junio de 1975 82.

Por lo tanto la U O M de V illa Constitución encaró el estudio de un an teproyecto p a ra el nuevo convenio co lec tivo de trabajo de los m etalúrgicos. Una vez finalizado el estudio, sus resultados fueron en­viados a todas las seccionales de la UOM y los grem ios qué se habían solidarizado con la m ovilización de los trabajadores de Villa C onstitu­ción, a fin de que se aportaran ideas y se unificaran criterios.

El anteproyecto de la U O M de V illa Constitución 83 proponía la modificación, derogación y/o ampliación de distintos artículos del Con­venio C olectivo Nro. 89/73 v igen te para las industrias m etalúrgicas. Uno de los prim eros artícu los que se pre tend ía in troducir, rem arcaba nuevam ente la in tención de contro lar y dem ocratizar la participación en la U O M a n ivel nacional: “ [...] Ni éste n i otro convenio podrá ser aprobado s in que la R epresen tac ión G rem ia l que tien e a su ca rg o la función de d iscu tirlo en la p a rita ria en tiem po , no tenga reso luc ión expresa de las seccionales sobre las c láusulas del m ism o. C onform e a los estatutos de la U O M , dichas resoluciones de Seccional se llevarán a cabo por el procedim iento de Asam bleas establecido [...]” .

Im pulsaba ad em ás, el encuadram iento de obreros y em pleados bajo los m ism os c rite r io s laborales: “ [-··] Es beneficiario de esta con­vención todo personal masculino y fem enino, técnico, adm inistrativo y obrero a los que se denom inarán los trabajadores, haciendo excepción del personal de supervisión y jerárquico [...]” . Esto perm itiría term inar con la aislación entre obreros y em pleados y generar un fren te com ún ante la p a tro n a lS4. C on e l mismo fin se determ inaba que “ [...] para los trabajadores de otras industrias que sean ocupados en la industria me­ta lú rg ica , se les c o n ced a el m ism o rég im en que a los trab a jad o res m etalúrgicos [...]” .

E n cuanto al traba jo p e lig roso e in sa lub re , e s te an tep ro y ec to p lan teaba varias cosas. En p rim er Migar, defin ía con c la rid ad cuáles eran las tareas consideradas com o peligrosas e insalubres (por ejem plo, aquellas en las cu a le s Los trabajadores corrieran el riesgo de ser gol­peados o quedar a trapados, las que rea licen tra tam ien to s té rm ico s, soldaduras, pinturas, las llevadas a cabo en lugares donde existan rui­

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dos o altas calorías). En segundo lugar, establecía el pago de un adi­cional sobre el sa lario básico, de acuerdo a cada categoría, para los trabajadores que debieran efectuar esas tareas.

Sin embargo, y éste es quizás uno de los puntos más interesantes de la propuesta, la determ inación de cuáles eran esas tareas peligrosas, no quedaba en manos de la patronal. Por el contrario, el sindicato pro­pugnaba la creación de una com isión obrera de control de seguridad y salubridad industrial que “ [...] sería designada por asam blea del perso­nal y el número de sus m iembros sería igual al de los m iembros de la com isión interna de reclam os [...]” . A dem ás, en cada sección sería designado por asamblea de sección un operario u operaría que trabaja­ría en estrecha relación con los responsables de la comisión obrera. Por otro lado se planteaba que “ [...] la empresa reconocerá los derechos de los miembros de la com isión de seguridad y salubridad a realizar un control de todas las actividades e inform aciones que hagan salvaguar­dar la salud física y psíquica de los trabajadores [...]” . Asimismo, “ [...] los asesores profesionales que requiera esta com isión deberán ser cos­teados por la empresa [...]”, y “[...] la empresa reconocerá a los miembros de esta comisión los m ism os derechos y obligaciones que a los demás delegados de planta [...]” .

Sobre los ritm os de producción, el anteproyecto establecía la derogación del artículo 56 del convenio Nro. 89/73 que decía que “los sistemas de premios o cualquier otra forma de incentivación, no consti­tuye materia propia de la Convención Colectiva. Sin perjuicio de ello, dejase aclarado en form a expresa que la U.O.M . R.A. y/o sus delega­dos, en los distintos establecimientos, no podrán oponerse a la revisión de los sistemas vigentes cuando la incidencia que en ellos puedan ejer­cer los salarios, los métodos de trabajo, la renovación o modernización de las maquinarias y/o cambios técnicos como así también la variación en la calidad de la m ateria prima los haga antieconóm icos, o desnatu­ralice el superior propósito de incentivar razonablemente la producción que debe presidirlos” . El pedido de derogación se basaba en que m e­diante este artículo, las em presas com etían innum erables atropellos sobrexplotando a los trabajadores. De allí en más, entonces, la em pre­sa debía proceder a “ [...] inc lu ir dentro del sueldo básico toda remuneración que [el trabajador] percibiera con anterioridad por dicho rubro [...]”.

También se lim itaba la m ultifuncionalidad de los trabajadores en la fábrica al exigir que “ [...] todo aquel trabajador que realice las primeras cuatro horas en un determinado puesto de trabajo, no podrá ser desplazado[...]”.

Con respecto a los salarios, se incorporaba la exigencia de regu­lar el aum ento de lo s m ism os de acuerdo al ín d ice de costo de v ida . Incluso se pedía un aum ento del 70% que regiría desde el prim ero de enero de 1975.

A dem ás de ten e r en cuenta cuestiones com o la antigüedad, las categorías existentes, lo atinente a perm isos por estudio y exám enes, el control m édico de los trabajadores, el com edor, las guarderías y las jubilaciones, el anteproyecto m arcaba en un artícu lo a incorporar que “ [...] la em presa no podrá con tra ta r a personal arm ado alguno [ ...]” . Esto recogía, evidentemente, la sobrada experiencia que tenían los obreros en convivir con policías y matones dentro de la fábrica.

Por últim o, en lo referido a las re laciones obrero-patronales, el anteproyecto fijaba q u e s i bien el rep resen tan te g rem ial que tuv ie ra que ausentarse de su lugar de trabajo para realizar funciones grem iales debía com unicar esta situación a su superior inm ediato, éste no podría determ inar, tal como planteaba el convenio anterior, la oportunidad de la salida del delegado “ [...] porque no creem os conveniente que la p ar­te patronal d e te rm in e en qué m om ento el rep resen tan te g rem ia l desempeñará sus funciones [...]” .

En realidad, m uchas de estas reivindicaciones se habían ido g a ­nando a través de las distintas luchas. Pero habían quedado com o fruto de un arreglo puntual entre la patronal y el gremio. A l ser incoporadas al nuevo convenio, adquirían fuerza de ley , lim itando la capacidad de la patronal a desconocerlas cuando así lo d ispusiera . A su vez, varias de estas propuestas sign ificaban un reco rte concre to del poder de los patrones dentro de la fábrica. La propuesta de orear una com isión o b re ­ra de control de seg u rid ad y sa lub ridad in d u stria l, de hecho e s tab a im plicando un cierto control obrero de la p roducción en tanto incid ía en las condiciones en que la actividad laboral sería llevada adelante. A su vez, el tipo de com isiones que se im pulsaban , la form a en que se establecía la participación de los obreros en ellas, u n id o a la ro tac ió n en la ocupación de los cargos grem iales, construía un modelo a lte rna ti­vo al sindicalismo vandorista. Por un lado, horizontalizaba la estructura gremial y pugnaba por una mayor dem ocracia organizativa dentro de la fábrica. Por el otro, e s te anteproyecto estaba hecho desde las bases y contaba con el apoyo de éstas. De esa fo rm a, lo to rn a b a sum am en te peligroso tanto para la patronal como para la UOM nacional. Y en poco tiempo m ás, dem ostrarían que no estaban dispuestos a tolerarlo.

Por o tra parte, e l nivel de con flic tiv idad p o lítica en el p a ís a l ­canzaba rib e tes cada vez más v io len tos. La organ ización te r ro r is ta “Alianza A nticom unista A rgentina” (T rip le A), am parada po r el go-

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biem o nacional, llevaba adelante secuestros y asesinatos de activistas políticos y grem iales. El decreto gubernam ental del “O perativo Inde­pendencia” legalizaba los conceptos de “aniquilamiento” y “exterminio” de los militantes de organizaciones guerrilleras. Pese a las ilegalizaciones de conflic tos obreros y las in tervenciones a los sindicatos que se en­fren taban con la “v ertica lidad” exigida y esgrim ida por la C G T, las m ovilizaciones de la clase obrera no dism inuían. Con respecto a esta situación, desde el m inisterio de Trabajo se hacían declaraciones sig ­n ifica tivas. R icardo O tero aseguraba que el gobierno contro laba la violencia y que en el país, ésta se había term inado en la medida en que carecía de sectores que la apoyasen. Sin embargo, tam bién especifica­ba que “ [...] esa v io lencia se está trasladando a sectores grem iales y eso es peligroso [...]” 85. Ni la provincia de Santa Fé ni Villa C onsti­tución, en particular, fueron ajenas a este proceso.

En las e lecciones prov incia les de 1973 se h ab ía im puesto en esta provincia la fórm ula del FREJULI integrada por Carlos Silvestre Begnis (M ID-Línea Popular) y Eduardo F. Cuello (sindicalista m etalúr­gico, militante de las 62 Organizaciones Peronistas). Durante los meses de enero, febrero y m arzo de 1975, se tom aron cada vez más frecuentes los pedidos de intervención federal a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Estos pedidos fueron realizados ante Isabel Perón y el inter­v en to r del PJ p rov incia l Jorge Salom ón, entre o tro s, por: las 62 O rganizaciones Peronistas a través del v ice-gobem ador C uello y del senador nacional peronista por la provincia de Santa Fé, Afrio Pennisi (de extracción sindical m etalúrgica); Ricardo Centurión, secretario ge­neral de la seccional santafesina de la CGT, y por la Juventud Sindical Peronista y el Plenario de Unidades Básicas “23 de septiem bre” .

Las causas esgrim idas p o r estos sec to res para buscar la in te r­vención radicaban, fundam entalm ente, en que el gobierno de Silvestre B egn is no era peron ista y no cum plía con el program a de liberación n a c io n a l86. A rgum entaban para e llo el alza incontro lada de los p re­c io s en los a rtícu lo s de prim era necesidad y el desabastec im ien to existente. D etrás de todo ello se escondía la in tención de obtener una reestructuración del gabinete de Silvestre Begnis. Reclam aban que al­gunos cargos m inisteriales fueran ocupados por dirigentes de extracción sindical, tales como la cartera de B ienestar Social.

A esto se agregaba, según declaraciones de la CGT, una caren­cia de p lanes por p a rte del E jecu tivo p rov incia l para la lucha antisubversiva 87, tal com o dem ostraban los atentados que habían cos­tado la v ida al d iputado nacional peronista H ipólito A cuña, el 15 de febrero, y pocos días después, a Teodoro Ponce, asesor de Afrio Pennisi

y secre tario ad junto de la U O M san ta fes in a 88. L uego de num erosas reuniones m anten idas p o r el gobernador de la p rovincia con partidos políticos y autoridades gubernam entales (tales com o los m inistros de Interior y Trabajo), se aseguraba que la intervención no se realizaría.

En V illa C onstitución, tanto la U O M como los partidos políti­cos de izquierda y progresistas, no com partían la posición de la CGT y las 62 O rganizaciones provinciales. De hecho, algunos partidos políti­cos, tales como Vanguardia Comunista, veían en el pedido de intervención un intento de hacer un nuevo “Navarrazo” 89.

La presencia de los partidos políticos de izquierda, en esta loca­lidad , era bastante im portan te . El n ivel de com bativ idad desplegado p o r la c lase obrera v illen se y su u b icac ió n estra tég ica en el aparato productivo, la convertían en un polo de atracción para aquellos m ilitan­tes que intentaban construir e l socialism o en el país.

Sin em bargo, la relación entre éstos y los trabajadores fue com ­pleja. Muchos obreros cuestionaban la actividad que los partidos políticos pretendían desarro llar dentro del sind icato e incluso, en varios casos, la perm isividad de la C om isión D irectiva hacia dicha actividad:

“Pregunta: Vos hablabas de una puja entre por ejem plo, sectores de la Juventud Peronista y otros sectores políticos.

R espuesta: B ueno , eso ya dentro de l conflic to en s í 90. Ya se venían suscitando. Ya em pezaban a trabajar las tendencias.

Pregunta: ¿Dentro del sindicato o dentro de la fábrica?Respuesta: D entro de la fábrica tam bién. Porque había tenden­

cias que tenían su gente, sus delegados, trabajaban adentro gremialmente y políticam ente [...].

P.: ¿Y qué tendencias políticas había dentro del sindicato y den­tro de fábrica?

R.: D entro de fábrica, los obreros, estaban los peronistas y los no p e ro n is ta . Esas e ran las dos tendencias predom inantes. Y dentro del sind ica to habían , no sé... v e in te tendencias o m ás. Y estaban los que venían a llevarse agua para su m olino, que el C abezón Piccinini un m ontón de veces los tuvo que echar del sindicato. Porque querían cap­tar al dirigente, al delegado o a lgún obrero y ahí ven ían las pu jas, las constantes peleas que había en el sindicato. Marchas y contram archas. Vam os a hacer tal cosa; no, vam os a hacer otra y... llegabas a d iscu tir acaloradam ente.

P.: A m í me co n tab an que había u n as cuan tas. Q ue estaba el PR T, que estaban los “M on tos” , V anguard ia C om unista , el OCPO. ¿Esto era as í efectivam ente?

R.: Sí, dentro del sindicato sí. Yo pienso que ya lo estaban des­

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bordando, en una palabra. No llegaron a tener prim acía ninguno, pero que m olestaban,... m olestaban. Porque un problem a grem ial ya era un problem a político.

P.: ¿Qué planteaban ellos más o menos?R.: Y los planteos de ellos eran siem pre para defender al obre­

ro. T oda tendencia quería defender al obrero... Pero la gente, el grueso de los o b reros, no lo quería eso. P orque si era una lucha sind ical, netam ente obrera, las tendencias no las quería nadie. No se la perm i­tían y s e lo decían al C abezón en la cara. Yo estaba cuando le han dicho u n montón de veces, que lo llamaron al orden los mismos compa­ñeros. S i inclusive hacíamos reuniones para ver qué se podía hacer para llam ar a l orden a la com isión d irectiva, más que nada a P iccinini y a sus m ás allegados porque la cosa se estaba transform ando en un hecho político y el tema sindical pasaba a segundo plano [,..]”91.

M uchos obreros le planteaban esto directam ente a Piccinini:“ [...] Ahora Piccinini lo que h izo, lo que a la gente m ucho no le

gustaba, era el acercam iento con los partidos de izquierda [...] Fue una de las d ivergenc ias que tuv im os con P iccin in i y había gen te que la planteaba: ¿qué hacían esos ahí que no eran trabajadores?. M acanudo. N o so tro s estam os con la lis ta M arrón pero se d ijo que era apolítica. E n to n ces los p o lítico s que vayan al com ité. A cá vam os a tra tar los temas gremiales. Ellos no tienen nada que hacer t·..]”92. Otro testimoniante in te rv iene con una aclaración: “ [...] E so es difícil, muy d ifíc il de ha­cer. Porque haciendo sindicalism o hacés política [...]” 93.

Varias eran las tendencias y organizaciones políticas de izquierda que te n ía n activistas en Villa Constitución. Podem os m encionar entre ellas a V anguardia Comunista, O rganización Comunista Poder Obrero, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, Espartaco-Fracción Roja, Tendencia 29 de M ayo, Partido Socialista de los Trabajadores, Partido C om unista, el E jército Revolucionario del Pueblo- 22 de Agosto, entre otras. A ellas se sumaba la presencia de agrupaciones peronistas pro­gresistas tales com o las regionales de la Juventud Peronista y la Juventud Trabajadora Peronista 94.

C on respecto a las c ríticas q u e se le hacían , en un testim onio poste rio r A lberto Piccinini las adm itiría y además, definiría cuál era la actitud de las organizaciones políticas y cuál debiera haber sido:

“ [..■1 En alguna medida éram os un poco ingenuos, porque abría­m os la puerta a todo el m undo; todo e l que quería hablar con nosotros hab laba . Lógicam ente con el tiem po pudim os dam os cuenta quiénes realm ente nos ayudaron y quiénes no, porque a veces se quiso utilizar a los trabajadores solam ente para hacer capturación política partidaria y

ahí está e l error. M ucha gente creyó que podía hacer patem alism o con los trabajadores, cuando lo que tenían que hacer era darles los elem en­tos que los trabajadores no tenían para que ellos mismos pudieran procesal toda una serie de conocim ientos [...]”95.

Ahora bien, para alg anos de los testim oniantes, existían c ie n o s m atices en cuanto a la m aaera de a c tu a r de los m ilitan tes p o l í t i to s dentro de la fábrica:

“Pregunta: ¿Entre los operarios, adem ás de los peronistas, h ab ía m ilitantes com unistas, del ERT, del PST?

Respuesta.: Sí, pero m uy pocos.P.: ¿Y esos operarios discutían com o uno m ás o trataban de: im­

poner lo que su partido les dbcía?R.: No, no. D iscutían m an ten iendo la línea. Por ahí u t i l iz e la n

su terminología. Qué sé yo, pero se m antenían dentro de la línea.P.: ¿De qué línea?R.: Del conjunto de Ids obreros. Te utilizaban lo del im p e ria is-

m o yanqui, que esto , lo o tio y vos sacab as de dónde venía. P e ro n a bajaban lo de tal partido o t£l otro [...]” 96.

Otro testimoniante ccincide con esta apreciación:“P.: ¿Los m ilitantes ie las organizaciones le daban m ás im p o r­

tancia a lo que d ijera su o rg an izac ió n q u e a lo que d ije ra la g s i t e dentro de la fábrica?

R.: Dentro de fábrica ellos no actuaban. R espetaban d ig am o : la que se discutía. O sea que l is organizaciones dentro de fábrica, e n los problem as, no se m etían com o organ ización . Se m etían sim p lem en te como un obrero, un delegado , o lo que sea . D en tro del s in d ic a “«» si actuaban. Querían imponer sa fuerza.

P.: ¿Y ahí sí respetab m m ás lo que decía la organización qu* la que decía la t ente en la fábnca?

R.: Claro.P.: ¿A vos te parece cue los grupos captaron a los obreros o los

obreros se dirigieron hacia les grupos? ¿C óm o fue la relación?R.: Yo pienso que los grupos q u erían cap ta r a los o b reros. Los

obreros se daban cuenta [...]’ 97.Si bien las conclusio íe s que se p u ed en saca r de estos te s t in o -

nios son parciales, ello no invalida hacer algunas reflexiones atinentes a la interacción entre las o ig an izac io n es p o líticas y la c la se obrera . En primer lugar, la presencia d e m ilitan te s de las tendencias po líticas no era percibida por los o b rero s co m o un h ech o an o rm al. E cuestionamiento, en la mayería de los caso s, radicaba en que su o b je ti­vo fundamental fuera la capcación de ob reros para su partido. P o r otre

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lado, ninguno de los testim oniantes critica que algunos trabajadores se identificaran con esas tendencias, pero sí que éstas disputaran entre sí y con el sindicato para im ponerle a este ultim o una línea de acción.

En tercer lugar, ninguno de los testim oniantes ha expresado re­chazo ante la ayuda concreta que los partidos políticos brindaron en los m omentos más im portantes de los conflictos, tales como aportar dinero o com estibles para el fondo de huelga o in terferir en la llegada de las fuerzas represivas a V illa C onstitución durante e l conflicto de 1975. Pero pasado el m om ento de auge o cuando las tendencias pretendían llevar a cabo discusiones políticas dentro del sindicato, los trabajado­res sentían que se desvirtuaba el m ovim iento. Con esta concepción se liga tam bién la separación tan tajante en tre lo sind ica l y lo po lítico , salvo las excepciones arriba puntualizadas.

S in em bargo, no fue la p resencia de las organ izaciones de iz­quierda y p rog resistas o al m enos tínicam ente e lla , la que m otivó la feroz represión desatada sobre los trabajadores y la población de Villa C onstitución a partir del día 20 de m arzo de 1975. Sem anas atrás co­m enzaron a aparecer ciertos indicios de lo que iba a suceder luego. El 31 de enero había sido detenido en su casa el delegado de la sección Púas de A cindar, A lberto Foresi. La causa, según parte del personal po lic ia l de la localidad , radicó en que se había hallado dentro de su dom icilio, un bolso con m aterial explosivo. Se lo acusó, entonces, de “desarrollar actividades subversivas”. La Com isión Directiva convocó a una m archa por la R uta 9 exigiendo su libertad , a la que acudieron num erosos trabajadores y pobladores de la zona 98. Un vo lan te de la U O M -Seccional V illa C onstitución de la prim era sem ana de febrero, analizaba el significado de lo ocurrido con el obrero Foresi: “ [...] Ante estos golpes bajos, no nos podemos cruzar de brazos y es por eso que es nuestra obligación advertirles a todos que ellos EMPEZARON A ATA­CAR, y si no nos defendem os, rebelándonos ante esta nueva injusticia TODOS JUNTOS com o siempre, ellos tom arán alas [...]. Nosotros les habíam os advertido cuando decíam os que iban a recurrir a cualquier maniobra para tratar de romper nuestro movimiento [...]”" .

Pese a que el 7 de marzo el ministro de Interior Alberto Rocamora negaba que la guerrilla se hubiera extendido a la provincia de Santa Fé, haciendo no tar que los rum ores al respecto se podrían basar en que “cuando se los persigue, los subversivos se desparraman [...] aunque no hay noticias en otros lugares que no sean los ya conocidos [...]” 10°, el 20 de m arzo, en la m adrugada, Villa se convertiría en zona de ocupa­ción de fuerzas de seguridad y parapoliciales.

Según el com unicado firm ado ese día por los m inistros de Inte­

rior, D efensa, Justicia y Trabajo, y la p residen te Isabel Perón, “ infor­mes coïncidentes y verificados por organismos de Seguridad e Inteligencia del Estado Nacional y de los gobiernos provinciales, perm itieron cetec- tar un com plot de características inusuales en la Argentina.

La g ravedad de los h echos es de ta l na tu ra leza que p e rm ite calificarla com o el com ienzo de una vasta operación subversiva lerro- ris ta , puesta en m archa por una deleznab le m in o ría m tin a c io m l. E 1 escenario elegido abarcaba toda la zona ind u stiia l del Paraná en tre Rosario y San N icolás [...]” 101.

Según este com unicado, los objeüvos de los “com plotados” con­sistían en:

1. Paralizar la p roducción industria l que re su lte vital p ir a la existencia del país en el área de la Ribera del r ío Paraná com prendida en tre Rosario y San N icolás. D icho plan tenía com o epicentro k ciu­dad de Villa Constitución y centraba sus objetivos especialm ente en la inm ovilización de las industrias pesadas.

2. C opar y usurpar las delegaciones g rem iales de la zona p a ra instalar direcciones ileg ítim as con el fin de dom inar lis reacciones d e los trabajadores e in tim idar por cualquier m ed io a em presarios y d iri­gentes.

3. O bligar a los obreros ubicados en puestos c laves a no concu.- rrir a sus tareas paralizando así las líneas m ás importantes de prodvccióm de cada em presa [...]. La p lanificación de los hechos m encionados e s ­pecificaba claramente el uso del terrorismo en todas su s formas, inclusive la elim inación física de quienes se opusieran a l complot.

“El operativo iniciado hoy -que ha ten ido existosos resu ltados- perm itió adem ás descubrir ram ificaciones c u y i ex tensión ob ligará a las fuerzas de seguridad a continuar su acc ió n operativa. El g o a ie rn o nacional continuará garantizando am pliam ente, com o en este caso, el derecho al trabajo a todos los habitantes” .

El gobierno nacional destacó a m ás d e 4000 efectivos para la represión 102. Los operativos realizados en Rosario resultaron en la d e ­tención en sus dom ic ilio s de los d irigen tes g rem iales de las p lan t as industriales PASA P etroquím ica, la fábrica d e tractores John Eeeres y el establecim iento m etalúrgico M assey-Ferguson.

En V illa C onstitución todos los in tegrantes de la Com isión D i­rectiva -salvo uno que logró escapar-, y varios delegados fueron deenicLos el mismo 20 de marzo:

“[...] El fam oso 20 de m arzo me agarró de sorpresa, porque v i ­nieron una m añana, que eran las cinco de la m añana, y se m etieron de prepo prácticam ente en casa. No me dejaron n i vestiim e y me sacaron.

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Revolvieron toda la casa, no encontraron nada. Me cargaron en un falcon y me llevaban para el lado de San Nicolás. Y yo digo, bueno, si agarran para el lado de T heobald soy bo leta . L legaron ju s to hasta el cam ino que va a Theobald 1M. Ahí pegaron la vuelta [...].

“P.: ¿Con usted había m ucha gente detenida?R.: Sí, m ucha gente conocida de V illa. Tam bién había m ujeres

[...]. G ente que estaba traba jando h ac ien d o la lim pieza en la UOM , tam bién [...] Y después nos tra jeron acá a la policía, nos bajaron del celular y nos pusieron a todos en el patio. Hasta que nos tom aron todos los datos, nos volvieron a cargar en el celu lar a las cinco de la tarde, las seis. A hí nos sacaron para R osario . Y ahí o tra vez nos tom aron todos los datos, la policía de Rosario en la alcaildía, me parece que es.Y en la madrugada nos llevaron a Coronda. Así que amanecimos al otro d ía , el 21, en C oronda. Una od isea fue e se viaje: con paradas, con sim ulacros, con cualquier cosa.

P.: ¿Simulacros de qué, de fusilamientos?R.: De ataques. Se paraban en la ru ta , pasaba un auto enfrente

que estaba parado y hacían todo un operativo. Y nosotros pensábam os que ahí nos iban a fusilar a todos porque e ra una oscuridad im presio­nante. U n apara to !!!, un arm am ento!!!. Y bueno, cuando llegam os a Coronda, em pezó una pequeña verdugueada. Nos desnudaron a todos, nos revisaron, nos apuraron un poco. A la gente m ayor le hacían hacer salto de rana. Hay m ucha gente que estaba asustada todavía porque era la primera vez que nosotros caíamos presos y no conocíamos en absolu­to lo que era ese verdugueo [...] Después nos mandaron al sur, a Rawson. Toda la Comisión Directiva, que tenían proceso, y ocho delegados éra­mos, que fuimos con ellos. Sin causa los ocho delegados [...]” 104.

El local de la UOM fue allanado e intervenido el sindicato. El interventor enviado por el M inisterio de Trabajo fue Simón de Iriondo. Las abogadas del s ind icato m eta lú rg ico M ary Dal D osso y M ireyra Rojo, tam bién fueron detenidas. La CGT Regional fue disuelta y sus dirigentes apresados. La respuesta de los obreros a la ocupación militar de la ciudad y la detención de sus dirigentes fue la huelga, huelga que duraría 59 días. La misma comenzó con la toma y ocupación de ACINDAR -que se m antendría una semana-.

El m ism o 20 de m arzo se form ó una dirección alternativa: un C om ité de Lucha constitu ido por dos delegados de A cindar, dos de Marathón y dos de M etcon y, posteriorm ente, se agregarían dos delega­dos de V illber al adherirse solidariam ente los obreros de esta empresa al paro en V illa C onstitución. Este comité publicaría varios boletines de huelga con la intención de m antener informados a todos los trabaja­

dores sobre la m archa de los sucesos. Al día siguiente de com enzado e conflic to , el m inisterio de T rabajo em itió un com unicado por e l cua. declaraba la ilegalidad de la ocupación obrera de A cindar, amenazando con la aplicación de la Ley de seguridad nacional Nro. 20.840 en caso de m antenerse la tom a 103. M ientras tanto , la C G T R egional S an ta Fe desautorizaba el paro l06.

La forma en que se organizó y se m antuvo la tom a de las fá b r i­cas y la posibilidad de recam bio inm ediato de la conducción al haber sido apresada, reveló la alta capacidad com bativa a lcanzada p o r los trabajadores de Villa Constitución. Se organizaron equipos dedicados ¿ la solidaridad, la propaganda y las guardias. Buena parte del persona, je rá rq u ico fue retenido en ca lidad de rehén. U na persona que h a b ít sido superv iso r de A cindar y un ex-obrero de la em presa, re la ta n le siguiente:

“P.: ¿Cuando fue la toma del ’75, a Usted lo retuvieron?Supervisor: Sí. Yo era supervisor. Entonces tuvim os que quedar­

nos. Nosotros, en mi sección, éramos dos por tum o. Así que quedam os los dos que estábamos, nomás

P.: ¿Estaban vigiladas las entradas de la fábrica?Obrero: Tenía dos salidas. Una puerta chica y una puerta grande

como un portón [...]. C laro, estaban cuidadas las dos salidas.P.: ¿Y a usted lo dejaron una semana adentro y después lo d e ja ­

ron salir?Supervisor: Claro, nosotros estuvimos creo que una semana adentre».

Y en los últimos días, com o se iba para largo el asunto, uno estaba mal dormido ahí, dormías en el suelo. Entonces dijeron “bueno, los vam os a dejar sa lir” . D ejaban sa lir a todos. Bah, siem pre se quedaba un g rupo adentro, pero a nosotros principalm ente, a nosotros no nos m olestaban ni nada. Nos dejaban ir ocho horas a casa. Nos íbamos a las diez d e la noche y a las seis de la m añana ten íam os que volver. T eníam os que entregarles la credencial a los de la UOM [se refiere a los p iquetes de guardia de los obreros]. Tenían unas m esas ahí y a todos los que se iban los anotaban, con nom bre y apellido. D espués, al otro d ía , cuando uno entraba a las seis de la m añana, tenía que ir a en tregar la c redenc ia l. El que no retiraba la credencial era porque no había venido . Y s i t o ibas, te iban a buscar.

P.: ¿Cuánta gente había para organizar todo eso?Obrero: Era la m ayoría de la gente. Estaba m uy, muy u n id a la

gente en ese momento.P.: ¿A hora, hab ía una ac titud , un in ten to de los o p era rio s de

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d iscu tir con ustedes qué era lo q u e estaban haciendo? ¿Se peleaban ustedes con ellos?

R.: No, no. Nosotros inclusive comíamos y dormíamos junto con ellos, ah í por lo menos en el sector mío. En la m ayoría de los lados era así. Porque después hacían p iquete ellos. E llos por ejem plo, ahí en el sector donde estábam os nosotros, s e anotaban: H acían una lista y de­cían: “ B ueno, ustedes a ta l hora tien en que ir a hacer p iquete a ta l lado” . Los m andaban a cu idar ah í a la puerta 10. A noso tros no nos d ijeron absolutam ente nada de que teníam os que hacer esto o lo otro. N osotros estábam os con ellos ahí, se com ía, se tom aba m ate. Eramos una familia, bahü ! [...]” 107.

El nivel de solidaridad tan to del pueblo de V illa C onstitución com o de varios gremios y partidos políticos del país, fue enorm e. Las com isiones vecinales barría les, q u e se habían organizado durante el verano del '15 para resolver sus problem as com unales, eligieron res­ponsab les de barrio para reunirse con los in teg ran tes del Com ité de Lucha y encargarse de la recolección de dinero y víveres para los huel­guistas.

La interacción, el conocim iento y la solidaridad entre los habi­tantes de los barrios y los obreros en lucha, era tal que incluso permitió que uno de los integrantes de la C om isión D irectiva pudiera evadir a las fuerzas represivas durante el com ienzo del conflicto. Luis Segovia relataba que:

“E l día 20 de m arzo yo me hallaba trabajando acá en mi casa, cuando interviene la policía acá e n Villa C onstitución. En aquel m o­m ento intento pasar la cam inera. Y o vivo en la provincia de Buenos A ires. [...] A la noche, cuando levantaron el operativo entré a V illa [...]. A m í no m e detienen por el apoyo de masas que hay [...]. Llegué a una casa y me dice una señora: pase , Usted no m e conoce pero yo lo conozco. Mi marido trabaja con usted. Yo a la señora no la conocía, ni le pregunté el apellido ni sabía quién era. Lo tínico que le digo yo a la señora es que me quería bañar, q u e me quería lavar un poco porque andaba muy sucio. La señora me da el baño y me da toalla limpia. Me dice que me quede, que descanse un rato, que ella me va a cuidar y que en caso de que llegue la policía que salte po r atrás del tap ial y que vaya a la casa del vecino, que ya la vecina sabía que yo estaba en la casa de ella [...]. Es por eso que a m in o me agarran [...]: es el mismo pueblo el que me cuida a mí [...]” 108.

Los trabajadores del transporte de Villa Constitución, la fábrica C1LSA, los trabajadores de la U nión Ferroviaria y La Fraternidad, los empleados bancarios y docentes, la Federación Agraria de Arroyo Seco,

realizarían m edidas de fuerza escalonadas reclam ando la libertad de los dirigentes detenidos. La obreros de la fábrica M artín Amato “ [...] votaron donar dos días de su jo rnal p a ra el fondo de huelga y además realizaron un acto en apoyo nuestro q u e después fue reprim ido por 1e policía, siendo detenidos varios com pañeros [...]” 109. Los representan­tes de los gremios tales como la Asociación de Empleados de Comercie de Rosario, la ram a universitaria del S indicato de Trabajadores de le Educación de R osario y la A sociación d e Docentes e Investigadores de la Facultad de C iencias M édicas, enviaron varios telegram as repudian­do lo sucedido al m in istro de Interior, A lberto Rocam ora. A todo este se sumaría la so lidaridad de los g rem ios com bativos ya intervenidos, como los gráficos bonaerenses, los obreros tucumanos de Ingenio Ledesma dirigidos por M elitón Vázquez, los obreros cordobeses de SMATA, Fiai y Luz y Fuerza.

El Partido P eronista A uténtico, e l Frente de Izquierda Popular, la Juventud Trabajadora Peronista y las Juventudes Peronistas regiona­les, el Partido C om unista, entre otros, sum aron su apoyo a los obreros de Villa C o n stitu c ió n . E l 22 de m arzo se llevó a cabo u n a re u n ió r multipartidaria en la que participaron la Unión C ívica Radical, el P a r­tido D em ócra ta P ro g esis ta , el P a r tid o In tran sig en te , el Partidc Revolucionario C ristiano, el Partido Socialista U nificado y el Partidc Comunista. De esa reunión resultó el env ío de un telegram a al M inistre del Interior en el cual denuncian “ [...] la violenta y arbitraria represiór. desplegada en la p ro v in c ia de Santa F é desde V illa C onstitu c ió n z Puerto San M artín [...]” M0.

El 27 de m arzo , p o r la noche, l a policía d esa lo jó las p lan tas ocupadas, deteniendo a m ás de un centenar de obreros.

M ientras las in tim idaciones, detenciones y asesinatos por parte de las fuerzas represivas continuaban, sólo 9 días después de iniciado el ataque a la seccional de Villa C onstitución, Lorenzo M iguel com en­tó a los periodistas que había solicitado a l m inisterio de T rabajo que le hiciera conocer las razones de los sucedido allí, aclarando que “ [...] no se abrirá ju icio hasta que n o se conozca e l inform e .-.olicitado al M inis­terio de Trabajo [...]” Los integrantes del Comité cié Lucha intentaron un encuentro con el m áxim o d irigente m etalúrg ico para requerirle su pronunciamiento. Según sus propias declaraciones hechas recién en mayo, el secretario general de la U O M afirm aba que sólo aceptaría recibirlos en la m edida en que no se presentaran com o m iem bros d e l Comité de Lucha. Es más: estaban las dec la raciones del m áxim o dirigente de la UCR, Ricardo B albín , en las que éste expresaba que “ [...] el problem£ en Villa Constitución no responde a un p lan subversivo sino a una cues­

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tión de prestigio sindical [...]” . A éstas Lorenzo M iguel respondió que “ [...] el docto r B alb ín fa lta a la verdad . C om o en el p a fse x is te una am plia dem ocracia, lo que corresponde es que el doctor B alb ía se d iri­ja a las autoridades correspondientes para saber si hay un hecho subversivo o no , si es que tiene sus dudas. A quí quien ha actuado a c ha sido la UOM sino la justicia y por ende, los servicios de seguridad” 11J.

El primero de abril el gobernador de la provincia Silvestre Begnis explicaba a los fam iliares de los detenidos que fueron a entrevistarlo , que la situación escapaba a su órbita dado el recien tem ente declarado estado de sitio.

El nuevo interventor de la seccional, Sim ón de Iriondo, asumió sus funciones el 2 de abril. En m edio de una atm ósfera tensa, ya que la huelga continuaba sin variantes, el 7 de abril convocó a un acto público a los huelgu istas, que se llevaría a cabo en la p laza p rincipal. Con escasa concurrencia (ya que el Com ité de Lucha había desautorizado la asistencia), el in terven to r h izo un llam am iento a los trabajadores para que retornaran pacíficam ente a sus trabajos m . Sin em bargo, los obreros no levantarían las m edidas de fuerza. Los únicos queprestaban servicios eran los supervisores de ASIMRA.

La situación com enzaba a afectar seriam ente la producción de varias fábricas industriales del p a ís . El diario La Razón consignaba que la suspensión de la provisión de acero producido en A cindar era un hecho de grave repercusión especialm ente para la industria automotriz. Tal era el caso de las instalaciones en Córdoba o en G eneral Pacheco, donde la empresa Ford se encontraba ya desprovista de los blocks de automotores que eran fabricados por Metcon. La falta de h ie rro produ­cido p o r la em presa de los A cevedo, dejaba a la industria de la construcción en similares condiciones. Es por esto que la A sociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), que agrupa a las industrias ter­minales de automotores, publicó un comunicado en los diarios. En él se afirmaba que “la paralización por causas ajenas a la industriaterm inal de automotores de importantes proveedores de m ateria p rim a básica y de autopiezas im prescindibles para su normal actividad, h a creado un panoram a de desalentadoras perspectivas a corto plazo. Los conflictos de público conocimiento no sólo se lim itan a las fábricas de la zona de Villa Constitución sino que afectan a un sector numeroso de industrias ubicadas en el norte de la provincia de Buenos A ires y en e l sur' de la provincia de Santa Fé [...] Lo expuesto obliga a ADEFA a advertir a las autoridades y a la opinión pública que de no solucionarse de forma inm ediata la situación detallada, la consecuencia inevitable y lamen­table será la paralización de todo el sector automotriz cuya importancia

com o fac to r económ ico y soc ia l dada su g rav itac ión com o fuente d e trabajo para 56.000 obreros y em pleados de las industrias term inales y400.000 de las activ idades conexas, puede verse resentida a extrem os tales que luego sea de m uy d ifíc il recuperación” 114. De hecho, el go ­bierno, con sus m edidas destadas sobre “la serpiente roja del Paraná” , ca lifica tiv o usado p o r la de rech a al re fe rirse a los obreros de V illa Constitución 11S, había logrado lo que supuestam ente deseaba im pedir: la paralización de las industrias vitales. Acindar, p o r lo tanto, em peza­ba a m andar telegram as a los obreros conm inándolos a re to m ar a su s trabajos en el lapso de 24 horas. En poco tiem po, el núm ero de telegra­mas llegó a 5.000, pero los obreros los desconocieron.

M ientras tanto , se seguían acercando a los huelguistas las adhe­siones solidarias de los trabajadores de Astilleros Río Santiago, Sulfacid, Fader, Paritarios de Prensa, la C om isión Interna del diario Crónica, los Judiciales de Santa Fé, las L ista 3 V erde de Bancarios, M olinos Río de La Plata. Por su parte, los trabajadores de la fábrica Santa Rosa de San Justo, los trabajadores bancarios de distintas entidades (G alicia, Shaw, Tomquist), Rigolleau, aportaban dinero para el fondo de huelga.

Pero las corridas de Falcon verdes, los disparos en la noche, los asesinatos y detenciones, continuaban impunemente:

“Los tiros sonaban to d a la noche. Las d ec la rac io n es eran de todo tipo. A vos te decían: A tacan, atacan. Y después, al otro día, vos veías que eran ellos m ism os que tiraban entre ellos para quedarse [...]. V os te levantabas y leías. M añana p o r e jem plo . A brías el C la rín y decía: “Intento de copam iento en V illa C onstitución” . Y no había pa­sado nada esa noche o fue entre ellos, para justificarse [...]” U6.

D urante el m es de abril, las fuerzas represivas en V illa C onsti­tución asesinarían a M iguel A ngel Lobotti, trabajador de Acindar, Juan Carlos Ponce de L eón, can illita , y A delaido V iribay , obrero po rtu a­r io 117. A nte esta s itu ac ió n , la Ig le sia de V illa C o n stitu c ió n , a l igual que luego lo haría la jerarquía eclesiástica durante la dictadura m ilitar de 1976, no jugó un papel ético, según se ha podido constatar en varios testim onios. M uchos trabajadores han com entado c,ue el cura Sam uel M artín hacía repiquetear las cam panas de alegría cuando llegaron los Falcon a la ciudad. M uchos contaron tam bién que las cam panas sona­ban para tapar los gritos de los torturados en la com isaría. En efecto, si uno camina por la avenida San M artín en dirección a Em palm e, puede ver que la Iglesia p rincipal y la com isaría de V illa C onstitución com ­parten la misma medianera.

Ante la ineficacia dem ostrada por Iriondo para quebrar la huel­ga, el Secretariado N acional de la UOM , en un todo de acuerdo con el

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m inisterio de Trabajo, lo reem plazó por un nuevo interventor: A lberto Campos. Al asum ir su cargo, éste m anifestó que cuando las autoridades com petentes se pronunciasen sobre “si había habido o no subversión, la U O M nacional reso lvería sobre la situación del sindicato” 118. U na de sus prim eras m edidas fue la convocatoria a un Congreso de Delegados Regionales para el día 16 de abril. El Com ité de L ucha, desconociendo nuevam ente e l llam ado de un interventor, decid ió a s u vez convocar a un paro con m ovilización y asam blea para e l m ism o día. En el volante de la convocatoria firmado por el Comité de Lucha de Acindar, Marathón, M etcon y V illber se expresaba que: “ [...] En nombre d e la UOM nacio­n a l, el in terven to r d ice que viene a norm alizar e l sindicato . La única norm alización que los trabajadores aceptarem os es la libertad de nues­tro s presos, la devo lución de nuestro sind ica to a sus leg ítim os represen tan tes, e l retiro de las bandas fasc istas de V illa Constitución

C am pos d ice reconocer a P icc in in i com o nuestro represen tan te legítim o, pero declara acéfala la seccional porque nuestro com pañero está preso. Pero nosotros sabemos que son ellos, la burocracia junto con el gobierno y la patronal, quienes m andaron a P iccin in i y demás com ­pañeros a la cárcel para quebrar nuestra organización [...]. A todas las maniobras nosotros responderemos con la organización, movilización y lea ltad a nuestro s verdaderos d irigen tes. P o r todo esto el com ité de lucha resuelve:

1. Convocar a un paro general para el día miércoles 16 [...].2. Realizar una asamblea de los trabajadores metalúrgicos [...] a

fin de reclam ar nuestros objetivos que son:-LIBERTAD A TODOS LOS COMPAÑEROS DETENIDOS.-RECUPERAR NUESTRO SINDICATO.-CONCRETAR LAS REIVINDICACIONES CONSEGUIDAS DE

LAS EMPRESAS POR NUESTRO SINDICATO.-INGRESO INCONDICIONAL DE TODOS LOS COMPAÑEROS

A LAS PLANTAS.-LEVANTAMIENTO DE LAS ORDENES DE CAPTURA.-RECONOCIMIENTO DE LOS JORNALES CAIDOS.-DESALOJO DE LAS FUERZAS REPRESIVAS DE LAS PLAN­

TA S.” “ 9.En esa jom ada, a la que asistieron aproximadamente 2.000 obre­

ros a pesar de la represión , se decid ió llam ar a asam blea y a un paro genera l para el d ía 22 de abril. P ese a la p re sen c ia de las fuerzas policiales, el paro y la m ovilización se cum plieron absolutam ente, con la presencia de 7.000 personas en la m archa. Sobre lo s m anifestantes se desató una fe roz rep resión dejando com o saldo varios heridos de

bala, un centenar de contusos y gran cantidad de detenidos. Pocos días después, moriría el obrero García quien había sido herido por una bom ­ba de gas lacrim ógeno d isparada d irec tam ente a su cuerpo no. Al día siguiente, varias bom bas esta llaron en la c iudad, destruyendo el local de la Unión F errov iaria , casas de ac tiv istas y o tros lo ca les donde se alm acenaban alim entos.

A nte esto s h echos, el C om ité de L ucha v o lv ió a llam ar a un “ [...] nuevo paro general por 48 hs. para el jueves próxim o en repudio a la v io lenta represión [...]” , exig iendo adem ás q u e la UOM nacional y la C G T repud iaran la rep resió n 121. E stas m ed idas de fuerza fueron llevadas nuevam ente adelante por el pueblo de V illa Constitución.

El prim ero de m ayo se aproxim aba y los obreros pretendían rea­lizar un nuevo acto con m ovilización. Pero todo esto se verla empañado por un nuevo asesinato. Rodolfo A ngel M ancini, obrero de M etcon, ha­bía sido secuestrado el 30 de abril. E l 1 de m ayo su cadáver fue hallado en el baúl de su p ropio auto en Sarandí, provincia de B uenos Aires. A este asesinato se sum aría e l de Jorge C haparro-colectivero de Acindar, ocurrido también en e l mes de m ayo. Jamás la C G T y la UOM nacional repudiaron ninguno de estos hechos.

A lgunos de los activistas detenidos com enzaron a ser liberados. Tal fue el caso de Juan Palacios, que posteriorm ente sería asesinado. Pero durante este m es, varios de los in tegran tes del C om ité de Lucha com enzaron a ser detectados y detenidos por la po lic ía . Las detencio­nes y los atentados continuaban y los huelguistas estaban cada vez más debilitados.

“ [...] A todo esto llegan a dos m eses. Y ya el gobierno veía que esto caía por su p ropio peso, que la gente no iba a aguantar po r mucho más tiempo. Tal es así que la huelga se levanta sin la orden de Piccinini porque ya la e staba m anejando acá una co m isió n de lucha. Pero la gente ya no aguantaba m ás, así que prácticam ente ahí se pierde algo de lo que se había conquistado: que la gente tenga que vo lver otra vez y nosotros seguir presos [...] Y como se tenía m ucha fuerza, se pensó que el gob ierno iba a a flo ja r. Tal es a s í que yo cuando m e v a a ver el teniente coronel [cuyo nom bre no recuerda] a L a Plata yo le pregunté por qué estaba detenido. Y me dijo si yo era de la M arrón, L e dije que sí, que era de la M arrón com o 2.000 com pañeros más que éram os sim ­patizan tes de la M arrón . B ueno, d ice , por e so está p reso , por se r sim patizante de la M an o n [...]” 122.

En una reunión con varios testim oniantes, algunos sostenían que “ [...] la gente ten ía m iedo, por sobre todas las cosas. A ta l hora todas las luces apagadas. Todo e l m undo adentro. M iedo y ganas de que se

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term ine todo [...] Al p rincip io vos decías en algo debe haber andado. Pero tam bién te encontraban con una escoba, entonces a Coronda con 400 cadenas. Ya era una caza de brujas [...]” 123.

O tro testim on ian te in terv iene aclarando que “se fom entaba la industria del m iedo. C ada hecho que se vivía en Villa, era tan fuerte la represión que vos no pensabas: ¿H ay represión, por qué?. Como uno escuchaba la voz del represor, y se escuchaba más la v o z del represor que la del reprim ido porque sonaba más fuerte, vos te ibas haciendo el bocho [...]. Fue una verdadera lavada de cerebro para la gente de V illa [...]”

O tra perso n a afirm a que “ [...] La suerte que tuv ie ron acá los dirigentes de la Lista M arrón, los delegados, los de la com isión interna de ese m om ento es que fueron detenidos oficialm ente y encarcelados [...] y por eso no fueron desaparecidos. En otras circunstancias, hubie­ran desaparecido todos [...]” ,25.

El 19 de m ayo aparecerá una so licitada en los d iarios firm ada por el Comité de Lucha en la cual se anunciaba el levantam iento de la huelga si bien se m antenía el com prom iso de no bajar las banderas de lucha. Los trabajadores consultados calcularon que ochocientas perso­nas quedaron en la calle. Durante estos meses y los posteriores del año1975, 1976 y 1977, muchos compañeros de Villa fueron asesinados, des­aparecidos o ex iliados. En A cindar funcionaría duran te la dictadura m ilitar de 1976-1983, un centro clandestino de detención 12<s.

V. Conclusiones

E l 19 de m ayo de 1975 la c lase obrera de V illa C onstituc ión salía derrotada de la huelga iniciada dos m eses atrás. S in embargo, el enfrentamiento m antenido por los trabajadores con el aparato represivo estatal, la burguesía y la burocracia sindical había com enzado m ucho tiem po antes. Es necesario analizar, entonces, cuál fue e l significado de las luchas protagonizadas por la clase obrera de Villa Constitución durante los años 1974 y 1975.

Para algunos au tores, com o N atalia D uval 127, V illa Constitu­ción fue “[...] el últim o enclave, donde en ese período, se m anifestó el c lasism o [...]” I28. Un m ov im ien to de carác ter c lasista es aquel que cuestiona la estructura d e poder en la sociedad -las relaciones de c la­se-, reconociendo la existencia de contradicciones antagónicas entre la clase obrera y la burguesía.

Los trabajadores m etalúrgicos de Villa Constitución pusieron en cuestión la estructura verticalizada del poder sindical. G eneraron un

m ovim iento que, plasm ado en la L ista M arrón, se basó en la democra­tización de la estructura grem ial a partir de la participación, organización, y m ovilización de las bases. El n ivel de com bativ idad de los ob reros v illenses fue tan e lev ad o que p o sib ilitó , p o r un lado , e l in ten to de aglutinar y construir un po lo alternativo a las direcciones burocráticas de todos los sind ica tos o p u esto s y a la o rgan izac ión grem ial de tip o vandorista . Por el o tro, esa capacidad com bativa perm itió d isp u tar y obtener el control de una de las seccionales del grem io cuya incidencia, política y preem inencia sindical era indiscutible: La Unión Obrera Me­talúrgica. A esto se debe agregar un elemento m ás. Ni Alberto P iccin in í ni e l S ecretario G enera l de la R eg ional de V illa C onstitu c ió n d e la. CGT provenían del peronism o. Por e l contrario , am bos dirigentes e ran de extracción ideológica de izquierda. Esto no im plicaba que los traba­jadores de Villa Constitución habían renegado de su ideología peronista . Pero s í dem ostraba que el peronism o ya no daba las respuestas que la s bases obreras dem andaban y que no podía con tro la r com o an tañ o lo s canales por los cuales esas dem andas se expresaban. Por supuesto esta crisis de legitim idad, al m enos en el nivel sind ica l, se m anifestaba d& form as totalm ente contrad ictorias. E sto se puede v er en el volante de la U nión Ferroviaria de V illa C onstitución citado anteriorm ente e a el cual se criticaba la p a tria m e ta lú rg ica , la ley de p resc in d ib ilid ad d e l gobierno peronista, el patrón-Estado, pero se desligaba al gobierno d e l General Perón de todos estos hechos.

Este p roceso fue sum am en te im portan te e in q u ie tan te para, la burocracia y la patronal m eta lú rg ica de Villa C onstitución. Pero seiía. un error confundirlo con un m ovim iento orientado a la destrucción de las relaciones de explotación. La L ista M arrón se declaraba en su p ío - gram a como antipatronal. Pero ello no sign ificaba el cuestionam ien to de la existencia de la patronal. De hecho , lo que los trabajadores pre­tendían era m ejorar su condición de ta les a través de m ayores sa lario s y mejores condiciones de trabajo.

Sin em bargo cabe señalar que así como no existen m ovim ientos c lasistas “puros” , los m ovim ien tos com bativos tam poco co n stituyen fenóm enos hom ogéneos. E n su sen o en c ie rran tam b ién dem andas conflictuales d iversas y elem entos de la lucha de clases que a tacan a l m odo capitalista com o tal. A lo largo de este p roceso , los trabajado­res de Villa C onstitu c ió n d esa rro lla ro n a lgunos de estos e lem entos Las tom as de fábrica, los planteos del anteproyecto para las p a r i ta m s , la aparic ión de ag ru p ac io n es obreras que se re iv in d icab an c la s i s t i s , eran sintom áticas en cuanto al ca rác ter que ib an adquiriendo la s r e i­vindicaciones y las luchas. Pero ni la burocracia n i la patronal podían

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perm itir que todo esto, fru to de la m ovilización y la organización d e ­m ocrática, siguiera avanzando.

H em os señalado que la percepción que los trabajadores ten g an de su rea lidad y de sus in te reses, es la que condiciona su m anera d e actuar. Consideram os que esto es válido tam bién para la burguesía, en tanto la lectura que ella posea de la conciencia de la clase obrera y su capacidad de poner en riesgo la persistencia y reproducción del s is te ­m a, determ ina la a rticu lac ión de las respuestas que elabore an te lo s conflictos planteados. La represión desatada sobre los trabajadores de V illa C onstituc ión fue n o solam ente para destru ir lo existente. T u v o también un carácter preventivo. La conciencia de la clase obrera villense no era revo lucionaria pero su n iv e l de com bativ idad y sus re se rv as organizativas (dem ostradas luego de la detención de sus dirigentes s in ­d icales el 20 de m arzo de 1975), a lo cual se sum aba la presencia d e las organizaciones de izquierda y progresistas, la tomaban peligrosamente “ind isc ip linada” para e l capital. La burguesía no podía arriesgarse a que la sín tesis h istórica posible en tre las d istin tas instancias, se co n ­cretara en el cuestionam iento de su propia existencia. Por ello, Lorenzo M iguel, los A cevedo y el gob ierno de Isabel llevarían adelan te co n m ucha precisión en Villa Constitución la represión por medio de asesi­natos y desaparic iones de ac tiv istas obreros y m ilitan tes p o lítico s , m etodología que la dictadura m ilitar convertiría en m oneda corriente en todo el país, a partir de 1976.

Notas

1. Esta información fue obtenida del Reglamento del Personal de Acindar,publicado por la empresa.

2. Carlos Gómez y Jorge Rodríguez: Las luchas obreras en Villa Constitu­ción: 1870-1976. Santa Fé, 1987, inédito.

3. Dirección estadística de la provincia de Santa Fé.4. Idem anterior.5. José Schulman: Acindar: Una empresa del Proceso, Buenos Aires, 1985.6. Testimonio de Roberto Nartayo, extractado de Carlos Gómez y Jorge

Rodríguez, op. cit.7. Testimonio de ex-trabajador de ACINDAR. Todos los testimonios han

sido realizados por la autora en 1991. Agradezco la ayuda de los inte­grantes de la UOM seccional Villa Constitución, de ASIMRA seccional Villa Constitución, del historiador Jorge Rodríguez y de todas aquellas personas de Villa Constitución que me han brindado su disponibilidad y sus reflexiones.

8. Un análisis interesante sobre el significado del “Cordobazo” es el de

Elizabeth Jelin: La protesta obrera. Participación de bases y sindicatos. Buenos Aires, Nueva Visión, 1974.

9. Testimonio de Alberto Piccinini extractado de: Mercedes Balech: Hechosy protagonistas de las luchas obreras argentinas. La lucha por la demo­cracia sindical en la UOM de Villa Constitución. Buenos Aires, Editorial Experiencia, 1985.

10. Testimonio de Alberto Piccinini, idem anterior.11. Testimonio tomado a ex-trabajador de mantenimiento en Acindar, luego

delegado de la Lista Marrón.12. Testimonio tomado a ex-delegado de la sección clavos de ACINDAR.13. Según la visión recogida por la autora de varios trabajadores de Acindar

y del testimonio de Alberto Piccinini, extractado de Mercedes Balee! op. cit.. ’

14. Testimonio de Alberto Piccinini en Mercedes Balech, op. cit..15. Entre las normas que se pretendía incorporar a la Constitución, se

hallaba la reforma a la ley electoral que establecía que e l presidente y vicepresidente serían elegidos por el sistema de ballotage o doble v iel- ta.

16. La Opinión, 2 de septiembre de 1973.17. Cabe aclarar que este planteo no perteneció a todo el espectro de la

conducción sindical y que, incluso, generó rupturas en el seno de las 62 Organizaciones Peronistas que se dividieron en “Leales a Perón ' y “De pié junto a Perón” .

18. Ministerio de Economía de la Nación: El plan Trienal 1974-1977. Bue­nos Aires, 1973.

19. Además de Villa Constitución, no había habido elecciones aún por pro­blemas estatutarios en Salta, Casilda, Campana y Bragado. La Nación, 13 de marzo de 1974.

20. Clarín, 3 de enero de 1974.21. Testimonio de ex-trabajador de Acindar.22. Informe del Comité de Lucha de Villa Constitución. Marzo de 1974 Ar-

chivo de la autora.23. Pacto Social, citado en Osvaldo Calello y Daniel Parcero: De Vandor a

Ubaldini. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984.24. A fines de 1973 y comienzos de 1974, se habían intensificado los

conflictos por mejores condiciones salariales y laborales. Algunos de ellos fueron las huelgas de UTA Córdoba, Molinos Río de La Plata, Papeleros de Matanza, Textiles de Bossi.

25. Liliana de Riz: Retomo y Derrumbe. El último gobierno peronista. Bue­nos Aires, Hyspamérica, 1987; también Osvaldo Calello y Daniel Parcelo, op. cit.. '»»

26. Testimonio de un ex-obrero de Acindar.27. Informe del Comité de Lucha. Villa Constitución, marzo de 1974. Ajchi-

vo de la autora.28. El Descamisado. Buenos Aires, marzo de 1974.29. Volante de la Lista Marrón. Archivo de la autora.

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30. Testimonio de Alberto Piccinini en Mercedes Balech, op. cit..31. Informe del Comité de Lucha. Villa Constitución, marzo de 1974. Archi­

vo de la autora32. Idem anterior.33. El compañero. Buenos Aires, abril de 1974.34. La Capital de Rosario, 11 de marzo de 1974.35. La Nación, 12 de marzo de 1975.36. Volante de los trabajadores de la fábrica Metcon, marzo de 1974. Archi­

vo de la autora.37. Volante de la Unión Ferroviaria-Seccional Villa Constitución, marzo de

1974. Archivo de la autora.38. Volante de los trabajadores metalúrgicos de la “Lista Azul” de Rosario,

marzo de 1974. Archivo de la autora.39. Crónica, 14 de marzo de 1974.40. Solicitada de Acindar aparecida en Clarín, 15 de marzo de 1974.41. Testimonio ex-obrero de Acindar.42. Volante de la Lista Marrón. Archivo de la Autora.43. Solicitada de ACINDAR aparecida en Clarín, 15 de marzo de 1974.44. Testimonio de obrero de Acindar.45. Extractado del periódico del Frente de los Trabajadores Revolucionarios

y del boletín informativo de la Lista Marrón. Archivo de la autora.46. Informe del Comité de Lucha. Villa Constitución, marzo de 1974.47. El Economista, 22 de marzo de 1974.48. Informe del Comité de Lucha. Villa Constitución, marzo de 1974. Archi­

vo de la autora.49. Boletín Nro. 2 de la Lista Azul. Marzo de 1974. Archivo de la autora.50. Boletín Nro. 4 de la Lista Azul. Marzo de 1974. Archivo de la autora.51. Artículo de la revista del gremio Luz y Fuerza Córdoba, Electrum, cit. en

Mercedes Balech, op. cit..52. Convocatoria al plenario antiburocrático. Volante firmado por las comi­

siones internas de Acindar, Marathón y Metcon. Archivo de la autora.53. Boletín Nro. 2 de la Lista Marrón, 24 de abril de 1974. Archivo de la

autora.54. Extractado de la solicitada firmada por numerosas agrupaciones y comi­

siones internas, siguiendo la resolución del plenario de abril de 1974. Cit. en Mercedes Balech, op.cit.

55. Boletín Nro. 2 de la Lista Marrón, 24 de abril de 1974. Archivo de la autora.

56. Testimonio a ex-obrero de Acindar.57. Testimonio de Alberto Piccinini cit. de Mercedes Balech, op. cit.58. Volante de la Lista Azul. Archivo de la autora.59. Testimonio de trabajador de Acindar.60. Solicitada de la UOM R.A. Crónica, 23 de abril de 1974.61. La Nación, 23 de abril de 1974.62. Volante de la Lista Marrón, abril de 1974. Archivo de la autora.

63. Memorándum enviado al ministerio del Interior por los activistas de la Lista Marrón. Archivo de la autora.

64. Volante de la Lista Marrón. Archivo de la autora.65. Volante sobre las resoluciones aprobadas en la asamblea general de

obreros metalúrgicos de Villa Constitución, junio de 1974. Archivo de la autora.

66. Si bien esta decisión no se efectivizó, hubo un intento concreto decoordinar la lucha de los trabajadores de Villa Constitución con los dePropulsora Siderúrgica de La Plata.

67. Volante de la Lista Marrón, septiembre de 1974. Archivo de la autora.68. Solicitada de las 62 Organizaciones Peronistas.69. Memorándum de las abogadas de la Lista Marrón entregado a los diri­

gentes de la Lista. Noviembre de 1974. Archivo de la autora.70. Volante de la Lista Marrón, noviembre de 1974. Archivo de la autora.71. Programa de la Lista Marrón. Archivo de la autora.72. Volante de la Lista Marrón. Archivo de la autora.73. Testimonio de ex-delegado de Acindar.74. Testimonio de ex-trabajador de Acindar.75. Testimonio de un grupo de trabajadores de Acindar.76. Volante de la Lista Marrón. Archivo de la autora.77. Boletín Nro. 1. Diciembre de 1974. Archivo de la autora.78. idem anterior.79. Volante de la CGT-Regional Villa Constitución. Febrero de 1975. Archi­

vo de la autora.80. Testimonio de ex-delegado de Acindar.81. Testimonio de ex-delegado de Acindar.82. La Nación, 31 de enero, 5 y 6 de febrero de 1975.83. Anteproyecto de paritarias de la UOM-Seccional Villa Constitución. Ene­

ro/febrero de 1975. Archivo de la autora.84. Es necesario aclarar que durante la huelga de marzo de 1974 y las

medidas de lucha posteriores la única sección de empleados que se alió con los obreros y encaró la conformación de la Lista Marrón fue la de contaduría.

85. La Nación, 28 de febrero de 1975.86. Declaraciones radiales recogidas por La Nación, 10 de enero de 1975.87. La Nación, 4 de enero de 1975.88. La Nación, 15 y 18 de febrero de 1975.89. Se denomina así al golpe de estado ocurrido en la provincia de Córdoba

que, encabezado por el Comisario Navarro, provocó el derrocamiento del gobernador Ricardo Obregón Cano y del vicegobernador Atilio López.

90. El testimoniante hace referencia al conflicto de marzo de 1974.91. Testimonio tomado a ex-delegado de Acindar, activista de lá Lista Ma­

rrón.92. Testimonio tomado a trabajador de Acindar, activista de la Lista Marrón.93. Testimonio de trabajador de Acindar, que aún no había ingresado a

trabajar en la planta.

Page 32: Andrea Andujar, El Villazo. La huelga metalúrgica de Villa Constitución de 1975

94. Esta información proviene tanto de los volantes de las organizaciones como de los testimoniantes. Según los mismos, las organizaciones de mayor peso en la zona han sido el Partido Revolucionario de los Traba­jadores y Vanguardia Comunista y, en menor grado, el Partido Socialista de los Trabajadores y la Organización Comunista Poder Obrero.

95. Testimonio de Alberto Piccinini en Mercedes Balech, op. cit..96. Testimonio de grupo de trabajadores de Acindar.97. Testimonio tomado a ex-delegado de Acindar.98. El Popular, 1 de febrero de 1975, cit. en Mercedes Balech, op. cit.99. Volante de la Lista Marrón, febrero de 1975. Archivo de la autora.100. La Razón, 7 de marzo de 1975.101. La Razón, 20 de marzo de 1975.102. La Razón, 21 de marzo de 1975103. La alusión hecha por el testimoniante a Theobald se debe a que en esta

zona, descampada, aparecieron varios cadáveres.104. Testimonio de ex-obrero de Acindar.105. La Razón, 21 de marzo de 1975.106. La Razón, 24 de marzo de 1975.107. Testimonio de supervisor y ex-obrero de Acindar.108. Relato de Luis Segovia en Mercedes Balech, op. cit.109. Boletín de Huelga Nro. 6, cit. en Mercedes Balech, op. cit.110. La Capital de Rosario, 22 de marzo de 1975.111. La Razón, 29 de marzo de 1975.112. La Razón, 1 de abril de 1975.113. La Capital de Rosario, 9 de abril de 1975.114. La Razón, 5 de abril de 1975.115. Visión recogida de varios informantes.116. Testimonio de una persona que en ese momento era estudiante y vivía

en Villa Constitución.117. Información de testimoniantes y volantes, corroborada también por

Mercedes Balech, op. cit118. Cit. en Mercedes Balech, op. cit.119. Solicitada publicada en La Capital de Rosario, abril de 1975.120. La muerte del obrero García ha sido narrada por varios testimoniantes,

apareciendo también en Mercedes Balech, op. cit.121. Cit. en Mercedes Balech, op. cit.122. Testimonio de uno de los delegados que fue apresado.123. Testimonio de grupo de trabajadores de Acindar.124. idem anterior.125. idem anterior.126. Denuncia aparecida en el libro Nunca Más de la CONADEP. Buenos

Aires, 1984.127. Natalia Duval: Los sindicatos clasistas: SitraC-sitraM (1970-1971). Buenos

Aires, Centro editor de América Latina, 1988.128. idem anterior.

C ontinu idad y ruptura en el s in d ica lism o argentino:

el caso de la U .O .M . de Q uilm es

Pablo A. Pozzi*