ANÁLISIS DE LA DISCRIMINACIÓN EN EL MARCO DE LA LEY...
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CONSECUENCIAS PRÁCTICAS EN EL ÁMBITO DEL DERECHO LABORAL DE
PRÁCTICAS DISCRIMINATORIAS O MALTRATO – CONCEPTO – NATURALEZA
JURÍDICA DE LA ESTABILIDAD LABORAL RELATIVA – ACCIÓN CIVIL POR
DAÑOS Y PERJUICIOS - CONSECUENCIAS
NATALIA PASSALACQUA
I. INTRODUCCIÓN
El concepto de este trabajo es tratar un tema que ha generado los más
efervescentes debates de las distintas corrientes doctrinarias, identificadas como pro –
empleador y/o pro – operario. La ineficiencia de nuestro sistema jurídico en el ámbito
laboral y el vacío legislativo en la materia de maltrato, discriminación y/o mobbing, ha
generado interpretaciones y construcciones jurisprudenciales y doctrinales
encontradas.
Ahora bien, cada una de las dos corrientes antagónicas ha demostrado tener
cierta lógica en su discurso argumental, inclusive, ambas sostienen sus principios en
garantías constitucionales. Como consecuencia inmediata de ello, este trabajo
pretende dar una respuesta a, al menos, tres preguntas que se han generado en razón
de los últimos diez años de precedentes jurisprudenciales: ¿Qué constituye un acto de
discriminación dentro del ámbito laboral? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Cuál es
la garantía constitucional que prevalece ante la Justicia y por qué? Y ¿cómo proteger
la integridad psicofísica dentro del universo laboral? ¿El acto de discriminación
constituye mobbing?
Nos espera un largo recorrido para poder solucionar un tema jurídico tan ligado
a lo social, cultural y coyuntural del país. De hecho, sería una actitud arrogante inferir
que este trabajo dará una solución indiscutible a la problemática planteada. No
obstante, trataré, a lo largo de este discurso, dar una solución eficiente, eficaz y por
sobre todas las cosas pensada, no solo desde lo jurídico sino también desde lo fáctico,
teniendo siempre presente los problemas sociales actuales y los problemas
económicos que enfrentan nuestros empresarios, ligados a la alta litigiocidad laboral,
ante el pago de sentencias escandalosas.
También se abordará el tratamiento de células sindicales radicales y el rol del
área de Recursos Humanos en el manejo adecuado de las relaciones laborales,
integración del personal y detección temprana de actos de discriminación o maltrato
dentro del personal.
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II. DISCRIMINACIÓN VS. MALTRATO – MOBBIN LABORAL – SALVANDO
TEMAS CONCEPTUALES
Creemos que hay un primer gran error, que es asimilar la idea de maltrato al
concepto de discriminación. Ontológicamente son dos vocablos con conceptos bien
diferenciados. El diccionario de la real academia española refiere que discriminar: Es
diferenciar, distinguir una cosa de otra. Dar trato de inferioridad por motivos raciales,
religiosos, políticos, etc. Mientras que maltratar, es tratar mal, sin consideración. Que
sufre algún menoscabo. ¿Pueden parecerse? Por supuesto que sí, pero no son lo
mismo.
Es aquí, donde debemos insertar, el concepto de MOBBING LABORAL, que
significa asediar, acosar, acorralar en grupo. Es tanto la acción de un hostigador o
varios hostigadores, conducente a producir miedo, terror, desprecio o desánimo en el
trabajador afectado hacia su trabajo, como el efecto o la enfermedad que se produce
en el trabajador. Esta persona o grupo de personas reciben una violencia psicológica
injustificada a través de actos negativos y hostiles dentro o fuera del trabajo por parte
de grupos sociales externos, o de sus compañeros (“acoso horizontal” entre iguales),
de sus subalternos (en sentido vertical ascendente) o de sus superiores (en sentido
vertical descendente, también llamado “Bossing”, del inglés “boss”, jefe). Dicha
violencia psicológica se produce de forma sistemática y recurrente durante un tiempo
prolongado, a lo largo de semanas, meses e incluso años, al mismo tiempo en
ocasiones se añaden agresiones físicas en los casos más graves.
Una situación de acoso muy prolongada en el tiempo, además de enfermedades o
problemas psicológicos, puede desembocar, en situaciones extremas, inclusive, en el
suicidio de la víctima (caso María del Rosario Puccio Alvarez – EPEC)
Normalmente, lo que pretende el hostigamiento sistemático es la intimidación o
perturbación (normalmente la conjunción de ambas) para ocasionar el abandono del
puesto de trabajo por parte de la víctima, la cual es considerara por sus agresores
como una molestia o amenaza para sus intereses personales (por ejemplo ante un
personal calificado su jefe puede sentir amenazado su “statu quo”).
¿Por qué el problema es grave y debe ser atendido? Porque la incidencia
poblacional del acoso laboral se calcula que se encuentra entre el 10 y el 15 % del
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total de los trabajadores activos. Implica qué de cada 100.000 trabajadores, 15.000
pueden o pudieron estar sometidos a una situación de acoso laboral.
Ahora que tenemos todos los conceptos en claro, podemos advertir una cuestión
que suele pasar desapercibida, discriminación no es lo mismo que maltrato, pero
ambas son conductas comprendidas dentro del concepto de mobbing, puesto
que ambas conductas representan un hostigamiento. Sin embargo, hacemos esta
diferencia, porque no son los mismos efectos lo que ocasiona la producción de cada
una; por lo menos bajo la órbita de nuestro entendimiento.
La Ley de Contrato de Trabajo prevé algunas escuetas cuestiones referidas al
tema que nos ocupa:
Art. 17 establece: “Por esta ley se prohíbe cualquier tipo de discriminación entre
los trabajadores por motivos de sexo, raza, nacionalidad, religiosos, políticos,
gremiales o de edad”
Si bien la norma hace una descripción, la misma es a título enunciativo, por lo cual,
“prima facie”, podría aparecer otras conductas o características discriminatorias no
contempladas en esta ley en si, pero si en otras normas de la República o, inclusive,
en Convenciones Internacionales.
Hay que ver más allá de la norma para entender cual es el objeto jurídico que
quiso tutelar al trabajador. Desde dicha óptica podemos definir que se quiso proteger
la igualdad de trato, ante las mismas condiciones de trabajo. Ello implica, que distintas
personas en igualdad de condiciones (es decir con el mismo conocimiento, la misma
responsabilidad por el trabajo, el mismo potencial y el mismo rendimiento) tengan las
mismas condiciones de progreso.
Ello no impide, que el empleador premie el esfuerzo o dedicación de algunos
trabajadores, ya que en ese caso no discrimina dañosamente, sino que es el
trabajador, en particular, el que se ha hecho acreedor del reconocimiento.
En esta coyuntura el art. 11 de la Ley 25.013, con remisión a sus arts. 7 y 8,
incrementa en un 30% las indemnizaciones por despido directo o indirecto cuando la
ruptura del vínculo laboral se originó en motivos raciales, religiosos, sexuales, políticos
o gremiales. En principio la solución tarifada, no parecería ser una solución eficaz ni
demuestra ser una reparación íntegra del daño que un trabajador sometido a actos de
discriminación pudiera padecer o demostrar.
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También podemos invocar el principio de buena fe contemplado en el art. 63 de la
Ley de Contrato de Trabajo, que reza: “Las partes están obligadas a obrar de buena
fe, ajustando su conducta a lo que es propio de un buen empleador y de un buen
trabajador, tanto al celebrar, ejecutar o extinguir el contrato o relación de trabajo”.
Aparece la figura de la buena fe, que es la contra cara del ejercicio abusivo del
derecho. El deber de Buena Fe constituye una obligación integrativa, dado que no
puede ser exigido en abstracto, sino que forma parte de cada una de las prestaciones
del contrato de trabajo y constituye un requisito indispensable para considerar que
éstas han sido cabalmente cumplidas.
Relacionamos la buena fe porque una práctica discriminatoria por parte del
empleador o un maltrato sistemático encuadran en la cara opuesta, puesto que, como
toda práctica abusiva, constituye un acto de mala fe, y en tal sentido, al estar prohibido
por la ley debe ser sancionado o por lo menos, no puede ser considerado permitido
por el legislador, lo cual conlleva que no pueda ser soslayado por el juzgador.
El art. 172 establece que: “La mujer podrá celebrar toda clase de contrato de
trabajo, no pudiendo consagrarse por las convenciones colectivas de trabajo, o
reglamentaciones autorizadas, ningún tipo de discriminación en su empleo fundada en
el sexo o estado civil de la misma, aunque este último se altere en el curso de la
relación laboral. En las convenciones colectivas o tarifadas de salarios que se
elaboren se garantizará la plena observancia del principio de igualdad de retribución
de igual valor.”
La Ley protege no solo a la mujer, sino también en su rol de esposa y madre. El
presente artículo recepta la igualdad de retribución por igual tarea del art, 14 bis de la
Constitución Nacional de la Nación. La norma es congruente a los compromisos
internacionales asumidos, que establece la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer, aprobada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas en el año 1979.
Ahora bien, ¿cuál es la sanción? Curiosamente la LCT no establece ninguna
sanción en su postulado, solo dice que “no se permitirá”.
De la misma manera se protege, como anticipamos, la maternidad ¿De qué forma?
Garantizando la estabilidad del empleo, puesto que el mismo tendrá el carácter de
derecho adquirido a partir del momento en que la trabajadora practique la notificación
del embarazo.
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Sin embargo, la ley no garantiza “técnicamente” la estabilidad, sino que se limita a
fijar un régimen indemnizatorio agravado para el supuesto de despido de ésta, al igual
que en el caso de matrimonio estipulado en el art. 180 de la LCT.
El único caso que la LCT contempla una reparación en especie,
comprendiendo por tal concepto el hecho de “regresar el estado de las cosas a
su estado anterior”, en términos laborales, la reincorporación del trabajador, es
para el caso de desempeño de cargos gremiales, establecidos específicamente
por el art. 217 de la LCT y la Ley 23.551.
III. LA REINCORPORACIÓN COMO GARANTÍA A LA ESTABILIDAD DEL
EMPLEO VS. FACULTAD DISCRECIONAL DE DIRECCIÓN DEL
EMPLEADOR. OTRAS SANCIONES POSIBLES. CASO PEPSICO.
Hay una basta jurisprudencia, de los últimos 20 años, que avala la reincorporación
de trabajadores que fueron despedidos como consecuencia del ejercicio de sus
derechos sindicales y gremiales, ya sea que se encuentren embestidos o no en la
figura de “delegado gremial”.
Tal como nos explayáramos “ut supra” la Ley solo prevé la reincorporación a su
puesto de trabajo, cuando un trabajador embestido de un cargo sindical, es despedido
sin justa causa en razón de su actividad gremial. Visto de esa forma, implicaría una
solución razonable, para evitar actos de discriminación que desnaturalicen la actividad
sindical. Sin embargo, para entender el contexto actual, es necesario fijar una línea de
tiempo jurisprudencial, desde principios del 2000 hasta el presente; puesto que la
Justicia ha sido cada vez más proclive a amparar, incluso, a trabajadores que no
poseen ningún cargo gremial, pero que sí ejercen actividad sindical, ya sea
repartiendo volantes, generando unidades (conocidas como bases) que representen a
los trabajadores, defendiendo sus derechos, etc.
¿Por qué se ampara a dichos trabajadores en particular? Porque, está
especialmente previsto por la LCT que su despido, “prima facie” es discriminatorio, y
es el deber del empresario acreditar lo contrario, para lo cual tiene un procedimiento
especial de desafuero.
Retomando lo expuesto en párrafos anteriores, notamos que la jurisprudencia a
través de distintos fallos emblemáticos ha acatado la posibilidad de la reincorporación
del trabajador, aún en casos que no tiene esta embestidura especial, basando sus
fundamentos en la Ley 23.592 (Ley de Antidiscriminación). Aquí llegamos a un punto
crucial de nuestra exposición, puesto que tenemos que analizar el alcance de la Ley
dentro del ámbito del derecho del trabajo y cuales son las consecuencias de su
aplicación y cuál es su límite.
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Una primera observación, tiene que ver con la diferenciación que se hiciera
oportunamente entre los conceptos de maltrato y discriminación, es que toda
discriminación es un maltrato, pero no todo maltrato es una discriminación (por
ejemplo, un acto de acoso sexual implica un grave maltrato y una terrible injuria, pero
no es un acto discriminatorio; otro ejemplo, un insulto a un trabajador o un desprecio
hacia su trabajo implica un maltrato, pero no una discriminación).
Para que haya discriminación según la Ley 23.592, según el concepto establecido
en el artículo 1 de dicho cuerpo legal, tiene que haber alguien que arbitrariamente
impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases
igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución
Nacional. A los efectos de dicho artículo se entiende, particularmente, como actos u
omisiones discriminatorias las que se sustentan en la raza, religión, nacionalidad,
ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o
características físicas. Como sanción se obliga a quien ejerce el acto discriminatorio a
cesar con su conducta y reparar el daño moral y material ocasionado.
En primer lugar, afirmamos que la enumeración de los hechos considerados como
agraviantes o discriminatorios es al mero título enunciativo y no taxativo, puesto que el
legislador no ha tenido la intención de dejar ninguna actitud discriminatoria fuera de la
ley. Por ejemplo, está claro que discriminar por una discapacidad física y/o mental es
un acto comprendido dentro de la Ley 23.592, sin embargo, no está especificado de tal
modo.
Ahora bien, como toda norma general y de orden público es absolutamente
aplicable al ámbito laboral que es un semillero de conductas discriminatorias, teniendo
en cuenta una clara situación de vulnerabilidad del trabajador (quien necesita de ese
ingreso remunerativo) frente al empleador (quien tiene la facultad y capacidad de
seleccionar a sus empleados y de hecho dejarlos sin trabajo).
Antes de abordar este tema con mayor profundidad, debemos tener
especialmente en cuenta que el trabajo privado goza de una garantía de
estabilidad relativa, lo contrario a absoluto, es decir, el empleador por diferentes
cuestiones e inclusive sin ninguna causa, por el art. 245 podría disponer la
rescisión del contrato de trabajo, pagando una indemnización (reparación) por
tal decisión. Esta situación es parte de la garantía constitucional de la cual goza
el empresario de ejercer toda industria lícita, usar y disponer de su propiedad;
garantía que es avalada por el art. 64 que establece la facultad de organización a
favor del empleador y el art. 65 que dispone la facultad de dirección. Estas
facultades son prorrogativas que la ley le confiere al empleador para posibilitar
su rol de dirección. Hemos de hacer notar que no se le conceden dichas
atribuciones como consecuencia de una situación de supremacía o señorío, sino
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por ser el encargado de organizar la actividad humana y de los bienes
instrumentales que forman parte de la empresa y para permitir que dentro de un
rango de previsibilidad y razonabilidad lo haga del modo más eficiente y
beneficioso para toda la estructura empresarial.
Ambas facultades van de la mano de otro derecho del cual goza el empleador, que
es la posibilidad de modificar las formas y modalidades de trabajo, en tanto y en
cuanto esos cambios no importen un ejercicio irrazonable de esa facultad, ni alteren
las modalidades esenciales del contrato, ni causen un perjuicio al trabajador. En
consecuencia, a través del art. 66 de la LCT se reconoce la facultad empresarial de
optimizar el rendimiento personal modificando las modalidades de prestación de las
labores, pero impone tres condiciones: a) su justificación (que efectivamente sea para
brindar un mejor servicio); b) La preservación de las modalidades fundamentales
originariamente convenidas, c) Inexistencia de perjuicio material o moral al trabajador.
Sin embargo, la ley no brinda otra posibilidad al trabajador víctima del ejercicio
ilegítimo del “ius variandi” que la de considerarse en situación de despido indirecto.
Pero esta solución es drástica y colisiona con el principio de conservación del contrato,
principio que bajo el amparo de la buena fe debe prevalecer para ambas partes, sin
que ninguna distorcione situaciones previstas legalmente con un simple ánimo
rupturista.
Una buena práctica por parte del trabajador que se considera injuriado por el uso
del “ius variandi” es intimar a su empleador a cesar con la modificación que le
ocasione un perjuicio, identificando claramente cuál es el mismo. Por su parte, una
buena práctica por parte del empleador, es preservar las condiciones esenciales del
contrato y comunicar con antelación suficiente la modificación, especificando que
redundará en una mejora sistemática para la organización empresarial.
Aquí empieza la verdadera batalla campal, que se ha ido forjando de diferentes
doctrinas y fallos, a favor de uno u otros, pero casi siempre, favoreciendo al trabajador
bajo el lema del “in dubio pro operario”.
Es imposible soslayar el reciente caso conocido como: PEPSICO, en el cual, por el
traslado de una planta entera, en función de condiciones más favorables para el
desarrollo de tareas de distribución en favor del empleador, se ha generado una
batalla judicial y mediática, en la cual, obviamente, siempre prevalece el trabajador. La
pregunta es ¿a qué precio? ¿O es acaso que el empresario no puede disponer del giro
de su comercio, en post de buscar un crecimiento?
Ocurrió entonces que la justicia dictaminó que los trabajadores deberían ser
reincorporados a una planta que ya no continuaría operando, mi pregunta, cuando leí
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la medida cautelar fue ¿Cómo se cumple con una obligación de hacer de imposible
cumplimiento?; la segunda pregunta fue ¿Dónde está la actitud discriminatoria que
genera la sanción que implica la reincorporación?; la tercera pregunta (porque, de
hecho, me hice muchas) El fallo ¿Pone en riesgo al resto de la población activa de
Pepsico? (Porque es muy común, tutelar el derecho de unos pocos, sin ver con cierta
observancia y sabiduría el derecho de y garantías de toda una sociedad que se puede
ver impactada si una empresa queda en situación económica difícil) ¿Es una decisión
propia de un buen empresario? Si la respuesta es no ¿Por qué? Es evidente que en la
época que ha ocurrido este evento, y con una situación electoral cercana, en la cual
hay demasiados intereses en juegos (sin importar una apreciación propia porque es un
trabajo profesional y objetivo), la decisión tiene más que ver con una cuestión política
que de derecho. El derecho laboral es así y más en la república argentina, tiene más
de política que de derecho, porque es social, pero, justamente la manipulación lo torna
injusto, antijurídico, ineficaz y peligroso.
Ahora que tenemos algunos términos y conceptos en claro, podemos adentrarnos
en el análisis de la Ley 23.592 dentro del ámbito laboral. Si la jurisprudencia ha
entendido que un empleado, que no está embestido de un cargo sindical, pero que
ejerce prácticas sindicales, y que ha sido despedido injustamente debe ser
reincorporado, al amparo de la LCT en conjunción con la Ley 23.592, podríamos
entender que dicha solución es válidamente extensible a cualquier acto de
discriminación, por ende, podríamos extenderla para cuando se despide a una
embarazada, a una persona que acaba de contraer nupcias, a un trabajador
despedido por su raza u otras cuestiones.
La pregunta es, si su aplicación indiscriminada es razonable.
No hay una única respuesta que deje conforme a cada sector, pero si hay una más
razonable. La Ley 23.592 es técnicamente aplicable al ámbito de las relaciones
laborales y ante el vacío legal puntual, no queda más opción que regirse por las
normas que regulan las actitudes discriminatorias.
Pero tenemos un segundo problema, no todo Mobbing Laboral es discriminatorio,
lo cual implica que el acoso en sí, como acto de manipulación necesita de una
regulación especial.
Ahora bien, salvada la diferencia ¿Se puede pedir una reincorporación de un
trabajador despedido por un tema de discriminación? Si, creeríamos que, si se puede
en cualquier supuesto de discriminación, puesto que la Ley 23.592, establece,
exactamente que aquel que ejecuta una acción discriminatoria tiene el deber de volver
las cosas al estado anterior y reparar al damnificado. Por ende, si la jurisprudencia ha
entendido que puede extender el beneficio de la reincorporación a sujetos que han
sido discriminados por realizar actividades sindicales, sin estar embestidos del estatus
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de dirigente gremial, elegido democráticamente, tranquilamente, podríamos solicitar
que dicho beneficio se extienda a aquellos trabajadores que hayan sufrido
discriminación por diferentes razones (maternidad, sexo, religión, raza, etc).
No obstante, considero que no siempre es una solución adecuada, es más creería
que en la mayoría de los casos es una alternativa violenta y antidemocrática, que
afecta garantías constitucionales de la patronal, las cuales también deben ser tenidas
en cuenta a la hora de evaluar una solución adecuada.
En la mayoría de los casos, donde una relación laboral se termina como
consecuencia del ejercicio continuado de actos discriminatorios, el vínculo empleado
vs. patronal se quiebra, de una manera insalvable. De tal modo, implica imponerle a la
patronal a un sujeto que no parece ser compatible con su organización empresaria, ni
con la dirección que este desea darle a la misma y, por otro lado, el trabajador se
somete a un ambiente donde, ya no sería discriminado, pero si puede ser
estigmatizado. En el mejor de los casos, que dicha circunstancia no ocurra y el
trabajador cuente con el respaldo de sus pares, se le estará garantizando una
estabilidad absoluta, que ni siquiera la Ley Laboral ha previsto, y tiene una razón de
ser y es que esa estabilidad absoluta puede generar la falsa creencia del trabajador de
inimputabilidad; lo cual en la vida significa impunidad para actuar aún en contra de los
intereses de su empleador, con el aval de que no puede ser despedido sin que este
pueda acreditar fehacientemente su culpabilidad y efectuar todo un procedimiento
engorroso, que en la mayoría de los supuestos no encuentra aval en la Justicia.
Pero no es la única razón por la cual el criterio de la reincorporación debe
entenderse en un sentido restringido, sino que, tal como se explicaba anteriormente,
existe otra garantía de raigambre constitucional que ampara al empleador y es la
garantía de ejercer el comercio y disponer libremente de sus recursos, que encuentra
aval en el artículo 64 y subsiguientes de la LCT. Este instituto jurídico que ha sido
ampliamente soslayado por la Justicia Argentina tiene una explicación y un contenido
que debe ser cuidado, que es la facultad de dirección, la facultad de organizar los
diferentes recursos de la empresa de la forma más eficiente y disponer sobre los
mismos. Si el empleador, por el motivo que fuera, ha perdido la confianza o
simplemente no desea por cuestiones personalísimas continuar trabajando con
determinada persona, resulta irrazonable, hasta inconstitucional, que le sea impuesta.
Se asemeja a recibir en nuestras casas a quien no es de nuestro agrado y se nos
imponga que habite en la misma vivienda, claramente, es un abuso jurisprudencial.
Ello no implica avalar conductas discriminatorias, sino implica razonar, en forma
coherente si ante cada caso en particular conviene una reincorporación o una sanción
pecuniaria para tratar de desalentar esas conductas despectivas, inhumanas y
antijurídicas.
En el caso del maltrato, es diferente, no hay conducta discriminatoria, simplemente
hay un trato peyorativo, que ocasiona, en la mayoría de los casos grandes afecciones
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en el trabajador, que habitualmente perduran en el tiempo. Esa afección que es real,
psicológica, moral y que muchas veces afectan, gravemente, a la salud debe ser
reparada, con fundamento en el Código Civil y Comercial de la Nación que estipula
que todo acto antijurídico que ocasione un daño debe ser reparado íntegramente. En
este supuesto no se admite pensar en la reincorporación, no solo porque la Ley
Laboral, ni ninguna otra legislación lo establece específicamente, sino porque
normalmente el propio trabajador toma cierta aversión por el que fuera su lugar de
trabajo, lo cual implicaría una solución violenta no solo para el agresor, sino también
para el trabajador.
Ahora, ¿Qué ocurre con los casos de mobbing laboral en las grandes
corporaciones? Aquí surgen otras figuras y otras situaciones, puesto que en la
mayoría de los casos existe una relación directa entre la víctima y el atacante, siendo
que este último puede ser una autoridad de bajo rango dentro del organigrama de la
empresa, y no implica que en sí la organización empleadora avale este tipo de
conductas. En este tipo de circunstancias, ¿Corresponde sancionar en forma directa a
la empresa que toma conocimiento en forma indirecta con la acción del trabajador? O
por el contrario ¿Corresponde hacer responsable en forma personal al agresor?
Creemos que la última alternativa es absolutamente posible, y hay antecedentes que
así lo han decidido, haciendo responsable a la empresa del pago de la indemnización
por despido y al agresor, en forma personal y con su patrimonio, por los daños y
perjuicios ocasionados por su conducta antijurídica y culpable.
VI.- MARCO LEGAL DEL MOBBING
Si bien, como sostuvimos a lo largo de todo el desarrollo del presente trabajo,
no existen normas específicas que se ocupen del tema en cuestión, hay determinadas
normas que en conjunto permiten desarrollar algunas construcciones doctrinarias.
Entre ellas encontramos:
a) Disposiciones Constitucionales de los artículos 19, 14, 14 bis y 75 inciso
22, puesto que a partir del año 1994 incorporó tratados y declaraciones sobre
derechos humanos a los cuales se les otorgó jerarquía constitucional; de los
cuales podemos destacar: la Declaración Americana sobre Deberes y
Derechos del Hombre (art. 2); Declaración Universal de Derechos
Humanos (Art 2 parr. 1 y Art. 7); Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas (Art. 2 y 7);
Pacto de San José de Costa Rica (Art. 1), Convención para la Eliminación
de Todas Formas de Discriminación contra la Mujer.
b) Convenios de la OIT, el nª 111 de No Discriminación.
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c) Ley Antidiscriminación Nª 23.592.
d) Ley de Contrato de Trabajo (Arts 62 a 89, 17 y 81)
e) En las Jurisdicciones locales merecen ser citadas, la Ley 1225 de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires; la Ley 12.434 de la Provincia de Santa Fe; la
Ley 13.168 de la Provincia de Buenos Aires; la Ley 4.148 de la Provincia
de Misiones; la Ley 7.232 de la Provincia de Tucumán y la Ley 9.671 de la
Provincia de Entre Ríos. El ámbito de aplicación de las cuatro primeras leyes
queda circunscripto a los dependientes de la administración pública local, y la
tercera comprende en sus disposiciones a los trabajadores privados.
El mobbing y/o la discriminación desde la óptica de la ley local dispone de normas
aisladas, dado que el acoso laboral ha quedado fuera de tratamiento de la LCT. En
ella solo encontramos los arts. 17 y 81 que establecen como principios rectores de la
relación laboral, la no- discriminación y el trato igualitario.
V.- SUJETOS Y OPERATIVIDAD DEL MOBBING – MALTRATO O TRATO
DISCRIMINATORIO
El problema siempre tiene por protagonista, como mínimo, a dos sujetos. Por un
lado, quien da comienzo al hostigamiento, denominado “MOBBER”, que generalmente
se trata de una persona con poder, que directamente ejerce el ataque. La víctima es el
trabajador o también denominado “SUJETO PASIVO”. Habitualmente, puede existir un
tercer componente que son los llamados “SIDE MOBBERS”, estos sujetos pueden ser
compañeros del sujeto pasivo o personal jerárquico intermedio; que sin participar
directamente en el acoso, consienten o colaboran con el mismo por conveniencia o
simple perversión.
Como consecuencia de ello, el mobbing puede darse de dos formas: horizontal o
vertical, según sea ejecutado por pares del trabajador o por sus superiores.
El afectado suele ser una persona intelectualmente calificada y psicológicamente
sana, que no ha padecido ninguna patología previa, por lo cual reacciona
sublevándose ante quienes desarrollan conductas autoritarias o descalificantes para
con el/ella o que son favoritistas con el personal menos calificado o carente de
instrucción.
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El paso siguiente, es generar en la víctima la idea de merecer el maltrato, como
también de haber sido responsable, conciente o no, de que el mismo se produzca
(característica similar a la que encontramos en los actos de violencia familiar, por lo
cual sus efectos suelen ser similares). De esta forma se logra quebrar el equilibrio
interno y crítico de la persona, lo cual conlleva a un descenso en el rendimiento
intelectual del afectado, quien ante el hostigamiento y persecución pierde gran parte
de su eficacia y rendimiento.
De esta forma, el trabajador desea no acudir más a su trabajo o que el sujeto de
conflicto desaparezca. Ahora bien, el temor de perder el empleo, hace que los propios
afectados (Sujeto Pasivo) consientan los agravios, para no perder el salario.
Mientras tanto, el atacante suele realizar actos diarios (como insultos, aislamiento,
asignación de tareas inocuas, burlas, etc) con el objeto de mantener latente el conflicto
y de ser posible, agudizarlo, hasta lograr la renuncia del trabajador.
Luego el Mobber utiliza como argumentos los cambios lógicos de actitud de la
víctima, le reprocha su carácter y lo margina de algunas tareas. Frente a ello, el ente
agresor suele dar perrogativas o aumentos de salarios a sujetos con una calificación
profesional inferior o menor antigüedad. Frente a estas circunstancias la víctima se
aísla, pierde contacto con sus compañeros de trabajo, pierde información,
oportunidades de asenso, de aumentos de sueldo y se le hace sentir que no existe,
que no sirve, para que se active el mecanismo de ira del trabajador, reaccione y
renuncie o bien le de los motivos al empleador para considerarse despedido.
VI.- CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS – LABORALES – FÍSICAS
Este tipo de conductas generan un lento deterioro de la confianza en sí misma
y las capacidades profesionales del sujeto pasivo.
Entre ellas podemos destacar:
a) Proceso de desvaloración personal
b) Desarrollo de la culpabilidad de la víctima (la propia familia suele cuestionarla
sobre su comportamiento)
c) Creencia de haber cometido verdaderamente errores.
d) Somatización del conflicto a través de enfermedades físicas.
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e) Insomnio, ansiedad, estrés, irritabilidad, hipervigilancia, fatiga, cambios de
personalidad, problemas de relación con la pareja, depresión.
f) Inseguridad, indecisión.
g) Conflictos con otras personas e incluso familiares.
h) Retraimiento de la víctima con la familia y amigos
i) Abandono de los amigos y rechazo por parte del entorno de la víctima,
cansados de la “obsesión” con el problema laboral.
j) Estigmatización Social.
Todos estos parámetros son indicadores que nos permiten evaluar verdaderas
situaciones de acoso y darle la entidad suficiente a cada una de ellas y soluciones
adecuadas, que no siempre están dadas con la reincorporación, considerando que la
reparación económica es la salida más eficaz, debiendo responsabilizar en forma
personal el patrimonio del agresor.
Esta solución no solo es adecuada, sino que podría ser eficaz para desalentar este
tipo de conductas indecorosas y antijurídicas.
VII- EL ROL DEL ÁREA DE RRHH
Mientras todas estas prácticas abusivas y antijurídicas ocurren en una
corporación, existe un departamento de RRHH ausente.
No han sido pocos, los casos que han llegado a mi conocimiento en los cuales
el departamento de RRHH había tomado intervención, ya en un estado avanzado del
caso, con resultados aún más catastróficos.
El problema no es detectar el hecho de acoso y /o discriminación tardíamente,
lo más común en empresas de gran envergadura; lo grave es una vez detectado el
episodio no aplicar mecanismos efectivos para desactivar el hecho generador y
proteger a la víctima, produciendo una segunda victimización, por no creerle o
simplemente por inoperancia.
El claro ejemplo fue un episodio que pude presenciar hace algunos años, un
grupo de trabajo, en su mayoría mujeres, que dependían de un supervisor hombre (en
adelante “X”), que hacía comentarios despectivos sobre sus cuerpos, o subidos de
tono, al punto que dejó de ser una simple broma, para pasar a ser un insulto cotidiano.
Toda la empresa lo veía, y lo festejaba, porque total X era así, divertido.
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Un día decidió que sería gracioso saludar a parte de sus empleadas,
puntualmente las que se revelaban a este trato hostil, con un insulto todas las
mañanas. Pero al día siguiente les compraba un desayuno y propinaba algún algo,
cuestión de desactivar el mal trato y generar paranoia. Sin embargo, había una
persona dentro del equipo, que realmente estaba padeciendo el maltrato, al punto que
disminuyó notablemente su rendimiento. El grupo de trabajo empezó a aislarla, por
inoperante, y porque X mencionaba su voluntad de despedirla, lo cual generaba
incertidumbre en todo el equipo de trabajo, puesto que, en su discurso X dejaba
entrever que despediría a todo aquel que prestara ayuda y / o asistencia.
Llegó el día en que la empleada decidió formalizar una denuncia ante el
departamento de RRHH. Casi en simultáneo fueron dos empleadas, una a pedir
cambio de sector y otra en un estado emocional alterado ante el Gerente de área a
solicitar que se tomen medidas.
Al día de la fecha no se tomaron medidas (pasó más de un año), lógicamente
la empresa perdió recursos muy valiosos, que al ver la inoperancia decidieron dejar
ser parte de una entidad con la cual no se identificaban por apañar a un sujeto
acosador. Claramente, no muchos profesionales se sentirían animados de trabajar en
ese contexto.
¿Cuál es el rol de RRHH? Escuchar, pero antes de escuchar debe observar, no
hay actitud ni acción que caiga en omisión si se detiene la mirada en el personal. Debe
investigar, iniciar una acción sumarial, para evitar tomar medidas inadecuadas. Y con
la comprobación debe actuar, en primer lugar, proteger a la víctima para luego
desactivar la práctica antijurídica. RRHH es formador de climas laborales y tiene una
gran labor, que no radica, únicamente en administrar salarios, recursos, licencias y
sanciones, sino en formar un equipo de talentos que sea fiel a la empresa. Perder un
empleado talentoso representa dos grandes pérdidas: información y económica.
- Información: Todo empleado, al cumplir una determinada cantidad de tiempo,
adquiere cierta información sobre el funcionamiento de la empresa, sobre el
histórico en sus operaciones internas y externas, que lo tornan valioso.
- Económica: Por el costo que tiene el proceso de selección de una nueva
persona y la baja productividad que este nuevo recurso tendrá hasta que se
adapte al nuevo medio.
Pero tolerar, consentir a un acosador genera otros inconvenientes tales como: alta
rotación, litigiocidad, mal clima, baja productividad generalizada. El empleador que
enterado de una situación de acoso no actúa se convierte en cómplice. Es aquí donde
el departamento de Relaciones Laborales debe tener en claro cuál será su objetivo y si
tolerará este tipo de conductas antijurídicas.
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VIII.- EL MOBBING Y LA JURISPRUDENCIA – DESPIDO INDIRECTO Y
REINCORPORACIÓN
a) CASO DE ACOSO: Autos “Plaut Mónica c/ Cía. De Servicios Hoteleros S.A. s/
Daños y Perjuicios” C.N.Civ – Sala M – 05/06/2001. HECHOS: La Sra. Plaut se
desempeñaba como guardia de seguridad asignada al circuito cerrado de
Televisión de Alvear Palace Hotel, realizando tareas en turno noche. El
encargado de seguridad del turno era el Sr. Rizzo, quien a su vez dependía del
Sr. Romero, todos ellos bajo la órbita de la Gerencia de Seguridad del Sr.
Dominguez. El conflicto se inició cuando Romero comenzó a frecuentar el
horario y área de trabajo de la víctima, intentando entablar una relación que
excediera del ámbito laboral. Estas eran cada vez más insistentes, atrevidas y
agraviantes. Ante esta situación la Sra. Plaut decidió comunicarle el hecho al
Sr. Dominguez, dando comienzo a la etapa de intervención de la patronal. La
situación de la víctima empeoró, lo cual ocasionó su renuncia. RESOLUCIÓN:
Si bien la primera instancia rechaza la acción, la Cámara acoge la demanda
considerando existente la actitud acosadora del dependiente de la empresa
accionada y la postura complaciente de esta última, que omitió, en su ocasión,
preservar el ámbito laboral de los empleados ajeno a todo tipo de situaciones
que comprometieran la intimidad, dignidad, igual trato y honor.
b) CASO DE DISCRIMINACIÓN: Autos “Ledesma Clara Cristina C/ Aguas
Cordobesas S.A. – Ordinario Despido. Excma Cam. Laboral de CBA. Sla
Décima Secr. 20 05/09/2005. HECHOS: El 01/12/1980 la actora ingresó a
trabajar bajo las órdenes de la Dirección General de Obras Sanitarias de la
Prov. De Córdoba; luego pasó a trabajar para la Empresa Provincial de Obras
Sanitarias (EPOS), luego en la Dirección Provincial de Agua y Saneamiento
(DIPAS) y finalmente en la Dirección de Agua y Saneamiento (DAS);
desempeñándose en diversos cargos en su extensa carrera, llegando a laborar
como Martillera Judicial en la Procuración Fiscal, en el sector de Remates y
quiebras de la DAS. Con fecha 21/04/1997 se celebró el Contrato de concesión
entre la Provincia de Córdoba y Aguas Cordobesas S.A., todo el personal en
relación de dependencia del DAS fue transferido. Con fecha 01/05/1997
ingresó a trabajar en relación de dependencia de la demandada, y merced del
compromiso asumida de mantener las condiciones laborales, lo cual en los
hechos no ocurrió, siendo víctima de sucesivos actos discriminatorios. Desde el
mes de septiembre del año 2001 y más claramente a comienzos del año 2002
la demandada, ejecutando un plan de reducción de personal, bautizado por la
empresa como “Sinergia” comenzó a circular una lista de personas que serían
despedidas, donde estaba la actora. Todo ello implicó un shock nervioso y
distintas patologías coronarias, que la empresa jamás reconoció, hasta que la
despide por ausentismo. RESOLUCIÓN: Se hizo lugar a la demanda y
condenó a la empresa a pagarle las indemnizaciones, ya que se acreditó que la
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actora se encontraba en uso de su licencia por enfermedad inculpable y que la
patronal tenía absoluto conocimiento. Por otro lado, la conducta de la
accionada no se ajusto a la propia de un buen empleador, puesto que debería
haber tenido en cuenta que a raíz del principio de continuidad de la relación
laboral, la LCT contiene otros procedimientos previos a la extinción del vínculo,
denotando absoluta mala fe en su accionar.
c) ACOSTO MORAL – PERSECUSIÓN LABORAL: Autos “Veira Mónica c/
Editorial Perfil S.A s/ Despido. Cam. Nacional de Apelaciones del Trabajo –
Sala III 12/07/2007. HECHOS: La trabajadora se consideró despedida por
persecución laboral. Alude que sufría hostigamiento en su trabajo por parte de
dos empleados jerárquicos de la firma demandada, los co demandados Sres.
Tarrio y Piro, quienes acosaban moralmente a la trabajadora. Testigos declaran
que los accionados hacían comentarios sobre el desempeño laboral de la
demandante, la trataban de inútil y de lenta, y criticaban duramente las nota
que hacía. RESOLUCIÓN: La Cámara confirmó la decisión de primera
instancia en cuanto concluyó que el acoso sufrido por la trabajadora provocó la
creciente aflicción y parecía tener por finalidad hacer insostenible la
continuidad de la relación laboral. Por ello condeno a la empresa a pagar las
indemnizaciones correspondientes a la ruptura del víunculo laboral, además de
daño moral. La singularidad del caso es que los magistrados resolvieron
extender la condena por daño moral a los empleados superiores
jerárquicos por considerarlos autores del acoso denunciado.
d) ACOSO DURANTE EL EMBARAZO – DESPIDO INDIRECTO (Precedente
propio en representación de la parte actora): Autos del Marmol M.J. c/ DISCO
S.A. y otros s/ Despido. La actora había ingresado a trabajar el 28/09/1994. En
el año 2002 comenzó una crisis laborarl que surgió con la expectativa de venta
de la firma DISCO S.A. al grupo CENCOSUD S.A. Que, con posterioridad a
dicha operación comercial, la actora se tomó licencia por maternidad. El
embarazo fue notificado con fecha 25/10/2006 a pesar de que la empresa se
negó a firmar la copia respectivo. Que debido al stress que le ocasionaron los
despidos masivos, sumado a que se le negaban sus tareas habituales, se le
diagnostica riesgo de aborto, por lo cual su médico le aconseja reposo
absoluto. Sin embargo, la demandada fue más allá y le descontó los días de
licencia injustamente. Que desde su gerencia la única respuesta que tuvo es
que ella estaba en la lista, y que estimara su indemnización para una
desvinculación, lo cual ocasionó mayores problemas en su embarazo. Que de
su sector habían desvinculado a otras embarazadas y todas por el mismo
motivo e idéntica mecánica. Que en 10/12/06 nuevamente le transmitieron la
intención de desvincularla. Que la conducta de la demandada era claramente
rupturista y discriminatoria, lo cual induce al despido indirecto de la trabajadora.
Disco y Cencosud negaron todo lo indicado por la actora, como así también su
vinculación económica, pero se negaron a exhibir sus libros contables en la
pericial efectuada a tal efecto. El Juez falla a favor de del Marmol, condenando
a la demandada a pagar la indemnización del art. 245, con más una multa por
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despido discriminatorio, por las múltiples injurias como ser: descuentos
injustificados de haberes, computando vacaciones durante licencia por
enfermedad, negativa de otorgar tareas habituales a un personal calificado.
CONCLUSIONES:
No es un tema sencillo de abordar. Sin embargo, su complejidad no se relaciona
con la lectura del plexo normativo, sino en la coyuntura social del lugar geográfico
donde esas normas tienen que ser aplicadas.
La Rep. Argentina presenta un complejo entramado social, con una carga
emocional y política sin precedentes, dónde la gran mayoría de la población, gracias a
adoctrinamientos políticos, juzga con gran crudeza al rol del empresario, perdiendo de
vista, tal vez, que son los recursos, las inversiones y la presencia de las grandes
corporaciones una proyección a futuro, generadoras de nuevos empleos y
posibilidades.
Ahora bien, dicha circunstancia no le brinda supremacía a la Corporation frente al
trabajador. Sin embargo, reconocer los derechos y garantías constitucionales de uno,
no debería implicar, en forma directa, desconocer los derechos y garantías
constitucionales del otro, puesto que continuar por este camino desaceleraría la
inversión o la voluntad del empresario de invertir en un país cuyas normas del juego
no están claras y quedan a la libre interpretación jurisprudencial de una justicia que no
es equitativa; y lo que es peor, muchas veces ha demostrado aplicar las normas con
total ineficacia y de acuerdo a imperativos sociales, desatendiendo el principio de
justicia razonable, en el sentido más salomónico posible.
¿Qué podemos hacer para mejorar y evitar estas conductas dentro de la
empresa? Aun si tenemos en cuenta que la justicia social, no siempre es justa (es más
me atrevería a decir que la mayoría de las veces es injusta, tirana y no brinda
soluciones adecuadas), se pueden tomar medidas eficaces dentro de las
corporaciones para evitar o desalentar este tipo de conductas y disminuir la
litigiosidad, entre ellas:
a) Tener normas de compliance adecuadas y exigir el cumplimiento por parte
de toda la población de la corporation. Dicha circunstancia es aplicable a la
pymes, puesto que con un manual de conductas, conocido por todos sus
trabajadores, dejando pautas de sanciones claras para los supuestos de
incumplimiento, cuyo texto se apoye en la LCT y normativa aquí citada,
puede implicar no solo salvaguardar a cada trabajador, sino un
salvoconducto para tomar medidas con aquel sujeto que obre de manera
inapropiada, en calidad de Mobber.
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b) Trabajar desde RRHH con cada legajo a consciencia, que en el legajo
consten las recalificaciones, las cualidades, las capacitaciones que tal vez
permitan la promoción del trabajador. Pero en dicho legajo, también
deberán constar las sanciones de aquellos que han desatendido la LCT y
los reglamentos internos, aplicando sanciones moderadas hasta llegar a las
sanciones de mayor severidad, para desalentar actitudes maltratadoras,
entre otras.
c) Si la empresa toma conocimiento de que un sujeto ha ejercido actos de
maltratos y /o discriminatorios, apartarlo momentáneamente de su cargo y
evaluar la posibilidad de que continúe o no en la empresa. Consensuar una
salida para evitar actuaciones litigiosas.
d) Tener excelente relación con el sindicato, lo cual no implicará la evacuación
de todo conflicto, sino la posibilidad de trabajar de forma coordinada y
conjunta para que los trabajadores desempeñen sus tareas en un lugar
cómodo y confortable.
e) Fidelizar a los trabajadores, evaluando beneficios extra económicos (como
ser licencias extendidas, home office (cuando este sea posible), etc)
f) Cuando se visualice casos de maltrato, por parte de personal jerárquico,
evaluar la posibilidad de trabajar con un profesional adecuado (psicólogo
especialista en la materia) para ver si las partes implicadas, pueden
resolver sus diferencias de una forma adecuada y consensuada.
Espero, que el presente trabajo haga reflexionar a todo aquel que tenga
acceso, y nos haga pensar la posibilidad de buscar soluciones alternativas, adecuadas
y directas, que no siempre están en la justicia. Reflexionar sobre el uso preventivo de
las normas y en la importancia de vivir en una comunidad ajustada a derecho, las
normas de manera eficiente y buscando soluciones extra normativas.