Análisis del Estado de Cosas Inconstitucional generado por ...

Análisis del Estado de Cosas Inconstitucional generado por el hacinamiento carcelario. Especial

mención al caso de la Estación de Policía Candelaria de Medellín

Kelly Carolina Consuegra Terán, [email protected]

Juan Severo Moreno Salazar, [email protected]

Artículo para optar al título de Abogado

Asesor:

Juan Guillermo Agón López Doctor (PhD) en Derecho

Universidad de San Buenaventura Colombia

Facultad de Derecho

Derecho

Bello – Antioquia

2020

Cita APA: (Consuegra & Moreno, 2020)

Referencia APA:

Consuegra Terán, K. & Moreno Salazar, J. s. (2020). Causas y efectos de la problemática

de derechos humanos generada por el hacinamiento en la Estación de Policía

Candelaria de la ciudad de Medellín (Artículo como trabajo de grado).

Universidad de San Buenaventura Colombia, Facultad de Derecho, Bello.

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ANÁLISIS DEL ESTADO DE COSAS INCONSTITUCIONAL GENERADO… 3

Resumen

El presente artículo tiene por objeto analizar la jurisprudencia de la Corte Constitucional

que se ha referido al Estado de Cosas Inconstitucional (ECI) generado por el hacinamiento

carcelario, haciendo especial mención a la situación de las estaciones de policía, particularmente

lo que ocurre en la Estación de Policía La Candelaria en el Municipio de Medellín. Para ello se

describe la jurisprudencia que ha tratado este problema y concretamente lo que la Corte

Constitucional ha denominado ECI. Luego se hace una descripción de esta problemática en dicha

estación de policía con miras al establecimiento de las posibles causas del fenómeno; finalmente,

se analiza desde la jurisprudencia emanada de la Corte Constitucional la presunta vulneración de

los derechos fundamentales de las personas privadas de la libertad en estaciones de policía.

Mediante un estudio de carácter cualitativo se busca establecer que factores como la aplicación

de la regla del equilibrio decreciente y el uso excesivo de la prisión preventiva por parte de jueces

y fiscales, entre otros tantos, son los que contribuyen a que el hacinamiento en la Estación de

Policía Candelaria de la ciudad de Medellín venga presentando un incremento exponencial en los

últimos años.

Palabras claves: Estado de Cosas Inconstitucional, hacinamiento, derechos humanos,

cárceles, estación de policía, prisión preventiva.

Abstract

The purpose of this article is to analyze the jurisprudence of the Constitutional Court that

has referred to the State of Unconstitutional Things (ECI) generated by prison overcrowding,

making special mention of the situation of police stations, especially what happens in the La

Candelaria Police Station in the Municipality of Medellín. This describes the jurisprudence that

has addressed this problem and specifically what the Constitutional Court has called ECI. Then a

description of this problem is made in said police station with a view to establishing the possible

causes of the phenomenon; finally, the alleged violation of the fundamental rights of persons

deprived of liberty in police stations is analyzed from the jurisprudence emanating from the

Constitutional Court. A qualitative study seeks to establish that factors such as the application of

the declining equilibrium rule and the excessive use of pretrial detention by judges and


prosecutors, among many others, are what contribute to overcrowding at the Station

Candelaria Police of the city of Medellín has been presenting an exponential increase in recent

years.

Keywords: Unconstitutional State of Things, overcrowding, human rights, prisons, police

station, pretrial detention.

Introducción

América Latina viene experimentando un crecimiento paulatino en sus indicadores de

violencia y comisión de delitos, así como un debilitamiento de la seguridad pública, agravado,

entre muchas de sus causas por el abandono del campo, la migración acelerada hacia las

ciudades, el desempleo, el empobrecimiento de algunas zonas, el avance de la economía ilícita, la

crisis del sistema judicial y el aumento de la corrupción.

Colombia no es ajena a estas problemáticas; sin embargo, una de las mayores

preocupaciones tiene que ver con la fallida reforma a la justicia. Los múltiples escándalos

acontecidos en los últimos años relacionados con la corrupción en las distintas esferas del país,

así como la salida masiva de presos por vencimiento de términos han puesto en duda su

efectividad, puesto que la justicia “para gran parte de la población es lenta, ineficiente e

insatisfactoria para quienes acuden a ella” (Sánchez, 2013, p. 1); a ello se suma el malestar por la

sensación de peligro que experimentan los ciudadanos.

Según se observa, así como crece el número de delitos, aumenta también la cifra de

personas privadas de la libertad, provocando un hacinamiento desmedido bajo condiciones

infrahumanas con los consecuentes anuncios de emergencia sanitaria, por los problemas de salud

pública que ello representa, y la inminente violación a los derechos humanos de condenados y

sindicados. Por ejemplo, en el sistema penitenciario y carcelario colombiano, según cifras del

INPEC (2019), existe a la fecha de 3 de octubre de 2019 un hacinamiento del 55.84%.

El sistema tiene capacidad para la reclusión de 80.371 internos y actualmente hay una

población de 125.248 reclusos, es decir, hay una sobrepoblación de 44.876 personas, situación


Que ha llevado a que se implementen diferentes medidas debido a la ocurrencia de

emergencias sanitarias, situaciones de tortura y violencia sexual, además del deterioro de la

infraestructura física, entre otras.

Estos hechos han suscitado toda una serie de debates ante las propuestas de cese de penas,

la disminución del uso de la prisión preventiva, la aplicación de la regla de equilibrio decreciente,

la detención domiciliaria y el uso de estaciones de policía como centros de reclusión temporal,

todas ellas medidas para descongestionar las cárceles. Cabe anotar que algunos de estos

mecanismos ya se han venido implementando, pues la Corte Constitucional así lo ha ordenado a

través de los Autos 121 de 2018, 670 de 2018 y 110 de 2019, con los cuales se busca dar

cumplimiento a las Sentencias T-388 de 2013, T-762 de 2015 y T-151 de 2016.

Como consecuencia de estos pronunciamientos, algunos establecimientos carcelarios y

penitenciarios del país han venido reduciendo la recepción de nueva población reclusa; de este

modo, al aplicar la regla de equilibrio decreciente, por cada interno que abandona un

establecimiento carcelario, bien sea porque ya cumplió su condena o por vencimiento de

términos, se recibe otro interno; esta situación ha generado que un alto número de personas

privadas de la libertad permanezcan detenidas de manera transitoria en estaciones de policía, casi

todas ellas en calidad de sindicados; y aunque la ley determina que la detención en estas

estaciones sólo deber ser de un máximo de 36 horas, en la práctica no se da, lo que obliga a que

dichas detenciones se alarguen por varios meses hasta que se logre un cupo en un establecimiento

penitenciario.

Dicha situación ha generado una nueva problemática en Colombia, y es el hacinamiento

en estaciones de policía, algunas de ellas con índices que duplican y hasta triplican su capacidad

real. Unos de los casos más representativos en todo Colombia es el de la Estación de Policía

Candelaria ubicada en la Comuna 10 en el centro de la ciudad de Medellín, en donde según cifras

de la Oficina de Derechos Humanos del Comando de Policía Antioquia (2019), existe un

hacinamiento del más del 500%; dicha estación tiene una capacidad presunta para 40 detenidos y

actualmente tiene una población de 266.

En consonancia con lo anterior, este artículo parte inicialmente de una descripción de la

jurisprudencia en la que se desarrolla el concepto de Estado de Cosas Inconstitucional (ECI) por


violación de derechos humanos a causa del hacinamiento carcelario. Luego se hace una

presentación del contexto sobre el estado en que se encuentran las estaciones de policía en el

Departamento de Antioquia y en la ciudad de Medellín, destacando puntualmente la situación de

la Estación de Policía Candelaria, para luego contextualizar dicha problemática con la

vulneración de los derechos humanos de la población allí detenida. Sin duda, el hacinamiento y el

trato indigno en las estaciones de Policía ha puesto en tela de juicio la respuesta del aparato

estatal, generándose uno de los tantos quebrantamientos de los derechos humanos.

En este artículo se busca hacer visible la problemática que viene presentando el

hacinamiento en la Estación de Policía Candelaria de la ciudad de Medellín y la creciente ola de

delitos cometidos que hace que este fenómeno tenga como efectos colaterales la afectación de la

comunidad por la salida de efectivos policiales de las calles para su protección. Es claro que estos

lugares no son aptos para albergar personas capturadas en ninguna circunstancia, ya que una

persona sorprendida cometiendo una infracción al Código Penal debe ser trasladada

inmediatamente a una URI (Unidad de Reacción Inmediata) y ser presentada ante autoridad

competente que, en este caso será un fiscal, y posteriormente debe ser presentada ante un juez

quien defina su situación penal, siendo este último quien ordene al INPEC remitirlo a un

establecimiento carcelario en donde purgará su condena.

1. El Estado de Cosas Inconstitucional (ECI) por el hacinamiento carcelario

La Corte Constitucional colombiana durante años ha mostrado gran preocupación por

el Estado de Cosas Inconstitucional que se viene presentando en el país por desinterés del

gobierno y sus instituciones, en especial en materia penitenciaria y carcelaria, donde se observa

que la Corte le hace un llamado de urgencia al Estado para que por medio de sus entes

encargados creen una política criminal y carcelaria clara que busque la pronta solución a esta

crisis y que cesen las violaciones estructurales de los Derechos Humanos; esta corporación, por

medio de herramientas jurisprudenciales, ha establecido mecanismos para que el Estado respete y

garantice los derechos fundamentales a la población reclusa y que el objetivo principal que se

busque en los establecimientos carcelarios y penitenciarios sea brindar condiciones dignas

humanas para que resocializadas las personas que pagaron su condena, puedan incorporarse

nuevamente a la sociedad.


La situación de hacinamiento carcelario en Colombia ha sido objeto de especial atención a

través de la Sentencia T-388 de 2013, en la cual la Corte Constitucional declaró un Estado de

Cosas Inconstitucional que fue ratificado posteriormente en la Sentencia T-762 de 2015, en la que

se reitera la situación precaria que deben aguantar las personas por el deterioro de la

infraestructura carcelaria y de los servicios que en estas se prestan; y hace serios

pronunciamientos sobre al trato cruel e inhumano que reciben las personas retenidas, en los

cuales se pone en evidencia la existencia de una política criminal desestructurada que da lugar a

una masiva vulneración de los derechos fundamentales y del principio de la dignidad humana de

las personas privadas de la libertad.

Es así como la Corte Constitucional designó una Sala Especial para conocer y verificar los

avances alcanzados por el Estado colombiano en la reducción de las situaciones vulneradoras de

los derechos humanos y de la dignidad humana en las cárceles colombianas; dicha Sala, en virtud

de tal designación profirió el Auto 121 de 2018, en donde se destacó el papel que han jugado la

autoridad penitenciaria y carcelaria en el seguimiento de estas situaciones y los mínimos

exigibles en materia de infraestructura, resocialización, satisfacción de necesidades básicas y

acceso a la administración de justicia, pero especialmente se hace énfasis en la necesidad de

aplicar la regla de equilibrio decreciente para evitar un mayor grado de vulneración, regla que

consiste en que sólo puede autorizarse la reclusión de nuevas personas en los establecimientos

penitenciarios y carcelarios de Colombia teniendo en cuenta lo siguiente:

La deshumanización de las personas en los actuales contextos carcelarios es

evidente. Las condiciones en que son mantenidas las personas privadas de la libertad, por

ejemplo, suelen ser relacionadas con las condiciones en que existen algunos de los animales

relegados en nuestra sociedad a los lugares de suciedad. Por ejemplo, las personas que son

sancionadas dentro de los establecimientos de reclusión, en ocasiones, son sometidas a

condiciones inhumanas e indignantes el sistema penitenciario y carcelario colombiano se

encuentra en un estado de cosas contrario al orden constitucional vigente de manera grosera, que

conlleva un desconocimiento de la dignidad humana, principio fundante de un estado social de

derecho (Corte Constitucional, 2013, T-388)

Así mismo, afirmó el Alto Tribunal que:


Si y sólo sí (i) el número de personas que ingresan es igual o menor al número de

personas que salgan del establecimiento de reclusión, durante la semana anterior, por la razón que

sea (por ejemplo, a causa de un traslado o por obtener la libertad), y (ii) el número de personas

del establecimiento ha ido disminuyendo constantemente, de acuerdo con las expectativas y las

proyecciones esperadas (Corte Constitucional, 2013, T-388).

La Corte en Sentencia T-388 de 2013 también ha destacado la manera como se vulnera de

manera especial la dignidad de los reclusos:

Las cárceles y penitenciarias están en un estado de cosas, que se han convertido en

vertederos o depósitos de seres humanos, antes que instituciones respetuosas de la dignidad, de

los derechos fundamentales de las personas y orientadas a resocializarlas. Esta grave afectación a

la libertad, constituye una grave amenaza para la igualdad y para el principio de la dignidad

humana. Es notorio que la jurisprudencia constitucional haya empleado expresiones como

‘dantesco’ o ‘infernal’, para referirse al estado de cosas en que ha encontrado el sistema

penitenciario y carcelario. Aunque el Gobierno consideró en el pasado que esta situación

dantesca había sido superada, la jurisprudencia constitucional la sigue constatando (Corte

Constitucional, 2013, T-388).

La Corte Constitucional en Sentencia T-762 de 2015 realiza un análisis general del

problema que se presenta en los establecimientos carcelarios y penitenciarios del país donde

vuelve hacer énfasis en que el hacinamiento carcelario vulnera los derechos fundamentales de los

reclusos. En esta decisión, la corte señaló que:

La figura del Estado de Cosas Inconstitucional (ECI) es aquella mediante la cual

esta Corte, como otros Tribunales en el mundo, ha constatado que en algunas situaciones

particulares el texto constitucional carece de efectividad en el plano de la realidad, tornándose

meramente formal. Se ha decretado al verificar el desconocimiento de la Constitución en algunas

prácticas cotidianas en las que interviene la Administración, y en las que las autoridades públicas,

aún al actuar en el marco de sus competencias legales, tejen su actividad al margen de los

derechos humanos y de sus obligaciones constitucionales, en relación con su respeto y garantía

(Colombia. Corte Constitucional, 2015, T-762).


Con el fin de cumplir diferentes requisitos que la jurisprudencia exigía con relación al

derecho a la salud de los internos, se utilizó la creación de la Ley 1122 de 2007 la cual consiste

en hacer algunas modificaciones en el Sistema General de Seguridad Social en Salud, como se

expone en su artículo 1 de la siguiente manera:

La presente ley tiene como objeto realizar ajustes al Sistema General de Seguridad

Social en Salud, teniendo como prioridad el mejoramiento en la prestación de los servicios a los

usuarios. Con este fin se hacen reformas en los aspectos de dirección, universalización,

financiación, equilibrio entre los actores del sistema, racionalización, y mejoramiento en la

prestación de servicios de salud, fortalecimiento en los programas de salud pública y de las

funciones de inspección, vigilancia y control y la organización y funcionamiento de redes para la

prestación de servicios de salud (Colombia. Congreso de la República, Ley 1122 de 2007, art. 1).

Es así como aprovechando el objeto de esta ley y las exigencias que se hacían más

urgentes acerca del derecho a la salud de los internos, la declaratoria de Estado de Cosas

Inconstitucional y la precariedad en general en materia de salud, se creó la siguiente prerrogativa

en la ley: “La población reclusa del país se afiliará al Sistema General de Seguridad Social en

Salud. El Gobierno Nacional determinará los mecanismos que permitan la operatividad para que

esta población reciba adecuadamente sus servicios” (Congreso de la República, Ley 1122 de

2007, art. 14, m).

En todo caso, una de las principales razones por las cuales en el sistema penitenciario

colombiano no se logra el objetivo de la resocialización y, por ende, no se logra una plena

garantía de la dignidad humana, tiene que ver con las problemáticas internas de estas

instituciones, las cuales resultan violatorias de los derechos fundamentales de los mismos

reclusos y de dicho principio, al respeto, a no ser discriminados por su raza, sexo, religión,

afinidad política, o posición económica etc.

Esta situación implica, en principio, el análisis de lo que la jurisprudencia ha

denominado el “Estado de Cosas Inconstitucional”, la cual es una figura adoptada por la Corte

Constitucional con el fin de buscar remedio a aquellas situaciones de carácter general, ya que

afectan a un sinnúmero de personas en las cuales exista una vulneración tácita de los derechos

fundamentales y cuyas causas obedezcan a la índole estructural, “es decir, que por lo regular no


se originan de manera exclusiva en la autoridad demandada, por lo tanto, su

solución exige la acción mancomunada de distintas entidades” (Corte Constitucional, 1998, T-

153).

De esta manera, la Corte Constitucional colombiana ha considerado que ya un gran

número de personas están en igualdad de condiciones y si todas y cada una de ellas acudiesen a la

tutela, podrían llegar a congestionar de forma innecesaria la administración de justicia; por ello,

lo más conveniente es decretar disposiciones a las instituciones oficiales competentes con el

objetivo de que pongan en ejercicio sus facultades para suprimir ese Estado de Cosas

Inconstitucional.

Es de tener en cuenta que, con la promulgación de la Constitución de 1991, en aras de

proteger y garantizar los derechos fundamentales, se consagraron las diversas acciones que

pueden tomar los ciudadanos que vean vulnerados o amenazados dichos derechos, como lo es el

artículo 86 descrito anteriormente.

Como puede verse, la acción de tutela es una garantía constitucional que tiene toda

persona para recurrir ante las autoridades judiciales a solicitar la protección de sus derechos

fundamentales y es por ello, en el caso que atañe aquí, que un gran número de internos de todos

los centros de reclusión del país han acudido a este mecanismo con el fin de buscar que se les

garanticen y protejan sus derechos; ejemplo de ello es el proceso de tutela radicado T-137001, el

cual dio lugar a la Sentencia T-153 de 1998, donde el demandante, un recluso de la Cárcel

Bellavista, interpone acción de tutela en contra el Ministerio de Justicia y del Derecho y el

Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario –INPEC- por considerar que ambas instituciones le

vulneraban sus derechos fundamentales al no buscar soluciones al hacinamiento carcelario que se

presenta, aún hoy, en el mencionado centro de reclusión.

Otro ejemplo de reclamo a la protección de derechos fundamentales está en la Sentencia

T-256 de 2000, en la que se ordena proteger los derechos de un interno y brindarle las

condiciones mínimas de higiene, salubridad y comodidad que también por causa del

hacinamiento habían sido vulneradas.


Específicamente en esta providencia quedan plasmadas las lamentables circunstancias en

las que se da la resocialización en los centros penitenciarios y carcelarios del país, pues, según la

Corte Constitucional, las prescripciones de los distintos códigos y de los tratados y acuerdos

internacionales y de la propia jurisprudencia que se refieren a “los derechos de los reclusos

constituyen letra muerta” (Corte Constitucional, 2000, T-256) en la medida en que, como lo

señala la misma Corte:

Las condiciones de vida en los penales colombianos vulneran evidentemente la

dignidad de los penados y amenazan otros de sus derechos, tales como la vida y la integridad

personal, su derecho a la familia, etc. Nadie se atrevería a decir que los establecimientos de

reclusión cumplen con la labor de resocialización que se les ha encomendado. Por lo contrario, la

situación descrita anteriormente tiende más bien a confirmar el lugar común acerca de que las

cárceles son escuelas del crimen, generadoras de ocio, violencia y corrupción (Corte

Constitucional, 2000, T-256).

De acuerdo con Saravia (2015), para establecer un Estado de Cosas Inconstitucional y

emitir órdenes sujetas a seguimiento, la Corte se apoya en el principio de colaboración armónica

entre los poderes, establecido en el artículo 113 de la Constitución, y no reemplazando a los

mismos, en aras de garantizar la protección efectiva de los derechos fundamentales y de las

obligaciones mínimas provenientes del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y

Culturales de las personas víctimas de este flagelo.

Perico (2017), al tomar como referencia una serie de fallos de la Corte Constitucional,

encuentra que el aumento de la población carcelaria en Colombia afecta directamente los

Derechos Humanos de las personas privadas de la libertad.

Soto & Herrera (2015). Por su parte, establecen que este tipo de declaratoria es el

resultado de la determinación de una situación contraria a valores de carácter

constitucional, lo que debe dar lugar a que se asuman responsabilidades por parte de los

diferentes órganos e instituciones del Estado que se encuentren involucrados en aquellas

situaciones que vulneran los derechos fundamentales de un ciudadano, especialmente de

aquellos que se encuentran privados de la libertad.


Si bien es cierto estas personas, se encuentran subordinados a pena de prisión o

medida privativa de la libertad, en el contexto de un Estado Social de Derecho, no

es coherente que deban soportar ser doblemente castigados por un sistema

penitenciario y carcelario fallido que no les proporciona las condiciones mínimas

de resocialización, habitación, sanidad, salud, unidad familiar, y demás derechos

propios de la dignidad humana (p. 209).

Posada (2018) establece sus posturas para evitar que se siga vulnerando los derechos que

consagra la Constitución en materia de hacinamiento carcelaria. Con relación a la reinserción del

individuo, se tiene que el Estado sustrae a la persona de la sociedad por un periodo de tiempo

generalmente prolongado, en contextos inhumanos que no se compadecen con el mandato

constitucional y adicionalmente, no le provee unas condiciones de educación, trabajo o

recreación que le permitan regresar al seno de la sociedad con el menor número de secuelas

posibles. Esto debido a que las estaciones de policía no cuentan con la infraestructura ni el

personal necesario para que se materialicen estos derechos.

Es evidente con la actual crisis carcelaria, los intentos fallidos de la reforma del Sistema Penal.

Así lo confirma la Comisión de Seguimiento de la Sentencia T-388 de señala que:

Intentos de reforma del sistema penal carecen de un carácter sistemático pues las

modificaciones que se han presentado son aisladas, no comparten una misma lógica y en

algunos casos tienden a ser contradictorias. Actualmente no existen propuestas

legislativas que busquen ajustar y reequilibrar los aumentos punitivos que ha sufrido el

sistema penal a través de su endurecimiento en los últimos años. Además, las pocas

reformas que buscan implementar medidas tendientes a superar el ECI, como lo es la

limitación al uso de la detención preventiva intramural como medida de aseguramiento,

no han tenido los efectos esperados. . (ECI. 2018, p. 51).

En suma, y de acuerdo a todo lo anterior, en la declaratoria de este Estado de Cosas

Inconstitucional, entendido éste “como un mecanismo o técnica jurídica creada por la Corte

Constitucional, mediante la cual declara que ciertos hechos resultan abiertamente contrarios a la

Constitución, por vulnerar de manera masiva derechos y principios consagrados en la misma”

(Quintero, Navarro & Meza, 2011., p.77).


(Quintero, et al, 2011). Hacen mención que existe un denominador común en las dos

acciones de tutela antes mencionadas interpuestas por reclusos de la cárcel Bellavista de

Medellín y de la cárcel Modelo de Bogotá, en donde la Corte Constitucional interpretó

este fenómeno y estudió a fondo el tema de la crisis carcelaria por el hacinamiento, dando

orientaciones claras al Estado colombiano, al Ministerio de Justicia y del Derecho, a los

gobernadores, a los alcaldes y al INPEC sobre los mecanismos a seguir para dar solución

a los problemas penitenciarios de manera integral en cuanto a la reducción del

hacinamiento, la separación de sindicados y condenados, la rehabilitación de los reclusos

y la atención de sus necesidades básicas, todo esto con un plazo de cuatro años para

realizar la descongestión carcelaria y en procura de brindar plenas garantías a la dignidad

de los reclusos. (p.71, 72).

Ello quiere decir, entonces, que “las condiciones de hacinamiento impiden brindarle a

todos los internos los medios diseñados para el proyecto de resocialización (estudio, trabajo,

etc.)” (Corte Constitucional, 1998, T-153) y a esto se le puede sumar la situación de la

deteriorada infraestructura carcelaria, que conduce a que los internos no puedan gozar de un

mínimo de condiciones para llevar una vida digna en prisión y a que se desvirtúe de manera

absoluta los fines del tratamiento penitenciario que no es otro que la conducción del interno al

camino de su resocialización o reinserción a la vida social.

2 Contexto del hacinamiento en la Estación de Policía Candelaria de la ciudad de

Medellín

Según cifras de la Oficina de Derechos Humanos del Comando de Policía Antioquia

(2019), las estaciones y subestaciones de policía del departamento, y en particular de la ciudad de

Medellín, aunque cuentan con la infraestructura suficiente para la custodia de las personas que

han sido capturadas, bien sea en flagrancia por la comisión de un delito o a través de órdenes de

captura emanadas de autoridad judicial, no poseen el número de cupos suficientes para albergar

un alto número de capturados y que además la institución policial, dentro de su misión y sus

funciones, no se le ha encomendado la labor del cuidado permanente de población reclusa, lo cual

desborda su funcionamiento, pues su labor sólo se realiza en razón de mantener la paz y la

seguridad de la ciudadanía.


Teniendo en cuenta la misión constitucional encomendada a la institución policial

de brindar las condiciones necesarias para que se respeten y garanticen los

derechos de todas las personas, sin importar ninguna condición, y reconociendo la

importancia y trascendencia de un goce efectivo de derechos de todas las personas

y, en esta ocasión, especialmente de las personas que se encuentran privadas de la

libertad, para el Departamento de Policía de Antioquia es muy preocupante la

permanencia de personas, al estar vinculadas dentro de un proceso penal, ya sea

como capturadas o con medida de aseguramiento (indiciadas), en las instalaciones

policiales (Arcila, Ochoa & Mesa, 2019, p. 49).

Es importante tener en cuenta que la Constitución Política de 1991 hace referencia a la

naturaleza de la institución policial, identificándola como un órgano de carácter civil, que si bien

hace parte de la Fuerza Pública, no se constituye en una Fuerza Militar; así lo señala la Carta:

La ley organizará el cuerpo de Policía.

La Policía Nacional es un cuerpo armado permanente de naturaleza civil, a cargo de

la Nación, cuyo fin primordial es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio

de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en

paz.

La ley determinará su régimen de carrera, prestacional y disciplinario (Constitución

Política de 1991, art. 218).

Dicho artículo ha sido desarrollado por la Ley 62 de 1993, el cual regula la actividad

policial en Colombia y establece las funciones generales de este organismo.

La Policía Nacional está instituida para proteger a todas las personas residentes en

Colombia, garantizar el ejercicio de las libertades públicas y los derechos que de

éstas se deriven, prestar el auxilio que requiere la ejecución de las leyes y las

providencias judiciales y administrativas, y ejercer, de manera permanente, las

funciones de: Policía Judicial, respecto de los delitos y contravenciones; educativa,

a través de orientación a la comunidad en el respecto a


la ley; preventiva, de la comisión de hechos punibles; de solidaridad, entre la

Policía y la comunidad; de atención al menor, de vigilancia urbana, rural y cívica;

de coordinación penitenciaria; y, de vigilancia y protección de los recursos

naturales relacionados con la calidad del medio ambiente, la ecología y el ornato

público, en los ámbitos urbano y rural (Congreso de la República, Ley 62 de 1993,

art. 19).

Como puede verse, en dichas funciones no se observa la obligación de esta institución del

deber de vigilancia y custodia de personas detenidas en condición de condenados o sindicados;

sin embargo, la Ley 65 de 1993, modificada por la Ley 1709 de 2014, estipula que se pueden

hacer detenciones tanto en Unidades de Reacción Inmediata (URI) o en unidades similares, como

es el caso de estaciones de policía, pero dichas detenciones no pueden superar las 36 horas, pero

en la práctica, aunque el control de garantías de la captura generalmente se cumple en dicho

término, ello no significa que luego de este periodo el detenido pase de manera inmediata a un

establecimiento penitenciario o carcelario, pudiendo pasar varias semanas y hasta meses un cupo

en alguna institución de este tipo.

Ello ha dado lugar a que se haga uso de las Salas Temporales de Privación de la Libertad,

las cuales se encuentran ubicadas en estaciones y subestaciones de policía, como centros de

detención, situación que no ha sido desconocida por la jurisprudencia de la Corte Constitucional,

ya que se trata de un fenómeno que si bien se ha agravado en los últimos años, se ha podido

reconocer de manera anticipada desde hace un par de décadas; es así como se emitió la Sentencia

T-847 de 2000, en donde se determinó el estado de cosas inconstitucional en establecimientos

carcelarios y se dejó en claro que las funciones carcelarias y penitenciarias no se encuentran

asignadas a la institución policial, sino al INPEC.

El Departamento de Antioquia es una de las regiones del país afectadas por el

incumplimiento de la norma al tener un alto número de personas privadas de la libertad en

estaciones y subestaciones de policía. Cabe anotar que actualmente en el departamento, sin contar

con la ciudad de Medellín, existen 20 estaciones y subestaciones adecuadas para albergar a

personas detenidas, y en su gran mayoría en estas estaciones no existen problemas de

hacinamiento.


Tabla 1.

Número de personas detenidas en las estaciones de Policía del Departamento de

Antioquia al 4 de enero de 2019

Estaciones de policías No. indiciados No. condenados Cantidad

Segovia 1 0 1

La Ceja 11 2 13

Cárcel Municipal Fredonia 10 0 10

San Carlos 2 0 2

Marinilla 5 0 5

San Vicente 1 0 1

Guarne 13 0 13

Santa fe de Antioquia 2 0 2

El Retiro 3 0 3

El Carmen de Viboral 3 0 3

Cocorná 1 0 1

Santuario 4 0 4

San Jerónimo 1 0 1

El Peñol 6 0 6

Guatapé 2 0 2

Caucacia 1 0 1

Amalfi 1 0 1

Frontino 2 1 3

Yarumal 1 0 1

Instalaciones Departamento de

Policía Antioquia

20 0 20

Total 89 4 93

Fuente: Comando de Policía Antioquia, 2019.


Gráfica 1. Personas detenidas en las estaciones de Policía del Departamento de

Antioquia al 4 de enero de 2019.

Fuente: Comando de Policía Antioquia, 2019.

Según información del Comando de Policía Antioquia (2019), a las personas que están

privadas de la libertad en estas estaciones de policía se les debe brindar las condiciones y

garantías necesarias para que no se afecten o vulneren los derechos que les corresponden como

ciudadanos; en la práctica, se les debe brindar alimentos, así como regular el tema de visitas e

inclusive acceso a los servicios de salud; mientras que se encuentran recluidos en las estaciones

de policía, la entidad debe actuar conforme a la ley, realizando las gestiones respectivas para que

los detenidos sean trasladados a los centros penitenciarios y carcelarios definitivos para que

asuman sus procesos en calidad de sindicados o cumplan sus condenas si ya cuentan con una

sentencia en firme para su caso. Sin embargo, la falta de cupos en estos establecimientos

carcelarios y penitenciarios obliga nuevamente a que se trasladen los detenidos a las estaciones

de policía, lo cual genera un represamiento de personas privadas de la libertad en estas

instalaciones, lo que da lugar al hacinamiento.

El asunto ha sido reconocido también por diversos doctrinantes, entre ellos Posada (2018),

quien manifiesta que la detención preventiva en estaciones de policía es inconstitucional y


merece un análisis especial a la luz de los derechos fundamentales a la dignidad humana y

a la libertad personal, ya que se trata de ciudadanos sometidos a condiciones difíciles de

supervivencia por el hacinamiento desbordado que existe en estas estaciones de policía.

Seres humanos conviviendo en las peores condiciones, bajo hacinamiento, sin luz

solar, sin una cama, en pésimas condiciones de salud y privados en general de las

exigencias que la dignidad humana precisa, se ven obligados a permanecer por

meses o años, en estaciones de policía o Unidades de Reacción Inmediata sin

ninguna esperanza para su situación (Posada, 2018, p. 178).

Las condiciones que describe el precitado autor son precisamente las que se evidencian en

las estaciones de policía de la ciudad de Medellín, en donde en los últimos años los niveles de

hacinamiento han venido creciendo a un ritmo exponencial; de los 16 centros de detención que

hay en la ciudad a cargo de la Policía Nacional, en 15 hay niveles críticos de hacinamiento, con

porcentajes que van desde el 236%, como es el caso de la estación de policía de Belén, hasta un

636%, como ocurre en las instalaciones de la SIJIN.

Entre 2017 y 2018 las cifras de hacinamiento en las estaciones de policía de la ciudad han

aumentado, pasando de 945 detenidos en 2017 a 1.030 en 2018, es decir, hubo un incremento del

8.2% en la población detenida en estos establecimientos.


Tabla 2.

Hacinamiento Estaciones de Policía en Medellín al 15 de mayo de 2018

Sala de captura Cantidad de

internos

(Capturados

+ detención

preventiva)

Detenidos

(Detención

preventiva)

Capacidad

presunta

Hacinamiento

Popular 44 43 10 340%

Manrique 49 49 10 390%

Aranjuez 40 36 9 344%

Castilla 61 56 12 408%

Doce de octubre 40 40 10 300%

Candelaria 266 244 40 565%

Buenos Aires 27 25 8 237%

Villahermosa 53 52 15 253%

Belén 84 79 25 236%

Altavista 19 15 3 533%

Poblado 25 25 7 257%

San Javier 33 33 8 312%

Laureles 93 88 15 520%

San Cristóbal 12 12 2 500%

Santa Helena 0 0 2 0%

SIJIN 184 181 25 636%

Totales 1.030 978 201 364.44%

Fuente: Comando de Policía de Antioquia, 2019.

Una de las salas de captura con mayores problemas es la Estación de Policía Candelaria,

que presenta unos niveles de hacinamiento del 565%, la cual ha tenido una situación progresiva

en el aumento de personas detenidas en sus instalaciones.


A los detenidos en esta estación se les lleva los tres alimentos una vez al día, lo

que genera, en algunos casos, la descomposición de los mismos; a esto hay que

añadir los problemas de salud e higiene, ya que las instalaciones no se encuentran

adecuadas para soportar una población superior a 40 detenidos (Arcila, et al, 2019,

p. 58).

Posada (2018) señala que a pesar de que el espacio de detención en las estaciones de

policía debe ser de 3,4 m2 por persona, sólo se está contando en la Estación de Policía Candelaria

con un espacio disponible en estos momentos de 59 cm2 por persona; sumado a esta situación

está el inadecuado flujo de ventilación, las humedades, sobre todo en techos y paredes, el

inadecuado proceso de recolección de basuras y el deterioro de duchas e inodoros.

Es más, quienes tienen la calidad de condenados y que están en la Estación de Policía

Candelaria, no tienen atención médica, ya que aún no se les ha establecido una EPS, lo que los

obliga a que continúen con su régimen de salud contributivo o subsidiado, lo cual requiere de

ayuda de terceras personas, externas, por lo general familiares, para tramitar las citas médicas y,

por su puesto, del permiso del comando de la estación de policía.

2. Posibles causas del fenómeno del hacinamiento en la Estación de Policía Candelaria

de la ciudad de Medellín

La Estación de Policía Candelaria no tiene las condiciones sanitarias y de infraestructura

para acomodar a un número tan grande de personas. Las celdas de esta estación de policía, al

igual que las demás, sólo están destinadas a retener a los reclusos en tránsito en espera de

procedimientos judiciales, después de lo cual se supone que deben ser transferidos a un

establecimiento penitenciario o carcelario; sin embargo, las cárceles de Colombia también están

superpobladas.

El hacinamiento en las cárceles de Colombia ha afectado también a las instalaciones

policiales, las cuales se ven cada vez más obligadas a mantener detenidos durante largos períodos

de tiempo.


Es importante tener en cuenta que la Estación de Policía Candelaria, al estar ubicada en el

centro de la ciudad de Medellín y, por ende, al hacer parte del ámbito jurisdiccional de la

Comuna 10, esto da lugar a que confluyan en ella un alto número de detenidos, no sólo por su

posición geográfica, sino también porque dicha Comuna tiene unos altos niveles de violencia.

De acuerdo con información del Plan de Desarrollo Local para esta Comuna,

implementando por la Alcaldía de Medellín (2015), en esta Comuna se presentan los índices más

altos de delincuencia de toda la ciudad: 18% de los delitos de homicidio de Medellín ocurren allí,

así como un 26% de los hurtos y 19% de las extorsiones; a esto hay que sumar otras

problemáticas como la mendicidad, el microtráfico, el consumo de sustancias psicoactivas, las

“casas de vicio”, la prostitución infantil, violencia intrafamiliar y violencia interpersonal; sin

embargo, existen otros factores externos generadores del fenómeno del hacinamiento en esta

Estación de Policía: uno de ellos tiene que ver con la aplicación de la denominada regla de

equilibrio decreciente, medida sugerida por la Corte Constitucional con el propósito de reducir el

hacinamiento en los establecimientos penitenciarios y carcelarios, pero que desconoce su impacto

en el hacinamiento en estaciones y subestaciones de policía.

Básicamente, la dinámica de la regla de equilibrio decreciente implica que debe haber un

equilibrio entre el número de personas privadas de la libertad que ingresan a una cárcel y el

número de personas que salen de ella, fórmula que busca que sean más el número de personas

que salen de la cárcel que las que ingresan, de tal manera que se reduzca la problemática de

sobrepoblación y hacinamiento carcelario.

La aplicación de esta regla la toma en cuenta la Corte Constitucional al designar una Sala

Especial para conocer y verificar los avances alcanzados por el Estado colombiano en la

reducción de las situaciones vulneradoras de los derechos humanos y de la dignidad humana en

las cárceles colombianas; dicha Sala, en virtud de tal designación, profirió el Auto 121 de 2018,

en donde se destacó el papel que han jugado la autoridad penitenciaria y carcelaria en el

seguimiento de estas situaciones y los mínimos exigibles en materia de infraestructura,

resocialización, satisfacción de necesidades básicas y acceso a la administración de justicia, pero

especialmente se hace énfasis en la necesidad de aplicar la regla de equilibrio decreciente para

evitar un mayor grado de vulneración, regla que consiste en que sólo puede autorizarse la


reclusión de nuevas personas en los establecimientos penitenciarios y carcelarios de

Colombia teniendo en cuenta lo siguiente:

Si y sólo sí (i) el número de personas que ingresan es igual o menor al número de

personas que salgan del establecimiento de reclusión, durante la semana anterior,

por la razón que sea (por ejemplo, a causa de un traslado o por obtener la libertad),

y (ii) el número de personas del establecimiento ha ido disminuyendo

constantemente, de acuerdo con las expectativas y las proyecciones esperadas

(Corte Constitucional, 2013, T-388).

Sin embargo, la aplicación de dicha regla obvió que serían las estaciones y subestaciones

de policía, así como las Unidades de Reacción Inmediata (URI), las encargadas de velar por el

cuidado y custodia de las personas detenidas que no tuvieran cupo en los establecimientos

penitenciarios y carcelarios, lo que suma tiempo de espera a una persona detenida en la Estación

de Policía Candelaria, que puede traducirse en semanas y hasta meses.

Otra causa generadora del hacinamiento en esta estación de policía radica en el diseño

mismo del sistema penal acusatorio colombiano, y en particular en la configuración de la forma

de aplicación de la prisión preventiva intramural; es así como diversos autores e instituciones han

identificado que la detención preventiva como medida de aseguramiento se está usando de

manera excesiva por parte de los operadores jurídicos.

Sobre este asunto han hecho referencia autores como Borrero (2010), quien manifiesta

que para determinar este mecanismo se requiere de presupuestos probatorios mínimos que

permiten inferir la autoría o participación de un individuo en un delito, lo cual es poco garantista

y, además, en virtud de la reforma introducida por la Ley 1453 de 2011, se genera la

prolongación de la privación de la libertad.

Ospina (2015) señala incluso que la figura de la detención preventiva es inconstitucional,

ya que no es entendible como una persona que es presuntamente inocente puede ser recluida en

una prisión, no a que cumpla una condena impuesta por un juez, sino a que espere en una

situación de encierro a que se lleve a cabo su proceso; a esto se suma que la aplicación de la

detención preventiva ha estado fundamentada sobre un alto nivel de eficientismo de la justicia


penal, esto es, una visión resultadista que sólo se hace medible a partir del número de

decisiones de restricción de la libertad que se impongan por parte del juez o que se soliciten por

parte de la Fiscalía.

Y es que hoy en día se ha generalizado tanto el uso de la detención preventiva,

principalmente para evitar la reincidencia del imputado, que ya se ha convertido en

instituto de aplicación automática y en la regla general, cuando su vocación es ser

la excepción. Además, se ha abandonado el estudio, análisis y aplicación de las

otras medidas alternativas existentes en la normatividad procesal penal, que son

menos invasivas y perjudiciales para la persona del imputado y cuya aplicación

permite alcanzar los fines propuestos (Ospina, 2015, p. 101).

Sobre esta misma cuestión también ha hecho referencia la Oficina de las Naciones Unidas

contra la Droga y el Delito (UNODC), que en 2014 publicó el Manual sobre estrategias para

reducir el hacinamiento en las prisiones, en el cual identifica una serie de políticas y estrategias a

través de las cuales se busca la garantía de los derechos de las personas privadas de la libertad,

destacando frente a ello que es necesario:

i) el uso racional y excepcional de la prisión preventiva; ii) el respeto por los

plazos establecidos legalmente para la duración de personas en detención; iii) la

promoción de medidas alternativas o sustitutivas de detención preventiva y de

privación de libertad como pena; iv) la implementación de otra clase de figuras de

la ejecución de sentencia como son las libertades condicionales, asistidas y las

redenciones de pena por trabajo o estudio; v) la actualización de los sistemas de

administración de justicia para que los procesos sean ágiles, y vi) la prevención de

detenciones ilegales o arbitrarias por parte de la Policía (UNODC, 2014, p. 30).

Razón le asiste a UNODC (2014) para señalar que el número de personas con medida de

aseguramiento de detención preventiva intramural es extremadamente alta; tal y como se puede

decir de las cifras estadísticas que ofrece el INPEC (2019), una de cada tres personas detenidas en

un establecimiento penitenciario o carcelario se encuentra en calidad de sindicado; así, de un total

de 125.325 personas privadas de la libertad, 84.893 se encuentran en calidad de condenados y

39.780 en calidad de sindicados; así, con un hacinamiento del 55.93% y una sobrepoblación de


44.953 reclusos, evidentemente si en Colombia se dejara de hacer un uso excesivo de la

prisión preventiva, se lograría una reducción ostensible tanto en la población carcelaria como en

estaciones de policía.

El hecho es que aún no hay una posición específica sobre la aplicación de los criterios

para determinar el uso de este mecanismo, contenidos en el artículo 310 del Código de

Procedimiento Penal (Ley 906 de 2004).

A continuación por medio de las siguientes gráficas les ilustraremos la situación que se

viene presentando con las personas privadas de la libertad en nuestro país.

Gráfica 2. Situación jurídica de las personas privadas de la libertad en Colombia al 4 de

octubre de 2019.

Fuente: INPEC, 2019.


Tabla 3.

Población carcelaria en Colombia al 4 de octubre de 2019

Fuente: INPEC, 2019.


Para UNODC (2014), existe una relación directa entre el hacinamiento carcelario y el uso

excesivo de la prisión preventiva, tal y como se reconoce en la siguiente

Gráfica 3. Relación entre el hacinamiento carcelario y el uso excesivo de la prisión

preventiva

Fuente: elaboración propia a partir de los criterios de UNODC, 2014.

Para Castro (2017), el sistema judicial colombiano recurre al uso excesivo de la prisión

preventiva con el ánimo de presionar a los procesados para que se allanen a cargos, delaten

cómplices o aporten pruebas a los procesos, lo que ha convertido a este mecanismo en un

instrumento de investigación para la Fiscalía, lo cual corresponde a propósitos resultadistas y

repercuten en el hacinamiento carcelario y, por ende, en el hacinamiento en estaciones de policía.


A estos factores también se suman las limitaciones técnicas y humanas del aparato

judicial colombiano para responder a la constante demanda de procesos que deben soportar

jueces y fiscales; también hay que agregar la falta de infraestructura carcelaria, ya que a pesar del

crecimiento de la población, no existe una compensación con el número de establecimientos

acordes que permitan diferenciar a la población reclusa, esto es, a condenados y sindicados; y por

último habría que señalar el tema de la corrupción, ya que algunos funcionarios, e inclusive

miembros de la Policía Nacional y del mismo INPEC, pueden verse inmersos en situaciones en

las que se solicitan pagos de dinero para poder contar con un cupo en un establecimiento

penitenciario o carcelario.

Todos los anteriores factores dan lugar a que se presente y mantenga el fenómeno del

hacinamiento en la Estación de Policía Candelaria de la ciudad de Medellín, ya que se ha

convertido a esta estación en una instalación que pareciera estar cumpliendo las veces de un

establecimiento penitenciario o carcelario, cuando esta no es su naturaleza.

No obstante se debe ser específico con esta situación ya que las cortes constitucional

colombiana como órgano encargado de emitir los informes sobre el Estado de Cosas

Inconstitucionales en nuestro país, lo hacen de forma general, haciendo visible la problemática

que se presenta en los centros carcelarios, y no siendo específicos en un centro carcelario o

estación como abordamos en nuestro tema la de la estación de policía candelaria en Medellín.

3. Análisis jurisprudencial sobre la vulneración de los derechos fundamentales de las

personas privadas de la libertad en estaciones de policía

La Corte Constitucional colombiana ha sido clara en reconocer que el hacinamiento en

estaciones de policía es una problemática generadora de la afectación a los derechos humanos de

las personas privadas de la libertad que se encuentran en estos sitios por la aplicación de una

medida de aseguramiento de carácter intramural. Las actuales condiciones de muchas de las

estaciones de policía, y en particular la Estación de Policía Candelaria de la ciudad de Medellín,

son una clara prueba de ello.


En la Sentencia T-847 de 2000 se señala que una persona que se encuentre en calidad de

indiciada o condenada, sólo debe permanecer en una estación de policía de manera temporal, ya

que ni la Policía Nacional, ni la DIJIN, ni la SIJIN, ni el CTI son el personal idóneo, ni legítimo

para la custodia y cuidado de población reclusa; la Corte ha identificado que el hacinamiento en

estaciones de policía venga acompañado de afectaciones a la salud de los detenidos, a su

dignidad, a la intimidad y al derecho mismo a la libertad; estos son lugares de tránsito y su

permanencia no debe superar las 36 horas.

Debe señalar esta Sala que si la convivencia de sindicados y condenados que se

presenta en los establecimientos carcelarios es irregular y contraria a lo previsto en

la ley, más irregular es que ella se de en las salas de retenidos de las Estaciones de

Policía, del DAS, la SIJIN, la DIJIN o el CTI, donde, de acuerdo con el artículo 28

de la Carta Política, ninguna persona debe permanecer más de 36 horas, y donde

no debería estar ningún sindicado o condenado (Corte Constitucional, 2000,

Sentencia T-847).

La Corte reconoce que aparte de la violación del derecho a un trato digno, la corrupción y

la violencia son fenómenos imperantes en las estaciones de policía, pues para la asignación de un

espacio, la distribución de alimentos, el acceso a servicios sanitarios y de salud y el uso de

teléfonos públicos requieren de la mediación o de un detenido o grupo de detenidos o de un

policial, todo ello a cambio de una remuneración.

Pero si a semejante situación se le añade que no hay patio donde salir a ejercitarse

y recibir algo de luz solar, que no hay lugar adecuado para recibir la visita

conyugal y la de los familiares y amigos, o para entrevistarse con el defensor, que

no existe una dependencia de sanidad a donde ser conducido, y que la

infraestructura sanitaria y alimentaria no está diseñada para atender las

necesidades de una larga estadía, ni existe posibilidad alguna de trabajo o estudio,

entonces los sindicados y condenados que permanecen en las sobrepobladas salas

de retenidos, vienen a ser conscientes de que toda mala situación puede

empeorar(Corte Constitucional, 2000, Sentencia T-847).


Pero los riesgos y las afectaciones a los derechos humanos no solamente se enfocan en las

personas detenidas en las estaciones de policía, también los mismos miembros de la institución

pueden estar sujetos a situaciones de violencia, motines, asonadas y amenazas; la propia Corte

Constitucional así lo ha señalado: “la misma fuerza policiva corre peligro, pues en cualquier

momento se puede producir una fuga o agresión masiva en contra de los agentes del orden o los

familiares que se encuentren en visita” (Corte Constitucional, 2016, T-276).

Vale la pena recordar también que las detenciones en estaciones de policía, así como en

Unidades de Reacción Inmediata (URI), se encuentran contempladas en la legislación

colombiana, tal y como se establece en el artículo 21 de la Ley 1709 de 2014, que adicionó el

artículo 28A a la Ley 65 de 1992.

El legislador con carácter restrictivo y excepcional consagró la posibilidad de

albergar a personas privadas de la libertad sin sentencia en las Unidades de

Reacción inmediata URI, que son centros de servicio al ciudadano a cargo de la

Fiscalía General de la Nación con los que se busca brindar atención permanente y

facilitar el acceso a la administración de justicia mediante la disponibilidad 24

horas de un funcionario de la fiscalía – fiscal – y su equipo de trabajo (Corte

Constitucional, 2016, Sentencia T-151).

Sin embargo, el uso de estas instalaciones es de carácter temporal, ya que la medida de

detención preventiva sólo puede cumplirse en cárceles destinadas para ello, en centros de

detención preventiva que hagan parte de establecimientos penitenciarios o en pabellones

especiales diseñados para tal función; en ningún momento la norma o la jurisprudencia de la

Corte Constitucional autorizan a que la medida de detención preventiva se cumpla en una

estación o subestación de policía, aunque en la práctica esto es lo que se está presentando en la

actualidad, vulnerándose con ello, entre otros, el derecho a la libertad del sindicado, el derecho al

debido proceso y el derecho al acceso a la administración de justicia.

La Corte Constitucional ha ofrecido lineamientos para el seguimiento al Estado de Cosas

Inconstitucional. Estos parámetros no solo sirven para orientar la evolución de la estrategia de

superación de dicho estado, sino también como guía, en los casos concretos, a la hora de

establecer la naturaleza de la vulneración iusfundamental y el remedio judicial procedente para


conjurar. Los mínimos que deben ser garantizados en la vida en reclusión por las autoridades

competentes se refieren a los siguientes aspectos: i) la resocialización, ii) la infraestructura

carcelaria, iii) la alimentación al interior de los centros de reclusión, iv) el derecho a la salud, v)

los servicios públicos domiciliarios y vi) el acceso a la administración pública y a la justicia.

(Corte Constitucional, 2018, sentencia T-267).

La corte al observar la reiterada y sistemática vulneración de los derechos fundamentales

de las reclusas, ofrece una guía para que la administración pueda cumplir su misionalidad como

lo establece la constitución, con respecto a la integridad personal y a la vida en condiciones

dignas de mujeres privadas de la libertad, ya que sus condiciones de permanencia en estos centros

carcelarios es totalmente diferencial a la de un hombre, partiendo desde las unidades sanitarias, la

lactancia para las mujeres lactantes, la alimentación y la habitación para los niños que se

encuentran con las madres retenidas, ofreciéndoles con esto el trato diferencial que se merecen

por su condición.

La Corte recientemente ha reconocido las especial, y difíciles, condiciones de muchas

personas detenidas en estaciones de policía en el país, en las cuales, por causa del hacinamiento y

la población, han tenido que recurrir, sin mala fe en ello, a la reclusión de detenidos en remolques

y carpas ubicadas en calles y parques aledaños a la estación de policía; así se ha reconocido en el

Auto 110 de 2019, al señalar:

Los funcionarios de la Policía Judicial proporcionaron remolques y carpas en

lugares públicos como parques y plazas, para recluir detenidos e incluso personas

condenadas. Estos lugares improvisados de retención estaban en condiciones

insalubres e inhumanas; por ejemplo, baños sin baterías para hacer sus necesidades

fisiológicas. Una vez se logró el acuerdo entre el Gobierno Nacional y las

asociaciones sindicales para terminar el segundo “plan reglamento”, algunos

establecimientos iniciaron la aplicación de la regla de equilibrio y equilibrio

decreciente, situación que no tuvo ningún efecto en disminuir el hacinamiento que

actualmente persiste (Corte Constitucional, 2019, Auto 110).

Con respecto a la regla de equilibrio decreciente, se ha puesto en evidencia la necesidad

de recluir en estaciones de policía no sólo a sindicados, sino también a condenados, aun cuando


estos lugares no están adecuados para recluir personas en un espacio en el cual se respeten

los derechos humanos de las personas con restricción de la libertad. Se destaca incluso que en

algunos casos “miembros de la Policía han tenido que asumir los gastos de alimentación de estas

personas por largos periodos de tiempo, a pesar de no estar dentro de sus responsabilidades”

(Corte Constitucional, 2019, Auto 110).

Existe por tanto una vulneración y desprotección de los derechos fundamentales de las

personas privadas de la libertad en estaciones de policía, ya que no hay la posibilidad de prestar

un servicio básico a esta población que satisfaga necesidades como la alimentación, la atención

en salud y, sobre todo, la resocialización, pues se trata de instalaciones que fueron concebidas

como lugares transitorios de reclusión que, en últimas, están cumplimiento con una finalidad

totalidad diferente para las que fueron creadas.

Conclusiones

Aunque el fenómeno del hacinamiento en estaciones y subestaciones de policía es una

problemática que ya desde principios de los años 2000 había sido visibilizada por la propia Corte

Constitucional, ha sido sólo en los últimos años donde la dimensión del problema ha comenzado

a tener connotaciones en la vulneración de los derechos fundamentales de las personas detenidas

en estas instalaciones.

El caso de la Estación de Policía Candelaria de la ciudad de Medellín es sólo un ejemplo

de una problemática que se replica en todo el territorio colombiano, especialmente en las

ciudades capitales, en donde a causa de la densidad poblacional actual y el alto nuero de delitos

cometidos, es la policía nacional la que se encarga ahora de custodiar y vigilar durante las

primeras etapas del proceso penal a las personas que se les ha impuesto la medida de

aseguramiento de detención preventiva intramural.

Y aunque la Constitución y la ley son claras en señalar que las detenciones en estaciones y

subestaciones de policía, así como en las Unidades de Reacción Inmediata (URI) no debe

sobrepasar las 36 horas, lo cierto es que en la práctica esto no se da, debido a múltiples factores

generadores, tales como la aplicación de la regla de equilibrio decreciente, el uso excesivo de la

medida de prisión preventiva, la falta de instalaciones penitenciarias y carcelarias y el respectivo


hacinamiento, las limitaciones en recursos y personal que tiene el sistema judicial, la

corrupción y los altos índices de violencia y delincuencia que se presenta en las ciudades.

La ley 1709 de enero 20 de 2014, hace referencia al enfoque diferencial al momento del

trato que se le debe brindar a una parte de la población carcelaria del país teniendo en cuenta que

existen unas características particulares en circunstancias de su edad, género, religión, identidad

de género, orientación sexual, raza, etnia, situación de discapacidad y cualquiera otra. Esta ley es

promulgada para evitar que estas personas privadas de la libertad para que no se presente

violación de sus derechos por parte de otros internos, los guardias penitenciarios, la policía,

haciendo más difícil la purga de su condena por su condición.

Para la Corte Constitucional colombiana y para la doctrina, es claro que existe una

vulneración de los derechos fundamentales de las personas detenidas en las estaciones y

subestaciones de policía, pero a la fecha, ni el Estado ni el legislador colombiano, han procurado

alternativas de solución que busquen menguar esta problemática; no basta con reconocer el

problema, sino que hay que solucionarlo, de tal forma que no se desdibuje el verdadero deber

funcional de la institución policial y no se sigan afectando más los derechos humanos de las

personas privadas de la libertad.

Estado de Cosas Inconstitucional en materia penitenciaria y carcelaria, muestra la

fragilidad del Sistema Penitenciario, las reformas al interior de este, no ha permitido cumplir con

el objeto de la pena, en lugar de garantizar los derechos y devolverle a la sociedad personas

resocializadas, les devuelve sujetos excluidos y marginados, agudizando aún más los problemas

sociales.

La inconstitucionalidad por parte del Estado como garante de los derechos humanos, con

ocasión del hacinamiento carcelario, indica una afectación a la dignidad humana ante la continua

vulneración de los derechos fundamentales de los reclusos. La sumatoria del estado de cosas

inconstitucionales al interior de las cárceles resulta compleja, de manera particular el papel del

Estado de garantizar en favor de las personas privadas de libertad condiciones carcelarias dignas,

se impone la imagen del Estado represor que coarta los mínimos para la dignidad humana,

afectando el bienestar físico, mental y emocional en contravención a la norma. La aminoración de

estado de cosas inconstitucionales en materia penitenciaria y carcelaria, implica la necesidad de

transitar de un enfoque punitivo hacia un enfoque integral de resocialización que comprometa los

diversos organismos judiciales (jueces, policía, fiscales).


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